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Canciones porque sí/ Jefferson-aeromodelismo: How do you feel


JAMyBestFriendTyskUna de las canciones del Surrealistic Pillow, el segundo disco de Jefferson Airplane (1967), que nos dejamos en el tintero de la serie Jefferson-Aeromodelismo fue esta “How do you feel?”, pues no había gran cosa que decir sobre ella. La canción es autoría de un tal Tom Mastin, un antiguo amigo de Paul Kantner de los días de la bohemia folk pre-hippie, aunque no sé si es una canción que les regalara para darse algo de nombre (una práctica algo común por entonces) o una versión si Mastin fue un cantautor folk de aquellos días que la interpretara en los cafés de folk y jazz; sea como fuera, ignoro si Tom Mastin siguió en el mundo musical. A parte de ser la única canción del disco no escrita por uno de los miembros de la banda, presenta otra particularidad: frente al ambiente musical del disco, eminentemente de folk-rock y de primitivo rock duro, y descontando el fabuloso tema intimista de Marty Balin “Comin’ back to me”, la canción tiene una deliciosa armonización folk-pop muy al estilo de los Mamas & Papas, con Kantner a la voz solista, apoyado por Balin y Grace Slick, quien además interpreta el sonido pre-grabado de flautas que le da ese aire tan bucólico. Quizás sea una pieza maestra menor de los Airplane, casi una rareza, pero una auténtica delicia:

How Do you feel

Look into her eyes
Do you see what I mean
Just look at her hair
And when she speaks, oh, oh what a pleasant surprise

How do you feel
Just look at her smile
Do you see what I mean
She is looking our way
Oh how I wish we could stay, just stay for a while
How do you feel

When I meet a girl like that
I don’t know what to say
But to greet a girl like that
Brightens up my day
My day, oh
How do you feel

Just look at her walk
Do you see what I mean
She is coming our way
Oh, how my heart beats, I don’t even think I can talk
How do you feel

When I meet a girl like that
I don’t know what to say
But to greet a girl like that
Brightens up my day
My day, oh
How do you feel

How do you feel
Do you know how you feel
Just look at her smile
(Tell me how do you feel)
Look into her eyes
(Tell me how do you feel)
She is coming our way
(Tell me how do you feel)
Look into her eye
(Tell me how do you feel)
She is coming our way
(Tell me how do you feel)

http://www.sing365.com/music/lyric.nsf/How-Do-You-Feel-lyrics-Jefferson-Airplane/29E5B9CDE03075E748256BF400081562

Cómo te sientes

Mírala a los ojos,/ ¿ves lo que quiero decir?/ Sólo mira su pelo/ y cuando habla,/ oh, qué agradable sorpresa.// ¿Cómo te sientes?/ Sólo mira su sonrisa,/ ¿ves lo que quiero decir?/ Ella mira nuestro camino/ Oh, cuánto quisiera poder quedarnos, sólo quedarnos un rato./ ¿Cómo te sientes?// Cuando conozco a una chica como ésta/ no sé lo que decir/ Pero saludar a una chica como ésta/ ilumina mi día/ Mi día, oh/ ¿Cómo te sientes?// Sólo mira su andar/ ¿ves lo que quiero decir?/ Ella viene hacia nosotros/ Oh, cómo late mi corazón,/ ni siquiera creo que pueda hablar/ ¿Cómo te sientes?// Cuando conozco a una chica como ésta/ no sé lo que decir/ Pero saludar a una chica como ésta/ ilumina mi día/ Mi día, oh/ ¿Cómo te sientes?// ¿Cómo te sientes?/ ¿Sabes cómo te sientes?/ Sólo mira su sonrisa/ (Dime cómo te sientes)/ Mírala a los ojos…/ Viene hacia nosotros…

Tom Mastin

Los maniquíes… ¡Han roto los escaparates!


loxa_poemaJuan de Loxa ( nacido como Juan García Pérez: su pseudónimo es debido a la forma medievalizada de su pueblo natal, Loja, en Granada) es un hombre polifacético, que ha sobresalido sobre todo en poesía y que muchos recordarán por haber sido el germen del colectivo de cantautores andaluces, orientados hacia la copla popular, Manifiesto Canción del Sur (ya saben ustedes: Carlos Cano, Antonio Mata, etc.). Desde antes de 1969 hasta hoy, Juan de Loxa sigue en activo con su encendida poesía social, estandarte de esos bárbaros del sur que preparaban una invasión pacífica.

