Nicola and Bart
Rest forever here in our hearts
The last and final moment is yours
That agony is your triumph!
El último y final momento es vuestro. ¡Aquella agonía es vuestro triunfo!
words: Joan Baez
musica: Ennio Morricone
23 Ago
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Poesías y canciones. Tagged: Bartolomeo Vanzetti, Ennio Morricone, Joan Baez, Nicola Sacco. Comentarios desactivados en Here’s to you
words: Joan Baez
musica: Ennio Morricone
23 Ago
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Poesías y canciones. Tagged: anarquismo, Bartolomeo Vanzetti, Ennio Morricone, Giuliano Montaldo, Joan Baez, Nicola Sacco. Comentarios desactivados en Ballad of Sacco & Vanzetti
Parte I
"Give to me your tired and
your poor,
Your huddled masses yearning to breathe free,
The wretched refuse of your teeming shore,
Send these, the homeless, tempest-tossed to me."
Blessed are the persecuted
And blessed are the pure in heart
Blessed are the merciful
And blessed are the ones who mourn
The step is hard that tears
away the roots
And says goodbye to friends and family
The fathers and the mothers weep
The children cannot comprehend
But when there is a promised land
The brave will go and others follow
The beauty of the human spirit
Is the will to try our dreams
And so the masses teemed across the ocean
To a land of peace and hope
But no one heard a voice or saw a light
As they were tumbled onto shore
And none was welcomed by the echo of the phrase
"I lift my lamp beside the golden door."
Blessed are the persecuted
And blessed are the pure in heart
Blessed are the merciful
And blessed are the ones who mourn
"Dadme a vuestros cansados y a vuestros pobres,/ vuestras masas agrupadas anhelando respirar libres,/ la basura desgraciada vertida en tu orilla,/ envíame a estos, a los que no tienen hogar, a los sacudidos por la tempestad, a mí."// Benditos sean los perseguidos,/ y benditos sean los puros de corazón;/ benditos sean los misericordiosos,/ y benditos sean los que están de luto.// El paso es tan duro que rasga las raíces/ y dice adiós a los amigos y a la familia./ Los padres y las madres sollozan,/ los niños no pueden comprender,/ pero cuando hay una tierra prometida/ los valientes irán allí y otros les seguirán./ La belleza del espíritu humano/ es la voluntad para intentar nuestros sueños,/ y por eso las masas se vierten a través del océano/ hacia una tierra de paz y esperanza,/ pero nadie oyó una voz o vio una luz/ cuando se tambalearon en la costa/ y nadie fue recibido con el eco de la frase/ "Alzo mi lampara detrás de la puerta dorada".// Benditos sean los perseguidos,/ y benditos sean los puros de corazón;/
benditos sean los misericordiosos,/ y benditos sean los que están de
luto.
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Father, yes, I am a prisoner
Fear not to relay my crime
The crime is loving the forsaken
Only silence is shame
And now I’ll tell you what’s
against us
An art that’s lived for centuries
Go through the years and you will find
What’s blackened all of history
Against us is the law
With its immensity of strength and power
Against us is the law!
Police know how to make a man
A guilty or an innocent
Against us is the power of police!
The shameless lies that men have told
Will ever more be paid in gold
Against us is the power of the gold!
Against us is racial hatred
And the simple fact that we are poor
My father dear, I am a prisoner
Don’t be ashamed to tell my crime
The crime of love and brotherhood
And only silence is shame
With me I have my love, my
innocence,
The workers, and the poor
For all of this I’m safe and strong
And hope is mine
Rebellion, revolution don’t need dollars
They need this instead
Imagination, suffering, light and love
And care for every human being
You never steal, you never kill
You are a part of hope and life
The revolution goes from man to man
And heart to heart
And I sense when I look at the stars
That we are children of life
Death is small
My son, instead of crying
be strong
Be brave and comfort your mother
Don’t cry for the tears are wasted
Let not also the years be wasted
Forgive me, son, for this
unjust death
Which takes your father from your side
Forgive me all who are my friends
I am with you, so do not cry
If mother wants to be distracted
From the sadness and the soulness
You take her for a walk
Along the quiet country
And rest beneath the shade of trees
Where here and there you gather flowers
Beside the music and the water
Is the peacefulness of nature
She will enjoy it very much
And surely you’ll enjoy it too
But son, you must remember
Do not use it all yourself
But down yourself one little step
To help the weak ones by your side
Forgive me, son, for this
unjust death
Which takes your father from your side
Forgive me all who are my friends
I am with you, so do not cry
The weaker ones that cry
for help
The persecuted and the victim
They are your friends
And comrades in the fight
And yes, they sometimes fall
Just like your father
Yes, your father and Bartolo
They have fallen
And yesterday they fought and fell
But in the quest for joy and freedom
And in the struggle of this life you’ll find
That there is love and sometimes more
Yes, in the struggle you will find
That you can love and be loved also
Forgive me all who are my
friends
I am with you
I beg of you, do not cry
23 Ago
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Poesías y canciones. Tagged: anarquismo, Bartolomeo Vanzetti, Martín Castro, Nicola Sacco. 1 comentario
Patria del rubio metal,
del oro diablo amarillo,
país del yunque y del martillo
y patria del mineral,
Norteamérica es genial
en el arte de la guerra,
es marca en candente yerra,
que ha de surgir y arrastrar
como flagelo del mar,
como azote de la tierra.
