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Con la mochila a cuestas VIII (Homenaje a Labordeta): El hombre con la voz a cuestas


…Un día cojo la cabra,
la trompeta y el tambor,
y me marcho a Zaragoza
y que pregone el patrón.

(Labordeta, “Meditaciones de Severino el Sordo”)

Retrospectivo existente

Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.

Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie,
nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.

¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.

Miguel Labordeta

Labordeta.JPGHace un año que nos dejó José Antonio Labordeta, que la voz solidaria de Aragón se apagó, pero no para siempre, pues su eco resonará durante eras mientras este mundo exista: los hombres y las mujeres pasan, pero no sus obras. Lo que más me conmovió de los días siguientes a su muerte fue la intangible cantidad de condolencias de las gentes, aunque no le conocieran más que en su faceta de político o de presentador; no vi nada excesivo, aunque a algunos así le pareciera, por una razón: merecía ese reconocimiento que, por contra, no recibieron otros compañeros de la canción que habían fallecido recientemente o en la década de los 90 (fue bastante indignante cómo se pasaron muy por alto los fallecimientos de Hilario Camacho, Quintín Cabrera, Joan Baptista Humet, Xabier Lete, Mikel Laboa, y otros más que quizás ahora no recuerde, cómo no se les dedicó un solo segundo, o en el mejor de los casos, 30 escasos segundos, pretendiendo ignorar sus logros, tanto como personas públicas como músicos). Lo único que me molestó fue la hipocresía de ciertas personas… Pero sin lugar a dudas, Labordeta había dejado una huella imborrable, una forma de vida, de pensar y de ser que, sin lugar a dudas, tiene muchos seguidores.

con la voz a cuestas (2001)Repetir lo que durante el año pasado y el día anterior dije sobre él, puede resultar un poco baladí, así que haré una reflexión personal. Cuando escucho las canciones del maño, del profesor, del poeta, del cantante, resuena el eco de miles de hombres y mujeres, trabajadores intelectuales y manuales: trae el eco de los escritores y poetas de la justicia, entre los que se encontraba Miguel; trae el eco de los profesores de la Institución Libre de Enseñanza, que remozaron la educación española librándola de años de preeminencia clerical; oigo a Miguel de Unamuno plantarle cara a Millán Astray, oigo la lógica popular poética de Antonio Machado, el desgarro jondo de García Lorca, el lamento profético de León Felipe y el verso campesino de Miguel Hernández…oigo la razón hecha canto y poesía. Pero también oigo a mis abuelos extremeños y leoneses convertidos en humildes y entrañables baturros; oigo el lamento campesino, las maldiciones proferidas por los humildes y la tristeza orgullosa de los emigrantes –la misma que veo hoy en miles de inmigrantes-; veo árboles –ese árbol que puede ser el que adorna la bandera de Aragón-, chozas de barro, aperos de labranza, libros viejos y prohibidos, pasiones y esperanzas escondidas, pero encendidas como rescoldos en las cenizas; veo una tierra entrañable y un pueblo vecino y amigo. Oigo un resonar de esperanzas tras la rejas de las prisiones y en el exilio… Cuando oigo a Labordeta, escucho a la esperanza, oigo a la justicia, pero sobre todo, a un vecino, a un amigo.

José Antonio Labordeta, Emilio Gastón y Enrique Tierno GalvánMuchos diletantes y creadores/ manipuladores de opinión dicen de cantantes como Labordeta, que cantaban sobre su tierra y sus gentes, que separaban a la gente, que creaban odios interregionales e interclasistas… A pesar de que, como sospecho inequívocamente, éstos personajes no han escuchado nunca a estos cantantes, no creo que su opinión nazca de una “inocente” ignorancia: ignorancia sí –per natura-, pero no inocente, sino malintencionada. Muy al contrario, estos cantantes unían a la gente: Labordeta nos traía el pensar y el sentir de su propia gente, nos acercaba a ellos y nos sentíamos hermanados al sentir que eran casi los mismos problemas, las mismas inquietudes y las mismas injusticias, y descubríamos que son otros, precisamente ellos, los que nos quieren separar.

labordeta estaciónComo ya indicamos en la primera entrega de esta serie de homenajes, José Antonio Labordeta fue, probablemente, muchas cosas de las que se propuso ser, de las cuales hemos intentado hablar: poeta, cantante, músico, político, comunista o anarquista (lo que él quisiera ser), aragonés, zaragozano de nacimiento y turolense de adopción, profesor, alumno (como el grabado del anciano de su paisano Goya que rezaba “Todavía aprendo”), paisano, vecino, trotamundos, juglar, trovador, un orzuelo en el ojo de los caciques, padre de familia, abuelo (nuestro “abuelo”), marido, amante y amado de una sola mujer… Pero, sobre todo, como él dijo que quisiera ser recordado, “un hombre sin más”:

Ya ves

Ya ves
que vamos avanzando
cumpliendo este camino.
No lo sé,
ya ves.

Ya ves,
que vamos recordando,
creciendo hacia el ocaso.
No lo sé,
ya ves.

Ya ves,
qué pálidas palabras
se pierden en la noche
sin hallar solución.

Ya ves,
que hemos ido surgiendo
de inciertas y duras voces
de desesperación.

Recuérdame,
como un árbol batido,
como un pájaro herido,
como un hombre sin más.
Recuérdame,
como un verano ido,
como un lobo cansino,
como un hombre sin más.

Ya ves,
que fuimos agrietando
los muros mantenidos
no lo sé,
ya ves.

Ya ves
que estamos añorando
unos niños perdidos,
no lo sé,
ya ves.

Ya ves
que voces diferentes
se cruzan en el alba
buscando la verdad.

Ya ves
que fuimos puente herido
de abrazos detenidos
por ver la libertad.

http://www.cancioneros.com/nc/12132/0/ya-ves-jose-antonio-labordeta

Dibujo de Labordeta dedicado a Fernando Glez. LuciniPor supuesto –parafraseando una las canciones que a mí más me gustan-, siempre te recordaremos, viejo. Nunca te podremos olvidar: nunca olvidaremos esa sencillez, esa honradez, esa sinceridad y honestidad que había detrás de un bigote de hombre bueno, de una calva entrañable y de unas gafas de sabio profesor. Por mucho que lo intente, “La Zamarra de Gustavo” nunca podrá ser la mochila de Labordeta, que él se fue acarreando a la espalda llena de un pedazo de cada pueblo y de cada gente, llena de libros y canciones, de recuerdos, porque su mochila tiene algo que nunca tendrá mi zamarra: el corazón de todos. Y mientras recorre los cielos con la mochila a cuesta, haciéndose paisano de las almas buenas, todavía suena su jota de despedida:

Allá va la despedida,
de los que se van del corro,
aquí se quedan los guapos
y nos marchamos los buenos…

Aquí se quedan los guapos/ y nos marchamos los buenos

Por aquello de “Al César lo que es del César”, recomiendo incansablemente la serie que nuestro maestro Fernando González Lucini, que fue amigo suyo y es un gran conocedor de su obra (de la de todos) le ha dedicado a lo largo de estos días, y agradecerle también su generosidad y sus enseñanzas:

http://fernandolucini.blogspot.com/search/label/Jos%C3%A9%20Antonio%20Labordeta

Dedicado a los amigos y parientes de José Antonio Labordeta, y a todo Aragón

Con la mochila a cuestas VII (Homenaje a Labordeta): el paisano


Estas arcillas viejas,
estas arcillas pobres,
sólo crean miseria,
sólo producen hambre…

(Labordeta, “Las arcillas”)

LABORDETA, inicialAntes que nada, a la manera de Pepe Isbert, “os debo una explicación”… El año pasado, a raíz del fallecimiento del gran José Antonio Labordeta, habiéndome su magnífico libro Regular, gracias a Dios, comencé una serie de homenajes a Labordeta abordando sus distintas dimensiones, tanto biográficas (su infancia, su juventud), como profesionales (profesor, poeta, cantante), más que de una manera “profesional”, sentimental… Y es que cuando falleció, un amigo mío que fue amigo suyo me dijo que no sólo me habría gustado conocerle a mí, sino que yo le habría gustado a él, algo que me emocionó mucho… Pero volvamos a la explicación pues: el último cuelgue lo hice a finales de octubre, bajo el título de “El Juglar”, en el que hablaba sobre su faceta de cantante popular (es decir, del pueblo); quise continuar, pero la verdad es que no sabía cómo… Así que lo fui dejando, dejando, sin saber muy bien cómo acabarlo. Ha sido el maestro Lucini, en su entrada de hoy, con el abecedario poético de Labordeta, el que me ha recordado que el próximo día 19 se cumplirá un año desde su fallecimiento, por lo que he decidido dedicarle dos entradas más para cerrar el ciclo como Dios manda.

El Paisano

La gran virtud de José Antonio Labordeta, en todo lo que llevó cabo, fue la de conectar íntimamente con el pueblo: como cantor, volvemos a decir lo que Tuñón de Lara escribió en la reseña de su LP Cantar i calla: Labordeta no le cantaba al hombre, se ponía a su lado. En su ciudad natal, José Antonio estaba muy próximo a sus vecinos, a sus sentimientos y preocupaciones: le impresionaba la humildad y obstinación de un pueblo campesino, que a menudo se veía obligado a emigrar, pero siempre con esa curioso orgullo que brilla con extraña luz en los ojos de –como dijo Dostoievski- los humillados y ofendidos; y luego estaban las terribles historias de la guerra civil, que aunque fueran como secretos murmurados a voces, Labordeta oyó desde niño. Por esa razón, la mayoría de sus canciones están dedicadas a esa gente: humilde, pero a la vez obstinada y orgullosa, hecha del mismo barro sagrado de la creación y de sus casas.