1ª formaciónPor su parte, Aguaviva fue un grupo español de folk-rock o folk-pop mixto, capitaneado desde los mandos por el ex-cantautor y productor Manolo Díaz, el cual escribe la mayor parte de las canciones del grupo en su primera etapa y musicaliza los poemas de aquellos poetas malditos para ellos (como, por ejemplo, “Poetas andaluces”, del gran Rafael Alberti, o “La ciudad es de goma” del genial Gabriel Celaya). Aunque sus principios pueden considerarse como semi-comerciales, debido a los arreglos pop de sus canciones, esta apreciación desaparece al comprobar la fuerza de sus canciones. La simplicidad de sus arreglos pop va desapareciendo a medida que el grupo madura, a la vez que cambia de miembros, y se va acercando cada vez más hacia el rock progresivo. aguaviva-no-hay-derechoPara mí, a parte del disco de hoy, merece especial atención su No hay derecho (1977), disco muy imaginativo en el que explotan muchos estilos, algunos de ellos de la última hornada estadounidense, como una curiosa versión del “Walk on the wildside” de Lou Reed, con el nombre de “No hay derecho, Lou” (más bien, semi-versión, ya que su letra tiene muy poco que ver con el contenido de la original del señor Reed). El disco se abre con un estupendo número de zarzuela llamado “La de los raros derechos”, y finaliza con un góspel, “No hay derecho”; entre medias, canciones crudas de crítica contra el régimen y denuncias sociales, y, enlazándolas, parodias de los discursos de los políticos ultraderechistas de la transición (Blas Piñar, Manuel Fraga, García Carrés…) que no tienen desperdicio alguno. El disco tiene un cierto aire brechtiano, ya que, desde mi punto de vista, parece emplear aguaviva-poetasalgunas de las técnicas del distanciamiento de Bertolt Brecht. Una de sus mejores canciones, ya sonó aquí: Pisoteados. Por su parte, antes del disco que vamos a comentar a continuación, ya hubo una colaboración entre Aguaviva y Juan de Loxa, en el disco Poetas andaluces de ahora (1975), en la que el grupo canta poemas de los poetas andaluces de la última hornada, entrelazada con su ya anterior “Poetas andaluces” de Alberti fragmentado; de Juan de Loxa cantan su “Ardían los yunques”, el cual presenta la canción, presentándose a sí mismo y declarando que intenta aportar algo a “la invasión de los bárbaros del sur”.

la-invasión-de-los-bárbarosPero no es éste el disco del que quería hablar. Su último disco está ya alejado de su primer folk-pop y de la línea comercial, y abraza plenamente el rock progresivo y el rock duro: se trata de La inavasión de los bárbaros (1979), que musicaliza en estos tonos diez poemas del libro de Juan de Loxa, La invasión de los bárbaros del sur (1980). Intuyo que el concepto de “bárbaros del sur” se refiere al concepto de Walter Benjamin (creo recordar) de “bárbaro” y “barbarie”, que, por contradictorio que pueda sonar, no es en este caso negativo, sino positivo: el bárbaro, al igual que, en cierto aspecto, los bárbaros originales que invadieron las provincias romanas, es aquél que, por sus costumbres “foráneas” (bárbaro significa extranjero) amenaza las costumbres oficiales del imperio. Y esto pretendían los bárbaros de Andalucía (que viene del nombre árabe Al-Ándalus, derivación de Vandalussía, la tierra de donde venía la tribu bárbara germana los vándalos y que fueron a parar al norte de África expulsados por los visigodos, amigos del imperio). El disco en cuestión (perdón por la ida de olla) se cerraba con este emocionante “El día que los maniquíes rompan los escaparaManiquies_escaparate_tienda_Barcelonates”, que se me ocurrió colgar aquí el domingo cuando, en nuestra marcha hacia a Sol, veía a los maniquíes observar el gentío desde sus escaparates y pensé que, al igual que esta canción, hubiera estado estupendo que hubieran roto los escaparates y se nos hubieran unido…

