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Here comes George Harrison!


GeorgeGeorge Harrison fue durante muchos años el Beatle calladito, el amable y tranquilo jovencito medio-irlandés, de acuerdo a la caracterización que la prensa hizo de los rasgos característicos de cada uno de ellos. En las primeras épocas del grupo, Harrison era la tercera voz del coro, pero también voz solista en las versiones de las canciones country y rockabilly, sobre todo de su ídolo, Carl Perkins. Finalmente rompió su timidez inicial y comenzó a presentar al grupo sus canciones, aportando más variedad musical y temática al grupo.

George Harrison14Hacia la mitad de la década de los 60, Harrison comienza a interesarse por la cultura y por la música de la India: se compra un sitar en una de aquellas tiendas underground que comenzaban a surgir por Londres, y le da ese aire místico a la canción “Norwegian wood” del álbum Rubber soul; a partir de entonces, el sitar indio será uno de los instrumentos más demandados por los músicos psicodélicos de a ambos lados del océnao, siendo él junto a Brian Jones de los Rolling Stones (éste más interesado en la música norte-africana) los dos principales exotizadores de la música pop (aunque, en honor a la verdad, ya había elementos exóticos y místicos en el jazz). Durante unas vacaciones en la India, conoce al gran sitarista Ravi Shankar, y con una ingenuidad que el veterano músico indio encontró entre descarada y encantadora, le rogó que le enseñara en pocas semanas las técnicas que él había tardado décadas en aprender y dominar; de ahí surgió una amistad que culminaría en el famoso Concierto por Bangladesh. George Harrison estudia seriamente el hinduismo, al tiempo que se aparta del consumo del LSD –pero no del hachís y de la marihuana-, e intenta propagar sus enseñanzas a través de muchas de sus canciones; su obsesión hinduista le traería algún que otro desengaño, como el descubrir lo realmente terrenal que se escondía tras las palabras y barbas de santo hindú del Maharishi Mahesh Yogi. Muy distinto fue el encuentro con los Hare Krishna del gurú Prabhupada: Harrison abraza abiertamente el krishnaísmo y colabora con ellos a través de su música (siguiendo las enseñanzas de esta religión: “cada cual sirve al Señor de la mejor manera que sabe o puede”). Sin embargo, al contrario que le pasa otros místicos, Harrison nunca dejó las preocupaciones de la tierra, algo que se demuestra en el concierto por Bangladesh, en la participación de la campaña “War is over”, junto a otros músicos amigos, de John Lennon y Yoko Ono, y otra serie de acciones.

Y así, para rendirle homenaje en el aniversario de su muerte, traigo dos canciones que tocó con los Beatles, que son dos de mi favoritas de las suyas. La primera de ellas es esta “It’s all too much”, balada psicodélica escrita en 1967 e inspirada por su primera esposa, que apareció como banda sonora de la película de animación Yellow Submarine:

It’s all too much

It’s all too much, It’s all too much

When I look into your eyes, your love is there for me
And the more I go inside, the more there is to see

It’s all too much for me to take
The love that’s shining all around you
Everywhere, it’s what you make
For us to take, it’s all too much

Floating down the stream of time, of life to life with me
Makes no difference where you are or where you’d like to be

It’s all too much for me to take
The love that’s shining all around here
All the world’s a birthday cake,
So take a piece but not too much

Set me on a silver sun, for I know that I’m free
Show me that I’m everywhere, and get me home for tea

It’s all to much for me to see
A love that’s shining all around here
The more I am, the less I know
And what I do is all too much
It’s all too much for me to take
The love that’s shining all around you
Everywhere, it’s what you make
For us to take, it’s all too much
It’s too much, It’s too much

Es demasiado

Es demasiado, es demasiado// Cuando te miro a los ojos, tu amor está ahí para mí/ y cuanto más entro, más hay para ver.// Es demasiado para que yo lo coja/ el amor que brilla a tu alrededor/ Por todas partes, es lo que haces/ para que nosotros lo cojamos, es demasiado.// Flotando en el arroyo del tiempo, de la vida para la vida conmigo/ no hay diferencia entre donde estés o donde tú quisiera estar.// Es demasiado para que yo lo coja/ el amor que brilla por aquí/ Todo el mundo es una tarta de cumpleaños,/ así que ten un trozo, pero no demasiado.// Dame un sol plateado, porque sé que soy libre/ Enséñame que estoy por todas partes, y llévame a casa para la hora del té.// Es demasiado para que yo lo coja/ un amor que brilla por aquí/ Cuanto más soy, menos sé/ y lo que hago es todo demasiado./ Es demasiado para que yo lo coja/ el amor que brilla alrededor de ti/ Por todas partes, es lo que haces/ para que nosotros lo cojamos, es demasiado…

George Harrison


george-harrisonY la segunda, es otra de sus mejores. Al igual que el “Octopus’ garden” de su amigo Ringo, esta canción nació en los días duros del final de los Beatles, cuando no hacían más que pelearse por todo (durante los ensayos de Let it be, tal y como se ve en la película, Harrison, harto de las imprecaciones de Paul McCartney sobre su forma de tocar una canción, abandona los ensayos bastante dolido), y decidió hacer pellas un día y buscar refugio en la casa de su amigo Eric Clapton: y allí, en un día soleado, tocando la guitarra, nació “Here comes the sun”, que abriría la cara B de Abey road:

Here comes the sun

Here comes the sun
here comes the sun, and I say
it’s all right

Little darling, it’s been a long cold lonely winter
little darling, it feels like years since it’s been here
here comes the sun
here comes the sun, and I say
it’s all right

Little darling, the smiles returning to the faces
little darling, it seems like years since it’s been here
here comes the sun
here comes the sun, and I say
it’s all right

Sun, sun, sun, here it comes
sun, sun, sun, here it comes
sun, sun, sun, here it comes
sun, sun, sun, here it comes
sun, sun, sun, here it comes
sun, sun, sun, here it comes

Little darling, I feel that ice is slowly melting
little darling, it seems like years since it’s been clear
here comes the sun
here comes the sun, and I say
it’s all right
Here comes the sun
here comes the sun, and I say
it’s all right
it’s all right

