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Con la mochila a cuestas VI (Homenaje a Labordeta): el juglar


El trovador era aquel que, al encontrar (trobar, en occitano) la inspiración, componía sus versos y melodías en el palacio de su señor feudal para el deleite de la corte; pero su ambición no acababa en el ambiente palaciego, y para que su obra trascendiera entre todo el pueblo, se la entregaba a los juglares, que cantaban de aldea en aldea, difundiendo la cultura al pueblo llano y medio. Labordeta, que nunca escribió en un palacio, ni para los altos estamentos de la sociedad, decidió cantar algunas de sus letras al pueblo.

De chaval cantaba. Cantaba cosas mejicanas y argentinas hasta que un día, un geólogo holandés, en una de esas hermosas noches montañeras, nos cantó un texto de un tipo llamado Brassens. "¿No conocen ustedes a Brassens?" Nosotros, aquí, en este país, y allá por los años cincuenta, no conocíamos a nadie. En mi primer viaje a Francia me traje -escondido en lo más hondo- un disco de Brassens. Lo escuché hasta la saciedad y después, años después, comienza esta historia omo homenaje a ese gran tipo que sigue siendo Georges Brassens./ Y fue en Jaca, al final de una esperpéntica reunión en casa del ilustre fotógrafo Tramullas, tras de un recital enloquecido de Pío Fernández Cueto, absurdas teorías sobre la utilidad del magnetófono de Pedro Marín, y cachondeos subterráneos de mi hermano Miguel, fue, digo, después de toda esa barhanda y hartos de vino, de rabia, de agosto y de amargura cuando, metidos en un chalé deshabitado, empecé, a voz en grito, a hacer mi primera canción, que luego nunca canté./ Era una canción entre metafísica y testimonial. Una canción que por un lado tomaba el tono de los espirituales negros y por otro desgarraba el aire con el ritmo de un corrido mexicano. ( … ) Aquella noche, allí, en Jaca, en el viejo chalé de los Tramullas y en el desván destartalado, la canción baturra -como la definiría el sociólogo Mario Gaviria ( … – marcaba ya las líneas por las que, en otro país, y en otras circunstancias históricas, hubiesen podido discurrir. Desgraciadamente en esta realidad cotidiana que se llama Aragón, todo aquello carecía de viabilidad y tardaríamos más de diez años en sacar adelante el primer testimonio de una canción texto.

De Con la voz a cuestas – Págs. 16-17

Georges Brassens escribiendo con su pipa y su gato El primer contacto con la canción de contenido que tuvo Labordeta fue algo de lo más fortuito, en apariencia. La familia Labordeta pasaba sus vacaciones de verano en la frontera con Francia, en un hostal que sigue existiendo llamado Casa Marraco. En algún verano durante los años 50, en una especie de excursión, Labordeta coincidió con unos geólogos holandeses en el Pirineo, en el Estanés, que también frecuentaban Casa Marraco, a los que acompañaron esa jornada; aquel día, después de comer, uno de los geólogos sacó una guitarra y comenzó a interpretar el clásico “La mauvaisse reputátion”, que era ya un himno de aquel genial bigotudo llamado Georges Brassens. Labordeta (que había estudiado francés) quedó fascinado, y como paraban por allí algunos días más, aquel holandés solía cantar las canciones del juglar de Séte. Años después, durante su estancia en Marsella, trabajando de lector de español en un instituto, tuvo la oportunidad de ver a Brassens tocando gracias a Expósito, un exiliado español anarcosindicalista que le explicaba que aquel tipo con bigote, que cantaba canciones tronchantes, pero con un mensaje demoledor y agridulce, era “de los nuestros” (tal como ya contamos en la anterior entrega). A partir de estas dos experiencias, y en las ocasiones en que Labordeta viajaba Francia, no perdía la oportunidad de ver a los más renombrados cantautores franceses como Georges Brassens, o el volcánico belga Jacques Brel, el furibundo anarquista monegasco Léo Ferré, etc., y comprar sus discos. Las canciones de la Chanson fascinaban a los españoles, y fueron un punto de arranque para muchos de nuestros cantautores: eran letras agridulces, satíricas, muy poéticas; podían pasar de la más tierna canción de amor a la más demoledora y soez sátira; eran unas letras que, sobretodo y generalmente, criticaban a la burguesía, al statu quo que se había impuesto en Europa tras la II Guerra Mundial. A muchos de ellos, como Labordeta, Javier Krahe, Francesc Pi de la Serra, Adolfo Celdrán, etc., les fascinaba no sólo la fuerza interpretativa de aquellas canciones, sino sobre todo su inteligencia y su mordacidad: algo que (quizás descontando algunas coplas soterradas, como las de Juan Valderrama y las más antiguas), generalmente no existía en aquellos momentos en España. Junto a la canción francesa, como en otros casos, el otro gran aliciente fue la gran canción latinoamericana que compañeros de por allí le enseñaron en Francia: las canciones de Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa… tenían una fuerza reivindicativa tremenda, reclamaban justicia social y denunciaban los abusos del poder, algo más cercano para un español de entonces, y no sólo por la lengua, pero lo que era también atrayente en ella era cómo estos interpretes utilizaban la tradición musical de su tierra para tales fines, y eso, creo, a Labordeta le entusiasmaba. Fue entonces cuando Labordeta decidió cantar en ese estilo.

jorcas75det_203 Y Labordeta cogió la guitarra y comenzaron sus andanzas. El estilo francés le gustaba, pero había un problema en él: que era un estilo bastante urbano y él pretendía cantar sobre temas más locales en un principio: el orden era Aragón, España, el Mundo. Por esa razón, el estilo de Labordeta se concibe como una mezcla de sus dos grandes influencias musicales iniciales: de la canción francesa tomó la sátira, el texto inteligente (necesario en un tiempo de censura), y algunos ritmos y melodías rastreables en algunas canciones; de la canción latinoamericana tomó el enraizamiento de la música tradicional con el texto testimonial, en su caso no podía ser otro que la adopción de los recursos musicales aragoneses: Labordeta no era, en sentido estricto, un folklorista, pero siempre estaba dispuesto a rescatar alguna melodía tradicional medio olvidada, labor en la que le ayudó Luis Fatás, su músico habitual y compañero de aventuras.

