¡Cómicos!
Duermen vestidos,
viven desnudos,
beben la vida a tragos.
Son adorados,
son calumniados
como dioses de barro.
Víctor Manuel, “Cómicos”
Como decían en uno de montajes teatrales, que relataba la vida del actor errante en el siglo XVI, Antonio Orozco y José Palacios, del grupo Taormina, los poderes políticos de las aldeas y villas (alcaldes, corregidores, canónigos, etc.) rechazaban y hasta perseguían a los cómicos porque denunciaban al poder, decían las verdades y eso incomodaba. El texto es suyo, pero es algo que podría haber dicho cualquier actor, desde la Grecia antigua, la Roma imperial, pasando por el teatro barroco español, etcétera, hasta nuestros días. Como reflexión no está mal para empezar, aunque habrá que matizarlo.
Ciertamente, la gala de los Goya ha dejado indiferente a muy poca gente, y hacía tiempo que no tenía tanta repercusión desde los días de la guerra de Iraq, no hace mucho. A lo largo de esta semana, llevo viendo ciertas cosas en relación a los discursos que algunos actores, actrices y directores hicieron, y que han desembocado en algunas ocasiones en un linchamiento público, desde la derecha y la ultra-izquierda, a dichas personas, pero más gravemente aún, a la profesión de actor de cine. La cuestión es que es muy difícil sustraerse a la tentación de, si habiendo un representante del gobierno, y más aún, aquél del que depende el salario y el trabajo de uno en cuestión, no lanzar unas cuantas críticas. Por citar los casos más llamativos: Candela Peña lo hizo, aunque quizás se equivocara en un par de cuestiones, para reivindicar los servicios públicos que los ciudadanos –todos- disfrutamos; Maribel Verdú, y no creo que de manera oportunista, dedicó su premio a las personas que lo están pasando mal… Y si para algunos lo de Candela Peña fue un ataque descarado al gobierno de Rajoy, para esos mismos, y lo que más nos jode, para los que están en oposición a aquéllos, Maribel Verdú, con su inofensivo discurso, se convirtió en el chivo expiatorio.
Con esta reflexión, yo no voy a defender a capa y espada a las personas citadas, ni a atacarlas, pues cada uno con su vida y su dinero, fruto de su trabajo, puede hacer lo que le venga en gana si no hace daño a los demás; más bien es un conjunto de pensamientos acerca de algunas manifestaciones que he visto, generalmente en contra. Y voy a empezar por la derecha:
Las reacciones no sólo no se hicieron esperar, sino que se adelantaron: el editorial de La Razón (no sé si me equivoco de periódico) ¡se escribió el viernes anterior!, y el resultado fue invariable, abundando en los tópicos de siempre, con esa curiosa definición de “sectarismo” que tienen estas personas, que viene a redundar en el significado auténtico de la palabra: es decir, según ellos y su diccionario de las realidades paralelas, sectario es “todo aquel que no piensa como yo”. Y así, el señor Marhuenda, el señor Ramírez, y sus legiones, atacaban una gala que, siendo pagada con dinero público, sirvió para criticar al gobierno, insultar a los españoles (pues todos los españoles han elegido este gobierno) y hacer “proselitismo socialista”, la zeja, dadadadá. Impresionante la preocupación de para qué se utiliza el dinero público por parte de estos señores que, ciertamente, nunca han visto Tele-Madrid o Canal 9. Y en los días siguientes llegó el apoteosis: el ministro Montoro, intentando realizar una “hábil” táctica de distracción, respondió al diputado socialista que “hay actores que no pagan impuestos”; un parlamentario de ICV se preguntaba si se refería a Bárcenas, aunque podríamos haberle preguntado también que si se refería a Julio Iglesias: un cantante que desde hace años vive en Miami para eludir impuestos, pero que a diferencia de otros, que lo hacen por la razón que sea, es reclamado de vez en cuando para algún concierto en un pueblo, o por alguna comunidad autónoma gobernada por los populares, como Valencia, para ser imagen, o no sé qué pollas, de la comunidad o ciudad en cuestión, desembolsándole una admirable cantidad de dinero que no pasará el fisco español. Y al mismo tiempo, nuestra Tele-Mordor se ha dedicado esta semana a difamar a Maribel Verdú un día, y al día siguiente a dejar de manifiesto el “sectarismo” del mundo del cine español, sacando para ello las declaraciones del ahora diputado por UPyD Toni Cantó (¡sí Toni!, no te llaman porque no “eres de ellos”: va a ser eso); ¡y lo dicen los medios que otorgaron un premio a Arturo Fernández!, y dudamos que fuera por su calidad interpretativa (cosa que dejo al margen). La industria del cine sectaria, etc., pero no hablemos de los premios “La Razón”, “ABC” o incluso “El País”: ¡no!, será que no se dan por afinidades ideológicas. Voy a resaltar una cosa: en la gala, se dio agradecimiento al director de Intereconomía por financiar la película de animación Tadeo Jones y no se oyó un solo abucheo. ¿Y no se recuerda el Goya honorífico a Alfredo Landa, quien por esas fechas se declaró de derechas?
