
Como ha habido personas que me han preguntado directamente y otras que me han contado cosas que han leído por ahí, me gustaría contaros muy sinceramente mi experiencia con Libros Indie.
Mi andadura con ellos empezó hará tres años, cuando decidieron publicarme Billy («algo es algo»). No fue la primera editorial a la que se lo mandé ni fue, obviamente, la primera en ponerse en contacto conmigo. Aparte de los rechazos, previamente ya me habían contactado otras que, sin ánimo de menospreciar su valía ni honestidad, me pedían dinero por autopublicar o coeditar, cosa que no podía permitirme (y hubiera aceptado al menos una por las excelentes referencias que tenía). Así que, cuando me llamaron y me dijeron que no me iban a cobrar, acepté casi con los ojos cerrados. Luego no fue un camino fácil…
Aquí seguramente se esperará que diga sapos, culebras y alimañas contra la editorial. Pues no, lo siento. Muchas expectativas frustradas y desilusiones se debieron al habitual ímpetu del novato, de lo cual solo yo tengo la culpa. Es así. Seguramente, bastantes se verán reflejados.
Libros Indie no es Anagrama, ni Planeta (ni sus satélites de autopublicación), ni Penguin. Pero está bastante bien. Así que Redención (nuestro último baile) también encontró cobijo en ella. Para entonces, las cosas estaban cambiando… a mejor. (Edit., mayo 2023:) Y, dos años después, también Queca.

Mi relación, además, no solo se limita a ser autor publicado por la casa. Desde hace un tiempo soy uno de los correctores asociados, un dato que no pretendo ocultar ni determina mi parecer, pero creo que también arroja luz sobre lo que llamaré el «otro lado del libro», es decir, lo referido a la producción y distribución editorial, algo que muchas veces ignoramos u olvidamos. Este hecho tampoco me otorga estatus de autor preferente ni privilegiado, ni lo pretenderé nunca, pero sí me ha permitido conocer más a fondo ese otro lado del libro.
Ahora bien. Quizás se haya llegado aquí buscando opiniones sobre la editorial porque se esté pensando en mandar un manuscrito, firmar con ella, porque se hayan visto otras opiniones, o por curiosidad, por el morbo de algún escándalo editorial que, lo siento, no existe. Ante todo, quiero ser totalmente sincero, por lo que voy a contar las cosas buenas y las cosas mejorables; cosas que son más bien por limitaciones: ya dije arriba que esto no es ninguna de las grandes casas. La razón de estos desmentidos o matices responde, en buena parte, a mi relación laboral con ellos: defender mi trabajo y el de mis compañeros no creo que necesite de una argumentación excusatoria. Pero, además, no puedo dejar de desmentir bulos, ya que no me parece ni medianamente justo que cualquiera, por la razón que sea, diga mentiras o exageraciones, cosa que se llama «difamación», a todo esto.
Si me doy una vuelta, veo otras opiniones y experiencias que no me cuadran, la verdad. Por ejemplo, leí a una exautora decir que cuando quiso entregar libros en librerías de su ciudad, la editorial las había vetado. Es algo que me extraña, ya que yo nunca he tenido la más mínima dificultad para ello. Es más, de dejar dos, me dijeron que dejara diez. No digo que ella mienta, por supuesto que no; pienso que debió de tratarse de un malentendido, tal vez porque entre las cosas que cambiaban está que no sea el autor el que deje los ejemplares en depósito, sino la editorial a través de su distribuidora, algo plenamente lógico.
Luego también hay bulos, incluso confusiones con otras editoriales. Me gustaría echar un poco de claridad sobre algunas cosas; desde mi experiencia personal, claro:
¿Pagas por publicar? No, no pagas por publicar, y quien diga que le han pedido dinero está mintiendo. No, tampoco tienes que vender un mínimo en la presentación o, si no, tienes que abonarlos tú. Tampoco tienes que comprarte obligatoriamente tu propio libro para venderlo (cosa que sí se hace en algunas editoriales). Lo que sí, se te hace responsable de la custodia de los ejemplares que te correspondan o pidas para moverlos por tu cuenta; sí se reservan el derecho a que se lo devuelvas y, de no hacerlo, a pagarlo, cosa que me parece justa (por ahora, no me han reclamado ningún depósito). Que sí, que el libro es tuyo, pero el papel, el diseño de portada, la impresión en serie, la distribución, el trabajo de maquetación y corrección, no.
