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Rafael Amor por la Razón Humana


PORTADA-LA-GOTA-Y-LA-PIEDRAEl pasado 11 de Septiembre, el gran cantor y poeta argentino, Rafael Amor, honraba nuestra segunda residencia en Facebook con, no sólo declararse seguidor de la página, sino con un hermoso vídeo: una grabación casera de este tema suyo, “La razón humana”, seguramente de su último disco. Y es que este veterano trovador latinoamericano, que por mucho tiempo residió y trabajó en España, sigue impregnando sus canciones de razón humana, de ternura y de apuesta por la lucha contra las injusticias.

Gracias, Rafael.

La razón humana

"Cuando el pan no alcanza y a todo el que lucha
clamando por él no se lo escucha…

Cuando la justicia da vuelta la cara
el humilde sabe que nada lo ampara…

Cuando las razones son tan desoídas
y el sometimiento es un modo de vida…

Cuando el usurero trafica con sangre
y a un cristo de olvido hay procesiones de hambre…

Cuando poco vale paz y mansedumbre
y un hondo silencio se hace muchedumbre…

Cuando la mentira conduce al rebaño
y nos deja guachos con los desengaños…

Cuando nos desgarra con furor y saña
el tigre cebado en nuestras entrañas…

Siempre agazapado detrás de la muerte
y con su ojo helado mide nuestra suerte…

Cuando con los puños rotos de impotencia
uno se ha cansado de tener paciencia

y sale a la calle un grito en la boca
llevando en los dientes cuchillos de bronca…

Con la sangre humillada la carne vendida
que rebelada agita su clamor de vida

Cuando no haya cadena para sujetarla
será el estallido de la razón humana…"

Rafael Amor

(Letra extraída de la información del vídeo)

3 días de canción de autor


Hoy los cantantes han recogido la vihuela de los trovadores
y han venido a liberar la poesía. A fuerza de música y de voces
–jóvenes y hermosas–, sacan a los poetas a la calle, y los sacan
más vivos, como resucitados –algunos– por la guitarra».
 

(Jesús López Pacheco.
Texto que acompañaba la edición del primer disco grabado
por Hilario Camacho en 1968)

En el coloquio, además de los alumnos y alumnas que participaronA lo largo de estos últimos tres días (que casi siguieron a los fastos de mi aniversario) asistí como alumno al seminario La palabra se hizo música, dentro de la programación de los Cursos de Verano de la UNED, bajo la coordinación del gran cantautor y técnico en cultura de la UNED Carlos de Abuín, dirigido por Álvaro Jarillo –Vicerrector de Estudiantes, Empleo y Cultura de la UNED– y conducido por mi primo Fernando González Lucini, pues ¿quién mejor que él para hablar de estos temas? Generalmente, cada género o estilo musical tiene a su especialista, y en este caso el género se honra en tener a Fernando, pero no sólo, como ya veremos.

Después de la inauguración, arrancó la presentación a cargo de Fernando: una introducción a su historia, una revisión a su génesis, sus figuras más representativas, las relaciones entre las diversas escuelas y movimientos, apoyado por documentos sonoros. Traía a colación cuatro textos importantes, algunos de ellos aparecidos en las reseñas que los mismos discos (EPs y LPs) llevaban consigo, pues la colaboración entre los cantautores y los poetas de aquellos días fue importantísima, de la mano de Blas de Otero, Gabriel Celaya, Jesús López Pacheco y José Agustín Goytisolo, que venían a ahondar en la relación entre poesía escrita y poesía hablada. Son palabras en las que estos grandísimos poetas, que a veces actuaron de padrinos, expresaban la urgente necesidad de llegar a esa inmensa mayoría de personas, muchas de ellas analfabetas, y que veían en la nueva canción popular un vehículo excelente y fundamental para, a pesar de todo, llegar hasta ellas.

Un guaperas: Antonio GómezLa segunda sesión contó con tres invitados de excepción: el catedrático de Historia Moderna de la UNED, Carlos Martínez Shaw, quien habló de la historia de la Nova Cançó; y otros dos primos míos: mi camarada el poeta Juan de Loxa, hablando de la historia de Manifiesto Canción del Sur (Carlos Cano, Antonio Mata, etc.) y del programa “Poesía 70”, y el compadre Antonio Gómez, que retrató los comienzos de los miembros de Canción del Pueblo. Había genialidad en el ambiente, sin duda, y gracias a una pregunta, Juan pudo desmentir un prejuicio muy difundido: los cantautores no vivían en un universo paralelo respecto a la música contemporánea; muy al contrario, la mayoría tenían unos gustos muy progresistas, y esto se puede observar en las producciones que llevaron a cabo Alberto Gambino, Gonzalo García Pelayo o el propio Antonio; no se hacía en España entonces nada más progresista fuera de la canción de autor, del rock progresivo y del rock urbano que, por ejemplo, los arreglos de “La miseria” de Carlos Cano; y aun a día de hoy a muchos os sorprendería conocer los gustos de algunos cantautores. Bastaría señalar que el mismísimo Enrique Morente declaraba ser fan del grupo Pearl Jam… ¡Ahí queda eso!

Este primer día acabó con la actuación de María Rozalén, a quien conocí el año pasado, y va camino de hacerse toda una estrella, y yo me alegro, pues cuando el año pasado la vi interpretar “La llorona” el llorón fui yo. Pero no pude quedarme, y decidí ir a por unas cañas con mis primos Juan y Antonio, que se vieron prorrogadas por una o dos más rondas durante las cuales no dejaban de caer las anécdotas interesantes y una discusión seria y profunda sobre el pasado, el presente y el futuro de la música popular.

Gila, agosto, 1974El segundo día se abrió con una interesante a cargo de Carlos de Abuín acerca de “la poÉtica” en la canción de autor, haciendo una interesante exposición genealógica sobre lo que a lo largo de la historia hasta nuestros días ha constituido la relación entre músicos y poetas (véase Beethoven, v. g.), por un lado, y la mirada crítica que músicos, cantantes y compositores echaron a su mundo y reflejaron en sus creaciones. Una forma de verlo que, no obstante y si se me permite, no me es en absoluto ajena: no en vano compartimos formación académica. Y de ahí y de la inconmensurable clasificación de Fernando de todas las canciones del género, desde su creación hasta el año 82, surge la pregunta: ¿se reducía a la política, a la canción protesta, todo este género? Por supuesto que no: no es necesario acudir a los libros de Fernando (aunque sí altamente recomendable) para verlo: incluso escuchando los discos más esenciales, los intérpretes más representativos, cualquiera puede darse perfecta cuenta de que las canciones con un mensaje meramente político son muy reducidas, de hecho, según la clasificación de Lucini, la relación en menor número de todas. Sin embargo, creí conveniente hacer una puntualización. Los términos “canción política” y “canción protesta” fueron desechadas desde muy pronto por los cantautores y sus defensores por dos razones fundamentales: la primera es que son términos muy reduccionistas que no abarcan toda la producción, y sin contar con ciertas clasificaciones mestizas (véase el poema de Benedetti “Si te quiero es porque somos”, un poema de amor y político a la vez); y, por otro lado, fue ese mismo reduccionismo el que llevó a cierta crítica hostil, más por razones ideológicas que culturales o artísticas, a lanzar un ataque basado en esto: esos “llorones” que tienen de todo, pues reflejaban sólo a aquellos que venían de familias de la clase media e insinuaban que todos tenían esta procedencia, y se quejan de las “excelencias” del sistema político-económico y social de este régimen del sol, la siesta y la fiesta (¡¡y no estoy exagerando muchas de las críticas que se lanzaron por parte de algunas de las plumas que se consideraban el súmmum del periodismo de entonces!!), que se olvidan que afuera hay un despiporre que no se puede aguantar, por no hablar del grado de libertad del que “gozamos” y que no tienen ni en la URSS ni en Cuba; muchos de los que ahora emplean indiscriminadamente el término sectario son, o los mismos, o descienden de aquellos que no podían ver la más mínima crítica al régimen, al sistema, sin echar espumarajos por la boca, vociferando con sus repugnantes ojos inyectados en sangre “¡¡Pues vete a Rusia (o a Cuba)!!”. Y la crítica podría acabar aquí si no fuera porque esos mismos señores defendían, o incluso financiaban, ciertas canciones que, de la manera contraria, también eran canciones políticas y hasta protesta: desde el “Soy minero” del gran Antonio Molina, hasta el “Que viva España” de Manolo Escobar (persona a la que respeto, no obstante), pasando por una especie de raimoniana canción del nacionalismo español que reivindicaba la soberanía española sobre Gibraltar, interpretada por un hombre conocido como José Luis y su Guitarra y al que, por lo visto, no se le recuerda por nada más; y ya sin mencionar ese espantoso engendro titulado “Españolear”, una canción sobre las excelencias climático-culturales de España que, en el colmo de su absurdo, afirmaba que los portugueses venían buscando el sol que en su país no tienen. Pero, ¡claro!, ya se sabe que la politización del arte es patrimonio de la izquierda.

