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Jefferson-Aeromodelismo: Podemos estar juntos… ¡Contra la pared, hijoputa!


La violencia que había comenzado el año de 1968 no se detuvo, y siguió en auge en 1969, coincidiendo con la legislatura de Richard Milhous Nixon, elegido en 1968. Las protestas contra la guerra del Vietnam se recrudecían, así como los disturbios raciales, mientras Nixon, aunque fuera indirectamente, declaraba a los estudiantes, a los hippies y a los negros enemigos declarados de “América”. El año 1969 ya anunciaba que la década siguiente iba a estar marcada por un incremento de la violencia como no se veía desde hacía 40 ó 50 años atrás. Este panorama afectó a la música rock estadounidense (y británica) de dos maneras, una directa y otra indirecta. El modo directo en que los acontecimientos socio-políticos afectaron a la música fue que los cantantes y grupos de rock se mostraban mucho más implicados a través de sus canciones que antes, con temas que hablaban sobre la guerra, ya no siempre desde el pacifismo más utópico y naif, al estilo de John Lennon, sino desde las críticas al gobierno, al ejército y a la banca; sobre los disturbios raciales, posicionándose, claramente, a favor de los negros y de sus figuras públicas, desde Martin Luther King hasta los Panteras Negras (cuyos líderes no eran tan radicales como sus bases)… O bien hubo quien hizo aún más hermética su burbuja, predicando una “huida hacia los bosques” en donde estar a salvo de la violencia urbana, o a través de alguna religión mística del lejano oriente.

Jefferson Airplane - Volunteers - FrontLa incidencia indirecta, probablemente muy relacionada con la otra, fue que muchos de los grupos ya veteranos experimentaron una especie de regreso a las raíces muy curiosa: los Byrds y los Grateful Dead volvían sus ojos al country-rock, al igual que los miembros de bandas pioneras, ya desaparecidas o recicladas, como Crosby, Stills, Nash & Young (David Crosby de Byrds; Graham Nash de los Hollies; y Stephen Stills y Neil Young de Buffalo Springfield), Poco (con Richie Furay de Buffalo Springfield), Flyin’ Burrito Brothers (con ex-Byrds Chris Hillman y Gram Parsons). También Bob Dylan volvía a sus raíces del folk y sacaba un disco íntegramente de country, mientras surgían nuevos grupos que enraizaban en el rock y el blues más purista: Creedence Clearwater Revival y su swamp-rock, el blues atronador de Allman Brothers, o los abanderados del rock sureño Lynyrd Skynyrd. Los Beatles vuelven al rock y al rythm’n’blues de sus raíces en sus dos últimos álbumes, al igual que hicieron los Rolling Stones, y los Who se reciclaban en el rock más duro de la última hornada. Y es que cuando el rock duro volvió sus ojos al blues más clásico y tradicional y lo atiborró de esteroides, éste se renovó en un estilo que comenzó a llamarse heavy rock: Led Zeppelin, AC/ DC, Black Sabbath… Incluso Deep Purple, un grupo rock duro “sesentayochero” reemplazaban a su vocalista por otro con una voz más aguda y potente para estar a la altura de los tiempos. Por otro lado, también estaban los que no dejaban de explorar otras vías más progresistas, dando lugar al rock progresivo de los años 70 (Moody Blues, King Crimson, Genesis, etc.), de los cuales algunos harían auténticas obras maestras y otros rebasaban la barrera de lo soportable. Pero, ¿y Jefferson Airplane? Con una melodía base de blue-grass y una letra reivindicativa, abrían su disco de 1969 Volunteers:

En Jefferson Airplane confluyeron las dos incidencias en este disco: temáticamente su disco más político, y musicalmente más austero que los anteriores,Jefferson Airplane - Volunteers - Inside con presencia del rock duro más puro junto a temas de folk-rock y de country, para el que contaron con la colaboración de amigos como David Crosby, Stephen Stills, Joey Covington (futuro sustituto de Dryden), Jerry García, el teclista Nicky Hopkins y el conjunto Ace of Cups a los coros. Detrás de la politización del grupo estaba Paul Kantner, el Airplane más político según sus compañeros, que, como hemos dicho, ya había tomado las riendas del grupo desde hacía tiempo. No todos estaban demasiado de acuerdo con esta línea: Jack Casady consideraba que no era asunto suyo implicarse en política así, pero como músico profesional debía hacer que aquello sonara bien; Jorma Kaukonen se define como apolítico, aunque en el disco aparece con una camiseta que tiene grabada la famosa efigie del “Che” Guevara. Dentro del disco, el grupo, representado en la portada con máscaras y accesorios de broma con la bandera de su país detrás, presenta en el interior del disco la reproducción de un diario en el que se habla sobre un ficticio festival de rock (alterando el nombre de grupos reales como “Bud Dolan”, “Rolland Stoves” o “The Beavers”), y al lado una especie de encuesta a los miembros de Jefferson Airplane que reproduzco. Ante la pregunta “¿Cuál es tu barra favorita de la bandera?” los miembros del grupo tienen sus más diversas respuestas, algunas aparentemente absurdas, como Grace, respondiendo “Apunta eso hacia otro lugar” (supongo que se refiere a un micrófono), o Paul Kantner, asegurando que “Michoucan” (uno de los Estados de México, supongo) es su barra favorita; o Jack Casady, que tiene cuatro barras favoritas en la bandera de EE.UU. Pero más reveladoras son las respuestas de Balin y Jorma:

Marty Balin: “¿Qué bandera?”

Jorma Kaukonen (que es quien da la respuesta más explícita): “Déjame contestar esa pregunta con otra: ¿Por qué el Pentágono no mantiene lejos sus espíritus malignos?”

Y así, el álbum se abre con “We can be together”, una especie de himno generacional de reafirmación contra los ataques lanzados contra los hippies y otros colectivos por el presidente Nixon y demás, escrito por Paul Kantner. Lo más conflictivo de la letra, para los directivos de RCA, era la presencia de la palabra “motherfucker”, hijo de puta, y rogaron al grupo que quitaran “eso”; pero ellos se salieron con la suya… Y, francamente, nunca había oído la palabra “hijo de puta” de una manera tan deliciosa. “We can be together”: un deseo y una reivindicación generacional:

del documusical “Go ride the music”

We can be togeher

We can be together
Ah you and me
We should be together
We are all outlaws in the eyes of america
In order to survive we steal cheat lie forge fuck hide and deal
We are obscene lawless hideous dangerous dirty violent and young
But we should be together
Come on all you people standing around
Our life’s too fine to let it die and
We can be together
All your private property is
Target for your enemy
And your enemy is
We
We are forces of chaos and anarchy
Everything they say we are we are
And we are very
Proud of ourselves
Up against the wall
Up against the wall (motherfucker)
Tear down the walls
Tear down the walls
Come on now together
Get it on together
Everybody together
We should be together
We should be together my friends
We can be together
We will be
We must begin here and now
A new continent of earth and fire
Come on now gettin’ higher and higher
Tear down the walls
Tear down the walls
Tear down the walls
Won’t you try

Podemos estar juntos

Podemos estar juntos/ tú y yo/ Deberíamos estar juntos/ Todos somos proscritos a los ojos de América/ Con el fin de sobrevivir robamos, timamos, mentimos, falsificamos, jodemos, nos escondemos y traficamos/ Somos obscenos, ilegales, horribles, peligrosos, sucios, violentos y jóvenes,/ pero deberíamos estar juntos/ Vamos toda la gente que estáis alrededor/ Nuestra vida es demasiado hermosa como para dejarla morir y/ podemos estar juntos/ Toda vuestra propiedad privada es/ objetivo de tu enemigo/ y tu enemigo es/ nosotros/ Somos fuerzas del caos y la anarquía/ Todo lo que dicen es que somos lo somos,/ y nosotros estamos [somos] muy/ orgullosos de nosotros mismos./ ¡Contra la pared/ contra la pared (hijo de puta)!/ ¡Echad abajo las paredes!/ ¡Echad abajo las paredes!/ Vamos ahora juntos/ Pongámonos en marcha juntos/ Todos juntos/ Deberíamos estar juntos/ deberíamos estar juntos, amigos míos/ Podemos estar juntos/ Lo estaremos/ Debemos comenzar aquí y ahora/ un nuevo continente de tierra y fuego/ Vamos ahora colocándonos más y más/ Echad abajo las paredes…/ ¿no lo intentaréis?