Ya viene el sol

Y viene el sol/ ya viene el sol, y digo/ que está bien.// Cariñito, ha sido un largo y solitario frío invierno,/ cariñito, se sienten como años desde que estuvo aquí/ Ya viene el sol…// Cariñito, las sonrisas vuelven a las caras/ cariñito, parecen años  desde que estuvo aquí…// Sol, sol, sol, ya viene…// Cariñito, siento que el hielo se está derritiendo lentamente/ Cariñito, parecen años desde que ha estado despejado/ Aquí viene el sol…

Pocos años después, la tocó en acústico en el Concierto Por Bangladesh:

Post-facio: los Grateful Dead interpretando “It’s all too much”:

Jefferson-Aeromodelismo: El otro lado de Jefferson Airplane (JA en directo y el incidente de Altamont)


Fred_Neil_-_Bleecker_&_MacDougalLa cara B de Bless Its Pointes Little Head se abría con una canción ajena que no sólo era un estandarte (no sólo traduzco la palabra standard, sino que le doy su sentido pleno) del grupo en sus actuaciones en directo, sino que era el otro himno personal de la banda.

“Other side of this life”, una especie de balada country de vagabundo, era una canción del cantautor Fred Neil, autor de canciones tales como “Everybody’s talkin’” (que aparecería en la película Cowboy de Medianoche, interpretada por Nilsson) por quien Paul Kantner sentía una gran admiración, que apareció en su disco de 1966 Bleeker & MacDougal.

(The) Other Side Of This Life

Would you like to know a secret
It’s just between you and me
I don’t know where I’m going next
I don’t know where I’m gonna be

But that’s the other side to this life
I’ve been leading
But that’s the other side of this life

Well my whole world’s in an uproar
My own world’s upside down
I don’t know where I’m going
But I’m always bumming around

And that’s another side to this life
I’ve been leading
And that’s another side of this life

Well I don’t know what I’m doing
Half the time I don’t know where I’ll go
I think I’ll get me a sailing boat
And sail the gulf of Mexico

And that’s another side to this life
I’ve been leading
And that’s another side of this life

Well I think I’ll go to Nashville
Down to Tennessee
The ten cent life I’ve been leading here
Gonna be the dead of me

But that’s the other side to this life
I’ve been leading
But that’s the other side of this life
And that’s another side of this life

Would you like to know a secret
It’s just between you and me
I don’t know where I’m going next
I don’t know where I’m gonna be

But that’s another side to this life
I’ve been leading
But that’s another side of this life

(El) Otro lado de esta vida

¿Te gustaría saber un secreto/ solo entre tú y yo?/ No sé a dónde iré la próxima vez/ no sé dónde voy a estar// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida// Pues mi vida entera está en un escándalo/ mi propio mundo está al revés/ No sé a dónde voy/ pero siempre estoy vagando por ahí// Y ése es el otro lado a esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ Y ése es otro lado de esta vida// Pues no sé qué voy a hacer/ la mitad del tiempo no sé a dónde iré/ creo que me haré con un velero/ y navegaré al Golfo de México// Y ése es el otro lado a esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ Y ése es otro lado de esta vida// Pues creo que iré a Nashville/ bajaré a Tenesse/ La vida de diez centavos que he llevado aquí/ va a ser mi muerte// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida/ y es otro lado de esta vida// ¿Te gustaría saber un secreto/ solo entre tú y yo?/ No sé a dónde iré la próxima vez/ no sé dónde voy a estar// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida.

Fred Neil

photo_concert8Desde los comienzos, esta canción fue una de las favoritas de Jefferson Airplane, que la interpretaban en sus actuaciones de distintas maneras: con Marty Balin unas veces, o con Grace Slick otras como vocalistas principales, en unos aires de rock duro tipo garaje propio del temprano sonido de las bandas de San Francisco. Ya en 1968 comienzan a interpretarla en su forma vocálica definitiva: con Kantner comenzando el primer verso para apoyarse inmediatamente en Balin y Slick, y a partir de ahí cantarla a coro como ellos bien sabían hacerlo, con un rock duro más perfeccionado. Así, la tranquila balada country de vagabundo se transformaba en manos de Jefferson Airplane en una mezcla de himno generacional y personal acerca de la vida de un grupo de rock.

Oír: http://www.goear.com/listen/6ecb711/the-other-side-of-this-life-jefferson-airplane

Pero ya, entre 1968 y 1969, la canción pasó de ser una más de su repertorio habitual a ser el número imprescindible con el que comenzar sus conciertos, de la misma manera que lo tenían otros grupos (Big Brother & The Holding Company invitaban al Fillmore con su “Combination of the 2”; y Country Joe & The Fish, al grito de “¡Marihuana"!”, comenzaban con su vibrante “Rock & Soul Music”), con unos arreglos más cercanos al soul (ciertamente, la influencia del soul en la forma de cantar de Marty Balin es innegable) y por tanto al rock duro de la época (grupos como Vanilla Fudge, Deep Purple o Grand Funk Railroad empezaron haciendo versiones rockeras de clásicos del soul), de manera que con un nuevo estilo vibrante y un ritmo irresistible, la canción del vagabundo se transformó en una canción para animar y entonar al personal… Y así funcionó en Woodstock, despertando a una audiencia todavía resacosa de las actuaciones del día anterior a eso de las 6 de la mañana:

slick_balinY es que Jefferson Airplane era uno de los grupos más potentes en directo de la década de los 60, sin necesidad de recurrir a números extramusicales, bailoteos o escándalos sexuales (dicho esto con todo respeto). Philip Norman, en su libro sobre los Rolling Stones, en el capítulo acerca del concierto de Altamont, los describió acertadamente como un “conjunto de cámara de músicos psicodélicos”. Sobre el escenario, generalmente, en ambos extremos se situaban Paul Kantner, al lado de la batería, y Marty Balin, junto a Jorma Kaukonen y Jack Casady, entre éste y Spencer Dryden; y en medio, la belleza salvaje de Grace. Los músicos se rotaban en sus solos, salvo el batería, pasando al primer plano, mientras Marty y Grace se dirigían el uno al otro en sus dúos, a veces oponiéndose, y entonces la voz de Kantner parecía la síntesis de esa oposición. Lo que no podían imaginar era lo que les iba a suceder en ese mismo año de 1969.

