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Pablo Iglesias


Oí en cierta ocasión que cuando Pablo Iglesias fue a firmar el acta fundacional del PSOE, vieron claramente que sus dedos y sus uñas estaban negros de la tinta que usaba en su trabajo como tipógrafo.
Una vez le conté esta anécdota a un amigo, que emocionado me contestó: <<Eso es como la antítesis del "Muera la inteligencia" de Millán Astray>>.
Siempre me ha gustado esta anécdota, quizás por lo que mi amigo decía, quizás porque Iglesias llevaba en sus manos las huellas de su trabajo.

Socialismo en libertad


Siguiendo el hilo de la recuperación de la memoria histórica, esta canción la pongo con toda la intencionalidad.
Entre los años 76 y 77, mientras luchaban por su legalización, tanto el PCE como el PSOE y otros partidos de la misma línea ideológica, acuñaron el término "Socialismo en libertad". Víctor Manuel, comunista convencido, tomó ese eslogan para hacer una canción emblemática que fue mal acogida entonces por muchos críticos debido a la "excesiva" politización del cantante. Pero… ¿qué necesidad de buscar la curiosa canción que de chaval le dedicó a Franco, porque a todos los chavales de entonces les habían lavado el cerebro con esas cosas, cuando puedes, te guste o no el mensaje, gozar de joyas como ésta?

Socialismo en libertad

Alcémonos todos como una sola voz,
veremos mañana el nuevo sol.
Veremos mañana la nueva sociedad,
que sea gobierno la igualdad.

Socialismo en libertad,
la roja bandera,
la solidaridad,
la roja bandera
vencerá.
Con la fuerza que nos da
la roja bandera,
la solidaridad,
la tierra que estrena
libertad.

Sabremos ser libres,
podremos alcanzar
de todos los pueblos
la unidad.
De todos los pueblos
nos sobra voluntad,
haremos camino
al caminar.

Socialismo en libertad,

la roja bandera,

la solidaridad,

la roja bandera

vencerá.
Con la fuerza que nos da

la roja bandera,

la solidaridad,

la tierra que estrena
libertad.

Un solo destino
nos lleva a la unidad,
un solo camino hay real.
Un solo camino,
no hay nada que ocultar,

quién puede querernos separar.

Socialismo en libertad,

la roja bandera,

la solidaridad,

la roja bandera

vencerá.
Con la fuerza que nos da

la roja bandera,

la solidaridad,

la tierra que estrena
libertad.

Víctor Manuel

El Movimiento Hippy (I)


A un hippy le robas una vez, pero dos no.
Josete

Coincidencia o no, da la casualidad -o la causalidad, vaya usted a saber- que he puesto vídeos y temática de la música de los hippies sin haber caído en la cuenta de que estamos en el 40º aniversario del llamado Verano del Amor. Por esta razón, quisiera hablar del tema y homenajear así a una generación que plantó cara al sistema fascista encubierto de su país, empeñado en dirigir mediante la siniestra CIA los designios del mundo entero. Ésta es la historia de su música, porque creo que la historia del movimiento hippy es la historia de su música.

Lejos de lo que se suele pensar, el movimiento hippy no es tan simple como pareciera: en sentido amplio abarcaba a un buen elenco de gente con ciertos puntos en común: los estudiantes radicales, el movimiento pro-derechos civiles, los partidos de la nueva izquierda, el movimiento ecologista…; aunque también meten a gente que en realidad no eran hippies, y que, a veces, eran radicalmente opuestos a sus planteamientos, como eran los Ánegeles del Infierno, los Panteras Negras o el underground neoyorquino warholiano. Pero el hippy en sentido estricto era un personaje que decidía que no quería saber nada más del mundo pequeño-burgués, del sueño americano, de la industria, de la guerra ni de la política; se auto-marginaba y experimentaba con su cuerpo y su mente amaneceres espirituales, a veces lisérgicamente artificiales. La cita con la que abro, que me la dijo un antiguo amigo, es acertada del todo, y refleja el espíritu del hippy auténtico, dispuesto a creer en la supuesta bondad natural del hombre, aunque sepa que quedará defraudado: a un hippy no le robas con mentiras, se deja robar porque quiere confiar en todo el mundo, pero ya después no se dejará.

