Un bello poema del poeta catalán Joan Salvat Papasseit, de su libro El poema de la rosa al llavis (1923); poema este dedicado precisamente al ilustrador del libro, Josep Obiols
Res no és mesquí
A Josep Obiols
Res no és mesquí ni cap hora és isarda, ni és fosca la ventura de la nit. I la rosada és clara que el sol surt i s’ullprèn i té delit del bany: que s’emmiralla el llit de tota cosa feta.
Res no és mesquí, i tot ric com el vi i la galta colrada. I l’onada del mar sempre riu, Primavera d’hivern – Primavera d’istiu. I tot és Primavera: i tota fulla verda eternament.
Res no és mesquí, perquè els dies no passen; i no arriba la mort ni si l’heu demanada. I si l’heu demanada us dissimula un clot perquè per tornar a néixer necessiteu morir. I no som mai un plor sinó un somriure fi que es dispersa com grills de taronja.
Res no és mesquí, perquè la cançó canta en cada bri de cosa. – Avui, demà i ahir s’esfullarà una rosa: i a la verge més jove li vindrà llet al pit.
Nada es mezquino
Nada es mezquino,/ y ninguna hora escabrosa,/ ni es oscura la ventura de la noche./ Y el rocío es claro/ el sol sale y se fascina/ y tiene deseo del baño/ que se maravilla el lecho de toda cosa hecha.// Nada es mezquino,/ y todo rico como el vino y la mejilla curtida./ Y la ola del mar siempre ríe,/ Primavera de invierno – Primavera de estío./ Y todo es Primavera:/ y toda hoja, verde eternamente.// Nada es mezquino,/ porque los días no pasan;/ y no llega la muerte ni habiéndola pedido./ Y si la habéis pedido os disimula un hoyo/ porque para volver a nacer necesitáis morir./ Y no somos jamás un llanto/ sino una fina sonrisa/ que se dispersa como gajos de naranja.// Nada es mezquino,/ porque la canción canta en cada brizna de cosa./ -Hoy, mañana y ayer/ se deshojará una rosa:/ y a la más joven virgen le vendrá la leche al pecho.
El poema ha sido musicalizado por varios cantautores de habla catalana. Una de las versiones más conocidas es la de Joan Manuel Serrat, dando título a su disco monográfico sobre este poeta, de 1977:
El gran Xavier Ribalta:
Y el inolvidable Ovidi, haciendo un recitado musicalizado:
El pasado día 14 de abril yo hubiera querido escribir una cosa, alarmado por la ingente cantidad de tonterías que ciertas personas, independientes o no, van escribiendo en foros, blogs y páginas de toda índole acerca de la II República Española. Particularmente, fue el comentario en otro sitio de una persona que afirmaba que el color morado de la bandera republicana le daba “náuseas”, porque “bajo esa bandera tuvo lugar una guerra que dejó [cifra probablemente no exacta] muertos” y que “trajo hambre y miseria”… Una lógica un poco extraña, por la que, reduciéndola al absurdo, tendrían que ser los colores de la bandera actual los que le causaran náuseas, pues era la bandera tricolor la oficial por aquellos días, y no fue el gobierno legítimo el que declarara la guerra, sino al contrario: los que se alzaron contra el gobierno legítimo pronto adoptaron la bandera monárquica, y fueron ellos los que causaron la miseria y el hambre que, durante la guerra, padeció básica y únicamente la población localizada en la zona controlada por el gobierno, debido al sitio de estos otros y al bloqueo de las naciones democráticas, que fueron cobardes hasta que ya no se pudo remediar. No es la primera vez que veo semejante sarta de tonterías: y lo digo así, porque esto es de primero de básica, de la ESO diríamos actualmente… Eso de decir que la bandera republicana era una bandera belicista, etc. Como digo, comencé a escribirlo intentando desmentir todas esas tonterías, pero me di cuenta de que explicaba cosas que están, no ya en los libros de sesudos y respetados historiadores, sino en los libros más básicos y en los libros de texto elaborados por serios y respetados catedráticos de Historia. Pero se me quedó clavada una espina… Por una parte pienso que el responsable de su propia ignorancia es uno mismo: eso es algo normal y se puede corregir, si uno tiene un mínimo de curiosidad y de espíritu objetivo. Pero cuando es otro el responsable de la ignorancia de otros conscientemente, eso es algo intolerable. Mi escrito hubiera ido dirigido a aquellas personas, de toda condición y tendencia, que desearan contrastar. Eso sí, con una advertencia: yo no soy, como otros, historiador, solamente un aficionado y un curioso, estudioso de otro campo en el que la historia juega un papel importante.
