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La banda sonora de Billy («algo es algo») desgranada


Mal está, tal vez, que uno hable de su propia obra, pero uno de los atractivos de Billy («algo es algo»), que lo dota de originalidad, es que el título de cada capítulo es un fragmento de alguna canción, un pedazo que es relevante y va acorde con el sentido del episodio. Generalmente son de cantautores de España, bien propias, o bien poemas musicalizados de Miguel Hernández, Juan de Loxa, etc.; sin embargo, hay alguna excepción: un poeta uruguayo, un grupo de heavy metal español, y un cantautor y una banda grunge estadounidense.

Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019) es la historia de Guillermo Niño Pérez: un antiguo inspector de la policía política franquista, al que amenaza una querella por las torturas que propició en sus años de servicio, pues ya se salvó de otras, y es perseguido por el recuerdo de la muerte de Gabriel Aceituno, un estudiante agitador al que interrogó brutalmente. Sin embargo, no son estas cosas las que le inquietan, sino un joven vecino cuyo comportamiento errático y su modo de vida misterioso le obsesiona de forma malsana, sacando de él al antiguo inspector que perseguía «malhechores» por su pensamiento y conducta fuera de la norma habitual. Un día, mientras reflexiona sobre cómo esquivar a la prensa que le asedia, un antiguo subordinado le indica que en el periódico se habla de un asesino en serie que imita los métodos de tortura de la Brigada. Tomándoselo como un agravio hacia él y sus compañeros, decide investigar, convencido de tener un sospechoso bastante prometedor.

Me ha quedado algo largo, pero prometo que, en comparación, la novela es más corta.

Al comienzo de este vídeo promocional puedes oír un collage sonoro con los fragmentos de las canciones

Antes del odio, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

Vencida la República en 1939, el régimen fascista de Franco se dedicó a hacer una dura purga contra los ciudadanos que hubieran tenido, aunque fuera presumiblemente, parte en el anterior gobierno legítimo, en el ejército popular, hubiera pertenecido a partidos de izquierdas o regionalistas/ nacionalistas, o hubiera manifestado abiertamente esas ideas. La mayoría de los intelectuales apoyaron ferviente y abiertamente al partido y al gobierno del Frente Popular, entre ellos, el poeta Miguel Hernández, quien pertenecía al Partido Comunista de España. Hernández fue arrestado y encarcelado, llevado a distintas prisiones donde se hacinaba con otros presos; llegó a tener una pena de muerte sobre su cabeza que, finalmente, le sería conmutada; sin embargo, moriría debido a las insalubres condiciones de esas prisiones. En esas estancias, el poeta escribió unos poemas que describían su situación y la de muchos otros, que se reunirían en un libro titulado Cancionero y romancero de ausencias.

«Antes del odio» es un poema estremecedor, en el que Miguel Hernández describe la miseria por la pérdida de libertad, simbolizada en su mujer y su hijo, ausentes y lejanos; también la incertidumbre de una pena de muerte que podía materializarse cualquier noche, arbitrariamente, junto con otros tantos; y, además de eso, la inquebrantable libertad interior del ser humano.

En 1975, el cantautor Adolfo Celdrán, musicalizó este poema para su disco 4.444 veces, por ejemplo, siguiendo el empeño de rescatar a los poetas silenciados, despreciados o tapados por la censura. Celdrán dota al poema de una melodía estremecedora que amplía las palabras del prisionero.

«… me es pequeño y exterior»: el poema resulta la máxima expresión de los pensamientos y sentimientos de un preso por razones políticas, por esa razón merecía su sitio entre los títulos de Billy («algo es algo»).

Campanades a morts: letra y música de Lluís Llach

Vitoria, 3 de marzo de 1976. La crisis económica mundial comenzó a notarse en España con viveza; los obreros, ante los despidos, las retenciones y bajadas de sueldo, van a la huelga, mientras un cierto ministro de economía, convertido más tarde en aristócrata-empresario de éxito, lanzaba arengas tratando de convencer de que no había otra solución porque no había dinero para los sueldos: que había que conformarse, apretarse el cinturón y pedir a Dios que dé lo que que los humanos niegan (bien, esto es una licencia mía). Especialmente trágica era la situación en Vitoria/ Gasteiz, en donde la huelga parecía interminable y la ciudad estaba al borde de la lucha. Ocurrió que, aquel tres de marzo, los obreros y sus familias estaban reunidos en asamblea en la iglesia de San Francisco de Asís, cuando la policía armada arrojó botes de humo provocando que salieran aturdidos y asfixiados; lo que no podían esperar es que su precipitada salida fuera recibida con fuego real. Murieron los trabajadores Pedro Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Romualdo Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido Perea. Vitoria se convirtió en un campo de batalla, mientras el responsable de las fuerzas de seguridad, el entonces ministro de la Gobernación, Manuel Fraga, se lavaba las manos delegando en Martín Villa, ministro de relaciones sindicales. Finalmente, Adolfo Suárez se puso al mando intentando impedir generar más violencia.

El cantautor catalán Lluís Llach cuenta que se encontraba frente al piano cuando oyó las noticias de las muertes; entonces, de una manera instintiva, aporreó sus teclas con fuerza, saliéndole casualmente los primeros acordes de esta canción, al estilo del réquiem de Mozart.

«… y que en la muerte os persiga nuestro recuerdo». El fragmento escogido («i que en la mort us persegueixin les nostres memòries») representa esa persistencia de los hechos morales de cada uno, que acompañan al actor hasta que muera, como es el caso del protagonista, Guillermo Niño, que se resiste a sentir remordimientos por un crimen que cometió, aunque su recuerdo le persiga.

Canción de vísperas, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

En 1977, Adolfo Celdrán sacó un disco que suponía una colección de las canciones que le habían sido censuradas, total o parcialmente, o directamente prohibidas en algún aspecto (grabación, interpretación o difusión radiofónica), con el nombre de Denegado. En él encontramos la musicalización de un poema de Nicolás Guillén, que, probablemente, hablara de la Cuba prerrevolucionaria. Como es natural, al ser muchos de sus versos muy aplicables a la España de la dictadura franquista, la canción no pasó los filtros de la censura.

El fragmento «El ojo del policía» hace referencia a ese llamado «olfato policial» del que Guillermo Niño dice hacer gala, aunque a menudo constituya solo un montón de sospechas infundadas basadas en prejuicios y primeras impresiones. Del otro fragmento que da nombre a otro capítulo, «… y, sobre la pista, el enano equilibrista», relativo a las sesiones del juicio contra Guillermo Niño por sus torturas, solo diré que siempre me ha hecho gracia cómo Adolfo consiguió burlar la censura, para que se impidiera establecer una relación entre este verso y cierto general famoso por su baja estatura, al presentarlo ante la censura como «… y, sobre la pista, Elena no equilibrista».

Cançó en i (letra y música de Francesc Pi de la Serra)

El ácido y satírico cantautor catalán, Pi de la Serra, era muy dado en sus canciones a los dobles sentidos, de manera que los críticos solían decir de él que lo importante no era tanto lo que cantaba como lo que se dejaba entrever en sus letras. En esta canción en concreto, Quico, como suele llamársele también cariñosamente, enumera un montón de clichés y frases hechas sobre la policía que podían oírse en las noticias, contando hazañas de sus agentes como impedir una violación o ayudar a una invidente a cruzar la calle.

«La policía está al servicio de los ciudadanos» (la policia està al sevei dels ciutadans) es el estribillo recurrente que Pi de la Serra deforma jugando con otras palabras como «oligarquía», «servilía», etc., y que escogí para el capítulo en donde se describen algunos de los discutibles métodos policiales de Guillermo Niño y sus compañeros de la Brigada de la Noche, además de su visión de la acción policial, que recuerda al decidirse a proponerse desenmascarar al asesino psicópata que le imita, El Carcelero.

Doña María, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

De nuevo un poema del poeta cubano interpretado por Celdrán sirve para nombrar dos títulos de Billy («algo es algo»). Como el anterior, parece ser un poema alusivo a la Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista, en donde mucha gente pobre se ganaba un cierto sueldo como confidentes de la policía política. Algo así ocurrió en España, como podrás descubrir en mi novela. Adolfo la musicalizó y la grabó en su primer disco, Silencio (1970).

«¡Ay, pobre doña María…!», verso incial del poema, me sirvió para titular el capítulo en el que se cuentan las tribulaciones e inquietudes de Marisa, la mujer de Guillermo Niño, ante el juicio que va tomando forma, pero también ante el extraño comportamiento que su marido está adoptando y del que poco le cuenta.

«Rondando anduvo mi casa» es otro capítulo, en el que se describen algunas cosas que hace el exinspector.

Enfermedades de invierno, de Jesús López Pacheco (musicalizado e interpretado por Luis Pastor)

Este poema era un canto contra la intolerancia en días del postfranquismo (los últimos años de gobierno de Franco, previos a la transición), contraponiendo la gente llena de razones que luchaban por la democracia frente a los vilentos sicarios del régimen: los ultraderechistas, que comenzaron a volverse más virulentos a medida que la vida del general se apagaba. Grupos como la Alianza Apostólica Anticomunista (AAA/ Triple A), Guerrilleros de Cristo Rey, el PENS (partido nazi español) y el Batallón Vasco-Español (un grupo parapolicial que realizaba atentados contra miembros de ETA y de la izquierda abertzale), que nacieron a finales de los años 60 para presentar batalla contra los jóvenes contestatarios, los obreros y los curas progresistas, pasaron de limitarse a romper escaparates de librerías y boicotear obras de teatro o recitales de cantautores, obviando palizas eventuales a líderes sociales, a cometer asesinatos.

En enero de 1977, toda la tensión de una transición política muy conflictiva acabó por estallar en pocos días: el estudiante Arturo Ruiz moría durante una manifestación por disparos de los Guerrilleros de Cristo Rey, al día siguiente lo hacía Mari Luz Nájera en la manifestación en protesta por esta muerte por la acción policial desproporcionada, y, finalmente, tres pistoleros de la Triple A asesinaban a sangre fría a los abogados laboralistas Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo, y al empleado del despacho Ángel Rodríguez Leal. Se organizó un funeral multitudinario que estremeció por su silencio respetuoso y su demostración de fuerza pacífica, especialmente los militantes del PCE, al que pertenecían las víctimas, y que todavía era ilegal. Suele decirse que esta demostración fue la que convenció a Suárez para, finalmente, legalizar los partidos democráticos.

Se consiguió detener a los tres ultras junto a algunos cómplices y autores intelectuales, pero no se pudo establecer la relación entre este lúgubre suceso y la responsabilidad en él de personas como Blas Piñar, Mariano Sánchez Covisa, Antonio González Pacheco y otras personalidades que lideraban el movimiento integrista o con cargos en las fuerzas de seguridad.

No recuerdo muy bien, pero creo que el poema es anterior al atentado de Atocha. No obstante, cuando Luis Pastor la musicalizó para su disco Nacimos para ser libres (1977), quiso denunciar toda aquella violencia, resquicios de un mundo que se resistía a morir con irracionalidad e integrismo.

«No vayas a coger alguna bala en los pulmones» es un verso lo suficientemente explicativo. No se llegó a saber lo que realmente pasó entonces, por lo que lo que describo en este capítulo (reconozco que muy influido por la película 7 días de enero de J. A. Bardem) es solo elucubración, inspirada por la teoría de que hubo gente importante detrás de este atentado terrorista con la finalidad de generar conflictividad social; una ficción basada en esta teoría en la que verás el papel que Guillermo Niño, de haber existido, hubiera tenido en aquellos asesinatos.

Es urgente, de Juan de Loxa (musicalización de Virgilio Fernández; interpretación de Aguaviva)

Juan de Loxa, poeta, locutor y promotor del colectivo andaluz Manifiesto Canción del Sur, escribió un texto inspirado por dos sucesos. Uno fue el del atentado de la calle Atocha del que ya hemos hablado; el otro fue el asesinato por la espalda a manos de la guardia civil del estudiante Francisco Javier Verdejo. ¿Crimen? Intentar pintar en una pared la frase «Pan y Trabajo». Es un poema en el que De Loxa contrapone también el mundo de la violencia y la irracionalidad con la del diálogo, las razones y la libertad.

«Allí se dan la paz con las manos manchadas»: de nuevo un verso muy expresivo que se explica por sí solo, alusivo al fervor religioso de unas personas que mandaban y mandaban matar, o mataban directamente. Una frase que un joven seminarista le recita a Guillermo Niño mientras asiste a misa con Marisa.

Están cambiando los tiempos (letra y música de Luis Pastor)

También del disco Nacimos para ser libres, fue una canción que, a pesar de lo que indicaba su título (al menos en apariencia), no estuvo libre de polémicas y boicots, como, por ejemplo, un aluvión de protestas de ciertas gentes a la dirección de TVE por su interpretación en el especial «Yo canto», acompañadas de amenazas serias contra el artista. Sobre todo por el verso que escogí para este capítulo: «No saldrá del agujero», aunque irónicamente se acabó pidiendo que saliera para meterle en otro agujero más familiar.

