Archive for 17 de noviembre de 2006

Gato Pérez y su Barcelona


Dentro de lo que fue el movimiento de la canción de autor, Gato Pérez fue un creador singular. Enmarcado dentro de lo que se denominó la Música Laietana (evolución de El Grup de Folk), un estilo que incluía a los nuevos cantantes y grupos catalanes de canción de autor y rock progresivo, elaboró una intensa carrera musical con un estilo curioso, en principio para un cantautor: la rumba catalana inventada por Peret y por «El Pescaílla», amén de muchos otros que mi ignorancia no alcanza a ver.
Gato pérez, como muchos, era un emigrante en Barcelona, y se puede considerar su obra como un canto de agradecimiento a la Ciudad Condal. La Barcelona que Gato canta es la Barcelona de los emigrantes, de los gitanos, de los andaluces, de los extremeños… y también de los catalanes hospitalarios.
Cuenta su 1ª esposa que Gato vivía enamorado de los gitanos por culpa de la rumba: sentía una pasión biensana por ellos. Cuenta ella que una vez Gato descubrió el bar donde los gitanos se reunían y la convenció para ir allí. Una vez dentro fueron hacia la barra y, como un niño que descubre algo, susurró a su esposa: «Tots són xitanos!»; pero cuando se dieron la vuelta descubrieron que todos los gitanos se habían salido fuera. Gato dijo: «Vámonos; no somos bien recibidos». Debió de ponerse muy triste ante este incidente, pero con todo y eso, Gato siguió frecuentando la taberna; los gitanos al principio le veían con recelo, después con indiferencia, luego con tolerancia, más tarde con respeto, después con cariño, y, finalmente, acabaron viéndole con admiración. Un gitano ha llegado a deir de él: «Gato era payo, pero para mí es gitano».
Y así era la Barcelona de Gato… Bien se puede considerar que Gato es a Barcelona lo que Sabina a Madrid  o Luis Pastor al barrio de Vallecas (ambos también emigrantes): su bardo personal, vocero de sus alegrías, tristezas, esperanzas y miserias. Por eso, digo que Gato Pérez (aunque no lo digo yo) fue el cantante personalísimo de aquella Barcelona que abría los brazos a todos los que venían de fuera, y de la Barcelona de los que habían llegado a instalarse allí en busca de trabajo. La Barcelona cosmopolita, de muchos olores, de muchos sabores, de mucha gente.

El Salustiano


He aquí una cancioncita anti-señorito del güeno der Carlos Cano, un gran «copla-autor» que demostró que eso de la copla no les pertenecía por patrimonio a las señoras del clavelón ni a los machistas señoritos andaluces, como demuestra el desplante que hace aquí a Manolo Escobar.
El Salustiano
Hasta un pueblo d’Alemania
ha llegao el Salustiano,
con más de cuarenta años
y de profesión el campo,
pa buscarse l´habichuela
y ahorrar algunos marcos
y que pueda la parienta
comprar algunos marranos.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.
En principio se hace dura
sobre to la soleá,
esa gente chamullando
no se le entiende ni atá.
Menos mal que algunas veces
la embajada cultural
les manda al Julio iglesias
y a un tal Manolo Escobar.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.
Y así s’acaba la historia
del güeno del Salustiano,
de tanto apencar los güesos
otro gallo l’ha cantao.
Gallo dice que l’obrero
de cachondeo está jarto,
si no hubiera ido a Alemania,
no hubiera aprendido tanto.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.
letra y música:
Carlos Cano

Galope


Ya no podía tardar más. Aquí tenéis la poesía que en la voz de Paco Ibáñez me enganchó a este estilo; y es que nadie puede resistirse al, aunque austero, trepidante ritmo de «A galopar», que se titula en realidad «Galope»:
GALOPE 

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

 

Rafael Alberti

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