Allí estaban los cantautores: cantando las verdades a quienes las quisieran escuchar, aunque los que debieran hacerlo pretendieran ser sordos. Contaban la historia de la gente, expresaban el sentimiento de un pueblo insumiso que no se resignaba, que quería vivir, que quería amar libre. Paco Ibáñez desenmascaraba a los usurpadores con la verdadera cultura española. Chicho Sánchez Ferlosio era la denuncia del anonimato popular. Raimon, un grito de esperanza alzado contra el viento y la noche. Lluís Llach componía el réquiem para tumbar la estaca. Serrat cantaba la ternura del hogar. María del Mar era la calma y la furia del Mediterráneo. Pi de la Serra sentenciaba que volveríamos a reír fuerte y sin miedo cuando el día dejara de ser gris. Ovidi Montllor profetizaba que llegaría el día en el que el llanto fuera de alegría. En la sureña profundidad de la gigantesca garganta de José Menese se refugiaba la voz del humilde. Manuel Gerena convertía los palos que mataron a “Chato” El Esparraguero en palos flamencos. Enrique Morente rezaba a la estrella de la justicia. Un cromlech ancestral eran las palabras de Bertolt Brecht en la voz eusquérica de Mikel Laboa. Imanol, un estremecimiento sobre los montes del País Vasco. Benedicto no traía de armamento más que palabras amigas galaicas. Bibiano exigía gaitas para todos, para hacer sonar la alborada que anunciaba el nuevo día. Elisa Serna era la persistente memoria incombustible y humilde de las casas de los obreros. Julia León, la tenaz queja del campesino castellano. Adolfo Celdrán advertía que la noche se acaba yel día está llegando. Aute cantaba la belleza de aquellos ojos que vieron morirse los cielos en el mes de septiembre. Labordeta era la fuerza del cierzo aragonés soplando contra la injusticia. Aguaviva confirmaba que la invasión de los bárbaros que profetizara Juan de Loxa había llegado. El Nuevo Mester de Juglaría cantaba en las plazas la sangrienta hazaña de una épica oculta por el poder. Las Madres del Cordero se reían de los poderosos poniéndolos ante el espejo del esperpento. Los Sabandeños: un ejército musical de luchadores canarios. Carlos Cano cantaba ante la hoguera el dolor del pueblo andaluz. Víctor Manuel era la voz minera que surgía de las entrañas de la tierra de Asturias. Luis Pastor, el furor proletario del irreductible barrio de Vallecas. Pau Riba, Jaume Sisa, Hilario Camacho…, los hippies que predicaban la paz y el amor contra la cultura del odio. Y Pablo Guerrero era la poesía que llovía a cántaros sobre el techo del obrero, el campesino y el estudiante extremeño. Y tantos otros… En sus voces las palabras de los poetas y de los desposeídos cobraban vida, se movían. Eran los trovadores que cantaban la épica de la Resistencia viva. La Verdad nunca había sonado tan bien.
Gustavo Sierra Fernández, Billy («algo es algo») (Libros Indie, 2019).
Éste programa especial de hoy, en realidad tendría que haber sucedido hará tres semanas; pero no se pudo llevar a cabo debido a un problema técnico general.
El nombre Euskal Herria no es, en realidad, un concepto político ni nada parecido. Literalmente significa “Tierra vasca” o “Pueblo vasco”, e incluso sería la traducción más acertada de “País Vasco”, y designa, no un proyecto político, sino una realidad cultural, lingüística, cultural y antropológica, puesto que la lengua vasca, o euskera, no sólo se habla en Euskadi, el territorio que se corresponde con la actual Comunidad Autónoma Vasca, sino que también es hablado en el norte de Navarra (Alta Navarra), y en tres regiones de Francia: Baja Navarra, Labort y Sola.
Con el doctor Karlos Cid Abasolo, catedrático de Lengua Vasca en la Universidad Complutense de Madrid, hablamos de algunos rasgos culturales y musicales de Euskal Herria: el bertsolarismo, verdadera poesía popular improvisada que últimamente se encuentra en alza; el primer libro en lengua vasca íntegramente, obra de un sacerdote vasco francés llamado Bernard Dechepare; la evolución de la poesía vasca: desde el siglo XIX hasta el gran renovador, Jon Mirande, y el verdadero poeta popular que fue Gabriel Aresti; su relación con los cantautores, como el colectivo Ez Dok Amairu, o el grupo de folk Oskorri… Y el rock, que adquiere también personalidad propia en las formas del folk-rock de Errobi, del rock progresivo de Koska, o el rock radical de Kortatu.
Consideramos que es un programa éste bueno para despejar y exorcizar ciertos fantasmas que aún no han sido desterrados: ese tabú que recordamos de la década de los 80 y 90 de que cualquier expresión en vasco tuviera ese halo político enfermizo. Fantasmas que pueden amenazar en volver, por culpa de ciertos ministros excesivamente celosos de su peculiar visión del mundo… Y es que, aunque seamos vecinos, ¡qué poco nos conocemos!
En el episodio de hoy podrás escuchar las canciones “Ohaineko zuhainetan”, canción popular interpretada por Alboka; “Bertsolaris” (extraído de la Magna Antología del Folklore Musical en España del profesor Manuel García Matos); “Mosen Bernat Etxepareren kantua” (El cantar de Mosén Bernat Etxeparen), sobre un poema del primer escritor conocido en euskera, interpretado por Oskorri; “Apur dezaun katea” (Rompamos la cadena”, poema de Gabriel Aresti, cantado por Mikel Laboa; “Zenbat gera?” (¿Cuántos somos?) de Benito Lertxundi; “Gure lekukotasuna” (Nuestro testimonio) de Errobi; e “Hiru piztiak” (Las tres bestias) de Alboka.
One of the first songs sung by the Basque songwriter Mikel Laboa was this pretty Basque traditional song, “Haika mutil”. It’s a song, with a pretty and sad melody, that tales about a man who send to his server, a boy, to see many things: if it’s day, if it’s raining, etc. At the end, the boy confess to be very tired of doing things for his boss. Mikel recorded it on a EP entitled as the song (1969), and later, on the LPs Euskal Kanta Berria –New Basque Song- (1972) and Bat Hiru –One Three- (1974).
Haika mutil
"Haika mutil, jeiki hadi argia den mira hadi." – Bai, nausia, argia da, gur oilarra kanpoan da.
"Haika mutil, jeiki hadi uria den mira hadi." – Bai, nausia, uria da, gure orra bustia da.
"Haika mutil, jeiki hadi surik baden mira hadi." – Bai, nausia, sua bada, gur gatoa beroa da.
"Haika mutil, jeiki hadi hortxe zer den mira hadi." – Bai, nausia, haizea da, gur lehioa ideki da.
"Haika mutil, jeiki hadi kanpoan zer den mira hadi." – Bai, nausia, edurra da, lurra xuriz estali da.
"Haika mutil, jeiki hadi urean zer den mira hadi." – Bai, nausia, ardia da, aspaldian itoa da.
"Haika mutil, jeiki hadi zer oinon den mira hadi." – Bai, nausia, egia da, mutiltto hau unatu da.
