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El dulce veneno de la nostalgia


Ésta es una reflexión surgida en torno a un caso en concreto: el affair del Hero Quest 25 Aniversario. Para poner en contexto a los que no estéis familiarizados con el tema, trataré de resumirlo brevemente: no deseo parasitar el asunto ni herir sentimientos de nadie, pero es esencial para entender el resto.

El affair Hero Quest 25th, o cómo ser el Elfo y que te llamen el Troll

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geekandsundry.com

[NB: en la edición española del juego, el personaje El Elfo fue bautizado incomprensiblemente como El Troll]

Hero Quest fue un juego de tablero muy popular de los años 80-90, desarrollado por dos compañías estadounidenses. El juego hizo las delicias de nuestrad dulce pre-adolesscencia, ya que, si no recuerdo mal, la edad recomendada era de 10 a 13 años; su novedad, frente a otros juegos de tablero o de mesa, era su parecido a un videojuego: su capacidad de ir descubriendo cosas en cuanto avanzabas a través del tablero: puertas, monstruos, tesoros… Y el hecho de que sus componentes de tablero no eran planos, sino en tres dimensiones; todo era atractivo: desde esto a las miniaturas de héroes y monstruos. Podías ser el Bárbaro, el Elfo, el Enano o el Mago y contemplar con complacencia cómo tu personaje se hacía más fuerte y mejor, y el subidón de completar los retos.

Pues bien. Aquí entra el asunto, en donde se mezcla el elemento «nostalgia» con la actual afición a los juegos de mesa adultos. Se supone que, a raíz de la petición pública de un particular jugador nostálgico, llegó el notición: ¡se iba a lanzar una remasterización del juego por su 25 aniversario! Algo que hizo las delicias de antiguos jugadores. Pero lejos de volver a sentirte el Bárbaro dando matarile al Lord Brujo, los que apostaron por el proyecto se sentirán más bien como cuando al atravesar el pasadizo caías en una trampa y tu personaje moría ridículamente.

Desde el fin de semana, cuando leí un artículo que exponía lo sucedido, este asunto me tiene totalmente fascinado, por muchas de sus implicaciones, siendo la legal y el riesgo del micromecenazgo no menores que la que expondré más tarde. Esto me hizo recordar mi reacción, cuando me enteré a través de un amigo, participando en un concurso en Facebook para conseguir gratis uno de los juegos, aunque sería para regalárselo a él, caso de que me tocara. Así que, para participar en el concurso (como tantos) tienes que seguir la página, y ahí es donde empecé a ver cosas raras en las actualizaciones, que luego olvidé: ya no sólo era que el juego sólo estaba en proceso de desarrollo, sino que parecía estar desarrollándose en nuestro país: digamos que no es imposible que la compañía original depositara su confianza en una empresa española relativamente desconocida, pero sí alto improbable por la proyección internacional del proyecto (seamos realistas). En cualquier caso, las actualizaciones fueron desapareciendo paulatinamente y ni me di cuenta, ya que mi interés era bastante nulo. La razón la conocería este fin de semana pasado.

Lo ocurrido no se puede achacar a una supuesta ingenuidad de los aficionados que decidieron invertir su dinero a través del micro-mecenazgo, sino a una jugada astuta y muy poco honesta. El vídeo que anunciaba el proyecto no sólo estaba en inglés, dando a entender que la idea venía de las empresas originales o que había completa legitimidad, a la vez que buscaba expansión transfronteriza, sino que integraba al principio el anuncio del juego original, pero el emitido en Estados Unidos. Canales especializados en juegos de mesa lo celebraban diciendo que sería una empresa española que, según les habían asegurado, contaba con todos los permisos y licencias: por lo expuesto arriba, deberían haberlo tomado con mucha más cautela, dicho esto a modo de crítica constructiva. El texto de presentación e invitación a participar en el micro-mecenazgo era más una llamada a las armas: palabras grandilocuentes que acababan preguntándote si contaban con tu espada, diciendo que, ya que las grandes empresas no se atrevían, ellos, que tenían experiencia y medios, lo iban a hacer, y, para dotarlo de «mayor transparencia», preferían recurrir al micromecenazgo antes que ir al banco a pedir un préstamo (perdonad, pero esto ya era una seria llamada de atención: según ellos, tenían permisos y licencias de las compañías poseedoras del nombre y del juego, pero no el dinero; y aún así…); era un texto más épico que empresarial: un llamamiento a la nostalgia del público potencial. Quizás sí tuvieran los medios y el valor para lanzarlo, pero no lo más importante: permisos y licencias, razón por la cual, ante la petición de la parte que posee los derechos del nombre en Estados Unidos, la plataforma paraliza el proyecto de recaudación. Como la empresa de Sevilla se niega a aceptar las condiciones de la estadounidense para reanudar la campaña (una de las cuales era pedir permiso a la empresa que tiene derechos sobre el juego) se mudan hasta a dos plataformas, pareciendo querer rehuir temas legales.

