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Sóc, no vull ofendre, anticlerical (I): “Grito hacia Roma”, de Federico García Lorca


Soy, no quiero ofender, anticlerical.

Quico Pi de la Serra

6-el-jesuita-ignacio-ellacuria-habla-en-un-acto-ecumenico-san-salvador-marzo-de-1989-foto-gervasio-sanchezAntes de todo, quiero confesarme: respeto, en la medida en que cada una se la merezca, a toda creencia científica, filosófica y religiosa DE BASE, siempre y cuando respete la igualdad, los derechos humanos, y, por lo tanto, ni supongan un peligro físico o moral para sus practicantes y, además, no incite al odio. Respeto a aquel crea que Benedicto XVI sea la voz de Dios en la Tierra, o que el Dalai Lama es la encarnación del Buddha Avalokiteśvara, aunque yo, personalmente, no creo que Dios tenga actualmente ni representantes oficiales ni encarnaciones, y si las tiene, las desconocemos, y espero que, de la misma manera que yo les respeto y no intento inculcar mi sistema de creencias a nadie (sólo argumentar mis razones, no atemorizo a nadie con el infierno), nadie me intente aleccionar: ya lo intentaron en el pasado, y ya veis los resultados. Si hay un grupo cristiano que tenga mi apoyo, respeto y admiración, ésos son los Cristianos de Base, los curas Romeroobreros y las Teología de la Liberación, y si he de reconocer mártires cristianos modernos, ésos son Ignacio Ellacuría y Monseñor Óscar Romero, ambos asesinados en El Salvador por las fuerzas de la reacción aliadas con los perros gringos, por proteger a los pobres, y si he de reconocer papas, ése será el gran Juan XXIII, por su labor conciliadora y de mediador imparcial en el conflicto de los misiles de Cuba y toda la guerra fría, y, en un segundo plano, Pablo VI, también digno de mi admiración.

Benedicto XVI 2Sobre la visita del papa de Roma (en minúsculas, soy anarquista) diré que estoy en contra, no de su visita, sino de las condiciones en las que se ha producido (razón por la cual me manifesté en su contra): básicamente, y contra lo que algunos han esgrimido a favor, es que no ha venido en tales condiciones, sino como evangelizador, y, el problema de esto, es que, con gran parte de dinero público, no sólo se le ha hecho cómoda estancia a él, sino a su séquito: millones de jóvenes católicos de todo el mundo a los que se les ha puesto en un estado privilegiado (descuentos en los transportes públicos y en ciertos locales); una gran suma de dinero público de la Comunidad de Madrid, a parte de la del Estado, que se asemeja mucho al recorte que ha sufrido la escuela pública. Su condición de evangelizador privilegiado atenta contra la definición aconfesional del Estado español, ya que crea desigualdad con otras fes, por muy minoritarias que sean, incluido el ateísmo, y hace peligrar la separación iglesia-Estado. Hay quien ha dicho que el dinero público no se ha tocado en absoluto, sino que está financiada por empresas; aceptemos esto, en principio, pero preguntemos seguidamente si son las mismas empresas que han reducido su plantilla por falta de capital, y/ o que no contratan personal por las mismas razones.

El papa de la marcha laica encima de su papamovil.Básicamente, no es porque esté resentido contra la fe católica (y las demás), que lo estoy y mucho (conozco cada uno de sus juegos, trucos y trampas, conozco sus redes y tentáculos: me sé de memoria cada una de sus mentiras; SÍ, soy un desertor); diría lo mismo si fuera la visita del Dalai Lama, del patriarca de la iglesia ortodoxa, del rabino de Israel, del camarada Lenin o del presidente de la liga atea internacional –si existe-; el Estado debe operar al margen de cualquier confesión religiosa o sistema moral. Pero, hablemos en cristiano: la inmensa mayoría de banqueros y empresarios de peso de este país son del Opus Dei, una peligrosísima y siniestra secta católica, elaborada por ricos para ricos, que aquí todos sabemos cómo opera a todos los niveles.

299840_243130552394459_209526285754886_712678_6102172_nY lo de los peregrinos (algunos mal llamados así) es ya para darles de comer a parte: habrá de todo, claro que sí, pero hay un problema, y es que la mayoría de ellos son muy jóvenes, y, como todo joven, necesitan divertirse; dudo que muchos sean conscientes de que están aquí como invitados, y como invitados deberían mostrar algunos mejores modales (me informan, de primera mano, que algunos de ellos han robado en una tienda). Me ha dolido como los medios de comunicación y ciertos políticos han intentado contraponer la “actitud” de estos jóvenes a los otros, es decir, a nosotros, a los que nos han tachado de ser abertzales, drogadictos y no sé cuántas cosas más. Por mucho que los hayan querido sacar como simpáticos chavales, la realidad es otra, y hemos visto fotos suyas comprando alcohol (¿pidieron el carnet?) y de fiesta por las calles de Madrid. La imagen más estrambótica de estos días ha sido ver a un grupo de estos peregrinos dándose un baño (¿multa?) en la fuente del Ángel Caído (véase, Lucifer) del Parque del Retiro: entiendo sus ganas de divertirse, pero que no digan que han venido sólo y exclusivamente a ver al santo padre, y les recuerdo que en Acampada Sol, los mismos indignados censuraron  a aquel que se lo tomó como un botellón. Me dolió también la actitud de los medios de comunicación y de los políticos al intentar dar la sensación de que, durante la manifestación laica fueron los manifestantes los que provocaron a los peregrinos: si hubo alguna provocación por parte de la marcha, la desconozco, y yo fui el primero en censurar a algunos, pidiendo que no se les increpase; pero la realidad es que muchos, como un petainista francés, se asomaban a los balcones a insultar, y que otros comenzaron a reunirse en Sol en una contramanifestación improvisada, y por lo tanto ilegal (en la que oteamos el ondeo de una bandera franquista), pero la policía, con una violencia excesiva y sin sentido, sólo reaccionó contra la marcha laica. La impresión que da es la de proteger al niño mimado tonto y caprichoso: mientras se asegura que no hay dinero para los servicios básicos como el transporte público y la sanidad pública, y que las medidas efectivas o en proyecto que preparan en Madrid se debe a esta necesidad, a ellos se les regalan estos servicios. Pero bueno, yo no cargo contra los que no se merecen, que ni serán conscientes de todo esto, y sé que habrá muy buenos chicos, sin duda alguna: sólo les demando que reflexionen sobre todas las dimensiones de su condición de invitados. Y por otra parte, un poco de ecuanimidad: ¿no se dijo, hará pocos días –RUBALCABA, esto va por ti: a ver quién te vota ahora- que no se podía consentir que un grupo tuviera patas arribas una ciudad?

Mónica PatxotHablemos sobre el catolicismo oficial, intentando no levantar ampollas innecesarias. No comulgo –nunca mejor dicho, y no intento hacerme el gracioso- con un sistema religioso-moral que condena a las personas que quieren ser lo que su naturaleza les dicta, como los homosexuales, o que asegura excomunión natural y automática contra toda mujer que haya abortado, mientras es la misma iglesia que no sólo no excomulgó a Pinochet, sino que además éste recibió la comunión del pontífice Juan Pablo II. ¡Bonita religión esta que carga contra el más débil! La que condena a las víctimas de su propio sistema (y el de otros parecidos) y no condena a los genocidas. Entiendo que alguien esté en contra del aborto, yo mismo tengo mis reservas, pero decir cosas como que “la mujer que aborta deja la puerta abierta a que su marido –presuponiendo que no es el marido el que la ha obligado a abortar- haga con ella lo que quiera” (junto a otras lindezas: http://www.elcorreoweb.es/andalucia/079125/arzobispo/granada/mujer/aborta/varon/abusar), o que el redactor del suplemento Alfa y Omega diga que “si se banaliza el sexo, no tiene sentido mantener la violación como delito”… Independientemente de lo que cada uno piense acerca del aborto, del sexo y los métodos anticonceptivos, el que diga estas cosas y aquel que las sostenga, no hace gala de su cristianismo, sino de una canallez moral ilimitada: y es que la iglesia católica, fundamentalmente, sigue siendo una institución machista, y lo seguirá siendo mientras grupos como el Opus Dei y su sistema de servidumbre del varón sobre la mujer estén dominando la jerarquía eclesiástica. Mientras tanto, los sueños de la fe producen monstruos, y así, un joven mexicano –quien, por cierto, ha quedado libre y no se le ha aplicado la ley antiterrorista- planeaba gasear la marcha laica para “matar a esos maricones”. somaliaDicen que el cristianismo (el catolicismo) es amor, perdón y comprensión, pero yo no veo más que odio, rencor y resentimiento, y el acto de evangelizar, hoy como ayer, no parece hacerse mediante la palabra, sino mediante la espada. Y, sólo por hacerlo notar, mientras estos piadosos señores de los bancos y las empresas, ellos que creerán ganarse el cielo, invierten millones en esta visita, Somalia está muriéndose… ¿Dónde carajo queda el amor y la caridad cristiana?

Creo en Dios, no en el papa, y creo en Cristo Obrero, no en Cristo rey; admiro a Benedicto García -mi aJesús expulsando a los mercaderes del templo, Valentin de Boulognemigo, mi maestro-, no a Benedicto XVI; creo en el hombre y en la razón, admiro al que cree sin fanatismos, y creo en el Movimiento Gay contra Cristo rey. Si la iglesia es amor, que la demuestre con actos, no con palabras ni con esa espantosa frivolización que ha rodeado la visita del santo padre: no por mucho gritar “¡Benedicto!” se va, necesaria y suficientemente, al Cielo.

