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Inicios de la Canción de Autor: los colectivos y movimientos regionales


Ovidi Montllor, Pi de la Serra i Francesc Pi de la Serra: ¿El clan Sinatra de la Nova Cançó? ("La crisis de la Nova Cançó", Luis Carandell: www.triunfodigital.com) La Nova Cançó supuso el 1er intento serio de canción popular (en sentido estricto) y poesía. Si bien, al principio, el gobierno no les tuviera una seria consideración y pensaban de ellos como grupos folklóricos, esto empieza a cambiar debido 1º a la popularidad de Raimon, que recorre toda la geografía española y el extranjero (nos representa en el 1er Festival de la Canción Protesta en La Habana, en 1967) y, 2º a la creciente popularidad de Joan Manuel Serrat, incluso en catalán. Esto lleva a músicos y poetas de otras regiones a seguir el ejemplo.

Poco a poco, la Nova Cançó fue consiguiendo adeptos, admiradores e imitadores fuera de Cataluña también. En realidad, simplemente fue la catalización de unos sentimientos muy generalizados y de unos gustos musicales comunes: aunque algunos fueran más "afrancesados", otros "aportuguesados", otros "norteamericanizados" y otros "latinoamericanizados", siempre era la canción con mensaje. Es curioso, pero no fue determinante, que allá donde tocaba Raimon, florecían nuevos colectivos y propuestas generalmente, aunque no necesariamente, regionalistas. En realidad, una de las claves de su éxito fue precisamente que, aunque fuera una canción cantada en catalán, no tocaba temas exclusivamente catalanes, sino universales. El catalanismo (no político militante) de sus intérpretes estaba, en realidad, lo suficientemente soslayado para que sus temas se pudieran adaptar a la realidad social de cualquier región de España. Así, tomando sus más impactantes y populares canciones-himnos, como “Al vent” de Raimon, “L’estaca” de Llach, o cualquier canción de Pi de la Serra o Joan Manuel Serrat (en catalán), descubrimos que éstos tienen, al menos, dos o tres niveles de comprensión: uno, a nivel regional, como himnos para los Països Catalans; dos, a nivel nacional: válidos para cualquier realidad nacional/ regional de España; y, tres, a nivel universal: la inmensa acogida de estos intérpretes en el extranjero, incluso en el extranjero no hispano-hablante, lo atestigua. De esta manera aparecen imitadores en prácticamente todo el país, siendo tres de ellos los más importantes en un principio, en el País Vasco, en Castilla (Madrid) y en Galicia.

Euskal Kanta Berria

Fue en el año 61 cuando los hermanos Labeguerie, Mixel y Eneko, vasco-franceses, sacaron su 1er EP en vasco. Esto les hizo ser los auténticos pioneros de la canción vasca. Poco más tarde sería cuando se formaran los colectivos; uno de ellos fue el formado en torno al escultor vasco Jorge de Oteiza:

Cuenta una leyenda vasca que un santo se encontró un día al diablo, y el diablo le propuso un trato: le propondría un número y el santo tendría que responder qué significaba ese número; el santo aceptó. El demonio comenzó, pues: “Bat/ Uno”; “Jainkoa/ Dios”, dijo el santo. “Bi/ dos”, preguntó el diablo; “Aita eta Semea/ el Padre y el Hijo”, respondió el santo. “Hiru/ Tres”, propuso el diablo; “Aita, Semea eta Espiritu Santua”, respondió sin pestañear el santo… Estuvieron así hasta llegar a 12: “Hamabi?”, dijo el diablo; “Apostoleak”, respondió el santo; “Hamahiru/13”, dijo el diablo; Amairu? –dudó el santo-, “Amairu… “Ez dok amairu!/ ¡No hay trece!”.

El colectivo vasco Ez dok Amairu Ésta fue la leyenda que deslumbró a Jorge de Oteiza; según Benito Lertxundi, lo que quería decir Oteiza es que no caben treces con la cultura. El colectivo contó desde el principio con Mikel Laboa, quien desde entonces era considerado el patriarca de la canción vasca: fue en 1964 su 1er recital en vasco. Luego se fueron uniendo Lourdes Iriondo, Benito Lertxundi, los hermanos Artze, y los dos más importantes, que escribieron prácticamente toda la canción vasca: Antton Valverde y Xabier Lete, éste último, además, poeta de reconocido talento y prestigio. Así hasta completar, de nuevo fortuitamente, doce. El otro colectivo fue Argia (luz), donde estuvieron Imanol y Lupe entre otros. En esta ocasión no hubo choque de intereses: ambos colectivos reivindicaban la lengua, la poesía y la tierra vasca, y ambos usaron sin complejos el folklore euskaldun, recopilado a lo largo de los siglos por maestros en cancioneros. Esto fue lo que distinguió inicialmente a los cantautores vascos de otras propuestas iniciales: el uso sin prejuicios, desde el principio, de su música tradicional, legada a través de la historia, y que también fue utilizada por el régimen: pero para los vascos el folklore musical era indesligable de su lengua y de su tierra, y así lo entendieron siempre. Al igual que a los catalanes, a los cantautores vascos se les veía al principio como una rareza foklórica, a la que no tenían demasiado en cuenta… Sin embargo, la cosa fue avanzando, y los vascos, al igual que los catalanes, y después los gallegos, rompieron sus fronteras. Sin embargo, los cantautores vascos sí tenían una relación más estrecha con los temas de Euskal-Herria, aunque esto no fuera obstáculo para su expansión nacional e incluso internacional, desde Iparralde (País Vasco Francés) y más allá.  Más tarde, rompiendo con el austerismo inicial, aparecerían nuevas propuestas como el folk de Oskorri, o el rock progresivo de Errobi, amén de otros cantautores como Aseari (Txomin Artola), Lupe, el dúo Peio eta Pantxo, Urko, Imanol, Maite Idirin

-Además de la Euskal Kanta Berria, desde principios de los 60 hasta su explosión en 1968, comenzaron casi simultáneamente los movimientos castellanos y gallegos-.