More lyrics: http://www.lyricsfreak.com/j/jefferson+airplane/#share

Up against the wall, motherfucker!no sólo es una frase que se podría haber oído a un policía, sino que tiene al menos dos variantes: una, la de un movimiento anarquista llamado “The Motherfuckers” (los hijos de puta), y otra, de la que deviene ésta además, es de un poema titulado “Black People!” (¡Pueblo Negro!), del poeta Amiri Baraka, dedicado, obviamente, a la comunidad afroamericana y al movimiento de Derechos Civiles. La expresión se convirtió en un grito de protesta del 68 estadounidense, y Jefferson Airplane, con esta canción la fomentó como grito revolucionario. Y aquí está la actuación en la que, contra los censores, Grace dice “motherfucker” en el show de Dick Cavett, convirtiéndose en la primera cantante en decir esta palabra en la televisión estadounidense:

Actuación en el Dick Cavett Show, 1969

Para comprender mejor lo que pasaba, os recomiendo este artículo de la época escrito en la revista Triunfo: “La América que mata”, pp. 34-43 y su segunda parte, pp. 22-29, firmados por Alberto Moravia

Víctor Jara’s “The spirit”


Víctor Jara, de perfilVíctor Jara (Víctor Lidio Jara Martínez; San Ignacio, 28 de Septiembre de 1932-Santiago de Chile, 16 de Septiembre de 1973), Chilean musician, songwriter and theater director. Son of peasants, he became in the great referent of the New Chilean song and in a standard of the revolutionary and solidary international song. Víctor’s songs talks about the Chilean workers and peasants unfair way of life, about the revolution and about love. He colaborated with others great Chilean songwriters and groups as the Parras (children and relatives of Violeta Parra) or Quilapayún. He supported  the campaign of Salvador Allende for president. During bloody Pinochet’s coup-d’etat, he was arested, tortured and killed, only for sing songs of hope and justice. Some of his records: Canto libre –Free song- (1970), El derecho de vivir en paz –The right of living in peace- (1971), La Población –The population- (1972) and many others.

(Víctor Jara in Wikipedia)

This song was dedicated to the memory of Argentinan revolutionary Ernesto “Che” Guevara. But, in some way, is almost prophetic about his life.

El aparecido (1)

Abre sendas por los cerros,
deja su huella en el viento,
el águila le da el vuelo
y lo cobija el silencio.
Nunca se quejó del frío,
nunca se quejó del sueño,
el pobre siente su paso
y lo sigue como ciego.
Correlé, correlé, correlá (2)
por aquí, por allí, por allá,
correlé, correlé, correlá,
correlé que te van a matar,
correlé, correlé, correlá.

Su cabeza es rematada
por cuervos con garra de oro
como lo ha crucificado
la furia del poderoso.
Hijo de la rebeldía
lo siguen veinte más veinte,
porque regala su vida
ellos le quieren dar muerte.

 

The Spirit

He opens paths by the hills,/ leaves his step on the wind,/ the eagle gives him the flight/ and the silence shelters him./ He never complained of cold,/ he never complained of sleepy,/ the poor one feels his pass/ and he follow it as if he were blind./ Run, run, run,/ by here, by there, by yonder,/ run, run, run,/ run for they are going to kill you,/ run, run, run./ His head is crowned/ by golden talons crows/ how he has been crucified/ by the powerful one’s fury./ Son of rebellion,/ twenty plus twenty pursue him,/ because he give away his life/ they want to kill him.

Víctor Jara

(1) This is an antique use of the participle “aparecido” (“aparecer”: “to appear”), that means “spirit”, “ghost”. Other name is “aparición”.

(2) A recurse that uses to appear in children’s game songs, which literal English translation were “run it –or- run him, run her”.

40 anos de Voces Ceibes (2ª parte)


No seu peito un cargamento/ de mil flores encendidas

Non levaban de armamento/ máis que palabras amigas.

Benedicto, “Os compañeiros”

 

viene de 40 anos de Voces Ceibes (1ª parte)

Resumen

Así pues, el panorama musical en gallego se reducía básicamente a esto: agrupaciones folklóricas (fueran afines, neutrales o contrarias al régimen) y dulces cantantes melódicos, como Andrés do Barro, que popularizó el gallego como lenguaje para cantar, aunque de esto se desprendieran consecuencias nefastas como la aparición de oportunistas que, o bien no eran gallegos, o bien de repente recordaban serlo y al día siguiente lo olvidaban.

Mientras tanto, a lo largo de los primeros años 60, va apareciendo en España un movimiento musical con ciertas aspiraciones intelectuales, culturales y políticas: una canción que abogaba por el anti-franquismo activo a través de la cultura y la música, siguiendo ciertos preceptos de los poetas testimoniales de los 50. A principios de los 60, Paco Ibáñez, mediante la musicalización de poemas castellanos, fundaba una canción nueva en castellano, que encontraría sus seguidores primeramente en ciertos miembros de la Nueva Canción Castellana y, mucho más, en la totalidad de los componentes de Canción del Pueblo. De la misma manera, siguiendo ciertas inquietudes y preceptos intelectuales, así como lingüísticos, surgieron los vascos Ez Dok Amairu, capitaneados por Mikel Laboa (reciente y tristemente fallecido) y los catalanes Setze Jutges, siguiendo el ejemplo de Raimon. Siguiendo el ejemplo de Setze Jutges, nacerían Voces Ceibes, que traducirían muchos de sus preceptos intelectuales y artísticos al gallego.

Voces Ceibes 

Cartel anunciando una actuación del colectivo Voces Ceibes: actúan Xerardo, Xavier, Benedicto, Guillermo, Miro y Vicente Álvarez. 1968 (del Arquivo Gráfico e Documental de VOCES CEIBES) El 9 de Mayo de 1967, Raimon dio un recital en el Estadio de la Residencia de Estudiantes de Santiago de Compostela. Aquel hecho fue como una revelación en algunos jóvenes que asistieron al acto protagonizado por el que tal vez era entonces el cantante más popular de España. El caso es que ya había una canción en catalán, que cada día era más popular, también una canción en vasco; así que, viendo a Raimon sobre el escenario, levantando pasiones prohibidas en un auditorio ávido de palabras y de esperanzas, algunos pensaron "¿E por qué non en galego?". Y en galego comenzaron a cantar.

La idea era buena y lógica: era necesario una canción cantada en gallego, que hablara de temas gallegos y de sus preocupaciones. Para ello tomaron el ejemplo de Setze Jutges, un colectivo que había nacido con esos propósitos. Pero, al contrario que la formación catalana, Voces Ceibes no nació de una serie de "castings" de nuevos valores, sino casi de manera espontánea. Por otro lado, el momento y el ambiente era el propicio: al igual que en todas las universidades españolas, la Universidad de Santiago de Compostela andaba envuelta en un ambiente de inconformismo y de movilizaciones de todo tipo (nacionalistas, comunistas, cristianos de base…). En palabras de Benedicto, por aquellos días los estudiantes sustituyeron el reaccionario himno universitario "Gaudeamus igitur" por otro más atractivo y revolucionario como "Venceremos nós", la versión gallega del "We shall overcome" de Pete Seeger.

La primera demostración de Voces Ceibes fue un recital conjunto de sus dos fundadores: Benedicto García Villar y Xavier González del Valle. Después de algunos recitales con considerable éxito, en Abril de 1968, bajo el padrinazgo del escritor y catedrático Xesús Alonso Montero, que presentó el acto y afirmó que algún día se hablaría de aquel recital como un hecho histórico, Benedicto y Xavier dieron el recital que se puede considerar el primer gran acto fundacional de Voces Ceibes en particular y de la Nova Canción Galega en general el 4 de Abril de 1968, después de ver prohibido a última hora el que hubiera tenido lugar el 30 de Marzo a las siete de la tarde, en la Escuela de Peritos Agrícolas de Lugo. Con los permisos gubernamentales concedidos y en toda regla, Xavier con sus musicalizaciones de los poemas de Celso Emilio Ferreiro, y Benedicto con su "Loitemos", "No Vietnam" de Lois Diéguez, y otras canciones, encandilaron al público: "… por primeira vez tamén, centos e mais centos de homes e mulleres do noso país van escoitar a súa fala feita arte e feita cultura viva", dice Benedicto.

A éste seguirían unos cuantos más. A Benedicto y Xavier se les fueron uniendo más, apadrinados por Alonso Montero y el poeta Manuel María Fernández, encantados de que unos jóvenes hubieran encontrado el vehículo perfecto para reivindicar y dignificar su lengua, literatura y cultura. Xerardo Moscoso, que andaba por el Colegio Mayor "San Agustín" y Guillermo Rojo, que tenía canciones propias; también se les uniría Vicente Araguas, que años después escribiría la crónica de Voces Ceibes. También se les unió Miro Casabella, que había grabado un EP en Barcelona. Y así, llegó el bautismo de fuego para todos ellos (rebautismo para algunos) el uno de diciembre de 1968, en el cine "Capitol". Araguas describe así el repertorio de cada uno:

Atacou Benedicto "Eu son a voz do pobo", de Lois Diéguez, no medio dunha ovación cerrada que daba a pauta do que sería o recital. Logo "Un home", do propio Benedicto García Villar, a súa primeira composición dos tempos de estudiante de enxeñería en Madrid, antes de volver a Santiago a facer Económicas. "Loitemos", tamén de Lois Diéguez e, sobre todo, "Carta a Fuco Buxán", de Celso Emilio Ferreiro.

