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El Evangelio, según Woody Guthrie


… Y si esto fuese razón para ser acusado de “izquierdismo”, estaría orgulloso de afirmar que estoy, como Jesucristo y como mi hermano Bergamín, decididamente a la izquierda.

Discurso del escritor católico holandés J. Brower en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en Valencia el 4 de Julio de 1937*

Cuando uno tiene cierta idea de la historia de las religiones, se sorprende de cómo la mayoría de ellas tiende a traicionar el mensaje original de fraternidad y justicia, y acaban convirtiéndose en instrumento del poder y en justificación de sus abusos mediante lecturas pervertidas de la idea de resignación. Todas sin excepción, pero quizás más el cristianismo, cuya interpretación del mensaje original divide a sus iglesias, y con razón. Si uno lee los Evangelios, los escritos de los Apóstoles sobre la vida de Jesús, queda muy defraudado al ver que son enseñanzas que no se cumplen, y que la iglesia oficial a veces los cita, pero de una manera folklórica: los católicos pueden observar cómo se dice aquello de que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos, mientras en las parroquias se reserva aún hoy la primera fila para los “ricos del pueblo”, esas almas bondadosas…

Jesús-expulsando-a-los-mercaderes-del-templo-Valentin-de-BoulogneMuchos somos conscientes del potencial mensaje revolucionario que tenían las enseñanzas de Jesús en una sociedad altamente jerarquizada en la que la interpretación de la religión judía de la secta de los fariseos era la oficial, y por tanto la ley, que era cifrada por los escribas –los legisladores-, mientras que Judea era gobernada por cuatro reyes-títeres del Imperio Romano. Jesucristo no sólo predicaba la igualdad entre los seres humanos, sino que la llevaba a la práctica: de ahí que entre sus primeros seguidores se encontraran los artesanos, los sirvientes, las prostitutas y diversos personajes repudiados por su sociedad, deslumbrados por el mensaje salvífico de igualdad que predicaba; hombres y mujeres tenían para él la misma consideración, al igual que los ricos y los pobres, y todo aquel independientemente de su procedencia, social o étnica: hebreos, filisteos, romanos, samaritanos, griegos… Algo impensable para la religión mosaica oficial, que sólo consideraba a los varones hebreos. Pero, ¿realmente era una amenaza? Sí. En aquellos tiempos había muchas sectas heterodoxas y heréticas del judaísmo, entre ellas la de Juan el Bautista, quien también fue asesinado por desafiar al poder, por agraviar a la amada del rey Herodes Antipas; al parecer la popularidad de Jesús creció, y sus enseñanzas se veían como una seria amenaza contra la sociedad y, según algunos, contra la paz con los ocupadores. Pero, vale, Jesús era un revolucionario porque sus enseñanzas lo eran, pero no porque azuzara al pueblo, aunque muchos se lo pidieran, contra la ocupación romana (aunque esta idea es demasiado moderna) o para derribar el poder de los tetrarcas, los sacerdotes y los legisladores: sus enseñanzas, como le pasara a Galileo con sus hipótesis, amenazaban el estatus de la sociedad, además de –y siempre he creído que esto era una excusa- la acusación de blasfemia.

Icono donde aparece Constantino presidiendo el Primer Concilio de Nicea.Tras su muerte, el cristianismo se convierte en una secta secreta, perseguida por los sacerdotes, pero se va expandiendo por las provincias del Imperio e incluso fuera (Etiopía, verbi gratia), y atrae por su mensaje a gentes de la condición de artesanos, siervos y esclavos, pensadores griegos… Pero “la religión de los esclavos”, más tarde, empezó a popularizarse entre los patricios (quizás se puso de moda, como con las religiones orientales en los años 60), la influyente aristocracia romana, que, aunque quizás los primeros de ellos fueran honestos en su conversión, muy pronto comenzarían, como en toda religión cuando los estamentos superiores la adoptan, a emplearla a su modo, gusto y conveniencia. Se producen luego las persecuciones del Imperio, cuyas razones no han estado nunca demasiado claras (el Imperio era bastante tolerante con las religiones de sus provincias y de sus súbditos), fuera ya por hacerse con las riquezas de los patricios cristianos, fuera ya porque, en efecto, el mensaje originario planteaba una seria amenaza contra la sociedad imperial (a propósito, y digan lo que sigan las crónicas cristianas, Juliano el Apóstata no sólo no persiguió a los cristianos, sino que a menudo evitó las matanzas entre las diferentes sectas que se habían creado). Y, finalmente, el Emperador Constantino autoriza el culto, aunque no lo abraza, y Justiniano la convertiría en religión oficial del Imperio; en esto, obviamente, influyeron grandemente los patricios… Pero que nadie se engañe: el cristianismo que se autoriza ya está bien depurado de posibles elementos subversivos: por ejemplo, la esclavitud, repudiada por las enseñanzas y por los primeros cristianos, se mantiene pero cambiando de nombre y de prácticas: el antiguo esclavo ahora es llamado “propiedad del imperio”… Y, aproximadamente desde entonces, así estamos: si el cristianismo inicial era indiferente hacia los reyes, y no los distinguía de otro tipo de seres humanos, desde entonces, el cristianismo se convirtió en la excusa y el trono de los reyes: es fácil, sólo hay que potenciar la interpretación de una enseñanza, o aún de un dicho, y entonces elevarlo a dogma.