Total, que la programación de la semana ha sido básicamente –y por tácticos motivos- el “linchamiento público al actor”. A este linchamiento al actor, concretamente a la actriz Maribel Verdú, se ha sumado el alcalde de Valladolid, contándonos sus pajas mentales en vez de declarar por qué razón del mundo la policía irrumpió en el local donde actuaba la cantautora María Rozalén y la hicieran sentir, según sus palabras, como una delincuente.
… y así, con el linchamiento gratuito al actor, desenmascarando “sus escándalos”, evitaremos hablar de cosas más sangrantes.
Cine y dinero público, y junto a esto el uso despectivo de la palabra “subvencionado”, que sólo suele aplicarse de esta manera al mundo de la cultura, a los sindicatos y demás (junto a otros insultos como “becado” y “funcionario”), y no siempre sólo por la derecha, sino por gente que se tiene por izquierdista, cometiendo un error tremendo en su apreciación, pues a menudo, sin esa subvención, bienes y servicios que pagamos por el mínimo, o por ninguno en ocasiones, precio, serían más caros y, por tanto, al alcance de unos pocos. Pareciera que sólo molesta que se subvencione a ciertas personas o entidades, cuando olvidamos que también reciben subvenciones las entidades bancarias, algunos clubes de fútbol, e instituciones y asociaciones de dudosa valía, moralidad y finalidad… Y LA PRENSA, señor Marhuenda, que usted lo sabe bien: la prensa… pues también recibe sus subvencioncitas, por mucho que pretendan engañar a sus lectores (y a quienes no, de manera indirecta). Pero, ¿realmente les molesta que se subvencione con dinero público la industria española del cine, es decir, la cultura? Porque aún no les he oído decir nada de la subvención que recibió José Luis Garci con dinero de la Comunidad de Madrid para rodar una película ambientada en la revuelta madrileña contra las tropas napoleónicas y que no sé si quiera si se llegó a proyectar en los cines. Y si me voy al extremo, no oigo a nadie criticar que se ruede Torrente X (cuando llegue).
Dejo al margen insultos y crueldades de parte de otros elementos con la convicción de que la mayor parte de la gente de derechas de este país es virtualmente (de virtud) y sin remedio mala: todavía me acuerdo cómo en los comentarios en las ediciones de los periódicos muchos de ellos aplaudían la muerte de Yoshito Usui, autor de Shin Chan.