Todas esas afirmaciones de que en realidad sí pagas son falsas y, si no es confusión con otra editorial, malintencionadas. Lo único, y aquí cada cual que actúe como quiera, es que no cobras hasta que no se venda un mínimo de treinta ejemplares (antes eran cincuenta); pero, insistiendo en la idea, una cosa es esa y otra es pagar por ser publicado. Entiendo perfectamente que haya personas que esto lo puedan ver abusivo y sea la principal causa de negarse a firmar. La explicación de esta cláusula, convenza o no, es que es una amortización de la inversión: hay que tener en cuenta que la editorial corre con todos los gastos relativos al libro, que incluyen los trabajos editoriales, la tirada, la distribución, etc., por lo que su única fuente de ingresos al respecto es la ganancia de la venta de libros (importante: tú has cedido los derechos para encomendar a un tercero la venta de este libro; que no se olvide). Así que se puede entender como un seguro. Puedes aceptarlo o no, pero llamar «timo» a algo que no se te oculta desde el principio (por lo menos a mí me lo dejaron claro desde antes de firmar el contrato) sí que me parece abusivo. Añado que, por norma, tienes un contrato de una vigencia de dos a tres años, por lo que lo más probable es que tarde o temprano se consigue.
No obstante, por el contrario, he de decir que, una vez superado ese número, se cobra, con los porcentajes diferenciados de venta directa y venta indirecta: cobrarás de golpe todo lo retenido y ya sí te abonarán las regalías por libro vendido. Una de las lanzas que rompo en favor de la editorial es esta: tanto a autores como a trabajadores pagan lo debido, y rápido. Tu única obligación al respecto: pagarles con regularidad lo obtenido de los ejemplares que hayas vendido por tu cuenta (a menos que hayas comprado el depósito) y, en periodos de seis meses, podrás reclamar tus porcentajes. Recuerda: esos no son tus libros; la editorial te los ha prestado. También puedes no pedirlos si no vas a hacer presentaciones o no tienes visos de venderlos entre tu círculo.
Hablemos sobre los ejemplares. A diferencia de algunas editoriales, puedes tener ejemplares de tu libro a tu disposición siempre que lo necesites, para venderlos por tu cuenta (ojo, a particulares interesados) o enviárselos a críticos y medios. En los ejemplares de la primera tirada, cerca de treinta, tienes tres que son para ti, otros tres como ejemplares de cortesía (pasado el mínimo de venta, no hay límite, pero conviene, y creo que es de cajón, avisar antes de enviar un libro gratis) y el resto, como ya he contado. Después, cuando los necesites, puedes pedir más libros: ni los tienes que comprar previamente ni te cobran el envío.
En relación a esto, una crítica que he visto, y que no entiendo que cause revuelo, es acerca de la venta de ejemplares por parte del autor. Primero, tú tienes libertad de vender ejemplares por tu cuenta. Esto quiere decir que los mueves entre tu círculo cercano (tus hermanos, tus primos, padres, amigos, vecinos…), no que te patees las calles como un comercial de enciclopedias para venderlos; nadie te está exigiendo ese esfuerzo ni la editorial se descarga de la obligación de vender y distribuir. También tienes la posibilidad de comprar previamente el depósito al 25 % de su precio para que lo muevas (y así tú eres el único responsable, te llevas las ganancias íntegras y hasta puedes fijar el precio). Remarco POSIBILIDAD, que no obligación. Aquí cada cual conoce sus limitaciones y posibilidades, y si no le conviene, se puede limitar a lo habitual, a que sea la editorial y sus distribuidoras las encargadas de llevarlo a las librerías que los soliciten o en las ventas por internet; en ese caso, el porcentaje de venta es del 10 %.
