Federico García Lorca era muy creyente, pero no estrictamente católico, o al menos no en el sentido de obedecer y respetar una jerarquía y una ritualística. Al contrario, a Lorca lo que le llamaba más la atención era esa otra religiosidad, la religión popular, llena de supersticiones, ritos e imágenes heredadas del paganismo de los pueblos ibéricos pre-romanos: costumbres y creencias que con el paso al cristianismo fueron adaptándose a la nueva religión del Imperio. Por eso, este su “Nacimiento de Cristo”, contenido en su fabuloso Poeta en Nueva York, no es una canto de gozo por el nacimiento del Salvador, del redentor de la humanidad, sino que describe un paisaje intranquilo, inquietante, con figuras más típicas del paganismo que del cristianismo: una noche en la que reina una infernal tempestad, descrita del único modo que el poeta granadino podía hacerlo, anunciando –según la información contenida en la Wikipedia- el futuro martirio del fundador del cristianismo. El poema se abre con una figura tan rural como un Cristo hecho de barro y se cierra con una imagen urbana como es la nieve de Manhattan. Completa esta entrada la interesante canción que hizo Víctor Manuel sobre este poema recogida en el recopilatorio Poetas en Nueva York, y que, en mi opinión, recoge a la perfección, con esa melodía intranquila, turbadora, y ese giro propio de la ternura de la religiosidad rural al cantar sobre el “cristito de barro”.
Nacimiento de Cristo
Un pastor pide teta por la nieve que ondula
blancos perros tendidos entre linternas sordas.
El Cristito de barro se ha partido los dedos
en los tilos eternos de la madera rota.
¡Ya vienen las hormigas y los pies ateridos!
Dos hilillos de sangre quiebran el cielo duro.
Los vientres del demonio resuenan por los valles
golpes y resonancias de carne de molusco.
Lobos y sapos cantan en las hogueras verdes
coronadas por vivos hormigueros del alba.
La luna tiene un sueño de grandes abanicos
y el toro sueña un toro de agujeros y de agua.
El niño llora y mira con un tres en la frente,
San José ve en el heno tres espinas de bronce.
Los pañales exhalan un rumor de desierto
con cítaras sin cuerdas y degolladas voces.
La nieve de Manhattan empuja los anuncios
y lleva gracia pura por las falsas ojivas.
Sacerdotes idiotas y querubes de pluma
van detrás de Lutero por las altas esquinas.
Federico García Lorca
Posted by Adrian Vogel on 25 diciembre, 2011 at 10:27
Una nota al margen: por ese LP de Poetas en Nueva York (donde Cohen grabó el original de su ya clásico «Take This Waltz») recibimos en Holanda un premio, el equivalente a su Grammy (creo recordar que los premios se llamaban Edison).
Posted by Iñaki Celaya on 30 diciembre, 2012 at 21:10
Muchas gracias por esta entrada, soy seguidor de Víctor Manuel desde hace tiempo y siempre me llamo la atención esta canción porque me parecía críptica. Sabía que era una musicalización de Lorca pero no comprendía la letra. Lo que explicas me parece muy interesante, me ha servido de ayuda. Por otro lado comparto contigo que la musicalización de Víctor Manuel es muy interesante, con su estilo entre tierno y desgarrado. Un saludo!
Posted by Gustavo Sierra Fernández on 30 diciembre, 2012 at 22:46
¡Gracias amigo!