Estoy muy contento de anunciaros la publicación de mi última novela, Queca, en Libros Indie; un libro muy distinto a los anteriores. Durante estos días estará en preventa. Os invito a leer, cómo no, este cuento de hadas masculino, que no solo para hombres.
Ilustración de portada: Nova_27 en Pixabay
Sinopsis:
Un regalo inadecuado puede cambiarle la vida a cualquiera. Tal es el caso de Miki, solterón por obligación y solitario por vocación; cuando su cuñado le obsequia un recuerdo que se ha traído de su viaje a Japón: una muñeca sexual de nombre Megumi que vendrá a paliar sus días de soledad y sus noches de celibato. Sin embargo, Miki enfurece y se niega a utilizarla, para no dar la razón a quien le tiene por un onanista con dedicación exclusiva. Aun así, hace algo peor: empieza a tratarla con la dignidad de una persona y a respetarla como mujer, llegando a establecer una relación de pareja con ella; hasta la noche en la que, sin remedio, sucumbe a sus artificiales encantos… y, a partir de entonces, Megumi ¡¡¡cobra vida!!! A riesgo de perder su dignidad, e incluso su salud mental, Miki luchará contra viento y marea para hacer ver al resto de la humanidad que su muñeca sexual está viva y tiene conciencia, sentimientos y autonomía. Y que la ama.
—¿Te has dado cuenta alguna vez de lo que dice esta canción? —preguntó Ángel.
—Conozco la letra, pero nunca había reflexionado sobre ella.
—Dice: «Si el cielo que vemos sobre nosotrosse derrumbara y cayera, o las montañas se desmoronaran sobre el mar, no lloraré, no lloraré, no, no derramaré ni una lágrima mientras te quedes, te quedes conmigo.»
(…)
—Es nuestro último baile.
—Es nuestro primer baile —respondió él.
Redención (Nuestro último baile) (Libros Indie, 2021)
¡Os deseo un buen primer baile!
Redención (Nuestro último baile)
Libros Indie (enlace para España y Unión Europea; también disponible para México, Ecuador, EE. UU, Argentina y Chile: pinchar en Tienda)
Estimado señor o señora, ¿leerá mi libro? Me llevó años escribirlo, ¿le echará un vistazo? Está basado en la novela de un hombre llamado Lear y necesito un trabajo, por lo que quiero ser escritor de libros de bolsillo.
Es la sórdida historia de un hombre sórdido, y su pegajosa esposa, que no le comprende. Su hijo trabaja para el Daily Mail; es un trabajo estable, pero quiere ser escritor de libros de bolsillo.
Tiene mil páginas, más o menos. Habré escrito más en una o dos semanas. Puedo hacerlo más largo si le gusta el estilo. Puedo cambiarlo del todo. Y quiero ser escritor de libros de bolsillo.
Si le gusta de verdad, puede tener los derechos. Le puede hacer millonario en una noche. Si lo tiene que devolver, puede enviarlo aquí, pero necesito un respiro y quiero ser escritor de libros de bolsillo.
Paperback writer (Lennon – McCartney); The Beatles, 1966 [letra traducida y adaptada por mí]
Es una canción que me representa desde hace dos años. Sin entrar en la historia en la que se inspira (que podéis leer en la Wikipedia), su estructura es como la de una carta que presentamos a las editoriales cuando enviamos nuestros manuscritos (hermosa palabra que se va perdiendo en favor del más descarnado y tecnócrata término de ‘proyecto’), o lo que les enviamos a críticos y prensa confiando en que nos cedan un espacio para hablar de nuestro trabajo, que no nació ayer. No sé cómo funcionaría en la Gran Bretaña de los años 60, aunque parece que no difería demasiado (eso sí, ahora ahorramos más en papel y en fotocopias; y ni quiero pensar en los tiempos en los que no existían medios de reproducción mecánica): intentas contar en pocas palabras de qué trata tu libro, tratando de dar ya no solo con las mágicas palabras clave que te abrirán la puerta, sino su correcta disposición, como si fueras Gandalf a las puertas de Moria y te das cuenta de que la solución es la más sencilla.
Así que, estimado señor o señora, ¿quiere leer mis libros?:
’Degollación de San Juan Bautista y banquete de Herodes’, Bartholomäus Strobel (Museo del Prado)
—¡Mírelos! —proseguía el juez—. Mire las miradas libidinosas del marqués y de todos ellos, sus rostros sádicos esperando que la chica falle para excitarse con su sufrimiento. El arzobispo, si pudiera, se metería ahora mismo la mano bajo la sotana para masturbarse. El de antes era un mendigo recogido de la calle, probablemente comprado con una botella de alcohol; y ahora, una prostituta a la que habrán secuestrado de Europa del Este, lejos de su familia y de una carrera prometedora. Para ellos no significan nada, son lo que sobran. Quizás puedan utilizarlos para proporcionarse un alivio: una paliza a él y un polvo a la fuerza con ella, y a nadie le importará porque no los reclama nadie. Los miserables no son los que viven en la miseria: los miserables son todos estos que se aprovechan de la miseria de la gente para enriquecerse o para divertirse. Luego irán a confesarse, luego dirán que la gente les preocupa, luego nuestro gobierno y nuestro rey les darán condecoraciones y premios a su labor filantrópica. Mientras, los verdaderos benefactores son apartados de la sociedad por los mecanismos del poder. No se crea lo que dicen: un juez no puede hacer justicia, tiene las manos atadas. Un juez tiene que hacer cumplir su justicia, la que ellos le dicten.
Susi suspiró, meditó sobre si quería hablar de ello y, tras decidirse, comenzó:
—Pues a ratos. Hay días que me es un poco indiferente… No quiero decir que no me importe, sino que no puedo estar siempre pendiente de cómo esté o si me va a escribir. Y luego hay ratos en los que se hace un poco insoportable. Me acuerdo de cuando fuimos a este o a tal sitio, de lo que hicimos no sé qué día… Lo que me mata de verdad es recordar cuando comenzamos…
Justo en ese momento el alma de Susi se encogió al oír los acordes de aquella canción que tanto asociaba con Ángel, sobre todo cuando rememoraba su divertida interpretación.
—Bueno —dijo él sin parecer darse cuenta de lo que estaba aconteciendo—, si te sirve de consuelo, por lo poco que sé, él está igual.
Por unos instantes dejó de escuchar a Yuri. Su alma había quedado atrapada en unos hermosos y pausados acordes de piano; pero decidió desentenderse del recuerdo de la canción.
—¿Sabiendo cómo es? No. —Rio cerrando los ojos hasta convertirlos en dos ranuras seminvisibles—. Cuando el tío se cierra en banda, no hay quien le saque nada.
If I’m not back again this time tomorrow
Carry on, carry on, as if nothing really matters…[4]
Susi permaneció callada un buen rato más. Estaba hipnotizada por la canción: era como si le revelara una verdad profunda, aunque sencilla, que siempre hubiera estado latente en su corazón.