Y no es exactamente el culpable ese señor, cuyo nombre no será pronunciado aquí nunca jamás, porque para nosotros, tanto su persona como su trabajo carecen de tanta importancia que no merecen ni nuestro abierto desprecio; un señor de quien, cuando era joven, el inspector Juan Antonio González Pacheco, conocido con el inmerecido apodo de “Billy el Niño”, dijo que nunca pasaría de ser el linotipista de los GRAPO, por muy de jefe que fuera (entre fachas anda el juego). No. La culpa sobre todo es de que aquella educación, aquel falseamiento de la historia y de la cultura, sigue pesando como una losa. Hay muchas cosas que me molestan de este señor y de otros de lo que se ha dado en llamar “revisionismo”; en primer lugar, que han envenenado la noble profesión de investigador de la Historia, pues han manipulado hábilmente (aunque no siempre), sacando de contexto o invirtiendo, documentos, declaraciones de personas históricas, etcétera: se podría decir que han inventado la “historia-basura”. Pero hay algo más, y esto va por toda la población: han pretendido vender sus descabelladas tesis como originales y novedosas, y NO LO SON, en absoluto; la mayoría de sus tesis y de sus líneas de investigación están literalmente sacadas de los libros del historiador del régimen Ricardo de la Cierva, que fue uno de los elaboradores de la historia vista por el lado vencedor: cada cosa que dicen, cada cosa que escriben, fue ya dicha en no sé qué discurso por el ministro Manuel Fraga o por el notorio notario Blas Piñar, por citar a algunos. Si queréis una prueba, os recomiendo ver una película: Mi calle, de Edgar Neville (causa por la que no siento demasiada admiración por este cineasta). Pero hay más: otra de sus fuentes de inspiración ha sido el revisionismo alemán e italiano de los años 70 y 80, esgrimido por los demócrata-cristianos, según los cuales, las dictaduras de Hitler y Mussolini fueron hasta necesarias e inevitables, pues, hubo –especialmente en Alemania-, a parte del “peligro” de la revolución, un “exceso de democracia” (alguien me trajo un comentario de esta índole una vez: primer comentario de “El gran mito de la guerra civil”)… Y así va a resultar que Franco trajo la democracia. Que quede claro de una vez: Franco no es Charles de Gaulle, no luchó contra la Alemania nazi, fue su aliado; ¡si incluso el mito de la laureada neutralidad de España en la II Guerra Mundial es una patraña!, no fue exigida por Franco, sino impuesta por Hitler ante las pretensiones imperialistas del Caudillo sobre Gibraltar y el Norte de África.
No puedo, ni debo, excusar las barbaridades que algunas personas hicieran, y que empañaron a las otras, aunque no fueron tantas como en la zona fascista, especialmente, porque la diferencia entre ambas zonas fue que, mientras que en la republicana eran hechos que cometieron grupos descontrolados, en la que se autodenominaba “zona nacional” eran actos amparados y consentidos por el gobierno fascista de Burgos. Para ejemplificarlo: Queipo de Llano no sólo sabía de la ejecución de García Lorca, sino que la ordenó; y si no hubiera sido por Rafael Sánchez Mazas, la misma suerte hubiera corrido (aunque de alguna manera la corriera más tarde) el poeta Miguel Hernández. En otra ocasión, con documentos auténticos y todo, hablaré de la relación del gobierno de la República con los católicos, tema sobre el que también pesa demasiada mitología, muchas veces exagerada. Sobre lo que no hay mitología es sobre gente que morirá sin saber dónde está enterrada gente tan inofensiva como una madre:
Pero en fin, ésta es a grandes rasgos la espina que me quería sacar. Hoy, que debería estar hablando de la Revolución portuguesa o de la liberación de Italia, a tenor de esta preciosa canción, os traigo estas reflexiones con las que no pretendo que nadie cambie su punto de vista, pero que sí, tenga la idea que tenga sobre el hecho concreto, deje de engordar el bolsillo a estos timadores de la historia y busquen a los respetados historiadores, sean éstos progresistas o conservadores: el buen historiador se atiene a los hechos, no los manipula a su conveniencia, y además, acude a las fuentes. Tiene, por eso, mucho más valor histórico esta canción de Xavier Ribalta, de su disco de 1974 Onze cançons amb esperança, un estremecedor homenaje a los exiliados de la República, con letra de Pere Oriol Costa; exiliados que huyeron de la represión y de la guerra, y que muchos de ellos conocerían el desprecio de los conservadores franceses, la reclusión en campos de trabajo, la lucha contra el nazismo, y, finalmente, harían entrar sus tanques los primeros en la plaza principal de París:
… ellos, los vencedores Caínes sempiternos, de todo me arrancaron. Me dejan el destierro…
Camí de l’exili, fugen del seu país, camí de l’infern a sota d’un cel gris, soldats i oficials amb les casaques estripades, estripades al front que van guardar tants anys prop del gran riu.
Els qui hem de néixer encara us diem adéu, els vents de la costa us diuen adéu.
Adéu, adéu, us plora la nit. Què se n’ha fet, què serà de la vostra terra Què se n’ha fet, què serà del vostre país?
En els balcons han canviat les banderes i pels carrers sonen càntics diferents, les vostres dones que us van jurar amor hem vist canviar el seu cor davant els guanyadors. Els qui hem de néixer encara us diem adéu, els vents de la costa us diuen adéu. Adéu, adéu, us canten els ocells. Adéu, adéu, us plora la nit. Adéu, adéu, adéu.
Camino del exilio,/ huyen de su país,/ camino del infierno/ debajo de un cielo gris,/ soldados y oficiales/ con las casacas desgarradas,/ desgarradas en el frente/ que guardaron tantos años/ cerca del gran río.// Los que hemos de nacer aún/ os decimos adiós,/ los vientos de la costa/ os dicen adiós.// Adiós, adiós, os llora la noche./ ¿Qué se ha hecho, qué se será de vuestra tierra?/ ¿Qué se ha hecho, qué será de vuestro país?// En los balcones han cambiado las banderas/ y por las calles suenan cánticos diferentes,/ vuestras mujeres que os juraron amor/ las hemos visto cambiar su corazón ante los ganadores./ Los que hemos de nacer aún os decimos adiós,/ los vientos de la costa os dicen adiós./ Adiós, adiós, os cantan los pájaros./ Adiós, adiós, os llora la noche. Adiós, adiós, adiós.
