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El crimen de Canned Heat


promophoto4-2_copyA pesar de que uno se sabe ya esto de memoria, aún me causa estupefacción cuando me entero de estas cosas que pasaban al otro lado del Atlántico y que demuestran que, a pesar de las diferencias culturales y de los accidentes temporales, no somos tan diferentes unos de otros, estemos donde estemos, y que en todo país hay dos realidades contradictorias que conviven, y que cuando se encuentran se producen choques. Era el año 1967: en Grecia los coroneles daban un golpe de Estado instaurando una dictadura fascista y llegan a prohibir la música rock, a la que consideran tan perjudicial como ciertos poetas y cantantes nacionales; una año antes, en Filipinas, el régimen de Ferdinand Marcos declaraba personas non gratas a los Beatles por el “agravio” hacia su señora, la musa warholiana doña Imelda Marcos; y en España a muchos cantautores ya se les había vetado en televisión y en algunas provincias, y eran objetos de multas, sanciones y hasta detenciones por “alteración del orden público”. Esto claro, ocurría en países no democráticos, y sin contar lo sucedido tras el “telón de acero”, pues también se las trae (y esto lo dice alguien de izquierdas, medianamente marxista): el que en un país democrático se detuviera a alguien por sus canciones, su música o su forma de vestir, era algo impensable… Pero no: y es que en algunas partes de los Estados Unidos del amanecer del movimiento hippielos rockeros de pelo largo estaban muy mal vistos, y no sólo por la “degeneración moral” que representaban, sino porque para muchos ultraconservadores y filofascistas, herederos y partidarios del viejo macartismo, eran una versión moderna infiltrada del comunismo soviético, junto a los negros, la Liga de los Derechos Civiles y los sindicatos. Así que, cuando el promotor Bill Graham quiso abrir una sucursal de la famosa sala de conciertos The Family Dog en Denver, Colorado, el detective anti-drogas John Gray juró que iba a “librar a Denver de toda gente melenuda”, y puso un montón de impedimentos para impedir la apertura del antro; pero como al final todos sus esfuerzos fueron en balde, decidió dar un escarmiento con la banda que inaugurara el local, que fue Canned Heat, encabezado por el gran Bob Hite “El Oso” (vocalista y harmónica), quien, curiosamente, era natural de allí. La banda, formada por entonces por Alan G. Wilson “Búho Ciego” (voces, harmónica y guitarra), Henry Vestine portada“Girasol” (guitarra), Larry Taylor “El Topo” y Frank Cook, batería, que después de este incidente sería reemplazado por Adolfo “Fito” de la Parra, había asombrado a la crítica tras su muestra de country blues más puro en el Festival de Monterey, y teniendo ya un LP en el mercado, por lo que el incidente fue algo notorio. La policía registró sus habitaciones en el hotel, y al único que le encontraron “algo”, fue a Skip Taylor, mánager del grupo, por lo cual, toda la banda fue detenida bajo la misma acusación. Años después, los miembros del grupo seguían jurando que no tenían ni un solo gramo de lo que fuera y que sería bastante probable que las pruebas hubieran sido puestas por policías corruptos, además de denunciar que en muchos sitios del sur de Estados Unidos tenían dificultades para tocar, que no les atendían en los hoteles y en restaurantes, porque para mucha de esa gente, los melenudos, y además los melenudos que tocaban música de negros, eran, en sus escalas, “peores que los negros”.

Fuente: http://www.putnampit.com/blues.html

Así que, para el año siguiente, escribieron una especie de canción protesta que fue incluida en su fantástico LP Boogie with Canned Heat:

My crime

I went to Denver
Late last fall
I went to do my job
Yeah I didn’t break any law

We worked a hippie place
Like many in our land
They couldn’t bust the place
And so they got the band

`Cause the police in Denver
No, they don’t want none of them
long hairs hanging around

And that’s the reason why
They want to tear
Canned Heat’s reputation down

You people in Denver
Will know what I mean
Yeah, the things I’m gonna tell ya
Yeah, you’ve all heard and seen

You remember when a cop on the beat
Used to rob and steal
Today they’re gone, but the others get it on
So you know just how I feel

`Cause the police in Denver
Lord, they don’t want none of them
long hairs hanging around

And that’s the reason why
They try to tear
Canned Heat’s reputation down

Yeah, they try to tear it down, boy
They ain’t gonna do it though

There’s nothing wrong, baby

Let me tell you this just one more time
Just one more thing I wanna tell ya before I go
It’s a shame the Man in Denver
Has to lie and mistreat people so

Now six months ain’t no sentence
One year ain’t no time
When I hear from one to ten
It worries my troubled mind

