Posts Tagged ‘Rafael Subirachs’
16
Ene
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Música. Tagged: agermanats, Al Tall, Alameda, Amancio Prada, Antonio Mata, Aseari, Benedicto, Bob Marley, Boira, Cabada Vázquez, canción de autor, Carlos Cano, Carmen Jesús e Iñaki, Celso Emilio Ferreiro, Chieftains, Chincanarios, Companya Elèctrica Dharma, Comuneros, Curros Enríquez, Elisa Serna, Enrique Morente, Errobi, Fernando Unsain, folk, folklore, Fuxan os Ventos, Gabriel Aresti, Grup de Folk, Gwendal, Iceberg, Imanol, Ismael, J. M. Espinàs, Jarcha, Joaquín Díaz, La Bullonera, La Fanega, Labordeta, Lluís Llach, Luis Chamizo, Luis Emilio Batallán, Luis López Álvarez, Luis Pastor, Manuel Gerena, Marina Rossell, Medina Azahara, nacionalismo, NHU, Nuberu, Nuevo Mester de Juglaría, Oskorri, Pablo Guerrero, Pantxo eta Peio, Pedro Garfias, Pentangle, Pere Quart, Rafael Subirachs, Raimon, Ramón Cabanillas, Ramón Gil-Roldán, reggae, regionalismo, rock, rock andaluz, rock catalán, rock gallego, rock progresivo, rock vasco, Rosalía de Castro, Sabandeños, Salvador Espriu, segadors, Setze Jutges, Smash, Telesforo Monzón, The Dubliners, Triana, Txato Agirre, Uc, Víctor Manuel, Verode, Voces Ceibes, Xerardo Moscoso, Xocaloma. 4 comentarios
En la última entrada (que me complace y enorgullece decir que fue enlazada por la
Unidad Cívica por la República) ofrecí una visión general y su historia de lo que dentro de la canción de autor podría denominarse canción regionalista o nacionalista. Podríamos ahora caracterizar esas canciones: voy a basarme, principalmente, en los tres discos que mejor ejemplifican este espíritu (y que mejor conozco):
Los comuneros de Nuevo Mester de Juglaría,
La cantata del mencey loco de los Sabandeños, y
Quan el mal ve d’Almansa de Al Tall, pero no sólo.
Algo que debiéramos apuntar es que la reivindicación regional a través de la música mediante la lengua y/ o el folklore no fue un fenómeno meramente español, sino que, casi sin tener relación entre ellos, es un fenómeno que está en muchos lugares casi al mismo tiempo: aparecen grupos de música celta como los bretones Gwendal, los irlandeses Dubliners y Chieftains, o los británicos Pentangle; también, en Norteamérica se asiste al endurecimiento de la música negra, ya fuera con las letras, con los ritmos, o bien con indumentarias que los negros habían comenzado a exhibir; aparece también entonces el reggae, de la mano de Bob Marley, que, desde entonces será la música-bandera de los negros y del tercer mundo; amén de la música folklórica andina de corte indigenista y otras experiencias similares a lo largo del mundo. Todo eso casi a la vez que aquí aparecían los grupos de folk y los grupos de rock con raíces o étnicos.
En primer lugar, decir que la canción regionalista/ nacionalista no era únicamente un contenido que se pudiera resumir en el grito «¡viva mi tierra libre!», sino que es más amplio y necesita matizaciones. Principalmente, tenía dos funciones (que son en las que podríamos resumir la entrada anterior a ésta): la solidaridad y la reivindicación.
La función solidaria de estas canciones operaba de esta manera: el cantante o grupo canta una canción en la que explica alguna de las cosas que afectan a su tierra; lo que ocurre entonces es que los oyentes que no son de allí la sienten más cercana y comparten el sentimiento del autor: se solidarizan. La canción se había convertido en un estupendo vehículo de acercar a los demás una tierra para darla a conocer (no de manera turística).
Respecto a la función reivindicativa -la más conocida-, pues poco más se puede decir: servía para intentar unir a los habitantes de esa tierra en una misma reivindicación y despertar la conciencia de pueblo, lengua, identidad, nacionalidad y tierra. Pero no se cantaba para todos los habitantes de la región, sino sólo para algunos muy concretos:
¿A quién/ quiénes canta este tipo de canciones? Cantan casi exclusivamente a las clases trabajadoras/ campesinas de la región y nunca (al menos de manera solidaria o laudatoria) a las clases acomodadas, entendidas éstas siempre como aprovechadas de la clase baja: a pesar de que nacionalismos como el vasco y el catalán fueran fundados en el siglo XIX por las clases burguesas, en esta época se huye de aquel viejo nacionalismo y se entrelaza con el socialismo. Desde éste punto de vista, las canciones tendrán temas muy variables, o se acentuarán unos temas ante otros, dependiendo de la región; así pues, por ejemplo, la canción gallega pone más el acento en lo que venía siendo su problemática desde siglos: la emigración; los andaluces (Carlos Cano, Antonio Mata, Gerena) solían poner el acento en el anti-señoritismo; Víctor Manuel narraba las miserias, penas y dolores de los mineros; los vascos ponían mucho énfasis en el tema lingüístico y en los presos políticos; y un largo etcétera en el que, no obstante, se siente un mismo sentimiento: el amor a la tierra. Pero a veces aparece también la desesperación, incluso el, aunque no exactamente, odio a la tierra, sino a las circunstancias, a las injusticias. A la tierra de uno se la ama, pero también se desespera porque son pobres, porque su suelo no da para comer; ejemplos de éstas pueden ser «Extremadura» de Pablo Guerrero, «La meva terra» de Lluís Llach, «Santo Cristo de Hontariego» de La Fanega, «Me dicen que no quieres» (con letra de Labordeta) y «Y estos yermos de Aragón» de La Bullonera, «Aragón» de Labordeta, «Mi Puebla se quea sola» de Manuel Gerena, «Quatre rius de sang» de Raimon, «Nuestra Andalucía» de Jarcha… Es, ante todo, el dolor de tener que dejar la tierra, o el sufrimiento silencioso de la más reciente historia, con su guerra civil a cuestas.