Nueva Canción Castellana y Canción del Pueblo

El término “Nueva Canción Castellana” se refiere casi exclusivamente a la actividad poético-Manolo Díaz: La juventud tiene razón musical madrileña, aunque signifique nueva canción en lengua castellana. En esta denominación entró gente tal como los precursores en castellano Manolo Díaz, Jesús Munárriz y Ricardo Cantalapiedra, más Luis Eduardo Aute, la Massiel de después de Eurovisión (con los textos de Munárriz, Aute y Moncho Alpuente), Patxi Andión, Almas Humildes, Moncho Alpuente y sus proyectos encarnados en los grupos Las Madres del Cordero y Desde Santurce a Bilbao Blues Band… No obstante, con todos los respetos hacia sus componentes, hubo cierta manipulación conceptual creada por la prensa musical: si el nombre “Nova Cançó” fue un apelativo que se dio con posterioridad a una serie de intérpretes con ciertas similitudes (la más importante, que cantaran en catalán), en este caso, precisamente para emular o plantar cara a la Nova Cançó (no ideológicamente), el nombre antecedió al fenómeno y sólo se aplicó a estos intérpretes, y aún, en un principio, no a todos. Por otra parte, hay que decir que no todos, como Aute, que consideraba que la auténtica nueva canción era la de Canción del Pueblo, estuvieron de acuerdo en ser introducidos en esta definición: tampoco los proyectos/ grupos de Moncho Alpuente estaban de acuerdo, queriendo desmarcarse del comercialismo que rodeaba a muchos de estos intérpretes (véase su canción “Al cantante social, con cariño”). Comercialidad, falta de dureza en sus canciones, defecto de espíritu crítico e, incluso, cierto espíritu naïve en sus letras, eran las críticas más repetidas contra una canción protesta “tonta”, como dijo Manuel Tuñón de Lara (reseña al disco de Labordeta, Cantar y callar). Incluso alguien pudo decir que en realidad estaban más preocupados por asistir a las fiestas de alto “standing” a las que a otros cantantes tenían prohibido el paso, que eran, precisamente y entre otros, los miembros de Canción del Pueblo.

Cártel del 1er concierto colectivo de Canción del Pueblo en el instituto Ramiro de Maeztu. Cortesía de "Plómez" (http://www.deljunco.com/hilariocamacho/index.php) Lo que distinguía a algunos intérpretes de la llamada Nueva Canción Castellana del colectivo Canción del Pueblo fue una cuestión de actitud. Los miembros de Canción del Pueblo elaboraban una canción de temática más adulta, fruto de una comprensión crítica más profunda. Sus preceptos eran bien parecidos a los de Setze Jutges –quitando la problemática de la lengua-: hacer una nueva canción que testimoniara los problemas del hombre, los problemas de una sociedad injusta: problemas a los que subyacía una falta de libertad. Algunos de sus miembros fueron, en un principio Luis Leal, Carmina Álvarez, Manuel Toharia, José Manuel Brabo “el Cachas” (que se escapó a Barcelona buscando el ambientillo hippie), y los que tuvieron una continuación más larga e intensa, Adolfo Celdrán (el primero en grabar en un LP), Hilario Camacho, Elisa Serna… Con ellos, desde el principio y para siempre, estuvo el periodista Antonio Gómez, actuando a veces de ideólogo del colectivo, otras como productor, otras como letrista, y, las más de las veces, como abogado defensor de cualquiera que cantara con honestidad. Luego Canción del Pueblo también se disgregó, algunos de sus miembros se reencontrarían en la asociación “La Trágala” (título de un himno liberal de la guerra constitucionalista); llegarían otros valores, como Rosa y Julia León, los extremeños Luis Pastor y Pablo Guerrero, el asturiano Víctor Manuel (al que le metieron dentro de Nueva Canción Castellana), y muchos otros.

¿Significa esto que no hubo una Nueva Canción Castellana a la manera que sí hubo una Nova  Cançó? Realmente sí la hubo, pero no era solo lo que la prensa así llamaba. Existió la aLas Madres del Cordero con Antonio Gómez "La Madrastra" (http://malablancayenbotella.blogspot.com/)uténtica Nueva Canción de Castilla, con éstos, pero también con Canción del Pueblo, y con los grupos y cantantes de folk, como Joauín Díaz, Ismael, Nuevo Mester de Juglaría, Hadit, La Fanega… Pues de la Nova Cançó tampoco se podía decir que la constituyeran sólo Els Setze Jutges.