—¿Y si le escribo? —preguntó saliendo de su enclaustramiento mental.
—Pues no sabría decirte… La verdad es que no sé cómo se lo tomará.
«Yuri, tío —pensó Susi—, ¿alguna vez sabes algo?». Lo cierto es que la actitud de este a veces era exasperante, nunca sabía si le estaba dando esperanzas o hundiéndola en la miseria.
—¡Bah! Paso —habló ella, en realidad, para evitar escuchar esta parte de la canción—. Mira, llámame orgullosa, pero a ver por qué me tengo que poner en contacto con él después de cómo se portó.
—Ya —aportó con bastante indolencia.
—Te confieso que gran parte de lo que me pasa es por egoísmo. Quiero saber de él, pero me jodería descubrir que le va guay. Me duele reconocerlo: lo que me gustaría es que estuviera llorando por mí, echándome de menos…
«¿Cómo?». Esto la enojó bastante: no conseguía habituarse a las sorprendentes salidas de las que a veces hacía gala su amigo, ignorando si debía juzgarlas como bordes o como inocentes meteduras de pata.
—Se acercan aparentando las mejores intenciones y van devorando a las personas —clarificó este.
So you think you can stone me and spit in my eye![11]
—Oye, Yuri —protestó Susi—, Ángel no será un santo ni el mejor de los hombres, pero de ahí a que me lo compares con un genocida fascista creo que hay un paso bastante grande, ¿no te parece?
—¡Ah, no! —se exculpó cerrando los ojos y sonriendo, parecía el icono de WhatsApp que más usaba—. No he querido decir eso. Es solo que a lo mejor Ángel se ha estado aprovechando un poco de ti. Piénsalo. Son cosas que yo he ido viendo. Ya sabes que a mí no se me escapa casi nada. Es más, podría enseñarte muchas cosas por su caligrafía y sus expresiones corporales: tiene una personalidad infantil, impulsiva y, a la vez, insegura. No me lo tomes muy en cuenta, pero no me sorprendería que en realidad no te haya querido nunca.
—¿Recuerdas —continuaba— aquella vez que rompisteis? Me hablaba mucho de ti y decía que te notaba algo rara, por lo que te estaba poniendo a prueba para ver si le querías. Entonces tuve que decírtelo cuando me comentaste que estaba un poco pesado. No fue aposta, te lo aseguro, se me escapó y hasta lloré cuando le diste puerta. Lo que quiero decir con esto es que puede ser un manipulador maquiavélico, y a las pruebas me remito. Me jode decir esto porque es mi amigo, pero creo que es la verdad… Y lo siento por ti.
Aquí, ¡justo aquí!, el corazón de Susi se hizo trizas, sin saber exactamente el porqué. Se resistía a creerlo, lo cual suponía un nuevo dilema. Si Yuri le estaba diciendo la verdad, odiaba a Ángel y todo lo que había significado alguna vez para ella; pero si Yuri, por la razón que fuera, la estaba engañando, nunca se lo perdonaría.
—Bueno, se hace tarde —anunció Yuri—. Debería irme ya si no quiero perder el último autobús.
[Más tarde]
Cogió el móvil y reprodujo Bohemian Rhapsody. Descubrió que cada parte de esta canción parecía reflejar los instantes de un estado anímico depresivo: la culpa, la huida, el momento entre absurdo y épico de encontrarse en una encrucijada, y la epifanía final anunciada por la triunfante guitarra de Brian May, el momento de rebelarse contra la situación. Susi se desgañitaba y lloraba cantando con Mercury, dedicándole las últimas estanzas a su ausente con rabia y tristeza por la imposibilidad de estar juntos que él había provocado.
So you think you can stone me and spit in my eye? So you think you can love me and leave me to die? Oh, baby! Can’t do this to me, baby! Just gotta get out, just gotta get right outta here.[1]
Y el momento de la aceptación: que nada en esta vida importa realmente…
[1] «¿Es que crees que puedes apedrearme y escupirme al ojo? / ¿Es que crees que puedes quererme y dejarme para que me muera? / ¡Oh, cariño! ¡No me puedes hacer esto, cariño! / Solo necesito salir, solo necesito salir ya de aquí».
Nos visita el estupendo escritor Gustavo Sierra Fernández para tratar su nueva novela: «Redención (Nuestro último baile)», una bonita historia de amor con tintes de multigénero, en la que se aborda la crítica y la reflexión social y política, estando todo ello además acompañado de la magia de la música.
También nuestra entrevista estará acompañada asimismo de varios geniales temas escogidos por Gustavo que tienen mucho que ver con su singular trama.
En definitiva, una historia que encandilará a los amantes del género y a todos aquellos que disfrutan devorando libros todos los días.
Es posible que Red (NUB) haya sido mi proyecto más personal hasta la fecha. Empecé a escribirlo al acabar mi novela anterior, Billy («algo es algo»), después de un momento traumático y luego otro aliviador, por lo que hay mucho de vivencias personales y tanto Ángel como Susi tienen bastante de mí.
Además, lo empecé por el final, el cual se me ocurrió cuando en un paseo vi a los aviones dejar su estela en el cielo. De eso, claro, no puedo hablar, pero puedo decir que, entonces, toda su escritura tenía que tender hacia ese momento de un modo u otro.
Como digo en la sinopsis, Red (NUB) es un esqueje (un spin-off si prefieres) de mi anterior novela: cogí a dos personajes secundarios, que no tenían ni nombre, y los convertí en protagonistas de su propia historia. Si has leído Billy, tal vez recuerdes a los dos periodistas autónomos que asesoran (a disgusto) al despreciable Guillermo Niño sobre asesinos psicópatas. En Red (NUB) encontrarás algún que otro guiño y personajes reciclados, como si fuera un agujero de gusano que junta ambas historias, aunque entre el final de la anterior y el comienzo de esta medien tres años.
Sin embargo, Red (NUB) supone una ruptura narrativa y de género con Billy. Aquí me alejo de la novela negra y me acerco un poco al género romántico; pero, al igual que pasó con Billy, no puedes considerarla novela romántica alegremente, sobre todo cuando se mezclan intriga y misterio, y, además, me sirve de excusa para expresar mis críticas e ideas. En realidad, es una novela de misterio que tiene la envoltura de una historia de amor.
Sé que la etiqueta «novela de amor» puede generar bastante rechazo de primeras, algo de lo que no es culpa del género en sí, sino de los derroteros comerciales que tomó, y no siempre a mejor. Por eso, en Red (NUB), en su faceta de novela de amor, no encontrarás relaciones de sumisión, que generalmente son del personaje femenino hacia el masculino, ni relaciones tóxicas, ni príncipes azules, ni a Grey, ni a Edward Lewis, ni a personajes exóticos, legendarios o místicos; mis personajes tienen una relación de igual a igual y ninguno se ve anulado por el otro. Susi tampoco es de las que se quedan esperando a ser salvadas, aunque no es una heroína de acción. En definitiva, Susi y Ángel son dos personas muy normales que se quieren y se necesitan mutuamente. Por esta razón, suelo decir que supone un regreso a la sentimentalidad más básica, cuando últimamente las relaciones humanas en general están tan enrarecidas y enajenadas, contaminadas y confundidas por sentimientos egoístas que han sido preconizados por pseudofilósofos del relativismo y del falso hedonismo.
