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Jefferson-Aeromodelismo: Podemos estar juntos… ¡Contra la pared, hijoputa!


La violencia que había comenzado el año de 1968 no se detuvo, y siguió en auge en 1969, coincidiendo con la legislatura de Richard Milhous Nixon, elegido en 1968. Las protestas contra la guerra del Vietnam se recrudecían, así como los disturbios raciales, mientras Nixon, aunque fuera indirectamente, declaraba a los estudiantes, a los hippies y a los negros enemigos declarados de “América”. El año 1969 ya anunciaba que la década siguiente iba a estar marcada por un incremento de la violencia como no se veía desde hacía 40 ó 50 años atrás. Este panorama afectó a la música rock estadounidense (y británica) de dos maneras, una directa y otra indirecta. El modo directo en que los acontecimientos socio-políticos afectaron a la música fue que los cantantes y grupos de rock se mostraban mucho más implicados a través de sus canciones que antes, con temas que hablaban sobre la guerra, ya no siempre desde el pacifismo más utópico y naif, al estilo de John Lennon, sino desde las críticas al gobierno, al ejército y a la banca; sobre los disturbios raciales, posicionándose, claramente, a favor de los negros y de sus figuras públicas, desde Martin Luther King hasta los Panteras Negras (cuyos líderes no eran tan radicales como sus bases)… O bien hubo quien hizo aún más hermética su burbuja, predicando una “huida hacia los bosques” en donde estar a salvo de la violencia urbana, o a través de alguna religión mística del lejano oriente.

Jefferson Airplane - Volunteers - FrontLa incidencia indirecta, probablemente muy relacionada con la otra, fue que muchos de los grupos ya veteranos experimentaron una especie de regreso a las raíces muy curiosa: los Byrds y los Grateful Dead volvían sus ojos al country-rock, al igual que los miembros de bandas pioneras, ya desaparecidas o recicladas, como Crosby, Stills, Nash & Young (David Crosby de Byrds; Graham Nash de los Hollies; y Stephen Stills y Neil Young de Buffalo Springfield), Poco (con Richie Furay de Buffalo Springfield), Flyin’ Burrito Brothers (con ex-Byrds Chris Hillman y Gram Parsons). También Bob Dylan volvía a sus raíces del folk y sacaba un disco íntegramente de country, mientras surgían nuevos grupos que enraizaban en el rock y el blues más purista: Creedence Clearwater Revival y su swamp-rock, el blues atronador de Allman Brothers, o los abanderados del rock sureño Lynyrd Skynyrd. Los Beatles vuelven al rock y al rythm’n’blues de sus raíces en sus dos últimos álbumes, al igual que hicieron los Rolling Stones, y los Who se reciclaban en el rock más duro de la última hornada. Y es que cuando el rock duro volvió sus ojos al blues más clásico y tradicional y lo atiborró de esteroides, éste se renovó en un estilo que comenzó a llamarse heavy rock: Led Zeppelin, AC/ DC, Black Sabbath… Incluso Deep Purple, un grupo rock duro “sesentayochero” reemplazaban a su vocalista por otro con una voz más aguda y potente para estar a la altura de los tiempos. Por otro lado, también estaban los que no dejaban de explorar otras vías más progresistas, dando lugar al rock progresivo de los años 70 (Moody Blues, King Crimson, Genesis, etc.), de los cuales algunos harían auténticas obras maestras y otros rebasaban la barrera de lo soportable. Pero, ¿y Jefferson Airplane? Con una melodía base de blue-grass y una letra reivindicativa, abrían su disco de 1969 Volunteers:

En Jefferson Airplane confluyeron las dos incidencias en este disco: temáticamente su disco más político, y musicalmente más austero que los anteriores,Jefferson Airplane - Volunteers - Inside con presencia del rock duro más puro junto a temas de folk-rock y de country, para el que contaron con la colaboración de amigos como David Crosby, Stephen Stills, Joey Covington (futuro sustituto de Dryden), Jerry García, el teclista Nicky Hopkins y el conjunto Ace of Cups a los coros. Detrás de la politización del grupo estaba Paul Kantner, el Airplane más político según sus compañeros, que, como hemos dicho, ya había tomado las riendas del grupo desde hacía tiempo. No todos estaban demasiado de acuerdo con esta línea: Jack Casady consideraba que no era asunto suyo implicarse en política así, pero como músico profesional debía hacer que aquello sonara bien; Jorma Kaukonen se define como apolítico, aunque en el disco aparece con una camiseta que tiene grabada la famosa efigie del “Che” Guevara. Dentro del disco, el grupo, representado en la portada con máscaras y accesorios de broma con la bandera de su país detrás, presenta en el interior del disco la reproducción de un diario en el que se habla sobre un ficticio festival de rock (alterando el nombre de grupos reales como “Bud Dolan”, “Rolland Stoves” o “The Beavers”), y al lado una especie de encuesta a los miembros de Jefferson Airplane que reproduzco. Ante la pregunta “¿Cuál es tu barra favorita de la bandera?” los miembros del grupo tienen sus más diversas respuestas, algunas aparentemente absurdas, como Grace, respondiendo “Apunta eso hacia otro lugar” (supongo que se refiere a un micrófono), o Paul Kantner, asegurando que “Michoucan” (uno de los Estados de México, supongo) es su barra favorita; o Jack Casady, que tiene cuatro barras favoritas en la bandera de EE.UU. Pero más reveladoras son las respuestas de Balin y Jorma:

Marty Balin: “¿Qué bandera?”

Jorma Kaukonen (que es quien da la respuesta más explícita): “Déjame contestar esa pregunta con otra: ¿Por qué el Pentágono no mantiene lejos sus espíritus malignos?”

Y así, el álbum se abre con “We can be together”, una especie de himno generacional de reafirmación contra los ataques lanzados contra los hippies y otros colectivos por el presidente Nixon y demás, escrito por Paul Kantner. Lo más conflictivo de la letra, para los directivos de RCA, era la presencia de la palabra “motherfucker”, hijo de puta, y rogaron al grupo que quitaran “eso”; pero ellos se salieron con la suya… Y, francamente, nunca había oído la palabra “hijo de puta” de una manera tan deliciosa. “We can be together”: un deseo y una reivindicación generacional:

del documusical “Go ride the music”

We can be togeher

We can be together
Ah you and me
We should be together
We are all outlaws in the eyes of america
In order to survive we steal cheat lie forge fuck hide and deal
We are obscene lawless hideous dangerous dirty violent and young
But we should be together
Come on all you people standing around
Our life’s too fine to let it die and
We can be together
All your private property is
Target for your enemy
And your enemy is
We
We are forces of chaos and anarchy
Everything they say we are we are
And we are very
Proud of ourselves
Up against the wall
Up against the wall (motherfucker)
Tear down the walls
Tear down the walls
Come on now together
Get it on together
Everybody together
We should be together
We should be together my friends
We can be together
We will be
We must begin here and now
A new continent of earth and fire
Come on now gettin’ higher and higher
Tear down the walls
Tear down the walls
Tear down the walls
Won’t you try

Podemos estar juntos

Podemos estar juntos/ tú y yo/ Deberíamos estar juntos/ Todos somos proscritos a los ojos de América/ Con el fin de sobrevivir robamos, timamos, mentimos, falsificamos, jodemos, nos escondemos y traficamos/ Somos obscenos, ilegales, horribles, peligrosos, sucios, violentos y jóvenes,/ pero deberíamos estar juntos/ Vamos toda la gente que estáis alrededor/ Nuestra vida es demasiado hermosa como para dejarla morir y/ podemos estar juntos/ Toda vuestra propiedad privada es/ objetivo de tu enemigo/ y tu enemigo es/ nosotros/ Somos fuerzas del caos y la anarquía/ Todo lo que dicen es que somos lo somos,/ y nosotros estamos [somos] muy/ orgullosos de nosotros mismos./ ¡Contra la pared/ contra la pared (hijo de puta)!/ ¡Echad abajo las paredes!/ ¡Echad abajo las paredes!/ Vamos ahora juntos/ Pongámonos en marcha juntos/ Todos juntos/ Deberíamos estar juntos/ deberíamos estar juntos, amigos míos/ Podemos estar juntos/ Lo estaremos/ Debemos comenzar aquí y ahora/ un nuevo continente de tierra y fuego/ Vamos ahora colocándonos más y más/ Echad abajo las paredes…/ ¿no lo intentaréis?