Wake up, boy
“Wake up boy, stand up,/ look carefully if it’s day.”/ –Yes boss, it’s day,/ our rooster is outside.// “Wake up boy, stand up,/ look carefully if it’s raining.”/ –Yes, boss, it’s raining,/ our there is wet.// “Wake up boy, stand up,/ look carefully if there’s fire.”/ –Yes, boss, there’s fire,/ our cat is warm.// “Wake up boy, stand up,/ look carefully what’s there.”/ –Yes, boss, it’s the wind,/ our window is open.// “Wake up boy, stand up,/ look carefully what’s happening outside.”/ Yes, boss, it’s snowing,/ the soil is covered in white.// “Wake up boy, stand up,/ look carefully what is in the water.”/ –Yes, boss, there is a sheep,/ long time drone.// “Wake up boy, stand up,/ look carefully which is the good foot.”/ Yes, boss, it is true,/ this little boy is tired.
“¿Qué fue de los cantautores?” era la pregunta que algunos, bien maliciosa, bien ingenuamente, preguntaban a todo aquel “ex-combatiente” de la Nueva Canción genérica -es decir, en todo idioma oficial, o no reconocido, y en dialectos de todo el país- que lucharon con voces y guitarras contra el franquismo y sus coletazos. Luis Pastor responde en su nuevo disco a esta pregunta: según le entendí en un evento, fue un poema que estuvo madurando, harto de que le preguntaran por aquellos días, como si ya estuviera acabado y retirado, y no le preguntaran por lo que estaba haciendo hoy por hoy, y que se lo soltó a cierto periodista y crítico musical (del que no revelaremos el nombre) que le lanzó la pregunta, uno de los que a finales de los 70 tocó la trompeta del apocalipsis de la muerte de los cantautores, y que, paradójicamente, conduciría algo después un excelente programa para TV3 sobre la Nova Cançó, dejándole a cuadritos. Lo que aquí en este poema Pastor expone es algo que ya a menudo hemos hablado aquí, del desarrollo que tuvo la canción de autor crítica y combativa en nuestro país, que arrancó desde los años 60 y tuvo sus momentos álgidos y bajos entre los 60 y los 70: poniéndose de moda, quitándose de moda, poniéndose, etc., por parte de productores y críticos, entre los cuales los había más o menos honestos, y más o menos aprovechados. A finales de los 60, la canción de autor, o mal entendida “canción protesta”, llegó a ponerse relativamente de moda: esto no significa que los auténticos cantautores tuvieran toda la libertad del mundo para tocar, grabar y actuar, y casi lo que es más importante, distribuir sus producciones, o que estuvieran exentos de las multas y las detenciones; lo que la realidad era, más bien, cierto aire de indignación cuando con similares fórmulas ciertos intérpretes hacían su agosto imitando unas estructuras básicas y formales de la canción de autor, hasta el punto de llegar oír que el “Canto a Galicia” de un tal Julio no-sé-qué era el himno de los emigrantes gallegos; hechos tales que la banda de canción de autor satírica Desde Santurce a Bilbao Blues Band reflejaban en su demoledora “El ídolo”. Luis aborda muchas de las críticas que, por aquellos años, les lanzaba cierta crítica interesada: ¿chicos burgueses que no tenían por qué protestar? Muy especialmente él y otros, chavalxs que empezaron a trabajar desde muy jóvenes, sabían que era una falacia repugnante. La crítica reaccionaria, en su estilo de costumbre, no tenía mejores argumentos que mentir sobre la mayoría de ellos y generalizar, a veces exagerando verdades a medias, y otras, sencillamente, inventándose las cosas.
Mediados de los 70: Franco la palma y se inicia un proceso irregular de democratización no acabado –ni de lejos- que, si bien por un lado pretendía instaurar una democracia parlamentaria, por el otro intentaba mantener ciertas cosas y, lo que es más importante, a ciertas personas. Entre 1976 y 1978, con una progresiva liberación de la libertad de expresión y relajación de la censura, la canción de autor tiene su nueva edad de oro; básicamente fueron tres las edades de oro que tuvo: a mediados de los 60, con la influencia de la Nova Cançó y, especialmente de Raimon y Paco Ibáñez, y que fue interrumpida por las medidas tomadas al respecto de las revueltas estudiantiles y obreras; la tercera, con el llamado “espíritu del 12 de febrero” en 1974, una época de relativa apertura de la libertad de expresión, que duró muy poquito; y esta última, durante la transición: en todas ellas, podrá aducir alguien, surgieron aprovechados, arribistas y demás, algunos de los cuales traicionaban su propio espíritu; pero, si bien esto es verdad, no dejemos de hacer notar que en todas ellas surgieron nuevos y grandes valores. Esta última edad de oro tiene su explicación en que, al haberse liberado un poco la libertad de expresión, las grandes discográficas internacionales comienzan a fichar a muchos de ellos (hasta la fecha, muy pocas multinacionales habían fichado cantautores: una de las salvedades fue Víctor Manuel, que grababa en Sony), mientras que personas que habían trabajado en la crítica y la prensa musical, como Alain Milhaud, Antonio Gómez o Gonzalo García-Pelayo, abrían nuevas discográficas que se ocuparan de esta música. Pero de ninguna manera significa esto que se forraran: a la par que se permite la grabación y distribución de casi todo material, paradójicamente, sus actuaciones son prohibidas, total o parcialmente, por el ministerio de la gobernación: el tan laureado ministro Manuel Fraga (tanta paz lleves como descanso dejas) se dedicó, prácticamente, a prohibir todo evento que tuviera una mínima relación con la canción de autor e incluso con la poesía: de los cuatro recitales de Raimon en lo que supuso su vuelta a Madrid, se suspenden los tres restantes (el primero, que fue grabado en un disco maravilloso, reflejaba en su portada el hecho); también se prohíbe la serie de recitales-homenaje de José Antonio Labordeta a su hermano, el gran poeta Miguel Labordeta (el primero se registra en el disco Labordeta en directo); parecida suerte correrán muchos de los festivales multitudinarios que, a lo Woodstock, presentaba lo mejor de cada casa en su lengua o dialecto regional, por una u otra cosa; y muchos de aquellos que conseguían realizarse, eran sistemáticamente saboteados por matones de la ultraderecha, a veces, enviados por la propia policía, cuando no eran de la misma policía. Quizás se debiera a que, en los primeros momentos de la transición, estos recitales tenían mucho de político, en ocasiones tanto que amenazaba con devorar el componente artístico: eran invitados de excepción figuras de la oposición, tanto política –de los cuales, muchos no se mostraron tiempo después lo que se puede decir agradecidos- como cultural (Gabriel Celaya fue invitado especial en el recital de Raimon en Madrid, y al contrario que con Felipe González, la asistencia anónima tuvo unidad de criterio al aplaudir su presencia, hasta el punto de arrancar lágrimas de los ojos del célebre poeta vasco); eso, por un lado, y por otro que aquellos recitales se convertían en los lugares para hacer todo tipo de reivindicaciones, lanzar todo tipo de vivas y mueras, y, en definitiva, decir todo aquello que durante más de cuarenta años no se podía haber dicho, a menudo sin ser conscientes de que el que pagaba el pato de toda esta celebración de la libertad de expresión era el propio cantautor (quien sí que era consciente a todas luces, era el enviado de la poli). A finales de los 70 esto era una situación algo insostenible, y, como les pasara a los Beatles, muchos cantautores se quejaban de que la gente