1313648176815Lorca-grandeDespués de excurso, por cuya longitud pido perdón, me gustaría –aunque me temo que no soy el primero- enlazar el aniversario del asesinato de Lorca con este tema. Publicado en su Poeta en Nueva York, el “Grito hacia Roma” es una serie de denuncias e imprecaciones contra muchas injusticias de la iglesia católica de los años 20: para empezar, movidos por su anti-comunismo, su alianza con el fascismo italiano y el Estado de Mussolini, a quien el papa se deshace en alabanzas; su ceguera ante el hambre de miles; su repulsiva opulencia e hipocresía; su represión moral (Lorca, creyente y homosexual, de esto sabía mucho), y, al mismo tiempo, le pide que vuelva sus ojos hacia los que sufren. Así, hacia 1927, nuestro poeta más excelso, Federico García Lorca, amigo de los pobres, de los negros y de los gitanos, capitán de poesía (como dijo Celso Emilio), dirigía su encendido “Grito hacia Roma”:

Letra en italiano, abajo

Grito hacia Roma

(DESDE LA TORRE DEL CRYSLER BUILDING)

Manzanas levemente heridas
por los finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

Pero el viejo de las manos traslucidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

Federico García Lorca

http://users.fulladsl.be/spb1667/cultural/lorca/poeta_en_nueva_york/dos_odas/grito_hacia_roma.html

Éste poema fue traducido y adaptado al italiano, y musicalizado por el cantautor milanés Angelo Branduardi, e incluida en el disco homenaje Poetas en Nueva York, que contiene musicalizaciones de todas partes, desde el canadiense Leonard Cohen, pasando por los españoles Víctor Manuel y Patxi Andión, hasta el escocés Donovan y los griegos Mikis Theodorakis y Georges Moustaki. Para mis amigos italianos, aquí está la traducción a su lengua:

Perché non c’è più chi divide il pane e il vino,/  Né chi coltivi erbe in bocca al morto,/  Né chi sappia aprire I lini del riposo,/  Né chi pianga per le ferite degli elefanti/ Non c’è che un milione di fabbri/ Che forgiano catene per I bambini del futuro/ Non c’è che un milione di carpentieri/ Che fanno bare senza croce/ Non c’è che una folla di lamenti,/  Le vesti aperte alla pallottola/ Ma il vecchio dalle mani trasparenti/ Dirà: amore, amore,/ Acclamato da milioni di moribondi;/ Dirà: amore, amore, amore,/ Nel tessuto tremante di tenerezza;/ Dirà: pace, pace, pace,/ Fra brividi di coltelli/ Perché vogliamo il pane di ogni giorno,/ Fiore d’ontano ed eterna tenerezza sgranata/ Perché vogliamo che si compia la volontà della Terra/ Che per noi tutti ha frutti da donare

http://lyricskeeper.es/es/angelo-branduardi/grido-a-roma.html

40 Anos de Voces Ceibes (última parte)


Non falaban do andado/ sementado de feridas

Preparaban o camiño/ cara á terra prometida

Benedicto "Os compañeiros"

viene de 40 anos de Voces Ceibes (2ª parte)

Así pues, llegando a finales de los 60, como ocurre en todos los grupos y colectivos, cada miembro va ampliando sus intereses musicales y con ellos sus horizontes creativos. Esto, como en muchos otros casos, supondrá una ruptura en Voces Ceibes como colectivo.
Como vimos, entre el año 68 y finales de los 70, cada miembro del grupo graba al menos un EP en el sello EDIGSA-Xistral, filial que la catalana EDIGSA había abierto en Galicia. Las carreras más breves fueron las de Xavier, Guillermo y Vicente. Por su parte, Benedicto y Xerardo serán los Voces Ceibes originales que tengan una carrera más larga, junto a los últimos, Bibiano y Suso.
Más debido a problemas externos al grupo, como eran las dificultades impuestas por los gobiernos provinciales y un escaso, aunque fiel, seguimiento del público, debido a la imposibilidad de publicitar sus actividades, la fuerza de Voces Ceibes se concentró más en los recitales que en los discos de estudio. Por esa razón choca que podamos decir que el más prolífico fue Suso Vaamonde, con más de diez LPs; le sigue Bibiano, con tres LPs; Benedicto, con dos LPs (a ambos podríamos sumarle el directo conjunto grabado clandestinamente en 1976, con lo que, entonces, Bibiano tendría cuatro LPs y Benedicto tres); Miro con dos LPs; y, por último, Xerardo Moscoso, con un solo LP.

A finales de los 60 el colectivo roza ya la ruptura, bien sea por compromisos externos, profesionales o no, bien por cierta crisis de los planteamientos primigenios. En muchos sentidos, la inclusión de Bibiano Morón en el colectivo supuso un remozamiento en los planteamientos algo estrictos del grupo. Uno de los plantemientos que empezaban a zozobrar fue la negación a practicar ningún tipo de música tradicional; en esto influyó, por ejemplo, la crítica de otros intérpretes gallegos, pero también el ejemplo de otros movimientos de nueva canción de otros puntos del país, que habían descubierto la fórmula de combinar la canción testimonial y los ancestrales cantos de la tierra. Por otro lado, hacia finales de los 60, la música de los cantautores portugueses se empezó a hacer muy popular en España, especialmente José Afonso y Luis Cilia: muchos fueron los cantores que adoptaron este nuevo modelo de canción (Adolfo Celdrán, Mikel Laboa, Luis Pastor…), pero si hubo un movimiento que recibió toda la influencia de la Canción portuguesa fue, precisamente, la Nova Canción, y muy especialmente Voces Ceibes. En opinión de Bibiano, lo que sucedió fue que los Voces Ceibes se dejaron influir por los cantantes y grupos de folk. Sin embargo, en muchos de ellos la gran metamorfosis tendría que esperar hasta el descubrimiento de la Canción portuguesa. Así, a mediados y finales de los 70, la antigua formación da paso al Movemento Popular da Canción Galega, un proyecto más aperturista en sus planteamientos que Voces Ceibes, que sucumbió totalmente hacia esos años.

Veamos las carreras del resto de Voces Ceibes:

Xerardo Moscoso (Arquivo Gráfico e Documental de Voces Ceibes)
http://www.editorialgalaxia.es/imxd/libros/doc/1177496630173_IP_Voces_Ceibes.pdf Xerardo Moscoso era mexicano de nacimiento: era el hijo de uno de tantos gallegos que habían emigrado al nuevo mundo a buscar el pan que costaba tanto conseguir en Galicia. Xerardo oyó la llamada de la tierra madre y vino a estudiar a Lugo. Pronto se uniría a Voces Ceibes, y sus inicios discográficos fueron los más prolíficos, con dos EPs. Sus canciones, versiones de poemas gallegos, eran bien comprometidas. Por esta razón, y dado el hecho de que Xerardo no poseía la nacionalidad española, el régimen le destierra. Los arreglos de Xerardo son también de los más originales. En esta canción, un poema de Casares dedicado al gran Antonio Machado (que era la gran reivindicación de los cantautores castellanos) choca el hecho de que incluya una especie de pandeirada, cuando Voces Ceibes en sus orígenes había decidido, por el secuestro y castración que el régimen ejercía sobre el folklore gallego, no practicar ningún tipo de música de raíz o de música folk:

 

Durante este exilio forzado, que terminaría en el año 77, Xerardo actúa en diversos países de Europa y  América Latina. Es enXerardo Moscoso. Acción Galega París donde en el año 77 graba su único LP, Acción galega, título tomado del poema de Ramón Cabanillas con el que Xerardo abre el disco. El disco, compuesto por poemas de, entre otros, Ramón Cabanillas y Celso Emilio Ferreiro, es un disco plenamente reivindicativo, compuesto por música con influencias pop y folk. Una muestra de él es esta versión de "O dedo na chaga", un poema que Celso Emilio Ferreiro escribió para que la cantase otro gran cantautor gallego que, desde Venezuela, y casi al mismo tiempo que Voces Ceibes, comenzó a cantar en gallego: Xulio Formoso.

 

Miro Casabella (del Arquivo Gráfico e Documental de VOCES CEIBES) Muchos dicen, incluidos sus propios compañeros, que Miro Casabella es, sin lugar a dudas, el mejor de todos ellos. De él llegó a decir Benedicto que si hubiera cantado en inglés, hubiera sido muy superior incluso a Bob Dylan (es una paradoja manifiesta que en España se distribuya y comercialice mejor la canción en inglés que cualquiera que se haga en las lenguas no castellanas co-oficiales). A diferencia de los otros Voces Ceibes, Miro reside y estudia en Barcelona, en donde graba su primer EP. Dos mesesMiro Casabella: Ti, Galiza, Portada.jpg después de la fundación del colectivo entrará a formar parte de él. El objetivo de Miro al cantar no es otro que acercar la poesía al pueblo gallego, al tiempo que pretende denunciar su situación. Miro es uno de los primeros en hacer una música que podríamos denominar folk. Grabó dos EPs entre 1968 y 1970, incluyendo en ellos una soberbia musicalización del poema de Celso Emilio Ferreiro “Olla meu irmao”, poema en el que el gran Ferreiro denunciaba la utilización manipulada y folklórica del gran pensador y fundador del galleguismo Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (sencillamente Daniel, en el poema). Años  más tarde, actuando en diversos puntos, Miro grabaría en 1977 dos LPs: Ti, Galiza y Treboada. En ambos ya se hace patente la influencia del folklore gallego y del celtismo en él, que no sólo canta y toca la guitarra, sino que también toca la zanfoña y el pandeiro (en Treboada, además, participa como músico el gran Quico Pi de la Serra a la guitarra folk). Podemos ver su evolución comparando sus dos versiones de la canción que él convirtió en un himno de lucha: “Ti Galiza”, un poema coescrito con Xavier Costa. La primera, con unos arreglos muy sencillos:

 

 

Casi diez años después, en el álbum con el mismo nombre, Miro recuperó la base melódica de la canción para darle, frente al primer aire de denuncia social, un aire más triunfante apoyándose en unos arreglos basados en los aires tradicionales de Galicia:

 

 

El regreso de Miro Casabella a los escenarios nos llena de contento, y aquí en Madrid somos muchos los que confíamos poder verle algún día.

EP No Vietnam/ Un home/ Eu son a voz do pobo/ O arte de amar. Benedicto Quizás la carrera de Benedicto no fuera la más larga o la más profusa, pero, en muchos casos, sí la más intensa (vais a perdonarme que con él me extienda algo más). Como ya vimos, Benedicto, un joven vinculado al movimiento de Cristianos de Base, fue junto a Xavier González de Valle, uno de los fundadores del colectivo. Es de justicia reconocerle a Benedicto ser el primer cantautor en lengua gallega.