Hoy traemos a uno de los grandes cantautores catalanes, menos conocido que Llach y Raimon, por ejemplo, pero igualmente genial, y con una inmensa imaginación musical: Xavier Ribalta. Como ya dijimos, fue uno de esos cantantes que, cansados de prohibiciones, censuras y otras cosas (en parte responsabilidad de un hombre que hoy es noticia y que no pienso nombrar: creo que la indiferencia, en este caso, es lo mejor), se marchó a París a trabajar, y allí conoció y entabló una íntima amistad con el gran Paco Ibáñez, casi un líder espiritual dentro del círculo de cantautores españoles de toda nacionalidad desterrados a Francia. En 1974 publica un maravilloso LP, Onze cançons amb esperança, disco en el que se mezcla la gran poesía catalana contemporánea, la protesta contra la dictadura –junto a la memoria histórica-, el influjo de la canción francesa (Léo Ferré especialmente) y cierta progresía musical, junto a una producción excelente que hace que este disco no tenga fecha de caducidad. El tema que traemos hoy es un poema de Joaquim Horta al que Ribalta da un aire apropiado, muy al estilo del inmortal blues de Nina Simone.
HOME AMB BLUES (A LA MANERA D’ELLINGTON, BROWN AND BEIGE)
El blues El blues serveix El blues serveix per cantar les solitàries nits El blues serveix per cantar les meves solitàries nits
El blues El blues no és res El blues no és res més que un cant El blues no és res més que un cant per cridar-lo en les meves solitàries nits El blues és una estrella que brilla cada nit per no apagar-se després fins a l’altra nit
El blues és una estrella que brilla El blues és una estrella El blues és El blues
El blues és un prec que canten els negres i uns blancs per demanar que no sigui tan negra la nit El blues és un prec que canten els negres i uns blancs per demanar El blues és un prec que canten els homes El blues és un prec El blues és EL BLUES
HOMBRE CON BLUES (A LA MANERA DE ELLINGTON, BROWN AND BEIGE)
El blues/ El blues sirve/ El blues sirve para cantar las solitarias noches/ El blues sirve para cantar las solitarias noches mías// El blues/ El blues no es nada/ El blues no es nada más que un canto/ El blues no es nada más que un canto para gritarlo en mis solitarias/ noches// El blues es una estrella que brilla cada noche para no apagarse después/ hasta otra noche// El blues es una estrella que brilla/ El blues es una estrella/ El blues es/ El blues// El blues es una súplica que cantan los negros y algunos blancos para pedir que no sea tan/ negra la noche/ El blues es una súplica que cantan los negros y algunos blancos para pedir/ El blues es una súplica que cantan los hombres/ El blues es una súplica/ El blues es/ EL BLUES
Joaquim Horta
(Nota de la traducción: por respetar la estructura del poema, he traducido en la primera estrofa, el conjunto “les meves solitàries nits” por “las solitarias noches mías” en vez de, como sería lo más correcto, “mis solitarias noches”.
Según el título, la estructura del poema está basada en la composición “Black, brown and beige” del gran Duke Ellington, que sería ésta:
Una vez vencido el escepticismo inicial, hay que reconocer que, a raíz del 15-M, están sucediendo cosas, estamos viviendo situaciones, muy hermosas: se están frenando desahucios, se llevan a cabo actos simbólicos de protesta contra los abusos del poder –tanto político como económico-, todo el mundo habla… Y una de las cosas que he visto que más me ha emocionado fue cómo la gente del barrio de Lavapiés en Madrid (uno de los barrios con más alta población inmigrante en Madrid), negros, blancos y de todos los colores, impedían un “registro aleatorio”, movidos por la indignación que les causó ver a la policía maltratar a un hombre senegalés:
A 98 nazis no les gusta este vídeo. Si eres uno de ellos, por favor, vete.
Cosas que me recuerdan a este poema-canción. Xavier Ribalta fue uno de los primeros intérpretes de la Nova Cançó, aunque desde el principio marcó un camino independiente; debido a una multa por “escándalo público” en 1968, se le prohíbe tocar en España, por lo que se muda a París, en donde conoce y colabora con Paco Ibáñez –que se convertía en el padrino de prácticamente todos los cantantes españoles exiliados, forzosa o voluntariamente-: realizan juntos recitales en los que Paco traía a los poetas castellanos y Xavier a los poetas catalanes. Xavier, como otros, podría volver y trabajar (a duras penas al principio) en España en 1975. En la actualidad, Ribalta sigue en activo, cantando a los poetas catalanes y versionando a su lengua las canciones del gran Léo Férre. Esta canción, sobre un poema del poeta catalán Joan Colomines i Puig, abría su disco de 1974 Onze cançons amb esperança (Once canciones con esperanza):
Som aquí
Som aquí, Tots plegats, Som el poble, Som aquí, Som el poble.
Avancem, Tots plegats, Som el poble, Som aquí, Som el poble.
Cridem fort, Tots plegats, Som el poble, Som aquí, Som el poble.
Vencerem, Tots plegats, Som el poble, Som aquí Som el poble.
Estamos aquí,/ todos juntos,/ somos el pueblo,/ estamos aquí,/ somos el pueblo.// Avancemos,/ todos juntos,/ somos el pueblo,/ estamos aquí, somos el pueblo.// Gritemos fuerte,/ todos juntos, somos el pueblo,/ estamos aquí,/ somos el pueblo.// Venceremos,/ todos juntos, somos el pueblo,/ estamos aquí,/ somos el pueblo.
Hoy traemos un relato por el gran Antonio Gómez, que honra esta página siguiéndola y haciéndonos pensar que no está tan mal lo que hago yo aquí, con motivo del 50 aniversario de Club de Amigos de la Unesco de Madrid (CAUM), asociación legal que promovía la defensa de los Derechos Humanos y que constituyó cierta manera semilegal de posicionarse contra el régimen; entre sus miembros, como Antonio nos contará a continuación, se encontraba, como le denominó Serrat, “el ebanista”.
