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Un cambio va a llegar


ACIGCcoverEn otras ocasiones hemos hablado de la toma de posición desde la música de los artistas afroamericanos en los 60 y los 70, lo cual siempre parece natural, pues alguna vez, de una forma u otra, sufrieron el racismo en sus propias carnes. Llama la atención, sin embargo, que estos temas no se prodigaran tanto en las voces negras, que parecían más destinadas a los temas comerciales, y sí lo hicieran las voces blancas, salvo cantautores como Richie Havens, folksingers como Leadbelly o bluesmen como Lightnin’ Hopkins (la intuición que tengo acerca de esto es que, de nuevo, operaba cierto racismo, y que las discográficas, incluidas aquellas dirigidas por afroamericanos, no se arriesgaban a sacar discos de personas negras hablando sobre su situación y criticando al gobierno y a la policía, salvo, quizás, grupos algo más underground). Esto no significa, por supuesto, que no tuvieran inquietudes y que la cosa, como no podría ser de otra manera, les preocupase. Una de las primeras canciones del pop y del soul, es decir, ya alejada del folk contestatario y de los gospells tradicionales cantados en las iglesias protestantes, que hablan sobre esta situación hecha por un artista afroamericano es esta “A change is gonna come”, del gran Sam Cooke, pionero del soul y maestro de grandes ídolos como Otis Redding o James Brown.

Cooke_in_studioParece ser que Sam Cooke quedó impresionado con el apoyo que muchos folksingers blancos, viejos y nuevos, daban a las acciones del Movimiento por los Derechos civiles, y, concretamente le impresionó que el “Blowin’ in the wind”, de un principiante, pero ya laureado, Bob Dylan, pudiera ser tan sincera y expresiva con el tema del racismo hacia la población negra, viniendo de un blanco; así que, en 1963, Sam Cooke decide hacer un “Blowin’ in the wind”, hecho por un afroamericano para –que no exclusivamente- afroamericanos, que, curiosamente, salió como cara B al arrollador tema meramente comercial “Shake”. La canción de Cooke resulta, no obstante, algo más suave que el clásico de Dylan: no es una crítica explícita realmente, no es un llamamiento a la lucha (algo que, muy probablemente, le hubiera hundido), sino que entronca más con los tradicionales spirituals negros, en el que se hace más un llamamiento a la esperanza, pero no a la claudicación. “A change is gonna come”, que no podría ser de otra manera, mezcla la situación social general de la comunidad afroamericana con su propia biografía: “Nací cerca del río”, dice el vocalista nacido en el Estado de Mississippi, el estado con el nombre del río que significaba para muchos racismo e injusticia, pero también su vida y sus ansias de huir de allí. En esta canción se mezclan dos vivencias, una más personal y la otra más social. La primera es la muerte accidental de su hijo de tan solo 18 meses; la segunda, refleja cuando él y su grupo fueron arrestados por escándalo público al querer registrarse en un hotel de política "”sólo blancos” en Louissiana. Según la wikipedia, ambas vivencias estaban reflejadas en los versos “There have been times that I thought I couldn’t last for long/but now I think I’m able to carry on/It’s been a long time coming, but I know a change is gonna come”. Y, aunque la cosa tampoco es para tirar cohetes, me pregunto que habría pensado Sam Cooke al ver a uno de los suyos presidir el país más poderoso del mundo, y que su canción, que ya sonó durante la muerte de Malcolm X, interpretada por el grupo Arcade Fire, acompañaba a la investidura el actual presidente de los Estados Unidos. Pero, a parte de eso, muchos cambios tienen que venir…

A change is gonna come

I was born by the river
In a little tent, and oh
just like that river
I’ve been running ever since

It’s been a long long time coming, but I know
A change is gonna come, oh yes it will

It’s been too hard living
but I’m afraid to die
‘cause I don’t know what’s up there
beyond the sky,

It’s been a long time coming, but I know
A change is gonna come, oh yes it will

(I go to the movie and I go downtown
Somebody keep tellin’ me
don’t hang around)

It’s been a long time coming, but I know
A change is gonna come, oh yes it will

Then I go to my brother
and I say brother help me please
But he wind up knocking me
back down on my knees

There have been times that I thought
I couldn’t last for long
But now I think I’m able to carry on

It’s been a long time, but I know
A change is gonna come, oh yes it will

http://www.songsofsamcooke.com/songs/a_change_is_gonna_come

Va a venir un cambio

Nací cerca del río/ en una tienda pequeña, y oh/ como ese río/ he estado huyendo desde entonces.// (estr.) Ha tardado mucho, mucho tiempo en llegar, pero sé/ que va a venir un cambio, oh sí vendrá.// Ha sido una vida demasiado dura/ pero tengo miedo de morir/ porque no sé qué es lo que ahí arriba/ más allá del cielo,// (estr.)// (Voy al cine y voy al centro de la ciudad/ alguien sigue diciéndome/ que no merodee)// (Estr.)// Entonces voy a ver a mi hermano/ y le digo, hermano ayúdame por favor/ pero acaba por golpearme/ poniéndome de rodillas// Ha habido momentos en los que pensé/ que no aguantaría mucho más/ pero ahora creo que soy capaz de soportarlo// Ha tardado tiempo, pero sé/ que va a venir un cambio, oh sí, vendrá.

Sam Cooke

Por supuesto, la canción ha sido versionada innumerables veces, de nuevo, con mejores o peores resultados, con mejor o peor calidad. He aquí algunas, de la cuales empezamos por nuestro idolatrado Otis Redding:

También inolvidable la versión de aquel gran artista, que nos dejó hará relativamente poco: Solomon Burke:

Míralo en una de sus últimas actuaciones:

Curiosa, por otro lado, esta interpretación de Bob Dylan, con la que –como dice el usuario del vídeo-, cierra el ciclo:

También aquel grupo, que en muchos aspectos eran la versión afroamericana de Mamas & Papas, The Fifth Dimension, mezclándola con el tema de los Rascals “People gotta be free”:

Inolvidable Aretha, con una introducción de su propia cosecha:

Alejándonos un poco del soul, pero no exactamente de la música negra, he aquí la versión de The Band:

Una interpretación más reciente fue la del veterano grupo de blues y rock sureño Allman Brothers Band, en 2003:

Y acabamos con un fragmento en el que la banda Arcade Fire la interpreta en uno de los dos conciertos gratis que dieron para apoyar la candidatura de Barack Obama:

Jefferson-Aeromodelismo: “Let’s get together”, versión de un himno generacional


dino3En gran medida, la relación de buen rollo y amistad que pueda existir en un movimiento o generacional musical puede medirse con el número de versiones que los grupos y cantantes hacen de las canciones de sus coetáneos. Según esto, entonces había muy buen rollo. Incluso en sus comienzos, Jefferson Airplane tenía el suficiente repertorio como para no tener que tirar del de otros, pero aún así hicieron las suyas, ya fueran clásicos del blues y de folk más tradicional, como “Chauffeur blues”, o de otros compañeros, tales como fueron “Wooden ships” de Crosby, Stills & Nash (todavía sin Young), “High flying bird” de Richie Havens o la de hoy.