Como pasó en los otros colectivos, los preceptos iniciales o se rompieron o se volvieron más flexibles. Aunque en Canción del Pueblo el problema del folklore no fuera tan acuciante (nacidos en un medio totalmente urbano), algunos de sus miembros, como Elisa Serna, utilizan el folklore castellano para la elaboración de sus canciones. Por su parte Hilario Camacho abandona la canción comprometida para hacer otro tipo de canción, quizás más intimista, pero también muy contestataria, y con unos arreglos más pop.

A Nova Canción Galega

Cartel anunciando una actuación del colectivo Voces Ceibes: actúan Xerardo, Xavier, Benedicto, Guillermo, Miro y Vicente Álvarez. 1968 (del Arquivo Gráfico e Documental de VOCES CEIBES) Todo esto había pasado a mediados de los 60: ya había canción de autor en catalán, en castellano, en vasco… Entonces, "¿e por qué non en galego?", dijeron los futuros miembros de Voces Ceibes (voces libres). El colectivo, imitando a los Jutges catalanes, puso como preceptos la difusión y defensa del gallego y sus poetas (especialmente Celso Emilio Ferreiro), y musicalmente se alejaron de foklorismos. Sus dos grandes iniciadores fueron Xavier González del Valle y Benedicto García Villar, que realizaron un recital conjunto bajo los auspicios del catedrático y escritor Xesús Alonso Montero y del poeta en lengua gallega Manuel María Fernández; a ellos, bajo el nombre de Voces Ceibes, se les sumarían Guillermo Rojo, Xerardo Moscoso, Vicente Araguas, Miro Casabella, y, algo más tarde, Bibiano Morón y Suso Vaamonde. El sello catalán Edigsa, que había abierto sucursales en el País Vasco para los cantautores euskaldunes, abrió también en Galicia otra, EDIGSA-Xistral, en donde se grabaron los 1ºs EPs del colectivo: Miro, Benedicto, Xerardo, Xavier, Vicente… comenzaban así sus andanzas en la canción de autor. Sin embargo, la rigidez inicial de sus preceptos no les permitía avanzar más, aparte de las críticas de nuevos cantautores y grupos de folk, así como el descubrimiento de la canción portuguesa, especialmente de José Afonso, que fue una incansable fuente de inspiración para ellos. Es así que a finales de los 60 Voces Ceibes se disuelve y se forma un colectivo mucho más plural, en donde cabían, además de los ya citados más Bibiano, los Fuxan os Ventos, Luis Emilio Batallán, Emilio Cao, María Manoela… Y un leonés, de El Bierzo, que cantaba indistintamente en gallego y en castellano poemas de Rosalía de Castro, Miguel Hernández o clásicos como San Juan de la Cruz: Amancio Prada. Pero también desde Venezuela, un gallego exiliado: Xulio Formoso daba sus geniales contribuciones, comenzando casi al mismo tiempo que los Voces Ceibes. Así, en la Nova Canción se pasaría del estilo catalán-francés, inspirado directamente en Raimon, al estilo folk, mediante la reinterpretación de viejas melodías y temas, tal como lo habían hecho desde el principio los vascos de Ez Dok Amairu.

Otras propuestas

Labordeta en concierto en Lajorca (sic) Éstas fueron, por así decirlo, debido al influjo de la Nova Cançó, los tres principales pilares de los primeros días de la Canción de Autor española. Tras ellos, como hemos visto, los colectivos se diluyeron y se refundieron, abandonando o reciclando los preceptos fundacionales.  Pero también hubo otros movimientos, regionales la mayoría de las veces, que fueron apareciendo desde finales de los 60 y principios de los 70 y que continuaron durante toda la época. Aquí tenemos algunos de ellos:

-Manifiesto Canción del Sur nació en Andalucía oriental, en torno al poeta Juan de Loxa. Sus objetivos son análogos a los otros colectivos, sólo que añaden la recuperación de la identidad andaluza y su folklore para protegerse del expolio cultural del franquismo. Forman parte de él Benito Moreno, Antonio Mata, Antonio Curiel, Carlos Cano… Su forma de expresión es la copla. Manuel Gerena: "De jornaleros has nacío" (www.triunfodigital.com)

-Nuevo Flamenco en realidad es incluso anterior a algunos de estos movimientos, ya que  muchos de sus componentes comienzan a cantar desde principios de los 60. Era un movimiento no tan regionalista como de clase: mezclando el flamenco con la poesía y la reivindicación de clase, también la reivindicación regional en ocasiones, sus miembros apostaban por la recuperación del flamenco para el pueblo, intentándolo alejar de gustos señoriales y de ese espantoso invento que fue el nacional-flamenquismo. José Menese, Manuel Gerena, Enrique Morente, Vicente Soto "Sordera"… Mezclaban la tradición flamenca con la poesía y la protesta, reivindicando a la vez la fuerza contestataria del flamenco.

-Canciú mozu astur y Cameretá fueron colectivos en los que comenzaron cantante y grupos en bable, generalmente folk, como Nuberu o Gerónimo Granda. En ocasiones colaboró con ellos el asturiano residente en Madrid Víctor Manuel.

-Nueva canción canaria: Un movimiento fuertemente regionalista que abarcaba a grupos de folk como Los Sabandeños, Taburiente, Verode, y cantantes como Kako Senante o Rogelio Botanz. Sus grandes iniciadores fueron Los Sabandeños desde el año 67, reinventado la tradición musical canaria con una fuerte inspiración latinoamericana.