Todo eso sucedió, y por esa razón se escapó de la definición “canción protesta” (que, no obstante, en Latinoamérica y en Estados Unidos, durante un tiempo, se enarbolaba con mucho orgullo). Realmente creo que nunca se empleó el término “canción política” en España, sobre todo porque pondría en un aprieto al que manifestara hacer tal tipo de canción, pues la política, digamos, pública, estaba prohibida. Pero, considerando lo que dijo Carlos sobre la malinterpretación que suele hacerse del hombre como zoón politikón (ζῷον πoλίτικoν) de Aristóteles, debido a su traducción errónea, de “animal político”; sería más correcto (y esto fue un puntazo de Carlos) “animal ciudadano”, pues “política”, en el griego antiguo, era una palabra empleada para definir todo asunto relacionado con la polis, la ciudad; de ahí que su traducción más exacta sería “animal ciudadano”. Pues, desde esta perspectiva, a mí el término “canción política” me gusta y creo que ahora podría ser reivindicado, pues eran canciones que, en todas sus temáticas, o al menos en la mayoría, reflejan no sólo ese entramado de relaciones de un tiempo y un lugar concreto, por las que un historiador avezado conseguiría dentro de cien años elaborar un retrato de la vida cotidiana y sentimental de un amplio espectro de la población de la sociedad de los años 60 y 70, sino que además se hace de una manera consciente, pero la mayor parte de las veces sin más ambición que la de conseguir un producto artístico. Pero ahora sí: no hay que avergonzarse en absoluto de haber hecho o escuchado algo que, en algún momento, haya podido considerarse canción protesta o política; entendamos que muchas de esas canciones nacen en un momento de urgencia, nacen con una finalidad concreta, y en todo esto no operó más que la libertad creadora del artista y lo que de su obra quería hacer. Total, que también reivindicaría el término “canción protesta”, ¿por qué no?… “Oiga, que esto que usted ha hecho es canción protesta”, “Pues sí, he hecho una canción protesta porque no tengo un modo mejor y más elegante de deciros que me tenéis hasta los cojones/ ovarios. Mañana les canto una de amor”. Es un prejuicio heredado de la manera conservadora de ver las cosas el identificar una manifestación artística-cultural con visos de política con una obra mala, y eso no es así necesariamente. ¿Que no hizo canción protesta Johnny Cash, Bob Marley, Peter Tosh, Simon & Garfunkel, Lightning Hopkins, los Rolling Stones, John Lennon y Bruce Springsteen? Y, sin embargo, son alabados por ello. Pero aquí los reaccionarios han comido terreno, de manera que hay algunos cantautores que, tímidamente, no tienen más remedio que bajar la cabecica, cruzar las piernas mientras dibujan círculos en el suelo, mientras dicen casi susurrando “No, si protesta no es…”. Así que, yo, la reivindicaría ahora, lo gritaría… Y si a alguien le molesta, será por algo.

Dicho lo cual, y después de un café con cigarrillos, pasamos a la segunda parte de esta segunda sesión. Visionamos el documental Cantautores, con la presencia de su realizadora Belén Molinero, que luego se sometió a las preguntas de los asistentes. Durante el visionado, Álvaro Jarillo nos somete a un juego, que consistió en escribir tres palabras conforme a lo que íbamos viendo: una en abstracto, otra en concreto, y otra, en un ejercicio de imaginación, qué pensaríamos si viéramos el mismo documental dentro de 50 años. Si os pica la curiosidad, esto es lo que yo puse: “poesía”, que no hace falta explicarlo; “calle”, porque veía muchas actuaciones, o rodajes, que habían tenido lugar en la calle o en una plaza: Pi de la Serra cantando totalmente relajado en la terraza de un bar “L’home del carrer”, Carlos Cano y Luis Pastor en plazas públicas, que es una cosa que en mí despierta ese sentimiento de que no fue ni populismo ni demagogia: realmente era algo muy popular, muy orientado a la población en general, y que la mayor parte de las veces no eran intérpretes inalcanzables subidos en tarimas y rodeados por guardias de seguridad contratados (bueno, se llegó a rodear el escenario por la policía en múltiples ocasiones, pero en cualquier caso era contra la voluntad del cantante y no necesariamente por su seguridad); y la tercera, algo cursi yo, “esperanza”, porque es lo mismo que siento ahora en la distancia: en el futuro habrá tiempos como éste, quizás, Dios no lo quiera, como entonces, pero eso, que ya es historia, toda esa resistencia cívica y pacífica, quedará en la memoria como ejemplo, como entonces tenían el ejemplo de la poesía de Miguel Hernández o de Lorca.

Juan de Loxa, muy guapo él a lo EngelsNos vamos a comer… Y a la vuelta nos encontramos a Juan de Loxa, que era el ponente de esta sesión, con su alegría, simpatía y espontaneidad, usurpando la clase de Fernando. El tema giraba en torno a la musicalización de la poesía, y el ejemplo que se traía era, estando Juan, el grupo Manifiesto Canción del Sur. Juan trajo grabaciones de su programa de radio “Poesía 70”, uno de ellos fue uno al que acudieron Los Chunguitos, y no sé si en parte no fui yo responsable de esto, pues el día anterior, en las cañas, mencioné, no recuerdo por qué, el cine kinki… ¡Quién sabe!

Más rarezas que vinieron de mano de Lucini, aunque una no lo es tanto: Sara Montiel cantando a Pablo Neruda antes que nadie, y Manolo Escobar, en televisión, cantando el “Andaluces de Jaén” de Miguel Hernández con la musicalización de Jarcha, pues le vendieron los derechos (aunque sospecho que sin contar para nada con la familia del poeta):

Yo, ante esto, voy a aplicar el principio árabe que reza que si no puedes decir algo más bello que el silencio, no digas nada, aunque la versión en la voz de don Manolo no desmerece (vuelvo a manifestar mi respeto hacia Escobar como persona y como artista honesto, aunque no me guste gran parte de lo que haya cantado).