En sus primeros recitales, Benedicto canta poemas de amigos como Lois Diéguez, que serían  grabados en su primer EP. Uno de esos poemas de Diéguez fue este impactante "No Vietnam" (En el Vietnam):

 

 

Benedicto (Arquivo Gráfico e Documental de Voces Ceibes)
http://www.editorialgalaxia.es/imxd/libros/doc/1177496630173_IP_Voces_Ceibes.pdf

Benedicto pasa cierta temporada en Madrid, actuando junto a diversos miembros del colectivo madrileño Canción del Pueblo, como también lo haría Bibiano. Es precisamente en Madrid, poco antes de ser reclamado por sus compañeros de guitarra, donde descubre el inmenso talento de José Afonso al escuchar Traz outro amigo tamem. Desde ese momento, Benedicto se marca como meta conocer a este gran artista. Y así, en una visita a Portugal, después de  despejar la sospecha de que aquel joven gallego que había venido a conocerle no era un PIDE, comienza entre ambos una relación tanto profesional como de amistad. Benedicto acompaña a José Afonso a varias actuaciones a lo largo de Portugal, Zeca y Benedicto: dos grandes de la canción galaico-portuguesaGalicia, y otros lugares de España y del resto de Europa hasta justo el año 74, colaborando en la grabación del LP del cantor portugués Eu vou ser como a toupeira, del año 72. De su amigo y mentor, Benedicto comprendió que había en la música popular gallega una energía inmensa y propicia tanto para la reivindicación política como para la creación musical. Benedicto grabaría dos LPs sólo, bajo la genial producción y arreglos del gran cantautor argentino Alberto Gambino: Pola unión, un disco que él define como la síntesis de todo lo ocurrido desde sus comienzos musicales hasta esos días: los días con Xavier (representado en la versión del "María Soliña" de Celso Emilio que musicó del Valle); su reencuentro con la música de su patria, en "Dorna", que se abre con una conocida coplilla popular gallega, y la tradicional "Si vas ó convento de Herbón", para el que hace magistralmente la segunda voz su eterna compañera Maite; los años de trabajo con Zeca, representado en la canción "Nosa Señora da Guía", basada en una canción popular galaico-portuguesa de la que ambos hicieron una versión; también los momentos amargos, en "Cantar de berce pro víspera de emigrar": "Se por algures notades un certo sabor ácedo, non vos estrañedes, é o amargor que ás veces ven a boca de tanto ter que tragar saliva.", dice en la reseña de su disco, para el que colaboró su camarada Bibiano, inseparable compañero por aquellos entonces. Podéis escuchar todos los temas del disco en su blog personal, así como algunos temas de su siguiente disco.

Benedicto en una actuación del Día de la Cultura en Gijón. Foto aparecida en un artículo de F. Almazán para "Triunfo" el 14 de Septiembre de 1974 (Arquivo Gráfico e Documental de Voces Ceibes) Su segundo LP vino en 1979, también producido por Gambino, editado en Guimabrda, y que incluía una brillante historia de la Nova Canción a modo de reseña escrita por Antonio Gómez, antiguo colega de los días de Madrid: Os nomes das cousas sigue la misma línea inaugurada por el anterior, si bien, ya inmerso en lo que era el nuevo estilo de la Canción gallega, hay más presencia del folklore gallego, con una bien reconocible influencia céltica. Benedicto presentó este LP en diversos conciertos haciéndose acompañar por algunos de los miembros del grupo de rock progresivo NHU. Su historia musical termina en 1980, momento en el que Benedicto se sumerge totalmente en la política, siendo uno de los fundadores del Partido Comunista Galego, y en la enseñanza, labor a la que le ha dedicado toda su vida desde entonces. Este tema, "A espiña", un poema del gran Manuel Curros Enríquez, incluido en su último LP, es la mejor muestra del arte de Benedicto, un artista de corta, pero inmensa y profunda, carrera musical, que algún día ocupará el lugar que le corresponde a nivel nacional. Basta para comprenderlo escuchar sólo estas dos canciones:

 

 

Bibiano En Concierto (del Arquivo Gráfico e Documental de VOCES CEIBES)Por su parte, Bibiano Morón entró en el año 71, invitado por Vicente Araguas. La inclusión de Bibiano en el colectivo supuso una revolución y un remozamiento de los planteamientos iniciales del grupo respecto a la música. Bibiano era un declarado seguidor de la música rock y pop anglosajona: Beatles, Rolling Stones, Dylan… Así que sus progresivos planteamientos musicales chocaban de frente con los planteamientos austeros de Voces Ceibes (aunque en muchas ocasiones estos planteamientos eran más impuestos por la ideología que por los gustos estéticos, en un principio). Pero Bibiano también era un amante de la música folk tal y como se empezaba a plantear en muchos lugares: aquella mezcla de tonadas populares y sonidos contemporáneos que comenzaban o empezarían a practicar grandes grupos como los bretones Gwendal, los irlandeses Pentangle, los ingleses Jethro Tull, o los vascos Oskorri. Benedicto e Bibiano (en directo, año 76, 25 de xuño, Pabillón de deportes de A Coruña)

Bibiano y Benedicto se convirtieron en inseparables, colaborando en las grabaciones de los discos del otro (Bibiano en Pola unión y Benedicto en Estamos chegando ó mar) y dando actuaciones conjuntas en diversas partes de España, con el permiso de la  autoridad, como el espectáculo ofrecido en Madrid para presentar su primer trabajo con el mismo nombre Estamos chegando ó mar, también en el extranjero, en las casas de los amigos de España, en los centros sindicales, en los de los Partidos Comunistas, etc. Pero, sin lugar a dudas, su recital más memorable fue aquel ofrecido en La Coruña en el año 76, a beneficio del dirigente comunista Santiago Álvarez, entonces en la cárcel. El ambiente y la enorme tensión de aquel recital fueron, por fortuna, registrados en una grabación clandestina que se podía obtener con mucho secreto, y que fue reeditada por El Correo Gallego. Gracias a los amigos de A Regueifa puedes descargarte y oír este recital.

Bibiano: Estamos chegando ó mar Bibiano, que también trabajó con Zeca una temporada, sustituyendo a Benedicto, grabó tres LPs: Estamos chegando ó mar (1976), Alcabre (1977) y Aluminio (1979). Todos ellos tienen en común la música, una excelente mezcla de folk galaico y de rock progresivo bien templado. Por desgracia, como también le ocurriría a otros intérpretes y grupos de folk progresivo, cierto sector del público no veía con demasiados buenos ojos la mezcla de la sagrada gaita gallega con guitarras eléctricas y baterías: Bibiano fue duramente criticado por su versión en clave de rock progresivo del clásico "Negra Sombra", de Rosalía de Castro y Xan Montes. A las puertas de la década de los 80, muchos pensaban como en los años 30. Finalmente es en esta década cuando Bibiano se retira: abre la discoteca "Kremlin", en donde actúan nuevos grupos, convirtiéndose Bibiano en el padrino de la llamada Movida Galega. Bibiano ha tenido a bien subir todos sus discos para que los podías disfrutar en su web oficial: bibiano.org, por lo que no es necesario mostrar aquí algunas de sus canciones, si bien destacar algunas de sus canciones: "Estamos chegando ó mar", cuya idea vino cuando Bibiano regresaba a casa disfrutando de su permiso en la "mili" en Madrid, y que en las fechas en las que se grabó se convirtió en un optimista himno de esperanza (1975); "Amador e Daniel", dedicada a los obreros Amador Rei y Daniel Niebla, asesinados por la policía en ña huelga de Ferrol del 74; "Virán gaiteiros", una contagiosa canción que mezcla el amor por el folklore con la reivindicación social ("Eu teré a miña gaita e ti tamén terá-la túa"); o el "Adagio a Janis Joplin", psicodélica canción dedicada a la diva del blues-rock, a la reina del rock estadounidense, en donde Bibiano interpreta partes de "Bye baby bye" y "Move over", dos canciones míticas de la inolvidable Janis.

1970. OS PRIMEIROS ANOSY, por último, Suso Vaamonde. En realidad Suso, que vino de la mano de Xerardo, no era un miembro "plenario" de Voces  Ceibes, sino más bien un miembro ocasional, aunque fue uno de los que intentó mantener el colectivo vivo hasta el último momento. Los motivos de Suso Vaamonde eran bien claros: reivindicación de su lengua y su cultura y la lucha por la libertad. De Voce Ceibes, sea plenario u ocasional, fue el miembro más activo y prolífico, como Nin rosmar un laído (en directo, 1977) u Os soños na gaiola (1978), además de monográficos sobre grandes poetas gallegos como Celso Emilio Ferreiro. Suso falleció el 16 de Febrero de 2000. Para el recuerdo quedan muestras como este canto, de Nin rosmar un laído, "Vestida de aldraxe":

 

 

Conclusión

 

Voces Ceibes nació movido por una necesidad que era común a todas las nacionalidades y lenguas que pueblan España (incluso a la castellana en cierto sentido, ya que no se podía leer con libertad lo mejor de la cultura escrito en castellano): por supuesto, la denuncia de una sociedad injusta y la renuncia a una dictadura, pero también la reivindicación de una lengua y una cultura ultrajada, menospreciada, marginada y encima secuestrada. Su labor, junto a la de los poetas gallegos, fue esencialmente la dignificación de una lengua que durante años llevaba arrastrando el estigma de "rural" y "primitiva". Voces Ceibes, junto a otros como Xulio Formoso desde Venezuela (quien también nos visitó en su día), dieron el primer paso para conformar una canción de temática adulta en gallego, teniendo que luchar además con los oportunistas, con los Julio Iglesias y Juan Pardo, que se aprovecharon de una especie de moda. Más tarde tuvieron que dejar aparcados sus dogmas iniciales, acercándose al folklore de su tierra, descubriendo en él un tesoro escondido y valioso, y arrebatándoselo a quien lo tenía secuestrado. Como ocurre en todo movimiento artístico, los que vinieron después lo hicieron, o bien por influencia o bien por oposición, gracias a la labor inicial de Voces Ceibes. Por citar algunos: cantautores como Emilio Cao, Jei Noguerol, el propio Suso Vaamonde (Voz Ceibe ocasional) o Luis Emilio Batallán; grupos de folk como Fuxan os Ventos, A Quenlla, A Roda, Xocaloma… E incluso grupos de rock progresivo, siguiendo la moda de finales de los 70, como NHU. A las puertas de los 80, la Nova Canción Galega va dejando atrás los planteamientos políticos y se fijan más en la re-interpretación del folklore: surgen grandes grupos como Milladoiro.

La nueva década supuso en muchos casos el funeral de los viejos cantautores contestatarios, si bien los vascos y los catalanes pudieron contar todavía con un reconocimiento a nivel regional (no nacional). No fue éste el caso de los gallegos, que se retiraron la mayoría: en su caso fue o retirarse o folklorizarse (pero no como antaño), aunque surgieron grupos interesantes como Os Resentidos.

