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Guillermo Niño no es Billy el Niño, pero se parecen mucho


Yo quería decir unas palabras sobre Billy el Niño:

El mes que viene hará un año que apareció mi primera novela, titulada Billy («algo es algo»). Por si te lo preguntas, sí: guarda relación con González Pacheco, alias Billy El Niño. Déjame contarte:

La idea surgió cuando Cristina Bermejo Rey, que es una gran escritora, quería escribir una historia de un psicópata, y le sugerí que uno de los personajes fuera un antiguo torturador que se obsesionara con alguien. Naturalmente, ya tenía en la cabeza a Billy El Niño como modelo.

Tiempo después, tras escribir artículos y mi tesis doctoral, me lancé a la aventura literaria de repente y retomé esa idea. El resultado: una novela cuyo protagonista es un antihéroe y está inspirado en esta persona por ser el más famoso y caracterizado de los torturadores.

El libro es una historia policiaca, en donde este antihéroe, Guillermo Niño (Billy the Kid), investiga los crímenes de un asesino en serie que imita los métodos de la brigada político social, pero su trasfondo es otro: una venganza poética. A diferencia de la inspiración, mi personaje espera una querella. Uno de los personajes del libro le dice que le esperan dos juicios: el de un psicópata y el de la justicia normal.

Todo esto lo escribo porque tal vez, a raíz de la muerte de este hombre, alguien dé con el libro y se llame a engaño. Nunca fue mi objetivo encumbrarlo a mito ni nada parecido. Mi objetivo fue el de enseñar a quien lo desconoce lo que pasó no hace mucho a través de una historia ficticia con unos personajes ficticios, inspirados por hechos y personas reales, pero ficticios del todo.

Además de todo eso, no puedo dejar de asombrarme al ver que hay quien defiende lo que hizo y acusa sin saber, como el despreciable señor Alfonso Ussía, quien desde hoy ha perdido toda legitimación para hablar de constitución y de democracia. Yo conozco a algunas víctimas de ese señor, y no eran ni son nada de eso. No puedes ir de constitucionalista y de demócrata por la vida y luego defender a un torturador porque en el 36 pasó no sé qué, porque la checa y porque todo lo demás.

«Toda persona, piense como piense, tiene el deber moral de repudiar y condenar la tortura y el trato inhumano bajo cualesquiera de sus formas, de sus medios y de sus fines, la propiciara Franco, Hitler, Stalin, Pol Pot o quien sea», es lo que escribí en su prólogo.

A veces es un poco difícil tratar de ser escuchado, sobre todo cuando intentas poner cuidado para que no parezca que tratas de aprovecharte. Sin embargo, pienso que mi novela puede estar bien para enseñar lo que ocurrió, sin más dogma que la condena de la tortura y el fanatismo.

Si quieres saber más, explora en este blog la etiqueta «Billy algo es algo«

La banda sonora de Billy («algo es algo») desgranada


Mal está, tal vez, que uno hable de su propia obra, pero uno de los atractivos de Billy («algo es algo»), que lo dota de originalidad, es que el título de cada capítulo es un fragmento de alguna canción, un pedazo que es relevante y va acorde con el sentido del episodio. Generalmente son de cantautores de España, bien propias, o bien poemas musicalizados de Miguel Hernández, Juan de Loxa, etc.; sin embargo, hay alguna excepción: un poeta uruguayo, un grupo de heavy metal español, y un cantautor y una banda grunge estadounidense.

Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019) es la historia de Guillermo Niño Pérez: un antiguo inspector de la policía política franquista, al que amenaza una querella por las torturas que propició en sus años de servicio, pues ya se salvó de otras, y es perseguido por el recuerdo de la muerte de Gabriel Aceituno, un estudiante agitador al que interrogó brutalmente. Sin embargo, no son estas cosas las que le inquietan, sino un joven vecino cuyo comportamiento errático y su modo de vida misterioso le obsesiona de forma malsana, sacando de él al antiguo inspector que perseguía «malhechores» por su pensamiento y conducta fuera de la norma habitual. Un día, mientras reflexiona sobre cómo esquivar a la prensa que le asedia, un antiguo subordinado le indica que en el periódico se habla de un asesino en serie que imita los métodos de tortura de la Brigada. Tomándoselo como un agravio hacia él y sus compañeros, decide investigar, convencido de tener un sospechoso bastante prometedor.

Me ha quedado algo largo, pero prometo que, en comparación, la novela es más corta.

Al comienzo de este vídeo promocional puedes oír un collage sonoro con los fragmentos de las canciones

Antes del odio, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

Vencida la República en 1939, el régimen fascista de Franco se dedicó a hacer una dura purga contra los ciudadanos que hubieran tenido, aunque fuera presumiblemente, parte en el anterior gobierno legítimo, en el ejército popular, hubiera pertenecido a partidos de izquierdas o regionalistas/ nacionalistas, o hubiera manifestado abiertamente esas ideas. La mayoría de los intelectuales apoyaron ferviente y abiertamente al partido y al gobierno del Frente Popular, entre ellos, el poeta Miguel Hernández, quien pertenecía al Partido Comunista de España. Hernández fue arrestado y encarcelado, llevado a distintas prisiones donde se hacinaba con otros presos; llegó a tener una pena de muerte sobre su cabeza que, finalmente, le sería conmutada; sin embargo, moriría debido a las insalubres condiciones de esas prisiones. En esas estancias, el poeta escribió unos poemas que describían su situación y la de muchos otros, que se reunirían en un libro titulado Cancionero y romancero de ausencias.

«Antes del odio» es un poema estremecedor, en el que Miguel Hernández describe la miseria por la pérdida de libertad, simbolizada en su mujer y su hijo, ausentes y lejanos; también la incertidumbre de una pena de muerte que podía materializarse cualquier noche, arbitrariamente, junto con otros tantos; y, además de eso, la inquebrantable libertad interior del ser humano.

En 1975, el cantautor Adolfo Celdrán, musicalizó este poema para su disco 4.444 veces, por ejemplo, siguiendo el empeño de rescatar a los poetas silenciados, despreciados o tapados por la censura. Celdrán dota al poema de una melodía estremecedora que amplía las palabras del prisionero.

«… me es pequeño y exterior»: el poema resulta la máxima expresión de los pensamientos y sentimientos de un preso por razones políticas, por esa razón merecía su sitio entre los títulos de Billy («algo es algo»).

Campanades a morts: letra y música de Lluís Llach

Vitoria, 3 de marzo de 1976. La crisis económica mundial comenzó a notarse en España con viveza; los obreros, ante los despidos, las retenciones y bajadas de sueldo, van a la huelga, mientras un cierto ministro de economía, convertido más tarde en aristócrata-empresario de éxito, lanzaba arengas tratando de convencer de que no había otra solución porque no había dinero para los sueldos: que había que conformarse, apretarse el cinturón y pedir a Dios que dé lo que que los humanos niegan (bien, esto es una licencia mía). Especialmente trágica era la situación en Vitoria/ Gasteiz, en donde la huelga parecía interminable y la ciudad estaba al borde de la lucha. Ocurrió que, aquel tres de marzo, los obreros y sus familias estaban reunidos en asamblea en la iglesia de San Francisco de Asís, cuando la policía armada arrojó botes de humo provocando que salieran aturdidos y asfixiados; lo que no podían esperar es que su precipitada salida fuera recibida con fuego real. Murieron los trabajadores Pedro Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Romualdo Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido Perea. Vitoria se convirtió en un campo de batalla, mientras el responsable de las fuerzas de seguridad, el entonces ministro de la Gobernación, Manuel Fraga, se lavaba las manos delegando en Martín Villa, ministro de relaciones sindicales. Finalmente, Adolfo Suárez se puso al mando intentando impedir generar más violencia.

El cantautor catalán Lluís Llach cuenta que se encontraba frente al piano cuando oyó las noticias de las muertes; entonces, de una manera instintiva, aporreó sus teclas con fuerza, saliéndole casualmente los primeros acordes de esta canción, al estilo del réquiem de Mozart.

«… y que en la muerte os persiga nuestro recuerdo». El fragmento escogido («i que en la mort us persegueixin les nostres memòries») representa esa persistencia de los hechos morales de cada uno, que acompañan al actor hasta que muera, como es el caso del protagonista, Guillermo Niño, que se resiste a sentir remordimientos por un crimen que cometió, aunque su recuerdo le persiga.