More lyrics: http://www.lyricsfreak.com/j/jefferson+airplane/#share

Up against the wall, motherfucker!no sólo es una frase que se podría haber oído a un policía, sino que tiene al menos dos variantes: una, la de un movimiento anarquista llamado “The Motherfuckers” (los hijos de puta), y otra, de la que deviene ésta además, es de un poema titulado “Black People!” (¡Pueblo Negro!), del poeta Amiri Baraka, dedicado, obviamente, a la comunidad afroamericana y al movimiento de Derechos Civiles. La expresión se convirtió en un grito de protesta del 68 estadounidense, y Jefferson Airplane, con esta canción la fomentó como grito revolucionario. Y aquí está la actuación en la que, contra los censores, Grace dice “motherfucker” en el show de Dick Cavett, convirtiéndose en la primera cantante en decir esta palabra en la televisión estadounidense:

Actuación en el Dick Cavett Show, 1969

Para comprender mejor lo que pasaba, os recomiendo este artículo de la época escrito en la revista Triunfo: “La América que mata”, pp. 34-43 y su segunda parte, pp. 22-29, firmados por Alberto Moravia

Jefferson-Aeromodelismo: El otro lado de Jefferson Airplane (JA en directo y el incidente de Altamont)


Fred_Neil_-_Bleecker_&_MacDougalLa cara B de Bless Its Pointes Little Head se abría con una canción ajena que no sólo era un estandarte (no sólo traduzco la palabra standard, sino que le doy su sentido pleno) del grupo en sus actuaciones en directo, sino que era el otro himno personal de la banda.

“Other side of this life”, una especie de balada country de vagabundo, era una canción del cantautor Fred Neil, autor de canciones tales como “Everybody’s talkin’” (que aparecería en la película Cowboy de Medianoche, interpretada por Nilsson) por quien Paul Kantner sentía una gran admiración, que apareció en su disco de 1966 Bleeker & MacDougal.

(The) Other Side Of This Life

Would you like to know a secret
It’s just between you and me
I don’t know where I’m going next
I don’t know where I’m gonna be

But that’s the other side to this life
I’ve been leading
But that’s the other side of this life

Well my whole world’s in an uproar
My own world’s upside down
I don’t know where I’m going
But I’m always bumming around

And that’s another side to this life
I’ve been leading
And that’s another side of this life

Well I don’t know what I’m doing
Half the time I don’t know where I’ll go
I think I’ll get me a sailing boat
And sail the gulf of Mexico

And that’s another side to this life
I’ve been leading
And that’s another side of this life

Well I think I’ll go to Nashville
Down to Tennessee
The ten cent life I’ve been leading here
Gonna be the dead of me

But that’s the other side to this life
I’ve been leading
But that’s the other side of this life
And that’s another side of this life

Would you like to know a secret
It’s just between you and me
I don’t know where I’m going next
I don’t know where I’m gonna be

But that’s another side to this life
I’ve been leading
But that’s another side of this life

(El) Otro lado de esta vida

¿Te gustaría saber un secreto/ solo entre tú y yo?/ No sé a dónde iré la próxima vez/ no sé dónde voy a estar// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida// Pues mi vida entera está en un escándalo/ mi propio mundo está al revés/ No sé a dónde voy/ pero siempre estoy vagando por ahí// Y ése es el otro lado a esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ Y ése es otro lado de esta vida// Pues no sé qué voy a hacer/ la mitad del tiempo no sé a dónde iré/ creo que me haré con un velero/ y navegaré al Golfo de México// Y ése es el otro lado a esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ Y ése es otro lado de esta vida// Pues creo que iré a Nashville/ bajaré a Tenesse/ La vida de diez centavos que he llevado aquí/ va a ser mi muerte// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida/ y es otro lado de esta vida// ¿Te gustaría saber un secreto/ solo entre tú y yo?/ No sé a dónde iré la próxima vez/ no sé dónde voy a estar// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida.

Fred Neil

photo_concert8Desde los comienzos, esta canción fue una de las favoritas de Jefferson Airplane, que la interpretaban en sus actuaciones de distintas maneras: con Marty Balin unas veces, o con Grace Slick otras como vocalistas principales, en unos aires de rock duro tipo garaje propio del temprano sonido de las bandas de San Francisco. Ya en 1968 comienzan a interpretarla en su forma vocálica definitiva: con Kantner comenzando el primer verso para apoyarse inmediatamente en Balin y Slick, y a partir de ahí cantarla a coro como ellos bien sabían hacerlo, con un rock duro más perfeccionado. Así, la tranquila balada country de vagabundo se transformaba en manos de Jefferson Airplane en una mezcla de himno generacional y personal acerca de la vida de un grupo de rock.