Se reivindica la tierra y la lengua o dialecto (si la hubiera), pero con ello también a los poetas patrios de todos los tiempos, especialmente románticos y post-románticos como los gallegos Rosalía de Castro o Manuel Curros Enríquez, pero también ya cercanos o del siglo XX como el canario Ramón Gil Roldán (autor de los textos de la Cantata del mencey loco), el catalán Pere Quart, el leonés Luis López Álvarez (autor de Los comuneros y del poema Romance de la reina Juana, que cantó en su primer LP Amancio Prada), el gallego Ramón Cabanillas, o, incluso -aunque más reciente en la voz de Luis Pastor- el extremeño Luis Chamizo (que escribía en dialecto extremeño). Y, cómo no, los tres grandes poetas en las otras tres lenguas cooficiales: el vasco Gabriel Aresti, el catalán Salvador Espriu, y el gallego Celso Emilio Ferreiro. Todos estos poetas, pero muy especialmente estos tres últimos, deslumbraron con sus letras y su filosofía a toda una generación de cantores ansiosos en expresarse en su lengua materna y hablar de su tierra. Esto tiene mucha relación con el siguiente punto.
Muchas de estas canciones son grandes lecciones de historia: gracias a ellas aprendemos una base de sucesos históricos que, muchas veces, están sólo para el conocimiento de grandes estudiosos (para muchos, nuestra historia comienza con el matrimonio de estado de Isabel de Castilla y de Fernando de Aragón). Generalmente cuentan una injusticia y/ o derrota histórica cuya estructura suele ser: una época de bonanza para la gente de la región, muchas veces producida por una revolución contra una injusticia o una situación desfavorable o insoportable (Los comuneros; Quan el mal ve d’Almansa; «Aragón, 20 de diciembre de 1591» del grupo Boira; la versión de «Els segadors» de Rafael Subirachs, evocando el levantamiento de los segadores catalanes contra Felipe IV -gracias a Amara por su observación); se produce una batalla o invasión (La cantata del mencey loco; El rey Al’Mutamid dice
adiós a Sevilla de Carlos Cano) provocada por la reacción (o fuerza invasora) generalmente de índole real (Carlos I en Los comuneros, Felipe V en Quan el mal…); los rebeldes y/ o resistentes son apresados, y se procede a su ejecución; al final suele haber, a modo de epílogo, una canción inflamada, como un himno, en el que al mismo tiempo que se lamenta la injusticia histórica, se llama a recuperar aquello: por ejemplo, «Castilla, canto de esperanza» o el «Canto final» del mencey loco. Estas canciones venían a plantear dos cosas fundamentales: la pérdida de sus derechos e identidades por esta derrota hasta la actualidad, y que eran una excelente manera de denunciar al régimen entendiéndolo como sucesor de aquellos otros (esta idea aparece en uno de los versos de López Álvarez que no recogen Nuevo Mester de Juglaría para su canción).
Pero, por supuesto, también canciones que explicaran la situación actual, bien enlazándola con el pasado remoto («Regreso a la semilla» de Elisa Serna), bien meramente en sus días («Euskadin represioa» -la represión en Euskadi- de Txato Agirre, cantada tanto por Fernando Unsain como por Imanol).
También había himnos, cómo no, bien de la autoría del cantante, bien tomados de algún poeta: «Berros de loita» del poeta Cabada Vázquez, cantada por Benedicto; «Acción galega» de Cabanillas cantada por Xerardo Moscoso; el poema «Asturias» de Pedro Garfias, por Víctor Manuel; «La Rioja existe, pero no es» de Carmen, Jesús e Iñaki; «Aragón» de Labordeta (aunque éste encajaría más bien en la primera clase que hemos nombrado); «Ver para creer» de La Bullonera; «Verde y blanca» de Carlos Cano; «Batasuna» de Telesforo Monzón por Pantxo eta Peio, «Euskadi» o «Gure lekukotasuna» del grupo de rock progresivo Errobi… A parte de los himnos oficiales de cada tierra -si los había- declarados ilegales o parcialmente tolerados desde 1939: véase «Himno de Andalucía» (Enrique Morente, Jarcha, Carlos Cano), «Els segadors» (Marina Rossell, Subirachs), «O Breogán»… y otros más ilegales aún, antiguos, que reflejaban el sentir de un pueblo («Eusko gudariak», «La Santa Espina», «Pendón morado»…).
Aunque el sentimiento nacionalista o regionalista no necesariamente se tenía que reflejar literariamente, especialmente en épocas más duras en las que poco se podía decir y, generalmente, carecían de otra lengua que no fuera el castellano para expresarse. Aunque el interés antroplógico es evidente y obvio, no hay duda de que latía el sentimiento de reivindicación regional cuando Joaquín Díaz, Ismael, los cantautores vascos, los grupos castellanos, los grupos canarios y el Grup de Folk (amén del LP de Josep Maria Espinàs -fundador de Setze Jutges- Cançons tradicionals), entre otros, deciden recuperar la música que era suya y que el régimen les había robado (o les había intentado robar) para legitimar la unidad nacional: el espíritu español que se manifiesta a través de sus «peculiaridades regionales». No podían, claro, entonces considerarse de subversivos y peligrosos (en cuanto a los que únicamente se dedicaban a la interpretación estricta de estos temas: me refiero a los comienzos de los castellanos y de los canarios). Esto supuso un primer paso para que en la siguiente década estos grupos castellanos y canarios se politizaran, a la vez que salían nuevos grupos de folk muy combativos, incluso entre muchos que al principio se negaron a hacer algo parecido a folklore, como era el caso gallego, hartos de ver la usurpación de la gaita y el pandeiro que el régimen hacía. Grupos como los gallegos Fuxan os Ventos y Xocaloma, junto a los anteriores Voces Ceibes y nuevos cantautores, como Luis Emilio Batallán; los aragoneses Boira y La Bullonera; los andaluces Jarcha; los castellanos La Fanega; los baleares Uc; los vascos Oskorri o Aseari, los asturianos Nuberu; los canarios Chincanarios y Verode; además de los grupos y solistas ya citados, venían, a principios y mediados de los 70, a reivindicar su tierra con la palabra, pero también con los sones y danzas de sus tierras. Cosa que también se puede rastrear en el rock de estilo progresivo que se empieza a hacer entonces: el rock andaluz, mezclando el flamenco con la guitarras eléctricas: Smash, Triana, Alameda, Medina Azahara… (es representativa las declaraciones de Tele, batería de Triana: «Chicago son de Chicago y se llaman Chicago. Pues nosotros somos de Triana»; el rock vasco de Errobi, el gallego de NHU, y los grandes grupos catalanes de rock progresivo: Iceberg, Companya Elèctrica Dharma…
Durante todos aquellos años que van aproximadamente desde mediados de los 60 hasta finales de los 70, estos cantantes tomaron como responsabilidad propia el hacerse voceros de su tierra, de su lengua, de sus gentes, de sus penas y alegrías, de su historia, y de las injusticias que sufrían para reivindicar lo que historicamente les pertenecía como pueblo y para acercar sus sentimientos al resto del país.. Nadie debería sentirse ofendido por ello.
