Grândola, sempre…


Casi se me pasa el día… Hubiera sido imperdonable olvidarme de esta canción, tal día como hoy… Y después de una semana de merecido y necesario ocio frívolo, es una buena manera de volver a las cosas que me importan realmente, con la canción que muchos consideramos como La Marsellesa de Portugal, el himno de la fraternidad universal (¿se imaginan la emocionante escena de Casablanca en la que cantan la Marsellesa con esta canción?).

Hoy traemos un texto que le regalé al gran Adrian Vogel para su magnífica sección "Un siglo de canciones":

 

Un siglo de canciones 3: “Grândola, vila morena”

(por Gustavo Sierra)

25ABRIL Desde hace un año o así [ya hace algo más], tengo una pasión: mi pequeño gran MP3, que puede almacenar hasta 20 GB; me lo compré porque supe que se podían escuchar las canciones de manera aleatoria: ¡lo que siempre había querido! Oír toda la música sin un plan predeterminado, sin límites (a corto plazo: en las horas que escucho música es imposible terminar de oír todo lo que está ahí metido). Empiezo eligiendo una canción, y a partir de ahí lo dejo todo al “supuesto” azar (hay que considerar que las “listas aleatorias” no son tales, sino que funcionan mediante complejas fórmulas matemáticas). Y aquí es a donde quiero llegar: cuando dejo de oír la música de una canción anterior y comienza (ras-ras-ras…) ese paso rítmico que recuerda inevitable el paso marcial y vigoroso de los soldados portugueses el 25 de Abril de 1974, y esa clara y harmoniosa voz que Benedicto describió como indefinida: “Era, por un lado, una voz al mismo tiempo desgarradora y arrolladora, masculina y femenina, aguda y grave, suma de una gama extensa de vibraciones y harmónicos; y, por otra parte, aquello le ponía los pelos de gallina a cualquiera” (la traducción es mía): “Grândola Vila Morena, terra de fraternidade”… Y llega ese coro (que quizás Antonio pudiera decir quiénes lo conformaban) [Antonio Gómez, en los comentarios, escribió, entre otras maravillosas cosas, los que formaron el coro: “Pues según los títulos de crédito, los que se encargan de “coros y pasos” son José Mario Branco (cantautor el mismo y arreglista), Francisco Fanhais (sacerdote e igualmente cantautor), ambos exiliados en Francia en aquel momento, y el que entonces era guitarrista habitual de Zeca en las actuaciones en directo, Carlos Correia (Boris)”] apoyando al grande Zeca, y que parece todo Lisboa -¡qué digo!- ¡Portugal entero! cantando a una: “O povo é quem mais ordena”… La canción es muy breve, pero es como un instante eterno, quizás porque sea histórico, quizás porque en ella esté representada la voz de su pueblo. Pero comencemos desde el principio, por ejemplo, poniendo la letra:

Jose Zeca Afonso

Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade
Dentro de ti, ó cidade
O povo é quem mais ordena
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena.


Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade

Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada rosto igualdade
O povo é quem mais ordena.


À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade
Jurei ter por companheira
Grândola a tua vontade
Grândola a tua vontade
Jurei ter por companheira
À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade

(Grândola, Villa Morena/ tierra de la fraternidad,/ el pueblo es quien más ordena/ dentro de ti, oh ciudad.// Dentro de ti, oh ciudad,/ el pueblo es quien más ordena,/ tierra de la fraternidad,/ Grândola, Villa Morena.// En cada esquina un amigo,/ en cada rostro igualdad,/ Grândola, Villa Morena/ tierra de la fraternidad.// Tierra de la fraternidad/Grândola Villa Morena/ en cada rostro igualdad/ el pueblo es quien más ordena.// A la sombra de una encina/ de la que no sabía su edad/ juré tener por compañera/ Grândola, tu voluntad./ Grândola, tu voluntad/ juré tener por compañera,/ a la sombra de una encina/ de la que no sabía su edad.)