FOTOS INÉDITAS DE LA PRIMERA VISITA DE PACO IBAÑEZ A MADRID (1968)
Paco Ibáñez vino a España por primera vez como cantante en 1968. Actuó primero creo que en Mataró, en Catalunya, y luego vino a Madrid, donde intervino en un programa de TVE cantando “Andaluces de Jaén”, que fue un bombazo. Además, también actúo en el programa “Caravana”, de Ángel Álvarez. Quizás sea menos conocido que en ese viaje conoció a los miembros del grupo La Tragala, ex Canción del Pueblo, es decir, Hilario Camacho, Elisa Serna, Ignacio Fernández Toca y José Manuel Bravo, Cachas, además de los miembros “mudos” del grupo: Mari Laly Salas y yo mismo). Se vieron en el Hotel Cuzco, dónde le había instalado su editor Moshe Naim, lujosa residencia por aquel entonces que no dejaba de intimidar un poco a Paco, o al menos eso dejaba entrever. En aquella entrevista, por cierto, Paco les cantó “Érase una vez” y “Me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá”, las adaptaciones que acababa de hacer de poemas de José Agustín Goytisolo que aún no había grabado, y la versión del albertiano “A galopar”, todavía sin terminar y en la que sólo cantaba el estribillo y recitaba el resto.
Al terreno de lo prácticamente desconocido pertenecen otras dos anécdotas de aquella primera estancia madrileña de Paco. La primera intrascendente, pero curiosa, y la segunda más significativa y causa de las fotos que te envío.
Una de las curiosidades de Paco en aquel viaje era probar el cocido madrileño, que nunca había comido. Tras expresar ese deseo, que no quería realizar en un restaurante, al fin lo hizo en la casa de uno de los de La Tragala, en Carabanchel Alto. Por cierto, le gustó. Unos días después, el padre del joven anfitrión le comentó a su hijo: “Oye, esta mañana al salir del trabajo he visto paseando a tu amigo y menudo calamidad: iba leyendo el periódico, sin afeitar y con el abrigo echado sobre los hombros, descolgado de uno de ellos y casi arrastrándolo por el suelo. Y él ni se enteraba”.
Y ahora por fin vamos, después de este largo prólogo, con las fotos, que es lo que importa. En 1968 se cumplía el 20 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, principal arma ideológica del Club de Amigos de la Unesco de Madrid y cuya simple reivindicación se convertía ya en una acción profundamente democrática y antifranquista. Para conmemorar el aniversario se organizó un acto en el que debían participar, entre otros, Rafael Taibo, el presidente del Club, Gregorio Peces Barba, Leopoldo Torres Boursolt y yo mismo. Además iban a cantar Hilario, Ignacio y Cachas, de La Tragala, y el propio Paco, cuya actuación fue finalmente prohibida. No obstante, y como era habitual en el CAUM, pese a la prohibición se sentó a Paco en la mesa, que no pudo cantar ni hablar, pero allí estuvo, recibiendo los aplausos del público.
A esa no actuación pertenecen las fotos. En ellas se ve a Paco sentado en la mesa, saludando y, finalmente, firmando autógrafos al numeroso público que acudió, pese a que el acto en generala sólo estaba permitido para socios del Club. Las fotos, todas menos una, que es la que se ve mejor, están sacadas de una grabación en super 8 que se hizo del acto. En la que se le ve en primer plano, quien medio aparece detrás es Xavier Rivalta, su compañero y amigo de tantos años.
Mención aparte merece el fotógrafo, Manuel De Cos. Nacido en 1920 en un pueblo de Santander, fue detenido con 17 años, cuando los sublevados entraron en su pueblo en 1937, más que por su actividad política por la de su padre, un hombre de izquierdas que había escapado a Francia, de dónde regresó a Madrid para seguir luchando, se exilió al final a Francia y acabó su vida en el campo de concentración de Mathausen. De Cos hijo estuvo cuatro años en la cárcel, de donde salió poco arrepentido, porque se unió a la guerrilla y cuando está terminó, prosiguió su militancia comunista hasta sus 90 años actuales. Desde los años 50 pensó que la fotografía era la mejor forma de fijar una cierta imagen del mundo, y empezó a retratar con una vieja cámara soviética de cortinilla los temas que le interesaban, entre ellos las actividades del CAUM, del que fue socio fundador. En su archivo hay más de 100.000 negativos o imágenes digitales (porque todos los medios utiliza) y miles de horas de grabaciones en video, fundamente de los temas que le preocupan: la actividad de la izquierda (la de verdad, no la que sale como tal en los telediarios) y la naturaleza (se la que es defensor antes de que se inventara la ecología). La última vez que le vi estaba fijando para la historia el velatorio y el entierro de Marcelino Camacho.
También se puede hablar un poco del local donde sucedió la historia, el Club de Amigos de la Unesco de Madrid (CAUM). Creado en 1961 por un grupo de personas de distinta procedencia pero unidas por el enfrentamiento con la dictadura, el año que viene cumple su cincuentenario. En ese tiempo ha sido, durante el franquismo y después, el principal lugar dedicado a difundir una cultura popular y crítica y a luchar por la libertad, la igualdad y la justicia, es decir, por una democracia auténtica y no una parodia formada por mentiras, engaños, explotaciones, injusticias, corrupción y desigualdades de todo tipo. Vamos, por la utopía de la felicidad contra la miseria moral de la sociedad actual.
En toda música destinada al consumo, suele ser tan importante el estudio como el directo, incluso a menudo es en el directo donde se suele a medir a un intérprete, hasta el punto de existir hasta cierta categorización entre músicos, solistas y bandas de directo y de estudio, por ejemplo, Grateful Dead en directo y Beatles en estudio; lo ideal es que se controlen ambos ámbitos, pero eso es muy difícil.
Hay ciertos géneros y estilos que tienen una relación muy especial con el directo, no como el pop, en cuyos directos se tiende a la fiel interpretación del tema previamente grabado en estudio. Son estilos como el jazz, cualquier subgénero del rock, -pero muy especialmente el rock duro, el rock psicodélico y el jazz-rock-, el flamenco, y, entre otros, la canción de autor.
