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“Damunt d’una terra”, el homenaje de Lluís Llach al anarquista Joan Maurici


Hoy he tenido una agradable sorpresa, cuando el pintor Ángel Pascual Rodrigo ha comentado en la antigua entrada sobre la canción “Damunt d’una terra” de Lluís Llach, lo siguiente. Para darle algo más de belleza a su intervención, me va a perdonar que, no sólo le transcriba lo que ahí me ha dicho, sino que combine ambos comentarios:

angel_pascual2009Joan Maurici no era un personaje imaginario. (…) oí decir a Lluís Llach que esa canción la compuso en homenaje al anarquista Joan Maurici. Era el hermano de la madre de mi mujer, Elvira Ascaso Maurici. Mi suegra era Marina Maurici, secretaria de las Juventudes Libertarias de Gerona. Ambos vivían en Salt, un pueblecito junto a la capital que ahora ha quedado como un barrio con una gran densidad de inmigrantes. Joan Maurici era un anarquista militante. Fue fusilado en la guerra civil. Mi suegro, Pedro Ascaso, fue secretario de la CNT de Aragón poco antes de la guerra civil y después de traspasar el frente desde Zaragoza fue a Gerona, donde fue dirigente de la CNT. Allí conoció a Marina y a Joan. Un día le pregunté a Pedro ¿Cómo es que Franco te perdonó las dos penas de muerte que te impusieron y a Joan lo fusilaron? Su respuesta fue —Yo no cometí ningún delito de sangre, pero cada noche Joan salía y mataba a dos o tres «burgueses».

Otra cosa curiosa es que Elvira y yo nos conocimos en un recital de Lluís Llach en Zaragoza, el año 1972, donde cantó esa canción, por supuesto, y todos la coreamos.

Y cuando a los 25 años de matrimonio hicimos un viaje a Florencia desde Mallorca, donde vivimos, subió con nosotros al avión en Palma Lluís Llach. ¡Qué casualidad más increíble!, ¿verdad?

Con estas notas no podemos menos que volver a reeditar la canción, en mejores condiciones que entonces. Hasta ahora, siempre había pensado que Maurici sería el nombre de un estudiante o de un obrero tipo, que se va resistiendo a la protesta hasta que entiende algunas cosas. Ahora lo vemos con otros ojos, llenos de respeto:

Versión en directo de “Barcelona. Gener del 76”

Damunt d’una terra

Vailet, et diuen que a les guerres
tan sols hi ha tristeses,
no s’hi guanya mai.
Damunt d’aquesta terra encesa
tot allò que és feble
vol ignorar els mals.

I en Maurici va escoltant
però segueix a terra sense fer-ne cas,
perquè uns altres li han dit tant
que la seva vida és patir sota el fang…

Recorda les raons que un dia
varen canviar el signe
d’aquell temps passat.
Ell ha marcat la teva vida
amb una ferida
que tu has de curar.

I en Maurici va escoltant
i pensa que ja sap el perquè dels mals.
Però se’n torna, està dubtant,
i altres veus ressonen també al seu voltant.

Vailet, no siguis anarquista
i vés a la conquista
de l’honor més alt,
que al teu costat tindràs la força
que ens porta l’ordre
i ens permet la pau.

I en Maurici sap molt bé
que, si només dubta, poca cosa té.
En Maurici sap què fer,
trobarà als companys i sortirà al carrer.

Sobre una tierra

Muchacho, te dicen que en las guerras/ sólo hay tristezas/ nunca se gana./ Sobre esta tierra ardiente/ todo aquello que es débil/ quiere ignorar el mal.// Y Maurici va escuchando,/ pero sigue sentado, sin hacer caso,/ porque otros le han dicho mucha veces/ que su vida es padecer bajo el fango.// Recuerda las razones que un día/ cambiaron el signo/ de aquel pasado./ Él ha marcado tu vida/ con una herida/ que tú has de curar.// Y Maurici sigue escuchando/ piensa que ya puede saber el porque del mal./ Pero se vuelve atrás, está dudando,/ y otras voces suenan a su alrededor./ Muchacho, no seas anarquista/ vete a la conquista/ del honor más alto,/ que tendrás a tu lado la fuerza/ que nos lleva al orden/ y nos permite la paz.// Y Maurici sabe muy bien/ que, si sólo duda, poca cosa tiene./ Y Maurici sabe qué hacer,/ buscará a los compañeros y saldrá a la calle.

Lluís Llach

Y ahora, para celebrar este raudal de informaciones y emociones, una “rareza” que trajeron los amigos de Canzoni contro la guerra, la versión en griego que realizó el cantante Vasilis Papakonstandinou (Βασίλης Παπακωνσταντίνου):

ΟΛΑ ΤΑ’ΧΕΙ Ο ΜΠΑΞΕΣ

Όπου κι αν κοιτάξεις στίχοι με αφίσες και σκουπιδαριό σωρό
Τώρα η ζωή μου λιώνει σαν τις πίσσες μες στους δρόμους που γυρνώ

Όλα τα χει ο μπαξές, ψεύτικα λουλούδια, κρύες γειτονιές
Κάθε μέρα που περνά όλο πιο πολύ ο κόσμος με πονά
Όλα τα χει ο μπαξές, σύννεφα καπνού και σπίτια φυλακές
Κάθε δρόμος μια πληγή γέμισαν σκουριά ανθρώποι κι ουρανοί

Χίλια δυο γραφεία όνειρα πουλάνε σε ταξίδια αναψυχής
Τόσες υποσχέσεις λένε θα σε πάνε στον παράδεισο της γης

Όλα τα χει ο μπαξές, ψεύτικα λουλούδια, κρύες γειτονιές
Κάθε μέρα που περνά όλο πιο πολύ ο κόσμος με πονά
Όλα τα χει ο μπαξές, σύννεφα καπνού και σπίτια φυλακές
Κάθε δρόμος μια πληγή γέμισαν σκουριά ανθρώποι κι ουρανοί

Το μοναστηράκι κάλπικη δεκάρα μες τον τζόγο της ζωής
Χάθηκαν τραγούδια και άρρωστα φουγάρα που σε πήγαν κι όμως ζεις

Όλα τα χει ο μπαξές, ψεύτικα λουλούδια, κρύες γειτονιές
Κάθε μέρα που περνά όλο πιο πολύ ο κόσμος με πονά
Όλα τα χει ο μπαξές, σύννεφα καπνού και σπίτια φυλακές
Κάθε δρόμος μια πληγή γέμισαν σκουριά ανθρώποι κι ουρανοί

Vasilis Papakonstandinou (Βασίλης Παπακωνσταντίνου)

http://www.antiwarsongs.org/canzone.php?lang=it&id=15963&all=1#last

(NOTA: no he encontrado traducción de esta versión, más que la traducción automática del traductor google, que, por honestidad no reproduzco para que no se malinterprete como una buena traducción. Quien quiera obtener una idea de lo que dice, puede recurrir a ello)

Ángel Pascual Rodrigo fue miembro fundador de la Hermandad Pictórica Aragonesa, en 1974; un colectivo pictórico combatiente. Actualmente, Ángel Pascual Rodrigo sigue en activo, siendo uno de sus últimos trabajos un homenaje al gran José Antonio Labordeta, gran amigo suyo:

http://www.angelpascualrodrigo.com/new/40_aniversario.html

http://www.angelpascualrodrigo.com/89-98.b.html

Le agradezco sumamente todas estas informaciones, hasta ahora inéditas, y confío que me perdone estas libertades.

General Miaja


Tenía la cazurrería lenta de un campesino gallego que no quiere mezclarse en cosas más allá de su entendimiento, y sabía absolutamente de su propio valor como símbolo de la resistencia de Madrid. Sabía que estaba en su mejor momento cuando podía expresar los sentimientos de los hombres en las trincheras y en la calle, en las palabras crudas y rudas que eran su mutuo lenguaje. Y estaba en su peor momento cuando se mezclaba en el juego de la política o de los problemas estratégicos.

Arturo Batea, La Forja de un Rebelde

(extraído de la reseña de Cristóbal Zaragoza)

JmiajaJosé Miaja Menant nació en Oviedo en 1878. En 1896 comenzó su carrera militar, ingresando en la Academia Militar de Toledo. Durante la guerra de Marruecos, tras el reconocimiento en dos acciones de batalla, fue ascendido a comandante de infantería. En aquellos años empezó a ser conocido como un gran estudioso de la lengua árabe. Tras la instauración de la II República, obtuvo el rango de general, en el año 1932. De todos sus destinos, destacaría el ser enviado a Lleida/ Lérida en 1935, por orden del entonces Ministro de la Guerra José María Gil Robles, por sus razones: alejar a los oficiales desafectos al gobierno era la práctica habitual de entonces, pero, según la wikipedia, se debió a una mala presentación de sus regimientos durante un desfile. Por aquellos entonces, debido a la reforma en la institución militar llevada por el presidente Manuel Azaña en 1933, incluso los altos militares se polarizaban ideológicamente: militares descontentos, en su mayor parte de aquellos llamados africanistas y de los que se solidarizaban con el general Sanjurjo (condenado por el intento de golpe de Estado en 1932), fundaron una sociedad clandestina: la Unión Militar Española (UME), de tendencia derechista, a la que otros oficiales, de tendencia izquierdista, respondieron, para contrarrestar el avance de las ideas fascistoides entre las filas del ejército, con la UMRA, la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA). Miaja no parece definirse políticamente en estos años, aunque hay quien afirma que pudo pertenecer a la UME; algunos dicen que esto es un rumor creado en los primeros meses de la guerra civil para desacreditarle, y su sobrino y yerno, además de secretario personal, Fernando Rodríguez Miaja, desmiente esa acusación:

Si lo hubiera sido no le hubieran detenido con toda su familia los franquistas en Melilla el 17 de julio de 1936. Mi esposa, Pepita, que acaba de fallecer hace poco, cumplió sus quince años en la cárcel, junto a su padre, destinado entonces en aquella ciudad. Poco antes, cuando Franco fue nombrado Jefe de Estado Mayor, envió a Miaja desterrado a Lérida.

http://www.elpais.com/especial/aniversario-sublevacion-militar/entrevista-fernando-rodriguez-miaja.html

El Pueblo de Madrid a su Heroico Defensor (Parrilla, 1937)Fuera como fuera, los liberales progresistas de Manuel Azaña confiaban en él: al formar el gobierno del Frente Popular en 1936, Azaña, debido a la enfermedad del general Masquelet, designa a Miaja Ministro de la Guerra en sustitución de aquél hasta que se repusiera de su enfermedad. Al estallar la guerra civil, el general se halla en Madrid, encargado de la 1ª Brigada de Infantería de la Primera División Orgánica; varios de sus subordinados están involucrados en el alzamiento militar, y, al parecer, él mismo parece dudar, pues su familia se hallaba en la zona sublevada. Pero finalmente reafirma sus votos de lealtad al gobierno legítimamente elegido por el pueblo. Designado ministro de la guerra por el gabinete de Martínez Barrios, rechazaría el mismo ofrecimiento por el gobierno de Giral. En agosto de ese año, habiendo llevado sus tropas en combate a las puertas de Córdoba, su indecisión le cuesta la derrota y el control definitivo de las tropas sublevadas por las tropas sublevadas. Tras ser destinado a Valencia, volvería a Madrid, organizando en Noviembre, fecha en la que comienza la ofensiva aérea sobre la capital, la evacuación de la ciudad; por esto le nombrarían presidente de la Junta de Defensa de Madrid, organismo supremo de la defensa de la ciudad. Junto al teniente coronel Rojo, consiguieron detener a las tropas de Franco en la batalla de la Ciudad Universitaria, alcanzando gran popularidad. Tras la disolución de la Junta de Defensa, que contaba con la representación de todos los partidos políticos leales (incluida la CNT), se le designa Comandante del Ejército del Centro y del Grupo de Ejércitos de la Región Central, dirigiendo las batallas de Guadalajara y Brunete: en estos años, José Miaja se había convertido en el militar que más poder concentraba. Pero la pérdida de la guerra era ya inminente, y muchos eran los que planeaban una rendición; y así, Miaja secundó el golpe de Estado del coronel Casado contra el gobierno de Juan Negrín, cuyo principal objetivo era separar al Partido Comunista y sus asociaciones del gobierno para, vencida así la reticencia de Franco a pactar, conseguir una derrota honrosa mediante un “pacto de caballeros” que sólo la institución militar podía garantizar. Franco no aceptó.