Cuando uno, madrileño de nacimiento, maternalmente extremeño y paternalmente castellano-leonés (es decir, sin ninguna relación de parentesco lingüístico inmediato con otra cultura que no fuera la castellana) mira hacia atrás, hacia un tiempo que no vivió, y mira al ahora, al tiempo comprendido entre 1979 y 2008, no puede evitar poner de manifiesto la paradoja existente referente a la música popular española: que en este país se oía más canción española no-castellana en los días de la dictadura que en los días de la democracia a nivel nacional. Aunque, en realidad, en el caso de la Canción gallega, esto no fue exactamente así. Las razones son difíciles de explicar, pero algunas ya las hemos dicho. El escaso apoyo por parte de algún sector relativamente pudiente de la sociedad regional puede ser un factor: la Nova Cançó tuvo un apoyo, aunque no tan grande como se pretende muchas veces y sólo en algunos casos (parece ser que Raimon nunca tuvo ese apoyo), de cierta burguesía catalanista; los vascos, intuyo (son conjeturas), pudieron tener en algún momento el apoyo de cierto clero vasco (al igual que pasa con el latín y el griego clásico, el clero fue en muchas ocasiones el encargado de mantener vivo el euskera); pero los gallegos, y esto les emparentaría con la canción en castellano, estaban prácticamente huérfanos, salvo (de nuevo al igual que los castellano-hablantes) el apoyo de algunos intelectuales como Manuel María, profesores como Xesús Alonso Montero, y sacerdotes próximos al Concilio Vaticano II y a movimientos de base. A parte de esto, la humildad de muchos de sus intérpretes, que no se veían a ellos mismo más que como cantantes vinculados a su tierra.

La Nova Canción Galega ha estado sepultada en muchas ocasiones bajo la losa del silencio impuesto, aunque recientemente se les hayan rendidos bien justos homenajes en Galicia, que han ayudado a revitalizar su ingente labor. Falta, como en todos los casos, un reconocimiento a nivel nacional, porque, mientras esto sea así, yo defiendo que la cultura española, la de verdad, no se escribe sólo en castellano de Madrid: se escribe en muchas lenguas, y quien dice se escribe dice se canta. Con esta serie de homenajes/ historia no he pretendido más que dos cosas: por una parte, la importancia a nivel regional, pero también nacional, de un grupo de jóvenes ansiosos de expresarse en su lengua materna; y, por otra, expresar mi más absoluta admiración hacia este movimiento, gracias al cual un madrileño aprendió gallego.

Por eso, disfrutemos una vez más de este tema de Benedicto, que bien puede resumir lo que Voces Ceibes supuso:

 

 

Fuente para todas las fotos y archivos sonoros: Arquivo Gráfico e Documental de Voces Ceibes

Fuentes documentales:

 

Ghastaspista?/ Historia

bibiano.org

Blog de Benedicto: Chiscando un ollo

Web de Suso Vaamonde: http://usuarios.lycos.es/susovaamonde/

NOTA y DEDICATORIA A VOCES CEIBES: aunque algunos de vosotros me habéis manifestado vuestra conformidad con la inclusión en este lugar de vuestros archivos sonoros, debo pediros disculpas por ello. No obstante, como muchos sabéis, esto se hace con ánimo educativo y documental, nunca lucrativo o como medio para piratear vuestras canciones. Aun así, la última palabra siempre es vuestra, y si no estáis conformes con la inclusión de estos archivos no tenéis más que comunicármelo. Tampoco quiero acabar sin dejar de expresaros mi admiración, respeto y, sobre todo, cariño a todos vosotros, y muy especialmente a Benedicto García Villar, por los buenos momentos que paso con vuestra música, por despertar mi conciencia, por hermanarme con vuestro pueblo, que siento como propio, y por enseñarme gallego. A todos vosotros y al resto de la Nova Canción Galega: GRACIAS

40 años de las asociaciones vecinales


3-AAVV Se cumplen esta semana 40 años desde la fundación y la legalización de las llamadas asociaciones de vecinos. Si bien comparadas con los grandes partidos y sindicatos su papel durante el tardo franquismo y la transición parece insignificante, fue, en realidad, una cosa bastante importante y significativa, pues parecía indicar que los tiempos estaban cambiando y la gente común, la de los barrios populares, así lo quería.
Estas asociaciones surgieron en el seno de las grandes ciudades españolas de entonces, las industriales, como Madrid, Barcelona o Bilbao, a menudo auspiciadas por la parroquia del barrio, que solía estar dirigida por un sacerdote afín al cristianismo de base (cuya labor evangélica en los barrios más humildes es tapada una y otra vez por la gran jerarquía), y sus asuntos y problemas los solían llevar casi desinteresadamente abogados laboralistas afiliados a alguno de los sindicatos de clase -ilegales- de entonces, pero muy especialmente CC.OO. La finalidad de estas asociaciones era reclamar mejoras para los barrios en masa, reuniendo firmas conjuntas de todos los vecinos; pero, a finales de los 70, en plena transición, muchas de ellas se manifestaron también a favor de la amnistía política total.
Pero, sin lugar a dudas, su gran reto vino precisamente durante aquellos duros años de finales de los 70. La gigantesca recesión económica de entonces, que había tardado en llegar a España, pero cuando lo hizo lo hizo por la puerta grande, dejó innumerables parados en estos barrios; al mismo tiempo la falta de escuelas no permitía la escolarización de aquellos niños, que se veían jugando en la calle cuando debieran estar en la escuela. Todo esto (paro, desescolarización, falta de ingresos) hizo mella en los barrios populares como Vallecas o Las Minas en las terribles formas de la delincuencia y la drogadicción. Me contó en cierta ocasión una mujer que vivió en aquellos días en Vallecas que fueron precisamente los vecinos los que dieron clase a sus hijos, que para luchar contra todo esto las asociaciones hicieron diversas actividades: recitales, conciertos, teatro, cineforum… Todo ello para luchar contra la miseria, la delincuencia y la drogadicción con la cultura en la mano.
Con la llegada de la democracia la importancia de las asociaciones vecinales fue decayendo, aunque permanecen algunas, muchas de las cuales las llevan históricos de estas luchas barriales. El problema suele ser a menudo, como ha ocurrido aquí en Getafe con una que parecía que podía lograr cosas, que el grupo político que esté en la oposición suele meter en ellas cierta mano negra, no se sabe bien cómo, y las asesinan cuando las financian para convertirlas en grupos políticos con los que se pueda formar una posible coalición. Eso es una pena, ya que las asociaciones vecinales deberían ser independientes: el problema viene siendo, como digo, como ocurre en Getafe con muchas cosas que los vecinos demandan, que el politicastro de turno, haciendo gala de su capacidad oportunista y populista, con el fin de ganar votos (y no quiero mirar a nadie) hace suyo, para su programa electoral, estas reivindicaciones, convirtiéndolas hipócritamente en su caballo de batalla político personal.
Como he dicho, en aquellos años de finales de los 70, las asociaciones vecinales organizaban recitales de música. En los de Vallecas no faltó uno de sus más ilustres vecinos, presentando a los mandamases del ayuntamiento una queja formal:

Vengan a ver (Vallecas 75)

VENGAN A VER
LO QUE NO QUIEREN VER
Vengan a ver,
los que viven sin ver,
vengan a ver,
la luz de mi calle
que no se ve…
VENGAN A VER
LO QUE NO QUIEREN VER
Vengan a ver,
el palacio irreal
que inauguramos ayer
con alfombras de barro
y tapices de papel,
a la luz de la una,
a la luz de la luna,
a la luz de las dos,
a la luna de las tres.
VENGAN A VER
LO QUE NO QUIEREN VER
Vengan a ver,
los jardines y los parques
que podríamos tener.
Vengan a ver.
Vengan de una vez.
Vengan de uno en uno.
Vengan desarmados.
Vengan, atrévanse.
No traigan sus perros.
Venga, no amenacen.
Miren, mejor no vengan.
Venga, váyanse.
Venga piérdanse.
Venga, muéranse.

letra y música:
Luis Pastor

Y también llamando a la acción a los vecinos:

Plan parcial

Un, dos…
Un, dos, tres y
¡Vamos! No lo pienses más,
¡Únete a tus vecinos!
¡que te pilla el plan parcial!
Los que nunca aquí vivieron
han elaborado un plan,
han elaborado un plan,
pero se les ve el plumero.
¡Vamos! No lo pienses más,
¡Únete a tus vecinos!
¡que te pilla el plan parcial!
Han elaborado un plan
para dejarnos sin casas,
sin vecinos, sin amigos,
¡y aún creerán que nos hace gracia!
¡Vamos! No lo pienses más,
¡Únete a tus vecinos!
¡que te pilla el plan parcial!
¿Quién ha dado vida al barrio?
¿Quién tantos años vivió
sin luz, con barro, sin agua?
¡Ese hemos sido tú y yo!,
tú y yo, un día y otro día
luchando por un jornal,
jornal que nos es robado
por los mismos que han hecho el plan.
¡Vamos! No lo pienses más,
¡Únete a tus vecinos!
¡que te pilla el plan parcial!
El plan lo haremos nosotros:
un plan distinto, verás;
razón y fuerza son nuestras,
también sabemos pensar.
De aquí no nos hecha nadie.
De aquí no nos moverán.
Si nos buscan aquí estamos.
¡Y VIVA LA ORGANIZACIÓN POPULAR!

letra y música:
Luis Pastor

Historia de la canción de autor: la canción en la sociedad (II)


(Bibiano Morón en la Festa dos Traballadores -Arquivo Gráfico e Documental de VOCES CEIBES-)
Dijimos en la entrada anterior que la sociedad española dio un paso de gigante entre los años 60 y mediados de los 70: cada vez más, la gente iba perdiendo el miedo a hablar, diversas causas, propias o ajenas, habían llevado a una politización de la calase trabajadora hacia 1975 (aunque fuera un proceso que venía de antes), al tiempo que diversos mitos franquistas iban despedazándose. En esto contribuyeron varias fuerzas y causas sociales: negativamente, es decir, desde causas negativas a efectos positivos, la violencia represora de los cuerpos de seguridad del estado: muchas personas que no querían saber nada de política descubrieron que no era necesario implicarse para que te detuvieran o te golpearan en el transcurso de una manifestación por el simple hecho de pasar casualmente por allí; la crisis económica que se comenzó a sentir plenamente en 1975; las huelgas y manifestaciones que ésta provocó y su violenta represión. Pero también intervinieron en este proceso positivamente diversas fuerzas sociales que operaban activamente: por supuesto, los sindicatos, ilegales entonces, que, por otra parte, eran el único vínculo semi-permitido entre los simpatizantes y sus partidos; las parroquias de los sacerdotes cristianos de base, que estaban haciendo mella en los barrios humildes de las grandes ciudades; las asociaciones de vecinos, amaparadas generalmente por estas parroquias; la progresiva, a veces, libertad de prensa (aunque no fuera homogénea y esa libertad relativa se refiera simplemente a la gestión de Pío Cabanillas como ministro de Información y Turismo); los abogados laboralistas; y, finalmente, la gente del mundo de la cultura: escritores, poetas, actores, dramaturgos, periodistas, cantautores y grupos musicales que eran conscientes, por decisión propia, de hacer su trabajo dirigido al público que ellos querían. En su caso, el público que ellos más deseaban se les resistía por las razones que vimos en la anterior entrega, y que pueden resumirse principalmente en dos ideas básicas: desconocimiento y miedo. Así que el público de los cantautores era bastante reducido en sus comienzos: universitarios e intelectuales que, generalmente, ya sabían de lo que se les estaba hablando. El siguiente paso fue cantar para los que necesitaban oír realmente lo que estaba ocurriendo, pero no desde una perspectiva elitista y snob, propia del despotismo ilustrado, sino desde unas ansias solidarias de situarse al lado de las clases humildes y un afán de explicar las cosas. Sería, por primera vez, cuando algunos cantautores, especialmente los que provenían de familias más o menos de clase media, verían que sus mensajes se ajustaban completamente a la realidad y al sentir de la sociedad de entonces: una sociedad a la que le había costado, a veces sangre, comenzar a despertar y plantar cara. 

