Archive for 18 de agosto de 2007

Músico y poeta


Verde


En uno de sus discos de los años 70, Patxi Andión, uno de sus admiradores y sobresaliente poeta tanto romántico como social, rendía homenaje a Federico García Lorca con sus propias palabras, asentando una canción sobre el que probablemente sea el verso más popular del poeta granadino:

Verde

Verde que te quiero verde, ¡ay!
verde que te quiero verde.
Verde que te quiero verde, ¡ay!
verde que te quiero verde.

Los toros se han revelado,
la impotencia llora y llama,
y desde un río de sangre
hay una voz que reclama, ¡ay!
hay una voz que reclama
la importancia de un amigo,
poeta de cien mil lunas,
garganta dura y hombruna,
gitano de profesión, ¡ay!
por quien hoy rompo yo la voz.

Verde que te quiero verde, ¡ay!
verde que te quiero verde.

Se te escapó la mañana
por detrás de la alcazaba,
caminando ya sin prisas,
amaestrando sonrisas, ¡ay!
amaestrando sonrisas;
y se tiñeron los campos
verdes de la primavera
cuando la nación entera
cabalgó sobre tu llanto ¡ay!
Tú poeta, y ellos tantos…

Verde que te quiero verde, ¡ay!


verde que te quiero verde.

Hoy el verso me reclama
una luz y una llamada,
un canto de cuerpo y alma
como el que el tuyo cantaba, ¡ay!
como el que el tuyo cantaba.

Y el pueblo llora la calma,
y canta porque se ahorca,
y hace tu muerte inmortal
cada vez que alguien te nombra
Federico García Lorca.

Patxi Andión

El crimen fue en Granada


Ésta fue no sólo la mejor de las poesías dedicadas a Federico García Lorca y a la denuncia de su asesinato, sino también, si no la mejor, una de las mejores poesías escritas durante la guerra civil. Del maestro Machado a uno de sus más aventajados discípulos:

EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A
FEDERICO GARCÍA LORCA

1. El crimen

Se le vio, caminando entre fusiles,

por una calle larga,

salir al campo frío,

aún con estrellas de la madrugada.

Mataron a Federico

cuando la luz asomaba.

El pelotón de verdugos

no osó mirarle la cara.

Todos cerraron los ojos;

rezaron: ¡ni Dios te salva!

Muerto cayó Federico

—sangre en la frente y plomo en las entrañas—

… Que fue en Granada el crimen

sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

2. El poeta
y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,

sin miedo a su guadaña.

—Ya el sol en torre y torre, los martillos

en yunque— yunque y yunque de las fraguas.

Hablaba Federico,

requebrando a la muerte. Ella escuchaba.

«Porque ayer en mi verso, compañera,

sonaba el golpe de tus secas palmas,

y diste el hielo a mi cantar, y el filo

a mi tragedia de tu hoz de plata,

te cantaré la carne que no tienes,

los ojos que te faltan,

tus cabellos que el viento sacudía,

los rojos labios donde te besaban…

Hoy como ayer, gitana, muerte mía,

qué bien contigo a solas,

por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

3.

Se le vio caminar…


Labrad, amigos,

de piedra y sueño en el Alhambra,

un túmulo al poeta,

sobre una fuente donde llore el agua,

y eternamente diga:

el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Antonio Machado
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