Canción de vísperas, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

En 1977, Adolfo Celdrán sacó un disco que suponía una colección de las canciones que le habían sido censuradas, total o parcialmente, o directamente prohibidas en algún aspecto (grabación, interpretación o difusión radiofónica), con el nombre de Denegado. En él encontramos la musicalización de un poema de Nicolás Guillén, que, probablemente, hablara de la Cuba prerrevolucionaria. Como es natural, al ser muchos de sus versos muy aplicables a la España de la dictadura franquista, la canción no pasó los filtros de la censura.

El fragmento «El ojo del policía» hace referencia a ese llamado «olfato policial» del que Guillermo Niño dice hacer gala, aunque a menudo constituya solo un montón de sospechas infundadas basadas en prejuicios y primeras impresiones. Del otro fragmento que da nombre a otro capítulo, «… y, sobre la pista, el enano equilibrista», relativo a las sesiones del juicio contra Guillermo Niño por sus torturas, solo diré que siempre me ha hecho gracia cómo Adolfo consiguió burlar la censura, para que se impidiera establecer una relación entre este verso y cierto general famoso por su baja estatura, al presentarlo ante la censura como «… y, sobre la pista, Elena no equilibrista».

Cançó en i (letra y música de Francesc Pi de la Serra)

El ácido y satírico cantautor catalán, Pi de la Serra, era muy dado en sus canciones a los dobles sentidos, de manera que los críticos solían decir de él que lo importante no era tanto lo que cantaba como lo que se dejaba entrever en sus letras. En esta canción en concreto, Quico, como suele llamársele también cariñosamente, enumera un montón de clichés y frases hechas sobre la policía que podían oírse en las noticias, contando hazañas de sus agentes como impedir una violación o ayudar a una invidente a cruzar la calle.

«La policía está al servicio de los ciudadanos» (la policia està al sevei dels ciutadans) es el estribillo recurrente que Pi de la Serra deforma jugando con otras palabras como «oligarquía», «servilía», etc., y que escogí para el capítulo en donde se describen algunos de los discutibles métodos policiales de Guillermo Niño y sus compañeros de la Brigada de la Noche, además de su visión de la acción policial, que recuerda al decidirse a proponerse desenmascarar al asesino psicópata que le imita, El Carcelero.

Doña María, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

De nuevo un poema del poeta cubano interpretado por Celdrán sirve para nombrar dos títulos de Billy («algo es algo»). Como el anterior, parece ser un poema alusivo a la Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista, en donde mucha gente pobre se ganaba un cierto sueldo como confidentes de la policía política. Algo así ocurrió en España, como podrás descubrir en mi novela. Adolfo la musicalizó y la grabó en su primer disco, Silencio (1970).

«¡Ay, pobre doña María…!», verso incial del poema, me sirvió para titular el capítulo en el que se cuentan las tribulaciones e inquietudes de Marisa, la mujer de Guillermo Niño, ante el juicio que va tomando forma, pero también ante el extraño comportamiento que su marido está adoptando y del que poco le cuenta.

«Rondando anduvo mi casa» es otro capítulo, en el que se describen algunas cosas que hace el exinspector.

Enfermedades de invierno, de Jesús López Pacheco (musicalizado e interpretado por Luis Pastor)

Este poema era un canto contra la intolerancia en días del postfranquismo (los últimos años de gobierno de Franco, previos a la transición), contraponiendo la gente llena de razones que luchaban por la democracia frente a los vilentos sicarios del régimen: los ultraderechistas, que comenzaron a volverse más virulentos a medida que la vida del general se apagaba. Grupos como la Alianza Apostólica Anticomunista (AAA/ Triple A), Guerrilleros de Cristo Rey, el PENS (partido nazi español) y el Batallón Vasco-Español (un grupo parapolicial que realizaba atentados contra miembros de ETA y de la izquierda abertzale), que nacieron a finales de los años 60 para presentar batalla contra los jóvenes contestatarios, los obreros y los curas progresistas, pasaron de limitarse a romper escaparates de librerías y boicotear obras de teatro o recitales de cantautores, obviando palizas eventuales a líderes sociales, a cometer asesinatos.

En enero de 1977, toda la tensión de una transición política muy conflictiva acabó por estallar en pocos días: el estudiante Arturo Ruiz moría durante una manifestación por disparos de los Guerrilleros de Cristo Rey, al día siguiente lo hacía Mari Luz Nájera en la manifestación en protesta por esta muerte por la acción policial desproporcionada, y, finalmente, tres pistoleros de la Triple A asesinaban a sangre fría a los abogados laboralistas Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo, y al empleado del despacho Ángel Rodríguez Leal. Se organizó un funeral multitudinario que estremeció por su silencio respetuoso y su demostración de fuerza pacífica, especialmente los militantes del PCE, al que pertenecían las víctimas, y que todavía era ilegal. Suele decirse que esta demostración fue la que convenció a Suárez para, finalmente, legalizar los partidos democráticos.

Se consiguió detener a los tres ultras junto a algunos cómplices y autores intelectuales, pero no se pudo establecer la relación entre este lúgubre suceso y la responsabilidad en él de personas como Blas Piñar, Mariano Sánchez Covisa, Antonio González Pacheco y otras personalidades que lideraban el movimiento integrista o con cargos en las fuerzas de seguridad.

No recuerdo muy bien, pero creo que el poema es anterior al atentado de Atocha. No obstante, cuando Luis Pastor la musicalizó para su disco Nacimos para ser libres (1977), quiso denunciar toda aquella violencia, resquicios de un mundo que se resistía a morir con irracionalidad e integrismo.

«No vayas a coger alguna bala en los pulmones» es un verso lo suficientemente explicativo. No se llegó a saber lo que realmente pasó entonces, por lo que lo que describo en este capítulo (reconozco que muy influido por la película 7 días de enero de J. A. Bardem) es solo elucubración, inspirada por la teoría de que hubo gente importante detrás de este atentado terrorista con la finalidad de generar conflictividad social; una ficción basada en esta teoría en la que verás el papel que Guillermo Niño, de haber existido, hubiera tenido en aquellos asesinatos.

Es urgente, de Juan de Loxa (musicalización de Virgilio Fernández; interpretación de Aguaviva)

Juan de Loxa, poeta, locutor y promotor del colectivo andaluz Manifiesto Canción del Sur, escribió un texto inspirado por dos sucesos. Uno fue el del atentado de la calle Atocha del que ya hemos hablado; el otro fue el asesinato por la espalda a manos de la guardia civil del estudiante Francisco Javier Verdejo. ¿Crimen? Intentar pintar en una pared la frase «Pan y Trabajo». Es un poema en el que De Loxa contrapone también el mundo de la violencia y la irracionalidad con la del diálogo, las razones y la libertad.

«Allí se dan la paz con las manos manchadas»: de nuevo un verso muy expresivo que se explica por sí solo, alusivo al fervor religioso de unas personas que mandaban y mandaban matar, o mataban directamente. Una frase que un joven seminarista le recita a Guillermo Niño mientras asiste a misa con Marisa.

Están cambiando los tiempos (letra y música de Luis Pastor)

También del disco Nacimos para ser libres, fue una canción que, a pesar de lo que indicaba su título (al menos en apariencia), no estuvo libre de polémicas y boicots, como, por ejemplo, un aluvión de protestas de ciertas gentes a la dirección de TVE por su interpretación en el especial «Yo canto», acompañadas de amenazas serias contra el artista. Sobre todo por el verso que escogí para este capítulo: «No saldrá del agujero», aunque irónicamente se acabó pidiendo que saliera para meterle en otro agujero más familiar.

Galería de perpetuas (letra y música de Pedro Cobos y José Nieto; intérprete: Marisol)

En el proceso de Pepa Flores con romper de alguna forma con su pasado, encarnado en la dulce niña prodigio de nombre Marisol, surgieron discos y canciones interesantes, muy alejadas de aquellas que cantaba en su niñez en aquellas películas ñoñas. Pepa/ Marisol demostraba no solo haber conservado, y hasta perfeccionado, sus dotes interpretativas, sino que podía ser una artista comprometida y para un público adulto. Galería de perpetuas (canciones para mujeres), del año 79, es uno de esos discos, y la canción que daba nombre al disco toda una declaración de intenciones.

Es parte de una historia: Dolores Vázquez, cantante folklórica conocida como La Petenera, cumple cadena perpetua en la prisión de Alcalá de Henares por un asesinato; sin embargo, como confiesa en su carta a su amante, en su opinión cumple esa sentencia por el contenido machista de algunas de las canciones que cantaba, justificando el maltrato y echando sobre la mujer la culpa.