Remontándonos a los principios: muchos de los cantautores de la Nova Cançó pertenecían a familias de clase media con tendencias liberales: sus padres eran médicos, abogados, profesores; los fundadores de Setze Jutges, por ejemplo, eran profesores. Aunque en otras circunstancias este hecho hubiera sido meramente accidental y nada importante, a mediados de los 60, con unas diferencias sociales enormes, este hecho, aunque no muy determinante, era bastante importante para tener en cuenta, especialmente para sus detractores. Bien es cierto que en ninguno o en muy pocos casos se llega al paternalismo, pero para muchos era un dato importante para rechazar el mensaje: para sus detractores era un argumento de peso para poder sentenciar que esta gente no tenia motivos reales para quejarse, mientras que las clases humildes no veían claro que unas personas con niveles de vida bastante más altos que los suyos fueran capaces de expresar lo que a ellos realmente les pasaba. Este dato lo aporta Manuel Vázquez Montalbán, escritor que defendió la Nova Cançó, pero que también ofreció críticas a ella. Ciertamente, dentro de las universidades el mensaje era acogido con entusiasmo y fervor, pero, como expliqué en la entrada anterior, acerca de la experiencia desastrosa de un recital de Canción del Pueblo en una aldea castellana contada por Antonio Gómez, el ambiente que había fuera de la universidad era bien distinto: cuando salían a dar recitales en lugares así, los cantautores se encontraban de frente con otra realidad que estaba conformada por varios fenómenos: la incultura, el desconocimiento, la prudencia (o miedo)… Posiblemente en esos choques con la realidad, bien distinta de lo que era el pueblo que explicaba Karl Marx, bien ajena a los conceptos de materialismo dialéctico y lucha de clases, los cantautores vieron la urgente necesidad de hacer una canción comprometida diferente, más de «situarse con» que «cantar para»; y tal vez, como idea muy peregrina, esto influyera en el acercamiento de algunos cantautores a formas musicales más folklóricas. Comenzaron a recbir cursos acelerados de «populogía» y «proletariología», a escuchar a la gente de la calle y a comprender que había mucho más de lo que pudiera parecer en León Felipe, en Machado, en Espriu, etc. de lo que en principio parecía, y que el pueblo merecía comprender mediante la poesía lo que le pasaba y lo que quería.
No obstante, la diferencia de clases, a veces falsa y propugnada por medios interesados, no resulta tan determinante como los fenómenos de miedo y desconocimiento: a fin de cuentas, antes, durante y después, surgieron siempre cantautores que venían del pueblo; por citar a algunos: Manuel Gerena (electricista de profesión), José Menese (ambos de Puebla de Cazalla, Sevilla), Elisa Serna, Luis Pastor, Joan Manuel Serrat, y, hecho que se empeñaron en ocultar continuamente con miles de cuentos sobre sus posesiones y su vida privada, Raimon, aunque de ellos distinguiríamos de entre los que pasaron por la universidad como estudiantes (Raimon) y los que no (Luis Pastor), en donde encontramos una curiosa transfusión en la que unos adquieren la cultura que no han podido adquirir hasta entonces, y otros la fuerza popular, la rabia de las clases trabajadoras. Pero esta situación iba a cambiar muy pronto.
Ya en 1970 se producían los primeros acercamientos. En este vídeo sobre el espectáculo «Castañuela 70», algunos miembros de Tábano explican como los obreros que trabajaban en las salas les confesaban que, tras la función, entre ellos hablaban sobre lo que habían visto:

Los historiadores suelen señalar que, durante la transición y el tardo-franquismo, hubo varios motores sociales que contribuyeron al cambio. Haciendo una lectura algo libre de esto, podemos hacer una escala de lo más lejano, por imposibilidades legales, a lo más cercano al pueblo: en primer lugar los partidos políticos y asociaciones de toda tendencia que no estuvieran enmarcados en los principios del Movimiento; en segundo lugar, los sindicatos, dependientes (excepto la anarquista CNT y la obrero-católica USO) de los partidos, también ilegales, pero relativamente tolerados (y con mucho ojo en lo de relativo: no conviene olvidar que los 70 se abren con el llamado proceso 1001, que encarcela a varios miembros de CC.OO que no vuelven a la calle hasta que muere Franco, con la primera amnistía concedida por el rey); y, finalmente, las asociaciones de vecinos y las parroquias de los curas progresistas, que suelen gestionar, junto a los abogados laboralistas, dichas asociaciones. En las parroquias progresistas y en los clandestinos centros sindicales está la clave para entender como la cultura, y más propiamente hablando, la cultura de izquierda, se introduce en los barrios y en algunas aldeas.
En aquellos recitales que los sacerdotes o los distintos sindicatos realizaban, los obreros, las amas de casa, los viejos campesinos, oían un lenguaje nuevo para ellos, que a veces en realidad databa del siglo XVII: estaban oyendo en esos recitales de poesía y música todas sus inquietudes, todos sus miedos, toda su rabia: ni siquiera necesitaban tener simpatías políticas, ni saber quién era exactamente Antonio Machado o Pablo Neruda, ni tampoco les estaban diciendo lo que querían oír; en palabras de Tuñón de Lara sobre José Antonio Labordeta, no era cantar al pueblo, sino cantar con el pueblo. El público que tenían era mayoritariamente joven desde siempre, pero progresivamente, durante los mediados de los años 70, los auditorios, siempre que el precio fuera asequible -tan asequible o gratuito como lo podía ser en la parroquia- comenzaron a llenarse de gente de edades muy diversas: como hemos dicho, desde jóvenes estudiantes, pasando por obreros de mediana edad y amas de casa, hasta ancianos campesinos, sin olvidar tampoco a los niños. EL recital de Raimon en Madrid en 1976 reunió a centenares de personas, compuestos mayoritariamente por jóvenes y estudiantes, pero también por obreros de mediana edad, por amas de casa, padres con niños, ancianos… Esta actuación de Raimon de finales de los 70 nos sirve para ejemplificarlo:

Sobre las edades del público, sería conveniente hacer una reflexión sobre la música. La música de los cantautores, en general, nunca fue excesivamente compleja, excepto en algunos casos de cantautores que preferían las enormes posiblidades que la música contemporánea les ofrecía (Hilario, Pau…): por un lado, aquéllos que optaban por el folklore, y por otro, aquéllos que preferían líneas musicales más sencillas, bien fuera para mantener la primacía del texto, bien, quizás, pensando en llegar a gente de todas condiciones, aunque no se renuncie a la creatividad musical.

Hacia 1975 la sociedad española está altamente politizada: en esto contribuyó todo esto, junto con la creciente crisis económicas y las huelgas. La clase obrera toma plena conciencia de su situación. La libertad sindical promulgada en 1976 ayudó a que ya nadie tuviera que depender del verticalismo para defender sus intereses: es decir, la voz de los trabajadores era ahora de los trabajadores. Pero hasta entonces, el creciente éxito de los cantautores entre las clases populares se debió principalmente al estado ilegal en el que estaban los sindicatos y los partidos: los cantautores se convirtieron en el nexo de unión para todos ellos, un centro en el que reunirse y expresarse, aunque se expresaran por boca de otro. Pero el recital constituía un evento liberador dentro de la falta de libertad de expresión del régimen, aunque fuera por el mero hecho de aplaudir palabras que hasta entonces nadie se atrevía a decir en público. Y ya, a finales de los 70, el recital se convirtió en un evento perfectamente propicio para gritar lo que fuera.
La fama contestataria de diversos cantautores, incluso de aquellos que estaban muy vinculados a su región, atravesó fronteras. No sólo en España se cantó en centros sindicales, sino en el extranjero: en Francia, en Suiza, en Alemania, en Italia… Se actuaba para sindicatos y casas de amigos de España, por llamar así a aquellas asociaciones que contribuían a dar mala imagen exterior del régimen y apoyar a la oposición. Obviamente, aquellos cantautores como Paco Ibáñez o Imanol, que vivían exiliados, pero muchos más como Benedicto, Nuberu, Labordeta, etc., asistían como participantes en aquellos mítines de partidos y sindicatos españoles residentes en el extranjero o foráneos, en donde compartían escenario con cantautores de todas partes del mundo. En el extranjero también se actuó en casas regionales de exiliados o emigrados; durante los años 60, el régimen, mediante las embajadas y las instituciones nacionales en el extranjero, llevaban a las fábricas que tenían contratados a emigrantes españoles mediante convenios con el gobierno a figuras importantes como eran Manolo Escobar o Carmen Sevilla; los centros disconformes les traían a los cantautores. Un ejemplo fue el de Amancio Prada, que cantó ante emocionados trabajadores gallegos que coreaban el verso rosaliano «Adiós ríos, adiós fontes».
No era casual. Piénsese en cuántos campesinos se vieron reflejados en «El niño yuntero» de Miguel Hernández, en boca de Serrat, de Luis Pastor, de Enrique Morente o de Francisco Curto; cuántos emigrantes se emocionaron al oír «Adiós ríos, adiós fontes» o «Mi Puebla se quea sola»; cuántos obreros contenían la emoción en un gesto afirmativo mordiéndose los labios al escuchar «Jo vinc d’un silenci»; cuántas mujeres se vieron reflejadas en «Reina Perola». Contrario a lo que hemos dicho arriba sobre la generalidad de los primeros cantautores, en realidad muchos venían del campo, de los pueblos, de las fábricas: sus padres, sus abuelos, sus vecinos y sus paisanos estaban allí presentes, en sus canciones. Allí estaba lo cotidiano de su vida, su rabia, sus ilusiones, su desesperación. No sabría decir si la canción de autor entró en la clase obrera o fue la clase obrera la que se metió en la canción de autor.