El título principal, «Redención», hace referencia a lo largo del libro a muchas cosas que iréis descubriendo, aunque, sobre todo, sea en lo referente a la relación de Susi y Ángel; sin embargo, el significado principal se encuentra en el epílogo. De ahí la impresionante portada que realizó José María Hidalgo sobre una ilustración de Gustave Doré para Paraíso perdido de John Milton: «La caída de Satán», el ángel caído.
La idea de la redención y del ángel caído siempre me ha entusiasmado. La redención es una acción o una conducta que tienes que hacer tras incurrir en una falta, aunque a veces sea otra persona la que la haga en tu nombre o incluso sobrevenga en forma de segunda oportunidad inesperada. En esto se entrelaza con el tema del ángel caído, que no necesariamente tiene que ser el diablo; puedes ser tú, que ofendiste a alguien o le hiciste daño y te sabes culpable, sientes que has sido privado de una luz, y entonces esperas la oportunidad para recuperarla, aunque a veces eso suponga renunciar a lo que más se quiere. Quien ha pasado por algo parecido sabe que es una de las mejores sensaciones que se pueden tener. En fin, que la redención también puede ser algo de lo más mundano y, además, puedeser colectiva, no solo individual.
Por otro lado, el subtítulo, «nuestro último baile», es un guiño a la canción de Queen, Under pressure, que cantaron a dúo Freddie Mercury y David Bowie: «This is our last dance». Del mismo modo, para entenderlo, hay que leer el libro.
Influencias
Por aquellos días estaba leyendo Negro y rojo, de Stendhal, y está claro que influyó. Naturalmente, no tiene mucho que ver argumentalmente, pero sí los monólogos interiores y los pensamientos y la manera de codificarlos, mientras que la cena a la que Susi asiste está inspirada en la cena a la que acude Iván Petróvich en Humillados y ofendidos, de Dostoyevski, en donde su personaje pierde el hambre ante las repugnantes opiniones del reaccionario príncipe Valkovski. También está muy presente en varios momentos la influencia de películas que me impactaron, como Akira (Katsuhiro Otomo, 1988) y la saga de La purga. Además, hay guiños a otras producciones, como al anime Ruroni Kenshin (Kazuhiru Furuhashi, 1996), ‘El guerrero samurái’, en España, basado en el manga de Nobuhiro Watsuki: la historia de un ronin excombatiente de la Restauración Meiji que busca redimir sus asesinatos, y Los siete samuráis, la gran película de Akira Kurosawa.
Y, claro, cómo no: todo aquel que escriba sobre sectas misteriosas, cultos paganos sangrientos no satánicos y dioses malignos olvidados, tiene que pasar por Lovecraft y Cía., sin intentar superarlos porque eso es imposible. Ellos ya crearon unos mundos y la descripción de unos ambientes tan agónicos que es inevitable no hacerles guiños. Esto lo desarrollo más en la siguiente entrada.
También hay constante presencia de la música, especialmente Queen, una de mis bandas favoritas, y un guiño al gran Adolfo Celdrán, del cual me tomo la licencia de inspirarme en su estremecedora A contratiempo para escribir el epílogo. De esta manera, con canciones que son nombradas, aludidas en los títulos de los capítulos, que aparecen directamente o subyacen de alguna manera, y hasta interpretadas por sus personajes, se puede crear toda una banda sonora. Aquí la tienes; la canción de Adolfo es la última de la lista (para ver todas, pincha, en el vídeo, en «Watch on YouTube; Ver en YT»).
Desarrollo y recursos
Comenzamos viendo a Ángel sumido en la desesperación y ahogado por la culpa, intentando escribir reportajes para combatir la tristeza que la separación con Susi, de la cual se siente culpable porque le oculta algún que otro secreto, le está causando. Sin embargo, a partir del siguiente capítulo y en adelante, Susi toma el relevo del protagonismo. Ella intenta pasar página y tirar hacia delante, aunque el recuerdo de Ángel la sigue deteniendo, a pesar de que tenga la sospecha de que pudo serle infiel, y, así, se debate entre la esperanza y la desesperanza. Tras tribulaciones y aventuras desafortunadas, un día es citada por Pilar, amiga íntima de Ángel, y esta le pide que la acompañe a recoger unas cosas que él le ha pedido. Una vez allí, Susi intuye que en esas cosas se esconde un secreto más profundo, que pudo ser lo que propiciara realmente el distanciamiento que provocó la ruptura. Susi descubre que Ángel investigaba a una secta en apariencia muy peligrosa, formada por una serie de personas poderosas e influyentes, y, atando cabos, decide que si quiere saber qué fue lo que les ocurrió para acabar rompiendo y, lo más doloroso, saber de una vez por todas si su expareja le fue infiel, no tiene más remedio que introducirse en los tenebrosos secretos de dicha orden… Y a partir de aquí, nuestra historia de amor/desamor va entrelazándose con una historia de intriga y peligros, en donde Susi se las tendrá que ver frente a proxenetas, ultras, depravados y sectarios, y solo resolviéndola podrá elegir si vuelve con Ángel o si sigue sola su camino.
A lo largo de la narración podrás encontrar monólogos interiores y pensamientos, además de analepsis (flashbacks) en las que nuestra heroína revive las vivencias con Ángel, unas dulces y otras no tanto. También momentos en los que lo imposible y lo fantástico irrumpen en la escena, quebrando los esquemas de la racionalidad aunque sea muy sutilmente, aparte de escenas cargadas de mucha emoción. Y, como en todos mis escritos, encontrarás mucha crítica social: contra el negocio de la prostitución, contra el machismo, contra la intolerancia, contra el poder exacerbado, contra la justicia comprada, contra el individualismo extremado, contra la ignorancia, contra el oscurantismo, sobre las teorías de la conspiración tan en boga hoy en día…
El ilustrador
La novedad respecto a Billy es la incorporación de cinco ilustraciones originales.
La primera, de mi autoría, es la del emblema del Cónclave, algo que fui ideando según escribía y definía la filosofía y la visión esotérica de la secta. Las otras cuatro, al principio, eran solo descripciones de cómo serían dichas ilustraciones, hasta que un amigo se prestó a llevar esas descripciones a la realidad.
Sergio «Medusa» Carrasco es un hombre polifacético: músico y compositor, guitarrista de la banda de rock El Pecado, también es tatuador e ilustrador y comercializa sus propios productos a través de The Music Toons, donde puedes comprar camisetas y demás material con caricaturas originales de tus músicos de rock favoritos. Ha sido un honor que se prestara a retratar de manera tan soberbia a las cuatro figuras sacrificiales.
