
Mal está, tal vez, que uno hable de su propia obra, pero uno de los atractivos de Billy («algo es algo»), que lo dota de originalidad, es que el título de cada capítulo es un fragmento de alguna canción, un pedazo que es relevante y va acorde con el sentido del episodio. Generalmente son de cantautores de España, bien propias, o bien poemas musicalizados de Miguel Hernández, Juan de Loxa, etc.; sin embargo, hay alguna excepción: un poeta uruguayo, un grupo de heavy metal español, y un cantautor y una banda grunge estadounidense.
Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019) es la historia de Guillermo Niño Pérez: un antiguo inspector de la policía política franquista, al que amenaza una querella por las torturas que propició en sus años de servicio, pues ya se salvó de otras, y es perseguido por el recuerdo de la muerte de Gabriel Aceituno, un estudiante agitador al que interrogó brutalmente. Sin embargo, no son estas cosas las que le inquietan, sino un joven vecino cuyo comportamiento errático y su modo de vida misterioso le obsesiona de forma malsana, sacando de él al antiguo inspector que perseguía «malhechores» por su pensamiento y conducta fuera de la norma habitual. Un día, mientras reflexiona sobre cómo esquivar a la prensa que le asedia, un antiguo subordinado le indica que en el periódico se habla de un asesino en serie que imita los métodos de tortura de la Brigada. Tomándoselo como un agravio hacia él y sus compañeros, decide investigar, convencido de tener un sospechoso bastante prometedor.
Me ha quedado algo largo, pero prometo que, en comparación, la novela es más corta.
Antes del odio, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)
Vencida la República en 1939, el régimen fascista de Franco se dedicó a hacer una dura purga contra los ciudadanos que hubieran tenido, aunque fuera presumiblemente, parte en el anterior gobierno legítimo, en el ejército popular, hubiera pertenecido a partidos de izquierdas o regionalistas/ nacionalistas, o hubiera manifestado abiertamente esas ideas. La mayoría de los intelectuales apoyaron ferviente y abiertamente al partido y al gobierno del Frente Popular, entre ellos, el poeta Miguel Hernández, quien pertenecía al Partido Comunista de España. Hernández fue arrestado y encarcelado, llevado a distintas prisiones donde se hacinaba con otros presos; llegó a tener una pena de muerte sobre su cabeza que, finalmente, le sería conmutada; sin embargo, moriría debido a las insalubres condiciones de esas prisiones. En esas estancias, el poeta escribió unos poemas que describían su situación y la de muchos otros, que se reunirían en un libro titulado Cancionero y romancero de ausencias.
«Antes del odio» es un poema estremecedor, en el que Miguel Hernández describe la miseria por la pérdida de libertad, simbolizada en su mujer y su hijo, ausentes y lejanos; también la incertidumbre de una pena de muerte que podía materializarse cualquier noche, arbitrariamente, junto con otros tantos; y, además de eso, la inquebrantable libertad interior del ser humano.
En 1975, el cantautor Adolfo Celdrán, musicalizó este poema para su disco 4.444 veces, por ejemplo, siguiendo el empeño de rescatar a los poetas silenciados, despreciados o tapados por la censura. Celdrán dota al poema de una melodía estremecedora que amplía las palabras del prisionero.
«… me es pequeño y exterior»: el poema resulta la máxima expresión de los pensamientos y sentimientos de un preso por razones políticas, por esa razón merecía su sitio entre los títulos de Billy («algo es algo»).