Caricatura para el libro de González LuciniEn gran medida el pensamiento de Labordeta era muy machadiano: “… Todo arte verdadero será arte proletario. Quiero decir que todo artista trabaja siempre para la prole de Adán…”, dijo el inmortal poeta durante la guerra civil (cita completa: https://albokari2.wordpress.com/2007/02/26/%C2%BFquien-puede-resistirse/); un pensamiento que, sin duda, se debía a una de sus grandes influencias, su propio padre, el profesor Miguel Labordeta Sr., que desde la dirección del colegio Santo Tomás de Aquino impartía clases a niños de toda clase social, a veces hasta gratis, comprendiendo la terrible situación que atravesaban algunas familias. Don Miguel era un hombre justo, socialista –no sólo de ideología política, sino más bien en la comprensión intuitiva de que todos somos iguales- que durante la guerra civil dio cobijo a gentes de ambos bandos, a pesar de haber sido amenazado en más de una ocasión, y de ese sentimiento de justicia y de igualdad, de ese humanismo de andar por casa (a veces las cosas de andar por casa, al no estar estropeadas por excesivas consideraciones teóricas, son las mejores), recibió José Antonio sus primeras lecciones: ponerse siempre del lado del que sufre (“ellos son tus mejores amigos”, escribió Nicola Sacco a su hijo mientras esperaba ser ejecutado), nunca actuar con superioridad respecto al otro, y, sobre todo, condenar siempre la injusticia. Con este pensamiento de base, el joven Labordeta se enfrentaba al mundo de la dictadura.

1284634154712Maestros de la Segunda República, la Institución Libre de Enseñanza, los intelectuales, artistas, etc. asesinados, encarcelados o en el exilio, la poesía de su propio hermano, Miguel Labordeta… De todos ellos Labordeta aprendía que, también como dijo Machado, para poder ser universal primero hay que ser popular: conectar con la gente de las clases humildes más cercanas para poder conectar con las de todo el mundo. Y eso era algo que, en primer lugar, él quiso enseñar a otros en sus clases, y, luego, a través de sus canciones… Maravillosas canciones que la más de las veces nos hablan de lo concreto, de lo cotidiano, de una gente que era la suya, la tuya, la nuestra, pues, aplicando la máxima seegeriana –en cierto modo, variante de la de don Antonio- de pensar globalmente y actuar localmente, Labordeta comprendía que sus canciones debían de hablar de las cosas en este orden: en primer lugar, de las gentes de Aragón: así, Labordeta acercaba al resto del país qué era Aragón y cómo era su gente, y nos sentíamos cercanos, vecinos: y la gente descubría que los problemas y las cuitas de aquella gente eran similares a las suyas –ay de aquel que diga que sus canciones, o las de Raimon, o las de Llach, o incluso las de Paco Ibáñez, han servido para separarnos: a los que mienten, les baja una candela del cielo que les quema la lengua-; luego, a nivel nacional –independientemente de lo que esto signifique, no se me ofenda nadie-, conectando con las gentes de toda España por ese hermanamiento que descubre que, con los matices dados por cada región, los problemas venían a ser más o menos los mismos; y, finalmente, a nivel universal, descubriéndonos que nuestros problemas se enmarcan en una problemática de dimensiones globales. El cantor de la humilde tierra de Aragón conectaba con la gente de todo el mundo: ¡qué orgulloso estaba cuando se enteraba que gentes de Latinoamérica, tanto marxistas como cristianos de base, adoptaban sus canciones en sus movilizaciones! ¡O incluso mucho más lejos, en el sudeste asiático, en todo el mundo!

1284634092921Fue, precisamente, su sentido del paisanaje, su admiración y respeto hacia la gente humilde, a la clase trabajadora, lo que le lleva a la televisión: en 1990, interpreta al señor Dupont, un vendedor de molinillos de papel (algo tan tierno que le iba que ni pintado), en la serie televisiva dirigida por José Briz Méndez Del Miño al Bidasoa, basada en la novela homónima de Camilo José Cela. Esta serie fue el germen de la docu-serie más famosa, Un país en la mochila, un encargo de RTVE que él se encargó en dirigir y en presentar: a través de sus capítulos, Labordeta –aparentando recorrer a pie la Península y las Islas- nos presentaba impresionantes paisajes naturales, a veces en contraste con la modernidad, gentes campesinas, algunas curiosas, que hablaban con sencillez y claridad; nos hablaba de las costumbres de la tierra, siempre con un respeto y una admiración propia de él, al tiempo que a veces nos ofrecía sus canciones y poemas. La gran virtud de esta docu-serie fue, en contraposición a muchos documentales rurales, que nos presentaba a la gente no como elementos estáticos del paisaje, o como resquicios del pasado: al contrario, eran gentes vivas, que hacían cosas interesantes y tenían muchas cosas que decir… Y Labordeta les daba la palabra. Otra aparición ante la cámara fue en la adaptación al cine de la novela de Ramón J. Sender, Réquiem por un campesino español (Francesc Betriu, 1985), en donde, muy apropiadamente, interpretaba al pregonero del pueblo.

Nº 1 de la revista AndalánEnseñar y cantar para cambiar el mundo era un buen comienzo, pero Labordeta, como otros cantantes que pensaban que para ello podían y debían hacer algo más (pienso, por ejemplo, en Adolfo Celdrán, que estuvo en la lista del PCE, o de mi estimado Benedicto, uno de los fundadores del Partido Comunista de Galicia), no se conformaba con esto, que estaba muy bien, pero no dejaba de ser una base: así que decide actuar más activamente. No es cierto, como piensa mucha gente, que Labordeta comenzara su carrera política ya como cabeza de lista del CHA (Chunta Aragonesista): su carrera política activa ya había comenzado mucho antes, a principios de los 70, como co-fundador, junto a Eloy Fernández Clemente y otros, y colaborador de la revista Andalán –cuyo nombre, si no recuerdo mal, es una voz aragonesa que significa plantar árboles en surcos y no en hoyos individuales-, una de las publicaciones más importantes de Aragón en cuanto a la formación de un pensamiento y espíritu crítico en la ciudadanía. En 1976, de cara a la transición, fue uno de los fundadores del Partido Socialista de Aragón, PSA (Labordeta, haciendo gala del humor negro made in Aragón, contaba que cuando la doctora le preguntó que si sabía que era el “PSA” –el índice que mide la presencia de tumores en un análisis de sangre-, él respondió, con toda ingenuidad, que claro que sí, que “yo ayudé a fundarlo”), y más tarde concurrió en las listas de Izquierda Unida al Senado. Ya después, una vez “reclutado” para el partido regionalista o nacionalista CHA, fue elegido diputado en el Grupo Mixto. Él mismo declara en su libro que, al principio, al ser él un hombre de tendencias internacionalistas y el CHA un partido nacionalista, tuvo sus reservas, pero una vez examinadas las bases y el programa, aceptó, y ¡la hostia!, declaro: que no se veía tan buen político desde los tiempos de Azaña o de Tierno (con excepciones, por supuesto). Somos legión todos aquellos que sentíamos el impulso de empadronarnos en alguna provincia aragonesa para poder tener el inmenso honor de decir “yo voté a Labordeta”.

Viñeta de AzagraAhora, un poco de crítica hacia políticos y medios de comunicación. Desde el año 2000 hasta el 2008 en que ocupó escaño, tanto en la legislatura de José María Aznar como de José Luis Rodríguez Zapatero, la gente llana y sencilla nos sentíamos, aunque fuera a través de Aragón, representados por alguien por primera vez en la vida, y que me perdonen IU y otras formaciones de izquierda, y las bases del PSOE, pero es que nadie hasta entonces había hablado en aquel lugar de una manera tan comprensible para nosotros, de una manera en la que dijéramos “eso es lo que habría dicho yo”. Labordeta, ya no sólo por el partido al que representaba, sino por cierta prensa hostil hacia su persona (siempre se ceban más con los buenos), le representaban como un nacionalista, separatista independentista (que tampoco es necesariamente malo, a menos que se roce el fascismo), y no era verdad: todos nos sentíamos representados. Uno de sus grandes caballos de batalla fue la oposición al trasvase del Ebro, “Aragón no tiene agua que dar”, decía, “¡insolidario!” le llamaban señoritos que, mientras clamaban en la cámara por el agua del Ebro porque sus regiones la necesitaban (algo que él no ponía en duda), malgastaban la poca que tenían abriendo campos de golf y urbanizaciones de lujo, al tiempo que su prensa afín ponía a la gente de estas provincias en contra del profesor, poniendo en su boca cosas que no había dicho. Y es que, también en política, Labordeta puso en práctica su máxima, quizás alguna vez –y lo reconoció- se equivocara, y otras lo hizo bien, y Aragón estaba orgulloso de uno de sus mejores hijos; pero lo que no hizo nunca fue desatender las otras dos dimensiones, tal como lo hizo también en la canción: defendió la enseñanza de las humanidades y se opuso con todas sus fuerzas al apoyo de la guerra de Iraq (guerra que comenzaron un cowboy borracho de Texas y un estirado británico y que apoyó un mayordomo con bigote): allí, como una reedición del enfrentamiento de Unamuno y Astray, un enfrentamiento entre la razón y la violencia, Labordeta hizo vibrar la misma profunda y sonora voz de cantante, resonando en las paredes y cúpulas del congreso (aún agujereadas por las balas de Tejero), al leer un hermoso poema de su hermano Miguel: y los agujeros del 23-F se rellenaron con un cemento que hablaba de justicia, razón y paz. Pero los medios, a sueldo a día de hoy de los grandes intereses empresariales, de los dos grandes partidos, sólo sabían sacarle cuando protagonizaba la “anécdota del día”: el famoso “a la mierda”, el llamar gilipollas a otro parlamentario del PP (que no le dejaba hablar, como en el anterior caso, y, francamente, y aunque luego le pidiera perdón, Labordeta no parecía ser un hombre que te insultara por nada…), llenaban, en vez de sus alocuciones sensatas y llenas de razón, los telediarios afines, con el fin de ridiculizarle, de desprestigiarle…Pero no lo conseguían: incluso en esto nos emocionaba, porque ¡por fin alguien hablaba claro!

1140798076_0Labordeta, indudablemente, era de izquierdas, aunque no parecía adscribirse a ninguna corriente ortodoxa, y regionalista, pero sin perder de vista otras realidades; se consideraba relativamente nacionalista, sobre todo porque suele llevar a posturas más bien conservadoras, pero siempre comulgó con el internacionalismo; y se definía como ácrata y “anarcoburgués”. Pero era siempre el sentimiento y el sentido de la justicia lo que no le hacía perderse en pensamientos dogmáticos y maniqueos. Una muestra de ello es esta canción, de su disco de 1984, Qué queda de ti, qué queda de mí, acerca de la guerra fría, en la que reparte sopita para todos y no se casa con nadie:

Escuchar: http://www.goear.com/listen/6566a0e/desobediencia-civil-jose-antonio-labordeta

Desobediencia civil

Les devuelvo el DNI
porque yo no quiero ir
donde me van a mandar
con carné de identidad
pues aquí hay que empezar
a decir ya la verdad
que no nos gusta morir
ni en Varsovia ni en la OTAN.