Galería de perpetuas (letra y música de Pedro Cobos y José Nieto; intérprete: Marisol)

En el proceso de Pepa Flores con romper de alguna forma con su pasado, encarnado en la dulce niña prodigio de nombre Marisol, surgieron discos y canciones interesantes, muy alejadas de aquellas que cantaba en su niñez en aquellas películas ñoñas. Pepa/ Marisol demostraba no solo haber conservado, y hasta perfeccionado, sus dotes interpretativas, sino que podía ser una artista comprometida y para un público adulto. Galería de perpetuas (canciones para mujeres), del año 79, es uno de esos discos, y la canción que daba nombre al disco toda una declaración de intenciones.

Es parte de una historia: Dolores Vázquez, cantante folklórica conocida como La Petenera, cumple cadena perpetua en la prisión de Alcalá de Henares por un asesinato; sin embargo, como confiesa en su carta a su amante, en su opinión cumple esa sentencia por el contenido machista de algunas de las canciones que cantaba, justificando el maltrato y echando sobre la mujer la culpa.

«Su dignidad y su vergüenza» fue el verso escogido para el capítulo en el que una tal señora Lluch relata las torturas a las que fue sometida por el inspector Guillermo Niño (inspiradas por las que relata Lidia Falcón), declarando que, a su parecer, el policía mostraba un desprecio especial hacia las mujeres.

Jo vinc d’un silenci (letra y música de Raimon)

El valenciano Ramón Peleguero Sanchís, bautizado artísticamente como Raimon (con acento en la «o»), se representa a menudo como el cantautor arquetípico en España, pues, junto a Paco Ibáñez, influyó en los cantautores de todos los rincones de España y en todo idioma de manera definitiva.

En su disco Lliurament del cant (1976), aunque con la presentación previa en recitales, incluía esta canción, que es una de las más celebradas, solicitadas y aplaudidas: un himno para la clase obrera, reivindicando la sencillez y desvelando las mentiras que se esconden tras los grandes discursos y los grandes nombres históricos, porque, como él y yo sabemos, es la clase obrera, a la que él y yo pertenecemos aunque nos desclasen, la que hace la historia. ¡Y punto!

«Quien pierde los orígenes pierde identidad» (Qui perd els origens perd identitat) fue el verso elegido para el capítulo en el que narro la infancia y la juventud de Guillermo Niño en su pobre y pequeño pueblo de Extremadura, siendo hijo de un duro y severo labrador que esconde un secreto oscuro y sangriento… Y el sentido es ese: que siendo de clase humilde eligió, al hacerse policía, pasarse al bando de los que oprimen, ejeciendo la labor ejecutiva de esa represión.

Knockin’ on Heaven’s Doors (letra y música de Bob Dylan)

Rompiendo la hegemonía, para este capítulo escogí a un cantautor, pero estadounidense. Y había una razón.

Esta canción, todo un himno pacifista, pertenece a la banda sonora de la película Pat Garret & Billy The Kid, de Sam Peckinpah (1973), aunque ese Billy el Niño romantizado, interpretado por Kris Kristofferson, dista mucho de parecerse a Guillermo Niño (Billy Kid) o a aquel policía al que se apodó así.

«Demasiado oscuro para ver» (Too dark to see) es un verso alusivo al dolor que causa ser el responsable de tanta muerte.

La meva estrella (letra y música de Francesc Pi de la Serra)

De nuevo el genial cantautor catalán. Es una canción incluida en su disco No és possible el que visc (1974), en donde narra un suceso preciso: la represión de una manifestación y cómo, al tratar de ayudar a un viejo en la huida, descubre que es un infiltrado que trata de detenerle.

En ese momento es cuando dice «Todo se ha vuelto de color gris» (Tot s’ha tornat de color gris), refiriéndose al color del uniforme de la policía armada y a su ingente número. Aunque el capítulo que lo nombra no trata exactamente de eso, sino que es en un sentido más literal: todo se vuelve oscuro para el exinspector Guillermo Niño cuando la querella toma finalmente la forma de juicio.

Las cárceles, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Elisa Serna)

Otro poema de Miguel Hernández, esta vez de su poemario de la guerra El hombre acecha, en el cual los estudiosos ven un cambio de enfoque: más preocupación por la humanidad que por el conflicto bélico y el hecho revolucionario en sí.

Es un poema en el que Hernández habla de la represión que se producía en la zona dominada por los fascistas, y una reflexión: que se puede tener a una persona encerrada, pero solo su cuerpo: su alma es libre e inquebrantable.

«No le atarás el alma» De entre otras versiones, escogí el fragmento del poema que canta Elisa Serna, la gran cantautora y gran represaliada por el régimen, en su disco Este tiempo ha de acabar (1974), que era una reedición depurada de su disco publicado en Francia el año anterior Quejido. Elisa comenzó su andadura, influida por Paco Ibáñez, musicalizando poemas, especialmente los de Miguel Hernández. Yo elegí este fragmento para un capítulo en el que se describen algunas de las torturas que Guillermo Niño propiciaba a sus víctimas, porque, en cierto momento oscuro, esta canción me dio fuerzas. Creo que a Elisa le hubiera gustado el libro: espero que en el Cielo tengan servicio de biblioteca.

Los dos gallos (letra y música de Chicho Sánchez Ferlosio)

Chicho, hijo de Rafael Sánchez Mazas y hermano de Rafael Sánchez Ferlosio, dentro de la canción de autor, era una persona tan discreta como fundamental, eligiendo la mayor parte de las veces pasar al segundo plano y componer para otros. Sin embargo, tiene el mérito de ser uno de los grandes precursores. A principios de los 60 «grababa para dos jóvenes suecos, Sköld Peter Matthis y Svengöran Dahl, un número de canciones que saldrán en EP bajo el título
genérico de Spanska Motståndssånger (Canciones de la resistencia española), que fueron editadas en 1963 en Suecia (se reeditarán en LP en el año 1974), con portada e ilustraciones de José Ortega, y bajo anonimato del autor e
intérprete (“Se silencia el nombre por razones de seguridad”, rezaba en sueco la contraportada del disco). Era un encargo de la revista Clarté para un número especial, que se enmarcaría además en una exposición de 1965 en Estocolmo llamada Spannien Annorlunda (España diferente), con obras de pintores suecos y del grupo Estampa Popular» [de mi tesis La creación de una cultura de la resistencia a través de la canción social]. Una de esas canciones era esta: una alegoría sobre la guerra civil en la que enfrentaba a un gallo negro contra otro rojo.

«Otro gallo cantaría» es una alusión a que la historia hubiera sido muy diferente. Por eso utilicé este verso para narrar la micronovela que supone este capítulo, en donde cuento la historia del abogado, primero defensor de los oprimidos y luego acusador del opresor, Alberto Flores Leal, sus encontronazos con Guillermo Niño y su inicio de la demanda que, finalmente, llevará a cabo su hija Cristina. Además, ilustra una frase que describe aquellos encontronazos y luchas de poder como una pelea de gallos. Es todo un homenaje a los abogados laboralistas de los 60 y 70 que se jugaron la piel por los trabajadores y los opositores, por desgracia, en alguna ocasión, literalmente.

Los rockeros van al infierno (letra y música de José Luis Campuzano y Carolina Cortés; intérpretes: Barón Rojo)

Pudiera parecer que, con la elección del himno de los heavies españoles, incluido en el disco Volumen brutal (1981), vuelvo a alejarme de los cantautores de España, pero no es del todo cierto. Los fundadores de Barón Rojo, los hermanos Armando y Carlos de Castro, venían de Coz, otro grupo de rock duro, pero que, además, guardaba buenas relaciones con los cantautores y había apoyo mutuo. Los De Castro abandonaron Coz porque, según versiones, la discográfica prefería las canciones de los otros miembros a las suyas, o bien por la deriva comercial que el grupo estaba tomando, y fundaron el Barón Rojo: el gran grupo de hard-rock de España, sin desmerecer al resto.

«Esa falsa humanidad de los que se dicen buenos»: la elección de esta línea fue algo casual. Tenía puesta la canción y de repente la escuché, y me dije que podría ser uno de los títulos. De hecho, es el título de uno de los capítulos más escabrosos de la novela, en donde relato las inquietudes e inclinaciones y perversiones sexuales de Guillermo Niño, además de su homofobia repugnantemente patente.

Parábola sobre el billar, de Carlos Álvarez (musicalización e interpretación de Luis Pastor)

Este poema es una alegoría sobre la palizas en las detenciones: una bola roja de sangre, tres hombres condenados a chocar… Podían ser dos policías, o, en caso de querer más contundencia, matones contratados. Sergio Rodríguez Tejada, en su Zonas de libertad (libro que me sirvió para documentarme), contaba el testimonio de detenidos que apuntaban a que la policía de Valencia solía recurrir a los servicios de un brutal albañil, apodado Pepe el Boxeador, para llevar a cabo estas labores.

«No puede haber otro juego tan cruel como el billar» es el título del capítulo en el que un poeta y artista narra cómo fue sometido al método de tortura conocido como «la rueda»: un corro de policías o matones (para el caso es lo mismo) se pasan de mano en mano al detenido propinándole golpes.

Pueblo blanco (letra y música de Joan Manuel Serrat)

Se incluye en su álbum Mediterráneo (1971) esta estremecedora canción sobre un pueblo, uno de tantos, que ya agonizaba y donde la tierra parecía amarrar a sus habitantes. Según el cantautor bilingüe, hijo de madre aragonesa, la canción le fue sugerida al contemplar las ruinas de Belchite, el pueblo que quedó destruido durante la guerra y reconstruido en otro lugar.

«Fuerte p’a ser su señor y tierno para el amor»: para el capítulo en el que a Marisa se le empieza a caer la venda de los ojos respecto a su marido, en el que comienza a reflexionar sobre el papel que ambos han tenido en el matrimonio y en lo que ella era para él, solo me interesaba esta línea de «una canción que le gustaba (el cantante, no tanto)».

Què volen aquesta gent (letra de Lluís Serrahima, música de Maria del Bonet; interpretación de Maria del Mar Bonet)

Un estándar ejemplar de canción protesta en España por la trovadora mallorquina. La canción cuenta, de forma épica, a la manera de los juglares medievales, un suceso: el suicidio de un joven estudiante antes de ser detenido por unos hombres. Naturalmente, tanto letrista como intérprete no cometerían el error de decir quiénes eran esos hombres y que el término suicidio era solo un eufemismo. Pero el público era muy inteligente y adivinaba lo que la canción callaba tanto como lo que dejaba entrever el redactor del periódico al tratar este tipo de noticias. Erróneamente suele atribuirse su inspiración al asesinato de Enrique Ruano, que fue posterior a la grabación de la canción; en realidad habla de otro estudiante, también madrileño, que murió en circunstancias similares: Rafael Guijarro Moreno. Sin embargo, la canción sirve a ambos indistintamente. Realizó una adaptación al castellano muy fiel Elisa Serna.

«La ley una hora señala» (la llei una hora assenyala) y «Murió de una llamada al romper el alba» (traducción libre de n’és mort d’un truc a trenc d’alba): dos frases de la canción para dos capítulos que giran en torno al mismo tema. En Billy («algo es algo») me inventé un personaje ficticio, un joven llamado Gabriel Aceituno Arrendajo, que tuvo una suerte parecida a la de Guijarro y Ruano. El recuerdo de su asesinato es, en gran parte, el leit motiv de la novela.

«Alguna trovadora escribiría un romance describiendo un hecho similar: podrían prohibírselo, pero el romance correría de boca en boca» (Billy («algo es algo»)).

Refranívocos, de Mario Benedetti

El genial poeta uruguayo elaboró un poema en el que truncaba la segunda parte de refranes y dichos populares, cambiándoles el sentido, o inventándose algunos. Inolvidable la mezcla de su recitado junto a «El diablo en el paraíso» de Violeta Parra, interpretada por Daniel Viglietti.

«… pero algo es algo»: No, no es espoiler, si conoces el poema en sí. Ese «algo es algo», que además tomé como subtítulo, viene a significar que, a pesar de las injusticias, de alguna manera la literatura, el arte en general, viene a brindar un cierto consuelo, por pequeño que sea. Como ya sostuvo Gramsci, a través de la literatura el humilde puede soñar con la venganza sobre el poderoso.

Smells like teen spirits (letra y música: Kurt Cobain, Dave Grohl, Krist Novoselic; intérpretes: Nirvana)

El himno de los grunges se publicó en el disco Nevermind (1991), y, alcanzó tal éxito, que el grupo llegó hasta a cogerle manía. No se les puede quitar la razón, cuando un sonido tan sucio como encantador, el santo y seña de los desarrapados despreciados por la sociedad biempensante, entró por la puerta de los éxitos discográficos hacia la aceptación social.