Personajes
En Red (NUB) encontramos algunos viejos amigos, aunque algunos están solo mencionados o aparecen de una manera muy especial en una especie de cameo. Por ejemplo, Cristina Flores, la abogada de la acusación contra Guillermo Niño, aparece solo mencionada, ahora como «la fiscal Cristina Flores», mientras que a este, el protagonista de Billy, se le nombra unas cuantas veces y tiene un cameo onírico muy particular en la mente de Susi. También hay algunos personajes que tienen inspiración en personas reales que he conocido en algún momento y a las que aprecio.
Ángel Serna. Es un periodista autónomo, expareja de Susi, que se desespera por la ruptura con su novia. A raíz del artículo sobre el Carcelero (Billy), empezó a ver el trabajo que ambos llevaban como periodismo de trinchera y con una finalidad de denuncia social y crítica, lo cual causó algún que otro malentendido con su pareja y una brecha en la relación. Se volvió más taciturno, más frío y distante con Susi, hasta el punto que ella sospechó que le ocultaba algo y decidió romper con él.
Aunque empezamos con él la novela, cede gustosamente el protagonismo a Susi, pasando a un segundo plano.
Susana Verdejo, «Susi». Es una periodista autónoma, expareja de Ángel, con el que solía trabajar aunque sus estilos chocaran, siendo menos partidaria de la acusación abierta y del insulto fácil de su pareja. La arrogancia y los menosprecios de Ángel hacia su estilo asertivo lograron un amago de ruptura que supieron superar. Sin embargo, desde entonces su novio se volvió más silencioso e intrigante, y eso, para ella, solo podía significar una cosa: infidelidad, ante cuya acusación sencillamente calló.
A Susi la encontramos de la misma manera que Ángel, solo que es ella quien tiene la decisión de reconciliarse o no, y aunque su determinación es firme, la duda y la sospecha no resuelta no le permiten avanzar en ninguno de los dos sentidos. Esto la lleva a intentar correr alguna aventura, que tiene un desenlace bastante desagradable, antes de que caigan en sus manos los papeles sobre el Cónclave y se ponga a investigarlo.
Susi es una chica tímida, algo apocada y, en cierto sentido, muy influenciable que va evolucionando hacia un valor y una resolución hasta ahora inéditos en ella. No es una heroína de acción, tampoco es una belleza clásica ni una diosa del amor: es solo una chica normal que tiene que actuar dentro de sus posibilidades para vencer los peligros que se presentan en su camino.
Yuri. Es un buen amigo de Ángel y Susi, tanto que es como «un tercero imprescindible» para ellos. A través de WhatsApp, intentará reconciliarlos. Es hijo de inmigrantes ucranianos, escritor de terror, algo misántropo, amante de las técnicas detectivescas y de los métodos acientíficos de análisis de conducta, enamorado de la literatura de terror, de la cultura popular estadounidense de los 80 y del esoterismo. Su personalidad es enigmática, inescrutable y ambigua, llegando a desconcertar a sus dos amigos muy a menudo con sus ¿ingenuas? salidas de tono.
Gloria y Alfredo. Los padres de Susi. La quieren, como buenos padres que son, aunque rara vez lo demuestren. Desde el principio opuestos a su relación con Ángel, sosteniendo que ella puede aspirar a algo mejor (económicamente; se entiende). Sus continuas impertinencias suelen ser causa de dudas y disputas entre la pareja, hasta que Susi se rebela.
Aun puestos en pareja porque suelen actuar a una con la misma motivación, tienen distinto carácter. Gloria es autoritaria, crispante, entrometida y maledicente, mientras que Alfredo actúa a menudo como dique de contención de la personalidad de su mujer ante su hija, aunque, al final, siempre tiende a dar la razón a Gloria; él, por el contrario, es sosegado, razonable, algo pretencioso y pedante en su sabiduría de andar por casa y también un poco hipócrita porque lo que piensa a veces no se corresponde con lo que hace o dice.
Manuel Cabezas. Es uno de los viejos amigos. Tal vez le recordéis como comisario de policía en Billy y antiguo subordinado de Guillermo Niño; su figura está inspirada en el gran actor Agustín González. Aquí le encontramos ya jubilado y con un registro distinto, una vez separado de las controversias que su amistad con el extorturador franquista le causó. Ahora es un anciano que quiere disfrutar con tranquilidad de los placeres sencillos de la vida y que se ha vuelto más filosófico. Sus encuentros con Susi, para la que resulta ser como un bálsamo que la serena, serán decisivos para la acción.
Pilar. Amiga íntima de Ángel con algo de hechicera. Rubia, ojos claros y la más heavy del barrio. Su aparición, pidiendo a Susi que la acompañe a buscar unos documentos que Ángel le ha pedido, desencadenará la transformación del argumento de la novela y, además, permitirá a Susi saber algunas cosas a través de una tirada de cartas, único método para poder saber algo de él. Finalmente, propiciará que Susi tome una decisión al respecto.
Pilar es uno de mis personajes favoritos porque, aunque no sale demasiado, está basado en una persona real: mi gran amiga Pilar Sánchez Miranda, a la que espero haber retratado fidedignamente y a la que está dedicada la novela al 50 %. Y, por cierto, el actor que le dijo esa fantástica frase que recojo fue el gran José Sazatornil, «Saza».
Editorial: Shueisha; (c) Nobuhiro Watsuki
Jaime Santos. Inspector de la policía nacional con una peculiaridad llamativa y exótica para un policía español: tiene ¼ de sangre japonesa, pero los rasgos puros de un nativo del País del Sol Naciente. Es frío, lacónico, taciturno, apático…, en apariencia; también es un enamorado de la historia de los samuráis, de los que dice descender; budista, y apasionado por recuperar y conocer su herencia cultural, si bien esto le lleva a ser un poco maniático, obsesivo y a tratar de ser más japonés que los propios japoneses. Susi llegará a él por indicación de Manuel Cabezas, que fue su superior, y por descubrir una relación con Ángel entre toda la documentación; sin embargo, lo único que podrá arrancar del silente inspector será que no se meta en asuntos peligrosos.
Si eres conocedor de la historia de Japón o conoces el manga que he citado anteriormente, probablemente ya sepas que su inspiración es la de un personaje de El guerrero samurái, que, en realidad, fue una persona real: un espadachín que luchó del lado de Tokugawa en la Restauración Meiji, y cuyo nombre, fonéticamente castellanizado, bautizó a mi inspector: Hajime Saito.
Pedro Castillo. Histórico refundador del Cónclave. Fue un monje católico que ingresó en esta sociedad y la transformó en un culto pagano.