Campanades a morts: letra y música de Lluís Llach
Vitoria, 3 de marzo de 1976. La crisis económica mundial comenzó a notarse en España con viveza; los obreros, ante los despidos, las retenciones y bajadas de sueldo, van a la huelga, mientras un cierto ministro de economía, convertido más tarde en aristócrata-empresario de éxito, lanzaba arengas tratando de convencer de que no había otra solución porque no había dinero para los sueldos: que había que conformarse, apretarse el cinturón y pedir a Dios que dé lo que que los humanos niegan (bien, esto es una licencia mía). Especialmente trágica era la situación en Vitoria/ Gasteiz, en donde la huelga parecía interminable y la ciudad estaba al borde de la lucha. Ocurrió que, aquel tres de marzo, los obreros y sus familias estaban reunidos en asamblea en la iglesia de San Francisco de Asís, cuando la policía armada arrojó botes de humo provocando que salieran aturdidos y asfixiados; lo que no podían esperar es que su precipitada salida fuera recibida con fuego real. Murieron los trabajadores Pedro Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Romualdo Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido Perea. Vitoria se convirtió en un campo de batalla, mientras el responsable de las fuerzas de seguridad, el entonces ministro de la Gobernación, Manuel Fraga, se lavaba las manos delegando en Martín Villa, ministro de relaciones sindicales. Finalmente, Adolfo Suárez se puso al mando intentando impedir generar más violencia.
El cantautor catalán Lluís Llach cuenta que se encontraba frente al piano cuando oyó las noticias de las muertes; entonces, de una manera instintiva, aporreó sus teclas con fuerza, saliéndole casualmente los primeros acordes de esta canción, al estilo del réquiem de Mozart.
«… y que en la muerte os persiga nuestro recuerdo». El fragmento escogido («i que en la mort us persegueixin les nostres memòries») representa esa persistencia de los hechos morales de cada uno, que acompañan al actor hasta que muera, como es el caso del protagonista, Guillermo Niño, que se resiste a sentir remordimientos por un crimen que cometió, aunque su recuerdo le persiga.
Canción de vísperas, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)
En 1977, Adolfo Celdrán sacó un disco que suponía una colección de las canciones que le habían sido censuradas, total o parcialmente, o directamente prohibidas en algún aspecto (grabación, interpretación o difusión radiofónica), con el nombre de Denegado. En él encontramos la musicalización de un poema de Nicolás Guillén, que, probablemente, hablara de la Cuba prerrevolucionaria. Como es natural, al ser muchos de sus versos muy aplicables a la España de la dictadura franquista, la canción no pasó los filtros de la censura.
El fragmento «El ojo del policía» hace referencia a ese llamado «olfato policial» del que Guillermo Niño dice hacer gala, aunque a menudo constituya solo un montón de sospechas infundadas basadas en prejuicios y primeras impresiones. Del otro fragmento que da nombre a otro capítulo, «… y, sobre la pista, el enano equilibrista», relativo a las sesiones del juicio contra Guillermo Niño por sus torturas, solo diré que siempre me ha hecho gracia cómo Adolfo consiguió burlar la censura, para que se impidiera establecer una relación entre este verso y cierto general famoso por su baja estatura, al presentarlo ante la censura como «… y, sobre la pista, Elena no equilibrista».
Cançó en i (letra y música de Francesc Pi de la Serra)
El ácido y satírico cantautor catalán, Pi de la Serra, era muy dado en sus canciones a los dobles sentidos, de manera que los críticos solían decir de él que lo importante no era tanto lo que cantaba como lo que se dejaba entrever en sus letras. En esta canción en concreto, Quico, como suele llamársele también cariñosamente, enumera un montón de clichés y frases hechas sobre la policía que podían oírse en las noticias, contando hazañas de sus agentes como impedir una violación o ayudar a una invidente a cruzar la calle.
«La policía está al servicio de los ciudadanos» (la policia està al sevei dels ciutadans) es el estribillo recurrente que Pi de la Serra deforma jugando con otras palabras como «oligarquía», «servilía», etc., y que escogí para el capítulo en donde se describen algunos de los discutibles métodos policiales de Guillermo Niño y sus compañeros de la Brigada de la Noche, además de su visión de la acción policial, que recuerda al decidirse a proponerse desenmascarar al asesino psicópata que le imita, El Carcelero.