Oír: http://www.goear.com/listen/6ecb711/the-other-side-of-this-life-jefferson-airplane

Pero ya, entre 1968 y 1969, la canción pasó de ser una más de su repertorio habitual a ser el número imprescindible con el que comenzar sus conciertos, de la misma manera que lo tenían otros grupos (Big Brother & The Holding Company invitaban al Fillmore con su “Combination of the 2”; y Country Joe & The Fish, al grito de “¡Marihuana"!”, comenzaban con su vibrante “Rock & Soul Music”), con unos arreglos más cercanos al soul (ciertamente, la influencia del soul en la forma de cantar de Marty Balin es innegable) y por tanto al rock duro de la época (grupos como Vanilla Fudge, Deep Purple o Grand Funk Railroad empezaron haciendo versiones rockeras de clásicos del soul), de manera que con un nuevo estilo vibrante y un ritmo irresistible, la canción del vagabundo se transformó en una canción para animar y entonar al personal… Y así funcionó en Woodstock, despertando a una audiencia todavía resacosa de las actuaciones del día anterior a eso de las 6 de la mañana:

slick_balinY es que Jefferson Airplane era uno de los grupos más potentes en directo de la década de los 60, sin necesidad de recurrir a números extramusicales, bailoteos o escándalos sexuales (dicho esto con todo respeto). Philip Norman, en su libro sobre los Rolling Stones, en el capítulo acerca del concierto de Altamont, los describió acertadamente como un “conjunto de cámara de músicos psicodélicos”. Sobre el escenario, generalmente, en ambos extremos se situaban Paul Kantner, al lado de la batería, y Marty Balin, junto a Jorma Kaukonen y Jack Casady, entre éste y Spencer Dryden; y en medio, la belleza salvaje de Grace. Los músicos se rotaban en sus solos, salvo el batería, pasando al primer plano, mientras Marty y Grace se dirigían el uno al otro en sus dúos, a veces oponiéndose, y entonces la voz de Kantner parecía la síntesis de esa oposición. Lo que no podían imaginar era lo que les iba a suceder en ese mismo año de 1969.

Los Rolling Stones, tras una gira monstruosa por Estados Unidos, quisieron compensar de alguna manera a un público muy fiel, pero también hacer frenteJefferson Air Altamontcc a las críticas que tanto la prensa como los principales promotores de conciertos del país, como Bill Graham, con quien mantenían una intensa enemistad, les habían lanzado. Y como no pudieron acudir al festival de Woodstock, decidieron hacer uno ellos, que les tendría como figuras principales, junto a las actuaciones de los mejores grupos del momento: Santana, Flyin’ Burrito Brothers, Jefferson Airplane, Grateful Dead y Crosby, Stills, Nash & Young. Se eligió para ello un abandonado circuito automovilístico en Altamont, y en reunión con diversas personalidades de la música, del mundo underground y del activismo hippie radical, alguien propuso contratar a los Ángeles del Infierno, la belicosa banda motorista, como seguridad. Sobre esto, por no extendernos, ya hablamos en su día, pero vamos a centrarnos en los Jefferson Airplane, desde la perspectiva de Philip Norman. A pesar de las advertencias de diversos promotores sobre que iba a ser un desastre, los Rolling Stones y compañía, aún sintiendo la borrachera del momento mágico de Woodstock (a pesar de que otros dos conciertos iluminados por el fantástico evento se habían ido también al carajo) siguieron adelante con el proyecto. De todo lo que ocurrió allí, no tienen toda la culpa los Hell’s Angels del todo: tal y como se ve en la película de los hermanos Maysles, la organización adolecía de varios defectos, sobre todo en lo referente a la seguridad, y más aun si hablamos de un grupo tan enorme como los Rolling Stones. No había un foso que separara el escenario de un público deseoso de tocar a Mick Jagger, y los organizadores como Chip Monk y Sam Cutler comenzaron a hartarse de usar la palabrería hippie con un conjunto de gente empeñada en subirse al escenario o colgarse de las torretas y a intuir el desastre en ciernes que podía ser aquello. Tal vez los Hell’s Angels se vieron desbordados por la situación, pero esto, de ninguna manera, les puede excusar de algunos de los excesos que tuvieron.

