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Escenas del Apocalipsis psicodélico, según el profeta Jim Morrison


the_doors_02Pues bien, ésta es la canción que llenaba informativos y coronaba la lista de canciones apocalípticas para un eventual día de la destrucción de hace algunos días. Y cuando la traduces, descubres que no es para tanto en ese sentido: lo que ocurre es que ha ambientado tantas escenas de desastres apocalípticos en películas y series, y sus respectivos anuncios y trailers, que ha quedado tal que así en la memoria colectiva… Y sin embargo, es una gran canción, con muchos detalles interesantes sacados del imaginario poético de Morrison (quizás no muy original, como algunos piensan, pero sí muy bien construido), y esa fabulosa melodía, con la guitarra de Roby Krieguer dando la réplica a los “this is the end” de Morrison en unos acordes muy ‘western’, por no hablar de la melodía orientalista, que te puede poner en órbita durante varias horas.

La plaga de Tebas, de Charles François JalabertLa historia de la canción, al menos la que se encuentra en la wikipedia, contribuye más a esta desromantización de la canción como himno de los últimos días de la humanidad. Para empezar, su origen, según el propio Jim, no es otro que el sentimiento causado por la ruptura con su novia (algo muy plausible, estaréis de acuerdo); no es más que una sensación de desesperación, de vacío. Otros, incluyendo las polémicas líneas del parricidio e incesto edípico, creen ver en ésta nada más que una serie de notas biográficas metaforizadas, concretamente de cuando abandonó su casa para estudiar cine y vivir la bohemia. Y fue precisamente con esas líneas con las que siempre tuvieron problemas: la estrofa del padre y de la madre: razón por la que, al menos en la versión de estudio, lo que el asesino le quiere hacer a la mami nunca se explicita. Para Ray Manzareek, no deja de ser una poetización del famoso (y muchas veces sobreentendido y malentendido) freudiano complejo de Edipo, inmortalizado por la tragedia griega de Sófocles Edipo rey*, la historia del príncipe tebano que, al intentar escapar a la profecía que el oráculo le dijera, que mataría a su padre y se casaría con su madre, acaba cumpliéndolo en su viaje a Tebas, sin saberlo o sospecharlo él, y trayendo la desgracia sobre la ciudad. Por otro lado, John Densmore, en su biografía, asegura que el propio Morrison le confesó que no era más que una metáfora: eliminar los obstáculos y volver a la esencia más pura de uno mismo. Sin desdeñar en absoluto estas dos perspectivas, añadimos una más: la influencia del teatro expresionista alemán de posguerra, que Morrison –admirador de Brecht, y básicamente de toda literatura- debió leer. Tras la I Guerra Mundial, en Alemania, muchos jóvenes dramaturgos practicaron esta forma de hacer teatro: era un movimiento algo anárquico, sin un plan concreto sobre su finalidad, que tomaba constantemente el tema edípico para simbolizar diferentes cosas: una protesta contra la estética imperante, representada por Goethe Schiller, como Brecht lo interpretaba [la etapa expresionista de Bertolt Brecht es muy corta, y muchas veces parece parodiar el estilo más que seguirlo; el tema edípico nunca o rara vez apareció en sus obras]; o bien, simbolizaba una revuelta estética contra el Estado, no importa la posición ideológica del autor; y quizás también lo que Densmore asegura que le dijo Morrison… Esto, a grandes rasgos, es lo que se escondía detrás de unas líneas que siguen escandalizando a algunos sectores de todo el mundo, y entusiasmando a otros que aún no ven más allá de un desmentido “provocar por provocar”: la provocación estaba, pero no era en absoluto gratuita. Y, quizás, cábalas al margen, “The end” no deje de ser en el fondo, una canción expresionista.

The End

This is the end, beautiful friend
This is the end, my only friend
The end of our elaborate plans
The end of everything that stands
The end

No safety or surprise
The end
I’ll never look into your eyes again

Can you picture what will be
So limitless and free
Desperately in need of some stranger’s hand
In a desperate land

Lost in a Roman wilderness of pain
And all the children are insane
All the children are insane
Waiting for the summer rain
There’s danger on the edge of town
Ride the King’s highway
Weird scenes inside the gold mine
Ride the highway West, baby

Ride the snake
Ride the snake
To the lake
To the lake

The ancient lake, baby
The snake is long
Seven miles
Ride the snake

He’s old
And his skin is cold
The West is the best
The West is the best
Get here and we’ll do the rest

The blue bus is calling us
The blue bus is calling us
Driver, where are you taking us?

The killer awoke before dawn
He put his boots on
He took a face from the ancient gallery
And he walked on down the hall

He went into the room where his sister lived
And then he paid a visit to his brother
And then he walked on down the hall
And he came to a door
And he looked inside
Father
Yes son?
I want to kill you
Mother, I want to. . . [fuck you](1)

C’mon baby, take a chance with us
C’mon baby, take a chance with us
C’mon baby, take a chance with us
And meet me at the back of the blue bus

This is the end, beautiful friend
This is the end, my only friend
The end

It hurts to set you free
But you’ll never follow me

The end of laughter and soft lies
The end of nights we tried to die

http://www.quedeletras.com/letra-cancion-the-end-bajar-14375/disco-the-doors/the-doors-the-end.html

El final

Éste es el final, hermoso amigo/ Éste es el final, mi único amigo/ El final de nuestros elaborados planes/ El final de todo lo que queda/ El final.// Sin seguridad o sorpresa/ El final/ Nunca miraré en tus ojos de nuevo.// ¿Puedes figurarte cómo será/ tan ilimitado y libre?/ Desesperadamente necesitando la mano de algún extraño/ en una tierra desesperada.// Perdido en el desierto romano del dolor/ y todos los niños son dementes/ todos los niños están dementes/ esperando la lluvia estival/ Hay peligro en el límite de la ciudad/ Viaja por la autopista del rey/ Escenas extrañas en el interior de la mina de oro/ Viaja por la autopista oeste, cariño.// Monta en la serpiente/ monta en la serpiente/ hacia el lago/ hacia el lago.// El antiguo lago, cariño/ La serpiente es larga/ Siete millas/ Monta en la serpiente.// Es viejo/ y su piel es fría/ El oeste es lo mejor/ el oeste es lo mejor/ Llega hasta allí y nosotros haremos el resto.// El autobús azul nos llama/ el autobús nos llama./ Conductor, ¿a dónde nos llevas?// El asesino se levantó antes del alba/ se calzó las botas/ Cogió una cara de la antigua galería/ y caminó hacia el pasillo/ Entró en la habitación donde su hermana vivía/ y luego visitó a su hermano/ y después caminó hacia el pasillo/ y llegó a una puerta/ y miró dentro// Padre,/ ¿qué, hijo?/ Quiero matarte/ Madre, quiero… [follarte]// Vamos cariño, prueba suerte con nosotros…/ y búscame en el fondo del autobús azul.// Éste es el final, hermoso amigo/ Éste es el final, mi único amigo/ El final.// Duele ser liberado/ pero nunca me seguirás.// El final de la risa y de las mentiras leves/ El final de las noches en las que intentamos morir.