Ahora, ¿cómo es que los inversores (que es lo que son, aunque se prefiera el modernísimo término de micromecenas o backers, ya rizando el rizo) no se bajan del proyecto y hasta se recluta a nuevos? Pues porque la empresa sevillana utilizó el argumento que tanto nos gusta, y del que se aprovechan algunos para justificarse, de cómo las multinacionales ahogan a las pequeñas empresas: algo que puede ser verdad y que apela a nuestro sentimiento más ácrata, pero que en este caso era falso.

El asunto da lugar a muchas dudas acerca de lo que se ha hecho. Por lo pronto, lo único que parece cierto es que una empresa, registrando el nombre en España, pretendió apropiarse ilegitimamente de algo que no les pertenecía, y que ni se molestaron en pedir permiso, para sacar algo lo suficientemente diferente con el mismo nombre. La gran pregunta es qué se pretendió con esto a nivel empresarial.

Se dice que este proyecto de micro-mecenazgo es el más caro que se ha hecho en España, teniendo ya medio millón de pesetas, pero lo que la empresa va mostrando del desarrollo no convence tampoco a estos micro-inversores. A raíz de esto me he dado cuenta de una cosa, con tal que yo sólo he participado en una campaña para lanzar un proyecto algo más abstracto y de manera altruista: el micro-mecenazgo puede ser un gran timazo. Descontando préstamos bancarios, normalmente alguien que invierte dinero en el desarrollo de un proyecto lo hace como voto de confianza a los responsables, es decir: espera un producto que le agrade o le satisfaga; también pueden tener el derecho de decidir qué y cómo hacerlo. Si el desarrollo no les convence o les disgusta, pueden retirar su inversión alegremente, incluso con el proyecto acabado. Esto no ocurre en el micromecenazgo, cuya única ventaja, a parte de la satisfacción de apoyar un proyecto en el que crees, es la obtención de algún tipo de recompensa: no puedes decidir sobre el proyecto (es un voto de confianza total) ni reclamar la devolución si te sientes defraudado o incluso timado con el resultado final. El tema es tan nuevo que en España no hay legislación al respecto: se actúa sin garantías.

Nostalgia, dulce y cruel: «No tan bueno como lo recordabas»

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Ya en su día, algunos aficionados con canales propios alertaron sobre lo engañoso del proyecto, como Éxito Crítico, y más tarde se pronunció Lumi, un experto en juegos de rol, de mesa y en miniaturas. Ambos esgrimen argumentos de peso. Lo cierto es que daba un poco de lástima ver los comentarios furibundos contra el vídeo del primero, porque la explicación es que estaban recibiendo todo un baño de realidad, y la imagen que te venía a la cabeza era la de alguien intentando engañarse y descargando su frustración contra quien advertía y no contra quien realmente había creado aquella situación: el empresario sevillano. Eran molinos, tenía razón.

Por su parte, Lumi disertaba sobre dos cosas interesantes: las artes de algunos personajes (llámalos banqueros, empresarios, políticos…), cuando anonadado presenció como este empresario se llevó de calle a una defraudad masa furibunda que le pedía explicaciones, algo que a menudo tiene que ver con el sentimentalismo. Pero la más importante es la nostalgia.

Creo que el fenómeno abrumador de nostalgia que desde hace años gobierna nuestra cultura popular se resume perfectamente en la frase que utiliza Éxito Crítico en su vídeo al analizar el juego original: «No tan bueno como lo recuerdas». El anzuelo para captar inversores, como dice Lumi, fue la nostalgia.

«Nostalgia» es el deseo de revivir una experiencia pasada en la que te parece que todo era mejor, más sencillo: donde o cuando eras más feliz; no es mala en sí y puede ser útil para tu proyecto vital: puede hacerte mejor persona y perseverar para conseguir experiencias satisfactorias en el presente. A menudo usamos la nostalgia para escapar de un presente que nos agobia con sus cargas materiales y existenciales: volvemos la vista atrás al tiempo en que nuestra vida era más sencilla porque éramos niños o jóvenes. Pero la nostalgia incontrolada o sin crítica puede ser perjudicial, sobre todo cuando se ha creado un mercado en torno a ella.