Canción de autor y directo son dos términos que a primera vista pueden parecer contradictorios, si se piensa en la canción de autor como poseedora de una música suave, más propia para escuchar en tu cuarto que en un gigantesco estadio o plaza de toros. Pero nada más lejos de la realidad, y sobre todo en los años del franquismo, pues los directos de la canción de autor de entonces tenían siempre algo de mitin político semi-legal, por un lado; y, por otro, era en el directo en donde el autor podía comprobar la magnitud del impacto que sobre el público y la sociedad en general había tenido su canción. Hay canciones que en versión de estudio pueden no parecer ser tan impresionantes como en directo:
Esto es lo que yo llamé en cierta ocasión el efecto Seeger, inspirado por mi impresión al oír a Pete Seeger cantar en directo «We shall overcome» y quedar como acompañante del público, que acaba siendo quien realmente la canta: ese es realmente el momento en el que un autor se da cuenta de que su canción ha dejado de pertenecerle para pertenecer al pueblo; ocurrió con «L’estaca», con «Al vent», con «A cántaros», con «Adiós ríos, adiós fontes» y muchas más. Es un momento que todo el mundo desea, y es el momento en el que una canción se convierte en himno: el autor no hace himnos, los hace el público; «Al vent» no era en su génesis, o por lo menos no lo parece, un himno político: se convirtió en ello gracias al público, aunque la censura contribuyó a ello al prohibirla, dotándola de un halo de rebeldía y subversión del que la canción carece en apariencia, pero bastaba con que Raimon tocara los rabiosos acordes iniciales para que la audiencia se volviera loca, se pusiera en pie, la tararease y, algún atrevido, alzara su puño.
En realidad la canción de autor y el directo tuvieron una estrecha relación desde su nacimiento: podemos pensar en aquellos conciertos benéficos con fines políticos que Almanac Singers, con Seeger y Guthrie, hicieron a beneficio de los obreros, los sindicatos, el movimiento de los derechos civiles o algún partido político de izquierdas. Ya era entonces esos eventos lugares en donde compartir sentimientos y rabia a los compases de temas como «This land is your land» o el propio «We shall overcome». Lo mismo ocurre en Latino-América con Violeta y Atahualpa, siguiendo la tradición de insignes precursores como Joe Hill, Paul Robeson o Martín Castro. Realmente, a finales del siglo XIX, los sindicatos contaban con algún cantor popular que amenizara las reuniones, al tiempo que catalizaba los sentimientos de la audiencia en una canción. Y era, tal vez, más temido en España, en el tardo-franquismo, el directo que el disco de estudio: eso explicaría parcialmente el hecho de que hubiera artistas que podían grabar discos, pero no interpretarlos en directo.
Nos situamos a mediados de los 60 en nuestro país. La Nova Cançó catalana ya está en marcha, y el régimen empieza a descubrir que Setze Jutges y Grup de Folk no eran meras agrupaciones de cultura catalana. Composiciones como «L’estaca», «Al vent» y «Diguem no», en versión de estudio, pasaron desapercibidas para la censura, pudiéndose tocar libremente en cualquier punto del país: pero es en ese momento en el que Llach, Raimon, Pi de la Serra comienzan a cantar sus canciones semi-legales ante una audiencia numerosa, cuando ven que dichas canciones eran realmente peligrosas para la paz mentirosa que reina en España. Raimon recorre España, y allí donde él tocaba, a la vez que se llevaba un buen recuerdo del lugar, dejaba una semilla de esperanza y rebeldía que germinaba en castellano, en vasco y en gallego. De aquellos encuentros con la juventud de todas partes, Raimon escribió «País Basc», de los sentimientos nacidos durante el recital que dio en Euskadi en 1967, y «18 de Maig a la Villa», de cuando actuó en Madrid en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense de Madrid (hoy Facultad de Geografía e Historia) en 1968. Aunque éste último era un recital legal, los «disturbios» que se produjeron durante él, consiguieron que se disolviera a la audiencia con la in-oportuna intervención policial y sus caballos. A Raimon se le prohíbe actuar en Madrid, y posteriormente en cualquier parte de España, al tiempo que permanece vetado en televisión debido a que en su actuación interpretó «Al vent» y «Diguem no»: dicho veto no se levantaría hasta los años 80. Por otro lado, los cantaores del flamenco protesta tampoco lo tuvieron fácil: apartados de los certámenes oficiales de los ayuntamientos y regionales por motivos políticos, y a alguno con el falso estigma de ser un mal cantaor, Gerena, Morente, Menese y otros se vieron obligados a cantar en sitios no tradicionalmente flamencos, como facultades o sedes sindicales ilegales. No obstante, desde mi punto de vista, estas prohibiciones para el Nuevo Flamenco fueron bastante positivas, ya que su visión del arte hondo no casaba muy bien con los certámenes oficiales, más proclives a aquello que se empezaba a denominar nacional-flamenquismo o nacional-folklorismo (un invento político-turístico), de manera que tal vez tuvieron la libertad de escapar de la impopular para muchos bata de cola y sombrero cordobés.
Fue en directo en donde los grandes colectivos de cantautores recibieron su bautizo de fuego: Canción del Pueblo, por ejemplo, se da a conocer en un recital, en 1967, en el instituto «Ramiro de Maeztu«, casi al mismo tiempo que lo hacía Voces Ceibes en la universidad de Santiago, o Ez Dok Amairu… La fuerza de aquellos directos (aunque se podía considerar que muchos de estos cantantes estaban todavía algo verdes) demostraba el «peligro» latente para las instituciones del franquismo, y las autoridades competentes no estuvieron las más de las veces por la labor de autorizar un segundo concierto. Eran los últimos 60, y personajes como Raimon, Llach y Pi de la Serra se habían convertido para toda España en un símbolo a la altura de Rafael Alberti, lo cuál, desde mi punto de vista, les situaba incluso por encima de Santiago Carrillo, Felipe González o Josep Tarradellas (el President de la Generalitat de Catalunya en el exilio); por lo tanto, sus conciertos y recitales tenían siempre un halo de subversión, siendo parte concierto, parte recital poético y parte mitin político: por entonces sus canciones ya rozaban el mismo grado de rebelión que «La Internacional» y quedaban un grado de ilegalidad por debajo de las clásicas canciones revolucionarias.
