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La Hoguera (3-V-2015): ¡Gloria a los Muertos del Mundo del Trabajo!


Funeral_abogados_AtochaLos años 70 fueron especialmente conflictivos en el mundo laboral: las justas peticiones de aumento de salario, reducción de jornada, mejora de las condiciones laborales en general y el formar un sindicato propio, se saldaron con multas, cárceles e incluso el asesinato a sangre fría. Los poetas y cantantes concienciados quisieron denunciar estos hechos y hacer un homenaje a los mártires del mundo del trabajo. Éstas son sólo algunas de ellas, que, como dice la primera canción, esas sevillanas rebeldes de Gente del Pueblo, relatan “¡Qué duros son los caminos!”.

El caso, por ejemplo, de Amador Rey y Daniel Niebla, obreros ferrolanos asesinados por la policía el 10 de marzo de 1972 (dando lugar al Día da Clase Obreira Galega), inmortalizados en un poema de Uxío Novoneyra que Bibiano musicalizó y cantó. O el de los líderes sindicales encausados en el llamado Proceso 1001 (entre ellos, Marcelino Camacho, referente moral de la lucha obrera), héroes de un romance flamenco compuesto y cantado por Manuel Gerena.

Estudiantes, obreros y abogados asesinados por la guardia civil, como Javier Verdejo, cuya pintada por el pan, el trabajo y la libertad, fue interrumpida por un disparo; o los abogados de la calle Atocha, cuyo atroz asesinato por un grupo ultraderechista conmocionó a toda la sociedad. Ambos casos reflejados en un poema por Juan de Loxa, que sería cantado por Aguaviva. Y es que eran tanto los casos, y pocos los que quedaron sin alguna canción, fuera directa o indirecta, que hubo quien, como Imanol, dedicó canciones a todos ellos y, en su caso, alternando el castellano y el euskera.

Pero, a pesar de todo esto, todas las manos, todos los esfuerzos, son necesarios; Luis Pastor lo recordaba, apoyándose en el refranero popular, en su canción “Un grano no hace granero”, que se puede escuchar de fondo por falta de tiempo.

Funeral Vitoria 1976Y si hubo un caso en el que quedó patente la falta de diálogo del gobierno resultante de la dictadura, y de su poca predisposición hacia el cambio democrático, ése fue la violenta represión de los obreros vitorianos en 1976: mientras el ministro de la gobernación (hoy diríamos, del interior) Manuel Fraga estaba en Alemania, convenciendo a la sociedad internacional del cambio democrático en España, las fuerzas del orden, sobre las que tenía potestad, acribillan una asamblea de trabajadores, resultando cinco muertos, ante su indolente indiferencia. Cuando regresa, ante la indignación de la práctica totalidad de la población, sólo es capaz de advertir de que eso debiera “servir de ejemplo” a quien sobrepasa las líneas marcadas. A día de hoy, mientras hay quien trata a esta persona de “padre y ejemplo” de la democracia, los ministros que estuvieron con él, como Martín Villa y Osorio, responsables de la situación, sin ningún pudor en absoluto se atreven a decir que los manifestantes pertenecían al entorno de ETA, que sobrepasaron las líneas rojas y agotaron la capacidad de paciencia del gobierno. Cuenta el gran Lluís Llach que, cuando estaba oyendo las noticias se encontraba sentado al piano, y casi instintivamente golpeó con fuerzas sus teclas, surgiendo los acordes de la canción con la que denuncia a los responsables y rinde homenaje a los obreros: “Campanades a mort”.

Escuchar:

http://www.ivoox.com/gloria-a-muertos-del-mundo-del-trabajo-audios-mp3_rf_4440310_1.html

http://www.getafevoz.es/programas/la-hoguera/

Legalizando a ritmo de rock


“SI EL MUNDO NO SE ARREGLA POR SI SOLO, HABRÁ QUE HACERLO CON UNA BUENA…COZ”

Grito de guerra con el que la banda comenzaba sus conciertos en los primeros tiempos -Heavy Rock – Popular 1 – # 9 (1984)

Mitin del PCE en Torrelodones (Madrid), el domingo 12 de junio de 1977. Faltaban tres días para los primeros comicios legislativos de la democracia y el partido logró reunir a 300.000 personas.Tal día como hoy, en 1977, el entonces presidente Suárez daba un paso importante en aquello de la transición democrática: tras idas y venidas de emisarios y mensajeros entre el gobierno y el entonces ilegal Partido Comunista de España, reuniones clandestinas con Santiago Carrillo, y la demostración de responsabilidad de sus dirigentes y, más importante, la de civismo de sus bases y simpatizantes (mucho mayor que aquellos “defensores de la civilización occidental” que seguían diciendo que legalizarlos supondría la venida del caos), Suárez decidía legalizar en la Semana Santa de aquel año legalizar al “enemigo secular”. Fue un paso valiente y arriesgado, ya que muchos de los ministros, tanto civiles como militares, no es que fueran reacios, sino que eran hostiles, y amenazaban, indirectamente, aunque a veces muy directamente, con sus “ruidos de sable”: tras la legalización efectiva, el general Gabriel Pita da Veiga, a la sazón ministro de marina, al presentar su dimisión, se convertía en el capitán de una “rebelión” contra la decisión gubernamental; otros militares y cabecillas de la ultraderecha llenaban las páginas de los diarios ultras con incendiarias cartas y editoriales llamando abiertamente a la insurrección. Es de ley decir que tanto el presidente Adolfo Suárez (aun con sus luces y sus sombras) como el ministro de defensa, el general Manuel Gutiérrez Mellado (de quien he llegado a leer en algún medio ultra que era “agente de Moscú”), realizaron una labor encomiable, sobre todo al intentar apaciguar los ánimos de aquellos por lo que tenían que responder desde sus cargos.

Dolores Ibárruri y Rafael Alberti bajan las escaleras del Congreso en las primeras Cortes democráticas tras las elecciones.  MARISA FLÓREZPor su parte, la alegría de los dirigentes, las bases y los simpatizantes del PCE era desbordante, sobre todo porque ya no tenían que esconderse, y se manifestaban abiertamente. El partido, por entonces, gozaba de gran popularidad, además de muchas simpatías internacionales (debido a que con aquello del “eurocomunismo”, su secretario general Santiago Carrillo afirmaba alejarse de la temible y desprestigiante línea dura del estalinismo). Eran muchos, también, los artistas e intelectuales de toda generación, que o estaban afiliados o eran simpatizantes: veteranos literatos como Rafael Alberti y Gabriel Celaya eran una buena credencial; y con ellos, artistas e intelectuales algo más jóvenes. De entre ellos, destacaban los cantautores y los músicos, muchos de ellos reunidos en torno a algo que se llamó “Colectivo Musical del PCE”, que fue el que sacó un disco, dentro de la serie de discos llamado “Hablan los partidos”, que alternaban temas musicales con discursos de los dirigentes: Partido Comunista de España era el volumen 8º de esta serie, y reunía alocuciones de Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo, Simón Sánchez Montero, Marcelino Camacho, Pilar Brabo, Ignacio Gallego y Ramón Tamames, con los temas musicales de Víctor Manuel, Ana Belén, Teddy Bautista y Coz, mítico grupo de rock que es hoy nuestro protagonista.