-Nueva canción aragonesa: Fue un movimiento de canción de autor y folk en la que estaban José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonell, Tomás Bosque, Boira, La Bullonera… Se englobó en los movimientos regionalistas aragoneses como Andalán, dirigido principalmente por el propio Labordeta, quien es el auténtico iniciador de este movimiento que pretendía hablar al resto del país de los problemas de la tierra de Aragón.

Ésto es sólo un resumen introductorio a los movimientos de canción de autor más importantes e influyentes en España. Algunos de ellos han sido ya desarrollados aquí ampliamente; pueden verse en los siguientes enlaces:

Canción del Pueblo (40 aniversario)

Voces Ceibes (tres entregas)

¡Qué pena!


Uno de los más representativos, claros y directos poemas de León Felipe:

¡Qué pena!


 ¡Qué pena!

¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas!

¡Qué pena si esta vida tuviera
-esta vida nuestra-
mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
¡y los mismos poetas!

¡Qué pena, que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!

León Felipe

Musicada por Carmina Álvarez, este poema pasó a formar parte del LP de Adolfo Celdrán Silencio:

 

40 Aniversario de la fundación de Canción del Pueblo


Dedicado con todo mi cariño, respeto y admiración
a Antonio Gómez, Adolfo Celdrán,
Elisa Serna e Hilario Camacho

El 22 de Noviembre de 1967, a las 7 horas, en el Instituto "Ramiro de Maeztu", tuvo lugar el acontecimiento que cambiaría la concepción sobre la canción de autor en castellano en España: el recital que sirvió de bautismo al colectivo de cantautores residentes en Madrid, Canción del Pueblo.

Canción del Pueblo fue un colectivo que, aunque de muy corta duración (se rompería al año siguiente, dando lugar a la asociación La Trágala, en donde estuvieron algunos de los antiguos miembros, pero no todos), tuvo una trascendencia importante y sirvió de semillero para algunos de los más grandes cantautores en castellano de España, aunque no fueran los primeros -o por lo menos, no reconocidos- cantautores en lengua castellana. Entre sus miembros se contaban gente como Luis Leal, Carmina Álvarez, Paco Niño, José Manuel Brabo "Cachas", Ignacio Fernández Toca, Adolfo Celdrán, Elisa Serna, Hilario Camacho, y otros, todos ellos dirigidos bajo el periodista y crítico musical -además de letrista- Antonio Gómez, al que se le puede considerar con total justicia como el ideólogo, dicho con la mejor de las intenciones y de los sentidos, del colectivo.

(Antonio Gómez)

Muchos autores tienden a distinguir entre Nueva Canción Castellana y Canción del Pueblo como dos fenómenos distintos, e incluso contrapuestos (pero no contrarios o incompatibles) ideológicamente. El término Nueva Canción Castellana,  o en castellano, hace referencia a la proliferación de cantautores en lengua castellana, en Castilla y más concrentamente en Madrid, que se produjo a mediados de los 60 de forma análoga, y en ocasiones influenciada, al fenómeno de la Nova Cançó Catalana. Hay quien ha llegado a decir que era una definición falsa, hasta cierto punto publicitaria, para rivalizar con el fenómeno catalán; pienso que no es cierto, ya que es un fenómeno que surge casi exactamente al mismo tiempo que la Nova Canción Galega o la Euskal Kanta Berria (amén de otros, simultáneos, como Manifiesto Canción del Sur, o anteriores, como el Nuevo Flamenco): esta forma de verlo responde exactamente a la problemática del lenguaje, que indicaré más abajo. Ciertamente, hay canción de autor en castellano antes de 1963: Paco Ibáñez y Chicho Sánchez Ferlosio, pero el problema es que apenas podía llegar nada, ya que ambos estaban prohibidos, total o parcialmente, especialmente las canciones que Chicho aglutina en torno a la idea de Canciones de la nueva resistencia española, las cuales consigue casi hacer pasar por canciones republicanas de la guerra civil. Por esa razón, fue más determinante la influencia catalana, por estar permitida aunque fuera hasta cierto punto. Dentro de la Nueva Canción Castellana encontramos gente tan diversa como Patxi Andión, Luis Eduardo Aute, algunas épocas de Massiel, los conjuntos Madres del Cordero y Desde Santurce a Bilbao Blues Band; se suele excluir a los músicos, cantautores y grupos de folk y de música de raíz, por muy castellanos que fueran, porque este fenómeno solía manifestarse en un estilo pop, más comercial por tanto. Y de ahí viene la diferenciación entre ambos.
Glez. Lucini cita el libro La nueva canción castellana, haciéndole una crítica que, sin haber leído el libro, considero veraz: el autor -perdonadme, pero no lo recuerdo- marca la diferencia entre Nueva Canción Castellana y Canción del Pueblo en el grado de compromiso: a aquellos que integraban la nueva canción se les tenía por artífices de un estilo musical más comercial, y unas letras de protesta suave, lejos de las duras letras que Elisa o Adolfo cantaban; pongo por ejemplo dos grandes éxitos de Aute: "Rosas en el mar" y "Aleluya", ambas interpretadas también por Massiel. No obstante, aunque esto es muy criticable, no quiero entrar en el tema, simplemente declarar que, desde mi punto de vista e ignorando trucos publicitarios, sí existió una Nueva Canción Castellana, que, al igual que la Nova Cançó, abarcó a los cantautores de toda tendencia: desde los más pop hasta los más folklóricos, pasando por los grupos de música folk y tradicional, al igual que grupos de rock progresivo, y, por supuesto, al colectivo Canción del Pueblo, al que volvemos ahora mismo.