`Cause the police in Denver
Lord, don’t want no long hairs around
And that’s the reason why
They try to tear
Canned Heat’s reputation down

http://www.mp3lyrics.org/c/canned-heat/my-crime/

Mi crimen

Fui a Denver/ a finales del otoño pasado/ Fui a hacer mi trabajo/ sí, no quebré ninguna ley.// Trabajamos en un local hippie,/ como tantos en nuestra tierra/ No podían asaltar el local/ y entonces detuvieron a la banda.// Porque la policía de Denver,/ no, no quieren a ninguno de esos/ melenudos merodeando,// y ésa es la razón por la que/ quieren echar abajo/ la reputación de Canned Heat.// Vosotros, gente de Denver,/ sabréis lo que quiero decir/ sí, las cosas que voy a deciros,/ sí, todos las habéis oído y visto.// Recordáis cuando un poli de ronda/ solía atracar y robar/ Hoy se han ido, pero los otros continúan,/ así que ya sabéis como me siento.// Porque la policía de Denver,/ Señor, no quieren a ninguno de esos/ melenudos merodeando,// y ésa es la razón por la que/ quieren echar abajo/ la reputación de Canned Heat.// Sí, están intentando echarla por tierra, muchacho,/ aunque no lo van a conseguir.// No hay nada malo, cariño// Dejadme deciros esto sólo una vez más/ sólo una cosa más quiero deciros antes de irme/ Es una vergüenza que el tío de Denver/ tenga que mentir y maltratar a la gente así.// Ahora, seis meses no es sentencia,/ un año no es tiempo,/ cuando oigo de uno a diez,/ preocupa a mi mente angustiada.//  Porque la policía de Denver,/ Señor, no quieren a ninguno de esos/ melenudos merodeando,// y ésa es la razón por la que/ quieren echar abajo/ la reputación de Canned Heat.

Canned Heat

Blues en la carretera otra vez con calor enlatado (Canned Heat)


Foto promocionalOn the road again” fue una de las grandes canciones de mi idolatrado grupo de blues blanco, Canned Heat. Sin embargo no era original de la banda, sino que era una adaptación de un viejo blues de Floyd Jones a cargo de Alan “Blind Owl” Wilson (Búho Ciego), el carismático guitarrista y armonicista de la banda, cantándola con su particular voz en falsete. Esta canción, a su vez, era una adaptación de una canción del músico del gran estilo blues del Delta, Tommy Johnson, que, a su vez, había escrito “Canned heat blues”, la canción que dio nombre a la banda, cerrando así el círculo (sobre esto se ha escrito mucho: el calor enlatado, “canned heat”, era un nombre en clave que algunos músicos de entonces llamaban a la ingestión de cierto producto de limpieza que les provocaba efectos lisérgicos; la adopción del nombre por la banda se pensó que se debía por su afición a las drogas, aunque yo, particularmente, creo que simplemente era un homenaje).

Big Road Blues

Cryin’, ain’t goin’ down this
Big road by myself
A-don’t ya hear me talkin’, pretty mama?
Lord, ain’t goin’ down this
Big road by myself
If I don’t carry you
Gon car’ somebody else

Cryin, sun gon’ shine in
My backdoor, someday
A-don’t ya hear me talkin’, pretty mama?
Lord, sun gon’ shine in
My backdoor, someday
A wind gon’ change all
Blow my blues away

Baby, what made you do
Things you do-do-do
Like you do-do-do?
Don’t you hear me, now?
What made you do me
Like you do-do-do?
Now, you think ‘gon do me like you
Done to po’ old Cherry Red

Take the poor boy’s money, now
Sho’ nuff, you won’t take mine
A-don’t ya hear me talkin’, pretty mama?
Taken this poor boy’s money
Sho’ nuff, won’t take mine
Taken the po’ boy’s money, now
Sure t’ God, you won’t take mine

Cryin’, ain’t goin’ down this
Big road by myself
A-don’t you hear me talkin’, pretty mama?
Lord, ain’t goin’ down this
Big road by myself
If I don’t car’ you
Gon’ carry somebody else
Cryin’, sun gon’ shine on
My back door someday
A-don’t you hear me talkin’, pretty mama?
Know sun gon’ shine in
My back door someday
And a wind gon’ change and
Blow my blues away.