El día que los maniquíes rompan los escaparates

El día que los maniquíes rompan los escaparates
la gente se va a quedar con la boca abierta
porque cuántos maniquíes tienen ocupaciones estúpidas
y quieren de una vez saltar la barrera
y hacer añicos su vulgaridad.

¿Qué hacen esos maniquíes cruzando los pasos de peatones?
¿Qué quieren de nosotros esos rebeldes?
¡Qué milagro sus sonrisas!
¿Cómo han podido romperse los labios
para gritar así, de esa manera,
y hacer añicos su vulgaridad…?

El día en que los bárbaros se sientan apoyados
hasta por esa gente de escayola
repicarán a gloria y a triunfo
desde sus caballos y motocarros
y harán añicos la vulgaridad.

Juan de Loxa

Música: José Nieto – J. García

http://aguaviva.myartsonline.com/canciones/ELDIAENELQUELOSMANIQUIESROMPANLOSESCAPARATES.html

Página oficial: http://www.aguaviva.tk/

Historia de la canción de autor: el folk, la tradición musical y los cantautores



Aunque ya dijimos que, en principio, la canción de autor no tenía un estilo musical propio, como sí lo tienen el rock, el country, etc., sino que se manifestó, de manera más o menos general, en muchos estilos de música, sí podemos denominar a cierto estilo de música como música propia de los cantautores españoles. Aunque también hay un importante número de cantautores que se expresaron musicalmente a través de la psicodelia y del rock progresivo, si hay un estilo que la canción de autor puede reclamar como propio, ese es el folk, más concretamente, el folk hispano. 

Cuando hablamos de folk tenemos que aclarar, en primer lugar, que no nos referimos al folk-rock o folk-pop que usaron Aguaviva o Almas Humildes; en segundo lugar, tampoco son, propiamente dicho, las versiones e interpretaciones del folk norteamericano, aunque ayudaron a configurar el folk español; y, en último lugar, distinguir entre folk y música de raíz (incluido el flamenco), aunque hablaremos de ellas dos: la música de raíz es la mera interpretación de una melodía tradicional o popular, aunque se le pueda cambiar la letra e incluso añadir instrumentación más moderna o, al menos, no registrada en los modos de interpretación hasta entonces usados (por ejemplo, un contrabajo o un cello en una jota); el folk, aunque bebe de la música de raíz, no se agota en ella, podríamos decir, y agrega nuevos elementos a la canción y a la música. La diferencia básica esencial es que la música de raíz se dedica simplemente a la interpretación del tema y el folk lo re-interpreta, permitiendo además la creación de nuevos temas en ese estilo de música (aunque nunca se reconocerá como popular, estrictamente, al estar ya firmado). Pero, ¿por qué decimos que el folk es el estilo más propio?

Durante la mitad de los 60, los cantautores se servían de diversas músicas, siendo las más populares las del estilo «balada italiana», chanson francesa, canción latinoamericana, folk rock, folk norteamericano y canción portuguesa, algunas con más tirón comercial que otras. Con los precedentes de la Euskal Kanta Berria, Joaquín Díaz, Nuestro Pequeño Mundo (foto), el Nuevo Flamenco, los grupos folk castellanos y canarios, los cantautores andaluces aglutinados en torno a Manifiesto Canción del Sur, El Grup de Folk y algunos de los temas costumbristas de Víctor Manuel, ante las puertas de los 70 y a mediados de estos surgen nuevos cantautores como Labordeta, Pablo Guerrero o Imanol (aunque éste sea más inaccesible para el público normal y corriente al estar prohibido) y grupos de folk de toda región, lengua y, por ende, estilos: desde los andaluces Jarcha, pasando por los aragoneses La Bullonera, hasta los vascos Oskorri o los gallegos Fuxan os Ventos; estos nuevos enseñan a aquellos cantautores anteriores que habían despreciado, total o parcial, directa o indirectamente, el folklore de su tierra, y, en algunos casos, como en el de Voces Ceibes, se produjo una reconciliación que resultó a todas luces beneficiosa. Es en ese momento, sin que esto sirva de ninguna manera de desprecio hacia las otras formas musicales, cuando la canción de autor encuentra su expresión musical más autóctona y propia. Pero remontémonos al principio.

