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Tributo a Hair 7: 3-5-0-0


The Black Panthers in front of the Alemeda Courthouse during Huey Newton's Trial El tema que presentamos hoy es uno de los más fuertes del musical, y por eso traemos una foto que no se pertenece a la obra, sino que es una foto de algunos miembros del Partido de los Panteras Negras, de los que hablaremos más abajo.

Parece ser que en el musical la canción la cantan unos soldados que van a ser embarcados hacia Vietnam, mientras que en la película es una actuación de protesta en Washington de unos jóvenes vestidos de negro, quizás de Panteras Negras, que por alguna razón interfiere en los altavoces mientras el general larga su discurso, y que éste sabe solucionarlo sólo como los generales de este calao saben parar una canción que les incomoda. Y es que, a parte de Vietnam, EE. UU tenía otra “guerra”: sus distintos gobiernos, desde los días en que la esclavitud fue abolida, no fueron capaces de solucionar los problemas raciales; en muchos sentidos, integración significaba sumisión, ser el tío Tom. Los negros eran, extraoficialmente, ciudadanos de segunda. Desde el siglo XIX hasta nuestros días, los afroamericanos se unieron a diversos movimientos para reclamar su identidad y su dignidad: desde el cristianismo de los días de la esclavitud, pasando por el comunismo, y finalmente, en los años 60, en los movimientos pacifistas, en las iglesias protestantes, en la fe musulmana, e incluso en partidos radicales de inspiración revolucionaria. La guerra de Vietnam y la introducción de las drogas en sus barrios, en donde los hacinaban haciendo caer a sus jóvenes en una espiral de desesperación y vacío social, parecían ser una trama bien construida por los blancos para diezmarlos o para tenerlos adiestrados. El asesinato del líder musulmán Malcolm X y del pastor Martin Luther King, a pesar de las palabras de paz de ambos (en la última etapa de Malcolm), hicieron estallar en los barrios lo que ya venía tiempo cociéndose…

El Partido de los Panteras Negras (Black Panthers Party) surgió de la mano de unos jóvenes negros que se consideraban revolucionarios y se inspiraban en el marxismo y en el maoísmo. Sus fundadores más importantes fueron Huey P. Newton (brutalmente asesinado en 1989) y Bobby Seale; una de sus militantes más conocidas fue Angela Davies. El movimiento se consideraba un grupo de autodefensa contra la violencia de los blancos, del gobierno, de la policía, etc., de ahí su apariencia paramilitar y la exhibición de armas; pronto fueron declarados terroristas, mientras que otros grupos étnicos, como los nativos americanos, los asiáticos y los portorriqueños, fundaron también sus movimientos de autodefensa y colaboraban con ellos. A pesar de las arengas violentas de algunos de sus jefes y la predisposición de algunos de sus miembros a ello, en realidad, sus fundadores y jefes, tras ese aspecto de guerrilla, abogaban por acciones más prácticas como era la ayuda a los barrios negros, educación para los niños y adolescentes, y la erradicación del narcotráfico en sus barrios. Su relación con los hippies y con los activistas blancos existió, pero fue siempre un poco cautelar; en el mundo de la música, las relaciones también fueron un poco relativas: la práctica mayoría de los músicos negros, como Ike y Tina Turner o Jimi Hendrix, les apoyaban incondicionalmente, mientras que los músicos blancos, como Mick Jagger, aunque les apoyaran, no quisieron implicarse demasiado.

Volviendo a la canción, aclarados estos puntos, tiene más de lo que parece; por un lado, el título, “3-5-0-0” se refiere al número del primer contingente enviado a Vietnam: 3500 soldados; y, por otro lado, la canción toma versos y se inspira en el poema de Allen Ginsberg “Wichita Vortex Sutra”:

Three-Five-Zero-Zero

Ripped open by metal explosion
Caught in barbed wire
Fireball
Bullet shock
Bayonet
Electricity
Shrapnel
Throbbing meat
Electronic data processing
Black uniforms
Bare feet, carbines
Mail-order rifles
Shoot the muscles
256 Viet Cong captured
256 Viet Cong captured

Prisoners in Niggertown
It’s a dirty little war
Three Five Zero Zero
Take weapons up and begin to kill
Watch the long long armies drifting home

Prisoners in Niggertown
It’s a dirty little war
Three Five Zero Zero
Take weapons up and begin to kill
Watch the long long armies drifting home

Prisoners in Niggertown
It’s a dirty little war
Three Five Zero Zero
Take weapons up and begin to kill
Watch the long long armies drifting home

Ripped open by metal explosion
Caught in barbed wire
Fireball
Bullet shock
Bayonet
Electricity
Shrapnel
Throbbing meat
Electronic data

Tres-Cinco-Cero-Cero

Desgarrado por una explosión metálica/ atrapado en una alambrada/ bola de fuego/ balazo/ bayoneta/ electricidad/ metralla/ carne palpitante/ proceso electrónico de datos/ uniformes negros/ pies desnudos, carabinas/ rifles comprados por correo/ disparad a los músculos/ 256 prisioneros del Viet Cong// Presos en el Barrio Negro/ es una pequeña guerra sucia/ tres cinco cero cero/ Coged las armas y empezad a matar/ Mirad a los grandes ejércitos yéndose a casa// (repetición)// Desgarrado por una explosión metálica/ atrapado en una alambrada/ bola de fuego/ balazo/ bayoneta/ electricidad/ metralla/ carne palpitante/ proceso electrónico…