The Doors

(1) Algunas de las letras que están subidas por internet recogen lo que realmente el asesino quería hacerle a su mamá. He ido directo a la canción y no consigo discernir si lo dice entre tanto aullido. Realmente, no me cuesta nada poner esa parte, pero como no consigo averiguar si realmente lo dice lo dejo así, entre paréntesis, como si se sobrentendiera lo que ahí falta.

Dear Janis: una aventura en el Chelsea


Don’t you know that you’re nothin’ more than a one night stand.
Tomorrow I’ll be on my way, an’ you can catch me if you can.
Honey, take me by the hand and play that game again, yeah.

“One night stand”

janisjnlnJanis Joplin era famosa por sus aventuras sexuales, y su condición bisexual era una gota más para el escándalo. Pero, en realidad, Janis no hacía muchas más cosas, o más raras, que sus contemporáneos masculinos. Jim Morrison y Mick Jagger (por citar los casos más explícitos) podían, si querían, alardear de sus correrías sexuales y de sus infidelidades, e incluso jugar a la ambigüedad. Janis también, pero lo que en ellos se convertía en admiración y en mito sexual, en Janis era vicio y escándalo, incluso dentro del mundo del rock. A día de hoy, aún escritores muy ambiciosos y muy poco escrupulosos airean las correrías sexuales de Janis con, la mayoría de las veces, cierto morbo repugnante. Y es que a mucha gente le excita (tómese como se quiera) las relaciones que las estrellas el rock tuvieron entre ellos.

leonard-cohen-poet-largeEn esta ocasión, no fue con una estrella del rock, sino con Leonard Cohen, el poeta-cantante de Canadá. Una noche, estando en el hotel Chelsea de Nueva York, Leonard Cohen, que andaba buscando a la exuberante estrella de cine francés Brigitte Bardot, sin éxito, se encontró con Janis (que creo recordar que buscaba a otro sex-symbol). Ambos subieron a la habitación de Cohen, y allí… A raíz de esa noche, Cohen, que no se corta en sus canciones (ventajas de estar liberado del yugo comercial), al contrario que Pablo Guerrero que cantaba “… y lo que allí sucedió ni lo cuentan las crónicas ni lo contaré yo”, escribió una canción titulada “Chelsea Hotel # 2”, relatando el suceso de una manera, digamos, nada caballerosa. A pesar del tono nostálgico de la canción, y de su hermosa melodía, mucha gente le ha reprochado a Leonard Cohen este tono, rozando el machismo según algunos, y su falta de discreción. En honor a la verdad, Leonard Cohen se ha mostrado a menudo arrepentido por esto, y cuando la canta, pienso, recuerda aquella noche con cierta dulzura.

Chelsea Hotel # 2

I remember you
well in the Chelsea Hotel,
you were talking so brave and so sweet,
giving me head on the unmade bed,
while the limousines wait in the street.
Those were the reasons and that was New York,
we were running for the money and the flesh.
And that was called love for the workers in song
probably still is for those of them left.
Ah but you got away, didn’t you babe,
you just turned your back on the crowd,
you got away, I never once heard you say,
I need you, I don’t need you,
I need you, I don’t need you
and all of that jiving around.

I remember you well in the Chelsea Hotel
you were famous, your heart was a legend.
You told me again you preferred handsome men
but for me you would make an exception.
And clenching your fist for the ones like us
who are oppressed by the figures of beauty,
you fixed yourself, you said, "Well never mind,
we are ugly but we have the music."

And then you got away, didn’t you babe…

I don’t mean to suggest that I loved you the best,
I can’t keep track of each fallen robin.
I remember you well in the Chelsea Hotel,
that’s all, I don’t even think of you that often.

http://www.quedeletras.com/letra-cancion-chelsea-hotel-2-bajar-75144/disco-new-skin-for-the-old-ceremony/leonard-cohen-chelsea-hotel-2.html

Hotel Chelsea # 2

 Te recuerdo/ bien en el hotel Chelsea,/ hablabas tan valiente y tan dulce,/ haciéndome una mamada sobre la cama sin nombre,/ mientras las limusinas espera en la calle./ Aquellas eran las razones y aquello era Nueva York,/ corríamos por el dinero y por la carne./ Y aquello era llamado amor por los del mundo de la canción/ probablemente lo es todavía para aquellos de los que queden./ Ah pero te fuiste, ¿verdad cariño?,/ sólo le diste la espalda a la gente,/ te fuiste, nunca volví a oírte decir,/ te necesito, no te necesito…/ y todo eso bailándote.// Te recuerdo bien en el hotel Chelsea,/ eras famosa, tu corazón era una leyenda./ Me dijiste otra vez que preferías a los hombres guapos/ pero que por mí harías una excepción./ Y cerrando el puño por los que son como nosotros/ que están oprimidos por las figuras de la belleza,/ te arreglaste, dijiste, “Bueno, no importa,/ somos feos pero tenemos la música”.// Y entonces te fuiste, ¿no cariño…?// No quiero sugerir que yo te amara mejor,/ no puedo seguir el rastro de cada petirrojo caído./ Te recuerdo bien en el hotel Chelsea,/ eso es todo, ni siquiera pienso en ti muy a menudo.

Leonard Cohen


janisjkskEs una bonita canción, la verdad, a pesar de lo que se pueda, o no, decir: que sea la felación mejor cantada nunca, o quizás, una tragedia amorosa… Da igual. Y aunque esa frase final (bueno, y quizás esa otra) no debería escucharla ninguna chica, lo que sigue no debería oírlo ningún chico… Por alguna razón, antes de transcribir ésta pensé en una canción póstuma de Janis Joplin, grabada con la mítica Paul Butterfield Blues Band y publicada después de su muerte: “One night stand”, una expresión inglesa que significa “Relación de una noche” y que es muy anterior a la de Cohen. En ella, Janis –que no es su autora- rompe la ilusión de su amante por defender su libertad, o quizás fuera al revés… Este tipo de canciones de Janis cabreaba –incluso hoy lo consigue- a mucha gente, y, la verdad, no entendemos el porqué, ya que es la misma temática que han cantado muchos cantantes masculinos. En cualquier caso, aún sin saber si guardan alguna relación ambas canciones, es curioso que casi se pueda establecer un diálogo entre ambas composiciones, y, de guardar dicha relación, hasta resultaría, tal vez, que no fue Cohen (1974) el que lanzara la primera piedra…

One night stand

When I’m on the road playin’ in a town without a name,
And I’m feelin’ low an’ everybody looks the same.
Well, you catch my eye, and then you come on strong an’ try to make your play.
Just because we loved tonight, please don’t you think it’s gonna stay that way.

Don’t you know that you’re nothin’ more than a one night stand.
Tomorrow I’ll be on my way, an’ you can catch me if you can.
Honey, take me by the hand and play that game again, yeah.

Everywhere I go, the people wanna make some time with me.
That’s okay, if the next day I can be free.
Well, it’s feelin’ good and you’re the one I’m lovin’ tonight,
Well, don’t you go and spoil it, babe, by trying to get yourself all uptight.