«Ya estamos aquí, diviértenos» (Here we are now, entertain us): aquí sí me alejé del todo de la hegemonía de títulos de canciones de cantautores españoles. La razón es más personal y su elección no fue fácil del todo. En este capítulo, a través de nuestros alter-egos, intervenimos mi pareja, Cristina Bermejo Rey, que también es escritora (buscad su Trece relatos de amor maldito), y yo, encarnados en unos periodistas autónomos especializados en asesinos en serie, a los que Guillermo Niño requiere para ser asesorado acerca de El Carcelero. Y la canción, sin más, sonaba durante nuestro primer beso en Bar Garaje (Travesía del Pilar 2, Getafe, Madrid).

Anti-social (letra y música de Bernie Bonvoisin y Norbert Krief; intérpretes: Los Suaves)

Esta versión del grupo gallego de la canción de la banda francesa Trust? (con el precedente de Anthrax) no pertenece a los títulos de los capítulos, porque no me percaté de su letra hasta después. Cuando la escuché, pensé que podría haber estado genial, pero ya era tarde, así que siempre procuro incluirla en las publicaciones a modo de epílogo.


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Desentrañando Billy («algo es algo»): The Making Off


Argumento

Portada del libro

Guillermo Niño Pérez es un expolicía franquista que se enfrenta a un juicio inminente por sus torturas durante la dictadura y la transición, a la vez que vive obsesionado por un misterioso vecino y atormentado por el recuerdo de un crimen que cometió durante sus años de servicio. En medio de todo esto, descubre la existencia de un asesino en serie que parece imitar sus métodos de tortura, y decide tratar de demostrar su identidad.

Es una historia que transcurre en la actualidad, aunque hay flashbacks hacia su pasado que nos permiten conocer la historia y la personalidad del inspector Niño. Comprender el presente conociendo el pasado.

Génesis

La idea de Billy («algo es algo») surgió hará un tiempo, cuando una escritora estaba ideando una novela de psicópatas y le sugerí la idea de meter a un policía de la vieja escuela como investigador. El proyecto de la novela fue abandonado, así que, tiempo después, recordé mi aportación y decidí escribir sobre ello en una especie de relato corto. Pero, a medida que avanzaba, el relato pedía más, y así nació una novela no demasiado extensa y bastante original.

Las influencias

Puede que esté mal decirlo, pero me gusta pensar en Billy («algo es algo») como una novela de regusto clásico, es decir, un libro en el que el trasfondo social y político, sin llegar a explicitarse demasiado, condiciona la historia y el argumento, que sirve para hacer un juicio moral sobre una injusticia. Así escribían Victor Hugo y Dostoievski, que han tenido una gran influencia sobre mí. Por eso, alegremente me uno a la corriente llamada Realismo Social del Siglo XXI.

Además de ellos, la lectura de El ruido y la furia de William Faulkner me fascinó de tal manera que me animó a intentar hacer aquellos malabares lingüísticos: un libro en el que la historia no se te da hecha desde el principio, sino que tienes que construirla a medida que vas leyendo.

Fuera de lo literario, el lector descubrirá los guiños a la película 7 días de Enero, de J. A. Bardem, sobre todo en el capítulo relativo al atentado de la calle Atocha y la escena del funeral. Fue, sobre todo, la soberbia interpretación de Alberto Alonso en el papel del inspector Cisco Kid lo que inspiró la creación del personaje de Guillermo Niño. También, la forma de narrar los acontecimientos, de cambiar nombres y señalar sin nombrar.

En cuanto a documentación, decidí que, para no crear la identificación total, partiría de lo que ya sabía, para que la inspiración no influyera demasiado sobre el inspirado. Ya había suficientes reportajes, artículos, noticias y testimonios. Pero la idea de base fue el libro, anteriormente tesis doctoral, del doctor en Historia Sergio Rodríguez Tejada, de la Universidad de Valencia, Zonas de libertad, en donde recoge los testimonios de los que sufrieron las torturas en las comisarías de Valencia y algunos de aquellos deleznables métodos.

Queda señalar también el homenaje a los cantautores que encontrarás en la página 70, con una fuerte influencia de Fernando González Lucini.

Desarollo, recursos y contexto histórico

Como te digo más arriba, la historia policial, con tintes de novela negra, es la excusa para poner de manifiesto el trasfondo: las torturas que se produjeron durante el franquismo en las dependencias policiales (y después) y la impunidad de la que gozan sus propiciadores. De esta manera, el trasfondo pasa al primer plano, tomando más protagonismo a medida que avanza la historia.

De ahí el recurso a los flashbacks y a la frase recurrente que encontrarás a lo largo del libro: es la persistencia de la memoria y el peso moral de los hechos pasados.

No había en sus comienzos, realmente, un intento de condena moral: salió solo; naturalmente. Tal vez el detonante fueran aquellas declaraciones de los dos antiguos ministros del Interior, empeñados en proteger a unas personas corruptas de sus responsabilidades con la excusa de no permitir que se manche el nombre de las fuerzas de seguridad del Estado (¿alguien ha dicho que juzgar a un criminal de guerra nazi suponga denigrar el nombre de los cuerpos de seguridad alemanes? ¡Pues eso!)

Artículo primero. I. Quedan amnistiados:

(…)

c) Todos los actos de idéntica naturaleza e intencionalidad a los contemplados en el párrafo anterior realizados hasta el seis de octubre de mil novecientos setenta y siete, siempre que no hayan supuesto violencia grave contra la vida o la integridad de las personas.

Artículo segundo.

En todo caso, están comprendidos en la amnistía:

(…)

e) Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley.

f) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.

(Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía)

La historia transcurre, aproximadamente, en la actualidad, pero se entrelaza con los recuerdos de su protagonista constantemente, mediante flashbacks y capítulos retroactivos que nos cuentan su historia y sus andanzas. También existe un capítulo a modo de pequeña contranovela que nos explica la génesis de la querella a la que ha de hacer frente. A excepción de algunos fragmentos y un capítulo, está narrado en tiempo pasado.

El contexto histórico son los últimos 60 y principios y mediados de los 70, en las postrimerías de la dictadura franquista: una época poblada de activistas, integristas políticos y religiosos, artistas contestatarios y psicópatas amparados por la legalidad, con carta blanca para realizar cualquier cosa que quisieran. Para narrar muchos de estos hechos y personas reales que tuvieron mucho peso entonces, eché mano de un recurso que ya definió el dramaturgo Bertolt Brecht: el distanciamiento, aunque también está la influencia de la película de Bardem.

Como todavía hay cosas y sucesos de los que hablar resulta un acto a menudo sangrante, sobre todo con los lobos con piel de cordero, me resultó una buena idea esa de señalar sin mencionar, de manera que parezca que estemos hablando de otro país y otro tiempo; que Guillermo pueda ser igualmente un policía del apartheid, un oficial de Auschwitz o un agente de la Stasi.

Ejemplos: hay unos cuantos sucesos, como la matanza de Atocha, que son mencionados con deliberada ambigüedad, de manera que el lector que conozca estos hechos los captará al instante, mientras que a otros se les despertará la curiosidad y comenzarán a investigar, como le ha pasado a muchas personas que la han leído o lo están haciendo.

Funeral por los Abogados de Atocha (foto de Antonio Gabriel; fuente: El País)

Por su parte, la «muerte accidental» del estudiante es calcada a las de Rafael Guijarro Moreno y Enrique Ruano: activistas que, empleando terminología oficial, murieron en extrañas circunstancias en el transcurso de sus interrogatorios y de las que nadie se ha responsabilizado o se ha señalado.

Enrique Ruano

Más ejemplos. El departamento policial al que pertenece Guillermo es llamado Brigada de la Noche, con toda la simbología que encierra, pues «la noche», además de amparar la caza, como se dice en algún pasaje, era el símbolo con el que poetas y cantautores llamaban a la dictadura. Los políticos y militares ultras son denominados genéricamente como Jefes. Otros, como «el juez», «el ministro», etc., son meros personajes tipo, pero con guiños tomados de declaraciones reales. Pocos nombres reales aparecen.

Aparte de los sucesos históricos conocidos, existen al menos dos, que son intrahistóricos, y están basados en hechos reales. El primero sucede cuando se cuenta la historia de la familia de Guillermo: a un amigo de mi abuela, tal como me contó ella, los falangistas le obligaron a comerse la corbata roja que le identificaba como miembro del PCE. El segundo, ocurrido a mediados de los 70, está inspirado en lo que le ocurrió a un chico que conocía mi madre, que tuvo la mala suerte de pararse junto a un coche, propiedad de un señor que tenía licencia de armas y, seguramente, amparo de alguien, ya que salió absuelto del juicio y la familia del chico no recibió ningún tipo de indemnización o compensación.

Finalmente, como un ingrediente a sumar a su originalidad, el nombre de los capítulos. A excepción de tres, son fragmentos de canciones y poesías bastante conocidas de mediados y finales de los 70: canciones de Llach, Elisa Serna, Raimon, Maria del Mar Bonet, Adolfo Celdrán, Luis Pastor…, y poemas de Miguel Hernández, Juan de Loxa o Mario Benedetti, quien me proporciona el subtítulo del libro, ese «algo es algo» que viene a decir que, a falta de justicia real, nos queda el consuelo de hacerla a través del arte.

(Escucha su banda sonora)

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Yo con Elisa el día de su graduación en la Universidad para Mayores

Además, no se puede pasar por alto a quién va dedicado el libro: es precisamente a una de esas cantautoras, Elisa Serna, que sufrió multas, detenciones y exilio a lo largo de su carrera, por lo que cantaba, como ningún otro cantante de la época. Su fallecimiento tuvo lugar algo antes de que empezara a escribir el libro, por lo que no podía ser de otra forma. La presentación realizada el día 12 de junio en el Café Libertad 8, con sus canciones sonando antes de empezar y al acabar, supuso casi un homenaje y un recuerdo emocionado por nuestra parte (la mía y la de Cristina), por ser precisamente ahí el último lugar donde la vimos en persona y hablamos con ella, y donde tenía programada una actuación que no pudo realizar.

Personajes

Billy («algo es algo») se centra casi todo el tiempo en un único personaje, aunque a lo largo de la historia otros toman momentáneamente el protagonismo.

Guillermo Niño: es el protagonista. Un expolicía fanático que no se arrepiente de nada de lo que hizo. El lector sagaz verá, por la portada del libro y la traducción al inglés del nombre, en quién está inspirado el personaje: en el más famoso, pero no el único, de los torturadores franquistas, Antonio González Pacheco, más conocido por su alias, «Billy el Niño», dicen que por la rapidez con la que sacaba la pistola durante los interrogatorios; de ahí que el sobrenombre de Guillermo sea el de «el Pistolero». Pero cabe advertir que es solo inspiración, y que en él pueden concurrir todos ellos juntos. Como virtud, es un sagaz policía retirado al que la emoción de una investigación hace rejuvenecer.

Comisario Ramón de la Dehesa, «Calvoroto»: este personaje está inspirado fuertemente por el comisario real Roberto Conesa. Cualquiera que conozca su historia se sorprenderá de cómo un miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas, para esquivar la tortura y la pena de muerte, vendió a sus compañeros, incluidas las 13 Rosas, y después fue escalando, delación tras delación, hasta convertirse en el encargado de mantener el orden político a pie de calle. Cuando uno se para a considerar sobre este cambio, llega a una única conclusión: que una persona así, en realidad, carece de ideales y que lo único que le mueve es salvarse a sí mismo. Calvoroto es cinismo puro y duro, que enmascara de servicio al orden y la ley y de integrismo político. Finalmente, su mote, por su característica física más notable, viene por otro torturador al que las víctimas apodaban como «el Calvo».

Emilio Boneco Andrade, «Queco»: otro de los policías de la Brigada, compañero inseparable de Guillermo; en cierto sentido, su contrapunto en cuanto a carácter, pero moralmente mucho peor y más cruel. Su nombre y apodo (boneco es ‘muñeco’ en gallego) se deben a otro torturador, el capitán de la guardia civil, participante del golpe del 23F, Jesús Muñecas.

Marisa: la mujer de Guillermo. Seguramente, el personaje más encantador de la novela y, en mi opinión, la verdadera protagonista. En la creación de Marisa pesó la llamada de la mujer de Tejero pidiéndole que no matara a nadie. (Luego me enteré de cosas que me llevan a declarar que mi Marisa es mucho mejor.) La idea que subyace es la de la mujer de los dictadores, los torturadores y los mafiosos (de ahí el guiño a El padrino), es decir, ¿llegan a saber qué es lo que hacen sus maridos?, y si es así, ¿pueden vivir tranquilas, sabiendo que aman a un monstruo? En el caso de mi personaje, se le va cayendo la venda al descubrir lo que ha hecho su amado esposo a lo largo de esos años, además de cobrar conciencia de su relación de pareja.