Para ver su historia hemos de remontarnos un poquito hacia atrás, a los años 50. El movimiento hippy no es un movimiento original, sino la evolución de un movimiento anterior. A finales de los años 40, el descontento con el american way of life era palpable en algunos individuos que eran llamados hypsters: era gente joven y aburrida de lo que su país les podía ofrecer; por esa razón se refugiaban en divertimentos que les aseguraban nuevas sensaciones y modos de ver la vida como era la marihuana, el jazz, sobre todo el be-bop de Charlie Parker, las religiones y filosofías orientales y una nueva poesía inspirada por estos elementos nacida en la auto-marginación dentro de los áticos y buhardillas de las grandes ciudades o en largos viajes a lo largo de la nación. El libro fundacional de esta generación era En la carretera, del novelista Jack Kerouac, uno de sus fundadores y principales ideólogos: es un libro semi-autobiográfico que relata esos viajes, y en los que el escritor hace aparecer disfrazados pero reconocibles, a sus correligionarios: Neal Cassady, el marginado cuya forma de vida inspiraría a la mayoría, el poeta Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti y otros. Ginsberg fue por su parte el padre de una poesía automática, improvisada (como el be-bop), nacida de una interioridad insobornable, que fue conocida como beat (ritmo), y a los seguidores de este estilo de vida beatnicks. Un beatnick era una mezcla de socialista (comunista o anarquista) en lo político, un budista en lo religioso, un cristiano en el sentido estricto y primigenio de la palabra en la moral, un marginado, un negro en lo musical, un vagabundo, un repudiado y un deprabado ante los ojos de la sociedad bienpensante americana. El beatnick da la espalada a las convenciones burguesas americanas y experimenta nuevas formas de expresarse, de vivir y de relacionarse incluso sexualmente; algunos inclusos experimentan con drogas más peligrosas como la morfina y la heroína, como William Burroughs, autor del delirante Almuerzo desnudo. Pero el beatnick suele tener un ánimo más individualista, mientras que el ánimo hippy será más comunal. Los puntos políticos que tienen en común crean un estrecho vínculo con los folksingers politizados coetáneos como Woody Guthrie, Pete Seeger, Leadbelly, que, no obstante, no son beatnicks: los beatnicks eran la parte mística, mientras que los folkies eran la parte política de una generación desilusionada: unos se auto-marginaban mientras que los otros decían que la lucha activa, aunque fuera con la música, era mejor opción. Esta diferenciación también será importante en el futuro.
En los clubs de jazz y de folk, los muchachos fugados de sus casas para tocar música, pintar cuadros o escribir poemas se codean a finales de los 50 y principios de los 60 con poetas beats ya consagrados, músicos de folk y de jazz, antiguos sindicalistas, miembros del casi ilegal Partido Comunista. Estos chicos nuevos son considerados todavía como beatnicks, y entre ellos encontramos a futuros valores como Joan Baez, Phil Ochs, y Bob Dylan. A principios de los 60 el elemento bohemio minoritario y clandestino se estaba poniendo relativamente de moda, más especialmente con el éxito popular, musical y literario de Bob Dylan, un chico que lee a Ginsberg y a Kerouac y que escucha a Woody Guthrie.
Al mismo tiempo, el mundo comienza a revolverse contra el status quo establecido tras las II Guerra Mundial. A finales de los 50, por ejemplo, en España se produjeron las primeras revueltas estudiantiles, en las que se encuentran mis admirados profesores Enrique Tierno Galván y José Luis Abellán. También allí se comienza a mover algo en las universidades, y también dentro del Bloque Soviético. Los años 40 y 50, que habían pasado tan tranquilamente en casi todas las partes del mundo, estaban dejando paso a una década que prometía ser movidita, con una guerra secreta y escalofriante aunque no declarada entre los dos grandes sistemas vencedores sobre el fascismo: la Guerra Fría estaba a punto de alcanzar algunos de sus puntos más calientes. En Estados Unidos, el deleznable senador McArthy investiga el comunismo, a veces infundado otras fundado, de artistas y políticos, en lo que se denominó la «caza de brujas»: un método fascista dentro de un país que dice estar orgulloso de su democracia. Los 50 se cierran con el hecho que marcará buena parte de las relaciones internacionales del mundo: la Revolución Cubana. Y mientras tanto, para luchar contra el comunismo, Estados Unidos busca aliados hasta en el infierno: Eisenhower abre los brazos al homicida general Franco, y éste le cede puestos para establecer sus legiones, unidos en la lucha anti-comunista.
La crisis de los misiles cubanos tuvo sobre buena parte de la juventud americana un efecto devastador, pero en algunas ocasiones positivo: muchos comenzaron a pensar que en el futuro el idioma de las armas debe de ser erradicado totalmente e implantar nuevas conciencias para evitar la total destrucción. El movimiento pacifista estaba naciendo alrededor de todo el mundo, y muy especialmente en Estados Unidos.