Don’t you know that you’re nothing more than a one night stand.
I’ll be on my way an’ you can catch me if you can.
Honey, take me by the hand and play that game again, yeah!!!

When I’m on the road, playin’ in a town without a name,
Honey, I’m feelin’ low and everyone looks the same.
Well, it’s lookin’ good and you’re the one that’s lovin’ tonight,
Don’t you go and spoil it babe, by trying to get yourself all uptight.

Don’t you know that you’re nothing more than a one night stand.
I’ll be one my way an’ you can catch me if you can.
Honey, take me by the hand and play that game again.
Don’t you know that you’re nothing more than a one night stand.
Oh, I’ll be on my way, you can catch me if you can.
Honey, take me by the hand and play that game again.
Don’t you know that you’re nothing more than a one night stand.

Relación de una noche

Cuando estoy en la carretera tocando en una ciudad sin nombre,/ y me siento baja y todos me dan igual./ Captas mi mirada, y entonces te vuelves fuerte e intentas hacer tu juego./ Sólo porque nos hallamos amado esta noche, por favor no te creas que va a ser así.// ¿No sabes que no eres más que una relación de una noche./ Mañana estaré en mi camino, y puedes atraparme si puedes./ Cariño, coge mi mano y juega ese juego otra vez.// A donde quiera que vaya, la gente quiere pasar un rato conmigo./ Está bien, si al día siguiente puedo ser libre./ Bueno, se siente bien y tú eres el único al que amo esta noche,/ bueno, no te vayas y lo estropees, cariño, al intentar hacerte el mojigato.// (…)// Cuando estoy en la carretera tocando en una ciudad sin nombre,/ cariño, me siento baja y todos me dan igual./ Bueno, me parece bien y tú eres el único al que amar esta noche,/ no te vayas y lo estropees, cariño, al intentar hacerte el mojigato…

Steve Gordon – Barry Flast

Country Joe & The Fish: Grace (Jefferson-Aeromodelismo)


bandvangYa habíamos dicho que, en cierta medida, el buen rollo existente en una generación musical se podía medir por el número de canciones que los artistas versionaban de otros o que éstos les cedían (tema éste sobre el que volveremos). Pero también por un fenómeno extraño, ya que a veces parece que la canción debe de pertenecer a un mundo idóneo, a una dimensión paralela, y es cuando uno de estos artistas aparece en la canción de otros. Por entonces fue algo habitual, pero no como homenajes simplemente: Simon & Garfunkel, nombran a diversas personalidades, entre ellas a Dylan, Rolling Stones y Beatles, en su “A simple desultory philipic”; John Mayall cita a sus amigos Canned Heat, y en especial a su solista Bob Hite “el Oso”; Bob Dylan es el más citado, sobre todo en canciones de los Beatles; Janis Joplin aparece en canciones de Country Joe & The Fish y de Leonard Cohen; y luego referencias veladas, como las que existen casi recíprocamente entre Dylan y su ex-novia Joan Baez, o las de Mick Jagger a Marianne Faithfull. Y finalmente, Grace Slick en esta erótica-psicodélica del grupo vecino Country Joe & The Fish.

En el ambiente izquierdista de la bohemia estadounidense de mediados los 60, Joe McDonald y Barry Melton se encontraron y formaron un dúo, Country Joe & The Fish, que por un lado eran Country Joe McDonald y Barry Melton “The Fish”, y por otro el nombre hacía referencia a Stalin y a Mao: Country Joe era el apodo que los Estados Unidos dio a Josif Stalin, mientras que “Pez” era el de Mao Zedong, pues Mao dijo que el verdadero revolucionario se mueve entre el campesinado como el pez en el agua (visto en la Wikipedia), y actuaban en los primeros movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam. A ellos dos se le unirían más músicos y fundarían un grupo que surgiría en el ambiente psicodélico de San Francisco, pero, a diferencia del resto, su grupo tenía desde el principio una clara definición política, siguiendo la tradición de la canción protesta. Su primer gran éxito fue la tremenda “I-feel-like-I’m-fixin’-to-die Rag”, a la que ya en su día denominamos no como una canción más contra la guerra de Vietnam, sino LA CANCIÓN contra la guerra de Vietnam. Así pues, Country Joe & The Fish fue un grupo de rock psicodélico de San Francisco algo peculiar, ya que desde el principio mezclaban la psicodelia con la protesta política. Su primer álbum, Electric Music for the Mind and the Body (quizás refiriéndose a sus dos dimensiones: la psicodelia y la política), se cerraba con este tema, “Grace”, dedicado a la que tal vez era la musa de los grupos de San Francisco, Grace Slick, vocalista de Jefferson Airplane.

grace3Grace Slick no pasaba desapercibida en la escena musical, gracias a dos enormes e innegables rasgos suyos: su indiscutible talento, tanto como vocalista como letrista y compositora, y su arrebatadora belleza, con sus dos enormes ojos azules, a la que Philip Norman, en su libro sobre los Rolling Stones, describe poética y acertadamente como la “belleza vengativa de ojos como cuentas de collar”. Se convirtió en el sex symbol del nuevo rock. Circulan sobre ella historias y rumores de romances con algunos miembros del grupo (Dryden, Casady y, obviamente Kantner) y con otros cantantes de la época, algunos de ellos reconocidos por ella misma. Pero no voy a entrar en esto: siempre me ha parecido una falta de respeto y de profesionalidad, típica de quien quiere darse a conocer a toda costa, airear los romances de los cantantes (salvo si son ellos mismos), pero lo que más me ha molestado es la manera desigual en la que se tratan dependiendo de si es una mujer o es un hombre… Janis Joplin hizo, ni más menos, las mismas burradas sexuales y toxicológicas que Jim Morrison y Mick Jagger (salvo en las drogas, en el caso de este último), pero mientras éstos son por lo general alabados en su filosofía carpe diem y aclamados como sex symbols, a Janis se le ha metido siempre mucha caña, mucha crítica y demasiado sensacionalismo oportunista en libros y películas. Los temas de drogas y sexo, así como los de “éste se llevaba mal con aquél” (como si se tuviera que inclinar uno a la fuerza por éste o aquél), me han dado siempre igual: lo único que veo es música, música y música… Si ésta es buena, lo demás está de más. Pero bueno… Ignoro si Grace Slick y Joe McDonald, o algún otro miembro del grupo, tuvieron alguna especie de romance o escarceo meramente sexual, o sencillamente era pura admiración musaica lo que les llevó a la composición de este tema erótico-psicodélico:

Grace

Cold rain to splash water diamonds colored green and
Flash the sun to paint green her hair.
Cold rain to splash water diamonds colored green and
Flash the sun to paint green her hair.
Your silver streak flash
Your silver streak flash
Your silver streak flash
Across the tiny door of my eye
Across the tiny door of my eye.

Warm wind to touch the trees colored blue and
Flash the moon to paint blue my heart.
Warm wind to touch the trees colored blue and
Flash the moon to paint blue my heart.
Your silver streak flash
Your silver streak flash
Your silver streak flash
Across the tiny door of my eye
Across the tiny door of my eye.

