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Los Kinks en un callejón sin salida proletario


Si alguien no entiende o no quiere entender porqué tanta gente, de todos los rincones de la España, de toda edad y condición –incluido un poli simpatizante que dejó colgado el uniforme-, junto a unos jóvenes representando al luchador pueblo saharaui, una muchacha de Grecia, un guiri de Ibiza y una chica franco-andaluza entre otros, se reunieron ayer y hoy en la Plaza del Sol (herencia de lo bravos comuneros), yo, con mucho gusto, se lo explico en dos canciones. La primera va a ser ésta, un clásico de los Kinks y, en cierto sentido, precursora del rock proletario.

kinks-dead-end-streetRay Davies, corazón y alma del grupo, escritor y compositor de la mayoría de las canciones del fabuloso grupo del pop británico The Kinks, recordaba como, en su infancia, en la posguerra, oía por la radio al Primer Ministro Harold Wilson, del partido Laborista, decir a los ciudadanos británicos –algo así como- que nunca habían conocido tiempos tan buenos como éstos, mientras el pequeño Ray acompañaba a su padre a la oficina del paro. La realidad era que, la mayoría de los músicos del pop británico de los años 60 provenían de la clase obrera más humillada, y aunque esto raramente se reflejara en sus temas, al menos en los primeros tiempos del gran pop británico, sí tuvo una gran influencia en una juventud desamparada que buscaba refugio en el rock’n’roll de Chuck Berry, el blues de Robert Johnson e incluso el country de Carl Perkins. Aquellas vivencias de su infancia marcaron a Ray Davies, quien hacia 1966 componía esta canción, todo un himno de la clase obrera británica, en un estilo cabaretero, reflejando aquella experiencia de pobreza de su niñez, pero también la de los años 60. Una situación de callejón sin salida que muchos, actualmente, estamos viviendo.

Para lanzarlo como sencillo, se grabó un vídeo promocional impresionante:

Dead End Street

There’s a crack up in the ceiling,
And the kitchen sink is leaking
Out of work and got no money,
A sunday joint of bread and honey

What are we living for?
Two-roomed apartment on the second floor
No money coming in,
The rent collector’s knocking, trying to get in

We are strictly second class,
We don’t understand,
(dead end!)
Why we should be on dead end street
(dead end!)
People are living on dead end street
(dead end!)
Gonna die on dead end street

Dead end street (yeah)
Dead end street (yeah)

On a cold and frosty morning,
Wipe my eyes and stop me yawning
And my feet are nearly frozen,
Boil the tea and put some toast on

What are we living for?
Two-roomed apartment on the second floor
No chance to emigrate,
I’m deep in debt and now it’s much too late

We both want to work so hard,
We can’t get the chance,
(dead end!)
People live on dead end street
(dead end!)
People are dying on dead end street
(dead end!)
Gonna die on dead end street

Dead end street (yeah)
Dead end street (yeah)

(dead end!)
People live on dead end street
(dead end!)
People are dying on dead end street
(dead end!)
Gonna die on dead end street

Dead end street (yeah)…
Head to my feet (yeah)
Dead end street (yeah)… 
How’s it feel? (yeah)…
Dead end street (yeah)…

http://lyricskeeper.es/es/the-kinks/dead-end-street.html

Callejón sin salida

Hay una grieta en el techo,/ y el fregadero está goteando./ Sin trabajo y sin tener dinero,/ una reunión dominical con miel y pan.// ¿Para qué estamos viviendo?/ Apartamento de dos habitaciones en el segundo piso./ Ningún dinero entra,/ el recaudador de impuestos llama, intentando entrar.// Estrictamente somos de segunda clase,/ no entendemos,/ (¡sin salida1)/ por qué tenemos que estar en el callejón sin salida/ (¡sin salida!)/ La gente vive en el callejón sin salida/ (¡sin salida!)/ Voy a morir en el callejón sin salida.// Callejón sin salida (sí)// En una fría y glacial mañana,/ enjuago mis ojos y me paro a bostezar/ y mis pies están casi congelados,/ hierbo el té y tuesto un poco de pan.// ¿Para qué estamos viviendo?/ Apartamento de dos habitaciones en el segundo piso./ No hay posibilidad de emigrar,/ estoy lleno de deudas y ahora es demasiado tarde.// Los dos queremos trabajar muy duro,/ no podemos tener la oportunidad,/ (¡sin salida!)/ la gente vive en el callejón sin salida/ (¡sin salida!)/ La gente se muere en el callejón sin salida/ (¡sin salida!)/ Voy a morir en el callejón sin salida// Callejón sin salida (sí)// (¡Sin salida!)/ la gente vive en el callejón sin salida/ (¡sin salida!)/ La gente se muere en el callejón sin salida/ (¡sin salida!)/ Voy a morir en el callejón sin salida// Callejón sin salida (sí)…/ La cabeza a mis pies (sí)…/ Callejón sin salida (sí)…/ ¿Cómo se siente? (sí)…/ Callejón sin salida (sí)…

