La cara B de Bless Its Pointes Little Head se abría con una canción ajena que no sólo era un estandarte (no sólo traduzco la palabra standard, sino que le doy su sentido pleno) del grupo en sus actuaciones en directo, sino que era el otro himno personal de la banda.
“Other side of this life”, una especie de balada country de vagabundo, era una canción del cantautor Fred Neil, autor de canciones tales como “Everybody’s talkin’” (que aparecería en la película Cowboy de Medianoche, interpretada por Nilsson) por quien Paul Kantner sentía una gran admiración, que apareció en su disco de 1966 Bleeker & MacDougal.
(The) Other Side Of This Life
Would you like to know a secret
It’s just between you and me
I don’t know where I’m going next
I don’t know where I’m gonna be
But that’s the other side to this life
I’ve been leading
But that’s the other side of this life
Well my whole world’s in an uproar
My own world’s upside down
I don’t know where I’m going
But I’m always bumming around
And that’s another side to this life
I’ve been leading
And that’s another side of this life
Well I don’t know what I’m doing
Half the time I don’t know where I’ll go
I think I’ll get me a sailing boat
And sail the gulf of Mexico
And that’s another side to this life
I’ve been leading
And that’s another side of this life
Well I think I’ll go to Nashville
Down to Tennessee
The ten cent life I’ve been leading here
Gonna be the dead of me
But that’s the other side to this life
I’ve been leading
But that’s the other side of this life
And that’s another side of this life
Would you like to know a secret
It’s just between you and me
I don’t know where I’m going next
I don’t know where I’m gonna be
But that’s another side to this life
I’ve been leading
But that’s another side of this life
(El) Otro lado de esta vida
¿Te gustaría saber un secreto/ solo entre tú y yo?/ No sé a dónde iré la próxima vez/ no sé dónde voy a estar// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida// Pues mi vida entera está en un escándalo/ mi propio mundo está al revés/ No sé a dónde voy/ pero siempre estoy vagando por ahí// Y ése es el otro lado a esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ Y ése es otro lado de esta vida// Pues no sé qué voy a hacer/ la mitad del tiempo no sé a dónde iré/ creo que me haré con un velero/ y navegaré al Golfo de México// Y ése es el otro lado a esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ Y ése es otro lado de esta vida// Pues creo que iré a Nashville/ bajaré a Tenesse/ La vida de diez centavos que he llevado aquí/ va a ser mi muerte// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida/ y es otro lado de esta vida// ¿Te gustaría saber un secreto/ solo entre tú y yo?/ No sé a dónde iré la próxima vez/ no sé dónde voy a estar// Pero es al otro lado de esta vida/ a donde me he estado dirigiendo/ pero ése es el otro lado de esta vida.
Fred Neil
Desde los comienzos, esta canción fue una de las favoritas de Jefferson Airplane, que la interpretaban en sus actuaciones de distintas maneras: con Marty Balin unas veces, o con Grace Slick otras como vocalistas principales, en unos aires de rock duro tipo garaje propio del temprano sonido de las bandas de San Francisco. Ya en 1968 comienzan a interpretarla en su forma vocálica definitiva: con Kantner comenzando el primer verso para apoyarse inmediatamente en Balin y Slick, y a partir de ahí cantarla a coro como ellos bien sabían hacerlo, con un rock duro más perfeccionado. Así, la tranquila balada country de vagabundo se transformaba en manos de Jefferson Airplane en una mezcla de himno generacional y personal acerca de la vida de un grupo de rock.
Oír: http://www.goear.com/listen/6ecb711/the-other-side-of-this-life-jefferson-airplane
Pero ya, entre 1968 y 1969, la canción pasó de ser una más de su repertorio habitual a ser el número imprescindible con el que comenzar sus conciertos, de la misma manera que lo tenían otros grupos (Big Brother & The Holding Company invitaban al Fillmore con su “Combination of the 2”; y Country Joe & The Fish, al grito de “¡Marihuana"!”, comenzaban con su vibrante “Rock & Soul Music”), con unos arreglos más cercanos al soul (ciertamente, la influencia del soul en la forma de cantar de Marty Balin es innegable) y por tanto al rock duro de la época (grupos como Vanilla Fudge, Deep Purple o Grand Funk Railroad empezaron haciendo versiones rockeras de clásicos del soul), de manera que con un nuevo estilo vibrante y un ritmo irresistible, la canción del vagabundo se transformó en una canción para animar y entonar al personal… Y así funcionó en Woodstock, despertando a una audiencia todavía resacosa de las actuaciones del día anterior a eso de las 6 de la mañana:
Y es que Jefferson Airplane era uno de los grupos más potentes en directo de la década de los 60, sin necesidad de recurrir a números extramusicales, bailoteos o escándalos sexuales (dicho esto con todo respeto). Philip Norman, en su libro sobre los Rolling Stones, en el capítulo acerca del concierto de Altamont, los describió acertadamente como un “conjunto de cámara de músicos psicodélicos”. Sobre el escenario, generalmente, en ambos extremos se situaban Paul Kantner, al lado de la batería, y Marty Balin, junto a Jorma Kaukonen y Jack Casady, entre éste y Spencer Dryden; y en medio, la belleza salvaje de Grace. Los músicos se rotaban en sus solos, salvo el batería, pasando al primer plano, mientras Marty y Grace se dirigían el uno al otro en sus dúos, a veces oponiéndose, y entonces la voz de Kantner parecía la síntesis de esa oposición. Lo que no podían imaginar era lo que les iba a suceder en ese mismo año de 1969.