Soft skin to spend the every day colored gold and
Flash the sea to paint gold our love.
Soft skin to spend the every day colored gold and
Flash the sea to paint gold our love.
Your silver streak flash
Your silver streak flash
Your silver streak flash
Across the tiny door of my eye
Across the tiny door of my eye.

I love you
I love you
I love you

Grace

Lluvia fría para salpicar de diamantes de agua de color verde y/ destellar el sol para pintar de verde su cabello./ (bis)/ (estr.) Tu veta plateada destella/ a través de la minúscula puerta de mi ojo.// Viento cálido para tocar los árboles de color azul y/ destellar la luna para pintar en azul (triste) mi corazón./ (estr.)/ Piel suave para gastar todos los días de color dorado y/ destellar el mar para pintar en dorado nuestro amor./ (estr.)/ Te amo.

The Unknown Soldier


Antes de presentar esta canción, una pequeña confesión.
Reconozco que de todos los grupos que yo escuchaba más asiduamente en mi 1ª juventud, sólo he llegado a coger manía real a los Doors: y lo siento. La manía que les cogí a los Beatles vino dada por el bombo con el que siempre se les trata y porque aquí, en la España, ciertos sectores los han usado, a ellos y a los Stones, para despreciar las cosas más genuinas y auténticas que se estaban haciendo, creando así una especie de apolitismo conformista de corte reaccionario… Pero bueno: los Doors. La cuestión es que los quemé demasiado entre los 15 y los 18 años: por entonces, Oliver Stone sacó la película sobre el grupo, más bien sobre Jim Morrison (ahora la veo y me parece mala con ganas, pero mala de cojones), y todo el mundo quería ser como el mal llamado "Rey Lagarto" (mal llamado, porque este concepto el primero en usarlo no fue Morrison, sino nuestro eterno poeta León Felipe): hasta el punto que venía en la "Súper Pop" fotos suyas para que las quinceañeras adornaran sus carpetas. El caso es que en esos días me parecía un gran poeta, y luego todo eso del romanticismo del malditismo rockero (que fíjate que bien le está haciendo a Amy Winehouse: otro talento a la basura) hacían de él un personaje carismático. Todo esto se conjuga con lo que nos pasa a todos aquellos que éramos inadaptados sociales en los institutos, porque no comulgamos con las ruedas de molino del chunda-chunda o del botellón: que nos refugiamos en cosas como Nietzsche, los Doors… Cosas vitalistas, pero intelectuales. Luego descubrimos más cosas, y creo que mejores.
El caso es que estando en los últimos años de la licenciatura, cambié radicalmente mis prioridades estéticas y filosóficas: ahora prefiero a Marx y a Bakunin como teóricos, pero me quedo con Miguel Hernández, con Lorca y con Blas de Otero (entre otros) frente a Nietzsche… y frente a Morrison ¿Por qué? Morrison era un seguidor empedernido de Nietzsche y otras cosas así: pero cuando estudias a Nietzsche descubres cosas que te hacen sentir incómodo, que no veías antes. Nietzsche no es el pensador anarquista que creíamos, es más: constantemente se burla de la clase obrera. Morrison operaba igual, pero desde una perspectiva más ligera. El problema es que Jim Morrison se consideraba a sí mismo un súper-genio mal-entendido, que pretendía abrirnos los ojos con su poesía. ¡¡Qué inmenso error!! Precisamente esa es la visión de la poesía que perseguía el fascismo: el poeta-profeta, aquel que según Schopenhauer, llevado al campo político, se traduce en el Führer (¿encontráis la relación?) Y no, señor Morrison: el poeta no es nadie para decirle a otro lo tonto que es ese otro y que él le puede enseñar ¿a qué? ¿a ver cosas? Quizás a ver tu muerte en una bañera… A parte de que, hoy por hoy, no me parece tan gran poeta: un buen letrista de rock, eso sí. En fin, perdón por el excurso.
Esta canción de los Doors, "El soldado desconocido", fue muy polémica por su crítica al ejército: era una canción concebida para el directo, ya que se simulaba una ejecución. Fue prohibida en varias emisoras. Pero, eso sí, no faltó quien tachó a los Doors de oportunistas… Si lo eran, yo no lo sé, no lo creo. A pesar de mis criticas a la figura de Morrison, hay cosas que andan por hay que yo no me creo: no me creo que fuera racista, ni que se aprovechara del pacifismo.

The Unknown Soldier

Wait until the war is over
And we’re both a little older
The unknown soldier

Breakfast where the news is read
Television children fed
Unborn living, living, dead
Bullet strikes the helmet’s head

And it’s all over
For the unknown soldier
It’s all over
For the unknown soldier

Hut
Hut
Hut ho hee up
Hut
Hut
Hut ho hee up
Hut
Hut
Hut ho hee up
Comp’nee
Halt
Preeee-zent!
Arms!

Make a grave for the unknown soldier
Nestled in your hollow shoulder
The unknown soldier

Breakfast where the news is read
Television children fed
Bullet strikes the helmet’s head

And, it’s all over
The war is over
It’s all over
The war is over
Well, all over, baby
All over, baby
Oh, over, yeah
All over, baby
Wooooo, hah-hah
All over
All over, baby
Oh, woa-yeah
All over
All over
Heeeeyyyy

El Soldado desconocido

Espera a que la guerra se acabe/ y ambos seamos más viejos./ El soldado desconocido.// El desayuno donde se leen las noticias,/ la televisión alimentó a los niños,/ no nato viviente, viviente, muerto./ La bala golpea en el casco.// Y todo se ha acabado/ para el soldado desconocido.// Un, dos,/ Un, dos, tres,/ ¡Compañía!/ ¡Alto!/ ¡Presenten/ armas!// Caba una tumba para el soldado desconocido,/ anidado en tu hueco hombro,/ el soldado desconocido// (…)// Y todo se ha acabado,/ la guerra se ha acabado.

