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V Aniversario: los mejores vídeos del año (1ª parte: Octubre, 2010-Marzo, 2011)


090708-BVMhkXVls24EAyer este blog cumplió sus cinco años de vida: no sé si será uno de los más longevos, pero es para anda más ancho que largo. La línea, no obstante, ha venido a ser un poco irregular, y, como todo autor, no entiendo la atención (para bien o para mal) que siguen teniendo algunas entradas frente a otras, que, en mi opinión, están mucho mejor. Este año introduje algunos cambios, quizás motivados por cambios personales más sintéticos que antitéticos, pues la línea anterior no se ha abandonado: los que lleven más tiempo frecuentando este espacio habrán notado una presencia mayor de músicas extranjeras y del rock. Como digo, ha resultado ser una síntesis con todo lo anterior que, en lugar de empobrecerlo, lo han enriquecido: fue algo positivo que vino a renovar la línea editorial y a sacarme de la sequía de ideas que atravesaba, coincidiendo además con la mudanza forzada del formato de los “live spaces” a wordpress, que quizás tiene más posibilidades y le llega a más gente. Y, por cierto, la posibilidad de decidir quién comenta y quién no es uno de los mejores inventos: se acabaron los trolls, los broncas, los fachas, los desquiciados y los creadores de opinión de los ranci-medios.

Para celebrar este 5º aniversario, traigo una recopilación de los vídeos más emocionantes para mí que han aparecido por aquí a lo largo de este año:

Por orden cronológico, la película de Basilio Patiño, Canciones para después de una guerra, acabada en 1971, era una obra maestra: acompañaba a las imágenes duras de la posguerra con música ligera de la época, que contrastaba con las imágenes de las colas de racionamiento. A pesar de haber recibido la mención de “interés general”, fue prohibida por el ministerio de Información y Turismo, y sólo se pudo estrenar en 1975. Una de las grandes escenas es ésta, en la que la “Bien pagá” en la voz del inmortal Miguel de Molina cobra un tremendo sentido al acompañar a las imágenes de las colas de racionamiento y de las asociaciones de caridad franquistas. Por esa misma razón, se la dediqué al papa tras su curiosa visita de este verano:

Si hay un vídeo que me ha entusiasmado y emocionado a lo largo de este año, ha sido este final de concierto del cantautor y compositor griego Mikis Theodorakis, ofrecido en su país tras la caída del régimen de los coroneles, mezclando dos canciones de su disco Romiosini, sobre los poemas del libro de Yannis Ritsos con el mismo nombre, escrito tras la II Guerra Mundial. En esta ocasión es el propio Theodorakis el que canta, y aunque su técnica no es muy buena, lo suple con energía y fuerza, junto a la emoción de un público que estrenaba la libertad en Grecia:

Y de cantautores a cantautores, de los contestatarios griegos a los contestatarios andaluces. Siempre me ha emocionado estas imágenes de los cantautores de los años 70 ofreciendo conciertos en las plazas de los barrios y de los pueblos, gratuitos, ante un público compuesto por personas de todas las edades, asintiendo a lo que el cantor les está contando y que ellos ya sabían. En esta ocasión, el gran Carlos Cano con su “Murga de los currelantes”, en la plaza de Pampaneira durante el año 77:

Y de Andalucía a Cataluña, el gran Ramón Muntaner, cantando este poema de Joan Oliver, “Cançó de carrer”, que es una de mis favoritas, en directo de Prat de Lluçanés, recogida en la película La Nova Cançó de Francesc Belmunt (1975):

Son grandes imágenes de aquellos que alimentaron con canciones una libertad naciente y unas reivindicaciones históricas que, por desgracia, siguen quedando por cumplir. Aunque no la recogimos como novedad, también fue uno de los descubrimientos del año esta actuación de Víctor Manuel con Ana Belén en Asturias, al aire libre, en homenaje al dirigente sindical comunista Horacio Fernández Inguanzo, “El Paisano”, extraído de la película El paisano (Ramón Lluís Bande):