Agustín González (Fuente: Wikipedia)

Comisario Manuel Cabezas: es la antítesis de Guillermo, de quien fue su subordinado y al que le debe buena parte de su carrera policial. Un demócrata suarista convencido que repudia lo que su jefe y sus compañeros hicieron en el pasado, pero que no puede negar su ayuda al amigo que la necesita. Para él tenía en la cabeza a los entrañables o cómicos policías, según la película o serie, que encarnó el gran actor Agustín González: de ahí su descripción física y algunas expresiones y giros. Guillermo y Manuel forman una pareja casi clásica, como el día y la noche, y el lector disfrutará de los diálogos entre ambos. Para muestra, esta locución sobre el texto adaptado que hicieron los actores José Palacios y Antonio Orozco, del grupo Taormina:

Alberto Flores Leal: el abogado acusador. Su historia es la transformación de abogado defensor de los detenidos por Niño a acusador contra este a raíz del atentado de Atocha. El apellido Flores simboliza un poco un tono alegre frente a la España negra que representan Niño y su gente, mientras que su segundo apellido, Leal, por su significado etimológico, es un pequeño homenaje a los abogados laboralistas que tanto se jugaron en aquellos años; casualmente, Leal era el apellido del único muerto de Atocha que no era abogado. Físicamente, tiene dos modelos que me sirven también de homenaje; la fisonomía del primer Alberto se corresponde con la foto del primer sencillo del cantautor gallego Benedicto García, mientras que el segundo Alberto se parece físicamente a mi amigo Antonio Gómez cuando era joven y producía discos.

El vecino: un enigmático joven cuya misteriosa vida e inquietante personalidad obsesionan a Guillermo. Tendrá que tolerar el acoso del exinspector.

Y luego una serie de personajes menores, como Paco «el Fino» (expolicía y dueño de un bar); la abogada de la acusación, Cristina Flores (hija de Alberto); el abogado defensor, Mariano Berrocal (sobrino de Marisa); los compañeros de la mili: el Bullonero (un guiño al dúo de folk aragonés La Bullonera) y el Estupendo (inspirado en el personaje de mismo apodo que itnerpretó Antonio Ozores en la película 15 bajo la lona); Tío Posada, el padre de Guillermo, que guarda un horrible secreto; Puri, la prostituta que lo desvirgó, y los dos periodistas, cuya intervención está narrada en presente, porque son nuestros álter egos (que protagonizan su propia novela, aguardando en un cajón). Sin contar, claro está, con el asesino en serie: el Carcelero.

¿A quién va dirigido?

Pues a quien le guste leer una buena historia: una buena historia que no se atiene a las modas. Soy consciente de que no es un best seller, precisamente por eso.

Pero, sobre todo, a aquellos cuya lectura les levante curiosidad y decidan indagar sobre este tema, y también a aquellos que sufrieron en sus carnes las tropelías de unos funcionarios públicos que, amaparados por la ley, daban rienda suelta a su sadismo y su sociopatía. Quizás aquí encuentren un consuelo.

Últimas cosas

No hay mucho más que decir salvo que espero que sea un libro que entretenga, instruya y haga reflexionar; que cada cual escoja la versión de la historia que prefiera, ya que incluso el final desconcertante queda a la decisión del lector. Solamente puedo cerrar con el último párrafo del prefacio:

Sin más, te deseo una buena lectura, que te entretenga y te haga reflexionar y hasta investigar sobre todo esto.

Para hacerte con él:

Libros Indie

Casa Del Libro

Amazon, versión papel y versión para Kindle.

Más información: descárgate mi dossier de prensa

La Hoguera (3-V-2015): ¡Gloria a los Muertos del Mundo del Trabajo!


Funeral_abogados_AtochaLos años 70 fueron especialmente conflictivos en el mundo laboral: las justas peticiones de aumento de salario, reducción de jornada, mejora de las condiciones laborales en general y el formar un sindicato propio, se saldaron con multas, cárceles e incluso el asesinato a sangre fría. Los poetas y cantantes concienciados quisieron denunciar estos hechos y hacer un homenaje a los mártires del mundo del trabajo. Éstas son sólo algunas de ellas, que, como dice la primera canción, esas sevillanas rebeldes de Gente del Pueblo, relatan “¡Qué duros son los caminos!”.

El caso, por ejemplo, de Amador Rey y Daniel Niebla, obreros ferrolanos asesinados por la policía el 10 de marzo de 1972 (dando lugar al Día da Clase Obreira Galega), inmortalizados en un poema de Uxío Novoneyra que Bibiano musicalizó y cantó. O el de los líderes sindicales encausados en el llamado Proceso 1001 (entre ellos, Marcelino Camacho, referente moral de la lucha obrera), héroes de un romance flamenco compuesto y cantado por Manuel Gerena.

Estudiantes, obreros y abogados asesinados por la guardia civil, como Javier Verdejo, cuya pintada por el pan, el trabajo y la libertad, fue interrumpida por un disparo; o los abogados de la calle Atocha, cuyo atroz asesinato por un grupo ultraderechista conmocionó a toda la sociedad. Ambos casos reflejados en un poema por Juan de Loxa, que sería cantado por Aguaviva. Y es que eran tanto los casos, y pocos los que quedaron sin alguna canción, fuera directa o indirecta, que hubo quien, como Imanol, dedicó canciones a todos ellos y, en su caso, alternando el castellano y el euskera.

Pero, a pesar de todo esto, todas las manos, todos los esfuerzos, son necesarios; Luis Pastor lo recordaba, apoyándose en el refranero popular, en su canción “Un grano no hace granero”, que se puede escuchar de fondo por falta de tiempo.

Funeral Vitoria 1976Y si hubo un caso en el que quedó patente la falta de diálogo del gobierno resultante de la dictadura, y de su poca predisposición hacia el cambio democrático, ése fue la violenta represión de los obreros vitorianos en 1976: mientras el ministro de la gobernación (hoy diríamos, del interior) Manuel Fraga estaba en Alemania, convenciendo a la sociedad internacional del cambio democrático en España, las fuerzas del orden, sobre las que tenía potestad, acribillan una asamblea de trabajadores, resultando cinco muertos, ante su indolente indiferencia. Cuando regresa, ante la indignación de la práctica totalidad de la población, sólo es capaz de advertir de que eso debiera “servir de ejemplo” a quien sobrepasa las líneas marcadas. A día de hoy, mientras hay quien trata a esta persona de “padre y ejemplo” de la democracia, los ministros que estuvieron con él, como Martín Villa y Osorio, responsables de la situación, sin ningún pudor en absoluto se atreven a decir que los manifestantes pertenecían al entorno de ETA, que sobrepasaron las líneas rojas y agotaron la capacidad de paciencia del gobierno. Cuenta el gran Lluís Llach que, cuando estaba oyendo las noticias se encontraba sentado al piano, y casi instintivamente golpeó con fuerzas sus teclas, surgiendo los acordes de la canción con la que denuncia a los responsables y rinde homenaje a los obreros: “Campanades a mort”.

Escuchar:

http://www.ivoox.com/gloria-a-muertos-del-mundo-del-trabajo-audios-mp3_rf_4440310_1.html

http://www.getafevoz.es/programas/la-hoguera/

Sigue siendo urgente esa invasión de los bárbaros (gracias Juan)


No necesariamente                          
hombres musculosos esos bárbaros,
aunque algunos,                               
sí necesariamente                             
  con gran imaginación.                      

Juan de Loxa, “No necesariamente”

loxa_poemaAyer tuve el inmenso honor de conocer al gran poeta andaluz Juan de Loxa (vía Lucini), promotor del colectivo de cantautores andaluces Manifiesto Canción del Sur (Carlos Cano, Antonio Mata, etc.) y quedé impresionado con su humanidad, sinceridad, sencillez… cuando le hice una pregunta que hacía tiempo tenía ganas de hacerle (aunque esta vez mi intuición me ha fallado, pero sospecho que indirectamente: seguiremos investigando). Como le dijo Raimon al sindicalista Gregori López Raimundo: “… he sentido fuerte un gran orgullo muy de hombre”. Al hilo de esta conversación, Juan citó uno de sus poemas más impresionantes que grabó el grupo Aguaviva en su impresionante disco No hay derecho (1977), y quiero reproducirla aquí a modo de homenaje/ agradecimiento:

aguaviva-no-hay-derechoNo hay derecho es uno de los discos más interesantes del conjunto de folk-rock Aguaviva: musicalmente, recorre el folk-rock, la zarzuela, el soul, y hasta se atreven con una adaptación del tema de Lou Reed “Take a walk on the wild side” con el título de “No hay derecho, Lou” (hay tres versiones del tema “No hay derecho”: la primera, a lo zarzuela; la segunda, ésta adaptación de Reed; y la tercera, a ritmo de soul, o mejor dicho, gosspel). Entre canción y canción, Aguaviva entremete imitaciones paródicas de los políticos ultraderechistas de entonces, que se aferraban al moribundo régimen como a un clavo ardiendo, con sus soflamas acerca de la unidad y el orgullo nacional, el caos y la destrucción que traerán los contubernios demócrata-comunistas-europeos-judeo-masónicos-… Y líricamente, la gran parte de las canciones son obra del grupo, a excepción de ésta, la penúltima canción, cuya letra es del gran De Loxa. Todo el disco tiene algo brechtiano: no establece líneas temáticas, sino que las rompe continuamente.

Javier Verdejo (4)Esta conmovedora canción es un retrato de aquellos días de los coletazos del régimen, aquellos días en los que clamar por la justicia era un crimen y el asesinato oficial e institucionalizado no. Días en los que los asesinos hacían gala de sus pureza cristiana al “darse la paz” en sus misas, orgullosos de haber enviado a las masas rebeldes al infierno o al purgatorio, según ellos. Este poema le fue trágicamente inspirado por los asesinatos de los abogados de Atocha y de Javier Verdejo, estudiante almeriense muerto por tiros de la guardia civil mientras intentaba pintar en una pared “¡Pan y Trabajo!”.

¡En fin! Gracias por un momento tan agradable Juan. ¡Va por ti!… ¡Y vivan los poetas andaluces y los Bárbaros del Sur!

Es urgente

Es urgente pedir por esta boca,
poner los dedos en la llaga.
Pan y trabajo,
siempre se escapa el tiro
pa los de abajo.
No le saliera el tiro
por la culata.
Urgente es preguntar por los ausentes,
de su eterna prisión romper los lazos,
gritar para exigir la libertad que aspiro,
antes de que este tiempo nos quiebre entre balazos.
Sus fusiles…
Sus ametralladoras…
Por "hache" o por "be" no te dejan vivir.
Sus fusiles disparan si "hache" es:
pan para los hijos, escuelas, trabajo
o decir que basta ya de tanto asesinato.
Sus ametralladoras
sorprenden cualquier reunión, en donde
se hable del hombre y sus derechos.
Van a misa rodeados de sus hijos
y allí se dan la paz con las manos manchadas.
No saben que el amor es todo lo contrario.
Quitarnos las mordazas de la boca es
urgente, tirar al río el cinturón
a bofetadas, ay amor, de flores.
Que para limpiar la frente de sudores
bien pueden valer claveles
por pañuelo. ¡Qué dolores
para pintar el puente de otros colores!

Juan de Loxa

Música de Virgilio Fernández

“Que no amanece por nada…” (35 aniversario del asesinato de los abogados laboralistas de Atocha)


Hijo, abrígate bien. Y ponte la bufanda.
No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
Que no está el tiempo bueno todavía.