Pero en fin, de ellos me lo esperaba, y hay veces que casi ni molesta. Pero lo que más me molestó fue lo que vino por parte de gente que no lo esperaba:
La primera en la frente, como se suele decir: al día siguiente, en su columna/ blog en Público, Shangay Lily, titulaba “Los Goya de la cobardía” una entrada en la que, al tiempo que atacaba la ausencia de críticas al gobierno, según él, atacaba indiscriminadamente a algunos de los asistentes. Cito un fragmento de su blog:
Menos pose y guiño y más incomodidad. Lo importante no son vuestros dinosaurios egocéntricos, lo importante es que el cine sea arte y no entretenimiento. Y el arte no existe sin compromiso social, sin retratar la realidad, desde aquel bisonte de Altamira hasta las obras de teatro del maestro antifranquista Miguel Romero Esteo. Lo demás es carburante para el consumismo.
Si bien podría compartir, aunque con matices, lo que ahí dice, no deja de sorprenderme, como me sorprendió en su día su fichaje por este diario. Yo recordaba a Shangay por cosas mucho más frívolas, las cuales aparecen en su biografía del blog: se pateaba los platós de televisión, con una actitud de lo más frívola y con expresiones de desprecio snob tales como “Oh darling!” intentando vender su libro de cómo ser glamouroso. Por esa razón, la crítica se hace, si cabe, más incomprensible todavía. Será, como dice un amigo mío, resentimiento por no haber sido invitado.
Y Maribel Verdú salió a recoger su premio y se le ocurrió dedicárselo a la gente que, por culpa de este sistema corrupto, lo está pasando mal… Es normal que la derecha la atacase, por eso del “sistema corrupto” (aunque su discurso no cargó contra nadie en particular): Tele-Mordor, al día siguiente, sacaba algunas revelaciones sobre ella (aunque después de la noticia que se dio hace tiempo sobre una bomba en el aeropuerto Jacques De Gaulle y otras cosas, como comprenderéis, no voy a ser yo quien los tome en serio); pero lo que podría haber pasado por un momento excepcional en el que alguien notorio aprovechase la ocasión para decir una verdad, se volvió en algo un poco raro. Circula en internet esta cosa:
A mí este escrito me cabrea porque parece haberlo hecho alguien con consignas de la derecha neoliberal, y en su gran mayoría cuenta más mentiras o verdades a medias, que verdades. La nota nos la da la línea que dice “nos dedicamos a hacer películas con el dinero de los impuestos de los ciudadanos”, lo cual suena a Marhuenda-Ramírez que hasta huele; y luego lo de que si quieres verlas “tienes que ir al cine”… ¡Nos ha jodido Mayo! Lo de las descargas está bien, pero reconoced que no se vive del aire, que esa subvención es para pagar el coste de la película (que no se paga con la subvención sola). Y el resto es una crítica a una supuesta doble actitud: “hago anuncios de bancos, del Corte…”: eso es trabajo, aunque esté más remunerado; poca gente sabe esto, pero un actor/ actriz pocas veces puede darse el lujo de no aceptar un trabajo: hay temporadas en las que te puedes pasar años sin trabajar. Y el caso es que son las mismas cosas que sacó la noticia de Tele-Mordor. Y aclaremos lo de los vestidos y el pedrerío de una vez: la mayor parte de las veces, son préstamos o regalos de esas casas en particular, que luego tienen que devolver. Comprendo, eso sí, la crítica por la muerte de animales en la susodicha (y me temo que sobrevalorada) película: pero de ahí a achacárselo a ella… Quizás no esté conforme con ello, a lo mejor no lo sabía (los actores no participan en todas las sesiones de rodaje), y tal vez no pudiera darse el lujo de pasar, o quizás ya fue demasiado tarde; pero, la pregunta en cuestión es ¿mató ella al toro?