«Su dignidad y su vergüenza» fue el verso escogido para el capítulo en el que una tal señora Lluch relata las torturas a las que fue sometida por el inspector Guillermo Niño (inspiradas por las que relata Lidia Falcón), declarando que, a su parecer, el policía mostraba un desprecio especial hacia las mujeres.

Jo vinc d’un silenci (letra y música de Raimon)

El valenciano Ramón Peleguero Sanchís, bautizado artísticamente como Raimon (con acento en la «o»), se representa a menudo como el cantautor arquetípico en España, pues, junto a Paco Ibáñez, influyó en los cantautores de todos los rincones de España y en todo idioma de manera definitiva.

En su disco Lliurament del cant (1976), aunque con la presentación previa en recitales, incluía esta canción, que es una de las más celebradas, solicitadas y aplaudidas: un himno para la clase obrera, reivindicando la sencillez y desvelando las mentiras que se esconden tras los grandes discursos y los grandes nombres históricos, porque, como él y yo sabemos, es la clase obrera, a la que él y yo pertenecemos aunque nos desclasen, la que hace la historia. ¡Y punto!

«Quien pierde los orígenes pierde identidad» (Qui perd els origens perd identitat) fue el verso elegido para el capítulo en el que narro la infancia y la juventud de Guillermo Niño en su pobre y pequeño pueblo de Extremadura, siendo hijo de un duro y severo labrador que esconde un secreto oscuro y sangriento… Y el sentido es ese: que siendo de clase humilde eligió, al hacerse policía, pasarse al bando de los que oprimen, ejeciendo la labor ejecutiva de esa represión.

Knockin’ on Heaven’s Doors (letra y música de Bob Dylan)

Rompiendo la hegemonía, para este capítulo escogí a un cantautor, pero estadounidense. Y había una razón.

Esta canción, todo un himno pacifista, pertenece a la banda sonora de la película Pat Garret & Billy The Kid, de Sam Peckinpah (1973), aunque ese Billy el Niño romantizado, interpretado por Kris Kristofferson, dista mucho de parecerse a Guillermo Niño (Billy Kid) o a aquel policía al que se apodó así.

«Demasiado oscuro para ver» (Too dark to see) es un verso alusivo al dolor que causa ser el responsable de tanta muerte.

La meva estrella (letra y música de Francesc Pi de la Serra)

De nuevo el genial cantautor catalán. Es una canción incluida en su disco No és possible el que visc (1974), en donde narra un suceso preciso: la represión de una manifestación y cómo, al tratar de ayudar a un viejo en la huida, descubre que es un infiltrado que trata de detenerle.

En ese momento es cuando dice «Todo se ha vuelto de color gris» (Tot s’ha tornat de color gris), refiriéndose al color del uniforme de la policía armada y a su ingente número. Aunque el capítulo que lo nombra no trata exactamente de eso, sino que es en un sentido más literal: todo se vuelve oscuro para el exinspector Guillermo Niño cuando la querella toma finalmente la forma de juicio.

Las cárceles, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Elisa Serna)

Otro poema de Miguel Hernández, esta vez de su poemario de la guerra El hombre acecha, en el cual los estudiosos ven un cambio de enfoque: más preocupación por la humanidad que por el conflicto bélico y el hecho revolucionario en sí.

Es un poema en el que Hernández habla de la represión que se producía en la zona dominada por los fascistas, y una reflexión: que se puede tener a una persona encerrada, pero solo su cuerpo: su alma es libre e inquebrantable.

«No le atarás el alma» De entre otras versiones, escogí el fragmento del poema que canta Elisa Serna, la gran cantautora y gran represaliada por el régimen, en su disco Este tiempo ha de acabar (1974), que era una reedición depurada de su disco publicado en Francia el año anterior Quejido. Elisa comenzó su andadura, influida por Paco Ibáñez, musicalizando poemas, especialmente los de Miguel Hernández. Yo elegí este fragmento para un capítulo en el que se describen algunas de las torturas que Guillermo Niño propiciaba a sus víctimas, porque, en cierto momento oscuro, esta canción me dio fuerzas. Creo que a Elisa le hubiera gustado el libro: espero que en el Cielo tengan servicio de biblioteca.

Los dos gallos (letra y música de Chicho Sánchez Ferlosio)

Chicho, hijo de Rafael Sánchez Mazas y hermano de Rafael Sánchez Ferlosio, dentro de la canción de autor, era una persona tan discreta como fundamental, eligiendo la mayor parte de las veces pasar al segundo plano y componer para otros. Sin embargo, tiene el mérito de ser uno de los grandes precursores. A principios de los 60 «grababa para dos jóvenes suecos, Sköld Peter Matthis y Svengöran Dahl, un número de canciones que saldrán en EP bajo el título
genérico de Spanska Motståndssånger (Canciones de la resistencia española), que fueron editadas en 1963 en Suecia (se reeditarán en LP en el año 1974), con portada e ilustraciones de José Ortega, y bajo anonimato del autor e
intérprete (“Se silencia el nombre por razones de seguridad”, rezaba en sueco la contraportada del disco). Era un encargo de la revista Clarté para un número especial, que se enmarcaría además en una exposición de 1965 en Estocolmo llamada Spannien Annorlunda (España diferente), con obras de pintores suecos y del grupo Estampa Popular» [de mi tesis La creación de una cultura de la resistencia a través de la canción social]. Una de esas canciones era esta: una alegoría sobre la guerra civil en la que enfrentaba a un gallo negro contra otro rojo.

«Otro gallo cantaría» es una alusión a que la historia hubiera sido muy diferente. Por eso utilicé este verso para narrar la micronovela que supone este capítulo, en donde cuento la historia del abogado, primero defensor de los oprimidos y luego acusador del opresor, Alberto Flores Leal, sus encontronazos con Guillermo Niño y su inicio de la demanda que, finalmente, llevará a cabo su hija Cristina. Además, ilustra una frase que describe aquellos encontronazos y luchas de poder como una pelea de gallos. Es todo un homenaje a los abogados laboralistas de los 60 y 70 que se jugaron la piel por los trabajadores y los opositores, por desgracia, en alguna ocasión, literalmente.

Los rockeros van al infierno (letra y música de José Luis Campuzano y Carolina Cortés; intérpretes: Barón Rojo)

Pudiera parecer que, con la elección del himno de los heavies españoles, incluido en el disco Volumen brutal (1981), vuelvo a alejarme de los cantautores de España, pero no es del todo cierto. Los fundadores de Barón Rojo, los hermanos Armando y Carlos de Castro, venían de Coz, otro grupo de rock duro, pero que, además, guardaba buenas relaciones con los cantautores y había apoyo mutuo. Los De Castro abandonaron Coz porque, según versiones, la discográfica prefería las canciones de los otros miembros a las suyas, o bien por la deriva comercial que el grupo estaba tomando, y fundaron el Barón Rojo: el gran grupo de hard-rock de España, sin desmerecer al resto.

«Esa falsa humanidad de los que se dicen buenos»: la elección de esta línea fue algo casual. Tenía puesta la canción y de repente la escuché, y me dije que podría ser uno de los títulos. De hecho, es el título de uno de los capítulos más escabrosos de la novela, en donde relato las inquietudes e inclinaciones y perversiones sexuales de Guillermo Niño, además de su homofobia repugnantemente patente.

Parábola sobre el billar, de Carlos Álvarez (musicalización e interpretación de Luis Pastor)

Este poema es una alegoría sobre la palizas en las detenciones: una bola roja de sangre, tres hombres condenados a chocar… Podían ser dos policías, o, en caso de querer más contundencia, matones contratados. Sergio Rodríguez Tejada, en su Zonas de libertad (libro que me sirvió para documentarme), contaba el testimonio de detenidos que apuntaban a que la policía de Valencia solía recurrir a los servicios de un brutal albañil, apodado Pepe el Boxeador, para llevar a cabo estas labores.

«No puede haber otro juego tan cruel como el billar» es el título del capítulo en el que un poeta y artista narra cómo fue sometido al método de tortura conocido como «la rueda»: un corro de policías o matones (para el caso es lo mismo) se pasan de mano en mano al detenido propinándole golpes.

Pueblo blanco (letra y música de Joan Manuel Serrat)

Se incluye en su álbum Mediterráneo (1971) esta estremecedora canción sobre un pueblo, uno de tantos, que ya agonizaba y donde la tierra parecía amarrar a sus habitantes. Según el cantautor bilingüe, hijo de madre aragonesa, la canción le fue sugerida al contemplar las ruinas de Belchite, el pueblo que quedó destruido durante la guerra y reconstruido en otro lugar.