Coz fue uno de las primeras bandas de rock duro surgidas a finales de los 70, con el precedente de Triana, Asfalto, Bloque, Smash, etc., y, al igual que el resto de estas bandas, tenía un marcado cariz izquierdista: era natural, ya que casi todas ellas procedían de los barrios obreros, y a muchos de ellos les Coz, ¿en la fiesta del PCE?unía cierta afinidad peculiar con los cantautores de la época: Benedicto afirma en su libro Sonata de amigos, que –por cosas de la época- él y Bibiano tuvieron que pasar el examen ante el sindicato de espectáculos, estuvieron presentes como grupo de apoyo, además de cantautores como Elisa Serna, esta banda de rock duro, que ejercieron una cierta presión sobre el tribunal examinador. Desde entonces, Coz ha conocido diversos cambios desde su etapa inicial. En ésta de los inicios, la banda estaba dirigida por los hermanos Amancio y Carlos de Castro, que posteriormente formarían otra banda mítica, Barón Rojo; ellos son los coautores de esta canción junto al bardo asturiano Víctor Manuel, y que se recogía en dicho disco:

Rock de la legalización

Acaba de cumplir cincuenta y seis
que van del charlestón al rocanrol.
Acaba de cumplir cincuenta y seis
y ya podemos ver la luz del sol.
Nadie se esperaba esta explosión,
sábado caliente de resurrección.
Ya soy legal.

Las banderas rojas sin cesar
siguen invadiendo la ciudad.
Jóvenes y viejos se unirán
lágrimas y risas por igual.
Alguien rescató el viejo carnet
que estuvo escondido en la pared.
Ya soy legal.

Esto sí nos tiene que ayudar
a crecer sabiendo trabajar.
Sólo se me ocurre señalar
que la juerga acaba de empezar.

Víctor Manuel – Amancio y Carlos de Castro

http://www.cancioneros.com/nc/9386/0/rock-de-la-legalizacion-victor-manuel-san-jose-armando-castro-rueda-carlos-castro-rueda

El disco se puede descargar de aquí: http://www.mediafire.com/download.php?s4mkhm9k7xsis46

50 años del CAUM


logo 1962Con motivo de la entrada de España a principios de los 60 en las Naciones Unidas, que implicaba acatar los preceptos de la UNESCO y reconocer y aplicar la Declaración Universal de los Derechos Humanos (uno de los mejores frutos de la Ilustración y de las Revoluciones burguesas), un grupo de intelectuales opuestos al régimen de Franco, a imitación del ya existente Club de Amigos de la UNESCO de Barcelona, deciden abrir uno en Madrid: el Club de Amigos de la UNESCO de Madrid (CAUM). Las razones para abrir estos clubs, que estaban repartidos por todo el mundo, era que los preceptos de la UNESCO eran, debido a su sistemática violación por parte del régimen (entre otros, en 1963 era fusilado Julián Grimau, y no sería el último), completamente antifranquistas. El club realizó una excelente labor difundiendo cultura y educación a través de sus talleres, ponencias, excursiones, de los más diversos temas: homenajes a Antonio Machado y a Miguel Hernández, charlas sobre Copérnico y Marie Curie, estudios sobre Rembrandt, conferencias sobre asuntos sociales, feminismo, ecologismo… Por sus dependencias pasaron, colaboraron y/ o pertenecieron algunos de los intelectuales más lúcidos: desde Luis Rosales hasta el gran profesor José Luis Abellán, pasando por Fernando Fernán Gómez, Aranguren, Tierno Galván, Antonio Gala, Saura, Forges, Bardem, Marcelino Camacho, Manuel de Cos, Rafael Taibo (el presidente más longevo del club)… Todo tipoCONCENTRACIÓN POST ATENTADO de intelectuales: escritores, poetas, actores, músicos, economistas, científicos de todos los campos, etc. Pero pronto sus actividades comenzaron a recabar la atención del aparato represor del régimen, que comenzó por restringir algunos talleres (incluso los más inofensivos) a únicamente los miembros del club, cuando no denegado su permiso totalmente, y como solía pasar, a última hora. El club fue cerrado por la autoridad hasta en tres ocasiones, prohibiéndosele además la difusión de materiales, siendo la más larga la que ocurrió en enero de 1975 y que duró 22 meses. La transición, como para tantos, no resultó fácil para el club, que en 1980 sufrió un atentado terrorista con bomba en sus dependencias por parte del grupo paramilitar Batallón Vasco-Español; por suerte, a parte de las pérdidas materiales, no hubo muertos, pero es de lamentar la ceguera consecuente de María Dolores Martínez y la pérdida de una mano de Luis Enrique Esteban, dos de sus directivos. Ignoro, por ahora, si alguna vez se detuvo y se encarceló a los responsables.

http://vimeo.com/20037085

Por el CAUM pasaron también muchos cantautores, aunque la prohibición inoportuna no les permitiera actuar, como fue el caso de Paco Ibáñez; y otros sí:1.elisa serna Elisa Serna, Hilario Camacho, José Menese, etc. Mención especial requiere la actuación de Raimon en 1965, quien iba a actuar en un programa especial sobre los derechos humanos en el Teatro de la Zarzuela, pero su actuación fue prohibida, y tuvo que actuar en la sede del CAUM de Tirso de Molina: la afluencia de público fue tal, que se pusieron altavoces en las ventanas y en los balcones para que la audiencia pudiera seguirlo desde la calle; y así, en realidad, la primera actuación de “el poeta de la cançó” no fue la de la facultad de Económicas de 1968, sino ésta, y, además, resulta que es Raimon el primero en dar un concierto para la calle, adelantándose a Jefferson Airplane en Nueva york (1968) y a los Beatles en Londres (1969):

El 15 de febrero de este año tuvo lugar en su histórica sede de Tirso de Molina el primero de varios actos en conmemoración de su 50 aniversario, que se cumplió ayer. El acto fue conducido por el gran Antonio Gómez, uno de sus miembros más eminentes, que ha estado detrás de muchas de las cosas que se han preparado para esto, incluyendo el acto preparado para hoy en Rivas. Allí acudieron la mayoría de los socios y directivos históricos, con mención especial al fotógrafo Manuel de Cos, que Antonio no dejó de referenciar; su presidente actual, Rafael Jerez Mir, dijo unas palabras, recordando constantemente a su maestro Eloy Terrón; Elisa Serna también se dejó caer por allí, como Luis Pastor y Lourdes Guerra, que ofrecieron un recital de dos canciones:

Desde 1961 hasta hoy, el CAUM ha estado presente en todos los sucesos relacionados con los Derechos Humanos de nuestro país: las ejecuciones de Grilogomau, Puig Antich y las de septiembre de 1975; la amnistía para los presos políticos, el “Proceso 1001”, el “proceso de Burgos”, el NO a la OTAN, apoyando a la insumisión y a la objeción de conciencia contra el servicio militar obligatorio, la guerra del Golfo, la de Iraq, la de Vietnam, cualquiera… Hoy por hoy, aunque sin la intensidad, por diversas razones, de los días pasados, Tirso de Molina 8 abre las puertas a todos aquellos que quieran venir.

http://www.caum.es/index.php

FOTOS INÉDITAS DE LA PRIMERA VISITA DE PACO IBAÑEZ A MADRID (1968) – Por ANTONIO GÓMEZ


Hoy traemos un relato por el gran Antonio Gómez, que honra esta página siguiéndola y haciéndonos pensar que no está tan mal lo que hago yo aquí, con motivo del 50 aniversario de Club de Amigos de la Unesco de Madrid (CAUM), asociación legal que promovía la defensa de los Derechos Humanos y que constituyó cierta manera semilegal de posicionarse contra el régimen; entre sus miembros, como Antonio nos contará a continuación, se encontraba, como le denominó Serrat, “el ebanista”.