Por sobre sus fundiciones
el organismo mecánico,
sobre el armazón titánico
de remaches y bulones,
se alzan como dos tendones
dos banderas de ideal,
dos gestos de alta moral
con un amor espartaco,
dos nombres, Vanzetti y Sacco,
que irán al sillón faltal.
23 Ago
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Historia, Vídeos. Tagged: anarquismo, Bartolomeo Vanzetti, Nicola Sacco. Comentarios desactivados en 80 años del asesinato de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti
Tras la Revolución bolchevique, el mundo capitalista, con Estados Unidos a la cabeza, andaba con miedo ante una posible revuelta internacional obrera. Por todo el mundo se recrudece la reacción contra la clase obrera, pero en Estados Unidos tal reacción se tinta además de racismo y xenofobia. Se aprueba entonces una ley en Estados Unidos que permitía expulsar a aquellos extranjeros que realizaran actividades "ilegales". La policía asalta los locales sindicales de los obreros inmigrados, la mayoría italianos de tendencia anarco-sindicalista. La represión policial es brutal, se hace declarar a los detenidos contra sí mismos mediante fuertes torturas; en uno de estos procedimientos, el cuerpo del líder anarquista Andrea Salsedo se estrella contra el asfalto al caer desde las dependencias policiales. Los atentados anarquistas contra elementos del entonces ultra-conservador gobierno de Massachusets y contra empresarios millonarios como Rockefeller se recrudecen a la par que la brutal represión policial. Durante aquellas jornadas realizadas contra los inmigrantes, varios miles de italianos se agolpaban en la embajada de su país para huir antes de que les extraditen.
Casi al mismo tiempo y sin ningún tipo de conexión, una banda armada de delincuentes comete un sangriento atraco en el que mueren el director de una empresa y su tesorero, que llevaba un maletín con gran cantidad de dinero. La policía, intencionadamente, atribuye el crimen a una banda anarquista. La casualidad quiso que, en un viaje de vuelta ya tarde, dos obreros italianos, uno zapatero, Nicola Sacco, y otro pescadero, Bartolomeo Vanzetti, fueran arrestados por la policía por el simple hecho de ser italianos. Quiso la mala fortuna que ambos portaran sendas pistolas de las que querían deshacerse; las llevaban para defenderse precisamente de la policía, pero nunca las llegaron a usar. Para el inspector y el fiscal, el ser italianos y, si no anarquistas, de la "mano negra" (la mafia), era ya suficiente: las armas eran sólo un agravante. Sacco y Vanzetti, recordando lo ocurrido a su compañero Salsedo, niegan en la comisaría, como posteriormente dirían en el juicio, su vinculación con el anarco-sindicalismo.
Nicola y Bart son llevados a juicios. Aquel juicio se recuerda como el proceso más bochornoso de toda la historia: algunos de los testigos están comprados por el fiscal, seguramente algunos de los jurados; y, para más vergüenza, el fiscal del estado Katzmann no dudó en hacer gala de su racismo al desautorizar a los testigos que echaban por tierra la acusación por el hecho de ser italianos y porque más de uno desconocía el inglés, al mismo tiempo que declaraba que "aquellos italianos, griegos, portorriqueños, eran escoria que venían a robar a Estados Unidos", todo ello con la complicidad del juez, más empeñado en censurar al abogado defensor cuando reprendía al fiscal con el grito: "¡Ku Klux Klan! ¡Esas son ideas del KKK!". Finalemente, el jurado declara a ambos culpables y el juez los condena a la silla eléctrica.
En todo Estados Unidos primero, y después alrededor del mundo, las protestas de obreros e intelectuales se hacen oír, pero caen en oídos sordos. Los anarquistas más violentos hacen atentados en represalia; la sede de ayuda a "Nik y Bart" es asaltada por individuos y grupos de ultra-derecha, al tiempo que el abogado defensor, curtido ya en la defensa de obreros, hace lo imposible por conseguir unas pruebas que obtiene finalmente, pero que son desautorizadas por el fiscal y por el juez. Con una inmensa amargura, el abogado se rinde, no sin antes decirle al juez que él era una vergüenza para la profesión.
