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Legalizando a ritmo de rock


“SI EL MUNDO NO SE ARREGLA POR SI SOLO, HABRÁ QUE HACERLO CON UNA BUENA…COZ”

Grito de guerra con el que la banda comenzaba sus conciertos en los primeros tiempos -Heavy Rock – Popular 1 – # 9 (1984)

Mitin del PCE en Torrelodones (Madrid), el domingo 12 de junio de 1977. Faltaban tres días para los primeros comicios legislativos de la democracia y el partido logró reunir a 300.000 personas.Tal día como hoy, en 1977, el entonces presidente Suárez daba un paso importante en aquello de la transición democrática: tras idas y venidas de emisarios y mensajeros entre el gobierno y el entonces ilegal Partido Comunista de España, reuniones clandestinas con Santiago Carrillo, y la demostración de responsabilidad de sus dirigentes y, más importante, la de civismo de sus bases y simpatizantes (mucho mayor que aquellos “defensores de la civilización occidental” que seguían diciendo que legalizarlos supondría la venida del caos), Suárez decidía legalizar en la Semana Santa de aquel año legalizar al “enemigo secular”. Fue un paso valiente y arriesgado, ya que muchos de los ministros, tanto civiles como militares, no es que fueran reacios, sino que eran hostiles, y amenazaban, indirectamente, aunque a veces muy directamente, con sus “ruidos de sable”: tras la legalización efectiva, el general Gabriel Pita da Veiga, a la sazón ministro de marina, al presentar su dimisión, se convertía en el capitán de una “rebelión” contra la decisión gubernamental; otros militares y cabecillas de la ultraderecha llenaban las páginas de los diarios ultras con incendiarias cartas y editoriales llamando abiertamente a la insurrección. Es de ley decir que tanto el presidente Adolfo Suárez (aun con sus luces y sus sombras) como el ministro de defensa, el general Manuel Gutiérrez Mellado (de quien he llegado a leer en algún medio ultra que era “agente de Moscú”), realizaron una labor encomiable, sobre todo al intentar apaciguar los ánimos de aquellos por lo que tenían que responder desde sus cargos.

Dolores Ibárruri y Rafael Alberti bajan las escaleras del Congreso en las primeras Cortes democráticas tras las elecciones.  MARISA FLÓREZPor su parte, la alegría de los dirigentes, las bases y los simpatizantes del PCE era desbordante, sobre todo porque ya no tenían que esconderse, y se manifestaban abiertamente. El partido, por entonces, gozaba de gran popularidad, además de muchas simpatías internacionales (debido a que con aquello del “eurocomunismo”, su secretario general Santiago Carrillo afirmaba alejarse de la temible y desprestigiante línea dura del estalinismo). Eran muchos, también, los artistas e intelectuales de toda generación, que o estaban afiliados o eran simpatizantes: veteranos literatos como Rafael Alberti y Gabriel Celaya eran una buena credencial; y con ellos, artistas e intelectuales algo más jóvenes. De entre ellos, destacaban los cantautores y los músicos, muchos de ellos reunidos en torno a algo que se llamó “Colectivo Musical del PCE”, que fue el que sacó un disco, dentro de la serie de discos llamado “Hablan los partidos”, que alternaban temas musicales con discursos de los dirigentes: Partido Comunista de España era el volumen 8º de esta serie, y reunía alocuciones de Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo, Simón Sánchez Montero, Marcelino Camacho, Pilar Brabo, Ignacio Gallego y Ramón Tamames, con los temas musicales de Víctor Manuel, Ana Belén, Teddy Bautista y Coz, mítico grupo de rock que es hoy nuestro protagonista.

Coz fue uno de las primeras bandas de rock duro surgidas a finales de los 70, con el precedente de Triana, Asfalto, Bloque, Smash, etc., y, al igual que el resto de estas bandas, tenía un marcado cariz izquierdista: era natural, ya que casi todas ellas procedían de los barrios obreros, y a muchos de ellos les Coz, ¿en la fiesta del PCE?unía cierta afinidad peculiar con los cantautores de la época: Benedicto afirma en su libro Sonata de amigos, que –por cosas de la época- él y Bibiano tuvieron que pasar el examen ante el sindicato de espectáculos, estuvieron presentes como grupo de apoyo, además de cantautores como Elisa Serna, esta banda de rock duro, que ejercieron una cierta presión sobre el tribunal examinador. Desde entonces, Coz ha conocido diversos cambios desde su etapa inicial. En ésta de los inicios, la banda estaba dirigida por los hermanos Amancio y Carlos de Castro, que posteriormente formarían otra banda mítica, Barón Rojo; ellos son los coautores de esta canción junto al bardo asturiano Víctor Manuel, y que se recogía en dicho disco:

Rock de la legalización

Acaba de cumplir cincuenta y seis
que van del charlestón al rocanrol.
Acaba de cumplir cincuenta y seis
y ya podemos ver la luz del sol.
Nadie se esperaba esta explosión,
sábado caliente de resurrección.
Ya soy legal.