Te aseguran los del dólar
que ellos lo hacen por la paz
y que por eso conviene
estar todos en la OTAN,
pero tú no te lo crees,
te lo pones a dudar,
eres un chico tremendo
no te crees casi ná.

Luego van los "orientales"
y con ese humor sin parar
te pregonan que ellos lo hacen
por la paz y la igualdad
tu tampoco te lo crees
viendo tanto militar
armado hasta los dientes
y con cara de mal plan.

Ustedes dicen que blanco
rosa dicen los de allá,
negro aseguran algunos
que se está poniendo ya
el panorama completo
de todo este personal
del mundo, del universo
y del sistema solar.

Porque si en serio desean
que aquí funcione la paz
déjense de cachondeos
y pónganse, de verdad
a fabricar con las armas
bicicletas, panecillos,
conciertos al aire libre
y tortás de mazapán.

José Antonio Labordeta

http://www.cancioneros.com/nc/12119/0/desobediencia-civil-jose-antonio-labordeta

Grandes idioteces dichas por grandes hombres: Unamuno y los gitanos


unamuno2La búsqueda del significado de una canción o de su historia me lleva a veces por caminos insospechados, y por ese camino encuentro muchas cosas, algunas muy placenteras, y otras desagradables, como me ocurrió intentando buscar el significado de una canción romaní, que me llevó a las páginas de estudios gitanos.

Nos pasa muchas veces que admiramos a los grandes hombres del pasado, hasta que un día encontramos unas declaraciones sobre algún tema que hace tambalear nuestra admiración. No hace mucho, por ejemplo, oí que un gran compositor español de principios del siglo XX (que no recuerdo exactamente quién era, por lo que no diré especulaciones), aferrado a su integrismo cristiano antisemita de los años 20, decía opiniones deleznables sobre los judíos; o un gran filósofo contemporáneo extranjero –¡coño! del que tampoco recuerdo el nombre- que declaraba en la TVE de la década de los 80 ó 90 que había que matar a la gente con deficiencias mentales. Y, el que nos ocupa hoy, el gran Miguel de Unamuno.

Antes de nada, sólo un aviso: una sola opinión o un único hecho cometido por un hombre no debe empañar el resto de su historia y carrera; es decir, esto no supone más que una curiosidad, un ejemplo de que hasta el más grande puede equivocarse, lo cual hace a las grandes personalidades más cercanas a nosotros; pero eso no puede ser una excusa para permitirnos decir o hacer tamañas barbaridades.

Miguel de Unamuno, a la salida del acto en el que se enfrentó a Millán Astray, en 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, del que fue sacado del brazo por la esposa de Franco, Carmen Polo, que le acompañó con su guardia personal hasta su domicilio.Don Miguel de Unamuno, pensador, ensayista, novelista y, a veces, poeta, tiene el honor de haber sido uno de los precursores del existencialismo y de haber sentado las bases de un pensamiento y un arte comprometido con su tiempo y con la sociedad, dando la directriz al artista y al pensador de ser siempre crítico con el poder establecido. Pero los últimos años de Unamuno transcurren en una tremenda contradicción: de haber sido socialista en su juventud, comienza a abrazar las corrientes fascistas, llegando a saludar fervientemente el alzamiento militar de 1936, a riesgo de ser para el fascismo español lo que D’Annunzio fue para el fascismo italiano: su principal ideólogo. Sin embargo, el incidente con Millán Astray y la pretensión del poetastro Pemán de “excomulgarle” de la “buena intelectualidad”, con su declaración final de “Venceréis, pero no convenceréis”, en un ataque de lucidez, viene a exonerar al pensador a los ojos de los demócratas hasta el punto de ser declarado inocente por su buen amigo –nunca dejó de serlo, a pesar del abismo ideológico- Antonio Machado. En el transcurso de eJérôme Tharaudstos años, no obstante, Unamuno parece haber perdido el norte humanista que había caracterizado su obra anterior (fuera desde una perspectiva socialista o cristiana). Recién comenzada la guerra civil, el escritor francés Jérôme Tharaud entrevistaba a don Miguel para el libro Cruelle Espagne (1938), y le preguntaba “si era posible que nuestra herencia bereber condicionara de alguna forma los radicalizados enfrentamientos de aquella guerra”, a lo que Miguel de Unamuno respondió no como cabría a un gran hombre de letras y pensamiento:

«Es posible, pero otra sangre corre también en nuestras venas. De ésta no se habla nunca. Pero, para mí, tiene una gran importancia en la formación de nuestra raza y de nuestra mentalidad: es la sangre de los gitanos, esta población errante, de herreros, de paragüeros, de mercaderes de caballos, de cesteros, de adivinadoras, que se encuentran por todas partes en este país, incluso en el pueblo más pequeño. Estos gitanos tienen instintos primitivos, inhumanos, antisociales, y estoy persuadido de que es por ellos, sobre todo, que una herencia cruel se ha introducido en nosotros».

(fuente: Antonio Gómez Alfaro – HISTORIA Y POLÍTICAS EDUCATIVAS CON EL PUEBLO GITANO)

Sebastián Miranda, un periodista del ABC, en 1970, al leer el libro se escandalizaba y escribía esta apología, en principio de Unamuno, pero que se convertía más bien en defensa del pueblo gitano: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1970/04/04/007.html

romaflagEn esta historia hay varias cosas mal. Para empezar, la pregunta del propio Tharaud (ignorando su posición política en los turbulentos años 30) se las trae, pues implica un doble racismo trasnochado propio del más rancio romanticismo, no sé si propiciado por una anterior respuesta del pensador bilbaíno, caracterizando a los españoles como seres semi-irracionales, brutales, pasionales y sangrientos. Y doble, ya que pretende indicar que esa supuesta naturaleza irracional, vengativa y sanguinaria es herencia bereber. Años después a este mismo autor se le podría haber preguntado algo similar cuando el mariscal Pétain no sólo abría las puertas de Francia a Hitler, sino que permitía que los alemanes exterminara a ciudadanos de la República Francesa sólo por ser judíos, gitanos, o genéricamente antifascistas… O sencillamente sobre lo que ya había y estaba ocurriendo: la sangrienta imposición francesa sobre las colonias africanas y asiáticas. El tercer error lo comete el propio Unamuno al admitir esa determinación racista de los españoles (éste fue, sin embargo, uno de los grandes errores de algunos miembros de la Generación del 98: un cierto racismo positivo español que ya sabemos quién heredó): sencillamente, entra al trapo y admite que exista una determinación natural en el “ser vengativo” de los españoles. Y el cuarto error, obviamente, es atribuir esa determinación natural como innata a los gitanos.

Esto debe quedar como demostrativo de que el argumento de la autoridad no siempre es válido. Por mi parte:

Opre Rroma!

Con la mochila a cuestas V (Homenaje a Labordeta): el trovador


Cuando decimos que Labordeta es un trovador nos referimos a la figura estricta del trovador medieval: un creador que no concebía la música sin poesía y viceversa, y que a la vez, se nutría de las artes populares y aspiraba a que sus obras sean conocidas en el pueblo, cosa que se hacía a través de los juglares; sin embargo, en el sentido de cercanía con el pueblo, Labordeta, como el resto de sus compañeros, era un juglar (un coplero, un romancista, un folklorista, etc.) Así pues, como cantautor, o “escribe-autor” como él prefería, Labordeta entendía el cantar siempre con una letra con signo poético y que además tuviera una cierta utilidad.

El poeta

y1p5Zre_QaDqR-JQG49KE5zkYNw2_h65aOUwZtM3ttm5Yvn_zdW4RT3tgqtERLgBKQOReZKG0adS_k Según José Antonio, su hermano mayor, Miguel Labordeta (1921-1969), supuso en su vida el 97 % de las cosas que él era. Es justo reivindicar, junto a la figura de J. A. Labordeta, la de su hermano Miguel, un poeta prácticamente olvidado para la mayoría, pero de una gran calidad. Miguel, licenciado en Historia, escribió su primer libro en 1945, Sumido 25, en el ambiente de la naciente poesía de posguerra, que más adelante se conocerá como Generación de los 50 (aunque esta denominación es muy confusa y suele ser muy excluyente, por lo que siempre hemos pretendido evitarla): la reciente tragedia de la guerra civil y de la II Guerra Mundial, las reflexiones sobre el ser humano que esto conllevó, la desesperación del poeta y su esfuerzo por ofrecer alguna esperanza… Miguel escribe en las revistas literarias punteras de posguerra como Espadaña y otras, que se oponían al clasicismo y al garcilasismo falso, pedante y oficial (revista Garcilaso, grupo Escorial, J. Mª Pemán, etc.) junto a los poetas más rutilantes como Blas de Otero, José Hierro, Gabriel Celaya, Gloria Fuertes, Eugenio de Nora… y también aquellos que escribían en sus lenguas maternas, que suelen ser injustamente excluidos por esta razón: Salvador Espriu, Celso Emilio Ferreiro, Gabriel Aresti… Miguel funda revistas y edita libros al mismo tiempo que se ocupa, primero, de la docencia en el colegio Santo Tomás de Aquino (propiedad de la familia y dirigido por su padre), y después, de la dirección del mismo. Muchas de las cosas que José Antonio hizo a lo largo de su vida, lo hizo aconsejado por su propio hermano, en quien además encontró a menudo un aliado en sus aspiraciones.

Miguel Labordeta moría en agosto de 1969; la colección “Fuendetodos” se abrió con su último libro de poemas. Es encomiable la labor de José Antonio en la reivindicación y recuperación de la obra de su hermano, no sólo cantando sus canciones, sino además promocionando la edición de sus obras completas, para lo cual siempre contó con la inestimable ayuda de los amigos de su hermano, que siempre estaban ahí cuando los necesitó.androsbig

De Miguel, Labordeta tomó mucho de su universo poético, a pesar de que su hermano no creía en una poética ni exclusivista ni  populista, pero toda esa reflexión sobre la humanidad, el mundo, la visión de uno mismo en la sociedad que le tocó vivir, tendrá su sello sobre la misma poética de José Antonio, quien no sólo escribía para cantar, sino también para publicar. Labordeta escribió muchos libros, muchos de poesía, que se encuentran aquí: http://www.10lineas.com/labordeta/libros.htm. Por otra parte, los discos de Labordeta tenían una peculiaridad que se puso más o menos de moda entre los cantautores: el disco-libro: su primer sencillo, Cantar y callar (1968) tenía este formato, un libro de sus poemas que incluía un vinilo de 45 Rpm. con cuatro canciones; con alguna diferencia, básicamente éste fue el formato de todos sus discos, uniendo de alguna manera el mundo editorial y el mundo discográfico, que de alguna manera venía a legitimar la tan denostada profesión de “cantante popular”.