Así pues, influidos por la experiencia de Setze Jutges, el grupo nace con unas ideas muy claras, muchas de ellas inspiradas por Antonio Gómez, y análogas a otras corrientes regionales: reivindicación de la poesía entera, pero especialmente de aquellos poetas prohibidos, para además difundirlos a la mayor parte posible de la población; hacer renacer el espíritu de una canción popular, aunque alejada de folklorismos (excepto en casos como Elisa Serna y en algunos temas de Celdrán), esto es, para todo el mundo, y hacer una protesta clara, a la par que efectiva en lo que se pudiera, contra la situación de aquellos días (es decir, contra el régimen). Todo esto sustentado no sólo por ideas políticas, sino también estéticas y poéticas que enraizaban directamente en Miguel Hernández, Antonio Machado y León Felipe. En música, hablando inicialmente, prima la influencia latinoamericana, aquello que podía llegar: como muchos otros, la mayoría de sus miembros quedaron deslumbrados ante la ternura y la rabia de Atahualpa Yupanqui y Violeta Parra, sin desdeñar a los cantautores franceses, norteamericanos y portugueses. El grupo, pues, tiene una vida breve, pero intensa: recitales conjuntos con todo lo que ello conllevaba respecto a prohibiciones, censuras… Comienzan a codearse, consiguiendo con ello una experiencia enriquecedora, con otros cantautores de otros sitios, especialmente con Benedicto, miembro fundador del colectivo gallego Voces Ceibes, con quienes compartirán escenario.
 En 1968 el colectivo se rompe. A partir de ahí cada uno encontrará su lugar en la música más o menos definido, aunque a todos subyazca las mismas ideas y pasiones respecto a la poesía, la música y la política. Muchos de ellos no continuarán, como Carmina Álvarez, que regala su musicación sobre el poema "¡Qué pena!" de León Felipe a Celdrán, que lo incluye en Silencio, o Ignacio Fernández Toca, quien había importado desde Cataluña y adaptado al castellano el "No nos moverán" tan célebre. De los que siguieron, los caminos fueron diversos:

Adolfo continúa hasta nuestros días haciendo geniales LPs, alternando letras propias y de poetas como Miguel Hernández, León Felipe o Jesús López Pacheco con una música excelente que olía a latinoamericano, a francés y a portgués; LPs tan importantes, no sólo para la canción de autor española en castellano, sino en general, como el soberbio Silencio, en donde se incluyen el estremecedor "Una canción", escrita y compuesta por el poeta Jesús López Pacheco para incluirla en el Cantos de la Nueva Resistencia Española de Sergio Liberovici y Michele Straniero, y "A la voz de un pueblo", toda una declaración de principios a la vez que un homenaje a cantautores como Raimon, Llach y Pi de la Serra, y cineastas como Berlanga y Bardem. También destacar Al borde del principio, un personal a la par que universal homenaje al poeta Miguel Hernández, una de sus inspiraciones más claras. También nos descubre a través de versiones a cantores de Portugal como Luis Cilia. Todo ello abrigado por el sentimiento político anti-franquista, pero también por la idea poética de que la poesía y el canto han de ser para todos.
"Cachas" se descubre en el rock progresivo: graba junto a los tres monstruos de la psicodelia catalana, Pau Riba, Albert Batiste y Jaume Sisa, un pequeño EP, Miniaturas: es de los primeros cantautores en prescindir de la letra; también formaría con Sisa el grupo experimental Música Dispersa; como buen dylaniano, Cachas cantaba al estilo folk norteamericano, con guitarra y armónica, pero ¡cantaba así poemas del Arcipreste de Hita!

Divergentes fueron también, en cierto sentido, los caminos de Elisa e Hilario. Elisa Serna se vuelca en el folklore castellano, muchas veces con la sabia y oportuna colaboración y producción del maestro segoviano Agapito Marazuela: sus temas traen aires de jotas comuneras y seguidillas castellanas; en otras ocasiones descubrimos a Elisa como la primera en hacer fusión musical al mezclar en una misma canción tendencias flamencas, magrebíes y castellanas. Su airado y poco disimulado anti-franquismo logra que sea detenida y encarcelada hasta en 4 ocasiones por hacer caso omiso de las prohibiciones del gobierno civil (o no). Esto la lleva a exiliarse a Francia, en donde conoce a Imanol, y llega a grabar con él un par de álbumes, siendo así parte de ese curioso tándem de cantautor semi-folklorico que formaron Imanol, Pablo Guerrero, Luis Pastor y Labordeta.

Hilario Camacho, por su parte, comienza haciendo un tipo de canción políticamente comprometida: su primer EP Ensayo nº 1 estaba compuesto por musicaciones sobre dos temas de Nicolás Guillén: "El fusilado" y "El son del deshaucio". Aunque buenos temas, Hilario no se encuentra del todo en este estilo, y comienza a hacer otro tipo de canción, menos política pero no por ello menos comprometida: comienza a hablar de temas más cotidianos, del agobio y de la injusticia cotidiana, al tiempo que explora música más contemporánea, siendo, junto a Pau Riba y a Pi de la Serra, uno de los grandes renovadores de la música española contemporánea. No descuida, sin embargo, la difusión poética, y pone música a poemas de Blas de Otero ("Igual que vosotros"), a Antonio Machado ("El agua en sus cabellos), Miguel Hernández (Tristes guerras) y, el único, a Allen Ginsberg ("El peso del mundo"), ya envuelto en el hippismo a la hispana que estaba tan presente en muchas formas culturales de finales de los 70.