La conclusión de esta sesión puede ser que hay dos formas de musicalizar un poema ajeno (o bien propio, pero que se haya hecho antes de la música): o crear un acompañamiento para el poema y una manera de buscarle una melodía que cuadre en su métrica, o reinterpretarlo totalmente. En este sentido, si tuviera que nombrar al que, para mi gusto, es el que mejor ha interpretado un poema en forma de música, ése sería, sin duda alguna, Adolfo Celdrán.

olga-manzano-presentimientosEl día finalizó con el tema “El canto emigrado de América Latina”, y se contó con la presencia excepcional de Olga Manzano, bella mujer que en aquellos años de la dura represión en Argentina (fijarse, dice Fernando, cómo sería Argentina en aquellos años para que, en comparación, España les pareciese casi un paraíso) se vino para acá con Manuel Picón, como tantos otros, formando el dúo Olga Manzano y Manuel Picón. Y es que, ciertamente, a finales de los 70, junto a otros exiliados, los cantautores de América Latina residentes en España, como ellos, Quintín Cabrera, el otro dúo argentino Claudina y Alberto Gambino, etc., formaron una comunidad bien avenida y en estrecha relación con los cantautores de aquí. Olga recuerda, y no sólo por eso de la nostalgia, con dulzura aquellos años en los que no sólo muchos españoles les dieron la bienvenida con los brazos abiertos, sino que personas que no conocían de nada les saludaban como gesto de cortesía; pero todo eso, un día, ya en tiempos de Felipe González, cambió: casi al mismo tiempo que el presidente del gobierno exigía silencio a la comunidad artística latinoamericana residente en España ante el debate de la permanencia de España en la OTAN, un palabro, hasta entonces inexistente, empezó a oírse por las calles españolas con desprecio cuando la gente de allá pasaba: “sudaca”, decían. Empezarían a usarlos unos cuantos descerebrados, y puede que al principio (como muchos creíamos en nuestra juventud) fuera un término neutro que algún macarrilla inventó sin ninguna connotación (como la palabra “negrata”, que también es muy fea y no debe utilizarse). Fue entonces cuando Olga Manzano, Manuel Picón, Rafael Amor y Claudina y Alberto Gambino hicieron el espectáculo titulado así, Sudaca, y que no pretendía más que, como Mario Benedetti escribía en su columna de El País, “‘Sudacas’ del mundo, uníos”, darle totalmente la vuelta a la palabra, de la misma manera que en América Latina el término gallego no necesariamente era despectivo, sino que, al contrario, se solía emplear con mucho cariño. Y acabamos con muy buen sabor de boca al reproducir una nueva versión del tema de Pablo Neruda “Tu risa”, mezclado con otro tema de Neruda “La carta en el camino”, arreglado por su hijo Nagot Picón, y cantado junto a ella por él mismo junto a su hermano Tabaré; incluido en el disco Presentimientos, el cual, por desgracia, no se puede encontrar en las tiendas porque debido a una quiebra todas las copias se entregaron a Olga y a Fernando (creo que podríais contactar con alguno de ellos para comprarles una copia, junto al último de Manuel Picón: http://www.olgamanzano.com/discografia-y-trabajos/). Me hubiera gustado ponerla aquí, pero no encuentro ninguna en el you-tube; quedaos con esta actuación en directo de Olga y Manuel:

El último día fue más corto. Paco Ortega, antiguo cantautor, compositor y productor, habló sobre la problemática de la industria discográfica; su charla fue muy constructiva, porque nos explicó cosas que, siendo ajenos a ese mundo, no sabemos o no entendemos, pero que siempre te hueles algo. Entre otras cosas, nos dejó muy clara la paradoja que se da en televisión de que los cantantes que hacen de jurado en estos concursos de talento (que detesta como artista y como productor) no pueden, a su vez, actuar en esa misma franja horaria; puso el ejemplo de si, por ejemplo, ahora se hiciera el “Lluvia de estrellas”, aquel programa en el que los participantes imitaban a cantantes: un hombre que imitara a Serrat podía cantar, pero Serrat en persona no, y no sólo por lo que el espíritu del programa representa. Intuyo que, por otro lado, sus opiniones sobre los derechos de autor y los programas P2P, pudieron levantar cierta incomodidad, pero imagino que fue, como en mi caso, porque todos lo hemos hecho alguna vez, pero con salvedades y matices; de todas maneras, de ninguna manera fue faltante su exposición, como estamos acostumbrados en muchas ocasiones (en ambos lados de la discusión): ya he dicho que éste es un tema bastante serio que, si dejáramos de lado a los charlatanes de ambos bandos, podría dar lugar a una discusión fructífera y a propuestas de consenso por ambos lados. Como ejemplo, él proponía crear un sistema de descargas de pago indirecto, que a mí me parece bastante bien. Por mi parte he de decir que sí: que me he descargado cosas para mi provecho; no tengo más defensa que ésta: gustosamente pagaría muchas cosas, pero ¡hay que ver cómo se clavan algunos con los precios! Claro está que no es un dinero que caiga en saco roto, que va a pagar los sueldos, no ya de gordas superestrellas de su género, si no de los músicos y los técnicos, y se me podrá decir que me espere a tener dinero. Aunque, por otro lado, recuerdo los tiempos en los que pagabas alrededor de 20 euros por un CD de no más de una hora de duración y que no sólo no contenía otra cosa que el CD en sí, sino que el paquete y la carátula eran de muy mala factura. No vale como excusa, pero siempre considero que lo que me bajo son pruebas, y que más adelante me compraré (si lo encuentro) el original. Pero eso sí: jamás se me ocurriría, más que descargarme by the face, sino colgarlo en un portal de descargas, el disco de alguien que está empezando y que se lo ha costeado de su bolsillo. Por otra parte, y en mi descargo, diré que la mayor parte de las cosas que me bajo son cosas difíciles de encontrar en España, ya sean productos hechos aquí hace tiempo, o ya sean cosas demasiado exóticas y que aquí no se encuentran porque se considera que no venderán. Tampoco es cuestión de hacerme sentir culpable, y en esto muchos me lo agradecerán: la mayor parte del material de canción de autor española que tengo es “ilegal”, a veces consentida, y a mucha honra; cosas que, de otra manera, no habría podido encontrar (¿y por qué será esto, todopoderosa SGAE?), y que aquí he reivindicado: ha habido gente que me ha dicho “¡la de tiempo que no oía esto!”, o “¡lo he estado buscando por todas partes!”, y muchos de sus autores me lo han agradecido (he de decir también que, si le conozco, le he preguntado a quien sea si estaba de acuerdo en que colgara su canción en you tube o en una cuenta para compartir: a día de hoy nadie se ha negado, todo lo contrario) y quizás algún día –ya me subo totalmente a la cima del ego de mis pelotas- esto consiga la reedición del disco más injustamente olvidado de la historia de la canción de autor. ¡Estaría bonito que los piratas acabemos haciendo el trabajo de la SGAE!