Ray Davies

The Kinks

Stairway to Heaven


led-zeppelinEntre 1968 y 1969, el rock duro se estaba transformando en el heavy-rock. Si, básicamente, el rock duro del período 1967 y 1968 consistió en convertir al rock los ritmos del soul, ahora el heavy rock le aprieta las tuercas, volviendo la mirada hacia el blues más tradicional y traduciendo esos ritmos y riffs, o, como dijo Jimmy Page, atiborrar a esos viejos blues de esteroides –aunque era algo que ya habían hecho los músicos de blues-rock: Jimi Hendrix, Cream, Eric Clapton, etc.-. Led Zeppelin fue, además, la banda que orientó este heavy rock hacia el heavy metal: interminables riffs de guitarra eléctrica, una batería poderosa, imaginación musical, y un vocalista opuesto a la moda de cantantes con voces profundas y serias: ahora el vocalista tendría una voz aguda y potente. Jimmy Page, guitarrista, fue el alma y corazón de Led Zeppelin, pero no era, para nada, un desconocido: ya llevaba mucho tiempo en la música como músico de estudio de algunos de los grandes grupos británicos; por ejemplo, en los dos primeros temas arrolladores de los Kinks, “You really got me” y “All day and all of the night”, esos poderosos y atronadores riffs de los que se suele decir fueron la génesis del heavy metal son suyos, con lo cual todo se queda en casa. En 1968 funda Led Zeppelin, con Robert Plant (vocalista), John Paul Jones (bajo y teclado) y John Bonham (batería). Su música es a la vez vieja y nueva e influyen en los grandes grupos de heavy de los primeros 70, llegando a ser, según algunos, para los años 70 lo que los Beatles fueron para los 60.

led_zeppelin_-_led_zeppelin_iv-frontEn 1974 la banda saca Led Zeppelin IV, un disco enigmático con buenas melodías, en la que algunos creen ver mensajes satánicos o paganos (cada miembro de la banda adopta un símbolo céltico), con la carta del tarot El Ermitaño en la portada, y con Page sumido en la lectura (como otras estrellas del rock) del supuesto mago negro –o charlatán, según se mire- Aleister Crowley. En este disco se incluía la que muchos consideran la mejor canción de rock de todos los tiempos: una mezcla de heavy metal y música celta o medieval, con una enigmática letra llena de bella poesía, en la que algunos siempre han creído ver algún tipo de mensaje esotérico: “Stairway to Heaven”, el estándar del heavy. Aunque en su día ya señalé el alarmante parecido con una canción medieval “española” contenida en el Llivre Vermell, la Escalera hacia el Cielo (a la que el círculo de conspiranoicos del Iker Jiménez se empeña en llamar “Escalera al Infierno”, confundiéndola con el fabuloso tema de AC/ DC) sigue siendo una de mis favoritas, sobre todo cuando suena ese gran final, con Robert Plant maximizando su potencia vocal. Y si Page reconociera esta inspiración, eso, nada más, vendría agrandar la ya enorme leyenda de Led Zeppelin.

imgLed Zeppelin1

Stairway to Heaven

There’s a lady who’s sure
all that glitters is gold
and she’s buying a stairway to heaven.
When she gets there she knows,
if the stores are all closed,
with a word she can get what she came for.
And she’s buying a stairway to heaven.

There’s a sign on the wall,
but she wants to be sure,
‘cause you know sometimes
words have two meanings.
In a tree by the brook,
there’s a songbird who sings.
Sometimes all of our thoughts are misgiven.
Makes me wonder.

There’s a feeling I get
when I look to the west
and my spirit is crying for leaving.
In my thoughts I have seen
rings of smoke through the trees
and the voices of those who stand looking.
Makes me wonder.
Really makes me wonder.

And it’s whispered that soon,
If we all call the tune,
then the piper will lead us to reason.
And a new day will dawn
for those who stand long.
And the forests will echo with laughter

If there’s a bustle in your hedgerow,
don’t be alarmed now,
it’s just a spring clean for the may-queen.
Yes, there are two paths you can go by,
but in the long run,
there’s still time to change the road you’re on.
And it makes me wonder

Your head is humming and it won’t go.
In case you don’t know,
the piper’s calling you to join him.
Dear lady, can you hear the wind blow?
And did you know
your stairway lies on the whispering wind?