En 1963 Labordeta comienza a cantar, a dar recitales en centros culturales, en la Universidad, etc., y va siendo conocido, para bien y para mal. En 1971 graba su primer sencillo, con cuatro canciones: Cantar y callar, que edita la discográfica catalana EDIGSA; al año siguiente, debido al auge de “movimientos subversivos” en el país, el ministerio de información y Turismo secuestra el disco y lo retira. En 1974, Labordeta graba en el sello Le Chant du Monde (le nouveua chansonier international) (sello francés dedicado a la canción de autor internacionale) su primer LP Cantar i callar (que el sello EDIGSA de repente se negó a publicar, porque sólo publicaban a artistas catalanes). Ambos discos se vendieron muy bien y tuvieron gran acogida ente el público, y perfilaron a Labordeta como el abanderado y el fundador de la Nueva Canción Aragonesa, o Nueva Canción Baturra: La Bullonera, Joaquín Carbonell (alumno suyo, tanto académico como musical), Tomás Bosque, Boira, etc. Labordeta grabaría discos hasta 2001, y daría recitales hasta 2009 ó 2010, en el espectáculo “Vayatrés”, con Carbonell y Eduardo Paz (Bullonera), haciendo frente a esa maldita enfermedad.

José Antonio Labordeta en el homenaje a Carmen Medrano (www.carmenjesusinaki.tk/) Las canciones de Labordeta hablaban de las cosas que les preocupaban a sus paisanos: la tierra, el trabajo, la emigración, la inmigración; había representaciones de personajes típicos entrañables (“La vieja”, “Coplas del tión”); y también reivindicación regional (“Aragón”, “Rogativa del agua”). En palabras de Manuel Tuñón de Lara reseñando su primer LP, Labordeta trascendía la canción protesta al uso y se ponía al lado del hombre, mientras el gran Ovidi Montllor, en su lengua, le daba la bienvenida como otra “flor que neix dins l’esbarzer” (otra flor que nace en la zarza). Sus canciones evolucionarían y abarcarían campos más amplios, sin olvidar nunca la preocupación regional: la incipiente democracia, los líos de la guerra fría, etc. Durante los años del tardofranquismo y la transición, Labordeta dio innumerables recitales en muchos lugares: prefería, al igual que Woody Guthrie, los recitales para pueblos, para sindicatos, para apoyar ésta o la otra causa: no había causa pequeña, sino grandes problemas; pero también en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, y más allá, en el extranjero: Francia, Suiza, Suecia, Alemania… en donde inmigrados y exiliados arrastraban a sus autóctonos compañeros de trabajo y estudios a ver a aquel aragonés que viniendo y hablando de una tierra humilde cantaba sobre grandes cosas. Detrás de estos recitales, incluidos los del extranjero, siempre había un inspector de la Brigada Político Social que traía la correspondiente multa por haber cantado algo que (de repente) no había sido autorizado o porque alguien en el auditorio había gritado no sé qué; en Madrid, por ejemplo, al cantar “Canto a la libertad”, a la salida del teatro muchos (entre ellos Tina Saiz) fueron los que continuaron cantando el estribillo airado y esperanzador, “alteración del orden público” que fue multada con o retirada del pasaporte o pago de la multa; Labordeta había sido invitado a participar en el Primo Recital de Canzone Populare Víctor Jara, en homenaje del injustamente malparado juglar chileno, por lo que decidió pagar la puta multa.

Como dijo Antonio Machado, para ser universal, el artista ha de ser popular, ya que así escribe para los hombres de toda raza, lengua y nación. En ese sentido, Labordeta es un cantor Universal.

Hemos elegido dos canciones para resumir su carrera musical. Por un lado, la motivación social que le llevó a cantar: “Canta compañero, canta”, una exhortación a cantar contra el miedo, la violencia y la represión:

Agua para el erial
y trigo para el barbecho,
para los hombres caminos
con viento y con libertad.
El miedo tiene raíces7
difíciles de arrancar;
si ves que se hacen cadenas,
rómpelas y échate a andar.
canta compañero, canta,
que aquí hay mucho que cantar:
este silencio de hierro
ya no se puede aguantar.
Erizando los trigales
una voz viene a anunciar
el camino en el que andamos
tu rabia lo encontrará.
Por el alba del camino
a tu hermano encontrarás,
dale la mano y camina
hasta llegar al final.
Canta compañero canta…
Agua para el erial
y trigo para el barbecho.

Y “Palabras”, una canción que reflexiona sobre la utilidad de las palabras, su eficiencia como instrumentos, que elegimos, no sólo por este mensaje, sino también por su clara inspiración musical brasseniana:

Palabras para cantar.
Palabras para reír.
Palabras para llorar.
Palabras para vivir.
Palabras para gritar.
Palabras para morir.

     Nos enredan en sílabas y en voces
     desde el instante mismo en que nacemos
     y, a través de los días y los días,
     los oídos se llenan de palabras, y palabras.

Palabras para cantar.
Palabras para reír.
Palabras para llorar.
Palabras para vivir.
Palabras para gritar.
Palabras para morir.

     Yo te bautizo,
     justicia e injusticia.
     Comunismo en la China,
     oposiciones.
     Mi buena tía Fina
     me quería ingeniero de Estado.

Palabras para cantar.
Palabras para reír.
Palabras para llorar.
Palabras para vivir.
Palabras para gritar.
Palabras para morir.

     Hijo mío, hijo mío:
     ¿por qué has pecado?
     Alianzas para matar.
     Cañones para el progreso.
     Amén, amén, amén.
     Descanse en paz.

Palabras para cantar.
Palabras para reír.
Palabras para llorar.
Palabras para vivir.
Palabras para gritar.
Palabras para morir.

