1
Tocando el tambor del llanto,
galope de jacas negras,
corre que te correrás
entre la noche morena.
Con el aire que levantan,
los olivos se despiertan.
"¿A dónde vais tan de prisa?"
"¿Quién os monta, jacas negras?"
"Nuestro jinete, el dolor;
sus puñales, las espuelas.
Venimos de tierra baja,
de Andalucía morena,
de junto al yodo y al mar,
junto a la sal y a la arena;
y vamos por todo el mundo
pregonando nuestra pena:
en su tierra de Granada,
junto a sus memorias viejas,
han matado a Federico,
nuestro cárdeno poeta."
Los olivos que lo oyeron
enmudecieron de pena.
Llanto color de aceituna
lamía la carretera.
Por la noche adentro, adentro,
se fueron las jacas negras.
2
Por los patios de la Alhambra
a la ventana mudéjar,
subía un olor agudo
de azahares y de adelfas.
Por los patios de la Alhambra,
por entre las alamedas
¡ay, cómo olía que olía
a una infinita tristeza!
¡Jardín del Generalife,
y cómo olían a pena
tus viejísimos laureles,
a pena reciente y tierna!
Hasta los celestes prados
sube el ciprés su tristeza,
y el álamo majestuoso
infinito de amarguras
blandamente cabeceaba.
No corre un soplo de viento.
Todo se llena de pena,
y en el aire de bochorno
su abanico verde y grande
deja caer la palmera.
¡Está llorando Granada,
todo Granada, de pena!
El pico del Monte Sacro,
las altas Torres Bermejas
con un pañuelo en los ojos
tristemente la contemplan.
¡Ay, Federico García,
qué triste se está poniendo
tu vieja ciudad morena!
"¿Por qué lloráis, mis jardines;
por qué estáis tristes palmeras?"
"¡Ay, Federico García,
lloramos por una muerte
que se acerca!"
El mar estaba llorando
del alba contra las puertas.
Salpicaba las ventanas
de la playa con estrellas.
"¿Por qué lloras así, mar,
despeinada la melena
de tus desflecadas olas,
qué lloras de esa manera?"
"¡Ay,Federico García,
lloro por una muerte
que se acerca!"
Las palabras, en la noche,
como fina caña eran,
frágiles y quebradizas
como fina caña seca.
¡Cómo lloraba el silencio
escondido entre palmeras!
Todo Granada lloraba
como una triste doncella,
con ojos de mar y cielo
en la madrugada tierna.
Por los picos de la Elvira
la muerte baja a la Sierra,
viene afilada y segura
sobre la ciudad derecha.
De miedo y dolor, del Darro
se estremecen las riberas.
(¡Ay, Federico García,
con un puñal en las manos
cómo la muerte se acerca!)
No se lo claves.
No.
La muerte se ha disfrazado
con vestiduras de crimen
y de traición la careta.
Viene despacio, en silencio;
todo Granada, con pena,
la ve venir, paso a paso;
viene buscando su presa.
(¡Ay, Federico García,
que la muerte ya se acerca!
¡Todo Granada la ve
y él aún no se ha dado cuenta!
¡Por allí, por Sierra Elvira,
vestida de pistolera!)
Todo Granada la ha visto
y a Federico García
le ha cogido de sorpresa.
3
¡Luna de las cuatro en punto
de la madrugada tierna!
Gitanas del Albaicín,
perfil de caras morenas.
¡Cien Soledades Montoya
llorando su pena negra!
Gitanos de bronce y sueño,
los de la Alcazaba nueva.
¡Cien Antoñitos Camborio
morenos de verde luna,
de verde luna lunera!
(Por el agua de Granada
sólo los suspiros reman.)
La Lola, bajo el naranjo,
no lava, que llora penas,
y la Amparo se ha vestido
con una mantilla negra.
Lloran todas las muchachas
de la Andalucía Reina;
de la Andalucía lata,
de la Andalucía baja…,
¡todas las niñas morenas!
¡Todas las niñas de España
se están muriendo de pena!
Y Granada, tristemente,
llora como una doncella.
¡Darro y Genil, torrecillas
sobre los estanques, muertas!
Por las puertas de Granados
se escapan dos jacas negras
tocando el tambor del llanto.