And as we wind on down the road,
our shadows taller than our soul,
there walks a lady we all know
who shines white light and wants to show
how everything still turns to gold.
And if you listen very hard,
the tune will come to you at last.
When all are one and one is all.
To be a rock and not to roll
And she’s buying a stairway to heaven.

Fuente y otra traducción, muy buena:

http://www.traducidas.com.ar/letras/led-zeppelin/stairway-to-heaven

Escalera hacia el Cielo

Hay una dama que está segura/ de que todo lo que brilla es oro/ y se está comprando una escalera hacia el Cielo./ Cuando consiga allí lo que sabe,/ si todas las tiendas están cerradas,/ con una palabra puede conseguir aquello por lo que vino./ Y se está comprando una escalera hacia el Cielo.// Hay un letrero en el muro,/ pero quiere asegurarse,/ porque sabes que a veces/ las palabras tienen dos sentidos./ En un árbol junto al arroyo/ hay un ave canora que canta./ A veces todos nuestros pensamientos son dudosos./ Me hace pensar.// Hay una sensación que tengo/ cuando miro hacia el oeste/ y mi espíritu llora por marcharse./ En mis pensamientos he visto/ anillos de humo a través de los árboles/ y las voces de aquellos que se quedan mirando./ Me hace pensar./ Me hace pensar de verdad.// Y se murmura que pronto,/ si todos decimos la canción,/ entonces el gaitero [Alt. flautista] nos llevará a la razón./ Y un nuevo día despuntará/ para aquellos que resisten mucho./ Y los bosques resonarán las risas.// Si hay un movimiento en tu seto,/ no te alarmes entonces,/ sólo es la limpieza de primavera para la reina-mayo./ Sí, hay dos caminos por los que puedes ir,/ pero en la larga huida,/ todavía hay tiempo para cambiar el camino en el que estás./ Y eso me hace pensar.// Tu cabeza zumba y no se irá./ En caso de que no sepas,/ el gaitero está llamándote para que te unas a él./ Querida dama, ¿puedes oír soplar al viento?/ ¿Y sabías/ que tu escalera yace en el viento ululante?// Y mientras remontamos hacia el camino,/ nuestras sombras más altas que nuestra alma,/ por allí camina una dama a la que conocemos todos/ que brilla con luz blanca y quiere mostrar/ cómo todo aún se vuelve oro./ Y si escuchas con mucha atención,/ la melodía vendrá a ti por fin./ Cuando todo sea uno y lo uno sea todo./ Ser una roca y no rodar/ Y se está comprando una escalera hacia el Cielo.

Jimmy Page

Led Zeppelin

De la película “The song remains the same”

Pero bueno, no quisiera cerrar esto sin poner aquello que me ha dado la idea: el otro día, el equipo español femenino de natación sincronizada, realizaba un ejercicio soberbio con esta canción… Lo que no comprendemos es por qué los jueces no les dieron la puntuación más alta. ¡Va por vosotras, chicas! (ya que los medios –que sólo se fijan en hombres, y sólo en hombres de cierto deporte- no las hacen caso, habrá que hacérselo aquí):

http://www.rtve.es/deportes/20110721/primera-derrota-sincronizada/449216.shtml

Death of a clown


Quise poner ayer esta canción aquí (pensad mal y acertaréis… ¡Sí!), pero no pude. Quise ponerla hoy con el mismo ánimo, pero me es imposible al releer la belleza y la tristeza de esta aparente alegre canción, porque la letra habla de las cosas que se pierden, de las cosas que ya no se necesitan, de las cosas que envejecen… y quien dice las cosas, dice las personas. Así que tomárosla con el ánimo que creáis oportuno, pero yo simplemente os pongo una de las mejores canciones del pop británico, hecha por los Kinks, ¡alabados sean por siempre!

 

Death of a clown

My makeup is dry and it cracks on my chin,
I’m drowning my sorrows in whisky and gin.
The lion tamer’s whip doesn’t crack anymore,
The lions they won’t fight and the tigers won’t roar.

La-la-la-la-la-la-la-la-la-la

So let’s all drink to the death of a clown
Won’t someone help me to break up this crowd,
let’s all drink to the death of a clown.

The old fortune teller lies dead on the floor,
nobody needs fortunes told anymore
The trainer of insects is crouched on his knees,
and frantically looking for runaway fleas.