Los Rolling Stones, tras una gira monstruosa por Estados Unidos, quisieron compensar de alguna manera a un público muy fiel, pero también hacer frenteJefferson Air Altamontcc a las críticas que tanto la prensa como los principales promotores de conciertos del país, como Bill Graham, con quien mantenían una intensa enemistad, les habían lanzado. Y como no pudieron acudir al festival de Woodstock, decidieron hacer uno ellos, que les tendría como figuras principales, junto a las actuaciones de los mejores grupos del momento: Santana, Flyin’ Burrito Brothers, Jefferson Airplane, Grateful Dead y Crosby, Stills, Nash & Young. Se eligió para ello un abandonado circuito automovilístico en Altamont, y en reunión con diversas personalidades de la música, del mundo underground y del activismo hippie radical, alguien propuso contratar a los Ángeles del Infierno, la belicosa banda motorista, como seguridad. Sobre esto, por no extendernos, ya hablamos en su día, pero vamos a centrarnos en los Jefferson Airplane, desde la perspectiva de Philip Norman. A pesar de las advertencias de diversos promotores sobre que iba a ser un desastre, los Rolling Stones y compañía, aún sintiendo la borrachera del momento mágico de Woodstock (a pesar de que otros dos conciertos iluminados por el fantástico evento se habían ido también al carajo) siguieron adelante con el proyecto. De todo lo que ocurrió allí, no tienen toda la culpa los Hell’s Angels del todo: tal y como se ve en la película de los hermanos Maysles, la organización adolecía de varios defectos, sobre todo en lo referente a la seguridad, y más aun si hablamos de un grupo tan enorme como los Rolling Stones. No había un foso que separara el escenario de un público deseoso de tocar a Mick Jagger, y los organizadores como Chip Monk y Sam Cutler comenzaron a hartarse de usar la palabrería hippie con un conjunto de gente empeñada en subirse al escenario o colgarse de las torretas y a intuir el desastre en ciernes que podía ser aquello. Tal vez los Hell’s Angels se vieron desbordados por la situación, pero esto, de ninguna manera, les puede excusar de algunos de los excesos que tuvieron.

Marty_Balin_Altamont_002
Ahora bien, los hippies y los Ángeles del Infierno eran dos grupos contradictorios, unidos sólo por su situación marginal y el gusto por el rock y las drogas (no eran los únicos, otros grupos con los que se relacionaban los hippies como los Hare Krishna o los Panteras Negras también tenían muchas más cosas contradictorias que comunes con ellos), y, a pesar de diferencias políticas de la cúpula de la banda de motoristas con el carácter semi o plenamente izquierdista de muchos miembros del movimiento hippie, los incidentes con ellos solían ser aislados, aunque Janis Joplin podía haberles dicho (y quizás lo hizo) que no siempre se podía confiar en los Ángeles del Infierno y su carácter violento. La realidad era que los grupos de San Francisco tenían buenas relaciones con los Angels, los habían defendido y tocado en sus fiestas -aunque no creo ni por un momento que fueran tan ingenuos, ¿o sí?-, de modo que, según Norman, es la propia Grace Slick quien invita a los Angels a subir al escenario. La cuestión era que invitar a los Angels era una técnica que ya había funcionado antes, mucho mejor que esperar a que se presentaran sin invitación arruinándoles la fiesta a todos; y si encima se les designaba como seguratas del escenario mucho mejor, y siempre era mejor que la presencia conflictiva de la policía, sobre todo en este violento bienio 1968-1969. Pero los Angels comenzaron a actuar más como matones que como personal de seguridad, cuando decidieron que los músicos que componían Santana podían ser un perfecto blanco en movimiento del lanzamiento de latas de cerveza. Una vez solucionado este incidente, la calma pareció volver. Pero de pronto volvieron los incidentes, y, sin razón aparente, los Ángeles del Infierno comenzaron a golpear a cualquiera que se le antojara y no sólo a los que se acercaban al escenario. Así que cuando Jefferson Airplane suben al escenario, ya literalmente tomado por la banda motera, la cosa está revuelta, y ni siquiera las buenas vibraciones de “The Other Side Of this Life” consiguen calmar los ánimos. Marty Balin no era ajeno a lo que estaba pasando, y le es casi imposible actuar al intermediar en peleas, y en un estado de cabreo llegar a lanzar su pandereta contra alguno de los moteros, mientras Grace, en una muestra de profesionalidad absoluta, sin dejar de cantar, llama insistentemente a la calma. En cierto momento, como se puede ver, los Angels derriban y se cierran en formación en torno a un chico negro que no parecía hacer otra cosa más que disfrutar de la música; el hecho enerva a Balin, que decide intervenir, y a cambio es dejado inconsciente por un puñetazo de alguno de los Angels. Las cámaras de los Hnos. Maysles dejaron constancia del suceso:

La transcripción aproximada de lo que Kantner dice es “¡Amigos! Me gustaría contaros lo que ha pasado: algunos de los Ángeles del Infierno hanhells_angels-12-6-1969-altamont015airplane golpeado en la cara a Marty Balin dejándolo inconsciente… Quiero daros las gracias por eso”. A lo que el Angel que salta le pregunta si le está hablando “a su gente”. Grace, en un intento de mantener la calma entre las dos partes, explica, quizás queriendo entender “lo extraño” que estaba ocurriendo, que los Angels estaban allí porque algunas personas se pasan de la ralla y ellos no golpean a la gente por nada, así que “dejemos de jodernos”. Probablemente fuera la suya la mejor visión de lo que allí estaba pasando (coincidiendo con este autor*, que nos da también el otro punto de vista, el de los Hell’s Angels y una frase repugnante de su autoría sobre “quién no querría subirse a zurrar a un rojeras melenudo que cantaba sobre la paz y el amor cuando hay comunistas –commies– que había que matar”… ¡Simpáticos los Ángeles del Infierno de USA!, ¿no os parece? Y luego la svastika es por “impacto visual”, ¡ya! Impacto visual, mis cojones): “La gente se vuelve loca, y necesitas a gente como los Angels para mantener a la gente a raya. Pero los Angels también- sabéis, no se golpea a la gente en la cabeza por nada. Así que ambos lados os estáis jodiendo ahora. ¡Dejad de joderos!”, dijo en un intento –mucho mejor que el de Mick Jagger- de calmar los ánimos. Los Grateful Dead iban a actuar a continuación, pero cuando supieron de la agresión sufrida por Balin, decidieron coger el helicóptero y marcharse, ya que, por lo visto, estaban pegando a los músicos. El hecho tuvo sus consecuencias: una, que intuimos, que las relaciones de los Jefferson Airplane con los moteros se congelaron; y la otra, tal como él mismo declaró, fue la marcha de Spencer Dryden del grupo, junto a otras cosas: Dryden preveía que la década que se avecinaba iba a estar repleta de estos “incidentes” de los que él no quería participar; algo después se unió al proyecto paralelo a Grateful Dead de country, New Riders of The Purple Sage.