Entiendo buena parte de las críticas: la mayoría de las veces, los que tienen más dinero pueden llegar a frivolizar algunas cosas (by the way, aún no he oído críticas hacia la “ecológica” baronesa Thyssen, aunque hayan pasado años): pasa ahora, pasaba en los años 30; pero, ¿es que sólo puede criticar al sistema si vives en una chabola y vas vestido con el “mono azul”? En ese caso, apaga y vámonos, porque más de uno de los que están difundiendo algunos escritos parecidos tiene por dónde callar; y, a parte, que qué mejor ocasión para que se sepa lo que pasa, incluso a nivel internacional, que lo haga alguien notorio en un espacio público con bastante audiencia, ya que al del “mono azul” no sólo no le oirán, sino que le tomarán por loco o mentiroso: no porque su palabra no valga nada, todo lo contrario, sino precisamente por ser pobre. Y si no, si adoptamos esta manera radical de ver las cosas, ¡agarremos los libros de Brecht, Machado, Lorca, y mandémoslos a tomar por culo con sus reivindicaciones y su solidaridad! Pues eran burgueses; y nos quedamos sólo con los pensadores, intelectuales, escritores y artistas proletarios (muy dignos y grandes, ¡ojo!).
Me quedo con lo que dijo Fernando Trueba al inicio de la gala: que cada uno diga lo que quiera, “que ya bastante nerviosos estamos como para pensar en ello”; pues si ahora resulta que hasta desde las filas progresistas vamos a criticar porque dijeron, no dijeron, qué dijeron, qué no, y quién lo dijo o no(e insisto: hasta donde yo sé, la carrera de Maribel Verdú no ha dejado ningún “muerto” –literal o metafóricamente hablando-: quizás hace esos anuncios –esos trabajos-, pero, ¿es ella la que desahucia a la gente?), yo ya no sé dónde meterme. Como dijo este mismo amigo mío: ¿qué más tienen que hacer?, ¿quemarse a lo bonzo? A fin de cuentas, algunos de ellos reivindicaron el mantenimiento y protección de los servicios públicos, quizás ni siquiera para ellos, sino para nosotros. Entonces, ¿qué es lo que molesta de ello? “Es que pidieron para subvencionar el cine”… ¡Normal! Es su trabajo, y no pasa por un buen momento: cada producción es una aventura financiera (that’s capitalism!), y la subvención constituye una red para no arruinarse; que de las ganancias de las películas no sólo comen los glamorosos actores, los directores “de la zeja”, etc., sino un montón de gente: técnicos, operarios, maquillaje, peluquería, etc. Lo que se ve, es sólo una parte: es un trabajo hecho por mucha gente. (Luego, ¡eso sí! Iremos como tontos a ver Torrente #)
Quizás esto último haya quedado un poco pueril, no lo sé; pero sí intuyo que está habiendo una manipulación encubierta desde la derecha para que desde las posiciones contrarias se realice el linchamiento al actor que no les baile el agua. El que la ultra-derecha y la ultra-izquierda se den la mano en esta cuestión en particular nos da unas líneas no muy halagüeñas, y no me gustaría que se comenzase a realizar el linchamiento al, no al millonario exactamente, sino al que tiene más dinero que tú, como en otras ocasiones de la historia se hizo, precisamente, para salvar a los que tenían todo el dinero. ¡Cuidado cuando los ricos atacan a los “ricos”!
Goyas aparte, la vida del actor –del de cine y del de teatro- es una dura vida en la que hoy está protagonizando, mañana eres un secundario, y pasado ni apareces, y puedes pasarte años sin trabajar (hablando de épocas económicamente estables). Si las declaraciones y reivindicaciones de algunos actores y actrices son, al final, hipócritas, eso es asunto de su conciencia: sin embargo, si han molestado a quienes tenían que molestar, será por algo.
Cierro con dos cosas. La primera, la canción “Cómicos” de Víctor Manuel, dedicado a los actores y artistas que secundaron la huelga de actores de 1975 y les cayó la del pulpo:
Y una petición, ya que hablamos de lo “bien que viven los actores españoles”. Si tienes la bondad, estés de acuerdo o no con el escrito, te pido que firmes para ayudar al grupo de Teatro Taormina, que no pasa una buena situación. Es una recogida de firmas con la que pretendemos demostrar al ayuntamiento de esta localidad lo mucho que Getafe quiere a su veterano grupo de teatro:
PD: ¡Pero qué guapa iba María León!