La verdad sobre la II República Española


¡Qué fácil es hablar desde la ignorancia! Juzgar las cosas desde un punto de vista sesgado e interesado y exagerar los hechos si se puede, al tiempo que se velan otros…
Durante los últimos años he oído auténticas barbaridades acerca de los que fue la II República Española por ambos lados, pero sobre todo por aquel otro que se empeña en magnificar y sobreponer a este momento histórico otros como la Restauración borbónica I y II; ésta última, aquella de la Transición democrática.
HECHOS:
Los pueblos españoles, cansados de los desmanes de la clase política monárquica y de la dictadura de Primo de Rivera y Dámaso Berenguer, cansados de caciquismos rurales, de la losa que pesaba sobre la cultura, de los abusos de la burguesía derechista, y, muy especialmente, de un rey memo que parecía sordo a todo lo que estaba pasando como era Alfonso XIII, decidieron, liderados por un grupo de intelectuales entre los que se encontraban toda la plana de la Institución Libre de Enseñanza, auténticos artífices de la regeneración cultural española, y las generaciones poéticas, literarias y filosóficas del 98, del 14 y del 27, plantar cara al rey y a sus lacayos. El camino fue duro: represiones, cárceles, tiros, revueltas militares republicanas, como la protagonizada po Fermín Galán, de quien dice la leyenda que al morir fusilado profirió el grito de «¡Viva la República!». Finalmente, el gobierno provisional del almirante Aznar, accedió a celebrar un referéndum en el que el apoyo a la República obtuvo un resultado aplastante gracias a la alianza formada por republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, cuyo voto fue decisivo. Comenzaba así, con el 1er gobierno provisional, el camino hacia la europeización de España: hacia la cultura, hacia la ciencia, hacia las artes y hacia la laicización.
No os aburriré con una exhaustiva lección de historia, pero resumiré los hechos. La Constitución del 1931 fue (y quien diga lo contrario, miente) la 1ª base legislativa de un estado plenamente democrático, civil y laico, es decir, sin interferencias de intereses clericales o militares como hasta ahora (si exceptuamos la 1º República, más desconocida que ésta, pero no menos importante); en ella, el primer título definía al país como nación de trabajadores de toda clase social: observamos el deseo de socialización que tuvo, intentando con este título la abolición de toda clase social. El Bienio Reformista, con Niceto Alcalá Zamora como Presidente, y con Manuel Azaña como presidente del gobierno, llevó a cabo ciertos proyectos que necesitaban muchas instituciones tradicionales como la iglesia y el ejército, y mejoras para el campesinado, población mayoritaria por entonces, como fue la Reforma Agraria; todo ello en aras del remozamiento de la vieja España. Se consiguió, además, y de esto tendríamos que estar orgullosos, porque fuimos el 2º o el 3er país en hacerlo, el voto femenino (aunque esto levantó ampollas incluso en círculos izquierdistas, debido a la creencia en que las mujeres eran mucho más conservadoras que los hombres).
Como es de imaginar, tales reformas no fueron del agrado de todo: las viejas instituciones empezaron sus protestas al tiempo que se arremolinaban en torno a los partdios monárquicos y, más adelante, a los nacientes partidos de extrema-derecha. Esto se vio reflejado en el primer intento de golpe de estado, llevado a cabo por José Sanjurjo, un general monárquico forjado en Cuba y en África; el golpe fracasó y Sanjurjo fue detenido por alta traición y condenado a muerte: la condena fuer revocada, pero el general estuvo encarcelado hasta que el gobierno de 1934 le concedió una amnistia y huyó exiliado al Portugal de Salazar.