Mayo del 68: visión crítica


Este año que se celebran los 40 años del Mayo del 68, que se están haciendo aniversarios, conferencias, y un recital de Raimon al que servidor (ya que no pudo organizarlo en persona, porque el rectorado ya había dado el paso) va asistir y en primera fila a poder ser (ya que me perdí el de la Facultad de Económicas por razones cronológicas y porque Doc todavía no me ha inventado la máquina del tiempo), a mí me gustaría poner una visión crítica en todo esto. Aunque soy admirador de los hechos positivos que sacudieron el mundo, mi visión dista mucho de la canción (gran canción, pero algo naif para mi gusto) de Ismael Serrano «Papá cuéntame otra vez». 

¿Qué ocurre en el 68? Que la juventud primordialmente se levanta contra dictaduras de todo signo o contra democracias conservadoras falseadas. Los historiadores lo señalan muy bien: es la culminación de una frustración a nivel global surgida tras la Segunda Guerra Mundial. El mundo son dos bloques: uno, capitalista y demócrata, liderado por Estados Unidos, pero que no tiene reparos en pactar con dictaduras fascistas con tal de poner frentes contra el comunismo en todo el globo, ni en disolver manifestaciones con el ejército a balazos (Universidad de Kent State, Ohio); y otro, comunista, pero que en realidad dista de parecerse si quiera al comunismo que Marx propugnaba antes de la llegada de la igualdad, sino una dictadura burócrata-militar, y que es tan intervencionista como el otro bloque.
En Estados Unidos, el movimiento pacifista contra la guerra del Vietnam se fue transformando en un movimiento más violento. David Dalton, en su libro sobre los Rolling Stones, dice que los estudiantes, de poner flores en los fusiles de humo de la policía pinchaban los testículos de sus caballos con agujas, de llevar túnicas hindúes multicolores a portar camisas militares, y del pacífico acto de escuchar música mientras se fuma un buen peta a poner bombas. Por otro lado, Martin Luther King, líder de los derechos civiles admirado en todo el mundo, es asesinado por alguien pagado por quien todo el mundo sabe, pero nadie puede demostrar; tras su muerte, los barrios negros explotan movidos por la injusticia y la indignación en un torbellino de violencia. De los pacíficos pastores protestantes negros pasan a tomar el protagonismo grupos más radicales con apariencia militar, como los Panteras Negras: no obstante, sus líderes eran más coherentes y sensatos que muchos de sus seguidores, y el ejemplo de muchos de ellos, como Huey Newton o Angela Davies, no puede ser falseado sin sonrojarse. También muere asesinado Robert Kennedy, que representaba para los grupos pacifistas y el movimiento de Derechos Civiles la última esperanza dentro de la política, frente a su correligionario y sucesor de su hermano, Lyndon B. Johnson.
En México, en la Plaza de las Tres Culturas, la policía carga contra una concentración estudiantil. El resultado: varios muertos.
En Checoslovaquia, el intento de democratización del régimen comunista del presidente Dubček no gustó a Moscú, que envío a las tropas del Pacto de Varsovia a invadir Praga. Aquel suceso, frente a lo que algunos interesados digan, no simbolizó que muchos cuestionaran el comunismo como alternativa a la democracia o al dictadura fascista que había en Portugal, España, Grecia y en algún otro sitio, sino en adquirir una visión crítica a lo que Rusia entendía por comunismo y si realmente se diferenciaba en algo de otro régimen totalitario.
En París los estudiantes toman la calle. Importantes personas de la cultura los apoyan (cineastas, cantantes, escritores…). Los trabajadores se unen. Pero cuando el gobierno De Gaulle ofrece mejoras a los trabajdores, el Partido Comunista Francés, mediante su sindicato, ordena a los obreros a vovler al trabajo. De esta manera, la mini-revolución estudiantil fracasa, y toma la calle una manifestación gaullista.
En España, inspirados por el Mayo francés, también salen los estudiantes a la calle. Se producen disturbios, aunque disten mucho de la magnitud de sus compañeros parisinos, y el gobierno de Carrero decreta el estado de excepción.