Chet Powers era un personaje muy peculiar. En los primeros 60, cuando el movimiento hippie era sólo la continuación de los antiguos hipsters, beatnicks, folkies y demás bohemios y vagabundos, Chet escribía sus canciones para personas como Richie Havens, y en el año 63, cuando el folk-rock se estaba ya cociendo, Powers, que utilizó varios pseudónimos a lo largo de su carrera, siendo el más famoso el de Dino Valenti o Valente y más conocido como miembro del grupo de blues-rock y rock duro de San Francisco Quicksilver Messenger Service, escribió una canción que se convertiría en uno de los primeros himnos de la “nueva ola” que llegaba y que alcanzó un gran éxito en las voces de aquel gran grupo que fue precursor del folk-rock, el Kingston Trio; muchos grupos hicieron su versión de la canción: We Five, Youngbloods (la más conocida, aunque, paradójicamente, el grupo no alcanzara gran éxito) y Jefferson Airplane:

Let’s get together

Love is but the song we sing,
And fear’s the way we die
You can make the mountains dream
Or make the angels cry
Know the dove is on the wing
And you need not know why
C’mon people now,
Smile on your brother
Ev’rybody get together
Try and love one another right now
Some will come and some will go
We shall surely pass
When the one that left us here
Returns for us at last
We are but a moments sunlight
Fading in the grass
C’mon people now,
Smile on your brother
Ev’rybody get together
Try and love one another right now
If you hear the song I sing,
You must understand
You hold the key to love and fear
All in your trembling hand
Just one key unlocks them both
It’s there at your command
C’mon people now,
Smile on your brother
Ev’rybody get together
Try and love one another right now
Right now
Right now!

Reunámonos

El amor no es más que la canción que cantamos/ y el miedo la manera en que morimos./ Puedes hacer soñar a las montañas/ o hacer llorar a los ángeles/ Sabes que la paloma está en el viento/ y no necesitas saber la razón/ Vamos gente,/ sonríe a tu hermano/ todo el mundo se reúne/ prueba y ama al otro ahora mismo./ Algo vendrá y algo se irá/ nosotros pasaremos seguramente/ cuando el que nos dejó aquí/ vuelva a por nosotros al final./ No somos más que momentos de sol/ desvaneciéndose en la hierba/ Vamos gente…/ Si oyes la canción que canto,/ debes comprender/ que tienes la llave del amor y del miedo/ en tu mano temblorosa/ sólo una llave abre ambos/ está a tus órdenes./ Vamos gente…

Jefferson-Aeromodelismo: High flyin’ bird


JeffersonAirplaneMPF1 mayesDurante los años 65 y 66, Jefferson Airplane, antes de grabar su primer LP, actúa en las salas de conciertos, en los primeros Tribal Stomp y Human Be-In, y graban algunos primeros EPs, que fueron recogidos en un recopilatorio llamado Early flights, vuelos tempranos, que reúne algunas de éstas, nunca recogidas en los LPs oficiales, otras que se recuperarían más tarde, y otras en donde la banda toca con miembros invitados de Grateful Dead, como Jerry García, guitarra solista en ese “In the morning”, tema de blues interpretado por Jorma Kaukonen. Uno de sus primeros éxitos fue esta canción, escrita por el compositor Billy Edd Wheeler y que se convirtió en un éxito con el folksinger Richie Havens. Jefferson Airplane, por su parte, le dieron a la canción un tratamiento de folk-rock, como mandaban los cánones de la época, dándole un aire mucho más pesimista a la canción. Ésta es la versión original:

High Flyin’ Bird

There’s a high flyin’ bird, flying way up in the sky,
And I wonder if she looks down, as she goes on by?
Well, she’s flying so freely in the sky.

Lord, look at me here,
I’m rooted like a tree here,
Got those sit-down,
can’t cry Oh Lord, gonna die blues.

Now the sun it comes up and lights up the day,
And when he gets tired, Lord, he goes on down his way,
To the east and to the west,
He meets God every day.

Lord, look at me here,
I’m rooted like a tree here,
Got those sit-down, can’t cry
Oh Lord, gonna die blues.

Now I had a woman
Lord, she lived down by the mine,
She ain’t never seen the sun,
Oh Lord, never stopped crying.

Then one day my woman up and died,
Lord, she up and died now.
Oh Lord, she up and died now.
She wanted to die,
And the only way to fly is die, die, die.

There’s a high flyin’ bird, flying way up in the sky,
And I wonder if she looks down as she goes on by?
Well, she’s flying so freely in the sky.

Lord, look at me here,
I’m rooted like a tree here,
Got those sit-down, can’t cry,
Oh, Lord, gonna die blues.

El pájaro que vuela alto

Hay un pájaro que vuela alto, volando arriba en el cielo,/ y me pregunto si mira hacia abajo cuando vuela. Vaya, vuela tan libre en el cielo.// Señor, mírame aquí,/ estoy arraigado aquí como un árbol,/ tengo esos asientos,/ no puedo llorar,/ ¡Oh Señor!, voy a morir de pena.// Ahora el sol viene e ilumina el día,/ y cuando se cansa, Señor, va bajando por su camino,/ hacia el este y hacia el oeste,/ encuentra a Dios cada día.// Luego tuve una mujer,/ Señor, ella vivía bajo la mina,/ nunca había visto el sol,/ ¡Oh Señor!, nunca paró de llorar.// Entonces un día mi mujer subió y murió./ Señor, ella subió y se murió./ Ella quería morir,/ y el único modo de volar es morir, morir, morir…//

La canción, que se había convertido en una de sus inseparables en estos primeros días, fue interpretada por el grupo, ya con la gran Grace en sustitución de Signe, en aquel gran evento que fue la salva de cañón que anunciaba la llegada del movimiento hippie, el festival de Monterrey: Monterey International Pop Festival:

Influencias


Antes de desarrollar las diferentes dimensiones que trataremos, ofrezco una visión general de la historia del género, un género que, por otra parte, engloba varios géneros y estilos musicales, de los cuales ninguno puede decir con pleno derecho ser la música oficial de este género, aunque el estilo folk pueda ser el más reconocible. Aunque quizás lo más determinante y esencial de este género fuera la poesía, en esta parte nos vamos a ocupar sólo de las influencias musicales extranjeras que ayudaron a configurar la primera canción de autor española en general.