¿Beneficios de la venta directa? Que te corresponde un 15 % en vez del 10 % que te llevas de la venta por librerías u otros servicios; un porcentaje que entra dentro de lo normal, y yo no me fiaría muy a la ligera de casas que ofrecen un porcentaje más elevado por la venta de los cauces habituales. No voy a entrar en que el autor (por lo que me toca) debería llevarse más; sin embargo, como también mucha gente se ha preguntado si Libros Indie no cobra por publicar, de qué viven, pues la respuesta es esta: exactamente de lo que otras editoriales grandes, de la venta del libro, de ese 90 % que se quedan, del cual librerías y distribuidoras cogen sus porcentajes correspondientes. Con el que sí se queda la editorial, se mantiene imprimiendo los libros, pagando a los trabajadores, a los autores, los impuestos, las cuotas de autónomo… ¡Bienvenidos al mundo editorial! (El de verdad.)
Además, aún no he oído las críticas a la plataforma de autopublicación de una gran casa, que te hace una edición tan buena como la pagues y cuyo argumento, que nunca se me olvidará en la vida, fue: «Lo que queremos es que dejéis el sombrero de escritor y os pongáis el de vendedor». A mí no me parece justo que critiquéis en las editoriales medianas y pequeñas, tradicionales y de autopublicación, lo que no criticáis en estas grandes plataformas.
Por cierto, sé de alguna editorial, al menos, que no permite que sus autores vendan sus propios libros. Para ello, esgrime una supuesta ley que nunca he encontrado. Y, si existe, cabe recordar que la idea es venderlos entre el círculo cercano, no dedicarse a ser mayorista o algo por el estilo en librerías y grandes superficies, o montarte un top manta; y que luego es un dinero que no te pertenece en su totalidad, sino que debes rendir a la editorial.
«No se hace corrección, ni maquetación, ni portada». Mentira y de las gordas, aunque merece una aclaración. Sí es verdad que antes no se hacía corrección, cosa que, felizmente, cambió. ¿Que por qué lo sé? Porque a mí me han corregido y, además, soy yo uno de los que corrigen los manuscritos. Cierto que nos limitamos, por ahora, a la ortotipográfica, pero corregir, vaya que sí. Lástima que no pueda enseñar el antes y el después de algunos de los libros, para que se trague sus palabras quien diga que no. Y respecto a portadas y maquetación, estas dos fases de la edición se han hecho desde el principio; a mí me han hecho la portada Christian Pithalua [Billy («algo es algo»)], José María Hidalgo [Redención (Nuestro último baile)] y Diana Hermoso (Queca), la cual también es una de los maquetadores. Somos humanos, algún error podemos tener, aprendemos de ellos y mejoramos día a día, pero no digáis que no se hacen esos trabajos.
Promociones, medios y demás. Sí, vale, no voy a mentir. Ni te van a conseguir una entrevista, ni salir en periódico ni en radio automáticamente. Y, sin embargo, esto también cambió. Antes, por ser un montón de autores, es cierto que eso nos lo teníamos que buscar. Ahí no nos distinguíamos de los autopublicados. Ahora, aunque es cierto que es más que recomendable que te muevas tú, hay una persona que lleva esos asuntos, a la que se le puede remitir todo el material publicitario que quieras, que ella lo envía a quien le digas (porque aprendieron que a veces es absurdo mandar nada a los medios grandes) o te lo publica en el perfil de la editorial en las redes, te asesora en tus campañas, te gestiona y consigue presentaciones y firmas en Casa del Libro y, en fin, realiza un excelente trabajo que no se le agradece lo suficiente por parte de los autores y que solo se ve enturbiado por la indiferencia de los medios, sean grandes o pequeños, de los algoritmos y de la indiferencia del público en general, porque es muy difícil competir con las grandes casas, especialmente cuando estas no solo invierten grandes sumas de las que otras editoriales carecen, sino que algunas cuentan con sus propios periódicos y canales de televisión. La verdad, en esto no veo mucha diferencia con otras editoriales. ¿Cuántas veces ves en medios a autores que no pertenezcan a Planeta, Penguin, etc., o asociados? Porque imagino que ya sabrás que Grupo Planeta es dueño de Atresmedia, ¿no? Es todo mucho más complejo que llamar a Página en blanco y decir: «Mira, tengo un autor que ha escrito un libro sobre una muñeca sexual. ¿Para cuándo la entrevista?» (Toma publicidad encubierta II). Y, aun así, tampoco es oro todo lo que reluce ni ese valle es tan verde; según casos.