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29
Dic
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Música. Tagged: agermanats, Al Tall, Andalucía, Aragón, Asturies, Ángel Parra, Balears, Benedicto, Bibiano, Canarias, Canción Aragonesa, Canción Canaria, canción de autor, Canción del Pueblo, Canciú Mozu Astur, Cantabria, Carcoma, Carmen Jesús e Iñaki, Castilla, Catalunya, Chincanarios, Comuneros, Daniel Vega, Elisa Serna, emigración/ inmigración, Euskadi, Euskal Kanta Berria, Euskalherria, Fausto, Festival de los Pueblos Ibéricos, folk, folklore, Galicia, II Festival de la Canción Ibérica, Imanol, Isabel Parra, Joaquín Díaz, Jon Paredes "Txiki", José Afonso, José Menese, Jubal, Julia León, La Bullonera, La Fanega, La Rioja, Labordeta, Lluís Llach, Luis López Álvarez, Luis Marín, Lupe, Manifiesto Canción del Sur, Manuel Gerena, Maria del Mar Bonet, Marina Rossell, marxismo, Mikel Laboa, Miro Casabella, nacionalismo, Nova Cançó, Nova Canción, Nuberu, Nuestro Pequeño Mundo, Nueva Canción castellana, Nuevo Flamenco, Nuevo Mester de Juglaría, Ovidi Montllor, Països Catalans, Pablo Guerrero, Paco Muñoz, Pepe "el Habichuela", Pi de la Serra, Rafael Subirachs, Raimon, regionalismo, República Española, Reyes Católicos, Sabandeños, Sáhara, Taburiente, Telesforo Monzón, Trobada dels Pobles, Uc, Urko, Valencia, Verode, Vino Tinto, Vitorino. 4 comentarios

Sin desprecio de otros temas, ésta es una de las dimensiones más interesantes de las que rodean a la canción de autor española: en un tiempo como el de ahora, en el que para algunos los regionalismos y nacionalismos son perjudiciales, por un lado, y en el que, para otros, la palabra «español» conlleva nociones peyorativas o tiende a no usarse para evitar el abrazo de ciertas personas, resulta curioso, a la par que admirable, que en los años 60-70 existiera una enorme reivindicación regional/ nacional (de naciones históricas dentro del estado español) a la vez que una solidaridad gigantesca entre todos los pueblos. Para explicar esto prescindiré de cualquier referencia a la actualidad, en la cual muy pocas cosas a este respecto tienen algo que ver con el modo de entender estas cosas por aquel entonces.
La razón de todo esto hay que observarlo en la historia inmediata a la dictadura. Desde el despertar de las conciencias de los pueblos que tuvo lugar durante el romanticismo (ss. XVIII-XIX) muchos fueron los pueblos que comenzaron su lucha por la auto-determinación, de manera violenta o pacífica. Es a partir de entonces, más o menos, cuando las tierras de Cataluña, País Vasco, Galicia y otras comienzan a considerarse como naciones (desde el romanticismo se viene diciendo que es la lengua la que constituye a un pueblo, frente a la noción más improbable y dañina de raza). Surgirán partidos reivinidicativos en todo el país, bastante conservadores al principio. En la Segunda República obtuvieron el estatuto de autonomía Cataluña y País Vasco, pero el golpe de estado de los generales en 1936 truncó durante décadas esta pretensión, y los líderes nacionalistas fueron perseguidos con la misma saña que los líderes comunistas y anarquistas.
Para entender todo esto hay que entender esta confrontación ideológica que ha existido desde que la primera región quiso alzarse frente la cohesión: curiosamente fueron Castilla y Valencia (porque las Islas Canarias fueron conquistadas por la corona de Castilla) en 1521 (comuneros y agermanados -o agermanats-): ¿es España una unidad indivisible o, por el contrario, una reunión de pueblos bajo un estado? La historia, desde la Antigüedad a nuestros días, parece dar la razón a los segundos, ya que la idea de España como nación no surge sino hasta el siglo XVIII.
De esta manera, uno de los demonios con los que quiere acabar el franquismo es con el separatismo, considerado como una de las lacras junto al marxismo, el ateísmo y la masonería. Por esa razón el lema de la dictadura fue «Una, grande y libre»: el modelo de cultura y lengua impuesto sería el castellano (pero ni tan siquiera éste, sino una versión idealizada, inspirada en el idealizado y sobrevalorado «Imperio español»). No obstante, contra la tendencia generalizada de consideración, el régimen respetó las que él llamaba «peculiaridades históricas y regionales» de las regiones de España: en primer lugar, no estuvieron totalmente prohibidos los idiomas hoy cooficiales, llamados entonces vernáculos, aunque sí denostados frente al castellano; sí estaban prohibidos en el uso público y en la enseñanza; se respeta, sin embargo, en el ámbito privado-doméstico y en las manifestaciones culturales folklóricas regionales. En segundo lugar, el régimen -por lo menos la dóctrina oficial- pensaba en esas «peculiaridades» como las auténticas articuladoras de la unidad de España: en esto tuvo una importancia primordial la Sección Femenina de Falange y su Coros y Danzas, dedicadas a compilar cantos y bailes tradicionales de todas las regiones e idiomas de España; si bien dicha labor fue encomiable, también es verdad que tuvo una cierta función castradora al no recoger cantos muy explícitos, especialmente de temática erótica-amorosa y por basarse en una idea de raíz bastante falsa de lo que pudiera ser el espŕitu español.