O repertorio de Xavier xiraba, case todo, en torno a Celso. Para os dous foron as ovacións máis afervoadas da noite. "Monólogo do vello traballador", "María Soliña", "Romance incompleto" e, sobranceiramente, "Longa noite de pedra"…

Guillermo Rojo (…) tiña en troques un repertorio propio (…) cancións como "Quen tivera vinte anos", "Tirade ao chan os fusiles", "A vos irmáns" ou "Señor, eu fun poeta", tiñan connotacións pacifístas e místicas (…)

Xerardo Moscoso (…) tiña dúas cancións preparadas: "Deuda cumprida" e "Requiem NºII (o número I que nunca cheguei a escoitar estaba, polo visto, dedicado a Ernesto Che Guevara). A segunda canción era unha sentida homenaxe a Luther King, lider negro da igualdade de dereitos, asasinado ese mesmo ano en Memphis. Pois ben, quer porque alí todos eramos negros, quer porque a voz (ou o talante) do Moscoso tiñan carisma, a súa canción chegou á xente coa mesma forza cós poemas de Celso. (…) E logo estaba eu ( Vicente Araguas ) con cancións propias, "Comunión", "A cea" (..) e "Eles non sabían cantar", texto meu e musica (unha auténtica xoia que precisamente por culpa do texto prohibido pola censura non chegou a ser gravada) de Antón Seoane.

Más o menos después de este bautizo de fuego, la discográfica catalana que grababa y distribuía los discos de la Nova Cançó, EDIGSA, al igual que en hizo en el País vasco para Ez Dok Amairu, abrió para ellos y otros que comenzaban a la par o a raíz de ellos el sello filial EDIGSA-Xistral, en donde se grabaron y distribuyeron las primeras grabaciones oficiales de Voces Ceibes. Éstas son algunas notas bibliográficas de los Voces Ceibes iniciales:

1177496630173_IP_Voces_Ceibes_Página_14_Imagen_0001 Guillermo Rojo, nacido en 1946, estudió Filología Románica en Santiago, por lo que conocía perfectamente, tanto como gallego-hablante como filólogo, la importancia de la lengua para un pueblo y su necesidad imperiosa de emplearla a todos los niveles. Para él, en Galicia el compromiso debía comenzar en el habla y la canción es el vehículo perfecto para tal servicio. Una de sus canciones fue esta maravillosa "Quen tivera vinte anos" (Quién tuviera veinte años) de su autoría:

 

 

 

 

 

vicente_camaleon2Vicente Araguas, cronista del colectivo, estudió Filosofía y Letras. Su motivación para cantar viene del deseo de plasmar unas realidades sociales nacionales que entonces sufría Galicia, pero sin caer en sentimentalismo regionalistas, entendiendo siempre que, en realidad, estos dramas devienen del gran drama del alma humana. Cantó poemas del entonces poeta novel Alfredo Conde, como la soberbia reflexión existencialista "Os corpos". Sin embargo, esta canción de su autoría que presento, de su segundo EP, es toda una curiosidad, ya que su estilo vanguardista choca con el estilo francés-catalán del movimiento en aquellos días: "A Leo Férre, compañeiro".

 

 

 

 

 

 

xavier g del valle Xavier G. del Valle, el gran iniciador, junto a Benedicto, fue el primer cantautor en musicalizar los poemas de Celso Emilio Ferreiro. Aunque todavía se tratan de arreglos muy rudimentarios, la voz potente, profunda y nostálgica de Xavier es el contrapunto perfecto para la descarnada poesía humanista del poeta que simbolizó el espíritu de Galicia de aquellos tiempos, ávido de libertad, diginidad y reconocimiento. Su versión de "María Soliña", aquel estremecedor poema dedicado a una joven que fue quemada viva por la Santa Inquisición bajo la acusación de practicar la brujería, fue versionada más adelante y de distintas maneras por Benedicto y por Miro. Aquí tenemos su versión del poema más recordado de Ferreiro, todo un símbolo contra la represión, "Longa noite de pedra" (Larga noche de piedra), que ha quedado en la memoria colectiva, especialmente en la de los gallegos, como el nombre para designar la dictadura.

 

 

 

 

 

 

Éstos son, sin embargo, los Voces Ceibes que no siguieron, bien fuera por desencanto, por incomprensión, o por compromisos profesionales. Muchos, como Vicente, se dedicaron después a la docencia. Los originales que tuvieron una continuidad más larga fueron Xerardo, Miro y Benedicto, cuyas carreras veremos en la siguiente entrega, junto con la de las dos últimas incorporaciones, Bibiano y Suso Vaamonde.

La década de los 60 va tocando a su fin. Durante esos años, Voces Ceibes tocan juntos eventualmente. Algunos, como Benedicto y Bibiano, se desplazan a Madrid y comparten carteles en recitales con los miembros del colectivo madrileño Canción del Pueblo. Entran en él Suso Vaamonde, de manos de Moscoso, y Bibiano Morón de la mano de Araguas, cuya incorporación supone una vuelta de tuerca en los preceptos musicales del grupo en dos dimensiones: en primer lugar, el primer paso a la reconciliación con el folklore patrio; el segundo, la introducción de ciertos elementos vanguardistas en la canción de autor gallega.

Llega la década de los 70, y Voces Ceibes, al igual que otros colectivos, se rompe como tal, debido en gran medida a la apertura de horizontes estéticos de algunos de sus componentes frente a cierta rigidez casi dogmática (cosa que le ocurría a todos los colectivos de cantautores) de sus preceptos iniciales. Xerardo es desterrado de España por "escándalos" (término que en franquista significa "expresarse") por no poseer la nacionalidad española y no puede regresar hasta 1976; Benedicto emprende la aventura de viajar a Portugal a conocer a un hombre que acaba de descubrir cuyo nombre era José Afonso; mientras, Bibiano y Miro actúan por separado en diferentes zonas, confiando en grabar sus discos; y, por su parte, Xavier, Guillermo y Vicente, en algún momento de estos años, se retiran de la canción. El impulso inicial de las revueltas del 68 da paso a una cruenta censura propiciada por el estado de excepción del año 69: para todo aquel que realizara algún tipo de actividad artística o editora, aquel período fue bastante duro, y, para muchos, habría que esperar algunos años para poder volver estar en la palestra.

En la próxima entrega hablaremos de los más prolíficos de Voces Ceibes, haciendo una comparación entre sus humildes inicios y la gran canción gallega que ayudaron a conformar y que, en buena medida, crearon.

 Para este texto he recurrido a la información ya contenida en ghastaspista?, excelente página de música en gallego. Los textos en concreto son:

Fuente para todas las fotos y archivos sonoros: Arquivo Gráfico e Documental de Voces Ceibes

Nota para los miembros de Voces Ceibes: aunque algunos de vosotros me habéis manifestado vuestra conformidad con la inclusión en este lugar de vuestros archivos sonoros, debo pediros disculpas por ello. No obstante, como muchos sabéis, esto se hace con ánimo educativo y documental, nunca lucrativo o como medio para piratear vuestras canciones. Aun así, la última palabra siempre es vuestra, y si no estáis conformes con la inclusión de estos archivos no tenéis más que comunicármelo.

Mayo del 68: visión crítica


Este año que se celebran los 40 años del Mayo del 68, que se están haciendo aniversarios, conferencias, y un recital de Raimon al que servidor (ya que no pudo organizarlo en persona, porque el rectorado ya había dado el paso) va asistir y en primera fila a poder ser (ya que me perdí el de la Facultad de Económicas por razones cronológicas y porque Doc todavía no me ha inventado la máquina del tiempo), a mí me gustaría poner una visión crítica en todo esto. Aunque soy admirador de los hechos positivos que sacudieron el mundo, mi visión dista mucho de la canción (gran canción, pero algo naif para mi gusto) de Ismael Serrano «Papá cuéntame otra vez». 

¿Qué ocurre en el 68? Que la juventud primordialmente se levanta contra dictaduras de todo signo o contra democracias conservadoras falseadas. Los historiadores lo señalan muy bien: es la culminación de una frustración a nivel global surgida tras la Segunda Guerra Mundial. El mundo son dos bloques: uno, capitalista y demócrata, liderado por Estados Unidos, pero que no tiene reparos en pactar con dictaduras fascistas con tal de poner frentes contra el comunismo en todo el globo, ni en disolver manifestaciones con el ejército a balazos (Universidad de Kent State, Ohio); y otro, comunista, pero que en realidad dista de parecerse si quiera al comunismo que Marx propugnaba antes de la llegada de la igualdad, sino una dictadura burócrata-militar, y que es tan intervencionista como el otro bloque.
En Estados Unidos, el movimiento pacifista contra la guerra del Vietnam se fue transformando en un movimiento más violento. David Dalton, en su libro sobre los Rolling Stones, dice que los estudiantes, de poner flores en los fusiles de humo de la policía pinchaban los testículos de sus caballos con agujas, de llevar túnicas hindúes multicolores a portar camisas militares, y del pacífico acto de escuchar música mientras se fuma un buen peta a poner bombas. Por otro lado, Martin Luther King, líder de los derechos civiles admirado en todo el mundo, es asesinado por alguien pagado por quien todo el mundo sabe, pero nadie puede demostrar; tras su muerte, los barrios negros explotan movidos por la injusticia y la indignación en un torbellino de violencia. De los pacíficos pastores protestantes negros pasan a tomar el protagonismo grupos más radicales con apariencia militar, como los Panteras Negras: no obstante, sus líderes eran más coherentes y sensatos que muchos de sus seguidores, y el ejemplo de muchos de ellos, como Huey Newton o Angela Davies, no puede ser falseado sin sonrojarse. También muere asesinado Robert Kennedy, que representaba para los grupos pacifistas y el movimiento de Derechos Civiles la última esperanza dentro de la política, frente a su correligionario y sucesor de su hermano, Lyndon B. Johnson.
En México, en la Plaza de las Tres Culturas, la policía carga contra una concentración estudiantil. El resultado: varios muertos.
En Checoslovaquia, el intento de democratización del régimen comunista del presidente Dubček no gustó a Moscú, que envío a las tropas del Pacto de Varsovia a invadir Praga. Aquel suceso, frente a lo que algunos interesados digan, no simbolizó que muchos cuestionaran el comunismo como alternativa a la democracia o al dictadura fascista que había en Portugal, España, Grecia y en algún otro sitio, sino en adquirir una visión crítica a lo que Rusia entendía por comunismo y si realmente se diferenciaba en algo de otro régimen totalitario.
En París los estudiantes toman la calle. Importantes personas de la cultura los apoyan (cineastas, cantantes, escritores…). Los trabajadores se unen. Pero cuando el gobierno De Gaulle ofrece mejoras a los trabajdores, el Partido Comunista Francés, mediante su sindicato, ordena a los obreros a vovler al trabajo. De esta manera, la mini-revolución estudiantil fracasa, y toma la calle una manifestación gaullista.
En España, inspirados por el Mayo francés, también salen los estudiantes a la calle. Se producen disturbios, aunque disten mucho de la magnitud de sus compañeros parisinos, y el gobierno de Carrero decreta el estado de excepción.

