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Historia de la canción de autor: 1975-1980


Joan Manuel Serrat en el teatro Tívoli, Barcelona 1972 http://www.sinera.org/tot-art/soliart/index.htm Por resumir someramente lo narrado hasta ahora, diremos que el panorama que se vivía en el mundo de la canción de autor a principios de los años 70 era sumamente contradictorio: por un lado, nunca había estado tan de "moda" protestar (algún camaleón quiso hacer su agosto aprovechando el tirón), pero, por otro lado, estaba volviéndose una práctica peligrosa de nuevo. Si bien, ciertos elementos gubernamentales podían tolerarla porque generaba dinero, también se hacía lo imposible para taparla: prácticas que iban desde la incontestable prohibición gubernamental, pasando por la vigilancia policial, hasta enviar a los matones de Cristo Rey a reventar el recital: resulta sintomático que durante la segunda mitad de los años 70, a pesar de la aparente liberta de expresión que había comenzado, la prohibición de recitales era enfermizamente usual. Sin embargo, en radio y en televisión había llegado una nueva generación de profesionales: los Ángel Álvarez con su caravana (título de su programa), los Carlos Tena, los Moncho Alpuente, los Ismael con su Banda del Mirlitón, e, incluso, cabría hablar de la labor de des-sentimentalización, psicodelización, erotización e ironización de Valerio Lazarov como director de TVE. Este panorama brindaba a muchos cantautores el poder subir a un escenario público, ante toda España: tal fue la muestra del perdón nacional-popular a Serrat por negarse a cantar en Eurovisión si no lo hacía en catalán: un concierto en el 74 dentro del espacio "A su aire".
Pero si bien comercial, artística y mediáticamente la situación era relativamente buena, no lo era tanto políticamente. A nivel internacional, los primeros 4 años de la década habían entrado con un ruido ensordecedor: la matanza de los estudiantes de Kent State, en EE. UU, el golpe de estado de Pinochet y su violenta y condenable represión contra la población civil, la Revolución de los Claveles portuguesa… Muchas cosas a la que el régimen franquista no era ajeno, y le empezaba a ver las orejas al lobo, pues, siguiendo lo ocurrido en Portugal, y en su manía de no abrirse del todo, el régimen decidió endurecer sus últimos años de existencia: dentro del país sucedían cosas que parecían presagiar que al general se le acababa el invento y que, aunque ya son de vox populi, siempre conviene recordar: ya no eran sólo las huelgas de estudiantes y trabajadores, ni siquiera eran solamente los atentados de las bandas armadas; era incluso algo más grave: el régimen corría el riesgo de perder sus dos pilares fundamenteales: parte del clero se había declarado en oposición y en rebeldía contra el régimen, los curas rojosVíctor Jara con la guitarra al hombro siempre, como se los llamaba -con más o menos justicia, según casos- y se les aplicaba el mismo tratamiento que a los presos políticos "comunes"; y, por otra parte, la Revolución de los Claveles puso en alerta al régimen, que descubrió elementos discordantes en el ejército: procedió a disolver a la UMD (Unión Militar Democrática) y encarcelar a sus miembros.
Fue por esos tiempos cuando sucedieron dos hechos que, de alguna manera, dignificaron la canción de autor (aún más). El primero, un hecho triste, fue el asesinato de Víctor Jara en 1973: pienso que aquel hecho fue análogo al asesinato de Federico García Lorca, pues demostró que el "cantante social" podía estar tan en el punto de mira como cualquier responsable político: esto quería decir que el cantante, quisiera no, tenía cierto protagonismo político-social. El segundo, mucho más alegre, fue la acertada elección por parte de los militares portugueses de la canción "Grândola, vila morena", del cantor portugués José Afonso; este hecho, demostró a su vez, que el cantor era capaz de remover conciencias y -sé que en mí ya sueña trillado- alimentar esperanzas. Sin embargo, no fue por estos hechos únicamente, aunque contribuyeron, que al llamado "cantante social" se le empezara a tomar muy en serio, con lo de positivo y negativo que esto conlleva.
Las Madres del Cordero (http://malablancayenbotella.blogspot.com/) Por supuesto, toda esa seriedad puede llegar a ser insoportable, sobre todo si se aspira sólo a hacer canciones: de ahí la feliz ocurrencia de la canción satírica, tan eficaz, o incluso más, que la canción seria o convencional. Aquí brillaron con luz propia autores satíricos como fueron y son Pi de la Serra, Las Madres del Cordero, Javier Krahe, Desde Santurce a Bilbao Blues Band, e incluso Hilario Camacho, Jesús Munárriz y Luis Eduardo Aute (de este tema hablaremos más adelante).
Acababamos el capítulo anterior con una frase. Una día de Noviembre -el 20 para más señas- el presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, hablaba en un comunicado especial a los españoles; en tono compungido dijo aquella frase que muchos llevaban esperando: "Españoles, Franco ha muerto"… Uno ha leído mucho, visto muchas películas, documentales, etc., sobre aquel día: pero aún así, ni remotamente puedo sintetizar o condensar el caudal emocional que para muchos supuso tan ansiada noticia: era una pesadilla que ¿acababa?… Pudiera parecer que sí, pero incluso había sus dudas: aunque el sucesor del caudillo, el príncipe de Asturias Juan Carlos había (dicen, yo no juzgo) mostrado su intención de cambio, la presidencia de Arias Navarro pesaba como una losa todavía, y junto a él los pilares tradicionales del franquismo.
En 1976 se abrieron algunas libertades, especialmente de expresión, aunque los partidos y sindicatos seguían siendo ilegales. Pero de nuevo, el gobierno de Arias Navarro y el ministro de la gobernación, Manuel Fraga, daban una de cal y otra de arena, y parecían reacios a la apertura democrática.
Aquellos años 76 y 77 fueron unos de los más duros: curiosamente, muerto Franco, muchos lo recuerdan como un bienio de especial y masiva represión, debido a que fue un año políticamente muy activo, y más de uno vio la sombra de la guerra civil planear de nuevo sobre nuestras cabezas. Ocurrieron muchos sucesos desagradables, como los muertos de la manifestación obrera de Vitoria y otros casos más que aún están pendientes. José Antonio Labordeta recuerda que el 76 fue uno de los años más duros de entonces, debido a la reacción política oficial y extra-oficial. Los cantautores vieron como, al contrario de lo que se esperaba, se les prohibía subir al escenario, o les anulaban la actuación a mitad de recital, al mismo tiempo que parecían gozar de mucha más libertad de expresión, aunque fuera, de nuevo, muy relativamente. Los conciertos contaban con fuerte presencia policial (que no pagaba entrada) de uniforme y de paisano, dispuestos a actuar a la menor provocación -y si no eran los policías, eran los temidos grupos de ultraderecha-.

