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La banda sonora de Billy («algo es algo») desgranada


Mal está, tal vez, que uno hable de su propia obra, pero uno de los atractivos de Billy («algo es algo»), que lo dota de originalidad, es que el título de cada capítulo es un fragmento de alguna canción, un pedazo que es relevante y va acorde con el sentido del episodio. Generalmente son de cantautores de España, bien propias, o bien poemas musicalizados de Miguel Hernández, Juan de Loxa, etc.; sin embargo, hay alguna excepción: un poeta uruguayo, un grupo de heavy metal español, y un cantautor y una banda grunge estadounidense.

Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019) es la historia de Guillermo Niño Pérez: un antiguo inspector de la policía política franquista, al que amenaza una querella por las torturas que propició en sus años de servicio, pues ya se salvó de otras, y es perseguido por el recuerdo de la muerte de Gabriel Aceituno, un estudiante agitador al que interrogó brutalmente. Sin embargo, no son estas cosas las que le inquietan, sino un joven vecino cuyo comportamiento errático y su modo de vida misterioso le obsesiona de forma malsana, sacando de él al antiguo inspector que perseguía «malhechores» por su pensamiento y conducta fuera de la norma habitual. Un día, mientras reflexiona sobre cómo esquivar a la prensa que le asedia, un antiguo subordinado le indica que en el periódico se habla de un asesino en serie que imita los métodos de tortura de la Brigada. Tomándoselo como un agravio hacia él y sus compañeros, decide investigar, convencido de tener un sospechoso bastante prometedor.

Me ha quedado algo largo, pero prometo que, en comparación, la novela es más corta.

Al comienzo de este vídeo promocional puedes oír un collage sonoro con los fragmentos de las canciones

Antes del odio, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

Vencida la República en 1939, el régimen fascista de Franco se dedicó a hacer una dura purga contra los ciudadanos que hubieran tenido, aunque fuera presumiblemente, parte en el anterior gobierno legítimo, en el ejército popular, hubiera pertenecido a partidos de izquierdas o regionalistas/ nacionalistas, o hubiera manifestado abiertamente esas ideas. La mayoría de los intelectuales apoyaron ferviente y abiertamente al partido y al gobierno del Frente Popular, entre ellos, el poeta Miguel Hernández, quien pertenecía al Partido Comunista de España. Hernández fue arrestado y encarcelado, llevado a distintas prisiones donde se hacinaba con otros presos; llegó a tener una pena de muerte sobre su cabeza que, finalmente, le sería conmutada; sin embargo, moriría debido a las insalubres condiciones de esas prisiones. En esas estancias, el poeta escribió unos poemas que describían su situación y la de muchos otros, que se reunirían en un libro titulado Cancionero y romancero de ausencias.

«Antes del odio» es un poema estremecedor, en el que Miguel Hernández describe la miseria por la pérdida de libertad, simbolizada en su mujer y su hijo, ausentes y lejanos; también la incertidumbre de una pena de muerte que podía materializarse cualquier noche, arbitrariamente, junto con otros tantos; y, además de eso, la inquebrantable libertad interior del ser humano.

En 1975, el cantautor Adolfo Celdrán, musicalizó este poema para su disco 4.444 veces, por ejemplo, siguiendo el empeño de rescatar a los poetas silenciados, despreciados o tapados por la censura. Celdrán dota al poema de una melodía estremecedora que amplía las palabras del prisionero.

«… me es pequeño y exterior»: el poema resulta la máxima expresión de los pensamientos y sentimientos de un preso por razones políticas, por esa razón merecía su sitio entre los títulos de Billy («algo es algo»).

Campanades a morts: letra y música de Lluís Llach

Vitoria, 3 de marzo de 1976. La crisis económica mundial comenzó a notarse en España con viveza; los obreros, ante los despidos, las retenciones y bajadas de sueldo, van a la huelga, mientras un cierto ministro de economía, convertido más tarde en aristócrata-empresario de éxito, lanzaba arengas tratando de convencer de que no había otra solución porque no había dinero para los sueldos: que había que conformarse, apretarse el cinturón y pedir a Dios que dé lo que que los humanos niegan (bien, esto es una licencia mía). Especialmente trágica era la situación en Vitoria/ Gasteiz, en donde la huelga parecía interminable y la ciudad estaba al borde de la lucha. Ocurrió que, aquel tres de marzo, los obreros y sus familias estaban reunidos en asamblea en la iglesia de San Francisco de Asís, cuando la policía armada arrojó botes de humo provocando que salieran aturdidos y asfixiados; lo que no podían esperar es que su precipitada salida fuera recibida con fuego real. Murieron los trabajadores Pedro Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Romualdo Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido Perea. Vitoria se convirtió en un campo de batalla, mientras el responsable de las fuerzas de seguridad, el entonces ministro de la Gobernación, Manuel Fraga, se lavaba las manos delegando en Martín Villa, ministro de relaciones sindicales. Finalmente, Adolfo Suárez se puso al mando intentando impedir generar más violencia.

El cantautor catalán Lluís Llach cuenta que se encontraba frente al piano cuando oyó las noticias de las muertes; entonces, de una manera instintiva, aporreó sus teclas con fuerza, saliéndole casualmente los primeros acordes de esta canción, al estilo del réquiem de Mozart.

«… y que en la muerte os persiga nuestro recuerdo». El fragmento escogido («i que en la mort us persegueixin les nostres memòries») representa esa persistencia de los hechos morales de cada uno, que acompañan al actor hasta que muera, como es el caso del protagonista, Guillermo Niño, que se resiste a sentir remordimientos por un crimen que cometió, aunque su recuerdo le persiga.

Canción de vísperas, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

En 1977, Adolfo Celdrán sacó un disco que suponía una colección de las canciones que le habían sido censuradas, total o parcialmente, o directamente prohibidas en algún aspecto (grabación, interpretación o difusión radiofónica), con el nombre de Denegado. En él encontramos la musicalización de un poema de Nicolás Guillén, que, probablemente, hablara de la Cuba prerrevolucionaria. Como es natural, al ser muchos de sus versos muy aplicables a la España de la dictadura franquista, la canción no pasó los filtros de la censura.

El fragmento «El ojo del policía» hace referencia a ese llamado «olfato policial» del que Guillermo Niño dice hacer gala, aunque a menudo constituya solo un montón de sospechas infundadas basadas en prejuicios y primeras impresiones. Del otro fragmento que da nombre a otro capítulo, «… y, sobre la pista, el enano equilibrista», relativo a las sesiones del juicio contra Guillermo Niño por sus torturas, solo diré que siempre me ha hecho gracia cómo Adolfo consiguió burlar la censura, para que se impidiera establecer una relación entre este verso y cierto general famoso por su baja estatura, al presentarlo ante la censura como «… y, sobre la pista, Elena no equilibrista».

Cançó en i (letra y música de Francesc Pi de la Serra)

El ácido y satírico cantautor catalán, Pi de la Serra, era muy dado en sus canciones a los dobles sentidos, de manera que los críticos solían decir de él que lo importante no era tanto lo que cantaba como lo que se dejaba entrever en sus letras. En esta canción en concreto, Quico, como suele llamársele también cariñosamente, enumera un montón de clichés y frases hechas sobre la policía que podían oírse en las noticias, contando hazañas de sus agentes como impedir una violación o ayudar a una invidente a cruzar la calle.

«La policía está al servicio de los ciudadanos» (la policia està al sevei dels ciutadans) es el estribillo recurrente que Pi de la Serra deforma jugando con otras palabras como «oligarquía», «servilía», etc., y que escogí para el capítulo en donde se describen algunos de los discutibles métodos policiales de Guillermo Niño y sus compañeros de la Brigada de la Noche, además de su visión de la acción policial, que recuerda al decidirse a proponerse desenmascarar al asesino psicópata que le imita, El Carcelero.

Doña María, de Nicolás Guillén (musicalizado e interpretado por Adolfo Celdrán)

De nuevo un poema del poeta cubano interpretado por Celdrán sirve para nombrar dos títulos de Billy («algo es algo»). Como el anterior, parece ser un poema alusivo a la Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista, en donde mucha gente pobre se ganaba un cierto sueldo como confidentes de la policía política. Algo así ocurrió en España, como podrás descubrir en mi novela. Adolfo la musicalizó y la grabó en su primer disco, Silencio (1970).

«¡Ay, pobre doña María…!», verso incial del poema, me sirvió para titular el capítulo en el que se cuentan las tribulaciones e inquietudes de Marisa, la mujer de Guillermo Niño, ante el juicio que va tomando forma, pero también ante el extraño comportamiento que su marido está adoptando y del que poco le cuenta.

«Rondando anduvo mi casa» es otro capítulo, en el que se describen algunas cosas que hace el exinspector.

Enfermedades de invierno, de Jesús López Pacheco (musicalizado e interpretado por Luis Pastor)

Este poema era un canto contra la intolerancia en días del postfranquismo (los últimos años de gobierno de Franco, previos a la transición), contraponiendo la gente llena de razones que luchaban por la democracia frente a los vilentos sicarios del régimen: los ultraderechistas, que comenzaron a volverse más virulentos a medida que la vida del general se apagaba. Grupos como la Alianza Apostólica Anticomunista (AAA/ Triple A), Guerrilleros de Cristo Rey, el PENS (partido nazi español) y el Batallón Vasco-Español (un grupo parapolicial que realizaba atentados contra miembros de ETA y de la izquierda abertzale), que nacieron a finales de los años 60 para presentar batalla contra los jóvenes contestatarios, los obreros y los curas progresistas, pasaron de limitarse a romper escaparates de librerías y boicotear obras de teatro o recitales de cantautores, obviando palizas eventuales a líderes sociales, a cometer asesinatos.

En enero de 1977, toda la tensión de una transición política muy conflictiva acabó por estallar en pocos días: el estudiante Arturo Ruiz moría durante una manifestación por disparos de los Guerrilleros de Cristo Rey, al día siguiente lo hacía Mari Luz Nájera en la manifestación en protesta por esta muerte por la acción policial desproporcionada, y, finalmente, tres pistoleros de la Triple A asesinaban a sangre fría a los abogados laboralistas Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo, y al empleado del despacho Ángel Rodríguez Leal. Se organizó un funeral multitudinario que estremeció por su silencio respetuoso y su demostración de fuerza pacífica, especialmente los militantes del PCE, al que pertenecían las víctimas, y que todavía era ilegal. Suele decirse que esta demostración fue la que convenció a Suárez para, finalmente, legalizar los partidos democráticos.

Se consiguió detener a los tres ultras junto a algunos cómplices y autores intelectuales, pero no se pudo establecer la relación entre este lúgubre suceso y la responsabilidad en él de personas como Blas Piñar, Mariano Sánchez Covisa, Antonio González Pacheco y otras personalidades que lideraban el movimiento integrista o con cargos en las fuerzas de seguridad.

No recuerdo muy bien, pero creo que el poema es anterior al atentado de Atocha. No obstante, cuando Luis Pastor la musicalizó para su disco Nacimos para ser libres (1977), quiso denunciar toda aquella violencia, resquicios de un mundo que se resistía a morir con irracionalidad e integrismo.

«No vayas a coger alguna bala en los pulmones» es un verso lo suficientemente explicativo. No se llegó a saber lo que realmente pasó entonces, por lo que lo que describo en este capítulo (reconozco que muy influido por la película 7 días de enero de J. A. Bardem) es solo elucubración, inspirada por la teoría de que hubo gente importante detrás de este atentado terrorista con la finalidad de generar conflictividad social; una ficción basada en esta teoría en la que verás el papel que Guillermo Niño, de haber existido, hubiera tenido en aquellos asesinatos.

Es urgente, de Juan de Loxa (musicalización de Virgilio Fernández; interpretación de Aguaviva)

Juan de Loxa, poeta, locutor y promotor del colectivo andaluz Manifiesto Canción del Sur, escribió un texto inspirado por dos sucesos. Uno fue el del atentado de la calle Atocha del que ya hemos hablado; el otro fue el asesinato por la espalda a manos de la guardia civil del estudiante Francisco Javier Verdejo. ¿Crimen? Intentar pintar en una pared la frase «Pan y Trabajo». Es un poema en el que De Loxa contrapone también el mundo de la violencia y la irracionalidad con la del diálogo, las razones y la libertad.