La-la-la-la-la-la-la-la-la-la

Let’s all drink to the death of a clown.
So won’t someone help me to break up this crowd,
Let’s all drink to the death of a clown.

La-la-la-la-la-la-la-la-la-la.

Mi maquillaje se ha secado y se resquebraja en mi
mejilla,/ ahogo mis penas en whisky y ginebra./ El látigo del domador de leones no se agita ya más,/ los leones no lucharán y los tigres no rugirán.// Así que bebamos todos por la muerte del payaso./ ¿Me ayudará alguien a disolver esta multitud?,/
bebamos todos por la muerte del payaso.// La vieja pitonisa yace muerta en el suelo,/ ya nadie necesita que le digan la buenafortuna./ El amaestrador de insectos está postrado de rodillas,/ buscando en vano pulgas fugadas.// Así que bebamos por la muerte del payaso./ Me ayudará alguien a disolver esta multitud,/ bebamos todos por la muerte del payaso.

Dave Davies
The Kinks

Historia del movimiento hippy. II parte


Los cincuenta se acababan con el gran evento de la década: la Revolución Cubana (de la que en la actualidad sólo quedan iconos e imágenes, habiendo pasado de revolución popular a dictadura personal). Al mismo tiempo, la guerra fría se había recrudecido, muy especialmente por la experimentación con misiles y la carrera espacial que ambas potencias poseían, llegando en los dos lados a una esquizofrenia enfermiza que desemboca en ambos bandos en espionajes y contraespionajes. En Estados Unidos, es el siniestro senador McCartthy el que aprovecha la paranoia del país para llevar a cabo un auténtico control político sobre políticos y artistas más digno de un régimen fascista, o incluso de la rusia estalinista, que de un régimen democrático. Actores y directores, como Charles Chaplin, músicos como Pete Seeger, o escritores como Ginsberg, sufrieron el vigilante ojo del anticomunismo americano. El punto álgido internacional llegó cuando Fidel Castro, buscando aliados en este teatro, se define comunista y recaba la ayuda de la Unión Soviética: los rusos ponen misiles en Cuba apuntando a Estados Unidos. El momento es tan caliente internacionalmente que incluso el papa Juan XXIII apela al catolicismo de Kennedy para parar una locura. Años atrás, el presidente Eisenhower había acercado posturas con el general Franco, poniendo, a cambio de ayuda económica, bases en diversos sitios, como Rota o Torrejón.
Aquel momento de la guerra fría fue muy determinante: tuvo un tremendo impacto en la mente de muchos, especialmente de jóvenes, que empezaron a plantearse y a cuestionarse la fuerza militar. Fue precisamente el episodio de los misiles cubanos el que inspiraría a Bob Dylan una de sus mejores canciones de la época folk: «A hard rain’s a gonna fall» hablaba del miedo y de la posibilidad de la destrucción total bajo la amenaza de la guerra atómica. El movimiento folk se había renovado con nuevos nombres, como Joan Baez, Judy Collins, Tom Paxton, Richie Havens, y, por supuesto, Bob Dylan, que fue el primero de ellos en tener un éxito popular inequívoco del que muchos expertos aseguran que en cierto sentido fue su muerte artística. No suponía realmente una renovación de temas, pues el pacifismo y la lucha de los derechos civiles fue una constante del folk de los años 50, si bien, puede ser, la dimensión sindicalista hubiera decaído (excepto en Joan Baez). Folksingers blancos y negros se unen en las marchas por los derechos civiles de Martin Luther King.
Por otro lado, el mundo musical sintió la conmoción ante los grupos que venían desde el Reino Unido: los Beatles abrieron la puerta con su rock’n’roll y rythm’n’blues de raigambre americano, tras ellos grupos tan importantes como Rolling Stones, The Who, Kinks, Hollies, Animals… No suponían realmente una revolución de índole social, estrictamente hablando, pero sí una revolución en el mundo juvenil: ellos daban la impresión de no necesitar trabajar, de tener el destino en sus manos, de vivir al margen de lo que la sociedad exigía a los jóvenes: aquella era todavía una época en la que te tomaban en serio a partir de los 25 y no antes. Aunque las canciones pudieran ser frívolas a veces, o no decir nada más que «te quiero, me quieres», sí es cierto que abrían las nuevas posibilidades de una nueva forma de ver las relaciones entre los jóvenes. Sin embargo, estos muchachos todavía no tendrían grandes cosas que decir por ahora.
El panorama bohemio y underground era otra cosa. El mundo del jazz iba por otros derroteros, con nombres como Pharoah Sanders, John Coltrane y otros más; un mundo muy minoritario e intelectual comparado con el beat británico, el soul (rythm’n’blues comercial), el folk (hasta la llegada de Dylan minoritario) o el surf californiano. El nuevo jazz tenía componentes nuevos en el que, desde los días del be-bop, a la libertad creadora del intérprete se sumaban las experiencias lisérgicas. Desde finales de los 50, Timothy Leary y Richard Alpert, profesores de psicología de la universidad de Berkeley, junto al escritor de ciencia ficción Aldous Huxley, habían sintetizado el LSD, a principios como experimento del ejército americano, para desembocar en un elemento de la contracultura generalmente antimilitarista (elemento bastante engañoso). Pronto surgieron en Estados Unidos comunas dedicadas a la experimentación del cuerpo y la introspección mental en las que los sutas budistas e hindúes se unían a la marihuana y al LSD en una supuesta búsqueda de respuestas místicas más inducidas que auténticas. De ellas, la más famosa quizás fuera el grupo activista Merry Pranksters, los alegres bromistas, dirigidos por el escritor Ken Kesey (autor de Alguien voló sobre el nido del cuco) que plasmó las tempranas vivencias del grupo a bordo de un autobús, junto a Neal Cassady (el «musa» de los poetas beats) en el libro La gasesosa de ácido eléctrico (The Electric Kool-Aid Acid Test). Estos exploradores lisérgicos participarían e incluso organizarían las primeras marchas pacifistas contra la guerra de Vietnam y los primeros conciertos propiamente llamados hippies. Ocurrió entonces, hacia 1963 ó 1964, que confluyeron bajo más o menos el mismo objetivo, los exploradores lisérgicos, algunos de los folk-singers, los músicos de jazz, y los grupos de rock-garaje admiradores del pop británico: les unía principalmente el cuestionarse el papel de su país a nivel tanto nacional como internacional.
 