El corazón de Antonio… las lágrimas de Mercedes


mercedes sosa pequeña

Es una foto inédita (y además histórica de Mercedes Sosa). Se tomó en septiembre de 1973, aunque no puedo precisar la fecha exacta. Era la primera vez que Mercedes venía a España y esta creo que fue la primera foto que se le tomó aquí, exactamente en el aeropuerto de Barajas, donde habíamos ido a recibirlo alguna gente de la casa de discos, que le llevaron el ramo de flores, y yo, que entonces estaba en Radio Popular FM. Lo histórico de la foto no está, sin embargo, en eso, sino en que precisamente en el momento de sacarla yo le estaba contando el asesinato de Víctor Jara, que ella no conocía aún, porque había estado viajando y no había tenido ocasión, y que conoció por mi boca, para gran consternación mía. En la foto se observa su cara de preocupación por lo que le estoy contando. Si se le hubiera disparado inmediatamente un nuevo fotograma, se hubiera comprobado que se echó a llorar desconsoladamente.

Texto y foto, cortesía de Antonio Gómez

Cantor de oficio


En memoria de la gran Mercedes Sosa (1935-2009)

Cantor de oficio

Mi oficio de cantor es el oficio
De los que tienen guitarras en el alma
Yo tengo mi taller en las entrañas
Y mi única herramienta es la garganta.

Mi oficio de cantor es el mas lindo
Yo puedo hacer jardín de los desiertos
Y puedo revivir algo ya muerto
Con solo entonar una canción.

Yo canto siempre a mi pueblo
Porque del pueblo es mi voz
Si pertenezco yo al pueblo
Tan sólo del pueblo será mi canción.

Nadie debe creer que el cantor
Pertenece a un mundo extraño
Donde todo es escenario y fantasía
El cantor es un hombre más que anda
Transitando las calles y los días
Sufriendo el sufrimiento de su pueblo
Y latiendo también con su alegría.

Mi oficio de cantor es tan hermoso
Que puedo hacer amar a los que odian
Y puedo abrir las flores en otoño
Con solo entonar una canción.

Miguel Ángel Morelli
(grabada por Mercedes Sosa para su disco En dirección del viento -1976-)

Cantautores para la libertad


Título
Cantautores para la libertad
Intérprete
Varios

 

CD 1:

 

  1. Joan Manuel Serrat: Para la libertad (Miguel Hernández/ J. M. Serrat)
  2. Luis Eduardo Aute: Al alba (L. E. Aute)
  3. Víctor Manuel y Ana Belén: La muralla (Nicolás Guillén/ Quilapayún)
  4. Lluís Llach: L’estaca (Ll. Llach)
  5. Labordeta: Canto a la libertad (J. A. Labordeta)
  6. Violeta Parra: Gracias a la vida (V. Parra)
  7. Pablo Guerrero: A cántaros (P. Guerrero)
  8. Ana Belén (con Antonio Flores): Sólo le pido a Dios (León Gieco)
  9. Jarcha: Libertad sin ira (Rafael Baladés-Pablo Herrero-José Luis Armenteros)
  10. Cecilia: Un ramito de violetas (Eva Sobredo)
  11. Aguaviva: Poetas andaluces (Rafael Alberti/ Manolo Díaz)
  12. Quilapayún: El pueblo unido jamás será vencido (Quilapayún/ Sergio Ortega)
  13. Amancio Prada: Libre te quiero (Agustín García Calvo)
  14. Luis Pastor: Vamos juntos (Mario Benedetti/ Luis Pastor)
  15. Olga Manzano y Manuel Picón: Tu risa (Pablo Neruda/ M. Picón)
  16. Javier Ruibal: Tierra (J. Ruibal)
  17. Rosa León: Palabras para Julia (José Agustín Goytisolo/ Paco Ibáñez)
  18. Quico Pi de la Serra: Cançó mansa (Pi de la Serra)
  19. Bibiano: Negra sombra (Rosalía de Castro-Xan Montes Capón)
  20. Manuel Gerena: Canto a la unidad de verdad (M. Gerena)

CD 2:

  1. Joaquín Sabina: Una de romanos (J. Sabina-P. Varona-J. Mora-A. García de Diego-E. Cribazos)
  2. Víctor Manuel: Asturias (Pedro Garfias/ V. M. San José)
  3. Pablo Milanés: Yolanda (P. Milanés)
  4. Javier Krahe: Señor juez (Javier Krahe)
  5. Carlos Cano: Las murgas de Emilio el Moro (C. Cano)
  6. María del Mar Bonet: Què volen aquesta gent (Lluís Serrahima-Mª del mar Bonet)
  7. Mercedes Sosa: Alfonsina y el mar (Félix César Luna/ Ariel Ramírez)
  8. Benito Moreno: España huele a pueblo (B. Moreno)
  9. Vainica Doble: Déjame vivir con alegría (Carmen Santonja-Gloria van Aarsen)
  10. Hilario Camacho: Cuerpo de ola (F. Escalada-H. Camacho)
  11. Marina Rossell: Pirates i bandolers (Rosa Leveroni/ M. Rossell)
  12. Inti-Illimani: Venceremos (Claudio Iturra-Sergio Ortega)
  13. Joaquín Carbonell: Me gustaría darte el mar (J. Carbonell)
  14. Rafael Amor: No me llames extranjero (R. Amor)
  15. Imanol: Zure tristura (Xabier Lete-Imanol)
  16. Nuevo Mester de Juglaría: Batalla de Villalar (Luis López Álvarez/ popular)
  17. Marisol: Galería de perpetuas (Pedro Cobos-José Nietos)
  18. Antonio Mata: Cuarenta lobos negros (A. Mata)
  19. Antonio Resines: Hanoi, capital de gloria (Ho Chi Minh/ A. Resines; ad. A. Resines)
  20. Luis Emilio Batallán: Agardaréi (Celso Emilio Ferreiro/ L. E. Batallán)

CD 3:

  1. Víctor Jara: Te recuerdo, Amanda (V. Jara)
  2. Chicho Sánchez Ferlosio: Gallo rojo, gallo negro (C. Sánchez Ferlosio)
  3. Víctor y Diego: A volar (Víctor y Diego)
  4. Nuestro Pequeño Mundo: Los campanilleros (F. Jiménez Montesinos/ popular)
  5. Lole y Manuel: Nuevo día (M. Molina)
  6. Almas Humildes: Cuervos (Antonio Resines)
  7. La Bullonera: Estamos hablando de la libertad (M. Anós/ Javier Maestre)
  8. Adolfo Celdrán: General (Bertolt Brecht/ A. Celdrán)
  9. Quintín Cabrera: Los reyes son los padres (Q. Cabrera)
  10. Joan Isaac: A Margalida (J. Isaac)
  11. Los Lobos: No me paguen porque cante (Nicolás Guillén/ Sergio Acshero)
  12. Elisa Serna: Se va a caer el porvenir (E. Serna)
  13. Ramón Muntaner: Escric el nom (Paul Eluard/ Pere Quart/ R. Muntaner)
  14. Patxi Andión: Rogelio (P. Andión)
  15. Juan Ignacio y Pat: El cóndor pasa (M. Clavero-Daniel A. Robles/ popular)
  16. Paco Muñoz: Què vos passa, valencians? (Toni Mestre/ Paco Muñoz)
  17. Nuberu: Aída Lafuente (M. Blanco Peñayos/ Chus Pedro)
  18. Manuel Toharia: Filisteos (Philistins) (J. Richepin/ Georges Brassens/ ad. M. Toharia)
  19. Ovidi Montllor: Homenatge a Teresa (O. Montllor-Mengual)
  20. Joaquín Díaz: En el frente de Gandesa (tradicional, ad. J. Díaz)
2004
Idea original de Paco Gamarra y Estudio José Puga

 


Comentarios.
Rompiendo mi tradición de comentar discos clásicos, cuanto más desconocidos y/ o históricos mejor, hoy expongo una de las más recientes recopilaciones de la canción de autor española y latinoamericana. Cantautores para la libertad es una recopilación que intenta reunir a los cantautores y canciones más importantes, influyentes o famosas de la canción de autor izquierdista española y los cantautores latinoamericanos que más influyeron en España. No obstante, y a pesar de lo bueno de la selección generalmente, es una idea que queda traicionada en el producto final al incluir temas de finales de los 80 o de los 90.
Abriendo el disco el tema de Serrat sobre un poema de Miguel Hernández que da nombre al disco, nos encontramos con tres volúmenes con 20 canciones cada una que contienen desde musicaciones de poemas como Goytisolo, Hernández o Guillén, hasta geniales composiciones propias, pasando por variaciones de temas tradicionales. Al ser un recopilatorio, como nos pasa a todos, nos sobran cosas o nos faltan cosas: así que sólo expondré mi humilde opinión.
-Lo mejor: el recopilatorio es una perfecta puerta para conocer a cantautores o grupos tan olvidados como Antonio Resines, Los Lobos o Manuel Toharia, bien sea por lo exiguo de su obra, bien sea por la ingratitud de las discográficas y las historias oficiales de la música popular española. Entre otros, destacaría algunos temas que llegan a ser hasta sorprendentes: la canción republicana «En el frente de Gandesa» en boca del etnólogo y músico Joaquín Díaz, interpretado en directo; el ardiente «Canto a la unidad de verdad» del cantaor Manuel Gerena; la fascinante interpretación del tema tradicional andaluz «Los campanilleros», y, en general, todo el disco.Y es de muy agradecer que se cuente con la presencia de uno de los cortes del disco que Antonio Resines y Teresa Cano (aunque sólo aparezca el nombre de Antonio) hicieron con poemas de Ho Chi Minh, ya que tengo entendido que es un LP inencontrable. Con estos temas tan desconocidos hoy en día, es toda una sorpresa agradable.
-Lo peor. Siendo consciente, como digo, que no es fácil realizar un recopilatorio (dinero, tiempo y la capacidad limitada que imponen ambos, junto al criterio del seleccionador, que puede no coincidir con el mío), me voy a guiar simplemente por mi subjetividad. Por supuesto, me doy perfecta cuenta de que, por las razones aducidas, no pueden estar todos (sería enciclopédico), así que sólo hago notar los que me faltan, no sin ciertos reproches porque su ausencia implique la inclusión de otro tal vez menos importante o significativo. Primero lo que me falta:
Mi primera queja se debería a la poca representación de los cantautores vascos en el disco, de los cuales el único representante que encontramos es al genial Imanol; en mi opinión no se puede pasar por alto a un Laboa, a un Lertxundi o a una Iriondo. Podría ser como cualquier otra ausencia, pero esa tendencia a dejarlos un poco de lado nunca me ha gustado, aunque probablemente no sea éste el caso. E incluso podríamos llegar a pensar mal, pues el tema elegido es la fantástica «Zure tristura», que es de los años 90, y no ninguno de sus clásicos de los 70 como «El pueblo no olvidará», «Oskorria-Burgos 1970» o «Euskadin Kastilla bezala», que se podrían considerar algo compremetedores.
Con los gallegos pasa otra de lo mismo: están Bibiano y Batallán, ambos dignos representantes, pero me falta Benedicto, y no hablo por mera cortesía o cariño, sino porque fue de los primeros en hacer canción de autor en gallego; yo hubiera, y que me perdone, sustituido a Batallán por Benedicto, o incluso por Xavier González del Valle, simplemente porque Batallán es más tardío mientras que estos otros dos nombres fueron los fundadores de la Nova Canción Galega.
Los catalanes, valencianos y baleares están bien representados generalmente, pero todavía no me explico la injustificada ausencia de Raimon. Así como en castellano tampoco me explico la ausencia de Paco Ibáñez, aunque esté representado en la versión que Rosa León hace de su canción sobre un poema de Goytisolo «Palabras para Julia». Respecto a la música latinoamericana me falta Atahualpa Yupanqui.
Sobre lo que me sobra: las primeras canciones que nos encontramos no invitan precisamente a comprar el disco, pues son de sobra conocidas y repetidas hasta la saciedad en recopilatorios propios o colectivos; cualquier seguidor de la canción de autor clásica tiene por lo menos cuatro veces «L’estaca», «A cántaros» o «Al alba», y casi todo el mundo las ha oído alguna vez. Su inclusión como canciones representativas choca frontalmente con la exclusión de Raimon y Paco Ibáñez, pues no está claro si pretendieron hacer un recopilatorio de canciones representativas, de las más vendidas, de las más famosas o de las más curiosas, ya que, en mi opinión, «Un ramito de violetas» no es ni de lejos la mejor canción de Cecilia; pero por otro lado, de Pi de la Serra no ponen uno de sus clásicos como «El burro i l’àguila» o «L’home del carrer», sino otra más desconocida. Y, como no, debo protestar enérgicamente por la inclusión de «Libertad sin ira», otro tema repetido hasta la saciedad que no es el mejor de Jarcha lo mires por donde lo mires: no comparado con la «Copla que está en mi boca» o «Retratos de Andalucía». Tampoco me hace mucha gracia la repetición de las apariciones de Víctor Manuel y Ana Belén: cada uno aparece dos veces, una en solitario y otra en dúo cantando «La muralla»: sinceramente, yo hubiera quitado ésta y «Libertad sin ira» por haberse repetido hasta la saciedad, y no hubiera puesto el dúo Víctor Manuel y Ana Belén, ya que resulta reiterativo al haber puesto ya un tema de cada uno de ellos.
Hay, no obstante, una presencia que considero justa pero prescindible respecto a las grandes ausencias. Marisol, tras su metamorfosis, nos canta una espléndida canción anti-machista como ésta; si bien es verdad que en cierto punto de su carrera, antes de retirarse, cantó canciones con contenido social, no considero yo que aquí su presencia esté justificada del todo frente a las ausencias de gente que llevaba más tiempo trabajando en estos temas, dicho todo con el máximo respeto (la canción, no obstante, me parece una de las mejores del disco).
En definitiva, Cantautores para la libertad me parece un gran trabajo, muy completo, en el que no entiendo la inclusión de canciones demasiado trilladas frente a otras mucho mejores en algunos casos, quizá porque hayan sido la más famosa del repertorio (que no la más significativa en ocasiones); ni la exclusión de nombres tan imprescindibles como Benedicto, Paco Ibáñez, Raimon o Atahualpa Yupanqui. Sólo puedo intentar ser justo y comprender dos cosas: la primera, el proceso de selección, limitada por el tiempo y el dinero (¿hubiera sido factible y rentable un 4º volumen?); la segunda, que tal vez tales ausencias se deban o a la negativa de los propios artistas, o quizás a la competencia entre discográficas. Podemos finalmente resumirlo como un buen recopilatorio, que es lo que es al fin y al cabo, con agradables sorpresas. Tendremos que esperar más a un trabajo unitario que reúna igualitariamente a todos, incluso a los cantores portugueses (si incluyen a los latinoamericanos, ¿por qué no a los portugueses?) y lo trate históricamente.