Hablemos, de momento y por ahora, de España sólo. Aunque las movilizaciones estudiantiles del 68 fueron muy importantes, porque demostraron que había un enorme descontento hacia el régimen, es falso que fueran las movilizaciones estudiantiles: no se deben olvidar las del 56, que fueron incluso más audaces, no tanto por la magnitud de los hechos sino por la cercanía con la guerra civil y la existencia todavía de grupos guerrilleros, los Maquis, si bien en retirada. Tampoco hay que olvidar las pocas huelgas que algunos trabajadores tuvieron el valor de hacer: por ejemplo, la protagonizada por los mineros asturianos en el 63. Los mineros fueron detenidos y torturados; cuando sus mujeres fueron a pedir su liberación a los cuarteles, los guardia civiles las detuvieron, las torturaron y las rapron al 0. El entonces ministro Manuel Fraga, ya sabéis, uno de los padres de la democracia, dijo entonces: «así, las mujeres de los mineros no tendrán ya piojos».
Pero volviendo al 68: su influencia, aunque todavía tímida, fue innegable. La oposición vio que había realmente un amplio espectro de la población que estaba en contra de Franco y sus ministros. Tampoco hubo realmente un único foco, sino que aconteció en las más importantes universidades: Madrid, Santiago de Compostela, Barcelona, Bilbao… No es tampoco casual que muchos movimientos de canción de autor aparecieran, después de un año de gestación, justo entonces (Voces Ceibes en Santiago, Canción del Pueblo en Madrid…).

Pero ahora quisiera ser un poco crítico. Muchos de los que entonces participaron hoy tiene cuarenta años más, y en algunos, incluso, cuarenta años menos de pensamiento. Quedan irreductibles, y me enorgullezco de ser amigo de muchos de estos invencibles. Los otros son hoy en día políticos, profesores, locutores de radio (sí, ese), banqueros (después de despotricar tanto contra el capitalismo), golfistas de Polaris World… Y aquí encontramos varias tendencias diferenciadas:
En primer lugar, los que siguen siendo de izquierdas convencidos, pero en teoría, porque en la práctica tienen tendencias conservadoras-liberales y mercantiles.
En segundo lugar, los que estuvieron, siguen siendo relativamente de izquierdas, pero se avergüenzan de haber leído El Capital, de haber llevado fotos de «Che» Guevara, de haber gritado «¡Abajo el capitalismo!». Es una especie de síndrome de culpabilidad por ser de izquierdas, de estar todo el santo día pidiendo perdón por ello; y ocurre entonces que, de tanto bajarse los pantalones ante la derecha, se acaba pensando como ellos. Como ejemplo, esta columna que escribía Fernando Savater en El País: entre otras lindezas se permite insinuar que Rafael Alberti era un asesino (leed bien: RAFAEL ALBERTI; esto es como cuando el mindundi intelectual de Pemán llamó a d. Miguel de Unamuno «mal intelectual»):
http://www.elpais.com/articulo/opinion/mes/cuarenta/anos/elpepuopi/20080505elpepiopi_4/Tes
Y en tercer lugar los (no me muerdo la lengua) traidores. Antiguos marxistas, castristas o maoístas (éstos muy especialmente) que si bien otrora con la fe del centurión sentenciaban la muerte del capitalismo y el franquismo, hoy, con la moral de Torquemada, predican sobre los peligros del marxismo (¿) desde sus radios, cátedras o programas en Libertad Digital TV. Y si bien ayer defendían el derecho de un pueblo a protegerse con las armas, hoy, todo aquel que no vote al PP o a UPyD es culpable de complicidad con el terrorismo. ¿Fue esta gente realmente de izquierdas?, ¿o es que será verdad que los extremos acaban pareciéndose? Un poco de ambas cosas, no lo neguemos: la mayoría de éstos no pertenecían a la clase obrera, eran de familias acomodadas que jugaban a hacer la revolución.

40 años han pasado y las cosas no han cambiado. Hoy los universitarios se manifiestan contra el Plan Bolonia, al mismo tiempo que los rectores recuerdan el Mayo del 68. Estoy a favor de la movilización, pero también veo muchas veces entre ellos, justamente entre los que más gritan, a los futuros traidores: ya ni siquiera necesito 40 años para desencantarme; tengo 28 años y ya he nacido desencantado.
Leía en el órgano de la Complutense como el jefe del gabinete del rector se enorgullecía de traer a Raimon para celebrar el 40 aniversario de su recital en la universidad, y decía: «queremos acercar a los jóvenes aquel hecho». Aunque siempre se lo agradeceré, tengo cierto motivo para sentirme indignado: aquí hay un joven concreto que un buen día se dijo «Podría intentar que la universidad trajera a Raimon…», y empezó a moverse, buscando el apoyo de profesores, de la asociación de su facultad y del departamento de Filología Catalana (con los que, incomprensiblemente, no cuentan). Al conocer que el rectorado ya había pensado en traerlo, éste que escribe y firma envió en dos ocasiones sus servicios como voluntario sin obtener una respuesta en la primera ocasión y en la segunda sólo una nota informativa generada automáticamente. Tal vez sea sólo la frustración, pero uno se siente mal y menospreciado, especialmente al leer esas declaraciones; hubiera agradecido un «No, gracias: ya tenemos gente trabajando en ello»: tampoco quiero parecer un fanático
Así que celebrémoslo, pero no mitifiquemos, no idealicemos: hubo muchos aprovechados, desertores y medias-tintas. Dentro de 40 años los habrá de nuevo, y yo diré: «Recuerdo a ese que ahora es portavoz del PP gritar contra el capitalismo en una asamblea contra el Plan Bolonia».
Pido perdón al resto: estoy con vosotros.

NO A BOLONIA
BOLONIA EZ
NON A BOLONIA

Nanas del Che


Un poema de Víctor Manuel Arbeloa que musicó Luis Pastor para su disco Vallecas:

Nanas del Che

-Despierta, mi niño,
que viene Guevara,
los ojos ardientes,
florida la barba.

-Despierta, mi niño,
que ya viene el Che;
dicen que es muy malo,
yo no sé por qué.

-Despierta, mi niño,
que se acerca Ernesto,
gritando a los pobres
este mundo es nuestro.

-Despierta, mi niño,
que está con nosotros
un pastor del pueblo
que espanta a los lobos.

-Duérmete, mi niño,
que es mejor no ver
lo que aquellos lobos
han hecho con él.

letra: Víctor Manuel Arbeloa
música: Luis Pastor

El aparecido


Aunque esta fue una canción que, presumiblemente, Víctor le dedicó a Ernesto "Che" Guevara, uno no puede, al igual que con "Manifiesto", dejarse de asombrar ante lo terriblemente auto-biográfico que esta canción resultó:

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El aparecido


Abre sendas por los cerros,
deja su huella en el viento,
el águila le da el vuelo
y lo cobija el silencio.

Nunca se quejó del frío,
nunca se quejó del sueño,
el pobre siente su paso
y lo sigue como ciego.

Correlé, correlé, correlá
por aquí, por allí, por allá,
correlé, correlé, correlá,
correlé que te van a matar,
correlé, correlé, correlá.

Su cabeza es rematada
por cuervos con garra de oro
como lo ha crucificado
la furia del poderoso.

Hijo de la rebeldía
lo siguen veinte más veinte,
porque regala su vida
ellos le quieren dar muerte.

