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Otro fragmento de Billy («algo es algo»)


1968: Raimon actúa en el vestíbulo de la hoy Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid

Allí estaban los cantautores: cantando las verdades a quienes las quisieran escuchar, aunque los que debieran hacerlo pretendieran ser sordos. Contaban la historia de la gente, expresaban el sentimiento de un pueblo insumiso que no se resignaba, que quería vivir, que quería amar libre. Paco Ibáñez desenmascaraba a los usurpadores con la verdadera cultura española. Chicho Sánchez Ferlosio era la denuncia del anonimato popular. Raimon, un grito de esperanza alzado contra el viento y la noche. Lluís Llach componía el réquiem para tumbar la estaca. Serrat cantaba la ternura del hogar. María del Mar era la calma y la furia del Mediterráneo. Pi de la Serra sentenciaba que volveríamos a reír fuerte y sin miedo cuando el día dejara de ser gris. Ovidi Montllor profetizaba que llegaría el día en el que el llanto fuera de alegría. En la sureña profundidad de la gigantesca garganta de José Menese se refugiaba la voz del humilde. Manuel Gerena convertía los palos que mataron a “Chato” El Esparraguero en palos flamencos. Enrique Morente rezaba a la estrella de la justicia. Un cromlech ancestral eran las palabras de Bertolt Brecht en la voz eusquérica de Mikel Laboa. Imanol, un estremecimiento sobre los montes del País Vasco. Benedicto no traía de armamento más que palabras amigas galaicas. Bibiano exigía gaitas para todos, para hacer sonar la alborada que anunciaba el nuevo día. Elisa Serna era la persistente memoria incombustible y humilde de las casas de los obreros. Julia León, la tenaz queja del campesino castellano. Adolfo Celdrán advertía que la noche se acaba y el día está llegando. Aute cantaba la belleza de aquellos ojos que vieron morirse los cielos en el mes de septiembre. Labordeta era la fuerza del cierzo aragonés soplando contra la injusticia. Aguaviva confirmaba que la invasión de los bárbaros que profetizara Juan de Loxa había llegado. El Nuevo Mester de Juglaría cantaba en las plazas la sangrienta hazaña de una épica oculta por el poder. Las Madres del Cordero se reían de los poderosos poniéndolos ante el espejo del esperpento. Los Sabandeños: un ejército musical de luchadores canarios. Carlos Cano cantaba ante la hoguera el dolor del pueblo andaluz. Víctor Manuel era la voz minera que surgía de las entrañas de la tierra de Asturias. Luis Pastor, el furor proletario del irreductible barrio de Vallecas. Pau Riba, Jaume Sisa, Hilario Camacho…, los hippies que predicaban la paz y el amor contra la cultura del odio. Y Pablo Guerrero era la poesía que llovía a cántaros sobre el techo del obrero, el campesino y el estudiante extremeño. Y tantos otros… En sus voces las palabras de los poetas y de los desposeídos cobraban vida, se movían. Eran los trovadores que cantaban la épica de la Resistencia viva. La Verdad nunca había sonado tan bien.

Gustavo Sierra Fernández, Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019).

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Desentrañando Billy («algo es algo»): The Making Off


Argumento

Portada del libro

Guillermo Niño Pérez es un expolicía franquista que se enfrenta a un juicio inminente por sus torturas durante la dictadura y la transición, a la vez que vive obsesionado por un misterioso vecino y atormentado por el recuerdo de un crimen que cometió durante sus años de servicio. En medio de todo esto, descubre la existencia de un asesino en serie que parece imitar sus métodos de tortura, y decide tratar de demostrar su identidad.

Es una historia que transcurre en la actualidad, aunque hay flashbacks hacia su pasado que nos permiten conocer la historia y la personalidad del inspector Niño. Comprender el presente conociendo el pasado.

Génesis

La idea de Billy («algo es algo») surgió hará un tiempo, cuando una escritora estaba ideando una novela de psicópatas y le sugerí la idea de meter a un policía de la vieja escuela como investigador. El proyecto de la novela fue abandonado, así que, tiempo después, recordé mi aportación y decidí escribir sobre ello en una especie de relato corto. Pero, a medida que avanzaba, el relato pedía más, y así nació una novela no demasiado extensa y bastante original.

Las influencias

Puede que esté mal decirlo, pero me gusta pensar en Billy («algo es algo») como una novela de regusto clásico, es decir, un libro en el que el trasfondo social y político, sin llegar a explicitarse demasiado, condiciona la historia y el argumento, que sirve para hacer un juicio moral sobre una injusticia. Así escribían Victor Hugo y Dostoievski, que han tenido una gran influencia sobre mí. Por eso, alegremente me uno a la corriente llamada Realismo Social del Siglo XXI.

Además de ellos, la lectura de El ruido y la furia de William Faulkner me fascinó de tal manera que me animó a intentar hacer aquellos malabares lingüísticos: un libro en el que la historia no se te da hecha desde el principio, sino que tienes que construirla a medida que vas leyendo.

Fuera de lo literario, el lector descubrirá los guiños a la película 7 días de Enero, de J. A. Bardem, sobre todo en el capítulo relativo al atentado de la calle Atocha y la escena del funeral. Fue, sobre todo, la soberbia interpretación de Alberto Alonso en el papel del inspector Cisco Kid lo que inspiró la creación del personaje de Guillermo Niño. También, la forma de narrar los acontecimientos, de cambiar nombres y señalar sin nombrar.

En cuanto a documentación, decidí que, para no crear la identificación total, partiría de lo que ya sabía, para que la inspiración no influyera demasiado sobre el inspirado. Ya había suficientes reportajes, artículos, noticias y testimonios. Pero la idea de base fue el libro, anteriormente tesis doctoral, del doctor en Historia Sergio Rodríguez Tejada, de la Universidad de Valencia, Zonas de libertad, en donde recoge los testimonios de los que sufrieron las torturas en las comisarías de Valencia y algunos de aquellos deleznables métodos.

Queda señalar también el homenaje a los cantautores que encontrarás en la página 70, con una fuerte influencia de Fernando González Lucini.

Desarollo, recursos y contexto histórico

Como te digo más arriba, la historia policial, con tintes de novela negra, es la excusa para poner de manifiesto el trasfondo: las torturas que se produjeron durante el franquismo en las dependencias policiales (y después) y la impunidad de la que gozan sus propiciadores. De esta manera, el trasfondo pasa al primer plano, tomando más protagonismo a medida que avanza la historia.

De ahí el recurso a los flashbacks y a la frase recurrente que encontrarás a lo largo del libro: es la persistencia de la memoria y el peso moral de los hechos pasados.

No había en sus comienzos, realmente, un intento de condena moral: salió solo; naturalmente. Tal vez el detonante fueran aquellas declaraciones de los dos antiguos ministros del Interior, empeñados en proteger a unas personas corruptas de sus responsabilidades con la excusa de no permitir que se manche el nombre de las fuerzas de seguridad del Estado (¿alguien ha dicho que juzgar a un criminal de guerra nazi suponga denigrar el nombre de los cuerpos de seguridad alemanes? ¡Pues eso!)

Artículo primero. I. Quedan amnistiados:

(…)

c) Todos los actos de idéntica naturaleza e intencionalidad a los contemplados en el párrafo anterior realizados hasta el seis de octubre de mil novecientos setenta y siete, siempre que no hayan supuesto violencia grave contra la vida o la integridad de las personas.

Artículo segundo.

En todo caso, están comprendidos en la amnistía:

(…)

e) Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley.

f) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.

(Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía)

La historia transcurre, aproximadamente, en la actualidad, pero se entrelaza con los recuerdos de su protagonista constantemente, mediante flashbacks y capítulos retroactivos que nos cuentan su historia y sus andanzas. También existe un capítulo a modo de pequeña contranovela que nos explica la génesis de la querella a la que ha de hacer frente. A excepción de algunos fragmentos y un capítulo, está narrado en tiempo pasado.

El contexto histórico son los últimos 60 y principios y mediados de los 70, en las postrimerías de la dictadura franquista: una época poblada de activistas, integristas políticos y religiosos, artistas contestatarios y psicópatas amparados por la legalidad, con carta blanca para realizar cualquier cosa que quisieran. Para narrar muchos de estos hechos y personas reales que tuvieron mucho peso entonces, eché mano de un recurso que ya definió el dramaturgo Bertolt Brecht: el distanciamiento, aunque también está la influencia de la película de Bardem.

Como todavía hay cosas y sucesos de los que hablar resulta un acto a menudo sangrante, sobre todo con los lobos con piel de cordero, me resultó una buena idea esa de señalar sin mencionar, de manera que parezca que estemos hablando de otro país y otro tiempo; que Guillermo pueda ser igualmente un policía del apartheid, un oficial de Auschwitz o un agente de la Stasi.

Ejemplos: hay unos cuantos sucesos, como la matanza de Atocha, que son mencionados con deliberada ambigüedad, de manera que el lector que conozca estos hechos los captará al instante, mientras que a otros se les despertará la curiosidad y comenzarán a investigar, como le ha pasado a muchas personas que la han leído o lo están haciendo.

Funeral por los Abogados de Atocha (foto de Antonio Gabriel; fuente: El País)

Por su parte, la «muerte accidental» del estudiante es calcada a las de Rafael Guijarro Moreno y Enrique Ruano: activistas que, empleando terminología oficial, murieron en extrañas circunstancias en el transcurso de sus interrogatorios y de las que nadie se ha responsabilizado o se ha señalado.