Pero que nadie se llame a engaños tampoco: era articular la unidad a través de la divergencia, pero pensando siempre en la primacía cultural y política de Castilla (por la sencilla razón de que se la considera la cuna de España cuando Isabel de Castilla inicia la Reconquista junto a Fernando de Aragón), y en el hecho terminológico: «peculiaridades históricas y regionales de las diferentes regiones» y no «manifestaciones culturales de los pueblo y nacionalidades históricas», idea esta mucho más constitucional. Por esta razón, muchos de los jóvenes cantautores rechazarían el folklore como medio de expresión, no así a su derecho de considerarse como se consideraran.
De esta manera se puede hablar, escribir y cantar en cualquiera de los idiomas cooficiales del estado, pero con restricciones y siempre desde la perspectiva de que son «peculiaridades», por lo que nunca gozarían -en principio- de la misma publicidad que una obra en castellano. Por esta razón, el mero hecho de cantar en cualquier otro idioma español que no fuera el castellano ya era recibido como un acto de rebeldía, revestido de un romántico halo de pueblo sometido, pero siempre dependiendo de lo que se cantase (por supuesto, y sin el más mínimo juicio de valor, no podía considerarse acto de reafirmación de la identidad cosas como la versión en euskera de la canción de Salomé, a André do Barro o a, por mucho que quisiera, Juan Pardo).
Es pues en este ambiente en el que la Nova Cançó Catalana da el pistoletazo de salida a una canción escrita en otro idioma que no fuera el castellano. Las premisas de la Nova Cançó fueron rescatar, prestigiar y reivindicar la lengua catalana frente a la lengua oficial, en diversas ocasiones recurriendo a los grandes poetas catalanes. El ejemplo catalán sería seguido por los vascos al formar la Euskal Kanta Berria y, después, por los gallegos en la Nova Canción Galega, pero también por los castellanos en Canción del Pueblo (la Nueva Canción Castellana, como se la dio en llamar, era más un truco publicitario) y por otros a lo largo de la década de los 60 y 70: Canción Aragonesa, Canciú Mozu Astur, Canción Canaria, Manifiesto Canción del Sur, junto a otras propuestas músico-regionales algo más minoritarias (el Nuevo Flamenco era una reivindicación más musical y de clase que regional), pero igualmente interesantes. Aunque, por supuesto, a Canción del Pueblo le faltaba una de las premisas que sí tenían evidentemente las nuevas canciones catalanas, vascas y gallegas: todo aquello respecto a la lengua, ya que era imposible sin revestirse de hipocresía e incluso de reaccionarismo pretender una reivindicación del lenguaje castellano. Por supuesto, las asociaciones y manifestaciones de cantautores en castellano fuera de Madrid y de Castilla, todavía podían reivindicarse sus dialectos como forma de expresión: el canario, el andaluz, y muy especialmente el asturianu y el aragonés (por supuesto, no me meto en si son lenguas o meros dialectos: no soy filólogo y mi opinión queda a discrección).
Así pues, los vascos, gallegos y catalanes arrancaban con algo a su favor en relación a la reivinidicación nacional/ regionalista: el lenguaje; cada vez que alguien cantaba en alguno de estos idiomas expresaba su derecho a hablarlo y a su identidad como pueblo (repito: con excepciones, especialmente cuando durante un tiempo se puso de moda cantar en gallego; de ninguna manera podemos poner a la misma altura el «Canto a Galicia» de Julio Iglesias que el «Ti Galiza» de Miro Casabella). Esto que para ellos era una ventaja en la apreciación de fuerza poético-musical anti-franquista, pero no así en la difusión, era justamente lo contrario para los cantautores en castellano a primera vista. Hay que insistir en que todas las tierras de España sufrieron la misma represión, si bien en las tierras con otra lengua tuvo ese aliciente represor, aunque, no obstante, la represión en Euskal-Herria fue mayor, tal vez no sólo por el terrorismo.
Por esta razón, fueron muchos los cantautores y grupos de lengua castellana los que encontraron precisamente en el folklore regional la vía de manifestar su sentimiento de pueblo, aunque al principio fuera sólo la mera interpretación de temas tradicionales por parte de Joaquín Díaz. La música folk, a finales de los 70, se constituye como un arma eficaz de reivinidicación regional: Joaquín Díaz, por supuesto, en Castilla (aunque al principio tuviera que sufrir el sanbenito de reaccionario) y Nuestro Pequeño Mundo, al que también seguirían los grandes grupos de folk castellano: Jubal, Vino Tinto, Carcoma y, especialmente, Nuevo Mester de Juglaría; en Canarias, en 1967, arranca desde lo que fue una estudiantina el grupo canario Los Sabandeños, al que le seguirían Verode, Chincanarios, Taburiente y otros. La música folk se va politizando, y así, a finales de los 60, aparecería el 1er gran LP de reivindicación regional: Los Comuneros, de Nuevo Mester de Juglaría, basado en el poema de mismo título de Luis López Álvarez. A él le seguirían otros grandes LPs monográficos como La cantata del Mencey loco de Sabandeños, o Quan el mal ve d’Almansa de Al Tall, junto a otros como El anarquismo andaluz de Luis Marín o Andalucía: 40 años del cantaor José Menese y muchos más, por lo menos casi uno por región. Así pues, cada región tuvo, por lo menos, un cantor/ grupo reivindicativo, o incluso una sola canción: Daniel Vega le cantaba a Cantabria; Carmen, Jesús e Iñaki insistían en que La Rioja «existe, pero no es»; Pablo Guerrero llenó el pabellón del Olympia con su acento pacense al cantar «Extremadura»; Paco Muñoz: «Què vos passa, valencians?» o Raimon con aquellos «Quatre rius de sang», cuatro ríos de sangre que hacen referencia a la cuádruple llama que adorna la bandera de las tierras que antaño integraron la Corona de Aragón (siendo ésta casi su única canción de corte regionalista, pese a lo que digan ciertos detractores). Así pues, las regiones españolas, a mediados de los 70, eran un hervidero de cantantes y grupos que reivindicaban sus raíces, sus culturas, su derecho de autonomía o incluso su independencia.
