Marcos Ana pertenece a esa generación de poetas criados literariamente en la cárcel, en donde, pesando sobre él dos condenas de muerte descubrió en la lectura y en la escritura una vía hacia la libertad y un modo de encararse a la incertidumbre de la muerte omnipresente. Su autobiografía, Decidme cómo es un árbol (Barcelona, ed. Umbriel, 2007) recoge desde los duros años de la cárcel durante la posguerra, en donde acaba por su militancia en las JSU, en donde crece poéticamente y comienza a ser el representante poético de los presos políticos, y sus acciones por la amnistía, llegando a ser conocido y respetado internacionalmente por gente de la talla como Rafael Alberti, María Teresa León, Nazim Hikmet y Pablo Neruda entre otros. Este poema, que adorna la contraportada de su libro, es uno de sus mejores ejemplos
Mi casa y mi corazón
(Sueño de libertad)
Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.
Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.
Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.
Marcos Ana