Enrique Ruano

Más ejemplos. El departamento policial al que pertenece Guillermo es llamado Brigada de la Noche, con toda la simbología que encierra, pues «la noche», además de amparar la caza, como se dice en algún pasaje, era el símbolo con el que poetas y cantautores llamaban a la dictadura. Los políticos y militares ultras son denominados genéricamente como Jefes. Otros, como «el juez», «el ministro», etc., son meros personajes tipo, pero con guiños tomados de declaraciones reales. Pocos nombres reales aparecen.

Aparte de los sucesos históricos conocidos, existen al menos dos, que son intrahistóricos, y están basados en hechos reales. El primero sucede cuando se cuenta la historia de la familia de Guillermo: a un amigo de mi abuela, tal como me contó ella, los falangistas le obligaron a comerse la corbata roja que le identificaba como miembro del PCE. El segundo, ocurrido a mediados de los 70, está inspirado en lo que le ocurrió a un chico que conocía mi madre, que tuvo la mala suerte de pararse junto a un coche, propiedad de un señor que tenía licencia de armas y, seguramente, amparo de alguien, ya que salió absuelto del juicio y la familia del chico no recibió ningún tipo de indemnización o compensación.

Finalmente, como un ingrediente a sumar a su originalidad, el nombre de los capítulos. A excepción de tres, son fragmentos de canciones y poesías bastante conocidas de mediados y finales de los 70: canciones de Llach, Elisa Serna, Raimon, Maria del Mar Bonet, Adolfo Celdrán, Luis Pastor…, y poemas de Miguel Hernández, Juan de Loxa o Mario Benedetti, quien me proporciona el subtítulo del libro, ese «algo es algo» que viene a decir que, a falta de justicia real, nos queda el consuelo de hacerla a través del arte.

(Escucha su banda sonora)

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Yo con Elisa el día de su graduación en la Universidad para Mayores

Además, no se puede pasar por alto a quién va dedicado el libro: es precisamente a una de esas cantautoras, Elisa Serna, que sufrió multas, detenciones y exilio a lo largo de su carrera, por lo que cantaba, como ningún otro cantante de la época. Su fallecimiento tuvo lugar algo antes de que empezara a escribir el libro, por lo que no podía ser de otra forma. La presentación realizada el día 12 de junio en el Café Libertad 8, con sus canciones sonando antes de empezar y al acabar, supuso casi un homenaje y un recuerdo emocionado por nuestra parte (la mía y la de Cristina), por ser precisamente ahí el último lugar donde la vimos en persona y hablamos con ella, y donde tenía programada una actuación que no pudo realizar.

Personajes

Billy («algo es algo») se centra casi todo el tiempo en un único personaje, aunque a lo largo de la historia otros toman momentáneamente el protagonismo.

Guillermo Niño: es el protagonista. Un expolicía fanático que no se arrepiente de nada de lo que hizo. El lector sagaz verá, por la portada del libro y la traducción al inglés del nombre, en quién está inspirado el personaje: en el más famoso, pero no el único, de los torturadores franquistas, Antonio González Pacheco, más conocido por su alias, «Billy el Niño», dicen que por la rapidez con la que sacaba la pistola durante los interrogatorios; de ahí que el sobrenombre de Guillermo sea el de «el Pistolero». Pero cabe advertir que es solo inspiración, y que en él pueden concurrir todos ellos juntos. Como virtud, es un sagaz policía retirado al que la emoción de una investigación hace rejuvenecer.

Comisario Ramón de la Dehesa, «Calvoroto»: este personaje está inspirado fuertemente por el comisario real Roberto Conesa. Cualquiera que conozca su historia se sorprenderá de cómo un miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas, para esquivar la tortura y la pena de muerte, vendió a sus compañeros, incluidas las 13 Rosas, y después fue escalando, delación tras delación, hasta convertirse en el encargado de mantener el orden político a pie de calle. Cuando uno se para a considerar sobre este cambio, llega a una única conclusión: que una persona así, en realidad, carece de ideales y que lo único que le mueve es salvarse a sí mismo. Calvoroto es cinismo puro y duro, que enmascara de servicio al orden y la ley y de integrismo político. Finalmente, su mote, por su característica física más notable, viene por otro torturador al que las víctimas apodaban como «el Calvo».

Emilio Boneco Andrade, «Queco»: otro de los policías de la Brigada, compañero inseparable de Guillermo; en cierto sentido, su contrapunto en cuanto a carácter, pero moralmente mucho peor y más cruel. Su nombre y apodo (boneco es ‘muñeco’ en gallego) se deben a otro torturador, el capitán de la guardia civil, participante del golpe del 23F, Jesús Muñecas.

Marisa: la mujer de Guillermo. Seguramente, el personaje más encantador de la novela y, en mi opinión, la verdadera protagonista. En la creación de Marisa pesó la llamada de la mujer de Tejero pidiéndole que no matara a nadie. (Luego me enteré de cosas que me llevan a declarar que mi Marisa es mucho mejor.) La idea que subyace es la de la mujer de los dictadores, los torturadores y los mafiosos (de ahí el guiño a El padrino), es decir, ¿llegan a saber qué es lo que hacen sus maridos?, y si es así, ¿pueden vivir tranquilas, sabiendo que aman a un monstruo? En el caso de mi personaje, se le va cayendo la venda al descubrir lo que ha hecho su amado esposo a lo largo de esos años, además de cobrar conciencia de su relación de pareja.

Agustín González (Fuente: Wikipedia)

Comisario Manuel Cabezas: es la antítesis de Guillermo, de quien fue su subordinado y al que le debe buena parte de su carrera policial. Un demócrata suarista convencido que repudia lo que su jefe y sus compañeros hicieron en el pasado, pero que no puede negar su ayuda al amigo que la necesita. Para él tenía en la cabeza a los entrañables o cómicos policías, según la película o serie, que encarnó el gran actor Agustín González: de ahí su descripción física y algunas expresiones y giros. Guillermo y Manuel forman una pareja casi clásica, como el día y la noche, y el lector disfrutará de los diálogos entre ambos. Para muestra, esta locución sobre el texto adaptado que hicieron los actores José Palacios y Antonio Orozco, del grupo Taormina:

Alberto Flores Leal: el abogado acusador. Su historia es la transformación de abogado defensor de los detenidos por Niño a acusador contra este a raíz del atentado de Atocha. El apellido Flores simboliza un poco un tono alegre frente a la España negra que representan Niño y su gente, mientras que su segundo apellido, Leal, por su significado etimológico, es un pequeño homenaje a los abogados laboralistas que tanto se jugaron en aquellos años; casualmente, Leal era el apellido del único muerto de Atocha que no era abogado. Físicamente, tiene dos modelos que me sirven también de homenaje; la fisonomía del primer Alberto se corresponde con la foto del primer sencillo del cantautor gallego Benedicto García, mientras que el segundo Alberto se parece físicamente a mi amigo Antonio Gómez cuando era joven y producía discos.

El vecino: un enigmático joven cuya misteriosa vida e inquietante personalidad obsesionan a Guillermo. Tendrá que tolerar el acoso del exinspector.

Y luego una serie de personajes menores, como Paco «el Fino» (expolicía y dueño de un bar); la abogada de la acusación, Cristina Flores (hija de Alberto); el abogado defensor, Mariano Berrocal (sobrino de Marisa); los compañeros de la mili: el Bullonero (un guiño al dúo de folk aragonés La Bullonera) y el Estupendo (inspirado en el personaje de mismo apodo que itnerpretó Antonio Ozores en la película 15 bajo la lona); Tío Posada, el padre de Guillermo, que guarda un horrible secreto; Puri, la prostituta que lo desvirgó, y los dos periodistas, cuya intervención está narrada en presente, porque son nuestros álter egos (que protagonizan su propia novela, aguardando en un cajón). Sin contar, claro está, con el asesino en serie: el Carcelero.

¿A quién va dirigido?

Pues a quien le guste leer una buena historia: una buena historia que no se atiene a las modas. Soy consciente de que no es un best seller, precisamente por eso.

Pero, sobre todo, a aquellos cuya lectura les levante curiosidad y decidan indagar sobre este tema, y también a aquellos que sufrieron en sus carnes las tropelías de unos funcionarios públicos que, amaparados por la ley, daban rienda suelta a su sadismo y su sociopatía. Quizás aquí encuentren un consuelo.

Últimas cosas

No hay mucho más que decir salvo que espero que sea un libro que entretenga, instruya y haga reflexionar; que cada cual escoja la versión de la historia que prefiera, ya que incluso el final desconcertante queda a la decisión del lector. Solamente puedo cerrar con el último párrafo del prefacio:

Sin más, te deseo una buena lectura, que te entretenga y te haga reflexionar y hasta investigar sobre todo esto.

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Luis Pastor: “la historia siempre la escriben los vencedores, y yo creo que no soy un vencedor”


[Con motivo de la desaparición del blog que tenía compartido, reproduzco dos entradas, íntegramente mías. La primera de ellas es esta entrevista a Luis Pastor publicada en diciembre del año pasado, con motivo de la publicación de su libro de memorias]

Un marinero sin mar,
un extremeño en Madrid,
un árbol de Berzocana,
la flor de jara
de tu jardín.
Soy

f2e98768756785a1690c6b75c4b2e798Este año [2017], el cantautor Luis Pastor presenta sus memorias, ¿Qué fue de los cantautores? Memorias en verso, publicadas por Capitán Swing y Nórdica.
Lo curioso de estas memorias, frente a otras de grandes cantautores como Sonata de amigos de Benedicto, o Regular, gracias a Dios, de Labordeta, es que están completamente versificadas: arrancando desde su niñez en Berzocana, pasando por su militancia en la canción popular y en la poesía, hasta los años 80, cuando la industria del disco los dejó “aparcados”. Unas memorias muy interesantes y desde un planteamiento original, aunque no nuevo, escritas a veces desde la ironía, otras desde la ternura, pero siempre con honestidad; unas memorias que no son sólo las del cantante y poeta, sino las de toda una generación que se descubre en ellas. Son Fidelidad a sus orígenes, a su pasado, a sus raíces extremeñas y vallecanas, a su pueblo y barrio, a sus compañeros y a su familia… Una palabra que me vino a la cabeza sin previo conocimiento de causa, salvo la de su disco y su canción.