Claudia. Misteriosa y enigmática mujer. ¿Quién es, qué es, qué esconde…? Hablar de Claudia implicaría desvelar muchos misterios…
De momento, lo único que puedo decir de esta mujer es su inspiración. Cuando la ideé, necesité un modelo: una mujer que fuera guapa, pero no de una manera clásica o convencional, sino con un rasgo muy característico que pudiera hacerle las facciones algo rudas. Y ahí estaba: la actriz Fairuza Balk, una mujer que me parece muy guapa precisamente por sus rasgos duros, que la desvinculan de la belleza convencional, y con unos ojos tan expresivos y bellos.
Pietro Castello. Apodado «el Rey de las Ratas», es un cruel proxeneta (además de otras cosas: propietario de restaurantes, discotecas y casas de apuesta, accionista en medios de comunicación, traficante de armas y de drogas…, un modelo empresarial, vamos) que guarda alguna relación con el Cónclave. Su fisonomía es muy semejante a la de una rata, está involucrado en casos de tráfico de mujeres y desapariciones de niños, y gobierna con mano de hierro el megaburdel conocido como La Casa Roja, cuya construcción pudo llevarse a cabo al vencer al párroco del barrio: un caso escandaloso de irregularidades urbanísticas que, en su día, Susi y Ángel cubrieron.
Freddie Mercury. Sí, es él, y llega a aparecer de alguna forma. La razón es que para Susi y Ángel guarda mucho simbolismo; en gran medida, es su cantante favorito, además de por su genialidad, porque, siempre que las cosas iban mal y escuchaban sin pretenderlo algún tema de Queen, todo parecía solucionarse milagrosamente, en particular si esa canción es la genial Bohemian Rhapsody, un tema que para Susi tiene mucha significación, especialmente al recordar la desternillante y épica interpretación de la sección ópera por parte de Ángel (basado en hechos reales). Es posible, como en un momento crucial reflexiona Susi, que Freddie Mercury sea una especie de santo protector para ambos y hasta les salve de algún apuro.
Conozco Queen y a su fabuloso vocalista gracias a mi hermano, un gran fan del conjunto británico. Desde antes de que apareciera la película (y la vi por las fechas en las que lo estaba escribiendo, si no me falla la memoria), la figura de Freddie Mercury siempre me ha fascinado y llenado de simpatía y ternura hacia él: era un hombre maravillosamente contradictorio, que fluctuaba entre la ternura y la timidez y el ego artístico de una manera impresionante, y ver los vídeos de sus conciertos te deja con la sensación de haberte perdido algo realmente grande.
Gema. Es amiga, confidente y asesora de vestuario de Susi. De nuevo es un guiño a una persona real a la que me unen cierta amistad y vivencias.
El conserje. Personaje enigmático y peculiar. De nuevo, no puedo hablar mucho de él, salvo por la anécdota que contribuyó a su creación y que guardó una casualidad que llega a resultar hasta escalofriante…
Estaba buscando un edificio autonómico para hacer una gestión, y la dirección no aparecía en el Google Maps, así que lo busqué por intuición hasta llegar a un edificio adornado con la bandera nacional (no me di cuenta de lo esencial: faltaba la autonómica) que parecía herméticamente cerrado. Tenía una placa que invitaba a llamar al timbre. Cuando así lo hago, aparece como si fuera un toro embistiendo un hombre corpulento y moreno que, en cuanto llega a nosotros, suelta de sopetón y de un modo que, a día de hoy, me es imposible describir: «¿Qué problema hay, señores?». Descolocado, le pregunto al más puro estilo Paco Martínez Soria si allí es el edificio que ando buscando, a lo que responde: «No, señores. Esto es un club PRIV-vado». Me disculpo y desando como si me hubiera arrollado un camión… Más tarde decido investigar sobre qué tipo de club puede albergar ese edificio, y casi literalmente se me heló la sangre (explicación en la próxima entrada).
Pablo S. de H., marqués de […]. Uno de esos aristócratas a los que cierta prensa se empeña en presentar como una persona cercana, campechana, alegre y moderna, pero que en realidad tiene muchas más sombras que luces, algunas de esas sombras incluso más oscuras e insondables de lo que se cree. Para empezar, es el apoyo principal del partido de ultraderecha Reconquista y cliente asiduo de Pietro Castello. Le gusta dar grandes fiestas en nombre de la sociedad benéfica que dirige en honor de su madre: la Fundación Marquesa de […].
Pelayo Barral. Líder del partido de ultraderecha Reconquista. Fundamentalista, intolerante y sobrevalorado por sus seguidores. Cuando no habla de sí mismo, larga discursos encendidos contra «los enemigos de la nación» y no duda, en medio, insinuar su secreta pertenencia a algo más grande con tal de dotarse de un halo de misterio y llevarse a una periodista de modas a la cama, ya que, en realidad, más que un político, es un promiscuo y un playboy que no duda en hacer ostentación de su cargo y de su secreto con tal de tener alguna conquista eventual. Presume de ser gran amigo de Pablo S. de H. cuando, por su parte, este le desprecia profundamente y no deja de considerarle un tonto útil. Pelayo también fue objeto de un encendido artículo que Ángel y Susi escribieron, y, a pesar de que ella contrarrestó los alardes sarcásticos de él, el artículo nunca fue publicado.
No, no tiene por qué estar inspirado en ese señor del que usted me habla porque, por desgracia, pelayobarrales hay demasiados: uno de esos tantos políticos que han sido educados para serlo desde la cuna, y la educación para ello ha sido en la peor y más pervertida tradición de la política: engañar, retorcer argumentos, hacer un uso indecente de la demagogia, acercarse a la gente más desinformada y ofrecerles una visión sesgada de las cosas, la que más se adecúe a sus intereses y que no les permita pensar demasiado, fomentando así su derecho al odio y a la ignorancia… Un sofista irresponsable en el peor sentido del término. Y en el mundo de Red (NUB), que es el nuestro, la sociedad prefiere premiar a estos sofistas antes que a los Sócrates como Alejandro Villacarros.
La reina de corazones. Apelativo que le da Susi a una veterana y arrogante periodista del corazón, «una especie de harpía que se había creado un trono invisible en un reino inexistente», que es muy amiga del marqués de […], y aunque sabe perfectamente qué ocurre detrás de los muros de la sede del Cónclave, siempre dará la cara por él.
Es mi particular crítica hacia algunas figuras de ese tipo de periodismo, endiosadas gracias a sus amistades personales y defensoras de personajes absolutamente despreciables, como ciertos aristócratas a los que han ayudado a edulcorar y a la repugnante familia Franco.
Compañía de «actores». El primer actor está inspirado por el personaje de don Zana en la novela de Rafael Sánchez Ferlosio, Alfanhuí: un títere que obligaba a los empobrecidos madrileños de posguerra a participar de una fiesta lo quisieran o no; el forzudo enmascarado es un violento matón; Bartolín, un pobre alcohólico al que compraron con una botella, y Katrina, una mujer de Europa del Este con mucha cultura que desearía no formar parte de este elenco. El número que protagonizan no deja a nadie indiferente…
El juez. Un hombre justo cuya moral está comprada, su integridad en entredicho y tiene las manos atadas. No obstante, aguarda agazapado su momento para vengarse.