Miguel_Hernández_recitando_ante_el_Ejército_Popular. Los ecos: tras la guerra civil se produjo un silencio, un silencio que amenazaba desde siempre la vida y la palabra, que con la dictadura se hizo más efectivo y más pesado. Los expertos fijan el año 56 como el año del nacimiento de la canción de autor. A finales de los 50 se comenzaban a escuchar los rumores de la maravillosa canción francesa de Brel, Brassens, Ferre…, también llegaban los ecos de los cantautores folk sindicalistas norteamericanos como Seeger, Guthrie, Malvina Reynolds, Huddie Ledbetter… También llegaban desde tierras hermanas los rumores de Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui. Y ya en los 60 las voces de los compañeros portugueses, José Afonso y Luis Cilia, y de la novel canción latinoamericana, Víctor Jara, Isabel y Ángel Parra o Daniel Viglietti dieron el impulso definitivo junto a la nueva canción folk norteamericana de Bob Dylan y Joan Baez. Aunque por lo general el estilo de aquí solía ser una amalgama de estas influencias, bien es cierto que son reconocibles en cada uno: Paco Ibáñez, Els Setze Jutges, Raimon y Ez dok Amairu tenían una influencia más francesa, mientras que El Grup de Folk prefería la canción norteamericana; Voces Ceibes, Luis Pastor y Adolfo Celdrán se inclinaban por la canción portuguesa; otros, como Labordeta, practicaban una suerte de mezcla de canción portuguesa y latinoamericana; luego estaba lo que en principio fue una minoría que interpretaba temas tradicionales como Joaquín Díaz o Nuevo Mester de Juglaría. Lo que subyace a todas estas influencias generalmente fue la necesidad de encontrar lenguajes musicales apropiados a las letras, y en otros casos o a la vez la traducción y adaptación de aquellos temas extranjeros a la situación nacional/ regional.

Leo Ferré y sus opiniones sobre el poder  La canción francesa fue la 1ª influencia para muchos: era aquella nacida justo después de la 2ª Guerra Mundial, con textos inteligentes, poéticos y satíricos. El vitalismo de Jacques Brel, el sarcasmo de Georges Brassens, el anarquismo de Léo Ferre y el romanticismo de Edith Piaf fueron para muchos una bEntrevista a Jacques Brel, Leo Ferré y Georges Brassensocanada de aire fresco en un país que carecía de él. Muchos fueron los cantantes noveles que se dejaron deslumbrar ante la gran canción francesa: prácticamente la totalidad de Setze Jutges, Labordeta, Paco Ibáñez, Aute… En muchos sentidos fue la primera gran influencia. La inteligencia y la audacia de aquella canción nacida de las ruinas de la 2ª Guerra Mundial, su crítica al status y a la clase social dominante después de esta terrible guerra, era como un aldabonazo en sus conciencias, no sólo por la letras, en muchos casos, sino también por el vitalismo y el desenfreno de una música alegre (a veces influenciada por el jazz) nada alienante.

The Almanac Singers - WOODY GUTHRIE, LEE HAYS, MILLARD LAMPELL, PETE SEEGER- fueron los portavoces en los 40 de obreros, negros y sindicatos: llegaron a grabar un disco de canciones republicanas de la guerra civil española La canción norteamericana fue adoptada por aquellos un poco más progresivos en la música. La canción estadounidense había tenido un peso muy importante en los años 40 y 50; el grupo The Almanac Singers, en donde esWoody Guthrie coa guitarra de matar (cortesía de Benedicto)taban Seeger y Guthrie, había compaginado las baladas tradicionales nortemaericanas con los cantos de lucha obreros y en pro de los movimientos sociales, amén de haber cantados canciones de la guerra civil española, tanto españolas como aquellas de la Brigada Lincoln. Pete Seeger y Woody Guthrie eran, además de cantantes, grandes recopiladores folkloristas, y pensaban realmente que la canción popular debía ser el vehículo artístico para la lucha por la igualdad. Junto a ellos se  encontraban también Hudy Leadbetter "Leadbelly", que recopilaba tonadas de blues rural, y Odetta (recientemente fallecida), que se convirtió en la voz de los derechos sociales de los negros. Su testigo y ejemplo sería recogido después por toda una generación de cantautores y folkloristas,como Bob Dylan, Joan Baez, Phil Ochs o Richie Havens. En España, El Grup de Folk y Nuestro Pequeño Mundo vieron la fuerza de protesta que estos autores tenían sin más que la canción tradicional de su país. El Grup de Folk ayudó a difundir a Pete Seeger y a Woody Guthrie, pero también a otros más modernos como Bob Dylan. Xesco Boix fue quien tradujo y adaptó a Seeger, mientras que Pau Riba, Albert Batista y Ramón Casajona seguían los estilos de Dylan. Las viejas canciones sindicalistas de los años 40 y 50 empezaron a traducirse a todos los idiomas del país: "No nos moverán", "No serem moguts" o "Non nos van mover" eran versiones lingüísticas de una misma canción norteamericana de los sindicatos algodoneros de los trabajadores negros. Por otro lado, la influencia de Seeger fue vital para la configuración del folk castellano, cuando después de conocerle Joaquín Díaz decide cantar antiguos romances y tonadas castellanas, convencido también de que era una vía adecuada para despertar la conciencia de un pueblo.

Sin embargo, yo pienso que aunque estas fueron importantes influencias, aquí se entendió mejor la canción latinoamericana y portuguesa por una simple razón: 1º, la facilidad del idioma, y 2º la semejanza de los temas: eran todas ellas tierras sin libertad, con los mismo problemas de obreros y campesinos y su lucha contra el poder.

Violeta Parra Canción latinoamericana: especialmente importante fue el estilo andino. Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui fueron sembradores de semillasAtahualpa Yupanqui: poeta cantor de la ternura aquí y allí (e incluso en Norteamérica): era una canción influenciada por el pensamiento social de izquierdas y por el indigenismo; eran cantos para los campesinos. También importante fue la llamada Nueva Troba Cubana, que surgió tras la revolución de Fidel Castro, con Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, y con Carlos Puebla de padrino: se dedicaron a exportar la idea revolucionaria a través de la música. Por eso y por su procedencia, aquí se la observaba con lupa. Luego grandes figura de aquí y de allá: la figura de Víctor Jara creció injustamente, injustamente porque lo hizo a costa de su vida; se convirtió en un símbolo para todos, un compañero al que reivindicar: muchos debieron pensar que nada impedía el que alguno fuera el siguiente en caer víctima de la represión. La influencia de la canción Latinoamericana en la española es innegable, pero no reducible al idioma; era además la forma de cantar, aquella mezcla que tan bien practicaban Atahualpa y Violeta de rebledía y ternura, aquel grito de rabia bien templado que de repente se convertía en un susurro arrullador: personas tan diferentes como Labordeta, Mikel Laboa o Benedicto, entre muchos, se sintieron deslumbrados y pequeños al escuchar "Preguntitas sobre Dios" (también conocida como "El abuelo") del gran Atahualpa Yupanqui.