http://www.lyricsmode.com/lyrics/t/tommy_johnson/big_road_blues.html

Blues de la gran carretera

Llorando, no voy ir por esta/ gran carretera solo./ Oh, ¿no me oyes, bella mami?/ Señor, no voy ir por esta/ gran carretera solo./ Si no te llevo,/ voy a llevarme a otra cualquiera.// Llorando, el sol va a brillar en/ mi puerta trasera algún día./ Oh, ¿no me oyes hablar, bella mami?/ Señor, el sol va a brillar en/ mi puerta trasera, algún día/ un viento lo va a cambiar todo/ se va a llevar mi tristeza.// Cariño, ¿qué hiciste/ las cosas que haces/ como las haces?/ Qué me hiciste/ como lo haces?/ Ahora, crees que me has hecho lo mismo que le hiciste/ al pobre viejo Cereza Roja.// Llévate el dinero del pobre muchacho, ahora/ es bastante seguro que no te llevarás el mío/ Oh, ¿no me oyes hablar, bella mami?/ Te has llevado el dinero de este pobre muchacho/ es bastante seguro que no te llevarás el mío/ Te has llevado el dinero del pobre muchacho, ahora/ te juro por Dios que no te llevarás el mío.//…

Tommy Johnson

On the road again

Well, I’m so tired of crying, but I’m out
on the road again.
– I’m on the road again.
Well, I’m so tired of crying, but I’m out
on the road again.
– I’m on the road again.
I ain’t got no woman
Just to call my special friend.

You know the first time I traveled out
in the rain and snow,
– In the rain and snow.
You know the first time I traveled out
in the rain and snow,
– In the rain and snow.
I didn’t have no payroll,
Not even no place to go.

And my dear mother left me when
I was quite young,
– When I was quite young.
And my dear mother left me when
I was quite young,
– When I was quite young.
She said "Lord, have mercy
On my wicked son."

Take a hint from me, mama, please
don’t you cry no more,
– Don’t you cry no more.
Take a hint from me, mama, please
don’t you cry no more,
– Don’t you cry no more.
‘Cause it’s soon one morning
Down the road I’m going.

But I aint going down that
long old lonesome road
All by myself.
But I aint going down that
long old lonesome road
All by myself.
I can’t carry you, Baby,
Gonna carry somebody else.

En la carretera otra vez

Bueno, estoy tan cansado de llorar, pero estoy fuera,/ estoy en la carretera otra vez…/ No tengo mujer/ a la que llamar mi amiga especial.// Sabes que la primera vez que viajé/ bajo la lluvia y la nieve…/ no tenía nómina,/ ni siquiera un lugar al que ir.// Y mi querida madre me abandonó cuando/ yo era bastante joven,…/ Dijo “Señor, ten misericordia/ de mi perverso hijo.”// Sígueme la pista, mami, por favor,/ no llores más,…/ porque pronto una mañana/ a la carretera voy.// Pero no voy hacia ese/ largo y viejo camino solitario/ completamente solo…/ No puedo llevarte, nena,/ voy a llevar a otra cualquiera.

Floyd Jones

Foto promocional: Al Wilson, Henry Vestine y Bob Hite Jr.

Y “Blind Owl” cogió la canción y le hizo unos arreglos al gusto de la época (1968), para el disco Boogie with Canned Heat, incorporando un sitar que abre la canción y suena insistentemente de fondo a lo largo de la canción:

Y mira esta asombrosa actuación en –cómo no- Woodstock:

Historia del movimiento hippy. II parte


Los cincuenta se acababan con el gran evento de la década: la Revolución Cubana (de la que en la actualidad sólo quedan iconos e imágenes, habiendo pasado de revolución popular a dictadura personal). Al mismo tiempo, la guerra fría se había recrudecido, muy especialmente por la experimentación con misiles y la carrera espacial que ambas potencias poseían, llegando en los dos lados a una esquizofrenia enfermiza que desemboca en ambos bandos en espionajes y contraespionajes. En Estados Unidos, es el siniestro senador McCartthy el que aprovecha la paranoia del país para llevar a cabo un auténtico control político sobre políticos y artistas más digno de un régimen fascista, o incluso de la rusia estalinista, que de un régimen democrático. Actores y directores, como Charles Chaplin, músicos como Pete Seeger, o escritores como Ginsberg, sufrieron el vigilante ojo del anticomunismo americano. El punto álgido internacional llegó cuando Fidel Castro, buscando aliados en este teatro, se define comunista y recaba la ayuda de la Unión Soviética: los rusos ponen misiles en Cuba apuntando a Estados Unidos. El momento es tan caliente internacionalmente que incluso el papa Juan XXIII apela al catolicismo de Kennedy para parar una locura. Años atrás, el presidente Eisenhower había acercado posturas con el general Franco, poniendo, a cambio de ayuda económica, bases en diversos sitios, como Rota o Torrejón.
Aquel momento de la guerra fría fue muy determinante: tuvo un tremendo impacto en la mente de muchos, especialmente de jóvenes, que empezaron a plantearse y a cuestionarse la fuerza militar. Fue precisamente el episodio de los misiles cubanos el que inspiraría a Bob Dylan una de sus mejores canciones de la época folk: «A hard rain’s a gonna fall» hablaba del miedo y de la posibilidad de la destrucción total bajo la amenaza de la guerra atómica. El movimiento folk se había renovado con nuevos nombres, como Joan Baez, Judy Collins, Tom Paxton, Richie Havens, y, por supuesto, Bob Dylan, que fue el primero de ellos en tener un éxito popular inequívoco del que muchos expertos aseguran que en cierto sentido fue su muerte artística. No suponía realmente una renovación de temas, pues el pacifismo y la lucha de los derechos civiles fue una constante del folk de los años 50, si bien, puede ser, la dimensión sindicalista hubiera decaído (excepto en Joan Baez). Folksingers blancos y negros se unen en las marchas por los derechos civiles de Martin Luther King.
Por otro lado, el mundo musical sintió la conmoción ante los grupos que venían desde el Reino Unido: los Beatles abrieron la puerta con su rock’n’roll y rythm’n’blues de raigambre americano, tras ellos grupos tan importantes como Rolling Stones, The Who, Kinks, Hollies, Animals… No suponían realmente una revolución de índole social, estrictamente hablando, pero sí una revolución en el mundo juvenil: ellos daban la impresión de no necesitar trabajar, de tener el destino en sus manos, de vivir al margen de lo que la sociedad exigía a los jóvenes: aquella era todavía una época en la que te tomaban en serio a partir de los 25 y no antes. Aunque las canciones pudieran ser frívolas a veces, o no decir nada más que «te quiero, me quieres», sí es cierto que abrían las nuevas posibilidades de una nueva forma de ver las relaciones entre los jóvenes. Sin embargo, estos muchachos todavía no tendrían grandes cosas que decir por ahora.
El panorama bohemio y underground era otra cosa. El mundo del jazz iba por otros derroteros, con nombres como Pharoah Sanders, John Coltrane y otros más; un mundo muy minoritario e intelectual comparado con el beat británico, el soul (rythm’n’blues comercial), el folk (hasta la llegada de Dylan minoritario) o el surf californiano. El nuevo jazz tenía componentes nuevos en el que, desde los días del be-bop, a la libertad creadora del intérprete se sumaban las experiencias lisérgicas. Desde finales de los 50, Timothy Leary y Richard Alpert, profesores de psicología de la universidad de Berkeley, junto al escritor de ciencia ficción Aldous Huxley, habían sintetizado el LSD, a principios como experimento del ejército americano, para desembocar en un elemento de la contracultura generalmente antimilitarista (elemento bastante engañoso). Pronto surgieron en Estados Unidos comunas dedicadas a la experimentación del cuerpo y la introspección mental en las que los sutas budistas e hindúes se unían a la marihuana y al LSD en una supuesta búsqueda de respuestas místicas más inducidas que auténticas. De ellas, la más famosa quizás fuera el grupo activista Merry Pranksters, los alegres bromistas, dirigidos por el escritor Ken Kesey (autor de Alguien voló sobre el nido del cuco) que plasmó las tempranas vivencias del grupo a bordo de un autobús, junto a Neal Cassady (el «musa» de los poetas beats) en el libro La gasesosa de ácido eléctrico (The Electric Kool-Aid Acid Test). Estos exploradores lisérgicos participarían e incluso organizarían las primeras marchas pacifistas contra la guerra de Vietnam y los primeros conciertos propiamente llamados hippies. Ocurrió entonces, hacia 1963 ó 1964, que confluyeron bajo más o menos el mismo objetivo, los exploradores lisérgicos, algunos de los folk-singers, los músicos de jazz, y los grupos de rock-garaje admiradores del pop británico: les unía principalmente el cuestionarse el papel de su país a nivel tanto nacional como internacional.
 

Musicalmente también es una era muy revolucionaria respecto a la música popular. Entre 1964 y 1965, en los locales de California y Nueva York se vive una intensa proliferación de nuevos grupos de folk y de jazz. Uno de ellos, que alcanzó un éxito popular considerable, fue The New Christy Minstrel, autores del popular «Green back dollar», que estuvo compuesto, entre otros, por Jim McGuinn, que luego formaría The Byrds, y Barry McGuire, un cantautor de folk-rock protesta que obtuvo un éxito disimulado con esta canción, obra de P. F. Sloan y Steve Barri, con una letra apocalíptica muy del gusto de la época, influida claramente por Dylan.