Y el gran Quico Pi de la Serra, de la misma película de Belmunt, con su crítica a la cultura:

De cantautores nacionales a extranjeros… El festival de Woodstock ha llenado páginas en este blog, y no podía faltar mi canción favorita de uno de mis cantautores estadounidenses favoritos: Tim Hardin, un cantautor muy sensible que con su “If I were a carpenter” hizo saltar las lágrimas de la audiencia del titánico festival. Estas escenas pertenecen a la película apócrifa The Woodstock Outtakes:

Y es que los grupos de rock clásico estadounidenses de todo estilo encontraron aquí su sitio natural, por la profundidad de sus letras y su compromiso. Por ejemplo, The Band, el grupo de blues y country-rock que pasaron de ser meros acompañantes de Bob Dylan a grupo bandera de este estilo. Acompañando a las bucólicas escenas motorizadas de la épica Easy Rider (D. Hopper, 1968), crearon una de las escenas más bonitas de la película:

Y también los Byrds, los padres directos del folk-rock, que rendían un homenaje a los mineros galeses…

… en esta canción que era una versión de un clásico de nuestro siempre idolatrado Pete Seeger, sobre un poema que hablaba de las huelgas mineras de los pueblos galeses, escrito por Idris Davies:

El tributo que realizamos a la película Hair ocupó casi todo el mes de enero. En él, sin destripar la película, ofrecía mis impresiones sobre este gran musical (uno de los pocos que realmente me gustan). Para muestra, un botón, en donde creemos descubrir al mismísimo Bertolt Brecht o a los miserables de Víctor Hugo con flores en el pelo:

Que nos llevó a esta mezcla cargada de emoción realizada por la gran Nina Simone:

Otro de los grandes ciclos fue el dedicado a mis idolatrados Jefferson Airplane, el gran grupo hippie de los años 60, con la belleza estelar de Grace Slick. Junto a ellos, el festival de Monterey, interesante por ser el primer festival multitudinario de pop y rock, en donde se derrocha energía y entusiasmo. Éstas fueron sus dos actuaciones memorables recogidas en la película de D. A. Pennebaker, en donde el cámara, en el segundo vídeo, se queda prendado de la fascinante Grace. “High flyin’ bird”, un estándar del folk-rock, es el primero de ellos:

Y “Today”, esa balada de amor esperanzado:

Y una canción emocionante y excitante, un sencillo, “Go to her”, una canción que, sencillamente, te carga las pilas (no es una actuación, pero el vídeo merece la pena por lo bien hecho que está):

Y es que las canciones de Jefferson Airplane siempre me sientan bien, tanto si estoy eufórico como si estoy melancólico, pero son muchos más efectivos cuando veo sus actuaciones, como esta sorprendente interpretación de su “The House at Pooneil Corners” sobre los techos de la ciudad de Nueva York, en 1968:

O ésta, interpretando “Volunteers” en el festival de Woodstock, con Grace de nuevo enamorando (enamorándonos) a los realizadores de la película:

Y esta otra, para el especial Go ride the music!, interpretando su “We can be together”, con esa dulce forma de Slick de decir “hijoputa”:

Son canciones que, por otro lado, podrían haber acompañado ciertos acontecimientos recientes, tanto aquí como actualmente en Estados Unidos, y en su día en los países árabes… Este año fui invitado por mi amigo Antonio Gómez a la fiesta por el aniversario del CAUM, el Club de Amigos de la UNESCO de Madrid, en una noche que ha resultado ser una de las más memorables de mi vida, donde conocía por fin en persona a gente que sólo conocía por la voz, como Elisa Serna y Luis Pastor, con quien tuve una anécdota divertida al resucitar, de buen rollo, la rivalidad Berzocana-Trujillo. Éste es un extracto del acto, conducido por Antonio, y con la breve actuación de Luis:

Cambiando de tema, de época y de país, uno de los artistas que más me impresiona en sus actuaciones es el belga Jacques Brel: su técnica vocal, impecable, no es obstruida por sus ripios y giros en el escenario, en donde interpreta como un actor brechtiano la historia que narra su canción. “Mathilde”, esa canción de amor maldito imposible, es la que muchos consideran como el ejemplo supremo de la canción breliana, probablemente por esto:

y mañana más

Jefferson-Aeromodelismo: la azotea de la casa en las esquinas de Pooneil


rooftopY llegamos al final del disco, con una canción tremenda. Crown of Creation no es un disco conceptual o una ópera rock, pero junto a la portada hay tres canciones que definen el sentido apocalíptico y pesimista del disco: “Crown of Creation”, basado en el gusto de Kantner por la literatura de ciencia ficción (no es un caso único: parecía ser un gusto general entre los músicos hippies, como Jim McGuinn), en el que deja ver un espacio para la esperanza a pesar de la destrucción; “Ice Cream Phoenix”, ese poema apocalíptico de Jorma Kaukonen, en el cual la gente se ama a pesar de que no haya mañana; y la de hoy, que tiene sorpresa. Como dice Jeff Tamarkin, autor del libro oficial sobre Jefferson Airplane Got a Revolution! (¿alguien sabe si está editado en España?) en la reedición del álbum, “The House at…” es el gemelo malvado de “The Ballad Of You & Me & Pooneil”, ese himno de optimismo y vitalismo hippie. Es su gemela porque guarda la misma estructura melódica al principio: de hecho, la distorsión con la que comienza “The House…” es la misma con la que acaba “The Ballad…”; y es malvada porque, mientras “The Ballad…” era una balada medianamente optimista, que revelaba las ganas de vivir y hacer cosas, “The House…”, simple y llanamente, es una balada sobre el holocausto nuclear, y es que, como muchas veces he/ hemos dicho, el movimiento hippie y todos sus fenómenos no se entienden sin el trasfondo de la Guerra Fría y la carrera nuclear entre EE. UU y la U. R. S. S. El mismo título revela esa oposición a su balada de 1967, refiriéndose además a la casa en la que vivían y trabajaban, como “la casa que está en la esquinas de Pooneil”, siendo Pooneil un compuesto de dos influencias de Paul Kantner, autor, junto a Marty Balin, de esta canción: el libro infantil Winnie the Pooh y el cantautor Fred Neil; pienso que el concepto de la esquina se refiere a que, en cierto modo, esta visión apocalíptica se deriva de la anterior canción. Ambas canciones pueden entenderse como un continuo, pero son más bien, como dice Kantner, la cara de la misma moneda: esa distorsión no es una continuación, sino como el doblar la esquina y, mediante cierta inversión de la melodía original, recorrer el mundo pesimista que se opone a la canción original.

El ambiente del disco, con estas tres canciones, resulta pesimista, pero también, como dice Jeff Tamarkin, deja cierto espacio a la esperanza: siempre hayJefferson Airplane Jefferson_airplane_1 algo por lo que la vida de uno deba sobrevivir, la gente se amaría incluso sabiendo que el mañana no existe e, incluso en ésta, se revela que siempre hay algo que se pueda hacer; y así, esa “corona de la creación” puede ser el hongo atómico que sale en la portada, o la humanidad, como dijo en cierto modo Nietzsche (que es quien he visto que usa el término antes, aunque probablemente ya hubiera sido inventado): sea lo que fuera, los que realmente se coronaron con este trabajo fueron los propios Jefferson Airplane. Así pues, el mismo trío Paul Kantner-Marty Balin-Grace Slick que nos revelaba sus sueños en 1967, ahora nos habla de su pesadilla en 1968, con ese órgano tétrico (¿tocado por Grace?) y el duelo vocálico entre Grace y Marty, hablando de mundos de pesadilla aderezados con frases e imágenes surrealistas que le quitan cierto peso pesimista a la canción. ¡Bienvenidos a la casa en las esquinas de Pooneil!