Para él, la imagen que tenía era la del gran actor británico Charles Laughton como el inolvidable profesor Lory en Esta tierra es mía (Jean Renoir, 1943). Como curiosidad, este actor ha interpretado también a Quasimodo, al inspector Javert de Los miserables, al senador Sempronio Graco en Espartaco, y fue el primer Galileo de la obra de teatro La vida de Galileo, de Bertolt Brecht, bajo la dirección del mismo autor.
Alejandro Villacarros. Doctor en Sociología y profesor en la facultad de Filosofía. Es el mayor conocedor del Cónclave, por lo que tuvo que pagar un precio. Además, es un buen amigo de Manuel Cabezas. Un intelectual a la vieja usanza, de aquellos que piensan que los intelectuales tienen el deber de combatir la ignorancia y la mentira.
Otro de mis personajes favoritos, ya que, de nuevo, está inspirado en una persona real: mi amigo Alejandro Carrero Villena, profesor de Historia, artista y autor del símil del vagón y la vida que Cabezas le cuenta a Susi de una manera tan consoladora como lo hizo él en cierto momento y que le tomé prestado con su consentimiento. A él está dedicada la novela al 50 %. A día de hoy, su capítulo sigue siendo mi favorito.
Y, para cerrar, estarían los extras y cameos: policías, sectarios, el comisario, Guillermo Niño, los guardiaciviles, las periodistas del corazón, las prostitutas, los comensales, los ultras, el segundo de Reconquista, los vecinos del barrio, el indigente, los padres de Yuri… Y, muy especialmente, dos. El cantante de rock que tenía un programa de radio resulta ser José Carrasco, vocalista de El Pecado (antiguos Huracán Paquito) y expresentador de su propio programa de radio: La Voz del Terror (en cuya última temporada participé, primero en la técnica de sonido y, luego, como colaborador). Y la madre de Ángel: esa mujer dulce con fuerte carácter proletario es mi propia señora madre.
El comienzo de la saga
Red (NUB), en principio, acabaría tal cual. Pero un día pensé que tampoco sería mala idea hacerle una continuación. Así que sí: existe la segunda parte.
¿A quién va dirigido?
Lo dije en Billy y lo repetiré siempre: a todo al que le guste leer. Pero, apretando las tuercas, a quien disfrute emocionándose con una historia bonita y esperanzadora; también a los amantes de historias de intriga y a los que les gustan las historias de conspiraciones y, además, de siniestras sectas ocultistas. Incluso aunque no te gusten los libros de amor, por eso mismo tal vez te gustará este. Redención (Nuestro último baile) se puede definir en ese aspecto como si habláramos de canciones de amor: tienes las canciones de amor tópico, que no te dicen casi nada, que son siempre lo mismo…, y luego tienes las baladas de heavy metal. Con esto creo que lo digo todo.
Ya está publicada mi nueva novela, Redención (Nuestro último baile) (Libros Indie, 2021).
Portada diseño de hideasgraficas.com sobre ilustración de Gustave Doré: «La caída de Satán»
Sinopsis:
Susi se atormenta viviendo entre la esperanza y la desilusión por su ruptura con Ángel, del cual cree que le fue infiel. Mientras intenta rehacer su vida, descubre por una serie de casualidades que su ex guardaba un oscuro secreto que pudo propiciar la separación más allá de su sospecha de infidelidad: la investigación sobre una oscura secta elitista de personas muy poderosas y crueles, con espantosos objetivos y con implicación en la prostitución internacional y la ultraderecha. Se hacen llamar El Cónclave. De esta manera, una historia de desamor se va convirtiendo en una peligrosa investigación para desentrañar los misterios y siniestros propósitos del tenebroso Cónclave. Solo venciéndolos, tendrá Susi la oportunidad de volver junto a Ángel.
Una historia de ángeles caídos en busca de su redención. Más que una historia de amor: una balada de heavy metal.
Redención (Nuestro último baile) es un esqueje de mi anterior novela, Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019) y prólogo a una saga futura.
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[NOTA: esta es una entrevista con Olga Lafuente para el medio Submarino de hojalata hace, quizás, dos años. Sin embargo, por motivos de la línea editorial (y únicamente estos), su publicación ha sido postergada a lo largo de sus números. Con permiso de su autora, publico aquí la misma porque acabará por quedar desfasada, especialmente respecto a la última pregunta…]
ENTREVISTA SUBMARINO DE HOJALATA
1.- En el prólogo de tu libro Billy «algo es algo» dices que es parte venganza y parte homenaje. ¿Piensas que los temas que se tratan no han sido considerados o reconocidos con justicia?
Creo que, a raíz de la llamada «querella argentina», se empezó a hablar más del tema y ser más conocido. La impresión que tengo es que siempre se dio por supuesto que durante el franquismo hubo tortura en las comisarías, cuarteles y cárceles, pero como que el tema se había quedado soterrado. A raíz de la querella se multiplicaron los testimonios de personas que pasaron por las manos de González Pacheco, Muñecas, Manzanas y otros, donde se explican con pelos y señales lo que les hicieron. Es algo parecido a la estancia de españoles en los campos de exterminio nazis o al hecho de que fueron los primeros en entrar en el París ocupado: temas soterrados por alguna razón.
Yendo más a la raíz de tu pregunta, pienso que ha habido dos niveles. Dentro de la sociedad sí ha habido más reconocimiento, y hasta descubrimiento; desde las altas esferas, podríamos hablar de dos o tres casos, dependiendo del color político. En años anteriores, resultaba repugnante oír a ministros del Interior, como Jorge Fernández Díaz y Juan Ignacio Zoido, replicar que no pensaban tolerar la más mínima injuria hacia los miembros de las fuerzas y seguridad del Estado. La cuestión es que no estamos hablando de los miembros del orden de un Estado DEMOCRÁTICO, es decir, del de ahora, sino de uno autocrático, dictatorial. A nadie se le pasa por la cabeza que un político alemán, de izquierdas o de derechas, dijera algo parecido sobre un oficial de las SS, no sé si me explico; y lo digo aun reconociendo que la tortura de los 60 y 70 (incluso, los 80) fue más leve que la de la posguerra, pero no por ello menos repudiable.
En ese mismo orden de cosas, se oye a ciertos políticos ultras, que no eran tan visibles cuando escribí Billy, decir que solo se torturaba a terroristas. Aquí deberíamos apreciar a qué se refieren con el término «terrorista», lo que para ellos debe de ser un terrorista. Conozco a algunos de los torturados y no lo eran en absoluto. Eso crea una especie de ilusión conformista entre quienes buscan una justificación de dicha dictadura. La cuestión es que la adscripción política no te da adscripción moral por sí sola.