Pero también entre los partidos y sindicatos anarquistas (mayoritarios) y comunistas: huelgas, revueltas… España podía estar mejorando en cultura, pero seguía en pañales en lo que era justicia social. Llegó a ocurrir, incluso, que algún destacamento de guardias civiles se unieran al campesinado rebelde. Los sucesos de Casa Viejas, Cádiz, con la muerte del anarquista «Nueve Dedos» y el ensañamiento de la guardia civil (la casa del sindicalista fue quemada y murieron niños) propiciaron la caída del presidente del gobierno Manuel Azaña, primero en popularidad y luego en la política: había sucedido que anarquistas y comunistas retiraron su apoyo a los liberales de izquierda y a los socialistas. De esta manera, Izquierda Republicana es derrotada en las elecciones y en su lugar accede al gobierno CEDA, la coalición de los principales partidos de derecha (bien es verdad que se registró una bajísima participación electoral, a pesar del voto femenino)
En 1934, lejos del estado de orden que el gobierno de derechas, o Bieno Negro, quiso establecer con la presidencia de Alejandro Lerroux, sus propuestas y acciones sólo contribuyeron a revolver más las aguas, que estaban inquietas soñando con la victoria proletaria. En sus primeros meses, el gobierno se dedicó a deshacer todas las reformas del anterior gobierno; remarcable e interesante es la revocación de la Reforma agraria, siendo ministro de Agricultura un gran propietario de Ávila. La tensión social iba en aumento: nacieron los partidos de ultra-derecha, de inspiración fascista y nacional-sindicalista, como Falange Española o las Jons, y los partidos monárqicos tradicinales, tanto carlistas, como Comunión Tradicionalista, y borbónicos; especialmente escandaloso era José Calvo Sotelo, líder del partido Renovación Española (ultra-derecha monárquica). Falange y Jons se acabarían uniendo en el 34, y ganarían muchos adeptos de entre las juventudes de los partidos de derecha moderada. Se suceden las revueltas: además de las tradicionales huelgas y revueltas, los sindicalistas y los fascistas mantuvieron reyertas enconadas: los grandes burgueses de las zonas industriales importaron una práctica del caciquismo rural: empezaron a contratar (aunque esto no fue nuevo) pistoleros de ultra-derecha para protegerse, pero también para eliminar, de los sindicatos de izquierdas.
La tensión proletaria estalla en Octubre de 1934, con la huelga de Barcelona y la Revolución de Asturias, dura y cruelmente reprimidas por generales que tomarán gran y sanguinario protagonismo, alguno incluso durante 40 años. También los partidos nacionalistas como Esquerra Republicana o PNV, con sus estatutos en marcha. El balance de muertos, heridos y detenidos fue importante, aunque, en honor a la verdad, no fue ni la mitad de lo que pudo haber sido, ya que el desánimo entre los obreros impidió un seguimiento total de lo que fue una huelga general que desembocó en revolución. Tal fue la importancia de esta huelga que sería usada como arma arrojadiza entre políticos de distinta tendencia, entre partidarios y detractores, y se intentó involucrar a Manuel Azaña en los sucesos, además de acusarle de entregar armas a la resistencia portuguesa. Pero no sería la política, la demagogia, los regionalismos o la revolución proletaria la que hundiría a la derecha, sino un escándalo de corrupción: Strauss y Perlo hicieron negocio con el gobierno derechista, que fue llevado a cabo con dinero público; tal fue el escándalo que el nombre estraperlo ha pasado a la historia lingüsística española. Azaña promovió una moción de censura contra el presidente de la República Alcalá Zamora, que disolvió las cortes y convocó elecciones. En 1936, la coalición dirigida por Azaña y compuesta por liberales, socialistas, anarquistas y comunistas venció abrumadoramente, con una participación mayoritaria (creo recordar 80%) en las elecciones de 1936, y Azaña se convirtió en el Presidente de la República. El Frente Popular era una coalición inspirada desde fuera, en países como Francia que pretendían así frenar el ascenso fascista (F.E.-J-O.N.S. obtenía sólo 3 escaños).