Luis me recibe en su casa y, con mirada franca y voz serena y envolvente, va respondiendo a cada una de mis preguntas con profusión de detalles.

Unas memorias escritas en verso es una idea de lo más original, ¿cómo se te ocurrió hacerlas así?

1Son casualidades y circunstancias que te llevan. Por un lado, el éxito del poema “¿Qué fue de los cantautores?” en estos siete años, sobre todo en este último, que se convierte otra vez en viral y son seis millones de descargas, me hace pensar que, si he sido capaz de sintetizar 40 ó 50 años de historia de este país en tres folios, por qué no intentar versificar mis memorias. Cierto es que me había planteado el año pasado sacar tres libros para celebrar los cuarenta años de mi disco Vallecas: un libro de poesías, un libro de letras de canciones y un libro de memorias con Antonio Gómez, el periodista que más sabe de los cantautores, que vivió aquellos años. Pasó el año y no hicimos nada; y las circunstancias de Navidad, que me corté el tendón y un dedo con un cuchillo jamonero y me escayolé. Y luego le regalé a mi hijo Pedro el Martín Fierro. Se juntó todo eso y creó el momento en que tiré de un arranque: la introducción salió de un golpe, sin ser en sextetos, sino en cuartetas, y luego me puse a escribir todos los días. Siento que ha sido un acierto, que el hecho de hacerlas en verso le da un valor diferente: la poesía tiene una fuerza que a lo mejor a la prosa le cuesta más trabajo: una definición, una capacidad de síntesis, de resumen, una capacidad, desde la propia poética, de ser dulce, tierna, agresiva, cortante… Fue un hallazgo.

Hay antecedentes: Violeta Parra escribió parte de su vida en décimas, y el mismo libro Martín Fierro es una historia versificada de la vida y cultura de los gauchos argentinos de La Pampa a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Yo estoy contento: nunca hubiera pensado que pudiera escribir mi vida en verso, no se me había pasado por la cabeza. Creo que, a veces, no eres tú el que piensa las cosas: están ahí y se te revelan; he estado atento y he sido capaz de tirar de un hilo bonito a la
hora de escribir mi biografía. Siento que es una radiografía de muchos españoles de varias generaciones, de los que tenemos una edad, que vivimos la dictadura, el franquismo, el postfranquismo y la transición, que no es sólo mi vida: merecía la pena contarlo, en prosa o en verso, porque la historia siempre la escriben los vencedores, y yo creo que no soy un vencedor.

¿Hay gente que te dice que se ve reflejadas en ellas?

Pasa todos los días. Ya cuando leía sin avisar estos meses de atrás, antes del verano sobre todo, cuando lo estaba escribiendo y utilizaba mis conciertos como un laboratorio para leer 120 estrofas, hasta los 14 años, siempre venía gente a hablarme de que le estaba contando a él, que no me estaba contando a mí sólo. Y eso es verdad porque en la España que yo cuento, de los que nacimos en los 50, daba igual ser extremeño, andaluz, castellano, manchego, gallego…, éramos todos campesinos pobres y la mayoría emigrantes. Por tanto, creo que en ese retrato, sólo de esa época y de esa edad, la gente se siente identificada. Lo mismo cuando yo hablo de un recuerdo en mi aldea, en Berzocana: una naranja «gigante,/ tan redonda, tan brillante,/ como un sol entre las manos» que me echaron los Reyes Magos cuando tenía seis años: no se me olvida y lo recuerdo como lo más bonito que me ha pasado; no ha habido día en que yo recitara esa parte que no haya venido alguien a decirme “a mí también me regalaron una naranja”.

Sobre el proceso de publicación, ¿se ha implicado mucho la editorial?

Estoy sorprendido del interés de Capitán Swing y Nórdica por mí. Luego me lo he explicado: los editores son dos hermanos, Diego y Daniel, y, en este libro la primera página dice: “Este libro está dedicado a nuestros padres Luisa y Ángel”; hay una relación cariño-memoria afectiva sentimental de ellos hacia mi persona a través de sus padres: posiblemente mi música ha estado presente en la infancia de estos dos editores y, la verdad, es que todo lo que me han dado han sido facilidades: un interés por mí que yo al principio no sabía por qué, cuando las casas de discos no tienen tanto interés por mi música; a nivel de poesía sí lo tienen los editores de libros: el año pasado edité De un tiempo de cerezas, mi primer libro de poemas, en una colección interesantísima. Estoy contento del cariño que han puesto en la edición cuidada de este libro y, sobre todo, en el cariño que yo veo que sienten. El otro día, cuando hicimos la presentación en el Teatro del Barrio, les miro, veo sus caras y veo la satisfacción de una deuda pagada a través de esa memoria que conservan de mis canciones y de una época de este país.

Ya nos lo has dicho, pero ¿eran unas memorias que ya tenías pensado publicar o lo vislumbraste según las ibas escribiendo?

2Cuando empiezo a hacer estas memorias en verso, las editoriales Capitán Swing y Nórdica llevaban un año persiguiéndome para entregar aquéllas en las que me había comprometido con el periodista Antonio Gómez y que ellos estaban esperando, llamándome cada tres meses preguntando qué pasaba con ellas.
Al no hacerlo, desde el momento en que empiezo a escribir, sé que van a ser publicadas y que a los primeros a los que voy a enseñárselas van a ser a los chicos de Capitán Swing y de Nórdica. Entonces sé que las estoy escribiendo para publicarlas y descubro que las estoy escribiendo para ser leídas sobre todo, quizás por el éxito de “¿Qué fue de los cantautores?”. Es decir: tú estás en un bar que, a veces, no reúne las condiciones de silencio (aunque en mis conciertos siempre hay silencio), pero te das cuenta del silencio profundo que se produce cuando te pones a recitar y sólo existe la palabra; entonces, sin avisar a la gente, les metía 20 minutos de mis memorias y veía que iban a más el silencio y también los aplausos al acabar. Más que descubrir que iban a ser publicadas, descubrí que una idea bonita es ir a los lugares y espacios donde yo me muevo a lo largo del año por toda España, y recitar mis memorias: cantar una canción al principio y cuatro o cinco al final, pero que la propuesta se centrara en recitar estas memorias. Es posible que haya que quitar pajas, por tiempo: recitadas duran una hora y veinte minutos, y creo que es demasiado tiempo. La captación de atención de tres cuartos de hora sería lo ideal para una hora: es fácil resumirlas o quitar aquello que yo crea más personal, tenga menos importancia o retrate menos a los demás. Pero creo que lo que descubrí en ese mes de Diciembre, cuando yo empecé a escribir, fue que posiblemente era una propuesta para ser llevada a los escenarios.

[NB: el pasado 12 de Diciembre, Luis se arriesgó a leerlas enteras de un tirón en el Centro Cultural Lope de Vega de Entrevías: no se hizo nada pesado, muy al contrario: fue una velada muy agradable]

Hablemos ahora de música: ¿siguen estando los cantautores?

Yo sí, desde luego. La verdad es que los tiempos de crisis siempre generan capacidades personales, críticas y posicionamientos, a veces ideológicos también; en este país ha habido una crisis en estos últimos diez años que está generando unos jóvenes que no ven futuro, que no ven salidas laborales, que ven una situación deteriorada en la economía que había sido normal en sus familias de clase media y que, de pronto, ya no es lo que era. Todo eso converge en esta generación de cantautores del siglo XXI: cada día salen más chavales y, sobre todo, chavalas con sus guitarras. Y, bueno, creo que este manifiesto mío para el siglo XXI, el poema “¿Qué fue de los cantautores?”, a veces puede ser asumido por los jóvenes cantautores que se ven otra vez en la necesidad de entender la poesía y la canción como una herramienta para transformar mentalidades, para luchar contra un sistema de pensamiento único, un sistema capitalista que conforma mentalidades y una forma de vida que no nos lleva a ningún sitio, sino a la autodestrucción del planeta posiblemente. Creo que son tiempos de reflexión, de reinventarnos, y el cantautor, como todos los músicos, está ahí abriéndose camino y creando. Yo creo que no mueren: los cantautores están aquí y hay relevo; también otras formas musicales, que no tienen que ser “cantautor”, que se manifiestan y se proyectan desde el lado más crítico y más de denuncia de alguna manera.

¿Hay algo que añores de los viejos tiempos?