Mercadear con la nostalgia no es algo de ahora, aunque sí relativamente nuevo. Durante muchos años creí ser original porque me gustaba la música rock y folk de los años 60, cuando en realidad fui presa del renacer nostálgico dirigido a aquellos que ahora tenían 40 ó 50 años. Ahí empezó todo, y se desplegó en un montón de subfenómenos comerciales: reposición o reedición de series, películas, discos (contra lo cual, nada en contra)… La razón: los que entonces fueron jóvenes ahora eran adultos con poder adquisitivo.

Pero desde hace cerca de diez años, este fenómeno se ha ido acrecentando y muchos somos el público potencial, por no decir todos. Y, sin ánimo de ofender, a veces creo que nos toman por estúpidos, porque ninguno estamos libres y podemos caer, ya sea en esto o ir al cine a ver la adaptación de una serie o el remake de una pelícual que echaban cuando éramos niños y que quizás entonces ni nos llamaba la atención.

No debemos mirar al pasado con el pensamiento de ¡qué tiempo tan feliz aquél!, porque cada tiempo tiene sus cosas malas y sus cosas buenas; pero el paso inexorable nos hace olvidar muchas veces las cosas negativas, mientras que las cosas positivas se hiperamplifican. Y como no podemos hacer volver cosas, personas o situaciones, nos conformamos con el regreso de aquellas cosas que nos ponían contentos. Pero hay un problema, que es precisamente el de la hiper-amplificación: disfrutaste aquellas cosas cuando tenías 5, 8, 10, 13 ó incluso 20 años: ahora no serán lo mismo. Lo siento: es la realidad, y ya sin mencionar las responsabilidades que nuestra madurez nos ha impuesto.

Se puede mirar al pasado y congratularse con el dulce recuerdo de una película, una serie, un juego o un videojuego, pero no podemos hacerlo sin cierta capacidad crítica o nuestra vida puede acabar pareciéndose a algunos programas musicales que hubo, que, tan anclados en la nostalgia como estaban, repetían una y otra vez los mismos temas, que no sólo es que estuvieran ya rayados, sino que no eran ni de lejos lo mejor que musicalmente se hizo aquí.

La jugada del empresario sevillano era perfecta: era todo una apelación al sentimentalismo en tres aspectos. Por un lado, con el hecho de que fuera una empresa española la que, según decían, había sido la designada para desarrollarlo, apelaba por un lado a cierto patriotismo y, por otro, a la inyección económica que supondría para este país. Y, la tercera, la nostalgia: su escrito estaba dirigido a hacerte revivir la sensación que tuviste cuando jugabas el juego, pero acerca de temas materiales, como los riesgos reales de la microinversión y cosas así, apenas decía nada o bien nada en absoluto. Y aquí la nostalgia sometió al sentido común.

Podría hablar de este hecho en concreto, pero también de otros, que nos hacen ir como en manada en busca de esas sensaciones. Por ejemplo, una cierta serie de acción, acerca de un grupo de mercenarios medio caballeros andantes que protegían a los más débiles, tampoco es tan buena como la recuerdas, ya que cada capítulo era idéntico al otro en trama, estructura y clichés… Pero sacan la película y se va en redil a verla: una peli que no es tan buena tampoco porque sencillamente busca explotar la nostalgia.

Otro caso (aunque no la he visto) fue aprovechar el aniversario de la genial película Cazafantasmas para hacer un remake con protagonistas femeninas, contra lo cual no tengo nada ni puedo juzgar, ya que no la he visto; pero a la luz de las críticas y de las opiniones de quienes la han visto (que son público de la original) deja mucho que desear, incluso como película independiente de la original.

Estamos en manos de una maquinaria industrial que nos trata como a idiotas sólo para sacar beneficio económico, de acuerdo que con juego limpio en la mayoría de los casos, pero en otros, como en éste, no tanto. Y al final acabamos viviendo en un capítulo de Cuéntame, la máxima expresión de la explotación de la nostalgia como mercado en nuestro país, especialmente cuando ya cubre a varias generaciones.

La impresión que le queda a uno es que juegan totalmente con nuestros sentimientos, mejor dicho, con nuestro sentimentalismo, ofreciéndonos todo un renacer de las sensaciones de antaño; pero cuando la partida, la peli o lo que sea se acaba, se vuelve a la realidad con el regusto amargo de «pues no es tan bueno como lo recordaba», si bien hay cosas que se hicieron tan bien que se defienden por sí solas sin necesidad de recurrir al elemento nostálgico, porque ya son clásicos y hay que acudir a ellas no con la carga nostálgica, que ya de por sí es inevitable la mayoría de las veces, sino porque son arte o, al menos, entretenidas.