Víctor Jara

El pueblo unido jamás será vencido


Título
El Pueblo unido jamás será vencido
Intérprete
Quilapayún
  1.  Con el alma llena de banderas (Víctor Jara)
  2. Elegía al "Che" Guevara (Eduardo Carrasco)
  3. Titicaca (popular; arreglada por Quilapayún)
  4. El rojo gota a gota irá creciendo (Eduardo Carrasco-Horacio Salinas)
  5. Chacarilla (popular; arreglos Illapu)
  6. Compañero presidente (Eduardo Carrasco-Quilapayún)
  7. Canción de la esperanza (Eduardo Carrasco)
  8. La represión (Sergio Ortega)
  9. El pueblo unido jamás será vencido (Sergio Ortega-Quilapayún)

1975

Comentarios. Aunque éste es el más conocido, por lo menos en España, en realidad se trata del 2º álbum de la formación folklórica chilena que recibe este nombre: el primero, editado en 1974, llevaba por subtítulo "Yhtenäista Kansaa Ei…", ya que la canción con que cierra este álbum y lo da nombre estaba interpretada junto al grupo finlandés Agit Prop. El pueblo unido… es el primer álbum que el grupo graba en el exilio tras el golpe de estado de Pinochet, desde su residencia en París, por lo que la carga emotiva y reivindicativa lo hace ser uno de los discos más llamativos y representativos de la banda. Aunque es un álbum eminentemente político, no faltan los arreglos sobre temas populares.
Abre el álbum la versión de una de las canciones más populares de su amigo, colega, ideólogo y compañero Víctor Jara, asesinado vilmente por los esbirros del general traidor; "El alma llena de banderas" era una balada que Víctor le dedicó al "Che" Guevara, pero que Quilapayún quiso utilizar para homenajear a su amigo cambiando un verso, y así, todo el sentido de la canción: allá donde Víctor decía "El que quemó tus alas al volar/ no apagará el fuego de los pobres", el grupo eliminaba ese "no" para dejar constancia de su denuncia. Otras canciones de protesta que encontramos es la llamada a la resistencia en "El rojo gota a gota irá creciendo"; el planto por la memoria al presidente de Chile Salvador Allende en "Compañero presidente", que constituye también una llamada a la resistencia; y finalmente "La represión", una balada de consuelo para la aplastada población de Chile.
Fuera ya de una intencionalidad política explícita, el grupo, siguiendo su línea de trabajo, incluye una canción popular arreglada por otro grupo folklórico, Illapu, "Chacarilla", una canción-baile tradicional de Bolivia. Pero también nos deleitan con tres instrumentales, dos políticos y uno folklórico. Los dos políticos son "Elegía al "Che" Guevara", cuya música nos transporta a, como dijo el poeta Eliseo Diego, "donde nunca jamás se lo imaginan", por sobre los Andes, acompañado del murmullo fúnebre que finalmente se convierte en canto de respeto, admiración y alabanza; el otro es "La represión, que consigue, como es la finalidad de todo instrumental, comunicarnos el sentimiento de dolor, denuncia y rechazo ante el abuso del poder dictatorial sobre el pueblo de Chile. Por su parte, "Titicaca" es la típica canción popular de corte indigenista a la que el grupo andino tenía acostumbrado a sus seguidores: un canto de alabanza al lago Titicaca. Y, finalmente, "El pueblo unido jamás será vencido", canción elaborada sobre aquel grito de guerra que estudiantes y trabajadores llevaban lanzando desde siempre en sus reivindicaciones en todo el mundo, con una letra de clara inspiración comunista; aunque la canción habla sobre la realidad chilena, fue adoptada por la oposición de todo el planeta allá donde hacían falta estas canciones, especialmente en España, en donde la oposición anti-franquista recibió con los brazos abiertos a los exiliados chilenos, reconociéndolos como hermanos.
En conclusión, este es un disco con una finalidad claramente combativa, en el que se mezclan la tristeza del exiliado, la rabia y el dolor ante la injusticia y el  amor a la tierra de Chile; un disco que se puede resumir en el último verso que Víctor cantaba en esta canción que ellos adaptaron: "¡Venceremos!"

El Recital de Madrid


Título
El Recital de Madrid
Intérprete
Raimon

DISCO 1

  1. La nit
  2. So qui so (Joan Timoneda)
  3. Qui ja ho sap tot
  4. El País Basc
  5. Al vent
  6. Sobre la por
  7. Sobre la pau
  8. T’adones, amic
  9. T’he conegut sempre igual
  10. Inici de càntic en el temple (Salvador Espriu)

DISCO 2

  1. Jo vinc d’un silenci
  2. Quatre rius de sang
  3. Es veu
  4. 18 de Maig a la Villa
  5. Indesinenter (Salvador Espriu)
  6. La muntanya es fa vella
  7. Quan jo vaig nàixer
  8. Cançó del remordiment
  9. D’un temps, d’un país
  10. Diguem no
  11. Sobre la por
  12. Diguem no
Música: Raimon
Letras: Raimon, salvo allá donde se especifique
Grabado en directo el 5 de Febrero de 1976 en el Pabellón de Deportes de Madrid

Comentarios. El Recital de Madrid es uno de los mejores discos en directo de la canción de autor de los años 70. Grabado el 5 de Febrero de 1976 en el Pabellón de Deportes de Madrid, el recital tuvo primordialmente una importancia política antes que musical. Dicho concierto se celebró en pleno inicio del intento de una apertura democrática a la que era opuesto parte del gobierno, al igual que su entonces presidente Carlos Arias Navarro (el denominado "búnker"), a pesar de haber concedido ciertas amnistías parciales a algunos presos políticos. El año 76 fue especialmente revuelto, especialmente por esa oposición a la apertura que el "búnker" llevaba a cabo mediante la represión policial, la huelga casi general que había en las principales ciudades, las manifestaciones pro-amnistía y, por si todo esto fuera poco, los atentados de ambos signos que no hacían presagiar un buen desenlace al cambio democrático. En este marco revuelto es en el que Raimon pretende hacer cuatro recitales en Madrid, siendo este disco el testimonio sonoro del primero de ellos.
Tanto el cantante como la organización quisieron impregnar el concierto con un marcado cariz político en el que se intentara simbolizar la unidad de las fuerzas políticas de izquierdas. Para ello, la organización reservó una fila 0 en la que se sentaron el socialista Felipe González, Simón Sánchez Montero, uno de los dirigentes del PCE; y el héroe sindical Marcelino Camacho, casi recién salido de prisión gracias a la primera amnistía parcial otorgada, entre otros líderes políticos y sindicalistas (algunos de los cuales no se portaron demasiado bien con el cantante de Xátiva al llegar al poder). La audiencia recibe a estos invitados al grito de "¡Unidad, unidad!". Para Raimon, por su parte, el concierto también está marcado tanto política como personalmente; personalmente porque fue la primera vez en ocho años que tocaba de nuevo en Madrid debido a la prohibición que le impusieron tras el recital ilegal que dio en la Facultad de Económicas (hoy Geografía e Historia) de la UCM; y políticamente, porque, como explica al principio del recital, éste le iba a servir para cantar todas aquellas canciones que le habían venido siendo prohibidas interpretar en público.
Ese ambiente de revuelta política se puede oír perfectamente en las voces del público: lo primero que se oye al reproducirlo son los gritos de "¡Unidad!", "¡Amnistía!" y "¡Libertad!" que lanza el público. Se nota también en la manera tan fervorosa con la que el público recibe las más significativas de Raimon, consiguiendo que el concierto fuera mitad mitin político, mitad recital musical. Lo que no recoge el disco, pero que explicaría Raimon después, fue que el que mandaba en los policías que allí vigilaban a la audiencia amenazó con gasear el local porque oía injurias al rey y vivas a la república; en esa ocasión, la sangre fría de Anna-Lissa, la esposa de Raimon (destinataria de aquel precioso "Com un puny") evitó una catástrofe al aconsejar al policía hablar con sus superiores antes de proceder.
El concierto transcurre entre los gritos de la audiencia enfervorecida, sintiendo la libertad por fin de gritar en los conciertos, con Raimon presentado cada una de las canciones y traduciendo total o parcialmente sus letras o las de Espriu o Timoneda. Dentro de todo su repertorio, hay una canción que escapa a la significación política del resto: se trata del poema "So qui so" del poeta catalán del siglo XVI Joan Timoneda, siendo prácticamente ésta la única canción de "amor cortés" que Raimon interpreta. El cantante de Xátiva comienza su actuación con una de sus canciones más antiguas, "La nit", una canción que muy al principio solía escapar a la tijera del censor gracias a su juego de símiles y metáforas y que consistía en una comparación entre la dictadura y la noche entendida negativamente. Desde ahí repasa toda su historia político-musical. Entre sus propias letras cuenta, entre otras, con canciones tan emblemáticas como "T’he conegut sempre igual", dedicada al perseguido político Gregori López i Raimundo; el poema solidario "El País Basc", una canción que se solidarizaba con el pueblo vasco al tiempo que denunciaba la represión que sufrían, fue uno de los más aplaudidos; la canción dedicada al "Che" Guevara, "Sobre la pau"; el canto a su tierra en "Quatre rius de sang"; y dos históricas de las más prohibidas: la épica "Al vent", que confiesa haber escrito a los 18 años con toda su inocencia, pero también con toda su fuerza, y "Diguem no", esa estupenda balada que denuncia y renuncia a un mundo violento e injusto. Muy significativa es la inclusión de "18 de Maig a La Villa" (18 de Mayo en La Villa), que expresa las emociones que tanto él como el público sintieron durante aquel recital en la Universidad Complutense el 18 de Mayo de 1968. Interpreta también dos canciones inéditas como son la queja de clase de "Jo vinc d’un silenci" y "Es veu", una irresistible balada cargada de esperanza. Canta también dos canciones hechas sobre los poemas de su poeta contemporáneo favorito, Salvador Espriu, que la audiencia madrileña había conocido gracias a él: "Inici de càntic en el temple", dedicada al poeta Joan Salvat-Papasseit, e "Indesinenter", palabra latina que significa "incansablemente". Además el cantor valenciano sufre una graciosa anécdota cuando quiere interpretar temáticamente "Sobre la por" y "Sobre la pau" seguidas: al arrancarse con la primera sufre un tremendo de amnesia: "Mig perdudes¡Qué equivocación!… Perdonad". Intenta recuperar los acordes al tiempo que explica que no la canta muy a menudo (es decir, que no le dejan). "¡Pues no la toco!", bromea, pero promete ensayarla en el descanso y tocarla en la 2ª mitad del recital que se recoge en el 2º disco, y efectivamente, aunque pretendía finalizar con "Diguem no" toca la canción que se le resistía.
No obstante, la audiencia insiste en que no acabe, y Raimon les explica que quiere tocar los cuatro recitales enteros, para lo cual tiene que estar en forma. Aún así ofrece un bis tocando "Una canción que vosotros habéis hecho vuestra porque la habéis cantado mejor que yo: "Diguem no".
Aun así, al día siguiente el ministro de la gobernación, Manuel Fraga Iribarne, al igual que haría con otros espectáculos, suspendió los otros tres recitales seguramente debido al informe policial de aquel señor que quería gasear el local. Este hecho aparece en el disco: se pueden observar en la portada una serie de cuatro números racionales que representan una cuarta parte de los cuales todos están tachados menos el 1/4, al tiempo que el diseño del título asemeja aquel temible sello de la gobernación civil que prohibía o limitaba los espectáculos y los textos.
Este disco, a mí entender, es uno de los más importantes de la canción de autor catalana y española en general, y uno de los directos más potentes. El hecho de que plasme, gracias al público, un momento político y social de especial relevancia para el país, le hace ser un documento importante no sólo a nivel musical, sino también histórico.