Respecto a los Països Catalans es importante dejar una cosa clara: aunque se expresaran generalmente en catalán, si uno inspecciona sus letras descubre que aproximadamente sólo el 1% de ellas tiene una letra que pueda llamarse regionalista, nacionalista o independentista; son incluso casos muy puntuales como el «Quatre rius de sang» de Raimon, «A Alcoi» de Ovidi Montllor, algunos temas de Llach, las versiónes sobre «Els Segadors» (himno nacional de Cataluña) que respectivamente realizaron Marina Rossell y Rafael Subirachs… siendo ya en los 70 cuando se produciría la canción propiamente llamada regionalista con -además de Rossell y Subirachs- de mano, generalmente de grupos folk: los ibicencos Uc y los valencianos Al Tall, pero también Paco Muñoz o María del Mar Bonet («Cobles de la divissió del Regne de Mallorca»), mientras que en el caso de los vascos, los gallegos e incluso los castellanos y canarios, la reivindicación regional estaba prácticamente desde el principio, y, por otro lado, el porcentaje de estas canciones queda bastante por debajo del porcentaje de canciones regionalistas andaluzas, por ejemplo.
A pesar de todo este hervidero regionalista y nacionalista, siempre hubo sitio para la solidaridad entre los pueblos; y si hablamos de solidaridad, uno de los maestros es Raimon, que dedicó dos canciones al País Vasco («País Basc» y «A un amic d’Euskadi») y otra a Madrid («18 de Maig a la Villa»); también Elisa Serna, castellana de nacimiento, le dedicaba una hermosa canción a su «querido catalán»; o Imanol, que comparaba en igualdad las penurias de la emigración de los castellanos al País Vasco y, al revés, de los vascos a Castilla, en aquel «Euskadin Castillan bezala» («Tanto en Euskadi como en Castilla») o, aquel texto de Telesforo Monzón que cantaba Urko, «Gure lagunei», en el que hacia la mitad comienza a cantar en castellano: «Soy un hijo de Extremadura», en homenaje a «Txiki», o más reciente del mismo autor «Galizia zuretzat» (para ti, Galicia). Aunque, bien es cierto, que muchas de las poesías y canciones hablaran mal de Castilla («Dios te guarde de Castiella», de los asturianos Nuberu, por ejemplo), siempre se habló de ello como símbolo del centralismo y de la unión a la fuerza, y nunca contra los castellanos o las tierras de Castilla.
El mejor ejemplo de toda esa solidaridad inter-cultural fue la concepción de hermandad ibérica de cantores: el Festival reunía bajo sí a los cantantes y grupos de todas las regiones españolas, pero también de Portugal y de todos los países latinoamericanos. El II Festival de la Canción Ibérica en 1971 reunió, entre otros, a Paco Ibáñez, María del Mar Bonet y al portugués Jose Afonso:

Más ejemplos de aquellos festivales solidarios fueron la malograda «Trovada dels Pobles» en Valencia: suspendida por la gobernación civil por la presencia de banderas «ajenas» al festival, en el que sólo se podía exhibir la recién aprobada bandera de la Generalitat Valenciana. La prohibición tuvo lugar después de que un joven, justo antes de la actuación de la cantautora vasca Lupe, subiera de improviso al escenario agitando una ikurrina, entonces ilegal:

Desenlace más feliz tuvo El Festival de los Pueblos Ibéricos, que tuvo lugar en 1976 en la Universidad Autónoma de Madrid, al que acudieron Benedicto y Bibiano por Galicia; Labordeta y La Bullonera por Aragón; Raimon por Valencia; Pi de la Serra por Cataluña; La Fanega y Julia León por Castilla; Manuel Gerena (el único que bebió alcohol, porque aquello con Fanta no funcionaba) por Andalucía; Carmen, Jesús e Iñaki por La Rioja; Mikel Laboa por Euskal-Herria; Pablo Guerrero por Extremadura…; además de la presencia de Isabel y Ángel Parra por Chile, y de Fausto y Vitorino por Portugal. En aquel festival no hubo límite en la presencia de banderas: senyeras, ikurrinas, pendones morados, banderas castellanas, gallegas…, también del Sáhara: aquello demostró que los pueblos de España querían su poder para regirse ellos mismos al mismo tiempo que entre ellos había una gran amistad y solidaridad.
(Actuación de Manuel Gerena, que queda cubierto por su guitarrista, Pepe «el Habichuela»).