Labordeta siempre fue un cantautor de los que una vez llamamos “autónomos”, es decir, de aquellos que, como Pablo Guerrero, Luis Eduardo Aute, Raimon, Lluís Llach o Pi de la Serra, son autores de la mayoría de las letras de sus canciones, frente a los otros, que o bien cantaban exclusivamente letras de poetas consagrados (Paco Ibáñez, Amancio Prada), o bien las alternaba con las suyas propias casi al 50 % (Joan Manuel Serrat); pero Labordeta encontró sitio para cantar a un poeta: a su hermano. Las canciones de Miguel que Labordeta cantó fueron “Puesto que joven azul de la montaña ha muerto”, “Retrospectivo inexistente” (recitado durante la grabación de uno de los recitales en homenaje a Miguel, que salió como Labordeta en directo), “Tú cantarás por todos” y “Hermano hombre”. Y muchos seremos los que no olvidaremos su emotiva intervención en el Congreso de los Diputados, tratando de meter en razón al presidente del gobierno para que no apoyara la guerra de Iraq leyéndole un poema de su hermano:

Mataos… SEVERA CONMINACIÓN DE UN CIUDADANO DEL MUNDO

Mataos,
pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cuna.
Si vuestra rabia es fuego que devora al cielo
y en vuestras almohadas crecen las pistolas:
destruios, aniquilaos, ensangrentad
con ojos desgarrados los acumulados cementerios
que bajo la luna de tantas cosas callan,
pero dejad tranquilo al campesino
que cante en la mañana
el azul nutritivo de los soles.
Invadid con vuestro traqueteo
los talleres, los navíos, las universidades,
las oficinas espectrales donde tanta gente languidece,
triturad toda rosa hallad; al noble pensativo,
preparad las bombas de fósforo y las nupcias del agua con la muerte
que han de aplastar a las dulces muchachas paseantes,
en esta misma hora que sonríe
jpor una desconocida ciudad de provincias,
pero dejad tranquilo al joven estudiante
que lleva en su corazón un estímulo secreto.
Inundad los periódicos, las radios, los cines, las tribunas
de entelequias, estructuras incompatibles,
pero dejad tranquilo al obrero que fumando un pitillo
ríe con los amigos en aquel bar de la esquina.
Asesinaos si así lo deseáis,
exterminaos vosotros: los teorizantes de ambas cercas
que jamás asiríais un fusil de bravura,
pero dejad tranquilo a ese hombre tan bueno y tan vulgar
que con su mujer pasea en los económicos atardeceres.
Aplastaos, pero, vosotros,
los inquisitoriales azuzadores de la matanza,
los implacables dogmáticos de estrechez mentecata,
los monstruosos depositarios de la enorme Gran Estafa,
los opulentos energúmenos que en alza favorable de cotizaciones
preparáis la trituración de los sueños modestos
bajo un hacha de martirios inútiles.
Pisotead mi sepulcro también,
os lo permito, si así lo deseáis inclusive y todo,
aventad mis cenizas gratuitamente
si consideráis que mi voz de la calle no se acomoda a vuestros fines suculentos,
pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cuna,
al campesino que nos suda la harina y el aceite,
al joven estudiante con su llave de oro,
al obrero en su ocio ganado fumándose un pitillo,
y al hombre gris que coge los tranvías
con su gabán roído a las seis de la tarde.
Esperan otra cosa.
Los parieron sus madres para vivir con todos,
y entre todos aspiran a vivir, tan sólo ésto,
y de ellos ha de crecer, si surge,
una raza de hombres con puñales de amor inverosímil,
hacia otras aventuras más hermosas.

(He intentado encontrar, sin éxito el vídeo, pero siempre que lo veo, mientras que mi admiración a Labordeta y a su hermano mayor crece, al ver la cara de fastidio y de asco del señor d. José María Aznar, mi desprecio y rencor hacia aquel que fue nuestro presidente del gobierno, bajo el cual muchos dicen que conocimos (¿-imos?) un tiempo de bonanza, crecen inconmensurablemente: aquello fue otro “Unamuno Vs. Millán Astray”, un la razón contra la violencia. Sólo la historia pondrá a cada uno en su sitio, y de hecho ya ha comenzado a hacerlo.)

Acabamos esta entrega con el homenaje de José Antonio a su hermano Miguel. Metido ya en el mundo de la canción, en la Semana Santa de 1969, Labordeta escribió la letra de “El poeta”, probablemente pensando en todos aquellos poetas españoles que habían puesto su pluma al servicio del pueblo y que habían muerto represaliados o estaban exiliados, o murieron en el exilio; como él mismo dice, tardaba mucho en grabar las canciones que escribía, así que, cuando en agosto de ese mismo año, durante sus vacaciones estivales, supo de la muerte de su hermano mayor, decidió cambiar el sentido de su canción y dedicársela a la memoria de su poeta favorito:

El poeta

(A Miguel Labordeta, mi hermano)

Él quiso ser
palabra sobre el río al amanecer,
y caminó
por viejas esperanzas que nadie entendió.
Dejó pues
la mano entre las manos y se nos marchó
con un suave silencio
que el viento rompió

    Su gesto fue
    dolido por el caminar
    entre yerbas y piedras
    y un extenso erial.

Su voz se ató
al yermo del paisaje y a la sangre en flor.
Se hizo pared
allí donde los muros cayeron tras él.
Su soledad
abrió por los caminos la necesidad
que levanta a los hombres
a la libertad.

   Caminos son
   abiertos por su fuerte voz
   lanzada contra cierzo y sol
   y contra tantos siglos de dolor.

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Qué le dijo de verdad Unamuno a Millán Astray


Ya hablamos, hace mucho tiempo, del famoso incidente entre Miguel de Unamuno y el golpista Millán Astray durante un acto "patriótico" en la Universidad de Salamanca, y de sus implicaciones. Sin embargo, no se sabe porqué, los historiadores no nos lo han contado todo…
Todo lo que se dijeron está documentado y fue así, eso es cierto. Pero los historiadores suelen no poner entera la frase última de Unamuno "Venceréis, pero no convenceréis", quizás por no levantar ampollas. Lo que de verdad contestó Unamuno a Millán Astray fue: "Venceréis, pero no convenceréis, hijos de puta
".

Y esto es tan cierto como que a Boabdil le dijo su madre: “Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre, GILIPOLLAS”

Eusko-Bidaztiarena


A finales del siglo XIX, durante el auge del nacionalismo vasco, se comenzaron a realizar una especie de juegos florales con poesía, bertsolaris, etc., en el País Vasco para reivindicar la lengua vasca. A uno de esos festivales fue invitado D. Miguel de Unamuno, convencidos de que diría algo interesante y bonito sobre la lengua más antigua de la Península Ibérica. Pero para sorpresa de todos los asistentes, Unamuno comenzó a despotricar contra el euskera y su uso y acabó su discurso sentenciando que lo mejor que le podía pasar al euskera era desaparecer, morir, ser momificado y enterrado. Obviamente el disgusto de los oyentes fue tal que Unamuno salió por patas. Aunque, a pesar de que siempre se ha visto aquí por parte de algunos estudiosos cierto arranque pueril del sabio bilbaíno, porque no le fue concedida la cátedra de Lengua Vasca, no le faltaba razón en parte: aquel nacionalismo y todas aquellas reivindicaciones de lo vasco y su lengua estaban impregnadas de un espíritu reaccionario y ultra-católico; recordemos que gran parte de la población vasca estuvo del lado de los carlistas durante sus guerras: algunos por los intereses forales, pero otros por conservadores. No obstante, a lo largo de su carrera, Unamuno fue bastante contradictorio en sus opiniones y relaciones tanto con el nacionalismo vasco como con la lengua vasca. Recordemos cómo estalló de indignación en el famoso incidente del "día de la raza" cuando el general Millán Astray declaró que los vascos y los catalanes eran el cáncer de España.
Las palabras dichas por Unamuno levantaron ampollas terribles. Uno de los más brillantes y preclaros poetas en lengua euskera, José María de Agirre, más conocido como Xabier Lizardi, comenzaba así su "Canción de viajero vasco":

Eusko-Bidaztiarena


Unamunotar Mikel,
Yaun argiari, gure ausardi
Gorriaz yabetu dedin.

Heuskara, ialgi adi kanpora!
Heuskara, habil mundu guzira!
(Etxepare, orain lareuntsu urte).

BIDAZTIAR-DEI

Aberriaren
abots eztia,
gogamenaren
ezkon xuria;
ekatzan
esku guria,
atorkit, geldi-geldia,
uztagun, aldikoz, Euskalerria.

LARRE-LORE

Eder
aunagu, mintzo yoria,

eder, benetan, garoz yantzia:

larre-loretik eztia,
basotik euskal-mamia,
laister sortzen aal duk. Olerkaria!
Ta, ala Yaunaren gogo baledi
nik gogo dudan bezin gartsuki,
euskotar azal ta ami,
gure erriaren olerki
garaia, norbaitek leenbait-leen begi!
ORO-MINTZO

Baña nik izkuntza larrekoa,
nai aunat ere noranaikoa:
yakite-egoek igoa;
soña zaar, berri gogoa;
azal orizta, muin betirakoa.