Las banderas rojas sin cesar
siguen invadiendo la ciudad.
Jóvenes y viejos se unirán
lágrimas y risas por igual.
Alguien rescató el viejo carnet
que estuvo escondido en la pared.
Ya soy legal.

Esto sí nos tiene que ayudar
a crecer sabiendo trabajar.
Sólo se me ocurre señalar
que la juerga acaba de empezar.

Víctor Manuel – Amancio y Carlos de Castro

http://www.cancioneros.com/nc/9386/0/rock-de-la-legalizacion-victor-manuel-san-jose-armando-castro-rueda-carlos-castro-rueda

El disco se puede descargar de aquí: http://www.mediafire.com/download.php?s4mkhm9k7xsis46

7 días de Enero: 1ª parte: los antecedentes


Los abogados de Atocha

Luis J. Benavides. Asesinado
Alejandro Ruiz. Herido.
Enrique Valdelvira. Asesinado.
Javier Sauquillo. Asesinado.
Luis Ramos. Herido.
Mª Dolores García. Herida.
Serafín Holgado. Asesinado.
Miguel Sarabia. Herido.
Ángel Rodríguez. Asesinado.

 

Hace 31 años más o menos, el 23 de Enero de 1977, un violento grupo de ultraderecha llamado Alianza Apostólica Anticomunista, más comunmente conocidos como la Triple A, perpetraba un sangriento atentado contra unos abogados laboralistas miembros del PCE y de CC.OO, de los que mueren cinco y cuatro quedan gravemente heridos. Se detuvo a los autores materiales, pero nunca a los autores intelectuales, dirigentes de partidos ultras y del a punto de extinguirse Sindicato Vertical: muchos de ellos incluso pueden a día de hoy pasearse por las calles tan tranquilos y dar mítines escoltados por una guardia tan rabiosa, ignorante y vil como la de entonces o más si cabe. Sin embargo, este atentado no fue un hecho aislado o casual, sino que se enmarca en una serie de acciones que venían produciéndose desde 1976 para, de alguna manera, reventar el proceso democrático. Aunque hecho independiente, este cruel atentado debe ser entendido como una especie de colofón a una serie de hechos que arrancan precisamente con la serie de reformas que el gobierno Suárez lleva a cabo y, más concretamente, con la ley para la reforma política. A partir de ahí vienen sucediéndose acciones que, aunque no son nuevas ni mucho menos, son detonadas por esta serie de reformas. La clave que define a este suceso es estrategia de la tensión.

He elegido el título «7 días de Enero» en honor a la película que J. A. Bardem realizó en torno a esos hechos em 1978. Su película, además de ser una magnífica obra cinematográfica, está bien documentada en los sucesos que rodearon tal terrible crimen, arrancando con el mensaje inicial de que no es su intención juzgar a los supuestos culpables o desenmascarar a otros posibles , pues el juicio a los autores materiales no tendría lugar hasta 1980, si bien reinventa los nombres de los asesinos y su entorno, respetando únicamente el de los abogados y su círculo.

Estamos en 1976. A modo de resumen, siguiendo las crónicas oficiales, el rey había destituido a Arias Navarro como presidente del gobierno y le había conseguido sustituir por Adolfo Suárez con el fin de propiciar unas medidas dentro de la legalidad para, llegado el momento, dar el salto a una democracia popular. A partir de ese momento, los políticos más inmovilistas y reaccionarios, conocidos como «el búnker», verán peligrar su estatus político y esgrimirán argumentos tremendistas y alarmistas para que cunda el pánico entre la población, mientras al mismo tiempo promocionan todo tipo de atentados de signo fascista con el fin de crear alarma y miedo.
El 14 de Julio de este año se vota la reforma parcial del código penal, por el cual se pretendía que dejara de ser delito la libertad ideológica y la adscripción a partido y sindicato cualesquiera. La amenaza que ven los ultras es que gracias a esta reforma el PCE y afines pudieran ser partidos legales. No obstante el texto no queda claro del todo; podrán ser legalizables todos aquellos partidos que decidieran entrar de pleno derecho en el juego político legal (dicho así esto a grosso modo), pero no aquellos que estuvieran sometidos a disciplina internacional, tales como el viejo PCE: el problema es que desde que Carrillo y su homólogo italiano fundaron el eurocomunismo, el PCE ya no estaba sometido a disciplina internacional. Los ultras continuaban a la espera.
El día 16 Suárez comparece en televisión para explicar su programa político a la población. Éste se puede resumir en dos ideas fundamentales: la instauración de un estado regido por la soberanía popular y un gobierno representativo, y la concesión de una inmediata amnistía a los presos políticos, de la cual no se beneficiarían en principio aquellos presos políticos encarcelados por delitos de terrorismo (no obstante se benefician de ella todos los encausados de ultraderecha en los altercados y el asesinato de Montejurra): los comunistas Simón Sánchez Montero y Santiago Álvarez se benefician de ella, aunque declaran que al seguir siendo ilegal el partido en el que militan no descartan que puedan volver a prisión. Al mismo tiempo, Suárez comienza a entablar entrevistas con la oposición, a excepción del PCE.