A veces el recital podía parecer pobre: no llamaban a los cantautores «cantamañanas» por azar, sino porque cantaban a partir de las doce de la noche. Labordeta revela el por qué de esto: se tenía siempre que estar vigilando que no te prohibieran el concierto incluso a la mitad de éste, por eso lo más que te podías permitir de acompañamiento era un piano y gracias. Realmente era así: primero que accediesen a la realización del evento; si era que sí, presentar la lista de canciones al gobierno civil para que las autorizase o no: el problema de esto, como dice Serrat, es que era un proceso totalmente aleatorio: canciones que te permitían en un sitio, no te dejaban en el otro, e incluso te podían permitir cantar una canción no radiable y prohibirte una radiable. Una vez pasados estos trámites, se podía comenzar el recital, pero siempre pensando que en cualquier momento llegue la prohibición por parte del gobierno, incluso a mitad del concierto. De especial importancia era el comportamiento del público: no podía desmadrarse (esto incluía los aplausos casi), cualquier «viva» podía contraer la inmediata clausura del concierto. No obstante, para que ello no se produjese, invadían la sala varios policías, algunos de paisanos, para vigilar a un público tan aterrorizado que ni se atrevía a aplaudir; y aunque el público fuese respetuoso, a veces más por el artista que por su propia integridad física, en ocasiones hacían acto de aparición, como grandes estrellas invitadas sorpresa, los grupos de ultraderecha, invitados generalmente por la dirección de seguridad, dispuestos a lanzar toda clase de improperios al cantante o grupo con el fin de crear un altercado del que «milagrosamente» salían ilesos y sin cargos. También la brígada político-social se traía lo suyo, en ocasiones imprimiendo panfletos subversivos que arrojaban durante el evento (ocurrió en una de las representaciones del espectáculo «Castañuela 70») o -y esta táctica sigue vigente- colocar infiltrados que disfrazados de izquierdistas dieran la oportunidad de o clausurar el recital por la vía legal, o más generalmente a palos. Para la policía el cantante era responsable de cualquier cosa que ocurriera, incluso fuera del recinto al acabar la función y sin que tan siquiera se enterara; por esa razón, el comportamiento de los cantantes durante toda aquella época era de una suavidad increíble y digna de admiración: sabían que aunque quisieran, no podían caldear los ánimos, así que siempre se tendía a la llamada a la calma. Valga como ejemplo este extracto del recital que Bibiano y Benedicto dieron en 1976, en el que se puede oír a Bibiano llamar a la calma a la audiencia algo encendida:
Llegó un momento en el que tocar en España se había convertido en una odisea, principalmente porque para muchos no quedaban ya lugares en los que no estuvieran prohibidos. Por otra parte corrían el peligro de que la fuerte carga política ahogase la música. Es por ello por lo que la actuación en salas del extranjero como el Olympia de París era una prueba de fuego y a la vez, la demostración de que eran buenos no sólo por el mensaje, sino también por la música. El primero en tocar en el Olympia fue Raimon (unos meses después que Bob Dylan); después le siguieron Llach en el 72, Pi de la Serra en el 74, Pablo Guerrero en el 75, y también Xavier Ribalta, Manuel Gerena, José Menese, Ovidi Montllor, María del Mar Bonet… De la mayoría de aquellas actuaciones resultaron discos geniales, en los que la calidad del artista prevalece sobre su simbología política, arropados por paisanos españoles y por admiradores franceses interesados y deslumbrados por la cultura de la resistencia española. Puede ser que el mejor de aquellos conciertos y discos fuera el del recital de Paco Ibáñez, que se editó con el nombre Los unos por los otros; tal vez fuera éste el recital grabado con más carga política de los que se vendieron: es casi la primera vez que se puede oír al público vitorear «Amnistía y libertad», apuntando a lo que vendría después en lo que a recitales y conciertos se refiere en España. Con la máxima «nadie es profeta en su tierra» a la fuerza, algunos cantautores realizan giras internacionales: Latinoamérica, Estados Unidos, Centro-Europa, Francia, Italia… (Raimon llega a actuar en Japón) que les permiten reconocerse como buenos músicos e intérpretes, incluso en festivales más dedicados a la canción convencional como San Remo o Benidorm, en los que Aguaviva obtuvo buenos resultados, poniendo al prohibidísimo Rafael Alberti en la lista de éxitos. Años antes, la actuación de Raimon en el Festival del Mediterráneo y su triunfo tuvo su polémica por cuestiones ideológicas e idiomáticas: su «Se’n va anar», cantado a dúo con la
cantante Salomé, arrasó en dicho festival.