De todas maneras, como valoración personal mía, la película de los Maysles muestra a una generación cansada, que comenzaba a sucumbir a sus propios vicios y excesos. Los documentales de Monterey Pop y Woodstock nos enseñaba a gente feliz, con muchas ganas de hacer cosas y de escuchar música… Pero Gimme Shelter, entre otras cosas, nos muestra un panorama de degeneración y de excesos, no sólo propiciado por el desolado escenario de la película del autódromo abandonado, en contraposición al bucólico panorama de Woodstock en la granja Yasgur –no tanto así Monterey-, anunciando una década violenta y la caída de aquella generación que tan sólo meses antes había sido elogiada en esos tres días de paz y música.


*Si visitáis la página a la que me refiero, he de advertiros, aunque esté en inglés. No sé si el autor del texto es el mismo propietario de la página (bastante interesante, eso sí),hells_angels-12-6-1969-altamont068 aunque el nombre Al Barger no sé si tiene relación con el mítico –y reaccionario- líder de Hell’s Angels, Sonny Barger, lo cual explicaría tanto la defensa a capa y espada de la banda motera como sus giros reaccionarios. La defensa de este autor consiste en que los Angels se vieron intimidados y amenazados ante los hippies drogados, y nos pone un ejemplo que os reproduzco aquí en esa foto: según el autor, este “freak” es el ejemplo del tipo de personas con los que tuvieron que lidiar. Más le valdría cerrar la boca, ¿acaso no ha visto la película? El tío de la foto es UNO de los HELL’S ANGELS. Tampoco es necesario haberla visto, si, como cacarea, se conoce de Pe a Pa lo que allí ocurrió: SÓLO LOS ÁNGELES DEL INFIERNO (y los músicos) PODÍAN ESTAR EN EL ESCENARIO. Y además, Philip Norman nos da en su libro una descripción totalmente detallada sobre tan pintoresco personaje, acreditándolo como un Ángel del Infierno…. Y para que veáis que no miento, aquí está el fragmento de la película:

A mí este tema no es que me vaya ni me venga, a parte de aumentar mi admiración por Marty Balin (y también por Keith Richards), pero siempre me ha llamado la atención como a ciertos personajes les hace gracia este capítulo y aplauden la actuación de los moteros: ¿es que hay quien considera divertido ir a un concierto y que te peguen? En mi opinión, sólo un tipo de personas puede aplaudir o divertirse con semejantes actos. Nuestros “hermanos mayores” podrían deciros lo que es ir a un espectáculo y que peguen sólo por el hecho de asistir y quienes eran los que pegaban…

Jefferson-Aeromodelismo: un tyempo salvaje


Jefferson_Airplane_-_Live_at_the_Monterey_Festival_-_FrontBaxter’s era, como la mayoría de los discos hippies del 67, un compendio de himnos generacionales, o bien de canciones que hablaban de alguna manera sobre la filosofía hippie, sin un espíritu demasiado crítico con la sociedad: el discurso, por lo general, transcurre todavía en un nivel un poco ingenuo, más de autoafirmación generacional que de crítica social. A ese espíritu pertenecen las dos últimas canciones del disco que nos faltan por presentar, ambas de Paul Kantner.

“Wild Tyme (H)” es una de esas canciones que se hicieron para celebrar el primer Human Be-In (juego de palabras que"Poster anunciando el 'Human Be-In' diseñado por Michael Bowen usando la foto del artista Casey Sonnabend" equivaldría en castellano, más o menos, a algo así como “Humanidad Enrollada”), una celebración de las ideas de la nueva generación, que tuvo lugar en el Golden Gate de San Francisco, y en el que, entre magos, equilibristas, poetas beats (Allen Ginsberg), juglares posmodernos, moteros (Hell’s Angels y demás), estudiantes radicales, activistas por los derechos civiles, místicos, gurús y harekrishnas, participaron algunas de las mejores nacientes bandas de la ciudad, entre ellos, cómo no, nuestros Jefferson Airplane. A esta celebración le seguirían otras del mismo estilo, los Tribal Stomp (reunión de las tribus), que fueron el germen de los grandes festivales, mezcla de estas fiestas musicales y de los grandes festivales de jazz y folk, como Woodstock, Monterey, etc. Otras canciones que hablaron de la maravilla que sintieron en esta celebración fueron “San Francisco (be sure to wear some flowers on your hair)” de John Philips, que cantó Scott McKenzie; “Renaissance Fair” de los Byrds; “San Franciscan Nights” y también “Monterey” de Eric Burdon & The Animals, etc.

Wild Tyme (H)

It’s a wild time!
I see people all around me changing faces!
It’s a wild time!
I see love all the time!
I’m doing things that haven’t got a name yet;
I need love, your love.
It don’t matter if it’s rain or shine.
I’m here for you any old time stay here, play here.
Make a place for yourself here.
I want to be with you, no matter what I do,
what doesn’t change is the way
I feel for you today.
Times just seem so good.
I do know that I should be here with you this way,
and it’s new, so new.
I see changes, changes all around me are changes.

Tyempo Salvaje (H)

¡Es un tiempo salvaje!/ ¡Veo gente a mi alrededor cambiando caras!/ ¡Es un tiempo salvaje!/ ¡Veo amor todo el rato!/ Hago cosas que todavía no tienen nombre;/ necesito amor, tu amor./ No importa si llueve o hace sol./ Estoy aquí por ti cualquier tiempo anterior permanece aquí, juega aquí./ Hazte un lugar para ti mismo aquí./ Quiero estar contigo, no importa lo que yo haga,/ lo que no cambia es/ lo que siento por ti hoy./ Los tiempos parecen tan buenos./ Sé que debería estar aquí contigo así,/ y es nuevo, tan nuevo./ Veo cambios, cambios, todo a mi alrededor son cambios.