Qué diferentes fueron las elecciones que dieron el sí a la República y las que dieron el gobierno al Frente Popular: si en las primeras hubo gran unidad, en esta hubo dos españas: la de siempre y la que trabaja. El gobierno frente-populista levantó ampollas entre la burguesía, la aristocracia, los militares y el clero con sus leyes y reformas, especialmente las que reformaban las leyes que tradicionalmente protegían los bienes eclesiásticos. Las reyertas fueron en aumento; los falangistas provocaban atentados (hoy lo que se conoce como terrorismo) contra los ministros de la República: fue entonces cuando se declaró al partido ilegal y se procedió a encarcelar a sus líderes, entre ellos a su fundador y abogado defensor de profesión de muchos de los pistoleros y terroristas de extrema-derecha: José Antonio Primo de Rivera; pero el partido siguió actuando en la sombra. El gobierno comenzó a oír rumores de ruidos de sable y revuelos de sotanas aquí y allá: rumores fundados, pues muchos mandos militares estaban manteniendo contactos entre ellos y con Alemania e Italia esbozando un plan de derrocamiento de la República y el regreso de Alfonso XIII (o de Carlos V, para algunos) que sería liderado por el general Sanjurjo.
El capitán de la Guardia de Asalto, José Castillo, militante del PSOE y reconocido e infatigable luchador contra el terrorismo de signo fascista, moría asesinado a manos de pistoleros falangistas. Días después, la guardia de asalto se tomó su venganza deteniendo y asesinando al líder ultra-derechista José Calvo Sotelo… Muchos interpretaron este hecho como el santo y seña para el alzamiento, al tiempo que nombraban a Calvo Sotelo mártir nacional y del movimiento.
Del resto, hablaré en otra ocasión…
INTERPRETACIÓN
Como me dijo el profesor José Luis Abellán, a quien he denominado el último gran sabio liberal progresista español (además de haber sido uno de los instigadores de las huelgas estudiantiles del 56), de no haberse interrumpido bruscamente el proyecto regenerador de la 2ª República, por lo menos cultural y socialmente, este país hubiera sido el doble de lo que es ahora, incluso tal vez mayor que Francia en este respecto. Pienso que es cierto: ahí tenemos la historia, pese a lo que digan los historiadores aficionados y los malos comediantes de derecha; el 2º o 3er país que legalizó el voto femenino, la primera mujer parlamentaria: la anarquista Federica Montseny; la división en comunidades tiene en ella su raíz más inmediata. Los avances sociales y culturales fueron importantes: hay que recordar lo propicio para la época que fue contar con pensadores y literatos tan importantes como Antonio Machado, Unamuno, Ortega y Gasset, o el propio Azaña, y, sobre todo, la Institución Libre de Enseñanza, que llevó a cabo con el gobierno reformista las Misiones Pedagógicas, destinadas a la alfabetización de la gente del campo, que contó con gente como Miguel Hernández o Federico García Lorca. Lo mejor de las ciencias se desarrolló en esta época: Gregorio Marañón realizó grandes avances, y nacía también la psicología española. Lo mejor de nuestra poesía, en las cuatro lenguas cooficiales. Todo ello fue propiciado por el Regeneracionismo humanista propulsado y ligado a la República.
Hermosos proyectos que fracasaron por la reacción de los de siempre: de los caciques, los señoritos, de los curas, de los milikos… de la España rancia y podrida que hoy en día sigue queriendo dominar y que, por eso precisamente, pretende falsear estos hechos. La conclusión que uno fácilemente extrae es que, si tanto les molestan los avances de la 2ª República hasta el punto de difamarla injustamente, es porque su corazón no alberga sentimientos democráticos, sino a la bestia del poder y de la dominación que siempre late en ellos, sea en 1936, sea en 1975, o sea en 2007.