AMETS-BIDEETAN BARNA

Ez adi beldur, nere Maiteder:
baserriz landa nai aunat ager-
-arazi, bazterrik-bazter,
artoki; ezpaitun ezer
lurbiran ederrik i bezain eder!
Gogamenaren ezkon ez-antzu,
eztei-ondoko bide diñagu.
Otoi, Yauna, ibilgo-buru,
maitasun-edermen-zitu,
aur begi-argirik anitz bekargu.
……………………………..
Itxaso bare, zelai urdiña,
muga-biribil, belar-berdiña;
goizaldea duk sorgiña!
Dirdaiez ikus egiña
mende-neurle dugun kurpil ariña…
……………………………………………
Iguzkipean ugartedia…
Ur zabalean oial zuria…
Zuaitz arrotzen azpia,
eun oztiñek itzalia!
Or bide zetzan Gerbault bakartia…
………………………………..
Lekaro zabal lurraren gerri,
ondardi kixkal eriogarri:
bidazti-begiek sarri
aidean baso ta iturri:
bertarañokoan ondarra gorri!
……………………………………………
Dagigun arraun Izotz-errira,
zaarren aztarrik danentz begira:
amaika yoan ta bira
eginik igaz baitira,
eskuan arpoia, soñean zira!
Legorra zuri, beltz itsasoa:
izotz bat untzi gure ibilgoa…
Bakarte yaungoikozkoa!
Xoil, egazti bat diyoa
odeien senide, zabal egoa…
Kanta ditzagun ango gau luze,
ango illun-nabar su gorriz bete;
gizonek elurra aterpe;
lurralde gizenik gabe;
gure Euskalerriaz ain guziz beste!
………………………………..
Iri nagusi, giza-erlauntza:
zorapenezko aruntz-onuntza,
sumabearra, yakintza,
sal-eros ekurugaitza,
gure elkar-indarrak itzuli bitza!
……………………………….
Ortzi oro ta egute oro
yaso, ikus-ala, ta abes gozoro…
Apaindu zernaitarako:
agi gai adirazteko
gizaki guzien alderdi ta asmo.

GURENTZA

Ta beeko gaiok agor-ezkeroz,
Iguzki-k ezin urtuzko egoz
(Ikar-ek ez bezelakoz)
goazeman zerura igoz,
izar urdiñetarañoko asmoz!

Canción del viajero vasco

Al preclaro señor Miguel de Unamuno,
Para que advierta
Nuestra insolente audacia.

“¡Euskera, sal fuera!
¡Euskera, recorre el mundo!
(Dechepare, hace unos cuatrocientos años)


INVITACIÓN AL VIAJE

Dulce voz de la patria,/ blanca esposa de mi intelecto;/ trae aquí tu delicada mano,/ ven a mí quedamente,/ dejemos por un tiempo el País Vasco.

FLOR SILVESTRE

Bella eres, de lengua prolija,/ hermosa en verdad, vestida de helecho:/ ¡Ojalá pronto un poeta/ extraiga miel de la silvestre flor,/ y del bosque esencia vasca!/ Y, si tal fuera el deseo de Dios/ como es ferviente deseo mío,/ surja cuanto antes quien haga/ -vascos el corazón y la cáscara-/ el poema cumbre de nuestro pueblo.

LENGUA UNIVERSAL

Pero yo, que soy de habla campestre,/ te quiero también para todo;/ que las alas del saber te eleven;/ viejo el cuerpo, nuevo el espíritu;/ piel amarillenta, fibra de eternidad.

POR CAMINOS DE SUEÑO

No temas, mi Bella-amada:/ fuera de tu caserío quiero mostrarte/ por doquier/ con orgullo: pues nada hay/ en la tierra tan hermoso como tú./ Esposa fértil de mi ingenio,/ tenemos un viaje de novios./ Yo os pido, Señor, que al fin de nuestro camino/ traigamos muchos niños de lucientes ojos,/ fruto de amor e inspiración.//
……………………………..
¡Mar sereno, azul pradera/ de circular contorno y hierba igual…/ embrujado amanecer el tuyo!/ He aquí, de esplendores hecho,/ el disco ligero que mide nuestra vida…//
……………………………..
Bajo el sol, el archipiélago…/ En el ancha agua una vela blanca…/ ¡Refugio de árboles exóticos/ velado por azules lienzos!/ Ahí quizá reposaba el solitario Gerbault…//
……………………………..
Hacia la cintura del mundo, anchurosos desiertos:/ mortales arenales abrasados…/ Muchas veces el caminante creyó ver/ en el aire bosques y fuentes:/ mas al acercarse sólo hallo desnuda arena.//
……………………………..
Rememos al País del Hielo,/ mirando si hay rastro de antepasados/ que tantas veces fueron y volvieron,/ arpón en mano, vestidos/ de impermeable lienzo./ Blanca la tierra, negro el mar:/ navegamos sobre un hielo…/ ¡Soledad divina!/ Sólo un ave, pariente de las nubes,/ va con las alas extendidas./ Cantemos las largas noches,/ los crepúsculos nocturnos de rojo fuego;/ hombres morando bajo la nieve;/ tierra infértil;/ ¡todo tan diferente de nuestro País Vasco!//
……………………………..
Ciudad, colmenar humano:/ un ir y venir enloquecedor,/ inventiva, saber,/ inquieto comerciar,/ ¡viértalo todo nuestra fuerza unida!//
……………………………..
Recoge la impresión de todo clima y todo cielo/ que veamos, y cántalos sabrosamente…/ Apréstate a cualquier cosa:/ habilítate para expresar/ los pensamientos de todos los hombres.

SUBLIMACIÓN

¡Y cuando los sujetos terrenos se agoten,/ con alas que Sol no pueda derretir/ (como las de Ícaro)/ ascendamos al cielo,/ dispuestos a escalar las estrellas azules!

Xabier Lizardi

Mayo del 68: visión crítica


Este año que se celebran los 40 años del Mayo del 68, que se están haciendo aniversarios, conferencias, y un recital de Raimon al que servidor (ya que no pudo organizarlo en persona, porque el rectorado ya había dado el paso) va asistir y en primera fila a poder ser (ya que me perdí el de la Facultad de Económicas por razones cronológicas y porque Doc todavía no me ha inventado la máquina del tiempo), a mí me gustaría poner una visión crítica en todo esto. Aunque soy admirador de los hechos positivos que sacudieron el mundo, mi visión dista mucho de la canción (gran canción, pero algo naif para mi gusto) de Ismael Serrano «Papá cuéntame otra vez». 

¿Qué ocurre en el 68? Que la juventud primordialmente se levanta contra dictaduras de todo signo o contra democracias conservadoras falseadas. Los historiadores lo señalan muy bien: es la culminación de una frustración a nivel global surgida tras la Segunda Guerra Mundial. El mundo son dos bloques: uno, capitalista y demócrata, liderado por Estados Unidos, pero que no tiene reparos en pactar con dictaduras fascistas con tal de poner frentes contra el comunismo en todo el globo, ni en disolver manifestaciones con el ejército a balazos (Universidad de Kent State, Ohio); y otro, comunista, pero que en realidad dista de parecerse si quiera al comunismo que Marx propugnaba antes de la llegada de la igualdad, sino una dictadura burócrata-militar, y que es tan intervencionista como el otro bloque.
En Estados Unidos, el movimiento pacifista contra la guerra del Vietnam se fue transformando en un movimiento más violento. David Dalton, en su libro sobre los Rolling Stones, dice que los estudiantes, de poner flores en los fusiles de humo de la policía pinchaban los testículos de sus caballos con agujas, de llevar túnicas hindúes multicolores a portar camisas militares, y del pacífico acto de escuchar música mientras se fuma un buen peta a poner bombas. Por otro lado, Martin Luther King, líder de los derechos civiles admirado en todo el mundo, es asesinado por alguien pagado por quien todo el mundo sabe, pero nadie puede demostrar; tras su muerte, los barrios negros explotan movidos por la injusticia y la indignación en un torbellino de violencia. De los pacíficos pastores protestantes negros pasan a tomar el protagonismo grupos más radicales con apariencia militar, como los Panteras Negras: no obstante, sus líderes eran más coherentes y sensatos que muchos de sus seguidores, y el ejemplo de muchos de ellos, como Huey Newton o Angela Davies, no puede ser falseado sin sonrojarse. También muere asesinado Robert Kennedy, que representaba para los grupos pacifistas y el movimiento de Derechos Civiles la última esperanza dentro de la política, frente a su correligionario y sucesor de su hermano, Lyndon B. Johnson.
En México, en la Plaza de las Tres Culturas, la policía carga contra una concentración estudiantil. El resultado: varios muertos.
En Checoslovaquia, el intento de democratización del régimen comunista del presidente Dubček no gustó a Moscú, que envío a las tropas del Pacto de Varsovia a invadir Praga. Aquel suceso, frente a lo que algunos interesados digan, no simbolizó que muchos cuestionaran el comunismo como alternativa a la democracia o al dictadura fascista que había en Portugal, España, Grecia y en algún otro sitio, sino en adquirir una visión crítica a lo que Rusia entendía por comunismo y si realmente se diferenciaba en algo de otro régimen totalitario.
En París los estudiantes toman la calle. Importantes personas de la cultura los apoyan (cineastas, cantantes, escritores…). Los trabajadores se unen. Pero cuando el gobierno De Gaulle ofrece mejoras a los trabajdores, el Partido Comunista Francés, mediante su sindicato, ordena a los obreros a vovler al trabajo. De esta manera, la mini-revolución estudiantil fracasa, y toma la calle una manifestación gaullista.
En España, inspirados por el Mayo francés, también salen los estudiantes a la calle. Se producen disturbios, aunque disten mucho de la magnitud de sus compañeros parisinos, y el gobierno de Carrero decreta el estado de excepción.

Hablemos, de momento y por ahora, de España sólo. Aunque las movilizaciones estudiantiles del 68 fueron muy importantes, porque demostraron que había un enorme descontento hacia el régimen, es falso que fueran las movilizaciones estudiantiles: no se deben olvidar las del 56, que fueron incluso más audaces, no tanto por la magnitud de los hechos sino por la cercanía con la guerra civil y la existencia todavía de grupos guerrilleros, los Maquis, si bien en retirada. Tampoco hay que olvidar las pocas huelgas que algunos trabajadores tuvieron el valor de hacer: por ejemplo, la protagonizada por los mineros asturianos en el 63. Los mineros fueron detenidos y torturados; cuando sus mujeres fueron a pedir su liberación a los cuarteles, los guardia civiles las detuvieron, las torturaron y las rapron al 0. El entonces ministro Manuel Fraga, ya sabéis, uno de los padres de la democracia, dijo entonces: «así, las mujeres de los mineros no tendrán ya piojos».
Pero volviendo al 68: su influencia, aunque todavía tímida, fue innegable. La oposición vio que había realmente un amplio espectro de la población que estaba en contra de Franco y sus ministros. Tampoco hubo realmente un único foco, sino que aconteció en las más importantes universidades: Madrid, Santiago de Compostela, Barcelona, Bilbao… No es tampoco casual que muchos movimientos de canción de autor aparecieran, después de un año de gestación, justo entonces (Voces Ceibes en Santiago, Canción del Pueblo en Madrid…).