A muchos de nosotros nos comienza gustando un artista por un hecho, digamos, romántico. No creo que esté demasiado bien, pero confieso que a veces, en el pasado, me acerqué a Lorca porque fue asesinado, a Miguel Hernández porque estuvo preso por defender la libertad, a Jimi Hendrix o a Janis Joplin porque murieron de forma escabrosa, a Lluís Llach y a Raimon porque estuvieron prohibidos, a Pablo Guerrero por la canción “Extremadura”, y a José Afonso porque hizo la banda sonora de la Revolução dos Cravos… Pero de este infantil y superficial gusto por el halo romántico se desprende algo positivo: que encuentras más de lo que creías que había; eso me pasó con todos éstos y con muchos más. Pero ciñámonos a José Afonso “Zeca”.

Es cierto que antes de conocer al hombre y su nombre supe que una canción había sido el santo y seña para comenzar el golpe de Estado pacífico que derrocaría a la dictadura más vieja de Europa, la de Oliveira-Salazar-Cabronação: para mí, ese dato ya decía mucho de tres cosas a la vez: 1) el carácter de los militares revolucionarios portugueses, 2) que debía ser una canción maravillosa, y, 3) que su autor debía ser genial; todo eso sencillamente del hecho de que una canción (que, por cierto, los propios militares portugueses intentaron ya llevarla a Eurovisión) pudiera ser tan importante que debiera convertirse en el toque de diana para la hora de la libertad lusitana.

La historia de la canción la explica muy bien este artículo de la wikipedia:

José "Zeca" Afonso compusó esta canción como homenaje a la "Sociedad Musical Fraternidad Operaria Grandolense" de la villa portuguesa de Grândola. El 17 de mayo de 1964 Zeca actuó en esta ciudad. Esta actuación fue importante para el artista por varios motivos. En ella conoció al guitarrista Carlos Paredes, de cuya maestría con la guitarra quedó impresionado. Por otro lado, le impresionaron también la conciencia y madurez políticas de los miembros de la Sociedad Musical y sus escasos pero bien aprovechados recursos, con una biblioteca, según palabras del propio Afonso, "con claros objetivos revolucionarios".

La canción fue incluida en el álbum Cantigas de Maio, grabado en Herouville (Francia) entre el 11 de octubre y el 4 de noviembre de 1971, que se editó en diciembre de ese año. Fue la quinta canción de ese disco, que contó con los arreglos y dirección musical de José Mário Branco.

(…)

El 29 de marzo de 1974, Grândola, Vila Morena fue la canción de cierre de un espectáculo en el Coliseo de Lisboa. Asistieron al mismo varios militares del (MFA) Movimiento de las Fuerzas Armadas que la escogieron como señal de arranque para la incipiente Revolución de los Claveles. En ese espectáculo, la censura del régimen dictatorial de Salazar había prohibido varias canciones de José Zeca. Entre ellas estaban Venham mais Cinco ("Choca esos cinco"), Menina dos Olhos Tristes ("Niña de los ojos tristes"), A Morte Saiu à Rua ("La muerte salió a la calle") y Gastão Era Perfeito ("Gastón era perfecto").

A las 0.20 del día 25 de abril de 1974 en el programa Limite de Radio Renascença se emitió Grândola, Vila Morena, que era la segunda y última señal para dar comienzo al movimiento revolucionario que derrotaría a la dictadura de Salazar y daría libertad a Portugal y a su inmenso imperio colonial. Las fuerzas del ejército portugués organizadas por el MFA serían las encargadas de conseguir la libertad con el apoyo del pueblo que las cobijó con la colocación de claveles rojos en las bocas de los cañones de los tanques y los fusiles de los soldados. La primera señal fue emitida a las 22.55 del día 24 de abril y fue la música E depois do adeus (Y después del adiós), cantada por Paulo de Carvalho.

El propio José Afonso no fue en principio consciente de la trascendencia que había alcanzado su composición. Él lo relata así:

“Vivi el 25 de Abril una especie de deslumbramiento. Fui hacia el Carmen, anduve por ahí… Estaba entusiasmado de tal modo con el fenómeno político que no me fijé bien, o no le di importancia, a lo de Gràndola. Sólo más tarde, cuando se produjeron los ataques fascistas del 28 de septiembre o los del 11 de marzo y Grândola era cantada en los momentos de más grave peligro o de mayor entusiasmo, me di cuenta de todo lo que significaba y, naturalmente, tuve una cierta satisfacción.”

