Tierras ajenas: de la expulsión de Sefarad al Holocausto nazi


ExpulsionsefardiComo decíamos el otro día, presionados por la Inquisición, representada por Tomás de Torquemada y por la iglesia más reaccionaria, a pesar de que muchos de los sefarditas eran respetables súbditos del Reino de Castilla y de la Corona de Aragón (médicos, procuradores, comerciantes, profesores, sabios, etc.) que llegaron hasta a sufragar los viajes de Colón al nuevo mundo, los Reyes Católicos promulgan el edicto por el que los judíos deben abandonar los reinos de España o convertirse al cristianismo, so pena de hoguera. La, a veces tan mitificada, convivencia entre las tres culturas se había resentido, sobre todo desde la caída del último reino musulmán, y la iglesia oficial, la de la Inquisición, estaba empecinada en expulsar a todos los enemigos de la fe católica o matarlos. Pero ya desde antes, los sacerdotes más extremistas proferían sus arengas contra musulmanes y judíos desde los púlpitos, provocando el asalto a las juderías; entre las gentes cristianas comenzaron a propagarse rumores y acusaciones sobre horribles crímenes contra niños cristianos y de ritos abominables de magia negra por parte de los judíos… El antisemitismo resultante de estos acontecimientos tuvo un gran efecto en la cultura española, aunque digamos, en honor a la verdad, que no fue el único reino en hacer estas prácticas; la conversión tenía, a la larga sus inconvenientes, pues para pertenecer a la corte se debía de pasar la prueba de la “pureza de sangre”, por la que el aspirante debía demostrar ser lo que se llamaba “cristiano viejo”, es decir, que entre sus antepasados no existía ningún judío, ni siquiera converso. La cultura antisemita envenenó además muchas de nuestras grandes obras, la llamada Edad de Oro de nuestras letras –aunque es algo que también encontramos en los mejores escritores extranjeros, incluso entre aquellos que podríamos denominar progresistas-: Bécquer, Góngora, Quevedo –que en su célebre “A una nariz”, empleando un tópico de los que hoy llamamos racistas, parecía acusar a Góngora de descendiente de judíos, implicando esto que era indigno de pertenecer a la corte-, Cervantes, etc. (de entre los extranjeros están, por ejemplo, tal vez Shakespeare y, lo que es una sorpresa, el revolucionario alemán Georg Büchner en su Wojceck): el judío es representado como un ser repugnante, codicioso, ambicioso, que siempre hace el mal si saca de ello algún provecho; practica profesiones que no estaban bien vistas, como eran prestamista y usurero (olvidando que entre sus gentes hubo siempre grandes médicos, físicos y escritores), de tal manera que en las obras, sean del estilo que fueran, el judío es llamado así, “el judío”, nunca o rara vez por un nombre, dando a entender así que tal profesión y la manera de ser mezquina eran algo unido a su naturaleza innata. Pero aún había gente adelantada a su tiempo, y quizás estas muestras de antisemitismo no fueran otra cosa que protección, y a veces hasta crítica, contra la Santa Inquisición; un ejemplo, tomado de la Wikipedia, es el del cronista Andrés Bernáldez, que relataba de esta manera tan conmovedora la salida de Zaragoza: Salieron de las tierrasRetrato_de_Francisco_de_Quevedo de sus nacimientos chicos y grandes, viejos y niños, a pie y caballeros en asnos y otras bestias y en carretas, y continuaron sus viajes cada uno a los puertos que habían de ir, e iban por los caminos y campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas, unos cayendo, otros levantando, otros muriendo, otros naciendo, otros enfermando, que no había cristiano que no hubiese dolor de ellos y siempre por do iban los convidaban al bautismo, y algunos con la cuita se convertían y quedaban, pero muy pocos, y los rabinos los iban esforzando y hacían cantar a las mujeres y mancebos y tañer panderos y adufos para alegrar la gente, y asi salieron de Castilla.