Pero, ¿por qué Canción del Pueblo aparece siempre en un plano más secundario que sus coetáneos y correligionarios regionales?
El colectivo fue importante en muchos sentidos. Principalmente dos: el primero, obviamente, aunque compartido con Paco Ibáñez, Alberto Cortez y Joan Manuel Serrat (por citar sólo a los más conocidos), haber recuperado y difundido cierta poesía que, si no prohibida o censurada, si estaba soterrada, y, de esta manera, según su ideario, hacerla llegar a todos los rincones de España.
El segundo motivo sea quizás más subterráneo para nuestros días, y es que Canción del Pueblo, en gran medida, devolvió la dignidad de cantar en castellano. Es cierto que todas las canciones de éxito, también hoy en día, comerciales, están en castellano (excepto en una época curiosa en la que se puso de moda cantar en gallego); pero la cosa cambia si hablamos ya de canción testimonial. Los catalanes, los gallegos y los vascos tenían el añadido de su lengua, dotando a sus canciones del halo de ser parte de unos pueblos que sufrían; pero Canción del pueblo (y, por extensión, la Nueva Canción Castellana) sólo tenía como arma a la lengua oficial, lo cual hacía muy difíciles diferenciarles de cualquier cantante comercial. Por eso, la canción latinoamericana resultó alentadora, demostrando que se podía cantar lo mismo que se estaba cantando en catalán, vasco o gallego.
También el problema de la tierra resultó ser un escollo inicial, aunque anecdótico, ya que viniendo de Madrid, alguien podía objetar, con razón solo muy parcialmente, que no tenían tanto motivo para protestar como los andaluces, que también lo hacían en castellano. Pero eso es una ficción, ya que la población madrileña sufrió casi las mismas cosas (excepto en lo referente a la lengua, por supuesto). Y, de alguna manera, así, Canción del Pueblo demostró que se podía hacer una canción testimonio en Madrid, en castellano, con la misma dignidad que la que se hacía en cualquier otra parte.

Una reflexión para acabar. Estas dos últimas notas acerca de la importancia del colectivo madrileño es la que reside en la base del olvido, tanto a nivel institucional como artístico, a la que es sometido. Es cierto que Galicia, Euskal-Herria y los Països Catalans, así como otras regiones, suelen tener una amnesia parecida (imperdonable, a la vez que indesligable de la política, en los casos de Valencia y Baleares), pero de vez en cuando, cae algún reconocimiento, algún título, algún Honoris Causa (Serrat en Madrid, por ejemplo)… Pero los miembros de Canción del Pueblo están prácticamente ignorados. Yo hablo con gente de otras regiones, y gente muy joven, que se acuerdan con orgullo de Llach o de La Bullonera; pero en Madrid se carece totalmente de esta conciencia, precisamente porque no hay esa publicidad ni, lo que está a la base, esa conciencia de lengua y de tierra. Es posible que si no hubieran sido madrileños, a Canción del Pueblo tal vez se les tuviera mejor considerados. No es cuestión de colgar medallas, dar títulos o cosas así, sino de un meritorio reconocimiento a quienes lucharon en Madrid con poesía y música por un mundo más justo, por una sociedad más libre, a la cual intentan sepultar cada día más igual que a las canciones de Canción del Pueblo.

Ya hace un año que se fue


Dedicado a la peña del Foro de Hilario Camacho,
de los cuales algunos fueron sus amigos,
otros sus parientes
y otros sus admiradores,
pero todos
aman a Hilario Camacho

Hace un año exactamente que, mientras estaba comiendo, me enteraba de la trágica muerte del cantautor Hilario Camacho en una breve nota de prensa de "Aquí hay tomate" (!). Me quedé de piedra, pero más de piedra me quedé cuando al intentar ampliar la noticia por los medios televisivos serios descubrí que ninguna se había hecho eco. Fue un verano extrañísimo en el que las noticias sobre la Pantoja saltaban a los medios televisivos serios y la noticia de la muerte de uno de los mejores cantautores en lengua castellana quedaba relegada a una breve nota de prensa en uno de los más denostados programas del corazón.