Doña María, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)
De nuevo un poema del poeta cubano interpretado por Celdrán sirve para nombrar dos títulos de Billy («algo es algo»). Como el anterior, parece ser un poema alusivo a la Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista, en donde mucha gente pobre se ganaba un cierto sueldo como confidentes de la policía política. Algo así ocurrió en España, como podrás descubrir en mi novela. Adolfo la musicalizó y la grabó en su primer disco, Silencio (1970).
«¡Ay, pobre doña María…!», verso incial del poema, me sirvió para titular el capítulo en el que se cuentan las tribulaciones e inquietudes de Marisa, la mujer de Guillermo Niño, ante el juicio que va tomando forma, pero también ante el extraño comportamiento que su marido está adoptando y del que poco le cuenta.
«Rondando anduvo mi casa» es otro capítulo, en el que se describen algunas cosas que hace el exinspector.
Enfermedades de invierno, de Jesús López Pacheco (musicalizado e interpretado por Luis Pastor)
Este poema era un canto contra la intolerancia en días del postfranquismo (los últimos años de gobierno de Franco, previos a la transición), contraponiendo la gente llena de razones que luchaban por la democracia frente a los vilentos sicarios del régimen: los ultraderechistas, que comenzaron a volverse más virulentos a medida que la vida del general se apagaba. Grupos como la Alianza Apostólica Anticomunista (AAA/ Triple A), Guerrilleros de Cristo Rey, el PENS (partido nazi español) y el Batallón Vasco-Español (un grupo parapolicial que realizaba atentados contra miembros de ETA y de la izquierda abertzale), que nacieron a finales de los años 60 para presentar batalla contra los jóvenes contestatarios, los obreros y los curas progresistas, pasaron de limitarse a romper escaparates de librerías y boicotear obras de teatro o recitales de cantautores, obviando palizas eventuales a líderes sociales, a cometer asesinatos.
En enero de 1977, toda la tensión de una transición política muy conflictiva acabó por estallar en pocos días: el estudiante Arturo Ruiz moría durante una manifestación por disparos de los Guerrilleros de Cristo Rey, al día siguiente lo hacía Mari Luz Nájera en la manifestación en protesta por esta muerte por la acción policial desproporcionada, y, finalmente, tres pistoleros de la Triple A asesinaban a sangre fría a los abogados laboralistas Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo, y al empleado del despacho Ángel Rodríguez Leal. Se organizó un funeral multitudinario que estremeció por su silencio respetuoso y su demostración de fuerza pacífica, especialmente los militantes del PCE, al que pertenecían las víctimas, y que todavía era ilegal. Suele decirse que esta demostración fue la que convenció a Suárez para, finalmente, legalizar los partidos democráticos.
Se consiguió detener a los tres ultras junto a algunos cómplices y autores intelectuales, pero no se pudo establecer la relación entre este lúgubre suceso y la responsabilidad en él de personas como Blas Piñar, Mariano Sánchez Covisa, Antonio González Pacheco y otras personalidades que lideraban el movimiento integrista o con cargos en las fuerzas de seguridad.
No recuerdo muy bien, pero creo que el poema es anterior al atentado de Atocha. No obstante, cuando Luis Pastor la musicalizó para su disco Nacimos para ser libres (1977), quiso denunciar toda aquella violencia, resquicios de un mundo que se resistía a morir con irracionalidad e integrismo.
«No vayas a coger alguna bala en los pulmones» es un verso lo suficientemente explicativo. No se llegó a saber lo que realmente pasó entonces, por lo que lo que describo en este capítulo (reconozco que muy influido por la película 7 días de enero de J. A. Bardem) es solo elucubración, inspirada por la teoría de que hubo gente importante detrás de este atentado terrorista con la finalidad de generar conflictividad social; una ficción basada en esta teoría en la que verás el papel que Guillermo Niño, de haber existido, hubiera tenido en aquellos asesinatos.