La presidencia del Consejo Nacional de Defensa, órgano formado por representantes de diversos partidos y sindicatos, excluido el PCE, que vino a sustituir al gobierno de Negrín tras el golpe de Casado, fue su último cargo. El 26 de marzo de 1939 embarcaba en Gandía a bordo de un barco británico que le llevaría a Argelia, Francia, y finalmente México, en donde viviría hasta su muerte el 14 de enero de 1958.

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Miaja

guerra civil_general miajaTengo la extraña convicción, a la vista de este resumen biográfico, que si la República hubiera ganado la guerra, muy posiblemente, este general republicano habría desempeñado un papel algo similar al del general francés Charles De Gaulle, asumiendo un papel importante en la restauración de la República y abriendo un camino hacia la normalidad democrática truncada por la guerra, obviando, por supuesto, el papel que una posible República Española alineada con los Aliados, hubiera podido tener en la II Guerra Mundial.

Como habíamos dicho, su actuación al frente de la defensa de Madrid, tanto durante la evacuación de noviembre como su coordinación durante la Batalla de la Ciudad Universitaria, en donde consiguió contener al enemigo tras la otra orilla del Manzanares, le valieron una enorme popularidad: era el defensor de Madrid, y, por tanto de toda España. Desde Santander, un joven y desconocido poeta escribía una loa a este general. Éste es uno de los primeros poemas conocidos del gran poeta José Hierro, que lo firma como J. H. Leal:

Miaja

Cuando la tarde se rompa
en silencio y en naranjas.
Cuando se duerman las cosas
esperando la mañana,
estarán lejos, muy lejos,
perdidos en turbias aguas,
envueltos en el olvido,
los mercaderes de España…

Tú viste a Madrid herido;
por las huestes alemanas.
sus nubes llenas de rabia.
Los gritos de independencia
el aire multiplicaba…
Tú viste a Madrid herido,
tu sangre se rebelaba…
a torrentes por tus venas
loca, caliente, marchaba…
de pronto, te hiciste joven
con la juventud del alma…
los traidores presionaron…
Madrid, sin defensa estaba…
no quisiste tu que entrasen,
y a las puertas se quedaban.

Cuando la tarde se rompa
en silencio y en naranjas.
Cuando se duerman las cosas
esperando la mañana,
recuerdas aquellos tiempos,
barro en las trincheras… agua,
frío de nieve en el cuerpo…
siempre frío, frío y agua,
pero el corazón hirviendo
lleno de amor hacia España.

Vinieron días gloriosos:
Peguerinos, Guadarrama.
El milagro estaba hecho,
las milicias avanzaban…
después, más días de gloria.
Triunfos en Guadalajara.
Italia mandó sus huestes.
Contra Madrid se estrellaban.
No puede vencerse a un pueblo
que muere por una causa.

El pueblo pide tu premio,
glorioso general Miaja.
El pueblo que defendiste
tu recompensa reclama,
y entretanto, tú prosigues
por montes, por sierras pardas
palmo a palmo de terreno,
devolviéndonos a España…

Cuando la tarde se rompa
en silencios y en naranjas.
Cuando se duerman las cosas
esperando la mañana,
los ríos no tendrán sangre
ni habrá gente esclavizada:
habrá una aurora más roja
que las tardes de naranjas,
y España será más libre,
más ancha; más proletaria.

J. H. Leal

(José Hierro)

http://www.deia.com/http://www.deia.com/opinion/foros/viewtopic.php?f=4&t=10575&start=0

El Cantábrico, 9 de abril de 1937

En Poesía de la Guerra Civil Española 1936-1939, pp. 219-220; César de Vicente Hernando (editor). AKAL, 1995


Pero también poetas y escritores ya consagrados, como fue el caso de Pascual Pla y Beltrán, poeta valenciano de origen proletario, quien colaboró con el compositor y brigadista internacional de la Brigada Lincoln Lan Adomian, para escribir una canción, que fue recogida en la colección Canciones de lucha que recopilaría Carlos Palacio. Aquí está interpretado, con ocasión de la exposición "Antonio Ballester, esculturas y dibujos, 23 mayo-2 julio 2000", por un Coro Mixto de Cámara, dirigido por Salvador Moroder, con Ana Vega Toscano al piano:

Madrid y su heroico defensor

Texto: Plá y Beltrán
Música: Lan Adomian

Madrid noble; tus calles un fortín:
ya nadie pasará
tus trincheras.
¿A quién tienes
en tu defensa?
¡Tienes al general Miaja!
¿A quién tienes en tu defensa?
¡Tienes al general Miaja!

Ciudad clara; tu gesta un resplandor;
la muerte no podrá
dominarte.
¡Qué bien gana
tu independencia
el noble general Miaja!
¡Qué bien gana
tu independencia
el noble general Miaja!

Madrid libre; en vilo el corazón;
tu nombre es ya la luz
del futuro.
¡Qué fiel guarda
tu independencia
el noble general Miaja!
¡Qué fiel guarda
tu independencia
el noble general Miaja!

http://www.altavozdelfrente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=93:madrid-y-su-heroico-defensor-&catid=14&Itemid=30

Homenaje a las Brigadas Internacionales


¡Tantas banderas!/ ¡tantos países!
¡tantos idiomas/  y un canto libre!
¡Tantos idiomas…!/ ¡y un solo canto
que alza la sangre/  y une las manos!

Antonio Gómez, “Celestino Alfonso

Hará unos días, paseando por la Avenida Complutense, descubrí con horror que alguien, cierto tipo de gente, había mancillado el monumento a las Brigadas Internacionales con pintura roja y escribiendo “asesinos” en el obelisco. Me causó una honda tristeza, a la par que indignación, por lo ejemplar que su acción y sus actos tuvieron. Voy a explicar brevemente su historia.

bandera brigadas_internacionalesContrario a la creencia popular, el origen de las Brigadas Internacionales no estuvo en el estallido de la guerra civil, sino un año antes; en 1935. Debido a las acciones de los gobiernos fascistas de Hitler, Mussolini y otros, la deriva hacia el fascismo de algunos gobiernos conservadores y el auge de este tipo de movimientos en todos los países democráticos del mundo, junto a las pretensiones imperialistas de Alemania e Italia, cuyo Duce decidió reclamar la tierra de Etiopía (éste fue, por así decirlo, el “Vietnam” de la intelectualidad internacional de mediados de los años 30), un grupo de intelectuales franceses decidió plantar cara al sistema que declaraban enemigo de la cultura y –por consiguiente- de la humanidad, y celebrar el I Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que tuvo lugar en París, en junio de 1935, y al que asistieron escritores de todas partes del mundo y de toda ideología opuesta al fascismo: algunos de ellos fueron André Gide, André Malraux, el católico Emmanuel Mounier, Henri Barbusse…, por Francia; Aldous Huxley por el Reino Unido; Ilya Ehrenburg, Mikhail Koltzov y otros por la Unión Soviética; Jaime Corteçao por Portugal; Bertolt Brecht, Heinrich Mann y otros, representando a la literatura exiliada de Alemania, junto a un escritor enmascarado que practicaba en tierras germana lo que se llamaba “literatura ilegal”; escritores de Grecia, Italia, Bulgaria, de Estados Unidos, de toda Latinoamérica, India, Irlanda, China, Japón… Por España, la delegación estuvo presidida por el socialista Julio Álvarez del Vayo, sustituyendo al presidente original, Ramón María del Valle Inclán, gravemente enfermo ya por entonces. El estrado estuvo presidido por la famosa estrella de tres puntas, símbolo del antifascismo internacional, que más tarde tomarían como emblema las Brigadas. De todos los acuerdos que allí se tomaron, lo que más nos interesa son éstos: el Congreso, representado por sus delegaciones, se comprometía a defender la cultura allí en donde estuviera amenazada; a promocionar y auspiciar la formación de Frentes Populares, tanto políticos como culturales, de todas las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias; y, finalmente y con estas resoluciones, a combatir al fascismo, enemigo de la cultura, bajo todas sus formas. Éste fue el germen intelectual de las Brigadas.

brigadas_internacionales1936: encontrándose en la Olimpiada Obrera –contraolimpiada a la del Berlín nacionalsocialista- celebrada en Barcelona varios extranjeros (muchos de ellos alemanes e italianos), al estallar primero el golpe de Estado y después la guerra civil, muchos de ellos se alistan en las milicias partidistas que comienzan a organizarse. Ahora bien, aunque genéricamente llamamos brigadistas a todos los extranjeros que voluntariamente vinieron a luchar al lado de la República, no todos ellos pertenecieron a las Brigadas Internacionales, también nutrieron, como decimos, las milicias de los sindicatos y de los partidos, como por ejemplo la CNT y el POUM, a veces por afinidad ideológica y otras por proximidad (es decir, la unidad que estaba más cerca), hasta que en 1937 el gobierno decide disolver las milicias, integrar a los combatientes nacionales en el Ejército Popular, y a los extranjeros en las Brigadas, algo que no fue del gusto de todos por sus antagonismos con el PC oficial de la Unión Soviética.

Bandera_de_las_brigadasY es precisamente el tema de que las Brigadas Internacionales estuviera, en principio, dirigida por el Partido Comunista de Stalin lo que echa hacia atrás a muchos a la hora de expresar sus simpatías. Si bien eso es verdad, no menos verdad son dos motivos: que muchos desconocían lo que realmente Stalin representaba, y que muchos brigadistas no eran necesariamente estalinistas, sino que vinieron por un deseo de defender las libertades democráticas y las brigadas les brindaban esa oportunidad: en sus filas había comunistas “ortodoxos”, pero también comunistas “heterodoxos”, socialistas de toda tendencia, aventureros, liberales y es posible que hasta católicos progresistas y conservadores democráticos antifascistas (¿por qué no?). Por otro lado, el compromiso de la intelectualidad universalidad en su lucha contra el fascismo se manifestó aquí también, con las presencia en las brigadas de muchos escritores, intelectuales y artistas jóvenes: George Orwell (que no luchó en ellas, sino en la milicia del POUM, pero merece aquí su mención); André Malraux (que además era aviador), Ilya Ehrenburg, Koltzov (que en pleno frente fue reclamado por Stalin bajo la acusación de “desviacionista”, tras haber defendido a capa y espada el sistema y el nombre del “hombre de acero”), el británico Ralph Fox y el alemán Ludwig Renn (ambos muertos en el frente), Antoine de Saint-Exupéry (el autor de El Principito), el cubano Pablo de la Torriente y Brau (también muerto en el frente, y a quien Miguel Hernández le dedicaría una conmovedora elegía), el cantante y actor Paul Robeson (aunque fue más bien un brigadista simbólico), Ernest Hemingway… Vinieron de todas partes del mundo: los más numerosos, los franceses; también exiliados alemanes, italianos y portugueses; irlandeses que vinieron cantando la canción rebelde de Connolly; estadounidenses, en cuyas filas los combatientes afroamericanos pudieron ejercer altos cargos (algo que no les pasaría después en la II Guerra Mundial); polacos huyendo de la represión nazi; mexicanos, cubanos, argentinos…; judíos de todo el mundo, y una minoría, pero muy significativa, de chinos y japoneses. Se agruparon en batallones con nombres muy significativos, nombres de héroes y mártires nacionales: Lincoln, Washington (estadounidenses); Dombrovski (en honor a Jaroslaw Dombrovski, militar polaco que luchóLudwig Renn con el pueblo parisino durante la Comuna); Ernst Thälmann, Mateotti, Comuna de París, Garibaldi, etc. Y no todos eran combatientes: también vinieron médicos, enfermeras y otros especialistas, movidos por su solidaridad y su filantropía. No pretendo beatificarlos, también hubo cosas feas, ya que estaban atados a disciplina militar, pero, sobre todo y ante todo, su actitud fue de lo más ejemplar: no vinieron, como los voluntarios del otro bando, a imponer nada o a sacar tajada; vinieron a proteger, en abstracto, la legitimidad democrática de la República y sus libertades, y, en concreto, al pueblo de España y su cultura.