Hilario Camacho fue uno de los miembros fundadores del colectivo de canción de autor en castellano en Madrid Canción del Pueblo, junto a Adolfo Celdrán, Elisa Serna, Carmina Álvarez, "Cachas", Luis Leal, etc., bajo la dirección musical e ideológica de Antonio Gómez, un hombre que, aunque no fue un cantautor, es imprescindible en la historia de este género debido a su labor de músico, productor y letrista. Muchos de ellos no pasaron de un primer EP o un par de actuaciones más, además del recital institucional que el grupo dio en 1967 en el célebre instituto "Ramiro de Maeztu"; de ellos, tuvieron un eco importantísimo, tanto social como literario y musical, Elisa Serna, Adolfo Celdrán y, por supuesto, Hilario Camacho.
El primer EP de Hilario, Ensayo nº 2 estaba en la línea, bastante nueva por cierto, de la canción protesta convencional: contenía dos poemas del poeta cubano Nicolás Guillén, "El fusilamiento" y el "Son del deshaucio". No obstante, Hilario abandonaría esta línea para abrazar una algo distinta, pero no opuesta. Al igual que Pau Riba en Cataluña, Hilario introduce en Madrid la modernidad musical contemporánea: el blues, el soul, el rock y el folk-rock pero con aires mesteños. Se autodefine como beatnick (un proto-hippie que en los años 50 habitaban en los áticos de las grandes ciudades o pululaban por las inmensas carreteras de norteamérica), ha empezado a leer a los poetas beats y a escuchar a Bob Dylan. Sus textos no son los de la canción protesta clásica: Hilario habla de lo cotidiano, de la soledad de las grandes ciudades, de la juventud, pero siempre quedan huecos vivos para los textos inmortales de Antonio Machado y Blas de Otero entre otros, que llegan casi a convivir con textos más contemporáneos y vanguardistas: Hilario llega a cantar al gran poeta beat norteamericano Allen Ginsberg: "El peso del mundo".
Se podría pensar que con esta actitud hippie, Hilario pretendía escapar de cualquier definición política. Pudiera ser, pero no desde una perspectiva snob burguesa, sino como una necesidad de no atarse y de crear libremente. Tampoco se debe pensar que la falta de "consignas" políticas en sus canciones (que no de intencionalidad, a veces) le salvara de la censura y de las multas. Nada más lejos, porque la música de Hilario, con su carga de denuncia cotidiana, podía ser tan peligrosa y subversiva como la de Raimon o la de Adolfo Celdrán. Precisamente, porque, como dijo Celdrán: "intentar ser feliz entonces, era oponerse al sistema".
Hilario explotó también su vena satírica, especialmente gracias a la colaboración que prestó al grupo/ s Las Madres del Cordero y Desde Santurce a Bilbao Blues Band, dos grupos (que en realidad se puede decir que era uno solo) que practicaban una peculiar especie de canción protesta, que explotaba más la vena satírica que la canción política seria, sin que por ello dejaran de ser "peligrosos". Hilario colabora con Moncho Alpuente escribiendo algunas canciones, llegando a participar en aquel fantástico "Castañuela 70" del grupo de teatro alternativo Tábano y dirigiendo musicalmente el proyecto de Desde a Santurce a Bilbao Blues Band en el LP de la banda Vidas ejemplares. Cedió también amigablemente letras y canciones a sus compañeros: Elisa Serna, Celdrán, Joaquín Sabina y otros, contaban entre su repertorio con alguna canción escrita o co-escrita de Hilario, llegándose a producir el curioso fenómeno de las canciones gemelas o de custodia compartida: como "Taxi", co-escrita con Sabina.
Desde 1967 y antes hasta el final de sus días, Hilario explotó casi todas las músicas: desde el folk hasta la salsa, pasando por el rock ácido y el folk-rock; explotó todo tipo de letras: los poemas de Machado y de Blas de Otero, en curiosa -mas no extraña- convivenvia con Allen Ginsberg; las letras que denunciaban la situación de la clase obrera, las que hablaban de una situación cotidiana desde una perspectiva tan objetiva que se transformaban en auténticas denuncias políticas, junto a las de amores imposibles, posibles, necesarios e innecesarios, e incluso algún canto a la masturbación sanamente comprendida y jubilosamente celebrada. Pero los días en los que Madrid amanecía dejaron paso al perpetuo día del crepúsculo.

La indiferencia que la muerte de Hilario produjo en los medios serios, salvo en algunos periódicos y programas de radio, cabrea a cualquiera. Pero más que la indiferencia de la prensa, tenemos que buscar a los culpables en las más altas instituciones: no ha habido ningún reconocimiento oficial por parte de la Comunidad de Madrid, dominada desde hace tiempo por una banda de hienas inmobiliarias que manejan las instituciones políticas. Hoy, que incluso el más reaccionario del gobierno regional, dice y presume haber vivido la Movida madrileña, que se ha convertido a día de hoy en un episodio en el que, al igual que las manifestaciones anti-franquistas o contra la guerra del Vietnam, todo el mundo dice haber participado, pretende ignorar que aquel ambiente de libertad que propició también una nueva libertad creadora (aunque a veces de calidad discutible en algunos casos) se debió a Hilario Camacho y a sus compañeros, que abrieron nuevas formas de sentir y de pensar, abiertas al mundo sin dogmas de fe ni de patriotismo. Muchos otros, dentro de la prensa y de las instituciones musicales, pretende ignorar su aportación, mientras se les llena la boca hablando de artistas de mucho, pero que mucho menor valor artístico.
Aunque también es verdad que hay que dar gracias que generalmente, en este país, no se dé ese gusto, hasta cierto punto repugnante, por la necrofilia o necrofagia artística que se da en el rock americano y británico con algunas de sus mejores figuras a las que se las prefiere recordar por su trágica y escabrosa muerte antes que por su obra. Dicho fenómeno produjo, por ejemplo, que niñas de quince años, al forrar sus carpetas escolares, hicieran ser vecinos a Jim Morrison y a los Back Street Boys, que desde su piso de abajo sufrían los repugnantes alaridos de las Spice Girls. Tal vez sea porque Hilario no murió a los 27, y sobre todo no murió de una sobredosis; aún así, es de agradecer que, generalmente, en nuestra música no se suela dar este fenómeno. Sin embargo, debiera haber sobre esto un término medio que no cayera en la excesiva y a menudo falsa mitificación del artista muerto (digo falsa porque la mayoría de la gente que porta las fotos de Jim Morrison por ser un "mártir" del rock no tienen un solo disco de los Doors; pero también porque la muerte a veces justifica artísticamente a quien carecía absolutamente de talento, como Sid Vicious) ni que caiga en la indiferencia absoluta. Es posible que la Generalitat de Catalunya sea hasta cierto punto desagradecida con sus artistas históricos a la hora de facilitarles espectáculos, pero sí los reconoce: a lo mejor si Hilario hubiera sido catalán ya hubiera tenido un reconocimiento oficial por parte de las instituciones catalanas.