Paul Kantner

Tributo a Hair 5: The Electric Blues


Sin títuloFinalmente, Berger consigue el dinero y puede sacar a sus amigos (sin que éstos tengan que cortarse un solo mechón de su pelo), y se van a celebrarlo de la mejor manera que los hippies sabían hacerlo: música en el parque. Los Tribal-Stomp eran reuniones que se hacían entonces al aire libre, en donde, a parte de las drogas, malabaristas y artistas diversos callejeros mostraban su arte mientras los grupos, conocidos o no, amenizaban estos micro festivales, de los que devinieron, hechos a gran escala, los grandes festivales de rock como Monterey, Woodstock y otros. Era además usual que en estas reuniones de la juventud se hicieran mítines semi-políticos, con alegatos contra la guerra, y se dejaran caer grupos religiosos, generalmente hinduistas, como los Hare-Krishna, quienes estaban naciendo entre Nueva York y San Francisco una vez que el gurú Swami Prabhupada encontró adeptos después de viajar desde la India (y, francamente, no pudo elegir mejor tiempo para ello). Esta escena reproduce uno de aquellos Tribal-Stomp o Human Be-In (juego de palabras entre human being, “ser humano”, y be in, “ser/ estar enrollado”: algo así como “humanidad enrollada”), con los Hare Krishna, los estudiantes radicales exponiendo su teoría de la guerra, y las bandas de rock, especialmente las de San Francisco, que definieron la personalidad musical hippie: Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, Moby Grape, Big Brother (con Janis Joplin), Country Joe & The Fish… Esta canción es un poco un tributo a aquel rock, que había surgido de la mezcla de varios elementos musicales:

Electric blues

Tell me who do you love man?
Tell me what man?
Tell me what’s it you love man?

An old fashioned melody

Tell me what’s it that moves you?
Tell me what’s it that grooves you?

An old fashioned melody
But old songs leave you dead
We sell our souls for bread

We’re all encased in sonic armor
Beltin’ it out through chrome grenades
Miles and miles of medusan chord
The electronic sonic boom

It’s what’s happening baby
it’s where it’s at daddy

They chain ya and brainwash ya
When you least suspect it
They feed ya mass media
The age is electric

I got the electric blues
I got the electric blues

Thwump… rackety… whomp
Rock… folk rock… rhythm and blues
Electronics explodin’… rackety-clack
Thwump… rackety… whomp
Plugged in… turned on

We’re all encased in sonic armor
Beltin’ it out through chrome grenades
Miles and miles of medusan chord
The electronic sonic boom
It’s what’s happening baby
it’s where it’s at daddy
They chain ya and brainwash ya
When you least suspect it
They feed ya mass media
The age is electric
I got the electric blues
I got the electric blues

El blues eléctrico

Dime a quién quieres, tío/ Dime qué, tío/ Dime qué es lo que amas// Una vieja canción// Dime qué es lo que te enrolla/ Dime qué es lo que te flipa// Una vieja canción/ Pero las viejas canciones te dejan muerto/ Vendemos nuestra alma por pasta// Estamos cubiertos por una armadura sónica/ amarrándola con granadas de cromo/ millas y millas de un acorde medusiano/ el estampido sónico electrónico// Es lo que está pasando, cariño/ es donde está papá// Te encadenan y te lavan el cerebro/ cuando tienes la mínima sospecha/ te alimentan con los medios de comunicación/ La era es eléctrica// Tengo el blues eléctrico…// Thwump… ruidoso… bum/ Rock… folk rock… rythm’n’blues/ Explosiones electrónicas… charla ruidosa/ Thwump… ruidoso… bum/ Enchufado… colocado…