www.triunfodigital.com El caso más conocido y claro es el del propio Raimon: en 1976, Raimon, tras ocho años de veto en Madrid, vuelve para dar cuatro recitales. Al primer recital acuden gentes de la política y sindicalistas (Felipe González, Santiago Álvarez, Marcelino Camacho…), de la cultura (Gabriel Celaya, visiblemente conmovido ante la ovación que recibe a su entrada) y todo un abanico de gente: estudiantes, trabajadores, amas de casa, ancianos, niños… Raimon cuenta como, de no haber sido por la sangre fría de su esposa, el responsable policial hubiera gaseado a todo el pabellón de deporte del Real Madrid, porque al policía al cargo le pareció que el público se estaba pasando; Raimon, fríamente le espetó: “Yo he hablado con el gobernador, y sé hasta dónde puedo llegar”. La conclusión de todo esto es que, a pesar de que el recital pudo acabar en la más perfecta y ejemplar normalidad, el ministro Fraga, leyendo el informe, decide suspender los recitales restantes.

Por supuesto, los cantantes tampoco se podían dar muchos "lujos", ya que, fuera directa o indirecta su responsabilidad, la multa la abonaban ellos. Por esa razón, la gobernación civil y el Ministro de la Gobernación (un tal Fraga, no sé si os suena) prohibían dichos espectáculos: no era de extrañar, pues se trataban de espectáculos en los que los gritos de "Amnistía y libertad" eran una constante; si bien había sido así ya antes, los recitales se convirtieron en auténticas manifestaciones políticas, regionalistas muchas veces, y antifranquistas todas.
Trobada dels Pobles: un joven salta al escenario agitando una ikurrina Aun así, se multiplicaban los recitales en beneficio de los partidos, los sindicatos, los presos políticos: por ejemplo, el recital conjunto que dieron Bibiano y Benedicto en beneficio de Santiago Álvarez, dirigente comunista que estaba preso por entonces, y que se grabó y distribuyó en cassette clandestinamente. Empezaron a prodigarse los recitales multitudinarios, que consistían en contar con la actuación de al menos un cantautor por región (incluido Sáhara) y artistas invitados de Latinoamérica y Portugal. Muchos de ellos no llegaron a celebrarse por la presencia de banderas ilegales: dichas banderas no eran más que la ikurrina vasca y la senyera catalana entre otras banderas hoy oficiales y legales, por ende: eso fue lo que le ocurrió a "La trobada dels Pobles" en Valencia, por poner un ejemplo. Mucho más humilde, pero igual de bonito, eran los recitales de barrio: a finales de los 70, España no fue una excepción a la crisis económica, propiciada por una crisis energética derivada de la guerra árabe-israelí, y, quienes más sufrieron las consecuencias (sin que esto constituya novedad alguna) fueron los barrios populares de Madrid, Barcelona, Bilbao… En Madrid -caso que conozco más cercanamente- la miseria estaba sumiendo a barrios como Vallecas, San Blas y otros en la marginalidad; los vecinos, entonces, se organizaron para cuidar el barrio con diversas actividades: una de ellas consistió en los recitales que Luis Pastor, Suburbano y otros dieron por aquellos barrios: en el caso de Pastor, por Vallecas, por supuesto.
Por poner ejemplos de lo que se cantaba en esos cuatro años desde la muerte del dictador: "…por mucho que le llaméis no saldrá del agujero…" ("Están cambiando los tiempos", Luis Pastor), "…y ya he visto a más de uno ir a rezar a ver si el Señor en su infinita bondad les resucita al general." ("Todos naufragan", Patxi Andión)… Sobran comentarios. Sin embargo, a pesar de todo, un espíritu de esperanza latía en la garganta de los cantores. En canciones y discos como "Están cambiando los tiempos"; de Luis Pastor, "Pola unión", de Benedicto sobre un poema de Curros Enríquez; "Canto a la unidad de verdad"; "Irabazi dugu" (ganamos) de Urko; o en los títulos de LPs como Estamos chegando ó mar (Bibiano), Está despuntando el alba (Los Juglares), Y todavía respiramos (Los Lobos), Presagi (Ramón Muntaner) Con la ayuda de todos (Joaquín Carbonell) en 1976, y ¡Choca la mano! (Elisa Serna), Despegando (Enrique Morente), … Y a cada paso que demos (La Fanega), Nacimos para ser libres (Luis Pastor), Alianza del pueblo nuevo (Manuel Gerena), Pola unión (Benedicto) o Ara és demà (Coses) en el 77 dejan entrever un nuevo espíritu de esperanza, de ansia de libertad, pero a la vez de gran solidaridad entre todos.
Y era necesario ese espíritu, ya que a pesar de entrar de lleno en la transición democrática (o segunda restauración borbónica), las fuerzas del estado esgrimían todo el potencial represivo del que disponían; a veces, las órdenes no venían de arriba, sino de un intermediario confuso: así, a lo largo de aquellos años convulsos, se siguieron practicando detenciones aleatorias, se siguieron haciendo juicios arbitrarios y se siguió matando gente… Los sucesos de San Fermín de 1978 o de Vitoria de 1976 son sólo dos ejemplos: estos por parte de la policía; por parte de Guerrilleros de Cristo Rey, la triple A y otros ultras sumaríamos unos cuantos más. En el otro extremo los atentados de bandas armadas de extrema-izquierda como GRAPO y ETA pondrían en peligro todo aquello. Aun así, la amnistía general y la legalización de todos los partidos y sindicatos, permitió a todos regresar a España.
