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De nit a casa junts/ Quan creus que ja s’acaba


0470Desde el comienzo de su carrera, Raimon fue vigilado muy de cerca, especialmente después de dos hechos que, justamente por ello, fueron los que agrandaron su creciente popularidad, además de su seguimiento por el extranjero, ya que el régimen no sólo tenía oído interno: lo que dijera, dónde y para quién actuara, declaraciones, amigos, compañías, etc. Pero volviendo al principio, los dos hechos concretos fueron éstos: su polémica actuación en el Festival del Mediterráneo, cantando una canción de lo más inocua, en catalán, “Se’n va anar” (probablemente, su única canción estrictamente comercial), junto a la cantante Salomé (ahora no recuerdo si ganó, creo que sí); y su aparición en TVE en 1968, cantando “Al vent” y “Diguem no”, que le costaría el veto en el ente televisivo hasta los años 80 (y probablemente la cabeza a algún directivo). Así que, desde el principio, Raimon se configuró como una molesta presencia para el régimen, debido a su éxito interior y al exterior también… Éxito y popularidad que se hacía más inmenso e intenso a medida que las prohibiciones y vetos aumentaban.

Así pues, el buen Raimon estaba, como otros tantos cantantes alrededor de toda la geografía peninsular, insular y de “ultramar”, en el punto de mira de la infame Brigada Político-Social, la policía política de Franco. Había por aquel entonces una costumbre que consistía en multar e incluso detener al cantante si “se pasaba”, la mayoría de las veces bajo acusaciones falsas (canciones permitidas de repente se habían prohibido), y, aunque pueda parecer una conducta algo masoca, artistas como Benedicto y el propio Raimon se quejaban de no haber sido nunca maltratados físicamente: respondía esto a una conducta algo clasista, dice Benedicto; ellos no eran como los pobres sindicalistas o el cualquiera de la calle al que le pillaron con cualquier excusa: eran símbolos. Aún así, siempre tuvieron miedo, como lo relatan estas dos canciones de Raimon, pertenecientes originalmente a su disco del año 1970 Per destruir aquell qui l’ha desert.

La primera de ella es la clásica canción “raimoniana”, en la que el único apoyo contra un mundo hostil es el amor y la amistad. En ella nos relata el miedo, la angustia, la incertidumbre que él y su compañera Analisa sentían aquellas noches cuando se oía el ascensor que subía, que en otros casos podía ser un timbrazo intempestivo o unos nudillos furiosos en la puerta:

De nit a casa junts

I de nit a casa, junts
escoltàvem la música,
de nit a casa junts.
I serenament esperàvem
que d’un moment a l’altre
l’ ascensor es parés al nostre pis.
Ells arribarien
de nit, n’érem segurs.
I parlàvem de quines altres coses
podríem fer,
i de què faríem
quan arribassen.
De nit a casa, junts
escoltàvem la música,
de nit a casa junts.

No arribaren aquesta volta
però tu i jo ho sabem…
De nit a casa, junts
escoltàvem la música
de nit a casa junts.

I parlàvem de quines altres coses
podríem fer,
i de què faríem
quan arribassen.

De noche en casa juntos

Y de noche en casa, juntos/ escuchábamos la música,/ de noche en casa juntos./ Y serenamente esperábamos/ que de un momento a otro/ el ascensor se parara en nuestro piso./ Llegarían/ de noche, de esto estábamos seguros./ Y hablábamos de qué otras cosas/ podríamos hacer,/ y de qué haríamos/ cuando llegaran./ De noche en casa, juntos/ escuchábamos la música,/ de noche en casa juntos.// No llegaron esta vez/ pero tú y yo lo sabemos…/ De noche en casa, juntos/ escuchábamos la música,/ de noche en casa juntos.// Y hablábamos de qué otras cosas/ podríamos hacer,/ y de qué haríamos/ cuando llegaran.

http://www.cancioneros.com/nc/2569/2/de-noche-en-casa-juntos-raimon


Y llega el año 74. Con el cambio forzado de gobierno (Arias Navarro, que tampoco era un santo) y el ascenso de una nueva clase política dentro del régimen, los aperturistas o liberales (unos más honrados y honestos que otros), hay cierto relajamiento respecto a la libertad de opinión. Los más beneficiados de este breve periodo de relativa apertura fueron las actividades artísticas, editoriales y comunicativas; aunque se siguen persiguiendo a los opositores de todo signo. El año 74 no acabará manteniendo este tiempo de relativa calma: huelgas y otras cosas precipitan la caída del ala liberal-aperturista, sobre todo cuando el libre-de-pecado Blas Piñar lanza la primera piedra contra aquellos que califica de traidores y antipatrióticos, consiguiendo la caída de Pío Cabanillas del ministerio de Información y Turismo (el responsable de la censura). Aquel año, el militante del anarquista MIL, Salvador Puig Antich, es condenado a muerte por garrote vil en un juicio sumarísimo (militar) por un delito que nadie supo demostrar que cometiera. Se había vuelto exactamente al principio, y por eso Raimon cantaba en 1974 una canción compuesta en 1969, en la que el sonido del ascensor volvía a tener una significación horrible, no sólo para él, sino para muchos, que tenían que enfrentarse, impotentes, a “la noche”:

Quan creus que ja s’acaba

Quan creus que ja s’acaba,
torna a començar,
i torna el temps dels monstres
que no són morts
-i el silenci fa niu en la vida,
fa niu en les coses-,
quan creus que ja s’acaba,
torna a començar.

Potser una nit
l’ascensor que sempre puja
es pararà al teu pis,
i tu i jo haurem d’obrir,
i jo i tu, impotents front a la nit
-haurem d’obrir-:
aquesta vella, odiada nit.
Haurem d’obrir i no ho pots dir:
quan creus que ja s’acaba,
torna a començar.

Cuando crees que ya se acaba

Cuando crees que ya se acaba/ vuelve a empezar,/ y vuelve el tiempo de los monstruos/ que no están muertos/ -y el silencio anida en la vida,/ anida en las cosas-,/ cuando crees que ya se acaba/ vuelve a empezar.// Quizá una noche/ el ascensor que siempre sube/ se parará en tu piso,/ y tú y yo tendremos que abrir,/ y yo y tú impotentes frente a la noche/ -tendremos que abrir-:/ esta vieja, odiada noche./ Tendremos que abrir y no lo puedes decir:/ cuando crees que ya se acaba/ vuelve a empezar.

http://www.cancioneros.com/nc/2633/0/quan-creus-que-ja-s-acaba-raimon

I si canto trist


En 1974, Salvador Puig Antich, mililtante del MIL (Movimiento Ibérico de Liberación), de tendencia anarquista, fue procesado en un juicio sumarísimo y condenado a morir en garrote vil acusado de un crimen del que se carecían de pruebas contundentes para condenarle. Salvador fue el último condenado a morir en garrote. Lluís Llach le dedicó esta canción, que daba nombre al LP del mismo año.
No oculto que el motivo de esta canción hoy es doble.

I si canto trist

Jo no estimo la por, ni la vull per a demà,
no la vull per a avui, ni tampoc com a record;
que m’agrada els somrís
d’un infant vora el mar
i els seus ulls com un ram d’il·lusions esclatant.

I si canto trist
és perquè no puc
esborrar la por
dels meus pobres ulls.

Jo no estimo la mort
ni el seu pas tan glaçat,
no la vull per a avui, ni tampoc com a record;
que m’agrada el batec d’aquell cor que, lluitant,
dóna vida a la mort
a què l’han condemnat.

I si canto trist
és perquè no puc
oblidar la mort
d’ignorats companys.

Jo no estimo el meu cant, perquè sé que han callat
tantes boques, tants clams, dient la veritat;
que jo m’estimo el cant
de la gent del carrer
amb la força dels mots
arrelats en la raó.

I si canto trist
és per recordar
que no és així

des de fa tants anys.

Yo no amo el miedo, ni lo deseo para mañana,/ no lo deseo para hoy, ni tampoco como un/ recuerdo,/ pues me gusta la sonrisa/ de un niño junto al mar/ y sus ojos, como un resplandeciente ramo de ilusiones.// Y si canto triste/ es porque no puedo/ borrar el miedo/ de mis pobres ojos.// Yo no amo la muerte,/ ni su paso tan glacial,/ no la deseo para hoy, ni tampoco como un recuerdo,/ pues me gusta el latido de aquel corazón que, luchando,/ da vida a la muerte/ a la que lo han condenado.// Y si canto triste/ es porque no puedo/ olvidar la muerte/ de ignorados compañeros.// Yo no amo ni canto, porque sé que han callado/ tantas bocas, tantos clamores, diciendo la verdad;/ Pues yo amo el canto/ de la gente de la calle/ con la fuerza de las palabras/ enraizadas en la razón.// Y si canto triste/ es para recordar/ que no es así/ desde hace tantos años.