Historia de la canción de autor: cuando el cantante deviene poeta


A pesar de lo extenso de la entrada anterior sobre la relación entre canción y poesía, pienso que algo coja quedó y que tenía que completarla con una segunda entrada. La entrada anterior podríamos considerarla acerca del cantante como intérprete de poesía; esta va sobre el cantante como poeta. 

Hablábamos ayer sobre el poeta: a mediados de los años 30 en España, como ya ocurriera en otros países, debido a las tensiones y a la lucha social, el poeta descubre que él puede contribuir de una manera u otra; muchos poetas afamados acaban militando en el PCE, y otros surgen de este partido, o de los entornos anarcosindicalistas, o simplemente son voceros de la justicia sin militar claramente en nada, como León Felipe. Es decir, el poeta adquiere un compromiso con su tiempo y admite una responsabilidad moral y política, liberándose así de años de elitismo intelectual (o al menos intentándolos). Pero, cuidado: los poetas de ultra-derecha sintieron lo mismo, y no quisiera yo apoyar aquello que dijo Primo de Rivera acerca del papel profético-conductor (de dux, -cis, palabra latina que devino en otras como duce o führer o caudillo) tomada de las teorías estético-filosóficas de Schopenhauer y Nietzsche deformados por el fascismo y el nacional-socialismo… No, yo hablo del poeta como hombre, no como profeta o líder, como dijo el gigante andino:

Tú piensas que eres distinto
porque te dicen poeta,
y tienes un mundo aparte
más allá de las estrellas.
De tanto mirar la luna
ya nada sabes mirar,
eres como un pobre ciego
que no sabe adónde va.
Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan
por un pedazo de pan.
Poeta de tierras rimas,
vete a vivir a la selva,
y aprenderás muchas cosas
del hachero y sus miserias.
Vive junto con el pueblo,
no lo mires desde afuera,
que lo primero es ser hombre,
y lo segundo, poeta.
De tanto mirar la luna…

«El poeta», Atahualpa Yupanqui
 

El poeta que nace preocupado por su tiempo, dando lugar a la llamada poesía testimonial, mira la realidad de su tiempo: denuncia, reivindica y canta al hombre común, no a los reyes ni a los sacerdotes ni a los señores. Para ello, a partir de 1934, el poeta retoma formas arcaizantes como el romance, el soneto, etc., más fáciles de entender y de recordar para un pueblo poco culto, pero ávido de palabras. Tras la derrota en la guerra civil, el poeta pasa de animar a la batalla a dar esperanzas: cuántos paisanos no se sintieron reflejados en los versos de prisionero de Miguel Hernández, en los versos de exiliado de León Felipe, Rafael Alberti o José Bergamín, cuántos no lloraron al oír palabras de esperanza.
Es esta poesía de los años 40 la que inspira a los poetas testimoniales de la Generación del 50, a Aresti y a Ferreiro: una poesía de denuncia social, surgida casi al mismo tiempo que la novela realista y social, como Tiempo de silencio de Luis Martín Santos; se trata de una nueva poesía que pasa del cultismo y el elitismo propugnado por los poetas de régimen, que habla de lo que acontece al hombre de la calle e intenta darle esperanza. El poeta, con el don de la palabra, es consciente de que no sirven las viejas fórmulas de hablar al hombre: ahora se trata de ponerse al lado del hombre, de compartir con él sus miserias, alegrías y esperanzas. La nueva poesía humanista, elaborada dentro y fuera del país en los cuatro idiomas cooficiales es la más perfecta para un tiempo en dónde sólo cupiera la espera y el miedo.
 

