Él no creía en desigualdades. Ellos creen en la supremacía de unos sobre los otros…
Él creía en la justicia. Ellos en la violencia…
No necesito más pruebas para dedicarte este poema, pero no una canción de revancha, sino de solidaridad: de lo que nos diferencia de ellos.
Si no fueran ciegos
nos verían esta luz que habita en nuestro pecho.
Hijo, abrígate bien. Y ponte la bufanda.
No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
Que no está el tiempo bueno todavía.
Llegará el tiempo
de los hombres desnudos,
madre,
y ¡ay de los que entonces
no tengan nuestra luz dentro del pecho!
Ay de los oscuros.
Se morirán podridos de su noche.
Pero mientras llega el verano,
cuando salgas,
tú abrígate bien el pecho, hijo mío.
No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
Que no está el tiempo bueno todavía.