La canción de autor: repaso a su historia


Aunque todos están más o menos de acuerdo en que los 1ºs cantautores aparecieron en los años 40, en EE.UU, Francia y Latinoamérica, conviene repasar las raíces más profundas del estilo.
No quisiera ser sabihondo o pesado, o incluso demagogo, pero tenemos que remontarnos atrás, muy atrás, incluso hasta la prehistoria, cuando alrededor del fuego, en cada tribu y en cada clan, un cantor narraba las historias conjeturales de la creación. Después, en la Antigüedad, bardos celtas y aedos griegos entre otros cantaban las tradiciones de su pueblo y las historias heredadas, seguramente de aquellos cantores primitivos. Pero sobre todo en la Edad Media, cuando el trobador escribía una letra y una melodía que los juglares transmitirían después en las plazas de las aldeas; estos trobadores utilizaban en muchas ocasiones la música popular: el ejemplo paradigmático (y perdón por esta palabra que empiezo a odiar a muerte) fue el rey Alfonso X y sus soberbias Cantigas de Santa María, pensadas para ser distribuidas en el pueblo.
Claro que, distaba un poco de ser canción protesta: en muchas ocasiones era canción-alabanza, pues el trobador a veces cantaba las excelencias de su señor, que era el rey, el conde de Barcelona, el señor de Vitigudino o cualquier señor feudal con poderío: la razón era que éste señor protegía y mantenía al poeta. Por otro lado, el Mester de Clerecía se puede considerar también un precursor debido al afán didáctico y moralista que éste tenía.
Y diréis, ¿y por qué este repaso? Pues porque la música y la poesía nación en el seno del pueblo, digan lo que digan años de tradición artístico-filosófica estética propugnada por Nietzsche, Wagner y otros, que consideraban las altas artes vocato di cardinale inalcanzable para el pueblo llano, cuando en realidad se lo habían robado los poetas palaciegos.
Por eso, no es hasta el s. XIX cuando se puede recuperar una canción para el pueblo, aunque a lo largo de la historia hay precursores como los ciegos que cantaban sus romances en las plazas a cambio de alguna/s monedilla/s, los titiriteros «de aldea en aldea» que dijo Serrat… Y un largo etcétera; claro, esto a lo que se refiere a canción de autor sin más, respecto a canción protesta la cosa toca ya lo colectivo: hablamos de cantaores, de cantantes de boleros y jotas, de bertsolaris… Hablamos de la canción como el refugio de un pueblo que sufre y trabaja, antes de que también los señoritos les quitaran la música que durante siglos venían despreciando por rural y atrasada.
La canción protesta y de autor toma fuerza a finales del XIX, cuando se componen las marchas del Movimiento Obrero: «La Internacional», «Hijos del Pueblo», versiones libertarias y populares de «La Marsellesa» o el «Himno de Riego«… Pero más entroncada es la canción de la payada libertaria argentina. El payador era un músico popular que iba de feria en feria, era una figura muy popular en latinoamericana, cantando sus canciones;  de esta figura surgió el payador libertario: una especie de primitivo cantautor que difundía con sus canciones el pensamiento anarquista y que solía tocar en las reuniones de los sindicatos. Una de sus más grandes figuras fue Martín Castro, «el payador rojo», que con música popular compuso varias canciones de la que llamaríamos protesta, legando a protestar contra el asesinato de Sacco y Vanzetti.
Después -más por ignorancia que por resumir- los sindicatos de aquí y de allá tomarían acnciones tradicionales adaptando su letra. Nuestros ejemplo abundan en la reivindicación campesina: «En el café de Chinitas», una especie de copla taurina, se transformó en «En la plaza de mi pueblo» («Nuestros hijos nacerán/ con le puño levantado»); y especialmente después en la guerra civil, las viejas canciones de la guerra de Marruecos sufrieron también su transformación libertaria. Pero es un hecho especial el que marca lo que decimos canción y poesía para el pueblo: la colaboración entre poetas como Miguel hernández, Herrera Petere, Pedro Garfias o Pla y Beltrán con compositores como Rodolfo Haffter, Silvestre Revueltas u Oscar Esplá (quien junto a Antonio Machado, compuso el nuevo himno de la República Española -hoy desaparecido, salvo la letra-) para difundirlas entre el pueblo y el ejército republicano; puede que desde un punto de vista estético no sean la mayoría más que marchas militares-revolucionarias al uso, a pesar de venir de poetas tan insignes. Desde mi punto de vista, quizás porque no caiga en el tópico de himno político, las mejores son las escritas por Miguel Hernández y compuestas por el brigadista  y músico Lan Adomian: «La guerra madre, la guerra», «Déjame que me vaya» o «Las puertas de Madrid» se ajustan bastante a lo que se considerará después la canción protesta. Muchas de esas canciones fueron cantadas por el gran tenor Ernst Busch.
Por supuesto, esa labor pervivió en los años del franquismo hasta el 56, cuando comienza Paco Ibáñez sus andanzas.
-las letras de las canciones de Miguel Hernández están en la última edición de Vientos del pueblo de Cátedra; «La guerra madre, la guerra» y «Las puertas de Madrid» están interpretadas soberbiamente en un disco reciente: Cantos de lucha; «Déjame que me vaya» está interpretada por Francisco Curto en su álbum Miguel Hernández.-
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