Musicalmente también es una era muy revolucionaria respecto a la música popular. Entre 1964 y 1965, en los locales de California y Nueva York se vive una intensa proliferación de nuevos grupos de folk y de jazz. Uno de ellos, que alcanzó un éxito popular considerable, fue The New Christy Minstrel, autores del popular «Green back dollar», que estuvo compuesto, entre otros, por Jim McGuinn, que luego formaría The Byrds, y Barry McGuire, un cantautor de folk-rock protesta que obtuvo un éxito disimulado con esta canción, obra de P. F. Sloan y Steve Barri, con una letra apocalíptica muy del gusto de la época, influida claramente por Dylan.

Otros grupos que fueron germen de los futuros grupos flok-rock californianos y de rock de San Francisco, fueron The Journeymen, The Mugwumps o Town Criers, grupos estos que no consiguieron el reconocimiento público, pero cuyos miembros triunfarían en distintas formaciones con nuevos lenguajes: de Journeymen saldrían Scott McKenzie (cantante que sólo tuvo éxito con una canción), y John y Michelle Phillips, que junto a los Mugwumps Mama Cass Elliot y Dennis Doherty formarían The Mamas & The Papas; por su parte, otros dos Mugwumps, John Sebastian y Zal Yanovski, formarían el grupo de bluegrass y folk-rock Lovin’ Spoonful.