«Allí se dan la paz con las manos manchadas»: de nuevo un verso muy expresivo que se explica por sí solo, alusivo al fervor religioso de unas personas que mandaban y mandaban matar, o mataban directamente. Una frase que un joven seminarista le recita a Guillermo Niño mientras asiste a misa con Marisa.

Están cambiando los tiempos (letra y música de Luis Pastor)

También del disco Nacimos para ser libres, fue una canción que, a pesar de lo que indicaba su título (al menos en apariencia), no estuvo libre de polémicas y boicots, como, por ejemplo, un aluvión de protestas de ciertas gentes a la dirección de TVE por su interpretación en el especial «Yo canto», acompañadas de amenazas serias contra el artista. Sobre todo por el verso que escogí para este capítulo: «No saldrá del agujero», aunque irónicamente se acabó pidiendo que saliera para meterle en otro agujero más familiar.

Galería de perpetuas (letra y música de Pedro Cobos y José Nieto; intérprete: Marisol)

En el proceso de Pepa Flores con romper de alguna forma con su pasado, encarnado en la dulce niña prodigio de nombre Marisol, surgieron discos y canciones interesantes, muy alejadas de aquellas que cantaba en su niñez en aquellas películas ñoñas. Pepa/ Marisol demostraba no solo haber conservado, y hasta perfeccionado, sus dotes interpretativas, sino que podía ser una artista comprometida y para un público adulto. Galería de perpetuas (canciones para mujeres), del año 79, es uno de esos discos, y la canción que daba nombre al disco toda una declaración de intenciones.

Es parte de una historia: Dolores Vázquez, cantante folklórica conocida como La Petenera, cumple cadena perpetua en la prisión de Alcalá de Henares por un asesinato; sin embargo, como confiesa en su carta a su amante, en su opinión cumple esa sentencia por el contenido machista de algunas de las canciones que cantaba, justificando el maltrato y echando sobre la mujer la culpa.

«Su dignidad y su vergüenza» fue el verso escogido para el capítulo en el que una tal señora Lluch relata las torturas a las que fue sometida por el inspector Guillermo Niño (inspiradas por las que relata Lidia Falcón), declarando que, a su parecer, el policía mostraba un desprecio especial hacia las mujeres.

Jo vinc d’un silenci (letra y música de Raimon)

El valenciano Ramón Peleguero Sanchís, bautizado artísticamente como Raimon (con acento en la «o»), se representa a menudo como el cantautor arquetípico en España, pues, junto a Paco Ibáñez, influyó en los cantautores de todos los rincones de España y en todo idioma de manera definitiva.

En su disco Lliurament del cant (1976), aunque con la presentación previa en recitales, incluía esta canción, que es una de las más celebradas, solicitadas y aplaudidas: un himno para la clase obrera, reivindicando la sencillez y desvelando las mentiras que se esconden tras los grandes discursos y los grandes nombres históricos, porque, como él y yo sabemos, es la clase obrera, a la que él y yo pertenecemos aunque nos desclasen, la que hace la historia. ¡Y punto!

«Quien pierde los orígenes pierde identidad» (Qui perd els origens perd identitat) fue el verso elegido para el capítulo en el que narro la infancia y la juventud de Guillermo Niño en su pobre y pequeño pueblo de Extremadura, siendo hijo de un duro y severo labrador que esconde un secreto oscuro y sangriento… Y el sentido es ese: que siendo de clase humilde eligió, al hacerse policía, pasarse al bando de los que oprimen, ejeciendo la labor ejecutiva de esa represión.

Knockin’ on Heaven’s Doors (letra y música de Bob Dylan)

Rompiendo la hegemonía, para este capítulo escogí a un cantautor, pero estadounidense. Y había una razón.

Esta canción, todo un himno pacifista, pertenece a la banda sonora de la película Pat Garret & Billy The Kid, de Sam Peckinpah (1973), aunque ese Billy el Niño romantizado, interpretado por Kris Kristofferson, dista mucho de parecerse a Guillermo Niño (Billy Kid) o a aquel policía al que se apodó así.

«Demasiado oscuro para ver» (Too dark to see) es un verso alusivo al dolor que causa ser el responsable de tanta muerte.

La meva estrella (letra y música de Francesc Pi de la Serra)

De nuevo el genial cantautor catalán. Es una canción incluida en su disco No és possible el que visc (1974), en donde narra un suceso preciso: la represión de una manifestación y cómo, al tratar de ayudar a un viejo en la huida, descubre que es un infiltrado que trata de detenerle.

En ese momento es cuando dice «Todo se ha vuelto de color gris» (Tot s’ha tornat de color gris), refiriéndose al color del uniforme de la policía armada y a su ingente número. Aunque el capítulo que lo nombra no trata exactamente de eso, sino que es en un sentido más literal: todo se vuelve oscuro para el exinspector Guillermo Niño cuando la querella toma finalmente la forma de juicio.

Las cárceles, de Miguel Hernández (musicalizado e interpretado por Elisa Serna)

Otro poema de Miguel Hernández, esta vez de su poemario de la guerra El hombre acecha, en el cual los estudiosos ven un cambio de enfoque: más preocupación por la humanidad que por el conflicto bélico y el hecho revolucionario en sí.

Es un poema en el que Hernández habla de la represión que se producía en la zona dominada por los fascistas, y una reflexión: que se puede tener a una persona encerrada, pero solo su cuerpo: su alma es libre e inquebrantable.

«No le atarás el alma» De entre otras versiones, escogí el fragmento del poema que canta Elisa Serna, la gran cantautora y gran represaliada por el régimen, en su disco Este tiempo ha de acabar (1974), que era una reedición depurada de su disco publicado en Francia el año anterior Quejido. Elisa comenzó su andadura, influida por Paco Ibáñez, musicalizando poemas, especialmente los de Miguel Hernández. Yo elegí este fragmento para un capítulo en el que se describen algunas de las torturas que Guillermo Niño propiciaba a sus víctimas, porque, en cierto momento oscuro, esta canción me dio fuerzas. Creo que a Elisa le hubiera gustado el libro: espero que en el Cielo tengan servicio de biblioteca.

Los dos gallos (letra y música de Chicho Sánchez Ferlosio)

Chicho, hijo de Rafael Sánchez Mazas y hermano de Rafael Sánchez Ferlosio, dentro de la canción de autor, era una persona tan discreta como fundamental, eligiendo la mayor parte de las veces pasar al segundo plano y componer para otros. Sin embargo, tiene el mérito de ser uno de los grandes precursores. A principios de los 60 «grababa para dos jóvenes suecos, Sköld Peter Matthis y Svengöran Dahl, un número de canciones que saldrán en EP bajo el título
genérico de Spanska Motståndssånger (Canciones de la resistencia española), que fueron editadas en 1963 en Suecia (se reeditarán en LP en el año 1974), con portada e ilustraciones de José Ortega, y bajo anonimato del autor e
intérprete (“Se silencia el nombre por razones de seguridad”, rezaba en sueco la contraportada del disco). Era un encargo de la revista Clarté para un número especial, que se enmarcaría además en una exposición de 1965 en Estocolmo llamada Spannien Annorlunda (España diferente), con obras de pintores suecos y del grupo Estampa Popular» [de mi tesis La creación de una cultura de la resistencia a través de la canción social]. Una de esas canciones era esta: una alegoría sobre la guerra civil en la que enfrentaba a un gallo negro contra otro rojo.

«Otro gallo cantaría» es una alusión a que la historia hubiera sido muy diferente. Por eso utilicé este verso para narrar la micronovela que supone este capítulo, en donde cuento la historia del abogado, primero defensor de los oprimidos y luego acusador del opresor, Alberto Flores Leal, sus encontronazos con Guillermo Niño y su inicio de la demanda que, finalmente, llevará a cabo su hija Cristina. Además, ilustra una frase que describe aquellos encontronazos y luchas de poder como una pelea de gallos. Es todo un homenaje a los abogados laboralistas de los 60 y 70 que se jugaron la piel por los trabajadores y los opositores, por desgracia, en alguna ocasión, literalmente.

Los rockeros van al infierno (letra y música de José Luis Campuzano y Carolina Cortés; intérpretes: Barón Rojo)

Pudiera parecer que, con la elección del himno de los heavies españoles, incluido en el disco Volumen brutal (1981), vuelvo a alejarme de los cantautores de España, pero no es del todo cierto. Los fundadores de Barón Rojo, los hermanos Armando y Carlos de Castro, venían de Coz, otro grupo de rock duro, pero que, además, guardaba buenas relaciones con los cantautores y había apoyo mutuo. Los De Castro abandonaron Coz porque, según versiones, la discográfica prefería las canciones de los otros miembros a las suyas, o bien por la deriva comercial que el grupo estaba tomando, y fundaron el Barón Rojo: el gran grupo de hard-rock de España, sin desmerecer al resto.

«Esa falsa humanidad de los que se dicen buenos»: la elección de esta línea fue algo casual. Tenía puesta la canción y de repente la escuché, y me dije que podría ser uno de los títulos. De hecho, es el título de uno de los capítulos más escabrosos de la novela, en donde relato las inquietudes e inclinaciones y perversiones sexuales de Guillermo Niño, además de su homofobia repugnantemente patente.

Parábola sobre el billar, de Carlos Álvarez (musicalización e interpretación de Luis Pastor)

Este poema es una alegoría sobre la palizas en las detenciones: una bola roja de sangre, tres hombres condenados a chocar… Podían ser dos policías, o, en caso de querer más contundencia, matones contratados. Sergio Rodríguez Tejada, en su Zonas de libertad (libro que me sirvió para documentarme), contaba el testimonio de detenidos que apuntaban a que la policía de Valencia solía recurrir a los servicios de un brutal albañil, apodado Pepe el Boxeador, para llevar a cabo estas labores.

«No puede haber otro juego tan cruel como el billar» es el título del capítulo en el que un poeta y artista narra cómo fue sometido al método de tortura conocido como «la rueda»: un corro de policías o matones (para el caso es lo mismo) se pasan de mano en mano al detenido propinándole golpes.

Pueblo blanco (letra y música de Joan Manuel Serrat)

Se incluye en su álbum Mediterráneo (1971) esta estremecedora canción sobre un pueblo, uno de tantos, que ya agonizaba y donde la tierra parecía amarrar a sus habitantes. Según el cantautor bilingüe, hijo de madre aragonesa, la canción le fue sugerida al contemplar las ruinas de Belchite, el pueblo que quedó destruido durante la guerra y reconstruido en otro lugar.

«Fuerte p’a ser su señor y tierno para el amor»: para el capítulo en el que a Marisa se le empieza a caer la venda de los ojos respecto a su marido, en el que comienza a reflexionar sobre el papel que ambos han tenido en el matrimonio y en lo que ella era para él, solo me interesaba esta línea de «una canción que le gustaba (el cantante, no tanto)».

Què volen aquesta gent (letra de Lluís Serrahima, música de Maria del Bonet; interpretación de Maria del Mar Bonet)

Un estándar ejemplar de canción protesta en España por la trovadora mallorquina. La canción cuenta, de forma épica, a la manera de los juglares medievales, un suceso: el suicidio de un joven estudiante antes de ser detenido por unos hombres. Naturalmente, tanto letrista como intérprete no cometerían el error de decir quiénes eran esos hombres y que el término suicidio era solo un eufemismo. Pero el público era muy inteligente y adivinaba lo que la canción callaba tanto como lo que dejaba entrever el redactor del periódico al tratar este tipo de noticias. Erróneamente suele atribuirse su inspiración al asesinato de Enrique Ruano, que fue posterior a la grabación de la canción; en realidad habla de otro estudiante, también madrileño, que murió en circunstancias similares: Rafael Guijarro Moreno. Sin embargo, la canción sirve a ambos indistintamente. Realizó una adaptación al castellano muy fiel Elisa Serna.

«La ley una hora señala» (la llei una hora assenyala) y «Murió de una llamada al romper el alba» (traducción libre de n’és mort d’un truc a trenc d’alba): dos frases de la canción para dos capítulos que giran en torno al mismo tema. En Billy («algo es algo») me inventé un personaje ficticio, un joven llamado Gabriel Aceituno Arrendajo, que tuvo una suerte parecida a la de Guijarro y Ruano. El recuerdo de su asesinato es, en gran parte, el leit motiv de la novela.

«Alguna trovadora escribiría un romance describiendo un hecho similar: podrían prohibírselo, pero el romance correría de boca en boca» (Billy («algo es algo»)).