FOTOS INÉDITAS DE LA PRIMERA VISITA DE PACO IBAÑEZ A MADRID (1968)

CAU_COS CAUM DE COS AÑO DDHH dd_mm_AAAA PACO IBÁÑEZ esp10 vc F 306Paco Ibáñez vino a España por primera vez como cantante en 1968. Actuó primero creo que en Mataró, en Catalunya, y luego vino a Madrid, donde intervino en un programa de TVE cantando “Andaluces de Jaén”, que fue un bombazo. Además, también actúo en el programa “Caravana”, de Ángel Álvarez. Quizás sea menos conocido que en ese viaje conoció a los miembros del grupo La Tragala, ex Canción del Pueblo, es decir, Hilario Camacho, Elisa Serna, Ignacio Fernández Toca y José Manuel Bravo, Cachas, además de los miembros “mudos” del grupo: Mari Laly Salas y yo mismo). Se vieron en el Hotel Cuzco, dónde le había instalado su editor Moshe Naim, lujosa residencia por aquel entonces que no dejaba de intimidar un poco a Paco, o al menos eso dejaba entrever. En aquella entrevista, por cierto, Paco les cantó “Érase una vez” y “Me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá”, las adaptaciones que acababa de hacer de poemas de José Agustín Goytisolo que aún no había grabado, y la versión del albertiano “A galopar”, todavía sin terminar y en la que sólo cantaba el estribillo y recitaba el resto.CAU_COS CAUM DE COS AÑO DDHH CONCIERTO dd_mm_AAAA esp10 vc F 298

Al terreno de lo prácticamente desconocido pertenecen otras dos anécdotas de aquella primera estancia madrileña de Paco. La primera intrascendente, pero curiosa, y la segunda más significativa y causa de las fotos que te envío.

Una de las curiosidades de Paco en aquel viaje era probar el cocido madrileño, que nunca había comido. Tras expresar ese deseo, que no quería realizar en un restaurante, al fin lo hizo en la casa de uno de los de La Tragala, en Carabanchel Alto. Por cierto, le gustó. Unos días después, el padre del joven anfitrión le comentó a su hijo: “Oye, esta mañana al salir del trabajo he visto paseando a tu amigo y menudo calamidad: iba leyendo el periódico, sin afeitar y con el abrigo echado sobre los hombros, descolgado de uno de ellos y casi arrastrándolo por el suelo. Y él ni se enteraba”.

PACO IBAÑEZ 1968Y ahora por fin vamos, después de este largo prólogo, con las fotos, que es lo que importa. En 1968 se cumplía el 20 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, principal arma ideológica del Club de Amigos de la Unesco de Madrid y cuya simple reivindicación se convertía ya en una acción profundamente democrática y antifranquista. Para conmemorar el aniversario se organizó un acto en el que debían participar, entre otros, Rafael Taibo, el presidente del Club, Gregorio Peces Barba, Leopoldo Torres Boursolt y yo mismo. Además iban a cantar Hilario, Ignacio y Cachas, de La Tragala, y el propio Paco, cuya actuación fue finalmente prohibida. No obstante, y como era habitual en el CAUM, pese a la prohibición se sentó a Paco en la mesa, que no pudo cantar ni hablar, pero allí estuvo, recibiendo los aplausos del público.

A esa no actuación pertenecen las fotos. En ellas se ve a Paco sentado en la mesa, saludando y, finalmente, firmando autógrafos al numeroso público que acudió, pese a que el acto en generala sólo estaba permitido para socios del Club. Las fotos, todas menos una, que es la que se ve mejor, están sacadas de una grabación en super 8 que se hizo del acto. En la que se le ve en primer plano, quien medio aparece detrás es Xavier Rivalta, su compañero y amigo de tantos años.

Manuel De CosMención aparte merece el fotógrafo, Manuel De Cos. Nacido en 1920 en un pueblo de Santander, fue detenido con 17 años, cuando los sublevados entraron en su pueblo en 1937, más que por su actividad política por la de su padre, un hombre de izquierdas que había escapado a Francia, de dónde regresó a Madrid para seguir luchando, se exilió al final a Francia y acabó su vida en el campo de concentración de Mathausen. De Cos hijo estuvo cuatro años en la cárcel, de donde salió poco arrepentido, porque se unió a la guerrilla y cuando está terminó, prosiguió su militancia comunista hasta sus 90 años actuales. Desde los años 50 pensó que la fotografía era la mejor forma de fijar una cierta imagen del mundo, y empezó a retratar con una vieja cámara soviética de cortinilla los temas que le interesaban, entre ellos las actividades del CAUM, del que fue socio fundador. En su archivo hay más de 100.000 negativos o imágenes digitales (porque todos los medios utiliza) y miles de horas de grabaciones en video, fundamente de los temas que le preocupan: la actividad de la izquierda (la de verdad, no la que sale como tal en los telediarios) y la naturaleza (se la que es defensor antes de que se inventara la ecología). La última vez que le vi estaba fijando para la historia el velatorio y el entierro de Marcelino Camacho.fachada 2010

También se puede hablar un poco del local donde sucedió la historia, el Club de Amigos de la Unesco de Madrid (CAUM). Creado en 1961 por un grupo de personas de distinta procedencia pero unidas por el enfrentamiento con la dictadura, el año que viene cumple su cincuentenario. En ese tiempo ha sido, durante el franquismo y después, el principal lugar dedicado a difundir una cultura popular y crítica y a luchar por la libertad, la igualdad y la justicia, es decir, por una democracia auténtica y no una parodia formada por mentiras, engaños, explotaciones, injusticias, corrupción y desigualdades de todo tipo. Vamos, por la utopía de la felicidad contra la miseria moral de la sociedad actual.

Antonio Gómez

Marcelino


Marcelino Camacho

(1918-2010)

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Sindicalista

Marcelino

Ya estas aquí de pie,
inquebrantable aliento de nosotros.
¿Qué dirán ahora los que ayer?
Te cubrían de lodo.
Cuando habla la razón no cabe la revancha ni el rencor

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Ya estas aquí de pie
con esa forma tuya de enseñarnos:
dos pasos adelante y uno atrás,
si es necesario.
Se trata de luchar teniendo como arma la verdad.

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Ya esta aquí de pie
para brindar tu ejemplo al compañero
que dijo alguna vez no puedo mas
y aquí me quedo.
Será fundamental que todos defendamos la unidad.

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Ya estas aquí de pie,
semilla de un mañana victorioso,
cimiento de una patria elemental
donde hablen todos.
Se trata de arrancar, nunca se regaló la libertad.

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Letra y música:

Víctor Manuel

Historia de la canción de autor: 1975-1980


Joan Manuel Serrat en el teatro Tívoli, Barcelona 1972 http://www.sinera.org/tot-art/soliart/index.htm Por resumir someramente lo narrado hasta ahora, diremos que el panorama que se vivía en el mundo de la canción de autor a principios de los años 70 era sumamente contradictorio: por un lado, nunca había estado tan de "moda" protestar (algún camaleón quiso hacer su agosto aprovechando el tirón), pero, por otro lado, estaba volviéndose una práctica peligrosa de nuevo. Si bien, ciertos elementos gubernamentales podían tolerarla porque generaba dinero, también se hacía lo imposible para taparla: prácticas que iban desde la incontestable prohibición gubernamental, pasando por la vigilancia policial, hasta enviar a los matones de Cristo Rey a reventar el recital: resulta sintomático que durante la segunda mitad de los años 70, a pesar de la aparente liberta de expresión que había comenzado, la prohibición de recitales era enfermizamente usual. Sin embargo, en radio y en televisión había llegado una nueva generación de profesionales: los Ángel Álvarez con su caravana (título de su programa), los Carlos Tena, los Moncho Alpuente, los Ismael con su Banda del Mirlitón, e, incluso, cabría hablar de la labor de des-sentimentalización, psicodelización, erotización e ironización de Valerio Lazarov como director de TVE. Este panorama brindaba a muchos cantautores el poder subir a un escenario público, ante toda España: tal fue la muestra del perdón nacional-popular a Serrat por negarse a cantar en Eurovisión si no lo hacía en catalán: un concierto en el 74 dentro del espacio "A su aire".
Pero si bien comercial, artística y mediáticamente la situación era relativamente buena, no lo era tanto políticamente. A nivel internacional, los primeros 4 años de la década habían entrado con un ruido ensordecedor: la matanza de los estudiantes de Kent State, en EE. UU, el golpe de estado de Pinochet y su violenta y condenable represión contra la población civil, la Revolución de los Claveles portuguesa… Muchas cosas a la que el régimen franquista no era ajeno, y le empezaba a ver las orejas al lobo, pues, siguiendo lo ocurrido en Portugal, y en su manía de no abrirse del todo, el régimen decidió endurecer sus últimos años de existencia: dentro del país sucedían cosas que parecían presagiar que al general se le acababa el invento y que, aunque ya son de vox populi, siempre conviene recordar: ya no eran sólo las huelgas de estudiantes y trabajadores, ni siquiera eran solamente los atentados de las bandas armadas; era incluso algo más grave: el régimen corría el riesgo de perder sus dos pilares fundamenteales: parte del clero se había declarado en oposición y en rebeldía contra el régimen, los curas rojosVíctor Jara con la guitarra al hombro siempre, como se los llamaba -con más o menos justicia, según casos- y se les aplicaba el mismo tratamiento que a los presos políticos "comunes"; y, por otra parte, la Revolución de los Claveles puso en alerta al régimen, que descubrió elementos discordantes en el ejército: procedió a disolver a la UMD (Unión Militar Democrática) y encarcelar a sus miembros.
Fue por esos tiempos cuando sucedieron dos hechos que, de alguna manera, dignificaron la canción de autor (aún más). El primero, un hecho triste, fue el asesinato de Víctor Jara en 1973: pienso que aquel hecho fue análogo al asesinato de Federico García Lorca, pues demostró que el "cantante social" podía estar tan en el punto de mira como cualquier responsable político: esto quería decir que el cantante, quisiera no, tenía cierto protagonismo político-social. El segundo, mucho más alegre, fue la acertada elección por parte de los militares portugueses de la canción "Grândola, vila morena", del cantor portugués José Afonso; este hecho, demostró a su vez, que el cantor era capaz de remover conciencias y -sé que en mí ya sueña trillado- alimentar esperanzas. Sin embargo, no fue por estos hechos únicamente, aunque contribuyeron, que al llamado "cantante social" se le empezara a tomar muy en serio, con lo de positivo y negativo que esto conlleva.
Las Madres del Cordero (http://malablancayenbotella.blogspot.com/) Por supuesto, toda esa seriedad puede llegar a ser insoportable, sobre todo si se aspira sólo a hacer canciones: de ahí la feliz ocurrencia de la canción satírica, tan eficaz, o incluso más, que la canción seria o convencional. Aquí brillaron con luz propia autores satíricos como fueron y son Pi de la Serra, Las Madres del Cordero, Javier Krahe, Desde Santurce a Bilbao Blues Band, e incluso Hilario Camacho, Jesús Munárriz y Luis Eduardo Aute (de este tema hablaremos más adelante).
Acababamos el capítulo anterior con una frase. Una día de Noviembre -el 20 para más señas- el presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, hablaba en un comunicado especial a los españoles; en tono compungido dijo aquella frase que muchos llevaban esperando: "Españoles, Franco ha muerto"… Uno ha leído mucho, visto muchas películas, documentales, etc., sobre aquel día: pero aún así, ni remotamente puedo sintetizar o condensar el caudal emocional que para muchos supuso tan ansiada noticia: era una pesadilla que ¿acababa?… Pudiera parecer que sí, pero incluso había sus dudas: aunque el sucesor del caudillo, el príncipe de Asturias Juan Carlos había (dicen, yo no juzgo) mostrado su intención de cambio, la presidencia de Arias Navarro pesaba como una losa todavía, y junto a él los pilares tradicionales del franquismo.
En 1976 se abrieron algunas libertades, especialmente de expresión, aunque los partidos y sindicatos seguían siendo ilegales. Pero de nuevo, el gobierno de Arias Navarro y el ministro de la gobernación, Manuel Fraga, daban una de cal y otra de arena, y parecían reacios a la apertura democrática.
Aquellos años 76 y 77 fueron unos de los más duros: curiosamente, muerto Franco, muchos lo recuerdan como un bienio de especial y masiva represión, debido a que fue un año políticamente muy activo, y más de uno vio la sombra de la guerra civil planear de nuevo sobre nuestras cabezas. Ocurrieron muchos sucesos desagradables, como los muertos de la manifestación obrera de Vitoria y otros casos más que aún están pendientes. José Antonio Labordeta recuerda que el 76 fue uno de los años más duros de entonces, debido a la reacción política oficial y extra-oficial. Los cantautores vieron como, al contrario de lo que se esperaba, se les prohibía subir al escenario, o les anulaban la actuación a mitad de recital, al mismo tiempo que parecían gozar de mucha más libertad de expresión, aunque fuera, de nuevo, muy relativamente. Los conciertos contaban con fuerte presencia policial (que no pagaba entrada) de uniforme y de paisano, dispuestos a actuar a la menor provocación -y si no eran los policías, eran los temidos grupos de ultraderecha-.

www.triunfodigital.com El caso más conocido y claro es el del propio Raimon: en 1976, Raimon, tras ocho años de veto en Madrid, vuelve para dar cuatro recitales. Al primer recital acuden gentes de la política y sindicalistas (Felipe González, Santiago Álvarez, Marcelino Camacho…), de la cultura (Gabriel Celaya, visiblemente conmovido ante la ovación que recibe a su entrada) y todo un abanico de gente: estudiantes, trabajadores, amas de casa, ancianos, niños… Raimon cuenta como, de no haber sido por la sangre fría de su esposa, el responsable policial hubiera gaseado a todo el pabellón de deporte del Real Madrid, porque al policía al cargo le pareció que el público se estaba pasando; Raimon, fríamente le espetó: “Yo he hablado con el gobernador, y sé hasta dónde puedo llegar”. La conclusión de todo esto es que, a pesar de que el recital pudo acabar en la más perfecta y ejemplar normalidad, el ministro Fraga, leyendo el informe, decide suspender los recitales restantes.