Los Rolling Stones, tras una gira monstruosa por Estados Unidos, quisieron compensar de alguna manera a un público muy fiel, pero también hacer frente
a las críticas que tanto la prensa como los principales promotores de conciertos del país, como Bill Graham, con quien mantenían una intensa enemistad, les habían lanzado. Y como no pudieron acudir al festival de Woodstock, decidieron hacer uno ellos, que les tendría como figuras principales, junto a las actuaciones de los mejores grupos del momento: Santana, Flyin’ Burrito Brothers, Jefferson Airplane, Grateful Dead y Crosby, Stills, Nash & Young. Se eligió para ello un abandonado circuito automovilístico en Altamont, y en reunión con diversas personalidades de la música, del mundo underground y del activismo hippie radical, alguien propuso contratar a los Ángeles del Infierno, la belicosa banda motorista, como seguridad. Sobre esto, por no extendernos, ya hablamos en su día, pero vamos a centrarnos en los Jefferson Airplane, desde la perspectiva de Philip Norman. A pesar de las advertencias de diversos promotores sobre que iba a ser un desastre, los Rolling Stones y compañía, aún sintiendo la borrachera del momento mágico de Woodstock (a pesar de que otros dos conciertos iluminados por el fantástico evento se habían ido también al carajo) siguieron adelante con el proyecto. De todo lo que ocurrió allí, no tienen toda la culpa los Hell’s Angels del todo: tal y como se ve en la película de los hermanos Maysles, la organización adolecía de varios defectos, sobre todo en lo referente a la seguridad, y más aun si hablamos de un grupo tan enorme como los Rolling Stones. No había un foso que separara el escenario de un público deseoso de tocar a Mick Jagger, y los organizadores como Chip Monk y Sam Cutler comenzaron a hartarse de usar la palabrería hippie con un conjunto de gente empeñada en subirse al escenario o colgarse de las torretas y a intuir el desastre en ciernes que podía ser aquello. Tal vez los Hell’s Angels se vieron desbordados por la situación, pero esto, de ninguna manera, les puede excusar de algunos de los excesos que tuvieron.
Ahora bien, los hippies y los Ángeles del Infierno eran dos grupos contradictorios, unidos sólo por su situación marginal y el gusto por el rock y las drogas (no eran los únicos, otros grupos con los que se relacionaban los hippies como los Hare Krishna o los Panteras Negras también tenían muchas más cosas contradictorias que comunes con ellos), y, a pesar de diferencias políticas de la cúpula de la banda de motoristas con el carácter semi o plenamente izquierdista de muchos miembros del movimiento hippie, los incidentes con ellos solían ser aislados, aunque Janis Joplin podía haberles dicho (y quizás lo hizo) que no siempre se podía confiar en los Ángeles del Infierno y su carácter violento. La realidad era que los grupos de San Francisco tenían buenas relaciones con los Angels, los habían defendido y tocado en sus fiestas -aunque no creo ni por un momento que fueran tan ingenuos, ¿o sí?-, de modo que, según Norman, es la propia Grace Slick quien invita a los Angels a subir al escenario. La cuestión era que invitar a los Angels era una técnica que ya había funcionado antes, mucho mejor que esperar a que se presentaran sin invitación arruinándoles la fiesta a todos; y si encima se les designaba como seguratas del escenario mucho mejor, y siempre era mejor que la presencia conflictiva de la policía, sobre todo en este violento bienio 1968-1969. Pero los Angels comenzaron a actuar más como matones que como personal de seguridad, cuando decidieron que los músicos que componían Santana podían ser un perfecto blanco en movimiento del lanzamiento de latas de cerveza. Una vez solucionado este incidente, la calma pareció volver. Pero de pronto volvieron los incidentes, y, sin razón aparente, los Ángeles del Infierno comenzaron a golpear a cualquiera que se le antojara y no sólo a los que se acercaban al escenario. Así que cuando Jefferson Airplane suben al escenario, ya literalmente tomado por la banda motera, la cosa está revuelta, y ni siquiera las buenas vibraciones de “The Other Side Of this Life” consiguen calmar los ánimos. Marty Balin no era ajeno a lo que estaba pasando, y le es casi imposible actuar al intermediar en peleas, y en un estado de cabreo llegar a lanzar su pandereta contra alguno de los moteros, mientras Grace, en una muestra de profesionalidad absoluta, sin dejar de cantar, llama insistentemente a la calma. En cierto momento, como se puede ver, los Angels derriban y se cierran en formación en torno a un chico negro que no parecía hacer otra cosa más que disfrutar de la música; el hecho enerva a Balin, que decide intervenir, y a cambio es dejado inconsciente por un puñetazo de alguno de los Angels. Las cámaras de los Hnos. Maysles dejaron constancia del suceso:
La transcripción aproximada de lo que Kantner dice es “¡Amigos! Me gustaría contaros lo que ha pasado: algunos de los Ángeles del Infierno han
golpeado en la cara a Marty Balin dejándolo inconsciente… Quiero daros las gracias por eso”. A lo que el Angel que salta le pregunta si le está hablando “a su gente”. Grace, en un intento de mantener la calma entre las dos partes, explica, quizás queriendo entender “lo extraño” que estaba ocurriendo, que los Angels estaban allí porque algunas personas se pasan de la ralla y ellos no golpean a la gente por nada, así que “dejemos de jodernos”. Probablemente fuera la suya la mejor visión de lo que allí estaba pasando (coincidiendo con este autor*, que nos da también el otro punto de vista, el de los Hell’s Angels y una frase repugnante de su autoría sobre “quién no querría subirse a zurrar a un rojeras melenudo que cantaba sobre la paz y el amor cuando hay comunistas –commies– que había que matar”… ¡Simpáticos los Ángeles del Infierno de USA!, ¿no os parece? Y luego la svastika es por “impacto visual”, ¡ya! Impacto visual, mis cojones): “La gente se vuelve loca, y necesitas a gente como los Angels para mantener a la gente a raya. Pero los Angels también- sabéis, no se golpea a la gente en la cabeza por nada. Así que ambos lados os estáis jodiendo ahora. ¡Dejad de joderos!”, dijo en un intento –mucho mejor que el de Mick Jagger- de calmar los ánimos. Los Grateful Dead iban a actuar a continuación, pero cuando supieron de la agresión sufrida por Balin, decidieron coger el helicóptero y marcharse, ya que, por lo visto, estaban pegando a los músicos. El hecho tuvo sus consecuencias: una, que intuimos, que las relaciones de los Jefferson Airplane con los moteros se congelaron; y la otra, tal como él mismo declaró, fue la marcha de Spencer Dryden del grupo, junto a otras cosas: Dryden preveía que la década que se avecinaba iba a estar repleta de estos “incidentes” de los que él no quería participar; algo después se unió al proyecto paralelo a Grateful Dead de country, New Riders of The Purple Sage.
De todas maneras, como valoración personal mía, la película de los Maysles muestra a una generación cansada, que comenzaba a sucumbir a sus propios vicios y excesos. Los documentales de Monterey Pop y Woodstock nos enseñaba a gente feliz, con muchas ganas de hacer cosas y de escuchar música… Pero Gimme Shelter, entre otras cosas, nos muestra un panorama de degeneración y de excesos, no sólo propiciado por el desolado escenario de la película del autódromo abandonado, en contraposición al bucólico panorama de Woodstock en la granja Yasgur –no tanto así Monterey-, anunciando una década violenta y la caída de aquella generación que tan sólo meses antes había sido elogiada en esos tres días de paz y música.
*Si visitáis la página a la que me refiero, he de advertiros, aunque esté en inglés. No sé si el autor del texto es el mismo propietario de la página (bastante interesante, eso sí),
aunque el nombre Al Barger no sé si tiene relación con el mítico –y reaccionario- líder de Hell’s Angels, Sonny Barger, lo cual explicaría tanto la defensa a capa y espada de la banda motera como sus giros reaccionarios. La defensa de este autor consiste en que los Angels se vieron intimidados y amenazados ante los hippies drogados, y nos pone un ejemplo que os reproduzco aquí en esa foto: según el autor, este “freak” es el ejemplo del tipo de personas con los que tuvieron que lidiar. Más le valdría cerrar la boca, ¿acaso no ha visto la película? El tío de la foto es UNO de los HELL’S ANGELS. Tampoco es necesario haberla visto, si, como cacarea, se conoce de Pe a Pa lo que allí ocurrió: SÓLO LOS ÁNGELES DEL INFIERNO (y los músicos) PODÍAN ESTAR EN EL ESCENARIO. Y además, Philip Norman nos da en su libro una descripción totalmente detallada sobre tan pintoresco personaje, acreditándolo como un Ángel del Infierno…. Y para que veáis que no miento, aquí está el fragmento de la película:
A mí este tema no es que me vaya ni me venga, a parte de aumentar mi admiración por Marty Balin (y también por Keith Richards), pero siempre me ha llamado la atención como a ciertos personajes les hace gracia este capítulo y aplauden la actuación de los moteros: ¿es que hay quien considera divertido ir a un concierto y que te peguen? En mi opinión, sólo un tipo de personas puede aplaudir o divertirse con semejantes actos. Nuestros “hermanos mayores” podrían deciros lo que es ir a un espectáculo y que peguen sólo por el hecho de asistir y quienes eran los que pegaban…
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