Entre los años 76 y 77 se produjo un fenómeno de lo más curioso que, en parte, contribuyó a enterrar a la canción social oLa Bullonera: F. Javier Maestre y Eduardo Paz, uno de los mejores grupos aparecidos en 1975, pero con larga trayectoria http://www.sinera.org/tot-art/soliart/index.htm antroplógica. Como en otras ocasiones he contado, fuera por el gusto por lo prohibido o por lo que fuera, la canción protesta estuvo bastante de moda, incluso se hicieron canciones reaccionarias siguiendo esquemas de la canción protesta básica, el problema era la falta de libertad. Pues una vez muerto el dictador ese problema pareció desaparecer, y las grandes multinacionales discográficas empiezan a fichar a cantautores, incluso a aquellos que habían estado prohibidos en extremo (por ejemplo, Imanol). Hay muchos que dicen que la muerte del general descubrió a los auténticos de los farsantes entre los cantautores: extremo éste, en mi opinión, bastante falso (incluso creo que muchos que eran buenos cayeron heridos en el camino por este fenómeno de comercialización), pues es precisamente gracias a este fenómeno cuando la producción de discos de canción de autor y de protesta se duplica. González Lucini, en su libro Crónicas de los silencios rotos nos muestra un gráfico en el que se muestra como entre los años comprendidos entre 1963 y 1981 la producción de este genero alcanza su punto álgido en los años 75, 76 y 77. La explicación es simple: las grandes discográficas se esforzaban en buscar al nuevo Serrat o al nuevo Aute; el resultado fue bueno, en el caso de muchos cantantes y grupos que llevaban años intentando subir al escenario, pero en otros casos resultaron ser cantantes sin demasiada sustancia, de consignas, podríamos decir (NOTA: no conozco a ninguno de esos, todos los que pongo aquí se tienen bien ganado el puesto), e incluso, grandes oportunistas y farsantes, como Juan Pardo, un cantante correcto que descubrió que, muerto Franco, él también era un galleguista anti-franquista y editó Galicia. Miña nai dos dous mares en un ejercicio de -reconozcámoslo- buena música, pero también, de hipocresía y oportunismo exacerbado (aunque tal vez "cabronada", como dicen Miro y Benedicto, se ajuste más): Juan Pardo simplemente decidió subirse a un carro del que pensó podría sacar tajada (y lo hizo, sin duda), pero en desprestigio de los auténticos cantautores gallegos que tanto habían sufrido por subir al escenario (recordemos que, por ejemplo, Xerardo estaba exiliado). Hay más casos (María Jiménez, Camilo Sesto), pero éste fue el más sonado.
Después, el ir cada vez más pregonando la normalización y la democracia hizo el resto contra algunos de los que podríamos llamar "cantautores meramente políticos": una especie de "casi-reacción" que casi logra incluso destruir a un cantautor tan bueno y prolífico como Víctor Manuel debido a la, según quienes, excesiva politización de sus textos en la 2ª mitad de los años setenta. El entierro político se produciría tras el 23-F; después se podría ver a algunos en recitales contra la OTAN, contra el servicio militar obligatorio, contra las centrales nucleares y lacras así que aún pervivían o perviven, junto a los nuevos valores de la canción de autor e, incluso, los grupos de rock duro.
Fue un largo camino, con altibajos, con difamaciones, persecuciones, prisión, exilio, pero siempre con poesías y con melodías, que eso eran, al fin y al cabo. Se podría decir que fue en la 2ª mitad de los 70 cuando alcanzan gran protagonismo y reconocimiento, pero también cuando se produjo la gran traición: después de haber cantado por ellos, algunos de los grupos políticos de izquierda, como el PSOE principalmente, les dio la espalda y condenó al ostracismo a muchos: quizás eran incómodos hasta para ellos, o quizás ya no les eran necesarios: en definitiva, según ellos, en España ya se respiraba libertad. De cualquier manera, muchos siguieron, y otros ahí están, y también los hay nuevos. Sea como fuere, su bonito legado ahí ha quedado, para todos, inmortal e intemporal, como las grandes obras de arte: y quien niegue esto, pues ya sabe de qué pie cojea.

ENLACES DE INTERÉS SOBRE EL TEMA:

Recital por Santiago Álvarez de Bibiano y Benedicto: http://www.ghastaspista.com/historia/directo76.php
Oír/ descargar el Recital de Bibiano e Benedicto: http://www.aregueifa.net/benedictoebibiano.htm

Trobada dels Pobles y otros recitales prohibidos: http://www.luispastor.com/prensa.htm
Festival de los Pueblos Ibéricos:
-http://www.elpais.com/articulo/madrid/MADRID/MADRID_/MUNICIPIO/
Woodstock/madrileno/elpepuespmad/19960123elpmad_11/Tes
-http://www.ucm.es/info/hcontemp/madrid/universidad.htm


Hasta aquí la cronología más o menos acertada de la canción de autor desde su nacimiento hasta su supuesta muerte. De ahora en adelante nos ocuparemos de las diversas y distintas dimensiones que lo conforman en un fenómeno único, digno de estudio, admiración y respeto