Hoy en día, en el que cierto locutor de radio, amparado por el manto de la jerarquía eclesiástica, puede darse el lujo de verter mentiras flagrantes sobre el euskera, o un presentador o un político demagogo denosta el exacto y aprobado término filólogico de Euskal-Herria o Països Catalans, en el que ciertos términos tales como pueblo, autodeterminación o nación (palabra ésta que a mí, particularmente, no me gusta) están o denostadas o sobrevaloradas por ambos extremos; en los que te dan la espalda en algunos lugares por venir de Madrid, debiéramos recordar y tomar ejemplo de aquellos días, en los que había muchas reivindicaciones regionales, pero también una tremenda solidaridad entre todos los pueblos que conforman este país. Era entonces formar la unidad desde la diversidad:

(Raimon habla con Benedicto; en 1er plano Miro Casabella: Festival de los Pueblos Ibéricos
–Arquivo Gráfico e Documental de Voces Ceibes-)
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21
Oct
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Música. Tagged: Adolfo Celdrán, Aguaviva, Aitor Badiola, Al Tall, Al'Andalus, Alberto Cortez, Alberto Pérez, Alfredo Carrión, Alfredo Zitarrosa, Almas Humildes, Alpataco, Amancio Prada, Amaury Pérez, Amerindios, Amparo Ochoa, Ana Belén, Andrés Jiménez, Antonio Curiel, Antonio Mata, Antonio Resines, Antton Valverde, Aseari, Atahualpa Yupanqui, Aute, Ángel Parra, Barcelona Traction, Benedicto, Benito Lertxundi, Benito Moreno, Bernardo Fuster, Bibiano, Bitoriano Gandiaga, Boira, Caco Senante, canción de autor, Cantores de Híspalis, Carlos Cano, Carlos Megía Godoy, Carmen Jesús e Iñaki, César Isella, Charo Cofré, Chicho Sánchez Ferlosio, Chincanarios, Claudina y Alberto Gambino, Companya Elèctrica Dharma, Contracanto, Coses, Cuixa, Daniel Salinas, Daniel Vega, Daniel Viglietti, Delfi Abella, Dolors Laffitte, Elisa Serna, Emilio Cao, Enric Barbat, Enrique Morente, Errobi, Fernando Unsain, Francisco Curto, Francisco Díaz, Fuxan os Ventos, Gabriel Salinas, Gato Pérez, Gente del Pueblo, Gerónimo Granda, Gontzal Mendibil, Gorka Knörr, Gualberto, Guillermina Motta, Guillermo, Hadit, Hibai Rekondo, Hilario Camacho, Horacio Guarany, Humo, Iñaki Eizmendi, Iceberg, Ignacio Fernández Toca, Imanol, Indio Juan, Inti-Illimani, Isabel Parra, Itziar, J. M. Espinàs, Jarcha, Jaume Arnella, Jaume Sisa, Javier Krahe, Javier Ruibal, Jei Noguerol, Joan Baptista Humet, Joan Isaac, Joaquín Carbonell, Joaquín Díaz, Joaquín Sabina, Jorge Melgarejo, José Antonio Espinosa, José Antonio Muriel, José Heredia Maya, José M. Bravo, José Mari Iriondo, José Menese, Juan Velasco, Julia León, Koska, La Bullonera, La Fanega, La Trinca, Labordeta, Las Madres del Cordero, Lluís el Sifoner, Lluís Llach, Lluís Miquel, Lobos, Lole y Manuel, Los Folkloristas, Los Juglares, Lourdes Iriondo, Luis Emilio Batallán, Luis Leal, Luis Marín, Luis Pastor, Lupe, Maite Idirin, Manex Pagola, Manolo Díaz, Manuel Gerena, Manuel Luna, Manuel Picón y Olga Manzano, Manuel Toharia, María Cinta, María Grau, María Manoela, María Salgado, Maria del Mar Bonet, Maricruz, Marina Rossell, Marisol, Marta Contreras, Massiel, Mercedes Sosa, Miguel López, Mikel Laboa, Miquel Porter, Miren Aranburu, Miriam Ramos, Miro Casabella, Moncho Alpuente, Nacha Guevara, Natxo de Felipe, Noel Nícola, Nuberu, Nuestro Pequeño Mundo, Nuevo Mester de Juglaría, O Carro, Oskorri, Osvaldo Rodríguez, Ovidi Montllor, Pablo Guerrero, Pablo Milanés, Paco Ibáñez, Paco Muñoz, Pantxo eta Peio, Patricio Castillo, Patricio Manns, Patxi Andión, Patxi Urrestarazu, Patxi Villamor, Pau Riba, Pavesos, Pedro Ávila, Pedro Faura, Pedro Luis Ferrer, Pep Laguarda, Pepe Suero, Pere Tàpies, Pi de la Serra, Pilocha, Quilapayún, Quintín Cabrera, Raúl Alcover, Rafael Amor, Rafael Subirachs, Raimon, Ramón Muntaner, Remei Margarit, Ricardo Cantalapiedra, Rosa León, Roy Brown, Sabandeños, Sapastres, Sara González, Senda, Sergio Ortega, Serrat, Silvio Rodríguez, Smash, Soledad Bravo, Suburbano, Suso Vaamonde, Taburiente, Tapinería, Teddy Bautista, Teresa Cano, Teresa Rebull, Tita Parra, Tito Fernández, Tomás Bosque, Triana, Txomin Artola, Urko, Vainica Doble, Víctor Jara, Víctor Manuel, Verode, Vicente Araguas, Violeta Parra, Xabier Lete, Xavier G. del Valle, Xavier Ribalta, Xerardo Moscoso, Xoán Rubia, Xocaloma, Xosé Manuel Conde, Zorion Egileor. 1 comentario
Os presento una lista de cantautores y grupos desde 1963 hasta 1982. Ha sido extraída de
20 años de canción (1er volumen) de Fernando Gonzáñez Lucini, un autor que se ha dedicado a su estudio y me ha enseñado bastante:
Canción en castellano:
Adolfo Celdrán
Aguaviva
Al’Andalus
Alfredo Carrión
Alberto Pérez
Almas Humildes
Amancio Prada
Ana Belén
Antonio Curiel
Antonio Mata
Antonio Resines
Benito Moreno
Boira
La Bullonera
Los Cantores de Híspalis
Carlos Cano
Carmen, Jesús e Iñaqui
Chicho Sánchez Ferlosio
Los Chincanarios
Daniel Vega
Elisa Serna
Els Sapastres
Enric Barbat
Enrique Morente
La Fanega
Francisco Curto
Francisco Díaz
Gato Pérez
Gente del Pueblo
Hadit
Hilario Camacho
Humo
Ignacio Fernández Toca
Javier Ruibal
Javier Krahe
Jarcha
Joan Manuel Serrat
Joaquín Carbonell
Joaquín Díaz
Joaquín Sabina