Colisseo, 1974. De izquierda a derecha: José Barata Moura, Vitorino, José Jorge Letria, Fausto, Manuel Freire, Zeca Afonso, Adriano Correia de Oliveira Canción portuguesa: fue muy parecida a la de aquí, bebió de las mismas fuentes y sufrió una dictadura y censura parecida. Allí creció la figura de José Afonso alegre y justamente porque su canción "Grândola, vila morena" fue la contraseña del comienzo de la Revolución de los Claveles; de esta manera, nadie puede evocar tal episodio sin recordar la canción y a su autor. ¡Qué bonito hubiera sido eso aquí, con "L’estaca", "Para la libertad", "Canto a la libertad" o yo qué sé… ¡hay tantas! Junto a "Zeca" se encontraban también Luis Cilia, Adriano Correia de Oliveira o Janita Salomé entre otros. Los cantores portugueses fueron auténticos maestros de los nuestros, ya que mezclaban con maestría y naturalidad la poesía de su país, la protesta incendiaria contra el "Estado Novo" de Oliveira Salazar, y la música popular de Portugal, pero también las de sus colonias de entonces en África. Fue gracias a José Afonso que los primeros Voces Ceibes, en especial Benedicto, que trabajó con él, se reconciliaron con el folklore gallego, del que antes habían huido debido al secuestro bajo el que el régimen lo mantenía: José Afonso se convirtió en el modelo a seguir para muchos de los cantautores y grupos gallegos; innegable fue también la influencia de Luis Cilia sobre Adolfo Celdrán, y Luis Pastor, que trabajó con otros dos grandes músicos portugueses, Fausto y Vitorino, que cedieron su talento para la elaboración de sus primeros discos y tocaron en sus recitales, se declaraba amante a ultranza de la canción portuguesa, debido al mestizaje luso-africano que habían realizado. (Foto: Colisseo, 1974. De izquierda a derecha: José Barata Moura, Vitorino, José Jorge Letria, Fausto, Manuel Freire, Zeca Afonso, Adriano Correia de Oliveira)

Todo esto ayuda a configurar un panorama propicio para que en el 56 Paco Ibáñez comience sus andanzas poético-reivindicativas junto a otros, ayudando a forjar un estilo que, a día de hoy, cuenta con bastantes seguidores. Por resumir todas estas influencias, podríamos decir que de la Canción francesa se tomó la idea de la posibilidad de crear una canción inteligente y adulta; de la Canción norteamericana, latinoamericana y portuguesa, la idea de poder conformar una canción popular adulta que bebiera de la tradición musical. Y de todas ellas, la posibilidad de hablar (dentro de lo que cupiera) de las preocupaciones de un pueblo, del transcurrir cotidiano, de dar testimonio, y de denunciar la injusticia. Hubo otras influencias, quizás algo menores, como el jazz o la canción italiana, que deslumbró a Raimon. También, por supuesto, las influencias autóctonas como fueron la copla, no sólo para los cantautores andaluces, sino porque fue el primer contacto musical que todos tuvieron, el flamenco y  la música tradicional autóctona. Después, con el paso del tiempo, y a veces tardíamente, vendrían otras influencias musicales, como la psicodelia, el rock progresivo, el folk progresivo (Gwendal, Jethro Tull) y un largo etcétera. De todo esto hablaremos más adelante.

Handsome Johnny


El Festival de Woodstock, o Feria de Música y Arte de Woodstock, fue un gran evento (del que hablaré en toda su extensión en otra ocasión) musical. Pero también tuvo un fuerte cariz político de rechazo a la guerra de Vietnam. Aunque no todos los participantes interpretaron algún tipo de canción política, éstas no faltaron: de hecho, el primer día del festival estuvo dedicado íntegramente a los cantautores más contestatarios, como Joan Baez, Arlo Guthrie, Tim Hardin… y Richie Havens.
Richie Havens había comenzado a principios de los 60, en aquel renacimiento de la canción autor estadounidense, a tocar; era un intérprete asiduo de los locales de jazz y folk del Greenwich Village neoyorquino, en donde se concentraba toda la bohemia estadounidense del momento (cantautores, folk-singers, músicos de jazz, bluesmen, poetas beats, vagabundos, viejos sindicalistas…) que eran el germen inmediato del más conocido movimiento hippie. Otro de los asiduos que por entonces se dedicaba a esto de la canción de autor y al folk era Jim McGuinn, que más tarde fundaría los míticos Byrds, quien recuerda que los músicos entonces cobraban pasando la gorra al público, pero si Richie Havens había tocado aquella noche, te podías ir olvidando de cobrar porque al público no le quedaría un centavo.
Pacifista convencido y ejemplo de hippy comprometido, en su carrera se mezclan los temas más políticos con versiones de temas de los Beatles o los Bee Gees (los de antes de la Fiebre del Sábado Noche, ¿eh? No confundir). Uno de sus temas más emblemáticos es este "Handsome Johnny", el guapo Johnny, en la que hace un recorrido a través de todas las guerras de Estados Unidos, en las que el guapo Johnny, un soldado negro seguramente, ha participado, que abrió el recital de Woodstock:

 

Handsome Johnny

Hey, look yonder, tell me what’s that you see
Marching to the fields of Concord?
It looks like Handsome Johnny with a musket in his hand,
Marching to the Concord war, hey marching to the Concord war.

Hey, look yonder, tell me what you see
Marching to the fields of Gettysburg?
It looks like Handsome Johnny with a flintlock in his hand,
Marching to the Gettysburg war, hey marching to the Gettysburg war.

Hey, look yonder, tell me what’s that you see
Marching to the fields of Dunkirk?
It looks like Handsome Johnny with a carbine in his hand,
Marching to the Dunkirk war, hey marching to the Dunkirk war.

Hey, look yonder, tell me what you see
Marching to the fields of Korea?
It looks like Handsome Johnny with an M1 in his hand,
Marching to the Korean war, hey marching to the Korean war.