«Fuerte p’a ser su señor y tierno para el amor»: para el capítulo en el que a Marisa se le empieza a caer la venda de los ojos respecto a su marido, en el que comienza a reflexionar sobre el papel que ambos han tenido en el matrimonio y en lo que ella era para él, solo me interesaba esta línea de «una canción que le gustaba (el cantante, no tanto)».

Què volen aquesta gent (letra de Lluís Serrahima, música de Maria del Bonet; interpretación de Maria del Mar Bonet)

Un estándar ejemplar de canción protesta en España por la trovadora mallorquina. La canción cuenta, de forma épica, a la manera de los juglares medievales, un suceso: el suicidio de un joven estudiante antes de ser detenido por unos hombres. Naturalmente, tanto letrista como intérprete no cometerían el error de decir quiénes eran esos hombres y que el término suicidio era solo un eufemismo. Pero el público era muy inteligente y adivinaba lo que la canción callaba tanto como lo que dejaba entrever el redactor del periódico al tratar este tipo de noticias. Erróneamente suele atribuirse su inspiración al asesinato de Enrique Ruano, que fue posterior a la grabación de la canción; en realidad habla de otro estudiante, también madrileño, que murió en circunstancias similares: Rafael Guijarro Moreno. Sin embargo, la canción sirve a ambos indistintamente. Realizó una adaptación al castellano muy fiel Elisa Serna.

«La ley una hora señala» (la llei una hora assenyala) y «Murió de una llamada al romper el alba» (traducción libre de n’és mort d’un truc a trenc d’alba): dos frases de la canción para dos capítulos que giran en torno al mismo tema. En Billy («algo es algo») me inventé un personaje ficticio, un joven llamado Gabriel Aceituno Arrendajo, que tuvo una suerte parecida a la de Guijarro y Ruano. El recuerdo de su asesinato es, en gran parte, el leit motiv de la novela.

«Alguna trovadora escribiría un romance describiendo un hecho similar: podrían prohibírselo, pero el romance correría de boca en boca» (Billy («algo es algo»)).

Refranívocos, de Mario Benedetti

El genial poeta uruguayo elaboró un poema en el que truncaba la segunda parte de refranes y dichos populares, cambiándoles el sentido, o inventándose algunos. Inolvidable la mezcla de su recitado junto a «El diablo en el paraíso» de Violeta Parra, interpretada por Daniel Viglietti.

«… pero algo es algo»: No, no es espoiler, si conoces el poema en sí. Ese «algo es algo», que además tomé como subtítulo, viene a significar que, a pesar de las injusticias, de alguna manera la literatura, el arte en general, viene a brindar un cierto consuelo, por pequeño que sea. Como ya sostuvo Gramsci, a través de la literatura el humilde puede soñar con la venganza sobre el poderoso.

Smells like teen spirits (letra y música: Kurt Cobain, Dave Grohl, Krist Novoselic; intérpretes: Nirvana)

El himno de los grunges se publicó en el disco Nevermind (1991), y, alcanzó tal éxito, que el grupo llegó hasta a cogerle manía. No se les puede quitar la razón, cuando un sonido tan sucio como encantador, el santo y seña de los desarrapados despreciados por la sociedad biempensante, entró por la puerta de los éxitos discográficos hacia la aceptación social.

«Ya estamos aquí, diviértenos» (Here we are now, entertain us): aquí sí me alejé del todo de la hegemonía de títulos de canciones de cantautores españoles. La razón es más personal y su elección no fue fácil del todo. En este capítulo, a través de nuestros alter-egos, intervenimos mi pareja, Cristina Bermejo Rey, que también es escritora (buscad su Trece relatos de amor maldito), y yo, encarnados en unos periodistas autónomos especializados en asesinos en serie, a los que Guillermo Niño requiere para ser asesorado acerca de El Carcelero. Y la canción, sin más, sonaba durante nuestro primer beso en Bar Garaje (Travesía del Pilar 2, Getafe, Madrid).

Anti-social (letra y música de Bernie Bonvoisin y Norbert Krief; intérpretes: Los Suaves)

Esta versión del grupo gallego de la canción de la banda francesa Trust? (con el precedente de Anthrax) no pertenece a los títulos de los capítulos, porque no me percaté de su letra hasta después. Cuando la escuché, pensé que podría haber estado genial, pero ya era tarde, así que siempre procuro incluirla en las publicaciones a modo de epílogo.


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Entrevista para Letras Encadenadas


Una entrevista telefónica para el soberbio programa literario Letras Encadenadas, del gran Miguel Ángel Cáceres. Este veterano locutor del espacio radiofónico comunitario, no solo lee los libros, sino que los exprime sacándoles partido al máximo, como es el caso de Billy («algo es algo»).

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Este primer programa de la temporada 2019-2020 va a versar sobre la crueldad, la violencia, la abyección, la tortura y la intolerancia= ignorancia, que una serie de gente, que se vanagloriaba de ser unos impolutos e íntegros servidores públicos al servicio de un dictador, de un jefe supremo, de un guía, que en algunos casos estaba considerado como más que un dios. Me estoy refiriendo en concreto a situaciones muy pretéritas que se dieron en España hace ya cuarenta y cuatro(44) años. Sus protagonistas eran normalmentelos aviesos, abyectos servidores del orden público y los que ellos consideraban comunistas, enemigos atroces del régimen. Esos mequetrefes, malahadados e ignominiosos salvaguardores del orden público no tenían en primer lugar ni repajolera idea de lo que era el comunismo, y como consecuencia de esto no sabían distinguir entre los que eran por sus ideas, por sus pensamientos comunistas, anarquistas, socialistas… de quien tenía ideas diferentes a las que ellos profesaban. Cualquier persona de España que pensara diferente de los ínclitos principios del Movimiento Nacional o discrepara de lo que hacia «Paquito el comandantín» no solamente era considerado enemigo del régimen sino comunista, terrorista y hasta anti español. Para mí estos alineado, psicópatas descargaban sus frutraciones, su pobreza mental en una pistola y en su fuerza bruta. En el fondo eran unos desgraciados llenos de ignorancia, huecos, perversidad y fanatismo, que disfrutaban golpeando a gente muchas veces inocente. Su auténtico amor era la violencia. Abrazado a ella hacian el amor mientras daban mandobles a diestro y siniestro o te ponían el fusco: la pistola en la sien y pegaban tiros habitualmente a quemarropa. Por otro lado cuando les llegaba por ley de vida la jubilación sentían máxima nostalgia de sus tiempos pasados. El cambio de los tiempos les pillaba con «el paso cambiado», aunque ellos creían sentirse invulnerables hasta que alguien, algunos. Todos estos temas, aspectos abarcan una espléndida, intigrante, negra, con ciertos hechos hsitóricos y frenética llamada «Billy(algo es algo)» del fascinante y excelente escritor Gustavo Sierra Fernández. La ha editado y publicado Libros Indie.

Uno se sumerge muy facilmente en las procelosas, turbias, mohosas y llenas de un olor maloliente, fétido de «Billy( algo es algo)» por su lenguaje cercano, directo, entendible y sincero, sin dobleces. La narración está muy bien estructurada, con continuas referencias a las canciones, a la música que se efectuaba en aquellos inhóspitos tiempos, y que no era precisamente de castañuela, taconeo, traje campero y vestido de faralaes. Vibrante, inquietante, amena y atenazadora. Las sorpresas son casi constantes y los recuerdos para los que vivimos aquellos años continuos y aterradores. Podemos decir que mientras la hemos leído enteramente hemos estado sometidos a una gran inquietud. Yo se la recomiendo, porque no solamente se va a entretener sino que van a tener una idea más o menos fehaciente de unos personajes o personas implicitas que creían firmemente en la elimian ción sistemática del que no pensaba igual que el que sigue yaciendo en un lugar de una sierra madrileña. ¡A dios gracias! Le queda poco tiempo de estar allí. Casi terminado les he de decir amigos y amigas internautas y oyentes de nuestras «Letras Encadenadas» que «Billy («algo es algo») de Gustavo Sierra Fernández no es propiamente una novela histórica, pues los hechos históricos que se narran son para situar al lector en el espacio tiempo. «Billy («algo es algo») de Gustavo Sierra Fernández. Editada y publicada por Libros Indie va a ser el primer libro que figure en los anaqueles privilegiados esta temporada 2019-2020 de nuestras «Letras Encadenadas».