no les oía, y ya no se sabía si los que reventaban los actos eran de izquierdas o de derechas. Pero su labor en estos años, a pesar de las multas, las detenciones, fue encomiable; aquellos que comenzaron cantando semi-clandestinamente en las sacristías de sacerdotes progresistas ahora llenaban estadios de fútbol y plazas de barrios y pueblos, y eran reclamados en recitales y festivales en el extranjero: Luis Pastor cantaba al aire en el barrio de Vallecas; Víctor Manuel y Nuberu lo hacían para los mineros asturianos; Carlos Cano, Manuel Gerena, Gente del Pueblo… para los jornaleros de Andalucía; Imanol se trajo de la mano a los bretones Gwendal, maestros de la música celta, para cantar en vasco; Benedicto y Bibiano recorrían Galicia practicando los preceptos aprendidos del inmortal José Afonso; Pablo Guerrero traía los ecos de la Extremadura que trabaja y que pasa de su “glorioso pasado” de conquistadores; Nuevo Mester de Juglaría, La Bullonera, Jarcha, Oskorri, Joaquín Díaz, Fuxan os Ventos, Sabandeños, Al Tall… dignificaban la música tradicional de su tierra, secuestrada por el nacional-folklorismo, y la gaita volvía a sonar rebelde y reivindicante. Y mujeres, como dice Luis, que merecen su mención a parte por muchas razones: la primera, por haber desafiado el estatus social que la sociedad las reservaba; la segunda, a consecuencia de la primera, que para muchas de ellas, probablemente, les fuera más difícil que a los que mean de pie el escribir sus canciones y cantarlas; y la tercera, porque a diferencia de las cantantes convencionales, algunas de ellas de diseño, de la época, con todo, eran dueñas absolutas de su producción y de su trabajo: Elisa Serna, Maria del Mar Bonet, Pilocha, Cecilia… Tod@s ell@s cantaban para un público que ya no era exclusivamente el universitario de entre 18 y 25 años de edad aproximadamente, sino que era un público muy heterogéneo, tanto social como demográficamente: jóvenes universitarios, bachilleres con acné, obreros, obreras y amas de casa de mediana edad, ancianos campesinos (que se preguntaban cómo esos muchachos podían saber todas esas cosas), y representantes de las clases medias: médicos, profesores, abogados…
Pero mientras sucede el máximo exponente, a la vez, se producía su declive, o quizás fuera un declive conducido por algunos, quién sabe… El caso es que ya entonces, ciertos críticos enarbolaron la bandera de la muerte, y haciendo una lectura parcial y sesgada de lo que dijera Mr. Bob Dylan, anunciaron la muerte de la canción de autor; pero mientras tanto, grupos tan curiosos como los futuros Pecos o Mecano intentaban hacerse su hueco versionando canciones de Aute o Víctor Manuel. Pero el declive avanza, y después del milagro del 23-F, después de la victoria electoral de D. Felipe González y su PSOE, aquellos políticos que anteriormente habían recurrido a ellos para amenizar sus mítines –el gancho era el cantautor o grupo de rock, ya que también merecen mención grupos tan geniales como Triana, Coz, Bloque, Asfalto y otros- declaran entonces contra ellos y consideran, más por conveniencia que por lealtad a la verdad, que ya no son necesarios: por conveniencia, decimos, pues la mayoría participó en las campañas y recitales contra la permanencia de España en la OTAN, junto a los grupos de heavy metal y punk-rock que se cargaban la visión de la juventud pasota de los 80. El cantautor argentino Alberto Cortez declaraba, en el programa “La Tierra de las mil músicas” (un capítulo con más buenas intenciones por parte del señor Luqui que buenas informaciones), que con la muerte de Franco se descubrió quiénes de ellos valían y quiénes no… Bueno, sobre esto podemos decir que el señor Cortez, a quien presentamos nuestra admiración, es tremendamente injusto con muchos compañeros: es cierto que hubo muchos cantautores, con buenas intenciones, eso sí, que no supieron afrontar el cambio, y se quedaron en el camino; pero no menos cierto es que la industria musical, la crítica y, en buena parte, el público y el cambio generacional dejó a muchos valiosos intérpretes en el camino. La fórmula hacia la frontera con los 80 era muy básica: renovarse, y así lo hicieron muchos, tales como Luis; la canción de autor ahora debía dejar atrás la arenga política y la rabia, y volverse algo más descriptiva, narrar lo cotidiano, y evitar, en lo posible, la frivolización de los temas: el elemento humanista y crítico debía de preservarse, pero bajo nuevas fórmulas. Esto no supuso, de ninguna manera, claudicar ni rendirse: alzaron sus voces también contra la guerra del golfo, contra la guerra de Irak -que es la que me tocó más de cerca-, en donde mientras Luis Pastor y Adolfo Celdrán presentaban sus escalofriantes canciones contra la guerra, José Antonio Labordeta, en su papel de diputado por Aragón, hacía vibrar el congreso con palabras de justicia y de verdad, tomadas de su hermano, mientras el presidente Aznar miraba para otro lado… Y ¡sí!, amigo neocón, mal bicho y lengua de víbora: contra la de Libia ¡también!… Otra cosa es que los medios lo hayan recogido.
Desde entonces y hasta hoy, se han venido repitiendo los mismos clichés de crítica, la mayor parte de las veces por parte de gente cuya idea acerca de la canción de autor es la misma que tengo yo sobre urología: de oídas y sin comprobar. Básicamente, al tener sólo los referentes de Víctor Manuel o Serrat, y los desvaríos de cierta pseudo-prensa heredera de la de antaño, que aplica eso de “de la ceja” indiscriminadamente, hay mucha gente que se piensa que el cantautor superviviente de aquellos años es alguien que vive en urbanizaciones de lujo, que cena con Zapatero o Rubalcaba, que tiene un cochazo, que manda a sus hijos a colegios privados, y no sé cuántas cosas más… Y Luis revela cuál es la otra realidad, pidiendo, por favor, pero con cierto enfado, que no se meta a todos en el mismo saco. Acaba ya dándonos la pista de por qué derroteros anda la canción de autor de ahora, emparentándola con los raperos de calidad, capaces de hacer una poesía urbana de calidad y crítica con el sistema.
Y yo, que no soy cantautor, aunque dé el cante, me siento muy orgulloso de ellos, y de haber conocido a muchos de ellos: de los que no se rinden, de los que dejan en ridículo al señor Winston Churchill con aquella soberana memez que dijo acerca los revolucionarios a los 20 y a los 40, y, cuando tenga su edad, me gustaría ser como ellos.
NOTA: se me disculpe no haber nombrado a muchos, pues no pretendía ser exhaustivo; que esto no se entienda como una injusticia.
“A todos los compañeros cantautores que ya no están, pero que nos dejaron su ejemplo, su compromiso y sus canciones: Ovidi Montllor, Carlos Cano, Chicho Sánchez Ferlosio, Hilario Camacho, Imanol, Labordeta, Quintín Cabrera, Mikel Laboa…”
Éramos tan libertarios, casi revolucionarios, ingenuos como valientes, barbilampiños sonrientes —lo mejor de cada casa— oveja negra que pasa de seguir la tradición balando a contracorriente de la isla al continente era la nueva canción.
Éramos buena gente, paletos e inteligentes, barbudos estrafalarios, obreros, chicos de barrio, progres universitarios, soñando en una canción y viviendo la utopía convencidos de que un día vendría la Revolución.
Aprendiendo a compartir la vida en una sonrisa, el cielo en una caricia, el beso en un calentón. Fuimos sembrando canciones en esta tierra baldía y floreció la poesía y llenamos los estadios y en muchas fiestas de barrio sonó nuestra melodía.