10 de Septiembre de 1976: Suárez presenta ante la opinión pública el proyecto de ley para la reforma política. Dentro de ésta se estipula la libertad sindical.
Tras la victoria de Franco en 1939 quedaron declarados ilegales todos los partidos políticos y sindicatos; siguiendo la doctrina nacional-sindicalista, se creo el llamado sindicato vertical, que servía de enlace entre los trabajadores y la patronal: éste, obviamente, estaba controlado por la patronal, que además eran miembros del partido único generalmente. A partir de 1975, tras las últimas elecciones sindicales, en las cuales CC.OO decidió presentarse a cara descubierta a la candidatura de los puestos de base, sucedió un fenómeno curioso: CC.OO ganó en la base, creando una situación conflictiva en la patronal, pues mientras el sindicato vertical mandaba arriba, las bases de éste estaban en poder de sus enemigos: los sindicalistas comunistas. En las últimas eras del franquismo, el sindicato vertical era representado en las cortes por el siniestro García Carrés, un personaje que jugará cierto papel en esta historia, aunque los historiadores más jóvenes le recuerden por ser el único civil, que se supiera, involucrado en el intento de golpe de estado del 23-F.
El reconocimiento de la libertad sindical implicaba reconocer, entre otros, a cuatro sindicatos, dos de ellos históricos: la socialista UGT, la anarcosindicalista CNT; USO, de inspiración obrero-católica; y la temible comunista Comisiones Obreras. Los ultras comienzan a verle las orejas al lobo, principalmente porque esto puede implicar su pérdida de control en los medios de producción y de los trabajadores. La luz roja de alarma salta entonces cuando, a raíz de esto, el teniente-general de Santiago, vicepresidente de asuntos de defensa, dimite. De Santiago envía además una misiva a sus compañeros de armas muy alarmante. El teniente-general Iniesta Cano le respalda con una encendida columna en el diario ultra «El Alcázar». El gobierno entonces decide tomar cartas en el asunto y hace pasar a los dos militares a la reserva, pero se ve obligado a rectificar, pues por ley eso era imposible. Además, debido a estos sucesos, los teniente-generales de Santiago e Iniesta Cano pasan a ser los dos militares más admirados entre los ultras, mientras que el sustituto de de Santiago, Gutiérrez Mellado, adquiere para ellos el color de la traición y pasa a ser el blanco de sus iras e insultos. La alarma acerca de una posibilidad golpista comienza a tomar cuerpo.
Los meses siguientes vendrán marcados por una violencia y una tensión crecientes.

A finales de Agosto, mientras realizaba una pintada, el trabajador Francisco Javier Berdejo muere en Almería por disparos de la policía. El 8 de Septiembre, también a manos de la policía, muere el militante de CC.OO Jesús María Zabala en una manifestación pro-amnistía en Fuenterrabía (Guipúzcoa): el hecho desencadena la dimisión en pleno del ayuntamiento y una huelga general en Guipúzcoa el día 28 del mismo mes, en unas jornadas de alta tensión, coincidiendo con las últimas ejecuciones del año pasado. El 24 de Septiembre, en Santa Cruz de Tenerife, era asesinado también por la policía, al confundirle con un delincuente, el trabajador Bartolomé García. El 27 de Septiembre, mientras participaba en una manifestación, el estudiante Carlos González era asesinado por un comando de ultra-derecha denominado Guerrilleros de Cristo Rey. Todos estos sucesos conllevaron una gran indignación entre la población, que se veía involucrada sin ni tan siquiera quererlo: el temor a un enfrentamiento armado iba en aumento, especialmente el 4 de Octubre, cuando ETA asesina en San Sebastián a Juan María de Araluce, el presidente de la Diputación Provincial de Guipúzcoa y consejero del reino. La tensión va en aumento: la policía pide al gobierno el estado de excepción en Euskadi, que es denegado, mientras que la ultra-derecha comienza a demostrar su descontento incluso en insultos al rey y al gobierno; comienzan a esgrimir un lema que aplicarán a todos los que ETA o GRAPO mate: «les ha matado el gobierno», y comienzan a pensar cada vez más en la necesidad de realizar algún tipo de «acto patriótico» definitivo.