El hecho de que el propio Zeca le quitara mérito al asunto dice mucho de él. Como me dijo Benedicto cuando preparé un ciclo acerca del impacto ideológico y sentimental de la Revolución de los Claveles en España, “El primero que siempre ponía en duda el mito era Zeca Afonso. No se sentía tal, era la antítesis del vanidoso. La canción fué escogida como señal sin que él lo supiera. Otelo Saraiva de Carvalho nos contó cómo el día que lo decidieron fué en un café de Lisboa en el que estaba Zeca y no le dijeron nada; no podían poner en peligro la operación…”

Saraiva de Carvalho, él mismo que, emocionado, durante el entierro de Zeca quiso poner una bandera portuguesa sobre el ataúd, si no lo hubiera impedido la esposa de Zeca, ya que fue su deseo que el ataúd no llevara más adorno que una bandera roja, símbolo de los trabajadores de todo el mundo. Tal vez han habido unos pocos grandes himnos universales de la humanidad en la más reciente historia: “We shall overcome” de Pete Seeger, “L’estaca” de Lluís Llach, “Al vent” de Raimon, “El pueblo unido jamás será vencido” de Quilapayún, “Imagine” de John Lennon, y, por supuesto, “Grândola, vila morena”; y precisamente su autor, autor de lo que muchos con justicia consideran el himno de la fraternidad, siempre decía “Nem hinos, nem bandeiras”: ni himnos ni banderas. Era el suyo un pensamiento universalista y humanista. Pero, al fin y al cabo, un himno ¿nace o se hace? Yo pienso que se hace: de poco sirve que uno se levante un día diciendo “voy a escribir el himno de las juventudes nudisto-porreras” si ese himno no es acogido por el público como tal, que es lo que sí les pasó a estos himnos que aquí enumeramos. Zeca era consciente de que, incluso antes del 25 de Abril de 1974, “Grândola vila morena” ya no le pertenecía: le pertenecía al pueblo portugués, más aún: le pertenecía a la humanidad entera. No hay más que oír cómo cierra con esta canción su actuación en el Coliseu, en donde un entregado y emocionado público llega a tapar la voz del propio Zeca: igual, o incluso más, que aquel público estadounidense que acababa cantando “We shall overcome” mientras Seeger se dedicaba sólo a tocar la guitarra y a indicar las estrofas a cantar.

Quizás sea sólo una anécdota la elección de esta canción por parte de los capitanes de Abril, quizás podría haber sido otra, quizás tardemos mucho tiempo en ver algo así de nuevo… Pero el innegable significado artístico e histórico de la “Grândola” queda ahí: una canción que parece profética, ya que, habiendo sido hecha hacia 1971, con su peculiar “instrumentación”, ya parece vaticinar la marcha jubilosa de un pueblo hacia su libertad.

Hay muchos vídeos realizados con esta gran canción, incluso alguna que otra versión. Pero quiero cerrar con esta interpretación que se hizo al final del programa homenaje a Zeca en la Televisión Galega, terminando con todos los participantes del evento cantando a coro “Grândola, vila morena”, entre los que se cuentan Luis Pastor y Benedicto. Lo pongo porque, seguramente, desde 1980, ésta sea la primera ocasión en la que Benedicto se sube a un escenario a cantar:

4 responses to this post.

  1. […] brillar los ojos, vibrar de emoción y recobrar esperanza en el futuro. No podía ser más que “Grândola vila morena”, del maestro José Afonso, la canción que llevó a los militares portugueses a la victoria […]

  2. […] una canción que ya era revolucionaria antes de estos sucesos: por supuesto, hablamos de “Grândola Vila Morena”, una canción que, en ese sonido de pasos, parecía casi profética, y quizás por ello, los […]

  3. […] https://albokari2.wordpress.com/2010/04/25/grandola-sempre%E2%80%A6/ Share this:FacebookCorreo electrónicoMe gusta:Me gustaSé el primero en decir que te gusta esta post. […]

  4. […] treinta personas que comenzaron a cantar el inolvidable himno de la Revolución de los Claveles: “Grândola vila morena” del inmortal José […]

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