Tardes y noches de gloria que cambiaron nuestra historia. Y este país de catetos, fascistas de pelo en pecho, curas y monjas serviles, grises y guardias civiles, funcionarios con bigote y chusqueros de galón, al servicio de una casta que controlaban tu pasta tu miedo y tu corazón.
Patriotas de bandera, españoles de primera, de la España verdadera aquella tan noble y fiera que a otra media asesinó brazo en alto y cara al sol leales al Movimiento a la altura y al talento del pequeño dictador que fue Caudillo de España por obra y gracia de Dios.
Toreando en plaza ajena todo cambió de repente los políticos al frente de comparsa y trovador. Se cambiaron las verdades: "tanto vendes tanto vales". Y llegó la transición: la democracia es la pera. Cantautor a tus trincheras con coronas de laureles y distintivos de honor pero no des más la lata que tu verso no arrebata y tu tiempo ya pasó.
¿Qué fue de los cantautores? preguntan con aire extraño cada cuatro o cinco años despistados periodistas que nos perdieron la pista y enterraron nuestra voz. Y así van para más de treinta con la pregunta de marras tocándome los bemoles. Me tomen nota señores que no lo repito más:
algunos son diputados, presidentes, concejales, médicos y profesores, managers y productores o ejerciendo asesoría en la Sociedad de Autores. Otros están y no cantan, otros cantan y no están. Los hay que se retiraron, algunos que ya murieron y otros que están por nacer.
Jóvenes que son ahora también universitarios, obreros, chicos de barrio que recorren la ciudad. Un CD debajo el brazo, la guitarra en bandolera, diez euros en la cartera, cantando de bar en bar. O esos raperos poetas que es su panfletos denuncian otra realidad social.
¿Y mujeres? ni se sabe. Y sobre todo si hablamos de las primeras gloriosas que tuvieron los ovarios y el coraje necesarios de subirse a un escenario de aquella España casposa.
¿Qué fue de los cantautores? aquí me tienen señores como en mis tiempos mejores dando al cante que es lo mío. Y aunque en invierno haga frío me queda la primavera, un abril para la espera y un “Grândola” en el corazón.
¿Qué fue de los cantautores? aquí me tienen señores aún vivito y coleando y en estos versos cantando nuestras verdades de ayer que salpican el presente y la mierda pestilente que trepa por nuestros pies.
¿Qué fue de los cantautores? De los muchos que empezamos, de los pocos que quedamos, de los que aún resistimos, de los que no claudicamos. Aquí seguimos, cada uno en su trinchera haciendo de la poesía nuestro pan de cada día.
Siete vidas tiene el gato aunque no cace ratones. Hay cantautor para rato. Cantautor a tus canciones. Zapatero a tus zapatos.
The poems by the great German antifascist playwright and poet Bertolt Brecht were a source of inspiration to many Spanish songwriters. Among them, Mikel Laboa, founder of the collective of Basque songwriters “Ez Dok Amairu” (There is no thirteen), recorded in 1969 an EP singing poems by Bertolt Brecht, translated and adapted to Basque. Among them, there were this poem, one of his first, “Against seduction”, a poem in which Brecht already was exposing his theory of art: art musts break the ilusion and show things as they are, for the working class takes a decission. It’s a theory as worthy to art as to society.
Gegen Verführung
1
Laßt euch nicht verführen! Es gibt keine Wiederkehr. Der Tag steht in den Türen; Ihr könnt schon Nachtwind spüren Es kommt kein Morgen mehr.
2
Laßt euch nicht betrügen! Das Leben wenig ist. Schlürft es in vollen Zügen! Es wird euch nicht genügen Wenn ihr es lassen müßt!
3
Laßt euch nicht vertrösten! Ihr habt nicht zu viel Zeit! Laßt Moder den Erlösten! Das Leben ist am größten: Es steht nicht mehr bereit.
4
Und es kommt nichts nachher. Zu Fron und Ausgezehr! Was kann euch Angst noch rühren? Ihr sterbt mit allen Tieren Und es kommt nichts nachher.
The adaptation sung by Mikel Laboa in Basque is this:
Liluraren kontra
Lilularik ez! ez dago itzultzerik eguna atean dago haize hotza dakar ez da izango beste goizerik.
Tronpatzerik ez! bizitza ez da huskeria, edan ase arte beretik ez da aski izango galtzear zaudelarik.
Kontsolatzerik ez! denbora ez da luzea, ustelak lurpera bizitza da haundiena galtzea, litzake galtzea dena.
Against seduction
Don’t you let be seduced!/ There is no return./ Dawn is at gates,/ there is a night wind now:/ won’t come another morning.// Don’t you let be fooled/ with that life is short./ Drink it by big gulps/ because it won’t be enough to you/ when you must loose it.// Don’t you let be consoled!/ You have not much time./ Mud, to the rotten ones./ Life is the greatest thing:/ to loose it is to loose everything.
This translataion to English is no exactly from the Basque adaptation, but from the translation to Spanish by Vicente Romano and the adaptation by poet Jesús López Pacheco for the Spanish edition of Bertolt Brecht’s Poems and Songs (Alianza Editorial, 1999), which can be read here:
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Susi se atormenta viviendo entre la esperanza y la desilusión por su ruptura con Ángel, del cual cree que le fue infiel. Mientras intenta rehacer su vida, descubre por una serie de casualidades que su ex guardaba un oscuro secreto que pudo propiciar la separación más allá de su sospecha de infidelidad: la investigación sobre una oscura secta elitista de personas muy poderosas y crueles, con espantosos objetivos y con implicación en la prostitución internacional y la ultraderecha. Se hacen llamar EL CÓNCLAVE. De esta manera, una historia de desamor se va convirtiendo en una peligrosa investigación para desentrañar los misterios y siniestros propósitos del tenebroso Cónclave. Solo venciéndolos, tendrá Susi la oportunidad de volver junto a Ángel. Más que una historia de amor: una balada de heavy metal.
José Antonio Artze is a great contemporary Basque poet and composser, born in 1940. With his brother, singer Jesús Artze, was a member of the Basque songwriters’ collective Ez dok Amairu (There’s no thirteen), being, with Xabier Lete and Antton Valverde, the writer of the most Basque songwriters’ lyrics of songs, as this from Lertxundi.
Txori ttikia
Txori ttikia nintzelarik
esan zidaten,
kaiolan bizitzeko
sortua nintzela,
gero arrano bihurtuko nintzanean
kaiola hautsita aldegingo
nuen beldurrez,
libro nintzela sinistarazi
nahi zidaten,
horregatik iriki zizkidaten ateak
egin nezan hegaz,
bainan luze gabe ohartu nintzen
hanka harkaitz bati
lotu zidatela
kate motz eta astun batez.
The Little Bird
When I was a little bird/ they told me/ I was born to live in a cage,/ later, when I came into an eagle,/ they, afraid of I could flight breaking the cage,/ made me believe I was free,/ for that they opened the door for I could fly,/ but I didn’t last in notice that my paw was tide/ to a rock/ with a short and heavy chain.
Benito Lertxundi is one of the most famous and continuous Basque songwriter. Benito has sung words by José Antonio Artze and Xabier Lete, but also his own: words that speak us about Basque Country and other relevant things in the time he begun to sing, when Basque language was put down by dictatorship. His music, very beautiful, takes its roots from Basque traditional music, but also from celtic music. Member of Ez dok Amairu by the hand of New Basque Song patriarch, Mikel Laboa, Lertxundi’s first EP comes in 1965. To this will follow others great LPs as Oro laño mee batek… (1974) (All is cover by a fog), from which is this beautiful song.