Los cantantes que fueron inspirados por esta forma de hacer la poesía comprendieron esa responasabilidad de situarse junto al hombre y la mujer: el poeta no es un sabio, no es un iluminado, es un hombre. La palabra está viva: si no se acepta este axioma no hay nada que hacer; hay vida en el verso que puede crear vida. El cantante que entienda esto debe poner la música adecuada a la palabra: así pervivió aquel proyecto de poesía y música popular. El cantante que hace esto adquiere unos compromisos con el pueblo a los que no se puede negar:

Si se calla el cantor,
calla la vida…
No callarán jamás
de frente al crimen.

«Si se calla el cantor», Horacio Guarany y Mercedes Sosa 

¿Qué compromisos adquiere? Los mismos que el poeta: debe ser portador de fe y creyente; «Creo en el hombre», dice Blas de Otero… El cantor y el poeta no deben fingir, deben hacer lo que creen, y venir a hablar sin situarse a un nivel superior a aquellos a los que habla y, sobre todo, no distraerse, no practicar la futilidad del verso ni la frivolidad:

Y es que el canto que no sirva para todos,
ese canto que ni abrigue ni despierte
es un lujo inaceptable por sí sólo,
 

es una pompa de jabón sobre un susurro,
es un paso en el vacío, es un hueco,
la cienmilésima parte de un murmullo,

porque el que canta bajo canta solo
y es el suyo un canto para adentro,
y racionan la voz y dan un poco,
y así transforman demandas en lamentos;

 

«Sonetos 37/ 73», Patxi Andión


El poeta, además, ha de ser consciente que cantará-escribirá para los demás:

No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo,
su canto asciende más alto en el aire
cuando ya es de todos los hombres.

«Poetas andaluces», Rafael Alberti


De esta manera el cantor deviene poeta. Y de qué manera: surge la canción poética, y dentro de ella un estilo curioso: alternar recitados con cante; tenemos ejemplos maravillosos de recitadores que consiguen poener los pelos como escarpias en algunos de los cantantes, como José Antonio Muñoz, de Aguaviva, Juan José Oña, de Jarcha, y, sobre todo, Patxi Andión. El cantor ahora puede hacer dos cosas, sin que deje de hacer la otra:

  1. Convertirse en portavoz de los poetas: cantar para difundir la obra de los grandes poetas como hicieron Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat o Amancio Prada y otros con los poetas castellanos los tres, catalanes y gallegos los dos últimos respectivamente también;
  2. Crear una poesía nueva, auténtica y original como hicieron Pablo Guerrero, Aute, Xabier Lete, Antton Valverde, Labordeta, Manuel Gerena etc.

Sería necesario volver a repetir que aunque el componente político es ciertamente importante, no es tan determinante como la poesía por la poesía; aún así, fuera verdad o no, el hecho de que Serrat -por poner un ejemplo de un cantautor entre la música «profunda» y el «superestrellato» musical- cantara algunos de los versos menos políticos de Machado, Hernández o «La paloma» de Alberti implica ya una intencionalidad política bien clara, pero no tanta como literaria. Hay que notar que esto en su caso no obedeció a una moda pasajera para sacar dinero, como en el caso de algunos cantantes arrivistas y aprovechados que no citaré aquí, sino a un auténtico, original, sincero y honesto intento de difundir y aproximar la poesía a un pueblo altamente inculto todavía a finales de los 70, a pesar de las prohibiciones y la castración censora. La muestra es lo que consiguieron algunos de aquellos que fundamentalmente crearon una nueva poesía: la publicación de sus canciones en libros de poesías, aunque muchos eran poetas antes que cantantes, y que incluso tenían poemas escritos sobre la poesía, como estos «Sonetos 37/ 73» de Patxi, o «La poesia» de Pi de la Serra («Ha de ser honest el poeta», dice Quico), «La poesía es palabra» de Aute, o «Manifiesto» de Víctor Jara («… no las lisonjas fugaces ni las famas extranjeras, sino el canto de una lonja hasta el fondo de la tierra»).
En conclusión, muchos de ellos consiguieron ser respetados como poetas más tarde, o como portavoces de los poetas: el hecho de que la gente aprendiera y coreara los poemas de Alberti en la voz de Paco Ibáñez, se cite en todos los libros de Lengua y Literatura el disco de Serrat Dedicado a Antonio Machado, poeta, o -como anécdota- se venda en Australia a través de internet un libro de poemas de Manuel Gerena bajo el sello de «Literatura española» no es futil ni baladí. Más adelante incluiremos un dossier de canciones que son reflexiones sobre la poesía.