Finalmente, el 16 de Noviembre el equipo de gobierno de Suárez lleva el proyecto de la reforma a las cortes para su votación. Durante los discursos se hace patente el enfrentamiento entre los aperturistas o reformistas y los inmovilistas, los ultras, como Blas Piñar y Fernández de la Vega; estos últimos acusan de una manera más o menos velada a los primeros de deslealtad, recordándoles los juramentos mano-sobre-la Biblia de defender a España y las ideas del Movimiento. No obstante, el resultado es abrumador, a la par que revelador: 425 votos a favor, 59 en contra, y 13 abstenciones. La ley para la reforma política queda así aprobada con un amplio respaldo por parte de la cámara: Suárez reposa su cabeza en el respaldo del sillón azul con gesto de alivio y de satisfacción, pero es muy posible que lo que pasó a partir de entonces tuviera como desencadenante este preciso momento. La ley saldrá a la calle para que los ciudadanos la voten en referéndum.
No obstante, la oposición opta por hacer campaña en favor de la abstención, debido a que todas las fuerzas políticas no circunscritas dentro de lo que era el movimiento seguían siendo ilegales, y además porque la oposición abogaba por la ruptura total con el régimen anterior, y no por una continuidad dentro de la legalidad, como pretendía el gobierno; pero a la vez, lo que menos les convenía era que la ley sacara un rotundo no que les hubiera llevado al principio de donde estaban y hubiera satisfecho a los ultras más crispados y crispantes. El aparato propagandístico de Suárez lanza entonces una masiva campaña contra la abstención, cuya banda sonora fue «Habla, pueblo habla», interpretado por el grupo Vino Tinto.
La crispación de la ultra-derecha se hace patente el 20 de Noviembre, aniversario de la muerte de Franco y celebrado con toda la parafernalia fascista: al acto acuden los diputados más ultras. Los manifestantes corean insistentemente estos dos lemas: «Gobierno dimisión» y «Ejército al poder»; este último lema es el que más preocupa al gobierno: la posibilidad de que el generalato, compuesto en su mayoría por ex-combatientes de la guerra civil, pudiera dar un golpe de estado para devolver al país a la situación de dictadura militar. Alarmante además porque de los 59 votos en contra de la ley de la reforma política, 8 se correspondían a mandos militares.

Por su parte, la oposición entera se reúne para estudiar los propósitos de Suárez y llegan a un acuerdo en lo que van a exigir al gobierno, que, a grandes rasgos, se pueden resumir en tres puntos: reconocimiento de todos los grupos y sindicatos, neutralidad en los resultados de referéndum, reconocimiento de todas las nacionalidades del estado y disolución del Movimiento. Crean la llamada Comisión de los 9, que representaba de alguna manera todas las líneas ideológicas de la oposición democrática: comunistas, socialistas, demócrata-cristianos, liberales, y nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. La comisión solicita una revista con el gobierno, pero no obtiene respuesta.
A todo esto hay que sumar otros hechos, algunos anecdóticos en apariencia: el 24 de Noviembre se ve en dos documentales, uno para la televisión sueca y otro para la francesa, al propio Santiago Carrillo circulando en coche por las calles de Madrid con total impunidad; es necesario recordar que Carrillo, a diferencia de Sánchez Montero y Álvarez, tenía condición de ilegal, y esta demostración suponía poner en evidencia al gobierno y a las fuerzas de seguridad de defensa del país. Esto no era más que el primer paso de su estrategia de echar un pulso al gobierno para, de alguna manera, forzarlo a legalizar el PCE. Semanas después Carrillo convoca a los principales medios de información, haciendo que los periodistas den rodeos alrededor de Madrid hasta llegar a un piso del centro en donde da una rueda de prensa; sus declaraciones no son sorprendentes ni innovadoras: lo realmente importante de esto es el hecho en sí de que Carrillo pudiera dar en pleno Madrid una rueda de prensa para desesperación del entonces ministro de la gobernación Martín Villa.
Por su parte, también el PSOE de Felipe González, partido ilegal pero tolerado por el gobierno, plantea también su pulso al celebrar su XXVII congreso del PSOE a 10 días del referéndum: el 10 de diciembre arranca el primer congreso del PSOE celebrado en España desde 1932, contando además con las figuras más relevantes del socialismo internacional como François Miterrand, Pietro Neri, Olof Palme y Willy Brandt entre otros. El congreso, pese al tono intencionalmente moderado de González, acaba con la inclusión del término «marxista» en la base de la definición ideológica del partido y con el consabido cántico de «España mañana será republicana», a pesar de que los dirigentes socialistas, al igual que los otros jefes de la oposición, habían renunciado a plantear al gobierno la problemática «república o monarquía» con el fin de entrar en el juego político.

Este panorama, aunque tenso, parecía discurrir por unos caminos de calma relativa. Pero nadie sospechaba que alguien o algunos, tal vez algún cerebro en la sombra, estaba planeando tensar la cuerda hasta hacer saltar  a ciertos elementos… Las piezas del juego ya están sobre el escenario, pero nadie sospecha que para ganar el juego tengan que ser sacrificados ciertos peones. El nombre GRAPO está a punto de hacer su aparición en escena, en un momento muy inoportuno, o tal vez oportuno, según se mire, o, mejor dicho, según quién lo mire.