En 1964 se les siguen considerando betanicks, pero poco poco el murmuro de la palabra «hippie» se va haciendo más claro y audible cuando los estudiantes activistas de izquierdas, los promotores de los derechos civiles, los aventureros lisérgicos y los místicos van confluyendo en algo que era curiosamente concreto e impreciso a la vez movidos por la nueva injusticia global: la guerra de Vietnam. No obstante, el componente político no fue tan determinante en un principio entre los hippies como el misticismo, el rock y las drogas, aunque las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam vienen prácticamente de manos de líderes activistas inmersos en este nuevo mundo.
En 1967 el mundo hippie tiene su capital en la ciudad californiana de San Francisco, una ciudad abierta y tolerante tradicionalmente, que también había acunado a los antiguos beatnicks y hipsters; y más concretamente en el barrio de Haight Ashbury. Tampoco es casualidad que tuviera una localización geográfica concreta dada la heterogeneidad ideológica de EE.UU: conviene no olvidar que, al igual que los negros, un beatnick o un hippie no podía atravesar los estados sureños con la sensación de sentirse como en casa, al contrario que pasaba con toda California, Nueva York y otras zonas más abiertas a la diversidad cultural. El Haight Ashbury se convierte casi en un ghetto de los hippies, y a él se acercan diversos turistas para contemplar el fenómeno, entre ellos las estrellas del pop británico para ver la nueva música que allí se estaba creando: Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, Big Brother & The Holding Co., con la maravillosa Janis Joplin al frente, eran los nuevos grupos formados por músicos que venían de antiguas formaciones o aventuras en solitarios de folk, folk-rock o jazz, practicantes de un rock nuevo y refrescado que mezclaba magistralmente el rock y el blues con el folk, el jazz, instrumentos y ritmos orientales, y nuevas visiones musicales en ocasiones inspiradas por el consumo de drogas. Estos grupos tocan juntos en las múltiples salas de música que existían entonces: el Matrix, el Avalon Ballroom, vieron los mejores momentos de estos grupos antes de que las empresas discográficas mancharan su ambición de ser simplemente músicos de San Francisco populares.
En torno a la comunidad de Haight Ashbury surgen diversas propuestas artísticas: música, teatro independiente, poesía…, pero también negocios que traían todo lo que un hippie podía desear: discos, ropa oriental, collares, cuentas, instrumentos musicales contra más exóticos mejor… A parte el negocio subterráneo de la droga, pero junto a esto prolifera la Clínica Médica Gratuita, dirigida a los chicos con problemas de drogas: no se trataba de prevención y rehabilitación, sino de enseñar a como se podía utilizar una droga sin correr riesgos o, por lo menos, los mínimos. Haight Ashbury podía parecer un paraíso urbano, un lugar donde no trabajar y poder dedicarse a la expansión personal y espiritual de uno mismo y de su cuerpo. Pocas cosas había que sacaran a un hippie de su pretendido estado mental de paz espiritual. No obstante, otros entendían las ciudades como trampas mortales en las que se atrapaba y castraba el alma humana, y comprendían que el lugar del hombre era la naturaleza: algunos huyen a los campos y abren granjas donde fundar comunas y vivir de lo que producían (algunas de ellas hoy en día perviven, sustentándose de vender sus productos): la más famosa fue la granja de Hogh Farm.
Junto a las drogas surge el fenómeno del nuevo misticismo, propugnado por los poetas beats y otros pensadores contraculturales. No fue casualidad que el principal grupo hinduista de occidente apareciera a caballo entre Nueva York y el Haight Ashbury: los Hare Krishna. Los auténticos hippies comenzaron estudiando los textos sagrados de la India, China o Japón; algunos, por su parte, practicaban una suerte de neo-paganismo, mientras que otros fijaban su fe en las raíces del cristianismo. Sin duda alguna, a pesar de utilizar las drogas como medio, éste era en principio una práctica honesta y sincera, si bien la santidad de los gurús que permitían el uso de drogas a sus discípulos era bien discutible (si su religión lo prohibía, claro); pero en el momento en que las grandes estrellas del rock y del cine comenzaron a interesarse por estas prácticas, aparecieron multitudes de maestros espirituales que venían de la India, en donde no gozaban del respeto que decían poseer, con el único objetivo de «hacerse la foto» y ganar su espiritualidad a golpe de fama: el ejemplo más sonado fue el del Maharishi Mahesh Yogi, que utilizó las ansias espirituales de los Beatles para obtener fama, además de mostrar un interés más terrenal que espiritual por su discípula Mia Farrow.
El objetivo de los hippies era oponerse a la sociedad bienpensante americana mediante la religión, las drogas, la auto-marginación y las expresiones artísticas. Y en en Junio de 1967 dieron su grito de afirmación en el Festivla Pop de Monterrey, en donde actuaron sin cobrar (excepto Ravi Shankar, por aquello de tener que volver a la India) los nuevos grupos de rock de San Francisco, los grupos de blues, algunas estrellas del pop británico, junto al gigante del soul Otis Redding y al maestro sitarista Ravi Shankar.

