Hoy se cumplen diez años desde el fallecimiento de la inmortal poetisa Gloria Fuertes.
En la categoría que escribo para los extranjeros, For foreigners, al traducir dos de sus mejores poemas, les contaba a modo de presentación en inglés que para nosotros el nombre de Gloria Fuertes ha quedado como sinónimo de ternura. Y es que quien más quien menos sonreía cuando la veía recitando en la televisión, como una abuelita entrañable contando cuentos.
Gloria tuvo dos facetas principales en poesía: la más reconocida es la de poesía infantil; Gloria amaba a los niños, y muchas de las cosas que hizo las hizo pensando en ellos: por ejemplo, escribió los guiones y participó en el programa infantil "La cometa blanca", que servidor tuvo el gusto de ver cuando era un renacuajo. La otra, la primera, es la de la poesía testimonial, llena de ternura y de hambre de justicia. No era exactamente una poesía militante, como la de Celaya o la de Otero, sino un contar lo cotidiano, lo que ocurría en la calle, con ciertas dosis de críticas contra el régimen y la sociedad que éste había establecido.
La poesía de Gloria era fuerte. No eran generalmente largos excursos en pro o en contra de algo, eran más bien como pequeñas reflexiones que de vez en cuando se volvían sentencias en el verso final, escrito como una broma ligera. Algunos ejemplos son el "Villancico", en donde narra el nacimiento de un Jesús actual, hijo de un carpintero y de una portera, que dice al final: "Que pase la Magdalena,/ que venga San Agustín,/ que esperen los Reyes Magos/ que les tengo que escribir.", pues, como cuenta en otro poema dedicado a la Virgen: "tu hijo me cae bien". Incluso su más agrio sentir contra el dictador se transforma en una pequeña broma cuando en "Se suicidó la estatua del dictador" dice "sólo las gaviotas le echaron de menos". Pero sobre todo, la defensa de los niños, de esos niños que cuando son enterrados con metralla en sus cuerpos hacen sentir arcadas a la tierra por tales actos.
Por todo ello, la poesía y la tremenda humanidad de nuestra Gloria Fuertes no debería ser olvidado, y los padres de ahora deberían leer a sus hijos sus poemas infantiles.
Un beso para ti, Gloria, de todos los niños del Mundo: los que fuimos, los que son, y los que serán.
Gloria Fuertes nació en Madrid
A los dos días de edad,
Pues fue muy laborioso el parto
de mi madre
Que si se descuida muere por
vivirme.
A los tres años ya sabía leer
Y a los seis ya sabía mis
labores.
Yo era buena y delgada,
Alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un
carro
Y a los catorce me pilló la
guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me
hacía.
Aprendí a regatear en las
tiendas
Y a ir a los pueblos por
zanahorias.
Por entonces empecé con los
amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para
pararla,
Pero me detuvieron a mitad del
camino.
Luego me sali una oficina,
Donde trabajo como si fuera
tonta,
-pero Dios y el botones saben
que no lo soy-.
Escribo por las noches
Y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto
hace años
Y estoy más sola que yo
misma.
He publicado versos en todos
los calendarios,
Escribo en un peridico de
niños,
Y quiero comprarme a plazos
una flor natural
Como las que le dan a Pemán
algunas veces.