Historia del movimiento hippy. II parte


Los cincuenta se acababan con el gran evento de la década: la Revolución Cubana (de la que en la actualidad sólo quedan iconos e imágenes, habiendo pasado de revolución popular a dictadura personal). Al mismo tiempo, la guerra fría se había recrudecido, muy especialmente por la experimentación con misiles y la carrera espacial que ambas potencias poseían, llegando en los dos lados a una esquizofrenia enfermiza que desemboca en ambos bandos en espionajes y contraespionajes. En Estados Unidos, es el siniestro senador McCartthy el que aprovecha la paranoia del país para llevar a cabo un auténtico control político sobre políticos y artistas más digno de un régimen fascista, o incluso de la rusia estalinista, que de un régimen democrático. Actores y directores, como Charles Chaplin, músicos como Pete Seeger, o escritores como Ginsberg, sufrieron el vigilante ojo del anticomunismo americano. El punto álgido internacional llegó cuando Fidel Castro, buscando aliados en este teatro, se define comunista y recaba la ayuda de la Unión Soviética: los rusos ponen misiles en Cuba apuntando a Estados Unidos. El momento es tan caliente internacionalmente que incluso el papa Juan XXIII apela al catolicismo de Kennedy para parar una locura. Años atrás, el presidente Eisenhower había acercado posturas con el general Franco, poniendo, a cambio de ayuda económica, bases en diversos sitios, como Rota o Torrejón.
Aquel momento de la guerra fría fue muy determinante: tuvo un tremendo impacto en la mente de muchos, especialmente de jóvenes, que empezaron a plantearse y a cuestionarse la fuerza militar. Fue precisamente el episodio de los misiles cubanos el que inspiraría a Bob Dylan una de sus mejores canciones de la época folk: «A hard rain’s a gonna fall» hablaba del miedo y de la posibilidad de la destrucción total bajo la amenaza de la guerra atómica. El movimiento folk se había renovado con nuevos nombres, como Joan Baez, Judy Collins, Tom Paxton, Richie Havens, y, por supuesto, Bob Dylan, que fue el primero de ellos en tener un éxito popular inequívoco del que muchos expertos aseguran que en cierto sentido fue su muerte artística. No suponía realmente una renovación de temas, pues el pacifismo y la lucha de los derechos civiles fue una constante del folk de los años 50, si bien, puede ser, la dimensión sindicalista hubiera decaído (excepto en Joan Baez). Folksingers blancos y negros se unen en las marchas por los derechos civiles de Martin Luther King.
Por otro lado, el mundo musical sintió la conmoción ante los grupos que venían desde el Reino Unido: los Beatles abrieron la puerta con su rock’n’roll y rythm’n’blues de raigambre americano, tras ellos grupos tan importantes como Rolling Stones, The Who, Kinks, Hollies, Animals… No suponían realmente una revolución de índole social, estrictamente hablando, pero sí una revolución en el mundo juvenil: ellos daban la impresión de no necesitar trabajar, de tener el destino en sus manos, de vivir al margen de lo que la sociedad exigía a los jóvenes: aquella era todavía una época en la que te tomaban en serio a partir de los 25 y no antes. Aunque las canciones pudieran ser frívolas a veces, o no decir nada más que «te quiero, me quieres», sí es cierto que abrían las nuevas posibilidades de una nueva forma de ver las relaciones entre los jóvenes. Sin embargo, estos muchachos todavía no tendrían grandes cosas que decir por ahora.
El panorama bohemio y underground era otra cosa. El mundo del jazz iba por otros derroteros, con nombres como Pharoah Sanders, John Coltrane y otros más; un mundo muy minoritario e intelectual comparado con el beat británico, el soul (rythm’n’blues comercial), el folk (hasta la llegada de Dylan minoritario) o el surf californiano. El nuevo jazz tenía componentes nuevos en el que, desde los días del be-bop, a la libertad creadora del intérprete se sumaban las experiencias lisérgicas. Desde finales de los 50, Timothy Leary y Richard Alpert, profesores de psicología de la universidad de Berkeley, junto al escritor de ciencia ficción Aldous Huxley, habían sintetizado el LSD, a principios como experimento del ejército americano, para desembocar en un elemento de la contracultura generalmente antimilitarista (elemento bastante engañoso). Pronto surgieron en Estados Unidos comunas dedicadas a la experimentación del cuerpo y la introspección mental en las que los sutas budistas e hindúes se unían a la marihuana y al LSD en una supuesta búsqueda de respuestas místicas más inducidas que auténticas. De ellas, la más famosa quizás fuera el grupo activista Merry Pranksters, los alegres bromistas, dirigidos por el escritor Ken Kesey (autor de Alguien voló sobre el nido del cuco) que plasmó las tempranas vivencias del grupo a bordo de un autobús, junto a Neal Cassady (el «musa» de los poetas beats) en el libro La gasesosa de ácido eléctrico (The Electric Kool-Aid Acid Test). Estos exploradores lisérgicos participarían e incluso organizarían las primeras marchas pacifistas contra la guerra de Vietnam y los primeros conciertos propiamente llamados hippies. Ocurrió entonces, hacia 1963 ó 1964, que confluyeron bajo más o menos el mismo objetivo, los exploradores lisérgicos, algunos de los folk-singers, los músicos de jazz, y los grupos de rock-garaje admiradores del pop británico: les unía principalmente el cuestionarse el papel de su país a nivel tanto nacional como internacional.
 

Musicalmente también es una era muy revolucionaria respecto a la música popular. Entre 1964 y 1965, en los locales de California y Nueva York se vive una intensa proliferación de nuevos grupos de folk y de jazz. Uno de ellos, que alcanzó un éxito popular considerable, fue The New Christy Minstrel, autores del popular «Green back dollar», que estuvo compuesto, entre otros, por Jim McGuinn, que luego formaría The Byrds, y Barry McGuire, un cantautor de folk-rock protesta que obtuvo un éxito disimulado con esta canción, obra de P. F. Sloan y Steve Barri, con una letra apocalíptica muy del gusto de la época, influida claramente por Dylan.

Otros grupos que fueron germen de los futuros grupos flok-rock californianos y de rock de San Francisco, fueron The Journeymen, The Mugwumps o Town Criers, grupos estos que no consiguieron el reconocimiento público, pero cuyos miembros triunfarían en distintas formaciones con nuevos lenguajes: de Journeymen saldrían Scott McKenzie (cantante que sólo tuvo éxito con una canción), y John y Michelle Phillips, que junto a los Mugwumps Mama Cass Elliot y Dennis Doherty formarían The Mamas & The Papas; por su parte, otros dos Mugwumps, John Sebastian y Zal Yanovski, formarían el grupo de bluegrass y folk-rock Lovin’ Spoonful.

