Hoy, gracias al maestro Lucini, me he enterado de que es el aniversario de la muerte de Antonio Machado, y, cómo no, quería honrar su memoria. Pero no quería dejar pasar un tema emergente, como es la represión sobre la población libia por parte del repugnante dictador Gadafi. Ahora mismo hay más de 50 dictadores, de los cuales, los dictadores árabes y norteafricanos están con una presión inaguantable en sus vejigas por lo que ha pasado en Egipto; pero el caso del dictador friki, del dictador que parece creerse el malo de la peor película de James Bond, es doloroso, ya que no hace mucho uno, que no es dictador, pero que actuaba como si lo fuera, le presentaba como un modelo a seguir (!) por los demás regímenes autoritarios: éste era el señor G. W. Bush. Y es que Gadafi está protegido por las fuerzas occidentales: ergo, puede hacer lo que le salga de ahí.
Había algo en Antonio Machado que molestaba realmente a los franquistas: eso era su integridad, su ejemplaridad. Personas como Antonio Machado (Lorca, Sacco y Vanzetti, Miguel Hernández, Víctor Jara…) son las más peligrosas para un régimen dictatorial, porque sus armas no eran de muerte, sino de vida: sus armas eran el pensamiento y la palabra, contra las que no pueden hacer absolutamente nada. La obra y la vida ejemplar de don Antonio Machado era un muro infranqueable para los fascistas: de él no podían decir que mató a nadie, ni que incitó al odio (y por eso, algunos se lo intentaron apropiar, llegando a alegar una especie de “locura transitoria” o de manipulación, gilipolleces varias, etc.). Durante la guerra civil, Machado escribió poemitas en postales cuyo beneficio económico se destinaba a la ayuda a la infancia víctima de la guerra, Con este poema de hoy, cantado por mi amiga Elisa Serna, queremos honrar al pueblo de Libia, hacer nuestra su lucha, y darles si les llega esto, nuestro apoyo: أسفل القذافي/¡Abajo Gadafi!
Oír: http://www.goear.com/listen/d74cbe9/la-muerte-del-nino-herido-a-machado-elisa-serna
La muerte del niño herido
Otra vez en la noche... Es el martillo de la fiebre en las sienes bien vendadas del niño. —Madre, ¡el pájaro amarillo! ¡Las mariposas negras y moradas! —Duerme, hijo mío. —Y la manita oprime la madre, junto al lecho. —¡Oh, flor de fuego! ¿quién ha de helarte, flor de sangre, dime? Hay en la pobre alcoba olor de espliego; fuera, la oronda luna que blanquea cúpula y torre a la ciudad sombría. Invisible avión moscardonea. —¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía? El cristal del balcón repiquetea. —¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!
Antonio Machado
Dead of wounded child
Again at night… It’s the hammer/ of fever on the well blindfolded temples/ of the child. –Mother, that’s the yellow bird!/ The black and purple butterflies!/ –Sleep, my
son. –And mother holds down/ little hand bedside. –Oh, flower of fire!/ Who has to freeze you up, flower of blood, tell me?/ In the poor bedroom there is a smell of
lavender;/ outside the plump moon is whiting/ the glum city’s dome and tower./ An invisible plane blowflying./ -Are you sleeping, oh my sweet flower of blood?/ The
crystal of the balcony is pealing./ -Oh, it’s cold, cold, cold, cold, cold!