Maria RozalenLas sesiones en sí, terminaron con una mesa redonda que contó de nuevo con Paco Ortega, más tres de los más jóvenes y prometedores cantautores: Enrique Amigó (además, profesor de informática en la UNED), la bella Ángela Biedma, y Dani Fernán, que está por ahí con El pank de sus hijos bajo el brazo (El pank de mis hijos es su último e interesante trabajo, casi autogestionado, que es lo que queda); y también, si no cito mal, a Isabel Baeza, periodista y responsable junto a Carlos del programa de radio de la UNED “Heliótropo” (en homenaje al disco de las Vainica Doble). La conclusión a este debate, quizás, la exprese mucho mejor que yo, Fernando: “… que los creadores –jóvenes cantautores y cantautoras– tengan muy claro lo que quieren hacer, que trabajen y luchen por conseguirlo, y que lo hagan de forma coherente e ilusionada…”; fue, creo recordar, Dani Fernán quien dijo que todo eso dependerá de lo que cada uno quiera hacer con su carrera y su obra, si su meta es ser famoso y saborear las mieles del éxito, para lo cual tendría que aceptar todas y cada una de sus consecuencias (“no hay libertad sin cadenas”, decían Jarcha), o por el contrario, mantenerse en un circuito humilde, cantar para los amigos e invitados, pero, eso sí, trabajar como el que más éxito tenga. Creo que Dani tuvo bastante razón en su pensamiento, y todos preferimos al cantante humilde que al que va de estrella (aunque sea luego éste el que se lo lleve calentito), pero tampoco es tan fácil: multitud de factores intervienen en todo esto, sobre todo la suerte. Fernando le respondía con el caso de María Rozalén: el año pasado era conocida, pero no famosa; el disco que hizo (casi autogestionado también) cayó en las manos “adecuadas” y ahora la puedes ver de tanto en cuanto en televisión, ha cantado en la gala de los premios MAX de teatro, y hasta la ves anunciada en una cadena de televisión mientras ves “Mentes criminales”. Me alegro mucho porque considero que el éxito debería premiar siempre el talento, pero no puedo evitar el pensar que ahora llega lo más difícil: ella misma nos puso una relación de las críticas de los puto cuatro listos que en este país creen, porque otros así lo han decidido, saber de música; apuesto a que ahora más de uno de ellos se mata por hacer corrillo y pretender al círculo de parásitos que rodea a todo cantante con cierto éxito.

Momentos antes de iniciarse el concierto: Ángela Biedma, Enrique Amigó, Paco Ortega y Dani Fernán. Foto de Carlos de AbuínEl debate, aunque intenso, fue corto, en torno a la crisis de la industria discográfica (que, como señaló Paco Bello, precedió a la crisis económica), ya que  a continuación, y a modo de clausura, estos tres chicos tenían que subirse al escenario montado en la biblioteca del centro asociado Escuelas Pías, a cantar: la sátira inteligente de Amigó, el verso sensual de Ángela Biedma, y el gamberrismo poético de Dani dieron un dulce carpetazo a estas sesiones… Luego, nos fuimos de cañas, pero ésa es otra historia…

Poco más a añadir como conclusión que no haya dicho ya a lo largo del texto. Me redunda, no obstante, en la cabeza, muchas de las consideraciones de Fernando acerca del futuro del género y de su presente; en cierto sentido fueron más esclarecedoras las charlas en petit comité después de las sesiones que las charlas a este respecto. A Fernando le preocupa algo que, al modo de Julien Benda, podríamos llamar La traición de los cantautores, que consiste en lo siguiente: ha habido algunos, y no quiero que esto se entienda como un juicio de valor, ya que yo no sé ni quién ni por qué, que han abjurado del término ante la prensa, mientras que por otro lado le rogaban que no les tachara de su “lista”. Lo achaca a que el término cantautor, de nuevo, comenzó a tener connotaciones peyorativas (de eso y de mi visión del asunto ya he hablado arriba), y eso, a la hora de firmar los contratos discográficos, les perjudica. Pero ¡vaya por Dios!, que he aquí que se da el caso simultáneo y paradójico que, a la vez que el listopollas de turno se inventa, quemándose así dos neuronas vitales, el término “cansautor”, o que una tía que iba al programa del señor Sardá junto al calvo-mierda ése que escribe en El Mundo y que aquí está vetado, pretendía hacer un chiste con las portadas de los discos de los “cantautores de izquierda” (será por no hacer chistes de los humoristas sin gracia), o que el critiquillo de turno declara “estoy harto de la canción política que no aporta nada”, he aquí, digo, que, a la hora de vendernos al cantante que sea se le ha denominado cantautor, pero de la misma manera en que, como El Sueño de Morfeo mete una gaita en uno o dos temas te lo venden como folk-rock; gente, que por otra parte serán muy respetables en su estilo, como hacen sus propias canciones, son vendidas al público como cantautor, desdeñando las dimensiones que conforman el género (la dimensión poética, por ejemplo); pues ¿por qué tenemos que tragarnos que Alejandro Sanz sea un cantautor pero no Bruce Springsteen, porque si lo dices ya te dicen que no tienes ni idea de música (comercial)? ¿Por qué nos han venido vendiendo un conjunto de cantantes ñoños como cantautores mientras el mismo término se emplea como pedrada peyorativa contra los que sí lo son o lo fueron?

A pesar de esto, considero también que, por otro lado, deberíamos relajar la conceptualización, sobre todo a día de hoy cuando felizmente las fronteras entre los géneros y los estilos han caído. Pienso que, como deberíamos hacer con otros géneros, no deberíamos tender a la sacralización, que quizás haya sido la que pueda haber generado un cierto rechazo en gente que, por otro lado, no tiene en principio nada en su contra (ni ideológica ni artísticamente), de manera semejante a la que la profunda devoción por los Beatles y otros generó su rechazo por parte del punk-rock. Obviamente, el término “cantautor” no es un salvoconducto, como no lo es tampoco el de “músico de jazz” o “director de orquesta filarmónica”, que te salve de la cagada: los ha habido, los hay y los habrá geniales, normales, mediocres, malos y pésimos, como en todo género. Pienso que no hay que sacralizar, pero también, y esto puede ser un mensaje para los y las que en sus casas estén componiendo con sueños cantautoriles, el género no puede ser sin lo que es su marca distintiva: la dimensión poética. Uno podrá ser de la tendencia política que quiera, cantar sobre ello o no; podrá criticar la sociedad o no hacerlo; tal vez prefiera hacer una canción intimista, personal, que quiere compartir con el universo entero: todo eso está muy bien, y los límites de acerca de sobre lo que se quiera cantar se los fija uno mismo, y no se lo puede exigir nadie; pero a lo que no puede renunciar nadie que aspire a ser cantautor es a la poesía, al texto inteligente. Una canción que hable sobre la sociedad, sobre el amor, sobre los sentimientos, sin la dimensión poética o la lucidez del texto, será una canción, pero no una canción de autor. Junto a esto, la comunicación directa con el público es esencial: la canción de autor se ha inventado sobre el escenario, esto es así en gran parte; no me resisto a poner lo que vi, que no tiene que ver con esto pero guarda gran relación: un chico y una chica; el chico es ciego y ella muda; ella le guía de la mano mientras él le habla, y ella le responde con golpecitos de los dedos (en código Morse, imagino) en la muñeca: ¡pero fíjate que la comunicación siempre es posible!, ¡qué cosa más bonita! Siempre hay alguna manera de comunicar, y de cómo comunicarlo. Goya podía pintar contratado por los reyes de España, pero eso no impedía que, mientras a Floridablanca y a los ilustrados los pintaba rodeados de luz, con la mirada perdida en ideas y una sonrisa casi angelical, a Godoy y a Fernando VII los pintó rodeados de una tiniebla violenta y tenebrosa, con la boca torva y los ojos fijos en un objetivo concreto, con unas intenciones no muy sanas. ¡Hasta parece profetizar, en “La familia de Carlos IV”, las intenciones del pequeñuelo infante don Carlos, quien en su madurez se alzaría en armas contra su sobrina Isabel en la primera guerra carlista! Los cauces de la comunicación son infinitos.