Jorge Melgarejo
José Antonio Espinosa
José Antonio Labordeta
José Antonio Muriel
José Heredia Maya
José M. Bravo
José Menese
Juan Carlos Senante
Juan Peña “El Lebrijano”
Juan Velasco
Julia León
Los Lobos
Lole y Manuel
Luis Eduardo Aute
Luis Leal
Luis Marín
Luis Pastor
Las Madres del cordero
Manolo Díaz
Manuel Gerena
Manuel Luna
Manuel Toharia
María Salgado
Maricruz
Marisol
Massiel
Miguel López
Moncho Alpuente
Nuestro Pequeño Mundo
Nuevo Mester de Juglaría
Pablo Guerrero
Paco Ibáñez
Patxi Andión
Pedro Ávila
Pedro Faura (Bernardo Fuster)
Pepe Suero
Raúl Alcover
Ricardo Cantalapiedra
Rosa León
Los Sabandeños
Senda
Suburbano
Taburiente
Teddy Bautista
Teresa Cano
Tomás Bosque
Vainica Doble
Verode
Víctor Manuel
Euskaraz kanta
Aitor Badiola
Antton Valverde
Aseari
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Bitoriano Gandiaga
Errobi
Fernando Unsain
Gontzal Mendibil
Gorka Knörr
Hibai Rekondo
Imanol
Iñaki Eizmendi
Itziar
José Mari Iriondo
Koska
Lourdes Iriondo
Lupe
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Nanex Pagola
Mikel Laboa
Miren Aranburu
Natxo de Felipe
Oskorri
Pantxoa eta Peio
Patxi Urrestarazu
Patxi Villamor
Txomin Artola
Urko
Xabier Lete
Zorion Egileor
Cançó en català, valencià i mallorquì
Al Tall
Coses
Cuixa
Delfí Abella
Dolors Laffitte
Enric Barbat
Guillermina Motta
Jaume Arnella
Jaume Sisa
Joan Baptista Humet
Joan Isaac
Joan Manuel Serrat
Josep M. Espinàs
Lluís Llach
Lluís Miquel
Lluís El Sifoner
María Cinta
María Girau
María del Mar Bonet
Marina Rossell
Miquel Porter
Ovidi Montllor
Paco Muñoz
Pau Riba
Els Pavesos
Pep Laguarda
Pere Tàpies
Pi de la Serra
Rafael Subirachs
Raimon
Ramón Muntaner
Remei Margarit
Tapinería
Teresa Rebull
La Trinca
Xavier Ribalta
Canción en galego
Amancio Prada
Benedicto
Bibiano Morón
Emilio Cao
Fuxan os Ventos
Guillermo Roxo
Jei Noguerol
Luis Emilio Batallán
María Manoela
Miro Casabella
O Carro
Pilocha
Suso Vaamonde
Vicente Araguas
Xavier González del Valle
Xerardo Moscoso
Xoan Rubia
Xocaloma
Xose Manuel Conde
Canción en bable
Gerónimo Granda
Nuberu
Canción latinoamericana
Alberto Cortez
Alfredo Zitarrosa
Alpataco
Amaury Pérez
Amerindios
Amparo Ochoa
Andrés Jiménez
Ángel Parra
Atahualpa Yupanqui
Carlos Megía Godoy
César Isella
Claudina y Alberto Gambino
Contracanto
Charo Cofré
Daniel Salinas
Daniel Viglietti
Los Folkloristas
Gabriel Salinas
Horacio Guarany
Indio Juan
Inti-Illimani
Isabel Parra
Los Juglares
Manuel Picón y Olga Manzano
Marta Contreras
Mercedes Sosa
Miriam Ramos
Nacha Guevara
Noel Nícola
Osvaldo Rodríguez
Pablo Milanés
Patricio Castillo
Patricio Mans
Pedro Luis Ferrer
Quilapayún
Quintín Cabrera
Rafael Amor
Roy Brown
Sara González
Sergio Ortega
Silvio Rodríguez
Soledad Bravo
Tita Parra
Tito Fernández
Víctor Jara
Violeta Parra
Por supuesto, ésta lista no está completa: hay quien incluiría a cantantes y a grupos como Gualberto, Smash, Triana, Barcelona Traction, Iceberg, Companya Elèctrica Dharma…
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19
Oct
Posted by Gustavo Sierra Fernández in Música. Tagged: agermanats, Al Tall, Al-Andalus, Amancio Prada, Andalucía, Aragón, Aseari, Asturies, Benedicto, Bibiano, Blas Infante, Boira, Canarias, canción de autor, Cantabria, Carlos Cano, Carmen Jesús e Iñaki, Castilla, Catalunya, Companyia Elèctrica Dharma, Comuneros, Coses, Daniel Vega, Elisa Serna, Eliseo Parra, Euskadi, Euskalherria, folk, Fuxan os Ventos, Galicia, Gerónimo Granda, guanches, guerra civil, Imanol, J. M. Espinàs, Jarcha, Joaquín Carbonell, Joaquín Díaz, José Menese, La Bullonera, La Fanega, La Mancha, La Rioja, Labordeta, León, Luis López Álvarez, Manuel Gerena, Manuel Luna, María Manoela, Marina Rossell, Nuberu, Nuevo Mester de Juglaría, Oskorri, Rafael Subirachs, Sabandeños, segadors, Taburiente, Uc, Valencia, Víctor Manuel, Xabier Lete, Xerardo Moscoso. Comentarios desactivados en Historia del folk español VIII: el regionalismo
El folk-protesta trajo una gran novedad a la canción protesta: el regionalismo (sé que se podría llamar nacionalismo en algunos casos, pero como esa palabra no me gusta, y me refiero a algo más bien reivindicativo desde un sentido menos violento, prefiero usar ésta porque es más simpática). Y es que ¿se os ocurre que la música tradicional para reivindicar la región, la poesía, la lengua o dialecto y, como no, la música? Pues a eso me refiero.
Bien es cierto que bastantes cantautores «convencionales» ya habían reivindicado con canciones su tierra; por ejemplo, Josep María Espinàs, además utilizando una vieja balada, reflexionaba: «Qué s’ha fet dels mocadors/ que volien ser banderas?». Pero es a principios de los 70 cuando la música empieza a ser bandera de las diferentes regiones y no viene de la mano de los catalanes, los vascos o los gallegos: sino de los castellanos. En 1969, el grupo Nuevo Mester de Juglaría editó lo que fue la colección de himnos regionalistas castellanos más importantes, basados en el libro de poemas de Luis López Álvarez con el mismo título, este grupo redefinió el orgullo de ser de Castilla:
Los Comuneros fue el signo de que el folk dejaba su mera labor de interpretación para convertirse en un instrumento más de protesta.