Por supuesto, los cantantes tampoco se podían dar muchos "lujos", ya que, fuera directa o indirecta su responsabilidad, la multa la abonaban ellos. Por esa razón, la gobernación civil y el Ministro de la Gobernación (un tal Fraga, no sé si os suena) prohibían dichos espectáculos: no era de extrañar, pues se trataban de espectáculos en los que los gritos de "Amnistía y libertad" eran una constante; si bien había sido así ya antes, los recitales se convirtieron en auténticas manifestaciones políticas, regionalistas muchas veces, y antifranquistas todas.
Trobada dels Pobles: un joven salta al escenario agitando una ikurrina Aun así, se multiplicaban los recitales en beneficio de los partidos, los sindicatos, los presos políticos: por ejemplo, el recital conjunto que dieron Bibiano y Benedicto en beneficio de Santiago Álvarez, dirigente comunista que estaba preso por entonces, y que se grabó y distribuyó en cassette clandestinamente. Empezaron a prodigarse los recitales multitudinarios, que consistían en contar con la actuación de al menos un cantautor por región (incluido Sáhara) y artistas invitados de Latinoamérica y Portugal. Muchos de ellos no llegaron a celebrarse por la presencia de banderas ilegales: dichas banderas no eran más que la ikurrina vasca y la senyera catalana entre otras banderas hoy oficiales y legales, por ende: eso fue lo que le ocurrió a "La trobada dels Pobles" en Valencia, por poner un ejemplo. Mucho más humilde, pero igual de bonito, eran los recitales de barrio: a finales de los 70, España no fue una excepción a la crisis económica, propiciada por una crisis energética derivada de la guerra árabe-israelí, y, quienes más sufrieron las consecuencias (sin que esto constituya novedad alguna) fueron los barrios populares de Madrid, Barcelona, Bilbao… En Madrid -caso que conozco más cercanamente- la miseria estaba sumiendo a barrios como Vallecas, San Blas y otros en la marginalidad; los vecinos, entonces, se organizaron para cuidar el barrio con diversas actividades: una de ellas consistió en los recitales que Luis Pastor, Suburbano y otros dieron por aquellos barrios: en el caso de Pastor, por Vallecas, por supuesto.
Por poner ejemplos de lo que se cantaba en esos cuatro años desde la muerte del dictador: "…por mucho que le llaméis no saldrá del agujero…" ("Están cambiando los tiempos", Luis Pastor), "…y ya he visto a más de uno ir a rezar a ver si el Señor en su infinita bondad les resucita al general." ("Todos naufragan", Patxi Andión)… Sobran comentarios. Sin embargo, a pesar de todo, un espíritu de esperanza latía en la garganta de los cantores. En canciones y discos como "Están cambiando los tiempos"; de Luis Pastor, "Pola unión", de Benedicto sobre un poema de Curros Enríquez; "Canto a la unidad de verdad"; "Irabazi dugu" (ganamos) de Urko; o en los títulos de LPs como Estamos chegando ó mar (Bibiano), Está despuntando el alba (Los Juglares), Y todavía respiramos (Los Lobos), Presagi (Ramón Muntaner) Con la ayuda de todos (Joaquín Carbonell) en 1976, y ¡Choca la mano! (Elisa Serna), Despegando (Enrique Morente), … Y a cada paso que demos (La Fanega), Nacimos para ser libres (Luis Pastor), Alianza del pueblo nuevo (Manuel Gerena), Pola unión (Benedicto) o Ara és demà (Coses) en el 77 dejan entrever un nuevo espíritu de esperanza, de ansia de libertad, pero a la vez de gran solidaridad entre todos.
Y era necesario ese espíritu, ya que a pesar de entrar de lleno en la transición democrática (o segunda restauración borbónica), las fuerzas del estado esgrimían todo el potencial represivo del que disponían; a veces, las órdenes no venían de arriba, sino de un intermediario confuso: así, a lo largo de aquellos años convulsos, se siguieron practicando detenciones aleatorias, se siguieron haciendo juicios arbitrarios y se siguió matando gente… Los sucesos de San Fermín de 1978 o de Vitoria de 1976 son sólo dos ejemplos: estos por parte de la policía; por parte de Guerrilleros de Cristo Rey, la triple A y otros ultras sumaríamos unos cuantos más. En el otro extremo los atentados de bandas armadas de extrema-izquierda como GRAPO y ETA pondrían en peligro todo aquello. Aun así, la amnistía general y la legalización de todos los partidos y sindicatos, permitió a todos regresar a España.
Entre los años 76 y 77 se produjo un fenómeno de lo más curioso que, en parte, contribuyó a enterrar a la canción social oLa Bullonera: F. Javier Maestre y Eduardo Paz, uno de los mejores grupos aparecidos en 1975, pero con larga trayectoria http://www.sinera.org/tot-art/soliart/index.htm antroplógica. Como en otras ocasiones he contado, fuera por el gusto por lo prohibido o por lo que fuera, la canción protesta estuvo bastante de moda, incluso se hicieron canciones reaccionarias siguiendo esquemas de la canción protesta básica, el problema era la falta de libertad. Pues una vez muerto el dictador ese problema pareció desaparecer, y las grandes multinacionales discográficas empiezan a fichar a cantautores, incluso a aquellos que habían estado prohibidos en extremo (por ejemplo, Imanol). Hay muchos que dicen que la muerte del general descubrió a los auténticos de los farsantes entre los cantautores: extremo éste, en mi opinión, bastante falso (incluso creo que muchos que eran buenos cayeron heridos en el camino por este fenómeno de comercialización), pues es precisamente gracias a este fenómeno cuando la producción de discos de canción de autor y de protesta se duplica. González Lucini, en su libro Crónicas de los silencios rotos nos muestra un gráfico en el que se muestra como entre los años comprendidos entre 1963 y 1981 la producción de este genero alcanza su punto álgido en los años 75, 76 y 77. La explicación es simple: las grandes discográficas se esforzaban en buscar al nuevo Serrat o al nuevo Aute; el resultado fue bueno, en el caso de muchos cantantes y grupos que llevaban años intentando subir al escenario, pero en otros casos resultaron ser cantantes sin demasiada sustancia, de consignas, podríamos decir (NOTA: no conozco a ninguno de esos, todos los que pongo aquí se tienen bien ganado el puesto), e incluso, grandes oportunistas y farsantes, como Juan Pardo, un cantante correcto que descubrió que, muerto Franco, él también era un galleguista anti-franquista y editó Galicia. Miña nai dos dous mares en un ejercicio de -reconozcámoslo- buena música, pero también, de hipocresía y oportunismo exacerbado (aunque tal vez "cabronada", como dicen Miro y Benedicto, se ajuste más): Juan Pardo simplemente decidió subirse a un carro del que pensó podría sacar tajada (y lo hizo, sin duda), pero en desprestigio de los auténticos cantautores gallegos que tanto habían sufrido por subir al escenario (recordemos que, por ejemplo, Xerardo estaba exiliado). Hay más casos (María Jiménez, Camilo Sesto), pero éste fue el más sonado.
Después, el ir cada vez más pregonando la normalización y la democracia hizo el resto contra algunos de los que podríamos llamar "cantautores meramente políticos": una especie de "casi-reacción" que casi logra incluso destruir a un cantautor tan bueno y prolífico como Víctor Manuel debido a la, según quienes, excesiva politización de sus textos en la 2ª mitad de los años setenta. El entierro político se produciría tras el 23-F; después se podría ver a algunos en recitales contra la OTAN, contra el servicio militar obligatorio, contra las centrales nucleares y lacras así que aún pervivían o perviven, junto a los nuevos valores de la canción de autor e, incluso, los grupos de rock duro.
Fue un largo camino, con altibajos, con difamaciones, persecuciones, prisión, exilio, pero siempre con poesías y con melodías, que eso eran, al fin y al cabo. Se podría decir que fue en la 2ª mitad de los 70 cuando alcanzan gran protagonismo y reconocimiento, pero también cuando se produjo la gran traición: después de haber cantado por ellos, algunos de los grupos políticos de izquierda, como el PSOE principalmente, les dio la espalda y condenó al ostracismo a muchos: quizás eran incómodos hasta para ellos, o quizás ya no les eran necesarios: en definitiva, según ellos, en España ya se respiraba libertad. De cualquier manera, muchos siguieron, y otros ahí están, y también los hay nuevos. Sea como fuere, su bonito legado ahí ha quedado, para todos, inmortal e intemporal, como las grandes obras de arte: y quien niegue esto, pues ya sabe de qué pie cojea.

ENLACES DE INTERÉS SOBRE EL TEMA:

Recital por Santiago Álvarez de Bibiano y Benedicto: http://www.ghastaspista.com/historia/directo76.php
Oír/ descargar el Recital de Bibiano e Benedicto: http://www.aregueifa.net/benedictoebibiano.htm

Trobada dels Pobles y otros recitales prohibidos: http://www.luispastor.com/prensa.htm
Festival de los Pueblos Ibéricos:
-http://www.elpais.com/articulo/madrid/MADRID/MADRID_/MUNICIPIO/
Woodstock/madrileno/elpepuespmad/19960123elpmad_11/Tes
-http://www.ucm.es/info/hcontemp/madrid/universidad.htm


Hasta aquí la cronología más o menos acertada de la canción de autor desde su nacimiento hasta su supuesta muerte. De ahora en adelante nos ocuparemos de las diversas y distintas dimensiones que lo conforman en un fenómeno único, digno de estudio, admiración y respeto

Marcelino


Una canción que Víctor Manuel le dedicó a Marcelino Camacho:

Marcelino


Ya estas aquí de pie,
inquebrantable aliento de nosotros.
¿Qué dirán ahora los que ayer?
Te cubrían de lodo.
Cuando habla la razón no cabe la revancha ni el rencor

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Ya estas aquí de pie
con esa forma tuya de enseñarnos:
dos pasos adelante y uno atrás,
si es necesario.
Se trata de luchar teniendo como arma la verdad.