No en balde la crítica a la sociedad no es patrimonio de la canción de autor, aunque sí su manera de hacerlo; y la canción de autor, contrario a la creencia popular, no es sólo el cantor y la guitarra (como se ve en la mayoría de los conciertos, lo cual forma parte de las peculiaridades del género): ha habido una riqueza musical impresionante en este campo; por ejemplo, el primer LP de Quico Pi de la Serra (1967) era un disco con música de jazz, y Quico cantando como un crooner. Ha sido la permeabilidad a otros estilos musicales lo que ha definido al género, y no al revés: es la flexibilidad lo que le casa y no la rigidez. Y si alguien dice lo contrario, o sabe poco o tiene intereses ocultos.

Otra cosa que le trae de cabeza a Fernando es el desconocimiento por parte de algunos de los cantautores más jóvenes hacia sus antecesores. Me confesaba que uno de ellos –no diré nombres-, ante la foto de Adolfo Celdrán, respondía con cierto desdén “¿Y quién es ése?”… ¿Os imagináis a un rockero que no sepa ni le interese saber quién fue Elvis Presley, o un grupo de rock sureño que desconozca a Lynyrd Skynyrd? Bien cierto es que, en honor a la verdad, tampoco la culpa es del todo suya, sino de esta ñoñería nostálgica que ha relegado lo mejor que se hizo en música (ya no sólo de canción de autor) durante tres décadas en favor de productos totalmente intrascendentes y prescindibles para elaborar un retrato de la historia cotidiana y popular. Pero eso sí, habrá que preguntar a alguno si no quiere ser cantautor para ligar: ahí tenía los libros de Fernando, de ahí he sacado yo todo eso (aunque él lo niegue): si hemos llegado a ese nivel en el que no dependemos de lo mascado que nos llega por la tele o por la radio, y aún así te permites hacer gala de tu ignorancia, ¿qué haces ahí? Pero, si a Fernando le sirve de consuelo, yo he visto a muchos de ellos oírle con la boca abierta, empaparse de historia y no sólo de anécdotas, y esforzándose para que el primer cantautor que les salga de la boca cuando les pregunten no sea –sólo porque es el más conocido, no por otra cosa en esta ocasión- Joaquín Sabina.

Querido Fernando: yo no creo que el género desaparezca, como no ha desaparecido ningún género musical; se transformará, como ya ha pasado. Vendrán días peores o mejores, pero no desaparecerá mientras alguien tenga algo que decir, algo que contar, ya sea con un violín al ritmo de los gitanos de los balcanes, o con una guitarra eléctrica desgranando el dolor cósmico, o, ¿por qué no?, de nuevo con una guitarra y un taburete. Podremos cerrar tu blog y el mío, pero lo que hemos dicho ahí ha quedado, y eso no nos lo quita ni Dios. Y si desapareciera, alguien volvería a empezar desde el comienzo, otra vez.

Rafael Amor’s «With the freedom»


Rafa papa noel: caricatura de Rafael Amor Rafael Amor is a passionated and tender Argentinan songwriter. He is one of those Latin-American songwriters that, for politicals reasons, had been living and working in Spain. His first album came in 1972, under the title Cosas de todos para todos (Things of everybody for everybody). To this, shall follow El hombre vino del barro (Man came from the mud), No me llames extranjero (Don’t you call me foreigner), and, his last, El mundo se mueve (World is moving). Rafael Amor’s words and music are very tenderfull and passionated, with a touch of great Humanity.

Con la libertad

Amar la libertad, sentirse pájaro,
agitar el cielo con las alas.
Amar la libertad, sentirse mar,
dejar la espuma de la risa en cualquier playa
o quebrar el llanto allá en las rocas,
donde nadie encuentre nuestras lágrimas.
Vivir la libertad, de cara al viento,
con el brazo fuerte y la razón alzada,
aunque tengamos que morirnos.
¡Libres!, morir en libertad, la voz quebrada,
que alguno ha de pasar por el camino
y acunará en los brazos nuestra verdad cansada
y desde abajo de la tierra, nuestros huesos,
irán apuntalando sus pisadas,
que cuando grite, en el vigor del puño,
habrá de alzarse nuestra sangre renovada.

Con la libertad, los trigales nuevos.
Con la libertad, pájaros al viento.
Es la libertad, ese grito eterno,
que sacude el mar, que rompe el silencio,
que abate la roca, que desanda el viento,
que pone en la boca, el azul del cielo.

Con la libertad, campanas a vuelo,
lágrimas de paz y los ojos buenos.
Banderas de luz, canto a pecho abierto,
la sangre que va, creciendo, creciendo,
las manos tendidas a horizontes nuevos,
dar hasta la vida por sentir su beso.

Libres, libres, con la luz y el canto,
libres con el llanto, con la tierra arada,
rica o desolada, con trigales nuevos,
con los ojos buenos, libres hasta ciegos,
libres con campanas, libres con mañana,
con el horizonte, sin cielo ni nada.

Con las manos yertas, aunque la miseria
derrumbe las puertas, aunque naufraguemos
sin estrella ni puerto, ¡libres! ¡siempre libres!
¡libres hasta muertos!.

 

With freedom

To love freedom, to feel oneself like a bird,/ to shake the sky with the winds./ To love freedom, to feel oneself like the sea,/ to leave the foam of the laughter in any beach/ or to break the crying there on the rocks,/ where no-one shall find our tears./ To live freedom, facing the wind,/ with the arm strong and the reason raised,/ although we have to die./ Free!, to die in freedom, the voice broken,/ that somebody has to pass by the road/ and shall swing in his arms our tired truth/ and from under the soil, our bones/ shall be shoring up his footsteps,/ for when he’d cry, on the fist’s forcefulness,/ shall must to arise our renewed blood.// With the freedom, the new wheat fields./ With the freedom, birds on the wind./ That’s freedom, that eternal shout/ that shake the sea, that breaks the silence,/ that beat down the rock, that unwalk the wind,/ that put on the mouth the blue of the sky.// With the freedom, "bells on the fly",/ teardrops of peace and the good eyes./ Flags of light, song with the heart open,/ the blood that goes growing and growing,/ the hands reaching out for new horizons./ to give even life for feeling its kiss.// Free, free, with the light and the song,/ free with the weeping, with the plowed soil,/ fertile or desolated, with new wheat fields,/ with the good eyes, free till be blind,/ free as the bells, free with tomorrow,/ with the horizon, without sky nor nothing.// With the hands rigid, although misery/ beat down the doors, although we wreck/ without star nor port, free! always free!/ free till be death!

Rafael Amor

No me llames extranjero


Corren malos tiempos para los pobres en Europa y en Estados Unidos: para los pobres que deben emigrar a otras tierras por diversos motivos, desde económicos y laborales hasta políticos (perseguidos, refugiados, guerras…); y digo bien para los pobres, porque, si cuando esa gentuza habla de frenar la inmigración ilegal no están hablando del jeque saudí que vive en Marbella, del adinerado alemán que vive en Menorca sin tener ciudadanía española (¿es que esto no es también inmigración ilegal?), o del futbolista que juega en el Milán (y al que nacionalizarán sin ningún problema): hablo de la gente (de mi gente a fin de cuentas) que vienen y van a trabajar, y que por ello son atacados por aquellos indocumentados que se auto-denominan patriotas, a la vez que muchos son explotados por mafias dirigidas por sus mismos paisanos que no tienen el mínimo escrúpulo en explotar a sus compatriotas. Los Hombres y los Pueblos no conocemos fronteras ni colores ni clases: porque a fin de cuentas, aunque de vez en cuando sea un aliciente, esto no es un problema racial, sino de clase: o si no, ¿creéis que el corrupto ayuntamiento de Marbella, legado por Jesús Gil (al que, hipócritamente se le ha dedicado un "Torneo Jesús Gil contra el racismo"), miraba de igual manera a un miembro de la familia real marroquí que a un trabajador inmigrante del mismo país que dicho miembro real? No, francamente no.
Pero lo que intento decir lo dice mucho mejor y a la perfección el dulce cantautor Rafael Amor (que es un amor):

  http://www.goear.com/files/localplayer.swf

No me llames extranjero

No me llames extranjero, por que haya nacido lejos,
O por que tenga otro nombre la tierra de donde vengo
No me llames extranjero, por que fue distinto el seno
O por que acunó mi infancia otro idioma de los cuentos,
No me llames extranjero si en el amor de una madre,
Tuvimos la misma luz en el canto y en el beso,
Con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.