Historia de la canción de autor: La canción en la sociedad (I)


Aunque ya hablé en otro momento de cómo influyó la canción de autor en su tiempo, el por qué de esta influencia, y la importancia y compromiso que el cantante adquiría con su público, voy a enfocar el tema ahora desde el lado del público, teniendo en cuenta que el público fue muy variable a lo largo de los años. La idea principal es de cómo se comenzó a cantar únicamente en los círculos universitarios, para acabar cantando en medios obreros y campesinos, e incluso internacionalmente.

Fijándonos en los inicios, a veces imprecisos, de la canción de autor. Dos de los primeros en grabar algo que pudiera considerarse canción de autor en español fueron Paco Ibáñez y Chicho Sánchez Ferlosio, a parte de la precursora de la Nova Cançó, Teresa Rebull, que cantaba desde finales de los 40 (Rebull era una exiliada que había sido enfermera y militante del POUM durante la guerra). Paco comienza su andadura tímidamente en el 59, con la primera musicación que hizo de un poema -de Góngora, en este caso-: gracias al apoyo de los cantautores franceses y sus círculos, y a la simpatía que los izquierdistas franceses, especialmente los universitarios, profesaban entonces a los españoles opuestos a Franco, Paco comienza a convertirse en un ídolo para los estudiantes franceses: sus palabras, aunque hechas con poesías castellanas, eran también válidas para todo aquel alumnado que en Mayo del 68 salió a buscar la arena bajo los adoquines. Chicho, por su parte, comienza grabando hacia el 63 en Suecia: «Julián Grimau, hermano» y otras canciones englobadas en una colección que salió allí como Canciones de la nueva resistencia española y Canciones contra el fascismo . Canciones de la nueva resistencia española venían sin firma y muchos creyeron que en realidad eran canciones de la guerra civil. Por ejemplo, Víctor Jara, cuando en un concierto versiona «La hierba de los caminos» la presenta como una canción que «nació en las llanuras de España durante la guerra»). Pero claro, hay que tener en cuenta que tanto Paco como Chicho graban en el extranjero. Cuando Ángel Álvarez lleva a Paco a su «caravana» (el programa de radio que presentaba), hacia el año 63, se le empieza a conocer en España, pero dentro de los círculos universitarios y siempre vigilado, hasta el punto de tener que volver a abandonar España.
La situación de los cantantes que vivían en España era algo diferente, pero no del todo.

 

Entre 1963 y 1968 comienzan su andadura los diferentes colectivos y cantantes semi o independientes de estos: la Nova Cançó Catalana, con Raimon como pionero (después, por supuesto, de Teresa Rebull, aunque ella tuviera menor repercusión incluso dentro de los Països Catalans), los Setze Jutges y el Grup de Folk: los primeros y el espejo (sobre todo los Jutges) en los que se mirarán los siguientes colectivos; Canción del Pueblo, la Nueva Canción Castellana (aunque en este momento lo que los periodistas llamaban la Nueva Canción Castellana no era más que un truco publicitario, imitando la denominación catalana, que comprendía ciertos cantautores no tan duros y explícitos como lo eran Canción del Pueblo); la Euskal Kanta Berria (nueva canción vasca), con Ez Dok Amairu; y la Nova Canción (a veces Cantiga) Galega, con Voces Ceibes. A estos añadir también, más antes, después o durante, Manifiesto Canción del Sur, Nuevo Flamenco, Nueva Canción Aragonesa, Nueva Canción Canaria, Canciú Mozu Astur… y los primeros intérpretes de música tradicional, especialmente castellana, que configurarán más adelante el folk patrio. Todos ellos, a pesar de sus peculiaridades lingüísticas y temáticas -pero no ideológicas, por lo menos no en la superficie- tienen un escenario-origen común: la universidad, y un público común: los estudiantes.
En aquellos inicios, asociaciones (clandestinas) o sindicatos (ilegales) de estudiantes organizaban, a veces en colaboración de algún profesor, recitales en los colegios mayores. Tal y como dice Raimon en una entrevista de hace pocos días a «El País«:

«(…) Cuando empecé, el mundo era otro y nadie cantaba en los teatros en solitario si no eras Antonio Machín. Lucho Gatica, por ejemplo, actuaba en las salas de fiesta como el Emporium. Después estaban los cantantes que iban con compañías de variedades y salían en la segunda parte. (…) El recital en mi época no existía. Lo tuve que inventar porque no me veía cantando Diguem no en una sala de fiestas. Así que recurrí a otros espacios como universidades y sacristías. Inventamos una nueva manera de hacer las cosas, porque la cançó era diferente. Durante la dictadura usamos todo tipo de lugares para luchar. Después, el mejor lugar para apreciar nuestra música eran los teatros.»

Efectivamente, en los primeros años, entre el 63 y el 68, los cantautores son considerados un género minoritario, y, muy probablemente, se consideraran a los catalanes, vascos y gallegos como algo así parecido a asociaciones culturales folklóricas. Lo demuestra el hecho de que ante la perspectiva y las protestas que levantó el que Raimon representara a España cantando en catalán, «Se’n va anar», en el Festival del Mediterráneo, Fraga, entonces ministro de Información y Turismo dijera «no pasa nada porque haya una canción en catalán». Otra cosa hubiera dicho si pudiera haber previsto que arrasó, lo cual, como consecuencia, conllevó que las autoridades estuvieran mucho más pendiente del xativés. No obstante era Mayo del 68, y, dada la simpatía que los jóvenes franceses contestatarios profesaban a los renegados españoles no era de extrañar que sintieran curiosidad, respeto, admiración y solidaridad hacia aquellos cantantes que simbolizaban todo aquello que respetaban y admiraban en sus compañeros españoles: Paco Ibáñez y Raimon serían los primeros en tocar en el Olympia de París, con un público que era casi mitad español, mitad francés; les seguirán Lluís Llach, Pi de la Serra, Manuel Gerena, Pablo Guerrero, Ovidi…
El caso es que el círculo de actuación de los cantautores era muy reducido, principalmente dos, que son los que nombra Raimon. En la universidad siempre se ha cocido el pensamiento crítico y el ánimo de la subversión (hablar de subversión en la era del franquismo no debe conllevar para nada matices peyorativos); así que, siendo la mayoría de ellos universitarios (excepciones son, por ejemplo, Luis Pastor, Serrat, Elisa Serna y Manuel Gerena), e incluso alguno profesor (Celdrán y Labordeta), no era de extrañar que se eligiera este primer circuito, en donde el público era más abierto, más receptivo y entendía de lo que se le hablaba. El segundo escenario eran las capillas de los curas progresistas: después del Concilio Vaticano II, propiciado por Juan XXIII y continuado por Pablo VI, los sacerdotes españoles más jóvenes adquieren una conciencia muy crítica de lo que ha sido el papel de la iglesia española en la sociedad y deciden actuar. Crean charlas, debates, ayudan a asociaciones vecinales, promueven la erradicación del analfabetismo en las zonas rurales (y no tan rurales), y llenan las iglesias de música: los coros de jóvenes por un lado, que lo primero que cantan son adaptaciones de Aguaviva y Nuestro Pequeño Mundo, y por otro, la celebración de recitales de cantautores que, ante la negativa o imposibilidad de celebrar sus conciertos en salas, auditorios o teatros, encuentran entre la congregación joven del barrio un público valioso y entregado. La labor de estos sacerdotes no acababa tampoco aquí: González Lucini, autor experto en la canción de autor al que me he referido varias veces, declara en Crónica de los silencios rotos como su primer acercamiento a la canción de autor fue gracias a un joven sacerdote que le regaló el primer EP de Raimon. De estos recitales parroquiales saldrían también nuevas figuras, siendo Luis Pastor el más notorio. El único cantautor, aunque fuera justo esa noche en la que se revelara como un cantante testimonial, que tocara en un teatro en España, fue el argentino residente en España Alberto Cortez, que hasta entonces había sido un cantante de temas comerciales; aquella noche de 1967, Cortez llenó el teatro de la Zarzuela (creo recordar) con la música andina de Atahualpa Yupanqui y los versos de Antonio Machado.