Refranívocos, de Mario Benedetti

El genial poeta uruguayo elaboró un poema en el que truncaba la segunda parte de refranes y dichos populares, cambiándoles el sentido, o inventándose algunos. Inolvidable la mezcla de su recitado junto a «El diablo en el paraíso» de Violeta Parra, interpretada por Daniel Viglietti.

«… pero algo es algo»: No, no es espoiler, si conoces el poema en sí. Ese «algo es algo», que además tomé como subtítulo, viene a significar que, a pesar de las injusticias, de alguna manera la literatura, el arte en general, viene a brindar un cierto consuelo, por pequeño que sea. Como ya sostuvo Gramsci, a través de la literatura el humilde puede soñar con la venganza sobre el poderoso.

Smells like teen spirits (letra y música: Kurt Cobain, Dave Grohl, Krist Novoselic; intérpretes: Nirvana)

El himno de los grunges se publicó en el disco Nevermind (1991), y, alcanzó tal éxito, que el grupo llegó hasta a cogerle manía. No se les puede quitar la razón, cuando un sonido tan sucio como encantador, el santo y seña de los desarrapados despreciados por la sociedad biempensante, entró por la puerta de los éxitos discográficos hacia la aceptación social.

«Ya estamos aquí, diviértenos» (Here we are now, entertain us): aquí sí me alejé del todo de la hegemonía de títulos de canciones de cantautores españoles. La razón es más personal y su elección no fue fácil del todo. En este capítulo, a través de nuestros alter-egos, intervenimos mi pareja, Cristina Bermejo Rey, que también es escritora (buscad su Trece relatos de amor maldito), y yo, encarnados en unos periodistas autónomos especializados en asesinos en serie, a los que Guillermo Niño requiere para ser asesorado acerca de El Carcelero. Y la canción, sin más, sonaba durante nuestro primer beso en Bar Garaje (Travesía del Pilar 2, Getafe, Madrid).

Anti-social (letra y música de Bernie Bonvoisin y Norbert Krief; intérpretes: Los Suaves)

Esta versión del grupo gallego de la canción de la banda francesa Trust? (con el precedente de Anthrax) no pertenece a los títulos de los capítulos, porque no me percaté de su letra hasta después. Cuando la escuché, pensé que podría haber estado genial, pero ya era tarde, así que siempre procuro incluirla en las publicaciones a modo de epílogo.


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3 días de canción de autor


Hoy los cantantes han recogido la vihuela de los trovadores
y han venido a liberar la poesía. A fuerza de música y de voces
–jóvenes y hermosas–, sacan a los poetas a la calle, y los sacan
más vivos, como resucitados –algunos– por la guitarra».
 

(Jesús López Pacheco.
Texto que acompañaba la edición del primer disco grabado
por Hilario Camacho en 1968)

En el coloquio, además de los alumnos y alumnas que participaronA lo largo de estos últimos tres días (que casi siguieron a los fastos de mi aniversario) asistí como alumno al seminario La palabra se hizo música, dentro de la programación de los Cursos de Verano de la UNED, bajo la coordinación del gran cantautor y técnico en cultura de la UNED Carlos de Abuín, dirigido por Álvaro Jarillo –Vicerrector de Estudiantes, Empleo y Cultura de la UNED– y conducido por mi primo Fernando González Lucini, pues ¿quién mejor que él para hablar de estos temas? Generalmente, cada género o estilo musical tiene a su especialista, y en este caso el género se honra en tener a Fernando, pero no sólo, como ya veremos.

Después de la inauguración, arrancó la presentación a cargo de Fernando: una introducción a su historia, una revisión a su génesis, sus figuras más representativas, las relaciones entre las diversas escuelas y movimientos, apoyado por documentos sonoros. Traía a colación cuatro textos importantes, algunos de ellos aparecidos en las reseñas que los mismos discos (EPs y LPs) llevaban consigo, pues la colaboración entre los cantautores y los poetas de aquellos días fue importantísima, de la mano de Blas de Otero, Gabriel Celaya, Jesús López Pacheco y José Agustín Goytisolo, que venían a ahondar en la relación entre poesía escrita y poesía hablada. Son palabras en las que estos grandísimos poetas, que a veces actuaron de padrinos, expresaban la urgente necesidad de llegar a esa inmensa mayoría de personas, muchas de ellas analfabetas, y que veían en la nueva canción popular un vehículo excelente y fundamental para, a pesar de todo, llegar hasta ellas.

Un guaperas: Antonio GómezLa segunda sesión contó con tres invitados de excepción: el catedrático de Historia Moderna de la UNED, Carlos Martínez Shaw, quien habló de la historia de la Nova Cançó; y otros dos primos míos: mi camarada el poeta Juan de Loxa, hablando de la historia de Manifiesto Canción del Sur (Carlos Cano, Antonio Mata, etc.) y del programa “Poesía 70”, y el compadre Antonio Gómez, que retrató los comienzos de los miembros de Canción del Pueblo. Había genialidad en el ambiente, sin duda, y gracias a una pregunta, Juan pudo desmentir un prejuicio muy difundido: los cantautores no vivían en un universo paralelo respecto a la música contemporánea; muy al contrario, la mayoría tenían unos gustos muy progresistas, y esto se puede observar en las producciones que llevaron a cabo Alberto Gambino, Gonzalo García Pelayo o el propio Antonio; no se hacía en España entonces nada más progresista fuera de la canción de autor, del rock progresivo y del rock urbano que, por ejemplo, los arreglos de “La miseria” de Carlos Cano; y aun a día de hoy a muchos os sorprendería conocer los gustos de algunos cantautores. Bastaría señalar que el mismísimo Enrique Morente declaraba ser fan del grupo Pearl Jam… ¡Ahí queda eso!

Este primer día acabó con la actuación de María Rozalén, a quien conocí el año pasado, y va camino de hacerse toda una estrella, y yo me alegro, pues cuando el año pasado la vi interpretar “La llorona” el llorón fui yo. Pero no pude quedarme, y decidí ir a por unas cañas con mis primos Juan y Antonio, que se vieron prorrogadas por una o dos más rondas durante las cuales no dejaban de caer las anécdotas interesantes y una discusión seria y profunda sobre el pasado, el presente y el futuro de la música popular.

Gila, agosto, 1974El segundo día se abrió con una interesante a cargo de Carlos de Abuín acerca de “la poÉtica” en la canción de autor, haciendo una interesante exposición genealógica sobre lo que a lo largo de la historia hasta nuestros días ha constituido la relación entre músicos y poetas (véase Beethoven, v. g.), por un lado, y la mirada crítica que músicos, cantantes y compositores echaron a su mundo y reflejaron en sus creaciones. Una forma de verlo que, no obstante y si se me permite, no me es en absoluto ajena: no en vano compartimos formación académica. Y de ahí y de la inconmensurable clasificación de Fernando de todas las canciones del género, desde su creación hasta el año 82, surge la pregunta: ¿se reducía a la política, a la canción protesta, todo este género? Por supuesto que no: no es necesario acudir a los libros de Fernando (aunque sí altamente recomendable) para verlo: incluso escuchando los discos más esenciales, los intérpretes más representativos, cualquiera puede darse perfecta cuenta de que las canciones con un mensaje meramente político son muy reducidas, de hecho, según la clasificación de Lucini, la relación en menor número de todas. Sin embargo, creí conveniente hacer una puntualización. Los términos “canción política” y “canción protesta” fueron desechadas desde muy pronto por los cantautores y sus defensores por dos razones fundamentales: la primera es que son términos muy reduccionistas que no abarcan toda la producción, y sin contar con ciertas clasificaciones mestizas (véase el poema de Benedetti “Si te quiero es porque somos”, un poema de amor y político a la vez); y, por otro lado, fue ese mismo reduccionismo el que llevó a cierta crítica hostil, más por razones ideológicas que culturales o artísticas, a lanzar un ataque basado en esto: esos “llorones” que tienen de todo, pues reflejaban sólo a aquellos que venían de familias de la clase media e insinuaban que todos tenían esta procedencia, y se quejan de las “excelencias” del sistema político-económico y social de este régimen del sol, la siesta y la fiesta (¡¡y no estoy exagerando muchas de las críticas que se lanzaron por parte de algunas de las plumas que se consideraban el súmmum del periodismo de entonces!!), que se olvidan que afuera hay un despiporre que no se puede aguantar, por no hablar del grado de libertad del que “gozamos” y que no tienen ni en la URSS ni en Cuba; muchos de los que ahora emplean indiscriminadamente el término sectario son, o los mismos, o descienden de aquellos que no podían ver la más mínima crítica al régimen, al sistema, sin echar espumarajos por la boca, vociferando con sus repugnantes ojos inyectados en sangre “¡¡Pues vete a Rusia (o a Cuba)!!”. Y la crítica podría acabar aquí si no fuera porque esos mismos señores defendían, o incluso financiaban, ciertas canciones que, de la manera contraria, también eran canciones políticas y hasta protesta: desde el “Soy minero” del gran Antonio Molina, hasta el “Que viva España” de Manolo Escobar (persona a la que respeto, no obstante), pasando por una especie de raimoniana canción del nacionalismo español que reivindicaba la soberanía española sobre Gibraltar, interpretada por un hombre conocido como José Luis y su Guitarra y al que, por lo visto, no se le recuerda por nada más; y ya sin mencionar ese espantoso engendro titulado “Españolear”, una canción sobre las excelencias climático-culturales de España que, en el colmo de su absurdo, afirmaba que los portugueses venían buscando el sol que en su país no tienen. Pero, ¡claro!, ya se sabe que la politización del arte es patrimonio de la izquierda.

Todo eso sucedió, y por esa razón se escapó de la definición “canción protesta” (que, no obstante, en Latinoamérica y en Estados Unidos, durante un tiempo, se enarbolaba con mucho orgullo). Realmente creo que nunca se empleó el término “canción política” en España, sobre todo porque pondría en un aprieto al que manifestara hacer tal tipo de canción, pues la política, digamos, pública, estaba prohibida. Pero, considerando lo que dijo Carlos sobre la malinterpretación que suele hacerse del hombre como zoón politikón (ζῷον πoλίτικoν) de Aristóteles, debido a su traducción errónea, de “animal político”; sería más correcto (y esto fue un puntazo de Carlos) “animal ciudadano”, pues “política”, en el griego antiguo, era una palabra empleada para definir todo asunto relacionado con la polis, la ciudad; de ahí que su traducción más exacta sería “animal ciudadano”. Pues, desde esta perspectiva, a mí el término “canción política” me gusta y creo que ahora podría ser reivindicado, pues eran canciones que, en todas sus temáticas, o al menos en la mayoría, reflejan no sólo ese entramado de relaciones de un tiempo y un lugar concreto, por las que un historiador avezado conseguiría dentro de cien años elaborar un retrato de la vida cotidiana y sentimental de un amplio espectro de la población de la sociedad de los años 60 y 70, sino que además se hace de una manera consciente, pero la mayor parte de las veces sin más ambición que la de conseguir un producto artístico. Pero ahora sí: no hay que avergonzarse en absoluto de haber hecho o escuchado algo que, en algún momento, haya podido considerarse canción protesta o política; entendamos que muchas de esas canciones nacen en un momento de urgencia, nacen con una finalidad concreta, y en todo esto no operó más que la libertad creadora del artista y lo que de su obra quería hacer. Total, que también reivindicaría el término “canción protesta”, ¿por qué no?… “Oiga, que esto que usted ha hecho es canción protesta”, “Pues sí, he hecho una canción protesta porque no tengo un modo mejor y más elegante de deciros que me tenéis hasta los cojones/ ovarios. Mañana les canto una de amor”. Es un prejuicio heredado de la manera conservadora de ver las cosas el identificar una manifestación artística-cultural con visos de política con una obra mala, y eso no es así necesariamente. ¿Que no hizo canción protesta Johnny Cash, Bob Marley, Peter Tosh, Simon & Garfunkel, Lightning Hopkins, los Rolling Stones, John Lennon y Bruce Springsteen? Y, sin embargo, son alabados por ello. Pero aquí los reaccionarios han comido terreno, de manera que hay algunos cantautores que, tímidamente, no tienen más remedio que bajar la cabecica, cruzar las piernas mientras dibujan círculos en el suelo, mientras dicen casi susurrando “No, si protesta no es…”. Así que, yo, la reivindicaría ahora, lo gritaría… Y si a alguien le molesta, será por algo.

