Canciones para una revolución: «L’estaca»


De esta canción ya hemos hablado largo y tendido, pero como una de las canciones que conformaron el Mayo del 68 español, no está demás recordarla con todas las de la ley y con todo el derecho.
Lluís Llach graba "L’estaca" en 1968. Su texto sencillo y su música de vals pasa todas las pruebas de la censura con la aprobación del gobernador civil de Barcelona: esto significa que, por lo menos, la canción puede grabarse y, en principio, interpretarse en conciertos. Y es precisamente en concierto, aunque quizás antes, que una de las canciones con más éxito del año 68, al ser coreada por el público, se convierte en un canto revolucionario y en un símbolo, primero en Cataluña y después en el resto de España. Cuando la gente comenzó a corear el pegadizo (sin ánimo peyorativo) estribillo "Segur que tomba i ens podrem alliberar", se dijeron "¿Qué estamos cantando?", y se dieron cuenta de lo que quería decir la canción. Para la censura era tarde: la canción estaba casi tan permitida como el "La-la-la" de Eurovisión, pero algo podrían hacer. A partir de ese momento, la canción, que pasó a acompañar manifestaciones y concentraciones diversas, primero de los estudiantes y luego también de los obreros, comenzó a ser una de las más prohibidas y perseguidas de la historia de la música española. De hecho, está registrada la anécdota en un disco suyo de 1970, Ara i aquí, grabado en directo el año anterior, en donde al principio, cuando Llach hace la presentación del concierto informa que no podrá tocar "L’estaca", para indignación del público asistente; aun así, Llach y su grupo de músicos tuvieron la osadía de hacer una versión instrumental del tema a la que el público se encargó de poner letra. Lluís Llach llegó incluso a ser el músico más prohibido a principios de los 70, casi tanto o más como Raimon o Pi de la Serra: le llegaron a prohibir por "provocar con la mirada".

No obstante la canción había arraigado bien en toda la población y era sumamente reconocible. De ella se han hecho múltiples versiones: punk-rock, sinfónicas, etc., y en otros idiomas: Gorka Knorr la tradujo al vasco ("Agure zaharra"), y el sindicato polaco "Solidaridad" realizó su traducción para adaptarla como himno.

L’estaca


L’avi Siset em parlava
de bon matí al portal
mentre el sol esperàvem
i els carros vèiem passar.

Siset, que no veus l’estaca
on estem tots lligats?
Si no podem desfer-nos-en
mai no podrem caminar!

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

Però, Siset, fa molt temps ja,
les mans se’m van escorxant,
i quan la força se me’n va
ella és més ampla i més gran.

Ben cert sé que està podrida
però és que, Siset, pesa tant,
que a cops la força m’oblida.
Torna’m a dir el teu cant:

L’avi Siset ja no diu res,
mal vent que se l’emportà,
ell qui sap cap a quin indret
i jo a sota el portal.

I mentre passen els nous vailets
estiro el coll per cantar
el darrer cant d’en Siset,
el darrer que em va ensenyar.

El abuelo
Siset me hablaba,/ de madrugada en el portal,/ mientras el Sol
esperábamos/ y los carros veíamos pasar.// Siset: ¿No ves la estaca a
la que todos estamos atados? Si no podemos librarnos de ella, nunca
podremos caminar.//
Si tiramos todos ella caerá y mucho tiempo
no puede durar. Seguro que cae, cae, cae/ bien podrida debe estar ya.//
Si yo tiro fuerte por aquí/ y tú tiras por allá,/ seguro que cae, cae,
cae,/ y nos podremos liberar.// Pero,
Siset, ya hace mucho tiempo,/ las manos se me van desollando,/ y cuando
la fuerza se me va/ ella es más ancha y más grande.// Bien cierto que
sé que está podrida,/ pero es que, Siset, pesa tanto/ que a veces la
fuerza me abandona./ Vuelve a decirme tu canto.//
Si tiramos… // El
abuelo Siset ya no dice nada,/ mal viento que se lo llevó,/ él sabe
hacia qué dirección,/ y yo bajo el portal.// Y mientras pasan los
nuevos muchachos/ estiro el cuello para cantar/ el último canto de
Siset,/ la última cosa que me enseñó.//
Si tiramos…

Lluís Llach