The Doors

Historia del movimiento hippy. II parte


Los cincuenta se acababan con el gran evento de la década: la Revolución Cubana (de la que en la actualidad sólo quedan iconos e imágenes, habiendo pasado de revolución popular a dictadura personal). Al mismo tiempo, la guerra fría se había recrudecido, muy especialmente por la experimentación con misiles y la carrera espacial que ambas potencias poseían, llegando en los dos lados a una esquizofrenia enfermiza que desemboca en ambos bandos en espionajes y contraespionajes. En Estados Unidos, es el siniestro senador McCartthy el que aprovecha la paranoia del país para llevar a cabo un auténtico control político sobre políticos y artistas más digno de un régimen fascista, o incluso de la rusia estalinista, que de un régimen democrático. Actores y directores, como Charles Chaplin, músicos como Pete Seeger, o escritores como Ginsberg, sufrieron el vigilante ojo del anticomunismo americano. El punto álgido internacional llegó cuando Fidel Castro, buscando aliados en este teatro, se define comunista y recaba la ayuda de la Unión Soviética: los rusos ponen misiles en Cuba apuntando a Estados Unidos. El momento es tan caliente internacionalmente que incluso el papa Juan XXIII apela al catolicismo de Kennedy para parar una locura. Años atrás, el presidente Eisenhower había acercado posturas con el general Franco, poniendo, a cambio de ayuda económica, bases en diversos sitios, como Rota o Torrejón.
Aquel momento de la guerra fría fue muy determinante: tuvo un tremendo impacto en la mente de muchos, especialmente de jóvenes, que empezaron a plantearse y a cuestionarse la fuerza militar. Fue precisamente el episodio de los misiles cubanos el que inspiraría a Bob Dylan una de sus mejores canciones de la época folk: «A hard rain’s a gonna fall» hablaba del miedo y de la posibilidad de la destrucción total bajo la amenaza de la guerra atómica. El movimiento folk se había renovado con nuevos nombres, como Joan Baez, Judy Collins, Tom Paxton, Richie Havens, y, por supuesto, Bob Dylan, que fue el primero de ellos en tener un éxito popular inequívoco del que muchos expertos aseguran que en cierto sentido fue su muerte artística. No suponía realmente una renovación de temas, pues el pacifismo y la lucha de los derechos civiles fue una constante del folk de los años 50, si bien, puede ser, la dimensión sindicalista hubiera decaído (excepto en Joan Baez). Folksingers blancos y negros se unen en las marchas por los derechos civiles de Martin Luther King.
Por otro lado, el mundo musical sintió la conmoción ante los grupos que venían desde el Reino Unido: los Beatles abrieron la puerta con su rock’n’roll y rythm’n’blues de raigambre americano, tras ellos grupos tan importantes como Rolling Stones, The Who, Kinks, Hollies, Animals… No suponían realmente una revolución de índole social, estrictamente hablando, pero sí una revolución en el mundo juvenil: ellos daban la impresión de no necesitar trabajar, de tener el destino en sus manos, de vivir al margen de lo que la sociedad exigía a los jóvenes: aquella era todavía una época en la que te tomaban en serio a partir de los 25 y no antes. Aunque las canciones pudieran ser frívolas a veces, o no decir nada más que «te quiero, me quieres», sí es cierto que abrían las nuevas posibilidades de una nueva forma de ver las relaciones entre los jóvenes. Sin embargo, estos muchachos todavía no tendrían grandes cosas que decir por ahora.
El panorama bohemio y underground era otra cosa. El mundo del jazz iba por otros derroteros, con nombres como Pharoah Sanders, John Coltrane y otros más; un mundo muy minoritario e intelectual comparado con el beat británico, el soul (rythm’n’blues comercial), el folk (hasta la llegada de Dylan minoritario) o el surf californiano. El nuevo jazz tenía componentes nuevos en el que, desde los días del be-bop, a la libertad creadora del intérprete se sumaban las experiencias lisérgicas. Desde finales de los 50, Timothy Leary y Richard Alpert, profesores de psicología de la universidad de Berkeley, junto al escritor de ciencia ficción Aldous Huxley, habían sintetizado el LSD, a principios como experimento del ejército americano, para desembocar en un elemento de la contracultura generalmente antimilitarista (elemento bastante engañoso). Pronto surgieron en Estados Unidos comunas dedicadas a la experimentación del cuerpo y la introspección mental en las que los sutas budistas e hindúes se unían a la marihuana y al LSD en una supuesta búsqueda de respuestas místicas más inducidas que auténticas. De ellas, la más famosa quizás fuera el grupo activista Merry Pranksters, los alegres bromistas, dirigidos por el escritor Ken Kesey (autor de Alguien voló sobre el nido del cuco) que plasmó las tempranas vivencias del grupo a bordo de un autobús, junto a Neal Cassady (el «musa» de los poetas beats) en el libro La gasesosa de ácido eléctrico (The Electric Kool-Aid Acid Test). Estos exploradores lisérgicos participarían e incluso organizarían las primeras marchas pacifistas contra la guerra de Vietnam y los primeros conciertos propiamente llamados hippies. Ocurrió entonces, hacia 1963 ó 1964, que confluyeron bajo más o menos el mismo objetivo, los exploradores lisérgicos, algunos de los folk-singers, los músicos de jazz, y los grupos de rock-garaje admiradores del pop británico: les unía principalmente el cuestionarse el papel de su país a nivel tanto nacional como internacional.
 

Musicalmente también es una era muy revolucionaria respecto a la música popular. Entre 1964 y 1965, en los locales de California y Nueva York se vive una intensa proliferación de nuevos grupos de folk y de jazz. Uno de ellos, que alcanzó un éxito popular considerable, fue The New Christy Minstrel, autores del popular «Green back dollar», que estuvo compuesto, entre otros, por Jim McGuinn, que luego formaría The Byrds, y Barry McGuire, un cantautor de folk-rock protesta que obtuvo un éxito disimulado con esta canción, obra de P. F. Sloan y Steve Barri, con una letra apocalíptica muy del gusto de la época, influida claramente por Dylan.

Otros grupos que fueron germen de los futuros grupos flok-rock californianos y de rock de San Francisco, fueron The Journeymen, The Mugwumps o Town Criers, grupos estos que no consiguieron el reconocimiento público, pero cuyos miembros triunfarían en distintas formaciones con nuevos lenguajes: de Journeymen saldrían Scott McKenzie (cantante que sólo tuvo éxito con una canción), y John y Michelle Phillips, que junto a los Mugwumps Mama Cass Elliot y Dennis Doherty formarían The Mamas & The Papas; por su parte, otros dos Mugwumps, John Sebastian y Zal Yanovski, formarían el grupo de bluegrass y folk-rock Lovin’ Spoonful.