Por simplificar las cosas al máximo, podemos dividir a los primeros cantautores en folklóricos (en el sentido de investigadores e interpretadores del folklore) y no folklóricos: Setze Jutges, Voces Ceibes, parte del colectivo Canción del Pueblo, etc. Estos últimos, por lo general, y en diversos grados de intensidad, llegando a veces incluso al desprecio, rehusaban utilizar el folklore como instrumento musical para sus letras por una razón política y social: el uso que el franquismo hizo de las manifestaciones folklóricas de todas las regiones, a través del grupo de Coros y danzas de la Sección Femenina de Falange, para, según ellos, a través de la diversidad de sus regiones, afianzar la absoluta y sagrada unidad de España. Esto no suponía un rechazo de plano, por así decirlo, en muchos casos, pero entonces hacer música folklórica no era lo más progresista en España. En otros casos, el amor a la tierra y a su música, y a la investigación etnológica, vencieron a la ideología para poder reclamar lo que por derecho les pertenecía.
No obstante, los cantautores folklóricos descubrieron un pequeño tesoro dentro de lo que era el gran tesoro del legado musical: la gran libertad a la hora de cantar que proporcionaba un tema. Curiosamente muchos descubrieron quejas más radicales (de raíz) y sinceras en los cantos antiguos que en las escuelas y universidades gracias a la Magna Antología de la Música Tradicional Española del profesor García Matos, colaborador de la Sección Femenina y etnólogo admirable, que recogía un gran número de canciones de todas las regiones de España (según estaban conformadas entonces); descubrieron que no necesitaban recurrir a textos propios o a poetas prohibidos, todo lo que necesitaban saber y decir estaba ahí: en el «Atzo tun tun», en unas «Jotas de estilo» aragonesas que resultan tener una sátira feminista, en los versos «Tengo la mano pesada,/ que parece de madera./ Si yo fuera señorita/ más ligera la tuviera» de una jota a lo ligero cántabra… Y un largo etcétera. De manera que, al alegar que eran canciones tradicionales, la censura se veía impotente para prohibir algo que por otro lado estaban, no solo autorizando, sino promocionando. De ahí a la imitación literaria sólo había un paso.
Subyacía a este hacer también una ideología político-estética enraizada en el inmortal Antonio Machado y sus ideas, plasmadas tanto en verso como en prosa, acerca del saber inmemorial del pueblo y su ensalzamiento a lo largo de toda su obra frente al clasismo de algunos «señoritos» guardianes de la intelectualidad y despreciadores de lo popular y proletario por considerarlo de baja calidad artística.