Otros grupos que fueron germen de los futuros grupos flok-rock californianos y de rock de San Francisco, fueron The Journeymen, The Mugwumps o Town Criers, grupos estos que no consiguieron el reconocimiento público, pero cuyos miembros triunfarían en distintas formaciones con nuevos lenguajes: de Journeymen saldrían Scott McKenzie (cantante que sólo tuvo éxito con una canción), y John y Michelle Phillips, que junto a los Mugwumps Mama Cass Elliot y Dennis Doherty formarían The Mamas & The Papas; por su parte, otros dos Mugwumps, John Sebastian y Zal Yanovski, formarían el grupo de bluegrass y folk-rock Lovin’ Spoonful.

En 1964 se les siguen considerando betanicks, pero poco poco el murmuro de la palabra «hippie» se va haciendo más claro y audible cuando los estudiantes activistas de izquierdas, los promotores de los derechos civiles, los aventureros lisérgicos y los místicos van confluyendo en algo que era curiosamente concreto e impreciso a la vez movidos por la nueva injusticia global: la guerra de Vietnam. No obstante, el componente político no fue tan determinante en un principio entre los hippies como el misticismo, el rock y las drogas, aunque las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam vienen prácticamente de manos de líderes activistas inmersos en este nuevo mundo.
En 1967 el mundo hippie tiene su capital en la ciudad californiana de San Francisco, una ciudad abierta y tolerante tradicionalmente, que también había acunado a los antiguos beatnicks y hipsters; y más concretamente en el barrio de Haight Ashbury. Tampoco es casualidad que tuviera una localización geográfica concreta dada la heterogeneidad ideológica de EE.UU: conviene no olvidar que, al igual que los negros, un beatnick o un hippie no podía atravesar los estados sureños con la sensación de sentirse como en casa, al contrario que pasaba con toda California, Nueva York y otras zonas más abiertas a la diversidad cultural. El Haight Ashbury se convierte casi en un ghetto de los hippies, y a él se acercan diversos turistas para contemplar el fenómeno, entre ellos las estrellas del pop británico para ver la nueva música que allí se estaba creando: Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, Big Brother & The Holding Co., con la maravillosa Janis Joplin al frente, eran los nuevos grupos formados por músicos que venían de antiguas formaciones o aventuras en solitarios de folk, folk-rock o jazz, practicantes de un rock nuevo y refrescado que mezclaba magistralmente el rock y el blues con el folk, el jazz, instrumentos y ritmos orientales, y nuevas visiones musicales en ocasiones inspiradas por el consumo de drogas. Estos grupos tocan juntos en las múltiples salas de música que existían entonces: el Matrix, el Avalon Ballroom, vieron los mejores momentos de estos grupos antes de que las empresas discográficas mancharan su ambición de ser simplemente músicos de San Francisco populares.
En torno a la comunidad de Haight Ashbury surgen diversas propuestas artísticas: música, teatro independiente, poesía…, pero también negocios que traían todo lo que un hippie podía desear: discos, ropa oriental, collares, cuentas, instrumentos musicales contra más exóticos mejor… A parte el negocio subterráneo de la droga, pero junto a esto prolifera la Clínica Médica Gratuita, dirigida a los chicos con problemas de drogas: no se trataba de prevención y rehabilitación, sino de enseñar a como se podía utilizar una droga sin correr riesgos o, por lo menos, los mínimos. Haight Ashbury podía parecer un paraíso urbano, un lugar donde no trabajar y poder dedicarse a la expansión personal y espiritual de uno mismo y de su cuerpo. Pocas cosas había que sacaran a un hippie de su pretendido estado mental de paz espiritual. No obstante, otros entendían las ciudades como trampas mortales en las que se atrapaba y castraba el alma humana, y comprendían que el lugar del hombre era la naturaleza: algunos huyen a los campos y abren granjas donde fundar comunas y vivir de lo que producían (algunas de ellas hoy en día perviven, sustentándose de vender sus productos): la más famosa fue la granja de Hogh Farm.
Junto a las drogas surge el fenómeno del nuevo misticismo, propugnado por los poetas beats y otros pensadores contraculturales. No fue casualidad que el principal grupo hinduista de occidente apareciera a caballo entre Nueva York y el Haight Ashbury: los Hare Krishna. Los auténticos hippies comenzaron estudiando los textos sagrados de la India, China o Japón; algunos, por su parte, practicaban una suerte de neo-paganismo, mientras que otros fijaban su fe en las raíces del cristianismo. Sin duda alguna, a pesar de utilizar las drogas como medio, éste era en principio una práctica honesta y sincera, si bien la santidad de los gurús que permitían el uso de drogas a sus discípulos era bien discutible (si su religión lo prohibía, claro); pero en el momento en que las grandes estrellas del rock y del cine comenzaron a interesarse por estas prácticas, aparecieron multitudes de maestros espirituales que venían de la India, en donde no gozaban del respeto que decían poseer, con el único objetivo de «hacerse la foto» y ganar su espiritualidad a golpe de fama: el ejemplo más sonado fue el del Maharishi Mahesh Yogi, que utilizó las ansias espirituales de los Beatles para obtener fama, además de mostrar un interés más terrenal que espiritual por su discípula Mia Farrow.
El objetivo de los hippies era oponerse a la sociedad bienpensante americana mediante la religión, las drogas, la auto-marginación y las expresiones artísticas. Y en en Junio de 1967 dieron su grito de afirmación en el Festivla Pop de Monterrey, en donde actuaron sin cobrar (excepto Ravi Shankar, por aquello de tener que volver a la India) los nuevos grupos de rock de San Francisco, los grupos de blues, algunas estrellas del pop británico, junto al gigante del soul Otis Redding y al maestro sitarista Ravi Shankar.