Lo que sí te pueden hacer en Libros Indie por ellos mismos es una entrada en redes sociales, carteles para tus eventos, te apoyarán publicitando en sus redes tus presentaciones cuando se lo pases (hay que pasarlos y notificarlos, no tienen telepatía), te gestiona la presentación (y la conduce si puede), te puede (digo «puede») obtener una firma en Casa del Libro (que luego no te creas que es fácil; si no te gusta mucho tratar con la gente, olvídalo), envía los ejemplares de cortesía a quienes los solicitan… La misma persona que se relaciona con los medios es la encargada de hacer entradas para hablar de las novedades editoriales y presentaciones, además de recoger las entrevistas hechas a los autores de la casa. A tenor de esto, vi una crítica de una chica que se quejaba del escaso eco de su libro por parte de la editorial, quizás también la hayas leído y seas uno de sus seguidores. Por desgracia, esto era uno de los defectos de lo que llamo la primera era: somos muchos autores y no se puede dar un trato privilegiado a nadie, por mucho que pienses de ti o te digan que eres la revolución de las letras españolas; vale que es verdad que en la web se muestran los más vendidos, por criterio comercial (que veo bastante criticable, claro que sí, pero legítimo), pero no hay autores privilegiados ni tratos de favor. Si conseguían más eco era por sus contactos, al ser periodistas reconocidos y presentadores o actores, o por su alcance en redes. Francamente, no puedes ir pretendiendo ser el ombligo del mundo cuando hay muchos más, quizás mejores o peores, pero que merecen la misma consideración. Esas es, al menos, mi opinión. A fin de cuentas, todo eso cambió, desde que está la persona encargada de relaciones, promoción y redes sociales, que, encima, tiene que lidiar con egos heridos e inflados, de vez en cuando.
En otro caso, una persona también se quejaba de lo poco que hacía la editorial, que como ya había cobrado (¿cobrado qué?, ¿lo que le tenías que dar por la venta directa y que no te pertenecía íntegramente?) se desentendía. Este último caso me cabreó bastante porque, admitiendo que a veces falla la comunicación, le indiqué que hablara con esta persona para promociones, y, meses después, seguía en sus trece; la persona encargada de todo esto me aseguró que el autor nunca se puso en contacto con ella. Y perdóname si lees esto, pero no actúas bien poniendo verde a la editorial en Twitter, espantando a futuros autores, cuando se te ha aconsejado lo que tenías que hacer y no lo hiciste. No sé qué se gana jugando a la víctima más que alguna caricia en redes sociales por parte de ¿compañeros autores? (En serio, futuros autores, ¡¡¡huid de hacer comunidad en Twitter!!! Más aún, huid de Twitter.)