Yo de los viejos tiempos no añoro nada. Quizás añoro la posibilidad de futuro que intuíamos, de utopías y de sueños de aquellos años de mi juventud. Hoy día es muy difícil creer en un futuro, en utopías, sueños y revoluciones. Es difícil: la izquierda hemos perdido, por el mundo ha triunfado el capitalismo más depredador, salvaje y asesino, y no hay alternativa de otro modelo social, salvo pequeñas colectividades que se plantean salirse del sistema. Pero creo que está todo por hacer, todo por reinventar, y la humanidad tiene que saber de la capacidad del ser humano para transformar la realidad y el rumbo de su propio destino. No sé qué va a pasar ni cómo es el futuro: sé que la vida va más deprisa cada día y que lo que cuenta es el ahora y el presente, pero un presente sin memoria nos lleva a no proyectarnos hacia el futuro; por eso hay que recordar a veces quiénes somos, de dónde venimos, cuál es nuestra historia, cuáles son nuestros valores y lo que nos movió a creer en cosas positivas para la humanidad: es bueno recordarlo y, sobre todo, que los jóvenes sepan también: que no frivolicemos con la política al igualar una dictadura a una democracia: no es lo mismo; con todas las limitaciones de la democracia, y aunque esa democracia tenga a veces tintes dictatoriales y se agarre a sus leyes para impedir la expresión de todo tipo de manifestaciones colectivas e individuales, es verdad que a veces frivolizamos por desconocimiento: aquellos que hemos vivido la dictadura sabemos que hay un abismo y un mundo diferente, y que no es lo mismo una cosa que otra para nada.

Y musicalmente, ¿qué echas a faltar?

Por un lado, la Canción Popular era un movimiento; no éramos sólo individualidades, como es ahora: éramos un movimiento a veces organizado, con manifiestos propios de cada Autonomía: el movimiento de la canción Voces Ceibes en Galicia, la Nova Cançó en Cataluña, Canción del Pueblo en Madrid y Manifiesto Canción del Sur en Andalucía. Éramos un colectivo con una fuerza y una clarividencia que hoy es difícil tener: en aquel tiempo todo era blanco o negro, y era muy fácil saber dónde estaban tus objetivos y contra quién disparaban tus poesías. Hoy día todo eso está diluido, es más difícil; pero, posiblemente, en esas diferencias de realidad social, al final el oficio del creador es el mismo: un papel en blanco y la propia personalidad, la propia intuición y la propia capacidad de cada uno de nosotros para transmitir nuestras emociones y sentimientos en poesía. Eso sigue existiendo y es la misma realidad; otra cosa son los condicionantes sociales. Es verdad que, hacerse un nombre y hacer historia en aquellos años, era más fácil que en éstos porque éramos menos, no teníamos las redes sociales y todo era blanco o negro, como dije. Hoy en día todo es más complicado y más difícil.

¿Crees que aportaste algo a la sociedad, musical o socialmente?

Yo creo que sí, que yo y más compañeros desde la militancia en la canción fuimos capaces de abrir ventanas a muchos jóvenes de nuestra generación a la lectura, a la toma de conciencia, a la sensibilidad, a la poesía, a la capacidad de análisis, a la capacidad crítica, al cambio de mentalidades y hacer que la vida de muchos jóvenes fuera diferente a la que el sistema quería. Creo que aportamos muchas cosas, que rescatamos a los poetas prohibidos y perseguidos, fuimos solidarios en muchos frentes y compartimos el sueño y las utopías, o el camino hacia ellas. Ése fue nuestro bagaje y nuestro valor: en ese camino realmente vivimos, siendo jóvenes, casi el socialismo: el ser todos iguales, el
compartir, la generosidad, la solidaridad, el altruismo… Con eso es con lo que me quedo de aquellos años, y ésa fue nuestra universidad de vida: lo que nos hizo ser las personas que somos.

Un test musical: ¿con cuál te quedas: Bob Dylan o Leonard Cohen?

3Con Bob Dylan, por edad y por memoria. Nosotros le oíamos con 16 ó 17 años, pero a la vez incluyéndolo en el movimiento de la Canción Popular mundial, y Bob Dylan era un referente para muchos, hasta que se hizo rockero para algunos de nosotros: esa sencillez en la armónica y en la guitarra acústica, y en las raíces de donde partían sus composiciones; aunque yo no entendía las letras, tuvo más presencia en mi vida que Leonard Cohen. Yo creo que son dos personajes paralelos, siendo uno canadiense y el otro estadounidense, pero que influyen y viven de alguna forma todo ese momento de transformación y de rebeldía de una juventud hippie de los años 60, y de la música como motor de cambio. Todo eso trascendía a los jóvenes a los que nos llegaba con cuentagotas todo ese mundo, porque aquí no había libertad para vivir aquello.

“Fidelidad” es el nombre de tu primer LP y de la canción que hiciste sobre un poema: ¿es una palabra que podría definirte?

Pienso que sí, que si algo me define es ser fiel a mis orígenes, a mi vida, a mi memoria, a mis principios, a mi manera de ser persona y de comportarme en la vida. “Fidelidad” es un poema de Blas de Otero, y es un poema sobre la guerra civil y la España más fratricida en un lenguaje y unas palabras duras. Pero más allá del contenido poético y del propio poema, siento que Fidelidad, que no salió en el año 72 y que salió luego en el año 75, lo asumí como un reto personal más allá del propio poema y del propio Blas de
Otero.

Una canción, tuya o de otro, que te defina.

“Soy”: soy yo, mi biografía, también la de muchos españoles, pero evidentemente “Soy” es la canción que más me define de todas las que he hecho. Viene además la letra en la solapa de este libro. Las memorias, o parte de las memorias de mi niñez, son también ese poema: la letra de la canción y el poema de De un tiempo de cerezas; esa radiografía de los niños de la escuela pública del franquismo, de la leche en polvo, queso amarillo, el maestro represivo, el pupitre, la pizarra, el tintero y el mundo de tus padres campesinos de aldea.

¿Quieres añadir algo más, un saludo o cualquier cosa?

Un saludo a la gente de Getafe: sé que, como Vallecas, es un sitio hecho por emigrantes, por la gente de mi generación y por nuestros padres, y sé que estas memorias tendrían que ser leídas en todos los barrios obreros de Madrid. Me encantaría poder leerlas en algún teatrito de Getafe, que hace mucho tiempo que no voy por allí.

Luis Pastor: ¿Qué fue de los cantautores? Memorias en verso

(Capitán Swing/ Nórdica, 2017).

La Hoguera (3-V-2015): ¡Gloria a los Muertos del Mundo del Trabajo!


Funeral_abogados_AtochaLos años 70 fueron especialmente conflictivos en el mundo laboral: las justas peticiones de aumento de salario, reducción de jornada, mejora de las condiciones laborales en general y el formar un sindicato propio, se saldaron con multas, cárceles e incluso el asesinato a sangre fría. Los poetas y cantantes concienciados quisieron denunciar estos hechos y hacer un homenaje a los mártires del mundo del trabajo. Éstas son sólo algunas de ellas, que, como dice la primera canción, esas sevillanas rebeldes de Gente del Pueblo, relatan “¡Qué duros son los caminos!”.

El caso, por ejemplo, de Amador Rey y Daniel Niebla, obreros ferrolanos asesinados por la policía el 10 de marzo de 1972 (dando lugar al Día da Clase Obreira Galega), inmortalizados en un poema de Uxío Novoneyra que Bibiano musicalizó y cantó. O el de los líderes sindicales encausados en el llamado Proceso 1001 (entre ellos, Marcelino Camacho, referente moral de la lucha obrera), héroes de un romance flamenco compuesto y cantado por Manuel Gerena.

Estudiantes, obreros y abogados asesinados por la guardia civil, como Javier Verdejo, cuya pintada por el pan, el trabajo y la libertad, fue interrumpida por un disparo; o los abogados de la calle Atocha, cuyo atroz asesinato por un grupo ultraderechista conmocionó a toda la sociedad. Ambos casos reflejados en un poema por Juan de Loxa, que sería cantado por Aguaviva. Y es que eran tanto los casos, y pocos los que quedaron sin alguna canción, fuera directa o indirecta, que hubo quien, como Imanol, dedicó canciones a todos ellos y, en su caso, alternando el castellano y el euskera.

Pero, a pesar de todo esto, todas las manos, todos los esfuerzos, son necesarios; Luis Pastor lo recordaba, apoyándose en el refranero popular, en su canción “Un grano no hace granero”, que se puede escuchar de fondo por falta de tiempo.

Funeral Vitoria 1976Y si hubo un caso en el que quedó patente la falta de diálogo del gobierno resultante de la dictadura, y de su poca predisposición hacia el cambio democrático, ése fue la violenta represión de los obreros vitorianos en 1976: mientras el ministro de la gobernación (hoy diríamos, del interior) Manuel Fraga estaba en Alemania, convenciendo a la sociedad internacional del cambio democrático en España, las fuerzas del orden, sobre las que tenía potestad, acribillan una asamblea de trabajadores, resultando cinco muertos, ante su indolente indiferencia. Cuando regresa, ante la indignación de la práctica totalidad de la población, sólo es capaz de advertir de que eso debiera “servir de ejemplo” a quien sobrepasa las líneas marcadas. A día de hoy, mientras hay quien trata a esta persona de “padre y ejemplo” de la democracia, los ministros que estuvieron con él, como Martín Villa y Osorio, responsables de la situación, sin ningún pudor en absoluto se atreven a decir que los manifestantes pertenecían al entorno de ETA, que sobrepasaron las líneas rojas y agotaron la capacidad de paciencia del gobierno. Cuenta el gran Lluís Llach que, cuando estaba oyendo las noticias se encontraba sentado al piano, y casi instintivamente golpeó con fuerzas sus teclas, surgiendo los acordes de la canción con la que denuncia a los responsables y rinde homenaje a los obreros: “Campanades a mort”.