En primer lugar, por orden de antigüedad, podemos citar a los cantaores del Nuevo Flamenco: Enrique Morente, José Menese, Manuel Gerena, «el Lebrijano«, «el Cabrero», etc. Estos cantaores decidieron recuperar el cante hondo de las garras de los señoritos, que lo usaban para su solaz y recreo, para, explotando la vena más rebelde e insumisa del flamenco y sus distintos palos, devolvérselo al pueblo. Utilizando los cantes tradicionales con nuevas letras propias o de poetas estigmatizados como non-gratos (Hernández, Lorca), resucitaron el viejo arte de la queja gitana y andaluza, el grito desgarrado y desgarrador del sur. De esta manera, también al ser apartados a la fuerza de los certámenes oficiales, estos cantaores consiguieron arrancar el cante hondo del llamado nacional-flamenquismo, que tanto daño estaba haciendo al folklore, muy especialmente al andaluz. Casi al mismo tiempo, el movimiento surgido alrededor del poeta Juan de Loxa, Manifiesto Canción del Sur, formado entre otros por Carlos Cano, Benito Moreno y Antonio Mata, reclamaban como propia la copla, un estilo bastante dañado por el nacional-flamenquismo.
En Castilla, mientras tanto, al amparo del maestro Agapito Marazuela, etnólogo y dulzainero segoviano, surgía un nuevo e interesante movimiento de recuperación y restauración del patrimonio folklórico castellano. Joaquín Díaz fue la cabeza clara y visible de este movimiento. Díaz no hacía ningún tipo de discurso político o subversivo en sus canciones, limitándose a la interpretación de temas tradicionales castellanos. Suya es, por ejemplo, esta interpretación de un villancico del Día de Reyes de Castilla, en la que primero podemos oír la versión «original» en boca de un cantor anónimo:


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Esta aparente carencia inicial de contenido político o social, por una parte, y por otra la tradicionalidad de sus temas, hicieron que injustamente cayera sobre él el san-benito de reaccionario. No obstante, con el tiempo, Joaquín Díaz, con intereses medio etnólogicos-antroplógicos, medio políticos, grabaría temas como canciones republicanas de la guerra civil y canciones liberales de la guerra de independencia y constitucional. A pesar de todo, la mayoría no duda en señalar a Joaquín Díaz como el padre de algo que se podía comenzar a llamar folk español, o, al menos, en su caso, castellano.
Unida a la figura de Díaz apareció la del grupo de folk Nuestro Pequeño Mundo. Este conjunto no fue, en realidad, un conjunto de temas originales. En sus comienzos mezclaban en sus discos temas tradicionales españoles de diversas regiones con los temas del folk y de los cantautores norteamericanos; más tarde pasaron a hacer versiones de los temas de algunos de sus contemporáneos, como Llach, Celdrán, Pablo Guerrero, etc. Bajo estos ejemplos, tutelados por Marazuela, aparecerían en Castilla grupos de folk como Nuevo Mester de Juglaría, Jubal, Carcoma o Vino Tinto.
En Cataluña lo que diferenciaba a los dos grandes colectivos, Setze Jutges y Grup de Folk, en esencia, era la música. No obstante, aunque reconocida la animadversión que los Jutges sentían por el folklore catalán en particular, dos de sus miembros, Josep Maria Espinàs -uno de los fundadores- y Joan Manuel Serrat, sacaron ambos sendos discos en el que recopilaban algunas canciones tradicionales catalanas, ambos bajo el nombre de Cançons tradicionals. Pero la gran labor, evidentemente, la realizaron el Grup de Folk, alternando temas del folk norteamericano, de Dylan  Seeger, con temas tradicionales catalanes, pero también de otros sitios de España (canciones cántabras) o de fuera (canciones latinoamericanas, algunas de Atahualpa Yupanqui, irlandesas, suizas…), especialmente con la gran incorporación de María del Mar Bonet y Marina Rossell, que supieron poner los llamados Países Catalanes en el mapa de la música mediterránea.
En Euskal-Herria, más propiamente en el País Vasco, la tradición musical euskaldun había sufrido la misma manipulación que el resto del folklore del país, pero con una diferencia, que yo achaco al espíritu vasco: por mucho que el régimen insistiese en usar los cancioneros vascos para la cohesión y unidad de España, el vasco siempre tendrá esta tradición como suya y de nadie más. Por ese motivo, además de la belleza del folklore euskaldun, desde los comienzos el colectivo Ez dok Amairu utiliza su cancionero renovándolo y reciclándolo.
En las Islas Canarias, el primer gran grupo de folklore canario son Los Sabandeños, comandados por Elfidio Alonso y concebidos en principio como una ronda estudiantil (o estudiantina); mezclaban el folklore canario con el folklore latino-americano importado vía Atahualpa Yupanqui. Tras ellos surgirían nuevas formaciones similares como Chincanarios o Verode, además de cantautores como Caco Senante. Mientras que el folk del resto de regiones tenía un carácter nacionalista o regionalista soterrado, el folklore canario casi desde el princio es marcadamente regionalista.