Y, finalmente, entre los políticos de izquierda, entendida ampliamente, hay como una cierta buena voluntad, pero también como escollos que impiden hacer estas cosas bien o directamente hacerlas. Por ejemplo, no hace mucho se vieron obligados a votar en contra de una medida suya por un error de forma.
2.- En tu novela haces una mención especial a los cantautores y poetas de la época de la transición con nombres propios y diciendo de ellos que eran los «trovadores que cantaban la épica de la Resistencia viva». ¿Consideras que su labor fue clave para alcanzar la democracia? ¿Ser poeta o autor puede ser una «profesión» de riesgo en determinados momentos políticos?
Es algo que defendí en mi tesis, La formación de una cultura de la resistencia a través de la canción social. Poetas y cantautores supusieron un alimento para la resistencia cultural durante aquellos años. La producción poética de los años 50 es increíble: nunca se había escrito nada con tanta fuerza y con semejante calidad, encontrando un equilibrio casi perfecto entre compromiso social y estética. Luego llegaron los cantautores, que, en muchos aspectos, tomaron ese relevo, sin llegar a sustituirlo, pero añadiendo el aliciente de la música a unas letras que iban por el mismo sentido. A mediados y finales de los 70, todos ellos tenían un éxito increíble: ciertamente la gente requería y necesitaba de sus músicas, algunas ahondando en la tradición musical autóctona. Desde luego, no puedo decirte que ellos solos trajeran la democracia, pero sí contribuyeron a crear una cultura democrática y progresista con un discurso de la razón frente al odio y al oscurantismo.
Respecto a tu segunda pregunta, no hay lugar a dudas. Refiriéndonos solo a un régimen dictatorial, siempre vas a tener problemas por expresar tu opinión o expresar escenas, imágenes o ideas que el régimen pueda considerar nocivas para su sistema. Estos cantautores, y algunos poetas, tuvieron la suerte de empezar a producir cuando el régimen había bajado un poco su rigidez (de cara al exterior, claro), y todavía con ellos había «manga ancha». Puedo ejemplificarte con gente como Raimon o Benedicto, que fueron detenidos, pero nunca se les pegó: ellos consideraban que era un comportamiento clasista, que les salvaba su condición de personas públicas e incluso conocidas en el extranjero. Pero, sin duda, la cantautora que más sufrió la represión fue Elisa Serna: ¡detenida hasta ocho veces! Y todo esto sin contarte otras formas de represión: censura en distintas formas, suspensión de recitales, denegaciones exprés con el fin de provocar pérdidas monetarias, etc.
3.- ¿Crees que esta situación sigue produciéndose en la actualidad con aquellos escritores o compositores «incómodos»?
Creo que eso siempre va a pasar. Me parece que fue Unamuno quien dijo que el papel del escritor es el de resultar incómodo al poder, y tenía razón. A veces la lástima es que los intelectuales, en general, sean incómodos dependiendo del gobierno que haya, o al revés, que se premie a ciertos intelectuales solo por el hecho de haberse posicionado.
En cuanto a escritores en la actualidad, solo se me ocurren ejemplos muy negativos que hablan mucho acerca de esta labor cuando hay un gobierno progresista, pero callan cuando hay uno conservador. En cuanto a músicos, creo que se han dado los casos más mediáticos: ahí tenemos a César Strawberry o a varios raperos. Te puede gustar lo que canten y lo que opinen o no, pero de ahí a encausarlos como apologetas del terrorismo…
4.- Para escribir Billy «algo es algo», ¿has tenido en cuenta las técnicas narrativas y recursos que se recomiendan o has dejado que fluya tu historia? ¿Has seguido algún tipo de disciplina?
Fue algo muy orgánico. Tenía en mi cabeza las imágenes, como si fueran de la película que quería ver, y las plasmé de la mejor manera que pude. Casi acababa de leerme El ruido y la furia, de William Faulkner, y fue una gran influencia. Era narrar ofreciendo las piezas de un puzle, que no todo se diera dado desde el principio. Así que quise escribir una historia que no fuera del todo lineal, sino que fuera atrás y adelante.
Lo cierto es que no he participado en seminarios ni en clases de escritura, pero haber leído mucho en el pasado ha sido mi gran baza, modestia aparte. Y sigo pensando que es la mejor manera.
5.- Tu novela ha sido encuadrada en el género negro o policiaco, pero tiene muy en cuenta un momento clave de la Historia en España. ¿Piensas que en la literatura en lengua castellana no se ha dado tanta importancia al género histórico como en los países anglosajones?
Te explico lo que intuyo con una anécdota. Una de las editoriales a las que mandé el manuscrito era una dedicada precisamente a la novela histórica; su respuesta fue, básicamente, que Billy no era novela histórica. Lo acepté porque me da la impresión de que, en España, novela histórica es solo esa que transcurre, como poco, hasta el siglo xix; el siglo xx (si acaso, hasta los años 20) no cuenta como novela histórica, aunque sea ya historia. No obstante, es innegable el éxito de autores y autoras como Neus Asensi o Pérez Reverte.
Respecto a su potencial crítico, sería digno de un análisis concienzudo. Por supuesto, si consideramos como novela histórica a aquella que se refiere a la guerra civil, a la posguerra o al tardofranquismo, es evidente que hay un intento de hacer memoria, de enseñar a las personas lo que pasó, pero, y eso está muy bien, no como un relato de buenos y malos, sino con un gran espíritu crítico que no desdeña la denuncia.
5.- ¿Y en el caso de la literatura como denuncia social? En España se empezó a hacer novela negra con este fin. ¿Crees que en la actualidad ya no hay tanto compromiso social dentro de la cultura o es que no resulta rentable?
En primer lugar, te declaro que estoy un poco desconectado, y no quisiera ser injusto con impresiones superficiales. Ahora, con las redes sociales, es más fácil ver lo que piensa un intelectual acerca de un tema en concreto, aunque siempre ha habido enfants terribles que estarán en contra de todo; está claro que, en cuanto te posiciones, es posible que pierdas unos cuantos lectores, pero también podrás ganar otros; puedes decir que son pérdidas asumibles, ya que no parecen poder ver más allá de la calidad literaria (y, por cierto, siempre hay algo de las ideas de cada uno en sus obras). Esto, además, puede traducirse en favores políticos, pero debo matizarte esto: no hay nada que más me reviente que ese sambenito de «subvencionado» que algunas personas lanzan contra intelectuales críticos, dando a entender que, por defender ciertas ideas o manifestar sus ideas políticas, ya tienen asegurada una ayuda o subvención pública, desconociendo el enorme esfuerzo que un autor, dependiendo de su ámbito, tiene que llevar a cabo por sacar su proyecto, y que esas subvenciones no existen, por regla general. Sí he visto dar premios, con sospechosa oportunidad, a otros por haber expresado cierta opinión al respecto.