Lista


Os presento una lista de cantautores y grupos desde 1963 hasta 1982. Ha sido extraída de 20 años de canción (1er volumen) de Fernando Gonzáñez Lucini, un autor que se ha dedicado a su estudio y me ha enseñado bastante: 

Canción en castellano:

Adolfo Celdrán

Aguaviva

Al’Andalus

Alfredo Carrión

Alberto Pérez

Almas Humildes

Amancio Prada

Ana Belén

Antonio Curiel

Antonio Mata

Antonio Resines

Benito Moreno

Boira

La Bullonera

Los Cantores de Híspalis

Carlos Cano

Carmen, Jesús e Iñaqui

Chicho Sánchez Ferlosio

Los Chincanarios

Daniel Vega

Elisa Serna

Els Sapastres

Enric Barbat

Enrique Morente

La Fanega

Francisco Curto

Francisco Díaz

Gato Pérez

Gente del Pueblo

Hadit

Hilario Camacho

Humo

Ignacio Fernández Toca

Javier Ruibal

Javier Krahe

Jarcha

Joan Manuel Serrat

Joaquín Carbonell

Joaquín Díaz

Joaquín Sabina

Jorge Melgarejo

José Antonio Espinosa

José Antonio Labordeta

José Antonio Muriel

José Heredia Maya

José M. Bravo

José Menese

Juan Carlos Senante

Juan Peña “El Lebrijano

Juan Velasco

Julia León

Los Lobos

Lole y Manuel

Luis Eduardo Aute

Luis Leal

Luis Marín

Luis Pastor

Las Madres del cordero

Manolo Díaz

Manuel Gerena

Manuel Luna

Manuel Toharia

María Salgado

Maricruz

Marisol

Massiel

Miguel López

Moncho Alpuente

Nuestro Pequeño Mundo

Nuevo Mester de Juglaría

Pablo Guerrero

Paco Ibáñez

Patxi Andión

Pedro Ávila

Pedro Faura (Bernardo Fuster)

Pepe Suero

Raúl Alcover

Ricardo Cantalapiedra

Rosa León

Los Sabandeños

Senda

Suburbano

Taburiente

Teddy Bautista

Teresa Cano

Tomás Bosque

Vainica Doble

Verode

Víctor Manuel

Euskaraz kanta

Aitor Badiola

Antton Valverde

Aseari

Benito Lertxundi

Bitoriano Gandiaga

Errobi

Fernando Unsain

Gontzal Mendibil

Gorka Knörr

Hibai Rekondo

Imanol

Iñaki Eizmendi

Itziar

José Mari Iriondo

Koska

Lourdes Iriondo

Lupe

Maite Idirin

Nanex Pagola

Mikel Laboa

Miren Aranburu

Natxo de Felipe

Oskorri

Pantxoa eta Peio

Patxi Urrestarazu

Patxi Villamor

Txomin Artola

Urko

Xabier Lete

Zorion Egileor

Cançó en català, valencià i mallorquì

Al Tall

Coses

Cuixa

Delfí Abella

Dolors Laffitte

Enric Barbat

Guillermina Motta

Jaume Arnella

Jaume Sisa

Joan Baptista Humet

Joan Isaac

Joan Manuel Serrat

Josep M. Espinàs

Lluís Llach

Lluís Miquel

Lluís El Sifoner

María Cinta

María Girau

María del Mar Bonet

Marina Rossell

Miquel Porter

Ovidi Montllor

Paco Muñoz

Pau Riba

Els Pavesos

Pep Laguarda

Pere Tàpies

Pi de la Serra

Rafael Subirachs

Raimon

Ramón Muntaner

Remei Margarit

Tapinería

Teresa Rebull

La Trinca

Xavier Ribalta

Canción en galego

Amancio Prada

Benedicto

Bibiano Morón

Emilio Cao

Fuxan os Ventos

Guillermo Roxo

Jei Noguerol

Luis Emilio Batallán

María Manoela

Miro Casabella

O Carro

Pilocha

Suso Vaamonde

Vicente Araguas

Xavier González del Valle

Xerardo Moscoso

Xoan Rubia

Xocaloma

Xose Manuel Conde

Canción en bable

Gerónimo Granda

Nuberu

Canción latinoamericana

Alberto Cortez

Alfredo Zitarrosa

Alpataco

Amaury Pérez

Amerindios

Amparo Ochoa

Andrés Jiménez

Ángel Parra

Atahualpa Yupanqui

Carlos Megía Godoy

César Isella

Claudina y Alberto Gambino

Contracanto

Charo Cofré

Daniel Salinas

Daniel Viglietti

Los Folkloristas

Gabriel Salinas

Horacio Guarany

Indio Juan

Inti-Illimani

Isabel Parra

Los Juglares

Manuel Picón y Olga Manzano

Marta Contreras

Mercedes Sosa

Miriam Ramos

Nacha Guevara

Noel Nícola

Osvaldo Rodríguez

Pablo Milanés

Patricio Castillo

Patricio Mans

Pedro Luis Ferrer

Quilapayún

Quintín Cabrera

Rafael Amor

Roy Brown

Sara González

Sergio Ortega

Silvio Rodríguez

Soledad Bravo

Tita Parra

Tito Fernández

Víctor Jara

Violeta Parra

Por supuesto, ésta lista no está completa: hay quien incluiría a cantantes y a grupos como Gualberto, Smash, Triana, Barcelona Traction, Iceberg, Companya Elèctrica Dharma…