Coincido en que es desesperante la falta de eco; sin embargo, es un poco estúpido pensar que a la editorial no le convenga publicitar sus productos. Vamos a pensar en las oportunidades que las editoriales pequeñas y medianas tienen cuando recurren a los medios de comunicación. Igual que somos muchos autores noveles, ¿cuántas editoriales hay? Si al crítico del medio que sea no le sacas de las grandes casas (editoriales asociadas a su medio, además), ¿qué queréis que hagan las editoriales pequeñas? Por no hablar de los periodistas, críticos y reseñadores no profesionales. ¿Contamos cuántos nos hacen caso?, ¿a cuántos se les ha mandado un ejemplar de cortesía, corriendo con los gastos de envío uno mismo, y no piensan publicar una mísera reseña?, ¿esos mismos que dicen ocuparse de autores autopublicados, noveles y editoriales pequeñas, pero que parecen no salir de las editoriales y escritores de la camarilla a la que pertenezcan o del escritor del que son devotos palmeros? Hablemos también de esos a los que se les manda un dosier de prensa curradísimo y simplemente te dicen «OK, le echo un ojo» para, acto seguido, borrar el mensaje porque están a la espera del libro de su escritor favorito, prometido por la editorial que sea, ya que ese, y solo ese, les dará los *laiks* y *fólogüers* que necesitan: un número equivalente a su ego. Y sí, si hay derecho para criticar a una editorial, yo no voy a ser menos para criticar a estos filantrópicos críticos.
«No tienen ejemplares. Los hacen bajo demanda. Ergo, no son una editorial». Bien, esto es ya de ser un poco excesivamente exquisito. En primer lugar, no hay ninguna ley que prohíba hacer eso; en segundo lugar, no deja de ser una editorial. Y, finalmente, adquiramos un tono realista para hablar del tema. Sí, existe una primera tirada de libros físicos, y luego se imprimen según se vayan pidiendo (¿hay alguien que crea que los libros nacen por generación espontánea?). ¿Y por qué no lo hacen de una vez? Mira, ahí me pillas en un punto de ignorancia. No obstante, si pienso en mi alcance como autor, que a veces es como clamar en el desierto, no veo necesidad de tener impresos no sé cuántos cientos de ejemplares para que estén acumulando polvo en el almacén o en mi casa, que el papel tampoco es gratis. No sé, disculpadme, pero esta crítica me parece ya criticar por criticar. Además, es lo que hace Amazon, la alternativa que tanto se formula frente a la edición tradicional y a la coedición. Y tampoco hay que olvidar que el ahorro en papel ayuda al planeta. Que tu ego no contribuya a la destrucción de la Tierra.
Voy a acabar con unas pequeñas reflexiones al respecto. Yo entiendo, y no se lo voy a discutir a nadie, una mala experiencia o que les resultara frustrante en relación a sus expectativas. Quizás hubo malentendidos, falta de comunicación o información. Entiendo que haya autores que salieron corriendo por la primera época de la editorial, por lo que este escrito debería servir para decir que tampoco es justo que la actuación de gente que ya no está pese sobre la realidad de lo que es ahora y que muchas de esas cosas, si no todas, han cambiado o están en proceso de hacerlo.
Entiendo que muchos son exautores Indie de la época anterior, una época que cambió afortunadamente, en la que no se hacía corrección o muy poca (maquetación y portada sí; doy fe, y era, y es, un trabajo absolutamente profesional). No obstante, una cosa es que tu experiencia no haya estado a la altura de lo que esperabas, y otra es recurrir con excesiva facilidad al término «estafa», «timo» o lo que queráis. ¿Os pidieron dinero?, ¿os exigieron ventas imposibles? Aunque no haya habido pérdida monetaria, tampoco es cierto por que te ocultaran un detalle, que son los que aquí he enumerado y nunca los han ocultado. Contrasto en las experiencias frustrantes con la mía que el equipo de la editorial, al hacer la entrevista personal, nunca oculta nada ni promete cosas que no estén en su mano, así como también son plenamente sinceros en las preguntas que se les plantean en las redes sociales.
A tenor de esto, que también he visto hablar sobre esa entrevista telefónica y parece como si hubiera sido una de trabajo. Yo, desde luego, no la recuerdo tan traumática. No, tampoco la publicación de tu manuscrito tiene relación con tu número de seguidores en redes sociales. Si no, yo no estaría aquí.