Escuchar:

http://www.ivoox.com/gloria-a-muertos-del-mundo-del-trabajo-audios-mp3_rf_4440310_1.html

http://www.getafevoz.es/programas/la-hoguera/

La Hoguera: “Amigos de Gustavo” (14-XII-2014)


Nuestro inicio ayer en la radio on-line no estuvo del todo mal: algún fallo técnico, idas de olla y olvidos inexcusables en alguna biografía… Desde el primer día hubo problemas con el guión, especialmente porque no teníamos guión. Pero por regla general, ambos estamos satisfechos.

http://www.ivoox.com/hoguera-amigos-gustavo-audios-mp3_rf_4281467_1.html

50 años de vampiros


josafonsobaladasdecoimbSi ayer hablábamos del nacimiento preciso de la canción de autor española, hoy lo hacemos del de la portuguesa. Ayer fue el 50º aniversario de la grabación del tema “Os vampiros”, una de nuestras canciones favoritas, por José Afonso, que fue celebrado en el Aula Magna de Lisboa, en un concierto en el que participaron Rui Pato, João Afonso, Luis Pastor, Manuel Freire, Francisco Fanhais, el Ensemble VOCT, Lourdes Guerra, Pedro Fragoso, Rogério Pires, Sérgio Caldeira, Pedro Syroh y el poeta José Fanha.

José Afonso la grabó, acompañado por Rui Pato, en el monasterio de San Jorge de Milreu, y se editó en un EP del sello “Discos Rapsódia” junto a otras tres, bajo el título Dr. José Afonso em Baladas de Coimbra. Cuatro años después, Zeca escribiría en el libro Cantares (ed. Nova Realidade, 1967) explicando los motivos de la canción:

“En un viaje que hice a Coimbra me di cuenta de lo inútil del cantar del color de rosa y de lo bonito (…). Si le diésemos una cierta dignidad y le atribuyésemos, por la urgencia de los temas tratados, un mínimo valor educativo, conseguiríamos tal vez fabricar un nuevo tipo de canción cuya actualidad pudiera repercutir en el espíritu narcotizado del público, molestando su conciencia adormecida en lugar de distraerle. Ésa fue la intención que orientó la génesis de Vampiros.” (http://www.publico.pt/cultura/jornal/50-anos-de-os-vampiros-de-jose-afonso-em-concerto-26848886; la traducción es mía)

Pero, ¿qué fue lo que le inspiró?

La fauna híper-nutrida de algunos parásitos de la sangre ajena sirvió de chivo expiatorio. Descargué la bilis e hice una canción que sirviera de pasto a las arañas y a las moscas. Casualmente se me acabó el dinero y me quedé en Pombal con un amigo llamado Pité. La noche nos pilló desprevenidos y congelados en un pinar que me recordó el del rey y otros ambientes brr [?] heredados del Antiguo Testamento. (Ídem)

[Hasta aquí, escrito y traducción parcial en base al artículo 50 anos de Os Vampiros de José Afonso em concerto de Nuno Pacheco, para Público (Portugal)]

Ciertamente, José Afonso no comenzó con este trabajo: llevaba cantando en público desde finales de los 40 y su primer EP se graba en 1953; sus trabajos anteriores son deliciosos, entroncados con la tradición musical portuguesa, y que no dejarán de considerarse canción de autor. Pero es con la grabación de “Os Vampiros” cuando Zeca da el pistoletazo de salida a la Nueva canción portuguesa, dando las pistas de por dónde debían ir los cantores portugueses: hacer canciones que, a la vez que criticaran el régimen de Oliveira-Salazar sirviera a la población como himnos de combate y resistencia, aunque sostener esto para la totalidad de su producción sería altamente reduccionista. Pero lo cierto es que muy pronto “Os Vampiros”, junto, entre otras, a la “Trova do vento que passa”, una canción cantada por Adriano Correia de Oliveira, y que hablaba tanto de la emigración como del exilio forzoso, se convirtieron en los himnos de lucha de la resistencia, activa y pasiva, portuguesa, con lo que el censor tuvo que revisar la letra de aquel cuento de terror de nuevo. Fue una canción que, aunque con antecedentes (aunque fueran tomados de la tradición musical), separó a José Afonso de los “simples” cantantes tradicionales y lo convirtió en un referente cultural universal.

La canción ya ha salido aquí, con su correspondiente traducción. Os dejo con esta impresionante interpretación en el Coliseu:

Deporte y revolución III: Jugando al fútbol


El fútbol se ha ganado la fama de ser el ejemplo supremo de la alienación política y cultural, de manera bastante injusta a mi parecer: ya dejé mis impresiones aquí (que fueron avaladas por grandes aficionados y, no obstante, revolucionarios), pero por resumir, digo que de manera bastante injusta porque tampoco otros deportes tienen per se significación política alguna: otra cosa es que determinados aficionados (fieles u ocasionales a algún deporte) tomen a una figura –sea un deportista individual o un equipo- de un deporte concreto como una especie de símbolo, sea positivo o negativo; pienso, por ejemplo, en el boxeador Joe Louis (en este caso como símbolo positivo), que se convirtió en un símbolo para la población afroamericana y sufrió cruelmente los avatares del racismo en su país. Pero el tema de la alienación es distinto.

Toralply, a la derecha, vestido de portero.Si en España (y probablemente en otros países del entorno) se considera al fútbol como el gran símbolo de la alienación, no es por otra cosa que por ser la manifestación deportiva que más atención atrae, y por consiguiente, que mueve más dinero, con lo que se puede publicitar mucho más y así caer en un círculo vicioso. Cuando hablamos de alienación nos referimos a un método por el cual se consigue adormecer la conciencia y el espíritu crítico de la población en general. Y así, en los años de la dictadura, la alienación era más que evidente; en los de democracia, es sospechosa. Y es que hay elementos políticos dispuestos a usar los términos deportivos más populares de su país para adornar sus discursos: recuerdo a cierta mandataria sudamericana, muy famosa ella, comparar frívola y repugnantemente el que el fútbol nacional se retransmitiera bajo pago en las cadenas privadas con las desapariciones ocurridas durante la dictadura en Argentina (esto más que populismo, es falta de tacto, por no decir algo peor). En España fue tal el peso que tuvo desde las instituciones, que, en principio, se podía sospechar de la adscripción política de cada uno por el equipo de fútbol del que fuera seguidor, aunque esto en realidad no fuera, ni lo es, cierto en muchos casos: no necesariamente un “madridista” es partidario del burguesía conservadora, un “barcelonista” del independentismo, ni un “vallekanista” miembro del proletariado revolucionario; tales determinaciones duran hasta nuestros días, con la misma falseabilidad que entonces. Sin embargo, es más que probable que la dictadura no lo explique esto del todo, pues otros países, incluso tradicionalmente democráticos, han tenido los mismos problemas. El deporte per se es apolítico, una de las pocas cosas que pueden permitírselo, aunque puede tener la capacidad de llegar a simbolizar las ideas de algunos grupos en ciertas circunstancias: si la victoria de Jesse Owens en Berlín se toma como símbolo, tal como plasmamos en la entrada anterior, no fue porque Owens perteneciera al marxismo revolucionario o al antifascismo genérico –que no lo hacía-, sino porque sin pretenderlo mostró la falsedad de la teoría racista; Joe Louis no pretendía demostrar que un boxeador negro podía tumbar a un blanco, pero se convirtió en inspiración para su pueblo; lo que quiero decir es que a veces la circunstancias socio-políticas sobrepasan a los deportistas como a cualquier otro ciudadano, y los futbolistas no fueron excepción, aunque a veces parezca que los deportistas puedan darse el lujo de permanecer en una especie de limbo ajeno a todo lo que acontece.

El Leal Madrid, como era conocido durante la RepúblicaLa guerra civil española, pues, también tocó a personalidades futbolísticas: algunos de ellos fueron Aniceto Alonso Rouco “Toralply”, obrero de profesión, sindicalista y jugador en el Athletic de Bilbao que, al iniciarse la guerra colgó las botas y se encargó de la defensa de Bilbao y acabó fusilado cuando la ciudad cayó bajo las tropas franquistas; o Josep Sunyol, presidente del Fútbol Club Barcelona. En el otro lado, y por ser ecuánimes, fueron fusilados por el ejército republicano Ramón “Monchín” Triana, jugador del Atlético de Madrid, encarcelado, según nuestra fuente, por sus filiación católica y monárquica y asesinado en Paracuellos del Jarama, o Manuel Garnica, también del Atlético, fusilado en Barcelona (NOTA: no comparto la línea editorial del último enlace). Soy republicano y anarquista, pero siempre he reconocido que se cometieron excesos en el bando que, para mí, significa la razón, la democracia y la justicia: no puede haber suficientes palabras para pedir perdón por la gente buena asesinada en ambos bandos (aunque en unos sean más que en el otro); sin embargo, y véanse los enlaces (algunos de ellos, no ciertamente de mi gusto, y hubiera preferido enlaces más asépticos y objetivos), es curioso como esto lo toman unos y otros: reivindicar a un futbolista por sus ideales, no por sus méritos deportivos, y pedir abrir un proceso de beatificación (tengo noticias para vosotros: los franquistas TAMBIÉN asesinaban católicos).

rino1Fuera ya de la guerra de España, hay un nombre que me gustaría destacar: el de Rino Della Negra, obrero italiano inmigrado en la Francia ocupada por los nazis y jugador del Red Star Olympique de París que, al igual que Toralply, colgó las botas y las herramientas y se fue a combatir el fascismo, uniéndose al FT-MOI (Francotiradores y Partisanos Franceses – Mano de Obra Extranjera), al llamado Grupo Manouchian, por estar comandado por el poeta armenio Missak Manouchian. Della Negra fue, como el resto del grupo fusilado por los nazis en 1944 cuando la totalidad del grupo fue detenido por la policía política del gobierno colaboracionista: algunos de ellos fueron, irónicamente, inmortalizados en el libelo conocido como “l’affiche rouge”. En febrero de 2004, Della Negra fue homenajeado por su antiguo club