Dicho lo cual, y después de un café con cigarrillos, pasamos a la segunda parte de esta segunda sesión. Visionamos el documental Cantautores, con la presencia de su realizadora Belén Molinero, que luego se sometió a las preguntas de los asistentes. Durante el visionado, Álvaro Jarillo nos somete a un juego, que consistió en escribir tres palabras conforme a lo que íbamos viendo: una en abstracto, otra en concreto, y otra, en un ejercicio de imaginación, qué pensaríamos si viéramos el mismo documental dentro de 50 años. Si os pica la curiosidad, esto es lo que yo puse: “poesía”, que no hace falta explicarlo; “calle”, porque veía muchas actuaciones, o rodajes, que habían tenido lugar en la calle o en una plaza: Pi de la Serra cantando totalmente relajado en la terraza de un bar “L’home del carrer”, Carlos Cano y Luis Pastor en plazas públicas, que es una cosa que en mí despierta ese sentimiento de que no fue ni populismo ni demagogia: realmente era algo muy popular, muy orientado a la población en general, y que la mayor parte de las veces no eran intérpretes inalcanzables subidos en tarimas y rodeados por guardias de seguridad contratados (bueno, se llegó a rodear el escenario por la policía en múltiples ocasiones, pero en cualquier caso era contra la voluntad del cantante y no necesariamente por su seguridad); y la tercera, algo cursi yo, “esperanza”, porque es lo mismo que siento ahora en la distancia: en el futuro habrá tiempos como éste, quizás, Dios no lo quiera, como entonces, pero eso, que ya es historia, toda esa resistencia cívica y pacífica, quedará en la memoria como ejemplo, como entonces tenían el ejemplo de la poesía de Miguel Hernández o de Lorca.

Juan de Loxa, muy guapo él a lo EngelsNos vamos a comer… Y a la vuelta nos encontramos a Juan de Loxa, que era el ponente de esta sesión, con su alegría, simpatía y espontaneidad, usurpando la clase de Fernando. El tema giraba en torno a la musicalización de la poesía, y el ejemplo que se traía era, estando Juan, el grupo Manifiesto Canción del Sur. Juan trajo grabaciones de su programa de radio “Poesía 70”, uno de ellos fue uno al que acudieron Los Chunguitos, y no sé si en parte no fui yo responsable de esto, pues el día anterior, en las cañas, mencioné, no recuerdo por qué, el cine kinki… ¡Quién sabe!

Más rarezas que vinieron de mano de Lucini, aunque una no lo es tanto: Sara Montiel cantando a Pablo Neruda antes que nadie, y Manolo Escobar, en televisión, cantando el “Andaluces de Jaén” de Miguel Hernández con la musicalización de Jarcha, pues le vendieron los derechos (aunque sospecho que sin contar para nada con la familia del poeta):

Yo, ante esto, voy a aplicar el principio árabe que reza que si no puedes decir algo más bello que el silencio, no digas nada, aunque la versión en la voz de don Manolo no desmerece (vuelvo a manifestar mi respeto hacia Escobar como persona y como artista honesto, aunque no me guste gran parte de lo que haya cantado).

La conclusión de esta sesión puede ser que hay dos formas de musicalizar un poema ajeno (o bien propio, pero que se haya hecho antes de la música): o crear un acompañamiento para el poema y una manera de buscarle una melodía que cuadre en su métrica, o reinterpretarlo totalmente. En este sentido, si tuviera que nombrar al que, para mi gusto, es el que mejor ha interpretado un poema en forma de música, ése sería, sin duda alguna, Adolfo Celdrán.

olga-manzano-presentimientosEl día finalizó con el tema “El canto emigrado de América Latina”, y se contó con la presencia excepcional de Olga Manzano, bella mujer que en aquellos años de la dura represión en Argentina (fijarse, dice Fernando, cómo sería Argentina en aquellos años para que, en comparación, España les pareciese casi un paraíso) se vino para acá con Manuel Picón, como tantos otros, formando el dúo Olga Manzano y Manuel Picón. Y es que, ciertamente, a finales de los 70, junto a otros exiliados, los cantautores de América Latina residentes en España, como ellos, Quintín Cabrera, el otro dúo argentino Claudina y Alberto Gambino, etc., formaron una comunidad bien avenida y en estrecha relación con los cantautores de aquí. Olga recuerda, y no sólo por eso de la nostalgia, con dulzura aquellos años en los que no sólo muchos españoles les dieron la bienvenida con los brazos abiertos, sino que personas que no conocían de nada les saludaban como gesto de cortesía; pero todo eso, un día, ya en tiempos de Felipe González, cambió: casi al mismo tiempo que el presidente del gobierno exigía silencio a la comunidad artística latinoamericana residente en España ante el debate de la permanencia de España en la OTAN, un palabro, hasta entonces inexistente, empezó a oírse por las calles españolas con desprecio cuando la gente de allá pasaba: “sudaca”, decían. Empezarían a usarlos unos cuantos descerebrados, y puede que al principio (como muchos creíamos en nuestra juventud) fuera un término neutro que algún macarrilla inventó sin ninguna connotación (como la palabra “negrata”, que también es muy fea y no debe utilizarse). Fue entonces cuando Olga Manzano, Manuel Picón, Rafael Amor y Claudina y Alberto Gambino hicieron el espectáculo titulado así, Sudaca, y que no pretendía más que, como Mario Benedetti escribía en su columna de El País, “‘Sudacas’ del mundo, uníos”, darle totalmente la vuelta a la palabra, de la misma manera que en América Latina el término gallego no necesariamente era despectivo, sino que, al contrario, se solía emplear con mucho cariño. Y acabamos con muy buen sabor de boca al reproducir una nueva versión del tema de Pablo Neruda “Tu risa”, mezclado con otro tema de Neruda “La carta en el camino”, arreglado por su hijo Nagot Picón, y cantado junto a ella por él mismo junto a su hermano Tabaré; incluido en el disco Presentimientos, el cual, por desgracia, no se puede encontrar en las tiendas porque debido a una quiebra todas las copias se entregaron a Olga y a Fernando (creo que podríais contactar con alguno de ellos para comprarles una copia, junto al último de Manuel Picón: http://www.olgamanzano.com/discografia-y-trabajos/). Me hubiera gustado ponerla aquí, pero no encuentro ninguna en el you-tube; quedaos con esta actuación en directo de Olga y Manuel:

El último día fue más corto. Paco Ortega, antiguo cantautor, compositor y productor, habló sobre la problemática de la industria discográfica; su charla fue muy constructiva, porque nos explicó cosas que, siendo ajenos a ese mundo, no sabemos o no entendemos, pero que siempre te hueles algo. Entre otras cosas, nos dejó muy clara la paradoja que se da en televisión de que los cantantes que hacen de jurado en estos concursos de talento (que detesta como artista y como productor) no pueden, a su vez, actuar en esa misma franja horaria; puso el ejemplo de si, por ejemplo, ahora se hiciera el “Lluvia de estrellas”, aquel programa en el que los participantes imitaban a cantantes: un hombre que imitara a Serrat podía cantar, pero Serrat en persona no, y no sólo por lo que el espíritu del programa representa. Intuyo que, por otro lado, sus opiniones sobre los derechos de autor y los programas P2P, pudieron levantar cierta incomodidad, pero imagino que fue, como en mi caso, porque todos lo hemos hecho alguna vez, pero con salvedades y matices; de todas maneras, de ninguna manera fue faltante su exposición, como estamos acostumbrados en muchas ocasiones (en ambos lados de la discusión): ya he dicho que éste es un tema bastante serio que, si dejáramos de lado a los charlatanes de ambos bandos, podría dar lugar a una discusión fructífera y a propuestas de consenso por ambos lados. Como ejemplo, él proponía crear un sistema de descargas de pago indirecto, que a mí me parece bastante bien. Por mi parte he de decir que sí: que me he descargado cosas para mi provecho; no tengo más defensa que ésta: gustosamente pagaría muchas cosas, pero ¡hay que ver cómo se clavan algunos con los precios! Claro está que no es un dinero que caiga en saco roto, que va a pagar los sueldos, no ya de gordas superestrellas de su género, si no de los músicos y los técnicos, y se me podrá decir que me espere a tener dinero. Aunque, por otro lado, recuerdo los tiempos en los que pagabas alrededor de 20 euros por un CD de no más de una hora de duración y que no sólo no contenía otra cosa que el CD en sí, sino que el paquete y la carátula eran de muy mala factura. No vale como excusa, pero siempre considero que lo que me bajo son pruebas, y que más adelante me compraré (si lo encuentro) el original. Pero eso sí: jamás se me ocurriría, más que descargarme by the face, sino colgarlo en un portal de descargas, el disco de alguien que está empezando y que se lo ha costeado de su bolsillo. Por otra parte, y en mi descargo, diré que la mayor parte de las cosas que me bajo son cosas difíciles de encontrar en España, ya sean productos hechos aquí hace tiempo, o ya sean cosas demasiado exóticas y que aquí no se encuentran porque se considera que no venderán. Tampoco es cuestión de hacerme sentir culpable, y en esto muchos me lo agradecerán: la mayor parte del material de canción de autor española que tengo es “ilegal”, a veces consentida, y a mucha honra; cosas que, de otra manera, no habría podido encontrar (¿y por qué será esto, todopoderosa SGAE?), y que aquí he reivindicado: ha habido gente que me ha dicho “¡la de tiempo que no oía esto!”, o “¡lo he estado buscando por todas partes!”, y muchos de sus autores me lo han agradecido (he de decir también que, si le conozco, le he preguntado a quien sea si estaba de acuerdo en que colgara su canción en you tube o en una cuenta para compartir: a día de hoy nadie se ha negado, todo lo contrario) y quizás algún día –ya me subo totalmente a la cima del ego de mis pelotas- esto consiga la reedición del disco más injustamente olvidado de la historia de la canción de autor. ¡Estaría bonito que los piratas acabemos haciendo el trabajo de la SGAE!

Maria RozalenLas sesiones en sí, terminaron con una mesa redonda que contó de nuevo con Paco Ortega, más tres de los más jóvenes y prometedores cantautores: Enrique Amigó (además, profesor de informática en la UNED), la bella Ángela Biedma, y Dani Fernán, que está por ahí con El pank de sus hijos bajo el brazo (El pank de mis hijos es su último e interesante trabajo, casi autogestionado, que es lo que queda); y también, si no cito mal, a Isabel Baeza, periodista y responsable junto a Carlos del programa de radio de la UNED “Heliótropo” (en homenaje al disco de las Vainica Doble). La conclusión a este debate, quizás, la exprese mucho mejor que yo, Fernando: “… que los creadores –jóvenes cantautores y cantautoras– tengan muy claro lo que quieren hacer, que trabajen y luchen por conseguirlo, y que lo hagan de forma coherente e ilusionada…”; fue, creo recordar, Dani Fernán quien dijo que todo eso dependerá de lo que cada uno quiera hacer con su carrera y su obra, si su meta es ser famoso y saborear las mieles del éxito, para lo cual tendría que aceptar todas y cada una de sus consecuencias (“no hay libertad sin cadenas”, decían Jarcha), o por el contrario, mantenerse en un circuito humilde, cantar para los amigos e invitados, pero, eso sí, trabajar como el que más éxito tenga. Creo que Dani tuvo bastante razón en su pensamiento, y todos preferimos al cantante humilde que al que va de estrella (aunque sea luego éste el que se lo lleve calentito), pero tampoco es tan fácil: multitud de factores intervienen en todo esto, sobre todo la suerte. Fernando le respondía con el caso de María Rozalén: el año pasado era conocida, pero no famosa; el disco que hizo (casi autogestionado también) cayó en las manos “adecuadas” y ahora la puedes ver de tanto en cuanto en televisión, ha cantado en la gala de los premios MAX de teatro, y hasta la ves anunciada en una cadena de televisión mientras ves “Mentes criminales”. Me alegro mucho porque considero que el éxito debería premiar siempre el talento, pero no puedo evitar el pensar que ahora llega lo más difícil: ella misma nos puso una relación de las críticas de los puto cuatro listos que en este país creen, porque otros así lo han decidido, saber de música; apuesto a que ahora más de uno de ellos se mata por hacer corrillo y pretender al círculo de parásitos que rodea a todo cantante con cierto éxito.