despedida brigadasEn 1938, obedeciendo a una denuncia conjunta de Italia y Alemania, la Sociedad de Naciones decide cumplir, o más bien romper, el Pacto de No Intervención, y ordenan la salida inmediata de las Brigadas Internacionales… mientras que los voluntarios del fascismo italiano y alemán permanecerían hasta el final de la guerra. Muchos de esos combatientes, que no tenían un hogar al que volver, se quedaron ilegalmente; otros volvieron a sus casas con la amargura en la boca. Y he aquí que me gustaría señalar algo: probablemente, gran parte de la culpa de la profanación del monumento la ha tenido una columna del Dr. José Iturmendi, decano de la facultad de derecho de la Universidad Complutense, en la que lo criticaba desde un supuesto: que obedece a la visión unilateral de la historia… Veamos: si el Dr. Iturmendi, al que presuponemos demócrata y amante de la libertad, quería hacer un ejercicio de neutralidad, no entendemos que otro tipo de monumento semejante quería alzar al lado: ¿acaso uno a la Legión Cóndor del III Reich, responsables de los bombardeos sobre las humildes poblaciones de Gernika y Almería entre otras?, ¿o uno a los voluntarios fascistas italianos (derrotados en Guadalajara por sus paisanos de la Brigada Garibaldi)? ¿O quizás a la División Azul, que en su lucha contra el marxismo se fueron a luchar con Hitler? Los brigadistas vinieron a luchar por las libertades, en primer término, pero los voluntarios fascista vinieron a imponer una dictadura. Dr. Iturmendi, parafraseando a Pete Seeger, ¿de qué lado está usted? Soy pacifista, pero mi admiración y respeto para aquel que luchó por la libertad de mi pueblo, fuera con la palabra o con el fusil. ¿A quién admira usted, Dr. Iturmendi?

Veteranos brigadistas internacionalesLa despedida de las Brigadas Internacionales fue un acto emotivo, paralelo en Madrid y en Barcelona, que contó con la presencia de las altas instituciones políticas y militares de la República. Allí, probablemente, se cantó este hermoso himno, originalmente con letra del poeta austríaco Josef Luitpold, y música de Béla Reinitz, y es uno de los más bellos himnos compuestos para las Brigadas, en donde la muerte no importa si con ello se consigue la paz… Sí, la paz, porque las Brigadas Internacionales lucharon por la paz, no por la guerra. Por ahora, ignoro quién fue el adaptador de la letra al castellano. En el vídeo podemos oír la impecable interpretación de Francisco Curto, en su disco La guerra civil española:

Abschied

Wenn das Eisen mich mäht
wenn mein Atem vergeht
sollt stumm unterm Rasen mich breiten

Laßt das Wortegespiel
war kein Held der da fiel
war ein Opfer vergangener Zeiten

es war einer der nie
nach Völkermord schrie
war ein Bürger kommender Zeiten

Wenn das Eisen mich mäht
wenn mein Atem vergeht
sollt stumm unterm Rasen mich breiten

Josef Luitpod – Béla Reinitz

(NOTA: animo a quien sepa alemán a dejar una traducción exacta del texto)

La despedida

Si la bala me da,
si mi vida se va,
bajadme, callados
a la tierra.
Las palabras dejad,
es inútil hablar,
ningún héroe
es el caído.

De tiempos futuros
será forjador,
ansiaba la paz,
no la guerra.

Si la bala me da,
si mi vida se va,
bajadme, sin más
a la tierra.

De tiempos futuros
será forjador,
ansiaba la paz,
no la guerra.

Si la bala me da,
si mi vida se va,
bajadme, sin más
a la tierra.

http://www.altavozdelfrente.org/index.php?option=com_content&task=view&id=108&Itemid=30

Con la mochila a cuestas IV (Homenaje a Labordeta): el profesor


labord1 Por recomendación de su padre, Labordeta entró a estudiar Derecho, cosa que no le hacía gracia: le espantaba acabar de diplomático. Así que, a pesar del cariño que le profesaba a su padre, cuando éste falleció, José Antonio, tras discusiones con su madre y con el respaldo de su hermano Miguel, entró a estudiar Filosofía y Letras, carrera que le apasionaba más. Siempre tuvo la impresión de que en el Congreso nunca encajó demasiado bien, porque mientras él era un hombre de letras, la mayoría de los políticos profesionales venían de carreras como Derecho, Económicas o Ciencias Políticas, cosa que tampoco está mal, conste, pero que en exceso tampoco puede ser bueno.

Probablemente su decisión por el mundo de la enseñanza le vino por el ejemplo de su padre, quien quizás fuera el maestro que él aspiraba a ser. De todas formas, ya en los últimos años de vida de su padre, José Antonio ayudó a su hermano Miguel en la administración del centro; fue éste quien le convenció para irse sacando la oposición de enseñanza, ya que el centro no daba para mucho. Así comenzó a hacerlo, pero antes, en el año 57, a la hermosa edad de 23 años, le vino una oportunidad dorada de iniciarse en la enseñanza, y más dorada aún si venía con las apetecibles palabras “en Francia”; el problema es que ignoraba qué ocurría en la Francia. De cualquier forma aceptó trabajar de lector de español, en un curso sobre Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós, en Aix-en-Provence, Marsella.

Cuando llega a Francia no reconoce el alegre lugar en donde veraneaba (en la frontera): militares y gendarmes se agolpabanGeorges Brassens sobre las tablas con caras de pocos amigos en las calles. Le explicaron que, debido al proceso de independencia de Argelia, con las hostilidades entre el ejército de la república, por un lado, y los milicianos independentistas, por el otro, contra la población civil de ambos bandos, más la decisión del general Charles de Gaulle, presidente de la república, de otorgar la independencia a la colonia, algunos militares medio-sublevados, aglutinados en torno al ejército clandestino de la OAS, y grupos de ultraderecha que actuaban en la metrópoli, estaban resucitando el fantasma de la guerra civil, que al parecer no fue del todo superado tras la II Guerra Mundial (antes de la ocupación nazi, Francia ya estaba rozando el enfrentamiento civil): viejos fantasmas resurgían de sus ataúdes. En este clima de alta tensión, Labordeta intentaba dar un seminario sobre Galdós a unos alumnos divididos: había una mayoría de alumnos españoles de tendencia ultraderechista que defendían la dependencia de Argelia contra los alumnos autóctonos, la mayoría pro-independencia, que creaba un ambiente enrarecido contra el que el director del centro, a la sazón antiguo brigadista en la guerra civil española, ya le había advertido: “cíñase a Galdós”, le dijo; pero los alumnos españoles le pedían un día para explicar la situación de la colonia a través de la prensa española, ya que en Francia “había mucha censura” (bien, nunca llueve a gusto de todos). Y fue por culpa de esa prensa por la que Labordeta conoció a un buen amigo: Expósito, camarero exiliado español, militante de la CNT, que había pasado demasiado tiempo en cárceles y campos de concentración como para permitirse el lujo de odiar a primera vista a cualquier facha que entrara con el ABC en la mano y servirle de mala manera un café. Pero cuando al reprender su actitud se conocieron, en seguida se cayeron bien. Fue Expósito quien le llevó por los círculos anarquistas de Marsella, quien le llevó al recital de Georges Brassens, “uno de los nuestros”, quien le llevaba a charlas, conferencias, etc. Y fue contra el que sus alumnos pieds-noirs (“pies-negros”: era el nombre despectivo que los argelinos aplicaban a los ocupadores, según algunos debido al calzado, y que durante estos conflictos, los partidarios de “Argelia francesa” tomaron orgullosamente como denominación) le “advirtieron”: Expósito murió en un atentado con bomba en la cafetería donde trabajaba. La violencia de Argelia ya había pasado a la metrópoli: casi todos los alumnos “pieds-noirs” desaparecieron, Labordeta supo de algunos detenidos y otros muertos en disturbios, y seguramente nunca olvidará cuando una noche, al volver a casa, se encontró a la portera con un casco de la I Guerra Mundial diciéndole: “Los paracaidistas vienen y yo voy a defender la República”. También conoció a un buen nutrido grupo de estudiantes latinoamericanos que le pusieron en contacto con las canciones de su tierra, e incluso uno le regaló un revolver contra cualquier hostilidad viniera de donde viniera… Probablemente el mismo que confesó al término de curso que se iba a unir a la guerrilla.

Joaquín Carbonell Llegaron las vacaciones de Navidad y Labordeta volvió a Zaragoza (durante el viaje, todavía habría algunos sobresaltos en el tren debido al conflicto argelino). Pero cuando quiso volver a sus clases, le denegaron el pasaporte debido a ciertos informes provenientes de la ultra-derecha francesa que le acusaban de frecuentar círculos de extrema-izquierda. Así que ya aquí, comienza su estudios para la oposición en enseñanza. En el transcurso de esos años, se casa con Juana, que también es profesora. Ambos sacaron plaza en Teruel, en 1965, en donde encuentran un nutrido grupo de alumnos muy dispuestos a aprender, sobre todo aquello que estaba prohibido. Para entonces, Labordeta ya cantaba y escribía, y era casi irónico que el mismo inspector de la político-social que le vigilaba tenía a su hijo matriculado en la clase de Labordeta (ninguno de los dos se aprovechó nunca de su situación). A Labordeta Teruel, a parte de la alta población de pseudo-ciegos (la secreta pensaba que era una buena manera de vigilar a la población), le parecía como si fuera el lugar en donde se reunía todo el progresismo español, tanto en cuanto a profesores, alumnos, artistas y pensadores se refiere; durante mucho tiempo desarrollaría en esta región sus actividades, tanto pedagógicas, como intelectuales y también políticas. Tuvo alumnos brillantes, del que destacamos al gran Joaquín Carbonell, que quedó deslumbrado cuando supo que su profe cantaba, y encima sus propias canciones. También el dibujante asiduo de El Jueves, Azagra, autor de, entre otras tiras, “Paco Pico/ Pico Vena”, de quien hemos reproducido un fragmento de su viñeta-dedicatoria.

A muchos de ellos Labordeta les parecía un profesor excepcional, si bien es verdad que ya para entonces toda una generación de jóvenes docentes venían no sólo a sustituir a los maestros y curas de la educación nacional-católica y del espíritu nacional, sino a desmantelar su enseñanza con la crítica y con la verdadera cultura española. Labordeta les despertaba su espíritu crítico, les animaba a hacer lo que quisieran; realizó seminarios interesantes sobre literatura, cine, poesía (siempre y cuando etc.); organizó talleres de teatro, del auténtico teatro (nada de “mesa camilla”). Y por eso, a pesar de discrepancias ideológicas de algunos, le recuerdan con cariño, admiración y respeto (que de paso podrían haber trasladado también a alguno de los compañeros de canción de Labordeta, dicho esto con acritud). Considero que no es justo que digan “el alumno que le salió rana”; tal como él decía cuando le preguntaban en qué falló con tal o cual alumno, que se lo preguntasen a los partidos en los que militó. Pienso que muchos, en ese batiburrillo confuso de ideales, siglas, partidos, etc. que fue la transición, se perdieron por el camino y quedaron desilusionados, y de esa desilusión surgió una fuerte reacción contra lo que fueron, y por extensión, contra aquellos en lo que creen ver lo que fueron, reestructurándose todo su universo ideológico. Labordeta fue un genial profesor seguramente, y no siempre se puede achacar a los profesores o a los padres los errores de los alumnos o de los hijos (dicho esto sin acritud).

