«Los campanilleros» es una especie de villancico andaluz. La han cantado multitud de cantantes de copla (Juan Valderrama, Niña de la Puebla), y para mí, aparte de la carga emocional, significa el triunfo del pueblo sencillo, especialmente en ese verso de una de las versiones más conocidas que viene a decir que, como el Rey de los Cielos entró a borriquito en Jerusalén, de esta manera sólo el que practica la santa humildad consigue que se le abran las Puertas del Cielo. No pondré esa versión, que ya puse en su día y podéis encontrar aquí rastreando en los índices, sino dos versiones que significan mucho para mí:
La versión de Jarcha:
Em B7
En la puerta de un rico avariento
C D7 G
llegó Jesucristo y limosna pidió,
E7 Am
y en lugar de darle la limosna
C B7 Em
los perros que había fue y se los echó.
D7 G
Pero quiso Dios
E7 Am
que los perros de pronto murieran
C B7 Em
y el rico avariento pobre se queó.
Pajarillos que estáis en las ramas
buscando el amor y la libertad,
corre y ve y dile al hombre que quiero
que venga a mi reja por la 'madrugá'.
Y cuando le vi,
una rosa de vivos colores
corté de su tallo y a él se la di.
En los campos de mi Andalucía
los campanilleros en la 'madrugá'
me despiertan con sus campanillas
y con sus guitarras me hacen llorarMe hacen llorar...
Y al oírlo 'tos' los pajarillos
que están en las ramas se echan a volar.
suplicando al amor
En la historia del mundo no ha habido
que reza al andar a las flores
Será verdad lo que la mama le dijo a Tama, nuestro gato: «la abuela se
ha ido a su pueblo y no va a volver». Pero es así, a tu pueblo
volviste, ese pueblo al que ya nunca ibas, y al que nunca regresaste
salvo ya cuando tus días acabaron.
No sé si era tu recuerdo o esta canción, pero desde hace algún
tiempo no puedo pensar en el nombre de nuestra tierra sin casi echarme
a llorar. Tus historias, las historias de tus parientes, las cosas de
abuelo Joaquín, que vivió casi 100 años con salud… Todo aquello que
significabas para mí, además de ser mi abuela, se fusiona con el
paisaje cacereño, envuelto en la espesa niebla, y en esta canción, que
me trae como un grito tu recuerdo, y parece que me estés llamando hacia
atrás, de vuelta a la aldea, que apenas conozco.
Y fue esta canción la que te trajo recuerdos de la juventud, de tu
marido Andrés, tan injustamente arrebatado a ti y a tus hijos, que la
cantaba en las fiestas: «En los campos de mi Andalucía…». Esta
canción, que te trajo la alegría a los ojos por un breve instante, como
breve fue el momento en que empezaste a canturrearla: ¡si nunca
cantabas!
Y ahora tu cuerpo yace en la tierra de Extremadura, junto con tus
hermanas y hermanos, tus padres y tu marido, y, si es verdad lo que
dicen, estaréis también arriba. Mientras yo, me hago cargo de esta
canción, y quedará en mi recuerdo mientras viva, al igual que el
paisaje verdinegro de Extremadura, hasta que nos volvamos a reunir a
cantarla.