Los 7 días de Enero


Los ultras están preocupados: poco a poco van viendo como el gobierno, amparado por el rey, quien fuera designado sucesor por Franco en persona, está desmantelando lenta, pero inexorablemente, el proyecto de nación que Franco creo a fuego y a sangre sobre los cadáveres calcinados de los enemigos y las ruinas de la invencible Madrid. Han visto como han consentido el congreso de los socialistas, como Carrillo se ha paseado por delante de sus narices, han desmantelado el TOP, el órgano que les traía paz y tranquilidad; han desacreditado a militares que ganaron la guerra, les está abriendo las puertas a los separatistas y a los rojos; el sindicato vertical está amenazado de correr la misma suerte; y por si fuera poco, Carrillo puede ya pasearse por España libremente. Pero para colmo de males, Oriol sigue prisionero de los GRAPO, ante los que el gobierno ha cedido, pero ni aun así han conseguido su libertad. Los jefes hablan en sus contubernios, se remueven intranquilos en sus sillones: van a perderlo todo y van a perder España. Cada vez están más de acuerdo en algo: se impone la necesidad de una acción patrioticamente desesperada. Los camaradas italianos les dan una idea: estrategia de la tensión.
La estrategia de la tensión fue practicada durante los años 70 por el llamado terrorismo negro italiano, de tendencia neo-fascista: consistía en llevar a cabo una serie de acciones, entrando en una dinámica de acción-reacción mediante asesinatos y atentados, provocando a diversas clases y estamentos sociales, de manera que la situación llegara a ser tan insostenible que hiciera saltar a alguno de estos grupos para así, de alguna manera, legitimar un golpe de estado sangriento para salvar a la nación. En lo que sucedió entonces, sin poner en duda que se siguiera esa estrategia, hay dos teorías sobre quién puso realmente en práctica dicha estrategia: la clara es que fueron los ultras con el atentado de Atocha; otra, más oscura y que implica cierto maquiavelismo, es que fueron los GRAPO, bien como organización de extrema-derecha encubierta, bien dirigidos por los propios servicios de inteligencia españoles.
Viene el momento en el que el pueblo se verá involucrado a la fuerza en el juego de los grandes una vez más.

Por aquellos días, CC.OO había convocado una huelga en el sector del transporte privado. La cabeza de esta huelga era el sindicalista Joaquín Navarro, que no se lo estaba poniendo fácil al sindicato vertical. Muchas de las asambleas tuvieron lugar en el número 55 de la calle Atocha, en donde muchos de los transportistas acudían a solicitar ayuda y consejo a los abogados laboralistas vinculados también a CC.OO y al PCE. Puede que fuera verdad tal y como lo relata Bardem, que el despacho recibía anónimos telefónicos amenazando a Navarro, que en esos momentos era uno de los más acérrimos enemigos del verticalismo y de la patronal; esta empresa de transportes concretamente era propiedad de García Carrés, que había sido representante del sindicato vertical en las cortes y, por supuesto, era uno de los más férreos miembros del búnker; el jefe del sindicato vertical de transportes era Francisco Albadalejo, otro personaje siniestro con métodos violentos.
Este vídeo pertenece a la película de Bardem. Lo pongo a modo de resumen: no dejéis de ver el final.

Aquí es donde realmente comienzan los 7 días. Al día siguiente de la reunión de los trabajadores del transporte que tuvo lugar en el despacho de abogados (por cierto, tengo mis sospechas de que el inspector de policía que aparece fue el famoso torturador Juan Antonio González Pacheco, apodado «Billy el Niño», al que Bardem puso de nombre Cisco Kid), el 23 de Enero, tuvo lugar en Madrid una manifestación a favor de la amnistía total a la que asistieron estudiantes, obreros y otras personas. Pero las fuerzas de orden público, dirigidos por el ministerio de la gobernación -no conviene olvidar esto-, tenían las espaldas cubiertas contra ellos: contaban como método disuasorio, además de sus porras y escopetas de humo, con otro, si cabe, más eficiente: los Guerrilleros de Cristo Rey, que se apostaron en callejones para golpear a la multitud que trataba de escapar de la carga policial, no sólo con porras: el estudiante Arturo Ruiz resultó muerto por un disparo efectuado por uno de los guerrilleros; los compañeros encontraron al lado del cadáver un proyectil de fabricación belga. Se interpuso una demanda.
Como protesta por el asesinato del joven estudiante, al día siguiente, en el fatídico 24 de Enero, se produjeron paros y protestas en diversos puntos del país, especialmente en Madrid. Pero sería de nuevo una jornada sangrienta: en las inmediaciones de la plaza Callao, caía casi fulminada la joven estudiante Mari Luz Nájera; los médicos, en rueda de prensa, dijeron que la causa de su muerte parecía haber sido el impacto de un bote de humo de la policía contra su cabeza, pero disparado a bocajarro, y no al aire, como deben hacerlo. El hecho vuelve a conmocionar a la sociedad: en casi menos de 24 horas había ya dos muertos. Pero no serían los únicos de aquella trágica jornada… Tal vez la muerte de Mari Luz fue un acto de venganza por lo que cuento a continuación.