Lluís Llach

Historia de la canción de autor: la palabra en su tiempo


Después de haber visto la toma de conciencia que se produce en la canción de autor española desde mediados de los años 60 hasta principios de los 80, configurándose en un peculiar y hermoso proyecto estéitco-político, podrá comprenderse mejor cómo el cantor se convierte también en juglar de la denuncia concreta de su tiempo.
Cantar y escribir en abstracto sobre la represión, la emigración, la explotación, las desigualdades sociales, es relativamente «fácil» (entiéndase como bien relativamente) en aquellos tiempos; pero denunciar un hecho concreto, especialmente cuando se tratan de los abusos del poder, es algo más complicado que requiere mucha imaginación y saber hacer por parte del cantante y del poeta, especialmente cuando de lo que se trata es de que una gente entienda lo que se está cantando y otra gente no pueda adivinarlo (aunque sí -es irremediable- intuirlo).
Si, como decíamos, el poema de Gabriel Celaya, «La poesía es un arma de futuro», constituye en muchos sentidos una especie de manifiesto fundacional de lo que también debe ser la canción, entonces el cantor tiene la obligación moral de denunciar todo aquello que ocurre, ya sea en abstracto ya fuera en concreto, cuando se podía.
Algunos ejemplos prácticos:
El 17 de Enero de 1969, la policía irrumpía en una casa con la intención de detener al estudiante activista Enrique Ruano. Según la versión ofrecida a la prensa, en el momento de su detención Enrique decide arrojarse quitándose así la vida. Todo el mundo pensaba, a día de hoy lo piensa, que el muchacho no se suicidó, sino que fue arrojado por la siniestra y despreciable Brigada político-social de la policía franquista al vacío (hay que recordar que, aunque en la policía hubiera gente de diversas condiciones, muchos chicos del campo sin estudios que ahí encontraban un trabajo seguro, en dicha brigada iba gente con ideas demasiado convencidas: que santitos no eran, vamos). María del Mar Bonet, aunque es probable que no parece que se inspirara en ese suceso en particular, narró cantando, con letra de Lluís Serrahima, el trágico suceso. Para que la canción pudiera grabarse, Mª del Mar, con la plena confianza en su público que un artista debe tener, dice que el chico se arroja por la ventana, pero eso no es lo que ella pensaba. Aquí la tienes interpretando el tema junto a Quilapayún:
http://www.youtube.com/watch?v=hfm9Lt_Au5I
María del Mar tuvo muchos problemas para cantar esta canción, aunque no diga en ningún momento que los hombres que llegan son policías, pero la cosa estaba demasiado clara. Elisa Serna la grabó en castellano en París, en su disco Quejido.
 

Salvador Puig Antich, anarquista catalán miembro del MIL (Movimiento Ibérico de Liberación), que había perpetrado un atraco contra una oficina de La Caixa, fue detenido. Durante su detención, hubo un tiroteo en el que resultó muerto el agente de la Brigada político social Francisco Anguas Barragán, mientras que Puig Antich queda malherido. Con pruebas muy débiles, Salvador fue juzgado por un tribunal militar y condenado a muerte por garrote vil el 2 de Marzo de 1974 a pesar de las manifestaciones por su indulto a travér de todo el mundo, y de peticiones de perdón desde el Vaticano y otros estados. Pero los franquistas clamaban venganza por la muerte de Carrero Blanco, y no les importaba quién había de pagarlo. Lluís Llach le dedicó «I si canto trist», una canción que, sin embargo, parece hablar de todos, pero que seguramente cuando la sacó muchos adivinaron a quién realmente iba dirigida. Aún así, comparando la versión original del disco de mismo nombre con versiones en directo posteriores (en democracia) se nota que Lluís se vio forzado a cambiar la letra o a mostrar una que no era la que a él más les gustaría:

http://www.goear.com/files/localplayer.swf
Aquí le tienes, varios años después, interpretándola en directo, en la Gala de Amnistía Internacional, sin tantos problemas, a pesar de que el asesinato de Salvador todavía está impune, y su proceso sin revisar, gracias a la obstaculización por parte de cierta gente que hoy se dice ser amantes de la libertad (de mercado):
 

 

No menos importante fue el homenaje de Joan Isaac, sólo que él decidió hacer un homenaje doble, o incluso indirecto, al cantar a Margalida, novia de Salvador:
http://www.youtube.com/watch?v=Ptp0atzzn84
«A Margalida», incluida en su genial álbum Viure, es un buen ejemplo de aquellas canciones que utilizando el viejo tema lírico del amor, se convierte en un canto de solidaridad y de lucha, pero, por otro lado, también es una especie de denuncia indirecta.