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Ya esta aquí de pie
para brindar tu ejemplo al compañero
que dijo alguna vez no puedo mas
 y aquí me quedo.
Será fundamental que todos defendamos la unidad.

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Ya estas aquí de pie,
semilla de un mañana victorioso,
cimiento de una patria elemental
donde hablen todos.
Se trata de arrancar, nunca se regaló la libertad.

Hay que apretar el puño y caminar.
Hay que juntar las fuerzas y caminar.

Víctor Manuel

El Recital de Madrid


Título
El Recital de Madrid
Intérprete
Raimon

DISCO 1

  1. La nit
  2. So qui so (Joan Timoneda)
  3. Qui ja ho sap tot
  4. El País Basc
  5. Al vent
  6. Sobre la por
  7. Sobre la pau
  8. T’adones, amic
  9. T’he conegut sempre igual
  10. Inici de càntic en el temple (Salvador Espriu)

DISCO 2

  1. Jo vinc d’un silenci
  2. Quatre rius de sang
  3. Es veu
  4. 18 de Maig a la Villa
  5. Indesinenter (Salvador Espriu)
  6. La muntanya es fa vella
  7. Quan jo vaig nàixer
  8. Cançó del remordiment
  9. D’un temps, d’un país
  10. Diguem no
  11. Sobre la por
  12. Diguem no
Música: Raimon
Letras: Raimon, salvo allá donde se especifique
Grabado en directo el 5 de Febrero de 1976 en el Pabellón de Deportes de Madrid

Comentarios. El Recital de Madrid es uno de los mejores discos en directo de la canción de autor de los años 70. Grabado el 5 de Febrero de 1976 en el Pabellón de Deportes de Madrid, el recital tuvo primordialmente una importancia política antes que musical. Dicho concierto se celebró en pleno inicio del intento de una apertura democrática a la que era opuesto parte del gobierno, al igual que su entonces presidente Carlos Arias Navarro (el denominado "búnker"), a pesar de haber concedido ciertas amnistías parciales a algunos presos políticos. El año 76 fue especialmente revuelto, especialmente por esa oposición a la apertura que el "búnker" llevaba a cabo mediante la represión policial, la huelga casi general que había en las principales ciudades, las manifestaciones pro-amnistía y, por si todo esto fuera poco, los atentados de ambos signos que no hacían presagiar un buen desenlace al cambio democrático. En este marco revuelto es en el que Raimon pretende hacer cuatro recitales en Madrid, siendo este disco el testimonio sonoro del primero de ellos.
Tanto el cantante como la organización quisieron impregnar el concierto con un marcado cariz político en el que se intentara simbolizar la unidad de las fuerzas políticas de izquierdas. Para ello, la organización reservó una fila 0 en la que se sentaron el socialista Felipe González, Simón Sánchez Montero, uno de los dirigentes del PCE; y el héroe sindical Marcelino Camacho, casi recién salido de prisión gracias a la primera amnistía parcial otorgada, entre otros líderes políticos y sindicalistas (algunos de los cuales no se portaron demasiado bien con el cantante de Xátiva al llegar al poder). La audiencia recibe a estos invitados al grito de "¡Unidad, unidad!". Para Raimon, por su parte, el concierto también está marcado tanto política como personalmente; personalmente porque fue la primera vez en ocho años que tocaba de nuevo en Madrid debido a la prohibición que le impusieron tras el recital ilegal que dio en la Facultad de Económicas (hoy Geografía e Historia) de la UCM; y políticamente, porque, como explica al principio del recital, éste le iba a servir para cantar todas aquellas canciones que le habían venido siendo prohibidas interpretar en público.
Ese ambiente de revuelta política se puede oír perfectamente en las voces del público: lo primero que se oye al reproducirlo son los gritos de "¡Unidad!", "¡Amnistía!" y "¡Libertad!" que lanza el público. Se nota también en la manera tan fervorosa con la que el público recibe las más significativas de Raimon, consiguiendo que el concierto fuera mitad mitin político, mitad recital musical. Lo que no recoge el disco, pero que explicaría Raimon después, fue que el que mandaba en los policías que allí vigilaban a la audiencia amenazó con gasear el local porque oía injurias al rey y vivas a la república; en esa ocasión, la sangre fría de Anna-Lissa, la esposa de Raimon (destinataria de aquel precioso "Com un puny") evitó una catástrofe al aconsejar al policía hablar con sus superiores antes de proceder.
El concierto transcurre entre los gritos de la audiencia enfervorecida, sintiendo la libertad por fin de gritar en los conciertos, con Raimon presentado cada una de las canciones y traduciendo total o parcialmente sus letras o las de Espriu o Timoneda. Dentro de todo su repertorio, hay una canción que escapa a la significación política del resto: se trata del poema "So qui so" del poeta catalán del siglo XVI Joan Timoneda, siendo prácticamente ésta la única canción de "amor cortés" que Raimon interpreta. El cantante de Xátiva comienza su actuación con una de sus canciones más antiguas, "La nit", una canción que muy al principio solía escapar a la tijera del censor gracias a su juego de símiles y metáforas y que consistía en una comparación entre la dictadura y la noche entendida negativamente. Desde ahí repasa toda su historia político-musical. Entre sus propias letras cuenta, entre otras, con canciones tan emblemáticas como "T’he conegut sempre igual", dedicada al perseguido político Gregori López i Raimundo; el poema solidario "El País Basc", una canción que se solidarizaba con el pueblo vasco al tiempo que denunciaba la represión que sufrían, fue uno de los más aplaudidos; la canción dedicada al "Che" Guevara, "Sobre la pau"; el canto a su tierra en "Quatre rius de sang"; y dos históricas de las más prohibidas: la épica "Al vent", que confiesa haber escrito a los 18 años con toda su inocencia, pero también con toda su fuerza, y "Diguem no", esa estupenda balada que denuncia y renuncia a un mundo violento e injusto. Muy significativa es la inclusión de "18 de Maig a La Villa" (18 de Mayo en La Villa), que expresa las emociones que tanto él como el público sintieron durante aquel recital en la Universidad Complutense el 18 de Mayo de 1968. Interpreta también dos canciones inéditas como son la queja de clase de "Jo vinc d’un silenci" y "Es veu", una irresistible balada cargada de esperanza. Canta también dos canciones hechas sobre los poemas de su poeta contemporáneo favorito, Salvador Espriu, que la audiencia madrileña había conocido gracias a él: "Inici de càntic en el temple", dedicada al poeta Joan Salvat-Papasseit, e "Indesinenter", palabra latina que significa "incansablemente". Además el cantor valenciano sufre una graciosa anécdota cuando quiere interpretar temáticamente "Sobre la por" y "Sobre la pau" seguidas: al arrancarse con la primera sufre un tremendo de amnesia: "Mig perdudes¡Qué equivocación!… Perdonad". Intenta recuperar los acordes al tiempo que explica que no la canta muy a menudo (es decir, que no le dejan). "¡Pues no la toco!", bromea, pero promete ensayarla en el descanso y tocarla en la 2ª mitad del recital que se recoge en el 2º disco, y efectivamente, aunque pretendía finalizar con "Diguem no" toca la canción que se le resistía.
No obstante, la audiencia insiste en que no acabe, y Raimon les explica que quiere tocar los cuatro recitales enteros, para lo cual tiene que estar en forma. Aún así ofrece un bis tocando "Una canción que vosotros habéis hecho vuestra porque la habéis cantado mejor que yo: "Diguem no".
Aun así, al día siguiente el ministro de la gobernación, Manuel Fraga Iribarne, al igual que haría con otros espectáculos, suspendió los otros tres recitales seguramente debido al informe policial de aquel señor que quería gasear el local. Este hecho aparece en el disco: se pueden observar en la portada una serie de cuatro números racionales que representan una cuarta parte de los cuales todos están tachados menos el 1/4, al tiempo que el diseño del título asemeja aquel temible sello de la gobernación civil que prohibía o limitaba los espectáculos y los textos.
Este disco, a mí entender, es uno de los más importantes de la canción de autor catalana y española en general, y uno de los directos más potentes. El hecho de que plasme, gracias al público, un momento político y social de especial relevancia para el país, le hace ser un documento importante no sólo a nivel musical, sino también histórico.