Es de notar que, exceptuando a El Grup de Folk y a los cantautores vascos, el folklore surgió como medio de protesta y reivindicación muy tempranamente en aquellas regiones que sólo tenían una lengua como forma de expresión, el castellano, por lo que era necesario para cada región buscar una nota diferenciadora que le permitiera utilizarla como medio de expresión autóctono de una pretensión de reivindicación histórica de lo que más tarde dio en llamarse nacionalidades históricas, aunque al principio ese espíritu estuviera soterrado por necesidad.
A finales de los 60, con el ejemplo de los folksingers americanos como Seeger, Guthrie o Dylan, de los cantores portugueses liderados espiritualmente por José Afonso, y de los cantautores latinoamericanos más consagrados como Atahualpa y Violeta, pero también de nuevos como Víctor Jara o Quilapayún (que influyeron bastante en el hacer de Sabandeños), muchos comienzan a usar las bases de la música tradicional como vehículo para diversas protestas y reivindicaciones.
Además de los nombrados aquí arriba, hubo un importante precedente de aproximar temas rurales costumbristas, con olor a raíz de música tradicional en el cantautor asturiano Víctor Manuel, el cual comenzó como una especie de cantante de temas costumbristas asturianos alcanzando un éxito importante, aunque derivara más hacia un estilo pop baladístico muy en boga entonces. No obstante, la raíz asturiana en su música siempre estuvo presente, acercando al gran público el gusto por los temas rurales realistas, alejados del ideal falangista, y preparando el camino a otros cantautores que bebían directamente de la música popular de su tierra, de la cual tenían que hablar. Entre ellos encontramos al extremeño Pablo Guerrero y al aragonés José Antonio Labordeta, entre otros (otros cantantes aragoneses importantes son Tomás Bosque y Joaquín Carbonell), ambos con un estilo muy parecido, con la única diferencia en lo regional, tanto en las letras como en el tipo de fuentes musicales, aunque Pablo Guerrero, poco después de sus primeros temas como «Amapolas y espigas» o «Son hombres que se mueren sin haber visto nunca el mar» derivara hacia un estilo más norteamericano en su hacer. Por su lado, Elisa Serna, miembro de Canción del Pueblo, descubría sus raíces musicales castellanas al tiempo que era la primera músico en hacer algo en España que se pueda considerar música fusión. Mención especial merecen también cantantes como Ismael y Eliseo Parra, una especie de aventurero musical que ha interpretado todo estilo conocido, abarcando su repertorio desde las folías canarias hasta los arin-arin vascos.

Los últimos 60 cierran el interés antroplógico en la música folk para pasar al interés político, muy especialemente regionalista. Los comuneros, el mítico álbum que Nuevo Mester de Juglaría realizaron en base al poema de Luis López Álvarez, abre la temática regionalista en la música folk y la canción de autor. Otros dos grandes álbumes de la nueva década encabezarán los ejemplos de música de raíz con intenciones reivindicativas: La cantata del Mencey loco de Sabandeños, y Quan el mal ve d’Almansa del conjunto valenciano Al Tall, sin despreciar, por supuesto, trabajos menos conocidos como Andalucía 40 años de José Menese o El anarquismo andaluz de Luis Marín. Bajo estos nuevos auspicios, surgen en todas las regiones cantautores y grupos con las mismas preocupaciones y motivaciones que usaban como arma una música nueva basada en las viejas tradiciones musicales: de Asturias Nuberu; de La Rioja, Carmen, Jesús e Iñaki; de Aragón, La Bullonera y Boira; de Valencia Al Tall; de Castilla, La Fanega; Jarcha desde Andalucía… En Galicia surgen nuevos cantautores como Luis Emilio Batallán o Emilio Cao, y grupos de folk como Fuxan os Ventos o O Carro; estos arrastrarán a los miembros de Voces Ceibes al reencuentro con sus raíces musicales, aunque la inclusión de Bibiano Morón en el colectivo y el descubrimiento del gran José Afonso, ya les había encauzado hacia ese camino. Y, por su parte, desde el País Vasco, el grupo que renovó totalmente el folk: Oskorri. Es de notar que, a parte de la situación especial que sufrían todas las regiones de España, estos grupos surgen casi a la vez que los grupos de folk de distintos lugares de Europa, más o menos nacionalistas, como los bretones Gwendal, y otros más o menos progresivos en la música, como los británicos Jethro Tull, por lo que no es totalmente un caso aislado, mas que por las características históricas y sociales del país.