Hey, look yonder, tell me what you see
Marching to the fields of Vietnam?
It looks like Handsome Johnny with an M15,
Marching to the Vietnam war, hey marching to the Vietnam war.

Hey, look yonder, tell me what you see
Marching to the fields of Birmingham?
It looks like Handsome Johnny with his hand rolled in a fist,
Marching to the Birmingham war, hey marching to the Birmingham war.

Hey, it’s a long hard road, it’s a long hard road,
It’s a long hard road, before we’ll be free.

Hey, what’s the use of singing this song, some of you are not even listening.
Tell me what it is we’ve got to do: wait for our fields to start glistening,
Wait for the bullets to start whistling.
Here comes a hydrogen bomb, here comes a guided missile,
Here comes a hydrogen bomb: I can almost hear its whistle.

Johnny el Guapo

Hey, mira allá abajo, dime lo que ves/ marchando a los campos de Concord,/ parece Johnny el Guapo con un mosquete en su mano,/ yendo a la guerra de Concord,/ hey, yendo a la guerra de Concord.// Hey, mira allá abajo, dime lo que ves/ marchando a los campos de Gettysburg,/ parece Johnny el Guapo con un rifle en su mano,/ yendo a la guerra de Gettysburg,/ hey, yendo a la guerra de Gettysburg.// Hey, mira allá abajo, dime lo que ves/ marchando a los campos de Dunkirk,/ parece Johnny el Guapo con una carabina en su mano,/ yendo a la guerra de Dunkirk,/ hey, yendo a la guerra de Dunkirk.// Hey, mira allá abajo, dime lo que ves/ marchando a los campos de Corea,/ parece Johnny el Guapo con un M1 en su mano,/ yendo a
la guerra de Corea,/ hey, yendo a la guerra de Corea.//
Hey, mira allá abajo, dime lo que ves/ marchando a los campos de Vietnam,/ parece Johnny el Guapo con un M15 en su mano,/ yendo a
la guerra de Vietnam,/ hey, yendo a la guerra de Vietnam.//
Hey, mira allá abajo, dime lo que ves/ marchando a los campos de Brimingham,/ parece Johnny el Guapo con su mano cerrada en puño,/ yendo a
la guerra de Brimingham,/ hey, yendo a la guerra de Brimingham.// Hey, es un camino largo y duro, es un camino largo y duro,/ es un camino largo y duro antes de que seamos libres.// Hey, para que sirve cantar esta canción, algunos de vosotros ni siquiera estáis escuchando./ Decidme lo que es lo que tenemos que hacer: esperar a que nuestros campos comiencen a centellear,/ esperar a que las balas empiecen a silbar./ Aquí viene una bomba de Hidrógeno, aquí viene un misil teledirigido,/ aquí viene una bomba de hidrógeno: casi la puedo oír silbar.

Letra: Lou Gossett
Música: Richie Havens

High Flyin’ Bird


Esta es una hermosa canción de estilo folk-blues de un tal Ed Wheeler (no dispongo de más información) se llama "El pájaro que vuela alto". Richie Havens la cantó con su particular estilo:

High Flyin’ Bird


There’s a high flyin’ bird, flying way up in the sky,
And I wonder if she looks down, as she goes on by?
Well, she’s flying so freely in the sky.

Lord, look at me here,
I’m rooted like a tree here,
Got those sit-down,
can’t cry Oh Lord, gonna die blues.

Now the sun it comes up and lights up the day,
And when he gets tired, Lord, he goes on down his way,
To the east and to the west,
He meets God every day.

Lord, look at me here,
I’m rooted like a tree here,
Got those sit-down, can’t cry
Oh Lord, gonna die blues.

Now I had a woman
Lord, she lived down by the mine,
She ain’t never seen the sun,
Oh Lord, never stopped crying.

Then one day my woman up and died,
Lord, she up and died now.
Oh Lord, she up and died now.
She wanted to die,
And the only way to fly is die, die, die.

There’s a high flyin’ bird, flying way up in the sky,
And I wonder if she looks down as she goes on by?
Well, she’s flying so freely in the sky.

Lord, look at me here,
I’m rooted like a tree here,
Got those sit-down, can’t cry,
Oh, Lord, gonna die blues.

Hay un pájaro que vuela alto, volando arriba en el cielo,/ y me pregunto si mira hacia abajo cuando vuela. Vaya, vuela tan libre en el cielo.// Señor, mírame aquí,/ estoy arraigado aquí como un árbol,/ tengo esos asientos,/ no puedo llorar,/ ¡Oh Señor!, voy a morir de pena.// Ahora el sol viene e ilumina el día,/ y cuando se cansa, Señor, va bajando por su camino,/ hacia el este y hacia el oeste,/ encuentra a Dios cada día.// Luego tuve una mujer,/ Señor, ella vivía bajo la mina,/ nunca había visto el sol,/ ¡Oh Señor!, nunca paró de llorar.// Entonces un día mi mujer subió y murió./ Señor, ella subió y se murió./ Ella quería morir,/ y el único modo de volar es morir, morir, morir…//

Ed Wheeler

Jefferson Airplane también hicieron su versión:


Historia del movimiento hippy. II parte


Los cincuenta se acababan con el gran evento de la década: la Revolución Cubana (de la que en la actualidad sólo quedan iconos e imágenes, habiendo pasado de revolución popular a dictadura personal). Al mismo tiempo, la guerra fría se había recrudecido, muy especialmente por la experimentación con misiles y la carrera espacial que ambas potencias poseían, llegando en los dos lados a una esquizofrenia enfermiza que desemboca en ambos bandos en espionajes y contraespionajes. En Estados Unidos, es el siniestro senador McCartthy el que aprovecha la paranoia del país para llevar a cabo un auténtico control político sobre políticos y artistas más digno de un régimen fascista, o incluso de la rusia estalinista, que de un régimen democrático. Actores y directores, como Charles Chaplin, músicos como Pete Seeger, o escritores como Ginsberg, sufrieron el vigilante ojo del anticomunismo americano. El punto álgido internacional llegó cuando Fidel Castro, buscando aliados en este teatro, se define comunista y recaba la ayuda de la Unión Soviética: los rusos ponen misiles en Cuba apuntando a Estados Unidos. El momento es tan caliente internacionalmente que incluso el papa Juan XXIII apela al catolicismo de Kennedy para parar una locura. Años atrás, el presidente Eisenhower había acercado posturas con el general Franco, poniendo, a cambio de ayuda económica, bases en diversos sitios, como Rota o Torrejón.
Aquel momento de la guerra fría fue muy determinante: tuvo un tremendo impacto en la mente de muchos, especialmente de jóvenes, que empezaron a plantearse y a cuestionarse la fuerza militar. Fue precisamente el episodio de los misiles cubanos el que inspiraría a Bob Dylan una de sus mejores canciones de la época folk: «A hard rain’s a gonna fall» hablaba del miedo y de la posibilidad de la destrucción total bajo la amenaza de la guerra atómica. El movimiento folk se había renovado con nuevos nombres, como Joan Baez, Judy Collins, Tom Paxton, Richie Havens, y, por supuesto, Bob Dylan, que fue el primero de ellos en tener un éxito popular inequívoco del que muchos expertos aseguran que en cierto sentido fue su muerte artística. No suponía realmente una renovación de temas, pues el pacifismo y la lucha de los derechos civiles fue una constante del folk de los años 50, si bien, puede ser, la dimensión sindicalista hubiera decaído (excepto en Joan Baez). Folksingers blancos y negros se unen en las marchas por los derechos civiles de Martin Luther King.
Por otro lado, el mundo musical sintió la conmoción ante los grupos que venían desde el Reino Unido: los Beatles abrieron la puerta con su rock’n’roll y rythm’n’blues de raigambre americano, tras ellos grupos tan importantes como Rolling Stones, The Who, Kinks, Hollies, Animals… No suponían realmente una revolución de índole social, estrictamente hablando, pero sí una revolución en el mundo juvenil: ellos daban la impresión de no necesitar trabajar, de tener el destino en sus manos, de vivir al margen de lo que la sociedad exigía a los jóvenes: aquella era todavía una época en la que te tomaban en serio a partir de los 25 y no antes. Aunque las canciones pudieran ser frívolas a veces, o no decir nada más que «te quiero, me quieres», sí es cierto que abrían las nuevas posibilidades de una nueva forma de ver las relaciones entre los jóvenes. Sin embargo, estos muchachos todavía no tendrían grandes cosas que decir por ahora.
El panorama bohemio y underground era otra cosa. El mundo del jazz iba por otros derroteros, con nombres como Pharoah Sanders, John Coltrane y otros más; un mundo muy minoritario e intelectual comparado con el beat británico, el soul (rythm’n’blues comercial), el folk (hasta la llegada de Dylan minoritario) o el surf californiano. El nuevo jazz tenía componentes nuevos en el que, desde los días del be-bop, a la libertad creadora del intérprete se sumaban las experiencias lisérgicas. Desde finales de los 50, Timothy Leary y Richard Alpert, profesores de psicología de la universidad de Berkeley, junto al escritor de ciencia ficción Aldous Huxley, habían sintetizado el LSD, a principios como experimento del ejército americano, para desembocar en un elemento de la contracultura generalmente antimilitarista (elemento bastante engañoso). Pronto surgieron en Estados Unidos comunas dedicadas a la experimentación del cuerpo y la introspección mental en las que los sutas budistas e hindúes se unían a la marihuana y al LSD en una supuesta búsqueda de respuestas místicas más inducidas que auténticas. De ellas, la más famosa quizás fuera el grupo activista Merry Pranksters, los alegres bromistas, dirigidos por el escritor Ken Kesey (autor de Alguien voló sobre el nido del cuco) que plasmó las tempranas vivencias del grupo a bordo de un autobús, junto a Neal Cassady (el «musa» de los poetas beats) en el libro La gasesosa de ácido eléctrico (The Electric Kool-Aid Acid Test). Estos exploradores lisérgicos participarían e incluso organizarían las primeras marchas pacifistas contra la guerra de Vietnam y los primeros conciertos propiamente llamados hippies. Ocurrió entonces, hacia 1963 ó 1964, que confluyeron bajo más o menos el mismo objetivo, los exploradores lisérgicos, algunos de los folk-singers, los músicos de jazz, y los grupos de rock-garaje admiradores del pop británico: les unía principalmente el cuestionarse el papel de su país a nivel tanto nacional como internacional.
 

Musicalmente también es una era muy revolucionaria respecto a la música popular. Entre 1964 y 1965, en los locales de California y Nueva York se vive una intensa proliferación de nuevos grupos de folk y de jazz. Uno de ellos, que alcanzó un éxito popular considerable, fue The New Christy Minstrel, autores del popular «Green back dollar», que estuvo compuesto, entre otros, por Jim McGuinn, que luego formaría The Byrds, y Barry McGuire, un cantautor de folk-rock protesta que obtuvo un éxito disimulado con esta canción, obra de P. F. Sloan y Steve Barri, con una letra apocalíptica muy del gusto de la época, influida claramente por Dylan.

Otros grupos que fueron germen de los futuros grupos flok-rock californianos y de rock de San Francisco, fueron The Journeymen, The Mugwumps o Town Criers, grupos estos que no consiguieron el reconocimiento público, pero cuyos miembros triunfarían en distintas formaciones con nuevos lenguajes: de Journeymen saldrían Scott McKenzie (cantante que sólo tuvo éxito con una canción), y John y Michelle Phillips, que junto a los Mugwumps Mama Cass Elliot y Dennis Doherty formarían The Mamas & The Papas; por su parte, otros dos Mugwumps, John Sebastian y Zal Yanovski, formarían el grupo de bluegrass y folk-rock Lovin’ Spoonful.