Marty_Balin_Altamont_002
Ahora bien, los hippies y los Ángeles del Infierno eran dos grupos contradictorios, unidos sólo por su situación marginal y el gusto por el rock y las drogas (no eran los únicos, otros grupos con los que se relacionaban los hippies como los Hare Krishna o los Panteras Negras también tenían muchas más cosas contradictorias que comunes con ellos), y, a pesar de diferencias políticas de la cúpula de la banda de motoristas con el carácter semi o plenamente izquierdista de muchos miembros del movimiento hippie, los incidentes con ellos solían ser aislados, aunque Janis Joplin podía haberles dicho (y quizás lo hizo) que no siempre se podía confiar en los Ángeles del Infierno y su carácter violento. La realidad era que los grupos de San Francisco tenían buenas relaciones con los Angels, los habían defendido y tocado en sus fiestas -aunque no creo ni por un momento que fueran tan ingenuos, ¿o sí?-, de modo que, según Norman, es la propia Grace Slick quien invita a los Angels a subir al escenario. La cuestión era que invitar a los Angels era una técnica que ya había funcionado antes, mucho mejor que esperar a que se presentaran sin invitación arruinándoles la fiesta a todos; y si encima se les designaba como seguratas del escenario mucho mejor, y siempre era mejor que la presencia conflictiva de la policía, sobre todo en este violento bienio 1968-1969. Pero los Angels comenzaron a actuar más como matones que como personal de seguridad, cuando decidieron que los músicos que componían Santana podían ser un perfecto blanco en movimiento del lanzamiento de latas de cerveza. Una vez solucionado este incidente, la calma pareció volver. Pero de pronto volvieron los incidentes, y, sin razón aparente, los Ángeles del Infierno comenzaron a golpear a cualquiera que se le antojara y no sólo a los que se acercaban al escenario. Así que cuando Jefferson Airplane suben al escenario, ya literalmente tomado por la banda motera, la cosa está revuelta, y ni siquiera las buenas vibraciones de “The Other Side Of this Life” consiguen calmar los ánimos. Marty Balin no era ajeno a lo que estaba pasando, y le es casi imposible actuar al intermediar en peleas, y en un estado de cabreo llegar a lanzar su pandereta contra alguno de los moteros, mientras Grace, en una muestra de profesionalidad absoluta, sin dejar de cantar, llama insistentemente a la calma. En cierto momento, como se puede ver, los Angels derriban y se cierran en formación en torno a un chico negro que no parecía hacer otra cosa más que disfrutar de la música; el hecho enerva a Balin, que decide intervenir, y a cambio es dejado inconsciente por un puñetazo de alguno de los Angels. Las cámaras de los Hnos. Maysles dejaron constancia del suceso:

La transcripción aproximada de lo que Kantner dice es “¡Amigos! Me gustaría contaros lo que ha pasado: algunos de los Ángeles del Infierno hanhells_angels-12-6-1969-altamont015airplane golpeado en la cara a Marty Balin dejándolo inconsciente… Quiero daros las gracias por eso”. A lo que el Angel que salta le pregunta si le está hablando “a su gente”. Grace, en un intento de mantener la calma entre las dos partes, explica, quizás queriendo entender “lo extraño” que estaba ocurriendo, que los Angels estaban allí porque algunas personas se pasan de la ralla y ellos no golpean a la gente por nada, así que “dejemos de jodernos”. Probablemente fuera la suya la mejor visión de lo que allí estaba pasando (coincidiendo con este autor*, que nos da también el otro punto de vista, el de los Hell’s Angels y una frase repugnante de su autoría sobre “quién no querría subirse a zurrar a un rojeras melenudo que cantaba sobre la paz y el amor cuando hay comunistas –commies– que había que matar”… ¡Simpáticos los Ángeles del Infierno de USA!, ¿no os parece? Y luego la svastika es por “impacto visual”, ¡ya! Impacto visual, mis cojones): “La gente se vuelve loca, y necesitas a gente como los Angels para mantener a la gente a raya. Pero los Angels también- sabéis, no se golpea a la gente en la cabeza por nada. Así que ambos lados os estáis jodiendo ahora. ¡Dejad de joderos!”, dijo en un intento –mucho mejor que el de Mick Jagger- de calmar los ánimos. Los Grateful Dead iban a actuar a continuación, pero cuando supieron de la agresión sufrida por Balin, decidieron coger el helicóptero y marcharse, ya que, por lo visto, estaban pegando a los músicos. El hecho tuvo sus consecuencias: una, que intuimos, que las relaciones de los Jefferson Airplane con los moteros se congelaron; y la otra, tal como él mismo declaró, fue la marcha de Spencer Dryden del grupo, junto a otras cosas: Dryden preveía que la década que se avecinaba iba a estar repleta de estos “incidentes” de los que él no quería participar; algo después se unió al proyecto paralelo a Grateful Dead de country, New Riders of The Purple Sage.

De todas maneras, como valoración personal mía, la película de los Maysles muestra a una generación cansada, que comenzaba a sucumbir a sus propios vicios y excesos. Los documentales de Monterey Pop y Woodstock nos enseñaba a gente feliz, con muchas ganas de hacer cosas y de escuchar música… Pero Gimme Shelter, entre otras cosas, nos muestra un panorama de degeneración y de excesos, no sólo propiciado por el desolado escenario de la película del autódromo abandonado, en contraposición al bucólico panorama de Woodstock en la granja Yasgur –no tanto así Monterey-, anunciando una década violenta y la caída de aquella generación que tan sólo meses antes había sido elogiada en esos tres días de paz y música.