Las formaciones de los equipos del Start y del FlakelfNaturalmente, estos nombres sólo son accidentales: futbolistas o dirigentes deportivos que tenían ideales políticos, pero que probablemente no mezclaran una cosa con la otra y que demuestra que nadie puede estar por encima de las circunstancias socio-políticas. Sin embargo, hay casos de auténtica unidad entre el deporte, el fútbol en este caso, y la resistencia moral. Es bastante famoso el episodio acontecido en plena II Guerra Mundial como “el partido de la muerte”, sobre todo por haber inspirado la película Evasión o victoria (Victory, John Houston, EE. UU., 1981), aunque también otras: un partido de fútbol organizado por los alemanes que enfrentaría a varios prisioneros de guerra ucranianos, reunidos en el equipo FC Start, contra soldados de la Wehrmacht; el Start reunía en sí a varios jugadores provenientes de otros equipos ucranianos y, al parecer, sus victorias contra los equipos de las diferentes guarniciones nazis parecían animar “demasiado” a la población ucraniana, hecho que preocupaba a los invasores. La derrota 5-1 infringida al Flakelf, equipo de la Luftwaffe, fue muy humillante, y el combinado nazi pidió la revancha en un partido en el que el árbitro, un oficial de las SS, debió acuñar el cántico “árbitro comprao, partido regalao”, mientras el Flakelf jugaba con tácticas poco deportivas (lo cual no constituye ninguna sorpresa); y aun así, el Start ganó 5-3, incluso habiéndose contenido de anotar el 6º gol y el árbitro pitara el final antes de tiempo. Semanas después, la Gestapo arrestaba a algunos de los jugadores, acusándolos de pertenecer al Comisariado del Pueblo Soviético (NKVD); Mykola Korotkykh moría bajo las torturas, mientras que el resto fue a parar a los campos de concentración, en donde morirían algunos de ellos. En 1981, el estadio de Kiev Zenit pasó a llamarse Estadio Start. Recomendamos la crónica en Marca: cap. I y cap. II. Esta escena de Evasión o victoria es totalmente ficticia, pero es un buen ejemplo de lo que quiero demostrar. Podéis saltar directamente al minuto 1:00:

Equipo de fútbol formado por los prisioneros de MauthausenOtro capítulo hermoso relacionado con el fútbol es el protagonizado por los españoles prisioneros en los campos de exterminio nazis. El gran disco músico-documental de 1976 La cantata del exilio (¿Cuándo llegaremos a Sevilla?), escrito y compuesto, respectivamente, por Antonio Gómez y Antonio Resines, recoge el testimonio de Mariano Constante, miembro de las Juventudes Socialista Unificadas y ex-combatiente del ejército republicano y de la Resistencia francesa, que siendo apresado en 1940 por los alemanes acabó en el campo de Mauthausen (Constante ha escrito varios libros sobre la vida cotidiana de los españoles en el campo de Mauthausen), y una canción, interpretada con irresistibles aires brasileños por el genial Luis Pastor, sobre el tema:

 Testimonio de Mariano Constante

La impresión que nos producía a los deportados cuando llegábamos al campo de Mauthausen, y en particular a nosotros los españoles, era algo impresionante, algo terrible, porque lo primero que se veía al llegar eran las murallas –que todavía no estaban terminadas, puesto que las terminamos nosotros los españoles- y la fatídica águila, un águila de bronce que extendía sus alas encima de la entrada principal. En los primeros meses de 1941, pues cuando estábamos que los nuestros caían a montones, que estábamos debilitados y todo, pero era necesario tener un aliciente, algo para mantener la moral, y para eso era necesario todo, era necesario no solamente nuestras charlas y nuestras palabras, eran necesarios los actos en todos los sentidos. Era necesario, pues, demostrar que éramos hombres todavía, que seguíamos siendo hombres como siempre. Entonces, pues era preciso hacer algo, y un día pues unos españoles cogieron unos trapos y unos papeles de unos sacos de cemento y los enrollaron con unas cuerdas e hicieron como una pelota, una pelota de papeles y trapos.

(Ver original: https://skydrive.live.com/?cid=61e9b08cebcbe7ee#cid=61E9B08CEBCBE7EE&id=61E9B08CEBCBE7EE!8867; también: http://holocaustoenespanol.blogspot.com.es/2010/10/la-resistencia-espanola-en-mauthausen.html)

Jugando al fútbol

Calza las botas,
coge el balón,
salta hacia el campo,
métele un gol.

Segui, Gainza,
Paiño y Lesmes,
Panizo, Zarra,
Zamora y miedo.

Dribla al defensa,
pasa al extremo,
corre la línea
hasta el portero.

Refery, orsay,
defensa y miedo.
balones fuera,
chuta al larguero.

Vuela un garbanzo,
cierra al puchero,
gana al cocido
el delantero.

Segui, Gainza,
Paiño y Lesmes,
Panizo, Zarra,
Zamora y miedo.

Es la pelota
de trapos viejos,
los uniformes
del carcelero.

Suena el silbato
marcando el tiempo,
las chimeneas
con humo negro.

Torres de guardia,
postes de hierro.
aquí la gloria
es el cementerio.

http://www.antiwarsongs.org/canzone.php?lang=en&id=37962

Antonio Gómez – Antonio Resines

Canta Luis Pastor

NOTA – Los futbolistas

Los nombres que canta Luis Pastor pertenecen, efectivamente, a futbolistas españoles reales de los años 30 y 40, pero ¡ojo! ninguno estuvo prisionero en Mauthausen ni pertenecieron a ningún movimiento de resistencia antifascista, al menos que se sepa por los enlaces: sencillamente son nombrados aquí como algunos de los futbolistas más famosos de la época. He conseguido identificar a algunos de ellos, en principio, aunque preguntaré al autor sobre las verdaderas identidades. Incluyo el club con el que debutaron: Segui es Vicente Seguí García (Valencia CF); Gainza es Agustín “Piru” Gaínza (Athletic Club de Bilbao); Paiño parece ser Manuel Fernández Fernández “Pahíño” (Celta de Vigo) –quien parecía tener fama de izquierdista por reírse de una de aquellas tonterías que se decía a los jugadores durante el franquismo-; Lesmes quizás sea alguno de los dos hermanos Lesmes Bobed, Rafael (Ibarrola de Ceuta) o Francisco (Imperio de Ceuta); Panizo es José Luis López Panizo (Athletic de Bilbao); Zarra, Telmo Zarra (Athletic de Bilbao); y Zamora es Ricardo Zamora (Iberia C. F. de Tenerife)

Aquí puedes descargarte el disco entero… Es legal:

https://skydrive.live.com/?cid=61e9b08cebcbe7ee#cid=61E9B08CEBCBE7EE&id=61E9B08CEBCBE7EE!8840

Adolfo Celdrán’s “No a vuestra guerra”


Blatantly, chairman Aznar was looking the "right" position for the photographAfter September 11, the US president George W. Bush decided to take a rodeo around the world for, officially, bring back security to his citizens, but, unofficially, for other dark and no good intentions. So, at the beginnings of 2003, he gave an ultimatum to that dictator, whose elimination sure shall bring back peace to the world: Saddam Hussein. Telling Irak had massive destruction weapons, he begun to seek supports among the international allies chairmen: among them, Tony Blair, UK prime minister, and José María Aznar, chairman of Spain. The preparatives went on, although inspectors of UN declarated they hadn’t found any proof of the existence of those weapons. At January 29, seven Europeans leaders signed a letter of support to US, among them, president Aznar. At Mars 15, in Azores (Portugal), Bush, Blair and Aznar, took a summit in which they signed their alliance, and the Mars 18, Mr. Aznar, in a tense debate at the Spanish parlament, with the only absolute majority of his party, authorized the send of 900 Spanish soldiers in support of NATO armies, although declares they will not take part in the combats, but to do humanitarians actions; the rest of parties, of many conditions, objected, but in vain. At Mars 19, begun the invassion. Today, president Aznar still upholds there were that kind of guns in Irak, but he cannot tell where the hell…

NO_a_la_guerraAll along the world, people of several conditions, shown their rejection to war. In Spain, it was very important the movement of the artists and intellectuals: actors and actressess, musicians, writers, poets… The old Spanish songwriters got out to the marchs: Paco Ibáñez, Luis Pastor, Labordeta (who, also parliamentarian, show his rejection in tenses debates too, taking all of our admirations: that’ll be other day), Lluís Llach and Adolfo Celdrán, among others. Some of them sung old songs, but new songs too, as this of Adolfo, that sadly became a little prophetic. They are our pride:

Listen from Adolfo’s web: http://www.adolfoceldran.com/no_a_guerra.mp3

No a vuestra guerra

El cielo es negro y rojo
Es ocre, como el suelo
Entre el cielo y la tierra
Tan sólo caben muertos

Llueve arena en Bagdad
Tormenta del desierto
Ni el desierto irakí
Soporta tanto infierno

NO a vuestra guerra

Los que mandan, nos dicen
Que es bueno lo que han hecho:
La diana en nuestra frente
La medalla en su pecho

Miramos hacia arriba
Un avión surca el cielo
Tal vez será la muerte
Que va a poner sus huevos

NO a vuestra guerra

Una niña sin piernas
Llora y llora, y sabemos
Que allí, sin medicinas
Llora su propio entierro