El Recital de Madrid


Título
El Recital de Madrid
Intérprete
Raimon

DISCO 1

  1. La nit
  2. So qui so (Joan Timoneda)
  3. Qui ja ho sap tot
  4. El País Basc
  5. Al vent
  6. Sobre la por
  7. Sobre la pau
  8. T’adones, amic
  9. T’he conegut sempre igual
  10. Inici de càntic en el temple (Salvador Espriu)

DISCO 2

  1. Jo vinc d’un silenci
  2. Quatre rius de sang
  3. Es veu
  4. 18 de Maig a la Villa
  5. Indesinenter (Salvador Espriu)
  6. La muntanya es fa vella
  7. Quan jo vaig nàixer
  8. Cançó del remordiment
  9. D’un temps, d’un país
  10. Diguem no
  11. Sobre la por
  12. Diguem no
Música: Raimon
Letras: Raimon, salvo allá donde se especifique
Grabado en directo el 5 de Febrero de 1976 en el Pabellón de Deportes de Madrid

Comentarios. El Recital de Madrid es uno de los mejores discos en directo de la canción de autor de los años 70. Grabado el 5 de Febrero de 1976 en el Pabellón de Deportes de Madrid, el recital tuvo primordialmente una importancia política antes que musical. Dicho concierto se celebró en pleno inicio del intento de una apertura democrática a la que era opuesto parte del gobierno, al igual que su entonces presidente Carlos Arias Navarro (el denominado "búnker"), a pesar de haber concedido ciertas amnistías parciales a algunos presos políticos. El año 76 fue especialmente revuelto, especialmente por esa oposición a la apertura que el "búnker" llevaba a cabo mediante la represión policial, la huelga casi general que había en las principales ciudades, las manifestaciones pro-amnistía y, por si todo esto fuera poco, los atentados de ambos signos que no hacían presagiar un buen desenlace al cambio democrático. En este marco revuelto es en el que Raimon pretende hacer cuatro recitales en Madrid, siendo este disco el testimonio sonoro del primero de ellos.
Tanto el cantante como la organización quisieron impregnar el concierto con un marcado cariz político en el que se intentara simbolizar la unidad de las fuerzas políticas de izquierdas. Para ello, la organización reservó una fila 0 en la que se sentaron el socialista Felipe González, Simón Sánchez Montero, uno de los dirigentes del PCE; y el héroe sindical Marcelino Camacho, casi recién salido de prisión gracias a la primera amnistía parcial otorgada, entre otros líderes políticos y sindicalistas (algunos de los cuales no se portaron demasiado bien con el cantante de Xátiva al llegar al poder). La audiencia recibe a estos invitados al grito de "¡Unidad, unidad!". Para Raimon, por su parte, el concierto también está marcado tanto política como personalmente; personalmente porque fue la primera vez en ocho años que tocaba de nuevo en Madrid debido a la prohibición que le impusieron tras el recital ilegal que dio en la Facultad de Económicas (hoy Geografía e Historia) de la UCM; y políticamente, porque, como explica al principio del recital, éste le iba a servir para cantar todas aquellas canciones que le habían venido siendo prohibidas interpretar en público.
Ese ambiente de revuelta política se puede oír perfectamente en las voces del público: lo primero que se oye al reproducirlo son los gritos de "¡Unidad!", "¡Amnistía!" y "¡Libertad!" que lanza el público. Se nota también en la manera tan fervorosa con la que el público recibe las más significativas de Raimon, consiguiendo que el concierto fuera mitad mitin político, mitad recital musical. Lo que no recoge el disco, pero que explicaría Raimon después, fue que el que mandaba en los policías que allí vigilaban a la audiencia amenazó con gasear el local porque oía injurias al rey y vivas a la república; en esa ocasión, la sangre fría de Anna-Lissa, la esposa de Raimon (destinataria de aquel precioso "Com un puny") evitó una catástrofe al aconsejar al policía hablar con sus superiores antes de proceder.
El concierto transcurre entre los gritos de la audiencia enfervorecida, sintiendo la libertad por fin de gritar en los conciertos, con Raimon presentado cada una de las canciones y traduciendo total o parcialmente sus letras o las de Espriu o Timoneda. Dentro de todo su repertorio, hay una canción que escapa a la significación política del resto: se trata del poema "So qui so" del poeta catalán del siglo XVI Joan Timoneda, siendo prácticamente ésta la única canción de "amor cortés" que Raimon interpreta. El cantante de Xátiva comienza su actuación con una de sus canciones más antiguas, "La nit", una canción que muy al principio solía escapar a la tijera del censor gracias a su juego de símiles y metáforas y que consistía en una comparación entre la dictadura y la noche entendida negativamente. Desde ahí repasa toda su historia político-musical. Entre sus propias letras cuenta, entre otras, con canciones tan emblemáticas como "T’he conegut sempre igual", dedicada al perseguido político Gregori López i Raimundo; el poema solidario "El País Basc", una canción que se solidarizaba con el pueblo vasco al tiempo que denunciaba la represión que sufrían, fue uno de los más aplaudidos; la canción dedicada al "Che" Guevara, "Sobre la pau"; el canto a su tierra en "Quatre rius de sang"; y dos históricas de las más prohibidas: la épica "Al vent", que confiesa haber escrito a los 18 años con toda su inocencia, pero también con toda su fuerza, y "Diguem no", esa estupenda balada que denuncia y renuncia a un mundo violento e injusto. Muy significativa es la inclusión de "18 de Maig a La Villa" (18 de Mayo en La Villa), que expresa las emociones que tanto él como el público sintieron durante aquel recital en la Universidad Complutense el 18 de Mayo de 1968. Interpreta también dos canciones inéditas como son la queja de clase de "Jo vinc d’un silenci" y "Es veu", una irresistible balada cargada de esperanza. Canta también dos canciones hechas sobre los poemas de su poeta contemporáneo favorito, Salvador Espriu, que la audiencia madrileña había conocido gracias a él: "Inici de càntic en el temple", dedicada al poeta Joan Salvat-Papasseit, e "Indesinenter", palabra latina que significa "incansablemente". Además el cantor valenciano sufre una graciosa anécdota cuando quiere interpretar temáticamente "Sobre la por" y "Sobre la pau" seguidas: al arrancarse con la primera sufre un tremendo de amnesia: "Mig perdudes¡Qué equivocación!… Perdonad". Intenta recuperar los acordes al tiempo que explica que no la canta muy a menudo (es decir, que no le dejan). "¡Pues no la toco!", bromea, pero promete ensayarla en el descanso y tocarla en la 2ª mitad del recital que se recoge en el 2º disco, y efectivamente, aunque pretendía finalizar con "Diguem no" toca la canción que se le resistía.
No obstante, la audiencia insiste en que no acabe, y Raimon les explica que quiere tocar los cuatro recitales enteros, para lo cual tiene que estar en forma. Aún así ofrece un bis tocando "Una canción que vosotros habéis hecho vuestra porque la habéis cantado mejor que yo: "Diguem no".
Aun así, al día siguiente el ministro de la gobernación, Manuel Fraga Iribarne, al igual que haría con otros espectáculos, suspendió los otros tres recitales seguramente debido al informe policial de aquel señor que quería gasear el local. Este hecho aparece en el disco: se pueden observar en la portada una serie de cuatro números racionales que representan una cuarta parte de los cuales todos están tachados menos el 1/4, al tiempo que el diseño del título asemeja aquel temible sello de la gobernación civil que prohibía o limitaba los espectáculos y los textos.
Este disco, a mí entender, es uno de los más importantes de la canción de autor catalana y española en general, y uno de los directos más potentes. El hecho de que plasme, gracias al público, un momento político y social de especial relevancia para el país, le hace ser un documento importante no sólo a nivel musical, sino también histórico.