Mientras Nicola y Sacco se hayan en el corredor de la muerte, la familia de ambos trata de conseguir la amnistía. Vanzetti colabora todo lo que puede, pero Sacco se haya hundido en una profunda depresión. Sacco se niega a firmar la carta pidiendo la amnistía que sí firma su compañero. Entre tanto, el gobernador de Massachusets, Fuller, viendo que hasta los periódicos conservadores critican la pena capital impuesta, decide entrevistarse con Bartolomeo junto al fiscal Katzmann. Tras esa entrevista, el gobernador niega la amnistía. Vanzetti acaba convenciéndose de que les mataran por anarquistas y no por un crimen que no cometieron: "Nos condenan por italiano, y yo soy italiano. Nos condenan por anarquistas, y yo soy anarquista."
He estado hablando mucho de mí mismo
y ni siquiera había mencionado a Sacco .
Sacco también es un trabajador,
un competente trabajador desde su niñez, amante del trabajo,
con un buen empleo y un sueldo,
una cuenta en el banco, y una esposa encantadora y buena,
dos niñitos precioso y una casita bien arreglada
en el lindero del bosque, junto a un arroyo.
Sacco es todo corazón, todo fe, todo carácter, todo un hombre;
un hombre amante de la Naturaleza y de la Humanidad;
un hombre que lo dio todo, sacrificó todo
por la causa de la libertad, y su amor a los hombres;
dinero, tranquilidad, ambición mundana,
su esposa, sus hijos , su persona
y su vida.
Sacco jamás ha pensado en robar, jamás en matar a nadie.
Él y yo jamás nos hemos llevado bocado
de pan a la boca , desde que somos niños hasta ahora,
que no lo hayamos ganado con el sudor de la frente.
Jamás…
Ah, sí, yo puedo ser más listo, como alguien ha dicho;
yo tengo más labia que él, pero muchas , muchas veces,
oyendo su voz sincera en la que resuena una fe sublime,
considerando su sacrificio perpetuo, recordando su heroísmo.
Yo me he sentido pequeño en presencia de su grandeza
Y me he visto obligado a repeler
Las lágrimas de mis ojos,
Y apretarme el corazón
Que se me atorozonaba, para no llorar delante de él:
Este hombre al que han llamado ladrón y asesino y condenado a muerte.
Pero el nombre de Sacco vivirá en los corazones del pueblo
y en su gratitud cuando los huesos de Katzmann
y los de todos vosotros hayan sido dispersados por el tiempo;
cuando vuestro nombre, el suyo, vuestras leyes, instituciones
y vuestros falso dios no sean sino un borroso recuerdo
de un pasado maldito en el que el hombre era lobo para el hombre…
Si no hubiera sido por esto
yo hubiera podido vivir mi vida
charlando en las esquinas y burlándome de la gente.
Hubiera muerto olvidado, desconocido, fracasado.
Esta ha sido nuestras carrera y nuestro triunfo. Jamás
en toda nuestra vida hubiéramos podido hacer tanto
por la tolerancia, por la justicia, porque el hombre entienda
al hombre como ahora lo estamos haciendo por accidente.
Nuestras palabras, nuestras vidas nuestros dolores-
–¡nada!
La perdida de nuestras vidas –la vida de un zapatero y un pobre vendedor de pescado-
¡todo! Ese momento final es de nosotros,
es agonía de nuestro triunfo.
Mi querido hijo y
compañero:
Desde el día
en que te vi por última vez he tenido siempre la idea de escribirte
esta carta, pero la huelga de hambre y el pensamineto de que tal vez no
lograra explicarme bien me han hecho retrasarla todo este tiempo.
El otro día
terminé la huelga de hambre e inmediatamente pensé en escribirte,
pero me di cuenta de que no tenía fuerzas suficientes para hacerlo
y que no podría terminar la carta de una vez. Sin embargo, quiero
hacerlo de cualquier forma antes de que entremos otra vez en la celda de
los condenados, pues estoy convencido de que nos van a llevar allí
tan pronto como el tribunal se niegue a revisar la causa. Y si no ocurre
nada entre el viernes y el lunes, nos electrocutarán el 22 de agosto,
inmediatamente después de la media noche. Por lo tanto, aquí
estoy contigo lleno de cariño y con el corazón abierto, como
he estado siempre en el pasado.