Miguel Ángel Cáceres

Entrevista inédita: «Gustavo Sierra Fernández, autor de Billy («algo es algo»): «Quizás haya que remover heridas para que no vuelvan a producirse ciertas cosas»»


[Hace meses, un medio digital me envió unas preguntas que saldrían publicadas como entrevista. Ante la tardanza, me puse en contacto con ellos varias veces para saber si se publicaría o no, y cuándo. En ninguna de las ocasiones obtuve respuestas, de manera que, ignorando qué ha pasado realmente en el medio, la reproduzco aquí (con algunos añadidos más que no estaban en mis respuestas originales), por lo menos hasta que el medio resuelva los problemas que pudiera tener y la publique. Por lo que doy mi palabra de que ninguna de las preguntas las he elaborado y ya me llegaron hechas. Las fotos sí han sido añadidas por mí.]

Cubierta de Bill ("algo es algo"), diseñada por Christian Pithalua
Cubierta de Bill («algo es algo»), diseñada por Christian Pithalua

1.- ¿Cuándo comenzaste a interesarte por ser escritor? ¿Qué personas influyeron en ello?

El gusanillo me entró hacia los 15 ó 16 años. Entonces leía mucho a Tolkien y a Lovecraft, como es natural, y me entraron las ganas de hacerlo yo también. Mis primeros intentos fueron un fracaso, así que lo dejé aparcado durante mucho tiempo, hasta hace relativamente poco, cuando una historia me empezó a rondar la cabeza y pensé que merecía la pena que cobrara forma.

2.- ¿A quiénes consideras como tus maestros? ¿A quiénes admiras en la actualidad?

Borrador de Billy ("algo es algo") entregado en la propiedad intelectual
El borrador de Billy («algo es algo») para su registro en la propiedad intelectual

Como digo arriba, Tokien y Lovecraft fueron excelentes primeros contactos: el primero por tener una escritura muy sencilla, pero muy bella, y el segundo por esa maestría en describir un ambiente de terror incomprensible. Luego he ido ampliando y me he fijado en autores “más adultos”, como pueden ser Victor Hugo, Dostoievski y Faulkner, en cuanto a novela; también Luis Martín-Santos: me impresionó su Tiempo de silencio y ha tenido una enorme influencia sobre la escritura deBilly (“algo es algo”) y las otras dos que guardo en la recámara. Y luego, de otros campos, tengo a Bertolt Brecht como referente estético, a García Lorca como máximo exponente de la poesía en castellano, Antonio Machado y su teoría de la universalización del sentimiento… De todos ellos saqué alguna enseñanza a la hora de escribir: principalmente, el distanciamiento: una manera de referirse a algo sin señalarlo directamente; formas alternativas a la narración lineal; y la sutileza a la hora de tratar temas sociales: aprendí que es mejor que subyagan como contexto, de manera que acaben convirtiéndose en el hipertexto.

Confieso no leer demasiada literatura actual, pero, a parte de los escritores ya consagrados, me gustaría mencionar a dos autores poco conocidos, pero de gran calidad, que han tenido bastante influencia a la hora de ponerme a escribir y decidirme a publicar. El primero, José Palacios: un actor ya retirado que ha escrito una muy interesante saga egipcíaca, que me aconsejó escribir de manera que el lector se meta en la piel del personaje; y Cristina Bermejo Rey, una autora que ha mezclado temática romántica y de terror, y ha sido mi guía a través de los recovecos del mundo editorial: no solo ha sido la lectora 0, sino que también fue quien me animó a escribir, a pesar de mi cerrazón hacia ello.

3.- ¿El género que escribes es el favorito de tus lecturas?

Depende de cómo lo enfoquemos. Si consideramos mi libro como novela negra y policíaca, confesaré que no es mi tema favorito de lectura, aunque lo respeto y admiro a esos autores: es difícil elaborar tramas que mantengan el suspense y lograr sorprender, a la vez que crear personajes conseguidos, complejos y elaborados (no todo es expolicía atormentado con inclinación al alcoholismo y mujer fatal); pero sí es uno de los que más me gustan en cine clásico. Pero si lo consideramos con cierta temática social, ahí admito que sí: me gustan las lecturas que tienen ese trasfondo que te explica por qué una persona se comporta de esa manera y no de otra, cómo eran o son las relaciones sociales de la época, etc. Billy (“algo es algo”) es una novela negra con trasfondo social, o bien una novela social vestida de novela negra.

4.- De todas las obras literarias ¿cuál es tu preferida? ¿Por qué?

Es difícil quedarse solo con una. Por géneros, en novela me quedaría con Los Miserables de Victor Hugo, porque es un libro que habla de una esperanza de redención de la humanidad y tiene ese componente social que subyace durante la narración. En poesía, Poeta en Nueva York de Lorca me parece insuperable, por sus tremendas imágenes y sentidos, y, una vez más, por su trasfondo de denuncia. En teatro me es más difícil escoger: Lorca, Brecht, Valle-Inclán, Shakespeare, Buero Vallejo…, cualquier obra que trate de las grandes pasiones humanas. Y, en cuanto a ensayo, El hombre unidimensional de Marcuse me parece esencial para comprender la sociedad contemporánea.

5.- ¿Cómo es el ambiente literario en tu país con respecto al género del que escribes?

Lo cierto es que lo desconozco. Es cierto que la novela negra y policíaca está algo en alza, gracias a ciertos autores que son muy buenos, pero no era algo en lo que me fijara a la hora de ponerme a escribir Billy (“algo es algo”): sencillamente tenía una historia que podía en ese género, pero no pensé en encasillarla, más bien la catalogaron ahí. Respecto al género social, pienso que no hay muchos autores explícitamente sociales, sino que esta temática sirve como contexto soterrado a otras.

6.- ¿Estás trabajando en algún proyecto recientemente?

Estoy revisando dos novelas que escribí a modo de spin-off de Billy (“algo es algo”), mientras buscaba editorial. En esta ocasión son dos historias de amor, pero con un trasfondo social importante también. Una más emotiva y otra más de denuncia. Si las compráramos con canciones de amor, te diría que no son canciones de Julio Iglesias, son baladas de Ángeles del Infierno.

7.- ¿Cuánto tiempo consideras el adecuado para gestar y escribir una novela? ¿Por qué?

Eso siempre depende de cada uno. Suelo tardar poco porque ya tengo las grandes líneas en mi cabeza, así que solo tengo que construir puentes entre ellas. Puedes tardar una semana, un mes o un año o lo que sea en gestártela y escribirla, depende de tu modo de trabajo, pero el trabajo más arduo viene después: ponerla a prueba, revisarla, dársela a gente de confianza que tenga una cierta idea para encontrar los fallos gramaticales y de estilo, además de los hilos sueltos, los huecos argumentales y la coherencia de la obra.

8.- ¿Te consideras un escritor mapa o un escritor brújula?

Generalmente, mapa: cuando me pongo a escribir suelo saber ya cómo va a acabar y cuáles van a ser los momentos cruciales. Sin embargo, para llegar del punto A al punto B, necesitas la brújula para no perderte en el trayecto: forzar la creatividad y la imaginación y unirlas con la lógica. Supongo que al revés también pasaría, solo que quien es más brújula tendrá que revisar el mapa que ha trazado desde que comenzó hasta que terminó.

9.- ¿Por qué decidiste publicar con un sello editorial y no autopublicarte?

Fue un golpe de suerte, pero hubo detrás mucha tenacidad y tesón en contactar con editoriales, hasta dar con Libros Indie. Mi máximo respeto para quienes, bien porque no encuentran la editorial adecuada, son rechazados por sistema o prefieren gestionar todo ellos mismos, se inclinan por alguna plataforma de autoedición; pero yo quería, por vanidoso que suene, el libro físico y disponible. Sin embargo, la búsqueda era dura: rechazos o silencio, cuando no la oferta de coedición: recibí ofertas muy válidas y muy dignas, aparte de las que todos ya nos conocemos (libros a medida dependiendo de lo que pagues; decirte que no es coedición, pero verte obligado a comprar un mínimo de ejemplares, nula promesa de distribución, promoción y cobertura…), pero no podía permitírmelo. Así que me puse un plazo: si en un año nadie se atrevía a publicarla, recurriría a la autoedición. Pero entonces Libros Indie se cruzó en mi camino: les gustó el libro y estaban dispuestos a publicarlo sin cobrarme nada por ello.