Memorias de la transición: el ejemplo de la música


Quien quiera venderos la idea de que una vez muerto Paquito el pistolas hubo plena libertad en la España, os miente bellacamente: ¿por qué coño si no lo llaman transición? Para llegar a un estado que garantizara las libertades liberales de sus ciudadanos (decente sistema el de hoy, pero mejorable) hubo que ganar miles de batallas y rendirse en otras.
El ejemplo de que no hubo tal libertad total es el de la música. Todavía en el año 78 se prohibían conciertos, incluso a última hora o cuando iban ya por la mitad. Por ejemplo, a Raimon, Fraga, entonces ministro de la gobernación en el año 76, le prohibió 2 de los 3 recitales programados en Madrid; las multas y detenciones caían sobre el artista por alteración del orden público (bueno, porque el público cantaba cosas: ¡y qué querían! era un concierto), y muchos sucesos por el estilo.
En una ocasión cantaron Bibiano y Benedicto a beneficio de Santiago Álvarez (creo que se llama), que estaba en la carcel: y se montó un pitote porque un chico quiso poner una bandera y los polis -que no pagaron entrada- fueron a detenerle: este disco está grabado y se puede oír el follón (Benedicto lo cuenta mejor en http://www.ghastaspista.com).
Y es que si ha habido una época en la que a través de un disco puedas sentir la tensión, la rabia y las esperanzas de toda una generación, pero también de todo un pueblo es en los discos en directo de canción protesta: un público entregado que gritaba «el pueblo unido jamás será vencido» en todos los idiomas y dialectos de aquí; que gritaban «Visca Catalunya lliure!», «¡Viva Galicia ceibe!», «Gora Euskadi askatuta!», ¡Viva Castilla comunera!… y no sigo más que me canso; y también «No nos moverán» y «Amnistía. Libertad», y un largo etcétera de frases que han pasado a la posteridad, en parte, gracias a estos discos.
Por otra parte, el comportamiento intachable de los artistas fue ejemplar: lejos de causar daños, preferían llamar a la calma antes que unirse a armarla. Por otro lado, podían ya reivindicar su tierra, pero si se trataba de cantar juntos allí iban todos. Los recitales masivos se parecían a una especie de evento deportivo: todas las regiones representadas: Gerena por Andalucía, Pablo Guerrero por Extremadura, La Fanega y Julia León por Castilla, Raimon por Valencia, Pi de la Serra por Cataluña, Urko por Euskadi, Benedicto por Galicia… es sólo un cartel de uno de aquellos eventos. ¡Cuánto tendrían que aprender tos estos bocazas, centralistas y nacionalistas, que tanto se jactan de haber estado en la carcel o haber corrido delante de los grises! (¡payasos! viven del pasado y nos importa el presesnte) Y eso al tiempo que comparan la moderación de los tiempos actuales con los de la transición. Pues, bueno: aquí desmiento yo. Y para muestra del talante democrático de algunos presuntuosos y presuntos demócratas que por entonces pululaban, os dejo estos recortes de prensa de la época: 