Para acabar, hoy traemos dos canciones que se refieren a la práctica del mundo docente. Una de sus canciones emblemáticas es ésta, en la que canta/ narra lo que ocurrió cuando un día, al pasar lista, le faltó un alumno: Ramón Cabeza, militante del JGR, que fue detenido y torturado. Impresiona cómo un profesor, un buen profesor, puede preocuparse por sus alumnos, casi como si fueran sus hijos. Eso es un buen profe:

Paisajes urbanos, días escolares 

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza
y al preguntar por él
sus compañeros
me han mirado con rabia,
con tristeza.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Me dicen que su madre
también pregunta
y que su padre apenas
la pena oculta
luego me dicen que
ayer lo vieron
con frases en la mano
de puerta en puerta.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Sus frases en la mano
de tierra hablaban
de gestos solidarios
de paz, que hermana,
alguien se las truncó
antes del alba
sus frases en el aire
ahora cabalgan.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Cabalgan hondamente
por las entrañas
de la raíz profunda
de las montañas
y unidas por el aire
a las del agua
cubrirán todo el mundo
con sus palabras.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Pero los años pesan, las generaciones se suceden una tras otra y da la impresión de que unas son peores que otras, pero que en todas se encuentran grupos de individuos potenciales. El trabajo del profesor es duro, y a veces parece que los alumnos no es que no entiendan, es que no quieren entender, cosa mucho más palpable en primavera cuando las feromonas hacen de las suyas. Es entonces cuando el profesor se acaba preguntando “A veces me pregunto qué hago yo aquí” mientras busca bromas con las que captar la atención de los alumnos.

A veces me pregunto

A veces me pregunto qué hago yo aquí,
explicando la historia que recién aprendí:
los líos de romanos, de moros y cristianos,
el follón del marxismo y el otro coté
donde los yanquis tienen el mango y la sartén.
A veces me pregunto qué hago yo aquí.
viendo como la tarde se duerme frente a mí,
mientras usted Martínez se evade en el jardín,
y la dulce Encarnita García Cortejón
confunde a los etruscos con los negros del Gabón
entre miradas tiernas de Pablo el empollón.
A veces me pregunto qué hago yo aquí,
intentando que aprendan lo de la Ilustración
cuando ellos sólo entienden cosas del rock and roll
y haciendo que comprendan una revolución:
la rusa, la francesa, la de Tutankhamón
y encontrando a Picasso perdido en un balcón.
A veces me pregunto qué hago yo aquí
viendo como los días se pierden sin un fin
y menos mal que a veces una tarde de abril
un alumno te abraza y te dice: “Don José
que bien que lo pasaba en las clases de usted
con la visión cachonda del tiempo que se fue”.
A veces me pregunto qué hago yo aquí.
y en noches de vigilia, te rondan por doquier
los rostros de María, de Pedro y de Javier,
y el gesto de aquel chico que explicaba sin fin.
la batalla del Marne y el cruce sobre el Rhin,
y que leía versos de Rilke y Valery.
A veces me pregunto qué hago yo aquí.

textos de ambas canciones extraídas de

http://50enlasaulas.blogspot.com/2010/09/labordeta-en-clase.html

Historia de la canción de autor: la canción en la sociedad (II)


(Bibiano Morón en la Festa dos Traballadores -Arquivo Gráfico e Documental de VOCES CEIBES-)
Dijimos en la entrada anterior que la sociedad española dio un paso de gigante entre los años 60 y mediados de los 70: cada vez más, la gente iba perdiendo el miedo a hablar, diversas causas, propias o ajenas, habían llevado a una politización de la calase trabajadora hacia 1975 (aunque fuera un proceso que venía de antes), al tiempo que diversos mitos franquistas iban despedazándose. En esto contribuyeron varias fuerzas y causas sociales: negativamente, es decir, desde causas negativas a efectos positivos, la violencia represora de los cuerpos de seguridad del estado: muchas personas que no querían saber nada de política descubrieron que no era necesario implicarse para que te detuvieran o te golpearan en el transcurso de una manifestación por el simple hecho de pasar casualmente por allí; la crisis económica que se comenzó a sentir plenamente en 1975; las huelgas y manifestaciones que ésta provocó y su violenta represión. Pero también intervinieron en este proceso positivamente diversas fuerzas sociales que operaban activamente: por supuesto, los sindicatos, ilegales entonces, que, por otra parte, eran el único vínculo semi-permitido entre los simpatizantes y sus partidos; las parroquias de los sacerdotes cristianos de base, que estaban haciendo mella en los barrios humildes de las grandes ciudades; las asociaciones de vecinos, amaparadas generalmente por estas parroquias; la progresiva, a veces, libertad de prensa (aunque no fuera homogénea y esa libertad relativa se refiera simplemente a la gestión de Pío Cabanillas como ministro de Información y Turismo); los abogados laboralistas; y, finalmente, la gente del mundo de la cultura: escritores, poetas, actores, dramaturgos, periodistas, cantautores y grupos musicales que eran conscientes, por decisión propia, de hacer su trabajo dirigido al público que ellos querían. En su caso, el público que ellos más deseaban se les resistía por las razones que vimos en la anterior entrega, y que pueden resumirse principalmente en dos ideas básicas: desconocimiento y miedo. Así que el público de los cantautores era bastante reducido en sus comienzos: universitarios e intelectuales que, generalmente, ya sabían de lo que se les estaba hablando. El siguiente paso fue cantar para los que necesitaban oír realmente lo que estaba ocurriendo, pero no desde una perspectiva elitista y snob, propia del despotismo ilustrado, sino desde unas ansias solidarias de situarse al lado de las clases humildes y un afán de explicar las cosas. Sería, por primera vez, cuando algunos cantautores, especialmente los que provenían de familias más o menos de clase media, verían que sus mensajes se ajustaban completamente a la realidad y al sentir de la sociedad de entonces: una sociedad a la que le había costado, a veces sangre, comenzar a despertar y plantar cara. 

Remontándonos a los principios: muchos de los cantautores de la Nova Cançó pertenecían a familias de clase media con tendencias liberales: sus padres eran médicos, abogados, profesores; los fundadores de Setze Jutges, por ejemplo, eran profesores. Aunque en otras circunstancias este hecho hubiera sido meramente accidental y nada importante, a mediados de los 60, con unas diferencias sociales enormes, este hecho, aunque no muy determinante, era bastante importante para tener en cuenta, especialmente para sus detractores. Bien es cierto que en ninguno o en muy pocos casos se llega al paternalismo, pero para muchos era un dato importante para rechazar el mensaje: para sus detractores era un argumento de peso para poder sentenciar que esta gente no tenia motivos reales para quejarse, mientras que las clases humildes no veían claro que unas personas con niveles de vida bastante más altos que los suyos fueran capaces de expresar lo que a ellos realmente les pasaba. Este dato lo aporta Manuel Vázquez Montalbán, escritor que defendió la Nova Cançó, pero que también ofreció críticas a ella. Ciertamente, dentro de las universidades el mensaje era acogido con entusiasmo y fervor, pero, como expliqué en la entrada anterior, acerca de la experiencia desastrosa de un recital de Canción del Pueblo en una aldea castellana contada por Antonio Gómez, el ambiente que había fuera de la universidad era bien distinto: cuando salían a dar recitales en lugares así, los cantautores se encontraban de frente con otra realidad que estaba conformada por varios fenómenos: la incultura, el desconocimiento, la prudencia (o miedo)… Posiblemente en esos choques con la realidad, bien distinta de lo que era el pueblo que explicaba Karl Marx, bien ajena a los conceptos de materialismo dialéctico y lucha de clases, los cantautores vieron la urgente necesidad de hacer una canción comprometida diferente, más de «situarse con» que «cantar para»; y tal vez, como idea muy peregrina, esto influyera en el acercamiento de algunos cantautores a formas musicales más folklóricas. Comenzaron a recbir cursos acelerados de «populogía» y «proletariología», a escuchar a la gente de la calle y a comprender que había mucho más de lo que pudiera parecer en León Felipe, en Machado, en Espriu, etc. de lo que en principio parecía, y que el pueblo merecía comprender mediante la poesía lo que le pasaba y lo que quería.
No obstante, la diferencia de clases, a veces falsa y propugnada por medios interesados, no resulta tan determinante como los fenómenos de miedo y desconocimiento: a fin de cuentas, antes, durante y después, surgieron siempre cantautores que venían del pueblo; por citar a algunos: Manuel Gerena (electricista de profesión), José Menese (ambos de Puebla de Cazalla, Sevilla), Elisa Serna, Luis Pastor, Joan Manuel Serrat, y, hecho que se empeñaron en ocultar continuamente con miles de cuentos sobre sus posesiones y su vida privada, Raimon, aunque de ellos distinguiríamos de entre los que pasaron por la universidad como estudiantes (Raimon) y los que no (Luis Pastor), en donde encontramos una curiosa transfusión en la que unos adquieren la cultura que no han podido adquirir hasta entonces, y otros la fuerza popular, la rabia de las clases trabajadoras. Pero esta situación iba a cambiar muy pronto.
Ya en 1970 se producían los primeros acercamientos. En este vídeo sobre el espectáculo «Castañuela 70», algunos miembros de Tábano explican como los obreros que trabajaban en las salas les confesaban que, tras la función, entre ellos hablaban sobre lo que habían visto:

Los historiadores suelen señalar que, durante la transición y el tardo-franquismo, hubo varios motores sociales que contribuyeron al cambio. Haciendo una lectura algo libre de esto, podemos hacer una escala de lo más lejano, por imposibilidades legales, a lo más cercano al pueblo: en primer lugar los partidos políticos y asociaciones de toda tendencia que no estuvieran enmarcados en los principios del Movimiento; en segundo lugar, los sindicatos, dependientes (excepto la anarquista CNT y la obrero-católica USO) de los partidos, también ilegales, pero relativamente tolerados (y con mucho ojo en lo de relativo: no conviene olvidar que los 70 se abren con el llamado proceso 1001, que encarcela a varios miembros de CC.OO que no vuelven a la calle hasta que muere Franco, con la primera amnistía concedida por el rey); y, finalmente, las asociaciones de vecinos y las parroquias de los curas progresistas, que suelen gestionar, junto a los abogados laboralistas, dichas asociaciones. En las parroquias progresistas y en los clandestinos centros sindicales está la clave para entender como la cultura, y más propiamente hablando, la cultura de izquierda, se introduce en los barrios y en algunas aldeas.
En aquellos recitales que los sacerdotes o los distintos sindicatos realizaban, los obreros, las amas de casa, los viejos campesinos, oían un lenguaje nuevo para ellos, que a veces en realidad databa del siglo XVII: estaban oyendo en esos recitales de poesía y música todas sus inquietudes, todos sus miedos, toda su rabia: ni siquiera necesitaban tener simpatías políticas, ni saber quién era exactamente Antonio Machado o Pablo Neruda, ni tampoco les estaban diciendo lo que querían oír; en palabras de Tuñón de Lara sobre José Antonio Labordeta, no era cantar al pueblo, sino cantar con el pueblo. El público que tenían era mayoritariamente joven desde siempre, pero progresivamente, durante los mediados de los años 70, los auditorios, siempre que el precio fuera asequible -tan asequible o gratuito como lo podía ser en la parroquia- comenzaron a llenarse de gente de edades muy diversas: como hemos dicho, desde jóvenes estudiantes, pasando por obreros de mediana edad y amas de casa, hasta ancianos campesinos, sin olvidar tampoco a los niños. EL recital de Raimon en Madrid en 1976 reunió a centenares de personas, compuestos mayoritariamente por jóvenes y estudiantes, pero también por obreros de mediana edad, por amas de casa, padres con niños, ancianos… Esta actuación de Raimon de finales de los 70 nos sirve para ejemplificarlo:

Sobre las edades del público, sería conveniente hacer una reflexión sobre la música. La música de los cantautores, en general, nunca fue excesivamente compleja, excepto en algunos casos de cantautores que preferían las enormes posiblidades que la música contemporánea les ofrecía (Hilario, Pau…): por un lado, aquéllos que optaban por el folklore, y por otro, aquéllos que preferían líneas musicales más sencillas, bien fuera para mantener la primacía del texto, bien, quizás, pensando en llegar a gente de todas condiciones, aunque no se renuncie a la creatividad musical.