Bayaceto II recibe a los sefardíes (Mevlut Akyildiz)Ahora bien, los judíos sefarditas comienzan su nueva diáspora desde Sefarad: algunos van a Portugal, otros se dirigen al sur de Francia, Holanda o Alemania; otros se dispersan por Marruecos, Argelia y Siria; y una pequeña fracción a Dinamarca, Suiza o Italia. A los que se quedaron, fingiendo fe cristiana, fueron llamados “marranos”, y con el tiempo se mudarían a las nuevas colonias del reino en América, sobre todo el Caribe. Pero la mayoría de ellos serían recibidos en el Imperio Otomano gracias a la generosidad del sultán Bayaceto II, en donde fundaron importantes comunidades, como la de SalónDegradación de Alfred Dreyfuss (Henri Meyer) ica (Grecia), y en donde vivieron en paz con sus “anfitriones”. En Europa coinciden con sus hermanos, los askenazíes, y pasa el tiempo… El antisemitismo europeo todavía no les dejaría en paz, y nuevas expulsiones eran firmadas por los reyes de varios reinos; ni siquiera el humanismo del siglo XVIII y XIX curaría esta grave enfermedad, enmascarada de “piedad cristiana”, ni siquiera tras la I Guerra Mundial: el zar de Rusia, tras años de asaltos a las juderías, ordena la expulsión de diversas comunidades en toda Rusia, mientras en los territorios euroasiáticos que dominaba se les obligaba a llevar la cuerda de la vergüenza; en Francia, sólo por su origen, era degradado el oficial Alfred Dreyfuss, que sería vehementemente defendido por Émile Zola en su obra Yo acuso… Y tras la derrota del Imperio Otomano en la I Guerra Mundial, con el auge del nacionalismo griego: Salónica era reclamada por ellos como la cuna del helenismo, y comienzan de nuevo violentas demostraciones antisemitas tras las cuales estaban los jerarcas de la iglesia ortodoxa y los partidos nacionalistas: los judíos heleno-sefardíes emigran a Francia. Sin embargo, en el nuevo Estado laico de la República de Turquía, fundado por Atatürk, los judíos eran ciudadanos como otros cualesquiera, y se les eximió de ciertas responsabilidades adquiridas por su origen.

Foto de Alexander VorocovY llega el fruto amargo de esta semilla, su plena realización: el III Reich. Aunque el fascismo en su origen, siempre racista, en primer lugar, en un sentido “positivo” (supremacía de la “raza nacional”), no era necesariamente antisemita (incluso a alguno le sorprende aún hoy la existencia por entonces de un movimiento judeo-fascista), pero el fascismo alemán tenía la particularidad de practicar un racismo agresivo, en cuyo punto de mira estaban todas las razas no Europeas (aunque con excepciones más estratégicas que ideológicas): gitanos, negros, etc., pero sobre todo judíos, a los que Hitler y su gente acusaban de haber llevado a la ruina a Alemania (aunque esto no era demasiado nuevo: el movimiento antisemita que heredaría el nacional-socialismo data de finales del siglo XIX). Los sefarditas que se habían establecido en Alemania, Francia, Holanda, Dinamarca, etc., correrían la misma suerte que los demás. En España, desde los días de Miguel Primo de Rivera hasta los gobiernos de la II República (acuciados por el nazismo), intentan reclamar a los sefarditas sin éxito: muy pocos respondieron a la llamada de vuelta a Sefarad. Durante la II Guerra Mundial, algunos diplomáticos españoles dieron asilo y protección a los judíos, en principio solo los sefarditas, pero también a los askenazíes.

En los campos de exterminio del III Reich, los sefarditas decían: "Si mos van a matar a todos, a lo manko vamos a murir La cantante bosnia-sefardí Flory Jagoda ante la placa descubierta en lengua sefardíaavlando muestra lingua. Es la sola koza ke mos keda i no mos la van a tomar" / "Si nos van a matar a todos, moriremos hablando nuestra lengua , es lo único que nos queda y no nos la van a quitar", según Santa Puche en su Judezmo en los campos de exterminio. Los prisioneros sefarditas tomaron como himno en su presidio una canción que databa de la Edad Media, de los días de Sefarad, que fue interpretada por Flory Jagoda cuando se descubrió la placa en lengua sefardí en el antiguo campo de Auschwitz-Bikernau. Es una preciosa canción que habla sobre el destierro, sobre el exilio y el sentimiento de estar fuera de casa por la fuerza. Aquí la tienes, interpretada impecablemente por la hermosa cantante francesa de origen sefardí Françoise Atlan:

Tierras ajenas

Arvoles yoran por luvyas
i muntanyas por ayres.
Ansi yoran los mis ojos
por ti, kerida amante,
ansi yoran los mis ojos
por ti, kerida amante.

Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir.
Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir

[Enfrente de mi ay un andjelo
Kon sus ojos me mira
Yorar kero i no puedo
Mi korason suspira
Yorar kero i no puedo
Mi korason suspira]

Vlanka sos, vlanca vystes,
vlanka es tu figura.
Vlankas flores caen de ti,
de la tu hermosura,
vlankas flores caen de ti,
de la tu hermosura.

Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir.
Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir.

Tradicional

Fuentes:

Para los sefarditas y su historia, de donde hemos tomado bastante: http://es.wikipedia.org/wiki/Sefard%C3%AD

Origen de la letra y traducciones a sus diversos idiomas, a cargo de il nostri buoni amici de Canzoni contro la guerra:

 http://www.antiwarsongs.org/canzone.php?id=37852&lang=it

Cómic sobre el cronista Andrés Bernáldez: http://www.juntadeandalucia.es/averroes/andresbernaldez/00elcole/Revista.pdf

One response to this post.

  1. […] un legado que perdura hasta nuestros días. Me emocionó mucho saber que esta bella canción, “En tierras ajenas”, una canción que data de cuando vivían en la Edad Media en España, se convirtió en su himno […]

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