Por si la tensión acumulada entre Septiembre de 1976 y estos primeros días de Enero de 1977, aquella mañana en la que sucedió el asesinato (a día de hoy impune) de Nájera, el GRAPO vuelve a hacer su aparición en escena secuestrando a al teniente-general Emilio Villaescusa, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar. Recordemos que aún tenían en su poder también a Oriol. El agravante vuelve a ser la alta posición del personaje, pero todavía más preocupante es que se trata de un miembro del ejército de alto rango. Por si fuera poco para los ultras del sindicato vertical del transporte, los huelguistas ganaron sin que se produjera un solo despido ni un solo sancionado.
Tal vez fuera en las oficinas de la sede de Fuerza Nueva, o quizás en los despachos del sindicato vertical, en donde, reunidos Blas Piñar, García Carrés, Francisco Albadalejo y otros, después de haber hablado todos estos días, dan un golpe al unísono encima de la mesa y gritan: «¡Hay que hacer algo!». Alabadalejo llama a tres de sus mejores hombres y les señala un objetivo: JOAQUÍN NAVARRO. Saben que los trabajadores se reunirán en el número 55 de la calle Atocha para pedir asesoramiento a los abogados laboralistas; Navarro debe estar con ellos: deben encargarse de él y de quien esté por medio.
Cerca de las 22.45, los tres siniestros pistoleros se acercan con decisión al lugar en donde deben actuar. El despacho está abarrotado de gente y los abogados esperan pacientemente a que se vayan para poder irse a una reunión del partido en otro edificio de la misma calle, a donde habían desviado la convocatoria previendo la multitud de trabajadores que tras la huelga vendrían a pedir consejo. Una vez se han ido, esperan un poco más, por si algún despistado no llegó a enterarse del cambio de planes. La mala suerte quiso cebarse también con un hombre que tenían empleado en el despacho: Ángel Rodríguez Leal; el trabajador volvió a recoger su ejemplar de «Mundo Obrero» que se había dejado olvidado junto a la multicopista.
Son cerca ya de las 22.45. En el despacho se encuentran siete abogados, un estudiante de derecho y el empleado. Alguien llama a la puerta. Los confiados abogados, creyendo que se tratase de algún despistado o de algún trabajador al que se le olvidó algo abren la puerta: aparecen tres hombres, uno de ellos, con la cara descubierta, les encañona con una pistola directamente, obligándoles a tener las manos en alto. Pregunta por Navarro; «Aquí nadie se llama así», responde uno de los abogados. Efectivamente, Joaquín Navarro se ha marchado con el resto de los trabajadores. Sin embargo los pistoleros no se van, sino que descargan sus pistolas a bocajarro contra todos los allí presentes y se dan a la huida, creyendo no dejar supervivientes, dejando tras de sí olor a sangre. La escena es dantesca, pero no todos han muerto: quiso el azar que un despistado acudiera a la reunión al número 55 y auxilió en lo que pudo. El atentado deja a cinco muertos: Luis J. Benavides, Enrique Valdelvira, Javier Sauquillo, Serafín Holgado y el trabajador Ángel Rodríguez; pero consiguen sobrevivir Alejandro Ruiz, Luis Ramos y María Dolores García, quien es además esposa de Sauquillo y esperaba un hijo de él.

Aquella debió ser la noche más larga para muchas de las personas que estuvieran medianamente comprometidas: esto podía ser simplemente el comienzo de la noche de los cuchillos largos. Muy poca gente realmente comprometida durmió aquella noche en sus casas. Durante la noche hubo incesantes rumores de nuevos atentados; parece ser que sólo hubo un asalto a una sede de la UGT que estaba vacía, de la que desaparecieron algunos papeles. Tal vez no les faltara razón:

El periódico francés Le Figaro, de tendencia conservadora, y el católico Le Croix
recibieron anoche un comunicado de los GRAPO en el que reivindican el
secuestro del presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar,
general Villaescusa. El comunicado, redactado en un imperfecto francés
y fechado el 24 de enero, añade que «mientras haya presos políticos en’
la cárcel, continuaremos encarcelando a fascistas». Ninguno de los dos
periódicos se atrevia a opinar sobre la autenticidad.Mientras tanto,
cuando se cumple el tercer día del secuestro del teniente general
Villaescusa, sigue sin producirse ningún hecho que pudiera aportar
aclaraciones sobre el suceso. En el mismo estado de incertidumbre
permanece, a los 45 días del secuestro, la situación del señor Oriol.
En este sentido, Anto nio Carretero, magistrado juez de instrucción del
juzgado número ocho de Madrid, hizo público ayer un edicto en el que
conmina a cuantas personas puedan propor cíonar algún dato sobre el
secues tro del presidente del Consejo de Estado, se presenten a prestar
de claración en el citado juzgado, si tuado en la calle del General
Castaños, número 1.

Por su parte, un hombre que se identificó como representante de la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista de España) -organización que reivindicó a la agencia Cifra de Barcelona la paternidad de los asesinatos de los abogados madrileños-, llamó en la madrugada del martes al Diario de Barcelona para comunicar que, en caso de que el teniente general Villaescusa y el señor Oriol fuesen asesinados, pasarían inmediatamente a poner en
práctica la anunciada
noche de los cuchillos largos. El citado periódico añade que el desconocido dijo pertenecer al comando Roberto Hugo Sosa, y después de aclarar que hablaba desde Barcelona, señaló: «Hablamos más en serio de lo que se cree », remarcando que se producirían de nuevosucesos como el del asesinato de los abogados laboralistas.

Otra llamada similar fue recIbida por el mismo diario, en la tarde de ayer, en la que una voz de hombre, tras identificarse como miembro del comando Tres por Uno, anunció: «La primera ráfaga será para ustedes», y seguidamente cortó la comunicación.

En relación con estos hechos, el hijo mayor de Antonio María de Oriol declaró a Radio Nacional que «tales hechos dificultan gravemente el camino hacia una España que, como ha sido la voluntad de su padre, desea ver reconciliados a todos los españoles».

El País

A la mañana siguiente, la condena de la prensa es unánime, y refleja el estado de ánimo general de la población: SOBRECOGIDOS.  La condena es unánime en toda la prensa; ni siquiera la prensa ultra celebra el hecho, pero lo achaca a huelguistas disconformes, comunistas de otro signo o incluso la KGB. Aquel martes, los abogados de Madrid pretenden colocar la capilla ardiente de sus compañeros en el Palacio de Justicia; pero el gobierno se niega excusándose que no es capaz de garantizar su seguridad. El decano del Colegio de Abogados, Antonio Pedrols Rius, explica esta situación ante la indignación de la abogacía, y, entre las propuestas que hace, propone directamente desobedecerla. Por su parte, en un encendido y vehemente discurso, Jaime Miralles exige al gobierno que reconsidere. Finalmente el gobierno cede a sus ecigencias, pero sólo por tres horas. El entierro sería a la primera hora de la tarde.
El día 26 tuvo lugar el entierro. La oposición acordó hacer simultáneamente una manifestación democrática pacífica. El gobierno acepta, pero con la condición que termine en el Paseo de Recoletos. El PCE dicta a sus militantes una consigna: silencio; tenían demostrar que eran una fuerza política seria, que no eran como los otros, y, además, no podían permitir que volviera a suceder lo de Vitoria en el año pasado. Pienso que tampoco era demasiado necesario: aquel silencio respetuoso era la expresión del estado de ánimo de una población  indignada, pero a la vez respetuosa y solidaria. Este vídeo pertenece a la serie documental «La Transición» (no dejéis de observar el -yo lo llamaría- cinismo de Osorio)