Hacia 1975 la sociedad española está altamente politizada: en esto contribuyó todo esto, junto con la creciente crisis económicas y las huelgas. La clase obrera toma plena conciencia de su situación. La libertad sindical promulgada en 1976 ayudó a que ya nadie tuviera que depender del verticalismo para defender sus intereses: es decir, la voz de los trabajadores era ahora de los trabajadores. Pero hasta entonces, el creciente éxito de los cantautores entre las clases populares se debió principalmente al estado ilegal en el que estaban los sindicatos y los partidos: los cantautores se convirtieron en el nexo de unión para todos ellos, un centro en el que reunirse y expresarse, aunque se expresaran por boca de otro. Pero el recital constituía un evento liberador dentro de la falta de libertad de expresión del régimen, aunque fuera por el mero hecho de aplaudir palabras que hasta entonces nadie se atrevía a decir en público. Y ya, a finales de los 70, el recital se convirtió en un evento perfectamente propicio para gritar lo que fuera.
La fama contestataria de diversos cantautores, incluso de aquellos que estaban muy vinculados a su región, atravesó fronteras. No sólo en España se cantó en centros sindicales, sino en el extranjero: en Francia, en Suiza, en Alemania, en Italia… Se actuaba para sindicatos y casas de amigos de España, por llamar así a aquellas asociaciones que contribuían a dar mala imagen exterior del régimen y apoyar a la oposición. Obviamente, aquellos cantautores como Paco Ibáñez o Imanol, que vivían exiliados, pero muchos más como Benedicto, Nuberu, Labordeta, etc., asistían como participantes en aquellos mítines de partidos y sindicatos españoles residentes en el extranjero o foráneos, en donde compartían escenario con cantautores de todas partes del mundo. En el extranjero también se actuó en casas regionales de exiliados o emigrados; durante los años 60, el régimen, mediante las embajadas y las instituciones nacionales en el extranjero, llevaban a las fábricas que tenían contratados a emigrantes españoles mediante convenios con el gobierno a figuras importantes como eran Manolo Escobar o Carmen Sevilla; los centros disconformes les traían a los cantautores. Un ejemplo fue el de Amancio Prada, que cantó ante emocionados trabajadores gallegos que coreaban el verso rosaliano «Adiós ríos, adiós fontes».
No era casual. Piénsese en cuántos campesinos se vieron reflejados en «El niño yuntero» de Miguel Hernández, en boca de Serrat, de Luis Pastor, de Enrique Morente o de Francisco Curto; cuántos emigrantes se emocionaron al oír «Adiós ríos, adiós fontes» o «Mi Puebla se quea sola»; cuántos obreros contenían la emoción en un gesto afirmativo mordiéndose los labios al escuchar «Jo vinc d’un silenci»; cuántas mujeres se vieron reflejadas en «Reina Perola». Contrario a lo que hemos dicho arriba sobre la generalidad de los primeros cantautores, en realidad muchos venían del campo, de los pueblos, de las fábricas: sus padres, sus abuelos, sus vecinos y sus paisanos estaban allí presentes, en sus canciones. Allí estaba lo cotidiano de su vida, su rabia, sus ilusiones, su desesperación. No sabría decir si la canción de autor entró en la clase obrera o fue la clase obrera la que se metió en la canción de autor.

7 días de Enero: 1ª parte: los antecedentes


Los abogados de Atocha

Luis J. Benavides. Asesinado
Alejandro Ruiz. Herido.
Enrique Valdelvira. Asesinado.
Javier Sauquillo. Asesinado.
Luis Ramos. Herido.
Mª Dolores García. Herida.
Serafín Holgado. Asesinado.
Miguel Sarabia. Herido.
Ángel Rodríguez. Asesinado.

 

Hace 31 años más o menos, el 23 de Enero de 1977, un violento grupo de ultraderecha llamado Alianza Apostólica Anticomunista, más comunmente conocidos como la Triple A, perpetraba un sangriento atentado contra unos abogados laboralistas miembros del PCE y de CC.OO, de los que mueren cinco y cuatro quedan gravemente heridos. Se detuvo a los autores materiales, pero nunca a los autores intelectuales, dirigentes de partidos ultras y del a punto de extinguirse Sindicato Vertical: muchos de ellos incluso pueden a día de hoy pasearse por las calles tan tranquilos y dar mítines escoltados por una guardia tan rabiosa, ignorante y vil como la de entonces o más si cabe. Sin embargo, este atentado no fue un hecho aislado o casual, sino que se enmarca en una serie de acciones que venían produciéndose desde 1976 para, de alguna manera, reventar el proceso democrático. Aunque hecho independiente, este cruel atentado debe ser entendido como una especie de colofón a una serie de hechos que arrancan precisamente con la serie de reformas que el gobierno Suárez lleva a cabo y, más concretamente, con la ley para la reforma política. A partir de ahí vienen sucediéndose acciones que, aunque no son nuevas ni mucho menos, son detonadas por esta serie de reformas. La clave que define a este suceso es estrategia de la tensión.

He elegido el título «7 días de Enero» en honor a la película que J. A. Bardem realizó en torno a esos hechos em 1978. Su película, además de ser una magnífica obra cinematográfica, está bien documentada en los sucesos que rodearon tal terrible crimen, arrancando con el mensaje inicial de que no es su intención juzgar a los supuestos culpables o desenmascarar a otros posibles , pues el juicio a los autores materiales no tendría lugar hasta 1980, si bien reinventa los nombres de los asesinos y su entorno, respetando únicamente el de los abogados y su círculo.

Estamos en 1976. A modo de resumen, siguiendo las crónicas oficiales, el rey había destituido a Arias Navarro como presidente del gobierno y le había conseguido sustituir por Adolfo Suárez con el fin de propiciar unas medidas dentro de la legalidad para, llegado el momento, dar el salto a una democracia popular. A partir de ese momento, los políticos más inmovilistas y reaccionarios, conocidos como «el búnker», verán peligrar su estatus político y esgrimirán argumentos tremendistas y alarmistas para que cunda el pánico entre la población, mientras al mismo tiempo promocionan todo tipo de atentados de signo fascista con el fin de crear alarma y miedo.
El 14 de Julio de este año se vota la reforma parcial del código penal, por el cual se pretendía que dejara de ser delito la libertad ideológica y la adscripción a partido y sindicato cualesquiera. La amenaza que ven los ultras es que gracias a esta reforma el PCE y afines pudieran ser partidos legales. No obstante el texto no queda claro del todo; podrán ser legalizables todos aquellos partidos que decidieran entrar de pleno derecho en el juego político legal (dicho así esto a grosso modo), pero no aquellos que estuvieran sometidos a disciplina internacional, tales como el viejo PCE: el problema es que desde que Carrillo y su homólogo italiano fundaron el eurocomunismo, el PCE ya no estaba sometido a disciplina internacional. Los ultras continuaban a la espera.
El día 16 Suárez comparece en televisión para explicar su programa político a la población. Éste se puede resumir en dos ideas fundamentales: la instauración de un estado regido por la soberanía popular y un gobierno representativo, y la concesión de una inmediata amnistía a los presos políticos, de la cual no se beneficiarían en principio aquellos presos políticos encarcelados por delitos de terrorismo (no obstante se benefician de ella todos los encausados de ultraderecha en los altercados y el asesinato de Montejurra): los comunistas Simón Sánchez Montero y Santiago Álvarez se benefician de ella, aunque declaran que al seguir siendo ilegal el partido en el que militan no descartan que puedan volver a prisión. Al mismo tiempo, Suárez comienza a entablar entrevistas con la oposición, a excepción del PCE.

10 de Septiembre de 1976: Suárez presenta ante la opinión pública el proyecto de ley para la reforma política. Dentro de ésta se estipula la libertad sindical.
Tras la victoria de Franco en 1939 quedaron declarados ilegales todos los partidos políticos y sindicatos; siguiendo la doctrina nacional-sindicalista, se creo el llamado sindicato vertical, que servía de enlace entre los trabajadores y la patronal: éste, obviamente, estaba controlado por la patronal, que además eran miembros del partido único generalmente. A partir de 1975, tras las últimas elecciones sindicales, en las cuales CC.OO decidió presentarse a cara descubierta a la candidatura de los puestos de base, sucedió un fenómeno curioso: CC.OO ganó en la base, creando una situación conflictiva en la patronal, pues mientras el sindicato vertical mandaba arriba, las bases de éste estaban en poder de sus enemigos: los sindicalistas comunistas. En las últimas eras del franquismo, el sindicato vertical era representado en las cortes por el siniestro García Carrés, un personaje que jugará cierto papel en esta historia, aunque los historiadores más jóvenes le recuerden por ser el único civil, que se supiera, involucrado en el intento de golpe de estado del 23-F.
El reconocimiento de la libertad sindical implicaba reconocer, entre otros, a cuatro sindicatos, dos de ellos históricos: la socialista UGT, la anarcosindicalista CNT; USO, de inspiración obrero-católica; y la temible comunista Comisiones Obreras. Los ultras comienzan a verle las orejas al lobo, principalmente porque esto puede implicar su pérdida de control en los medios de producción y de los trabajadores. La luz roja de alarma salta entonces cuando, a raíz de esto, el teniente-general de Santiago, vicepresidente de asuntos de defensa, dimite. De Santiago envía además una misiva a sus compañeros de armas muy alarmante. El teniente-general Iniesta Cano le respalda con una encendida columna en el diario ultra «El Alcázar». El gobierno entonces decide tomar cartas en el asunto y hace pasar a los dos militares a la reserva, pero se ve obligado a rectificar, pues por ley eso era imposible. Además, debido a estos sucesos, los teniente-generales de Santiago e Iniesta Cano pasan a ser los dos militares más admirados entre los ultras, mientras que el sustituto de de Santiago, Gutiérrez Mellado, adquiere para ellos el color de la traición y pasa a ser el blanco de sus iras e insultos. La alarma acerca de una posibilidad golpista comienza a tomar cuerpo.
Los meses siguientes vendrán marcados por una violencia y una tensión crecientes.

A finales de Agosto, mientras realizaba una pintada, el trabajador Francisco Javier Berdejo muere en Almería por disparos de la policía. El 8 de Septiembre, también a manos de la policía, muere el militante de CC.OO Jesús María Zabala en una manifestación pro-amnistía en Fuenterrabía (Guipúzcoa): el hecho desencadena la dimisión en pleno del ayuntamiento y una huelga general en Guipúzcoa el día 28 del mismo mes, en unas jornadas de alta tensión, coincidiendo con las últimas ejecuciones del año pasado. El 24 de Septiembre, en Santa Cruz de Tenerife, era asesinado también por la policía, al confundirle con un delincuente, el trabajador Bartolomé García. El 27 de Septiembre, mientras participaba en una manifestación, el estudiante Carlos González era asesinado por un comando de ultra-derecha denominado Guerrilleros de Cristo Rey. Todos estos sucesos conllevaron una gran indignación entre la población, que se veía involucrada sin ni tan siquiera quererlo: el temor a un enfrentamiento armado iba en aumento, especialmente el 4 de Octubre, cuando ETA asesina en San Sebastián a Juan María de Araluce, el presidente de la Diputación Provincial de Guipúzcoa y consejero del reino. La tensión va en aumento: la policía pide al gobierno el estado de excepción en Euskadi, que es denegado, mientras que la ultra-derecha comienza a demostrar su descontento incluso en insultos al rey y al gobierno; comienzan a esgrimir un lema que aplicarán a todos los que ETA o GRAPO mate: «les ha matado el gobierno», y comienzan a pensar cada vez más en la necesidad de realizar algún tipo de «acto patriótico» definitivo.