Es urgente, de Juan de Loxa (musicalización de Virgilio Fernández; interpretación de Aguaviva)
Juan de Loxa, poeta, locutor y promotor del colectivo andaluz Manifiesto Canción del Sur, escribió un texto inspirado por dos sucesos. Uno fue el del atentado de la calle Atocha del que ya hemos hablado; el otro fue el asesinato por la espalda a manos de la guardia civil del estudiante Francisco Javier Verdejo. ¿Crimen? Intentar pintar en una pared la frase «Pan y Trabajo». Es un poema en el que De Loxa contrapone también el mundo de la violencia y la irracionalidad con la del diálogo, las razones y la libertad.
«Allí se dan la paz con las manos manchadas»: de nuevo un verso muy expresivo que se explica por sí solo, alusivo al fervor religioso de unas personas que mandaban y mandaban matar, o mataban directamente. Una frase que un joven seminarista le recita a Guillermo Niño mientras asiste a misa con Marisa.
Están cambiando los tiempos (letra y música de Luis Pastor)
También del disco Nacimos para ser libres, fue una canción que, a pesar de lo que indicaba su título (al menos en apariencia), no estuvo libre de polémicas y boicots, como, por ejemplo, un aluvión de protestas de ciertas gentes a la dirección de TVE por su interpretación en el especial «Yo canto», acompañadas de amenazas serias contra el artista. Sobre todo por el verso que escogí para este capítulo: «No saldrá del agujero», aunque irónicamente se acabó pidiendo que saliera para meterle en otro agujero más familiar.
Galería de perpetuas (letra y música de Pedro Cobos y José Nieto; intérprete: Marisol)
En el proceso de Pepa Flores con romper de alguna forma con su pasado, encarnado en la dulce niña prodigio de nombre Marisol, surgieron discos y canciones interesantes, muy alejadas de aquellas que cantaba en su niñez en aquellas películas ñoñas. Pepa/ Marisol demostraba no solo haber conservado, y hasta perfeccionado, sus dotes interpretativas, sino que podía ser una artista comprometida y para un público adulto. Galería de perpetuas (canciones para mujeres), del año 79, es uno de esos discos, y la canción que daba nombre al disco toda una declaración de intenciones.
Es parte de una historia: Dolores Vázquez, cantante folklórica conocida como La Petenera, cumple cadena perpetua en la prisión de Alcalá de Henares por un asesinato; sin embargo, como confiesa en su carta a su amante, en su opinión cumple esa sentencia por el contenido machista de algunas de las canciones que cantaba, justificando el maltrato y echando sobre la mujer la culpa.
«Su dignidad y su vergüenza» fue el verso escogido para el capítulo en el que una tal señora Lluch relata las torturas a las que fue sometida por el inspector Guillermo Niño (inspiradas por las que relata Lidia Falcón), declarando que, a su parecer, el policía mostraba un desprecio especial hacia las mujeres.
Jo vinc d’un silenci (letra y música de Raimon)
El valenciano Ramón Peleguero Sanchís, bautizado artísticamente como Raimon (con acento en la «o»), se representa a menudo como el cantautor arquetípico en España, pues, junto a Paco Ibáñez, influyó en los cantautores de todos los rincones de España y en todo idioma de manera definitiva.
En su disco Lliurament del cant (1976), aunque con la presentación previa en recitales, incluía esta canción, que es una de las más celebradas, solicitadas y aplaudidas: un himno para la clase obrera, reivindicando la sencillez y desvelando las mentiras que se esconden tras los grandes discursos y los grandes nombres históricos, porque, como él y yo sabemos, es la clase obrera, a la que él y yo pertenecemos aunque nos desclasen, la que hace la historia. ¡Y punto!
«Quien pierde los orígenes pierde identidad» (Qui perd els origens perd identitat) fue el verso elegido para el capítulo en el que narro la infancia y la juventud de Guillermo Niño en su pobre y pequeño pueblo de Extremadura, siendo hijo de un duro y severo labrador que esconde un secreto oscuro y sangriento… Y el sentido es ese: que siendo de clase humilde eligió, al hacerse policía, pasarse al bando de los que oprimen, ejeciendo la labor ejecutiva de esa represión.