*Si visitáis la página a la que me refiero, he de advertiros, aunque esté en inglés. No sé si el autor del texto es el mismo propietario de la página (bastante interesante, eso sí),hells_angels-12-6-1969-altamont068 aunque el nombre Al Barger no sé si tiene relación con el mítico –y reaccionario- líder de Hell’s Angels, Sonny Barger, lo cual explicaría tanto la defensa a capa y espada de la banda motera como sus giros reaccionarios. La defensa de este autor consiste en que los Angels se vieron intimidados y amenazados ante los hippies drogados, y nos pone un ejemplo que os reproduzco aquí en esa foto: según el autor, este “freak” es el ejemplo del tipo de personas con los que tuvieron que lidiar. Más le valdría cerrar la boca, ¿acaso no ha visto la película? El tío de la foto es UNO de los HELL’S ANGELS. Tampoco es necesario haberla visto, si, como cacarea, se conoce de Pe a Pa lo que allí ocurrió: SÓLO LOS ÁNGELES DEL INFIERNO (y los músicos) PODÍAN ESTAR EN EL ESCENARIO. Y además, Philip Norman nos da en su libro una descripción totalmente detallada sobre tan pintoresco personaje, acreditándolo como un Ángel del Infierno…. Y para que veáis que no miento, aquí está el fragmento de la película:

A mí este tema no es que me vaya ni me venga, a parte de aumentar mi admiración por Marty Balin (y también por Keith Richards), pero siempre me ha llamado la atención como a ciertos personajes les hace gracia este capítulo y aplauden la actuación de los moteros: ¿es que hay quien considera divertido ir a un concierto y que te peguen? En mi opinión, sólo un tipo de personas puede aplaudir o divertirse con semejantes actos. Nuestros “hermanos mayores” podrían deciros lo que es ir a un espectáculo y que peguen sólo por el hecho de asistir y quienes eran los que pegaban…

Altamont: cuando los Ángeles del Infierno quitaron protagonismo a Mick Jagger


No es por ser macabro, pero de todos los sucesos que han ocurrido en el mundo del rock’n’roll, el concierto gratis de Altamont me parece de lo más sobrecogedor. Como muchos ya sabréis, fue un concierto en el que ocurrió un asesinato que, a día de hoy, sigue levantando incógnitas inconfesables, como casi todo lo que rodea a los Rolling Stones. Me baso en el libro Rolling Stones de Philip Norman para describir esto. Para muestra: 

 

Según Philip Norman, en los años 68-69 los Rolling Stones se embarcaron en unas giras titánicas, siendo una de las mejores aquella en Estados Unidos en la que compartieron cartel con B. B. King y Ike & Tina Turner, en el año 69. Aunque impecable toda la gira, con estos compañeros excepcionales, la banda fue duramente criticada por parte de publicaciones especializadas, especialmente Rolling Stones, la revista que lleva su nombre: principalmente la queja iba dirigida al excesivo precio de las entradas, pero también a que les pareció que no estuvieron tan a la altura como sus teloneros, de los que -decían- estaban demasiados pendientes (en descargo suyo hay que decir que los eligieron ellos y que además no estamos hablando de principiantes: estamos hablando de B. B. King y Tina Turner); también se le echaba en cara su indolencia de super-estrellas, debido sobre todo a una manía que cogieron de hacer esperar a la gente hasta una hora después del comienzo del concierto (una fea costumbre que todavía siguen practicando). Todas estas cosas calaron bien en el conjunto británico, y, al igual que meses atrás hicieron en Hyde Park, decidieron hacer una especie de concierto resarcimiento para el público americano. Hablaron con algunos de los promotores musicales más importantes de aquellos días y convinieron en hacer un concierto gratis en algún lugar, inspirándose en el grandioso Woodstock de hacía algunos meses atrás, en donde parecía que la paz y el amor se habían aliado con la música, resultando unas jornadas agradables con mucha buena música de todos los estilos punteros de entonces junto a otras cosas… Para la ocasión, aunque fuera un concierto con ellos como estrellas principales, se reclutó a algunos de los mejores grupos musicales norteamericanos de entonces: Flyin’Burrito Brothers, Santana, Crosby, Stills, Nash & Young, Jefferson Airplane… Los agentes de los Rolling Stones, junto al promotor Chet Helms, al mánager de los Grateful Dead, Roc Scully, y el escritor radical Emmet Groggan, eligieron para realizarlo un circuito automovilístico en Altamont, California.