Historia del folk español VII: folk protesta


El principio de los 70 es un ambiente muy propicio para que se desarrolle el folk español. Ya a finales de los 60, periodistas como Haro, Ibars (sic) o Carlos Tena apoyaban la naciente música folk, a la vez que ésta iba evolucionando desde planteamientos meramente intelectuales a otros más reivindicativos. Hay programas especializados en radio y en televisión, como aquel famoso «Ismael y la Banda del mirlitón». No es que sea indesligable la canción protesta de la música folk, pero en Estados Unidos, en toda Latinoamérica, en España e incluso en el Sáhara, parece que sus destinos vayan de la mano.
Es cierto que hemos hablado de Seeger, Guthrie, Joan Baez y Dylan como determinantes: pero lo que dio el gran impulso a la creación de un folk reivindicativo fue sin más ni menos el ejemplo de la música latinoamericana, seguramente por la facilidad del idioma y la proximidad de los temas. Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui primero, y después Víctor Jara, Daniel Viglietti, Mercedes Sosa, etc., junto a grupos como Quilapayún, Inti-Illimani y un largo etcetera, fueron los que alumbraron a toda una generación de músicos cuando usaban la música tradicional de su país para la protesta: en el caso de los Andes no estaba exenta de indigenismo. Es pues entonces cuando se empiezan a plantear usar -si todavía no lo habían hecho- la música tradicional como instrumento de protesta.
El folk usa, pues, los mismos temas: la libertad, la represión, la emigración…, los mismos planteamientos y la misma simbología que la canción protesta «convencional»: la noche, el carcelero, la mañana, las cadenas… Por lo que en este ámbito no innova mucho salvo en la música. Las primeras canciones de folk-protesta se remontan al 68: María del Mar Bonet no duda en usar el bolero mallorquín para denunciar el supuesto suicidio de un estudiante mientras escapaba de la policía (la canción fue prohibida: la pudo grabar hacia el 76; en Francia, Elisa Serna la grabó en castellano): «Qué volen aquesta gent?» es una dramática canción, buen ejemplo del género, pero no la única. Marina Rossell utilizaría la base musical y parte de la letra de «A la ciutat de Lleida» para hacer «A la pressò de Lleida»: la primera es una bella historia de presos condenados a muerte que cantan una canción que conmueve a la hija del gobernador de Lérida; la segunda es la historia de esos presos cantando de tal manera que el gobernador y el carcelero se ven amenazados. Y así podríamos seguir enumerando: Menese cantando una toná en la que narra con metáforas un fusilamiento («S’abrieron las puertas»), Gerena pidiendo venganza por Chato el «esparraguero» y por Víctor Jara; Morente explicando en una breve tonadilla los principios del comunismo; Víctor Manuel dando la bienvenida a su paisano exiliado; La Bullonera dejando al desnudo las contradicciones de la nueva democracia; Jarcha cantando a Miguel Hernández contra los señoritos andaluces y reflexionando sobre «caenas de oro, caenas de hierro»; Labordeta y su jota libertaria «Agua para el erial/ y trigo para el barbecho./ Para los hombres caminos/ caminos de libertad»; Al Tall denunciando la muerte de Miquel Grau «per cridar vull l’estatut»; Nuberu homenajeando a Aida Lafuente; Fuxan os Ventos llamando «como a un irmán»; Ovidi Montllor diciendo por seguidillas que «com que la cançó es per viure, no volem violentar»; Oskorri cantando la protesta poética de Aresti… Y una larga lista que se podría y se puede continuar.
En conclusión: la canción protesta había encontrado el perfecto aliado en el folk. Y ¿por qué era esto así? Pues, sencillamente porque son canción del pueblo: no se crearon para solaz de caciques, banqueros, terratenientes ni militares: llevan dentro la queja y la alegría de todos los pueblos del mundo, porque todos los pueblos cantan en el trabajo y cuando sufren y cuando ríen y cuando aman. Esto se puede resumir en un verso que dijo Elisa Serna en la canción «Regreso a la semilla»: «Suena ronca la dulzaina/ que nunca sonó en palacios/ que sonó en la plaza de los pueblos».

Historia del folk español V: la influencia exterior


Seguimos a mediados y finales de los 60. Todavía lo que será el gran folk español es un total desconocido salvo para unos pocos: Joaquín Díaz, Sabandeños, José Menese, Enrique Morente, Manuel Gerena, María Salgado y Nuevo Mester de Juglaría son casi unos completos desconocidos para la música comercial.
Pero como siempre el ejemplo extranjero es el que marca el camino. Muchos tenían sus ojos puestos en la canción protesta norteamericana, que siempre estuvo muy unida al folk. Pete Seeger y Woody Guthrie fueron los grandes cantantes protesta de los años 40: llegaron a grabar canciones republicanas de la guerra civil. Para muchos su actitud era ejemplar, y tal vez por eso se les empezó a imitar. Dentro del Grup de Folk, Xesco Boix era absolutamente «seegeriano», imitando su estilo y versionando sus canciones. Pau Riba, por su parte, traduce y versiona al primer Dylan al catalán, y ya se empieza a percibir un proyecto en el cual, al igual que en el folk norteamericano, las viejas canciones se puedan convertir en armas de la protesta. Bien lo consiguieron en un primer momento Mª del Mar y Marina Rossell, que no tenían nada que envidiar a Joan Baez.
Como algunos sabéis, para la época en que estos estilos arrasan, en su lugar de origen estaban ya en vías de extinción. Pasa con esto y también con el siguiente estilo.
Hacia el año 68, nace un nuevo grupo: Nuestro Pequeño Mundo es una formación cuyo proyecto es abrirse al folklore de todo el mundo. Versionan canciones americanas, castellanas, catalanas, africanas, latinoamericanas y los grandes éxitos de la protesta de Pablo Guerrero, Raimon o Serrat a lo largo de su carrera. Tras su estela surgen también nuevos grupos que combinaban la poesía española y la música folk y folk-rock inspirados en grupos como Peter, Paul & Mary, Freedom Singers, Mamas & Papas o Byrds: en Castilla son importantes Aguaviva, grupo de buen gusto musical cuya canción más famosa fue «Poetas andaluces» de Alberti que apareció producida por el también cantautor Manolo Díaz. Otros grupos más surgen: Almas Humildes, de donde saldría Antonio Resines (no confundir con el actor), en Andalucía Jarcha, a caballo con el flamenco y el folk-rock; solistas como Pablo Guerrero; el grupo catalán Falsterbo 3, y muchos más.
Pero es un estilo importado, y todavía estaría por venir el folk tradicional como arma de protesta. Esta metamorfosis vendrá en la década siguiente, cuando jotas, fandangos, seguidillas y muiñeiras se conviertan en la, tal vez, arma de protesta más efectiva. Es cierto que hemos hablado de Seeger, Guthrie, Joan Baez y Dylan como determinantes: pero lo que dio el gran impulso a la creación de un folk reivindicativo fue sin más ni menos el ejemplo de la música latinoamericana, seguramente por la facilidad del idioma y la proximidad de los temas. Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui primero, y después Víctor Jara, Daniel Viglietti, Mercedes Sosa, etc., junto a grupos como Quilapayún, Inti-Illimani y un largo etcetera, fueron los que alumbraron a toda una generación de músicos cuando usaban la música tradicional de su país para la protesta: en el caso de los Andes no
estaba exenta de indigenismo.
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