José BergamínPero el mensaje inicial no se había perdido, y es casi justo cuando surgen diversos movimientos sociales en el siglo XIX que también surgen lecturas de base del cristianismo. Combatamos una idea: los movimientos progresistas, como los diversos movimientos obreros, no eran, o al menos mayoritariamente, anticristianos, pero sí anticlericales en el sentido de que la iglesia oficial favorecía a los poderosos; incluso hay toda una literatura, tanto comunista como anarquista, que reivindica al Jesús original y sus enseñanzas. No es extraño: también como en el cristianismo, los seguidores de estos movimientos provenían principalmente de varios estamentos: obreros, semi-esclavos de los grandes imperios coloniales, e intelectuales, y se admitía a gente de toda raza y no se distinguía entre hombres y mujeres. La teología de la liberación comenzaba a dar sus primeros pasos ya a principio del siglo XX: incluso –y esto va a doler- en la convulsa España de los años 30 son muchos los católicos, tanto seglares como laicos, que adoptan posturas progresistas: José Bergamín, por ejemplo, escritor católico, que nunca dejó de serlo, y se convirtió en presidente de la delegación española de la Asociación Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura; pero también algunos sacerdotes que fueron fusilados por los fascistas (en mi pueblo lo hubo, y en otros muchos) por algo que hicieron o dijeron, y que fueron hábilmente borrados de la lista de “mártires de la guerra civil” elaborada por la Conferencia Episcopal de monseñor Rouco Varela… ¡Si hasta el secretario personal de Buenaventura Durruti era un sacerdote católico! Y si alguien no me cree, le traeré un documento, con su nota bibliográfica correspondiente, en el que una serie de personalidades católicas, seglares y laicos, encabezada por Bergamín, firman una condena contra los bombardeos de Guernica, Almería y otras ciudades. Otros intelectuales católicos, como Emmanuel Mounier o el escritor holandés J. Brower (a quien pertenece nuestra cita inicial), apoyaron abiertamente la causa de la República española. Paradójicamente, quienes sí eran profundamente anti-cristianos en sus orígenes, eran los primitivos movimientos fascistas puros, revolviéndose muchas de las veces contra lo bueno que tenía la religión (luego, claro, llegarían los matrimonios de conveniencia con los movimientos tradicionalistas).

942877De manera que, básicamente, hay dos cristianismos: uno se puede simbolizar en la fabulosa escena de El Padrino II, en la que el criminal Don Fanucci (Gastone Moschin), recaudador de la Mano Negra, se pasea pomposamente por las calles de Little Italy en la festividad de San Rocco tirando besos al santo, siguiendo la procesión y dando una suntuosa limosna a la iglesia, recibida con alabanzas, después de un arduo día de robar, extorsionar e intimidar a los inmigrantes italianos. Y otra que hace una lectura más moderna: que el Cristo histórico fue asesinado por los poderes del capitalismo, por la conjunción de la jerarquía religiosa y el poder militar. Es la que esgrimía en esta canción, que se basa, curiosamente, en la balada del bandido “Jesse James”, el gran Woody Guthrie, quien termina diciendo que si Jesucristo volviera, sería asesinado por los que usan diariamente su nombre. Obviamente, Woody emplea un paralelismo con las injusticias cometidas sobre muchos líderes sindicales de aquellos años, como, por ejemplo, el gran bardo sindicalista Joe Hill, aunque no podía prever que, años después, una especie de Sanedrín llamado Comisión de Actividades Antiamericanas juzgaría farisaicamente a su camarada Pete Seeger. Al parecer, la canción fue escrita en 1940, fechas en que las iglesias estadounidenses, como las de Europa, habían apoyado abiertamente al fascismo (el obispo católico de Nueva York había hecho campaña a favor de los franquistas), además de haber estado siempre del lado de los explotadores contra los que Woody cantaba así:

Jesus Christ

Jesus Christ was a man who traveled through the land
A hard-working man and brave
He said to the rich, "Give your money to the poor,"
But they laid Jesus Christ in His grave

Jesus was a man, a carpenter by hand
His followers true and brave
One dirty little coward called Judas Iscariot
Has laid Jesus Christ in His Grave

He went to the preacher, He went to the sheriff
He told them all the same
"Sell all of your jewelry and give it to the poor,"
And they laid Jesus Christ in His grave.