 

El problema fue la seguridad: un concierto gratuito con mucha gente y mucha droga, aunque fuera gente que creyera en la paz y el amor universal, no daba demasiada confianza; la idea de la policía no era una buena solución: los últimos conciertos celebrados entonces habían quedado empañados por la, por un lado, la represión policial, y por otro, la acción calculada de grupos activistas hippies como los Diggers o los Weathermen, o raciales como los Black Panthers. Por esa razón, alguien, que no quiere acordarse de que fue él, y todavía no se sabe quién fue concretamente, aconsejó confiar la seguridad a los Hell’s Angels, los Ángeles del Infierno: «Hay cierta gente que se pasa de la ralla, y para eso tienes a los Ángeles». Philip Norman, el autor de este libro, asegura que la idea tenía cierta lógica: en otras ocasiones se demostró que era mejor invitarles a que aparecieran de repente pretendiendo entrar gratis y aguando la fiesta a los demás. Para los Rolling Stones, el nombre Hell’s Angels les recordaba a aquellos muchachos que se ocuparon en el Hyde Park de Londres de su seguridad: en realidad, estos no eran más que unos de tantos imitadores que a la banda americana les apareció alrededor de Europa, y, quitando el mal gusto de lucir insignias fascistas, aquellos eran tan inofensivos como los hippies que acudieron al concierto. Pero no así los Ángeles californianos.
Existe un libro llamado Ángeles del Infierno. Una saga sangrienta, de Hunter S. Thompson, un periodista y escritor radical que convivió con ellos durante una temporada atraído por su halo maléfico y acabó desencantando. Hunter cuenta como se montó con ellos alrededor de los estados americanos, en pic-nics y fiestas y en las carreteras. Como muestra de su desencanto apunto que al principio Hunter defendía que los Ángeles usaran las swastikas y otros motivos fascistas como medio de provocación y de impacto visual para acabar diciendo que en realidad los Ángeles eran virtualmente nazis debido a todo aquello que vio: por un lado, el llevarse bien con ciertas bandas motoristas de negros, pero no invitarles a sus fiestas porque «no son nuestra gente», y, por otro, un desagradable suceso que ocurrió en los comienzos del movimiento hippie y de la protesta anti-bélica. La flor y nata de la contracultura americana, encabezada por el poeta Allen Ginsberg, estaba enamorada del modo de vida de los Angels y de su suciedad cálida, de que fueran otro tipo de marginados voluntarios; por esta razón, los invitaban a sus fiestas, en donde podían escuchar buen rock duro y tomar drogas diversas. Pero meses después, en una de las primeras marchas anti-Vietnam, los estudiantes y los hippies fueron en Berkley increpados con gritos de «¡Rojos! ¡Putos comunistas!» no por el partido republicano, el KKK o las Hijas de la Revolución, sino por los propios Hell’s Angels. A raíz de ahí, también los hippies vieron que aquellas swastikas eran más que un elemento folklórico -en el mal sentido de la palabra-; Allen Ginsberg, en una larga arenga poética, llega a decir: «¡Dadle la vuelta a la swastika y devolvédsela a los hindúes!» (recordemos que la cruz gamada es una perversión de un símbolo religioso jainita, una religión de la India, y que, aunque sea anecdóticamente, Ginsberg era judío de nacimiento). A pesar de esto, los grupos de rock de San Francisco y las bandas militantes siguieron teniendo una extraña camaradería con esta gente, aunque se hubiera demostrado que para tomar drogas estaba bien, pero a la hora de estar a lo que se tenía que estar, los Ángels no sólo no estaban, sino que estaban al otro lado. Hunter reflexionaba diciendo: «Si querían provocar, por qué en vez de la cruz gamada no llevaban la hoz y el martillo. Imaginen: una banda de matones comunistas motorizados invade las autopistas de América». Y francamente, no le falta razón.
Pero así eran ellos, puro vicio, violencia y suciedad que, sin embargo, estaban consiguiendo una popularidad pasmosa entre los círculos underground, reconociéndolos como hermanos en la auto-marginación, pero con unas ideas diametralmente opuestas.

Aún así, los promotores confiaron en que la música hermanara a todos en paz y amor, a pesar de que, como señala Norman, el concierto caía en una época en la que la luna estaba en Scorpio, provocando un clima de violencia: es curioso que gente tan mística no viera este dato y sí confiara en que la Era de Acuario lo solucionara todo. Y así, en diciembre, se continuó con el plan. Se contrató a los hermanos Maysles para grabar el evento; dicha película, casi una rareza, tendrá su dramática importancia.