Pero el folk no servía sólo para reivindicar la identidad nacional histórica de una región determinada y concreta. El folk se descubrió, dentro del mundo de la canción de autor, como un arma eficacísima en la lucha ecologista frente a la creciente nuclearización del país, en la protesta del mundo rural (especialmente debido a eso que llamaron abandono rural, que era más el abandono del mundo rural por parte de las autoridades que por parte de los aldeanos), en la cual se podrían encuadrar problemas y reivindicaciones clásicas (caciquismo, excesiva clericalización del medio rural…) y en la defensa del patrimonio histórico, aunque esté atado de alguna manera muy fuerte al ecologismo.

Como he dicho, la razón de todo esto, en la mayoría de los casos, es que el resto de estilos era importado de algún lugar, mientras que el estilo folk utilizando la música autóctona de cada región era lo propio de la cultura de estos cantantes.
Por otro lado, es cuanto menos curioso que muchos comenzaran a cantar y a tocar melodías basadas en la música popular de su tierra y que tuvieran un éxito considerable, mientras que ocurrían dos cosas: por un lado, el desprecio hacia ciertas formas tradicionales por parte de una juventud que, fuera por ideologías, fuera por frivolidades, buscaba la modernidad musical en los elucubrantes ritmos anglo-sajones y norteamericanos; y, por otro lado, se estuviese produciendo todo aquel éxodo de gente hacia las ciudades o hacia el extranjero, porque el campo no daba para comer, muy especialmente gente joven que no encontraba futuro en el pueblo. Pero ahí es donde reside su razón de ser y su lógica: en la reivindicación de las raíces, en el no olvidar quién se era y de dónde se venía, y en la protección de zonas muy abandonadas por culpa del desarrollismo industrial y tecnológico de los tecnócratas del Opus Dei.

Todos estos grupos y cantantes cosecharon un éxito importante, tanto a nivel ideológico como musical. No obstante, a medida que se aproximaban los 80 y hasta los 90, una nueva remesa de grupos viene a sustituir a estos: menos preocupados en ideologías y políticas y más concentrados en la música, aparecen grupos como Milladoiro, Ronda de Boltaña, Alboka, Babia, así como diversos grupos encabezados por Eduardo Paniagua para la interpretación del gigantesco legado musical medieval. Tampoco podríamos dejar de recordar a un grupo folk muy importante de finales de los 70 como eran y son Suburbano: nacidos en el barrio popular madrileño de Vallecas, encabezados por Bernardo Fuster (recién regresado de sus andanzas por Alemania, en donde había grabado dos LPs bajo el pseudónimo de Pedro Faura) y por el músico Luis Mendo, Suburbano fue el creador de algo que se puede llamar folk urbano (si existe el rock rural, ¿por qué no el folk urbano?); su música abarcaba desde el folk de inspiración galaico hasta el flamenco y la rumba catalana.

No hay que dudar en absoluto que toda esta remesa de cantantes, músicos y conjuntos, contribuyeron a restituir la dignidad secuestrada por el régimen a la tradición musical de todas parte y rescatarla. De hecho, muchos, como el gran iniciador del folk, Joaquín Díaz, se dedicaron más tarde o más temprano, al estudio de la música tradicional.

Para una información más amplia, lee aquí mismo nuestra Historia del folk español
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