 


Igualmente se producen manifestaciones similares en País Vasco y Cataluña. Tal vez fue en ese preciso instante cuando Suárez decidió legalizar el PCE antes de las elecciones y no después, como tenía previsto.
Como dijo Luis Ramos Pardo, uno de los abogados supervivientes, el plan de la extrema-derecha era provocar a la clase obrera para que, una vez soliviantada, se dieran las condiciones propicias para un golpe de estado de corte pinochetista. Lo que ocurrió es que el PCE rompió la baraja y les dejó sin una excusa. Los cabecillas intelectuales vieron frustrados sus planes y deciden cambiar de estrategia. Los ultras habían movido pieza para poder dar jaque a la oposición; pero ésta y el pueblo se negaron a jugar. No obstante no eran los únicos que estaban jugando a eso de la estrategia de la tensión, y es muy probable que en realidad no fueran el jugador, sino una pieza más en el tablero, tan prescindibles como cualquier otras. Una tercera mano efectúa su jugada.

El 28 de Enero el GRAPO asesina a dos policías. Dos horas después mata a un guardia civil e hiere a otros tres. ¿En venganza por lo de Atocha?
El 29 de Enero tiene lugar el funeral de estos asesinados envuelto en una gran tensión. Al funeral asiste el general Gutiérrez Mellado, pero también numerosos miembros de Fuerza Nueva que lanzan insultos contra el general. Mientras el sacerdote da el responso, una furibunda voz crispante enturbia el aire: «¡Todo aquel que lleve uniforme…!». Gutiérrez Mellado se llega a encarar con ellos. En la serie «La Transición», Gutiérrez Mellado recordaba estos días diciendo que eran personas muy concretas que se dedicaban a gritar en estos funerales, se abalanzaban casi hasta hacer caer los ataúdes, siempre con dos excusas: la unidad de España y las víctimas del terrorismo (¿suena esto de algo?). Obviamente este suceso de crispación, de exaltación y de odio chocaba frontalmente con la respetuosa manifestación durante el entierro de los abogados de hacía pocos días: estaba claro quién quería y estaba preparado para un cambio y quién no.
Ese día, a las 22.00, Suárez comparece en televisión afirmando que la reforma seguirá adelante.

El 10 de Febrero son legalizados todos los grupos, a excepción del PCE (cuyo caso requiere más tacto). Y un día después, Oriol y Urquijo y Villaescusa son rescatados por la policía: su rescate, no obstante, a día de hoy sigue planteando un sin fin de dudas y sospechas. pero principalmente que los asesinos de los abogados estaban ya desamparados del todo. Entre Febrero y Marzo fueron detenidos José Fernández Cerrá, cabecilla del grupo con influyentes contactos en Falange, en el Sindicato Vertical y en la Brigada Político-Social, especialmente con Pacheco «Billy el Niño»; Carlos García Juliá, vástago de una familia de larga tradición militar y miembro del servicio de seguridad personal de Blas Piñar; y Fernando Lerdo de Tejada, hijo de la secretaria de Piñar. Se detuvo también a Francisco Albadalejo, secretario provincial del Sindicato Vertical del transporte, a Leocadio Jiménez Caravaca, por suministrar las armas, y a Gloria Herguedas, novia de Cerrá, en calidad de cómplice. Se llamó a declarar también a Blas Piñar y a Mariano Covisa, dirigente de Guerrilleros de Cristo Rey. En 1980 fueron llevados a juicio y condenados a 464 años de prisión, pero los autores intelectuales quedaron libres sin cargos: tres peones fueron sacrificados por proteger a su «rey». La suerte que cada uno de ellos corrió podéis buscarla fácilmente: de nuevo viene a levantar sospechas de implicaciones más altas.
El punto crítico que podemos decir aquí es que muchos cuentan esta historia como un bello relato. Es verdad que estos sucesos decidieron en una sola semana todo el futuro político, pero es mentira que fueran las últimas muertes del terrorismo de ultra-derecha: en los años siguientes personas de diversa condición serían víctimas de atentados ultras, pero también, y esto es lo más grave, de torturas y asesinatos por mano de la policía o la guardia civil.

Como conclusión, sólo decir que en realidad los verdaderos culpables escaparon a todo tipo de castigo, y que alguno puede, a día de hoy, pasearse libremente y dar mítines, incluso acudir a manifestaciones por las víctimas del terrorismo en un alarde de hipocresía y cinismo antológico. El hecho de que ninguno de ellos, Mari Luz Nájera, Arturo Ruiz, Carlos Gómez y muchos más no consten en listas auténticas de víctimas del terrorismo debiera ser un dato de reflexión, cuando cierta gente reivindica como tales a torturadores y asesinos como Melitón Manzanas o Sáenz de Ynestrillas. Recordemos también como al término del año pasado un joven era asesinado por un soldado de ideología neo-nazi, y como en una manifestación días más tardes este asesino era proclamado héroe. CONVENDRÍA RECORDAR A LA DELEGACIÓN DEL GOBIERNO DE MADRID Y AL MINISTERIO DEL INTERIOR QUE ES DELITO TODA (recalco: toda) APOLOGÍA DEL TERRORISMO.