Pero ahora quisiera ser un poco crítico. Muchos de los que entonces participaron hoy tiene cuarenta años más, y en algunos, incluso, cuarenta años menos de pensamiento. Quedan irreductibles, y me enorgullezco de ser amigo de muchos de estos invencibles. Los otros son hoy en día políticos, profesores, locutores de radio (sí, ese), banqueros (después de despotricar tanto contra el capitalismo), golfistas de Polaris World… Y aquí encontramos varias tendencias diferenciadas:
En primer lugar, los que siguen siendo de izquierdas convencidos, pero en teoría, porque en la práctica tienen tendencias conservadoras-liberales y mercantiles.
En segundo lugar, los que estuvieron, siguen siendo relativamente de izquierdas, pero se avergüenzan de haber leído El Capital, de haber llevado fotos de «Che» Guevara, de haber gritado «¡Abajo el capitalismo!». Es una especie de síndrome de culpabilidad por ser de izquierdas, de estar todo el santo día pidiendo perdón por ello; y ocurre entonces que, de tanto bajarse los pantalones ante la derecha, se acaba pensando como ellos. Como ejemplo, esta columna que escribía Fernando Savater en El País: entre otras lindezas se permite insinuar que Rafael Alberti era un asesino (leed bien: RAFAEL ALBERTI; esto es como cuando el mindundi intelectual de Pemán llamó a d. Miguel de Unamuno «mal intelectual»):
http://www.elpais.com/articulo/opinion/mes/cuarenta/anos/elpepuopi/20080505elpepiopi_4/Tes
Y en tercer lugar los (no me muerdo la lengua) traidores. Antiguos marxistas, castristas o maoístas (éstos muy especialmente) que si bien otrora con la fe del centurión sentenciaban la muerte del capitalismo y el franquismo, hoy, con la moral de Torquemada, predican sobre los peligros del marxismo (¿) desde sus radios, cátedras o programas en Libertad Digital TV. Y si bien ayer defendían el derecho de un pueblo a protegerse con las armas, hoy, todo aquel que no vote al PP o a UPyD es culpable de complicidad con el terrorismo. ¿Fue esta gente realmente de izquierdas?, ¿o es que será verdad que los extremos acaban pareciéndose? Un poco de ambas cosas, no lo neguemos: la mayoría de éstos no pertenecían a la clase obrera, eran de familias acomodadas que jugaban a hacer la revolución.

40 años han pasado y las cosas no han cambiado. Hoy los universitarios se manifiestan contra el Plan Bolonia, al mismo tiempo que los rectores recuerdan el Mayo del 68. Estoy a favor de la movilización, pero también veo muchas veces entre ellos, justamente entre los que más gritan, a los futuros traidores: ya ni siquiera necesito 40 años para desencantarme; tengo 28 años y ya he nacido desencantado.
Leía en el órgano de la Complutense como el jefe del gabinete del rector se enorgullecía de traer a Raimon para celebrar el 40 aniversario de su recital en la universidad, y decía: «queremos acercar a los jóvenes aquel hecho». Aunque siempre se lo agradeceré, tengo cierto motivo para sentirme indignado: aquí hay un joven concreto que un buen día se dijo «Podría intentar que la universidad trajera a Raimon…», y empezó a moverse, buscando el apoyo de profesores, de la asociación de su facultad y del departamento de Filología Catalana (con los que, incomprensiblemente, no cuentan). Al conocer que el rectorado ya había pensado en traerlo, éste que escribe y firma envió en dos ocasiones sus servicios como voluntario sin obtener una respuesta en la primera ocasión y en la segunda sólo una nota informativa generada automáticamente. Tal vez sea sólo la frustración, pero uno se siente mal y menospreciado, especialmente al leer esas declaraciones; hubiera agradecido un «No, gracias: ya tenemos gente trabajando en ello»: tampoco quiero parecer un fanático
Así que celebrémoslo, pero no mitifiquemos, no idealicemos: hubo muchos aprovechados, desertores y medias-tintas. Dentro de 40 años los habrá de nuevo, y yo diré: «Recuerdo a ese que ahora es portavoz del PP gritar contra el capitalismo en una asamblea contra el Plan Bolonia».
Pido perdón al resto: estoy con vosotros.

NO A BOLONIA
BOLONIA EZ
NON A BOLONIA

Historia de la canción de autor: La poesía es un arma cargada de futuro


Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

 

La poesía es un arma cargada de futuro, Gabriel Celaya

Nos sirve perfectamente este fragmento de «La poesía es un arma cargada de futuro», del gran poeta vasco Gabriel Celaya. La poesía que sirvió de manifiesto a la nueva poesía testimonial aparecida en los 50 de su mano y de otras como las de Ángel González, Gloria Fuertes, Jesús López Pacheco, Gabriel Aresti, Celso Emilio Ferreiro, Carlos Álvarez y un largo etcétera, sirvió también, en la voz de Paco Ibáñez, como manifiesto de la nueva canción testimonial que entonces estaba apareciendo.
Existe mucha confusión en torno a la palabra «cantautor», ya que en castellano no refleja la realidad que reflejaba la palabra en francés de la que se tradujo, que implicaba: «cantante de contenido poético, de texto, de poesía», pues así expresada en castellano -incluso en catalán, gallego y vasco- viene a significar simple y llanamente, en sentido lato, «cantante que canta sus propias canciones»; según lo cuál, sería también cantautor Miguel Bosé o Alejandro Sanz en este sentido (cosa a la que me opongo desde el sentido estricto), y no lo serían -y eso es lo peor- Paco Ibáñez o Amancio Prada.
Tampoco reflejaba la realidad de la nueva canción el «cantante social», o el «cantante protesta», puesto que no todo cantautor hacía canción política, ya fuera total o parcial: esto dejaría fuera a algunos tan buenos como Mari Trini, Pau Riba, Jaume Sisa, e incluso ciertas etapas de Joan Manuel Serrat.
Por tanto, lo que define al cantautor es el contenido de sus canciones: un contenido poético; el cantautor, además de músico, ha de ser poeta o también intérprete de poesía. ¿De toda poesía? En principio sí, pero especialmente de una poesía que va dirigida al pueblo, sencilla sin perder su componente poético o metafórico, que sirve para abrigar y despertar conciencias y esperanzas. Hablamos de la poesía que nace durante los años 30, con Lorca, Alberti, Miguel Hernández y León Felipe entre otros, que encuentra su continuidad en Celaya, González, Fuertes, y que acabará cuajando en las voces de Paco Ibáñez y Raimon primeramente, para extenderse afortunada y felizmente a lo largo de toda la geografía vocal, en gargantas de los cuatro puntos cardinales del país. Un poco de historia para entener esto…

Tal vez me arriesgue mucho al exponer esto, pues son ideas a las que llegué yo por mi cuenta, aunque no son originales: ya Manuel Vázquez Montalbán y caulquier estudioso de la poesía de la guerra civil o de la obra poética de Antonio Machado y Miguel Hernández lo dijo antes que yo, incluidos ellos. Ejemplo:

¿Un arte proletario? Para mí no hay problema. Todo arte verdadero será arte proletario. Quiero decir que todo artista trabaja siempre para la prole de Adán. Lo difícil sería crear un arte para señoritos, que no ha existido jamás.

Antonio Machado: Consejos, sentencias y donaires de Juan de Mairena y de su maestro Abel Martín («Hora de España», nº 1; Valenica, 1937 (el subrayado es mío). Ver en http://www.filosofia.org/hem/193/hde/hde01007.htm)

Poco nos quedaría a nosotros añadir después de lo sentenciado por Antonio Machado a través de sus alter egos. Nadie debería dudar que la poesía nace en los tiempos primitivos y antiguos en el pueblo, para recordar diferentes cosas, alabar hechos y un largo etcétera cuando nace unida a la música: es decir, que no la inventaron ni los reyes ni los sacerdotes. Lo que ocurrió a través de los siglos, cuajando finalmente en los siglos XVI, XVII y XVIII fue un robo que se produjo cuando alrededor de las cortes de los reyes y los nobles aparecieron los poetas cortesanos, que, además, pensaban que la poesía era un arte tan súblime, al igual que la música, que sólo una élite artística y aristocrática estéticamente era capaz de crear y apreciar, despreciando a su vez cualquier manifestación popular (aunque fuera un arte de siglos) como los romances o ciertos estilos musicales tradicionales como las seguidillas, aunque los robaran de nuevo fingiendo que eran una creación suya; es desde luego, un pensamiento muy de despotismo ilustrado contra el que tenía que venir una revolución popular estética que devolviera la poesía y la música al pueblo, a su hogar, y demostrara que no era cuestión de inspiración divina o intelecto suerior, ni siquiera, en sentido estricto, de clase: sino de educación, y, por tanto, de pudiencia económica: poca gente, aunque les gustara, podría ir a deleitarse con una buena ópera o una genial comedia. Tuvo que ser, durante el nacimiento del movimiento obrero y de las teorías sociales como el marxismo o el anarquismo, cuando asomaban tímidamente manifestaciones de apolgía del arte popular. En España surgiría un movimiento popularizador de la poesía, gracias sobre todo a los antecedentes de Antonio Machado y Miguel de Unamuno, después del movimiento poético del 27: si en un principio el lema de los poetas del 27 fue «poesía para quien la entienda», después, con el neopopulismo que llegó, fue «poesía para todos»; este movimiento alcanzó su cénit en la guerra civil: la confrontación que fue acentuándose a partir de la Revolución del 34 dio un nuevo sentido al arte poético, popularizando sus formas para que las clases más humildes pudieran entender su mensaje y asumir así la causa republicana, mientras que los poetas franquistas, por lo general, abogaban por la llamada pureza de la poesía (un mito, para mí). El gran exponente de aquella poesía republicana popular fue, sin duda, Miguel Hernández. Si bien el bando republicano perdió la guerra, el mensaje poético de sus escritores pervivió, especialmente en el exilio: de ellos bebieron los nuevos poetas de la Generación del 50 y la nueva poesía testimonial.
Como todas las artes y ciencias, en la posguerra la poesía quedó castrada, ofreciéndose una poesía llamada garcilasiana que presumía de pureza. La prueba de esta pobreza literaria es ver quién era el poeta oficial del régimen: José María Pemán, que ya había mostrado su altura intelectual al llamar a Unamuno «mal intelectual» durante los incidentes de l día de la raza con Millán Astray. La Generación del 50 ofrecía una nueva visión de la poesía: no una falsedad intelectual, sino el reflejo de la situación que vivía el país de verdad: un país que no era de soldados ni de banderas ni de destinos gloriosos, sino de pastores, agricultores, obreros y emigrantes. De ahí el fragmento del poema de Celaya:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

España se había quedado sin sus mejores poetas: bien asesinados, bien exiliados, o bien silenciados; así que estos poetas fueron una bocanada de aire fresco contra una reacción literaria que había vuelto a instaurar una aristocracia intelectual: un arte para señoritos. Los mejores poetas contemporáneos españoles estaban prohibidos, total o parcialmente, pero eso no impidió que una juventud ávida de la palabra los buscara… Y, ¿por qué no? los cantara.