(“Enfermedades de invierno”, Jesús López Pacheco)

Vídeo resumen de la película de J. A. Bardem

Enero de 1977: manifestación de repulsa por la muerte de los abogados de Atocha durante el entierro de estosHoy se cumplen 35 años desde el brutal atentado terrorista contra unos abogados laboralistas y un trabajador de Comisiones Obreras, en 1977, a manos de un comando de ultraderecha, y hoy como ayer, pasan cosas contradictorias. Su historia ya quedó plasmada en este monográfico en tres partes. Por resumir, tras el éxito de la huelga del transporte privado, tres pistoleros de ultra-derecha, de la Alianza Apostólica Anticomunista (la Triple A, o AAA), irrumpieron en el despacho de los abogados laboralistas que habían llevado el caso de los huelguistas, buscando al líder sindicalista Joaquín Navarro, que no se encontraba allí; los terroristas dispararon a bocajarro contra los indefensos abogados y el empleado, aunque no mataron a todos: fue la culminación de unas jornadas de violencia inédita, cuyo antecedente más directo fue el secuestro de Villaescusa y de Oriol por GRAPO (posible grupo de ultraderecha disfrazado de revolucionario de extrema-izquierda), con los asesinatos, durante manifestaciones por la amnistía, de Arturo Ruiz, a manos de los Guerrilleros de Cristo Rey, y de María Luz Nájera, a manos de las fuerzas antidisturbios de la policía armada. La noche del 24 de enero se produjeron incidentes similares, sin heridos, en varias centrales de los sindicatos, y mucha gente, temiendo una “noche de los cristales rotos”, no durmió en sus propias casas. Pero las cosas habían cambiado algo, gracias al gobierno de Suárez, y la policía detiene a varios militantes de Fuerza Nueva y de los grupos paramilitares, junto a personalidades de la ultra-derecha como el repugnante filo-nazi Blas Piñar, Girón de Velasco (antiguo jefe de los sindicatos verticales) o Mariano Covisa, fundador de Cristo Rey. Pero incluso las sentencias condenatorias fueron suaves, y muchos de ellos se fugaron o salieron antes de tiempo.

garzonSe dan hoy varias circunstancias que sacan a la luz que han quedado muchas cosas pendientes. En primer lugar, justo hoy, comienza el juicio contra Baltasar Garzón, acusado por el pseudo-sindicato Manos Limpias –fundado por gente de Fuerza Nueva, de Piñar-, por iniciar la investigación de los crímenes del franquismo; esto días de atrás, el que ocupara varios cargos durante la dictadura y fundara el partido del franquismo sociológico, Manuel Fraga, recibe honores de Estado mientras los medios de comunicación callan cuidadosamente su responsabilidad en varios asesinatos oficiales. Incluso en esto tuvo su parte de culpa, pues fue ministro de la Gobernación durante 1975 y 1976, año en el que se recrudece la actividad de los grupos paramilitares de ultra-derecha, muchos de ellos, no sólo al servicio, sino también miembros, del sindicato vertical y de la policía política, la brigada político-social: pongo Montejurra por caso y los atentados del Batallón Vasco-Español en el País Vasco, tanto español como francés. Y mientras rendimos honores al tío más listo del búnker, al más trepa de la vieja guardia, a éstos, que sin querer dieron su vida por la dignidad de la clase obrera y de las libertades democráticas en este país, cuya muerte impulso realmente el proceso democrático con la escalofriante muestra de civismo y responsabilidad de la ciudadanía y de los militantes y simpatizantes del PCE durante su funeral –“Madrid: capital del dolor y la gloria”, era el titular de un periódico- no hablará ni uno de los descendientes del pomposamente llamado “padre de la democracia”… Porque hay muchos de ellos que tienen por donde callar. Y sobre Garzón, hago mía las palabras del presidente de la fundación Human Funeral_abogados_AtochaRights Watch, Reed Brody, "es la primera vez que se procesa a un juez por defender los derechos humanos; la primera vez en la UE que un juez es sometido al derecho penal por defender derechos humanos y perseguir crímenes internacionales" (Diario de Mallorca), y aseveraba que, si era declarado culpable, eso diría nada bueno sobre la justicia española. Pero mientras el mundo contempla con el corazón en un puño el juicio contra Garzón, paréceme a mí que el funeral del ex-ministro no ha sido seguido por la prensa internacional más allá de una breve reseña, y quizás diciendo lo que aquí la prensa oficial calla. Si, como colofón de todo esto, Garzón es declarado culpable, se habrá demostrado la clase de hienas que gobiernan este país hermoso.

Pero mi recuerdo es para quien vale la pena, para quien realmente luchó a pesar de todos los peligros, y para el que trabaja la tierra. A ellos les dedico esta canción de Labordeta, de su disco Que no amanece por nada (1978), del cual, algunas frases tienen una escandalosa realidad.

¡Gloria a los muertos del mundo del Trabajo!

monumento-a-los-abogados-de-atocha-19771

Compañeros

Compañero, compañero,
hasta aquí ya hemos llegado,
atrás dejamos la noche
con la violencia y el miedo.

Dejamos en los caminos
compañeros que no han vuelto,
que no han podido seguir
contra este brutal esfuerzo.

Qué larga ha sido la noche,
y el alba que tanto tarda:
salid al camino hermanos
que no amanece por nada,

y en nombre de los caídos,
de los que nunca llegaron,
hagamos de su esperanza
tiempos de hombres renovados.

Vamos ahora, compañeros,
a defender lo alcanzado
y a seguir hacia delante,
la lucha no ha terminado.

Defendamos os salarios,
los panizos y los ríos,
la igualdad entre los hombres,
las montañas y los trigos.

Qué larga ha sido la noche,
y el alba que tanto tarda:
Salid al camino, hermanos,
que no amanece por nada.

José Antonio Labordeta

http://www.10lineas.com/labordeta/antc.htm

Luis J. Benavides (asesinado);  Alejandro Ruiz (herido);  Enrique Valdelvira (asesinado);  Javier Sauquillo (asesinado);  Luis Ramos (herido);  Mª Dolores García (herida);  Serafín Holgado (asesinado);  Miguel Sarabia (herido);  Ángel Rodríguez (asesinado)

Los 7 días de Enero


Los ultras están preocupados: poco a poco van viendo como el gobierno, amparado por el rey, quien fuera designado sucesor por Franco en persona, está desmantelando lenta, pero inexorablemente, el proyecto de nación que Franco creo a fuego y a sangre sobre los cadáveres calcinados de los enemigos y las ruinas de la invencible Madrid. Han visto como han consentido el congreso de los socialistas, como Carrillo se ha paseado por delante de sus narices, han desmantelado el TOP, el órgano que les traía paz y tranquilidad; han desacreditado a militares que ganaron la guerra, les está abriendo las puertas a los separatistas y a los rojos; el sindicato vertical está amenazado de correr la misma suerte; y por si fuera poco, Carrillo puede ya pasearse por España libremente. Pero para colmo de males, Oriol sigue prisionero de los GRAPO, ante los que el gobierno ha cedido, pero ni aun así han conseguido su libertad. Los jefes hablan en sus contubernios, se remueven intranquilos en sus sillones: van a perderlo todo y van a perder España. Cada vez están más de acuerdo en algo: se impone la necesidad de una acción patrioticamente desesperada. Los camaradas italianos les dan una idea: estrategia de la tensión.
La estrategia de la tensión fue practicada durante los años 70 por el llamado terrorismo negro italiano, de tendencia neo-fascista: consistía en llevar a cabo una serie de acciones, entrando en una dinámica de acción-reacción mediante asesinatos y atentados, provocando a diversas clases y estamentos sociales, de manera que la situación llegara a ser tan insostenible que hiciera saltar a alguno de estos grupos para así, de alguna manera, legitimar un golpe de estado sangriento para salvar a la nación. En lo que sucedió entonces, sin poner en duda que se siguiera esa estrategia, hay dos teorías sobre quién puso realmente en práctica dicha estrategia: la clara es que fueron los ultras con el atentado de Atocha; otra, más oscura y que implica cierto maquiavelismo, es que fueron los GRAPO, bien como organización de extrema-derecha encubierta, bien dirigidos por los propios servicios de inteligencia españoles.
Viene el momento en el que el pueblo se verá involucrado a la fuerza en el juego de los grandes una vez más.

Por aquellos días, CC.OO había convocado una huelga en el sector del transporte privado. La cabeza de esta huelga era el sindicalista Joaquín Navarro, que no se lo estaba poniendo fácil al sindicato vertical. Muchas de las asambleas tuvieron lugar en el número 55 de la calle Atocha, en donde muchos de los transportistas acudían a solicitar ayuda y consejo a los abogados laboralistas vinculados también a CC.OO y al PCE. Puede que fuera verdad tal y como lo relata Bardem, que el despacho recibía anónimos telefónicos amenazando a Navarro, que en esos momentos era uno de los más acérrimos enemigos del verticalismo y de la patronal; esta empresa de transportes concretamente era propiedad de García Carrés, que había sido representante del sindicato vertical en las cortes y, por supuesto, era uno de los más férreos miembros del búnker; el jefe del sindicato vertical de transportes era Francisco Albadalejo, otro personaje siniestro con métodos violentos.
Este vídeo pertenece a la película de Bardem. Lo pongo a modo de resumen: no dejéis de ver el final.

Aquí es donde realmente comienzan los 7 días. Al día siguiente de la reunión de los trabajadores del transporte que tuvo lugar en el despacho de abogados (por cierto, tengo mis sospechas de que el inspector de policía que aparece fue el famoso torturador Juan Antonio González Pacheco, apodado «Billy el Niño», al que Bardem puso de nombre Cisco Kid), el 23 de Enero, tuvo lugar en Madrid una manifestación a favor de la amnistía total a la que asistieron estudiantes, obreros y otras personas. Pero las fuerzas de orden público, dirigidos por el ministerio de la gobernación -no conviene olvidar esto-, tenían las espaldas cubiertas contra ellos: contaban como método disuasorio, además de sus porras y escopetas de humo, con otro, si cabe, más eficiente: los Guerrilleros de Cristo Rey, que se apostaron en callejones para golpear a la multitud que trataba de escapar de la carga policial, no sólo con porras: el estudiante Arturo Ruiz resultó muerto por un disparo efectuado por uno de los guerrilleros; los compañeros encontraron al lado del cadáver un proyectil de fabricación belga. Se interpuso una demanda.
Como protesta por el asesinato del joven estudiante, al día siguiente, en el fatídico 24 de Enero, se produjeron paros y protestas en diversos puntos del país, especialmente en Madrid. Pero sería de nuevo una jornada sangrienta: en las inmediaciones de la plaza Callao, caía casi fulminada la joven estudiante Mari Luz Nájera; los médicos, en rueda de prensa, dijeron que la causa de su muerte parecía haber sido el impacto de un bote de humo de la policía contra su cabeza, pero disparado a bocajarro, y no al aire, como deben hacerlo. El hecho vuelve a conmocionar a la sociedad: en casi menos de 24 horas había ya dos muertos. Pero no serían los únicos de aquella trágica jornada… Tal vez la muerte de Mari Luz fue un acto de venganza por lo que cuento a continuación.

Por si la tensión acumulada entre Septiembre de 1976 y estos primeros días de Enero de 1977, aquella mañana en la que sucedió el asesinato (a día de hoy impune) de Nájera, el GRAPO vuelve a hacer su aparición en escena secuestrando a al teniente-general Emilio Villaescusa, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar. Recordemos que aún tenían en su poder también a Oriol. El agravante vuelve a ser la alta posición del personaje, pero todavía más preocupante es que se trata de un miembro del ejército de alto rango. Por si fuera poco para los ultras del sindicato vertical del transporte, los huelguistas ganaron sin que se produjera un solo despido ni un solo sancionado.
Tal vez fuera en las oficinas de la sede de Fuerza Nueva, o quizás en los despachos del sindicato vertical, en donde, reunidos Blas Piñar, García Carrés, Francisco Albadalejo y otros, después de haber hablado todos estos días, dan un golpe al unísono encima de la mesa y gritan: «¡Hay que hacer algo!». Alabadalejo llama a tres de sus mejores hombres y les señala un objetivo: JOAQUÍN NAVARRO. Saben que los trabajadores se reunirán en el número 55 de la calle Atocha para pedir asesoramiento a los abogados laboralistas; Navarro debe estar con ellos: deben encargarse de él y de quien esté por medio.
Cerca de las 22.45, los tres siniestros pistoleros se acercan con decisión al lugar en donde deben actuar. El despacho está abarrotado de gente y los abogados esperan pacientemente a que se vayan para poder irse a una reunión del partido en otro edificio de la misma calle, a donde habían desviado la convocatoria previendo la multitud de trabajadores que tras la huelga vendrían a pedir consejo. Una vez se han ido, esperan un poco más, por si algún despistado no llegó a enterarse del cambio de planes. La mala suerte quiso cebarse también con un hombre que tenían empleado en el despacho: Ángel Rodríguez Leal; el trabajador volvió a recoger su ejemplar de «Mundo Obrero» que se había dejado olvidado junto a la multicopista.
Son cerca ya de las 22.45. En el despacho se encuentran siete abogados, un estudiante de derecho y el empleado. Alguien llama a la puerta. Los confiados abogados, creyendo que se tratase de algún despistado o de algún trabajador al que se le olvidó algo abren la puerta: aparecen tres hombres, uno de ellos, con la cara descubierta, les encañona con una pistola directamente, obligándoles a tener las manos en alto. Pregunta por Navarro; «Aquí nadie se llama así», responde uno de los abogados. Efectivamente, Joaquín Navarro se ha marchado con el resto de los trabajadores. Sin embargo los pistoleros no se van, sino que descargan sus pistolas a bocajarro contra todos los allí presentes y se dan a la huida, creyendo no dejar supervivientes, dejando tras de sí olor a sangre. La escena es dantesca, pero no todos han muerto: quiso el azar que un despistado acudiera a la reunión al número 55 y auxilió en lo que pudo. El atentado deja a cinco muertos: Luis J. Benavides, Enrique Valdelvira, Javier Sauquillo, Serafín Holgado y el trabajador Ángel Rodríguez; pero consiguen sobrevivir Alejandro Ruiz, Luis Ramos y María Dolores García, quien es además esposa de Sauquillo y esperaba un hijo de él.