Hablemos, de momento y por ahora, de España sólo. Aunque las movilizaciones estudiantiles del 68 fueron muy importantes, porque demostraron que había un enorme descontento hacia el régimen, es falso que fueran las movilizaciones estudiantiles: no se deben olvidar las del 56, que fueron incluso más audaces, no tanto por la magnitud de los hechos sino por la cercanía con la guerra civil y la existencia todavía de grupos guerrilleros, los Maquis, si bien en retirada. Tampoco hay que olvidar las pocas huelgas que algunos trabajadores tuvieron el valor de hacer: por ejemplo, la protagonizada por los mineros asturianos en el 63. Los mineros fueron detenidos y torturados; cuando sus mujeres fueron a pedir su liberación a los cuarteles, los guardia civiles las detuvieron, las torturaron y las rapron al 0. El entonces ministro Manuel Fraga, ya sabéis, uno de los padres de la democracia, dijo entonces: «así, las mujeres de los mineros no tendrán ya piojos».
Pero volviendo al 68: su influencia, aunque todavía tímida, fue innegable. La oposición vio que había realmente un amplio espectro de la población que estaba en contra de Franco y sus ministros. Tampoco hubo realmente un único foco, sino que aconteció en las más importantes universidades: Madrid, Santiago de Compostela, Barcelona, Bilbao… No es tampoco casual que muchos movimientos de canción de autor aparecieran, después de un año de gestación, justo entonces (Voces Ceibes en Santiago, Canción del Pueblo en Madrid…).

Pero ahora quisiera ser un poco crítico. Muchos de los que entonces participaron hoy tiene cuarenta años más, y en algunos, incluso, cuarenta años menos de pensamiento. Quedan irreductibles, y me enorgullezco de ser amigo de muchos de estos invencibles. Los otros son hoy en día políticos, profesores, locutores de radio (sí, ese), banqueros (después de despotricar tanto contra el capitalismo), golfistas de Polaris World… Y aquí encontramos varias tendencias diferenciadas:
En primer lugar, los que siguen siendo de izquierdas convencidos, pero en teoría, porque en la práctica tienen tendencias conservadoras-liberales y mercantiles.
En segundo lugar, los que estuvieron, siguen siendo relativamente de izquierdas, pero se avergüenzan de haber leído El Capital, de haber llevado fotos de «Che» Guevara, de haber gritado «¡Abajo el capitalismo!». Es una especie de síndrome de culpabilidad por ser de izquierdas, de estar todo el santo día pidiendo perdón por ello; y ocurre entonces que, de tanto bajarse los pantalones ante la derecha, se acaba pensando como ellos. Como ejemplo, esta columna que escribía Fernando Savater en El País: entre otras lindezas se permite insinuar que Rafael Alberti era un asesino (leed bien: RAFAEL ALBERTI; esto es como cuando el mindundi intelectual de Pemán llamó a d. Miguel de Unamuno «mal intelectual»):
http://www.elpais.com/articulo/opinion/mes/cuarenta/anos/elpepuopi/20080505elpepiopi_4/Tes
Y en tercer lugar los (no me muerdo la lengua) traidores. Antiguos marxistas, castristas o maoístas (éstos muy especialmente) que si bien otrora con la fe del centurión sentenciaban la muerte del capitalismo y el franquismo, hoy, con la moral de Torquemada, predican sobre los peligros del marxismo (¿) desde sus radios, cátedras o programas en Libertad Digital TV. Y si bien ayer defendían el derecho de un pueblo a protegerse con las armas, hoy, todo aquel que no vote al PP o a UPyD es culpable de complicidad con el terrorismo. ¿Fue esta gente realmente de izquierdas?, ¿o es que será verdad que los extremos acaban pareciéndose? Un poco de ambas cosas, no lo neguemos: la mayoría de éstos no pertenecían a la clase obrera, eran de familias acomodadas que jugaban a hacer la revolución.

40 años han pasado y las cosas no han cambiado. Hoy los universitarios se manifiestan contra el Plan Bolonia, al mismo tiempo que los rectores recuerdan el Mayo del 68. Estoy a favor de la movilización, pero también veo muchas veces entre ellos, justamente entre los que más gritan, a los futuros traidores: ya ni siquiera necesito 40 años para desencantarme; tengo 28 años y ya he nacido desencantado.
Leía en el órgano de la Complutense como el jefe del gabinete del rector se enorgullecía de traer a Raimon para celebrar el 40 aniversario de su recital en la universidad, y decía: «queremos acercar a los jóvenes aquel hecho». Aunque siempre se lo agradeceré, tengo cierto motivo para sentirme indignado: aquí hay un joven concreto que un buen día se dijo «Podría intentar que la universidad trajera a Raimon…», y empezó a moverse, buscando el apoyo de profesores, de la asociación de su facultad y del departamento de Filología Catalana (con los que, incomprensiblemente, no cuentan). Al conocer que el rectorado ya había pensado en traerlo, éste que escribe y firma envió en dos ocasiones sus servicios como voluntario sin obtener una respuesta en la primera ocasión y en la segunda sólo una nota informativa generada automáticamente. Tal vez sea sólo la frustración, pero uno se siente mal y menospreciado, especialmente al leer esas declaraciones; hubiera agradecido un «No, gracias: ya tenemos gente trabajando en ello»: tampoco quiero parecer un fanático
Así que celebrémoslo, pero no mitifiquemos, no idealicemos: hubo muchos aprovechados, desertores y medias-tintas. Dentro de 40 años los habrá de nuevo, y yo diré: «Recuerdo a ese que ahora es portavoz del PP gritar contra el capitalismo en una asamblea contra el Plan Bolonia».
Pido perdón al resto: estoy con vosotros.

NO A BOLONIA
BOLONIA EZ
NON A BOLONIA