Historia de la canción de autor: canción y política I


Podríamos empezar esta entrada con una anécdota sobre el genial músico británico John Lennon. A finales del 65 y durante el 66, cuando la música pop convencional anglo-sajona estaba sufriendo un cambio bastante profundo, los Beatles estaban en el punto de mira de mucha gente tanto para bien como para mal: y eran los días del «somos más populares que Jesucristo» por un lado, y por otro de la atroz guerra de Vietnam, y Lennon no tenía el horno para bollos: los últimos acontecimientos le habían agriado el carácter alejándolo del chico amable e inocente con la respuesta inteligente y la sonrisa tímida porque a lo mejor había dicho una grosería que la prensa esperaba ver; no, el nuevo Lennon repartía leña por su boca a diestro y siniestro sin cortarse. Cuando le preguntaron por la guerra de Vietnam, John respondió: «En el Reino Unido y en Estados Unidos siempre se les pregunta a los miembros del mundo del espectáculo por la política». Pues bien, salvando las distancias y los matices aquí se procuraba no preguntar demasiado a los miembros del espectáculo (aunque bien es verdad que allí también preferían que se callaran). En fin, esto era sólo por ilustrar esa curiosa tendencia, porque a veces parece que dicen, y que tienen que decir, cosas más sensatas y más razonables los artistas que los políticos. 

Centrándonos ahora en nuestro país, dice Luis Eduardo Aute en el documental «La tierra de las mil músicas»: «Al no estar legalizados los partidos políticos ni los sindicatos, la gente se agrupaba en torno a nosotros, a los cantantes». Pienso que tiene mucha razón, porque los cantantes -los que se podían escuchar sin problemas dentro de la canción protesta- eran los únicos que decían algo político contrario a los que se oía a todas horas: los cantautores ponían patas arriba toda la concepción franquista de la sociedad y del status quo de España: España no estaba bien, España no gozaba de paz y España no era ni una ni grande ni mucho menos libre: había parados, emigrantes, exiliados, culturas castradas o secuestradas, lenguajes enmudecidos, presos y condenados a muerte, etc. Todo esto encontraba un disconforme al oír a los cantantes. Pero hay que aclarar que aunque reciba la denominación de canción política o canción protesta no era ni mucho menos cantar gratuitamente «¡Viva tal! ¡Muera cual!»: para empezar, aunque la dimensión política es importante, no es determinante ni definitoria del género; y, por otra parte, dentro de lo que se llama comúnmente canción protesta o política caben muchos matices y diversos enfoques y dimensiones que no permiten un reduccionismo al panfletarismo, al sectarismo y demás: de hecho, el que acepte esto en realidad está entrando en el juego de los reaccionarios de entonces (y de ahora).

Es necesario tomar la historia desde el principio. Desde 1960 o así, una serie de jóvenes, universitarios generalmente, opuestos al régimen y enamorados de la canción de autor francesa, latinoamericana, norteamericana y portuguesa, decide, en todas o casi todas las regiones de España, reunirse para tocar y cantar música cuyos textos fueran más allá de las inocentes baladas tan de moda entonces y así alzar sus voces críticas. Vienen de diversas procedencias: muchos son hijos de la burguesía liberal (como es el caso de Lluís Llach), otros vienen de las clases trabajadoras, como Elisa Serna o Manuel Gerena (hijo de campesinos y de profesión electricista) o incluso, el caso más llamativo, el hijo de un ministro franquista: Chicho Sánchez Ferlosio. Todos eran hijos de la guerra o de la posguerra y la mayoría tenía algún familiar, conocido o amigo en la cárcel por sus ideas políticas. Se empiezan a reunir en las universidades principalmente, rescatan a los poetas condenados al silencio y utilizan la canción para difundir ciertas ideas políticas: la canción latinoamericana, portuguesa y norteamericana primordialmente les darán las claves iniciales. Empiezan como un fenómeno minoritario, pero comienza a extenderse especialmente cuando algunos de estos cantores alcanza cierta fama e incluso cierto éxito comercial. Los recitales de los colectivos de cantantes se convierten en una especie de mitín político, apuntando a lo que decía Aute, con las pertinaces censuras, prohibiciones o cargas policiales. Desde el inicio hasta el final, los nuevos cantores son conscientes del papel que se disponen a desempeñar: surgen los himnos, bastante alejados de los himnos canónicos de los viejos partidos políticos tradicionales, en cualquier lengua, con una carga simbólica y metafórica tremenda; himnos que serán aceptados por las juventudes disconformes y coreados en la lucha política: «A galopar» de Alberti, «España en marcha» de Celaya, musicados y cantados por Paco Ibáñez; «Al vent» y «Diguem no» de Raimon, al que luego, siendo un cantante muy dado a componer himnos acertados, sumará «Cantarem la vida», «Qui ja ho sap tot»… «L’estaca», «Cal que neixin flors a cada instant» o «Damunt d’una terra» de Lluís Llach; «Canto a la libertad» de Labordeta; «El pueblo no olvidará» de Imanol; «Pola unión» de Benedicto, sobre un poema de Curros Enríquez; «Agur Euskal-Herriari» de Urko; «El burro i l’àguila» de Pi de la Serra…. Un etcétera infinito. Llach y Raimon fueron los dos grandes hacedores de himnos anti-franquistas sin discusión.
Es entonces cuando los cantautores toman un protagonismo político, no sabría decir si deseado, por aquel motivo. El régimen siempre estuvo alerta hacia ellos, investigando todo lo que hacían, y la represión estuvo presente desde el principio: a la censura (que pasó y sufrió todo artista, incluso aquel que solía ir a las fiestas del caudillo) y a las prohibiciones se sumaba la mentira desde la crítica periodística ¿profesional?: algunas de estas mentiras o verdades a medias fueron, por ejemplo, que Raimon disponía de un Mercedes de su propiedad, así que no entendían de qué se quejaban estos cantantes (ignoro hasta la fecha si fue verdad que tenía un mercedes, pero el autor de esto venía a generalizar diciendo que si Raimon tenía un mercedes, Serrat tenía otro, y también Gerena, y también Laboa…); o decir que no se invitaba a Manuel Gerena a los certámenes de flamenco porque cantaba mal (cosa que no podían hacer con Menese, cuyo talento y técnica eran y son innegables); todo esto para acabar diciendo que no entendían de su queja, con el sol que hay en España, etc. Y es aquí donde está la trampa en la que caen muchos respecto a la canción de autor: el término canción política, e incluso a veces el de canción protesta, es un término peyorativo inventado por la prensa reaccionaria: lo que le interesa a toda dictadura es el desarme ideológico total y absoluto, aunque luego se hagan desfiles y se griten «vivas»; estas canciones venían a rearmar ideológicamente a un pueblo que había estado ciego, sordo y mudo desde el año 39, dispuesto a pensar lo que el caudillo pensara y a asentir lo que él dijera… o eso era lo que él creía. Es muy posible que los obreros y los campesinos no supieran o no entendieran aquello del materialismo dialéctico o la lucha de clases, pero era muy distinto si se lo cantaban a ritmo de flamenco, de jota o de jazz incluso. Pero la cuestión fue esta, un problema que viene de lejos y que aún perdura hoy: el debate arte y política, es decir, ¿debe el arte reflejar la belleza sin más o puede ser utilizado para otros fines alejados ya de lo estético? Lo que en nuestro caso se podría traducir como «¿prefiere usted a Raphael o a Paco Ibáñez?». No quisiera ahondar en este debate, que sería tan interesante como arduo y fatigoso, sólo decir que desconfío por entero de aquel que dice «esta obra está demasiado cargada políticamente», porque a quien realmente le interesa el desarme ideológico es o a un señor de derechas muy de derechas o a un despotista ilustrado que quiere mantener al pueblo en las tinieblas de la ignorancia; y eso es lo que pasaba por aquel entonces (sólo decir que ser apolítico en el arte o en cualquier otra cosa es una ficción, ya que incluso lo apolítico es una opción política). Sin embargo, estos señores no supieron ver, porque no les interesaba para sus fines, el fenómeno de la nueva canción en su totalidad.