EL PAÍS  –  Cultura – 21-09-1976

JAIME MILLAS,
–  Valencia

Suspendida «La trobada
dels pobles» por la presencia de banderas

Después de transcurrir cuatro horas del festival La trobada dels pobles
en el Nou Estadi del Levante, el delegado gubernativo suspendió el acto
de forma verbal por la presencia de banderas y pancartas alusivas a partidos y
consignas políticas. De los catorce cantantes todavía quedaban cinco por
actuar. Según parece, solamente estaban autorizadas las banderas valencianas,
no las de otras nacionalidades y regiones españolas, ya que el festival, aunque
estaba convocado en el País Valenciano, pretendía acoger el mensaje y
reivindicación autonómica de los diversos pueblos de España.

Desde las seis de la tarde del sábado, hora en que fue abierto el estadio,
se inició un desfile por el césped de pancartas y banderas de los más
contrapuestos partidos políticos, aunque en todo momento predominaba la senyera
con una gran muestra situada atrás del escenario con unas medidas de más de 600 metros cuadrados.
El orden de esta efervescencia política, que en ningún momento se retrajo hasta
bien avanzada la hora del recital, fue controlado en la medida de lo posible
por un servicio de orden de 300 personas y un equipo de 10 radioteléfonos que
controlaban los distintos movimientos del público.

Los 25.000 espectadores aplaudieron especialmente las actuaciones de Elisa
Serna y Luis Pastor, por Castilla. El encuentro lo abrió la presentación de
Ovidi Montllor y las canciones del grupo Luis Miquel i 4 Z. Por Ibiza actuó Uc.
En representación de Portugal Luis Cilia, por Galicia, Bibiano y Benedeto,
mientras que por el País Valenciano los segundos intérpretes fueron el grupo de
Aracelli Banyuls. Con la actuación de Dolores Lafitte, representante de
Cataluña, llegó la prohibición del Gobierno Civil. A lo largo de todo el acto
los organizadores iban recordando las condiciones en las que estaba autorizado.

Incidentes y desalojo

Con motivo de la actuación de Lupe representando a Euzkadi ocurrió un
incidente que paralizó unos minutos el festival. Cuando entonaba su primera
canción una persona portadora de una ikurriña saltó al escenario siendo
rápidamente expulsada por los miembros del servicio de orden. El público
intentó empezar a gritar libertad. El incidente se solucionó con la
presencia colectiva de todos los cantantes que solicitaron continuase el acto
sin más percances. Por otro lado, el presentador explicó que el festival sólo
podía estar presidido por la bandera valenciana. Como elementos populares
destacaron la actuación de la banda musical de Pedralba La Popular, los
fuegos artificiales de los hermanos Bronchú y la organización de la rifa de un
jamón.

Sin embargo, estos elementos no fueron suficientes para desarrollar el acto
según las previsiones de los organizadores. Conocida la suspensión por los
altavoces, el público empezó a gritar la dimisión del gobernador y cantar No
queren moguts
(no seremos movidos). Estaban presentes miembros de la Taula y el dirigente
comunista Simón Sánchez Montero.

Hacia las doce y media hizo acto de presencia en el estadio la fuerza
pública que desalojó a la parte del público que se resistía a salir. A
continuación se produjeron diversos intentos de manifestación en el centro de
la ciudad que fueron rápidamente disueltos.

No pudieron actuar Manuel Gerena en representación de Andalucía. Labordeta
por Aragón. Los Parra por Chile, Cabrera por Uruguay y Ovidi Montllor por el
País Valenciano.