Es en 1956 cuando Paco Ibáñez, iluminado por la Chanson francesa, comienza a musicar poemas de poetas clásicos como Góngora o Quevedo, y también de Lorca, Alberti y Miguel Hernández para acabar musicando también a los poetas contemporáneos como Celaya y Blas de Otero. A partir de ahí, Paco se convierte en un referente, demostrando que la poesía española podía convertirse en un himno de la resistencia: «A galopar» de Alberti, «España en marcha» de Celaya y muchas más, en su voz, serían coreadas por la juventud anti-fascista durante todos aquellos años. Dicen que cuando Celaya oyó uno de sus poemas en la voz de Paco le dijo: «Puedes coger todos los que quieras».
Un chico valenciano como Raimon decidió seguir su ejemplo, alternando sus letras con las de grandes poetas catalanes clásicos, como Joan Timoneda o Ausiàs March, y contemporáneos, como Salvador Espriu o Pere Quart (Joan Oliver). Desde ese momento comienza una fiebre en la nueva canción por recuperar a los grandes poetas prohibidos, censurados o silenciados, y, también en los cuatro idiomas del país.
Sin embargo, es muy posible que esta tendencia inicial fuera algo marginal. El gran boom se debe a un cantante argentino residente en España como Alberto Cortez, que dio un salto desde la canción frívola a la canción testimonial con los poemas de Machado, Hernández… Luego llegó Serrat, que en su «conversión» a cantante castellano comenzó versionando el poema «La paloma» de Alberti, musicado por Guastavino, para más tarde musicar y cantar a Antonio Machado y a Miguel hernández en ambos monográficos bien cuidados. El disco Dedicado a Antonio Machado supuso tal éxito que consiguió que las palabras del eterno poeta derrocara en las listas de éxitos a la canción más comercial.
Comienza pues la gran recuperación y regeneración de la poesía española, después de tantos años de secuestro indecente. Fueron muchos, por no decir todos, los que cantaron a los grandes poetas castellanos: Aguaviva, Hilario Camacho, Adolfo Celdrán, Elisa Serna, José Menese, Luis Pastor, Amancio Prada, Jarcha… Pero por otro lado, el ejemplo de Raimon y del resto de la Nova Cançó demostró que se podía cantar a los poetas de la lengua de una región para reivindicar la cultura de ese país. Lluís Llach, Pi de la Serra y los demás cantaron con este fin a Joan Oliver-Pere Quart, a Salvador Espriu y a los clásicos de la Renaixença. Siguiendo este ejmplo, los cantantes vascos reivindican a Aresti y a Jon Mirande, y, por su parte, los gallegos a las estrellas de sus letras: a las figuras decimonónicas como Rosalía de Castro y Manuel Curros Enríquez (el poeta del galleguismo) hasta al gran poeta Celso Emilio Ferreiro, autor de ese gran poema que fue «Longa noite de pedra»: el poema que mejor reflejaba la situación anímica del país. Y aún más: poetas como el castellano Luis López Álvarez o el canario Ramón Gil-Roldán son utilizados como textos reivinidactivos de canciones incluidas en discos como Los comuneros de Nuevo Mester de Juglaría o La cantata del Mencey loco de Los Sabandeños.
Pero también se cantan a poetas extranjeros, especialmetne latinoamericanos, como el cubano Nicolás Guillén o el chileno Pablo Neruda, amén de un poeta novel como Mario Benedetti entonces. Se canta también al inmortal Bertold Brecht, sea en castellano («La cruzada de los niños», por Adolfo Celdrán), en vasco («Liluraren kontra» -Contra el embeselamiento-, «Denok ala inor ez» -O todos o ninguno- por Mikel Laboa) o en lo que fuera. E incluso poetas nortemaericanos del movimiento beat, como Allen Ginsberg, cantado por Hilario, o el griego Kavafis, adaptado por Pere Quart y cantado por Lluís Llach o Marina Rossell. Y un largo etcétera.
Por supuesto, se llega a una especie de alianza entre poetas y cantantes, también con poetas nuevísimos como, por ejemplo, Agustín García Calvo: los cantantes llegan a cantar el poema al tiempo que este se está editando. Esto trae algunas críticas por parte de críticos que ven cierto oportunismo: para ellos era poner el poema en el mundo del disco, mundo más comercial que el del libro, para promocionar a su poeta amigo con el fin de lucrarse. Desde luego, la trama estaba bien, y pudiera ser así: a fin de cuentas, el éxito de Serrat con los poemas de Machado llevó a cantantes convencionales y comerciales a cantarlos también; pero eso hubiera sido así si no fuera porque no se trataban de super-estrellas de la canción en muchos casos y porque la mayoría de las veces la distribución del disco se veía impedida, si no llegaba a ser prohibida totalmente.
Por otra parte, no sólo se cantaban a poetas de izquierdas: la poesía, a fin de cuentas, si es buena es buena. Por ejemplo, Elisa canta a Manuel Machado, que, al contrario que su hermano, militó voluntariamente en las filas intelectuales franquistas, al igual que Gerardo Diego o el gallego Álvaro Cunqueiro, que es cantado por Luis Emilio Batallán. Así que esto viene a demostrar que el interés del cantante por la poesía no era meramente político.

Sin embargo, algunos cantantes no necesitan de los poemas de los demás al elaborar una maravillosa poesía. A estos los habíamos llamado cantautores «auto-suficientes» porque sólo cantaban su propia poesía, general o parcialmente. Patxi Andión, Labordeta, Aute, Pablo Guerrero, Hilario Camacho, Xabier Lete, J. A. Arze hacen su propios textos, e incluso para otros compañeros. Además, muchos cantantes también plasmaban su visión sobre la poesía, una poesía que debe servir para todos y no para unos para pocos, una poesía que tiene que abrigar y despertar conciencias:

Y es que el canto que no sirva para todos,
ese canto que ni abrigue ni despierte
es un lujo inaceptable por sí sólo,

es una pompa de jabón sobre un susurro,
es un paso en el vacío, es un hueco,
la cienmilésima parte de un murmullo,

porque el que canta bajo canta solo
y es el suyo un canto para adentro,
y racionan la voz y dan un poco,
y así transforman demandas en lamentos;

«Sonetos 37/ 73», Patxi Andión

La cultura actual española debiera estar agradecida a estos cantores, porque no sólo conservaron, mantuvieron y restauraron a los grandes poetas prohibidos por el franquismo, también ayudaron a su difusión en un país altamente analfabeto y sin escolarizar; incluso hoy, muchos de los que somos aficionados a esta música descubrimos poetas y poemas hasta entonces desconocidos, incluso en los otros idiomas cooficiales; ahí, los cantautores vascos, gallegos y catalanes hicieron un gran favor a su cultura, dándoles a conocer a los otros a grandes poetas que de otra manera, además de la barrera idiomática, no los hubieran podido descubrir nunca. Si no hubiera sido por ellos, en las escuelas, quién sabe, tal vez no se hubiera enseñado más allá de Bécquer o, lo que hubiera sido peor, llamar a Pemán el mejor de los poetas españoles (esta escandalización mía no es sólo ideológica); y aún así, todavía faltan reconocimientos, y lo que es peor, el peligro de que renazcan las aristocracias culturales que incluso militen el PSOE o en el PCE, como es el caso de la SGAE, gracias a reformas educativas altamente perniciosas como ciertos aspectos del Plan Bolonia: y esto es realmente peligroso, porque supondrá una reacción a los tiempos en los que sólo un grupo preparado económicamente pueda acceder a la cultura. A fin de cuentas, es posible que esto se esté haciendo porque «La poesía es un arma cargada de futuro«.

 