No me llames extranjero, ni pienses de donde vengo,
Mejor saber donde vamos, adonde nos lleva el tiempo,
No me llames extranjero, por que tu pan y tu fuego,
Calman mi hambre y frío, y me cobije tu techo,
No me llames extranjero tu trigo es como mi trigo
Tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego,
Y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.
Y me llamas extranjero por que me trajo un camino,
Por que nací en otro pueblo, por que conozco otros mares,
Y zarpé un día de otro puerto, si siempre quedan iguales en el
Adiós los pañuelos, y las pupilas borrosas de los que dejamos
Lejos, los amigos que nos nombran y son iguales los besos
Y el amor de la que sueña con el día del regreso.
No me llames extranjero, traemos el mismo grito,
El mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
Desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,
Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,
Los que roban los que mienten los que venden nuestros sueños,
Los que inventaron un día, esta palabra, extranjero.

No me llames extranjero que es una palabra triste,
Que es una palabra helada huele a olvido y a destierro,
No me llames extranjero mira tu niño y el mío
Como corren de la mano hasta el final del sendero,
No me llames extranjero ellos no saben de idiomas
De límites ni banderas, míralos se van al cielo
Por una risa paloma que los reúne en el vuelo.

No me llames extranjero piensa en tu hermano y el mío
El cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo,
Ellos no eran extranjeros se conocían de siempre
Por la libertad eterna e igual de libres murieron
No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,
Mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,
Y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.

RAFAEL AMOR®

De la página oficial de Rafael Amor www.rafaelamor.com
Foto por Denisse Pohls, extraída de leydesociedadesdeconvivencia.blogdiario.com/…/

Cantautores para la libertad


Título
Cantautores para la libertad
Intérprete
Varios

 

CD 1:

 

  1. Joan Manuel Serrat: Para la libertad (Miguel Hernández/ J. M. Serrat)
  2. Luis Eduardo Aute: Al alba (L. E. Aute)
  3. Víctor Manuel y Ana Belén: La muralla (Nicolás Guillén/ Quilapayún)
  4. Lluís Llach: L’estaca (Ll. Llach)
  5. Labordeta: Canto a la libertad (J. A. Labordeta)
  6. Violeta Parra: Gracias a la vida (V. Parra)
  7. Pablo Guerrero: A cántaros (P. Guerrero)
  8. Ana Belén (con Antonio Flores): Sólo le pido a Dios (León Gieco)
  9. Jarcha: Libertad sin ira (Rafael Baladés-Pablo Herrero-José Luis Armenteros)
  10. Cecilia: Un ramito de violetas (Eva Sobredo)
  11. Aguaviva: Poetas andaluces (Rafael Alberti/ Manolo Díaz)
  12. Quilapayún: El pueblo unido jamás será vencido (Quilapayún/ Sergio Ortega)
  13. Amancio Prada: Libre te quiero (Agustín García Calvo)
  14. Luis Pastor: Vamos juntos (Mario Benedetti/ Luis Pastor)
  15. Olga Manzano y Manuel Picón: Tu risa (Pablo Neruda/ M. Picón)
  16. Javier Ruibal: Tierra (J. Ruibal)
  17. Rosa León: Palabras para Julia (José Agustín Goytisolo/ Paco Ibáñez)
  18. Quico Pi de la Serra: Cançó mansa (Pi de la Serra)
  19. Bibiano: Negra sombra (Rosalía de Castro-Xan Montes Capón)
  20. Manuel Gerena: Canto a la unidad de verdad (M. Gerena)

CD 2:

  1. Joaquín Sabina: Una de romanos (J. Sabina-P. Varona-J. Mora-A. García de Diego-E. Cribazos)
  2. Víctor Manuel: Asturias (Pedro Garfias/ V. M. San José)
  3. Pablo Milanés: Yolanda (P. Milanés)
  4. Javier Krahe: Señor juez (Javier Krahe)
  5. Carlos Cano: Las murgas de Emilio el Moro (C. Cano)
  6. María del Mar Bonet: Què volen aquesta gent (Lluís Serrahima-Mª del mar Bonet)
  7. Mercedes Sosa: Alfonsina y el mar (Félix César Luna/ Ariel Ramírez)
  8. Benito Moreno: España huele a pueblo (B. Moreno)
  9. Vainica Doble: Déjame vivir con alegría (Carmen Santonja-Gloria van Aarsen)
  10. Hilario Camacho: Cuerpo de ola (F. Escalada-H. Camacho)
  11. Marina Rossell: Pirates i bandolers (Rosa Leveroni/ M. Rossell)
  12. Inti-Illimani: Venceremos (Claudio Iturra-Sergio Ortega)
  13. Joaquín Carbonell: Me gustaría darte el mar (J. Carbonell)
  14. Rafael Amor: No me llames extranjero (R. Amor)
  15. Imanol: Zure tristura (Xabier Lete-Imanol)
  16. Nuevo Mester de Juglaría: Batalla de Villalar (Luis López Álvarez/ popular)
  17. Marisol: Galería de perpetuas (Pedro Cobos-José Nietos)
  18. Antonio Mata: Cuarenta lobos negros (A. Mata)
  19. Antonio Resines: Hanoi, capital de gloria (Ho Chi Minh/ A. Resines; ad. A. Resines)
  20. Luis Emilio Batallán: Agardaréi (Celso Emilio Ferreiro/ L. E. Batallán)

CD 3:

  1. Víctor Jara: Te recuerdo, Amanda (V. Jara)
  2. Chicho Sánchez Ferlosio: Gallo rojo, gallo negro (C. Sánchez Ferlosio)
  3. Víctor y Diego: A volar (Víctor y Diego)
  4. Nuestro Pequeño Mundo: Los campanilleros (F. Jiménez Montesinos/ popular)
  5. Lole y Manuel: Nuevo día (M. Molina)
  6. Almas Humildes: Cuervos (Antonio Resines)
  7. La Bullonera: Estamos hablando de la libertad (M. Anós/ Javier Maestre)
  8. Adolfo Celdrán: General (Bertolt Brecht/ A. Celdrán)
  9. Quintín Cabrera: Los reyes son los padres (Q. Cabrera)
  10. Joan Isaac: A Margalida (J. Isaac)
  11. Los Lobos: No me paguen porque cante (Nicolás Guillén/ Sergio Acshero)
  12. Elisa Serna: Se va a caer el porvenir (E. Serna)
  13. Ramón Muntaner: Escric el nom (Paul Eluard/ Pere Quart/ R. Muntaner)
  14. Patxi Andión: Rogelio (P. Andión)
  15. Juan Ignacio y Pat: El cóndor pasa (M. Clavero-Daniel A. Robles/ popular)
  16. Paco Muñoz: Què vos passa, valencians? (Toni Mestre/ Paco Muñoz)
  17. Nuberu: Aída Lafuente (M. Blanco Peñayos/ Chus Pedro)
  18. Manuel Toharia: Filisteos (Philistins) (J. Richepin/ Georges Brassens/ ad. M. Toharia)
  19. Ovidi Montllor: Homenatge a Teresa (O. Montllor-Mengual)
  20. Joaquín Díaz: En el frente de Gandesa (tradicional, ad. J. Díaz)
2004
Idea original de Paco Gamarra y Estudio José Puga