Me registro los bolsillos desiertos para saber dónde fueron aquellos sueños. Invado las estancias vacías para recoger mis palabras tan lejanamente idas. Saqueo aparadores antiguos, viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas, estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato, pero nadie me dice quién fui yo.
Aquellas canciones que tanto amaba no me explican dónde fueron mis minutos, y aunque torturo los espejos con peinados de quince años, con miradas podridas de cinco años o quizá de muerto, nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía esculpida en presurosos desayunos, en jolgorios de aulas y pelotas de trapo, mientras los otoños sedimentaban de pálidas sangres las bodegas del Ebro.
¿En qué escondidos armarios guardan los subterráneos ángeles nuestros restos de nieve nocturna atormentada? ¿Por qué vertientes terribles se despeñan los corazones de los viejos relojes parados? ¿Dónde encontraremos todo aquello que éramos en las tardes de los sábados, cuando el violento secreto de la Vida era tan sólo una dulce campana enamorada? Pues yo registro los bolsillos desiertos y no encuentro ni un solo minuto mío, ni una sola mirada en los espejos que me diga quién fui yo.
Miguel Labordeta
Hace un año que nos dejó José Antonio Labordeta, que la voz solidaria de Aragón se apagó, pero no para siempre, pues su eco resonará durante eras mientras este mundo exista: los hombres y las mujeres pasan, pero no sus obras. Lo que más me conmovió de los días siguientes a su muerte fue la intangible cantidad de condolencias de las gentes, aunque no le conocieran más que en su faceta de político o de presentador; no vi nada excesivo, aunque a algunos así le pareciera, por una razón: merecía ese reconocimiento que, por contra, no recibieron otros compañeros de la canción que habían fallecido recientemente o en la década de los 90 (fue bastante indignante cómo se pasaron muy por alto los fallecimientos de Hilario Camacho, Quintín Cabrera, Joan Baptista Humet, Xabier Lete, Mikel Laboa, y otros más que quizás ahora no recuerde, cómo no se les dedicó un solo segundo, o en el mejor de los casos, 30 escasos segundos, pretendiendo ignorar sus logros, tanto como personas públicas como músicos). Lo único que me molestó fue la hipocresía de ciertas personas… Pero sin lugar a dudas, Labordeta había dejado una huella imborrable, una forma de vida, de pensar y de ser que, sin lugar a dudas, tiene muchos seguidores.
Repetir lo que durante el año pasado y el día anterior dije sobre él, puede resultar un poco baladí, así que haré una reflexión personal. Cuando escucho las canciones del maño, del profesor, del poeta, del cantante, resuena el eco de miles de hombres y mujeres, trabajadores intelectuales y manuales: trae el eco de los escritores y poetas de la justicia, entre los que se encontraba Miguel; trae el eco de los profesores de la Institución Libre de Enseñanza, que remozaron la educación española librándola de años de preeminencia clerical; oigo a Miguel de Unamuno plantarle cara a Millán Astray, oigo la lógica popular poética de Antonio Machado, el desgarro jondo de García Lorca, el lamento profético de León Felipe y el verso campesino de Miguel Hernández…oigo la razón hecha canto y poesía. Pero también oigo a mis abuelos extremeños y leoneses convertidos en humildes y entrañables baturros; oigo el lamento campesino, las maldiciones proferidas por los humildes y la tristeza orgullosa de los emigrantes –la misma que veo hoy en miles de inmigrantes-; veo árboles –ese árbol que puede ser el que adorna la bandera de Aragón-, chozas de barro, aperos de labranza, libros viejos y prohibidos, pasiones y esperanzas escondidas, pero encendidas como rescoldos en las cenizas; veo una tierra entrañable y un pueblo vecino y amigo. Oigo un resonar de esperanzas tras la rejas de las prisiones y en el exilio… Cuando oigo a Labordeta, escucho a la esperanza, oigo a la justicia, pero sobre todo, a un vecino, a un amigo.
Muchos diletantes y creadores/ manipuladores de opinión dicen de cantantes como Labordeta, que cantaban sobre su tierra y sus gentes, que separaban a la gente, que creaban odios interregionales e interclasistas… A pesar de que, como sospecho inequívocamente, éstos personajes no han escuchado nunca a estos cantantes, no creo que su opinión nazca de una “inocente” ignorancia: ignorancia sí –per natura-, pero no inocente, sino malintencionada. Muy al contrario, estos cantantes unían a la gente: Labordeta nos traía el pensar y el sentir de su propia gente, nos acercaba a ellos y nos sentíamos hermanados al sentir que eran casi los mismos problemas, las mismas inquietudes y las mismas injusticias, y descubríamos que son otros, precisamente ellos, los que nos quieren separar.
Como ya indicamos en la primera entrega de esta serie de homenajes, José Antonio Labordeta fue, probablemente, muchas cosas de las que se propuso ser, de las cuales hemos intentado hablar: poeta, cantante, músico, político, comunista o anarquista (lo que él quisiera ser), aragonés, zaragozano de nacimiento y turolense de adopción, profesor, alumno (como el grabado del anciano de su paisano Goya que rezaba “Todavía aprendo”), paisano, vecino, trotamundos, juglar, trovador, un orzuelo en el ojo de los caciques, padre de familia, abuelo (nuestro “abuelo”), marido, amante y amado de una sola mujer… Pero, sobre todo, como él dijo que quisiera ser recordado, “un hombre sin más”:
Ya ves
Ya ves que vamos avanzando cumpliendo este camino. No lo sé, ya ves.
Ya ves, que vamos recordando, creciendo hacia el ocaso. No lo sé, ya ves.
Ya ves, qué pálidas palabras se pierden en la noche sin hallar solución.
Ya ves, que hemos ido surgiendo de inciertas y duras voces de desesperación.
Recuérdame, como un árbol batido, como un pájaro herido, como un hombre sin más. Recuérdame, como un verano ido, como un lobo cansino, como un hombre sin más.
Ya ves, que fuimos agrietando los muros mantenidos no lo sé, ya ves.
Ya ves que estamos añorando unos niños perdidos, no lo sé, ya ves.
Ya ves que voces diferentes se cruzan en el alba buscando la verdad.
Ya ves que fuimos puente herido de abrazos detenidos por ver la libertad.
Por supuesto –parafraseando una las canciones que a mí más me gustan-, siempre te recordaremos, viejo. Nunca te podremos olvidar: nunca olvidaremos esa sencillez, esa honradez, esa sinceridad y honestidad que había detrás de un bigote de hombre bueno, de una calva entrañable y de unas gafas de sabio profesor. Por mucho que lo intente, “La Zamarra de Gustavo” nunca podrá ser la mochila de Labordeta, que él se fue acarreando a la espalda llena de un pedazo de cada pueblo y de cada gente, llena de libros y canciones, de recuerdos, porque su mochila tiene algo que nunca tendrá mi zamarra: el corazón de todos. Y mientras recorre los cielos con la mochila a cuesta, haciéndose paisano de las almas buenas, todavía suena su jota de despedida:
Allá va la despedida, de los que se van del corro, aquí se quedan los guapos y nos marchamos los buenos…
Por aquello de “Al César lo que es del César”, recomiendo incansablemente la serie que nuestro maestro Fernando González Lucini, que fue amigo suyo y es un gran conocedor de su obra (de la de todos) le ha dedicado a lo largo de estos días, y agradecerle también su generosidad y sus enseñanzas:
Mikel Laboa, in many ways, is the faher of the Basque songwriters movement, although the French-Basque duo Mixel and Eneko Labeguerie was the first in making songs in Basque. Mikel Laboa was the founder of the collective Ez dok Amairu (There’s no Thirteen). Laboa, influenced by Basque traditional music, French songwriters and Latin-American songwriters, specially Atahualpa Yupanqui and Violeta Parra, alternates in his music words by his own with the words from others songwriters as J. A. Artze, Xabier Lete and Antton Valverde, and of poets as Bertolt Brecht and Basque poet Gabriel Aresti.