En 1964 se les siguen considerando betanicks, pero poco poco el murmuro de la palabra «hippie» se va haciendo más claro y audible cuando los estudiantes activistas de izquierdas, los promotores de los derechos civiles, los aventureros lisérgicos y los místicos van confluyendo en algo que era curiosamente concreto e impreciso a la vez movidos por la nueva injusticia global: la guerra de Vietnam. No obstante, el componente político no fue tan determinante en un principio entre los hippies como el misticismo, el rock y las drogas, aunque las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam vienen prácticamente de manos de líderes activistas inmersos en este nuevo mundo.
En 1967 el mundo hippie tiene su capital en la ciudad californiana de San Francisco, una ciudad abierta y tolerante tradicionalmente, que también había acunado a los antiguos beatnicks y hipsters; y más concretamente en el barrio de Haight Ashbury. Tampoco es casualidad que tuviera una localización geográfica concreta dada la heterogeneidad ideológica de EE.UU: conviene no olvidar que, al igual que los negros, un beatnick o un hippie no podía atravesar los estados sureños con la sensación de sentirse como en casa, al contrario que pasaba con toda California, Nueva York y otras zonas más abiertas a la diversidad cultural. El Haight Ashbury se convierte casi en un ghetto de los hippies, y a él se acercan diversos turistas para contemplar el fenómeno, entre ellos las estrellas del pop británico para ver la nueva música que allí se estaba creando: Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, Big Brother & The Holding Co., con la maravillosa Janis Joplin al frente, eran los nuevos grupos formados por músicos que venían de antiguas formaciones o aventuras en solitarios de folk, folk-rock o jazz, practicantes de un rock nuevo y refrescado que mezclaba magistralmente el rock y el blues con el folk, el jazz, instrumentos y ritmos orientales, y nuevas visiones musicales en ocasiones inspiradas por el consumo de drogas. Estos grupos tocan juntos en las múltiples salas de música que existían entonces: el Matrix, el Avalon Ballroom, vieron los mejores momentos de estos grupos antes de que las empresas discográficas mancharan su ambición de ser simplemente músicos de San Francisco populares.
En torno a la comunidad de Haight Ashbury surgen diversas propuestas artísticas: música, teatro independiente, poesía…, pero también negocios que traían todo lo que un hippie podía desear: discos, ropa oriental, collares, cuentas, instrumentos musicales contra más exóticos mejor… A parte el negocio subterráneo de la droga, pero junto a esto prolifera la Clínica Médica Gratuita, dirigida a los chicos con problemas de drogas: no se trataba de prevención y rehabilitación, sino de enseñar a como se podía utilizar una droga sin correr riesgos o, por lo menos, los mínimos. Haight Ashbury podía parecer un paraíso urbano, un lugar donde no trabajar y poder dedicarse a la expansión personal y espiritual de uno mismo y de su cuerpo. Pocas cosas había que sacaran a un hippie de su pretendido estado mental de paz espiritual. No obstante, otros entendían las ciudades como trampas mortales en las que se atrapaba y castraba el alma humana, y comprendían que el lugar del hombre era la naturaleza: algunos huyen a los campos y abren granjas donde fundar comunas y vivir de lo que producían (algunas de ellas hoy en día perviven, sustentándose de vender sus productos): la más famosa fue la granja de Hogh Farm.
Junto a las drogas surge el fenómeno del nuevo misticismo, propugnado por los poetas beats y otros pensadores contraculturales. No fue casualidad que el principal grupo hinduista de occidente apareciera a caballo entre Nueva York y el Haight Ashbury: los Hare Krishna. Los auténticos hippies comenzaron estudiando los textos sagrados de la India, China o Japón; algunos, por su parte, practicaban una suerte de neo-paganismo, mientras que otros fijaban su fe en las raíces del cristianismo. Sin duda alguna, a pesar de utilizar las drogas como medio, éste era en principio una práctica honesta y sincera, si bien la santidad de los gurús que permitían el uso de drogas a sus discípulos era bien discutible (si su religión lo prohibía, claro); pero en el momento en que las grandes estrellas del rock y del cine comenzaron a interesarse por estas prácticas, aparecieron multitudes de maestros espirituales que venían de la India, en donde no gozaban del respeto que decían poseer, con el único objetivo de «hacerse la foto» y ganar su espiritualidad a golpe de fama: el ejemplo más sonado fue el del Maharishi Mahesh Yogi, que utilizó las ansias espirituales de los Beatles para obtener fama, además de mostrar un interés más terrenal que espiritual por su discípula Mia Farrow.
El objetivo de los hippies era oponerse a la sociedad bienpensante americana mediante la religión, las drogas, la auto-marginación y las expresiones artísticas. Y en en Junio de 1967 dieron su grito de afirmación en el Festivla Pop de Monterrey, en donde actuaron sin cobrar (excepto Ravi Shankar, por aquello de tener que volver a la India) los nuevos grupos de rock de San Francisco, los grupos de blues, algunas estrellas del pop británico, junto al gigante del soul Otis Redding y al maestro sitarista Ravi Shankar.

Aunque opuesto a toda guerra, el hippie pretendía vivir al margen de cualquier activismo político, lo cual no le impedía participar en las manifestaciones por la paz/ contra la guerra. Se produce entonces una escisión dentro de ellos, quedando divididos entre activistas y pasotas. El activista solía ser un estudiante o poseer una gran cultura, pero más que místico su tendencia mental iba hacia el socialismo, y, en muchos casos, eran pacifistas pero no pacíficos. El pasota, por su parte, era el hippie en sentido estricto, con tendencia automarginativa e ideas, a veces, demasiado utópicas, frente al activista, que siempre optaba por la práctica. El activista siempre criticaba la falta de acción del pasota, al que acusaba de querer cambiar el mundo a base de canciones y oraciones, o de no querer cambiarlo en absoluto mientras siguiera existiendo su isla, mientras que el pasota le acusaba de querer cambiar el mundo para su beneficio al tiempo que inventaba el bonito término de lunático del poder. Un buen ejemplo de crítica contra los activistas es la canción de los Beatles «Revolution». Por lo general, los músicos suelen practicar el pasotismo, sin desdeñar sus buenas dosis de activismo: los hippies no eran tan políticos en la música como posteriormente se ha pretendido, aunque sintieran simpatías por movimientos como los Panteras Negras y sus equivalentes indios, portorriqueños y asiáticos; sólo hay un número contado de casos en los que la política es un factor determinante en la creación artística, como los Jefferson Airplane, los Who, Country Joe & The Fish, además de los folksingers y cantautores. Sin embargo, en 1968 los pacíficos Human Be-In y Tribal Stomps que venían realizándose desde 1966 fueron adquiriendo un cariz cada vez más político. De una manera feroz, las concentraciones dejaron de ser pacifistas y utópicas para convertirse en batallas callejeras. Fue, no obstante, un huracán que recorrió casi todo el mundo: el mayo francés, la Primavera de Praga, la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en México, y nuestras primeras (descartando las del 56) revueltas estudiantiles. También se notó en sus ropas, que comenzaron a alternar los motivos orientales con ropas militares, motivos socialistas y camisetas con la efigie del «Che» Guervara. El año 68 fue el momento culmen en el que nuevas ideologías desafiaban tanto al status capitalista como al comunista que se habían establecido tras la 2ª Guerra Mundial. A partir de ese año, todas sus exhibiciones estarían fuerte y ferozmente marcadas por un halo político antimilitarista.
El otro gran éxito de los hippies fue el concierto multitudinario de Woodstock en 1969, cuya cifra de asistentes se aproximó de manera muy simbólica a la del número de combatientes que había en Vietnam. Pero la década de los 70 venía pisando fuerte, trayendo consigo un huracán de violencia y atentados terroristas de diversos símbolos, borrando los buenos sentimientos hippies que, aunque subsistiendo en las comunas y en las granjas, fueron desapareciendo por una razón: se pasó de moda, venían nuevas generaciones con nuevas demandas y cada vez más se contemplaba a los hippies como una rareza del pasado.