En 1964 se les siguen considerando betanicks, pero poco poco el murmuro de la palabra «hippie» se va haciendo más claro y audible cuando los estudiantes activistas de izquierdas, los promotores de los derechos civiles, los aventureros lisérgicos y los místicos van confluyendo en algo que era curiosamente concreto e impreciso a la vez movidos por la nueva injusticia global: la guerra de Vietnam. No obstante, el componente político no fue tan determinante en un principio entre los hippies como el misticismo, el rock y las drogas, aunque las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam vienen prácticamente de manos de líderes activistas inmersos en este nuevo mundo.
En 1967 el mundo hippie tiene su capital en la ciudad californiana de San Francisco, una ciudad abierta y tolerante tradicionalmente, que también había acunado a los antiguos beatnicks y hipsters; y más concretamente en el barrio de Haight Ashbury. Tampoco es casualidad que tuviera una localización geográfica concreta dada la heterogeneidad ideológica de EE.UU: conviene no olvidar que, al igual que los negros, un beatnick o un hippie no podía atravesar los estados sureños con la sensación de sentirse como en casa, al contrario que pasaba con toda California, Nueva York y otras zonas más abiertas a la diversidad cultural. El Haight Ashbury se convierte casi en un ghetto de los hippies, y a él se acercan diversos turistas para contemplar el fenómeno, entre ellos las estrellas del pop británico para ver la nueva música que allí se estaba creando: Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, Big Brother & The Holding Co., con la maravillosa Janis Joplin al frente, eran los nuevos grupos formados por músicos que venían de antiguas formaciones o aventuras en solitarios de folk, folk-rock o jazz, practicantes de un rock nuevo y refrescado que mezclaba magistralmente el rock y el blues con el folk, el jazz, instrumentos y ritmos orientales, y nuevas visiones musicales en ocasiones inspiradas por el consumo de drogas. Estos grupos tocan juntos en las múltiples salas de música que existían entonces: el Matrix, el Avalon Ballroom, vieron los mejores momentos de estos grupos antes de que las empresas discográficas mancharan su ambición de ser simplemente músicos de San Francisco populares.
En torno a la comunidad de Haight Ashbury surgen diversas propuestas artísticas: música, teatro independiente, poesía…, pero también negocios que traían todo lo que un hippie podía desear: discos, ropa oriental, collares, cuentas, instrumentos musicales contra más exóticos mejor… A parte el negocio subterráneo de la droga, pero junto a esto prolifera la Clínica Médica Gratuita, dirigida a los chicos con problemas de drogas: no se trataba de prevención y rehabilitación, sino de enseñar a como se podía utilizar una droga sin correr riesgos o, por lo menos, los mínimos. Haight Ashbury podía parecer un paraíso urbano, un lugar donde no trabajar y poder dedicarse a la expansión personal y espiritual de uno mismo y de su cuerpo. Pocas cosas había que sacaran a un hippie de su pretendido estado mental de paz espiritual. No obstante, otros entendían las ciudades como trampas mortales en las que se atrapaba y castraba el alma humana, y comprendían que el lugar del hombre era la naturaleza: algunos huyen a los campos y abren granjas donde fundar comunas y vivir de lo que producían (algunas de ellas hoy en día perviven, sustentándose de vender sus productos): la más famosa fue la granja de Hogh Farm.
Junto a las drogas surge el fenómeno del nuevo misticismo, propugnado por los poetas beats y otros pensadores contraculturales. No fue casualidad que el principal grupo hinduista de occidente apareciera a caballo entre Nueva York y el Haight Ashbury: los Hare Krishna. Los auténticos hippies comenzaron estudiando los textos sagrados de la India, China o Japón; algunos, por su parte, practicaban una suerte de neo-paganismo, mientras que otros fijaban su fe en las raíces del cristianismo. Sin duda alguna, a pesar de utilizar las drogas como medio, éste era en principio una práctica honesta y sincera, si bien la santidad de los gurús que permitían el uso de drogas a sus discípulos era bien discutible (si su religión lo prohibía, claro); pero en el momento en que las grandes estrellas del rock y del cine comenzaron a interesarse por estas prácticas, aparecieron multitudes de maestros espirituales que venían de la India, en donde no gozaban del respeto que decían poseer, con el único objetivo de «hacerse la foto» y ganar su espiritualidad a golpe de fama: el ejemplo más sonado fue el del Maharishi Mahesh Yogi, que utilizó las ansias espirituales de los Beatles para obtener fama, además de mostrar un interés más terrenal que espiritual por su discípula Mia Farrow.
El objetivo de los hippies era oponerse a la sociedad bienpensante americana mediante la religión, las drogas, la auto-marginación y las expresiones artísticas. Y en en Junio de 1967 dieron su grito de afirmación en el Festivla Pop de Monterrey, en donde actuaron sin cobrar (excepto Ravi Shankar, por aquello de tener que volver a la India) los nuevos grupos de rock de San Francisco, los grupos de blues, algunas estrellas del pop británico, junto al gigante del soul Otis Redding y al maestro sitarista Ravi Shankar.

Aunque opuesto a toda guerra, el hippie pretendía vivir al margen de cualquier activismo político, lo cual no le impedía participar en las manifestaciones por la paz/ contra la guerra. Se produce entonces una escisión dentro de ellos, quedando divididos entre activistas y pasotas. El activista solía ser un estudiante o poseer una gran cultura, pero más que místico su tendencia mental iba hacia el socialismo, y, en muchos casos, eran pacifistas pero no pacíficos. El pasota, por su parte, era el hippie en sentido estricto, con tendencia automarginativa e ideas, a veces, demasiado utópicas, frente al activista, que siempre optaba por la práctica. El activista siempre criticaba la falta de acción del pasota, al que acusaba de querer cambiar el mundo a base de canciones y oraciones, o de no querer cambiarlo en absoluto mientras siguiera existiendo su isla, mientras que el pasota le acusaba de querer cambiar el mundo para su beneficio al tiempo que inventaba el bonito término de lunático del poder. Un buen ejemplo de crítica contra los activistas es la canción de los Beatles «Revolution». Por lo general, los músicos suelen practicar el pasotismo, sin desdeñar sus buenas dosis de activismo: los hippies no eran tan políticos en la música como posteriormente se ha pretendido, aunque sintieran simpatías por movimientos como los Panteras Negras y sus equivalentes indios, portorriqueños y asiáticos; sólo hay un número contado de casos en los que la política es un factor determinante en la creación artística, como los Jefferson Airplane, los Who, Country Joe & The Fish, además de los folksingers y cantautores. Sin embargo, en 1968 los pacíficos Human Be-In y Tribal Stomps que venían realizándose desde 1966 fueron adquiriendo un cariz cada vez más político. De una manera feroz, las concentraciones dejaron de ser pacifistas y utópicas para convertirse en batallas callejeras. Fue, no obstante, un huracán que recorrió casi todo el mundo: el mayo francés, la Primavera de Praga, la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en México, y nuestras primeras (descartando las del 56) revueltas estudiantiles. También se notó en sus ropas, que comenzaron a alternar los motivos orientales con ropas militares, motivos socialistas y camisetas con la efigie del «Che» Guervara. El año 68 fue el momento culmen en el que nuevas ideologías desafiaban tanto al status capitalista como al comunista que se habían establecido tras la 2ª Guerra Mundial. A partir de ese año, todas sus exhibiciones estarían fuerte y ferozmente marcadas por un halo político antimilitarista.
El otro gran éxito de los hippies fue el concierto multitudinario de Woodstock en 1969, cuya cifra de asistentes se aproximó de manera muy simbólica a la del número de combatientes que había en Vietnam. Pero la década de los 70 venía pisando fuerte, trayendo consigo un huracán de violencia y atentados terroristas de diversos símbolos, borrando los buenos sentimientos hippies que, aunque subsistiendo en las comunas y en las granjas, fueron desapareciendo por una razón: se pasó de moda, venían nuevas generaciones con nuevas demandas y cada vez más se contemplaba a los hippies como una rareza del pasado.