Aunque opuesto a toda guerra, el hippie pretendía vivir al margen de cualquier activismo político, lo cual no le impedía participar en las manifestaciones por la paz/ contra la guerra. Se produce entonces una escisión dentro de ellos, quedando divididos entre activistas y pasotas. El activista solía ser un estudiante o poseer una gran cultura, pero más que místico su tendencia mental iba hacia el socialismo, y, en muchos casos, eran pacifistas pero no pacíficos. El pasota, por su parte, era el hippie en sentido estricto, con tendencia automarginativa e ideas, a veces, demasiado utópicas, frente al activista, que siempre optaba por la práctica. El activista siempre criticaba la falta de acción del pasota, al que acusaba de querer cambiar el mundo a base de canciones y oraciones, o de no querer cambiarlo en absoluto mientras siguiera existiendo su isla, mientras que el pasota le acusaba de querer cambiar el mundo para su beneficio al tiempo que inventaba el bonito término de lunático del poder. Un buen ejemplo de crítica contra los activistas es la canción de los Beatles «Revolution». Por lo general, los músicos suelen practicar el pasotismo, sin desdeñar sus buenas dosis de activismo: los hippies no eran tan políticos en la música como posteriormente se ha pretendido, aunque sintieran simpatías por movimientos como los Panteras Negras y sus equivalentes indios, portorriqueños y asiáticos; sólo hay un número contado de casos en los que la política es un factor determinante en la creación artística, como los Jefferson Airplane, los Who, Country Joe & The Fish, además de los folksingers y cantautores. Sin embargo, en 1968 los pacíficos Human Be-In y Tribal Stomps que venían realizándose desde 1966 fueron adquiriendo un cariz cada vez más político. De una manera feroz, las concentraciones dejaron de ser pacifistas y utópicas para convertirse en batallas callejeras. Fue, no obstante, un huracán que recorrió casi todo el mundo: el mayo francés, la Primavera de Praga, la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en México, y nuestras primeras (descartando las del 56) revueltas estudiantiles. También se notó en sus ropas, que comenzaron a alternar los motivos orientales con ropas militares, motivos socialistas y camisetas con la efigie del «Che» Guervara. El año 68 fue el momento culmen en el que nuevas ideologías desafiaban tanto al status capitalista como al comunista que se habían establecido tras la 2ª Guerra Mundial. A partir de ese año, todas sus exhibiciones estarían fuerte y ferozmente marcadas por un halo político antimilitarista.
El otro gran éxito de los hippies fue el concierto multitudinario de Woodstock en 1969, cuya cifra de asistentes se aproximó de manera muy simbólica a la del número de combatientes que había en Vietnam. Pero la década de los 70 venía pisando fuerte, trayendo consigo un huracán de violencia y atentados terroristas de diversos símbolos, borrando los buenos sentimientos hippies que, aunque subsistiendo en las comunas y en las granjas, fueron desapareciendo por una razón: se pasó de moda, venían nuevas generaciones con nuevas demandas y cada vez más se contemplaba a los hippies como una rareza del pasado.