Aunque opuesto a toda guerra, el hippie pretendía vivir al margen de cualquier activismo político, lo cual no le impedía participar en las manifestaciones por la paz/ contra la guerra. Se produce entonces una escisión dentro de ellos, quedando divididos entre activistas y pasotas. El activista solía ser un estudiante o poseer una gran cultura, pero más que místico su tendencia mental iba hacia el socialismo, y, en muchos casos, eran pacifistas pero no pacíficos. El pasota, por su parte, era el hippie en sentido estricto, con tendencia automarginativa e ideas, a veces, demasiado utópicas, frente al activista, que siempre optaba por la práctica. El activista siempre criticaba la falta de acción del pasota, al que acusaba de querer cambiar el mundo a base de canciones y oraciones, o de no querer cambiarlo en absoluto mientras siguiera existiendo su isla, mientras que el pasota le acusaba de querer cambiar el mundo para su beneficio al tiempo que inventaba el bonito término de lunático del poder. Un buen ejemplo de crítica contra los activistas es la canción de los Beatles «Revolution». Por lo general, los músicos suelen practicar el pasotismo, sin desdeñar sus buenas dosis de activismo: los hippies no eran tan políticos en la música como posteriormente se ha pretendido, aunque sintieran simpatías por movimientos como los Panteras Negras y sus equivalentes indios, portorriqueños y asiáticos; sólo hay un número contado de casos en los que la política es un factor determinante en la creación artística, como los Jefferson Airplane, los Who, Country Joe & The Fish, además de los folksingers y cantautores. Sin embargo, en 1968 los pacíficos Human Be-In y Tribal Stomps que venían realizándose desde 1966 fueron adquiriendo un cariz cada vez más político. De una manera feroz, las concentraciones dejaron de ser pacifistas y utópicas para convertirse en batallas callejeras. Fue, no obstante, un huracán que recorrió casi todo el mundo: el mayo francés, la Primavera de Praga, la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en México, y nuestras primeras (descartando las del 56) revueltas estudiantiles. También se notó en sus ropas, que comenzaron a alternar los motivos orientales con ropas militares, motivos socialistas y camisetas con la efigie del «Che» Guervara. El año 68 fue el momento culmen en el que nuevas ideologías desafiaban tanto al status capitalista como al comunista que se habían establecido tras la 2ª Guerra Mundial. A partir de ese año, todas sus exhibiciones estarían fuerte y ferozmente marcadas por un halo político antimilitarista.
El otro gran éxito de los hippies fue el concierto multitudinario de Woodstock en 1969, cuya cifra de asistentes se aproximó de manera muy simbólica a la del número de combatientes que había en Vietnam. Pero la década de los 70 venía pisando fuerte, trayendo consigo un huracán de violencia y atentados terroristas de diversos símbolos, borrando los buenos sentimientos hippies que, aunque subsistiendo en las comunas y en las granjas, fueron desapareciendo por una razón: se pasó de moda, venían nuevas generaciones con nuevas demandas y cada vez más se contemplaba a los hippies como una rareza del pasado.