 


Comentarios.
Rompiendo mi tradición de comentar discos clásicos, cuanto más desconocidos y/ o históricos mejor, hoy expongo una de las más recientes recopilaciones de la canción de autor española y latinoamericana. Cantautores para la libertad es una recopilación que intenta reunir a los cantautores y canciones más importantes, influyentes o famosas de la canción de autor izquierdista española y los cantautores latinoamericanos que más influyeron en España. No obstante, y a pesar de lo bueno de la selección generalmente, es una idea que queda traicionada en el producto final al incluir temas de finales de los 80 o de los 90.
Abriendo el disco el tema de Serrat sobre un poema de Miguel Hernández que da nombre al disco, nos encontramos con tres volúmenes con 20 canciones cada una que contienen desde musicaciones de poemas como Goytisolo, Hernández o Guillén, hasta geniales composiciones propias, pasando por variaciones de temas tradicionales. Al ser un recopilatorio, como nos pasa a todos, nos sobran cosas o nos faltan cosas: así que sólo expondré mi humilde opinión.
-Lo mejor: el recopilatorio es una perfecta puerta para conocer a cantautores o grupos tan olvidados como Antonio Resines, Los Lobos o Manuel Toharia, bien sea por lo exiguo de su obra, bien sea por la ingratitud de las discográficas y las historias oficiales de la música popular española. Entre otros, destacaría algunos temas que llegan a ser hasta sorprendentes: la canción republicana «En el frente de Gandesa» en boca del etnólogo y músico Joaquín Díaz, interpretado en directo; el ardiente «Canto a la unidad de verdad» del cantaor Manuel Gerena; la fascinante interpretación del tema tradicional andaluz «Los campanilleros», y, en general, todo el disco.Y es de muy agradecer que se cuente con la presencia de uno de los cortes del disco que Antonio Resines y Teresa Cano (aunque sólo aparezca el nombre de Antonio) hicieron con poemas de Ho Chi Minh, ya que tengo entendido que es un LP inencontrable. Con estos temas tan desconocidos hoy en día, es toda una sorpresa agradable.
-Lo peor. Siendo consciente, como digo, que no es fácil realizar un recopilatorio (dinero, tiempo y la capacidad limitada que imponen ambos, junto al criterio del seleccionador, que puede no coincidir con el mío), me voy a guiar simplemente por mi subjetividad. Por supuesto, me doy perfecta cuenta de que, por las razones aducidas, no pueden estar todos (sería enciclopédico), así que sólo hago notar los que me faltan, no sin ciertos reproches porque su ausencia implique la inclusión de otro tal vez menos importante o significativo. Primero lo que me falta:
Mi primera queja se debería a la poca representación de los cantautores vascos en el disco, de los cuales el único representante que encontramos es al genial Imanol; en mi opinión no se puede pasar por alto a un Laboa, a un Lertxundi o a una Iriondo. Podría ser como cualquier otra ausencia, pero esa tendencia a dejarlos un poco de lado nunca me ha gustado, aunque probablemente no sea éste el caso. E incluso podríamos llegar a pensar mal, pues el tema elegido es la fantástica «Zure tristura», que es de los años 90, y no ninguno de sus clásicos de los 70 como «El pueblo no olvidará», «Oskorria-Burgos 1970» o «Euskadin Kastilla bezala», que se podrían considerar algo compremetedores.
Con los gallegos pasa otra de lo mismo: están Bibiano y Batallán, ambos dignos representantes, pero me falta Benedicto, y no hablo por mera cortesía o cariño, sino porque fue de los primeros en hacer canción de autor en gallego; yo hubiera, y que me perdone, sustituido a Batallán por Benedicto, o incluso por Xavier González del Valle, simplemente porque Batallán es más tardío mientras que estos otros dos nombres fueron los fundadores de la Nova Canción Galega.
Los catalanes, valencianos y baleares están bien representados generalmente, pero todavía no me explico la injustificada ausencia de Raimon. Así como en castellano tampoco me explico la ausencia de Paco Ibáñez, aunque esté representado en la versión que Rosa León hace de su canción sobre un poema de Goytisolo «Palabras para Julia». Respecto a la música latinoamericana me falta Atahualpa Yupanqui.
Sobre lo que me sobra: las primeras canciones que nos encontramos no invitan precisamente a comprar el disco, pues son de sobra conocidas y repetidas hasta la saciedad en recopilatorios propios o colectivos; cualquier seguidor de la canción de autor clásica tiene por lo menos cuatro veces «L’estaca», «A cántaros» o «Al alba», y casi todo el mundo las ha oído alguna vez. Su inclusión como canciones representativas choca frontalmente con la exclusión de Raimon y Paco Ibáñez, pues no está claro si pretendieron hacer un recopilatorio de canciones representativas, de las más vendidas, de las más famosas o de las más curiosas, ya que, en mi opinión, «Un ramito de violetas» no es ni de lejos la mejor canción de Cecilia; pero por otro lado, de Pi de la Serra no ponen uno de sus clásicos como «El burro i l’àguila» o «L’home del carrer», sino otra más desconocida. Y, como no, debo protestar enérgicamente por la inclusión de «Libertad sin ira», otro tema repetido hasta la saciedad que no es el mejor de Jarcha lo mires por donde lo mires: no comparado con la «Copla que está en mi boca» o «Retratos de Andalucía». Tampoco me hace mucha gracia la repetición de las apariciones de Víctor Manuel y Ana Belén: cada uno aparece dos veces, una en solitario y otra en dúo cantando «La muralla»: sinceramente, yo hubiera quitado ésta y «Libertad sin ira» por haberse repetido hasta la saciedad, y no hubiera puesto el dúo Víctor Manuel y Ana Belén, ya que resulta reiterativo al haber puesto ya un tema de cada uno de ellos.
Hay, no obstante, una presencia que considero justa pero prescindible respecto a las grandes ausencias. Marisol, tras su metamorfosis, nos canta una espléndida canción anti-machista como ésta; si bien es verdad que en cierto punto de su carrera, antes de retirarse, cantó canciones con contenido social, no considero yo que aquí su presencia esté justificada del todo frente a las ausencias de gente que llevaba más tiempo trabajando en estos temas, dicho todo con el máximo respeto (la canción, no obstante, me parece una de las mejores del disco).
En definitiva, Cantautores para la libertad me parece un gran trabajo, muy completo, en el que no entiendo la inclusión de canciones demasiado trilladas frente a otras mucho mejores en algunos casos, quizá porque hayan sido la más famosa del repertorio (que no la más significativa en ocasiones); ni la exclusión de nombres tan imprescindibles como Benedicto, Paco Ibáñez, Raimon o Atahualpa Yupanqui. Sólo puedo intentar ser justo y comprender dos cosas: la primera, el proceso de selección, limitada por el tiempo y el dinero (¿hubiera sido factible y rentable un 4º volumen?); la segunda, que tal vez tales ausencias se deban o a la negativa de los propios artistas, o quizás a la competencia entre discográficas. Podemos finalmente resumirlo como un buen recopilatorio, que es lo que es al fin y al cabo, con agradables sorpresas. Tendremos que esperar más a un trabajo unitario que reúna igualitariamente a todos, incluso a los cantores portugueses (si incluyen a los latinoamericanos, ¿por qué no a los portugueses?) y lo trate históricamente.