Ez dok Amairu (There’s no Thirteen) was a collective created around Basque esculptor Jorge de Oteiza. Founded by Mikel Laboa, some of their members were Benito Lertxundi, Lourdes Iriondo, Xabier Lete, Antton Valverde and J. A. Artze. Influenced by the Catalan collective Els Setze Jutges (Sixteen Judges), Ez dok Amairu’s finallity was the vindication of Basque language, music, culture and literature, specially poetry. They were, with Castilians, Andalucians and Canarians songwriters and folk-groups, the first in doing songs based on the Basque traditional music, thanks to the wonderful and elder songs-books legated through the centuries.
Euskal Kanta Berria (New Basque Song) was a movement of Basque songwriters with the pretension of vindicating and saving Basque language, music and culture, and a vindication of their land, the so named Euskal Herria (Basque Land/ Basque People or Basque Country). Between this movement, there were collectives as and Argia (light) and Ez dok Amairu (There’s no Thirteen). Between them we can name people as important as Mikel Laboa, Lourdes Iriondo, Benito Lertxundi, Imanol, Lupe, Oskorri… In differance of others regionals songwriters movements, Euskal Kanta Berria used to play the Basque traditional music since the beginnig with their poems or those from great Basque poets as Gabriel Aresti. Within this movement, songwriters Antton Valverde, J. A. Artze and Xabier Lete make the most of these songs.
This is a Basque folksong based on a popular poem named “Berdabioko falsifikadorea” (“Berdabio’s counterfeiter”). The words are atribuited to Joseph Etchegaray, known as “Berdabio”, counterfeiter and burglar of XVIIIth Century, busted when he was delated by his fellow “Trabuko”; so Berdabio, in vegeance, tales in verses Trabuko’s murder (seen here: http://www.blogseitb.com/graffiti/2010/06/25/historias-de-ladrones-y-falsificadores-de-moneda-en-la-navarra-del-s-xviii/). The melody of the song is compossed by Mikel Laboa:
Goizuetan bada gizon bat deritzen zaio Trabuko; hitzak ederrak, bihotza paltso, sekula etzaio paltako; egin dituen dilijentziak berari zaizkio damuko. Ongi ongi oroitu hadi zer egin huen Elaman; difuntu horrek izatu balu jarraikilerik Lesakan, orain baino lehen egongo hintzan ni orain nagoen atakan. Neure andreak ekarri zuen Aranaztikan dotea; hobe zukean ikusi ez balu Bedabioko atea, orain etzuen idukiko dadukan pesadunbrea. Nere buruaz ez naiz oroitzen zeren ez naizen bakarra; hazitzekoak hor uzten ditut bi seme ta hiru alaba, jaun zerukoak adi dezala hoien amaren negarra.
In Goizueta/ Blunderbuss
There’s a man in Goizueta/ they call him Blunderbuss;/ beautiful words, quiet heart,/ he shall never miss those;/ he will sorry/ for the things he’s done./ I remember so well what you did at Elama,/ If the late had relatives at Lesaka/ you shall be in my place right now./ My wife bring the marriage portion from Aranasti./ It would have been better/ if she had not seen/ Berdabio’s door,/ she would not have the grief she has now./ I don’t remember even of myself/ because I’m not the only one./ I let for to be educated two sons and three daughters./ May Lord of Heaven/ bear in mind a mother’s cry.
Ha muerto Xabier Lete, es una noticia que injustamente ha pasado desapercibida en la España no euskérica (cosa que indigna). Xabier, músico, poeta, cantante, escritor en lengua vasca, fue miembro fundador del colectivo Ez Dok Amairu; si bien justamente Mikel Laboa es considerado el padre de la Euskal Kanta Berria (nueva canción vasca), Xabier Lete sería algo así como el padrino de ésta, ya que entre él y J. A. Artze coparon la mayor parte de la composición de las canciones de autor vascas, especialmente para su esposa, la también tristemente fallecida Lourdes Iriondo. Quiero honrar su memoria con esta canción que él dedicó a la muerte del bertsolari Ferdinand Aire Etxart, “Xalbador”, pues Xabier fue, en gran medida, también un bertsolari.
Xalbadorren heriotzean
Adiskide bat bazen benetan bihozbera poesiaren hegoek sentimenduzko bertsoek antzaldatzen zutena.
Plazetako kantari bakardadez josia hitzen lihoa iruten bere barnean irauten oinazez ikasia…ikasia
Non hago, zer larretan Urepeleko artzaina mendi hegaletan gora oroitzapenen gerora ihesetan joan hintzana. (Bis)
Hesia urraturik libratu huen kanta lotura guztietatik gorputzaren mugetatik aske sentitu nahirik.
Azken hatsa huela bertsorik sakonena inoiz esan ezin diren estalitako hegien oihurik bortitzena… bortitzena
En la muerte de Xalbador
Había un amigo entrañable y sensible/ transfigurado por las alas de la poesía,/ por los versos surgidos de un profundo sentimiento,/ un cantor que iba por las plazas aterido de soledad,/ que había aprendido con dolor/ a tejer palabras y a expresarse contenidamente/ desde la insobornable verdad de su ser interior.// Dónde estás hoy, en qué praderas/ pastor de Urepel,/ tú que huiste/ hacia las altas cumbres,/ hacia el mañana que perdura en el recuerdo…// Liberaste tu canción demoliendo el cerco,/ buscando la libertad/ más allá de las ataduras y los límites de tu cuerpo,/ convirtiendo tu último aliento en el verso más profundo,/ en el grito contundente/ de las verdades ocultas que jamás se pueden expresar.// Dónde estás hoy, en qué praderas…
La Nova Cançó supuso el 1er intento serio de canción popular (en sentido estricto) y poesía. Si bien, al principio, el gobierno no les tuviera una seria consideración y pensaban de ellos como grupos folklóricos, esto empieza a cambiar debido 1º a la popularidad de Raimon, que recorre toda la geografía española y el extranjero (nos representa en el 1er Festival de la Canción Protesta en La Habana, en 1967) y, 2º a la creciente popularidad de Joan Manuel Serrat, incluso en catalán. Esto lleva a músicos y poetas de otras regiones a seguir el ejemplo.