Aquella debió ser la noche más larga para muchas de las personas que estuvieran medianamente comprometidas: esto podía ser simplemente el comienzo de la noche de los cuchillos largos. Muy poca gente realmente comprometida durmió aquella noche en sus casas. Durante la noche hubo incesantes rumores de nuevos atentados; parece ser que sólo hubo un asalto a una sede de la UGT que estaba vacía, de la que desaparecieron algunos papeles. Tal vez no les faltara razón:

El periódico francés Le Figaro, de tendencia conservadora, y el católico Le Croix
recibieron anoche un comunicado de los GRAPO en el que reivindican el
secuestro del presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar,
general Villaescusa. El comunicado, redactado en un imperfecto francés
y fechado el 24 de enero, añade que «mientras haya presos políticos en’
la cárcel, continuaremos encarcelando a fascistas». Ninguno de los dos
periódicos se atrevia a opinar sobre la autenticidad.Mientras tanto,
cuando se cumple el tercer día del secuestro del teniente general
Villaescusa, sigue sin producirse ningún hecho que pudiera aportar
aclaraciones sobre el suceso. En el mismo estado de incertidumbre
permanece, a los 45 días del secuestro, la situación del señor Oriol.
En este sentido, Anto nio Carretero, magistrado juez de instrucción del
juzgado número ocho de Madrid, hizo público ayer un edicto en el que
conmina a cuantas personas puedan propor cíonar algún dato sobre el
secues tro del presidente del Consejo de Estado, se presenten a prestar
de claración en el citado juzgado, si tuado en la calle del General
Castaños, número 1.

Por su parte, un hombre que se identificó como representante de la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista de España) -organización que reivindicó a la agencia Cifra de Barcelona la paternidad de los asesinatos de los abogados madrileños-, llamó en la madrugada del martes al Diario de Barcelona para comunicar que, en caso de que el teniente general Villaescusa y el señor Oriol fuesen asesinados, pasarían inmediatamente a poner en
práctica la anunciada
noche de los cuchillos largos. El citado periódico añade que el desconocido dijo pertenecer al comando Roberto Hugo Sosa, y después de aclarar que hablaba desde Barcelona, señaló: «Hablamos más en serio de lo que se cree », remarcando que se producirían de nuevosucesos como el del asesinato de los abogados laboralistas.

Otra llamada similar fue recIbida por el mismo diario, en la tarde de ayer, en la que una voz de hombre, tras identificarse como miembro del comando Tres por Uno, anunció: «La primera ráfaga será para ustedes», y seguidamente cortó la comunicación.

En relación con estos hechos, el hijo mayor de Antonio María de Oriol declaró a Radio Nacional que «tales hechos dificultan gravemente el camino hacia una España que, como ha sido la voluntad de su padre, desea ver reconciliados a todos los españoles».

El País

A la mañana siguiente, la condena de la prensa es unánime, y refleja el estado de ánimo general de la población: SOBRECOGIDOS.  La condena es unánime en toda la prensa; ni siquiera la prensa ultra celebra el hecho, pero lo achaca a huelguistas disconformes, comunistas de otro signo o incluso la KGB. Aquel martes, los abogados de Madrid pretenden colocar la capilla ardiente de sus compañeros en el Palacio de Justicia; pero el gobierno se niega excusándose que no es capaz de garantizar su seguridad. El decano del Colegio de Abogados, Antonio Pedrols Rius, explica esta situación ante la indignación de la abogacía, y, entre las propuestas que hace, propone directamente desobedecerla. Por su parte, en un encendido y vehemente discurso, Jaime Miralles exige al gobierno que reconsidere. Finalmente el gobierno cede a sus ecigencias, pero sólo por tres horas. El entierro sería a la primera hora de la tarde.
El día 26 tuvo lugar el entierro. La oposición acordó hacer simultáneamente una manifestación democrática pacífica. El gobierno acepta, pero con la condición que termine en el Paseo de Recoletos. El PCE dicta a sus militantes una consigna: silencio; tenían demostrar que eran una fuerza política seria, que no eran como los otros, y, además, no podían permitir que volviera a suceder lo de Vitoria en el año pasado. Pienso que tampoco era demasiado necesario: aquel silencio respetuoso era la expresión del estado de ánimo de una población  indignada, pero a la vez respetuosa y solidaria. Este vídeo pertenece a la serie documental «La Transición» (no dejéis de observar el -yo lo llamaría- cinismo de Osorio)


 


Igualmente se producen manifestaciones similares en País Vasco y Cataluña. Tal vez fue en ese preciso instante cuando Suárez decidió legalizar el PCE antes de las elecciones y no después, como tenía previsto.
Como dijo Luis Ramos Pardo, uno de los abogados supervivientes, el plan de la extrema-derecha era provocar a la clase obrera para que, una vez soliviantada, se dieran las condiciones propicias para un golpe de estado de corte pinochetista. Lo que ocurrió es que el PCE rompió la baraja y les dejó sin una excusa. Los cabecillas intelectuales vieron frustrados sus planes y deciden cambiar de estrategia. Los ultras habían movido pieza para poder dar jaque a la oposición; pero ésta y el pueblo se negaron a jugar. No obstante no eran los únicos que estaban jugando a eso de la estrategia de la tensión, y es muy probable que en realidad no fueran el jugador, sino una pieza más en el tablero, tan prescindibles como cualquier otras. Una tercera mano efectúa su jugada.

El 28 de Enero el GRAPO asesina a dos policías. Dos horas después mata a un guardia civil e hiere a otros tres. ¿En venganza por lo de Atocha?
El 29 de Enero tiene lugar el funeral de estos asesinados envuelto en una gran tensión. Al funeral asiste el general Gutiérrez Mellado, pero también numerosos miembros de Fuerza Nueva que lanzan insultos contra el general. Mientras el sacerdote da el responso, una furibunda voz crispante enturbia el aire: «¡Todo aquel que lleve uniforme…!». Gutiérrez Mellado se llega a encarar con ellos. En la serie «La Transición», Gutiérrez Mellado recordaba estos días diciendo que eran personas muy concretas que se dedicaban a gritar en estos funerales, se abalanzaban casi hasta hacer caer los ataúdes, siempre con dos excusas: la unidad de España y las víctimas del terrorismo (¿suena esto de algo?). Obviamente este suceso de crispación, de exaltación y de odio chocaba frontalmente con la respetuosa manifestación durante el entierro de los abogados de hacía pocos días: estaba claro quién quería y estaba preparado para un cambio y quién no.
Ese día, a las 22.00, Suárez comparece en televisión afirmando que la reforma seguirá adelante.

El 10 de Febrero son legalizados todos los grupos, a excepción del PCE (cuyo caso requiere más tacto). Y un día después, Oriol y Urquijo y Villaescusa son rescatados por la policía: su rescate, no obstante, a día de hoy sigue planteando un sin fin de dudas y sospechas. pero principalmente que los asesinos de los abogados estaban ya desamparados del todo. Entre Febrero y Marzo fueron detenidos José Fernández Cerrá, cabecilla del grupo con influyentes contactos en Falange, en el Sindicato Vertical y en la Brigada Político-Social, especialmente con Pacheco «Billy el Niño»; Carlos García Juliá, vástago de una familia de larga tradición militar y miembro del servicio de seguridad personal de Blas Piñar; y Fernando Lerdo de Tejada, hijo de la secretaria de Piñar. Se detuvo también a Francisco Albadalejo, secretario provincial del Sindicato Vertical del transporte, a Leocadio Jiménez Caravaca, por suministrar las armas, y a Gloria Herguedas, novia de Cerrá, en calidad de cómplice. Se llamó a declarar también a Blas Piñar y a Mariano Covisa, dirigente de Guerrilleros de Cristo Rey. En 1980 fueron llevados a juicio y condenados a 464 años de prisión, pero los autores intelectuales quedaron libres sin cargos: tres peones fueron sacrificados por proteger a su «rey». La suerte que cada uno de ellos corrió podéis buscarla fácilmente: de nuevo viene a levantar sospechas de implicaciones más altas.
El punto crítico que podemos decir aquí es que muchos cuentan esta historia como un bello relato. Es verdad que estos sucesos decidieron en una sola semana todo el futuro político, pero es mentira que fueran las últimas muertes del terrorismo de ultra-derecha: en los años siguientes personas de diversa condición serían víctimas de atentados ultras, pero también, y esto es lo más grave, de torturas y asesinatos por mano de la policía o la guardia civil.

Como conclusión, sólo decir que en realidad los verdaderos culpables escaparon a todo tipo de castigo, y que alguno puede, a día de hoy, pasearse libremente y dar mítines, incluso acudir a manifestaciones por las víctimas del terrorismo en un alarde de hipocresía y cinismo antológico. El hecho de que ninguno de ellos, Mari Luz Nájera, Arturo Ruiz, Carlos Gómez y muchos más no consten en listas auténticas de víctimas del terrorismo debiera ser un dato de reflexión, cuando cierta gente reivindica como tales a torturadores y asesinos como Melitón Manzanas o Sáenz de Ynestrillas. Recordemos también como al término del año pasado un joven era asesinado por un soldado de ideología neo-nazi, y como en una manifestación días más tardes este asesino era proclamado héroe. CONVENDRÍA RECORDAR A LA DELEGACIÓN DEL GOBIERNO DE MADRID Y AL MINISTERIO DEL INTERIOR QUE ES DELITO TODA (recalco: toda) APOLOGÍA DEL TERRORISMO.

Hoy, en frente del número 55 de la calle atocha se levanta un monumento, en la plaza de Antón Martín: en el despacho de los abogados había colgado un cartel, «El abrazo», obra de Juan Genovés para la campaña de amnistía; hoy en día, en su honor, se levanta el cartel hecho materia:

 

A la voz de un pueblo


Hace 31 años, en las calles de Madrid, el silencio se convirtió en clamor. Haz clic sobre el título de abajo para escuchar la canción:

Era de noche,
la luz se había apagado
y un gran silencio nos cubría.
La gente iba y venía
por la calle,
sin darse cuenta
de que estaba muerta.
Pero de pronto
una voz creció
y se dejó escuchar
por toda la ciudad.
El silencio
se rompió en 10.000 pedazos
en un grito suyo
de furia y esperanza.

Era de noche,
la luz se había apagado
y un gran silencio nos cubría.
La oscuridad se tambaleó
y una voz,
al tiempo antigua y nueva,
fue surgiendo.
La calle se iluminaba
y otras mil voces
removían
el criminal silencio.

Era de noche,
la luz se había apagado
y un gran silencio nos cubría…

Adolfo Celdrán


13 de Març, cançó dels creients


Los abogados de Atocha

Luis J. Benavides. Asesinado
Alejandro Ruiz. Herido.
Enrique Valdelvira. Asesinado.
Javier Sauquillo. Asesinado.
Luis Ramos. Herido.
Mª Dolores García. Herida.
Serafín Holgado. Asesinado.
Miguel Sarabia. Herido.
Ángel Rodríguez. Asesinado.

Deseo dedicar esta canción a los arriba mencionados, pero también a gente como Jesús María Zabala, Bartolomé García, Carlos González, Arturo Ruiz, Mari Luz Nájera, los obreros de Vitoria, y todos aquellos que murieron durante todos estos años simplemente por defender la libertad y la justicia. A ellos, que asesinados por la policía o por los fascistas no cuentan en la lista oficial de víctimas del terrorismo; a ellos que, por razones que no nos son desconocidas, no se les hace justicia. A ellos y a otros que no nombro. Y maldición eterna para sus verdugos y para los que, a día de hoy, se atreven justificarles y a encubrirles.
Seguro que, al igual que yo, éste fue de vuestros cantantes favoritos:

13 de Març, cançó dels creients

No ens ve de la terra i també de la terra
aquesta força que ens puja fins als límits del crit.
Perquè tenim la cançó contra la por d’ara,
perquè tenim la cançó contra la mort d’ara,
contra el dubte que s’amaga en més petit racó:
no ens ve de la terra i també de la terra.

Hem sortit al carrer convençuts tantes vegades.
Cada cop un poc més donem vida
a esperances segles i segles buscades.
No ens ve de la terra i també de la terra.

No sols és la ràbia i és també la ràbia,
aquesta ràbia més nostra que el pa,
que no és segur avui i qui sap si demà.
No sols és la ràbia i és també la ràbia
aquesta força que ens manté encara lluitant.
No ens ve de la terra i també de la terra.