Momentos antes de iniciarse el concierto: Ángela Biedma, Enrique Amigó, Paco Ortega y Dani Fernán. Foto de Carlos de AbuínEl debate, aunque intenso, fue corto, en torno a la crisis de la industria discográfica (que, como señaló Paco Bello, precedió a la crisis económica), ya que  a continuación, y a modo de clausura, estos tres chicos tenían que subirse al escenario montado en la biblioteca del centro asociado Escuelas Pías, a cantar: la sátira inteligente de Amigó, el verso sensual de Ángela Biedma, y el gamberrismo poético de Dani dieron un dulce carpetazo a estas sesiones… Luego, nos fuimos de cañas, pero ésa es otra historia…

Poco más a añadir como conclusión que no haya dicho ya a lo largo del texto. Me redunda, no obstante, en la cabeza, muchas de las consideraciones de Fernando acerca del futuro del género y de su presente; en cierto sentido fueron más esclarecedoras las charlas en petit comité después de las sesiones que las charlas a este respecto. A Fernando le preocupa algo que, al modo de Julien Benda, podríamos llamar La traición de los cantautores, que consiste en lo siguiente: ha habido algunos, y no quiero que esto se entienda como un juicio de valor, ya que yo no sé ni quién ni por qué, que han abjurado del término ante la prensa, mientras que por otro lado le rogaban que no les tachara de su “lista”. Lo achaca a que el término cantautor, de nuevo, comenzó a tener connotaciones peyorativas (de eso y de mi visión del asunto ya he hablado arriba), y eso, a la hora de firmar los contratos discográficos, les perjudica. Pero ¡vaya por Dios!, que he aquí que se da el caso simultáneo y paradójico que, a la vez que el listopollas de turno se inventa, quemándose así dos neuronas vitales, el término “cansautor”, o que una tía que iba al programa del señor Sardá junto al calvo-mierda ése que escribe en El Mundo y que aquí está vetado, pretendía hacer un chiste con las portadas de los discos de los “cantautores de izquierda” (será por no hacer chistes de los humoristas sin gracia), o que el critiquillo de turno declara “estoy harto de la canción política que no aporta nada”, he aquí, digo, que, a la hora de vendernos al cantante que sea se le ha denominado cantautor, pero de la misma manera en que, como El Sueño de Morfeo mete una gaita en uno o dos temas te lo venden como folk-rock; gente, que por otra parte serán muy respetables en su estilo, como hacen sus propias canciones, son vendidas al público como cantautor, desdeñando las dimensiones que conforman el género (la dimensión poética, por ejemplo); pues ¿por qué tenemos que tragarnos que Alejandro Sanz sea un cantautor pero no Bruce Springsteen, porque si lo dices ya te dicen que no tienes ni idea de música (comercial)? ¿Por qué nos han venido vendiendo un conjunto de cantantes ñoños como cantautores mientras el mismo término se emplea como pedrada peyorativa contra los que sí lo son o lo fueron?

A pesar de esto, considero también que, por otro lado, deberíamos relajar la conceptualización, sobre todo a día de hoy cuando felizmente las fronteras entre los géneros y los estilos han caído. Pienso que, como deberíamos hacer con otros géneros, no deberíamos tender a la sacralización, que quizás haya sido la que pueda haber generado un cierto rechazo en gente que, por otro lado, no tiene en principio nada en su contra (ni ideológica ni artísticamente), de manera semejante a la que la profunda devoción por los Beatles y otros generó su rechazo por parte del punk-rock. Obviamente, el término “cantautor” no es un salvoconducto, como no lo es tampoco el de “músico de jazz” o “director de orquesta filarmónica”, que te salve de la cagada: los ha habido, los hay y los habrá geniales, normales, mediocres, malos y pésimos, como en todo género. Pienso que no hay que sacralizar, pero también, y esto puede ser un mensaje para los y las que en sus casas estén componiendo con sueños cantautoriles, el género no puede ser sin lo que es su marca distintiva: la dimensión poética. Uno podrá ser de la tendencia política que quiera, cantar sobre ello o no; podrá criticar la sociedad o no hacerlo; tal vez prefiera hacer una canción intimista, personal, que quiere compartir con el universo entero: todo eso está muy bien, y los límites de acerca de sobre lo que se quiera cantar se los fija uno mismo, y no se lo puede exigir nadie; pero a lo que no puede renunciar nadie que aspire a ser cantautor es a la poesía, al texto inteligente. Una canción que hable sobre la sociedad, sobre el amor, sobre los sentimientos, sin la dimensión poética o la lucidez del texto, será una canción, pero no una canción de autor. Junto a esto, la comunicación directa con el público es esencial: la canción de autor se ha inventado sobre el escenario, esto es así en gran parte; no me resisto a poner lo que vi, que no tiene que ver con esto pero guarda gran relación: un chico y una chica; el chico es ciego y ella muda; ella le guía de la mano mientras él le habla, y ella le responde con golpecitos de los dedos (en código Morse, imagino) en la muñeca: ¡pero fíjate que la comunicación siempre es posible!, ¡qué cosa más bonita! Siempre hay alguna manera de comunicar, y de cómo comunicarlo. Goya podía pintar contratado por los reyes de España, pero eso no impedía que, mientras a Floridablanca y a los ilustrados los pintaba rodeados de luz, con la mirada perdida en ideas y una sonrisa casi angelical, a Godoy y a Fernando VII los pintó rodeados de una tiniebla violenta y tenebrosa, con la boca torva y los ojos fijos en un objetivo concreto, con unas intenciones no muy sanas. ¡Hasta parece profetizar, en “La familia de Carlos IV”, las intenciones del pequeñuelo infante don Carlos, quien en su madurez se alzaría en armas contra su sobrina Isabel en la primera guerra carlista! Los cauces de la comunicación son infinitos.

No en balde la crítica a la sociedad no es patrimonio de la canción de autor, aunque sí su manera de hacerlo; y la canción de autor, contrario a la creencia popular, no es sólo el cantor y la guitarra (como se ve en la mayoría de los conciertos, lo cual forma parte de las peculiaridades del género): ha habido una riqueza musical impresionante en este campo; por ejemplo, el primer LP de Quico Pi de la Serra (1967) era un disco con música de jazz, y Quico cantando como un crooner. Ha sido la permeabilidad a otros estilos musicales lo que ha definido al género, y no al revés: es la flexibilidad lo que le casa y no la rigidez. Y si alguien dice lo contrario, o sabe poco o tiene intereses ocultos.

Otra cosa que le trae de cabeza a Fernando es el desconocimiento por parte de algunos de los cantautores más jóvenes hacia sus antecesores. Me confesaba que uno de ellos –no diré nombres-, ante la foto de Adolfo Celdrán, respondía con cierto desdén “¿Y quién es ése?”… ¿Os imagináis a un rockero que no sepa ni le interese saber quién fue Elvis Presley, o un grupo de rock sureño que desconozca a Lynyrd Skynyrd? Bien cierto es que, en honor a la verdad, tampoco la culpa es del todo suya, sino de esta ñoñería nostálgica que ha relegado lo mejor que se hizo en música (ya no sólo de canción de autor) durante tres décadas en favor de productos totalmente intrascendentes y prescindibles para elaborar un retrato de la historia cotidiana y popular. Pero eso sí, habrá que preguntar a alguno si no quiere ser cantautor para ligar: ahí tenía los libros de Fernando, de ahí he sacado yo todo eso (aunque él lo niegue): si hemos llegado a ese nivel en el que no dependemos de lo mascado que nos llega por la tele o por la radio, y aún así te permites hacer gala de tu ignorancia, ¿qué haces ahí? Pero, si a Fernando le sirve de consuelo, yo he visto a muchos de ellos oírle con la boca abierta, empaparse de historia y no sólo de anécdotas, y esforzándose para que el primer cantautor que les salga de la boca cuando les pregunten no sea –sólo porque es el más conocido, no por otra cosa en esta ocasión- Joaquín Sabina.

Querido Fernando: yo no creo que el género desaparezca, como no ha desaparecido ningún género musical; se transformará, como ya ha pasado. Vendrán días peores o mejores, pero no desaparecerá mientras alguien tenga algo que decir, algo que contar, ya sea con un violín al ritmo de los gitanos de los balcanes, o con una guitarra eléctrica desgranando el dolor cósmico, o, ¿por qué no?, de nuevo con una guitarra y un taburete. Podremos cerrar tu blog y el mío, pero lo que hemos dicho ahí ha quedado, y eso no nos lo quita ni Dios. Y si desapareciera, alguien volvería a empezar desde el comienzo, otra vez.

¿De qué se ríen?


Dedicado a los VERDADEROS TRABAJADORES de Telemadrid y canales afines

Patti Smith, encontrada en la marcha del 14N en MadridAyer, y en contra de mi voluntad, fui inducido en una viaje a través de los peores canales que actualmente pueblan la TDT: canales privados, y uno público, que analizaban la huelga y manifestación de ayer. Babosos engominados, que tratan de seguir al bien recompensado ministro Wert, esgrimían a capa y espada, bajo una espesa neblina casposa, los mismos o peores argumentos que el gobierno, exponiendo hechos aislados, informes dudosos, y una sarta de insultos de quienes pretenden parecer “despolitizados” al declarar que no piensan utilizar los términos “desfasados” en que se han declarado los sindicatos (esos malvados), como “clase obrera”, “proletariado” (claro que, al que le va bien, puede permitirse ciertos lujos; aunque bien pensado, mejor que no lo hicieran). La odisea a través de los medios de comunicación de los defensores de la banca acabó en el programa de el Gran Wyoming, que confieso que no quiero ver porque me hierve la sangre.

Yog-Sothoth: probable director de informativos de Tele-MordorEl amigo Wyoming, junto a Dani Mateo, daban vueltas a la última hazaña de ese mártir del neoliberalismo, Hermann Tertsch: la súper-estrella de Telemadrid, que grabó un día antes su editorial para el “Diario de la Noche” acerca de la huelga, vaticinando ya, como todo un Nostradamus, el fracaso de la huelga, para, ante la avalancha de críticas, defenderse, y ser defendido por su valiente escudera, diciendo que, aun así, su discurso puede mantenerse inalterable: es lo malo de ser un adorador de Yog-Sothoth, que acaba uno viviendo en dos universos paralelos simultáneamente. El caso es, que es a lo que vamos, que su valiente escudera, Ana Samboal, haciendo el excurso para defender a su “colega”, comienza declarando quién y quién no hizo huelga: presentadores, redactores, etc., no la hicieron; el equipo técnico (que, si no me equivoco, es algo así como el 90 % del equipo de producción, tirando por lo bajo), sí. La señora Samboal, mi mito erótico sado-maso, hace esta declaración con un cierto regusto repugnante, indicando al espectador quiénes son los buenos y quiénes los malos (la valoración de “buenos” y “malos” de la señora Samboal puede no adoptarse a nuestra escala moral), quiénes, de la realización del programa, tiene auténtica devoción a su trabajo, y quiénes son leales. Y me dio auténtica vergüenza, porque, además, es un asunto que me toca de una manera algo personal.

En primer lugar, la señora Samboal haría muy bien en bajar esos humos, sobre todo cuando quien permite que esté diciendo eso, es uno o varios de los del equipo técnico: el cámara, los de sonido, la maquilladora, la peluquera… Lo cual quiere decir que ella, por sí sola, y como queda demostrado en la huelga, no es absolutamente NADA sin ellos; nada más que un fundido a negro sin la colaboración de ese minusvalorado equipo técnico, que ya tiene bastante con los suyo. ¿Queréis una prueba? Pues aquí hay una de lo que valen las estrellitas mediáticas de Telemadrid por sí solas:

telemadrid-es-de-todosPorque ahora vamos con la segunda parte. No sólo por ser trabajadores y becarios que tenían razones para hacer a la huelga… Mientras Telemadrid despedía a la gente de ese equipo técnico tan despreciado por doña Samboal, el señor Tertsch, por sus irregulares intervenciones en ese “informativo”, en el que sucedió a otro que ya lo dejó elevado a la categoría de esperpento –nos referimos al sobrevalorado “intelectual” Fernando Sánchez Dragó, del que no creemos que estuviera haciendo un homenaje al teatro de Valle-Inclán- de 2 a 3 minutos, y a veces en estado de embriaguez (o eso nos parece), cobraba, en el año 2010, 562 euros del dinero público, y todo para decir mentiras, sandeces y gilipolleces: un espacio informativo utilizado para atacar a sus enemigos políticos. Y nos preguntamos ¿cuánto cobra actualmente? ¿Cuánto cobra cada una de esas mega-estrellas? (Fuente: http://www.salvemostelemadrid.es/tertsch-una-maquina-de-gastar/)

Por supuesto que este dúo de malos cómicos, y todos ellos, pueden darse el lujo de no ir a la huelga: al contrario que el equipo técnico, en el caso de que por esto o lo otro fueran despedidos, siempre tendrán un amigo, o el amigo de un amigo, o el inefable cuñado propio o ajeno, consejero o directivo de algún medio. Pero como todos estas cosas parecen hacerles gracia, preguntémosles: ¿De qué se ríen?