Muchos fueron los abusos del régimen por aquellos años, a mediados de los 70, unos años en los que la represión franquista era especialemente virulenta. Otro ejemplo que podemos citar es a Imanol, que en su disco de 1976 rendía en la canción «Caminito de Erandio» homenaje a unos ecologistas muertos cuando realizaban una protesta por la degradación medio-ambiental de la que Erandio estaba siendo víctima; fue incluida en el disco de 1976 Herriak ez du barkatuko, en donde aparecía también la canción que da título en castellano al disco, «El pueblo no olvidará» (olvidará=perdonará), en la que hace un repaso a todos aquellos lugares en donde los perros del franquismo habían cometido tropelías contra la población civil, la mayoría de las veces sin motivo alguno. Del mismo disco es «Oskorria-Burgos 1970» (La aurora-Burgos 1970), un poema de Gabriel Aresti sobre el proceso de Burgos que más adelante también grabaría Oskorri con el título «Oskorri». Sobre el mismo suceso cantó Urko su «Irabazi dugu» (vencimos).

3 de Marzo de 1976, Vitoria-Gasteiz: la represión por parte de la policía contra una huelga obrera provocó cinco muertos por bala, a pesar de que los obreros se habían refugiado en una iglesia (http://www.loquesomos.org/lacalle/memoria/vitoria.htm). El suceso repercutió para mal en la imagen que el ministro del interior de entonces, d. Manuel Fraga Iribarne, como político reformista, especialmente después de que declarara «que esto sirva de ejemplo para aquellos que quieran perturbar el orden». Lluís Llach empleó entonces toda su rabia e indignación para denunciar tal injusticia, y emulando el requiem de Mozart compuso una de sus mejores obras: «Campanades a morts» 

 

Y aún hoy, esta herida tampoco está cerrada. ¿Adivinan quién se opone?

Pero tal vez ningún otro suceso hizo correr tantos ríos de tinta como de sangre como los últimos fusilados el 27 de Septiembre de 1975, la última ejecución firmada por Franco. De nuevo basándose en pruebas arbitrarias y débiles, un tribunal militar condenaba a muerte a José Luis Sánchez Bravo, Xosé Humberto Baena Alonso, Ramón García Sanz (Frente Armado Revolucionario Patriótico-FRAP), Ángel Otaegi y Jon Paredes Manot «Txiki» (Euskadi ta Askatasuna-ETA). Muchos fueron los que pidieron su amnistía, incluido el papa Pablo VI (cuentan que incluso con severa amenaza de excomunión para Franco), pero no sirvió de nada. Los cinco jóvenes, seguramente inocentes al 100% de los cargos que se les imputaban, fueron fusilados. Aquel suceso, independientemente de las ideas políticas de cada uno, inspiró a muchos cantantes: el disco Manifiesto de Pedro Faura está íntegramente dedicado a los chicos del FRAP, mientras que «Gure lagunei» (a nuestros amigos) de Urko, con letra de Telesforo Monzón, está dedicado a Txiki y a Otaegi. «El Pueblo no olvidará» de Imanol también denuncia este hecho, junto a otros hechos producidos por entonces. «27 de Septiembre» de José Pérez, «27 de Septiembre de 1975» de José Barba (ambos cantautores residentes entonces en el extranjero), «Muerto a muerto» de José Menese, «Xurgatu egin zituzten» de Koska y, por supuesto, «Al alba» de Luis Eduardo Aute:

 

Cuenta el propio Aute que esta canción la grabó en un tiempo récord. Iba a ser cantada por Rosa León al principio. Aute, queriendo que la canción saliera cuanto antes, no le dijo a nadie de qué trataba, ni siquiera a Rosa: «Oye, esto parece que habla de…», «No… Me ha salido así…». Sigo pensando que Luis Eduardo a Rosa no se la dio con queso, pero se calló. La canción apareció en el LP de Rosa León con el mismo nombre, Aute la grabaría al año siguiente en su LP Albanta.
He aquí de nuevo un ejemplo de cómo el tema más antiguo en la lírica, o uno de los más antiguos, puede convertirse en un eficaz arma de protesta, en este caso contra la pena de muerte. Para mí, «Al alba» ha quedado a la altura simbólica de poemas inmortales sobre el tema u otros parecidos, como las cartas de Antonio Gramsci, o los poemas de Miguel Hernández.

Pero tampoco tenían por qué ser sucesos trágicos: hace algunos días veíamos como Pantxo eta Peio cantaban en su «Aita kartzelan duzu» una fuga de presos (no es seguro que fuera la de Segovia) con alegres resultados.

Hubo miles de sucesos parecidos, miles de sucesos que mercerían una canción: el atentado contra los abogados de Atocha, por ejemplo, el asesinato por parte de los policías o de los ultras de estudiantes y sindicalistas… Pero no siempre es tan fácil -algo que he comprobado este año con este proyecto-: no siempre es fácil catalizar el dolor y la indignación por una injusticia, y a veces, antes de frivolizar, es mejor callarse. Sin embargo, a veces, la rabia es tan fuerte que se convierte en canción, en verso, en melodía: es lo más viejo del mundo casi.

 

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