Como fenómeno, el affair Hero Quest 25th ha supuesto el primer palo serio a la primacía de la nostalgia sobre cualquier otra cosa en la cultura popular, sobre todo al haberse actuado a ciegas y sin crítica (sin descargar responsabilidades del empresario y su juego no limpio). No quisiera ofender ni nada por el estilo: al contrario, todo esto está escrito con todo el cariño del mundo, pero a veces parecemos los niños que nunca quisieron crecer, y quizás sea verdad, y quizás no sea del todo malo siempre, salvo cuando tratan de hacer negocio con ello, y peor aún: negocio sucio.

Rememorar tu infancia y guardar tu lado infantil puede ser bueno, siempre y cuando tengas capacidad crítica: así te guardarás de los que intentan hacer negocio de tu nostalgia, de los que tratan de engañarte, de los que te toman por tonto y, lo más importante, te apartarás de los aspectos triviales y frívolos que muy a menudo esta explotación de la nostalgia sin crítica tiene. En algún momento puede ser válido y de gran ayuda, pero no puedes creer en enanos guerreros y magos elfos todo el tiempo.

¡Buena suerte, niños de ayer, de hoy!

El Apocalipsis aplazado hasta nuevo aviso


578801_443118169070328_1091435132_nAnte la avalancha de locos, pseudo-místicos, aspirantes a Freezer, Gozer, Galactus, etc., marcas y mistiquillos (que dirán que han conseguido evitarlo), publicaciones, pseudo-científicos, profetas de medio pelo, que han hecho su agosto a costa de esto (a parte de la película, ¿alguien recuerda cómo empezó todo?), las autoridades han decidido APLAZAR el Apocalipsis hasta nuevo aviso. De momento, sigan con sus vidas; las autoridades consienten en que vuelvan ustedes a ser engañados por cualquier charlatán.

Lo sentimos sobre todo por San Isidoro de Sevilla, que había realizado un extraordinario número con sus alumnos:

Así en el Cielo como en la tierra (José Luis Cuerda, 1995):

Sesudo análisis de las elecciones en Cataluña


amanece-que-no-es-poco1Vistos los análisis, algunos sesudos, otros surrealistas, que han hecho todos los medios, nos arriesgamos a hacer el nuestro. No creo que sea tan desacertado como el del señor Pedro J., afirmando que por fin había ganado unas elecciones en Cataluña: para mí ha sido toda una sorpresa saber que Pedro J. Ramírez iba en la lista electoral de CiU…

Pues resulta que el señor Artur Mas ha conseguido algo casi inédito en la historia política: ha ganado y ha perdido a la vez. Si yo fuera Matías Prats, diría que en esta ocasión “‘Mas’ es menos”. Para que lo entendamos mejor, veamos un caso parecido, explicado brillantemente por José Sazatornil “Saza”:

Vídeos pertenecientes a la película Amanece que no es poco (España, José Luis Cuerda, 1989)

2 days to go


Leno-Maneras_De_Vivir_(Todos_Los_Grandes_Exitos)-Frontal

Maneras de vivir

No pienses que estoy muy triste
si no me ves sonreír
es simplemente despiste
maneras de vivir.
Me sorprendo del bullicio
y ya no sé qué decir
cambio las cosas de sitio
maneras de vivir.

Voy cruzando el calendario
con igual velocidad
subrayando en mi diario
muchas páginas.

Te busco y estás ausente
te quiero y no es para ti
a lo mejor no es decente
maneras de vivir.

Voy aprendiendo el oficio
olvidando el porvenir
me quejo sólo de vicio
maneras de vivir.

No sé si estoy en lo cierto
lo cierto es que estoy aquí
otros por menos se han muerto
maneras de vivir.

Descuélgate del estante
y si te quieres venir
tengo una plaza vacante
maneras de vivir.

http://www.quedeletras.com/letra-cancion-maneras-de-vivir-bajar-5293/disco-maneras-de-vivir/leno-maneras-de-vivir.html

Leño

Mientras tanto, vamos a refrescarnos con imágenes de señoras estupendas en bañador…

duquesa de alba

¿Qué? No he mentido: está en bañador y es estupenda porque tiene millones hasta en las orejas.

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