Los hippies no fueron más que, en muchos aspectos, otro movimiento juvenil con ansias de cambiar el mundo, cosa que consiguieron en parte pero sin librarse de que a la mayoría de ellos, como en todo movimiento juvenil, el mundo les cambiara. Como todo movimiento juvenil tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, frente a los maniqueísmos de considerarlos la mejor generación del s. XX o una panda de degenerados morales.
Hay que entender que como movimiento aparecen en una de las épocas más feroces de la guerra fría, con un nuevo frente comunista amenazante desde el Caribe. El ambiente de tensión, violencia, patriotismo exacerbado y militarismo promovió la necesidad de alejarse de un mundo regido tradicionalmente por las armas y buscar refugios en diversos paraísos artificiales, para poder explorar las profundidades del alma humana. Como radicalmente opuestos a la política de su país y promotores naturales de la lucha por los derechos civiles, los hippies no eran bien considerados por las instituciones clasistas y racistas de sus países; no en vano pueden afirmar, incluso con más derecho que sus predecesores beatnicks, haber sido el primer movimiento-moda juvenil totalmente inter-racial: mientras que los rockers eran generalmente blancos, y los funkies negros, o había un rock’n’roll blanco y otro negro, los hippies no reconocían colores: para ellos era perfectamente normal que un blanco tocara blues y un negro country’n’western. Fundaron gracias a sus nuevas conciencias movimientos que han tenido una importancia indiscutible: el movimiento ecologista fue re-fundado por ellos prácticamente. Lo mismo se puede decir respecto a las ideas de igualdad de sexos y de tolerancia sexual; también las ideas renovadas de igualdad y fraternidad propiciaron un cambio en la forma de ver las relaciones entre los seres humanos y sus culturas desde el respeto y sin «centrismos» culturales de ninguna clase.
Pero tuvieron sus defectos, de entre ellos el más grave fue el abuso de las drogas: desde los planteamientos de Leary y Alpert y otros, los hippies buscaron en las drogas aquel remanso de paz y sintonía espiritual que decían que los indios americanos, los shaivas (adoradores de Shiva) y otros obtenían gracias a su consumo propiciada por una visión bastante sesgada de estas culturas. Las drogas, lejos de enriquecer a la cultura del movimiento hippie, en realidad contribuyó a su destrucción y a propagar la visión de viciosos que de ellos se tenían, una publicidad alimentada por las sucesivas muertes de sobredosis de las grandes estrellas del rock: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Al «Blind Owl» Wilson, Ron «Pigpen» McKernan… Ante esto siempre cabe preguntarse si no fueron los servicios secretos americanos, al igual que a todas vistas parece que hicieron en los barrios negros, quienes promovieron la introducción y el consumo de drogas cada vez más peligrosas en el mundo hippie. A parte de los supuestos espías soviéticos, el enemigo interior que el gobierno americano decía tener era triple: los negros, los estudiantes y los hippies.
Pasaba algo parecido con la libertad sexual o con el marketing. Los hippies fueron víctimas de sus propios vicios: muy pronto la revolución de la conciencia, la libertad sexual y el hacer lo que quieras sinceros y honestos de algunos en principio, atrajo a un número importante de oportunistas a los que las revoluciones les importaba un pito: querían drogas y sexo nada más. Parecido era lo de la exploración espiritual, la cual, una vez fue manifestada por las millonarias estrellas musicales y cinematográficas su afición atrajo a un número significativo de gurús gorrones y charlatanes que, aprovechándose de la inocencia o ignorancia de las estrellas del rock, llegaron a desvirtuar en moda lo que en sus lugares de origen eran religiones serias y repetadas. El elemento bohemio y marginal que habían sido desde el año 64 comenzó a ser un negocio cuando las estrellas del pop británico comenzaron a practicar (o a intentarlo) ese estilo de vida: de repente, entre un grupo de gente que afirmaba despreciar el dinero se comenzó a mover un importante negocio de miles de dólares en la industria discográfica: ser hippie, en algunos sitios, estaba de moda. Pocas veces el utopismo de un mundo sin dinero basado en el respeto a los demás dio sus buenos resultados: Woodstock y Monterrey fueron magníficos, pero también está el desastre de Altamont protagonizado por los Rolling Stones, del que ya hablé un día. El dólar, enemigo declarado de los hippies en un principio, entró entre ellos para destruirlos de la manera más atroz en la que se puede destruir un movimiento juvenil: la frivolización de sus principios en estética y pseudo-elementos; abundan grupos de pop ñoños y frívolos que hacían letras bastante naïves con una pretendida y falsa base hippie.
Si bien los Rolling Stones pecaban de excesiva terrenalidad, los Beatles pecaban de excesiva espiritualidad. La marginación política por la que finalmente la mayoría optaban tenía también su cara y su cruz: se puede entender que ante la tensión, la violencia y el patriotismo exacerbado uno prefiriera apartarse del mundo; pero esto tenía su efecto negativo en lo tocante a las reivindicaciones serias de entonces, ya que se adquiría así cierto halo malsano de esnobismo intelectual muy perjudicial por un lado, y un egoísmo injustificado. Por supuesto hablamos sólo de los pasotas, los auténticos hippies, pues los activistas compartían ciertas pautas y estética, pero porque toda época tiene su estética. Esto fue muy notable también en nuestro país, cuando empezaron a instalarse en Ibiza parecían ignorar que existía una dictadura viva y operante.
En España, el hippismo entró diez años después de lo que se puede considerar su nacimiento, como ha venido siendo la tendencia de este país respecto a las modas y a las músicas, de la mano de Pau Riba, Jordi Batiste o Hilario Camacho, entre otros, dando lugar a grupos de tendencias psicodélicas y de rock progresivo sobre todo en Andalucía y Cataluña: Smash, Triana, Iceberg, Gong, Companyia Elèctrica Dharma, Barcelona Traction… Pero también de otros lugares: Dolores, los gallegos NHU, los vascos Errobi… No obstante, el hippismo a la americana no se entendió muy bien aquí, ya que conllevaba la marginación voluntaria y la no acción política. Dicen las malas lenguas que los que de aquí se hicieron hippies eran niños ricos que podían jugar a hippies y que, cuando se cansaran, podrían volver al puesto que su papá le tenía asignado en la empresa o en el negocio familiar (no sé hasta qué punto de verdad esto fue verdad, pero también se podía decir lo mismo de ciertos activistas).

Los hippies contribuyeron a cambiar el mundo de entonces, no se puede negar. Pero pagaron un precio muy alto, sucumbiendo a sus contradicciones, a sus vicios, quizás por ellos mismos, quizás por una mano negra que mueve los hilos hasta del mismo presidente de los Estados Unidos…

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