A modo de autocrítica, a veces pienso acerca del papel que adquirimos como autores, noveles o veteranos, y sé que es difícil discernir muchas veces esa delgada y frágil línea que separa reivindicar tu trabajo de tu ego. Es algo que se ve, sobre todo, con el primer libro, cuando tal vez no lo creas, pero sí es inevitable que se te cuele el pensamiento de que vas a arrasar y a revolucionar el panorama literario. Creo que nos pasa a todos. En este sentido, hay derecho a reivindicar tu espacio, pero no a inventarse mentiras cuando las expectativas no están a la altura. Tampoco veo necesidad de revolverse pública y virulentamente si te rechazan un manuscrito (y los he sufrido sangrantes). Entiendo la frustración y la impotencia, y desde ese aspecto hay que relajarse y ser algo más humildes. Con esto quiero decir que también hay que ser conscientes de que las editoriales pequeñas y medianas como Indie llegan hasta donde pueden. También, y esto iría además para los editores, la comunicación entre autores y sus editoriales es fundamental: preocuparse por ambos lados. Pero somos demasiados, y quizás se caiga a veces en el síndrome del abogado de oficio.
Me parece estupendo que los autores desencantados expresen su vivencia tal y como la vivieron o la percibieron, aunque siempre es mejor presentar un relato desdramatizado. Y no sé si sería mucho pedir desmentir bulos y deducciones a las que llega gente que lee sus opiniones o experiencias. En definitiva, tratar de ser justos no significa renunciar a vuestros principios. Y a los palmeros los dejamos en el tablao, que es donde mejor están.
No voy a decir «O Indie, o el caos», pero sí digo la verdad cuando cuento que ha habido autores que me han manifestado envidia por tener casi pleno control de mi obra y una libertad de movimientos que sus editoriales no les daban, como vender los ejemplares, dejarlos en depósito en librerías (ojo, antes) o hacer una presentación donde me diera la regalada gana.
En resumidas cuentas, Libros Indie es una editorial en crecimiento. Tiene sus virtudes y, reconocen, sus defectos. Aquí no me he cortado para reflejar los defectos, y, como virtudes, también habría que decir que es una plataforma que da una oportunidad a autores muy diversos que, de otra manera, no tendrían si no fuera autopublicándose o copublicando. Es posible que muchas veces esto sea un riesgo para la editorial. No quiero decir que los libros sean malos; he corregido joyazas como Arturo o Val-Kiria, autores muy buenos que podrían hacer una lista de rechazos previos también. Claro, habrá habido rechazos o, incluso, manuscritos que se hayan perdido; en eso no voy a entrar porque no soy quién (salvo uno que vi que tampoco me extraña, porque… ¡madre mía!). Y, junto a todo esto, podéis hablar de Libros Indie todo lo que queráis porque no os van a demandar, como sí hacen otras editoriales, y yo he visto a más de uno tener que rectificar, modificar o eliminar una entrada o publicación que hablaba sobre lo abusivo de una editorial, por amenazas de demanda judicial.
No es que yo sea abogado de Libros Indie; tampoco soy el autor que más vende (lo cual no es su culpa), ni cuento esto esperando algún trato de favor; pero como veo mucha mentira interesada y, por qué no decirlo, mucha exageración, tenía que relatar mi experiencia, tanto a uno como al otro lado del libro. Y sí, también por defender mi trabajo como corrector.
Si alguien desea preguntarme algo, los comentarios están abiertos durante 15 días (medida antiespam). Después, podéis comentar en la página de aquí, dedicada a los comentarios, o en mi página de Facebook, que encontraréis a vuestra derecha en el inicio o página principal. Sí aviso que los comentarios están sujetos a moderación y no publicaré los que contengan ofensas directas. Saludos.
P. D.: me gustaría hablar de un detalle que habla sobre su ecuanimidad y su honestidad. No obstante, eso son secretos profesionales. Os lo voy a decir sin paños calientes: si hay gente honesta en el mundo editorial, sin ánimo de menospreciar a nadie, esa es la gente de Libros Indie. Y tampoco voy a pasar la oportunidad de recomendar a otros interesados el trabajo que realizamos gente como José María, Christian, Olalla (maquetadora y portadista), Júlia (CM y relaciones públicas) y yo mismo, en cada uno de nuestros campos.