¿De qué se ríe?

(Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.

http://www.poemas-del-alma.com/mario-benedetti-de-que-se-rie.htm

Mario Benedetti

Música: Quintín Cabrera

NOTAS: no me ha dado la gana de poner aquí fotos de las superestrellas caspa-mediáticas, por lo que la primera foto es la de Patti Smith, hallada in fraganti en la marcha del 14N en Madrid… Un olé por sus ovarios, y ya podrían aprender algunos “intelectuales” del tipo “no soy facha, pero” y alguna reina sobrevalorada de los magazines de la matiné.

La segunda foto es de la maligna deidad lovecraftiana Yog-Sothoth, quien infunde en sus seguidores más fieles visiones alucinógenas de otros mundos y realidades paralelas. Iä, Shub-Niggurath!

Y, finalmente, como digo al principio, esta es una entrada dedicada a los VERDADEROS trabajadores de Telemadrid y de canales parecidos, que tienen que tragar con toda esta mierda, encima de que muchos están en precarias condiciones y con contratos mierder. ¡Chicos! Cuando veáis a los reporteros y a los cámaras de estos medios cubriendo las huelgas y las manifestaciones, por favor: respetadles; quizás ellos quieran estar ahí con vosotros, pero no pueden. Ya no es –si lo ha sido alguna vez- todo en blanco y negro, pues resulta que ahora hasta el derecho a huelga es un privilegio que no está al alcance de todos los trabajadores: por ahí sí que habría que reformarla. Así que, ¡va por vosotros"!, las auténticas estrellas de la televisión y no esos sobrevalorados –y sobre-pagados- presentadores; por vosotros, que realmente lo hacéis posible, y por el personal no técnico (mantenimiento, limpieza, etc.). Por eso, hélos aquí:

Una voz más autorizada:

http://teresadiez.wordpress.com/2012/06/08/mala-prensa/

¡Vamos juntos, Benedetti!



MARIO BENEDETTI
1920-2009
Se fue a hablar a Dios sobre el Hombre

Vamos juntos

Con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    compañero te desvela

    la misma suerte que a mí

    prometiste y prometí

    encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    la muerte mata y escucha

    la vida viene después

    la unidad que sirve es

    la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    la historia tañe sonora

    su lección como campana

    para gozar el mañana

    hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    ya no somos inocentes

    ni en la mala ni en la buena

    cada cual en su faena

    porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    algunos cantan victoria

    porque el pueblo paga vidas

    pero esas muertes queridas

    van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero.

Mario Benedetti

Otra voz canta/ Desaparecidos


¡Enhorabuena al pueblo de Argentina! Una vez más habéis conseguido justicia contra aquellos que en el pasado os oprimieron y os torturaron, o se llevaron a vuestros parientes y amigos para nunca más volver a saber de ellos. Por esa razón hoy traigo una mezcla entre la canción de Daniel Viglietti, "Otra voz canta", sobre un poema de Circe Maia, y el poema de Mario Benedetti "Desaparecidos"; en realidad, esta mezcla es la interpretación de ambos que se puede encontrar en el CD A dos voces, que acompaña al libro de poemas de ambos del mismo título, y que en España ha publicado Visor de Poesía.

Otra voz canta/ Desaparecidos

Por detrás de mi voz
– escucha, escucha –
otra voz canta.

Viene de atrás, de lejos;
viene de sepultadas
bocas, y canta.

Dicen que no están muertos
– escúchalos, escucha –
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.

Escucha, escucha;
otra voz canta.

Están en algún sitio / concertados

desconcertados / sordos


buscándose / buscándonos


bloqueados por los signos y las dudas


contemplando las verjas de las plazas


los timbres de las puertas / las viejas azoteas


ordenando sus sueños sus olvidos


quizá convalecientes de su muerte privada



nadie les ha explicado con certeza


si ya se fueron o si no


si son pancartas o temblores


sobrevivientes o responsos



ven pasar árboles y pájaros


e ignoran a qué sombra pertenecen


Dicen que ahora viven
en tu mirada.
Sostenlos con tus ojos,
con tus palabras;
sostenlos con tu vida
que no se pierdan,
que no se caigan.

Escucha, escucha;
otra voz canta.

cuando empezaron a desaparecer

hace tres cinco siete ceremonias


a desaparecer como sin sangre


como sin rostro y sin motivo


vieron por la ventana de su ausencia


lo que quedaba atrás / ese andamiaje


de abrazos cielo y humo


No son sólo memoria,
son vida abierta,
continua y ancha;
son camino que empieza.

Cantan conmigo,
conmigo cantan.

Dicen que no están muertos;
escúchalos, escucha,
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.

Cantan conmigo,
conmigo cantan.

cuando empezaron a desaparecer

como el oasis en los espejismos


a desaparecer sin últimas palabras


tenían en sus manos los trocitos


de cosas que querían



están en algún sitio / nube o tumba


están en algún sitio / estoy seguro


allá en el sur del alma


es posible que hayan extraviado la brújula


y hoy vaguen preguntando preguntando


dónde carajo queda el buen amor


porque vienen del odio


No son sólo memoria,
son vida abierta,
son camino que empieza
y que nos llama.

Cantan conmigo,
conmigo cantan.

"Otra voz canta": letra de Circe Maia, música de Daniel Viglietti
"Desaparecidos" por Mario Benedetti

Mario Benedetti: We go together



Vamos juntos


Con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    compañero te desvela

    la misma suerte que a mí

    prometiste y prometí

    encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    la muerte mata y escucha

    la vida viene después

    la unidad que sirve es

    la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    la historia tañe sonora

    su lección como campana

    para gozar el mañana

    hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    ya no somos inocentes

    ni en la mala ni en la buena

    cada cual en su faena

    porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero

    algunos cantan victoria

    porque el pueblo paga vidas

    pero esas muertes queridas

    van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero

vamos juntos compañero.

We go together


With your "I can" and my "I want"/ we go together, companions// companion you’re kept awake/ by the same luck that me/ you promised and I promised/ to light this candel// With your "I can" and my "I want"…// death kills and listens/ life comes after/ the unity that worths is/ which joins us in fight//
With your "I can" and my "I want"…// the history sonorous plays/ her lesson as the bell/ to enjoy the future/ must fight the present// With your "I can" and my "I want"…// we already are not innocents/ nor in the good nor in the bad/ everyone in his job/ because in that there’s no substitutes// With your "I can" and my "I want"…// some people are claiming victory/ because People pays with life/ but those loved deaths/ are writing History// With your "I can" and my "I want"…

Mario Benedetti

Uruguayan poet Mario Benedetti‘s solidary words had been sung by many songwriters, as Latin-Americans, like Nacha Guevara, Mercedes Sosa, Isabel Parra or Daniel Viglietti, as Spanish, like Joan Manuel Serrat or Luis Pastor:

Luis Pastor was born in Berzocana (Cáceres, Extremadura), but, being a child, his family came to Madrid during the great migrate movement from countryside to town in the 50-60’s Spain, for living at the Vallecas neighborhood.  Born in 1952., he was one of the younger songwriters in the 70s: his influence are wide, but specially had a great respect to Portuguese songwriters as Jose Afonso. In his 1975’s LP, Vallecas, he made a song based in this Benedetti’s poem.

Cantautores para la libertad


Título
Cantautores para la libertad
Intérprete
Varios

 

CD 1:

 

  1. Joan Manuel Serrat: Para la libertad (Miguel Hernández/ J. M. Serrat)
  2. Luis Eduardo Aute: Al alba (L. E. Aute)
  3. Víctor Manuel y Ana Belén: La muralla (Nicolás Guillén/ Quilapayún)
  4. Lluís Llach: L’estaca (Ll. Llach)
  5. Labordeta: Canto a la libertad (J. A. Labordeta)
  6. Violeta Parra: Gracias a la vida (V. Parra)
  7. Pablo Guerrero: A cántaros (P. Guerrero)
  8. Ana Belén (con Antonio Flores): Sólo le pido a Dios (León Gieco)
  9. Jarcha: Libertad sin ira (Rafael Baladés-Pablo Herrero-José Luis Armenteros)
  10. Cecilia: Un ramito de violetas (Eva Sobredo)
  11. Aguaviva: Poetas andaluces (Rafael Alberti/ Manolo Díaz)
  12. Quilapayún: El pueblo unido jamás será vencido (Quilapayún/ Sergio Ortega)
  13. Amancio Prada: Libre te quiero (Agustín García Calvo)
  14. Luis Pastor: Vamos juntos (Mario Benedetti/ Luis Pastor)
  15. Olga Manzano y Manuel Picón: Tu risa (Pablo Neruda/ M. Picón)
  16. Javier Ruibal: Tierra (J. Ruibal)
  17. Rosa León: Palabras para Julia (José Agustín Goytisolo/ Paco Ibáñez)
  18. Quico Pi de la Serra: Cançó mansa (Pi de la Serra)
  19. Bibiano: Negra sombra (Rosalía de Castro-Xan Montes Capón)
  20. Manuel Gerena: Canto a la unidad de verdad (M. Gerena)

CD 2:

  1. Joaquín Sabina: Una de romanos (J. Sabina-P. Varona-J. Mora-A. García de Diego-E. Cribazos)
  2. Víctor Manuel: Asturias (Pedro Garfias/ V. M. San José)
  3. Pablo Milanés: Yolanda (P. Milanés)
  4. Javier Krahe: Señor juez (Javier Krahe)
  5. Carlos Cano: Las murgas de Emilio el Moro (C. Cano)
  6. María del Mar Bonet: Què volen aquesta gent (Lluís Serrahima-Mª del mar Bonet)
  7. Mercedes Sosa: Alfonsina y el mar (Félix César Luna/ Ariel Ramírez)
  8. Benito Moreno: España huele a pueblo (B. Moreno)
  9. Vainica Doble: Déjame vivir con alegría (Carmen Santonja-Gloria van Aarsen)
  10. Hilario Camacho: Cuerpo de ola (F. Escalada-H. Camacho)
  11. Marina Rossell: Pirates i bandolers (Rosa Leveroni/ M. Rossell)
  12. Inti-Illimani: Venceremos (Claudio Iturra-Sergio Ortega)
  13. Joaquín Carbonell: Me gustaría darte el mar (J. Carbonell)
  14. Rafael Amor: No me llames extranjero (R. Amor)
  15. Imanol: Zure tristura (Xabier Lete-Imanol)
  16. Nuevo Mester de Juglaría: Batalla de Villalar (Luis López Álvarez/ popular)
  17. Marisol: Galería de perpetuas (Pedro Cobos-José Nietos)
  18. Antonio Mata: Cuarenta lobos negros (A. Mata)
  19. Antonio Resines: Hanoi, capital de gloria (Ho Chi Minh/ A. Resines; ad. A. Resines)
  20. Luis Emilio Batallán: Agardaréi (Celso Emilio Ferreiro/ L. E. Batallán)

CD 3:

  1. Víctor Jara: Te recuerdo, Amanda (V. Jara)
  2. Chicho Sánchez Ferlosio: Gallo rojo, gallo negro (C. Sánchez Ferlosio)
  3. Víctor y Diego: A volar (Víctor y Diego)
  4. Nuestro Pequeño Mundo: Los campanilleros (F. Jiménez Montesinos/ popular)
  5. Lole y Manuel: Nuevo día (M. Molina)
  6. Almas Humildes: Cuervos (Antonio Resines)
  7. La Bullonera: Estamos hablando de la libertad (M. Anós/ Javier Maestre)
  8. Adolfo Celdrán: General (Bertolt Brecht/ A. Celdrán)
  9. Quintín Cabrera: Los reyes son los padres (Q. Cabrera)
  10. Joan Isaac: A Margalida (J. Isaac)
  11. Los Lobos: No me paguen porque cante (Nicolás Guillén/ Sergio Acshero)
  12. Elisa Serna: Se va a caer el porvenir (E. Serna)
  13. Ramón Muntaner: Escric el nom (Paul Eluard/ Pere Quart/ R. Muntaner)
  14. Patxi Andión: Rogelio (P. Andión)
  15. Juan Ignacio y Pat: El cóndor pasa (M. Clavero-Daniel A. Robles/ popular)
  16. Paco Muñoz: Què vos passa, valencians? (Toni Mestre/ Paco Muñoz)
  17. Nuberu: Aída Lafuente (M. Blanco Peñayos/ Chus Pedro)
  18. Manuel Toharia: Filisteos (Philistins) (J. Richepin/ Georges Brassens/ ad. M. Toharia)
  19. Ovidi Montllor: Homenatge a Teresa (O. Montllor-Mengual)
  20. Joaquín Díaz: En el frente de Gandesa (tradicional, ad. J. Díaz)
2004
Idea original de Paco Gamarra y Estudio José Puga

 


Comentarios.
Rompiendo mi tradición de comentar discos clásicos, cuanto más desconocidos y/ o históricos mejor, hoy expongo una de las más recientes recopilaciones de la canción de autor española y latinoamericana. Cantautores para la libertad es una recopilación que intenta reunir a los cantautores y canciones más importantes, influyentes o famosas de la canción de autor izquierdista española y los cantautores latinoamericanos que más influyeron en España. No obstante, y a pesar de lo bueno de la selección generalmente, es una idea que queda traicionada en el producto final al incluir temas de finales de los 80 o de los 90.
Abriendo el disco el tema de Serrat sobre un poema de Miguel Hernández que da nombre al disco, nos encontramos con tres volúmenes con 20 canciones cada una que contienen desde musicaciones de poemas como Goytisolo, Hernández o Guillén, hasta geniales composiciones propias, pasando por variaciones de temas tradicionales. Al ser un recopilatorio, como nos pasa a todos, nos sobran cosas o nos faltan cosas: así que sólo expondré mi humilde opinión.
-Lo mejor: el recopilatorio es una perfecta puerta para conocer a cantautores o grupos tan olvidados como Antonio Resines, Los Lobos o Manuel Toharia, bien sea por lo exiguo de su obra, bien sea por la ingratitud de las discográficas y las historias oficiales de la música popular española. Entre otros, destacaría algunos temas que llegan a ser hasta sorprendentes: la canción republicana «En el frente de Gandesa» en boca del etnólogo y músico Joaquín Díaz, interpretado en directo; el ardiente «Canto a la unidad de verdad» del cantaor Manuel Gerena; la fascinante interpretación del tema tradicional andaluz «Los campanilleros», y, en general, todo el disco.Y es de muy agradecer que se cuente con la presencia de uno de los cortes del disco que Antonio Resines y Teresa Cano (aunque sólo aparezca el nombre de Antonio) hicieron con poemas de Ho Chi Minh, ya que tengo entendido que es un LP inencontrable. Con estos temas tan desconocidos hoy en día, es toda una sorpresa agradable.
-Lo peor. Siendo consciente, como digo, que no es fácil realizar un recopilatorio (dinero, tiempo y la capacidad limitada que imponen ambos, junto al criterio del seleccionador, que puede no coincidir con el mío), me voy a guiar simplemente por mi subjetividad. Por supuesto, me doy perfecta cuenta de que, por las razones aducidas, no pueden estar todos (sería enciclopédico), así que sólo hago notar los que me faltan, no sin ciertos reproches porque su ausencia implique la inclusión de otro tal vez menos importante o significativo. Primero lo que me falta:
Mi primera queja se debería a la poca representación de los cantautores vascos en el disco, de los cuales el único representante que encontramos es al genial Imanol; en mi opinión no se puede pasar por alto a un Laboa, a un Lertxundi o a una Iriondo. Podría ser como cualquier otra ausencia, pero esa tendencia a dejarlos un poco de lado nunca me ha gustado, aunque probablemente no sea éste el caso. E incluso podríamos llegar a pensar mal, pues el tema elegido es la fantástica «Zure tristura», que es de los años 90, y no ninguno de sus clásicos de los 70 como «El pueblo no olvidará», «Oskorria-Burgos 1970» o «Euskadin Kastilla bezala», que se podrían considerar algo compremetedores.
Con los gallegos pasa otra de lo mismo: están Bibiano y Batallán, ambos dignos representantes, pero me falta Benedicto, y no hablo por mera cortesía o cariño, sino porque fue de los primeros en hacer canción de autor en gallego; yo hubiera, y que me perdone, sustituido a Batallán por Benedicto, o incluso por Xavier González del Valle, simplemente porque Batallán es más tardío mientras que estos otros dos nombres fueron los fundadores de la Nova Canción Galega.
Los catalanes, valencianos y baleares están bien representados generalmente, pero todavía no me explico la injustificada ausencia de Raimon. Así como en castellano tampoco me explico la ausencia de Paco Ibáñez, aunque esté representado en la versión que Rosa León hace de su canción sobre un poema de Goytisolo «Palabras para Julia». Respecto a la música latinoamericana me falta Atahualpa Yupanqui.
Sobre lo que me sobra: las primeras canciones que nos encontramos no invitan precisamente a comprar el disco, pues son de sobra conocidas y repetidas hasta la saciedad en recopilatorios propios o colectivos; cualquier seguidor de la canción de autor clásica tiene por lo menos cuatro veces «L’estaca», «A cántaros» o «Al alba», y casi todo el mundo las ha oído alguna vez. Su inclusión como canciones representativas choca frontalmente con la exclusión de Raimon y Paco Ibáñez, pues no está claro si pretendieron hacer un recopilatorio de canciones representativas, de las más vendidas, de las más famosas o de las más curiosas, ya que, en mi opinión, «Un ramito de violetas» no es ni de lejos la mejor canción de Cecilia; pero por otro lado, de Pi de la Serra no ponen uno de sus clásicos como «El burro i l’àguila» o «L’home del carrer», sino otra más desconocida. Y, como no, debo protestar enérgicamente por la inclusión de «Libertad sin ira», otro tema repetido hasta la saciedad que no es el mejor de Jarcha lo mires por donde lo mires: no comparado con la «Copla que está en mi boca» o «Retratos de Andalucía». Tampoco me hace mucha gracia la repetición de las apariciones de Víctor Manuel y Ana Belén: cada uno aparece dos veces, una en solitario y otra en dúo cantando «La muralla»: sinceramente, yo hubiera quitado ésta y «Libertad sin ira» por haberse repetido hasta la saciedad, y no hubiera puesto el dúo Víctor Manuel y Ana Belén, ya que resulta reiterativo al haber puesto ya un tema de cada uno de ellos.
Hay, no obstante, una presencia que considero justa pero prescindible respecto a las grandes ausencias. Marisol, tras su metamorfosis, nos canta una espléndida canción anti-machista como ésta; si bien es verdad que en cierto punto de su carrera, antes de retirarse, cantó canciones con contenido social, no considero yo que aquí su presencia esté justificada del todo frente a las ausencias de gente que llevaba más tiempo trabajando en estos temas, dicho todo con el máximo respeto (la canción, no obstante, me parece una de las mejores del disco).
En definitiva, Cantautores para la libertad me parece un gran trabajo, muy completo, en el que no entiendo la inclusión de canciones demasiado trilladas frente a otras mucho mejores en algunos casos, quizá porque hayan sido la más famosa del repertorio (que no la más significativa en ocasiones); ni la exclusión de nombres tan imprescindibles como Benedicto, Paco Ibáñez, Raimon o Atahualpa Yupanqui. Sólo puedo intentar ser justo y comprender dos cosas: la primera, el proceso de selección, limitada por el tiempo y el dinero (¿hubiera sido factible y rentable un 4º volumen?); la segunda, que tal vez tales ausencias se deban o a la negativa de los propios artistas, o quizás a la competencia entre discográficas. Podemos finalmente resumirlo como un buen recopilatorio, que es lo que es al fin y al cabo, con agradables sorpresas. Tendremos que esperar más a un trabajo unitario que reúna igualitariamente a todos, incluso a los cantores portugueses (si incluyen a los latinoamericanos, ¿por qué no a los portugueses?) y lo trate históricamente.

Historia de la canción de autor: La poesía es un arma cargada de futuro


Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

 

La poesía es un arma cargada de futuro, Gabriel Celaya

Nos sirve perfectamente este fragmento de «La poesía es un arma cargada de futuro», del gran poeta vasco Gabriel Celaya. La poesía que sirvió de manifiesto a la nueva poesía testimonial aparecida en los 50 de su mano y de otras como las de Ángel González, Gloria Fuertes, Jesús López Pacheco, Gabriel Aresti, Celso Emilio Ferreiro, Carlos Álvarez y un largo etcétera, sirvió también, en la voz de Paco Ibáñez, como manifiesto de la nueva canción testimonial que entonces estaba apareciendo.
Existe mucha confusión en torno a la palabra «cantautor», ya que en castellano no refleja la realidad que reflejaba la palabra en francés de la que se tradujo, que implicaba: «cantante de contenido poético, de texto, de poesía», pues así expresada en castellano -incluso en catalán, gallego y vasco- viene a significar simple y llanamente, en sentido lato, «cantante que canta sus propias canciones»; según lo cuál, sería también cantautor Miguel Bosé o Alejandro Sanz en este sentido (cosa a la que me opongo desde el sentido estricto), y no lo serían -y eso es lo peor- Paco Ibáñez o Amancio Prada.
Tampoco reflejaba la realidad de la nueva canción el «cantante social», o el «cantante protesta», puesto que no todo cantautor hacía canción política, ya fuera total o parcial: esto dejaría fuera a algunos tan buenos como Mari Trini, Pau Riba, Jaume Sisa, e incluso ciertas etapas de Joan Manuel Serrat.
Por tanto, lo que define al cantautor es el contenido de sus canciones: un contenido poético; el cantautor, además de músico, ha de ser poeta o también intérprete de poesía. ¿De toda poesía? En principio sí, pero especialmente de una poesía que va dirigida al pueblo, sencilla sin perder su componente poético o metafórico, que sirve para abrigar y despertar conciencias y esperanzas. Hablamos de la poesía que nace durante los años 30, con Lorca, Alberti, Miguel Hernández y León Felipe entre otros, que encuentra su continuidad en Celaya, González, Fuertes, y que acabará cuajando en las voces de Paco Ibáñez y Raimon primeramente, para extenderse afortunada y felizmente a lo largo de toda la geografía vocal, en gargantas de los cuatro puntos cardinales del país. Un poco de historia para entener esto…

Tal vez me arriesgue mucho al exponer esto, pues son ideas a las que llegué yo por mi cuenta, aunque no son originales: ya Manuel Vázquez Montalbán y caulquier estudioso de la poesía de la guerra civil o de la obra poética de Antonio Machado y Miguel Hernández lo dijo antes que yo, incluidos ellos. Ejemplo:

¿Un arte proletario? Para mí no hay problema. Todo arte verdadero será arte proletario. Quiero decir que todo artista trabaja siempre para la prole de Adán. Lo difícil sería crear un arte para señoritos, que no ha existido jamás.