Ejemplar de Billy ("algo es algo")
Ejemplar de Billy («algo es algo»)

Desde luego, entre las obras autoeditadas hay grandes libros de gente que escribe muy bien, pero que, por la razón que sea, o no les han dado la oportunidad o prefieren autogestionarse y ser dueños de todo el proceso del libro, gente que tiene mi máximo respeto y admiración. El problema en la autoedición es que no hay filtros, no hay nadie que critique la obra o te señale los fallos argumentales (sin mencionar los estructurales), así que esos otros libros geniales se ven ahogados por un marasmo de novelas espantosas, estén escritas con mucha humildad y mucha buena intención o, por el contrario, se hayan escrito siguiendo la temática de moda para alcanzar fama, dinero o ambas cosas. El lector lo tiene muy difícil para elegir. Ya lo tiene crudo incluso entre los autores editados, cuando le meten por los ojos autores que son puro veneno de malos que son, y sencillamente son un producto mercantil que se han empeñado en que triunfe.

10.- ¿Cuánto demoraste en concebir tu primer libro?

Fue un proceso muy fugaz, en parte porque ya tenía la historia muy bien formada en mi cabeza. En realidad iba a ser un relato corto: empecé a pensar en una historia sobre un torturador franquista, como González Pacheco, Roberto Conesa, Jesús Muñecas y compañía, y me dieron unas ganas terribles de ponerla sobre el papel; pero, a medida que lo escribía, el relato me pedía más. Me llevó una semana confeccionar el primer borrador de Billy (“algo es algo”).

11.- ¿Existe un horario propicio para ponerte a componer y escribir, o cualquier momento del día es ideal?

En principio cuando puedo, pero descubrí que, en mi caso, si lo dejaba para casi el final del día, cuando ya hubiera acabado mis tareas diarias, tendría muchas más ideas y más ímpetu para hacerlo.

12.- ¿Prefieres escribir en silencio o con música?

Me da un poco igual: generalmente siempre hay ruido de fondo, que no depende de mí a veces. De hecho, no suele gustarme el silencio absoluto.

No obstante, la música puede suponer un combustible a la hora de escribir una cierta escena. Por ejemplo en uno de mis borradores: me estaba costando un poco describir lo más vívidamente posible un cuadro de emociones fuertes, así que recurrí a Queen y su “Who wants to live forever?” y aquello cobró una dimensión más profunda, más realista, más vívida.

13.- ¿Sueles corregir tus propios relatos o una vez escritos, simplemente los publicas?

Siempre corrijo porque siempre hay algo que corregir. Además trato de que otra persona lo haga también porque a mí se me escaparán cosas (como a cualquiera): puedo estar seguro de haberme expresado bien, pero si quien me lo está corrigiendo me dice que le chirría la expresión o que parece otra cosa, le hago caso, porque está leyendo como lectora y no como autora. Y sin mencionarte las veces que me dice “aquí has cometido un fallo gramatical”. Soy humano.

14.- ¿Consideras importante el proceso de corrección de un libro? ¿Te ha causado alguna complicación?

Creo que es el más importante en cierto sentido, porque ahí verás si tu libro funciona o no. Ninguna producción, literaria o no, te va a salir a la primera: lo que obtendrás será un borrador o un boceto al que tendrás que darle nuevas pinceladas; entonces viene el momento de evaluar todo el contenido y de cuidar que no haya errores gramaticales y sintácticos muy graves (puede ser causa o excusa de rechazo editorial), de los que nadie está exento. Soy partidario de hacer esto mientras lo escribes y luego, una vez has acabado, varias veces, aunque aquí entra en juego un factor de riesgo, y es que a la tercera vez que te releas, es probable que ya no te guste tanto tu libro, por lo que conviene espaciar las revisiones. Además, lo importante, por supuesto, es que alguien te ayude, y ser sumamente cuidadoso, porque no todas las editoriales cuentan con correctores: algunas te lo dicen con plena sinceridad, pero otras eluden esta información. Hay que ser consciente de que, haya correctores o no, el responsable del contenido y la forma del libro es el propio autor a la vista del público (y, la mayor parte de las veces, con razón).

La complicación suele venir a la hora de conferirle la coherencia, si descubres que puede haber fallos argumentales o hilos sueltos, porque, a menudo, son muchos elementos a tener en cuenta que dependen unos de otros, y, al mover o eliminar uno, hay que examinar que al resto no le afecte la medida tomada o, en caso contrario, considerar su modificación o incluso eliminación. Pienso que una novela es mitad imaginación (creatividad) y mitad lógica (coherencia), igual que el cerebro humano.

Aprovecho para decir que, además, soy corrector semiprofesional. Cualquiera puede solicitarme la corrección de cualquier documento. Si alguien está interesad@, que me pregunte por el presupuesto.

15.- ¿Qué autor recomendarías y por qué?

De los clásicos ya he hablado, así que recomendaré a alguien actual. Cristina Bermejo Rey es una autora que escribe desde la honestidad, sin pretensiones, y es capaz de conseguir escenas y relatos muy hermosos. Ya tiene tres libros publicados: Dama de la noche, Visita al Viejo Caserón y 13 relatos de amor maldito, pero está incursa en nuevos proyectos que suponen un giro de 180º respecto de su anterior producción, y os aseguro que os sorprenderá.

16.- ¿Puedes contarnos algo sobre tu último libro?

Billy (“algo es algo”) es un libro recién salido del horno: aún está tierno, pero está teniendo una aceptación muy buena entre sus lectores. Es la historia de un personaje ficticio que está inspirado por una persona real, que se adivina por la portada y el nombre de mi protagonista. Esto quiere decir que no es un libro sobre tal persona, sino que se le tomó como modelo.

Guillermo Niño es un antiguo inspector de la policía política franquista que, en su entrada a la vejez, se ve abrumado por varias cosas que le llevan a hacer inventario de su vida. Tiene, por un lado, una obsesión irracional contra un joven vecino por su carácter errático; por otro lado, vive atormentado por un crimen que cometió durante sus torturas como miembro de la brigada política de la policía de Franco; y, finalmente, trata de que no le afecte el hecho de un inminente juicio por esas acciones. Sumemos a todas estas inquietudes el hecho de descubrir la existencia de un asesino en serie, El Carcelero, que imita sus métodos durante sus crímenes y al que él se dispone a desenmascarar. Cuatro elementos que van confluyendo a medida que la novela avanza y que se entrelazan con sus recuerdos y vivencias pasadas. La idea es que puedes ser un criminal y escapar al castigo de la justicia, pero la carga moral de tus crímenes te pesará durante toda la vida y, de alguna manera, te afecta, y nadie puede liberarte de ella.

17.- ¿Lo mejor y lo peor de ser escritor?

Lo mejor lo voy a describir gráficamente: cuando recibí los ejemplares impresos, empecé a hojearlos, y me detuve en una página, que era de mis pasajes favoritos: justo ahí me di cuenta de lo que había hecho y lo que había logrado, hasta el punto de emocionarme un poco. Creo que lo mejor viene a ser esa satisfacción personal de ver cómo algo que has ideado ha tomado forma, y que va a haber gente que lo lea y a la que probablemente le guste. Quizás sea la parte más bonita: el hecho de que te confirmen que has hecho un buen trabajo, lo cual te anima a seguir y a mejorar.

Lo peor: en cierto sentido, una vez publicado el libro, como no tienes un nombre realmente, es que te sientes un poco solo tratando de moverlo, de que te hagan caso, y no es por algún tipo de vanidad o ambición, sino porque piensas que te has esforzado en ello, que has escrito algo bueno que merece ser leído y que sería una pena que se quedara en el marasmo de cientos de libros, buenos o malos, geniales o pésimos, que se quedan sepultados en el olvido. Además de esto, a veces cuesta poner otra vez los pies sobre la tierra: «He escrito un libro. Bueno, ¿y qué?»; es decir: intentar no abandonarse a la vanidad y recordar siempre que uno es solo uno más entre todos, y no hablo ahora de escritores realmente. Es duro saber cómo encontrar el equilibrio entre la vanidad y la realidad, sobre todo cuando sabes, porque te lo confirman, que tienes algo bueno entre manos; es duro, sobre todo, cuando escribes, llamas, preguntas, te ofreces…, y lo único que encuentras son evasivas, ausencia de respuestas o verte desplazado por cosas de mucho menos valor, y no es ego: creo que, hablando de un caso concreto, Billy (“algo es algo”) merecía un espacio en vez de hablar de otra cosa porque esté de moda, o lo consideren transgresora (cuando no lo es en absoluto, créeme).