Y mañana es ayer
Y el cielo es el infierno
Y liberan matando
Y resisten muriendo

NO a vuestra guerra

No to your war

The sky is black and red/ is ocher, like the soil/ Between the sky and the earth/ only deads fit// It’s raining sand over Bagdad/ Desert storm/ Not even the Iraki desert/ can hold such hell// NO to your war// The rulers tell us/ it’s right what they have done:/ the dartboard on our front/ the medal on their breasts.// We look upon/ A plain sail through the sky/ Perhaps it’s death/ that is going to lay its eggs// NO to your war// A legless girl/ cries and cries, and we know/ that there, without medicines/ she’s crying her own burial// And tomorrow is yesterday/ And the sky is hell/ And they set free killing/ And they resist dying/ NO tou your war

Adolfo Celdrán

http://www.adolfoceldran.com

“Qué fue de los cantautores?”, el videoclip


Va aquí el videoclip del tema que da título al nuevo disco de Luis Pastor, ¿Qué fue de los cantautores?. Luis recita su poema con música al estilo rap, mientras aparecen en el vídeo amigos famosos, conocidos por todos, y otros no tanto (por ahora) como, entre ellos, su mujer Lourdes Guerra, el gran Antonio Gómez, el maestro Fernando G. Lucini, etc.; amigos de la canción de toda la vida, como Pablo Guerrero, Pedro Guerra, Elisa Serna, Paco Ibáñez (básicamente, el culpable de todo, con permiso) y más (que no reconozco u olvido sin premeditación), y nuevos valores, muy valiosos (garantizado por el que suscribe) como su propio hijo, Pedro Pastor, Paskual Kantero, María Rozalen o “Petete”. La letra de la canción, con una explicación elaborada por mí, ya salió en esta entrada: https://albokari2.wordpress.com/2012/02/27/qu-fue-de-los-cantautores-luis-pastor-le-responde-con-mucho-gusto/#comment-2500.

What became to the songwriters? Luis Pastor shall answer you with pleasure:

¿Qué fue de los cantautores? Luis Pastor le responde con mucho gusto…


Portada del último disco de Luis Pastor, muy de Grateful Dead, ¿no?“¿Qué fue de los cantautores?” era la pregunta que algunos, bien maliciosa, bien ingenuamente, preguntaban a todo aquel “ex-combatiente” de la Nueva Canción genérica -es decir, en todo idioma oficial, o no reconocido, y en dialectos de todo el país- que lucharon con voces y guitarras contra el franquismo y sus coletazos. Luis Pastor responde en su nuevo disco a esta pregunta: según le entendí en un evento, fue un poema que estuvo madurando, harto de que le preguntaran por aquellos días, como si ya estuviera acabado y retirado, y no le preguntaran por lo que estaba haciendo hoy por hoy, y que se lo soltó a cierto periodista y crítico musical (del que no revelaremos el nombre) que le lanzó la pregunta, uno de los que a finales de los 70 tocó la trompeta del apocalipsis de la muerte de los cantautores, y que, paradójicamente, conduciría algo después un excelente programa para TV3 sobre la Nova Cançó, dejándole a cuadritos. Lo que aquí en este poema Pastor expone es algo que ya a menudo hemos hablado aquí, del desarrollo que tuvo la canción de autor crítica y combativa en nuestro país, que arrancó desde los años 60 y tuvo sus momentos álgidos y bajos entre los 60 y los 70: poniéndose de moda, quitándose de moda, poniéndose, etc., por parte de productores y críticos, entre los cuales los había más o menos honestos, y más o menos aprovechados. A finales de los 60, la canción de autor, o mal entendida “canción protesta”, llegó a ponerse relativamente de moda: esto no significa que los auténticos cantautores tuvieran toda la libertad del mundo para tocar, grabar y actuar, y casi lo que es más importante, distribuir sus producciones, o que estuvieran exentos de las multas y las detenciones; lo que la realidad era, más bien, cierto aire de indignación cuando con similares fórmulas ciertos intérpretes hacían su agosto imitando unas estructuras básicas y formales de la canción de autor, hasta el punto de llegar oír que el “Canto a Galicia” de un tal Julio no-sé-qué era el himno de los emigrantes gallegos; hechos tales que la banda de canción de autor satírica Desde Santurce a Bilbao Blues Band reflejaban en su demoledora “El ídolo”. Luis aborda muchas de las críticas que, por aquellos años, les lanzaba cierta crítica interesada: ¿chicos burgueses que no tenían por qué protestar? Muy especialmente él y otros, chavalxs que empezaron a trabajar desde muy jóvenes, sabían que era una falacia repugnante. La crítica reaccionaria, en su estilo de costumbre, no tenía mejores argumentos que mentir sobre la mayoría de ellos y generalizar, a veces exagerando verdades a medias, y otras, sencillamente, inventándose las cosas.

Portada de "Hermano Lobo", agosto de 1974, por Miguel GilaMediados de los 70: Franco la palma y se inicia un proceso irregular de democratización no acabado –ni de lejos- que, si bien por un lado pretendía instaurar una democracia parlamentaria, por el otro intentaba mantener ciertas cosas y, lo que es más importante, a ciertas personas. Entre 1976 y 1978, con una progresiva liberación de la libertad de expresión y relajación de la censura, la canción de autor tiene su nueva edad de oro; básicamente fueron tres las edades de oro que tuvo: a mediados de los 60, con la influencia de la Nova Cançó y, especialmente de Raimon y Paco Ibáñez, y que fue interrumpida por las medidas tomadas al respecto de las revueltas estudiantiles y obreras; la tercera, con el llamado “espíritu del 12 de febrero” en 1974, una época de relativa apertura de la libertad de expresión, que duró muy poquito; y esta última, durante la transición: en todas ellas, podrá aducir alguien, surgieron aprovechados, arribistas y demás, algunos de los cuales traicionaban su propio espíritu; pero, si bien esto es verdad, no dejemos de hacer notar que en todas ellas surgieron nuevos y grandes valores. Esta última edad de oro tiene su explicación en que, al haberse liberado un poco la libertad de expresión, las grandes discográficas internacionales comienzan a fichar a muchos de ellos (hasta la fecha, muy pocas multinacionales habían fichado cantautores: una de las salvedades fue Víctor Manuel, que grababa en Sony), mientras que personas que habían trabajado en la crítica y la prensa musical, como Alain Milhaud, Antonio Gómez o Gonzalo García-Pelayo, abrían nuevas discográficas que se ocuparan de esta música. Pero de ninguna manera significa esto que se forraran: a la par que se permite la grabación y distribución de casi todo material, paradójicamente, sus actuaciones son prohibidas, total o parcialmente, por el ministerio de la gobernación: el tan laureado ministro Manuel Fraga (tanta paz lleves como descanso dejas) se dedicó, prácticamente, a prohibir todo evento que tuviera una mínima relación con la canción de autor e incluso con la poesía: de los cuatro recitales de Raimon en lo que supuso su vuelta a Madrid, se suspenden los tres restantes (el primero, que fue grabado en un disco maravilloso, reflejaba en su portada el hecho); también se prohíbe la serie de recitales-homenaje de José Antonio Labordeta a su hermano, el gran poeta Miguel Labordeta (el primero se registra en el disco Labordeta en directo); parecida suerte correrán muchos de los festivales multitudinarios que, a lo Woodstock, presentaba lo mejor de cada casa en su lengua o dialecto regional, por una u otra cosa; y muchos de aquellos que conseguían realizarse, eran sistemáticamente saboteados por matones de la ultraderecha, a veces, enviados por la propia policía, cuando no eran de la misma policía. Quizás se debiera a que, en los primeros momentos de la transición, estos recitales tenían mucho de político, en ocasiones tanto que amenazaba con devorar el componente artístico: eran invitados de excepción figuras de la oposición, tanto política –de los cuales, muchos no se mostraron tiempo después lo que se puede decir agradecidos- como cultural (Gabriel Celaya fue invitado especial en el recital de Raimon en Madrid, y al contrario que con Felipe González, la asistencia anónima tuvo unidad de criterio al aplaudir su presencia, hasta el punto de arrancar lágrimas de los ojos del célebre poeta vasco); eso, por un lado, y por otro que aquellos recitales se convertían en los lugares para hacer todo tipo de reivindicaciones, lanzar todo tipo de vivas y mueras, y, en definitiva, decir todo aquello que durante más de cuarenta años no se podía haber dicho, a menudo sin ser conscientes de que el que pagaba el pato de toda esta celebración de la libertad de expresión era el propio cantautor (quien sí que era consciente a todas luces, era el enviado de la poli). A finales de los 70 esto era una situación algo insostenible, y, como les pasara a los Beatles, muchos cantautores se quejaban de que la gente no les oía, y ya no se sabía si los que reventaban los actos eran de izquierdas o de derechas. Pero su labor en estos años, a pesar de las multas, las detenciones, fue encomiable; aquellos que comenzaron cantando semi-clandestinamente en las sacristías de sacerdotes progresistas ahora llenaban estadios de fútbol y plazas de barrios y pueblos, y eran reclamados en recitales y festivales en el extranjero: Luis Pastor cantaba al aire en el barrio de Vallecas; Víctor Manuel y Nuberu lo hacían para los All my friends were theremineros asturianos; Carlos Cano, Manuel Gerena, Gente del Pueblo… para los jornaleros de Andalucía; Imanol se trajo de la mano a los bretones Gwendal, maestros de la música celta, para cantar en vasco; Benedicto y Bibiano recorrían Galicia practicando los preceptos aprendidos del inmortal José Afonso; Pablo Guerrero traía los ecos de la Extremadura que trabaja y que pasa de su “glorioso pasado” de conquistadores; Nuevo Mester de Juglaría, La Bullonera, Jarcha, Oskorri, Joaquín Díaz, Fuxan os Ventos, Sabandeños, Al Tall… dignificaban la música tradicional de su tierra, secuestrada por el nacional-folklorismo, y la gaita volvía a sonar rebelde y reivindicante. Y mujeres, como dice Luis, que merecen su mención a parte por muchas razones: la primera, por haber desafiado el estatus social que la sociedad las reservaba; la segunda, a consecuencia de la primera, que para muchas de ellas, probablemente, les fuera más difícil que a los que mean de pie el escribir sus canciones y cantarlas; y la tercera, porque a diferencia de las cantantes convencionales, algunas de ellas de diseño, de la época, con todo, eran dueñas absolutas de su producción y de su trabajo: Elisa Serna, Maria del Mar Bonet, Pilocha, Cecilia… Tod@s ell@s cantaban para un público que ya no era exclusivamente el universitario de entre 18 y 25 años de edad aproximadamente, sino que era un público muy heterogéneo, tanto social como demográficamente: jóvenes universitarios, bachilleres con acné, obreros, obreras y amas de casa de mediana edad, ancianos campesinos (que se preguntaban cómo esos muchachos podían saber todas esas cosas), y representantes de las clases medias: médicos, profesores, abogados…