Finalmente, el 16 de Noviembre el equipo de gobierno de Suárez lleva el proyecto de la reforma a las cortes para su votación. Durante los discursos se hace patente el enfrentamiento entre los aperturistas o reformistas y los inmovilistas, los ultras, como Blas Piñar y Fernández de la Vega; estos últimos acusan de una manera más o menos velada a los primeros de deslealtad, recordándoles los juramentos mano-sobre-la Biblia de defender a España y las ideas del Movimiento. No obstante, el resultado es abrumador, a la par que revelador: 425 votos a favor, 59 en contra, y 13 abstenciones. La ley para la reforma política queda así aprobada con un amplio respaldo por parte de la cámara: Suárez reposa su cabeza en el respaldo del sillón azul con gesto de alivio y de satisfacción, pero es muy posible que lo que pasó a partir de entonces tuviera como desencadenante este preciso momento. La ley saldrá a la calle para que los ciudadanos la voten en referéndum.
No obstante, la oposición opta por hacer campaña en favor de la abstención, debido a que todas las fuerzas políticas no circunscritas dentro de lo que era el movimiento seguían siendo ilegales, y además porque la oposición abogaba por la ruptura total con el régimen anterior, y no por una continuidad dentro de la legalidad, como pretendía el gobierno; pero a la vez, lo que menos les convenía era que la ley sacara un rotundo no que les hubiera llevado al principio de donde estaban y hubiera satisfecho a los ultras más crispados y crispantes. El aparato propagandístico de Suárez lanza entonces una masiva campaña contra la abstención, cuya banda sonora fue «Habla, pueblo habla», interpretado por el grupo Vino Tinto.
La crispación de la ultra-derecha se hace patente el 20 de Noviembre, aniversario de la muerte de Franco y celebrado con toda la parafernalia fascista: al acto acuden los diputados más ultras. Los manifestantes corean insistentemente estos dos lemas: «Gobierno dimisión» y «Ejército al poder»; este último lema es el que más preocupa al gobierno: la posibilidad de que el generalato, compuesto en su mayoría por ex-combatientes de la guerra civil, pudiera dar un golpe de estado para devolver al país a la situación de dictadura militar. Alarmante además porque de los 59 votos en contra de la ley de la reforma política, 8 se correspondían a mandos militares.

Por su parte, la oposición entera se reúne para estudiar los propósitos de Suárez y llegan a un acuerdo en lo que van a exigir al gobierno, que, a grandes rasgos, se pueden resumir en tres puntos: reconocimiento de todos los grupos y sindicatos, neutralidad en los resultados de referéndum, reconocimiento de todas las nacionalidades del estado y disolución del Movimiento. Crean la llamada Comisión de los 9, que representaba de alguna manera todas las líneas ideológicas de la oposición democrática: comunistas, socialistas, demócrata-cristianos, liberales, y nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. La comisión solicita una revista con el gobierno, pero no obtiene respuesta.
A todo esto hay que sumar otros hechos, algunos anecdóticos en apariencia: el 24 de Noviembre se ve en dos documentales, uno para la televisión sueca y otro para la francesa, al propio Santiago Carrillo circulando en coche por las calles de Madrid con total impunidad; es necesario recordar que Carrillo, a diferencia de Sánchez Montero y Álvarez, tenía condición de ilegal, y esta demostración suponía poner en evidencia al gobierno y a las fuerzas de seguridad de defensa del país. Esto no era más que el primer paso de su estrategia de echar un pulso al gobierno para, de alguna manera, forzarlo a legalizar el PCE. Semanas después Carrillo convoca a los principales medios de información, haciendo que los periodistas den rodeos alrededor de Madrid hasta llegar a un piso del centro en donde da una rueda de prensa; sus declaraciones no son sorprendentes ni innovadoras: lo realmente importante de esto es el hecho en sí de que Carrillo pudiera dar en pleno Madrid una rueda de prensa para desesperación del entonces ministro de la gobernación Martín Villa.
Por su parte, también el PSOE de Felipe González, partido ilegal pero tolerado por el gobierno, plantea también su pulso al celebrar su XXVII congreso del PSOE a 10 días del referéndum: el 10 de diciembre arranca el primer congreso del PSOE celebrado en España desde 1932, contando además con las figuras más relevantes del socialismo internacional como François Miterrand, Pietro Neri, Olof Palme y Willy Brandt entre otros. El congreso, pese al tono intencionalmente moderado de González, acaba con la inclusión del término «marxista» en la base de la definición ideológica del partido y con el consabido cántico de «España mañana será republicana», a pesar de que los dirigentes socialistas, al igual que los otros jefes de la oposición, habían renunciado a plantear al gobierno la problemática «república o monarquía» con el fin de entrar en el juego político.

Este panorama, aunque tenso, parecía discurrir por unos caminos de calma relativa. Pero nadie sospechaba que alguien o algunos, tal vez algún cerebro en la sombra, estaba planeando tensar la cuerda hasta hacer saltar  a ciertos elementos… Las piezas del juego ya están sobre el escenario, pero nadie sospecha que para ganar el juego tengan que ser sacrificados ciertos peones. El nombre GRAPO está a punto de hacer su aparición en escena, en un momento muy inoportuno, o tal vez oportuno, según se mire, o, mejor dicho, según quién lo mire.

La muerte de Durruti


Buenaventura Durruti fue uno de los más carismáticos personajes del anarco-sindicalismo español, siendo uno de los líderes de la FAI. Sus hazañas y aventuras en defensa de la idea de un mundo de hombres libre, sin explotados ni explotadores ni clases sociales, fueron muchas: casi toda su vida estuvo perseguido, hasta el estallido de la guerra civil, en la que forma en Cataluña la Columna Durruti, compuesta principalmente por anarquistas. Vino a Madrid a colaborar con la defensa de la ciudad, pero, el 20 de Noviembre, moría durante la defensa de la Ciudad Universitaria. Su cuerpo fue trasladado a Barcelona, en donde fue enterrado durante un entierro multitudinario y enfervorizado. Su muerte siempre ha estado cubierta por el misterio, dando lugar a las más diversas interpretaciones.
Este poema de Luis Pérez Infante, ahondando en la tradición del romancero épico medieval, nos ofrece una descripción mítica y heroica de aquel capítulo:

LA MUERTE DE DURRUTI

1. MADRID EN PELIGRO

En los frentes de Aragón
se libraba gran batalla
cuando llegó la noticia
de que a Madrid se acercaban
cinco ejércitos rebeldes
con las más modernas armas:
tanques y ametralladoras,
morteros que a gran distancia
batirían la ciudad.
Junkers, Capronis… (El Papa
promete su bendición
para mayor eficacia).
Buenaventura Durruti,
que en Aragón peleaba,
cuando supo estas noticias
así habló a su gente brava:
-¡Compañeros! Hay que ir
a la capital de España,
donde el fascismo pretende
clavar su sangrienta zarpa.
En Castilla nos jugamos
una decisiva carta
de esta dura guerra a muerte
que tenemos entablada.
Vayamos, pues, a Castilla,
vamos pronto, camaradas,
que se para todo el cuerpo
cuando el corazón se para,
y ya sabéis que Madrid
es el corazón de España.

II. DURRUTI EN MADRID

Buenaventura Durruti,
pelo en pecho, dura barba,
con sus hombres más valientes
va por tierras castellanas.
Sus ojos llevan el mar
hasta las llanuras pardas
-abrazo para Castilla
de Cataluña, su hermana-.
Los vientos de la meseta
soplan gentiles. Abrasan
de ardor que nació que nació en la nieve
y que afiló la distancia
los pechos de sí encendidos
de las tropas catalanas.
Empujado por el viento
y empujado por sus ansias
llegó Durruti a Madrid
con el clarear de un alba.
-¡Quién dijera, Manzanares,
pequeño río sin agua,
que tu cauce había de ser
nuestro límite con África!
Que si tu orilla derecha
pisan Franco y su canalla,
la que de Marruecos vino
al son de promesas falsas,
de tu izquierda brota, viva,
fresca y ardiente savia,
templada ya en el combate,
de la verdadera España,
la de los trabajadores
que no reconocen castas.
Te prometo, Manzanares,
que en lo que te falta en agua
lo llenará el rojinegro
de mi sangre libertaria,
antes que ver por Madrid
a las turbas africanas.

III. LA MUERTE

Madrid, mediado noviembre,
era un llover de metralla.
Del tejado a los cimientos
se estremecían las casas.
Si no granizos, cristales
a la lluvia acompañaban.
El cielo, todo una nube
gris, densa, más densa, baja.
La luz, el relampagueo
del cañón…
Se peleaba.
Y la Muerte, ciega en ira,
volando de casa en casa.
-¿A quién buscas, compañera?
¿Cúya será la garganta
que siegues, Muerte?!
¡Responde!
(Una voz el aire rasga)
-Quiero a quien me desafía
con su pecho y arrogancia.
Busco a quien vino a buscarme
de tan lejos. Mi guadaña…
-Pero dime. Muerte, dime
su nombre, Muerte, ¿se llama…?
-¡Durruti…!
Se pasma el viento.
Por todo el ámbito vaga,
hielo flotando en el aire,
el nombre del camarada.
Buenaventura Durruti,
pelo en pecho, dura barba,
por los frentes de Madrid,
con toda su gente brava,
citando a muerte a la Muerte,
citándola cara a cara.
(La Muerte, como una sombra,
le rondaba, le rondaba.)
-¡Compañeros! ¡Al ataque!
¡La bayoneta calada!
¡Que no quede vivo un moro!
¡Qué se acreciente la fama
nuestra con este combate!
¡Que no puedan superarla
los más valientes del mundo!
(Paso a paso se acercaba
muda, la Muerte a Durruti).
Los catalanes avanzan.
Locas, a los cuatro vientos
silban y silban las balas
que, perdidas, blanco encuentran,
por azar, y en él se clavan.
Uno de estos proyectiles
detiene en seco la marcha
de todos los catalanes.
Cunde el espanto. ¿Qué pasa?
Nadie sabe ni responde.
Pelo en pecho, dura barba.
Buenaventura Durruti,
el que a la Muerte citara,
abrazado con la Muerte,
yerto, en el campo quedaba.

IV. PROMESA DE VENGANZA

¡Ay, dolor de Barcelona!
Por las calles, por las plazas
va el entierro de Durruti.
Silenciosamente avanza
la comitiva, compuesta
de miles camaradas
que cierran, firmes, los puños,
que aprietan, rudos, la barba
para que el llanto no acuda.
La multitud apiñada
se duele calladamente
por el cadáver que pasa.
¡Ay, dolor de Barcelona,
que es dolor de toda España!
Puños en alto prometen
tomar cumplida venganza:
-La venganza es atacar
con furia nunca igualada.
Si Madrid entero dijo
"¡No pasarán!" -y no pasan-
ha llegado ya el momento
de que suene en toda España
otra consigna que diga:
"¡Pasaremos!"
La palabra
se multiplica en el viento,
la mece el mar en sus aguas,
la esparcen ondas sin fin,
se eterniza en la distancia.