18.- ¿Qué buscas conseguir con tu libro?

No busco gran cosa: para mí es suficiente recompensa que me digan que les ha emocionado, que han llorado aquí, que han reído allá, que no se esperaban ese final… Pero, a veces, cuando oigo las noticias relativas a la temática que trato, la de los torturadores franquistas, pienso que me gustaría que llegara a los que fueron sus víctimas y les dé algún tipo de consuelo, y que sepan que somos muchos los “jóvenes” que conocemos la historia, que no nos dejamos engañar por lo que nos digan, y de ahí otra cosa que incluso ya ha sucedido, y que cuando me lo dicen me pone muy contento: dar a conocer esta parte de la historia a gente que la desconoce totalmente. Es como si hubiera contribuido mínimamente a esa reparación que mucha gente está pidiendo desde hace mucho tiempo, aunque sé que puede sonar pretencioso.

No suele estar en mi ánimo la venganza y la revancha, aunque debería hacerse justicia de una vez por todas, pero sí creo que es hora de llamar al pan pan y al vino vino y echar abajo ciertos muros de mentiras y exageraciones, y abandonar de una vez por todas ese estúpido argumento de “eso ya pasó, ¿para qué remover heridas?”, mientras esas mismas personas utilizan la historia, tergiversándola, para encontrar argumentos que no tienen ni gozan de legitimidad. Quizás haya que remover heridas para que no vuelvan a producirse ciertas cosas, sobre todo cuando hay heridas que no dejan que se cierren y otras que no dejan que se olviden. Si me dices que este libro va a reabrir esas heridas y generar una conciencia de lo que ocurrió aquí no hace realmente mucho, estaré contento por haber podido echar una mano.


Gustavo Sierra Fernández: Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019)

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Desentrañando Billy («algo es algo»): The Making Off


Argumento

Portada del libro

Guillermo Niño Pérez es un expolicía franquista que se enfrenta a un juicio inminente por sus torturas durante la dictadura y la transición, a la vez que vive obsesionado por un misterioso vecino y atormentado por el recuerdo de un crimen que cometió durante sus años de servicio. En medio de todo esto, descubre la existencia de un asesino en serie que parece imitar sus métodos de tortura, y decide tratar de demostrar su identidad.

Es una historia que transcurre en la actualidad, aunque hay flashbacks hacia su pasado que nos permiten conocer la historia y la personalidad del inspector Niño. Comprender el presente conociendo el pasado.

Génesis

La idea de Billy («algo es algo») surgió hará un tiempo, cuando una escritora estaba ideando una novela de psicópatas y le sugerí la idea de meter a un policía de la vieja escuela como investigador. El proyecto de la novela fue abandonado, así que, tiempo después, recordé mi aportación y decidí escribir sobre ello en una especie de relato corto. Pero, a medida que avanzaba, el relato pedía más, y así nació una novela no demasiado extensa y bastante original.

Las influencias

Puede que esté mal decirlo, pero me gusta pensar en Billy («algo es algo») como una novela de regusto clásico, es decir, un libro en el que el trasfondo social y político, sin llegar a explicitarse demasiado, condiciona la historia y el argumento, que sirve para hacer un juicio moral sobre una injusticia. Así escribían Victor Hugo y Dostoievski, que han tenido una gran influencia sobre mí. Por eso, alegremente me uno a la corriente llamada Realismo Social del Siglo XXI.

Además de ellos, la lectura de El ruido y la furia de William Faulkner me fascinó de tal manera que me animó a intentar hacer aquellos malabares lingüísticos: un libro en el que la historia no se te da hecha desde el principio, sino que tienes que construirla a medida que vas leyendo.

Fuera de lo literario, el lector descubrirá los guiños a la película 7 días de Enero, de J. A. Bardem, sobre todo en el capítulo relativo al atentado de la calle Atocha y la escena del funeral. Fue, sobre todo, la soberbia interpretación de Alberto Alonso en el papel del inspector Cisco Kid lo que inspiró la creación del personaje de Guillermo Niño. También, la forma de narrar los acontecimientos, de cambiar nombres y señalar sin nombrar.

En cuanto a documentación, decidí que, para no crear la identificación total, partiría de lo que ya sabía, para que la inspiración no influyera demasiado sobre el inspirado. Ya había suficientes reportajes, artículos, noticias y testimonios. Pero la idea de base fue el libro, anteriormente tesis doctoral, del doctor en Historia Sergio Rodríguez Tejada, de la Universidad de Valencia, Zonas de libertad, en donde recoge los testimonios de los que sufrieron las torturas en las comisarías de Valencia y algunos de aquellos deleznables métodos.

Queda señalar también el homenaje a los cantautores que encontrarás en la página 70, con una fuerte influencia de Fernando González Lucini.

Desarollo, recursos y contexto histórico

Como te digo más arriba, la historia policial, con tintes de novela negra, es la excusa para poner de manifiesto el trasfondo: las torturas que se produjeron durante el franquismo en las dependencias policiales (y después) y la impunidad de la que gozan sus propiciadores. De esta manera, el trasfondo pasa al primer plano, tomando más protagonismo a medida que avanza la historia.

De ahí el recurso a los flashbacks y a la frase recurrente que encontrarás a lo largo del libro: es la persistencia de la memoria y el peso moral de los hechos pasados.

No había en sus comienzos, realmente, un intento de condena moral: salió solo; naturalmente. Tal vez el detonante fueran aquellas declaraciones de los dos antiguos ministros del Interior, empeñados en proteger a unas personas corruptas de sus responsabilidades con la excusa de no permitir que se manche el nombre de las fuerzas de seguridad del Estado (¿alguien ha dicho que juzgar a un criminal de guerra nazi suponga denigrar el nombre de los cuerpos de seguridad alemanes? ¡Pues eso!)

Artículo primero. I. Quedan amnistiados:

(…)

c) Todos los actos de idéntica naturaleza e intencionalidad a los contemplados en el párrafo anterior realizados hasta el seis de octubre de mil novecientos setenta y siete, siempre que no hayan supuesto violencia grave contra la vida o la integridad de las personas.

Artículo segundo.

En todo caso, están comprendidos en la amnistía:

(…)

e) Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley.

f) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.

(Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía)

La historia transcurre, aproximadamente, en la actualidad, pero se entrelaza con los recuerdos de su protagonista constantemente, mediante flashbacks y capítulos retroactivos que nos cuentan su historia y sus andanzas. También existe un capítulo a modo de pequeña contranovela que nos explica la génesis de la querella a la que ha de hacer frente. A excepción de algunos fragmentos y un capítulo, está narrado en tiempo pasado.

El contexto histórico son los últimos 60 y principios y mediados de los 70, en las postrimerías de la dictadura franquista: una época poblada de activistas, integristas políticos y religiosos, artistas contestatarios y psicópatas amparados por la legalidad, con carta blanca para realizar cualquier cosa que quisieran. Para narrar muchos de estos hechos y personas reales que tuvieron mucho peso entonces, eché mano de un recurso que ya definió el dramaturgo Bertolt Brecht: el distanciamiento, aunque también está la influencia de la película de Bardem.

Como todavía hay cosas y sucesos de los que hablar resulta un acto a menudo sangrante, sobre todo con los lobos con piel de cordero, me resultó una buena idea esa de señalar sin mencionar, de manera que parezca que estemos hablando de otro país y otro tiempo; que Guillermo pueda ser igualmente un policía del apartheid, un oficial de Auschwitz o un agente de la Stasi.

Ejemplos: hay unos cuantos sucesos, como la matanza de Atocha, que son mencionados con deliberada ambigüedad, de manera que el lector que conozca estos hechos los captará al instante, mientras que a otros se les despertará la curiosidad y comenzarán a investigar, como le ha pasado a muchas personas que la han leído o lo están haciendo.

Funeral por los Abogados de Atocha (foto de Antonio Gabriel; fuente: El País)

Por su parte, la «muerte accidental» del estudiante es calcada a las de Rafael Guijarro Moreno y Enrique Ruano: activistas que, empleando terminología oficial, murieron en extrañas circunstancias en el transcurso de sus interrogatorios y de las que nadie se ha responsabilizado o se ha señalado.

Enrique Ruano

Más ejemplos. El departamento policial al que pertenece Guillermo es llamado Brigada de la Noche, con toda la simbología que encierra, pues «la noche», además de amparar la caza, como se dice en algún pasaje, era el símbolo con el que poetas y cantautores llamaban a la dictadura. Los políticos y militares ultras son denominados genéricamente como Jefes. Otros, como «el juez», «el ministro», etc., son meros personajes tipo, pero con guiños tomados de declaraciones reales. Pocos nombres reales aparecen.