Los hippies no fueron más que, en muchos aspectos, otro movimiento juvenil con ansias de cambiar el mundo, cosa que consiguieron en parte pero sin librarse de que a la mayoría de ellos, como en todo movimiento juvenil, el mundo les cambiara. Como todo movimiento juvenil tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, frente a los maniqueísmos de considerarlos la mejor generación del s. XX o una panda de degenerados morales.
Hay que entender que como movimiento aparecen en una de las épocas más feroces de la guerra fría, con un nuevo frente comunista amenazante desde el Caribe. El ambiente de tensión, violencia, patriotismo exacerbado y militarismo promovió la necesidad de alejarse de un mundo regido tradicionalmente por las armas y buscar refugios en diversos paraísos artificiales, para poder explorar las profundidades del alma humana. Como radicalmente opuestos a la política de su país y promotores naturales de la lucha por los derechos civiles, los hippies no eran bien considerados por las instituciones clasistas y racistas de sus países; no en vano pueden afirmar, incluso con más derecho que sus predecesores beatnicks, haber sido el primer movimiento-moda juvenil totalmente inter-racial: mientras que los rockers eran generalmente blancos, y los funkies negros, o había un rock’n’roll blanco y otro negro, los hippies no reconocían colores: para ellos era perfectamente normal que un blanco tocara blues y un negro country’n’western. Fundaron gracias a sus nuevas conciencias movimientos que han tenido una importancia indiscutible: el movimiento ecologista fue re-fundado por ellos prácticamente. Lo mismo se puede decir respecto a las ideas de igualdad de sexos y de tolerancia sexual; también las ideas renovadas de igualdad y fraternidad propiciaron un cambio en la forma de ver las relaciones entre los seres humanos y sus culturas desde el respeto y sin «centrismos» culturales de ninguna clase.
Pero tuvieron sus defectos, de entre ellos el más grave fue el abuso de las drogas: desde los planteamientos de Leary y Alpert y otros, los hippies buscaron en las drogas aquel remanso de paz y sintonía espiritual que decían que los indios americanos, los shaivas (adoradores de Shiva) y otros obtenían gracias a su consumo propiciada por una visión bastante sesgada de estas culturas. Las drogas, lejos de enriquecer a la cultura del movimiento hippie, en realidad contribuyó a su destrucción y a propagar la visión de viciosos que de ellos se tenían, una publicidad alimentada por las sucesivas muertes de sobredosis de las grandes estrellas del rock: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Al «Blind Owl» Wilson, Ron «Pigpen» McKernan… Ante esto siempre cabe preguntarse si no fueron los servicios secretos americanos, al igual que a todas vistas parece que hicieron en los barrios negros, quienes promovieron la introducción y el consumo de drogas cada vez más peligrosas en el mundo hippie. A parte de los supuestos espías soviéticos, el enemigo interior que el gobierno americano decía tener era triple: los negros, los estudiantes y los hippies.
Pasaba algo parecido con la libertad sexual o con el marketing. Los hippies fueron víctimas de sus propios vicios: muy pronto la revolución de la conciencia, la libertad sexual y el hacer lo que quieras sinceros y honestos de algunos en principio, atrajo a un número importante de oportunistas a los que las revoluciones les importaba un pito: querían drogas y sexo nada más. Parecido era lo de la exploración espiritual, la cual, una vez fue manifestada por las millonarias estrellas musicales y cinematográficas su afición atrajo a un número significativo de gurús gorrones y charlatanes que, aprovechándose de la inocencia o ignorancia de las estrellas del rock, llegaron a desvirtuar en moda lo que en sus lugares de origen eran religiones serias y repetadas. El elemento bohemio y marginal que habían sido desde el año 64 comenzó a ser un negocio cuando las estrellas del pop británico comenzaron a practicar (o a intentarlo) ese estilo de vida: de repente, entre un grupo de gente que afirmaba despreciar el dinero se comenzó a mover un importante negocio de miles de dólares en la industria discográfica: ser hippie, en algunos sitios, estaba de moda. Pocas veces el utopismo de un mundo sin dinero basado en el respeto a los demás dio sus buenos resultados: Woodstock y Monterrey fueron magníficos, pero también está el desastre de Altamont protagonizado por los Rolling Stones, del que ya hablé un día. El dólar, enemigo declarado de los hippies en un principio, entró entre ellos para destruirlos de la manera más atroz en la que se puede destruir un movimiento juvenil: la frivolización de sus principios en estética y pseudo-elementos; abundan grupos de pop ñoños y frívolos que hacían letras bastante naïves con una pretendida y falsa base hippie.
Si bien los Rolling Stones pecaban de excesiva terrenalidad, los Beatles pecaban de excesiva espiritualidad. La marginación política por la que finalmente la mayoría optaban tenía también su cara y su cruz: se puede entender que ante la tensión, la violencia y el patriotismo exacerbado uno prefiriera apartarse del mundo; pero esto tenía su efecto negativo en lo tocante a las reivindicaciones serias de entonces, ya que se adquiría así cierto halo malsano de esnobismo intelectual muy perjudicial por un lado, y un egoísmo injustificado. Por supuesto hablamos sólo de los pasotas, los auténticos hippies, pues los activistas compartían ciertas pautas y estética, pero porque toda época tiene su estética. Esto fue muy notable también en nuestro país, cuando empezaron a instalarse en Ibiza parecían ignorar que existía una dictadura viva y operante.
En España, el hippismo entró diez años después de lo que se puede considerar su nacimiento, como ha venido siendo la tendencia de este país respecto a las modas y a las músicas, de la mano de Pau Riba, Jordi Batiste o Hilario Camacho, entre otros, dando lugar a grupos de tendencias psicodélicas y de rock progresivo sobre todo en Andalucía y Cataluña: Smash, Triana, Iceberg, Gong, Companyia Elèctrica Dharma, Barcelona Traction… Pero también de otros lugares: Dolores, los gallegos NHU, los vascos Errobi… No obstante, el hippismo a la americana no se entendió muy bien aquí, ya que conllevaba la marginación voluntaria y la no acción política. Dicen las malas lenguas que los que de aquí se hicieron hippies eran niños ricos que podían jugar a hippies y que, cuando se cansaran, podrían volver al puesto que su papá le tenía asignado en la empresa o en el negocio familiar (no sé hasta qué punto de verdad esto fue verdad, pero también se podía decir lo mismo de ciertos activistas).