Knockin’ on Heaven’s Doors (letra y música de Bob Dylan)
Rompiendo la hegemonía, para este capítulo escogí a un cantautor, pero estadounidense. Y había una razón.
Esta canción, todo un himno pacifista, pertenece a la banda sonora de la película Pat Garret & Billy The Kid, de Sam Peckinpah (1973), aunque ese Billy el Niño romantizado, interpretado por Kris Kristofferson, dista mucho de parecerse a Guillermo Niño (Billy Kid) o a aquel policía al que se apodó así.
«Demasiado oscuro para ver» (Too dark to see) es un verso alusivo al dolor que causa ser el responsable de tanta muerte.
La meva estrella (letra y música de Francesc Pi de la Serra)
De nuevo el genial cantautor catalán. Es una canción incluida en su disco No és possible el que visc (1974), en donde narra un suceso preciso: la represión de una manifestación y cómo, al tratar de ayudar a un viejo en la huida, descubre que es un infiltrado que trata de detenerle.
En ese momento es cuando dice «Todo se ha vuelto de color gris» (Tot s’ha tornat de color gris), refiriéndose al color del uniforme de la policía armada y a su ingente número. Aunque el capítulo que lo nombra no trata exactamente de eso, sino que es en un sentido más literal: todo se vuelve oscuro para el exinspector Guillermo Niño cuando la querella toma finalmente la forma de juicio.
Las cárceles, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Elisa Serna)
Otro poema de Miguel Hernández, esta vez de su poemario de la guerra El hombre acecha, en el cual los estudiosos ven un cambio de enfoque: más preocupación por la humanidad que por el conflicto bélico y el hecho revolucionario en sí.
Es un poema en el que Hernández habla de la represión que se producía en la zona dominada por los fascistas, y una reflexión: que se puede tener a una persona encerrada, pero solo su cuerpo: su alma es libre e inquebrantable.
«No le atarás el alma» De entre otras versiones, escogí el fragmento del poema que canta Elisa Serna, la gran cantautora y gran represaliada por el régimen, en su disco Este tiempo ha de acabar (1974), que era una reedición depurada de su disco publicado en Francia el año anterior Quejido. Elisa comenzó su andadura, influida por Paco Ibáñez, musicalizando poemas, especialmente los de Miguel Hernández. Yo elegí este fragmento para un capítulo en el que se describen algunas de las torturas que Guillermo Niño propiciaba a sus víctimas, porque, en cierto momento oscuro, esta canción me dio fuerzas. Creo que a Elisa le hubiera gustado el libro: espero que en el Cielo tengan servicio de biblioteca.
Los dos gallos (letra y música de Chicho Sánchez Ferlosio)
Chicho, hijo de Rafael Sánchez Mazas y hermano de Rafael Sánchez Ferlosio, dentro de la canción de autor, era una persona tan discreta como fundamental, eligiendo la mayor parte de las veces pasar al segundo plano y componer para otros. Sin embargo, tiene el mérito de ser uno de los grandes precursores. A principios de los 60 «grababa para dos jóvenes suecos, Sköld Peter Matthis y Svengöran Dahl, un número de canciones que saldrán en EP bajo el título
genérico de Spanska Motståndssånger (Canciones de la resistencia española), que fueron editadas en 1963 en Suecia (se reeditarán en LP en el año 1974), con portada e ilustraciones de José Ortega, y bajo anonimato del autor e
intérprete (“Se silencia el nombre por razones de seguridad”, rezaba en sueco la contraportada del disco). Era un encargo de la revista Clarté para un número especial, que se enmarcaría además en una exposición de 1965 en Estocolmo llamada Spannien Annorlunda (España diferente), con obras de pintores suecos y del grupo Estampa Popular» [de mi tesis La creación de una cultura de la resistencia a través de la canción social]. Una de esas canciones era esta: una alegoría sobre la guerra civil en la que enfrentaba a un gallo negro contra otro rojo.