A medida que pasaba el tiempo, los cantantes fueron aprendiendo nuevas técnicas musicales y poéticas que les permitieron evolucionar del cantautor convencional de guitarra y contrabajo a formas más expresivas tanto poéticas como musicales. Esto tenía su punto máximo en 1976 a 1977, curiosamente cuando las grandes compañías discográficas, debido a la apertura de libertades producida y a un mercado que se abría, comenzaron o bien a fichar a los cantautores ya consagrados o a obtener nuevos: muchos de aquellos valores resultaron ser de aquellos que se podrían llamar panfletistas debido a lo insulso de sus letras: no añadían nada nuevo, se limitaban a repetir lemas y clichés (aunque yo hablo de lo que he leído, no conozco a ninguno que yo sepa). Los años 76 y 77 son los años más activos políticamente hablando: casi todos los cantautores pertenecían a algún partido o sindicato, hicieron homenajes y recitales en beneficio de partidos, sindicatos, asociaciones de vecinos y presos políticos siempre que las autoridades lo permitieran; muchos de los que se permitieron se prohibieron casi nada más empezar por el comportamiento «escandaloso» del público.
En aquellos años asistimos por otro lado al renacimiento político de alguno. Por poner dos claros ejemplos: Joan Manuel Serrat y Víctor Manuel. Serrat, por un lado, era un cantautor del que todos sabían que no simpatizaba con el régimen; nunca grabó grandes himnos de unidad o de lucha: lo suyo era más bien contar historias, siguiendo la tradición machadiana, pero no historias inocentes: era la protesta a través de la objetividad, de la mera descripción, y de la cotidianeidad. A Joan Manuel se le toleraba porque era un artista de éxito, había conseguido algo que es realmente muy difícil: equilibrar el oficio de cantor popular con el de estrella pop. Sin embargo, llegado el 27 de Septiembre de 1975, estando en México, Serrat critica agriamente la decisión de ejecutar a los cinco muchachos: aunque ya había protagonizado algún que otro escándalo anti-franquista, esto para ellos fue la gota que colmó el vaso y le prohibieron volver a España. Serrat en sus canciones no era especialmente político -hablando desde una perspectiva militante-, sin embargo sí lo era en sus declaraciones y acciones fuera de lo profesional.
Víctor Manuel fue un ejemplo parecido, pero a la inversa. Al igual que Serrat, fue un cantautor con una popularidad bastante importante. Su activismo político estuvo presente en sus canciones pero de una manera más soterrada que otros cantantes. Es en el año 76 cuando Víctor arma ideológicamente sus canciones, escribiendo entre el 76 y el 77 canciones como «Socialismo es libertad», «A Marcelino Camacho», y su disco (muy bueno, por cierto) 10, un álbum muy políticamente cargado, hasta el punto de que varios críticos musicales, incluso de entre los más respetables, anunciaron su muerte artística, de la que resucitó gracias al álbum Soy un corazón tendido al sol, que tenía temas políticos, pero también otros. Su caso, digamos, fue la necesidad del momento, de decir las cosas tal como se sentían.
De eso trata el concepto «canciones de emergencia»: canciones que deben escribirse para denunciar un hecho puntual y concreto, y que a veces, por el hecho de ser tan emergentes, no son tal vez todo lo buenas que pudieran haber sido. Son por ejemplo «Que volen aquesta gent?», de María del Mar Bonet, «Al alba» de Aute, y un largo etcétera, siendo consciente de que he elegido dos canciones que para nada podríamos clasificar de simples debido a su emergencia -sobre todo «Al alba»-.
Pero en eso de la canción política hubo mucho charlatán, mucho cantante frívolo que en el 76 quiso hacer pasta cantando los temas por los que muchos otros sufrieron cárcel y exilio.

Efectivamente, no es pura publicidad: es verdad que hubo cantautores en la cárcel, como Elisa Serna, Chicho o Antonio Piera, de Madres del Cordero. La cosa funcionaba así: si el público hacía desórdenes o el cantautor cantaba la canción prohibida obtenía una multa por parte del gobierno civil y/ o retirada del pasaporte (por si los espías de Moscú); si se negaba a pagarla, cárcel: y en el caso de Elisa -como he observado en el libro de Glez. Lucini Crónica de los silencios rotos– se las apañaron para que acabara en la cárcel. Desde los años 60 el oficio de cantor del pueblo fue difícil, pero como los mismos protagonistas reconocen, no fue tan difícil como después de la muerte de Franco: una ola de reaccionarismo azotaba el país debido a que los viejos franquistas que no querían pasar por el aro del reformismo, o incluso los mismos reformistas, vieron peligrar ¿España?, más bien sus puestos: los muertos en las manifestaciones por los ultras, la policía o la guardia civil comenzaban a ser el pan de cada día; las agitaciones y la violencia inusitada también afectó a los cantantes. Las batallas alrededor de los escenarios y fuera de los recintos se acrecentaban, lo cual por lo general venía en detrimento del cantante que tenía pagar multa; y eso sí: siempre tuvieron un comportamiento ejemplar al respecto, conscientes de lo peligroso de la situación de entonces.
Como decíamos, muchos cantantes militaban en partidos, sobre todo en el PCE, pero no sólo; sin querer ser exhaustivos al respecto, encontramos por ejemplo a Patxi Andión que se considera anarquista, o Serrat, que es un ugetista por parte de madre. Se actuó para los partidos democráticos de izquierda, para sus campañas, pero después estos mismos les dieron la patada a la mayoría: muchos como Elisa o Gerena sentirían la puñalada trapera por parte de aquellos por los que lucharon mientras estos otros se colgaban medallitas y vendían el país a los estadounidenses… Otros incluso comenzaron carrera política con más o menos éxito: Celdrán fue candidato a diputado por el PCE, Labordeta fundó el Partido Socialista Aragonés, y hoy en día preside el CHA y es diputado; Benedicto militó en el Partido Comunista Galego; Rosa León es hoy parlamentaria de la Federación Socialista Madrileña (¿por qué no se habrá presentado ella a las elecciones?), y otros más. Sin embargo, los flirteos con la política a más de uno le costó un disgusto y una desilusión, decidiendo que lo mejor era seguir cantando.

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