La Insignia


Durante la guerra civil, en ambos bandos, muchos fueron los poetas que pusieron su poesía al servicio de la causa, unos de mejor manera, otros de peor manera (Pemán), y otros sublimemente: Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti, José Bergamín… y León Felipe.
En realidad, la actividad poética de León Felipe durante los años 36-39 no fue especialmente intensa, limitándose a dar conferencias en Latino-América, en donde residía desde antes del estallido de la guerra. Pero hizo una que valía por todas, a su estilo libre, en donde importan más las palabras que las formas que tomen los versos: "La insignia (Alocución poética)". Este poema, publicado por el órgano de la CNT, dentro de aquel ciclo, para mí y respetando a todos los autores, es el poema absoluto de la contienda, porque, aunque enmarcado en la actividad literaria del bando republicano, es una llamada de atención a todos y a todo, y una invocación al sentido de la justicia real y universal, tan presente en toda su obra, y, desde esa perspectiva, un llamamiento a la unidad contra la injusticia de los pudientes. No se puede decir muchos más, porque como dijo Tuñón de Lara refiriéndose a Labordeta, "Nuestras palabras sobran, las suyas bastan":

La Insignia
(Alocución poética)

¿HABÉIS hablado
ya todos?
¿Habéis hablado ya todos los españoles?

Ha hablado el gran responsable revolucionario,
y los pequeños responsables;
ha hablado el alto comisario,
y los comisarios subalternos;
han hablado los partidos políticos,
han hablado los gremios,
los Comités,
y los Sindicatos,
han hablado los obreros y los campesinos;
han hablado los menestrales:
ha hablado el peluquero,
el mozo de café
y el limpiabotas.
Y han hablado los eternos demagogos también.
Han hablado todos.
Creo que han hablado todos.
¿Falta alguno?


¿Hay algún español que no haya pronunciado
su palabra?…
¿Nadie responde?… (Silencio). Entonces falto yo
sólo.
Porque el poeta no ha hablado todavía.


¿Quién ha dicho que ya no hay poetas en el
mundo?
¿Quién ha dicho que ya no hay profetas?


Un día, los reyes y los pueblos,
para olvidar su destino fatal y dramático
y para poder suplantar el sacrificio con el cinismo y con
la
          pirueta,
substituyeron al profeta por el bufón.
Pero el profeta no es más que la voz vernácula
de un pueblo,
la voz legítima de su Historia,
el grito de la tierra primera que se levanta en el barullo
del
           mercado, sobre el vocerío de los traficantes.
Nada de orgullos
Ni jerarquías divinas ni genealogías eclesiásticas.

La voz de los profetas -recordadla-
Es la que tiene más sabor de barro.
De barro,
del barro que ha hecho al árbol -al naranjo y al
pino-
del barrio que ha formado
nuestro cuerpo también.
Yo no soy más que una voz -la tuya, la de todos-
la más genuina,
la más general,
la más aborigen ahora,
la más antigua de esta tierra.
La voz de España que hoy se articula en mi garganta,
como
           pudo articularse en otra cualquiera.
Mi voz no es más que la onda de la tierra,
de nuestra tierra,
que me coge a mí hoy como una antena propicia.
Escuchad,
escuchad, españoles revolucionarios,
escuchad de rodillas.
No os arrodilléis ante nadie.
Os arrodilláis ante vosotros mismos,
ante vuestra misma voz,
ante vuestra misma voz que casi habíais olvidado.

De rodillas. Escuchad.


Españoles,
españoles revolucionarios,
españoles de la España legítima,
que lleva en sus manos el mensaje genuino de la raza para
            colocarle humildemente en el cuadro armonioso de
            la Historia Universal de mañana,
y junto al es fuerzo
            generoso de todos los pueblos del mundo…

escuchad:


Ahí están -miradlos-
ahí están, los conocéis bien.
Andan por toda Valencia,
están en la retaguardia de Madrid
y en la retaguardia de Barcelona también.
Están en todas las retaguardias.
Son los Comités,
los partidillos,
las banderías,
los Sindicatos,
los guerrilleros criminales de la retaguardia ciudadana.

Ahí los tenéis.
Abrazados a su botín reciente,
guardándole,
defendiéndole,
con una avaricia que no tuvo nunca el más degradado
           burgués.
¡A su botín!
¡Abrazados a su botín!
Porque no tenéis más que botín.
No le llaméis ni incautación siquiera.
El botín se hace derecho legítimo cuando está
sellado por
          una victoria última y heroica.


Se va de lo doméstico a lo histórico,
y de lo histórico a lo épico.
Este ha sido siempre el orden que ha llevado la conducta
del
          español en la Historia,
en el ágora
y hasta en sus transacciones,
que por eso se ha dicho siempre que el español no
aprende
           nunca bien el oficio de mercader.
Pero ahora,
en esta revolución,
el orden se ha invertido.
Habéis empezado por lo épico,
habéis pasado por lo histórico
y ahora aquí,
en la retaguardia de Valencia,
frente a todas las derrotas,
os habéis parado en la domesticidad.
Y aquí estáis anclados,
Sindicalistas,
Comunistas,
Anarquistas,
Socialistas,
Trotskistas,
Republicanos de Izquierda…
Aquí estáis anclados,
custodiando la rapiña,
para que no se la lleve vuestro hermano.
La curva histórica del aristócrata, desde
su origen popular y
            heroico hasta su última degeneración actual, cubre
            en España más
de tres siglos.
La del burgués, setenta años.
Y la vuestra, tres semanas.


¿Dónde está el hombre?
¿Dónde está el español?
Que no he de ir a buscarle al otro lado.
El otro lado es la tierra maldita, la España maldita
de Caín,
         aunque la haya bendecido el Papa.
Si el español está en algún sitio,
ha de ser aquí.
Pero, ¿dónde, dónde?…
Porque vosotros os habéis parado ya
y no hacéis más que enarbolar todos los días
nuevas
       banderas con las camisas rotas y con los trapos
       sucios de la cocina.
Y si entrasen los fascistas en Valencia mañana, os
       encontrarían a todos haciendo guardia ante las cajas
       de caudales.
Esto no es derrotismo, como decís vosotros.
Yo sé que mi línea no se quiebra,
que no la quiebran los hombres,
y que tengo que llegar hasta Dios para darle cuenta de algo
          que puso en mis manos cuando nació la primera
          substancia española.

Esto es lógica inexorable.


Vencen y han vencido siempre en la Historia inmediata, el
           pueblo y el ejército que han tenido un punto de
           convergencia, aunque este punto sea
tan endeble y
           tan absurdo como una medalla de aluminio
           bendecida por un
cura sanguinario.
Es la insignia de los fascistas.
Esta medalla es la insignia de los fascistas.
Una medalla ensangrentada de la Virgen.
Muy poca cosa.
Pero, ¿qué tenéis vosotros ahora que
os una más?


Pueblo español revolucionario,
¡estás solo!
¡Solo!
Sin un hombre y sin un símbolo.
Sin un emblema místico donde se condense el sacrificio
y la
          disciplina.
Sin un emblema solo donde se hagan bloque macizo y único
          todos tus esfuerzos y todos tus sueños de redención.
Tus insignias,
tus insignias plurales y enemigas a veces, se las compras
en el
           mercado caprichosa
mente al primer chamarilero de
           la
Plaza de Castelar,
de la Puerta del Sol
o de las Ramblas de Barcelona.
Has agotado ya en mil combinaciones egoístas y heterodoxas
           todas las letras del alfabeto.
Y has puesto de mil maneras diferentes, en la gorra y en
la
          zamarra
el rojo
y el negro,
la hoz,
el martillo
y la estrella.


Pero aún no tienes una estrella SOLA,
Después de haber escupido y apagado la de Belén.


Españoles,
españoles que vivís el momento más
trágico de toda nuestra
          Historia,
¡estáis solos!
¡Solos!
El mundo,
todo el mundo es nuestro enemigo, y la mitad de nuestra
          sangre -la sangre podrida y bastarda de Caín- se ha
          vuelto contra nosotros
también.


¡Hay que encender una estrella!
¡Una sola, sí!
Hay que levantar una bandera.
¡Una sola, sí!
Y hay que quemar las naves.
De aquí no se va más que a la muerte o a la
victoria.
Todo me hace pensar que a la muerte.
No porque nadie me defiende
sino porque nadie me entiende.
Nadie entiende en el mundo la palabra "justicia".
Ni vosotros
           siquiera.
Y mi misión era estamparla en la frente del hombre
y clavarla después en la Tierra
como el estandarte de la última victoria.
Nadie me entiende.
Y habrá que irse a otro planeta
con esta mercancía inútil aquí,
con esta mercancía ibérica y quijotesca.
¡Vamos a la muerte!
Sin embargo,
aún no hemos perdido aquí la última
batalla,
la que se gana siempre pensando que ya no hay más
salida que la muerte.
¡Vamos a la muerte!
Este es nuestro lema.
Que se despierte Valencia y que se ponga la mortaja.


¡Gritad,
gritad todos.
Tú, el pregonero y el speaker,
echad bandos,
encended las esquinas con letras rojas
que anuncien esta sola proclama:
¡Vamos a la muerte!
Que lo oigan todos. Todos.
Los que trafican con el silencio
Y los que trafican con las insignias.
Chamarileros de la Plaza de Castelar,
chamarileros de la Puerta del Sol,
chamarileros de las Ramblas de Barcelona
destrozad,
quemad vuestra mercancía.
Ya no hay insignias domésticas,
ya no hay insignias de latón.
Ni para los gorros
ni para las zamarras.
Ya no hay cédulas de identificación.
Ya no hay más cartas legalizadas
ni por los Comités
ni por los Sindicatos.
¡Que les quiten a todos los carnets!
Ya no hay más que un problema.
Ya no hay más que una estrella,
Una sola, SOLA, y ROJA, sí,
pero de sangre y en la frente,
que todo español revolucionario ha de hacérsela
hoy mismo,
ahora mismo
y con sus propias manos.
Preparad los cuchillos,
aguzad las navajas,
calentad al rojo vivo los hierros.
Id a las fraguas.
Que os pongan en la frente el sello de la justicia.


Madres,
madres revolucionarias,
estampad este grito indeleble de justicia
en la frente de vuestros hijos.
Allí donde habéis puesto siempre vuestros
besos más
         limpios.
(Esto no es una imagen retórica.
Yo no soy el poeta de la retórica.
Ya no hay retórica.
La revolución ha quemado
todas las retóricas.)


Que nadie os engañe más.
Que no haya pasaportes falsos
ni de papel
ni de cartón
ni de hojadelata.
Que no haya más disfraces
ni para el tímido
ni para el frívolo
ni para el hipócrita
ni para el clown
ni para el comediante.
Que no haya más disfraces
ni para el espía
que se sienta a vuestro lado en el café,
ni para el emboscado que no sale de su madriguera.
Que no se escondan más en un indumento proletario
esos
          que aguardan a Franco con las últimas botellas de
          champán en la bodega.

Todo aquel que no lleve mañana este emblema español
         revolucionario, este grito de ¡Justicia! sangrando en
         la frente, pertenece a la
Quinta Columna.


Ninguna salida ya
a las posibles traiciones.
Que no piense ya nadie
en romper documentos comprometedores
ni en quemar ficheros
ni en tirar la gorra a la cuneta
en las huídas premeditadas.
Ya no hay huídas.
En España ya no hay más que dos posiciones
fijas e
         inconmovibles.
Para hoy y para mañana.
La de los que alzan la mano para decir cínicamente:
"Yo soy
          un bastardo español"
y la de los que la cierran con ira para pedir justicia bajo
los
           cielos implacables.
Pero ahora este juego de las manos ya no basta tampoco.

Hace falta más.
Hacen falta estrellas, sí, muchas estrellas,
pero de sangre,
porque la retaguardia tiene que dar la suya también.