When Jesus come to town, all the working folks around
Believed what he did say
But the bankers and the preachers, they nailed Him on the cross,
And they laid Jesus Christ in his grave.

And the people held their breath when they heard about his death
Everybody wondered why
It was the big landlord and the soldiers that they hired
To nail Jesus Christ in the sky

This song was written in New York City
Of rich man, preacher, and slave
If Jesus was to preach what He preached in Galilee,
They would lay poor Jesus in His grave.

http://woodyguthrie.org/Lyrics/Jesus_Christ.htm

© Copyright 1961 (renewed) and 1963 (renewed) by Woody Guthrie Publications, Inc. & TRO-Ludlow Music, Inc. (BMI)

Jesucristo

Jesucristo era un hombre que viajó a través del país/ Un trabajador esforzado y valiente/ Le dijo al rico, “Da tu dinero al pobre”,/ pero llevaron a Jesucristo a Su tumba.// Jesús fue un hombre, un carpintero por su mano/ Sus seguidores leales y valientes/ Un pequeño sucio cobarde llamado Judas Iscariote/ había llevado a Jesucristo a Su tumba.// Fue al predicador, fue al comisario/ Les dijo a todos ellos lo mismo/ “Vended toda vuestra joyería y dádselo al pobre”,/ y llevaron a Jesucristo a Su tumba.// Cuando Jesús llega a la ciudad, toda la gente trabajadora alrededor/ creyó en lo que dijo./ Pero los banqueros y los predicadores, lo clavaron en la cruz,/ y llevaron a Jesucristo a Su tumba./ Y el pueblo contuvo la respiración cuando oyeron sobre su muerte/ Todos se preguntaban el porqué/ Fue el gran terrateniente y los soldados que contrataron/ para clavar a Jesucristo en el cielo.// Esta canción fue escrita en la ciudad de Nueva York/ del rico, el predicador y el esclavo/ Si Jesús estuviera para predicar lo que predicó en Galilea,/ llevarían al pobre Jesús a Su tumba.

Woody Guthrie – Tradicional


* Manuel Aznar Soler – Luis Mario Schneider: II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Tercer volumen (Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana, 1987)

Homenaje a las Brigadas Internacionales


¡Tantas banderas!/ ¡tantos países!
¡tantos idiomas/  y un canto libre!
¡Tantos idiomas…!/ ¡y un solo canto
que alza la sangre/  y une las manos!

Antonio Gómez, “Celestino Alfonso

Hará unos días, paseando por la Avenida Complutense, descubrí con horror que alguien, cierto tipo de gente, había mancillado el monumento a las Brigadas Internacionales con pintura roja y escribiendo “asesinos” en el obelisco. Me causó una honda tristeza, a la par que indignación, por lo ejemplar que su acción y sus actos tuvieron. Voy a explicar brevemente su historia.

