Archive for 11 de enero de 2008

Tani


De todos los colectivos que hasta ahora -pero incluso ahora- han estado o están marginados, ninguno ha sufrido tanto como los homosexuales: repudiados en casi todas las eras y sociedades (excepciones son la Grecia clásica y, aunque no tanto, la Roma pagana), eran forzados a esconderse o, de lo contrario, a sufrir todo tipo de vejaciones, burlas, torturas y, en el peor de los casos, asesinatos (¡ay, Federico! ¿quedará algún día claro si te mataron por tus inclinaciones políticas, por tus inclinaciones sexuales o por ambas cosas?). Ni siquiera eran estimados en los partidos de izquierda: recuerdo a Ángel González declarar en el programa de televisión "Estravagario" que al poeta Jaime Gil de Biedma no le aceptaban en el PCE, no por sus orígenes burgueses, sino por su condición homosexual. Con la llegada de la llamada nueva izquierda, ese movimiento que golpeó en todos los países revisando dogmas tanto del comunismo como del anarquismo, la visión de los homosexuales comienza a cambiar (las declaraciones del poeta Ángel González son un ejemplo) y se empieza a luchar por sus derechos también. A esa nueva izquierda pertenece Patxi Andión, que escribió en esta canción la conmovedora historia de un homosexual:

Tani

-"Perdóneme, inspector:
todo ha sido un error.
A este señor
no le conozco yo.
Pasaba por aquí
y me quedé a mirar
como la Alhambra
reluce como el mar."
Y, claro, no les creyó
y les fichó a los dos,
y una sentencia
de soledad firmó.
Así empezó la mascarada:
le bautizaron de nuevo pederasta;
desde el colegio hasta la casa
le iban bajando las bromas
por la espalda.
Cortaron trajes con la vergüenza
hicieron chistes con su culo y su conciencia.
Y así, entre el llanto y la risotada,
empezaron a echarle,
y empezaron por Granada.

Tani, Tani,
la moral es de los justos.
Tani, Tani, Tani…
no hay piedad entre los brutos.
Tu moral no es diferente,
es solamente pecado;
no ves que no quiere la gente
la justicia en otra mano
que no sea como ellos,
que sea diferente,
que no sea de nacimiento
católico, disciplinado y decente.

Y se marchó de allí,
y se marchó a París,
buscando un sitio
donde poder vivir.
Y de allí a Barcelona,
y otra vez a París,
y de Amsterdam
a Valencia y a Madrid.
Y en cada sitio igual,
con el amor detrás,
como una carga
difícil de llevar.
Tan sólo de fregona
le dieron un trabajo:
las mariquitas sólo saben
lavar vasos;
no pueden nada,
no saben nada,
son caprichosas,
tienen la pluma en el alma.
Por ser homosexual
no se puede ser
ni respetable,
ni comunista,
ni aun burgués.
Todo es un chiste
donde dejarse la piel,
es un ghetto feroz
que la edad hace crecer.

Tani, Tani,…

Patxi Andión
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