Desde 1976, con el regreso de algunos también, los recitales se politizan, y a menudo se realizan en beneficio de algún político o sindicalista preso, por los presos políticos o en beneficio de determinado partido o sindicato. En 1976, con una cierta ampliación de la libertad de expresión (pero no total), los recintos de los recitales se llenan con los gritos de «¡Amnistía. Libertad!», «¡Amnistía total!», «Visca Catalunya!», «Gora Euskadi!», «¡España mañana será republicana!»… En definitiva, «vivas» y «mueras» de todos los tipos, al tiempo que asisten como invitados de honor líderes de la oposición de izquierdas, para los que suelen reservarse una fila 0 (algunos más tarde no correspondieron a tan generosa invitación que, en muchas ocasiones les ayudó de cara a la gente). Pero hablamos de uno de los años más convulsos de la transición, con lo que las prohibiciones, las palizas, los boicots y demás estaban a la orden del día. Casi todos los recitales tienen alguna anécdota que en algún momento pudo hacer peligrar la buena marcha del evento. Se grabaron algunos de ellos, otros fueron sacados ilegalmente como casetes que se podían obtener en las sedes de los sindicatos y los partidos. Algunos de los discos en directo más importante de aquel año y siguientes fueron El recital de Madrid de Raimon, Barcelona. Gener del 76 de Lluís Llach, Benedicto e Bibiano ao vivo (casete clandestina), Alianza del Pueblo nuevo de Manuel Gerena, Hemen gaude! de Urko, Pi de la Serra al Palau de Esports y Pi de la Serra a Madrid. Estos discos reflejan el sentir de rabia y esperanza de todos los pueblos ante los días venideros. Pero no sólo se actuaba en teatros o estadios, también abundó la actuación en fiestas de pueblos y barrios: cobraban especial relevancia político-social los recitales de Luis Pastor en Vallecas y San Blas, barrios obreros azotados por una crisis económica que se empezaba a notar en la falta de infraestructuras y en el aumento del paro, la drogadicción y la delincuencia.
Conscientes de la fuerza de convocatoria de cantautores y grupos de folk y rock progresivo, partidos y sindicatos recurrieron a ellos para su propaganda, aunque como luego resultó, ciertos partidos no se portaron generalmente bien con ellos: podemos pensar en el PSOE de González (y aún el de hoy), o en la Generalitat catalana, a la que se le llena la boca hablando de los cantantes catalanes pero a la hora de la verdad lo más que conceden es alguna que otra medalla o premio; y no hablemos ya de la Xunta o de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Eventos más significativos. Es imposible (al menos con mi información) establecer una lista exhaustiva de todos los conciertos y recitales, así que he aquí algunos de los eventos más significativos, sobre todo política y socialmente.
Es en La Habana donde en 1967, casi al mismo tiempo que el Festival de Monterrey, en donde se dieron cita los hippies americanos, se reúnen algunos de los cantores más prometedores de América Latina: el Festival de la Canción Protesta, al que van simpatizantes de la Revolución Cubana desde Chile, Isabel y Ángel Parra, Uruguay: Quintín Cabrera y Daniel Viglietti; y de otros sitios: México, Argentina, Haití… e incluso Estados Unidos, con Julius Lexter, y España, con Raimon, junto a los prometedores cantantes de la Nueva Trova Cubana, como Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, bajo la atenta y complacida mirada de maestros como Carlos Puebla y Léo Ferré.
Es precisamente Raimon quien protagoniza uno de los eventos músico-políticos más importantes al año siguiente: el ilegal recital en la Facultad de Ciencias Económicas, que acaba con carreras de estudiantes perseguidos por grises a caballo.
Mención especial merece lo acontecido a Lluís Llach durante el recital que se grabó en 1970 bajo el nombre Ara i aquí: ante la prohibición de interpretar «L’estaca», Llach y sus músicos decidieron hacer una versión instrumental del tema a la que el público se encargó de ponerle letra.
Desde 1974 se venía celebrando en el pueblo de Canet las 6 hores de cançó, un festival en donde se daban cita los cantautores catalanes más punteros: Pi de la Serra, María del Mar, u Ovidi Montllor, que actúa diariamente. De aquel festival quedaron joyas tan atrevidas como ésta de Rafael Subirachs:
Sin embargo, el festival que tuvo lugar el 26 de Julio de 1975 bajo el nombre de Canet Rock, estaba ya bastante alejado de los cantautores políticos, sirviendo de plataforma para nuevas músicas, como el nuevo rock progresivo, y cantautores «heterodoxos». La actuación de Jaume Sisa es prohibida a última hora, pero Francesc Belmunt, director del documental, le reservó un espacio privilegiado al inicio de la película (sed un poco pacientes):
El festival transcurre pacíficamente, curiosamente en un año bastante convulso, y los hippies pueden pasearse tranquilos delante de los atónitos guardia civiles ante una moza que se pasea entre la multitud en bikini. El público no olvidará fácilmente a un Pau Riba cantar en bañador femenino super-ajustado (ver final del vídeo anterior) o a Gualberto, el maestro de la psicodelia andaluza, tocar flamenco con un sitar hindú. Entre los que actuaron estaban Iceberg y su increíble rock progresivo:
No obstante, el diario ultra «El Alcázar», calificó a todos estos eventos como «el festival del aullido»… Aullido, ciertamente, pero de rabia.
Pudiera parecer que en 1976 era más fácil poder cantar: falsa idea, la mayoría de los recitales programados para aquel año se suspendieron, quedando reducidos a un número casi ridículo. Sirva como ejemplo la serie de recitales que Raimon tenía programada para Madrid, que era su regreso a la ciudad tras el recital en la universidad: eran cuatro, de ellos Fraga prohibió los tres últimos: este hecho se constata en la portada del disco que recoge el primer y único de esos recitales. Misma suerte corrieron casi todos los artistas al respecto. El evento más importante respecto a canción de autor internacional se produce en Italia: un homenaje a Víctor Jara, el I Festival della Canzone Popolare Víctor Jara, en el cual la esposa y las hijas del inmortal cantante y poeta chileno agradecían con las miradas la presencia y buen-hacer de Labordeta (que pudo acudir al elegir entre retirada de pasaporte o multa tras los sucesos después de un concierto suyo), Benedicto y Pete Seeger entre otros de muchos lugares. Así recuerda Benedicto aquel importante evento: A Víctor Jara (por Benedicto García Villar)
Resultaba paradójico que entre 1976 y 1977 tuvieran nuestros cantautores más facilidad para cantar en el extranjero que en su país: cantantes y grupos hoy en día bastante olvidados eran reclamados para actuar en festivales benéficos de sindicatos o partidos políticos de índole internacionalista en toda Europa. Por supuesto, siempre resultaba más cómodo que actuar en casa, en donde la tensión política ponía en peligro cualquier evento músico-político. Y es que casi todos tenían su anécdota.