Nunca creí
que pudieran separarnos, pero al pensar en estos siete tristes años,
parece que ha llegado por fin el momento, aunque no han cambiado ni la
inquietud ni el afecto emocionado. Es el mismo que antes, e incluso mayor.
Creo que nuestro afecto recíproco es hoy más profundo que
en cualquier otro momento, pues no sólo es muy grande, sino que
se puede comprobar el amor fraterno no solamente en la alegría,
sino también en la lucha y en el sufrimiento. Recuerda esto, Dante.
Hemos demostrado esto y, modestia aparte, estamos orgullosos de ello.
Henos sufrido mucho
en este lago calvario. Protestamos hoy como hemos protestado ayer, y protestaremos
siempre pidiendo libertad.
Si el otro día
interrumpí la huelga de hambre fue porque ya no había en
mí signos de vida. Porque, ayer, como hoy, protesto con mi huelga
de hambre por la vida y no por la muerte.
Me he sacrificado
porque quería volver a abrazar a tu querida hermana pequeña,
Inés, y a tu madre, y a todos los amigos y a los camaradas de la
vida y no de la muerte. Así, pues, hijo mío, la vida empieza
ahora a revivir lentamente, pero sin horizonte y siempre con tristeza y
con visiones de muerte.
Muchacho querido,
después de que tu madre me había hablado tanto de ti y había
sonado contigo noche y día, qué alegría tuve el otro
día cuando te vi por fin. Haber podido hablar contigo como lo hacíamos
aquellos días. Aunque hablé mucho contigo en esa visita,
hubiera querido decirte mucho más, pero vi que seguirás siendo
el mismo hijo cariñoso, fiel con tu madre que tanto te quiere, y
no quise herir tu sensibilidad porque estoy seguro de que seguirás
siendo el mismo y recordarás lo que te dije. Sabía eso y
lo que voy a decirte ahora te va a conmover, pero no llores, Dante, porque
se han derramado muchas lágrimas en vano, y tu madre ha llorado
durante siete años sin que sirviera para nada. Así que, hijo
mío, en lugar de llorar, sé fuerte para poder consolar a
tu madre, y cuando quieras distraerla de su desaliento, te diré
lo que yo solía hacer. La llevaba a dar un largo paseo por el campo,
a coger flores silvestres de aquí y de allá, y a descansar
a la sombra de los árboles, en medio de la armonía de los
riachuelos alegres y la suave tranquilidad de la madre naturaleza, y estoy
seguro de que a ella le gustará mucho que lo hagas, y tú
te sentirás feliz con ello. Pero recuerda siempre, Dante, que en
el juego de la felicidad no tienes que usarla para ti solo, sino mirar
un paso detrás de ti, ayudar a los débiles que piden ayuda,
ayudar a los perseguidos, a las víctimas, que son tus mejores amigos;
son los camaradas que luchan y caen, como cayeron ayer tu padre y Bartolo
por la conquista de la alegría, de la libertad para todos y para
los trabajadores pobres. En esta lucha por la vida encontrarás más
amor y serás amado.
Lo que tu madre me
ha contado que decías durante esos días terribles en que
estaba en la celda de los condenados, en ese lugar inicuo, me ha dado una
gran alegría, porque me demostraba que serás el muchacho
querido con el que siempre he soñado.
Por lo tanto, suceda
lo qué suceda mañana, cosa que nadie sabe, si nos matan no
debes olvidar mirar a tus amigos y camaradas con la misma sonrisa de gratitud
con que miras a los seres queridos, pues ellos te quieren del mismo modo
que quieren a todo camarada perseguido que ha caído. Y esto te lo
dice tu padre, que te ha dado la vida, tu padre que te ha querido y los
ha visto y que conoce la nobleza de su fe ( que es la mía) y el
gran sacrificio que siguen haciendo por nuestra libertad, pues he luchado
con ellos y son los que tienen aún nuestra última esperanza
y hoy pueden todavía salvarnos de la silla eléctrica; es
la última lucha entre los ricos y los pobres por la seguridad y
la libertad. Hijo, quiero que comprendas en el futuro esta inquietud y
esta lucha a vida o muerte.
Pensé mucho
en ti cuando estaba en la celda de los condenados (oía los cantares
en las tiernas voces de los niños en el patio de juego, donde estaba
toda la vida y la alegría de la libertad), a un paso de los muros
que encierran la angustia escondida de tres almas enterradas. Me recordaban
a menudo a ti y a tu hermana Inés, y deseaba poder veros en cada
momento. Pero me alegro de que no vinieras mientras estaba en la celda
para que no vieras el horrible cuadro de tres personas angustiadas, esperando
ser electrocutadas, pues no sé el efecto que eso hubiera tenido
a tu corta edad. Pero, en otro sentido, hubiera sido útil, pues
en el futuro te habría servido ese terrible recuerdo para arrojarle
al mundo la vergüenza del país en esta cruel persecución
y muerte injusta. Sí, Dante, pueden crucificar hoy nuestros cuerpos,
como lo están haciendo, pero no pueden destruir nuestras ideas,
que servirán para los jóvenes que vengan después.