Pero, ¿qué ocurría fuera de estos ámbitos de acción? Se resume en una idea, aunque parezca mentira: era demasiado pronto todavía.
Desde el año 40, con la victoria de los nacionales el año anterior, se impone en toda España un régimen totalitario que pretende estar día y noche en la vida, tanto pública como privada, de todos los españoles, y lo hará de dos maneras. La primera de ella, la más vistosa, era la eliminación física de cualquiera que pudiera representar una oposición, por mínima que fuera, al pensamiento nacional-sindicalista y nacional-catolicista del régimen. La segunda, aunque pudiera parecer más inofensiva, no obstante tendrá unos efectos devastadores en el subconsciente de los españoles: se basaba en la repetición de consignas y canciones. En las escuelas se rezaba a diario, los curas enseñaban que los enemigos de España eran enviados del infierno, se cantaba el «Cara al sol»; en los años 40 y 50, toda agrupación juvenil, evidentemente dirigida por el partido único, tenía su himno, en el que se recordaba insistentemente a Franco, José Antonio y su identificación con el imperio español y los héroes medievales de la reconquista. En las prisiones, a los presos políticos se les obligaba a cantar también «Cara al sol» o el «Oriamendi» en Navarra y País Vasco. Ante la acción de eliminar al rival político, la gente tenía miedo y callaba; pero de la segunda acción no podía escapar nadie: de eso ya se ocupaba el aparato propagandístico del régimen, encarnado en el NODO, que se pasaba en el cine antes de la película, que era junto con la radio la única distracción que la gente de a pie tenía ante la amarga realidad. En el NODO, e incluso en la película, se explicaba como el régimen velaba por los trabajadores y los campesinos, que estaba ahí para ellos, que el sindicato vertical podía solucionar todos sus problemas… Una mentira que algunos creyeron a fuerza de verla repetida, otros por confianza o desilusión, y otros que jamás se la creyeron, pero que no tenían más remedio que callar. Estamos hablando ahora mismo de una derrota moral a la población trabajadora propiciada por un total desarme ideológico, excepto los días de fiestas patrióticas. Silencio y resignación eran los lemas: la resignación era recomendada por el clero de la guerra. Éste aleccionamiento ideológico pesó sobre las clases humildes, especialmente rurales, hasta el año 74 ó 75 por lo menos.
Así pasaba como nos cuenta Antonio Gómez, teórico e ideólogo de la canción de autor, y más concretamente activista de Canción del Pueblo, de cuando en el año 68 el colectivo fue a dar un recital a un pueblecito castellano, convencidos del éxito que iban a tener, teniendo en su mente aquella idea, dice el honesto Antonio, que ellos tenían de «el pueblo». Lo que ocurrió fue que al evento no acudieron más que dos muchachos algo despistados sobre qué era lo que se iba a celebrar. La decepción del colectivo fue doble: tanto artística como ideológica. Pero nada se le puede achacar a ellos: la verdad es que era demasiado pronto. Pero las cosas iban a cambiar pronto para ellos y para mucho respecto a la receptividad de un público que al principio o desconocía su labor o se le resistía, por varios factores.
Aunque siempre insisto en esto, que no debe constituir una alabanza total hacia Fraga, lo cierto es que su llegada a la cartera de Información y Turismo supuso una pequeña brecha por la que se iban a colar sutilmente cosas muy interesantes en literatura, cine, música, publicaciones, etc. El comentario de entonces para compararlo con su antecesor Arias Salgado era «Con Salgado todo tapado. Con Fraga hasta la braga». Fraga, en cine, al contrario que su antecesor, no se fijaba tanto en la impudicia como en posibles mensajes políticos. No obstante, era obvio que Fraga era mucho más liberal que su antecesor. Ya a finales de los 70, la llegada de Pío Cabanillas a esta cartera dio a los periodistas y a muchos profesionales de la opinión artística mucha libertad: bajo su cartera se gozó del período de libertad de opinión y artística más amplio que el régimen había conocido. Lo que ocurrió fue que en el año 74, ante la reacción del búnker, la cabeza de Pío Cabanillas fue la primera de los ministros liberales en rodar. Se volvió entonces a una nueva etapa de oscurantismo artístico y publicativo.
A pesar de la gestión del ministro Cabanillas, nadie debe llamarse a engaño: la censura seguía existiendo, y no se había ablandado para nada. Cabe recordar que la censura, a menudo, era un mecanismo bastante desestructurado que dependía casi exclusivamente del gobernador civil. Por otra parte, la censura era total en casos muy contados: nadie en su sano juicio entonces mandaría una canción, un poema, una obra de teatro o una obra cinematográfica demasiado explícita. En la canción, por ejemplo, se solía dar el visto bueno para su grabación y posterior venta, pero impedir su radiación; en los recitales, las mismas canciones que eran posibles de radiar eran presentadas ante el gobernador civil: este decidía si esa canción sería interpretada o no. De esta manera, el mecanismo censor del régimen creía así cubrirse las espaldas ante obras que cuestionaran la paz y cohesión del país. No obstante, a pesar de sus esfuerzos, los mismos cantautores que aparecieron entre el 63 y el 68, junto a otros nuevos, fueron adquiriendo mayor protagonismo y presencia en la sociedad. Quizás el período ministerial de Cabanillas y su liberalidad hubieran tenido algo que ver, pero aún así, no fue lo determinante. La sociedad iba cambiando, las cosas se veían de otra manera, y la misma gente que años atrás guardaba silencio o creía por resignación en la mentira nacional-sindicalista, comenzaba a hablar sin miedo.

Entre los años 73 y 75 lo que se produjo fue una total toma de posiciones por parte de todos. Los obreros y campesinos (aunque éstos menos) comenzaban a tomar conciencia de clase. Para el año 74, la sociedad estaba sumamente politizada: la izquierda (en general) había penetrado en la sociedad abrumadoramente mediante publicaciones, cine, libros, discos. La clase obrera, alimentada también por la visión del mundo que tenían los obreros más jóvenes, comienzan a adquirir una visión más crítica de la sociedad y del gobierno. Fueron varios los factores los que propiciaron este cambio. El ya mentado ministerio de Cabanillas, aunque no determinante, fue importante para que la sociedad descubriera otros modos de pensar en el mundo y en España. Sumar a esto la labor de los curas jóvenes de barrios y aldeas que hemos indicado arriba, y la fuerza que los cristianos de base y su sindicato, USO, había ido ganando. Amén de todos los productos culturales que se fueron publicando gracias, en parte, a la liberalidad de este ministerio. Prueba de esto lo constituye el resultado de las elecciones sindicales del año 75, en las que CC.OO decide presentarse a cara descubierta a los puestos de base y los gana abrumadoramente, frente al verticalismo, que copa los puestos de arriba («Aunque no lo parezca, ganó el equipo colorado», decía el eslogan de Comisiones): esta victoria no fue ni mucho menos casual. aunque todo esto es interesante e importante, el factor determinante es que, aunque fuera sutilmente todavía, los efectos de la crisis económica mundial comenzaban a sufrirse en España, y la sufría, cómo no, la clase trabajadora. A parte, pero no ajeno a esto, era que cada vez menos gente se creía el dogma nacional-sindicalista, principalmente por experiencias propias: los despidos, las regulaciones de empleo y el nulo caso que el sindicato vertical hacía a los trabajadores ayudó a acrecentar este escepticismo hacia las instituciones franquistas, especialmente hacia aquellas destinadas a las relaciones laborales. Todo esto, junto a la represión violenta que se aplicaba a todas las huelgas que empezaban a ser más numerosas y más intensas que en años anteriores, ayudaron a hacer ver a muchos que el verticalismo, el régimen y, por extensión, su fundador y cabeza máxima no eran realmente los auténticos veladores y benefactores de la clase obrera.
Esta misma clase trabajadora requiere su puesto y sus lugares para manifestarse: y aquí es en donde entran, entre otros, los cantautores.

Historia de la canción de autor: 1975-1980



Por resumir someramente lo narrado hasta ahora, diremos que el panorama que se vivía en el mundo de la canción de autor a principios de los años 70 era sumamente contradictorio: por un lado, nunca había estado tan de «moda» protestar (algún camaleón quiso hacer su agosto aprovechando el tirón), pero, por otro lado, estaba volviéndose una práctica peligrosa de nuevo. Si bien, ciertos elementos gubernamentales podían tolerarla porque generaba dinero, también se hacía lo imposible para taparla: prácticas que iban desde la incontestable prohibición gubernamental, pasando por la vigilancia policial, hasta enviar a los matones de Cristo Rey a reventar el recital. Sin embargo, en radio y en televisión había llegado una nueva generación de profesionales: los Ángel Álvarez con su caravana (título de su programa), los Carlos Tena, los Moncho Alpuente, los Ismael con su Banda del Mirlitón, e, incluso, cabría hablar de la labor de des-sentimentalización, psicodelización, erotización e ironización deValerio Lazarov como director de TVE. Este panorama brindaba a muchos cantautores el poder subir a un escenario público, ante toda España: tal fue la muestra del perdón nacional-popular a Serrat por negarse a cantar en Eurovisión si no lo hacía en catalán: un concierto en el 74 dentro del espacio «A su aire».
Pero si bien comercial, artística y mediáticamente la situación era relativamente buena, no lo era tanto políticamente. A nivel internacional, los primeros 4 años de la década habían entrado con un ruido ensordecedor: la matanza de los estudiantes de Kent State, en EE. UU, el golpe de estado de Pinochet y su violenta y condenable represión contra la población civil, la Revolución de los Claveles portuguesa… Muchas cosas a la que el régimen franquista no era ajeno, y le empezaba a ver las orejas al lobo, pues, siguiendo lo ocurrido en Portugal, y en su manía de no abrirse del todo, el régimen decidió endurecer sus últimos años de existencia: dentro del país sucedían cosas que parecían presagiar que al general se le acababa el invento y que, aunque ya son de vox populi, siempre conviene recordar: ya no eran sólo las huelgas de estudiantes y trabajadores, ni siquiera eran solamente los atentados de las bandas armadas; era incluso algo más grave: el régimen corría el riesgo de perder sus dos pilares fundamenteales: parte del clero se había declarado en oposición y en rebeldía contra el régimen, los curas rojos, como se los llamaba -con más o menos justicia, según casos- y se les aplicaba el mismo tratamiento que a los presos políticos «comunes»; y, por otra parte, la Revolución de los Claveles puso en alerta al régimen, que descubrió elementos discordantes en el ejército: procedió a disolver a la UMD (Unión Militar Democrática) y encarcelar a sus miembros.

Fue por esos tiempos cuando sucedieron dos hechos que, de alguna manera, dignificaron la canción de autor (aún más). El primero, un hecho triste, fue el asesinato de Víctor Jara en 1973: pienso que aquel hecho fue análogo al asesinato de Federico García Lorca, pues demostró que el «cantante social» podía estar tan en el punto de mira como cualquier responsable político: esto quería decir que el cantante, quisiera no, tenía cierto protagonismo político-social. El segundo, mucho más alegre, fue la acertada elección por parte de los militares portugueses de la canción «Grândola, vila morena», del cantor portugués José Afonso; este hecho, demostró a su vez, que el cantor era capaz de remover conciencias y -sé que en mí ya sueña trillado- alimentar esperanzas. Sin embargo, no fue por estos hechos únicamente, aunque contribuyeron, que al llamado «cantante social» se le empezara a tomar muy en serio, con lo de positivo y negativo que esto conlleva.

Por supuesto, toda esa seriedad puede llegar a ser insoportable, sobre todo si se aspira sólo a hacer canciones: de ahí la feliz ocurrencia de la canción satírica, tan eficaz, o incluso más, que la canción seria o convencional. Aquí brillaron con luz propia autores satíricos como fueron y son Pi de la Serra, Las Madres del Cordero, Javier Krahe, Desde Santurce a Bilbao Blues Band, e incluso Hilario Camacho, Jesús Munárriz y Luis Eduardo Aute (de este tema hablaremos más adelante).

Acababamos el capítulo anterior con una frase. Una día de Noviembre -el 20 para más señas- el presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, hablaba en un comunicado especial a los españoles; en tono compungido dijo aquella frase que muchos llevaban esperando: «Españoles, Franco ha muerto»… Uno ha leído mucho, visto muchas películas, documentales, etc., sobre aquel día: pero aún así, ni remotamente puedo sintetizar o condensar el caudal emocional que para muchos supuso tan ansiada noticia: era una pesadilla que ¿acababa?… Pudiera parecer que sí, pero incluso había sus dudas: aunque el sucesor del caudillo, el príncipe de Asturias Juan Carlos había (dicen, yo no juzgo) mostrado su intención de cambio, la presidencia de Arias Navarro pesaba como una losa todavía, y junto a él los pilares tradicionales del franquismo.
En 1976 se abrieron algunas libertades, especialmente de expresión, aunque los partidos y sindicatos seguían siendo ilegales. Pero de nuevo, el gobierno de Arias Navarro y el ministro de la gobernación, Manuel Fraga, daban una de cal y otra de arena, y parecían reacios a la apertura democrática.