Los hippies no fueron más que, en muchos aspectos, otro movimiento juvenil con ansias de cambiar el mundo, cosa que consiguieron en parte pero sin librarse de que a la mayoría de ellos, como en todo movimiento juvenil, el mundo les cambiara. Como todo movimiento juvenil tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, frente a los maniqueísmos de considerarlos la mejor generación del s. XX o una panda de degenerados morales.
Hay que entender que como movimiento aparecen en una de las épocas más feroces de la guerra fría, con un nuevo frente comunista amenazante desde el Caribe. El ambiente de tensión, violencia, patriotismo exacerbado y militarismo promovió la necesidad de alejarse de un mundo regido tradicionalmente por las armas y buscar refugios en diversos paraísos artificiales, para poder explorar las profundidades del alma humana. Como radicalmente opuestos a la política de su país y promotores naturales de la lucha por los derechos civiles, los hippies no eran bien considerados por las instituciones clasistas y racistas de sus países; no en vano pueden afirmar, incluso con más derecho que sus predecesores beatnicks, haber sido el primer movimiento-moda juvenil totalmente inter-racial: mientras que los rockers eran generalmente blancos, y los funkies negros, o había un rock’n’roll blanco y otro negro, los hippies no reconocían colores: para ellos era perfectamente normal que un blanco tocara blues y un negro country’n’western. Fundaron gracias a sus nuevas conciencias movimientos que han tenido una importancia indiscutible: el movimiento ecologista fue re-fundado por ellos prácticamente. Lo mismo se puede decir respecto a las ideas de igualdad de sexos y de tolerancia sexual; también las ideas renovadas de igualdad y fraternidad propiciaron un cambio en la forma de ver las relaciones entre los seres humanos y sus culturas desde el respeto y sin «centrismos» culturales de ninguna clase.
Pero tuvieron sus defectos, de entre ellos el más grave fue el abuso de las drogas: desde los planteamientos de Leary y Alpert y otros, los hippies buscaron en las drogas aquel remanso de paz y sintonía espiritual que decían que los indios americanos, los shaivas (adoradores de Shiva) y otros obtenían gracias a su consumo propiciada por una visión bastante sesgada de estas culturas. Las drogas, lejos de enriquecer a la cultura del movimiento hippie, en realidad contribuyó a su destrucción y a propagar la visión de viciosos que de ellos se tenían, una publicidad alimentada por las sucesivas muertes de sobredosis de las grandes estrellas del rock: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Al «Blind Owl» Wilson, Ron «Pigpen» McKernan… Ante esto siempre cabe preguntarse si no fueron los servicios secretos americanos, al igual que a todas vistas parece que hicieron en los barrios negros, quienes promovieron la introducción y el consumo de drogas cada vez más peligrosas en el mundo hippie. A parte de los supuestos espías soviéticos, el enemigo interior que el gobierno americano decía tener era triple: los negros, los estudiantes y los hippies.
Pasaba algo parecido con la libertad sexual o con el marketing. Los hippies fueron víctimas de sus propios vicios: muy pronto la revolución de la conciencia, la libertad sexual y el hacer lo que quieras sinceros y honestos de algunos en principio, atrajo a un número importante de oportunistas a los que las revoluciones les importaba un pito: querían drogas y sexo nada más. Parecido era lo de la exploración espiritual, la cual, una vez fue manifestada por las millonarias estrellas musicales y cinematográficas su afición atrajo a un número significativo de gurús gorrones y charlatanes que, aprovechándose de la inocencia o ignorancia de las estrellas del rock, llegaron a desvirtuar en moda lo que en sus lugares de origen eran religiones serias y repetadas. El elemento bohemio y marginal que habían sido desde el año 64 comenzó a ser un negocio cuando las estrellas del pop británico comenzaron a practicar (o a intentarlo) ese estilo de vida: de repente, entre un grupo de gente que afirmaba despreciar el dinero se comenzó a mover un importante negocio de miles de dólares en la industria discográfica: ser hippie, en algunos sitios, estaba de moda. Pocas veces el utopismo de un mundo sin dinero basado en el respeto a los demás dio sus buenos resultados: Woodstock y Monterrey fueron magníficos, pero también está el desastre de Altamont protagonizado por los Rolling Stones, del que ya hablé un día. El dólar, enemigo declarado de los hippies en un principio, entró entre ellos para destruirlos de la manera más atroz en la que se puede destruir un movimiento juvenil: la frivolización de sus principios en estética y pseudo-elementos; abundan grupos de pop ñoños y frívolos que hacían letras bastante naïves con una pretendida y falsa base hippie.
Si bien los Rolling Stones pecaban de excesiva terrenalidad, los Beatles pecaban de excesiva espiritualidad. La marginación política por la que finalmente la mayoría optaban tenía también su cara y su cruz: se puede entender que ante la tensión, la violencia y el patriotismo exacerbado uno prefiriera apartarse del mundo; pero esto tenía su efecto negativo en lo tocante a las reivindicaciones serias de entonces, ya que se adquiría así cierto halo malsano de esnobismo intelectual muy perjudicial por un lado, y un egoísmo injustificado. Por supuesto hablamos sólo de los pasotas, los auténticos hippies, pues los activistas compartían ciertas pautas y estética, pero porque toda época tiene su estética. Esto fue muy notable también en nuestro país, cuando empezaron a instalarse en Ibiza parecían ignorar que existía una dictadura viva y operante.
En España, el hippismo entró diez años después de lo que se puede considerar su nacimiento, como ha venido siendo la tendencia de este país respecto a las modas y a las músicas, de la mano de Pau Riba, Jordi Batiste o Hilario Camacho, entre otros, dando lugar a grupos de tendencias psicodélicas y de rock progresivo sobre todo en Andalucía y Cataluña: Smash, Triana, Iceberg, Gong, Companyia Elèctrica Dharma, Barcelona Traction… Pero también de otros lugares: Dolores, los gallegos NHU, los vascos Errobi… No obstante, el hippismo a la americana no se entendió muy bien aquí, ya que conllevaba la marginación voluntaria y la no acción política. Dicen las malas lenguas que los que de aquí se hicieron hippies eran niños ricos que podían jugar a hippies y que, cuando se cansaran, podrían volver al puesto que su papá le tenía asignado en la empresa o en el negocio familiar (no sé hasta qué punto de verdad esto fue verdad, pero también se podía decir lo mismo de ciertos activistas).

Los hippies contribuyeron a cambiar el mundo de entonces, no se puede negar. Pero pagaron un precio muy alto, sucumbiendo a sus contradicciones, a sus vicios, quizás por ellos mismos, quizás por una mano negra que mueve los hilos hasta del mismo presidente de los Estados Unidos…

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