Poco a poco, la Nova Cançó fue consiguiendo adeptos, admiradores e imitadores fuera de Cataluña también. En realidad, simplemente fue la catalización de unos sentimientos muy generalizados y de unos gustos musicales comunes: aunque algunos fueran más "afrancesados", otros "aportuguesados", otros "norteamericanizados" y otros "latinoamericanizados", siempre era la canción con mensaje. Es curioso, pero no fue determinante, que allá donde tocaba Raimon, florecían nuevos colectivos y propuestas generalmente, aunque no necesariamente, regionalistas. En realidad, una de las claves de su éxito fue precisamente que, aunque fuera una canción cantada en catalán, no tocaba temas exclusivamente catalanes, sino universales. El catalanismo (no político militante) de sus intérpretes estaba, en realidad, lo suficientemente soslayado para que sus temas se pudieran adaptar a la realidad social de cualquier región de España. Así, tomando sus más impactantes y populares canciones-himnos, como “Al vent” de Raimon, “L’estaca” de Llach, o cualquier canción de Pi de la Serra o Joan Manuel Serrat (en catalán), descubrimos que éstos tienen, al menos, dos o tres niveles de comprensión: uno, a nivel regional, como himnos para los Països Catalans; dos, a nivel nacional: válidos para cualquier realidad nacional/ regional de España; y, tres, a nivel universal: la inmensa acogida de estos intérpretes en el extranjero, incluso en el extranjero no hispano-hablante, lo atestigua. De esta manera aparecen imitadores en prácticamente todo el país, siendo tres de ellos los más importantes en un principio, en el País Vasco, en Castilla (Madrid) y en Galicia.
Euskal Kanta Berria
Fue en el año 61 cuando los hermanos Labeguerie, Mixel y Eneko, vasco-franceses, sacaron su 1er EP en vasco. Esto les hizo ser los auténticos pioneros de la canción vasca. Poco más tarde sería cuando se formaran los colectivos; uno de ellos fue el formado en torno al escultor vasco Jorge de Oteiza:
Cuenta una leyenda vasca que un santo se encontró un día al diablo, y el diablo le propuso un trato: le propondría un número y el santo tendría que responder qué significaba ese número; el santo aceptó. El demonio comenzó, pues: “Bat/ Uno”; “Jainkoa/ Dios”, dijo el santo. “Bi/ dos”, preguntó el diablo; “Aita eta Semea/ el Padre y el Hijo”, respondió el santo. “Hiru/ Tres”, propuso el diablo; “Aita, Semea eta Espiritu Santua”, respondió sin pestañear el santo… Estuvieron así hasta llegar a 12: “Hamabi?”, dijo el diablo; “Apostoleak”, respondió el santo; “Hamahiru/13”, dijo el diablo; Amairu? –dudó el santo-, “Amairu… “Ez dok amairu!/ ¡No hay trece!”.
Ésta fue la leyenda que deslumbró a Jorge de Oteiza; según Benito Lertxundi, lo que quería decir Oteiza es que no caben treces con la cultura. El colectivo contó desde el principio con Mikel Laboa, quien desde entonces era considerado el patriarca de la canción vasca: fue en 1964 su 1er recital en vasco. Luego se fueron uniendo Lourdes Iriondo, Benito Lertxundi, los hermanos Artze, y los dos más importantes, que escribieron prácticamente toda la canción vasca: Antton Valverde y Xabier Lete, éste último, además, poeta de reconocido talento y prestigio. Así hasta completar, de nuevo fortuitamente, doce. El otro colectivo fue Argia (luz), donde estuvieron Imanol y Lupe entre otros. En esta ocasión no hubo choque de intereses: ambos colectivos reivindicaban la lengua, la poesía y la tierra vasca, y ambos usaron sin complejos el folklore euskaldun, recopilado a lo largo de los siglos por maestros en cancioneros. Esto fue lo que distinguió inicialmente a los cantautores vascos de otras propuestas iniciales: el uso sin prejuicios, desde el principio, de su música tradicional, legada a través de la historia, y que también fue utilizada por el régimen: pero para los vascos el folklore musical era indesligable de su lengua y de su tierra, y así lo entendieron siempre. Al igual que a los catalanes, a los cantautores vascos se les veía al principio como una rareza foklórica, a la que no tenían demasiado en cuenta… Sin embargo, la cosa fue avanzando, y los vascos, al igual que los catalanes, y después los gallegos, rompieron sus fronteras. Sin embargo, los cantautores vascos sí tenían una relación más estrecha con los temas de Euskal-Herria, aunque esto no fuera obstáculo para su expansión nacional e incluso internacional, desde Iparralde (País Vasco Francés) y más allá. Más tarde, rompiendo con el austerismo inicial, aparecerían nuevas propuestas como el folk de Oskorri, o el rock progresivo de Errobi, amén de otros cantautores como Aseari (Txomin Artola), Lupe, el dúo Peio eta Pantxo, Urko, Imanol, Maite Idirin…
-Además de la Euskal Kanta Berria, desde principios de los 60 hasta su explosión en 1968, comenzaron casi simultáneamente los movimientos castellanos y gallegos-.
Nueva Canción Castellana y Canción del Pueblo
El término “Nueva Canción Castellana” se refiere casi exclusivamente a la actividad poético- musical madrileña, aunque signifique nueva canción en lengua castellana. En esta denominación entró gente tal como los precursores en castellano Manolo Díaz, Jesús Munárriz y Ricardo Cantalapiedra, más Luis Eduardo Aute, la Massiel de después de Eurovisión (con los textos de Munárriz, Aute y Moncho Alpuente), Patxi Andión, Almas Humildes, Moncho Alpuente y sus proyectos encarnados en los grupos Las Madres del Cordero y Desde Santurce a Bilbao Blues Band… No obstante, con todos los respetos hacia sus componentes, hubo cierta manipulación conceptual creada por la prensa musical: si el nombre “Nova Cançó” fue un apelativo que se dio con posterioridad a una serie de intérpretes con ciertas similitudes (la más importante, que cantaran en catalán), en este caso, precisamente para emular o plantar cara a la Nova Cançó (no ideológicamente), el nombre antecedió al fenómeno y sólo se aplicó a estos intérpretes, y aún, en un principio, no a todos. Por otra parte, hay que decir que no todos, como Aute, que consideraba que la auténtica nueva canción era la de Canción del Pueblo, estuvieron de acuerdo en ser introducidos en esta definición: tampoco los proyectos/ grupos de Moncho Alpuente estaban de acuerdo, queriendo desmarcarse del comercialismo que rodeaba a muchos de estos intérpretes (véase su canción “Al cantante social, con cariño”). Comercialidad, falta de dureza en sus canciones, defecto de espíritu crítico e, incluso, cierto espíritu naïve en sus letras, eran las críticas más repetidas contra una canción protesta “tonta”, como dijo Manuel Tuñón de Lara (reseña al disco de Labordeta, Cantar y callar). Incluso alguien pudo decir que en realidad estaban más preocupados por asistir a las fiestas de alto “standing” a las que a otros cantantes tenían prohibido el paso, que eran, precisamente y entre otros, los miembros de Canción del Pueblo.
Lo que distinguía a algunos intérpretes de la llamada Nueva Canción Castellana del colectivo Canción del Pueblo fue una cuestión de actitud. Los miembros de Canción del Pueblo elaboraban una canción de temática más adulta, fruto de una comprensión crítica más profunda. Sus preceptos eran bien parecidos a los de Setze Jutges –quitando la problemática de la lengua-: hacer una nueva canción que testimoniara los problemas del hombre, los problemas de una sociedad injusta: problemas a los que subyacía una falta de libertad. Algunos de sus miembros fueron, en un principio Luis Leal, Carmina Álvarez, Manuel Toharia, José Manuel Brabo “el Cachas” (que se escapó a Barcelona buscando el ambientillo hippie), y los que tuvieron una continuación más larga e intensa, Adolfo Celdrán (el primero en grabar en un LP), Hilario Camacho, Elisa Serna… Con ellos, desde el principio y para siempre, estuvo el periodista Antonio Gómez, actuando a veces de ideólogo del colectivo, otras como productor, otras como letrista, y, las más de las veces, como abogado defensor de cualquiera que cantara con honestidad. Luego Canción del Pueblo también se disgregó, algunos de sus miembros se reencontrarían en la asociación “La Trágala” (título de un himno liberal de la guerra constitucionalista); llegarían otros valores, como Rosa y Julia León, los extremeños Luis Pastor y Pablo Guerrero, el asturiano Víctor Manuel (al que le metieron dentro de Nueva Canción Castellana), y muchos otros.