Los hippies no fueron más que, en muchos aspectos, otro movimiento juvenil con ansias de cambiar el mundo, cosa que consiguieron en parte pero sin librarse de que a la mayoría de ellos, como en todo movimiento juvenil, el mundo les cambiara. Como todo movimiento juvenil tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, frente a los maniqueísmos de considerarlos la mejor generación del s. XX o una panda de degenerados morales.
Hay que entender que como movimiento aparecen en una de las épocas más feroces de la guerra fría, con un nuevo frente comunista amenazante desde el Caribe. El ambiente de tensión, violencia, patriotismo exacerbado y militarismo promovió la necesidad de alejarse de un mundo regido tradicionalmente por las armas y buscar refugios en diversos paraísos artificiales, para poder explorar las profundidades del alma humana. Como radicalmente opuestos a la política de su país y promotores naturales de la lucha por los derechos civiles, los hippies no eran bien considerados por las instituciones clasistas y racistas de sus países; no en vano pueden afirmar, incluso con más derecho que sus predecesores beatnicks, haber sido el primer movimiento-moda juvenil totalmente inter-racial: mientras que los rockers eran generalmente blancos, y los funkies negros, o había un rock’n’roll blanco y otro negro, los hippies no reconocían colores: para ellos era perfectamente normal que un blanco tocara blues y un negro country’n’western. Fundaron gracias a sus nuevas conciencias movimientos que han tenido una importancia indiscutible: el movimiento ecologista fue re-fundado por ellos prácticamente. Lo mismo se puede decir respecto a las ideas de igualdad de sexos y de tolerancia sexual; también las ideas renovadas de igualdad y fraternidad propiciaron un cambio en la forma de ver las relaciones entre los seres humanos y sus culturas desde el respeto y sin «centrismos» culturales de ninguna clase.
Pero tuvieron sus defectos, de entre ellos el más grave fue el abuso de las drogas: desde los planteamientos de Leary y Alpert y otros, los hippies buscaron en las drogas aquel remanso de paz y sintonía espiritual que decían que los indios americanos, los shaivas (adoradores de Shiva) y otros obtenían gracias a su consumo propiciada por una visión bastante sesgada de estas culturas. Las drogas, lejos de enriquecer a la cultura del movimiento hippie, en realidad contribuyó a su destrucción y a propagar la visión de viciosos que de ellos se tenían, una publicidad alimentada por las sucesivas muertes de sobredosis de las grandes estrellas del rock: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Al «Blind Owl» Wilson, Ron «Pigpen» McKernan… Ante esto siempre cabe preguntarse si no fueron los servicios secretos americanos, al igual que a todas vistas parece que hicieron en los barrios negros, quienes promovieron la introducción y el consumo de drogas cada vez más peligrosas en el mundo hippie. A parte de los supuestos espías soviéticos, el enemigo interior que el gobierno americano decía tener era triple: los negros, los estudiantes y los hippies.
Pasaba algo parecido con la libertad sexual o con el marketing. Los hippies fueron víctimas de sus propios vicios: muy pronto la revolución de la conciencia, la libertad sexual y el hacer lo que quieras sinceros y honestos de algunos en principio, atrajo a un número importante de oportunistas a los que las revoluciones les importaba un pito: querían drogas y sexo nada más. Parecido era lo de la exploración espiritual, la cual, una vez fue manifestada por las millonarias estrellas musicales y cinematográficas su afición atrajo a un número significativo de gurús gorrones y charlatanes que, aprovechándose de la inocencia o ignorancia de las estrellas del rock, llegaron a desvirtuar en moda lo que en sus lugares de origen eran religiones serias y repetadas. El elemento bohemio y marginal que habían sido desde el año 64 comenzó a ser un negocio cuando las estrellas del pop británico comenzaron a practicar (o a intentarlo) ese estilo de vida: de repente, entre un grupo de gente que afirmaba despreciar el dinero se comenzó a mover un importante negocio de miles de dólares en la industria discográfica: ser hippie, en algunos sitios, estaba de moda. Pocas veces el utopismo de un mundo sin dinero basado en el respeto a los demás dio sus buenos resultados: Woodstock y Monterrey fueron magníficos, pero también está el desastre de Altamont protagonizado por los Rolling Stones, del que ya hablé un día. El dólar, enemigo declarado de los hippies en un principio, entró entre ellos para destruirlos de la manera más atroz en la que se puede destruir un movimiento juvenil: la frivolización de sus principios en estética y pseudo-elementos; abundan grupos de pop ñoños y frívolos que hacían letras bastante naïves con una pretendida y falsa base hippie.
Si bien los Rolling Stones pecaban de excesiva terrenalidad, los Beatles pecaban de excesiva espiritualidad. La marginación política por la que finalmente la mayoría optaban tenía también su cara y su cruz: se puede entender que ante la tensión, la violencia y el patriotismo exacerbado uno prefiriera apartarse del mundo; pero esto tenía su efecto negativo en lo tocante a las reivindicaciones serias de entonces, ya que se adquiría así cierto halo malsano de esnobismo intelectual muy perjudicial por un lado, y un egoísmo injustificado. Por supuesto hablamos sólo de los pasotas, los auténticos hippies, pues los activistas compartían ciertas pautas y estética, pero porque toda época tiene su estética. Esto fue muy notable también en nuestro país, cuando empezaron a instalarse en Ibiza parecían ignorar que existía una dictadura viva y operante.
En España, el hippismo entró diez años después de lo que se puede considerar su nacimiento, como ha venido siendo la tendencia de este país respecto a las modas y a las músicas, de la mano de Pau Riba, Jordi Batiste o Hilario Camacho, entre otros, dando lugar a grupos de tendencias psicodélicas y de rock progresivo sobre todo en Andalucía y Cataluña: Smash, Triana, Iceberg, Gong, Companyia Elèctrica Dharma, Barcelona Traction… Pero también de otros lugares: Dolores, los gallegos NHU, los vascos Errobi… No obstante, el hippismo a la americana no se entendió muy bien aquí, ya que conllevaba la marginación voluntaria y la no acción política. Dicen las malas lenguas que los que de aquí se hicieron hippies eran niños ricos que podían jugar a hippies y que, cuando se cansaran, podrían volver al puesto que su papá le tenía asignado en la empresa o en el negocio familiar (no sé hasta qué punto de verdad esto fue verdad, pero también se podía decir lo mismo de ciertos activistas).

Los hippies contribuyeron a cambiar el mundo de entonces, no se puede negar. Pero pagaron un precio muy alto, sucumbiendo a sus contradicciones, a sus vicios, quizás por ellos mismos, quizás por una mano negra que mueve los hilos hasta del mismo presidente de los Estados Unidos…

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