Historia del movimiento hippy. II parte


Los cincuenta se acababan con el gran evento de la década: la Revolución Cubana (de la que en la actualidad sólo quedan iconos e imágenes, habiendo pasado de revolución popular a dictadura personal). Al mismo tiempo, la guerra fría se había recrudecido, muy especialmente por la experimentación con misiles y la carrera espacial que ambas potencias poseían, llegando en los dos lados a una esquizofrenia enfermiza que desemboca en ambos bandos en espionajes y contraespionajes. En Estados Unidos, es el siniestro senador McCartthy el que aprovecha la paranoia del país para llevar a cabo un auténtico control político sobre políticos y artistas más digno de un régimen fascista, o incluso de la rusia estalinista, que de un régimen democrático. Actores y directores, como Charles Chaplin, músicos como Pete Seeger, o escritores como Ginsberg, sufrieron el vigilante ojo del anticomunismo americano. El punto álgido internacional llegó cuando Fidel Castro, buscando aliados en este teatro, se define comunista y recaba la ayuda de la Unión Soviética: los rusos ponen misiles en Cuba apuntando a Estados Unidos. El momento es tan caliente internacionalmente que incluso el papa Juan XXIII apela al catolicismo de Kennedy para parar una locura. Años atrás, el presidente Eisenhower había acercado posturas con el general Franco, poniendo, a cambio de ayuda económica, bases en diversos sitios, como Rota o Torrejón.
Aquel momento de la guerra fría fue muy determinante: tuvo un tremendo impacto en la mente de muchos, especialmente de jóvenes, que empezaron a plantearse y a cuestionarse la fuerza militar. Fue precisamente el episodio de los misiles cubanos el que inspiraría a Bob Dylan una de sus mejores canciones de la época folk: «A hard rain’s a gonna fall» hablaba del miedo y de la posibilidad de la destrucción total bajo la amenaza de la guerra atómica. El movimiento folk se había renovado con nuevos nombres, como Joan Baez, Judy Collins, Tom Paxton, Richie Havens, y, por supuesto, Bob Dylan, que fue el primero de ellos en tener un éxito popular inequívoco del que muchos expertos aseguran que en cierto sentido fue su muerte artística. No suponía realmente una renovación de temas, pues el pacifismo y la lucha de los derechos civiles fue una constante del folk de los años 50, si bien, puede ser, la dimensión sindicalista hubiera decaído (excepto en Joan Baez). Folksingers blancos y negros se unen en las marchas por los derechos civiles de Martin Luther King.
Por otro lado, el mundo musical sintió la conmoción ante los grupos que venían desde el Reino Unido: los Beatles abrieron la puerta con su rock’n’roll y rythm’n’blues de raigambre americano, tras ellos grupos tan importantes como Rolling Stones, The Who, Kinks, Hollies, Animals… No suponían realmente una revolución de índole social, estrictamente hablando, pero sí una revolución en el mundo juvenil: ellos daban la impresión de no necesitar trabajar, de tener el destino en sus manos, de vivir al margen de lo que la sociedad exigía a los jóvenes: aquella era todavía una época en la que te tomaban en serio a partir de los 25 y no antes. Aunque las canciones pudieran ser frívolas a veces, o no decir nada más que «te quiero, me quieres», sí es cierto que abrían las nuevas posibilidades de una nueva forma de ver las relaciones entre los jóvenes. Sin embargo, estos muchachos todavía no tendrían grandes cosas que decir por ahora.
El panorama bohemio y underground era otra cosa. El mundo del jazz iba por otros derroteros, con nombres como Pharoah Sanders, John Coltrane y otros más; un mundo muy minoritario e intelectual comparado con el beat británico, el soul (rythm’n’blues comercial), el folk (hasta la llegada de Dylan minoritario) o el surf californiano. El nuevo jazz tenía componentes nuevos en el que, desde los días del be-bop, a la libertad creadora del intérprete se sumaban las experiencias lisérgicas. Desde finales de los 50, Timothy Leary y Richard Alpert, profesores de psicología de la universidad de Berkeley, junto al escritor de ciencia ficción Aldous Huxley, habían sintetizado el LSD, a principios como experimento del ejército americano, para desembocar en un elemento de la contracultura generalmente antimilitarista (elemento bastante engañoso). Pronto surgieron en Estados Unidos comunas dedicadas a la experimentación del cuerpo y la introspección mental en las que los sutas budistas e hindúes se unían a la marihuana y al LSD en una supuesta búsqueda de respuestas místicas más inducidas que auténticas. De ellas, la más famosa quizás fuera el grupo activista Merry Pranksters, los alegres bromistas, dirigidos por el escritor Ken Kesey (autor de Alguien voló sobre el nido del cuco) que plasmó las tempranas vivencias del grupo a bordo de un autobús, junto a Neal Cassady (el «musa» de los poetas beats) en el libro La gasesosa de ácido eléctrico (The Electric Kool-Aid Acid Test). Estos exploradores lisérgicos participarían e incluso organizarían las primeras marchas pacifistas contra la guerra de Vietnam y los primeros conciertos propiamente llamados hippies. Ocurrió entonces, hacia 1963 ó 1964, que confluyeron bajo más o menos el mismo objetivo, los exploradores lisérgicos, algunos de los folk-singers, los músicos de jazz, y los grupos de rock-garaje admiradores del pop británico: les unía principalmente el cuestionarse el papel de su país a nivel tanto nacional como internacional.
 

Musicalmente también es una era muy revolucionaria respecto a la música popular. Entre 1964 y 1965, en los locales de California y Nueva York se vive una intensa proliferación de nuevos grupos de folk y de jazz. Uno de ellos, que alcanzó un éxito popular considerable, fue The New Christy Minstrel, autores del popular «Green back dollar», que estuvo compuesto, entre otros, por Jim McGuinn, que luego formaría The Byrds, y Barry McGuire, un cantautor de folk-rock protesta que obtuvo un éxito disimulado con esta canción, obra de P. F. Sloan y Steve Barri, con una letra apocalíptica muy del gusto de la época, influida claramente por Dylan.

Otros grupos que fueron germen de los futuros grupos flok-rock californianos y de rock de San Francisco, fueron The Journeymen, The Mugwumps o Town Criers, grupos estos que no consiguieron el reconocimiento público, pero cuyos miembros triunfarían en distintas formaciones con nuevos lenguajes: de Journeymen saldrían Scott McKenzie (cantante que sólo tuvo éxito con una canción), y John y Michelle Phillips, que junto a los Mugwumps Mama Cass Elliot y Dennis Doherty formarían The Mamas & The Papas; por su parte, otros dos Mugwumps, John Sebastian y Zal Yanovski, formarían el grupo de bluegrass y folk-rock Lovin’ Spoonful.