No nos viene de la tierra y también de la tierra/ esta fuerza que nos alza hasta los límites del grito./ Porque tenemos la canción contra el miedo de ahora,/ porque tenemos la canción contra la muerte de ahora,/ contra la duda que se esconde en el más pequeño rincón:/ no nos viene de la tierra y también de la tierra.// Hemos salido a la calle convencidos tantas veces./ Cada vez un poco más damos vida/ a esperanzas por siglos y siglos buscadas./ No nos viene de la tierra y también de la tierra.// No sólo es la rabia y es también la rabia,/ esta rabia más nuestra que el pan,/ que no es seguro hoy y quién sabe si mañana./ No sólo es la rabia y es también la rabia/ esta fuerza que nos mantiene aún luchando./ No nos viene de la tierra y también de la tierra.

Raimon

7 días de Enero. 2ª parte: la cuerda se tensa


Así pues, casi al término del año 1976, la sociedad española encaraba una posible esperanza de democracia, aunque con escepticismo: en poco más de una semana tendrían una cita con las urnas, aunque muchos de ellos optarán por la abstención por las razones indicadas en el capítulo anterior, y a pesar de los gritos de alarma y amenazas de los ultras. Con todo esto, las encuestas se mostraban favorables. Sin embargo, en este escenario en el que ya tenemos actuando al gobierno de Suárez, a la oposición, a Santiago Carrillo dando vueltas por Madrid y al congreso de los socialistas, va a hacer acto de aparición un actor espontáneo cuya intervención tuvo mucho que ver en los sucesos a los que intentamos cronológicamente llegar.

 

Faltando cuatro días para el referéndum, el 11 de Diciembre, Antonio María de Oriol y Urquijo, consejero del reino y presidente del consejo de estado es secuestrado por la banda GRAPO. El asunto es de una gravedad máxima, ya que Oriol, persona de familia de alta alcurnia, era un personaje muy influyente entre los inmovilistas.
Algunas horas después llega a la redacción de el periódico «El País» un documento firmado por los GRAPO en el que pedían la inmediata liberación de quince presos políticos, algunos de ETA, otros del FRAP, otros del GRAPO, y una militante de Unión do Povo Galego, y trasladarlos hacia Argelia; de lo contrario, Oriol será ejecutado.
Los GRAPO, Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, parece haber nacido el 1 de Octubre de 1975, fecha de la autoría de su primer atentado contra algunos policías que vigilaban sucursales bancarias en apariencia como venganza por las últimas ejecuciones de Franco, aunque el atentado tardó en ser reivindicado. Desde esa fecha y durante los últimos 70 se dedicaron a hacer ciertos atentados: nadie sabía quienes eran, la oposición no tenía conocimiento de ellos, y hay dos datos que hacen pensar que GRAPO no fueran más que una mascarada de, o bien un grupo desconocido de ultra-derecha que pretendía desprestigiar a la izquierda, o bien obra de un siniestro cerebro en la sombra. El inquietante hecho de que su brazo político se llamase Partido Comunista Reconstruido (al que perteneció, por cierto, el hoy apologeta del franquismo e historiador de comedieta Pío Moa), haciendo referencia a una posible reconciliación entre el PCE «oficial» y el PCE marxista-leninista: poco antes de este secuestro, Suárez había comenzado, mediante el abogado José Mario Armero, una serie de intercambios de mensajes y negociaciones con Carrillo en secreto: sólo sus más allegados conocían este hecho, y no a fondo. Y, por otra parte, el hecho, que se verá a lo largo de esta etapa, de que sus acciones se producen en momentos muy determinados, de máxima tensión y extrema delicadeza. La idea de que tanto las siglas GRAPO como el supuesto PCE (r) escondieran en realidad a un grupo de extrema-derecha no era únicamente una teoría de la oposición de izquierdas o de la prensa crítica, sino que era una teoría que también mantenían el presidente Suárez y el vicepresidente para asuntos de la defensa general Gutiérrez Mellado. En mi modesta opinión, la gran clave de lo que ocurrió en aquel Enero de 1977 está encerrada en 5 letras: GRAPO, el actor incómodo.

La situación que se le plantea al gobierno es celebrar el referéndum bajo tal chantaje. Aun así, el 14 de Diciembre, un día antes, Suárez comparece en televisión pidiendo a la población el voto afirmativo.
Finalemente, y a pesar de todo, el 15 de Diciembre tiene lugar la votación en referéndum, que contó con una masiva participación: el 77’4 % de la población, del cual el 94’2 % vota sí y el 2’6 % no; la abstención es de 22’6 %. Tanto la oposición como el gobierno respira aliviado, a pesar del temor de que (como dice Victoria Prego en la serie «La Transición») existiera el temor de que GRAPO irrumpiera en el proceso arrojando el cadáver ensangrentado de Oriol sobre la mesa electoral. Esto no llega a ocurrir, pero poco antes del cierre de los colegios electorales tiene lugar un nuevo comunicado: si el gobierno no cede a liberar a los presos en 48 horas, Oriol morirá. Pero la realidad era que algunos de los presos se habían negado a ser canjeados por Oriol. Se produce entonces un nuevo comunicado de la banda: si en una hora el gobierno no concede una amnistía parcial, Oriol será pasado por las armas.
Faltando menos de una hora para el tiempo fijado por la banda, Martín Villa, ministro de la gobernación, se dirige a los estudios de RTVE para leer una notificación que es modificada varias veces por el camino, y, a falta de 3 minutos para que se cumpla el plazo, Martín Villa lo lee por televisión: el gobierno no cederá al chantaje, pero pide que se respete la vida de Oriol con la promesa de una amplia amnistía. El GRAPO contestará que no matará a Oriol, pero lo mantendrá retenido hasta el cumplimiento efectivo de dicha amnistía.
El gobierno había conseguido salvar la vida de Oriol sin obtener su libertad; no obstante, el precio que pagó por ello fue su descrédito ante la extrema-derecha. El 20 de Diciembre, aniversario de la muerte de Carrero Blanco, tiene lugar un acto religioso en la iglesia de los Jesuitas, calle Serrano, al que acude Torcuato Fernández Miranda, presidente de la cámara; desde su asesinato, el 20 de Diciembre se había convertido en un acto de afirmación de la ultra-derecha en torno a la misa que se ofrecía por él, a la que acudían los más renombrados miembros de «el búnker»; en esta ocasión los ultras, soliviantados por el secuestro de Oriol, comienzan a lanzar insultos contra el gobierno, contra la corona y, lo más grave, intentaron a agredir al propio Fernández Miranda. Para los ultras era claro que el gobierno había dado cedido al chantaje mediante esa cesión, dando signos de debilidad, y consideraban a Oriol una víctima del mismo gobierno. Cada vez son más altas y chillonas las voces que gritan que el gobierno está traicionando el «espíritu del 18 de Julio» y piden cada vez más desesperada y crispantemente una acción patriótica y un nuevo caudillo señalado por Dios mismo. Entre Noviembre y Diciembre, a medida que iban avanzando los acontecimientos políticos (el proyecto de la reforma, la libertad sindical, el congreso del PSOE, la rueda de prensa de Carrillo…) los atentados de grupos de ultra-derecha como Guerrilleros de Cristo Rey, la Triple A, el Batallón Vasco-Español, y otros menores, contra las llamadas librerías «rojas» se fueron haciendo más frecuentes y violentos, sin que ni siquiera hubiera un solo detenido por estas acciones ni tan sólo una condena real y efectiva. Era obvio que la extrema-derecha estaba furiosa y, lo más preocupante, no se iban a estar de brazos cruzados.
Los grupos de ultra-derecha de entonces estaban bien organizados. Reclutados de entre las juventudes de partidos ultras como Fuerza Nueva, Comunión Tradicionalista y otros, estaban organizados en comandos cuya acción estaba destinada, al igual que en los primeros días del fascismo, a realizar actos disuadorios que, en ocasiones, conllevaban la eliminación violenta del oponente político. Algunas de sus acciones consistían en reventar todo tipo de actos: culturales, políticos o sindicales opuestos al régimen; aparecían en las manifestaciones armados con porras y, a veces, con pistolas, para crear peleas y disuadir a posibles asistentes. La colocación de bombas en teatros, cines y librerías fue también una de sus actividades favoritas. Muchos de ellos eran miembros de familias pudientes afines al régimen. Siendo adiestrados por viejos falangistas, sus servicios de matones eran solicitados por los jefes de los partidos como guardaespaldas, por los patrones y dirigentes del sindicato vertical para eliminar a líderes sindicales (técnica heredada de los patrones barceloneses y los señoritos andaluces contra los anarcosindicalistas durante los años 20 y 30), y por inspectores de la temida y reprovable Brigada político-social para localizar sindicalistas obreros o estudiantes y reventar, a la par que disuadir, manifestaciones, aunque con ello tuvieran que matar a alguien. Como es de deducir, al estar protegidos por políticos, patrones y empresarios, curas reaccionarios, militares de alto rango e inspectores de policía (a veces por vínculos familiares) nunca fue detenido ninguno de ellos: los primeros en ser detenidos fueron los pistoleros de Montejurra, los segundos serán los asesinos de los abogados. Los grupos más famosos de entonces eran el Batallón Vasco-Español, responsables en su mayoría de los atentados contra miembros, efectivos o sólo supuestos, de ETA tanto en el País Vasco español como francés; los Guerrilleros de Cristo Rey, que eran los más famosos, numerosos y sanguinarios; y la Alianza Apostólica Anticomunista, comunmente llamados la Triple A.

Después de tanto burlar a la autoridad paseando por Madrid, el 22 de Diciembre Carrillo es finalmente detenido. Pasa a disposición judicial, pero en realidad, desde el momento en que el rey fue nombrado jefe del estado, sus delitos habían pre-escrito: no había cargos efectivos contra él, y esto creaba una situación muy incómoda para el gobierno. En diversas ciudades de Europa se producen manifestaciones por su libertad, incluso en Madrid, ante la Dirección General de Seguridad: un grupo de manifestantes se reúne para exigir su inmediata liberación -aunque él no se encontraba allí-. Después de mucha polémica, de descartar soluciones desacertadas, Carrillo pasa sólo 7 días en Carabanchel por el delito de haber entrado en España sin permiso, y, finalmente, el 30 de Diciembre sale en libertad bajo fianza: Santiago Carrillo, tras 38 años de exilio, se convertía finalmente en ciudadano español de pleno derecho. Justo ese día, el gobierno suprime finalmente en consejo de ministros el TOP: el tribunal de Orden Público, ideado para juzgar y controlar los delitos políticos.
El 11 de Enero Suárez comienza a entrevistarse con la Comisión de los 9, formada por un representante político de las principales líneas políticas y un representante sindical con voz, pero sin voto. Los 9 son claros en sus planteamientos: amnistía y legalización de todas las fuerzas políticas, incluida el PCE; los grupos tolerados se niegan a aceptar el proyecto de ley de asociaciones; Suárez se compromete a modificar la ley. Poco después, después de entrevistarse con el honorable Josep Terradellas, President de la Generalitat de Catalunya en el exilio, el presidente declara una futura autonomía para Cataluña. El 19 de Enero, en San Sebastián, se iza después de más 30 años la ikurrina: este hecho provoca la dimisión de los gobernadores civiles de Bilbao y San Sebastián.

A pesar de la ilegalidad del PCE y la reticencia, por prudencia, a legalizarlo, parecía que las cosas entre la oposición y el gobierno, a pesar de todo, marchaban bien, y seguramente todos los grupos políticos, a excepción del PCE y similares, serían legalizados para las primeras elecciones generales democráticas desde 1936. Sin embargo, la prudencia del gobierno no era en vano ni mucho menos. Todas estas ofertas del gobierno a la oposición, junto con el secuestro de Oriol, no hacían más que acrecentar el descontento y la crispación entre los elementos más ultras, que pedían cada vez más alto y frecuentemente una intervención militar para la que parecía haber demasiados candidatos de ocupar el caudillato vacante desde 1975. La cuerda estaba ya tensada al máximo para que se rompiera. Una vuelta más en la clavija y cinco muertos traerán la excusa para dar un golpe militar y recobrar el espíritu del 18 de Julio.

7 días de Enero: 1ª parte: los antecedentes


Los abogados de Atocha

Luis J. Benavides. Asesinado
Alejandro Ruiz. Herido.
Enrique Valdelvira. Asesinado.
Javier Sauquillo. Asesinado.
Luis Ramos. Herido.
Mª Dolores García. Herida.
Serafín Holgado. Asesinado.
Miguel Sarabia. Herido.
Ángel Rodríguez. Asesinado.