En 1964 se les siguen considerando betanicks, pero poco poco el murmuro de la palabra «hippie» se va haciendo más claro y audible cuando los estudiantes activistas de izquierdas, los promotores de los derechos civiles, los aventureros lisérgicos y los místicos van confluyendo en algo que era curiosamente concreto e impreciso a la vez movidos por la nueva injusticia global: la guerra de Vietnam. No obstante, el componente político no fue tan determinante en un principio entre los hippies como el misticismo, el rock y las drogas, aunque las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam vienen prácticamente de manos de líderes activistas inmersos en este nuevo mundo.
En 1967 el mundo hippie tiene su capital en la ciudad californiana de San Francisco, una ciudad abierta y tolerante tradicionalmente, que también había acunado a los antiguos beatnicks y hipsters; y más concretamente en el barrio de Haight Ashbury. Tampoco es casualidad que tuviera una localización geográfica concreta dada la heterogeneidad ideológica de EE.UU: conviene no olvidar que, al igual que los negros, un beatnick o un hippie no podía atravesar los estados sureños con la sensación de sentirse como en casa, al contrario que pasaba con toda California, Nueva York y otras zonas más abiertas a la diversidad cultural. El Haight Ashbury se convierte casi en un ghetto de los hippies, y a él se acercan diversos turistas para contemplar el fenómeno, entre ellos las estrellas del pop británico para ver la nueva música que allí se estaba creando: Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, Big Brother & The Holding Co., con la maravillosa Janis Joplin al frente, eran los nuevos grupos formados por músicos que venían de antiguas formaciones o aventuras en solitarios de folk, folk-rock o jazz, practicantes de un rock nuevo y refrescado que mezclaba magistralmente el rock y el blues con el folk, el jazz, instrumentos y ritmos orientales, y nuevas visiones musicales en ocasiones inspiradas por el consumo de drogas. Estos grupos tocan juntos en las múltiples salas de música que existían entonces: el Matrix, el Avalon Ballroom, vieron los mejores momentos de estos grupos antes de que las empresas discográficas mancharan su ambición de ser simplemente músicos de San Francisco populares.
En torno a la comunidad de Haight Ashbury surgen diversas propuestas artísticas: música, teatro independiente, poesía…, pero también negocios que traían todo lo que un hippie podía desear: discos, ropa oriental, collares, cuentas, instrumentos musicales contra más exóticos mejor… A parte el negocio subterráneo de la droga, pero junto a esto prolifera la Clínica Médica Gratuita, dirigida a los chicos con problemas de drogas: no se trataba de prevención y rehabilitación, sino de enseñar a como se podía utilizar una droga sin correr riesgos o, por lo menos, los mínimos. Haight Ashbury podía parecer un paraíso urbano, un lugar donde no trabajar y poder dedicarse a la expansión personal y espiritual de uno mismo y de su cuerpo. Pocas cosas había que sacaran a un hippie de su pretendido estado mental de paz espiritual. No obstante, otros entendían las ciudades como trampas mortales en las que se atrapaba y castraba el alma humana, y comprendían que el lugar del hombre era la naturaleza: algunos huyen a los campos y abren granjas donde fundar comunas y vivir de lo que producían (algunas de ellas hoy en día perviven, sustentándose de vender sus productos): la más famosa fue la granja de Hogh Farm.
Junto a las drogas surge el fenómeno del nuevo misticismo, propugnado por los poetas beats y otros pensadores contraculturales. No fue casualidad que el principal grupo hinduista de occidente apareciera a caballo entre Nueva York y el Haight Ashbury: los Hare Krishna. Los auténticos hippies comenzaron estudiando los textos sagrados de la India, China o Japón; algunos, por su parte, practicaban una suerte de neo-paganismo, mientras que otros fijaban su fe en las raíces del cristianismo. Sin duda alguna, a pesar de utilizar las drogas como medio, éste era en principio una práctica honesta y sincera, si bien la santidad de los gurús que permitían el uso de drogas a sus discípulos era bien discutible (si su religión lo prohibía, claro); pero en el momento en que las grandes estrellas del rock y del cine comenzaron a interesarse por estas prácticas, aparecieron multitudes de maestros espirituales que venían de la India, en donde no gozaban del respeto que decían poseer, con el único objetivo de «hacerse la foto» y ganar su espiritualidad a golpe de fama: el ejemplo más sonado fue el del Maharishi Mahesh Yogi, que utilizó las ansias espirituales de los Beatles para obtener fama, además de mostrar un interés más terrenal que espiritual por su discípula Mia Farrow.
El objetivo de los hippies era oponerse a la sociedad bienpensante americana mediante la religión, las drogas, la auto-marginación y las expresiones artísticas. Y en en Junio de 1967 dieron su grito de afirmación en el Festivla Pop de Monterrey, en donde actuaron sin cobrar (excepto Ravi Shankar, por aquello de tener que volver a la India) los nuevos grupos de rock de San Francisco, los grupos de blues, algunas estrellas del pop británico, junto al gigante del soul Otis Redding y al maestro sitarista Ravi Shankar.

Aunque opuesto a toda guerra, el hippie pretendía vivir al margen de cualquier activismo político, lo cual no le impedía participar en las manifestaciones por la paz/ contra la guerra. Se produce entonces una escisión dentro de ellos, quedando divididos entre activistas y pasotas. El activista solía ser un estudiante o poseer una gran cultura, pero más que místico su tendencia mental iba hacia el socialismo, y, en muchos casos, eran pacifistas pero no pacíficos. El pasota, por su parte, era el hippie en sentido estricto, con tendencia automarginativa e ideas, a veces, demasiado utópicas, frente al activista, que siempre optaba por la práctica. El activista siempre criticaba la falta de acción del pasota, al que acusaba de querer cambiar el mundo a base de canciones y oraciones, o de no querer cambiarlo en absoluto mientras siguiera existiendo su isla, mientras que el pasota le acusaba de querer cambiar el mundo para su beneficio al tiempo que inventaba el bonito término de lunático del poder. Un buen ejemplo de crítica contra los activistas es la canción de los Beatles «Revolution». Por lo general, los músicos suelen practicar el pasotismo, sin desdeñar sus buenas dosis de activismo: los hippies no eran tan políticos en la música como posteriormente se ha pretendido, aunque sintieran simpatías por movimientos como los Panteras Negras y sus equivalentes indios, portorriqueños y asiáticos; sólo hay un número contado de casos en los que la política es un factor determinante en la creación artística, como los Jefferson Airplane, los Who, Country Joe & The Fish, además de los folksingers y cantautores. Sin embargo, en 1968 los pacíficos Human Be-In y Tribal Stomps que venían realizándose desde 1966 fueron adquiriendo un cariz cada vez más político. De una manera feroz, las concentraciones dejaron de ser pacifistas y utópicas para convertirse en batallas callejeras. Fue, no obstante, un huracán que recorrió casi todo el mundo: el mayo francés, la Primavera de Praga, la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en México, y nuestras primeras (descartando las del 56) revueltas estudiantiles. También se notó en sus ropas, que comenzaron a alternar los motivos orientales con ropas militares, motivos socialistas y camisetas con la efigie del «Che» Guervara. El año 68 fue el momento culmen en el que nuevas ideologías desafiaban tanto al status capitalista como al comunista que se habían establecido tras la 2ª Guerra Mundial. A partir de ese año, todas sus exhibiciones estarían fuerte y ferozmente marcadas por un halo político antimilitarista.
El otro gran éxito de los hippies fue el concierto multitudinario de Woodstock en 1969, cuya cifra de asistentes se aproximó de manera muy simbólica a la del número de combatientes que había en Vietnam. Pero la década de los 70 venía pisando fuerte, trayendo consigo un huracán de violencia y atentados terroristas de diversos símbolos, borrando los buenos sentimientos hippies que, aunque subsistiendo en las comunas y en las granjas, fueron desapareciendo por una razón: se pasó de moda, venían nuevas generaciones con nuevas demandas y cada vez más se contemplaba a los hippies como una rareza del pasado.