«Otro gallo cantaría» es una alusión a que la historia hubiera sido muy diferente. Por eso utilicé este verso para narrar la micronovela que supone este capítulo, en donde cuento la historia del abogado, primero defensor de los oprimidos y luego acusador del opresor, Alberto Flores Leal, sus encontronazos con Guillermo Niño y su inicio de la demanda que, finalmente, llevará a cabo su hija Cristina. Además, ilustra una frase que describe aquellos encontronazos y luchas de poder como una pelea de gallos. Es todo un homenaje a los abogados laboralistas de los 60 y 70 que se jugaron la piel por los trabajadores y los opositores, por desgracia, en alguna ocasión, literalmente.
Los rockeros van al infierno (letra y música de José Luis Campuzano y Carolina Cortés; intérpretes: Barón Rojo)
Pudiera parecer que, con la elección del himno de los heavies españoles, incluido en el disco Volumen brutal (1981), vuelvo a alejarme de los cantautores de España, pero no es del todo cierto. Los fundadores de Barón Rojo, los hermanos Armando y Carlos de Castro, venían de Coz, otro grupo de rock duro, pero que, además, guardaba buenas relaciones con los cantautores y había apoyo mutuo. Los De Castro abandonaron Coz porque, según versiones, la discográfica prefería las canciones de los otros miembros a las suyas, o bien por la deriva comercial que el grupo estaba tomando, y fundaron el Barón Rojo: el gran grupo de hard-rock de España, sin desmerecer al resto.
«Esa falsa humanidad de los que se dicen buenos»: la elección de esta línea fue algo casual. Tenía puesta la canción y de repente la escuché, y me dije que podría ser uno de los títulos. De hecho, es el título de uno de los capítulos más escabrosos de la novela, en donde relato las inquietudes e inclinaciones y perversiones sexuales de Guillermo Niño, además de su homofobia repugnantemente patente.
Parábola sobre el billar, de Carlos Álvarez (musicalización e interpretación de Luis Pastor)
Este poema es una alegoría sobre la palizas en las detenciones: una bola roja de sangre, tres hombres condenados a chocar… Podían ser dos policías, o, en caso de querer más contundencia, matones contratados. Sergio Rodríguez Tejada, en su Zonas de libertad (libro que me sirvió para documentarme), contaba el testimonio de detenidos que apuntaban a que la policía de Valencia solía recurrir a los servicios de un brutal albañil, apodado Pepe el Boxeador, para llevar a cabo estas labores.
«No puede haber otro juego tan cruel como el billar» es el título del capítulo en el que un poeta y artista narra cómo fue sometido al método de tortura conocido como «la rueda»: un corro de policías o matones (para el caso es lo mismo) se pasan de mano en mano al detenido propinándole golpes.
Pueblo blanco (letra y música de Joan Manuel Serrat)
Se incluye en su álbum Mediterráneo (1971) esta estremecedora canción sobre un pueblo, uno de tantos, que ya agonizaba y donde la tierra parecía amarrar a sus habitantes. Según el cantautor bilingüe, hijo de madre aragonesa, la canción le fue sugerida al contemplar las ruinas de Belchite, el pueblo que quedó destruido durante la guerra y reconstruido en otro lugar.
«Fuerte p’a ser su señor y tierno para el amor»: para el capítulo en el que a Marisa se le empieza a caer la venda de los ojos respecto a su marido, en el que comienza a reflexionar sobre el papel que ambos han tenido en el matrimonio y en lo que ella era para él, solo me interesaba esta línea de «una canción que le gustaba (el cantante, no tanto)».