Aparte de los sucesos históricos conocidos, existen al menos dos, que son intrahistóricos, y están basados en hechos reales. El primero sucede cuando se cuenta la historia de la familia de Guillermo: a un amigo de mi abuela, tal como me contó ella, los falangistas le obligaron a comerse la corbata roja que le identificaba como miembro del PCE. El segundo, ocurrido a mediados de los 70, está inspirado en lo que le ocurrió a un chico que conocía mi madre, que tuvo la mala suerte de pararse junto a un coche, propiedad de un señor que tenía licencia de armas y, seguramente, amparo de alguien, ya que salió absuelto del juicio y la familia del chico no recibió ningún tipo de indemnización o compensación.

Finalmente, como un ingrediente a sumar a su originalidad, el nombre de los capítulos. A excepción de tres, son fragmentos de canciones y poesías bastante conocidas de mediados y finales de los 70: canciones de Llach, Elisa Serna, Raimon, Maria del Mar Bonet, Adolfo Celdrán, Luis Pastor…, y poemas de Miguel Hernández, Juan de Loxa o Mario Benedetti, quien me proporciona el subtítulo del libro, ese «algo es algo» que viene a decir que, a falta de justicia real, nos queda el consuelo de hacerla a través del arte.

(Escucha su banda sonora)

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Yo con Elisa el día de su graduación en la Universidad para Mayores

Además, no se puede pasar por alto a quién va dedicado el libro: es precisamente a una de esas cantautoras, Elisa Serna, que sufrió multas, detenciones y exilio a lo largo de su carrera, por lo que cantaba, como ningún otro cantante de la época. Su fallecimiento tuvo lugar algo antes de que empezara a escribir el libro, por lo que no podía ser de otra forma. La presentación realizada el día 12 de junio en el Café Libertad 8, con sus canciones sonando antes de empezar y al acabar, supuso casi un homenaje y un recuerdo emocionado por nuestra parte (la mía y la de Cristina), por ser precisamente ahí el último lugar donde la vimos en persona y hablamos con ella, y donde tenía programada una actuación que no pudo realizar.

Personajes

Billy («algo es algo») se centra casi todo el tiempo en un único personaje, aunque a lo largo de la historia otros toman momentáneamente el protagonismo.

Guillermo Niño: es el protagonista. Un expolicía fanático que no se arrepiente de nada de lo que hizo. El lector sagaz verá, por la portada del libro y la traducción al inglés del nombre, en quién está inspirado el personaje: en el más famoso, pero no el único, de los torturadores franquistas, Antonio González Pacheco, más conocido por su alias, «Billy el Niño», dicen que por la rapidez con la que sacaba la pistola durante los interrogatorios; de ahí que el sobrenombre de Guillermo sea el de «el Pistolero». Pero cabe advertir que es solo inspiración, y que en él pueden concurrir todos ellos juntos. Como virtud, es un sagaz policía retirado al que la emoción de una investigación hace rejuvenecer.

Comisario Ramón de la Dehesa, «Calvoroto»: este personaje está inspirado fuertemente por el comisario real Roberto Conesa. Cualquiera que conozca su historia se sorprenderá de cómo un miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas, para esquivar la tortura y la pena de muerte, vendió a sus compañeros, incluidas las 13 Rosas, y después fue escalando, delación tras delación, hasta convertirse en el encargado de mantener el orden político a pie de calle. Cuando uno se para a considerar sobre este cambio, llega a una única conclusión: que una persona así, en realidad, carece de ideales y que lo único que le mueve es salvarse a sí mismo. Calvoroto es cinismo puro y duro, que enmascara de servicio al orden y la ley y de integrismo político. Finalmente, su mote, por su característica física más notable, viene por otro torturador al que las víctimas apodaban como «el Calvo».

Emilio Boneco Andrade, «Queco»: otro de los policías de la Brigada, compañero inseparable de Guillermo; en cierto sentido, su contrapunto en cuanto a carácter, pero moralmente mucho peor y más cruel. Su nombre y apodo (boneco es ‘muñeco’ en gallego) se deben a otro torturador, el capitán de la guardia civil, participante del golpe del 23F, Jesús Muñecas.

Marisa: la mujer de Guillermo. Seguramente, el personaje más encantador de la novela y, en mi opinión, la verdadera protagonista. En la creación de Marisa pesó la llamada de la mujer de Tejero pidiéndole que no matara a nadie. (Luego me enteré de cosas que me llevan a declarar que mi Marisa es mucho mejor.) La idea que subyace es la de la mujer de los dictadores, los torturadores y los mafiosos (de ahí el guiño a El padrino), es decir, ¿llegan a saber qué es lo que hacen sus maridos?, y si es así, ¿pueden vivir tranquilas, sabiendo que aman a un monstruo? En el caso de mi personaje, se le va cayendo la venda al descubrir lo que ha hecho su amado esposo a lo largo de esos años, además de cobrar conciencia de su relación de pareja.

Agustín González (Fuente: Wikipedia)

Comisario Manuel Cabezas: es la antítesis de Guillermo, de quien fue su subordinado y al que le debe buena parte de su carrera policial. Un demócrata suarista convencido que repudia lo que su jefe y sus compañeros hicieron en el pasado, pero que no puede negar su ayuda al amigo que la necesita. Para él tenía en la cabeza a los entrañables o cómicos policías, según la película o serie, que encarnó el gran actor Agustín González: de ahí su descripción física y algunas expresiones y giros. Guillermo y Manuel forman una pareja casi clásica, como el día y la noche, y el lector disfrutará de los diálogos entre ambos. Para muestra, esta locución sobre el texto adaptado que hicieron los actores José Palacios y Antonio Orozco, del grupo Taormina:

Alberto Flores Leal: el abogado acusador. Su historia es la transformación de abogado defensor de los detenidos por Niño a acusador contra este a raíz del atentado de Atocha. El apellido Flores simboliza un poco un tono alegre frente a la España negra que representan Niño y su gente, mientras que su segundo apellido, Leal, por su significado etimológico, es un pequeño homenaje a los abogados laboralistas que tanto se jugaron en aquellos años; casualmente, Leal era el apellido del único muerto de Atocha que no era abogado. Físicamente, tiene dos modelos que me sirven también de homenaje; la fisonomía del primer Alberto se corresponde con la foto del primer sencillo del cantautor gallego Benedicto García, mientras que el segundo Alberto se parece físicamente a mi amigo Antonio Gómez cuando era joven y producía discos.

El vecino: un enigmático joven cuya misteriosa vida e inquietante personalidad obsesionan a Guillermo. Tendrá que tolerar el acoso del exinspector.

Y luego una serie de personajes menores, como Paco «el Fino» (expolicía y dueño de un bar); la abogada de la acusación, Cristina Flores (hija de Alberto); el abogado defensor, Mariano Berrocal (sobrino de Marisa); los compañeros de la mili: el Bullonero (un guiño al dúo de folk aragonés La Bullonera) y el Estupendo (inspirado en el personaje de mismo apodo que itnerpretó Antonio Ozores en la película 15 bajo la lona); Tío Posada, el padre de Guillermo, que guarda un horrible secreto; Puri, la prostituta que lo desvirgó, y los dos periodistas, cuya intervención está narrada en presente, porque son nuestros álter egos (que protagonizan su propia novela, aguardando en un cajón). Sin contar, claro está, con el asesino en serie: el Carcelero.

¿A quién va dirigido?

Pues a quien le guste leer una buena historia: una buena historia que no se atiene a las modas. Soy consciente de que no es un best seller, precisamente por eso.

Pero, sobre todo, a aquellos cuya lectura les levante curiosidad y decidan indagar sobre este tema, y también a aquellos que sufrieron en sus carnes las tropelías de unos funcionarios públicos que, amaparados por la ley, daban rienda suelta a su sadismo y su sociopatía. Quizás aquí encuentren un consuelo.

Últimas cosas

No hay mucho más que decir salvo que espero que sea un libro que entretenga, instruya y haga reflexionar; que cada cual escoja la versión de la historia que prefiera, ya que incluso el final desconcertante queda a la decisión del lector. Solamente puedo cerrar con el último párrafo del prefacio:

Sin más, te deseo una buena lectura, que te entretenga y te haga reflexionar y hasta investigar sobre todo esto.

Para hacerte con él:

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