Con la libertad


Os dejo aquí un regalo de mi buena amiga nieveazulada, una canción de Rafael Amor. Si os gusta, agradecérselo a ella:
CON LA LIBERTAD 

Amar la libertad, sentirse pájaro,
agitar el cielo con las alas.
Amar la libertad, sentirse mar,
dejar la espuma de la risa en cualquier playa
o quebrar el llanto allá en las rocas,
donde nadie encuentre nuestras lágrimas.
Vivir la libertad, de cara al viento,
con el brazo fuerte y la razón alzada,
aunque tengamos que morirnos.
¡Libres!, morir en libertad, la voz quebrada,
que alguno ha de pasar por el camino
y acunará en los brazos nuestra verdad cansada
y desde abajo de la tierra, nuestros huesos,
irán apuntalando sus pisadas,
que cuando grite, en el vigor del puño,
habrá de alzarse nuestra sangre renovada.

Con la libertad, los trigales nuevos.
Con la libertad, pájaros al viento.
Es la libertad, ese grito eterno,
que sacude el mar, que rompe el silencio,
que abate la roca, que desanda el viento,
que pone en la boca, el azul del cielo.

Con la libertad, campanas a vuelo,
lágrimas de paz y los ojos buenos.
Banderas de luz, canto a pecho abierto,
la sangre que va, creciendo, creciendo,
las manos tendidas a horizontes nuevos,
dar hasta la vida por sentir su beso.

Libres, libres, con la luz y el canto,
libres con el llanto, con la tierra arada,
rica o desolada, con trigales nuevos,
con los ojos buenos, libres hasta ciegos,
libres con campanas, libres con mañana,
con el horizonte, sin cielo ni nada.

Con las manos yertas, aunque la miseria
derrumbe las puertas, aunque naufraguemos
sin estrella ni puerto, ¡libres! ¡siempre libres!
¡libres hasta muertos!.

Lista


Os presento una lista de cantautores y grupos desde 1963 hasta 1982. Ha sido extraída de 20 años de canción (1er volumen) de Fernando Gonzáñez Lucini, un autor que se ha dedicado a su estudio y me ha enseñado bastante: 

Canción en castellano:

Adolfo Celdrán

Aguaviva

Al’Andalus

Alfredo Carrión

Alberto Pérez

Almas Humildes

Amancio Prada

Ana Belén

Antonio Curiel

Antonio Mata

Antonio Resines

Benito Moreno

Boira

La Bullonera

Los Cantores de Híspalis

Carlos Cano

Carmen, Jesús e Iñaqui

Chicho Sánchez Ferlosio

Los Chincanarios

Daniel Vega

Elisa Serna

Els Sapastres

Enric Barbat

Enrique Morente

La Fanega

Francisco Curto

Francisco Díaz

Gato Pérez

Gente del Pueblo

Hadit

Hilario Camacho

Humo

Ignacio Fernández Toca

Javier Ruibal

Javier Krahe

Jarcha

Joan Manuel Serrat

Joaquín Carbonell

Joaquín Díaz

Joaquín Sabina

Jorge Melgarejo

José Antonio Espinosa

José Antonio Labordeta

José Antonio Muriel

José Heredia Maya

José M. Bravo

José Menese

Juan Carlos Senante

Juan Peña “El Lebrijano

Juan Velasco

Julia León

Los Lobos

Lole y Manuel

Luis Eduardo Aute

Luis Leal

Luis Marín

Luis Pastor

Las Madres del cordero

Manolo Díaz

Manuel Gerena

Manuel Luna

Manuel Toharia

María Salgado

Maricruz

Marisol

Massiel

Miguel López

Moncho Alpuente

Nuestro Pequeño Mundo

Nuevo Mester de Juglaría

Pablo Guerrero

Paco Ibáñez

Patxi Andión

Pedro Ávila

Pedro Faura (Bernardo Fuster)

Pepe Suero

Raúl Alcover

Ricardo Cantalapiedra

Rosa León

Los Sabandeños

Senda

Suburbano

Taburiente

Teddy Bautista

Teresa Cano

Tomás Bosque

Vainica Doble

Verode

Víctor Manuel

Euskaraz kanta

Aitor Badiola

Antton Valverde

Aseari

Benito Lertxundi

Bitoriano Gandiaga

Errobi

Fernando Unsain

Gontzal Mendibil

Gorka Knörr

Hibai Rekondo

Imanol

Iñaki Eizmendi

Itziar

José Mari Iriondo

Koska

Lourdes Iriondo

Lupe

Maite Idirin

Nanex Pagola

Mikel Laboa

Miren Aranburu

Natxo de Felipe

Oskorri

Pantxoa eta Peio

Patxi Urrestarazu

Patxi Villamor

Txomin Artola

Urko

Xabier Lete

Zorion Egileor

Cançó en català, valencià i mallorquì

Al Tall

Coses

Cuixa

Delfí Abella

Dolors Laffitte

Enric Barbat

Guillermina Motta

Jaume Arnella

Jaume Sisa

Joan Baptista Humet

Joan Isaac

Joan Manuel Serrat

Josep M. Espinàs

Lluís Llach

Lluís Miquel

Lluís El Sifoner

María Cinta

María Girau

María del Mar Bonet

Marina Rossell

Miquel Porter

Ovidi Montllor

Paco Muñoz

Pau Riba

Els Pavesos

Pep Laguarda

Pere Tàpies

Pi de la Serra

Rafael Subirachs

Raimon

Ramón Muntaner

Remei Margarit

Tapinería

Teresa Rebull

La Trinca

Xavier Ribalta

Canción en galego

Amancio Prada

Benedicto

Bibiano Morón

Emilio Cao

Fuxan os Ventos

Guillermo Roxo

Jei Noguerol

Luis Emilio Batallán

María Manoela

Miro Casabella

O Carro

Pilocha

Suso Vaamonde

Vicente Araguas

Xavier González del Valle

Xerardo Moscoso

Xoan Rubia

Xocaloma

Xose Manuel Conde

Canción en bable

Gerónimo Granda

Nuberu

Canción latinoamericana

Alberto Cortez

Alfredo Zitarrosa

Alpataco

Amaury Pérez

Amerindios

Amparo Ochoa

Andrés Jiménez

Ángel Parra

Atahualpa Yupanqui

Carlos Megía Godoy

César Isella

Claudina y Alberto Gambino

Contracanto

Charo Cofré

Daniel Salinas

Daniel Viglietti

Los Folkloristas

Gabriel Salinas

Horacio Guarany

Indio Juan

Inti-Illimani

Isabel Parra

Los Juglares

Manuel Picón y Olga Manzano

Marta Contreras

Mercedes Sosa

Miriam Ramos

Nacha Guevara

Noel Nícola

Osvaldo Rodríguez

Pablo Milanés

Patricio Castillo

Patricio Mans

Pedro Luis Ferrer

Quilapayún

Quintín Cabrera

Rafael Amor

Roy Brown

Sara González

Sergio Ortega

Silvio Rodríguez

Soledad Bravo

Tita Parra

Tito Fernández

Víctor Jara

Violeta Parra

Por supuesto, ésta lista no está completa: hay quien incluiría a cantantes y a grupos como Gualberto, Smash, Triana, Barcelona Traction, Iceberg, Companya Elèctrica Dharma…

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