Los hippies contribuyeron a cambiar el mundo de entonces, no se puede negar. Pero pagaron un precio muy alto, sucumbiendo a sus contradicciones, a sus vicios, quizás por ellos mismos, quizás por una mano negra que mueve los hilos hasta del mismo presidente de los Estados Unidos…

A little bit of Canned Heat: queréis un poco de refrescante calor enlatado?


Canned Heat fue un grupo de blues de mediados de los 60 muy popular y respetado en Esatdos Unidos. El grupo nació cuando se encontraron Bob Hite, alias "el Oso", vocalista y harmónica, y Al "Blind Owl" Wilson, guitarra, vocalista y harmónica: el grupo se dedicó a versionar temas clásicos de blues rural y rythm’n’blues con tremenda profesionalidad y con elementos del acid rock y del rock duro de la época. La rotunda voz del Oso, un personaje entrañable como se puede apreciar en este vídeo, y otras veces la voz en falsete de "Búho Ciego", aunque con un estilo muy clásico, encontraron un hueco perfecto en la California de la psicodelia y el rock progresivo. De hecho, su primer disco estaba compuesto por temas clásicos del rythm’n’blues, algunos tan desconocidos para los profanos que fueron atribuidos al grupo, otros ya conocidos en las voces de Rolling Stones, Animals, Yardbirds o Cream y otros grupos del blues-rock británico; pero son Canned heat los que cantan estos temas con una pureza impecable sin llegar a parecer puristas.
El mismo nombre del grupo, Canned Heat -calor enlatado- viene dado por el nombre de una canción clásica del bluesman Robert Johnson (de quien se llegó a decir que tenía un pacto con el demonio porque aquella forma de tocar no podía ser natural). El nombre fue motivo de polémica, pues la canción de Johnson en cuestión hace referencia a una práctica poco saludable de los bluesmen bohemios que consistía en embriagarse bebiendo una botella de desatascador a la que llamaban "canned heat"; y, como es obvio que éste era un grupo hippy, cómo no iba a tener relación con las propiedades alucinógenas que se le atribuyen al "calor enlatado" de Robert Johnson… Sea como fuere, desgraciadamente fue así: las malditas drogas se llevaron a Al Wilson a tocar la harmónica al jazz-club del Cielo a principios de los 70; algunos años después, el buen Oso Bob se fue a hacerle las voces. Canned Heat, aún así, han tenido un nuevo regreso, aunque retomando a estilos de blues mucho más tradicionales que los que tenía en los 60 y 70, gracias a su batería, Fito de la Parra, con nuevos componentes.
En fin, en esta tórrida tarde de verano, mientras tomáis una cerveza y fumáis un pitillo (o lo que sea que fuméis, o si no fumáis, mejor), ¿no os apetece un poco de refrescante Calor Enlatado?

Este vídeo pertenece a su actuación en el Festival de Woodstock. Siempre me ha llamado la atención la parte del chico que se sube al escenario y Bob Hite aleja al fornido hippie encargado de la seguridad permitiendo que su amigo permanezca ahí y lo vea en primerísima fila. A día de hoy no sé si era un viejo amigo o simplemente un fan.
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