6.- El lenguaje que encontramos en Billy «algo es algo» es claro, contundente, con la misma vehemencia que muestras en tus opiniones. ¿Piensas que eso te puede perjudicar a la hora de que te lean? ¿Crees que, en la actualidad, ser escritor es más una marca comercial?
Es un dilema interesante, pero siempre lo he tenido claro: libertad creativa antes que contenido comercial; escribí lo que quise expresar y lo expresé de forma realista: haberlo hecho de forma edulcorada o con eufemismos no hubiera funcionado, ya que estamos hablando de personajes muy fuertes y muy amorales, hablemos de Guillermo Niño, el protagonista, o del Carcelero, el asesino en serie.
Sí confieso que tuve cierto reparo y hasta me llegué a cortar con algunas expresiones por miedo a que se confundiera al personaje con el autor; pero el lector inteligente (que lo son todos) entenderá que, cuando Guillermo o el asesino dicen, por ejemplo, «maricón», no estoy tratando de normalizar el uso de esta palabra tan denigrante, sino todo lo contrario: mostrar qué persona o en qué circunstancia suele decirlo.
Creo, sinceramente, que, si un escritor es más marca comercial que artista es que es un mal escritor. Hay excepciones, claro: la de aquellos que han sabido equilibrar cierto sentido comercial con el contenido artístico. Luego, en cuanto lectores, tendremos de dos tipos: los que prefieren el best seller y los que les gusta leer de verdad. Creo que mi público sería este último, modestia aparte, porque yo no sé escribir un best seller.
7.- En la era de las nuevas tecnologías, ¿cómo crees que debe ser la relación escritor-lector? ¿Piensas que la figura del escritor como intelectual o académico alejado del grueso de la sociedad está obsoleta?
Es difícil. Está claro que las nuevas tecnologías y las redes sociales han impuesto nuevas formas de relacionarse con el público y hasta nuevos lenguajes. Aún no he encontrado el secreto para conseguir gestionarlas de una manera eficaz, pero tampoco me preocupa. Lo que no pienso hacer es crearme un personaje, fingir alguien que no soy ni hacer la pelota por conseguir más seguidores. Soy de los que creen que, aunque importantes para una comunicación con el público, no son la forma definitiva de relacionarse autores y lectores.
En cuanto a esa figura, la verdad es que creo que es un estereotipo conservador bastante desfasado o, al menos, es lo que se ha intentado. Desde los años 30 se intentó romper esa barrera con el pueblo, pero las circunstancias que todos conocemos acabaron por imponer esa figura de intelectual por encima de todo, au-dessus de la mêlée, como le gustaba decir a Antonio Machado. Con la aparición de nuevos escritores, con gustos no tan académicos, creo que ese estereotipo se ha acabado por romper del todo.
8.- En lo referente a los nuevos sistemas de autoedición, ¿cómo ves el futuro del escritor? ¿Crees que habrá que adaptarse a los nuevos tiempos o la autoedición seguirá siendo el último recurso de un escritor novel?
Mi opinión al respecto puede no ser muy popular, y espero que no se juzgue esnobista.
La autoedición y la coedición han implicado dos cosas, una positiva y otra negativa. La positiva, gente con mucho talento, cuyas obras no veían la luz por la razón que fuera, ha podido mostrarlas: esto ha supuesto una cierta democratización, pero con un matiz que te explico abajo; la negativa, que no todo tiene la calidad necesaria, filtrada por un editor, y actualmente tenemos inflación: más libros que lectores y muy difícil criterio de elección: se crea una duda sobre si ese libro que compraremos será bueno o habremos tirado el dinero (cosa que también puede pasar con los consagrados, pero ellos ya tienen el aval). No es por generalizar, pero teniendo en cuenta mi experiencia, he de decir que la mayor parte de las editoriales no leen esos manuscritos: te hablan de tu obra con clichés, diciéndote lo que quieres oír, antes de pedirte que pagues x €. En cuanto a las plataformas, sin una mediana corrección (aprovecho para decir que soy corrector profesional), sin una revisión, tenemos casi el mismo problema, pero con libros con ediciones descuidadas. Aunque lo bueno del libro es su contenido, no hay que abandonar el exterior, y menos aún su presentación formal.
Vaya por delante que yo no podía pagarme una autoedición: y ese es el matiz que quería poner a esa supuesta democratización, que será para quien pueda pagársela. Y esa es un poco la filosofía de estos tiempos algo cínicos, que espero cambie por esta difícil experiencia que estamos atravesando: muchas oportunidades, muchas facilidades, ponte a emprender, ponte a hacer cosas… si puedes pagar por ello, y yo soy de los que no pueden permitirse lujos que deberían ser para todos.
9.- Y, para finalizar, ¿Gustavo Sierra Fernández tiene más proyectos a la vista?
Habemus proiectum, sí. Como habréis leído, hay en Billy un capítulo algo ligero que usé un poco a modo de transición, como si fuera un entremés cervantino: una pequeña obra de teatro justo en medio; es en el que salen los dos periodistas, chica y chico, expertos en asesinos en serie que son convocados por Guillermo Niño para ser asesorado. Pues bien, esos dos periodistas tienen, a modo de spin off, su propia novela, en la que aparece algún que otro personaje de Billy: llevo trabajando sobre ella cerca de un año, revisándola, hasta que finalmente la he mandado a diversas editoriales. De momento solo ha acumulado rechazos y una sospecha sin fundamento hacia una de ellas de haber sacado una idea para un certamen de relatos…
Y, a la sombra de esta, salió otro spin off: la primera es una historia de amor con mezcla de novela de misterio, pero la segunda es un poco un retorno a Billy, a la novela realista más descarnada: una denuncia contra el negocio de la prostitución, auspiciada por un espíritu abolicionista.
Este es un relato que escribí para el número 7 de la revista Libros Libres (Año 2, 2019), junto a otros autores (entre ellos, Cristina Bermejo Rey). Se trata de una revisión de la criatura conocida como gólem: el humanoide de barro que, de acuerdo con la mística judía, era capaz de cobrar vida por el poder de ciertas palabras esotéricas. Pido disculpas por las posibles licencias que me tomé respecto a la Kábala y a la historia del III Reich. En cualquier caso, espero que os guste:
Redención (Nuestro último baile)
Mi segunda novela: una historia de amor, misterio e intriga; la lucha de una chica por su pareja pasa por enfrentarse a una secta apocalíptica
Billy («algo es algo»)
Tres cosas atormentan al exinspector de policía Guillermo Niño Pérez: un vecino que le obsesiona, el recuerdo de un crimen y una querella por sus torturas durante el franquismo. Por si esto fuera poco, se une la inquietud hacia un asesino en serie que
Queca
Un regalo inadecuado puede cambiarle la vida a cualquiera. Tal es el caso de Miki, solterón por obligación y solitario por vocación; cuando su cuñado le obsequia con un recuerdo que se ha traído de su viaje a Japón: una muñeca sexual de nombre Megu