Aquellos años 76 y 77 fueron unos de los más duros: curiosamente, muerto Franco, muchos lo recuerdan como un bienio de especial y masiva represión, debido a que fue un año políticamente muy activo, y más de uno vio la sombra de la guerra civil planear de nuevo sobre nuestras cabezas. Ocurrieron muchos sucesos desagradables, como los muertos de la manifestación obrera de Vitoria y otros casos más que aún están pendientes. José Antonio Labordeta recuerda que el 76 fue uno de los años más duros de entonces, debido a la reacción política oficial y extra-oficial. Los cantautores vieron como, al contrario de lo que se esperaba, se les prohibía subir al escenario, o les anulaban la actuación a mitad de recital, al mismo tiempo que parecían gozar de mucha más libertad de expresión, aunque fuera, de nuevo, muy relativamente. Los conciertos contaban con fuerte presencia policial (que no pagaba entrada) de uniforme y de paisano, dispuestos a actuar a la menor provocación -y si no eran los policías, eran los temidos grupos de ultraderecha-. Raimon cuenta como, de no haber sido por la sangre fría de su esposa, el responsable policial hubiera gaseado a todo un recinto en Madrid. Por supuesto, los cantantes tampoco se podían dar muchos «lujos», ya que, fuera directa o indirecta su responsabilidad, la multa la abonaban ellos. Por esa razón, la gobernación civil y el Ministro de la Gobernación (un tal Fraga, no sé si os suena) prohibían dichos espectáculos: no era de extrañar, pues se trataban de espectáculos en los que los gritos de «Amnistía y libertad» eran una constante; si bien había sido así ya antes, los recitales se convirtieron en auténticas manifestaciones políticas, regionalistas muchas veces, y antifranquistas todas.
Aun así, se multiplicaban los recitales en beneficio de los partidos, los sindicatos, los presos políticos: por ejemplo, el recital conjunto que dieron Bibiano y Benedicto en beneficio de Santiago Álvarez, dirigente comunista que estaba preso por entonces, y que se grabó y distribuyó en cassette clandestinamente. Empezaron a prodigarse los recitales multitudinarios, que consistían en contar con la actuación de al menos un cantautor por región (incluido Sáhara) y artistas invitados de Latinoamérica y Portugal. Muchos de ellos no llegaron a celebrarse por la presencia de banderas ilegales: dichas banderas no eran más que la ikurrina vasca y la senyera catalana entre otras banderas hoy oficiales y legales, por ende: eso fue lo que le ocurrió a «La trobada dels Pobles» en Valencia, por poner un ejemplo. Mucho más humilde, pero igual de bonito, eran los recitales de barrio: a finales de los 70, España no fue una excepción a la crisis económica, propiciada por una crisis energética derivada de la guerra árabe-israelí, y, quienes más sufrieron las consecuencias (sin que esto constituya novedad alguna) fueron los barrios populares de Madrid, Barcelona, Bilbao… En Madrid -caso que conozco más cercanamente- la miseria estaba sumiendo a barrios como Vallecas, San Blas y otros en la marginalidad; los vecinos, entonces, se organizaron para cuidar el barrio con diversas actividades: una de ellas consistió en los recitales que Luis Pastor, Suburbano y otros dieron por aquellos barrios: en el caso de Pastor, por Vallecas, por supuesto.

Por poner ejemplos de lo que se cantaba en esos cuatro años desde la muerte del dictador: «…por mucho que le llaméis no saldrá del agujero…» («Están cambiando los tiempos», Luis Pastor), «…y ya he visto a más de uno ir a rezar a ver si el Señor en su infinita bondad les resucita al general.» («Todos naufragan», Patxi Andión)… Sobran comentarios. Sin embargo, a pesar de todo, un espíritu de esperanza latía en la garganta de los cantores. En canciones y discos como «Están cambiando los tiempos»; de Luis Pastor, «Pola unión», de Benedicto sobre un poema de Curros Enríquez; «Canto a la unidad de verdad»; «Irabazi dugu» (ganamos) de Urko; o en los títulos de LPs como Estamos chegando ó mar (Bibiano), Está despuntando el alba (Los Juglares), Y todavía respiramos (Los Lobos), Presagi (Ramón Muntaner) Con la ayuda de todos (Joaquín Carbonell) en 1976, y ¡Choca la mano! (Elisa Serna), Despegando (Enrique Morente), … Y a cada paso que demos (La Fanega), Nacimos para ser libres (Luis Pastor), Alianza del pueblo nuevo (Manuel Gerena), Pola unión (Benedicto) o Ara és demà (Coses) en el 77 dejan entrever un nuevo espíritu de esperanza, de ansia de libertad, pero a la vez de gran solidaridad entre todos.
Y era necesario ese espíritu, ya que a pesar de entrar de lleno en la transición democrática (o segunda restauración borbónica), las fuerzas del estado esgrimían todo el potencial represivo del que disponían; a veces, las órdenes no venían de arriba, sino de un intermediario confuso: así, a lo largo de aquellos años convulsos, se siguieron practicando detenciones aleatorias, se siguieron haciendo juicios arbitrarios y se siguió matando gente… Los sucesos de San Fermín de 1978 o de Vitoria de 1976 son sólo dos ejemplos: estos por parte de la policía; por parte de Guerrilleros de Cristo Rey, la triple A y otros ultras sumaríamos unos cuantos más. En el otro extremo los atentados de bandas armadas de extrema-izquierda como GRAPO y ETA pondrían en peligro todo aquello. Aun así, la amnistía general y la legalización de todos los partidos y sindicatos, permitió a todos regresar a España.

Entre los años 76 y 77 se produjo un fenómeno de lo más curioso que, en parte, contribuyó a enterrar a la canción social o antroplógica. Como en otras ocasiones he contado, fuera por el gusto por lo prohibido o por lo que fuera, la canción protesta estuvo bastante de moda, incluso se hicieron canciones reaccionarias siguiendo esquemas de la canción protesta básica, el problema era la falta de libertad. Pues una vez muerto el dictador ese problema pareció desaparecer, y las grandes multinacionales discográficas empiezan a fichar a cantautores, incluso a aquellos que habían estado prohibidos en extremo (por ejemplo, Imanol). Hay muchos que dicen que la muerte del general descubrió a los auténticos de los farsantes entre los cantautores: extremo éste, en mi opinión, bastante falso (incluso creo que muchos que eran buenos cayeron heridos en el camino por este fenómeno de comercialización), pues es precisamente gracias a este fenómeno cuando la producción de discos de canción de autor y de protesta se duplica. González Lucini, en su libro Crónicas de los silencios rotos nos muestra un gráfico en el que se muestra como entre los años comprendidos entre 1963 y 1981 la producción de este genero alcanza su punto álgido en los años 75, 76 y 77. La explicación es simple: las grandes discográficas se esforzaban en buscar al nuevo Serrat o al nuevo Aute; el resultado fue bueno, en el caso de muchos cantantes y grupos que llevaban años intentando subir al escenario, pero en otros casos resultaron ser cantantes sin demasiada sustancia, de consignas, podríamos decir (NOTA: no conozco a ninguno de esos, todos los que pongo aquí se tienen bien ganado el puesto), e incluso, grandes oportunistas y farsantes, como Juan Pardo, un cantante correcto que descubrió que, muerto Franco, él también era un galleguista anti-franquista y editó Galicia. Miña nai dos dous mares en un ejercicio de -reconozcámoslo- buena música, pero también, de hipocresía y oportunismo exacerbado (aunque tal vez «cabronada», como dicen Miro y Benedicto, se ajuste más): Juan Pardo simplemente decidió subirse a un carro del que pensó podría sacar tajada (y lo hizo, sin duda), pero en desprestigio de los auténticos cantautores gallegos que tanto habían sufrido por subir al escenario (recordemos que, por ejemplo, Xerardo estaba exiliado). Hay más casos (María Jiménez, Camilo Sesto), pero éste fue el más sonado.
Después, el ir cada vez más pregonando la normalización y la democracia hizo el resto contra algunos de los que podríamos llamar «cantautores meramente políticos»: una especie de «casi-reacción» que casi logra incluso destruir a un cantautor tan bueno y prolífico como Víctor Manuel debido a la, según quienes, excesiva politización de sus textos en la 2ª mitad de los años setenta. El entierro político se produciría tras el 23-F; después se podría ver a algunos en recitales contra la OTAN, contra el servicio militar obligatorio, contra las centrales nucleares y lacras así que aún pervivían o perviven, junto a los nuevos valores de la canción de autor e, incluso, los grupos de rock duro.

Fue un largo camino, con altibajos, con difamaciones, persecuciones, prisión, exilio, pero siempre con poesías y con melodías, que eso eran, al fin y al cabo. Se podría decir que fue en la 2ª mitad de los 70 cuando alcanzan gran protagonismo y reconocimiento, pero también cuando se produjo la gran traición: después de haber cantado por ellos, algunos de los grupos políticos de izquierda, como el PSOE principalmente, les dio la espalda y condenó al ostracismo a muchos: quizás eran incómodos hasta para ellos, o quizás ya no les eran necesarios: en definitiva, según ellos, en España ya se respiraba libertad. De cualquier manera, muchos siguieron, y otros ahí están, y también los hay nuevos. Sea como fuere, su bonito legado ahí ha quedado, para todos, inmortal e intemporal, como las grandes obras de arte: y quien niegue esto, pues ya sabe de qué pie cojea. 

ENLACES DE INTERÉS SOBRE EL TEMA:

Recital por Santiago Álvarez de Bibiano y Benedicto: http://www.ghastaspista.com/historia/directo76.php

Oír/ descargar el Recital de Bibiano e Benedicto: http://www.aregueifa.net/benedictoebibiano.htm

Trobada dels Pobles y otros recitales prohibidos: http://www.luispastor.com/prensa.htm

Festival de los Pueblos Ibéricos:
-http://www.elpais.com/articulo/madrid/MADRID/MADRID_/MUNICIPIO/
Woodstock/madrileno/elpepuespmad/19960123elpmad_11/Tes

-http://www.ucm.es/info/hcontemp/madrid/universidad.htm


Hasta aquí la cronología más o menos acertada de la canción de autor desde su nacimiento hasta su supuesta muerte. De ahora en adelante nos ocuparemos de las diversas y distintas dimensiones que lo conforman en un fenómeno único, digno de estudio, admiración y respeto.

 

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