bandera brigadas_internacionalesContrario a la creencia popular, el origen de las Brigadas Internacionales no estuvo en el estallido de la guerra civil, sino un año antes; en 1935. Debido a las acciones de los gobiernos fascistas de Hitler, Mussolini y otros, la deriva hacia el fascismo de algunos gobiernos conservadores y el auge de este tipo de movimientos en todos los países democráticos del mundo, junto a las pretensiones imperialistas de Alemania e Italia, cuyo Duce decidió reclamar la tierra de Etiopía (éste fue, por así decirlo, el “Vietnam” de la intelectualidad internacional de mediados de los años 30), un grupo de intelectuales franceses decidió plantar cara al sistema que declaraban enemigo de la cultura y –por consiguiente- de la humanidad, y celebrar el I Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que tuvo lugar en París, en junio de 1935, y al que asistieron escritores de todas partes del mundo y de toda ideología opuesta al fascismo: algunos de ellos fueron André Gide, André Malraux, el católico Emmanuel Mounier, Henri Barbusse…, por Francia; Aldous Huxley por el Reino Unido; Ilya Ehrenburg, Mikhail Koltzov y otros por la Unión Soviética; Jaime Corteçao por Portugal; Bertolt Brecht, Heinrich Mann y otros, representando a la literatura exiliada de Alemania, junto a un escritor enmascarado que practicaba en tierras germana lo que se llamaba “literatura ilegal”; escritores de Grecia, Italia, Bulgaria, de Estados Unidos, de toda Latinoamérica, India, Irlanda, China, Japón… Por España, la delegación estuvo presidida por el socialista Julio Álvarez del Vayo, sustituyendo al presidente original, Ramón María del Valle Inclán, gravemente enfermo ya por entonces. El estrado estuvo presidido por la famosa estrella de tres puntas, símbolo del antifascismo internacional, que más tarde tomarían como emblema las Brigadas. De todos los acuerdos que allí se tomaron, lo que más nos interesa son éstos: el Congreso, representado por sus delegaciones, se comprometía a defender la cultura allí en donde estuviera amenazada; a promocionar y auspiciar la formación de Frentes Populares, tanto políticos como culturales, de todas las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias; y, finalmente y con estas resoluciones, a combatir al fascismo, enemigo de la cultura, bajo todas sus formas. Éste fue el germen intelectual de las Brigadas.

brigadas_internacionales1936: encontrándose en la Olimpiada Obrera –contraolimpiada a la del Berlín nacionalsocialista- celebrada en Barcelona varios extranjeros (muchos de ellos alemanes e italianos), al estallar primero el golpe de Estado y después la guerra civil, muchos de ellos se alistan en las milicias partidistas que comienzan a organizarse. Ahora bien, aunque genéricamente llamamos brigadistas a todos los extranjeros que voluntariamente vinieron a luchar al lado de la República, no todos ellos pertenecieron a las Brigadas Internacionales, también nutrieron, como decimos, las milicias de los sindicatos y de los partidos, como por ejemplo la CNT y el POUM, a veces por afinidad ideológica y otras por proximidad (es decir, la unidad que estaba más cerca), hasta que en 1937 el gobierno decide disolver las milicias, integrar a los combatientes nacionales en el Ejército Popular, y a los extranjeros en las Brigadas, algo que no fue del gusto de todos por sus antagonismos con el PC oficial de la Unión Soviética.

Bandera_de_las_brigadasY es precisamente el tema de que las Brigadas Internacionales estuviera, en principio, dirigida por el Partido Comunista de Stalin lo que echa hacia atrás a muchos a la hora de expresar sus simpatías. Si bien eso es verdad, no menos verdad son dos motivos: que muchos desconocían lo que realmente Stalin representaba, y que muchos brigadistas no eran necesariamente estalinistas, sino que vinieron por un deseo de defender las libertades democráticas y las brigadas les brindaban esa oportunidad: en sus filas había comunistas “ortodoxos”, pero también comunistas “heterodoxos”, socialistas de toda tendencia, aventureros, liberales y es posible que hasta católicos progresistas y conservadores democráticos antifascistas (¿por qué no?). Por otro lado, el compromiso de la intelectualidad universalidad en su lucha contra el fascismo se manifestó aquí también, con las presencia en las brigadas de muchos escritores, intelectuales y artistas jóvenes: George Orwell (que no luchó en ellas, sino en la milicia del POUM, pero merece aquí su mención); André Malraux (que además era aviador), Ilya Ehrenburg, Koltzov (que en pleno frente fue reclamado por Stalin bajo la acusación de “desviacionista”, tras haber defendido a capa y espada el sistema y el nombre del “hombre de acero”), el británico Ralph Fox y el alemán Ludwig Renn (ambos muertos en el frente), Antoine de Saint-Exupéry (el autor de El Principito), el cubano Pablo de la Torriente y Brau (también muerto en el frente, y a quien Miguel Hernández le dedicaría una conmovedora elegía), el cantante y actor Paul Robeson (aunque fue más bien un brigadista simbólico), Ernest Hemingway… Vinieron de todas partes del mundo: los más numerosos, los franceses; también exiliados alemanes, italianos y portugueses; irlandeses que vinieron cantando la canción rebelde de Connolly; estadounidenses, en cuyas filas los combatientes afroamericanos pudieron ejercer altos cargos (algo que no les pasaría después en la II Guerra Mundial); polacos huyendo de la represión nazi; mexicanos, cubanos, argentinos…; judíos de todo el mundo, y una minoría, pero muy significativa, de chinos y japoneses. Se agruparon en batallones con nombres muy significativos, nombres de héroes y mártires nacionales: Lincoln, Washington (estadounidenses); Dombrovski (en honor a Jaroslaw Dombrovski, militar polaco que luchóLudwig Renn con el pueblo parisino durante la Comuna); Ernst Thälmann, Mateotti, Comuna de París, Garibaldi, etc. Y no todos eran combatientes: también vinieron médicos, enfermeras y otros especialistas, movidos por su solidaridad y su filantropía. No pretendo beatificarlos, también hubo cosas feas, ya que estaban atados a disciplina militar, pero, sobre todo y ante todo, su actitud fue de lo más ejemplar: no vinieron, como los voluntarios del otro bando, a imponer nada o a sacar tajada; vinieron a proteger, en abstracto, la legitimidad democrática de la República y sus libertades, y, en concreto, al pueblo de España y su cultura.