Al igual que el Canet Rock y las Sis hores de Cançó, influidos por los festivales multitudinarios extranjeros, se llevó a cabo la celebración en Valencia del festival «La Trobada dels Pobles», que iba a ser un encuentro en el que los diversos pueblos de España, representados por al menos un cantante, mostraran sus reivindicaciones. Curiosamente estaba prohibida cualquier presencia de banderas regionales que no fueran la valenciana, y, por supuesto, cualquier bandera partidista estaba fuera de lugar para la delegación del gobierno. Y fue precisamente por eso por lo que el subdelegado del gobierno decidió suspender el acto casi a la mitad, especialmente después del incidente que tuvo lugar justo antes de que cantara la cantautora vasca Lupe, cuando un muchacho subió de improviso al escenario hondeando una ikurrina, por entonces no oficial. Mejor suerte tuvo meses después El Festival de los Pueblos Ibéricos, realizado en la Universidad Autónoma de Madrid, ideado para que cantantes de todas las regiones de España, con artistas invitados desde Latinoamérica, especialmente desde Chile, y Portugal mostraran sus cantos al resto. También tuvo un incidente que pudo ser grave cuando, estando cantando Benedicto, subió un espontáneo dando la noticia del asesinato de Montejurra. Se vivieron momentos de tensión, pero la organización decidió seguir adelante, y se pudo concluir sin incidentes resañables.
Tuvieron ciertamente su belleza aquellos festivales multitudinarios, ideados desde la solidaridad y la reivindicación de los pueblos de España: todos estaban allí, Andalucía con Gerena, Valencia con Ovidi, La Rioja con Carmen, Jesús e Iñaki, Galicia con Benedicto y Bibiano, Aragón con Labordeta y La Bullonera, Castilla con La Fanega, Euskadi con Laboa, Cataluña con Pi de la Serra… Un ejemplo ideal que con el paso del tiempo se ha perdido en dogmas y trampas conceptuales.
En 1977, para celebrar su legalización, el PCE realizó la I Fiesta del PCE, un evento en el que escuchar las propuestas de los líderes comunistas, encontrar a compañeros de diversas partes del país y del mundo y, por supuesto, escuchar buena música. Desde entonces y hasta hoy, la Fiesta del PCE se ha convertido en uno de los eventos más importantes del año.
El último gran concierto multitudinario de cantautores fue el concierto contra la entrada de España en la OTAN, con Víctor y Ana, Hilario Camacho, y algunos de los monstruos del heavy patrio como Coz o Leño.
Aquellos conciertos tenían mucho de política, por supuesto: eran lugares en donde el cantante se convertía en el portavoz de una audiencia deseosa de un cambio; tenía mucho de catarsis, de liberación. El cantante ni mucho menos era un líder que le dijera al público lo que tenía que pensar: el cantante decía lo que el pueblo pensaba. Por esa razón el régimen temía tanto este tipo de eventos, porque suponían una brecha en su sistema: de esa manera consentía la grabación de discos disconformes, pero no se podía permitir darle la más mínima publicidad: por eso se veta a los cantautores de los principales medios de comunicación, aunque existen algunas grabaciones televisivas realizadas sin duda por productores audaces y en épocas de relajación política. Los directos de los cantautores suponían el máximo exponente del descontento de una sociedad ansiosa de un cambio. Hoy, conciertos y giras de algunos como Serrat, Sabina, Víctor Manuel y Ana Belén, y los cantantes de la Nueva Trova Cubana tienen un éxito innegable, además del gran beneficio económico que reportan, pero carentes de la fuerza de antes, tal vez por la acomodación de sus protagonistas o por la acomodación de la sociedad actual. Sin embargo, otros fueron forzados a retirarse, quizás porque el éxito es una ramera infiel (con perdón) o por no estar abrigados por amigos poderosos (otra ramera infiel); otros siguen actuando en pequeños recintos ocasionalmente por mucho menos dinero que los anteriores, pero, como he podido comprobar, con mucha más intensidad por parte del artista y de su público.
-Totes aquelles cançons (serie documental de Ángel Casas para la televisión catalana)
–La tierra de las mil músicas (documental de Joaquín Luqui): La protesta
–Cantants 72, de Pere Portabella
–Canet rock, de Francesc Bellmunt
ALGUNOS DE LOS MEJORES DISCOS EN DIRECTO:
-Raimon: El recital de Madrid (1976)
-Lluís Llach: Barcelona. Gener 76
a l’Olympia (1972)
-Pablo Guerrero en el Olympia (1975)
-Paco Ibáñez en el Olympia. Los unos por los otros (1969)
-Benedicto e Bibiano ao vivo (1976)
-Manuel Gerena: Alianza de Pueblo Nuevo (1976)
-Pi de la Serra a Madrid (1978)
Os presento una lista de cantautores y grupos desde 1963 hasta 1982. Ha sido extraída de 20 años de canción (1er volumen) de Fernando Gonzáñez Lucini, un autor que se ha dedicado a su estudio y me ha enseñado bastante:
Por supuesto, ésta lista no está completa: hay quien incluiría a cantantes y a grupos como Gualberto, Smash, Triana, Barcelona Traction, Iceberg, Companya Elèctrica Dharma…
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