Este regionalismo reivindicaba a través de la poesía regional y de la música tradicional no sólo la cultura, sino también la historia: se recuerda viejas eras, amargas derrotas en las que los reyes moros de Al-Andalus, los comuneros de Castilla, los agermanados valencianos o los guanches de Canarias cayeron en manos de lso reyes de España, quedando aplastada su identidad regional.
Antes que Mester de Juglaría, trabajaba en Canarias Los Sabandeños; fue en Canarias donde más pronto se empezó a hablar de independentismo y regionalismo, pero el salto a la canción protesta se produce a principios de los 70. Siguiendo el ejemplo de los castellanos, los Sabandeños recrearían la dura derrota guanche a mano de los reyes de Castilla en el disco
La cantata del mencey loco; a este le seguirían otros como
Canarios en la independencia latinoamericana. Tras su ejemplo, los nuevos grupos folk canarios comenzaron a identificarse con los guanches: Taburiente graba
La raza vive,
Ach Guañac; etc.
Siguiendo estos ejemplo, los valencianos Al Tall editarían en el 79, recreando la derrota y la represión de Valencia durante y tras la guerra de sucesión entre Carlos de Austria y Felipe V de Borbón.
Los andaluces también fueron muy precoces en esto, y así hay discos y canciones como
El sudor unido es una bandera de Gerena,
Andalucía: 40 años de Menese,
Blanca y verde y
Andalucía superstar de Carlos Cano, y, cómo no, las canciones de Jarcha, tal vez los más regionalistas:
Nuestra Andalucía, Andaluces de Jaén, Segaores y una versión del
Himno de Andalucía de Blas Infante, padre del andalucismo.
Los vascos también tienen buenos ejemplos:
Agur Euskal-Herriai, Guk euskaraz, zu zergatik ez de Urko;
Oskorri, Euskadi euskaraz de Oskorri;
Oskorria-Burgos, 1970 de Imanol; y versiones del himno de batalla de la Guerra civil de los soldados vascos:
Eusko gudariak; Aseari lo graba así, Oskorri lo utiliza de base y también Xabier Lete en
Euskalerri nerea (truco: aunque grabado en una era anterior a la muerte de Franco, siempre se podía decir que se trataba de la canción popular
Atzo Bilbon, canción que es la base de esta otra).
Los gallegos, que ya se habían reconciliado con la música tradicional, tampoco dudan en usarla para la protesta. Benedicto, Bibiano, María Manoela, Xerardo Moscoso entre otros, junto al grupo revelación folk Fuxan os Ventos, arroparon sus propios textos o los de los poetas gallegos con su música. Un ejemplo muy claro es la del cantautor del Bierzo (León) Amancio Prada y su habilidad para imitar la pandeirada en la guitarra en algunos textos de Rosalía de Castro.
Los asturianos hasta entonces, habían estado representados por Víctor Manuel, y aunque él tuvo siempre sus raíces astures en muchas de sus canciones y llegó a cantar en bable, es a mediados de los 70 cuando solistas como Gerónimo Granda o el grupo de folk Nuberu cantan lo asturianu a lo asturianu: en bable y con su música. «Dios te guarde de Castiella» o «Atiendi, Asturies» son sólo dos ejemplos de este gran grupo astur.
En Cataluña había poco folk nuevo, aunque los grupos nuevos como Coses y los de rock-progresivo como Companyia Elèctrica Dharma lo tenían como base. Curiosamente, en lo musical, es la región menos regionalista abiertamente comparada con Castilla o Canarias; pero sí hay ejemplos como el de Rafael Subirachs cantando una incendiaria versión de Els Segadors. Más combativos en lo regionalista por el folk fueron los baleares: Marina Rossell canta Els segadors, y el grupo UC reivindica la isla de Eivissa.
Los castellanos, curiosamente (quizás estaban más hartos que nadie de ser ejemplo de nada y que el resto de compañeros les criticasen por ser castellanos), son de los más regionalistas. Mester de Juglaría, pero también La Fanega, Joaquín Díaz o Elisa Serna, que cantaba en «Regreso a la semilla»: «…y Castilla no fue España» y «Regreso a la semilla que esparcieron los comuneros».
En Aragón cunde el ejemplo de Labordeta y su
Aragón o
Rogativa del agua y un largo etcétera de este gigante; junto a él Joaquín Carbonell y los nuevos grupos de jota reivindicativa: La Bullonera («Son los amos de mi tierra como el perro del hortelano» decía una canción, o ésta de viva actualidad: «Quien quiera quitarle el agua a Aragón/ se las tiene que ver con toda su población») y Boira, reviviendo los sucesos de 1591.
Expresiones menores, es decir, regiones con menos representación fueron La Rioja, con Carmen, Jesús e Iñaki: «La Rioja comienza a caminar», artífices de la toma de conciencia de una identidad riojana; el cántabro Daniel vega, y el manchego Manuel Luna.
Sin embargo, no era como es hoy nacionalismo en sentido perverso, sino regionalismo en sentido sano: las diferencias les unían lejos de separarlos; era justamente lo contrario que la ideología de Sección Femenina: si ellas decían «La unidad de España por sus diferencias», estos dijeron «La unidad y la solidaridad de los pueblos por sus diferencias, pero no sumisión»; si en ellas primaba la unidad, aquí prima la diferencia. Y quizás por esto salen también personas como Eliseo Parra, que, aunque trabaja con el folklore castellano, se presta a todo tipo de folklore.
Debería quedar de ejemplo esta solidaridad que hubo para hoy, cuando tanto nos torturan con centralismos o nacionalismos (xe!: que el centralismo también es un nacionalismo!), unirnos en solidaridad y compartir lo que de bueno tienen todas las regiones: no imponerse ni sobreponerse ni subponerse.
(siento haber repetido tanto la palabra «ejemplo»)
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