Antonio Machado: Consejos, sentencias y donaires de Juan de Mairena y de su maestro Abel Martín («Hora de España», nº 1; Valenica, 1937 (el subrayado es mío). Ver en http://www.filosofia.org/hem/193/hde/hde01007.htm)

Poco nos quedaría a nosotros añadir después de lo sentenciado por Antonio Machado a través de sus alter egos. Nadie debería dudar que la poesía nace en los tiempos primitivos y antiguos en el pueblo, para recordar diferentes cosas, alabar hechos y un largo etcétera cuando nace unida a la música: es decir, que no la inventaron ni los reyes ni los sacerdotes. Lo que ocurrió a través de los siglos, cuajando finalmente en los siglos XVI, XVII y XVIII fue un robo que se produjo cuando alrededor de las cortes de los reyes y los nobles aparecieron los poetas cortesanos, que, además, pensaban que la poesía era un arte tan súblime, al igual que la música, que sólo una élite artística y aristocrática estéticamente era capaz de crear y apreciar, despreciando a su vez cualquier manifestación popular (aunque fuera un arte de siglos) como los romances o ciertos estilos musicales tradicionales como las seguidillas, aunque los robaran de nuevo fingiendo que eran una creación suya; es desde luego, un pensamiento muy de despotismo ilustrado contra el que tenía que venir una revolución popular estética que devolviera la poesía y la música al pueblo, a su hogar, y demostrara que no era cuestión de inspiración divina o intelecto suerior, ni siquiera, en sentido estricto, de clase: sino de educación, y, por tanto, de pudiencia económica: poca gente, aunque les gustara, podría ir a deleitarse con una buena ópera o una genial comedia. Tuvo que ser, durante el nacimiento del movimiento obrero y de las teorías sociales como el marxismo o el anarquismo, cuando asomaban tímidamente manifestaciones de apolgía del arte popular. En España surgiría un movimiento popularizador de la poesía, gracias sobre todo a los antecedentes de Antonio Machado y Miguel de Unamuno, después del movimiento poético del 27: si en un principio el lema de los poetas del 27 fue «poesía para quien la entienda», después, con el neopopulismo que llegó, fue «poesía para todos»; este movimiento alcanzó su cénit en la guerra civil: la confrontación que fue acentuándose a partir de la Revolución del 34 dio un nuevo sentido al arte poético, popularizando sus formas para que las clases más humildes pudieran entender su mensaje y asumir así la causa republicana, mientras que los poetas franquistas, por lo general, abogaban por la llamada pureza de la poesía (un mito, para mí). El gran exponente de aquella poesía republicana popular fue, sin duda, Miguel Hernández. Si bien el bando republicano perdió la guerra, el mensaje poético de sus escritores pervivió, especialmente en el exilio: de ellos bebieron los nuevos poetas de la Generación del 50 y la nueva poesía testimonial.
Como todas las artes y ciencias, en la posguerra la poesía quedó castrada, ofreciéndose una poesía llamada garcilasiana que presumía de pureza. La prueba de esta pobreza literaria es ver quién era el poeta oficial del régimen: José María Pemán, que ya había mostrado su altura intelectual al llamar a Unamuno «mal intelectual» durante los incidentes de l día de la raza con Millán Astray. La Generación del 50 ofrecía una nueva visión de la poesía: no una falsedad intelectual, sino el reflejo de la situación que vivía el país de verdad: un país que no era de soldados ni de banderas ni de destinos gloriosos, sino de pastores, agricultores, obreros y emigrantes. De ahí el fragmento del poema de Celaya:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

España se había quedado sin sus mejores poetas: bien asesinados, bien exiliados, o bien silenciados; así que estos poetas fueron una bocanada de aire fresco contra una reacción literaria que había vuelto a instaurar una aristocracia intelectual: un arte para señoritos. Los mejores poetas contemporáneos españoles estaban prohibidos, total o parcialmente, pero eso no impidió que una juventud ávida de la palabra los buscara… Y, ¿por qué no? los cantara.

Es en 1956 cuando Paco Ibáñez, iluminado por la Chanson francesa, comienza a musicar poemas de poetas clásicos como Góngora o Quevedo, y también de Lorca, Alberti y Miguel Hernández para acabar musicando también a los poetas contemporáneos como Celaya y Blas de Otero. A partir de ahí, Paco se convierte en un referente, demostrando que la poesía española podía convertirse en un himno de la resistencia: «A galopar» de Alberti, «España en marcha» de Celaya y muchas más, en su voz, serían coreadas por la juventud anti-fascista durante todos aquellos años. Dicen que cuando Celaya oyó uno de sus poemas en la voz de Paco le dijo: «Puedes coger todos los que quieras».
Un chico valenciano como Raimon decidió seguir su ejemplo, alternando sus letras con las de grandes poetas catalanes clásicos, como Joan Timoneda o Ausiàs March, y contemporáneos, como Salvador Espriu o Pere Quart (Joan Oliver). Desde ese momento comienza una fiebre en la nueva canción por recuperar a los grandes poetas prohibidos, censurados o silenciados, y, también en los cuatro idiomas del país.
Sin embargo, es muy posible que esta tendencia inicial fuera algo marginal. El gran boom se debe a un cantante argentino residente en España como Alberto Cortez, que dio un salto desde la canción frívola a la canción testimonial con los poemas de Machado, Hernández… Luego llegó Serrat, que en su «conversión» a cantante castellano comenzó versionando el poema «La paloma» de Alberti, musicado por Guastavino, para más tarde musicar y cantar a Antonio Machado y a Miguel hernández en ambos monográficos bien cuidados. El disco Dedicado a Antonio Machado supuso tal éxito que consiguió que las palabras del eterno poeta derrocara en las listas de éxitos a la canción más comercial.
Comienza pues la gran recuperación y regeneración de la poesía española, después de tantos años de secuestro indecente. Fueron muchos, por no decir todos, los que cantaron a los grandes poetas castellanos: Aguaviva, Hilario Camacho, Adolfo Celdrán, Elisa Serna, José Menese, Luis Pastor, Amancio Prada, Jarcha… Pero por otro lado, el ejemplo de Raimon y del resto de la Nova Cançó demostró que se podía cantar a los poetas de la lengua de una región para reivindicar la cultura de ese país. Lluís Llach, Pi de la Serra y los demás cantaron con este fin a Joan Oliver-Pere Quart, a Salvador Espriu y a los clásicos de la Renaixença. Siguiendo este ejmplo, los cantantes vascos reivindican a Aresti y a Jon Mirande, y, por su parte, los gallegos a las estrellas de sus letras: a las figuras decimonónicas como Rosalía de Castro y Manuel Curros Enríquez (el poeta del galleguismo) hasta al gran poeta Celso Emilio Ferreiro, autor de ese gran poema que fue «Longa noite de pedra»: el poema que mejor reflejaba la situación anímica del país. Y aún más: poetas como el castellano Luis López Álvarez o el canario Ramón Gil-Roldán son utilizados como textos reivinidactivos de canciones incluidas en discos como Los comuneros de Nuevo Mester de Juglaría o La cantata del Mencey loco de Los Sabandeños.
Pero también se cantan a poetas extranjeros, especialmetne latinoamericanos, como el cubano Nicolás Guillén o el chileno Pablo Neruda, amén de un poeta novel como Mario Benedetti entonces. Se canta también al inmortal Bertold Brecht, sea en castellano («La cruzada de los niños», por Adolfo Celdrán), en vasco («Liluraren kontra» -Contra el embeselamiento-, «Denok ala inor ez» -O todos o ninguno- por Mikel Laboa) o en lo que fuera. E incluso poetas nortemaericanos del movimiento beat, como Allen Ginsberg, cantado por Hilario, o el griego Kavafis, adaptado por Pere Quart y cantado por Lluís Llach o Marina Rossell. Y un largo etcétera.
Por supuesto, se llega a una especie de alianza entre poetas y cantantes, también con poetas nuevísimos como, por ejemplo, Agustín García Calvo: los cantantes llegan a cantar el poema al tiempo que este se está editando. Esto trae algunas críticas por parte de críticos que ven cierto oportunismo: para ellos era poner el poema en el mundo del disco, mundo más comercial que el del libro, para promocionar a su poeta amigo con el fin de lucrarse. Desde luego, la trama estaba bien, y pudiera ser así: a fin de cuentas, el éxito de Serrat con los poemas de Machado llevó a cantantes convencionales y comerciales a cantarlos también; pero eso hubiera sido así si no fuera porque no se trataban de super-estrellas de la canción en muchos casos y porque la mayoría de las veces la distribución del disco se veía impedida, si no llegaba a ser prohibida totalmente.
Por otra parte, no sólo se cantaban a poetas de izquierdas: la poesía, a fin de cuentas, si es buena es buena. Por ejemplo, Elisa canta a Manuel Machado, que, al contrario que su hermano, militó voluntariamente en las filas intelectuales franquistas, al igual que Gerardo Diego o el gallego Álvaro Cunqueiro, que es cantado por Luis Emilio Batallán. Así que esto viene a demostrar que el interés del cantante por la poesía no era meramente político.

Sin embargo, algunos cantantes no necesitan de los poemas de los demás al elaborar una maravillosa poesía. A estos los habíamos llamado cantautores «auto-suficientes» porque sólo cantaban su propia poesía, general o parcialmente. Patxi Andión, Labordeta, Aute, Pablo Guerrero, Hilario Camacho, Xabier Lete, J. A. Arze hacen su propios textos, e incluso para otros compañeros. Además, muchos cantantes también plasmaban su visión sobre la poesía, una poesía que debe servir para todos y no para unos para pocos, una poesía que tiene que abrigar y despertar conciencias:

Y es que el canto que no sirva para todos,
ese canto que ni abrigue ni despierte
es un lujo inaceptable por sí sólo,

es una pompa de jabón sobre un susurro,
es un paso en el vacío, es un hueco,
la cienmilésima parte de un murmullo,

porque el que canta bajo canta solo
y es el suyo un canto para adentro,
y racionan la voz y dan un poco,
y así transforman demandas en lamentos;

«Sonetos 37/ 73», Patxi Andión

La cultura actual española debiera estar agradecida a estos cantores, porque no sólo conservaron, mantuvieron y restauraron a los grandes poetas prohibidos por el franquismo, también ayudaron a su difusión en un país altamente analfabeto y sin escolarizar; incluso hoy, muchos de los que somos aficionados a esta música descubrimos poetas y poemas hasta entonces desconocidos, incluso en los otros idiomas cooficiales; ahí, los cantautores vascos, gallegos y catalanes hicieron un gran favor a su cultura, dándoles a conocer a los otros a grandes poetas que de otra manera, además de la barrera idiomática, no los hubieran podido descubrir nunca. Si no hubiera sido por ellos, en las escuelas, quién sabe, tal vez no se hubiera enseñado más allá de Bécquer o, lo que hubiera sido peor, llamar a Pemán el mejor de los poetas españoles (esta escandalización mía no es sólo ideológica); y aún así, todavía faltan reconocimientos, y lo que es peor, el peligro de que renazcan las aristocracias culturales que incluso militen el PSOE o en el PCE, como es el caso de la SGAE, gracias a reformas educativas altamente perniciosas como ciertos aspectos del Plan Bolonia: y esto es realmente peligroso, porque supondrá una reacción a los tiempos en los que sólo un grupo preparado económicamente pueda acceder a la cultura. A fin de cuentas, es posible que esto se esté haciendo porque «La poesía es un arma cargada de futuro«.

 

Finochet


Cuelgo aquí una cosa que me han enviado, para zanjar el asunto Pinocho: os pongo el texto íntegro porque no es mi intención la de usurpar nada a nadie. Aunque me hubiera gustado, de lo siguiente, no soy el autor:
FINOCHET
 

Eu prefería que non morrese agora mesmo, ao menos antes de enfrontarse con algunha sentencia… pero… xa que morreu, vaia este arquivo que me envían as amigas e amigos desde Portugal.

Bicos, saúde e República

Lola

 

Los canallas viven mucho, pero algún día se mueren

OBITUARIO CON HURRAS

Mario Benedetti: A la muerte de un canalla

Vamos a festejar

Vengan todos

los inocentes

los damnificados

los que gritan de noche

los que sueñan de día

los que sufren el cuerpo

los que alojan fantasmas

los que pisan descalzos

los que blasfeman y arden

los pobres congelados

los que quieren a alguien

los que nunca se olvidan

vamos a festejarlo

vengan todos

el canalla se ha muerto

se acabó el alma negra

el ladrón

el cochino

se acabó para siempre

hurra que vengan todos

vamos a festejarlo

a no decir

la muerte

siempre lo borra todo

todo lo purifica

cualquier día

la muerte

no borra nada

quedan

siempre las cicatrices

hurra

murió el cretino

vamos a festejarlo

a no llorar de vicio

que lloren sus iguales

y se traguen sus lágrimas

se acabó el monstruo prócer

se acabó para siempre

vamos a festejarlo

a no ponernos tibios

a no creer que éste

es un muerto cualquiera

vamos a festejarlo

a no volvernos flojos

a no olvidar que éste

Es un muerto de mierda

Extraído del semanario e digital «Pola esquerda»

Un torturador


Un torturador no se redime suicidándose. Pero algo es algo.

Mario Benedetti
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