Si bien parecía que todo marchaba sobre ruedas, la llegada de la banda motorista comenzó a aguar la fiesta, aunque fueran recibidos con aplausos y diversos convites a vino y porros; pero los Angels, cargados con litros de alcohol y mal LSD, hicieron pronto su estrepitosa entrada haciéndose notar y dejando bien claro quién era el que mandaba allí. De hecho, los Angels acabaron tomando el escenario secuestrando literalmente a todos los músicos que tocaban. La actuación de Santana fue saludada por ellos con una salva peligrosa de latas de cerveza; después los Angels golpearon al azar a toda la asistencia, provocando que el cuarteto de country-rock Crosby, Stills, Nash & Young tocaran sus canciones de rigor y se marcharan a prisa y corriendo. Sólo la actuación de los Flyin’Burrito Brothers pareció transcurrir en una calma relativa. Sin embargo, durante la actuación de Jefferson Airplane, el mismo conjunto no pudo contenerse ante los abusos de los moteros (a pesar de haber sido uno de los grupos que más los había apoyado en el pasado) y decidió intervenir. No perdáis de vista a Marty Balin, el cantante (el que lleva sombrero), mientras Grace Slick llama a la calma:


 

Philip Norman cuenta que este altercado se debió a que varios moteros comenzaron a encerrar amenazantemente a un chico negro, y Balin, bastante harto de cómo se estaba tratando al público (si os habéis fijado, les llega a arrojar a los Angels la pandereta), decidió intervenir en su defensa y recibiendo una bandada de golpes que le dejó sin conocimiento. Días después, el líder de los Angels, Sonny Burger, explicaba y justificaba el comportamiento de los motoristas diciendo que algunas de sus motos habían sufrido ataques e incluso alguien quemó una de ellas (lo que queda en el aire es saber si esos ataques a las motos se produjeron antes o después de sus ataques a la gente).
Para colmo de todo, los Stones tardaban en salir, como de costumbre, ayudando a acrecentar peligrosamente el nerviosismo y la violencia. Cuando Mick Jagger apareció en el escenario no pudo si quiera moverse de tan abarrotado que estaba de moteros. A pesar de estar viendo lo que pasaba, a pesar de todos los golpes y abusos, y de su propio compañero Keuth Richard llamando la atención a uno de ellos, Jagger, obnubilado por su petulancia, según algunos, dicen que cometió una enorme imprudencia: no, no fue que cantaran «Simpathy for the devil» como después se dijo, sino de cómo, pretendiendo mantenerse ciego y sordo a la situación, actuó como si nada de aquello estuviera pasando:

 

En aquellos momentos más o menos, Meredith Hunter, un joven negro que vestía un elegante pero llamativo traje verde, se abrió paso entre la multitud. Parecía llevar un arma. En ese momento, un joven Hell’s Angel le asestó varias puñaladas. Se intentó reanimar y salvar la vida del joven, pero los escasos equipos del recinto no lo permitieron (ahorro algunas anécdotas algo desagradables sobre el comportamiento de la organización de los Stones por no estar confirmadas). Aquí se puede ver la secuencia ompleta junto a un alegato en defensa del comportamiento del Angel:

Parece tener razón, pero tampoco puede uno evitar, después de haber leído el parte de lesiones narrado por Philip Norman, pensar que la agresión es muy desproporcionada, y siempre te queda, detrás de tantas explicaciones, la mayoría referente al código de honor y conducta de los Angels, si el filo-nazismo pretendidamente folklórico de la banda no tuvo nada que ver en esta desproporcionalidad.
En cualquier caso, a mí, desde que leí todo esto referente a estos motoristas, me sorprende por qué unas personas tan involucradas en el pacifismo, en la lucha por los derechos civiles, tan amantes del «buen rollo», seguían teniendo una estrecha relación con gente que era lo contrario a ellos. Pienso que de haber existido en España un grupo de gente que sin ser abiertamente de extrema-derecha, hubieran lucido con tal orgullo las cruces gamadas, pero hubieran tenido algo en común con los estudiantes radicales de los años 70, jamás se hubiera confiado en ellos para nada. Uno no puede evitar comparar eto con los incidentes provocados por los Cristo Rey en los recitales de los cantautores, pero con una salvedad: a los Cristo Rey nadie les invitó (de la organización del concierto, quiero decir).
Que cada uno saque sus propias conclusiones. La mía es: mal por Mick Jagger, bien por Marty Balin y Keith Richards.
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