¿Significa esto que no hubo una Nueva Canción Castellana a la manera que sí hubo una Nova Cançó? Realmente sí la hubo, pero no era solo lo que la prensa así llamaba. Existió la auténtica Nueva Canción de Castilla, con éstos, pero también con Canción del Pueblo, y con los grupos y cantantes de folk, como Joauín Díaz, Ismael, Nuevo Mester de Juglaría, Hadit, La Fanega… Pues de la Nova Cançó tampoco se podía decir que la constituyeran sólo Els Setze Jutges.
Como pasó en los otros colectivos, los preceptos iniciales o se rompieron o se volvieron más flexibles. Aunque en Canción del Pueblo el problema del folklore no fuera tan acuciante (nacidos en un medio totalmente urbano), algunos de sus miembros, como Elisa Serna, utilizan el folklore castellano para la elaboración de sus canciones. Por su parte Hilario Camacho abandona la canción comprometida para hacer otro tipo de canción, quizás más intimista, pero también muy contestataria, y con unos arreglos más pop.
A Nova Canción Galega
Todo esto había pasado a mediados de los 60: ya había canción de autor en catalán, en castellano, en vasco… Entonces, "¿e por qué non en galego?", dijeron los futuros miembros de Voces Ceibes (voces libres). El colectivo, imitando a los Jutges catalanes, puso como preceptos la difusión y defensa del gallego y sus poetas (especialmente Celso Emilio Ferreiro), y musicalmente se alejaron de foklorismos. Sus dos grandes iniciadores fueron Xavier González del Valle y Benedicto García Villar, que realizaron un recital conjunto bajo los auspicios del catedrático y escritor Xesús Alonso Montero y del poeta en lengua gallega Manuel María Fernández; a ellos, bajo el nombre de Voces Ceibes, se les sumarían Guillermo Rojo, Xerardo Moscoso, Vicente Araguas, Miro Casabella, y, algo más tarde, Bibiano Morón y Suso Vaamonde. El sello catalán Edigsa, que había abierto sucursales en el País Vasco para los cantautores euskaldunes, abrió también en Galicia otra, EDIGSA-Xistral, en donde se grabaron los 1ºs EPs del colectivo: Miro, Benedicto, Xerardo, Xavier, Vicente… comenzaban así sus andanzas en la canción de autor. Sin embargo, la rigidez inicial de sus preceptos no les permitía avanzar más, aparte de las críticas de nuevos cantautores y grupos de folk, así como el descubrimiento de la canción portuguesa, especialmente de José Afonso, que fue una incansable fuente de inspiración para ellos. Es así que a finales de los 60 Voces Ceibes se disuelve y se forma un colectivo mucho más plural, en donde cabían, además de los ya citados más Bibiano, los Fuxan os Ventos, Luis Emilio Batallán, Emilio Cao, María Manoela… Y un leonés, de El Bierzo, que cantaba indistintamente en gallego y en castellano poemas de Rosalía de Castro, Miguel Hernández o clásicos como San Juan de la Cruz: Amancio Prada. Pero también desde Venezuela, un gallego exiliado: Xulio Formoso daba sus geniales contribuciones, comenzando casi al mismo tiempo que los Voces Ceibes. Así, en la Nova Canción se pasaría del estilo catalán-francés, inspirado directamente en Raimon, al estilo folk, mediante la reinterpretación de viejas melodías y temas, tal como lo habían hecho desde el principio los vascos de Ez Dok Amairu.
Otras propuestas
Éstas fueron, por así decirlo, debido al influjo de la Nova Cançó, los tres principales pilares de los primeros días de la Canción de Autor española. Tras ellos, como hemos visto, los colectivos se diluyeron y se refundieron, abandonando o reciclando los preceptos fundacionales. Pero también hubo otros movimientos, regionales la mayoría de las veces, que fueron apareciendo desde finales de los 60 y principios de los 70 y que continuaron durante toda la época. Aquí tenemos algunos de ellos:
-Manifiesto Canción del Sur nació en Andalucía oriental, en torno al poeta Juan de Loxa. Sus objetivos son análogos a los otros colectivos, sólo que añaden la recuperación de la identidad andaluza y su folklore para protegerse del expolio cultural del franquismo. Forman parte de él Benito Moreno, Antonio Mata, Antonio Curiel, Carlos Cano… Su forma de expresión es la copla.
-Nuevo Flamenco en realidad es incluso anterior a algunos de estos movimientos, ya que muchos de sus componentes comienzan a cantar desde principios de los 60. Era un movimiento no tan regionalista como de clase: mezclando el flamenco con la poesía y la reivindicación de clase, también la reivindicación regional en ocasiones, sus miembros apostaban por la recuperación del flamenco para el pueblo, intentándolo alejar de gustos señoriales y de ese espantoso invento que fue el nacional-flamenquismo. José Menese, Manuel Gerena, Enrique Morente, Vicente Soto "Sordera"… Mezclaban la tradición flamenca con la poesía y la protesta, reivindicando a la vez la fuerza contestataria del flamenco.
-Canciú mozu astur y Cameretá fueron colectivos en los que comenzaron cantante y grupos en bable, generalmente folk, como Nuberu o Gerónimo Granda. En ocasiones colaboró con ellos el asturiano residente en Madrid Víctor Manuel.
-Nueva canción canaria: Un movimiento fuertemente regionalista que abarcaba a grupos de folk como Los Sabandeños, Taburiente, Verode, y cantantes como Kako Senante o Rogelio Botanz. Sus grandes iniciadores fueron Los Sabandeños desde el año 67, reinventado la tradición musical canaria con una fuerte inspiración latinoamericana.
-Nueva canción aragonesa: Fue un movimiento de canción de autor y folk en la que estaban José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonell, Tomás Bosque, Boira, La Bullonera… Se englobó en los movimientos regionalistas aragoneses como Andalán, dirigido principalmente por el propio Labordeta, quien es el auténtico iniciador de este movimiento que pretendía hablar al resto del país de los problemas de la tierra de Aragón.
Ésto es sólo un resumen introductorio a los movimientos de canción de autor más importantes e influyentes en España. Algunos de ellos han sido ya desarrollados aquí ampliamente; pueden verse en los siguientes enlaces:
Queca
Un regalo inadecuado puede cambiarle la vida a cualquiera. Tal es el caso de Miki, solterón por obligación y solitario por vocación; cuando su cuñado le obsequia con un recuerdo que se ha traído de su viaje a Japón: una muñeca sexual de nombre Megu
Redención (Nuestro último baile)
Mi segunda novela: una historia de amor, misterio e intriga; la lucha de una chica por su pareja pasa por enfrentarse a una secta apocalíptica
Billy («algo es algo»)
Tres cosas atormentan al exinspector de policía Guillermo Niño Pérez: un vecino que le obsesiona, el recuerdo de un crimen y una querella por sus torturas durante el franquismo. Por si esto fuera poco, se une la inquietud hacia un asesino en serie que