Los hippies no fueron más que, en muchos aspectos, otro movimiento juvenil con ansias de cambiar el mundo, cosa que consiguieron en parte pero sin librarse de que a la mayoría de ellos, como en todo movimiento juvenil, el mundo les cambiara. Como todo movimiento juvenil tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, frente a los maniqueísmos de considerarlos la mejor generación del s. XX o una panda de degenerados morales.
Hay que entender que como movimiento aparecen en una de las épocas más feroces de la guerra fría, con un nuevo frente comunista amenazante desde el Caribe. El ambiente de tensión, violencia, patriotismo exacerbado y militarismo promovió la necesidad de alejarse de un mundo regido tradicionalmente por las armas y buscar refugios en diversos paraísos artificiales, para poder explorar las profundidades del alma humana. Como radicalmente opuestos a la política de su país y promotores naturales de la lucha por los derechos civiles, los hippies no eran bien considerados por las instituciones clasistas y racistas de sus países; no en vano pueden afirmar, incluso con más derecho que sus predecesores beatnicks, haber sido el primer movimiento-moda juvenil totalmente inter-racial: mientras que los rockers eran generalmente blancos, y los funkies negros, o había un rock’n’roll blanco y otro negro, los hippies no reconocían colores: para ellos era perfectamente normal que un blanco tocara blues y un negro country’n’western. Fundaron gracias a sus nuevas conciencias movimientos que han tenido una importancia indiscutible: el movimiento ecologista fue re-fundado por ellos prácticamente. Lo mismo se puede decir respecto a las ideas de igualdad de sexos y de tolerancia sexual; también las ideas renovadas de igualdad y fraternidad propiciaron un cambio en la forma de ver las relaciones entre los seres humanos y sus culturas desde el respeto y sin «centrismos» culturales de ninguna clase.
Pero tuvieron sus defectos, de entre ellos el más grave fue el abuso de las drogas: desde los planteamientos de Leary y Alpert y otros, los hippies buscaron en las drogas aquel remanso de paz y sintonía espiritual que decían que los indios americanos, los shaivas (adoradores de Shiva) y otros obtenían gracias a su consumo propiciada por una visión bastante sesgada de estas culturas. Las drogas, lejos de enriquecer a la cultura del movimiento hippie, en realidad contribuyó a su destrucción y a propagar la visión de viciosos que de ellos se tenían, una publicidad alimentada por las sucesivas muertes de sobredosis de las grandes estrellas del rock: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Al «Blind Owl» Wilson, Ron «Pigpen» McKernan… Ante esto siempre cabe preguntarse si no fueron los servicios secretos americanos, al igual que a todas vistas parece que hicieron en los barrios negros, quienes promovieron la introducción y el consumo de drogas cada vez más peligrosas en el mundo hippie. A parte de los supuestos espías soviéticos, el enemigo interior que el gobierno americano decía tener era triple: los negros, los estudiantes y los hippies.
Pasaba algo parecido con la libertad sexual o con el marketing. Los hippies fueron víctimas de sus propios vicios: muy pronto la revolución de la conciencia, la libertad sexual y el hacer lo que quieras sinceros y honestos de algunos en principio, atrajo a un número importante de oportunistas a los que las revoluciones les importaba un pito: querían drogas y sexo nada más. Parecido era lo de la exploración espiritual, la cual, una vez fue manifestada por las millonarias estrellas musicales y cinematográficas su afición atrajo a un número significativo de gurús gorrones y charlatanes que, aprovechándose de la inocencia o ignorancia de las estrellas del rock, llegaron a desvirtuar en moda lo que en sus lugares de origen eran religiones serias y repetadas. El elemento bohemio y marginal que habían sido desde el año 64 comenzó a ser un negocio cuando las estrellas del pop británico comenzaron a practicar (o a intentarlo) ese estilo de vida: de repente, entre un grupo de gente que afirmaba despreciar el dinero se comenzó a mover un importante negocio de miles de dólares en la industria discográfica: ser hippie, en algunos sitios, estaba de moda. Pocas veces el utopismo de un mundo sin dinero basado en el respeto a los demás dio sus buenos resultados: Woodstock y Monterrey fueron magníficos, pero también está el desastre de Altamont protagonizado por los Rolling Stones, del que ya hablé un día. El dólar, enemigo declarado de los hippies en un principio, entró entre ellos para destruirlos de la manera más atroz en la que se puede destruir un movimiento juvenil: la frivolización de sus principios en estética y pseudo-elementos; abundan grupos de pop ñoños y frívolos que hacían letras bastante naïves con una pretendida y falsa base hippie.
Si bien los Rolling Stones pecaban de excesiva terrenalidad, los Beatles pecaban de excesiva espiritualidad. La marginación política por la que finalmente la mayoría optaban tenía también su cara y su cruz: se puede entender que ante la tensión, la violencia y el patriotismo exacerbado uno prefiriera apartarse del mundo; pero esto tenía su efecto negativo en lo tocante a las reivindicaciones serias de entonces, ya que se adquiría así cierto halo malsano de esnobismo intelectual muy perjudicial por un lado, y un egoísmo injustificado. Por supuesto hablamos sólo de los pasotas, los auténticos hippies, pues los activistas compartían ciertas pautas y estética, pero porque toda época tiene su estética. Esto fue muy notable también en nuestro país, cuando empezaron a instalarse en Ibiza parecían ignorar que existía una dictadura viva y operante.
En España, el hippismo entró diez años después de lo que se puede considerar su nacimiento, como ha venido siendo la tendencia de este país respecto a las modas y a las músicas, de la mano de Pau Riba, Jordi Batiste o Hilario Camacho, entre otros, dando lugar a grupos de tendencias psicodélicas y de rock progresivo sobre todo en Andalucía y Cataluña: Smash, Triana, Iceberg, Gong, Companyia Elèctrica Dharma, Barcelona Traction… Pero también de otros lugares: Dolores, los gallegos NHU, los vascos Errobi… No obstante, el hippismo a la americana no se entendió muy bien aquí, ya que conllevaba la marginación voluntaria y la no acción política. Dicen las malas lenguas que los que de aquí se hicieron hippies eran niños ricos que podían jugar a hippies y que, cuando se cansaran, podrían volver al puesto que su papá le tenía asignado en la empresa o en el negocio familiar (no sé hasta qué punto de verdad esto fue verdad, pero también se podía decir lo mismo de ciertos activistas).

Los hippies contribuyeron a cambiar el mundo de entonces, no se puede negar. Pero pagaron un precio muy alto, sucumbiendo a sus contradicciones, a sus vicios, quizás por ellos mismos, quizás por una mano negra que mueve los hilos hasta del mismo presidente de los Estados Unidos…

Ya hace un año que se fue


Dedicado a la peña del Foro de Hilario Camacho,
de los cuales algunos fueron sus amigos,
otros sus parientes
y otros sus admiradores,
pero todos
aman a Hilario Camacho

Hace un año exactamente que, mientras estaba comiendo, me enteraba de la trágica muerte del cantautor Hilario Camacho en una breve nota de prensa de "Aquí hay tomate" (!). Me quedé de piedra, pero más de piedra me quedé cuando al intentar ampliar la noticia por los medios televisivos serios descubrí que ninguna se había hecho eco. Fue un verano extrañísimo en el que las noticias sobre la Pantoja saltaban a los medios televisivos serios y la noticia de la muerte de uno de los mejores cantautores en lengua castellana quedaba relegada a una breve nota de prensa en uno de los más denostados programas del corazón.