otan noPero mientras sucede el máximo exponente, a la vez, se producía su declive, o quizás fuera un declive conducido por algunos, quién sabe… El caso es que ya entonces, ciertos críticos enarbolaron la bandera de la muerte, y haciendo una lectura parcial y sesgada de lo que dijera Mr. Bob Dylan, anunciaron la muerte de la canción de autor; pero mientras tanto, grupos tan curiosos como los futuros Pecos o Mecano intentaban hacerse su hueco versionando canciones de Aute o Víctor Manuel. Pero el declive avanza, y después del milagro del 23-F, después de la victoria electoral de D. Felipe González y su PSOE, aquellos políticos que anteriormente habían recurrido a ellos para amenizar sus mítines –el gancho era el cantautor o grupo de rock, ya que también merecen mención grupos tan geniales como Triana, Coz, Bloque, Asfalto y otros- declaran entonces contra ellos y consideran, más por conveniencia que por lealtad a la verdad, que ya no son necesarios: por conveniencia, decimos, pues la mayoría participó en las campañas y recitales contra la permanencia de España en la OTAN, junto a los grupos de heavy metal y punk-rock que se cargaban la visión de la juventud pasota de los 80. El cantautor argentino Alberto Cortez declaraba, en el programa “La Tierra de las mil músicas” (un capítulo con más buenas intenciones por parte del señor Luqui que buenas informaciones), que con la muerte de Franco se descubrió quiénes de ellos valían y quiénes no… Bueno, sobre esto podemos decir que el señor Cortez, a quien presentamos nuestra admiración, es tremendamente injusto con muchos compañeros: es cierto que hubo muchos cantautores, con buenas intenciones, eso sí, que no supieron afrontar el cambio, y se quedaron en el camino; pero no menos cierto es que la industria musical, la crítica y, en buena parte, el público y el cambio generacional dejó a muchos valiosos intérpretes en el camino. La fórmula hacia la frontera con los 80 era muy básica: renovarse, y así lo hicieron muchos, tales como Luis; la canción de autor ahora debía dejar atrás la arenga política y la rabia, y volverse algo más descriptiva, narrar lo cotidiano, y evitar, en lo posible, la frivolización de los temas: el elemento humanista y crítico debía de preservarse, pero bajo nuevas fórmulas. Esto no supuso, de ninguna manera, claudicar ni rendirse: alzaron sus voces también contra la guerra del golfo, contra la guerra de Irak -que es la que me tocó más de cerca-, en donde mientras Luis Pastor y Adolfo Celdrán presentaban sus escalofriantes canciones contra la guerra, José Antonio Labordeta, en su papel de diputado por Aragón, hacía vibrar el congreso con palabras de justicia y de verdad, tomadas de su hermano, mientras el presidente Aznar miraba para otro lado… Y ¡sí!, amigo neocón, mal bicho y lengua de víbora: contra la de Libia ¡también!… Otra cosa es que los medios lo hayan recogido. 

Desde entonces y hasta hoy, se han venido repitiendo los mismos clichés de crítica, la mayor parte de las veces por parte de gente cuya idea acerca de la canción de autor es la misma que tengo yo sobre urología: de oídas y sin comprobar. Básicamente, al tener sólo los referentes de Víctor Manuel o Serrat, y los desvaríos de cierta pseudo-prensa heredera de la de antaño, que aplica eso de “de la ceja” indiscriminadamente, hay mucha gente que se piensa que el cantautor superviviente de aquellos años es alguien que vive en urbanizaciones de lujo, que cena con Zapatero o Rubalcaba, que tiene un cochazo, que manda a sus hijos a colegios privados, y no sé cuántas cosas más… Y Luis revela cuál es la otra realidad, pidiendo, por favor, pero con cierto enfado, que no se meta a todos en el mismo saco. Acaba ya dándonos la pista de por qué derroteros anda la canción de autor de ahora, emparentándola con los raperos de calidad, capaces de hacer una poesía urbana de calidad y crítica con el sistema.

Y yo, que no soy cantautor, aunque dé el cante, me siento muy orgulloso de ellos, y de haber conocido a muchos de ellos: de los que no se rinden, de los que dejan en ridículo al señor Winston Churchill con aquella soberana memez que dijo acerca los revolucionarios a los 20 y a los 40, y, cuando tenga su edad, me gustaría ser como ellos.

NOTA: se me disculpe no haber nombrado a muchos, pues no pretendía ser exhaustivo; que esto no se entienda como una injusticia.

“A todos los compañeros cantautores que ya no están, pero que nos dejaron su ejemplo, su compromiso y sus canciones: Ovidi Montllor, Carlos Cano, Chicho Sánchez Ferlosio, Hilario Camacho, Imanol, Labordeta, Quintín Cabrera, Mikel Laboa…”

Dedicatoria del álbum de Luis Pastor, ¿Qué fue de los cantautores?

Qué fue de los cantautores

Éramos tan libertarios,
casi revolucionarios,
ingenuos como valientes,
barbilampiños sonrientes
—lo mejor de cada casa—
oveja negra que pasa
de seguir la tradición
balando a contracorriente
de la isla al continente
era la nueva canción.

Éramos buena gente,
paletos e inteligentes,
barbudos estrafalarios,
obreros, chicos de barrio,
progres universitarios,
soñando en una canción
y viviendo la utopía
convencidos de que un día
vendría la Revolución.

Aprendiendo a compartir
la vida en una sonrisa,
el cielo en una caricia,
el beso en un calentón.
Fuimos sembrando canciones
en esta tierra baldía
y floreció la poesía
y llenamos los estadios
y en muchas fiestas de barrio
sonó nuestra melodía.

Tardes y noches de gloria
que cambiaron nuestra historia.
Y este país de catetos,
fascistas de pelo en pecho,
curas y monjas serviles,
grises y guardias civiles,
funcionarios con bigote
y chusqueros de galón,
al servicio de una casta
que controlaban tu pasta
tu miedo y tu corazón.

Patriotas de bandera,
españoles de primera,
de la España verdadera
aquella tan noble y fiera
que a otra media asesinó
brazo en alto y cara al sol
leales al Movimiento
a la altura y al talento
del pequeño dictador
que fue Caudillo de España
por obra y gracia de Dios.

Toreando en plaza ajena
todo cambió de repente
los políticos al frente
de comparsa y trovador.
Se cambiaron las verdades:
"tanto vendes tanto vales".
Y llegó la transición:
la democracia es la pera.
Cantautor a tus trincheras
con coronas de laureles
y distintivos de honor
pero no des más la lata
que tu verso no arrebata
y tu tiempo ya pasó.

¿Qué fue de los cantautores?
preguntan con aire extraño
cada cuatro o cinco años
despistados periodistas
que nos perdieron la pista
y enterraron nuestra voz.
Y así van para más de treinta
con la pregunta de marras
tocándome los bemoles.
Me tomen nota señores
que no lo repito más:

algunos son diputados,
presidentes, concejales,
médicos y profesores,
managers y productores
o ejerciendo asesoría
en la Sociedad de Autores.
Otros están y no cantan,
otros cantan y no están.
Los hay que se retiraron,
algunos que ya murieron
y otros que están por nacer.

Jóvenes que son ahora
también universitarios,
obreros, chicos de barrio
que recorren la ciudad.
Un CD debajo el brazo,
la guitarra en bandolera,
diez euros en la cartera,
cantando de bar en bar.
O esos raperos poetas
que es su panfletos denuncian
otra realidad social.

¿Y mujeres? ni se sabe.
Y sobre todo si hablamos
de las primeras gloriosas
que tuvieron los ovarios
y el coraje necesarios
de subirse a un escenario
de aquella España casposa.

¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
como en mis tiempos mejores
dando al cante que es lo mío.
Y aunque en invierno haga frío
me queda la primavera,
un abril para la espera
y un “Grândola” en el corazón.

¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
aún vivito y coleando
y en estos versos cantando
nuestras verdades de ayer
que salpican el presente
y la mierda pestilente
que trepa por nuestros pies.

¿Qué fue de los cantautores?
De los muchos que empezamos,
de los pocos que quedamos,
de los que aún resistimos,
de los que no claudicamos.
Aquí seguimos,
cada uno en su trinchera
haciendo de la poesía
nuestro pan de cada día.

Siete vidas tiene el gato
aunque no cace ratones.
Hay cantautor para rato.
Cantautor a tus canciones.
Zapatero a tus zapatos.

Luis Pastor

http://canciondeautorenespanol.blogspot.com/2012/02/que-fue-de-los-cantautores.html

¿Es necesario repetirlo? ¡Venga, vale!