Dante, cuando antes
he dicho tres seres humanos enterrados, quise decir que con nosotros hay
otro joven que se llama Celestino Maderios, al que van a electrocutar al
mismo tiempo que a nosotros. Ha estado ya dos veces antes en esa horrible
celda de los condenados, que deberían destruir las piquetas del
verdadero progreso, esa horrible celda que será para siempre la
vergüenza de los ciudadanos de Massachusetts. Deberían destruir
el edificio y levantar una fábrica o una escuela para enseñar
a muchos de los cientos de huérfanos pobres del mundo.
Dante, te pido una
vez más que quieras a tu madre y estés cerca de ella y de
los seres queridos en estos días, y estoy seguro de que con la ayuda
de tu valor y de tu bondad sentirán menos la pena. Y tampoco olvidarás,
hijito mío, quererme a mi también un poco, puesto que pienso
tanto y tan a menudo en ti.
Saludos fraternales
a todos los seres queridos; muchos besos a tu pequeña Inés
y a tu madre. Para ti, un abrazo de todo corazón.
Tu padre y compañero
El asesinato de Sacco y Vanzetti fue, al igual que los asesinatos de Federico García Lorca y Víctor Jara y todos los anónimos, un caso de injusticia universal: murieron por ser todo aquello que el poder detestaba: inmigrantes, obreros, pobres y anarquistas. En su muerte estaba representada la casi totalidad de la población, no sólo de América del Norte, sino de todo el mundo.
Un anarquista es siempre alguien molesto, sobre todo si es un anarquista como Nicola y Bartolomeo, un hombre de pensamiento y no de violencia, porque el anarquismo no versa sobre bombas y vandalismo: el anarquismo consiste en adquirir una voluntad moral de hierro para transformar la sociedad, para el día en que se pueda, contando con esa moralidad en la acción, el mundo y los hombres puedan vivir sin leyes. Un anarquista se siente un individuo con sus derechos, pero a la vez reconoce a todos los individuos, y sabe que todos los individuos son un todo temible para los poderosos. Para los poderosos, un anarquista pensador es un millón de veces más peligroso que un anarquista armado.
23 Ago
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Poesías y canciones. Tagged: anarquismo, Bartolomeo Vanzetti, Francesco de Gregori, Nicola Sacco. Comentarios desactivados en Sacco e Vanzetti
Il ventitre di agosto, a Boston, in America,
Sacco e Vanzetti van sulla sedia elettrica,
e con un colpo di elettricità
all’altro mondo li voller mandà
Circa le undici e mezzo, giudici e gran corte
entran poi tutti quanti nella cella della morte:
“Sacco e Vanzetti state a sentir.
Dite se avete qualcosa da dir”
Entra poi nella cella il bravo confessore
Domanda a tutti e due la santa religione.
Sacco e Vanzetti, con grande espression:
“Noi moriremo senza religion!”
E tutto il mondo intero reclama la loro innocenza,
ma il presidente Fuller non ebbe più clemenza:
“Siano essi di qualunque Nazion.
Noi li uccidiamo con grande ragion”
«Addio, moglie e figlio, a te sorella cara.
E noi per tutti e due c’è pronta già la bara.
Addio amici! In cuor la fe’.
Viva l’Italia e abbasso il re!
El 23 de Agosto, en Boston, en América,/ Sacco y Vanzetti van a la silla eléctrica,/ y con un golpe de electricidad al otro mundo les quieren mandar.// Sobre las once y media, los jueces y la gran corte/ entran entonces en la celda de la muerte:/ "Sacco y Vanzetti, disponeos a sentir,/ decid lo que sea si lo tenéis que decir".// Entra entonces en la celda el valiente confesor/ dándoles a los dos la santa religión./ Sacco y Vanzetti, con gran desprecio:/ "¡Moriremos sin religión!"// Y todo el mundo reclama la inocencia de ellos,/ pero el presidente Fuller no tuvo más clemencia: "Son de cualquier otra nación; les mataremos con mucha razón".// "Adiós mujer e hijo, a ti querida hermana;/ el ataúd está ya preparado para nosotros.// ¡Adiós amigos! En el corazón la fe./ ¡Viva Italia y abajo el rey!