despedida brigadasEn 1938, obedeciendo a una denuncia conjunta de Italia y Alemania, la Sociedad de Naciones decide cumplir, o más bien romper, el Pacto de No Intervención, y ordenan la salida inmediata de las Brigadas Internacionales… mientras que los voluntarios del fascismo italiano y alemán permanecerían hasta el final de la guerra. Muchos de esos combatientes, que no tenían un hogar al que volver, se quedaron ilegalmente; otros volvieron a sus casas con la amargura en la boca. Y he aquí que me gustaría señalar algo: probablemente, gran parte de la culpa de la profanación del monumento la ha tenido una columna del Dr. José Iturmendi, decano de la facultad de derecho de la Universidad Complutense, en la que lo criticaba desde un supuesto: que obedece a la visión unilateral de la historia… Veamos: si el Dr. Iturmendi, al que presuponemos demócrata y amante de la libertad, quería hacer un ejercicio de neutralidad, no entendemos que otro tipo de monumento semejante quería alzar al lado: ¿acaso uno a la Legión Cóndor del III Reich, responsables de los bombardeos sobre las humildes poblaciones de Gernika y Almería entre otras?, ¿o uno a los voluntarios fascistas italianos (derrotados en Guadalajara por sus paisanos de la Brigada Garibaldi)? ¿O quizás a la División Azul, que en su lucha contra el marxismo se fueron a luchar con Hitler? Los brigadistas vinieron a luchar por las libertades, en primer término, pero los voluntarios fascista vinieron a imponer una dictadura. Dr. Iturmendi, parafraseando a Pete Seeger, ¿de qué lado está usted? Soy pacifista, pero mi admiración y respeto para aquel que luchó por la libertad de mi pueblo, fuera con la palabra o con el fusil. ¿A quién admira usted, Dr. Iturmendi?

Veteranos brigadistas internacionalesLa despedida de las Brigadas Internacionales fue un acto emotivo, paralelo en Madrid y en Barcelona, que contó con la presencia de las altas instituciones políticas y militares de la República. Allí, probablemente, se cantó este hermoso himno, originalmente con letra del poeta austríaco Josef Luitpold, y música de Béla Reinitz, y es uno de los más bellos himnos compuestos para las Brigadas, en donde la muerte no importa si con ello se consigue la paz… Sí, la paz, porque las Brigadas Internacionales lucharon por la paz, no por la guerra. Por ahora, ignoro quién fue el adaptador de la letra al castellano. En el vídeo podemos oír la impecable interpretación de Francisco Curto, en su disco La guerra civil española:

Abschied

Wenn das Eisen mich mäht
wenn mein Atem vergeht
sollt stumm unterm Rasen mich breiten

Laßt das Wortegespiel
war kein Held der da fiel
war ein Opfer vergangener Zeiten

es war einer der nie
nach Völkermord schrie
war ein Bürger kommender Zeiten

Wenn das Eisen mich mäht
wenn mein Atem vergeht
sollt stumm unterm Rasen mich breiten

Josef Luitpod – Béla Reinitz

(NOTA: animo a quien sepa alemán a dejar una traducción exacta del texto)

La despedida

Si la bala me da,
si mi vida se va,
bajadme, callados
a la tierra.
Las palabras dejad,
es inútil hablar,
ningún héroe
es el caído.

De tiempos futuros
será forjador,
ansiaba la paz,
no la guerra.

Si la bala me da,
si mi vida se va,
bajadme, sin más
a la tierra.

De tiempos futuros
será forjador,
ansiaba la paz,
no la guerra.

Si la bala me da,
si mi vida se va,
bajadme, sin más
a la tierra.

http://www.altavozdelfrente.org/index.php?option=com_content&task=view&id=108&Itemid=30

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