The House At Pooneil Corners

You & me we keep walkin’ around & we see
All the bullshit around us
You try & keep your mind on what’s going down
Can’t help but see the rhinoceros around us
& you wonder what you can do
& you do what you can
To get bald & high
& you know I’m still goin’ need you around
You say it’s healing but nobody’s feeling it
Somebody’s dealing – somebody’s stealing it
You say you don’t see & you don’t
You say you won’t know & you won’t let it come
Everything someday will be gone except silence
Earth will be quiet again
Seas from clouds will wash off the ashes of violence
Left as the memory of men
There will be no survivor my friend
Suddenly everyone will look surprised
Stars spinning wheels in the skies
Sun is scrambled in their eyes
While the moon circles like a vulture
Someone stood at a window & cried
‘One tear I thought that should stop a war
But someone is killing me’
& that’s the last hour to think anymore
Jelly & juice & bubbles – bubbles on the floor
Castles on cliffs vanish
Cliffs like heaps of rubbish
Seen from the stars hour by hour
As splintered scraps & black powder
From here to heaven is a scar
Dead center – deep as death
All the idiots have left
Epitaph
The cows are almost cooing
Turtle doves are mooing
Which is why a poo is pooing
In the sun
Sun.

La casa en las esquinas de Pooneil

Tú y yo seguimos caminando y vemos/ toda la porquería que nos rodea/ Tratas de fijar tu mente en lo que está pasando/ No puedes ayudar pero ves los rinocerontes a nuestro alrededor/ y te preguntas qué puedes hacer/ y haces lo que puedes/ quedarte calvo y colocado/ y sabes que todavía voy a necesitarte a mi alrededor/ Dices que se cura pero nadie lo siente/ Alguien está comerciando – alguien lo está robando/ Dices que no ves y no lo ves/ dices que no sabrás y no lo dejarás venir/ Todo se acabará algún día excepto el silencio/ la Tierra será silenciosa otra vez/ Los mares desde las nubes harán desaparecer las cenizas de la violencia/ dejadas como recuerdo de los hombres/ No habrá supervivientes, amigo/ De repente todos parecerán sorprendidos/ las estrellas girando como ruedas en los cielos/ el sol se ha mezclado en sus ojos/ mientras la luna vuela en círculos como un buitre/ Alguien estuvo en la ventana y gritó/ “Pensé que una lágrima pararía una guerra/ pero alguien me estaba matando”/ y ésa es la última hora para pensar en algo más/ gelatina y zumo y burbujas – burbujas en el suelo/ Los castillos en los acantilados desaparecen/ los acantilados parecen montañas de basura/ vistos desde las estrellas hora a hora/ como trozos astillados y pólvora negra/ De aquí al Cielo hay una cicatriz/ punto muerto – profundo como la muerte/ Todos los idiotas han dejado/ un epitafio/ las vacas están casi arrullándose/ las tortugas, las palomas mugen/ es por eso que una caca está cagando/ en el sol./ Sol.

Paul Kantner & Marty Balin

Y ahora la sorpresa que os había prometido. Una mañana de invierno, los habitantes de Nueva York se estremecieron (quizás como dice la canción de repente todos parecerán sorprendidos) cuando un loco con una voz hiperamplificada que no parecía venir de ninguna parte comenzó a gritar “¿Hola Nueva York? ¡Nueva York despiértate! (…) ¡Música gratis! ¡Amor libre!” (Free music, free love: en inglés free tiene la ambivalencia de “gratis” y “libre”) y a continuación los edificios comenzaron a temblar bajo los ecos del feroz bajo de Jack Casady… Y así, un año antes que los Beatles, Jefferson Airplane dio el primer concierto desde una azotea (si no contamos con el recital de Raimon en el CAUM en 1965: no es que cantara en la azotea, pero la masiva afluencia obligó a poner altavoces en los balcones del local para que se pudiera seguir desde la calle). El evento, que fue grabado en principio por el cineasta francés Jean Luc Godard, quien en su concepción revolucionaria veía a los Airplane como los máximos representantes de la revolución juvenil. Godard no acabó el corto, y fue finalizado por D. A. Pennebaker, el documentalista del rock (también grabó Monterey), y así el corto se tituló One P. M., que en realidad significa “Una Película de Pennebaker”. El concierto acabó… Mejor que lo veáis vosotros mismos:

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