Hoy, en frente del número 55 de la calle atocha se levanta un monumento, en la plaza de Antón Martín: en el despacho de los abogados había colgado un cartel, «El abrazo», obra de Juan Genovés para la campaña de amnistía; hoy en día, en su honor, se levanta el cartel hecho materia:

 

7 días de Enero. 2ª parte: la cuerda se tensa


Así pues, casi al término del año 1976, la sociedad española encaraba una posible esperanza de democracia, aunque con escepticismo: en poco más de una semana tendrían una cita con las urnas, aunque muchos de ellos optarán por la abstención por las razones indicadas en el capítulo anterior, y a pesar de los gritos de alarma y amenazas de los ultras. Con todo esto, las encuestas se mostraban favorables. Sin embargo, en este escenario en el que ya tenemos actuando al gobierno de Suárez, a la oposición, a Santiago Carrillo dando vueltas por Madrid y al congreso de los socialistas, va a hacer acto de aparición un actor espontáneo cuya intervención tuvo mucho que ver en los sucesos a los que intentamos cronológicamente llegar.

 

Faltando cuatro días para el referéndum, el 11 de Diciembre, Antonio María de Oriol y Urquijo, consejero del reino y presidente del consejo de estado es secuestrado por la banda GRAPO. El asunto es de una gravedad máxima, ya que Oriol, persona de familia de alta alcurnia, era un personaje muy influyente entre los inmovilistas.
Algunas horas después llega a la redacción de el periódico «El País» un documento firmado por los GRAPO en el que pedían la inmediata liberación de quince presos políticos, algunos de ETA, otros del FRAP, otros del GRAPO, y una militante de Unión do Povo Galego, y trasladarlos hacia Argelia; de lo contrario, Oriol será ejecutado.
Los GRAPO, Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, parece haber nacido el 1 de Octubre de 1975, fecha de la autoría de su primer atentado contra algunos policías que vigilaban sucursales bancarias en apariencia como venganza por las últimas ejecuciones de Franco, aunque el atentado tardó en ser reivindicado. Desde esa fecha y durante los últimos 70 se dedicaron a hacer ciertos atentados: nadie sabía quienes eran, la oposición no tenía conocimiento de ellos, y hay dos datos que hacen pensar que GRAPO no fueran más que una mascarada de, o bien un grupo desconocido de ultra-derecha que pretendía desprestigiar a la izquierda, o bien obra de un siniestro cerebro en la sombra. El inquietante hecho de que su brazo político se llamase Partido Comunista Reconstruido (al que perteneció, por cierto, el hoy apologeta del franquismo e historiador de comedieta Pío Moa), haciendo referencia a una posible reconciliación entre el PCE «oficial» y el PCE marxista-leninista: poco antes de este secuestro, Suárez había comenzado, mediante el abogado José Mario Armero, una serie de intercambios de mensajes y negociaciones con Carrillo en secreto: sólo sus más allegados conocían este hecho, y no a fondo. Y, por otra parte, el hecho, que se verá a lo largo de esta etapa, de que sus acciones se producen en momentos muy determinados, de máxima tensión y extrema delicadeza. La idea de que tanto las siglas GRAPO como el supuesto PCE (r) escondieran en realidad a un grupo de extrema-derecha no era únicamente una teoría de la oposición de izquierdas o de la prensa crítica, sino que era una teoría que también mantenían el presidente Suárez y el vicepresidente para asuntos de la defensa general Gutiérrez Mellado. En mi modesta opinión, la gran clave de lo que ocurrió en aquel Enero de 1977 está encerrada en 5 letras: GRAPO, el actor incómodo.