Una estrella de sangre roja,
de sangre roja española.
Que no haya ya quien diga:
esa estrella es de sangre extranjera.
Y que no sea obligatoria tampoco.
Que mañana no pueda hablar nadie de imposiciones,

que no pueda decir ninguno que se le puso la pistola en
el
           pecho.
Es un tatuaje revolucionario, sí.
Yo soy revolucionario,
España es revolucionaria,
Don Quijote es revolucionario.
Lo somos todos. Todos.
Todos los que sienten este sabor de justicia que hay en
          nuestra sangre y que se nos hace hiel y ceniza cuando
          sopla el viento del norte.


Es un tatuaje revolucionario,
pero español.
Y heroico también.
Y voluntario además.
Es un tatuaje que buscamos sólo para definir nuestra
fe.
No es más que una definición de fe.


Hay dos vientos hoy que sacuden furiosos a los hombres de
          España,
dos ráfagas fatales que empujan a los hombres de
Valencia.
El viento dramático de los grandes destinos, que
arrastra a
          los héroes a la victoria o a la muerte,
y la ráfaga de los pánicos incontrolables
que se lleva la carne
          muerta y podrida de los naufragios a las playas de la
          cobardía y del silencio.

Hay dos vientos, ¿no los oís?
Hay dos vientos, españoles de Valencia.
El uno va a la Historia.
El otro va al silencio.
El uno va a la épica.
El otro a la vergüenza.


Responsables:
El gran responsable y los pequeños responsables:

Abrid las puertas,
derribad las vallas de los Pirineos.
Dadle camino franco
a la ráfaga amarilla de los que tiemblan.
Una vez más veré el rebaño de los cobardes
huir hacia el
           ludibrio.
Una vez más veré en piara la cobardía.

Os veré otra vez,
asaltando, con los ojos desorbitados, los autobuses de la
           evacuación.

Os veré otra vez
robándole el asiento
a los niños y a las madres.
Os veré otra vez.
Pero vosotros os estaréis viendo siempre.
Un día moriréis fuera de vuestra Patria. En
la cama tal vez.
          En una cama de sábanas blancas, con los pies
          desnudos (no con los zapatos puestos,
como ahora
          se muere en España), con los pies desnudos
y
          ungidos, acaso, con los óleos santos. Porque moriréis
          muy santamente, y de seguro con un crucifijo y con
          una oración
de arrepentimiento en los labios.
          Estaréis ya casi
con la muerte, que llega siempre. Y
          os acordaréis
-¡claro que os acordaréis!- de esta vez
          que
la huistéis y la burlásteis, usurpándole
el asiento a
          un niño en un autobús de evacuación.
Será vuestro
          último pensamiento. Y allá,
al otro lado, cuando ya
          no seáis más que una
conciencia suelta, en el tiempo
          y en el espacio, y caigáis
precipitados al fin en los
          tormentos dantescos -porque o
creo en el infierno
          también- no os veréis
más que así,
siempre, siempre, siempre,
robándole el asiento a un niño en un autobús
de evacuación.
El castigo del cobarde ya sin paz y sin salvación
por toda la
           eternidad.


No importa que no tengas un fusil,
quédate aquí con tu fe.
No oigas a los que dicen: la huída puede ser una
política.
No hay más política en la Historia que la
sangre.
A mí no me asusta la sangre que se vierta,
a mí me alegra la sangre que se vierte.
Hay una flor en el mundo que sólo puede crecer si
se la riega
           con sangre.
La sangre del hombre
está hecha no sólo para mover su corazón
sino para llenar los ríos de la Tierra,
las venas de la Tierra, y mover el corazón del mundo.


¡Cobardes: hacia los Pirineos, al destierro!
¡Héroes: a los frentes, a la muerte!


Responsables:
el grande y los pequeños responsables:
organizad el heroísmo,
unificad el sacrificio.
Un mando único. Sí.
Pero para el último martirio.
¡Vamos a la muerte!
Que lo oiga todo el mundo.
Que lo oigan los espías.
¿Qué importa ya que lo oigan los espías?

Que lo oigan ellos, los bastardos.
¿Qué importa ya que lo oigan los bastardos?

¿Qué importan ya todas esas voces de allá
abajo,
si empezamos a cabalgar sobre la épica?
A estas alturas de la Historia ya no se oye nada.
Se va hacia la muerte…
y abajo queda el mundo de las raposas,
y de los que pactan con las raposas.


Abajo quedas tú, Inglaterra,
vieja raposa avarienta,
que tienes parada la Historia de Occidente hace más
de tres
           siglos
y encadenado a Don Quijote.
Cuando acabe tu vida
y vengas ante la Historia grande
donde te aguardo yo,
¿qué vas a decir?
¿Qué astucia nueva vas a inventar entonces
para engañar a
           Dios?
¡Raposa!
¡Hija de raposos!
Italia es más noble que tú.
Y Alemania también.
En sus rapiñas y en sus crímenes
hay un turbio hálito nietzscheano de heroísmo
en el que no
           pueden respirar los mercaderes,
un gesto impetuoso y confuso de jugárselo todo a
la última
           carta, que no pueden comprender los hombres
           pragmáticos.
Si abriesen sus puertas a los vientos del mundo,
si las abriesen de par en par,
y pasasen por ellas la Justicia
y la Democracia Heroica del hombre,
yo pactaría con las dos para echar sobre tu cara
de vieja
          raposa sin dignidad y sin amor
toda la saliva y todo el excremento del mundo.
¡Vieja raposa avarienta:
has escondido,
soterrado en tu corral,
la llave milagrosa que abre la puerta diamantina de la
         Historia…

No sabes nada.
No entiendes nada y te metes en todas las casas
a cerrar ventanas
y a cegar la luz de las estrellas!
Y los hombres te ven y te dejan.
Te dejan porque creen que ya se les han acabado los rayos
a
            Júpiter.
Pero las estrellas no duermen.
No sabes nada.
Has amontonado tu rapiña detrás de la puerta,
y tus hijos,
          ahora, no pueden abrirla para que entren los
          primeros rayos de la aurora nueva del
mundo.
Vieja raposa avarienta,
eres un gran mercader.
Sabes llevar muy bien
las cuentas de la cocina
y piensas que yo no sé contar.
Sí sé contar.
He contado mis muertos.
Los he contado todos,
los he contado uno por uno.
Los he contado en Madrid,
los he contado en Oviedo,
los he contado en Málaga,
los he contado en Guernica,
los he contado en Bilbao…
Los he contado en todas las trincheras,
en los hospitales,
en los depósitos de los cementerios,
en las cunetas de las carreteras,
en los escombros de las casas bombardeadas.
Contando muertos este otoño por el Paseo de El Prado,
creí
           una noche que caminaba sobre barro, y eran sesos
           humanos que tuve por mucho tiempo
pegados a la
           suela de mis zapatos.
El 18 de noviembre, sólo en un sótano de cadáveres,
conté
          trescientos niños muertos…
Los he contado en los carros de las ambulancias,
en los hoteles,
en los tranvías,
en el Metro…,
en las mañanas lívidas,
en las noches negras sin alumbrado y sin estrellas…
y en tu conciencia todos…
Y todos te los he cargado a tu cuenta.
¡Ya ves si sé contar!
Eres la vieja portera del mundo de Occidente,
tienes desde hace mucho tiempo las llaves de todos los
          postigos
de Europa
y puedes dejar entrar y salir a quien se te antoje.

Y ahora, por cobardía,
por cobardía nada más,
porque quieres guardar tu despensa hasta el último
día de la
           Historia,
has dejado meterse en mi solar
a los raposos y a los lobos confabulados del mundo
para que se sacien en mi sangre
y no pidan enseguida la tuya.
Pero ya la pedirán,
ya la pedirán las estrellas…


Y aquí otra vez,
aquí
en estas alturas solitarias.
Aquí,
donde se oye sin descanso la voz milenaria
de los vientos,
del agua
y de la arcilla
que nos ha ido formando a todos los hombres.
Aquí,
donde no llega el desgañitado vocerío
de la propaganda
                  mercenaria.
Aquí,
donde no tiene resuello ni vida el asma de los diplomáticos.

Aquí,
donde los comediantes de la Sociedad de Naciones no tienen
           papel.
Aquí, aquí
ante la Historia,
ante la Historia grande
(la otra,
la que vuestro orgullo de gusanos enseña a los niños
de las
          escuelas,
no es más que un registro de mentiras
y un índice de crímenes y vanidades).
Aquí, aquí
bajo la luz de las estrellas sobre la tierra eterna y prístina del
          mundo
y en la presencia misma de Dios.
Aquí, aquí, aquí
quiero decir ahora mi última palabra:


Españoles,
españoles revolucionarios:
¡El hombre se ha muerto!
Callad, callad.
Romped los altavoces
y las antenas,
arrancad de cuajo todos los carteles que anuncian vuestro
           drama en las esquinas del mundo.
¿Denuncias? ¿Ante quién?
Romped el Libro Blanco,
no volváis más vuestra boca con llamadas y
lamentos hacia
          la tierra vacía.
¡El hombre se ha muerto!
Y sólo las estrellas pueden formar ya el coro de
nuestro
         trágico destino.
No gritéis ya más vuestro martirio.
El martirio no se pregona,
se soporta
y se echa en los hombros como un legado y como un
          orgullo.

La tragedia es mía,

mía
,
que no me la robe nadie.
Fuera,
Fuera todos.
Todos.
Yo aquí sola.
Sola
bajo las estrellas y los Dioses.
¿Quiénes sois vosotros?
¿Cuál es vuestro nombre?
¿De qué vientre venís?
Fuera… Fuera… ¡Raposos!
Aquí,
yo sola. Sola,
con la Justicia ahorcada.

Sola
,
con el cadáver de la Justicia entre mis manos.
Aquí
yo sola,
sola
con la conciencia humana,
quieta,
parada,
asesinada para siempre
en esta hora de la Historia
y en esta tierra de España,
por todos los raposos del mundo.
Por todos,
por todos.
¡Raposos!
¡Raposos!
¡Raposos!
El mundo no es más que una madriguera de raposos
y la Justicia una flor que ya no prende en ninguna latitud.


Españoles,
españoles revolucionarios.
¡Vamos a la muerte!
Que lo oigan los espías.
¿Qué importa ya que lo oigan los espías?

Que lo oigan ellos, los bastardos.
¿Qué importa ya que lo oigan los bastardos?

A estas alturas de la Historia
ya no se oye nada.
Se va hacia la muerte
y abajo queda el mundo irrespirable de los raposos y de
los
           que pactan con los raposos.
¡Vamos a la muerte!
¡Que se despierte Valencia
y que se ponga la mortaja!…

EPÍLOGO


Escuchad todavía…
Refrescad antes mis labios y mi frente… tengo sed…
Y quiero hablar con palabras de amor y de esperanza.
Oíd ahora:
la Justicia vale más que un imperio, aunque este
imperio
           abarque toda la curva del Sol.
Y cuando la Justicia está herida de muerte y nos
llama en
           agonía desesperada, no podemos decir:
"yo aun no estoy preparado".
La Justicia se defiende con una lanza rota y con una visera de
            papel.
Esto está escrito en mi Biblia,
en mi Historia,
en mi Historia infantil y grotesca,
y mientras los hombres no lo aprendan el mundo no se salva.


Yo soy el grito primero, cárdeno y bermejo, de las
grandes
            auroras de Occidente.
Ayer, sobre mi sangre mañanera, el mundo burgués
edificó en
            América todas sus factorías
y mercados,
sobre mis muertos de hoy, el mundo de mañana levantará
la
            Primera Casa del Hombre.
Y yo volveré,
volveré porque aun hay lanzas y hiel sobre la Tierra.

Volveré,
volveré con mi pecho y con la Aurora otra vez.

León Felipe

León Felipe, ¡siempre serás nuestro poeta!
León Felipe, sempre seràs el nostre poeta!
León Felipe, gure poeta izango beti zara!
León Felipe, ¡sempre serás o noso poeta!

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