Hilario Camacho fue uno de los miembros fundadores del colectivo de canción de autor en castellano en Madrid Canción del Pueblo, junto a Adolfo Celdrán, Elisa Serna, Carmina Álvarez, "Cachas", Luis Leal, etc., bajo la dirección musical e ideológica de Antonio Gómez, un hombre que, aunque no fue un cantautor, es imprescindible en la historia de este género debido a su labor de músico, productor y letrista. Muchos de ellos no pasaron de un primer EP o un par de actuaciones más, además del recital institucional que el grupo dio en 1967 en el célebre instituto "Ramiro de Maeztu"; de ellos, tuvieron un eco importantísimo, tanto social como literario y musical, Elisa Serna, Adolfo Celdrán y, por supuesto, Hilario Camacho.
El primer EP de Hilario, Ensayo nº 2 estaba en la línea, bastante nueva por cierto, de la canción protesta convencional: contenía dos poemas del poeta cubano Nicolás Guillén, "El fusilamiento" y el "Son del deshaucio". No obstante, Hilario abandonaría esta línea para abrazar una algo distinta, pero no opuesta. Al igual que Pau Riba en Cataluña, Hilario introduce en Madrid la modernidad musical contemporánea: el blues, el soul, el rock y el folk-rock pero con aires mesteños. Se autodefine como beatnick (un proto-hippie que en los años 50 habitaban en los áticos de las grandes ciudades o pululaban por las inmensas carreteras de norteamérica), ha empezado a leer a los poetas beats y a escuchar a Bob Dylan. Sus textos no son los de la canción protesta clásica: Hilario habla de lo cotidiano, de la soledad de las grandes ciudades, de la juventud, pero siempre quedan huecos vivos para los textos inmortales de Antonio Machado y Blas de Otero entre otros, que llegan casi a convivir con textos más contemporáneos y vanguardistas: Hilario llega a cantar al gran poeta beat norteamericano Allen Ginsberg: "El peso del mundo".
Se podría pensar que con esta actitud hippie, Hilario pretendía escapar de cualquier definición política. Pudiera ser, pero no desde una perspectiva snob burguesa, sino como una necesidad de no atarse y de crear libremente. Tampoco se debe pensar que la falta de "consignas" políticas en sus canciones (que no de intencionalidad, a veces) le salvara de la censura y de las multas. Nada más lejos, porque la música de Hilario, con su carga de denuncia cotidiana, podía ser tan peligrosa y subversiva como la de Raimon o la de Adolfo Celdrán. Precisamente, porque, como dijo Celdrán: "intentar ser feliz entonces, era oponerse al sistema".
Hilario explotó también su vena satírica, especialmente gracias a la colaboración que prestó al grupo/ s Las Madres del Cordero y Desde Santurce a Bilbao Blues Band, dos grupos (que en realidad se puede decir que era uno solo) que practicaban una peculiar especie de canción protesta, que explotaba más la vena satírica que la canción política seria, sin que por ello dejaran de ser "peligrosos". Hilario colabora con Moncho Alpuente escribiendo algunas canciones, llegando a participar en aquel fantástico "Castañuela 70" del grupo de teatro alternativo Tábano y dirigiendo musicalmente el proyecto de Desde a Santurce a Bilbao Blues Band en el LP de la banda Vidas ejemplares. Cedió también amigablemente letras y canciones a sus compañeros: Elisa Serna, Celdrán, Joaquín Sabina y otros, contaban entre su repertorio con alguna canción escrita o co-escrita de Hilario, llegándose a producir el curioso fenómeno de las canciones gemelas o de custodia compartida: como "Taxi", co-escrita con Sabina.
Desde 1967 y antes hasta el final de sus días, Hilario explotó casi todas las músicas: desde el folk hasta la salsa, pasando por el rock ácido y el folk-rock; explotó todo tipo de letras: los poemas de Machado y de Blas de Otero, en curiosa -mas no extraña- convivenvia con Allen Ginsberg; las letras que denunciaban la situación de la clase obrera, las que hablaban de una situación cotidiana desde una perspectiva tan objetiva que se transformaban en auténticas denuncias políticas, junto a las de amores imposibles, posibles, necesarios e innecesarios, e incluso algún canto a la masturbación sanamente comprendida y jubilosamente celebrada. Pero los días en los que Madrid amanecía dejaron paso al perpetuo día del crepúsculo.

La indiferencia que la muerte de Hilario produjo en los medios serios, salvo en algunos periódicos y programas de radio, cabrea a cualquiera. Pero más que la indiferencia de la prensa, tenemos que buscar a los culpables en las más altas instituciones: no ha habido ningún reconocimiento oficial por parte de la Comunidad de Madrid, dominada desde hace tiempo por una banda de hienas inmobiliarias que manejan las instituciones políticas. Hoy, que incluso el más reaccionario del gobierno regional, dice y presume haber vivido la Movida madrileña, que se ha convertido a día de hoy en un episodio en el que, al igual que las manifestaciones anti-franquistas o contra la guerra del Vietnam, todo el mundo dice haber participado, pretende ignorar que aquel ambiente de libertad que propició también una nueva libertad creadora (aunque a veces de calidad discutible en algunos casos) se debió a Hilario Camacho y a sus compañeros, que abrieron nuevas formas de sentir y de pensar, abiertas al mundo sin dogmas de fe ni de patriotismo. Muchos otros, dentro de la prensa y de las instituciones musicales, pretende ignorar su aportación, mientras se les llena la boca hablando de artistas de mucho, pero que mucho menor valor artístico.
Aunque también es verdad que hay que dar gracias que generalmente, en este país, no se dé ese gusto, hasta cierto punto repugnante, por la necrofilia o necrofagia artística que se da en el rock americano y británico con algunas de sus mejores figuras a las que se las prefiere recordar por su trágica y escabrosa muerte antes que por su obra. Dicho fenómeno produjo, por ejemplo, que niñas de quince años, al forrar sus carpetas escolares, hicieran ser vecinos a Jim Morrison y a los Back Street Boys, que desde su piso de abajo sufrían los repugnantes alaridos de las Spice Girls. Tal vez sea porque Hilario no murió a los 27, y sobre todo no murió de una sobredosis; aún así, es de agradecer que, generalmente, en nuestra música no se suela dar este fenómeno. Sin embargo, debiera haber sobre esto un término medio que no cayera en la excesiva y a menudo falsa mitificación del artista muerto (digo falsa porque la mayoría de la gente que porta las fotos de Jim Morrison por ser un "mártir" del rock no tienen un solo disco de los Doors; pero también porque la muerte a veces justifica artísticamente a quien carecía absolutamente de talento, como Sid Vicious) ni que caiga en la indiferencia absoluta. Es posible que la Generalitat de Catalunya sea hasta cierto punto desagradecida con sus artistas históricos a la hora de facilitarles espectáculos, pero sí los reconoce: a lo mejor si Hilario hubiera sido catalán ya hubiera tenido un reconocimiento oficial por parte de las instituciones catalanas.

Presento, aprovechando la ocasión, a uno de los últimos cantautores, Ignacio Lobo, forero hilarista.

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