En 1964 se les siguen considerando betanicks, pero poco poco el murmuro de la palabra «hippie» se va haciendo más claro y audible cuando los estudiantes activistas de izquierdas, los promotores de los derechos civiles, los aventureros lisérgicos y los místicos van confluyendo en algo que era curiosamente concreto e impreciso a la vez movidos por la nueva injusticia global: la guerra de Vietnam. No obstante, el componente político no fue tan determinante en un principio entre los hippies como el misticismo, el rock y las drogas, aunque las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam vienen prácticamente de manos de líderes activistas inmersos en este nuevo mundo.
En 1967 el mundo hippie tiene su capital en la ciudad californiana de San Francisco, una ciudad abierta y tolerante tradicionalmente, que también había acunado a los antiguos beatnicks y hipsters; y más concretamente en el barrio de Haight Ashbury. Tampoco es casualidad que tuviera una localización geográfica concreta dada la heterogeneidad ideológica de EE.UU: conviene no olvidar que, al igual que los negros, un beatnick o un hippie no podía atravesar los estados sureños con la sensación de sentirse como en casa, al contrario que pasaba con toda California, Nueva York y otras zonas más abiertas a la diversidad cultural. El Haight Ashbury se convierte casi en un ghetto de los hippies, y a él se acercan diversos turistas para contemplar el fenómeno, entre ellos las estrellas del pop británico para ver la nueva música que allí se estaba creando: Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, Big Brother & The Holding Co., con la maravillosa Janis Joplin al frente, eran los nuevos grupos formados por músicos que venían de antiguas formaciones o aventuras en solitarios de folk, folk-rock o jazz, practicantes de un rock nuevo y refrescado que mezclaba magistralmente el rock y el blues con el folk, el jazz, instrumentos y ritmos orientales, y nuevas visiones musicales en ocasiones inspiradas por el consumo de drogas. Estos grupos tocan juntos en las múltiples salas de música que existían entonces: el Matrix, el Avalon Ballroom, vieron los mejores momentos de estos grupos antes de que las empresas discográficas mancharan su ambición de ser simplemente músicos de San Francisco populares.
En torno a la comunidad de Haight Ashbury surgen diversas propuestas artísticas: música, teatro independiente, poesía…, pero también negocios que traían todo lo que un hippie podía desear: discos, ropa oriental, collares, cuentas, instrumentos musicales contra más exóticos mejor… A parte el negocio subterráneo de la droga, pero junto a esto prolifera la Clínica Médica Gratuita, dirigida a los chicos con problemas de drogas: no se trataba de prevención y rehabilitación, sino de enseñar a como se podía utilizar una droga sin correr riesgos o, por lo menos, los mínimos. Haight Ashbury podía parecer un paraíso urbano, un lugar donde no trabajar y poder dedicarse a la expansión personal y espiritual de uno mismo y de su cuerpo. Pocas cosas había que sacaran a un hippie de su pretendido estado mental de paz espiritual. No obstante, otros entendían las ciudades como trampas mortales en las que se atrapaba y castraba el alma humana, y comprendían que el lugar del hombre era la naturaleza: algunos huyen a los campos y abren granjas donde fundar comunas y vivir de lo que producían (algunas de ellas hoy en día perviven, sustentándose de vender sus productos): la más famosa fue la granja de Hogh Farm.
Junto a las drogas surge el fenómeno del nuevo misticismo, propugnado por los poetas beats y otros pensadores contraculturales. No fue casualidad que el principal grupo hinduista de occidente apareciera a caballo entre Nueva York y el Haight Ashbury: los Hare Krishna. Los auténticos hippies comenzaron estudiando los textos sagrados de la India, China o Japón; algunos, por su parte, practicaban una suerte de neo-paganismo, mientras que otros fijaban su fe en las raíces del cristianismo. Sin duda alguna, a pesar de utilizar las drogas como medio, éste era en principio una práctica honesta y sincera, si bien la santidad de los gurús que permitían el uso de drogas a sus discípulos era bien discutible (si su religión lo prohibía, claro); pero en el momento en que las grandes estrellas del rock y del cine comenzaron a interesarse por estas prácticas, aparecieron multitudes de maestros espirituales que venían de la India, en donde no gozaban del respeto que decían poseer, con el único objetivo de «hacerse la foto» y ganar su espiritualidad a golpe de fama: el ejemplo más sonado fue el del Maharishi Mahesh Yogi, que utilizó las ansias espirituales de los Beatles para obtener fama, además de mostrar un interés más terrenal que espiritual por su discípula Mia Farrow.
El objetivo de los hippies era oponerse a la sociedad bienpensante americana mediante la religión, las drogas, la auto-marginación y las expresiones artísticas. Y en en Junio de 1967 dieron su grito de afirmación en el Festivla Pop de Monterrey, en donde actuaron sin cobrar (excepto Ravi Shankar, por aquello de tener que volver a la India) los nuevos grupos de rock de San Francisco, los grupos de blues, algunas estrellas del pop británico, junto al gigante del soul Otis Redding y al maestro sitarista Ravi Shankar.

Aunque opuesto a toda guerra, el hippie pretendía vivir al margen de cualquier activismo político, lo cual no le impedía participar en las manifestaciones por la paz/ contra la guerra. Se produce entonces una escisión dentro de ellos, quedando divididos entre activistas y pasotas. El activista solía ser un estudiante o poseer una gran cultura, pero más que místico su tendencia mental iba hacia el socialismo, y, en muchos casos, eran pacifistas pero no pacíficos. El pasota, por su parte, era el hippie en sentido estricto, con tendencia automarginativa e ideas, a veces, demasiado utópicas, frente al activista, que siempre optaba por la práctica. El activista siempre criticaba la falta de acción del pasota, al que acusaba de querer cambiar el mundo a base de canciones y oraciones, o de no querer cambiarlo en absoluto mientras siguiera existiendo su isla, mientras que el pasota le acusaba de querer cambiar el mundo para su beneficio al tiempo que inventaba el bonito término de lunático del poder. Un buen ejemplo de crítica contra los activistas es la canción de los Beatles «Revolution». Por lo general, los músicos suelen practicar el pasotismo, sin desdeñar sus buenas dosis de activismo: los hippies no eran tan políticos en la música como posteriormente se ha pretendido, aunque sintieran simpatías por movimientos como los Panteras Negras y sus equivalentes indios, portorriqueños y asiáticos; sólo hay un número contado de casos en los que la política es un factor determinante en la creación artística, como los Jefferson Airplane, los Who, Country Joe & The Fish, además de los folksingers y cantautores. Sin embargo, en 1968 los pacíficos Human Be-In y Tribal Stomps que venían realizándose desde 1966 fueron adquiriendo un cariz cada vez más político. De una manera feroz, las concentraciones dejaron de ser pacifistas y utópicas para convertirse en batallas callejeras. Fue, no obstante, un huracán que recorrió casi todo el mundo: el mayo francés, la Primavera de Praga, la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en México, y nuestras primeras (descartando las del 56) revueltas estudiantiles. También se notó en sus ropas, que comenzaron a alternar los motivos orientales con ropas militares, motivos socialistas y camisetas con la efigie del «Che» Guervara. El año 68 fue el momento culmen en el que nuevas ideologías desafiaban tanto al status capitalista como al comunista que se habían establecido tras la 2ª Guerra Mundial. A partir de ese año, todas sus exhibiciones estarían fuerte y ferozmente marcadas por un halo político antimilitarista.
El otro gran éxito de los hippies fue el concierto multitudinario de Woodstock en 1969, cuya cifra de asistentes se aproximó de manera muy simbólica a la del número de combatientes que había en Vietnam. Pero la década de los 70 venía pisando fuerte, trayendo consigo un huracán de violencia y atentados terroristas de diversos símbolos, borrando los buenos sentimientos hippies que, aunque subsistiendo en las comunas y en las granjas, fueron desapareciendo por una razón: se pasó de moda, venían nuevas generaciones con nuevas demandas y cada vez más se contemplaba a los hippies como una rareza del pasado.