La situación que se le plantea al gobierno es celebrar el referéndum bajo tal chantaje. Aun así, el 14 de Diciembre, un día antes, Suárez comparece en televisión pidiendo a la población el voto afirmativo.
Finalemente, y a pesar de todo, el 15 de Diciembre tiene lugar la votación en referéndum, que contó con una masiva participación: el 77’4 % de la población, del cual el 94’2 % vota sí y el 2’6 % no; la abstención es de 22’6 %. Tanto la oposición como el gobierno respira aliviado, a pesar del temor de que (como dice Victoria Prego en la serie «La Transición») existiera el temor de que GRAPO irrumpiera en el proceso arrojando el cadáver ensangrentado de Oriol sobre la mesa electoral. Esto no llega a ocurrir, pero poco antes del cierre de los colegios electorales tiene lugar un nuevo comunicado: si el gobierno no cede a liberar a los presos en 48 horas, Oriol morirá. Pero la realidad era que algunos de los presos se habían negado a ser canjeados por Oriol. Se produce entonces un nuevo comunicado de la banda: si en una hora el gobierno no concede una amnistía parcial, Oriol será pasado por las armas.
Faltando menos de una hora para el tiempo fijado por la banda, Martín Villa, ministro de la gobernación, se dirige a los estudios de RTVE para leer una notificación que es modificada varias veces por el camino, y, a falta de 3 minutos para que se cumpla el plazo, Martín Villa lo lee por televisión: el gobierno no cederá al chantaje, pero pide que se respete la vida de Oriol con la promesa de una amplia amnistía. El GRAPO contestará que no matará a Oriol, pero lo mantendrá retenido hasta el cumplimiento efectivo de dicha amnistía.
El gobierno había conseguido salvar la vida de Oriol sin obtener su libertad; no obstante, el precio que pagó por ello fue su descrédito ante la extrema-derecha. El 20 de Diciembre, aniversario de la muerte de Carrero Blanco, tiene lugar un acto religioso en la iglesia de los Jesuitas, calle Serrano, al que acude Torcuato Fernández Miranda, presidente de la cámara; desde su asesinato, el 20 de Diciembre se había convertido en un acto de afirmación de la ultra-derecha en torno a la misa que se ofrecía por él, a la que acudían los más renombrados miembros de «el búnker»; en esta ocasión los ultras, soliviantados por el secuestro de Oriol, comienzan a lanzar insultos contra el gobierno, contra la corona y, lo más grave, intentaron a agredir al propio Fernández Miranda. Para los ultras era claro que el gobierno había dado cedido al chantaje mediante esa cesión, dando signos de debilidad, y consideraban a Oriol una víctima del mismo gobierno. Cada vez son más altas y chillonas las voces que gritan que el gobierno está traicionando el «espíritu del 18 de Julio» y piden cada vez más desesperada y crispantemente una acción patriótica y un nuevo caudillo señalado por Dios mismo. Entre Noviembre y Diciembre, a medida que iban avanzando los acontecimientos políticos (el proyecto de la reforma, la libertad sindical, el congreso del PSOE, la rueda de prensa de Carrillo…) los atentados de grupos de ultra-derecha como Guerrilleros de Cristo Rey, la Triple A, el Batallón Vasco-Español, y otros menores, contra las llamadas librerías «rojas» se fueron haciendo más frecuentes y violentos, sin que ni siquiera hubiera un solo detenido por estas acciones ni tan sólo una condena real y efectiva. Era obvio que la extrema-derecha estaba furiosa y, lo más preocupante, no se iban a estar de brazos cruzados.
Los grupos de ultra-derecha de entonces estaban bien organizados. Reclutados de entre las juventudes de partidos ultras como Fuerza Nueva, Comunión Tradicionalista y otros, estaban organizados en comandos cuya acción estaba destinada, al igual que en los primeros días del fascismo, a realizar actos disuadorios que, en ocasiones, conllevaban la eliminación violenta del oponente político. Algunas de sus acciones consistían en reventar todo tipo de actos: culturales, políticos o sindicales opuestos al régimen; aparecían en las manifestaciones armados con porras y, a veces, con pistolas, para crear peleas y disuadir a posibles asistentes. La colocación de bombas en teatros, cines y librerías fue también una de sus actividades favoritas. Muchos de ellos eran miembros de familias pudientes afines al régimen. Siendo adiestrados por viejos falangistas, sus servicios de matones eran solicitados por los jefes de los partidos como guardaespaldas, por los patrones y dirigentes del sindicato vertical para eliminar a líderes sindicales (técnica heredada de los patrones barceloneses y los señoritos andaluces contra los anarcosindicalistas durante los años 20 y 30), y por inspectores de la temida y reprovable Brigada político-social para localizar sindicalistas obreros o estudiantes y reventar, a la par que disuadir, manifestaciones, aunque con ello tuvieran que matar a alguien. Como es de deducir, al estar protegidos por políticos, patrones y empresarios, curas reaccionarios, militares de alto rango e inspectores de policía (a veces por vínculos familiares) nunca fue detenido ninguno de ellos: los primeros en ser detenidos fueron los pistoleros de Montejurra, los segundos serán los asesinos de los abogados. Los grupos más famosos de entonces eran el Batallón Vasco-Español, responsables en su mayoría de los atentados contra miembros, efectivos o sólo supuestos, de ETA tanto en el País Vasco español como francés; los Guerrilleros de Cristo Rey, que eran los más famosos, numerosos y sanguinarios; y la Alianza Apostólica Anticomunista, comunmente llamados la Triple A.

Después de tanto burlar a la autoridad paseando por Madrid, el 22 de Diciembre Carrillo es finalmente detenido. Pasa a disposición judicial, pero en realidad, desde el momento en que el rey fue nombrado jefe del estado, sus delitos habían pre-escrito: no había cargos efectivos contra él, y esto creaba una situación muy incómoda para el gobierno. En diversas ciudades de Europa se producen manifestaciones por su libertad, incluso en Madrid, ante la Dirección General de Seguridad: un grupo de manifestantes se reúne para exigir su inmediata liberación -aunque él no se encontraba allí-. Después de mucha polémica, de descartar soluciones desacertadas, Carrillo pasa sólo 7 días en Carabanchel por el delito de haber entrado en España sin permiso, y, finalmente, el 30 de Diciembre sale en libertad bajo fianza: Santiago Carrillo, tras 38 años de exilio, se convertía finalmente en ciudadano español de pleno derecho. Justo ese día, el gobierno suprime finalmente en consejo de ministros el TOP: el tribunal de Orden Público, ideado para juzgar y controlar los delitos políticos.
El 11 de Enero Suárez comienza a entrevistarse con la Comisión de los 9, formada por un representante político de las principales líneas políticas y un representante sindical con voz, pero sin voto. Los 9 son claros en sus planteamientos: amnistía y legalización de todas las fuerzas políticas, incluida el PCE; los grupos tolerados se niegan a aceptar el proyecto de ley de asociaciones; Suárez se compromete a modificar la ley. Poco después, después de entrevistarse con el honorable Josep Terradellas, President de la Generalitat de Catalunya en el exilio, el presidente declara una futura autonomía para Cataluña. El 19 de Enero, en San Sebastián, se iza después de más 30 años la ikurrina: este hecho provoca la dimisión de los gobernadores civiles de Bilbao y San Sebastián.

A pesar de la ilegalidad del PCE y la reticencia, por prudencia, a legalizarlo, parecía que las cosas entre la oposición y el gobierno, a pesar de todo, marchaban bien, y seguramente todos los grupos políticos, a excepción del PCE y similares, serían legalizados para las primeras elecciones generales democráticas desde 1936. Sin embargo, la prudencia del gobierno no era en vano ni mucho menos. Todas estas ofertas del gobierno a la oposición, junto con el secuestro de Oriol, no hacían más que acrecentar el descontento y la crispación entre los elementos más ultras, que pedían cada vez más alto y frecuentemente una intervención militar para la que parecía haber demasiados candidatos de ocupar el caudillato vacante desde 1975. La cuerda estaba ya tensada al máximo para que se rompiera. Una vuelta más en la clavija y cinco muertos traerán la excusa para dar un golpe militar y recobrar el espíritu del 18 de Julio.

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