EL PAÍS  –  Madrid – 3-7-1976

Balance positivo de las fiestas
de Carabanchel

Se celebraron en Carabanchel las fiestas con motivo del día de San Pedro.
Promovidas por la
Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto y organizada por
trece entidades ciudadanas del barrio, estos festejos fueron suspendidos por el
Ayuntamiento en un principio pero después, por las presiones de los vecinos y
la tenacidad de las entidades ciudadanas, fue definitivamente aprobado aunque
no se dio luz verde a tres de los actos que se iban a organizar y figuraban en
el programa de fiestas .Los tres actos prohibidos fueron una representación
teatral de un grupo aficionado, un recital de Luis Pastor, y una cabalgata de
carrozas en la que cada una de ellas expondría un tema relacionado con los
problemas del barrio. Los dos primeros actos estaban previstos para el domingo
27 y la cabalgata para el martes, 29, día de San Pedro. Los temas que se iban a
tratar en forma de crítica con el desfile de carrozas eran, entre otros,
carestía, enseñanza, transportes y participación ciudadana.

Los actos permitidos, que se desarrollaron desde el día 25 al 29 del pasado
mes, incluían cucañas, carreras de sacos, juegos infantiles, manifestaciones
deportivas y, cada noche, la verbena popular al final de la calle Alfredo
Aleix. El balance de estas fiestas, según las asociaciones organizadoras, ha
sido altamente positivo y en un comunicado hecho público ayer por un
representante de la organización, se dice que el aspecto más relevante fue la
masiva participación de ciudadanos, vecinos no sólo de Carabanchel, que en
número de 40.000, término medio por noche, acudieron a la verbena popular.

«Es la primera vez en muchos años que la gente participa de modo tan
entusiasta en las fiestas del barrio. Queremos dar las gracias por el apoyo que
los pequeños comerciantes e industriales han aportado a la subvención de la
organización».

EL PAÍS  –  Madrid – 20-10-1976

Autorizadas las fiestas
culturales de San Blas

El pasado lunes se cursó la autorización del Gobierno Civil para celebrar
las fiestas culturales y recreativas de San Blas-Simancas. Ayer comenzaron los
actos con un recital de Luis Pastor y en días sucesivos actuarán Pablo Guerrero
y Elisa Serna. Estos actos darán comienzo a las ocho de la tarde. Las fiestas
del barrio de San Blas, solicitadas con anterioridad, habían sido denegadas los
días 8 y 15 de octubre. La tercera solicitud fue admitida «por cumplir los
requisitos exigidos al efecto por la ley reguladora del derecho de reunión. «La
autorización específica que no se permitirán colectas durante los actos, dado
que la asociación, en su escrito de solicitud, había especificado que no
cobraría a nadie taquillaje de ningún tipo.

EL PAÍS  –  Cultura – 09-11-1976

Suspendidos varios recitales

Varios recitales programados o en proyecto fueron suspendidos en la última
semana. El martes día 3 se prohibió un recital en Filosofía de la Complutense en el que
iban a participar Pablo Guerrero, la
Fanega, Fernando Unsain, Julia León, Adolfo Celdrán y Pepe
Taranto.El sábado estaba previsto el comienzo de un ciclo de canción popular en
Alicante, pero el Ayuntamiento, propietario del local, suspendió dicho ciclo,
donde iban a actuar Luis Pastor, Ovidi Montllor y José Antonio Labordeta. La
empresa del cine Alcalá Palace de Madrid, por su parte, no ha querido alquilar
el local para un festival a favor de la Asociación de Amistad España-China, previsto para
el domingo.

EL PAÍS  –  Cultura – 21-11-1976

Cinco recitales prohibidos a
Luis Pastor

Luis Pastor no pudo cantar, en varios recitales, al habérsele sido prohibida
su actuación por diversos gobernadores. El jueves debiera haber actuado en
Sevilla, en la pista Hielotrón, junto con Pablo Guerrero y Paco Urizal,
calculándose en más de 2.500 personas la asistencia al acto. El gobernador de
Sevilla prohibió únicamente la actuación de Luis Pastor. Al tenerse
conocimiento del hecho, Pablo Guerrero y Paco Urizal se solidarizaron con Pablo
Guerrero, lo que ocasionó a los organizadores unas pérdidas superiores a las
60.000 pesetas. En Cáceres, Soria, Almazán y Alicante, también le ha sido
prohibida la actuación a Pablo Guerrero, con ocasión de diversos recitales
previstos. «Esta situación es alarmante -ha declarado L.S. Rufo, representante
de Luis Pastor-, ya que en el corto espacio de trece días son cinco los
recitales que le han sido suspendidos, lo que vuelve a denunciar la inseguridad
en el trabajo, dado que los representantes de la canción popular -léase las
últimas prohibiciones de Gerena o las dificultades de Pí de la Serra-, aun afiliados al
Sindicato del Espectáculo, no tienen cauces, al menos mientras no se demuestre
lo contrario, para poder defender su derecho al trabajo como trabajadores de la
canción.»

 

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