Los hippies no fueron más que, en muchos aspectos, otro movimiento juvenil con ansias de cambiar el mundo, cosa que consiguieron en parte pero sin librarse de que a la mayoría de ellos, como en todo movimiento juvenil, el mundo les cambiara. Como todo movimiento juvenil tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, frente a los maniqueísmos de considerarlos la mejor generación del s. XX o una panda de degenerados morales.
Hay que entender que como movimiento aparecen en una de las épocas más feroces de la guerra fría, con un nuevo frente comunista amenazante desde el Caribe. El ambiente de tensión, violencia, patriotismo exacerbado y militarismo promovió la necesidad de alejarse de un mundo regido tradicionalmente por las armas y buscar refugios en diversos paraísos artificiales, para poder explorar las profundidades del alma humana. Como radicalmente opuestos a la política de su país y promotores naturales de la lucha por los derechos civiles, los hippies no eran bien considerados por las instituciones clasistas y racistas de sus países; no en vano pueden afirmar, incluso con más derecho que sus predecesores beatnicks, haber sido el primer movimiento-moda juvenil totalmente inter-racial: mientras que los rockers eran generalmente blancos, y los funkies negros, o había un rock’n’roll blanco y otro negro, los hippies no reconocían colores: para ellos era perfectamente normal que un blanco tocara blues y un negro country’n’western. Fundaron gracias a sus nuevas conciencias movimientos que han tenido una importancia indiscutible: el movimiento ecologista fue re-fundado por ellos prácticamente. Lo mismo se puede decir respecto a las ideas de igualdad de sexos y de tolerancia sexual; también las ideas renovadas de igualdad y fraternidad propiciaron un cambio en la forma de ver las relaciones entre los seres humanos y sus culturas desde el respeto y sin «centrismos» culturales de ninguna clase.
Pero tuvieron sus defectos, de entre ellos el más grave fue el abuso de las drogas: desde los planteamientos de Leary y Alpert y otros, los hippies buscaron en las drogas aquel remanso de paz y sintonía espiritual que decían que los indios americanos, los shaivas (adoradores de Shiva) y otros obtenían gracias a su consumo propiciada por una visión bastante sesgada de estas culturas. Las drogas, lejos de enriquecer a la cultura del movimiento hippie, en realidad contribuyó a su destrucción y a propagar la visión de viciosos que de ellos se tenían, una publicidad alimentada por las sucesivas muertes de sobredosis de las grandes estrellas del rock: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Al «Blind Owl» Wilson, Ron «Pigpen» McKernan… Ante esto siempre cabe preguntarse si no fueron los servicios secretos americanos, al igual que a todas vistas parece que hicieron en los barrios negros, quienes promovieron la introducción y el consumo de drogas cada vez más peligrosas en el mundo hippie. A parte de los supuestos espías soviéticos, el enemigo interior que el gobierno americano decía tener era triple: los negros, los estudiantes y los hippies.
Pasaba algo parecido con la libertad sexual o con el marketing. Los hippies fueron víctimas de sus propios vicios: muy pronto la revolución de la conciencia, la libertad sexual y el hacer lo que quieras sinceros y honestos de algunos en principio, atrajo a un número importante de oportunistas a los que las revoluciones les importaba un pito: querían drogas y sexo nada más. Parecido era lo de la exploración espiritual, la cual, una vez fue manifestada por las millonarias estrellas musicales y cinematográficas su afición atrajo a un número significativo de gurús gorrones y charlatanes que, aprovechándose de la inocencia o ignorancia de las estrellas del rock, llegaron a desvirtuar en moda lo que en sus lugares de origen eran religiones serias y repetadas. El elemento bohemio y marginal que habían sido desde el año 64 comenzó a ser un negocio cuando las estrellas del pop británico comenzaron a practicar (o a intentarlo) ese estilo de vida: de repente, entre un grupo de gente que afirmaba despreciar el dinero se comenzó a mover un importante negocio de miles de dólares en la industria discográfica: ser hippie, en algunos sitios, estaba de moda. Pocas veces el utopismo de un mundo sin dinero basado en el respeto a los demás dio sus buenos resultados: Woodstock y Monterrey fueron magníficos, pero también está el desastre de Altamont protagonizado por los Rolling Stones, del que ya hablé un día. El dólar, enemigo declarado de los hippies en un principio, entró entre ellos para destruirlos de la manera más atroz en la que se puede destruir un movimiento juvenil: la frivolización de sus principios en estética y pseudo-elementos; abundan grupos de pop ñoños y frívolos que hacían letras bastante naïves con una pretendida y falsa base hippie.
Si bien los Rolling Stones pecaban de excesiva terrenalidad, los Beatles pecaban de excesiva espiritualidad. La marginación política por la que finalmente la mayoría optaban tenía también su cara y su cruz: se puede entender que ante la tensión, la violencia y el patriotismo exacerbado uno prefiriera apartarse del mundo; pero esto tenía su efecto negativo en lo tocante a las reivindicaciones serias de entonces, ya que se adquiría así cierto halo malsano de esnobismo intelectual muy perjudicial por un lado, y un egoísmo injustificado. Por supuesto hablamos sólo de los pasotas, los auténticos hippies, pues los activistas compartían ciertas pautas y estética, pero porque toda época tiene su estética. Esto fue muy notable también en nuestro país, cuando empezaron a instalarse en Ibiza parecían ignorar que existía una dictadura viva y operante.
En España, el hippismo entró diez años después de lo que se puede considerar su nacimiento, como ha venido siendo la tendencia de este país respecto a las modas y a las músicas, de la mano de Pau Riba, Jordi Batiste o Hilario Camacho, entre otros, dando lugar a grupos de tendencias psicodélicas y de rock progresivo sobre todo en Andalucía y Cataluña: Smash, Triana, Iceberg, Gong, Companyia Elèctrica Dharma, Barcelona Traction… Pero también de otros lugares: Dolores, los gallegos NHU, los vascos Errobi… No obstante, el hippismo a la americana no se entendió muy bien aquí, ya que conllevaba la marginación voluntaria y la no acción política. Dicen las malas lenguas que los que de aquí se hicieron hippies eran niños ricos que podían jugar a hippies y que, cuando se cansaran, podrían volver al puesto que su papá le tenía asignado en la empresa o en el negocio familiar (no sé hasta qué punto de verdad esto fue verdad, pero también se podía decir lo mismo de ciertos activistas).

Los hippies contribuyeron a cambiar el mundo de entonces, no se puede negar. Pero pagaron un precio muy alto, sucumbiendo a sus contradicciones, a sus vicios, quizás por ellos mismos, quizás por una mano negra que mueve los hilos hasta del mismo presidente de los Estados Unidos…

Sobre la pau


Yo quería escribir algo sobre el aniversario de Miguel Ángel Blanco, pero no sabía qué. Por un lado, y puede parecer egoísta, no quiero sumarme a la sucia carroña del PP, que en su día usaron a este muchacho y hoy lo siguen haciendo, proclamándole mártir ya no de la lucha contra el terrorismo, sino de la unidad de España; por otro lado, uno sabe bien que no puede escribir sobre todo, porque a veces se corre el riesgo de frivolizar sobre el asunto o de recibir visitantes no deseados de uno u otro extremo. Entiendáseme: soy anti-pp hasta el día en que me muera, porque soy anti-caciquey detesto su sistema político y económico fundamentado en las desigualdades sociales y en un darwinismo social bien maquillado; y no creo en la unidad de España porque soy anarquista y porque creo en la diversidad cultural de este país; pero por supuesto también soy anti-terrorista, porque soy pacifista, pero no conformista, y porque las ideas de la extrema izquierda abertzale me parecen fascistas, estalinistas y tan deleznables como las de la ultraderecha (en realidad, nunca he sabido distinguir a los ultras de uno u otro bando).
Cierto es que este muchacho era concejal por el PP, debía ser buena persona… Pero sobre todo era un hombre del pueblo cuya muerte no beneficiaba a nadie, y menos a ETA… Pero no hablaré de lo que yo opino, no diré que tal vez Aznar prometió cosas que no pudo cumplir, no diré que tal vez si el secuestrado hubiera sido el hijo de Aznar o un miembro de la Casa Real otro gallo hubiera cantado… Pero Aznar se empeñó en jugar a ser Guzmán el Bueno (o mejor dicho, el general Moscardón, que le pinta más) en algo que hoy en día a mí me parece una mascarada de mal gusto…
No rendiré homenajes al concejal del PP en Ermua, ni a la víctima de ETA, sino al hombre inocente que fue asesinado: a ese sí. Pero mi homenaje también tiene algo de venganza contra los Cristo-Rey del PP, sí señor: durante el homenaje celebrado al edil, alguien invitó a Raimon a actuar… ¡Sí! Raimon, aquel valenciano que durante la dictadura propició tantas bellas canciones, tan llenas de esperanzas, de fuerzas… El viejo y buen Raimon, dispuesto a seguir luchando contra la represión venga de donde venga… Pero, ¿por qué le abuchean cuando va a cantar "País Basc"? ¡Ah! Ya: los mismos perros con distintos collares vio él: no, amigo Raimon, no: no son los guerrilleros de Cristo Rey de antaño que reventaban tus conciertos, no: son las juventudes del PP. Por esa razón homenajeo a Miguel Ángel Blanco con una canción que Raimon dedicó al "Che" Guevara. Y abuchead a Raimon y a mí mismo si queréis, pero recordad que estamos en las mismas por culpa de dos extremismos concretos.

Sobre la pau

De vegades la pau
no és més que por:
por de tu, por de mi,
por dels homes que no volem la nit.
De vegades la pau
no és més que por.

De vegades la pau
fa gust de mort.
Dels morts per sempre,
dels que són només silenci.
De vegades la pau
fa gust de mort.

De vegades la pau
és com un desert
sense veus ni arbres,
com un buit immens on moren els homes.
De vegades la pau
és un desert.

De vegades la pau
tanca les boques
i lliga les mans,
només et deixa les cames per fugir.
De vegades la pau.

De vegades la pau
no és més que això:
una buida paraula
per a no dir res.
De vegades la pau.

De vegades la pau
fa molt més mal;
de vegades la pau
fa molt més mal.
De vegades la pau.

A veces la paz/ no es más que miedo:/ miedo de ti, miedo de mí,/ miedo de los hombres que no queremos la noche./ A veces la paz/ no es más que miedo.
A veces la paz/ tiene sabe a muerte:/ de los muertos para siempre,/ de los que no son más que silencio./ A veces la paz/ tiene sabe a muerte.
A veces la paz/ es como un desierto/ sin voces ni árboles,/ como un vacío inmenso donde mueren los hombres./ A veces la paz/ es como un desierto.
A veces la paz/ cierra las bocas/ y ata las manos,/ sólo te deja las piernas para huir./ A veces la paz.
A veces la paz/ no es más que eso:/ una vacía palabra para no decir nada./ A veces la paz.
A veces la paz/ hace mucho más mal./ A veces la paz.

Raimon
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