 

Hace 31 años más o menos, el 23 de Enero de 1977, un violento grupo de ultraderecha llamado Alianza Apostólica Anticomunista, más comunmente conocidos como la Triple A, perpetraba un sangriento atentado contra unos abogados laboralistas miembros del PCE y de CC.OO, de los que mueren cinco y cuatro quedan gravemente heridos. Se detuvo a los autores materiales, pero nunca a los autores intelectuales, dirigentes de partidos ultras y del a punto de extinguirse Sindicato Vertical: muchos de ellos incluso pueden a día de hoy pasearse por las calles tan tranquilos y dar mítines escoltados por una guardia tan rabiosa, ignorante y vil como la de entonces o más si cabe. Sin embargo, este atentado no fue un hecho aislado o casual, sino que se enmarca en una serie de acciones que venían produciéndose desde 1976 para, de alguna manera, reventar el proceso democrático. Aunque hecho independiente, este cruel atentado debe ser entendido como una especie de colofón a una serie de hechos que arrancan precisamente con la serie de reformas que el gobierno Suárez lleva a cabo y, más concretamente, con la ley para la reforma política. A partir de ahí vienen sucediéndose acciones que, aunque no son nuevas ni mucho menos, son detonadas por esta serie de reformas. La clave que define a este suceso es estrategia de la tensión.

He elegido el título «7 días de Enero» en honor a la película que J. A. Bardem realizó en torno a esos hechos em 1978. Su película, además de ser una magnífica obra cinematográfica, está bien documentada en los sucesos que rodearon tal terrible crimen, arrancando con el mensaje inicial de que no es su intención juzgar a los supuestos culpables o desenmascarar a otros posibles , pues el juicio a los autores materiales no tendría lugar hasta 1980, si bien reinventa los nombres de los asesinos y su entorno, respetando únicamente el de los abogados y su círculo.

Estamos en 1976. A modo de resumen, siguiendo las crónicas oficiales, el rey había destituido a Arias Navarro como presidente del gobierno y le había conseguido sustituir por Adolfo Suárez con el fin de propiciar unas medidas dentro de la legalidad para, llegado el momento, dar el salto a una democracia popular. A partir de ese momento, los políticos más inmovilistas y reaccionarios, conocidos como «el búnker», verán peligrar su estatus político y esgrimirán argumentos tremendistas y alarmistas para que cunda el pánico entre la población, mientras al mismo tiempo promocionan todo tipo de atentados de signo fascista con el fin de crear alarma y miedo.
El 14 de Julio de este año se vota la reforma parcial del código penal, por el cual se pretendía que dejara de ser delito la libertad ideológica y la adscripción a partido y sindicato cualesquiera. La amenaza que ven los ultras es que gracias a esta reforma el PCE y afines pudieran ser partidos legales. No obstante el texto no queda claro del todo; podrán ser legalizables todos aquellos partidos que decidieran entrar de pleno derecho en el juego político legal (dicho así esto a grosso modo), pero no aquellos que estuvieran sometidos a disciplina internacional, tales como el viejo PCE: el problema es que desde que Carrillo y su homólogo italiano fundaron el eurocomunismo, el PCE ya no estaba sometido a disciplina internacional. Los ultras continuaban a la espera.
El día 16 Suárez comparece en televisión para explicar su programa político a la población. Éste se puede resumir en dos ideas fundamentales: la instauración de un estado regido por la soberanía popular y un gobierno representativo, y la concesión de una inmediata amnistía a los presos políticos, de la cual no se beneficiarían en principio aquellos presos políticos encarcelados por delitos de terrorismo (no obstante se benefician de ella todos los encausados de ultraderecha en los altercados y el asesinato de Montejurra): los comunistas Simón Sánchez Montero y Santiago Álvarez se benefician de ella, aunque declaran que al seguir siendo ilegal el partido en el que militan no descartan que puedan volver a prisión. Al mismo tiempo, Suárez comienza a entablar entrevistas con la oposición, a excepción del PCE.

10 de Septiembre de 1976: Suárez presenta ante la opinión pública el proyecto de ley para la reforma política. Dentro de ésta se estipula la libertad sindical.
Tras la victoria de Franco en 1939 quedaron declarados ilegales todos los partidos políticos y sindicatos; siguiendo la doctrina nacional-sindicalista, se creo el llamado sindicato vertical, que servía de enlace entre los trabajadores y la patronal: éste, obviamente, estaba controlado por la patronal, que además eran miembros del partido único generalmente. A partir de 1975, tras las últimas elecciones sindicales, en las cuales CC.OO decidió presentarse a cara descubierta a la candidatura de los puestos de base, sucedió un fenómeno curioso: CC.OO ganó en la base, creando una situación conflictiva en la patronal, pues mientras el sindicato vertical mandaba arriba, las bases de éste estaban en poder de sus enemigos: los sindicalistas comunistas. En las últimas eras del franquismo, el sindicato vertical era representado en las cortes por el siniestro García Carrés, un personaje que jugará cierto papel en esta historia, aunque los historiadores más jóvenes le recuerden por ser el único civil, que se supiera, involucrado en el intento de golpe de estado del 23-F.
El reconocimiento de la libertad sindical implicaba reconocer, entre otros, a cuatro sindicatos, dos de ellos históricos: la socialista UGT, la anarcosindicalista CNT; USO, de inspiración obrero-católica; y la temible comunista Comisiones Obreras. Los ultras comienzan a verle las orejas al lobo, principalmente porque esto puede implicar su pérdida de control en los medios de producción y de los trabajadores. La luz roja de alarma salta entonces cuando, a raíz de esto, el teniente-general de Santiago, vicepresidente de asuntos de defensa, dimite. De Santiago envía además una misiva a sus compañeros de armas muy alarmante. El teniente-general Iniesta Cano le respalda con una encendida columna en el diario ultra «El Alcázar». El gobierno entonces decide tomar cartas en el asunto y hace pasar a los dos militares a la reserva, pero se ve obligado a rectificar, pues por ley eso era imposible. Además, debido a estos sucesos, los teniente-generales de Santiago e Iniesta Cano pasan a ser los dos militares más admirados entre los ultras, mientras que el sustituto de de Santiago, Gutiérrez Mellado, adquiere para ellos el color de la traición y pasa a ser el blanco de sus iras e insultos. La alarma acerca de una posibilidad golpista comienza a tomar cuerpo.
Los meses siguientes vendrán marcados por una violencia y una tensión crecientes.

A finales de Agosto, mientras realizaba una pintada, el trabajador Francisco Javier Berdejo muere en Almería por disparos de la policía. El 8 de Septiembre, también a manos de la policía, muere el militante de CC.OO Jesús María Zabala en una manifestación pro-amnistía en Fuenterrabía (Guipúzcoa): el hecho desencadena la dimisión en pleno del ayuntamiento y una huelga general en Guipúzcoa el día 28 del mismo mes, en unas jornadas de alta tensión, coincidiendo con las últimas ejecuciones del año pasado. El 24 de Septiembre, en Santa Cruz de Tenerife, era asesinado también por la policía, al confundirle con un delincuente, el trabajador Bartolomé García. El 27 de Septiembre, mientras participaba en una manifestación, el estudiante Carlos González era asesinado por un comando de ultra-derecha denominado Guerrilleros de Cristo Rey. Todos estos sucesos conllevaron una gran indignación entre la población, que se veía involucrada sin ni tan siquiera quererlo: el temor a un enfrentamiento armado iba en aumento, especialmente el 4 de Octubre, cuando ETA asesina en San Sebastián a Juan María de Araluce, el presidente de la Diputación Provincial de Guipúzcoa y consejero del reino. La tensión va en aumento: la policía pide al gobierno el estado de excepción en Euskadi, que es denegado, mientras que la ultra-derecha comienza a demostrar su descontento incluso en insultos al rey y al gobierno; comienzan a esgrimir un lema que aplicarán a todos los que ETA o GRAPO mate: «les ha matado el gobierno», y comienzan a pensar cada vez más en la necesidad de realizar algún tipo de «acto patriótico» definitivo.

Finalmente, el 16 de Noviembre el equipo de gobierno de Suárez lleva el proyecto de la reforma a las cortes para su votación. Durante los discursos se hace patente el enfrentamiento entre los aperturistas o reformistas y los inmovilistas, los ultras, como Blas Piñar y Fernández de la Vega; estos últimos acusan de una manera más o menos velada a los primeros de deslealtad, recordándoles los juramentos mano-sobre-la Biblia de defender a España y las ideas del Movimiento. No obstante, el resultado es abrumador, a la par que revelador: 425 votos a favor, 59 en contra, y 13 abstenciones. La ley para la reforma política queda así aprobada con un amplio respaldo por parte de la cámara: Suárez reposa su cabeza en el respaldo del sillón azul con gesto de alivio y de satisfacción, pero es muy posible que lo que pasó a partir de entonces tuviera como desencadenante este preciso momento. La ley saldrá a la calle para que los ciudadanos la voten en referéndum.
No obstante, la oposición opta por hacer campaña en favor de la abstención, debido a que todas las fuerzas políticas no circunscritas dentro de lo que era el movimiento seguían siendo ilegales, y además porque la oposición abogaba por la ruptura total con el régimen anterior, y no por una continuidad dentro de la legalidad, como pretendía el gobierno; pero a la vez, lo que menos les convenía era que la ley sacara un rotundo no que les hubiera llevado al principio de donde estaban y hubiera satisfecho a los ultras más crispados y crispantes. El aparato propagandístico de Suárez lanza entonces una masiva campaña contra la abstención, cuya banda sonora fue «Habla, pueblo habla», interpretado por el grupo Vino Tinto.
La crispación de la ultra-derecha se hace patente el 20 de Noviembre, aniversario de la muerte de Franco y celebrado con toda la parafernalia fascista: al acto acuden los diputados más ultras. Los manifestantes corean insistentemente estos dos lemas: «Gobierno dimisión» y «Ejército al poder»; este último lema es el que más preocupa al gobierno: la posibilidad de que el generalato, compuesto en su mayoría por ex-combatientes de la guerra civil, pudiera dar un golpe de estado para devolver al país a la situación de dictadura militar. Alarmante además porque de los 59 votos en contra de la ley de la reforma política, 8 se correspondían a mandos militares.

Por su parte, la oposición entera se reúne para estudiar los propósitos de Suárez y llegan a un acuerdo en lo que van a exigir al gobierno, que, a grandes rasgos, se pueden resumir en tres puntos: reconocimiento de todos los grupos y sindicatos, neutralidad en los resultados de referéndum, reconocimiento de todas las nacionalidades del estado y disolución del Movimiento. Crean la llamada Comisión de los 9, que representaba de alguna manera todas las líneas ideológicas de la oposición democrática: comunistas, socialistas, demócrata-cristianos, liberales, y nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. La comisión solicita una revista con el gobierno, pero no obtiene respuesta.
A todo esto hay que sumar otros hechos, algunos anecdóticos en apariencia: el 24 de Noviembre se ve en dos documentales, uno para la televisión sueca y otro para la francesa, al propio Santiago Carrillo circulando en coche por las calles de Madrid con total impunidad; es necesario recordar que Carrillo, a diferencia de Sánchez Montero y Álvarez, tenía condición de ilegal, y esta demostración suponía poner en evidencia al gobierno y a las fuerzas de seguridad de defensa del país. Esto no era más que el primer paso de su estrategia de echar un pulso al gobierno para, de alguna manera, forzarlo a legalizar el PCE. Semanas después Carrillo convoca a los principales medios de información, haciendo que los periodistas den rodeos alrededor de Madrid hasta llegar a un piso del centro en donde da una rueda de prensa; sus declaraciones no son sorprendentes ni innovadoras: lo realmente importante de esto es el hecho en sí de que Carrillo pudiera dar en pleno Madrid una rueda de prensa para desesperación del entonces ministro de la gobernación Martín Villa.
Por su parte, también el PSOE de Felipe González, partido ilegal pero tolerado por el gobierno, plantea también su pulso al celebrar su XXVII congreso del PSOE a 10 días del referéndum: el 10 de diciembre arranca el primer congreso del PSOE celebrado en España desde 1932, contando además con las figuras más relevantes del socialismo internacional como François Miterrand, Pietro Neri, Olof Palme y Willy Brandt entre otros. El congreso, pese al tono intencionalmente moderado de González, acaba con la inclusión del término «marxista» en la base de la definición ideológica del partido y con el consabido cántico de «España mañana será republicana», a pesar de que los dirigentes socialistas, al igual que los otros jefes de la oposición, habían renunciado a plantear al gobierno la problemática «república o monarquía» con el fin de entrar en el juego político.

Este panorama, aunque tenso, parecía discurrir por unos caminos de calma relativa. Pero nadie sospechaba que alguien o algunos, tal vez algún cerebro en la sombra, estaba planeando tensar la cuerda hasta hacer saltar  a ciertos elementos… Las piezas del juego ya están sobre el escenario, pero nadie sospecha que para ganar el juego tengan que ser sacrificados ciertos peones. El nombre GRAPO está a punto de hacer su aparición en escena, en un momento muy inoportuno, o tal vez oportuno, según se mire, o, mejor dicho, según quién lo mire.

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