Presento, aprovechando la ocasión, a uno de los últimos cantautores, Ignacio Lobo, forero hilarista.

Silencio


Título
Silencio
Intérprete
Adolfo Celdrán
  1. A la voz de un pueblo (Adolfo Celdrán)
  2. Canción de la novia del pescador (letra: Jesús López Pacheco, música: A. Celdrán)
  3. La cruzada de los niños (Bertolt Brecht-A. Celdrán)
  4. Doña María (Nicolás Guillén-A. Celdrán)
  5. ¡Qué pena! (León Felipe-Carmina Álvarez)
  6. La mala pesca (letra: López Pacheco, música: Hilario Camacho)
  7. El sastre de Ulm (letra: B. Brecht-A. Celdrán)
  8. Canción a las 6 de la mañana (A. Celdrán)
  9. Canción del pescador (letra: Carlos Álvarez, música: A. Celdrán)
  10. Canción bailable (J. López Pacheco)
  11. Una canción (J. López Pacheco)
  12. General (Bertolt Brecht-Adolfo Celdrán)
  13. Bella ciao (Popular italiana)
  14. Cajitas (Mavina Reynolds, adaptación A. Celdrán)
1970

Comentario: éste es el primer LP de Adolfo Celdrán, un cantautor, a mi entender, imprescindible. La portada es del pintor Juan Genovés, y el disco fue aclamado como el mejor del año por la crítica (Bourbon’s street, 1971). En realidad, éste no es el disco original, pues aquél comprendía sólo hasta "Una canción"; esta edición especial comprende como bonus extra tres de sus primeras canciones, incluidas en su primer EP. El título Silencio hace referencia al tema central de la primera canción del disco, cuya letra es de su autoría, y está dedicada a personajes tan importantes como Raimon, Berlanga, Bardem, Pi de la Serra, Lluís Llach, Ángel González… El disco comprende, además de las letras de Celdrán, letras de poetas tan importantes como Nicolás Guillén, Bertolt Brecht, León Felipe y Jesús López Pacheco; y además de su música, contó con la aportación de amigos como Hilario Camacho y Carmina Álvarez en "La mala pesca", de López Pacheco, y "¡Qué pena!", de León Felipe, respectivamente. Escritas y compuestas por Adolfo Celdrán son "A la voz de un pueblo", un feroz alegato contra la censura, la represión y el terror encarnados en el silencio -símbolo sempiterno en los cantautores vía poetas de la Generación del 50- y, a la vez, una llamada esperanzada a romper ese "criminal silencio", y "Canción a las 6 de la mañana", en donde ofrece un retrato realista de la madrugada en ciudades como Madrid, llenas de prostitutas, obreros descontentos, parados…, y en donde a la vez se invita a no quedarse dormido ante este panorama desolador. De Bertolt Brecht canta "La cruzada de los niños", un precioso poema inspirado en un niños polacos durante la II Guerra Mundial, y "El sastre de Ulm", una moraleja que enfrenta el idealismo y la confianza del sastre en la ciencia con la cerrazón racional del obispo de Ulm. Para ser un disco hecho en Madrid, abundan los temas de pescadores en "La mala pesca" y "Canción de la novia del pescador", dos críticas sociales basadas en el mundo difícil de los trabajadores de la mar. Por no comentar todas las canciones, sólo mencionaremos la que cierra el disco original: "Una canción", sobre un poema de Jesús López Pacheco; "Una canción", o también "Pueblo de España, ponte a cantar", supuso la donación de Celdrán y López Pacheco a la colección de himnos antifranquistas que empezaba a tomar forma: es un canto a las clases trabajadoras y un soplo de aliento a su lucha por la justicia bajo el verso: "pueblo que canta no morirá".
Sobre las tres canciones incluidas en esta edición de "Los cantautores" (ed. del Prado) decir que formaron parte del primer EP de Adolfo. "General" está basado en un poema de Brecht en el que se contrapone la voluntad humana a la de las máquinas gracias a su pensamiento, lo cual hace que el general no pueda usarle siempre. "Bella ciao" es una conocidísima canción popular de los partiggani italianos contra Mussolini que también se oyó en España en la guerra civil. Y "Cajitas" se trata de una popularísima canción escrita por la cantautora norteamericana Mavina Reynolds, bastante prohibida en sus días por su crítica; a parte de por Celdrán, la canción ha recibido numerosas versiones como la del mismo Pete Seeger o Víctor Jara, y constituye en todas ellas, al igual que en la original, toda una crítica contra la burguesía y su sistema social establecido. Huelga decir que el EP recibió el temible, pero usual, sello de "no-radiable" por parte de la censura.