Què volen aquesta gent (letra de Lluís Serrahima, música de Maria del Bonet; interpretación de Maria del Mar Bonet)
Un estándar ejemplar de canción protesta en España por la trovadora mallorquina. La canción cuenta, de forma épica, a la manera de los juglares medievales, un suceso: el suicidio de un joven estudiante antes de ser detenido por unos hombres. Naturalmente, tanto letrista como intérprete no cometerían el error de decir quiénes eran esos hombres y que el término suicidio era solo un eufemismo. Pero el público era muy inteligente y adivinaba lo que la canción callaba tanto como lo que dejaba entrever el redactor del periódico al tratar este tipo de noticias. Erróneamente suele atribuirse su inspiración al asesinato de Enrique Ruano, que fue posterior a la grabación de la canción; en realidad habla de otro estudiante, también madrileño, que murió en circunstancias similares: Rafael Guijarro Moreno. Sin embargo, la canción sirve a ambos indistintamente. Realizó una adaptación al castellano muy fiel Elisa Serna.
«La ley una hora señala» (la llei una hora assenyala) y «Murió de una llamada al romper el alba» (traducción libre de n’és mort d’un truc a trenc d’alba): dos frases de la canción para dos capítulos que giran en torno al mismo tema. En Billy («algo es algo») me inventé un personaje ficticio, un joven llamado Gabriel Aceituno Arrendajo, que tuvo una suerte parecida a la de Guijarro y Ruano. El recuerdo de su asesinato es, en gran parte, el leit motiv de la novela.
«Alguna trovadora escribiría un romance describiendo un hecho similar: podrían prohibírselo, pero el romance correría de boca en boca» (Billy («algo es algo»)).
Refranívocos, de Mario Benedetti
El genial poeta uruguayo elaboró un poema en el que truncaba la segunda parte de refranes y dichos populares, cambiándoles el sentido, o inventándose algunos. Inolvidable la mezcla de su recitado junto a «El diablo en el paraíso» de Violeta Parra, interpretada por Daniel Viglietti.
«… pero algo es algo»: No, no es espoiler, si conoces el poema en sí. Ese «algo es algo», que además tomé como subtítulo, viene a significar que, a pesar de las injusticias, de alguna manera la literatura, el arte en general, viene a brindar un cierto consuelo, por pequeño que sea. Como ya sostuvo Gramsci, a través de la literatura el humilde puede soñar con la venganza sobre el poderoso.
Smells like teen spirits (letra y música: Kurt Cobain, Dave Grohl, Krist Novoselic; intérpretes: Nirvana)
El himno de los grunges se publicó en el disco Nevermind (1991), y, alcanzó tal éxito, que el grupo llegó hasta a cogerle manía. No se les puede quitar la razón, cuando un sonido tan sucio como encantador, el santo y seña de los desarrapados despreciados por la sociedad biempensante, entró por la puerta de los éxitos discográficos hacia la aceptación social.
«Ya estamos aquí, diviértenos» (Here we are now, entertain us): aquí sí me alejé del todo de la hegemonía de títulos de canciones de cantautores españoles. La razón es más personal y su elección no fue fácil del todo. En este capítulo, a través de nuestros alter-egos, intervenimos mi pareja, Cristina Bermejo Rey, que también es escritora (buscad su Trece relatos de amor maldito), y yo, encarnados en unos periodistas autónomos especializados en asesinos en serie, a los que Guillermo Niño requiere para ser asesorado acerca de El Carcelero. Y la canción, sin más, sonaba durante nuestro primer beso en Bar Garaje (Travesía del Pilar 2, Getafe, Madrid).
Anti-social (letra y música de Bernie Bonvoisin y Norbert Krief; intérpretes: Los Suaves)
Esta versión del grupo gallego de la canción de la banda francesa Trust? (con el precedente de Anthrax) no pertenece a los títulos de los capítulos, porque no me percaté de su letra hasta después. Cuando la escuché, pensé que podría haber estado genial, pero ya era tarde, así que siempre procuro incluirla en las publicaciones a modo de epílogo.