La verdad sobre la II República Española


¡Qué fácil es hablar desde la ignorancia! Juzgar las cosas desde un punto de vista sesgado e interesado y exagerar los hechos si se puede, al tiempo que se velan otros…
Durante los últimos años he oído auténticas barbaridades acerca de los que fue la II República Española por ambos lados, pero sobre todo por aquel otro que se empeña en magnificar y sobreponer a este momento histórico otros como la Restauración borbónica I y II; ésta última, aquella de la Transición democrática.
HECHOS:
Los pueblos españoles, cansados de los desmanes de la clase política monárquica y de la dictadura de Primo de Rivera y Dámaso Berenguer, cansados de caciquismos rurales, de la losa que pesaba sobre la cultura, de los abusos de la burguesía derechista, y, muy especialmente, de un rey memo que parecía sordo a todo lo que estaba pasando como era Alfonso XIII, decidieron, liderados por un grupo de intelectuales entre los que se encontraban toda la plana de la Institución Libre de Enseñanza, auténticos artífices de la regeneración cultural española, y las generaciones poéticas, literarias y filosóficas del 98, del 14 y del 27, plantar cara al rey y a sus lacayos. El camino fue duro: represiones, cárceles, tiros, revueltas militares republicanas, como la protagonizada po Fermín Galán, de quien dice la leyenda que al morir fusilado profirió el grito de «¡Viva la República!». Finalmente, el gobierno provisional del almirante Aznar, accedió a celebrar un referéndum en el que el apoyo a la República obtuvo un resultado aplastante gracias a la alianza formada por republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, cuyo voto fue decisivo. Comenzaba así, con el 1er gobierno provisional, el camino hacia la europeización de España: hacia la cultura, hacia la ciencia, hacia las artes y hacia la laicización.
No os aburriré con una exhaustiva lección de historia, pero resumiré los hechos. La Constitución del 1931 fue (y quien diga lo contrario, miente) la 1ª base legislativa de un estado plenamente democrático, civil y laico, es decir, sin interferencias de intereses clericales o militares como hasta ahora (si exceptuamos la 1º República, más desconocida que ésta, pero no menos importante); en ella, el primer título definía al país como nación de trabajadores de toda clase social: observamos el deseo de socialización que tuvo, intentando con este título la abolición de toda clase social. El Bienio Reformista, con Niceto Alcalá Zamora como Presidente, y con Manuel Azaña como presidente del gobierno, llevó a cabo ciertos proyectos que necesitaban muchas instituciones tradicionales como la iglesia y el ejército, y mejoras para el campesinado, población mayoritaria por entonces, como fue la Reforma Agraria; todo ello en aras del remozamiento de la vieja España. Se consiguió, además, y de esto tendríamos que estar orgullosos, porque fuimos el 2º o el 3er país en hacerlo, el voto femenino (aunque esto levantó ampollas incluso en círculos izquierdistas, debido a la creencia en que las mujeres eran mucho más conservadoras que los hombres).
Como es de imaginar, tales reformas no fueron del agrado de todo: las viejas instituciones empezaron sus protestas al tiempo que se arremolinaban en torno a los partdios monárquicos y, más adelante, a los nacientes partidos de extrema-derecha. Esto se vio reflejado en el primer intento de golpe de estado, llevado a cabo por José Sanjurjo, un general monárquico forjado en Cuba y en África; el golpe fracasó y Sanjurjo fue detenido por alta traición y condenado a muerte: la condena fuer revocada, pero el general estuvo encarcelado hasta que el gobierno de 1934 le concedió una amnistia y huyó exiliado al Portugal de Salazar.
Pero también entre los partidos y sindicatos anarquistas (mayoritarios) y comunistas: huelgas, revueltas… España podía estar mejorando en cultura, pero seguía en pañales en lo que era justicia social. Llegó a ocurrir, incluso, que algún destacamento de guardias civiles se unieran al campesinado rebelde. Los sucesos de Casa Viejas, Cádiz, con la muerte del anarquista «Nueve Dedos» y el ensañamiento de la guardia civil (la casa del sindicalista fue quemada y murieron niños) propiciaron la caída del presidente del gobierno Manuel Azaña, primero en popularidad y luego en la política: había sucedido que anarquistas y comunistas retiraron su apoyo a los liberales de izquierda y a los socialistas. De esta manera, Izquierda Republicana es derrotada en las elecciones y en su lugar accede al gobierno CEDA, la coalición de los principales partidos de derecha (bien es verdad que se registró una bajísima participación electoral, a pesar del voto femenino)
En 1934, lejos del estado de orden que el gobierno de derechas, o Bieno Negro, quiso establecer con la presidencia de Alejandro Lerroux, sus propuestas y acciones sólo contribuyeron a revolver más las aguas, que estaban inquietas soñando con la victoria proletaria. En sus primeros meses, el gobierno se dedicó a deshacer todas las reformas del anterior gobierno; remarcable e interesante es la revocación de la Reforma agraria, siendo ministro de Agricultura un gran propietario de Ávila. La tensión social iba en aumento: nacieron los partidos de ultra-derecha, de inspiración fascista y nacional-sindicalista, como Falange Española o las Jons, y los partidos monárqicos tradicinales, tanto carlistas, como Comunión Tradicionalista, y borbónicos; especialmente escandaloso era José Calvo Sotelo, líder del partido Renovación Española (ultra-derecha monárquica). Falange y Jons se acabarían uniendo en el 34, y ganarían muchos adeptos de entre las juventudes de los partidos de derecha moderada. Se suceden las revueltas: además de las tradicionales huelgas y revueltas, los sindicalistas y los fascistas mantuvieron reyertas enconadas: los grandes burgueses de las zonas industriales importaron una práctica del caciquismo rural: empezaron a contratar (aunque esto no fue nuevo) pistoleros de ultra-derecha para protegerse, pero también para eliminar, de los sindicatos de izquierdas.
La tensión proletaria estalla en Octubre de 1934, con la huelga de Barcelona y la Revolución de Asturias, dura y cruelmente reprimidas por generales que tomarán gran y sanguinario protagonismo, alguno incluso durante 40 años. También los partidos nacionalistas como Esquerra Republicana o PNV, con sus estatutos en marcha. El balance de muertos, heridos y detenidos fue importante, aunque, en honor a la verdad, no fue ni la mitad de lo que pudo haber sido, ya que el desánimo entre los obreros impidió un seguimiento total de lo que fue una huelga general que desembocó en revolución. Tal fue la importancia de esta huelga que sería usada como arma arrojadiza entre políticos de distinta tendencia, entre partidarios y detractores, y se intentó involucrar a Manuel Azaña en los sucesos, además de acusarle de entregar armas a la resistencia portuguesa. Pero no sería la política, la demagogia, los regionalismos o la revolución proletaria la que hundiría a la derecha, sino un escándalo de corrupción: Strauss y Perlo hicieron negocio con el gobierno derechista, que fue llevado a cabo con dinero público; tal fue el escándalo que el nombre estraperlo ha pasado a la historia lingüsística española. Azaña promovió una moción de censura contra el presidente de la República Alcalá Zamora, que disolvió las cortes y convocó elecciones. En 1936, la coalición dirigida por Azaña y compuesta por liberales, socialistas, anarquistas y comunistas venció abrumadoramente, con una participación mayoritaria (creo recordar 80%) en las elecciones de 1936, y Azaña se convirtió en el Presidente de la República. El Frente Popular era una coalición inspirada desde fuera, en países como Francia que pretendían así frenar el ascenso fascista (F.E.-J-O.N.S. obtenía sólo 3 escaños).
Qué diferentes fueron las elecciones que dieron el sí a la República y las que dieron el gobierno al Frente Popular: si en las primeras hubo gran unidad, en esta hubo dos españas: la de siempre y la que trabaja. El gobierno frente-populista levantó ampollas entre la burguesía, la aristocracia, los militares y el clero con sus leyes y reformas, especialmente las que reformaban las leyes que tradicionalmente protegían los bienes eclesiásticos. Las reyertas fueron en aumento; los falangistas provocaban atentados (hoy lo que se conoce como terrorismo) contra los ministros de la República: fue entonces cuando se declaró al partido ilegal y se procedió a encarcelar a sus líderes, entre ellos a su fundador y abogado defensor de profesión de muchos de los pistoleros y terroristas de extrema-derecha: José Antonio Primo de Rivera; pero el partido siguió actuando en la sombra. El gobierno comenzó a oír rumores de ruidos de sable y revuelos de sotanas aquí y allá: rumores fundados, pues muchos mandos militares estaban manteniendo contactos entre ellos y con Alemania e Italia esbozando un plan de derrocamiento de la República y el regreso de Alfonso XIII (o de Carlos V, para algunos) que sería liderado por el general Sanjurjo.
El capitán de la Guardia de Asalto, José Castillo, militante del PSOE y reconocido e infatigable luchador contra el terrorismo de signo fascista, moría asesinado a manos de pistoleros falangistas. Días después, la guardia de asalto se tomó su venganza deteniendo y asesinando al líder ultra-derechista José Calvo Sotelo… Muchos interpretaron este hecho como el santo y seña para el alzamiento, al tiempo que nombraban a Calvo Sotelo mártir nacional y del movimiento.
Del resto, hablaré en otra ocasión…
INTERPRETACIÓN
Como me dijo el profesor José Luis Abellán, a quien he denominado el último gran sabio liberal progresista español (además de haber sido uno de los instigadores de las huelgas estudiantiles del 56), de no haberse interrumpido bruscamente el proyecto regenerador de la 2ª República, por lo menos cultural y socialmente, este país hubiera sido el doble de lo que es ahora, incluso tal vez mayor que Francia en este respecto. Pienso que es cierto: ahí tenemos la historia, pese a lo que digan los historiadores aficionados y los malos comediantes de derecha; el 2º o 3er país que legalizó el voto femenino, la primera mujer parlamentaria: la anarquista Federica Montseny; la división en comunidades tiene en ella su raíz más inmediata. Los avances sociales y culturales fueron importantes: hay que recordar lo propicio para la época que fue contar con pensadores y literatos tan importantes como Antonio Machado, Unamuno, Ortega y Gasset, o el propio Azaña, y, sobre todo, la Institución Libre de Enseñanza, que llevó a cabo con el gobierno reformista las Misiones Pedagógicas, destinadas a la alfabetización de la gente del campo, que contó con gente como Miguel Hernández o Federico García Lorca. Lo mejor de las ciencias se desarrolló en esta época: Gregorio Marañón realizó grandes avances, y nacía también la psicología española. Lo mejor de nuestra poesía, en las cuatro lenguas cooficiales. Todo ello fue propiciado por el Regeneracionismo humanista propulsado y ligado a la República.
Hermosos proyectos que fracasaron por la reacción de los de siempre: de los caciques, los señoritos, de los curas, de los milikos… de la España rancia y podrida que hoy en día sigue queriendo dominar y que, por eso precisamente, pretende falsear estos hechos. La conclusión que uno fácilemente extrae es que, si tanto les molestan los avances de la 2ª República hasta el punto de difamarla injustamente, es porque su corazón no alberga sentimientos democráticos, sino a la bestia del poder y de la dominación que siempre late en ellos, sea en 1936, sea en 1975, o sea en 2007.

Antonio Machado sobre la muerte de Miguel de Unamuno


A la muerte de don Miguel de Unamuno hubiera dicho Juan de Mairena: "de todos los pensadores que hicieron de la muerte tema esencial de sus meditaciones, fue Unamuno el que menos habló de resignarse a ella. Tal fue la nota antisenequista, original y españolísima no obstante, de este incansable poeta de la angustia española. Porque fue Unamuno todo menos que un estoico, le negaron muchos el don filosófico que poseía en sumo grado (…) Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo; acaso también, aunque muchos no lo crean, contra los hombres que han vendido a España y traicionado a su pueblo. ¿Contra el pueblo mismo? No lo he creído nunca ni lo creeré jamás.

Antonio Machado
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